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El Alfa Enamorado.

Carmessy Iglesias

Prologo

La puerta se estrujó violentamente rompiendo con el silencio y la paz de su alrededor.

— ¿Qué has decidido traer a vivir a alguien a estas tierras?, en qué momento me lo dirías, acaso yo
soy un mueble más de esta casa, te recuerdo que ahora soy el alfa.
— No tengo por qué darte mis consideraciones te recuerdo que eres el alfa por nombre, pero yo sigo
mandando aquí — dijo golpeando su escritorio con una de sus palmas — La recibirás de la mejor
manera, es hija de una de las personas más importantes de mi vida; yo a él le debo mucho, se lo
debo y un lobo siempre cumple sus promesas — respondió a la actitud soberbia de su hijo menor.

Don Guillermo era un hombre lobo que había pasado por tantas cosas abrumadoras y dolorosas,
llevar a cuestas una manada junto a las intolerancias de su hijo menor Sebastián y la pérdida de su
hijo mayor como alfa de la manada, le carcomía todas las noches.

— Entonces has lo que quieras si es tu decisión, no quiero tener problemas con ella, enséñale las
reglas — salió de la habitación dejándolo pensativo.

Sebastián no soportaba la actitud de su padre, estaba harto de escucharle decir que él es quien
manda, él no pidió ser el alfa.

Entró a su habitación y caminó hasta el balcón encontrándose con la inmensidad del bosque que los
rodeaba y protege, a los Itreque, su familia, su manada.

Pero la discusión que mantuvo no se compara a las anteriores, donde él le ha exigido que se case,
vociferándole que la fuerza del alfa radica en ello, debe volverse un ser completo como lo fue él o su
hermano, pero dentro suyo odia esa idea, y su hermano no es el mejor ejemplo para ello. Perdido
desde hace años por el dolor, encerrado, abatido y sobre todo comportándose como una bestia.

La muerte de su esposa solo trajo desdichas a la manada, cegado por el dolor, asedio hasta
encontrar a los culpables y volvió a la manada un flanco para próximas venganzas.

Sebastián no cree en el amor, no cree que eso lo vuelva más fuerte, solo desea que su padre deje de
atosigarlo con eso.

Sebastián Itreque reprocha la idea de que su padre traiga a alguien extraño a la manada, por lo que
ha escuchado se trata de una humana, hija de un buen amigo, pero el traerla solo huele a problemas
para su gusto, con Alexter así…

Está seguro que su padre aún vive con la esperanza en su corazón que un día Alexter vuelva a
apoderarse de su lugar, porque a él no lo considera digno de ser el alfa de los Itreque,
pero está equivocado, metiéndose a sí mismo, Alexter nunca volverá.

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Hola:

Actualmente la historia está en revisión, iré subiendo capítulos poco a poco, habrá algunos
cambios...


Capítulo 1

2 días después...

Los días no los recordaba tan fríos, México siempre había sido cálido en esa época del año, los
pronósticos de lluvia habían sido nulos para este día, pero ella se sentía tan rota que el ambiente
combinaba a la perfección con ella.

— Madeleine ha venido un hombre a verte dice que es amigo de tu padre. — escuchó detrás de la
puerta de su habitación, pero sin prestarle atención a su alrededor, solo a la ventana. Miró en esa
dirección sin fijarse en un punto en específico, solamente sumergida en sus pensamientos.

— Tía, bajo en un momento — atinó en decir en respuesta automática sin humor.

Madeleine pasaba por un momento de agonía y dolor, se había quedado sola en ese mundo. Esa
mujer a la cual le dice tía es solo una vecina con la que creció desde pequeña, su única familia era su
padre y ahora lo había perdido a él también. Quería una explicación, no entendía cómo podía
continuar respirando si sintió como su último aliento fue arrancado al escuchar las palabras del
doctor, su compañero de vida y aventuras había caído de un infarto fulminante sin avisar, sin
permiso, porque él le prometió toda una vida juntos pasara lo que pasara él estaría para ella.

¿Cómo se atrevió a dejarla sola?, sin motivos de vida, sin ganas de existir. Inmersa en sus
pensamientos no se percató que don Guillermo se había desesperado y se atrevió a subir a su
habitación. La observó en silencio desde la puerta que abrió con gentileza para no asustarla, se
imaginó por todo lo que ella pasaba y el miedo de que se hiciera daño le dio el impulso para
atreverse a estar ahí.

