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DÍA 26

Guardián de las Vírgenes


Ruega por nosotros
Yo le rezaba a San José para que me cuidara. Desde mi infancia, mi devoción a él se
mezcló con mi amor por la Santísima Virgen. Todos los días rezaba la oración, “Oh
San José, padre y protector de las vírgenes.” Me parecía que yo estaba bien protegida
y completamente segura de cualquier peligro.1
— Santa Teresa de Lisieux

S an José tiene un amor especial por los que se consagran a Dios a través
de los votos religiosos. San José ama a todos, claro está, pero en su
corazón tiene un lugar especial para las vírgenes. San José, siendo él mismo
virgen, conoce de primera mano la intimidad que una persona virgen es capaz
de tener con Dios. San José vivió durante 30 años con los vírgenes más
excelsos que agraciaron este planeta: Jesús y María. La virginidad es un
tesoro, un tesoro que San José custodia y quiere que otros conozcan.
¡ACUÉRDATE, OH SAN JOSÉ! Muchas personas conocen la oración del Memorare
a la Virgen María, pero son pocos los que conocen el Memorare a San José,
que es casi idéntico al Memorare mariano. El Memorare a San José dice lo
siguiente:
Acuérdate, oh castísimo esposo de la Virgen María y amable protector mío San José,
que jamás se ha oído decir que ninguno que haya invocado tu protección e implorado
tu auxilio, no haya sido consolado. Confiando plenamente en tu poder, ya que ejerciste
con Jesús el cargo de Padre, vengo a tu presencia y me encomiendo a Ti con todo
fervor. No deseches mis súplicas, antes bien acógelas propicio y dígnate acceder a ellas
piadosamente. Amén.
La comunidad religiosa de Santa Faustina, las Hermanas de Nuestra Señora
de la Misericordia, recitan el Memorare a San José diariamente. La misma
Santa Faustina tenía una tremenda devoción a San José y diariamente pedía su
intercesión por su vocación y misión. Ella escribió:
San José me alentó a tenerle una constante devoción. Él mismo me dijo que recitara
tres oraciones (el Padre Nuestro, el Ave María y el Gloria) y el Memorare (a San José)
una vez al día. Me miró con gran ternura y me hizo saber cuánto está apoyando esta
obra (de misericordia). Él me ha protegido y ha brindado su ayuda
especial. Rezo todos los días las oraciones que me pidió y siento su especial
protección.2
SAN JOSÉ TE AYUDARÁ A SER GUARDIÁN DE LA VIRGINIDAD Y LA PUREZA. Si
mantienes
cotidianamente una relación amorosa con San José, tus ojos,
intenciones, corazón y relaciones serán agradables a Dios y estarán
libres de cualquier cosa que vaya en contra de la pureza. Si caminas
con San José, cada vez hallarás menos placer en películas sucias y
perversas; ese tipo de “entretenimientos” asquearán tu alma. La
música contaminada que degrada a la mujer y ofende a Dios tampoco
te llamará la atención. Eso no significa que sólo debas escuchar
música cristiana o ver películas cristianas, pero sí significa que podrás
distinguir la luz de la oscuridad.
Todas las personas, en mayor o menor medida, están expuestas a
la tentación de pecar contra la pureza, pero en San José tienen un
guardián y protector. En momentos de tentación acude a él y crecerás
en inocencia y pureza. Pide frecuentemente su intercesión para
mantener tu corazón puro y casto.
He tomado como mi abogado y protector al glorioso San José, a quien me
he encomendado con todo el fervor de mi corazón, y por quien he sido
visiblemente ayudada. Este tierno padre de mi alma, este amoroso protector
se ha precipitado a arrebatarme del miserable estado en el que mi cuerpo
languidecía, porque me había liberado de mayores peligros de otra
naturaleza que amenazaban mi honor y mi salvación eterna.3
— Santa Teresa de Ávila

Ruego al gran San José, en quien tengo gran confianza, que venga en mi
auxilio.4
— Santa Isabel de la
Trinidad

Una escalera milagrosa en Nuevo


México
Él [San José] tomó las pequeñas manos de Jesús y elevándolas al cielo dijo:
“Estrellas del cielo, he aquí las manos que te crearon; oh sol, mira el brazo
que te sacó de la nada.”1
— Beato Guillermo José
Chaminade

S an José es el guardián de las vírgenes. Como un buen padre,


está pendiente de sus necesidades. Un ejemplo de su protección
paternal está evidenciado en lo que hizo por un grupo de
hermanas religiosas en Nuevo
México en 1878.

