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LA SOCIEDAD COMO INTERACCIÓN SIMBÓLICA

Más que formularlo, lo que se ha hecho es seguir el enfoque de la sociedad humana


como interacción simbólica. En los escritos de algunos cuantos escritores encontramos
exposiciones parciales, y a menudo fragmentarias sobre el tema.
A mi parecer ninguno de estos eruditos ha hecho una exposición sistemática de la
naturaleza de la vida humana de grupo desde el punto de vista del interaccionismo
simbólico, Mead sobresale de los escritores por haber trazado las premisas
fundamentales de este enfoque.
La expresión interacción simbólica hace referencia a la peculiar y distintivo de una
interacción, lo peculiar es que en el hecho de estos interpretan las acciones sin limitarse a
reaccionar ante ellas, su respuesta no es directamente como consecuencia de la acción si
no en el significado de la misma acción. La interacción humana está mediatizada por el
uso de símbolos, interpretación o la comprensión de las acciones, la mediación equivale a
un proceso de interpretación entre el estimulo y respuestas del mismo.
El ser humano interpreta las acciones como una actuación recíproca, pocos escritores se
han esforzado en analizar lo que la interpretación implica con la naturaleza de la persona,
solo se contentan con reconocer que la interpretación debe ser aprendida por el
investigador solo Mead intento profundizar este aspecto primordial del análisis, para Mead
es que el ser humano posee un si mismo eso quiere decir que puede ser objeto de sus
propias acciones puede actuar por si mismo, se fija objetivos y planea lo que hará, estos y
demás hechos es fácil de observar empíricamente, reconocer que pueden actuar con
respecto a si mismos.
Mead considera que esta aptitud es el principal mecanismo para afrontar el mundo, este
dicho mecanismo le ayuda a formularse indicaciones de lo que lo rodea para orientar sus
acciones, todo ello es una persona consciente es algo que se indica a sí misma como el
llamado al celular o a la puerta el tictac del reloj, el ser consciente de que tiene una tarea
por realizar, de tal manera lo que no es consciente es ipso facto algo que no se está
indicando a si misma.
La vida consciente es un flujo constante de indicación a uno mismos, esto nos dice que el
ser humano afronta su mundo utilizando dicho mecanismo, el mismo que interviene en la
interpretación de las acciones de los demás.
Algo que un individuo se indica a si mismo, no es lo mismo que un estímulo. En lugar de
poseer un carácter intrínseco , que actúa sobre el sujeto y puede ser definido con
independencia de éste, es el mismo individuo quien le confiere su carácter o
significado . En lugar de ser un estímulo previo que provoca el acto, el objeto es un
producto de la inclinación del individuo a actuar . La descripción correcta es que el
individuo construye sus objetos basándose en su propia y continua actividad, en lugar de
estar rodeado por objetos preexistentes que influyen en él y elaboran su conducta .

En cada uno de sus innumerables actos, tanto en los menos trascendentes, como


vestirse , o en los más importantes, como prepararse para una carrera profesional , la
persona está señalándose a si misma diferentes objetos, confiriéndoles
significado , evaluando su grado de conveniencia para la acción que él desarrolla y
tomando decisiones en función de dicha evaluación . La segunda consecuencia
importante del hecho de que los seres humanos se formulen indicaciones a sí mismos, es
que su acción es construida o elaborada, en lugar de ser un mero producto de la
conducta. Sea cual fuere la acción en la que se encuentra inmerso, el individuo empieza
por señalarse a si mismo las distintas cosas divergentes que ha de tener en cuenta en el
curso de su acción. Su acción se elabora paso a paso a través de un proceso de
indicación a sí mismo .
El individuo conjunta y orienta su acción tomando en consideración las distintas cosas e
interpretando la importancia que revisten para lo que proyecta hacer . No hay ningún tipo
de acción consciente en la que esto no se cumpla. Ninguna de las clasificaciones
psicológicas convencionales puede explicar el pro-ceso de elaboración de acciones
mediante la formulación de indicaciones a sí mismo por parte del individuo . « La auto
formulación de indicaciones es un proceso comunicativo móvil en el curso del cual el
individuo advierte cosas , las evalúa, les confiere un significado y decide actuar conforme
al mismo . »