La habitación de la joven era cálida, la luz la iluminaba con sutileza y las lágrimas brillaban por el
resplandor del sol que entraba colándose entre las cortinas gruesas.

—¿Cómo estás pequeña Madeleine? — se animó a hablar después de unos minutos contemplándola.

—Señor Itreque — volteó ella a mirarlo con lágrimas en los ojos, por fin una persona que quería
tanto a su padre frente a ella.

—Mi niña ven aquí.

Ofreció sus brazos acercándose más y ella se acurrucó rompiendo en llanto, no se permitió llorar
ante nadie de esa manera, solo en los brazos de alguien que realmente compartiera el dolor que
ahogaba su corazón, porque él no era un desconocido como los rostros de esa funeraria que solo
estaban ahí por compromiso, ya que ninguno conocía realmente a su padre, vio un par de rostro que
jamás había visto antes, pero no eran muy familiares ni tampoco sintió empatía con ellos,
al contrario, sintió miedo.

—Me ha dejado sola — soltó entre llanto. — No sé qué haré ahora — habló entrecortadamente
pasando el aire a sus pulmones sin delicadeza, a bocanadas desmedidas, limpió sus lágrimas con la
palma de sus manos bruscamente.

Madeleine siempre se había distinguido por ser una mujer sencilla, pero sobre todo de actuar
recatado y con cierta elegancia, sonreía con disimulo y nunca hablaba en voz alta, aunque ahora
ante Guillermo era un manojo de nervios, desprolija, un desastre entre lágrimas, fluidos nasales y
palabras.

—Por eso he venido, quiero que vengas conmigo, le he hecho una promesa a tu padre por eso hoy
estoy aquí, cuidaré de ti, no tienes por qué estar sola, en mi casa tendrás una familia, por favor, ven
conmigo.

Se alejó un poco de ella para verla a los ojos, entendía que sentía duda, pero una leve sonrisa le dio
la posibilidad de que aceptaría.

Madeleine no quería seguir ahí donde todo dolía, cuando observaba por la ventana estaba buscando
una salida a su dolor y aquí la tenía como mandada hacer para ella; parecía la salida perfecta.

Pensó en su padre que nunca dejaba ningún cabo suelto, por ese motivo vio esa invitación con
seguridad, y horas después se alistaba para huir del pasado.

Creyó conveniente no llenar las maletas, solamente con lo necesario, su ropa, una fotografía de su
padre y un par de libros, los especiales, los que él le regaló, olvidó las demás cosas que no tenían
sentido, se preparó para comenzar de nuevo, quien sabe en donde, porque lo que le esperaba ni ella
misma lo sabía.

Madeleine ya no era una niña, era una joven con un rostro hermoso, cabello color castaño lacio sin
gracia, así lo describía ella a quien le decía que era hermoso tenerlo así de lacio, ya que no
necesitaba peinarlo mucho para que se viera bien. Dotada de unos ojos expresivos con abundantes
pestañas que adornaban ese color miel tan característico, esa mirada que por años fue elogiada por
quien le mirase por primera vez.

Ahora tiene 24 años, había terminado una carrera como chef en un colegio privado que su padre se
esmeró por pagar, era empleada en un pequeño restaurante que no explotaban todos sus
conocimientos y habilidades. De cuerpo era un poco robusta, no encajaba en los estándares de gorda
y tampoco de flaca, ella llamaba su cuerpo poco delicado por ser alta y de caderas pronunciadas
igual que su madre.

Madeleine no había tenido suerte en el amor, como su madre que encontró a alguien como su padre,
ella al contrario había sido engañada por el último de sus novios, agobiada por ello se alejó de las
relaciones, Madeleine de trato era dócil, pero guardaba un carácter fuerte que solo sacaba en
momento necesario, era alegre, jovial, muy sonriente y sobre todo independiente, tal vez ese fue el
motivo por el cual aceptó la invitación de don Guillermo sin dudar.