En 1873, las Hermanas de Loreto operaban una academia de niñas


en Santa Fe, Nuevo México. La academia tenía mucho éxito, por lo
que las hermanas querían construir una nueva capilla. Contrataron a
un conocido arquitecto para llevar a cabo la obra que tomó cinco años
en terminarse. Sin embargo, una vez que la capilla quedó concluida,
las hermanas se dieron cuenta de que la capilla no tenía una forma de
subir a la galería superior del coro sin utilizar una escalera muy larga,
la cual estaba a 20 pies arriba del piso principal. También se
percataron de que no había quedado un espacio en el área de la capilla
principal para construir una escalera debido a los muchos bancos, y
las hermanas no podían volver a contratar al hombre que había
construido la capilla porque había muerto poco después de haberla
terminado.
¿Qué debían hacer?
Bueno, las hermanas le rezaron a San José pidiéndole su ayuda.
Comenzaron una novena a San José pidiéndole enviar un carpintero
que les ayudara. Increíblemente, el último día de la novena, un
misterioso hombre llegó al convento afirmando que estaba interesado
en construir una escalera en la galería del coro para las hermanas. El
hombre pedía sólo una cosa: Quería trabajar solo y a puerta cerrada.
Las hermanas aceptaron de inmediato su oferta y lo contrataron.
Le llevó al hombre tres meses construir la escalera, y una vez que
el proyecto fue terminado, ya no pudieron encontrar al hombre;
simplemente desapareció del pueblo. Nadie lo había visto irse y nadie
sabía quién era. Las hermanas lo buscaron por todas partes, pero no
pudieron encontrarlo. Incluso pusieron un anuncio en el periódico
local tratando de localizarlo, pero no funcionó.
Sin éxito, las hermanas fueron al aserradero a preguntar quién
había obtenido la madera para la escalera, así como a pagar la misma,
pero, al preguntar, ni una sola persona del lugar sabía de lo que les
preguntaban. Se les informó a las hermanas que el aserradero nunca
había vendido ninguna madera a un hombre para la construcción de
una escalera para la capilla.
Perplejas, las hermanas recordaron qué extraño había sido que el
hombre sólo tenía una escuadra, una sierra, un martillo y otras pocas
herramientas básicas. Y pensándolo bien, tampoco ninguna de las
hermanas había visto llegar la madera a la capilla. Intrigadas, las
hermanas y otras personas del pueblo inspeccionaron la escalera
percatándose de que el misterioso hombre había construido algo
realmente único. Era una escalera en espiral que no interfería en lo
absoluto con las bancas del primer piso. Tenía 30 escalones,

ningún centro de apoyo o columna de soporte y parecía flotar sobre


el aire.
¡Tampoco tenía un solo clavo! Se halló que estaba ensamblada con
clavijas cuadradas de madera. La escalera es una maravilla
arquitectónica. ¡La obra de arte de un carpintero!
¿De dónde, pues, salió la madera? Bueno, en 1996, se realizó un
estudio dirigido por Forrest N. Easley, silvicultor y tecnólogo en
madera del Servicio Forestal de los Estados Unidos, y el Laboratorio
de Investigación Naval de ese mismo país, y su extenso estudio
encontró que la madera de la escalera era de abeto, pero de un abeto
único en el mundo. Se realizaron estudios adicionales, y se determinó
que el abeto que más se parece al tipo del de la escalera en espiral sólo
se encuentra en Israel.
¿Quién fue el hombre misterioso que construyó la escalera? Las
hermanas de Loreto creen que fue San José. Después de rezar y
pedirle a su padre espiritual que enviara a alguien a construir una
escalera para ellas, San José se apareció en persona para construirla
para las vírgenes consagradas. Al día de hoy la escalera permanece
intacta.

LETANÍA DE SAN JOSÉ


Señor, ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de
nosotros Cristo, ten piedad de nosotros, Cristo, ten
piedad de nosotros Señor, ten piedad de nosotros,
Señor, ten piedad de nosotros Cristo, óyenos, Cristo,
óyenos
Cristo, escúchanos, Cristo, escúchanos
Dios, Padre celestial, Ten misericordia de nosotros
Dios Hijo, Redentor del mundo, Ten misericordia de nosotros
Dios Espíritu Santo, Ten misericordia de nosotros
Santísima Trinidad, un solo Dios, Ten misericordia de nosotros
Santa María, Ruega por nosotros
San José, Ruega por nosotros
Noble Retoño de David, Ruega por
nosotros Luz de los Patriarcas, Ruega
por nosotros Esposo de la Madre de
Dios, Ruega por nosotros
Casto Guardián de la Virgen, Ruega por
nosotros Padre Nutricio del Hijo de Dios,
Ruega por nosotros Ferviente Defensor de
Cristo, Ruega por nosotros Jefe de la
Sagrada Familia, Ruega por nosotros
José Justísimo, Ruega por
nosotros José Castísimo,
Ruega por nosotros José
Prudentísimo, Ruega por
nosotros José Valientísimo,
Ruega por nosotros
José Obedientísimo, Ruega por nosotros
José Fidelísimo, Ruega por nosotros
Espejo de Paciencia, Ruega por
nosotros Amante de la Pobreza,
Ruega por nosotros Modelo de los
Obreros, Ruega por nosotros
Gloria de la Vida Doméstica, Ruega por
nosotros Guardián de las Vírgenes,
Ruega por nosotros Pilar de las
Familias, Ruega por nosotros Consuelo
de los Afligidos, Ruega por nosotros
Esperanza de los Enfermos, Ruega por
nosotros
Patrono de los Moribundos, Ruega por nosotros
Terror de los Demonios, Ruega por nosotros
Protector de la Santa Iglesia, Ruega por nosotros
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Perdónanos,
Señor Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
Escúchanos, Señor Cordero de Dios, que quitas los pecados del
mundo, Ten piedad de nosotros.
V. Lo hizo Señor de su Casa
R. Y administrador de todas sus posesiones
Oremos: Oh Dios, que en tu amorosa providencia elegiste a San José
para ser esposo de tu santísima Madre, concédenos la gracia de tener
como nuestro intercesor en el cielo a aquél que veneramos en la tierra
como nuestro protector. Tú que vives y reinas por los siglos de los
siglos. Amén.

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