Más aún, las fuerzas, externas o internas, que supuestamente influyen en el individuo


produciendo su comportamiento , no son las que desencadenan este proceso de «auto
indicación ».
Según Mead la acción del individuo tiene lugar en un contexto social. De esta misma
surge la acción social en base a la acción del individuo. El individuo intenta evaluar la
dirección de los actos ajenos.
La acción individual se lleva a cabo mediante la consciencia y la interpretación. La acción
colectiva en ordenación de las individuales.
El pensamiento sociológico ve a las personas como organismos carentes de un “si
mismo”.
En el pensamiento sociológico ve a las personas como simples organismos con cierto tipo
de organización, que responden a las fuerzas que actúan sobre ellas, donde estas
aunque no de un modo exclusivo están incluidas en la estructura de la sociedad, como es
el caso del “sistema social”, la “estructuración social”, la “cultura”, el “estatus”, el “papel
social”, la “costumbre”, la “situación, las” normas” y los “valores sociales”.
Ante lo expuesto, se suele admitir que la conducta de las gentes, en cuanto miembros de
una sociedad, es la expresión de la influencia que sobre ellas ejercen dichas fuerzas o
factores, en ese sentido, esta postura considera que los individuos que componen una
sociedad humana son los medios a través de los cuales operan dichos factores y que su
acción social es la expresión de estos últimos.
Este enfoque ignora que los seres humanos poseen un “sí mismo” y que actúan
formulándose indicaciones a sí mismos.
Los factores psicológicos poseen el mismo status que los factores sociales y se considera
que influyen en el individuo produciendo su acción.
Otro aspecto a considerar en estas posturas es que no creen que las acciones sociales de
los individuos en la sociedad sean elaboradas por ellos mediante un proceso de
interpretación, sino que consideran dichas acciones como un producto de los factores que
influyen sobre y a través de los individuos. En consecuencia se sostiene que la acción de
la persona es una expresión de las fuerzas que influyen en ésta, y no algo que la persona
elabora interpretando la situación en que se halla.
Como se puede percibir existen discrepancias entre los enfoques sociológicos y la postura
de la interacción simbólica ya que ambas difieren en el modo de explicar la acción social,
en el caso de la interacción simbólica atribuye dicha acción a individuos “actuantes” que
ajustan sus respectivas líneas de acción a la de las demás mediante un proceso de
interpretación, siendo la acción del grupo la acción colectiva de esos individuos. En
oposición a este enfoque los conceptos sociológicos identifican generalmente la acción
social con la acción de la sociedad o de alguna unidad de la misma; conceptos como “las
exigencias culturales”, “los propósitos societarios”, “valores sociales” o las “presiones
institucionales” consideran que la acción de grupo es una expresión del sistema, sin
embargo estos conceptos ignoran el punto de vista sobre la vida, según el cual dicha vida
no es sino el conjunto de las acciones concertadas o colectivas de los individuos en su
intento de afrontar sus respetivas situaciones vitales.
Debe considerarse que toda sociedad humana se compone de gentes que actúan. Y que
la vida social se compone, a su vez, de las acciones de esas gentes. Las unidades que
actúan pueden ser individuos aislados, colectividades cuyos miembros actúan juntos
persiguiendo un mismo fin, u organizaciones que actúan en nombre de un grupo
específico. Como ejemplos de cada una de estas unidades podemos citar los
compradores individuales en un mercado; un conjunto musical o un grupo de misioneros,
y una sociedad de negocios o una asociación profesional a nivel nacional. En una
sociedad humana, no hay actividad empíricamente observable que no proceda de alguna
unidad obrante las clases sociales en una sociedad moderna. Es evidente no obstante
que hay otras formas de enfocar la sociedad aparte de considerarla en función de las
unidades de acción que la componen. Quisiera señalar simplemente que, con respecto a
la actividad concreta o empírica, es necesario enfocar la sociedad en función de las
unidades de acción que la integran. Añadiría que todo esquema que pretenda ofrecer un
análisis realista, ha de respetar y ser congruente con el reconocimiento empírico de que
toda sociedad humana se compone de unidades de acción Esta conducta interpretativa se
da tanto en el individuo que orienta su propia acción, como en una colectividad de
individuos que actúan conjuntamente o en los agentes que actúan en nombre de un grupo
u organización. La vida de grupo se compone de unidades de acción que realizan actos
para afrontar las situaciones en las que se hallan  los sociólogos no estudian la sociedad
humana basándose en unidades que actúan, sino en base a una estructura u
organización, considerando que la acción social es una expresión de las mismas.
Depositan su confianza en categorías estructurales tales como el sistema social, la