Horas después abordó un avión rumbo a un lugar desconocido en España, jamás había ido, el señor
Itreque le dijo el lugar, pero sinceramente no había puesto mucha atención y el nombre exacto no lo
recordó a los pocos minutos después, ni idea donde quedaba, conque colinda, si el clima es frío o
cálido, si le gustará, pero qué más daba, tomó el pase al olvido, bienvenido sea, aunque no podía
engañarse, no bastaba con volar a otro continente, el amor por su padre lo llevaría hasta el fin del
mundo y su dolor la acompañaría por las noches donde sea que esté.

Su trabajo no lo extrañaría no porque no le gustara, pero el ambiente era tan relajado que podría
pasar horas viendo por la ventana pasar los autos, las salidas a fiestas tampoco, desde su ruptura
salir a divertirse ya no era una opción y amigas, la única que tenía, a ella jamás la extrañaría.

Los pensamientos se le acumularon como malas ideas en su cabeza ahora que era consiente que no
sabía a donde iba, observó a don Guillermo que solo le sonrió con amabilidad; aventó sus
pensamientos a la deriva desde ese avión, al final que más daba lo que le esperaba en esas tierras,
pero ella desconoce y eso es peligroso, la espera un hombre lobo mal encarado, amargado y soberbio
como primer recibimiento.

Madeleine no tiene idea de que su destino está cambiando al momento que ese avión tomó su ruta,
ahora está en manos de alguien más que le cambiara la vida, porque ella cree que el infierno vive en
ella, pero lo que la espera no se compara a lo que ha vivido ya. Sin embargo, qué más da lo que la
espera si ahora no tiene nada.

El viaje había pasó entre sueños, ya que Madeleine estaba demasiado cansada para soportar el largo
trayecto.

—Madeleine entiendes que vienes a vivir a una manada de hombres lobos, no somos tan oscuros
como en las leyendas nos pintan, pero si tenemos algunas reglas, sin embargo te conozco y sé que
eres una jovencita con mucha educación y clase, toda una dama, no conoces a mi hijo Sebastián
porque es el más chico, él actualmente es el alfa de la manada y es algo complicado de llevar, si
ubicas a mi Sofía, ella está por casarse muy pronto, la lleve algún tiempo en mis viajes y ella te
guarda cariño, al que si debes de recordar es a Alexter el mayor, lamentablemente él está un poco
sumergido en sus cosas, no tomes a mal su actitud si es que se llegan a topar. — dijo Guillermo
dentro del automóvil que los llevaba a las tierras de la manada Itreque.

—Claro señor Itreque, en mi estancia aquí procuraré no darle problemas, recuerdo a Sofía también y
Alexter un poco, sinceramente era muy pequeña cuando él venía, sé que debo seguir reglas, yo
tengo toda la disposición de apoyarlo, por ello no quiero sentir que vivo de arrimada en su hogar,
permítame de algún modo pagárselo con gusto. — sonrió amablemente

Miró con detenimiento como al avanzar el paisaje cambiaba a unos inmensos árboles, pudo ver la
entrada principal de la casa custodiada por tres hombres al frente y algunos más repartidos en
espacios estratégicos del territorio.

—Gracias, pero sabes que no es necesario, algo que quieras hacer estás libre en ello. —aseguró
Guillermo.

Al llegar a la casa, Madeleine se quedó sorprendida de lo grande que era, parecía un castillo y se
miraba majestuoso con todos esos árboles que lo adornaban con delicadeza, la casa se mantenía de
un color blanco pulcro, con tantas ventanas que tuvo que dejar de contarlas en algún momento, una
escalera inmensa era el camino a la puerta principal, los detalles eran tan preciosos, las grecas que
adornaban las paredes parecían delicadas, cuando se acercaron pudo notar que allí estaba un
pequeño grupo de personas.

Reconoció a Sofía, pero no reconocía al hombre a su lado con aires de grandeza, pero percibió que
sería Sebastián, al bajar del automóvil la mujer rubia y de ojos azules se abalanzó sobre
ella abrazándola con fuerza.
—Me da gusto que hayas aceptado venir Madeleine, tiempo sin verte. —La miró con cariño como si
el tiempo no hubiera pasado entre ellas.

Había tenido miedo de que se sintiera extraño el contacto entre ambas, pero el vínculo que habían
creado cuando eran niñas estaba ahí como si los años no hubiesen pasado, por una vez en tanto
tiempo se sintió esa calidez que solo sentía con su padre.

—Gracias, Sofía, estoy feliz de volverte a ver. —miro de reojo al hombre que la veía con desgana, el
ex alfa lo vio con recelo.

— Bienvenida, espero que no nos des problemas.

Sebastián se dirigió directamente a ella para después irse, don Guillermo quiso reprocharle, pero fue
detenido por su hija restándole importancia a los berrinches de su hermano, Guillermo suspiró
tratando de sacar su coraje contenido y alzó la vista, se percató que en una de las ventanas estaba
su hijo mayor observando con detalle el suceso, una pequeña sonrisa se acomodó en sus labios por
verlo ahí parado, sin embargo, no duró mucho tiempo.

—Sofía puedes enseñarle su habitación. —ordenó el ex alfa.

Guillermo se disculpó de las dos jóvenes y se fue directo a su despacho, fue alcanzado por su ama de
llaves y confidente, María.

Las jóvenes se fueron al segundo piso donde quedaban las habitaciones de todos, bueno casi todos,
el único que vivía en el ático era el mayor, enclaustrado sin salir. Algo que desconocía, pero los
ruidos de algunos pasos adornaban el silencio de esos pasillos.

Pasaron algunas horas, exactamente tres y don Guillermo se mantuvo en su estudio leyendo algunos
libros que había pedido días antes de ir por Madeleine. María entró anunciándose sutilmente.

—Señor la cena está casi lista — habló María desde la puerta, animándose a entrar —Puedo
preguntar ¿cuál es su plan al traerla a ella aquí?, no reniego de su decisión solo que me llama la
atención que la trajera, pero usted nunca tiene estos arranques, la apoyaría en cualquier momento lo
sé, pero traerla, no quiero imaginarme que pensó en casarla con Sebastián porque eso sería duro
para ella— dijo preocupaba.

—Tranquila María yo tengo mis ideas, no tienes por qué preocuparte además que todo vendrá a
mejorar ahora en adelante.

Sonrió dejando aún más preocupada a la mujer, ella iba a decir una cosa más cuando un fuerte
gruñido estremeció la casa, proveniente de entre el bosque, un gruñido que tenía años sin ser
escuchado.

—Alfa ese es ¡Alexter!, ha salido de su habitación, pero ¿cómo?

María miró rápidamente por la ventana, don Guillermo se acomodó a su lado, observaron como
corría de regreso Madeleine hacia la casa un poco abrumada, corría mirando de reojo hacia atrás.

—Así que ya se han encontrado, no pensé que sería tan rápido —murmuró el alfa, después una dulce
sonrisa de felicidad plena se instaló en sus labios.

— ¿Qué ha planeado alfa?, ¿qué hace ella aquí realmente? — preguntó incrédula de saber que el
joven Alexter salió de su habitación.
— Tranquila, solo el tiempo te dará la respuesta a tus preguntas, ahora vayamos a cenar.

Abandonó habitación sin decir más. Que planeaba exactamente el ex alfa de la manada Itreque, ¿qué
hace Madeleine ahí?, muchas son las dudas de María cuando lo vio salir del estudio con un paso
tranquilo, con las manos en su espalda y una ligera, pero notable sonrisa en sus ojos.

Esas tierras han sido malditas desde años atrás, mucho antes de que ellos se asentaran, las pérdidas
se han apilado en la manada Itreque una tras otra, ver a don Guillermo feliz es algo que ante los ojos
de María tenía tiempo sin apreciar, suspiró y acomodó su ropa solo para salir y cerrar detrás de ella
el estudio, pidió en su interior que desde ahora las cosas mejoren, pero una opresión en el pecho le
asegura que tal vez sus peticiones no serían escuchadas.