cultura, las normas, los valores, la estratificación social, los niveles del status, los papeles
socia- les y la organización institucional. Emplean estas categorías tanto para analizar la
sociedad como para explicar la acción social que tiene lugar en su seno. 
En este interés respectivo en la organización, por una parte y en las unidades que actúan
por otra, reside la diferencia esencial entre los criterios convencionales sobre la sociedad
y el que sostiene la interacción simbólica, la cual, aunque reconoce la presencia de la
organización en las sociedades humanas y respeta su importancia, la considera y trata de
un modo distinto.
-En primer lugar, desde el punto de vista de la interacción simbólica, la organización es un
marco en cuyo interior tiene lugar la acción social, pero no constituye el factor
determinante de la misma.
-En segundo lugar, dicha organización y las modificaciones que sufre son producto de la
actividad de las unidades obrantes, y no de "fuerzas" que las dejan relegadas a un
segundo término. Para comprender mejor la imagen de la sociedad humana a la luz de la
interacción simbólica, es preciso explicar brevemente cada una de estas diferencias.
Desde la perspectiva de esta última, la organización social es un marco en cuyo seno
llevan a cabo sus acciones las unidades "obrantes" o unidades que actúan. Los aspectos
estructurales, como la "cultura", "sistemas", "estratificaciones" y "papeles" sociales,
establecen las condiciones para la acción de dichas unidades, pero no la determinan. Las
personas (es decir, las unidades que actúan), no lo hacen en función de la cultura, la
estructura social, etc., sino en función de las situaciones. La organización social sólo
influye en la acción en la medida en que configura situaciones en cuyo seno actúan los
individuos, y en la medida en que proporciona unos conjuntos fijos de símbolos que los
individuos utilizan al interpretar las situaciones. Ambas formas de influencia de la
organización social son importantes. En el caso de sociedades estables y consolidadas,
como las tribus primitivas aisladas y las comunidades de campesinos, tal influencia es,
ciertamente, muy profunda. Sin embargo, en algunas sociedades humanas, sobre todo en
las sociedades modernas, en donde surgen corrientes de situaciones totalmente nuevas y
las antiguas se vuelven inestables, la influencia de la organización disminuye. Debe
recordarse que el elemento más importante que una unidad de acción ha de afrontar en
sus situaciones, son las acciones de otras unidades obrantes. En la sociedad moderna,
dado el creciente número de líneas de acción entrelazadas, es normal que surjan
situaciones en las cuales las acciones de los participantes no estén regularizadas o
normalizadas de antemano. En este sentido, la organización social existente no configura
las situaciones. Del mismo modo, pueden variar y oscilar considerablemente los símbolos
o instrumentos de interpretación utilizados por las unidades obrantes en tales situaciones.
Por estos motivos, la acción social puede rebasar o apartarse de la organización en
cualquiera de sus dimensiones estructurales. La organización de una sociedad humana
no debe confundirse con el proceso de interpretación realizado por sus unidades de
acción, ya que, aunque afecta a dicho proceso, no lo abarca ni lo explica.
Quizá la consecuencia más destacada del hecho de considerar la sociedad como una
organización, sea la de pasar por alto el papel que desempeñan las unidades de acción
en el cambio social.
El procedimiento convencional seguido por los sociólogos consiste en (a) identificar la
sociedad humana (o una parte de la misma) con alguna forma organizada o establecida;
(b) descubrir algún factor o condición de cambio que influya sobre la sociedad o una parte
determinada de la misma, y (c) determinar la nueva forma adoptada por la sociedad a
causa de la influencia de ese factor de cambio. Estas observaciones permiten al
investigador expresar proposiciones en el sentido de que un determinado factor de
cambio, al influir sobre una cierta forma organizada, produce una nueva forma
organizada. A este respecto abundan todo tipo de declaraciones, unas burdas y otras
refinadas; como, por ejemplo, que la depresión económica aumenta la solidaridad entre
las familias de la clase trabajadora, o que la industrialización acarrea la sustitución de las
familias numerosas por las poco numerosas.
UNIVERSIDAD MAYOR DE SAN ANDRÉS

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES

CARRERA DE COMUNICACIÓN SOCIAL

“LA SOCIEDAD COMO INTERACCIÓN SIMBÓLICA”

Docente: Lic. Iván Zabaleta

Materia: Introducción a la investigación

Estudiantes: Univ. Aldyr Mendoza Torres

Univ. Brayan Wilmer Sanchez Silva

Univ. Charlie Santos Pasten

Univ. Diego Johan Conde Mujica

Univ. Paola Andrea Leaño

Univ. Stefania Dynet Blanco Atto

La Paz – Bolivia
2023
BIBLIOGRAFÍA

 Blumer, H. (1982). Interaccionismo Simbólico: Perspectiva y método. HORA, S.A.


Barcelona.

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