Capítulo 2

Los hombres de aquí son tan peculiares

Madeleine esperaba en su habitación, Sofia tenia unos minutos de haberla dejado sola la rubia no
quiso atosigarla con preguntas ni mucho menos con su plática, entendía del viaje tan largo y sobre
todo de la reciente perdida de su amiga de la infancia, Madeleine observaba su maleta dudando si
debía desempacarla por completo, ahora estaba totalmente sola en el mundo, el único lazo familiar
lo perdió y recordar que su padre estaba muerto le revolvía el estómago y su respiración se agitaba
y las lagrimas buscaban salir en desesperación, comenzó a respirar despacio cerro sus ojos e intento
pensar en otra cosa, pero no puede, la pregunta que no deseaba hacerse llegó «¿Si se hubiera
casado ese día, tendría un motivo de vida?», hace un año y medio estuvo a punto de casarse y con a
punto, es ella parada en el altar vestida de blanco, pero el novio no llegó, al contrario llegó una carta
«perdóname, no puedo» unas cuantas palabras que mostraban lo cobarde que era el hombre que
dijo amarla. Lo peor no fue eso, al ver que su mejor amiga quien decía ser su hermana tampoco llegó
y la ultima pieza hizo clic días después que se entero que ambos si estaban juntos cuando la culpa
hizo acto con otra carta diciendo «amiga perdóname me enamore» así que no era una loca idea en
su cabeza.

Entonces volvió a la duda existencial si debía o no deshacer esa maleta que solo cargaba ropa y su
inmensa tristeza, don Guillermo fue claro en su ofrecimiento diciéndole que era libre también de
estar el tiempo que quiera, pero ahora era consiente que estaba en tierras desconocidas y llena de
recuerdos, le es agradable toparse con Sofia, no tanto con Sebastián que mostro su total desagrado
de que ella este ahí, respiro varias veces antes de poder considerar responderle algo pero recordó
que había hecho una promesa de no darle problemas a don Guillermo, además que no debe olvidar
que son hombres lobos, pocas veces se metió en los negocios de su padre en cuestión de las
reuniones que hacía con un grupo de hombres lobos en México entendía que él era el enlace de la
manada de don Guillermo, dejo pasar la grosería de él para llevar la fiesta en paz y su estancia ahí
no fuera ya más incómoda de lo que es; pero a quien no vio entre la gente que la recibió al hijo
mayor Alexter, levemente lo recuerda de los viajes que acompaño a don Guillermo, pero recuerda
que platicaba con él y sobre todo que se reía con él aunque fueron pocas conversaciones porque era
muy pequeña y sus recuerdos eran borrosos en su memoria.

Un ruido proveniente del piso de arriba la obligo dejar sus pensamientos, el ruido se calmo y
pasaron unos minutos y escucho unas pisadas pesadas y escandalosas, «el piso de arriba es un
ático» pensó, las pisadas se calmaron y ella lo dejo pasar, decidió que tomar un baño era lo mejor
que podía hacer en ese momento. Como era de esperarse el baño también es tan imponente como
todo lo que decora a la casa el color blanco predomina en la decoración clásica y elegante, agradece
que el baño tenga una tina donde pueda relajarse abre la llave y siente el agua entre sus manos que
pasa de frio a caliente mueve las llaves y la regula a la temperatura deseada, sale para dejar que
esta se llene un poco y se para en la ventana contemplando el inmenso bosque frente a ella, sin duda
la habitación que le han dado tiene una vista hermosa, sonríe un poco, realmente disfruta lo que ve
los arboles le genera tanta paz que decide que dará un paseo después de bañarse, regresa al baño
pero antes vacila su vista al sentirse observada pero no ve a nadie, sacude sus pensamientos
creyendo que son ideas suyas.

Unos minutos pasan y está casi lista, ahora que ha abierto la maleta se da cuenta que la mayoría de
su ropa son vestidos, sin pensarlo mucho tomo uno de color negro en corte ¨A¨, considera que ese
tipo de vestidos son los mejores para su cuerpo y se volvieron su obsesión años atrás que tiene de
todos colores, aun con el cabello un poco húmedo camina por los pasillos de la casa, el silencio al
parecer reina mucho entre esas enormes paredes, sale al frente de la casa y la curiosidad le ha
ganado que camina sin pensarlo entrando al bosque, como lo pensaba el paisaje dentro es aun mas
bonito que por fuera, las raíces de los arboles son grandes e imponentes. Camina por mucho tiempo
y no es consiente de ello hasta que se siente lejos de la casa, cuando decide que debe de regresar un
jardín a pocos metros de ella llama su atención, al llegar hasta el mira que es de puras rosas de
colores formadas perfectamente en un gran circulo, los rosales han sido podados de manera que no
son muy altos y se acomodan armónicamente entre ellos, toca una rosa sutilmente y el aroma que
desprende es embriagante, nunca había percibido algo así por lo menos no en las flores de las
tiendas, siente la humedad del rocío que ha dejado la noche anterior sobre ellas. El clima es frio a
comparación de donde ella vivía que no duda que las noches pueden llegar a ser heladas a altas
horas de la madruga, que tener un jardín tan perfecto y desprotegido es sin duda una obra de arte.

Un ruido detrás de ella la asusta, obligada se gira para ver que es y para su extrañeza es un lindo
cachorro, «un perro» piensa ella, pero cuando acerca sus manos y el pequeño se acerca puede notar
que no es así, un cachorro de lobo color negro es quien se arrima a sus manos y le permite
acariciarlo. Pasa de simple curiosidad a morder la mano de Madeleine sin hacerle daño, sus ojos son
de color verde claro que lo hacen aun mas adorable, el pequeño lobo cambia su pose y gruñe,
Madeleine se gira para saber el motivo que le ha alterado y abre sus ojos al notar que no está sola.
Un hombre alto con el cabello y la barba desaliñada al igual que su ropa un pantalón azul algo roto y
una playera negra, nota también que esta descalzo, él está mirándola de una manera que ni ella
misma puede describir en ese momento pero se siente acechada como si ella fuera la presa, pero el
color de sus ojos la hipnotiza con ese tono amarillo en ellos que hace eco en su cabeza como si no
fuera la primera vez que se han cruzado.


— ¡No debe-berías de est-aar aquí! — gruñe, las palabras salen de él con dificultad, pero es claro en
su actuar que obliga a Madeleine a dar un par de pasos hacia atrás.

— Per…don — dijo dudando alzando sus manos.

— ¡Es pe-peligroso! — vuelve a gruñir tensando su cuerpo.


Madeleine intenta decir algo más, pero un gruñido detrás de ella la alerta, sin duda no es el pequeño
cachorro, al girarse sobre sus propios pies puede ver a la que parece ser la madre del cachorro, la
loba la mira con recelo mostrándole su dientes con la disposición de atacarla en el momento que ella
de un paso en falso, comienza a temblar sin poder controlarse su cuerpo esta actuando solo, vacila
un paso y la loba da dos con velocidad pero el fuerte gruñido del hombre detrás de ella retumba en
el bosque y en sus oídos que sin pensarlo comienza a correr en dirección a la casa sin mirar atrás,
corre a toda velocidad la que su piernas y sus zapatos le permiten ya que estos se resbalan en la
tierra por culpa del lodo junto al musgo que crece entre los árboles, está a punto de caerse pero se
sostiene de una de las raíces y es capaz de voltear para ver si es seguida pero detrás de ella no hay
nada, ninguna señal de la loba ni mucho menos del hombre que la ha asustado, respira jalando el
aire a sus pulmones con fuerza, se pone de pie y corre aún más, el silencio se ha vuelto tétrico en
ese punto y no quiere averiguar si esta o no sola. Llega a la entrada principal de la casa y se deja
caer en las escaleras respirando con dificultad, el pecho le arde por el paso del aire y mira a la
puerta donde nadie ha salido, «acaso nadie a escuchado nada» piensa, cuando recupera el aliento
entra a la casa intentando calmarse, sube hasta su habitación y se encierra, camina a la venta y mira
por ella, pero el bosque se ve tal cual como esa mañana que llegó.

— Los hombres de aquí son tan peculiares — dijo para ella misma tratando de calmarse, ese día ha
sido muy rudo con ella, recordó al soberbio de Sebastián y ahora a ese hombre que tampoco había
sido amable, nada amable, no puede dejar de pensar en su mirada, esa que estaba tan cargada de
algo bestial, de un sentimiento salvaje, «sin duda lo son, sin duda los hombres en esas tierras no son
normales, como podrían si son hombres lobos» se contestó ella misma dejándose caer en la cama
mirando al techo, el cansancio le obligó cerrar sus ojos, podía aun sentir su corazón palpitar con
fuerza en algún momento se quedó dormida forzada por todos los sucesos.

Capítulo 3
Un lobo blanco

Madeleine despertó angustiada, recordó donde estaba y se calmo un poco, el sol se había ocultado
dando paso a la noche y su habitación permanencia en penumbras solo iluminada por la tenue luz de
la luna que apenas empezaba a brillar en el cielo, ni en sueños pudo dejar de pensar en el hombre
que vio en el bosque, la necesidad de saber quien era le carcomía los pensamientos y su mirada que
ahora describía como animal, posesiva e intimidante no la dejaba en paz, la puerta fue tocada
tomándola por sorpresa y exaltándola, pero al escuchar la voz de Sofia se tranquilizó y corrió a
prender la luz de una de las lamparas que estaba a lado de la cama y abrió la puerta no sin antes
arreglarse un poco el vestido.

— Sofia perdón me he quedado dormida — dijo después de abrir la puerta.

— No te preocupe, te deje descansar por el viaje, pero mi papá quiere que nos acompañes a cenar—
dijo sonriendo.

— Si, vamos entonces — contestó, Sofia la observó como si deseara decirle algo más, pero al
contrario solo sonríe y camina.

Madeleine la sigue y al llegar a las escaleras se percata de unas mas angostas que dan al ático,
recordó los ruidos de la tarde y por un segundo pensó en la posibilidad de que alguien viva ahí
«podría ser él» pensó, sin darse cuenta estaba por entrar al área del comedor y no dejaba de pensar,
cuando se vio frente a todos sonrió con delicadeza, don Guillermo la recibió con una sonrisa enorme
y María solo asintió el saludo, para su mala suerte Sebastián también estaba ahí, la miro por un
corto momento y regreso la vista a su padre.

— Los hombres me han dicho que un fuerte gruñido se escucho en el bosque, pero ellos no
encontraron nada ¿Sabes que paso? — dijo con molestia, por lo menos fue lo que Madeleine pudo
notar.

— ¿En serio? Los hombres no me informaron nada raro, debió haber sido un lobo salvaje ya vez que
desde hace meses hemos tenido más de uno diario muy cerca de la casa — dijo con tranquilidad
mientras una de las muchachas ayudaba a María a servir la mesa. Madeleine los observó a ambos al
escuchar a don Guillermo entendió que no debía hacer ningún comentario de su peculiar encuentro.

— Espero que no me estés ocultando nada — dijo poniéndose de pie. — Se me ha ido el apetito,
María esta comida no tiene buen sabor, espero que pronto sustituyas a Lourdes — dijo con molestia
y se fue, ante los ojos de Madeleine solo confirmaba que era un hombre odioso e insoportable.

— María no te preocupes ya arreglaremos esto — dijo don Guillermo al ver la mirada dolida de
María.

— Yo podría ayudar en la cocina — dijo Madeleine uniéndose a la conversación.

— No, como puedes pensar que permitiré algo así, eres nuestra invitada — negó el señor Itreque.

— Como le comenté antes de venir me quiero sentir útil, así que por favor permítame ayudar en la
cocina, sabe que puedo hacerlo además que me serviría — dijo con seguridad mirando a ambos.

— Madeleine, te conozco y se que no aceptaras un no por respuesta tan fácil, te dejare que pruebes,
porque aquí pueden llegar a ser muy demandantes los comensales como puedes ver, en el momento
que sientas que te sobrepasa puedes dejarlo querida — contestó, Madeleine sonrió, estaba decidida
a cocinar, le serviría de distracción porque cocinar siempre había sido parte de su vida, le ayudaba a
desestresarse después de un mal día y sobre todo le permite ser libre, ahora que recordó a su padre
se sintió nostálgica de cocinar para una familia.

La conversación cambio de tema y Madeleine se entero de que Sofia estaba comprometida o mas
bien estaban por tener una fiesta para comprometerse formalmente, la reunión se llevaría acabo
dentro de dos meses, con cada palabra Madeleine comprendía que sería una reunión grandísima y
elegante, no era de esperarse si Sofia era la única hija de don Guillermo, sin duda algo que cualquier
padre haría, cumplir los deseos de su hija. Cuando la conversación y la cena termina don Guillermo
le pide a Madeleine le acompañe a su estudio. Madeleine pensó que seria una excelente oportunidad
para preguntar por el hombre del bosque así que entro con impaciencia esperando su turno para
hablar.

— ¿Cómo te estas sintiendo pequeña? — dijo, don Guillermo es muy dócil para hablar cuando se
dirige a ella o Sofia, su imagen también ayuda con ese cabello blanco y esos ojos azules tan claro
como el cielo.

— Bien, me he sentido mas tranquila y he podido dormir un poco — contestó, Madeleine dudo un
momento quería preguntar sobre el hombre del bosque, pero buscaba las palabras correctas, salvaje
y animal no le parecían muy correctas en una misma oración para describir a una persona.


— Gracias por no decir nada de tu encuentro en la mesa — dijo don Guillermo, Madeleine se
sorprendió.
— No creí conveniente — contesto ella con una sonrisa, no sabia que mas decirle.

— Tal vez no lo recuerdes ahora porque él esta muy cambiado pero de niña lo viste mas de una
ocasión, a quien viste en el bosque es Alexter mi hijo mayor y para sorpresa de todos él tenía mucho
tiempo sin salir de su habitación, así que si él sigue saliendo me gustaría que lo mantuviéramos en
secreto — dijo con serenidad colocando sus manos sobre el gran escritorio que los divide, Madeleine
entiende que la palabra secreto significaba en especifico no decir nada frente a Sebastián como hace
un momento.

— Sinceramente tengo recuerdos muy vagos de él — dijo tranquila. Mintió un poco, ahora que sabia
quien era sus recuerdos se apilaban un poco en su memoria, aunque no con tanta lucidez como le
gustaría.

La conversación termino ahí, Madeleine no necesito decirle que no diría nada sobre la salida del
mayor de su habitación, tampoco es como si deseara cruzar palabras con el soberbio de Sebastiana
así que no le seria difícil simplemente omitir esa parte, camino a su habitación pensando ahora con
más curiosidad en Alexter ahora consciente que era él el hombre del bosque y sobre todo quien
recordaba de niña, no entiende que paso, al hombre que ella recuerda lo recuerda siempre sonriente
y sobre todo esos ojos amarillos pero que ahora le transmite otro sentimiento y no puede describirlo.

Mas noche Madeleine esta lista para dormir, antes de eso se permite salir al balcón para apreciar la
luna tan imponente, el frio comienza a calarle en la piel expuesta de su bata pero es tan agradable
que se queda mas tiempo sin darse cuenta que los minutos pasan rápido, vuelve a sentirse
observada como esa tarde pero no logra mirar a nadie, la oscuridad no ayuda en nada y decide mejor
entrar a su habitación para al fin dormir o intentar hacerlo.

Por su parte don Guillermo ha esperado que sea mas de media noche y camina por su inmensa casa
a paso silencioso, sube las escaleras que dan al ático hasta caminar a la puerta que esta
exactamente frente a él, toca discretamente para no despertar a nadie con ese ruido, espera un
momento, esperando ser bien recibido y así fue la puerta fue abierta, él pudo entrar a la habitación
que se mantenía en oscuridad total dentro todo estaba destruido menos una cama que quedaba
exactamente en la ventana donde la luna la iluminaba, busco con su vista al dueño de esa habitación
y lo encontró recostado contra la pared.

— Alexter ¿Cómo estás? — preguntó a su hijo que como otras veces no lo miraba directamente,
tampoco esperaba que le contestara tenia años intentando tener una conversación con él, pero había
sido inútil y las palabras solamente se las llevaba el viento. Escucho un gruñido ligero lo único que
podía recibir de él, todos decían que Alexter se había vuelto loco por amor, que había abandonado su
parte humana para dejar que la parte animal dominara su cuerpo, era una leyenda entre los lobos
que al perder a su pareja el lobo moría o quedaba maldito siendo siempre una bestia, pero Alexter
no era un lobo común eso lo sabia su padre, otros decían que él solo esperaba reunirse con ella y
que pronto encontraría su destino. Don Guillermo espero unos minutos, pero al ver que seria como
siempre suspiro con tristeza, camino de vuelta a la puerta cuando un gruñido se volvió a escuchar.

— Ella…

Freno sus pasos al percatarse que el gruñido ahora parecía más una palabra, regreso con prisa y se
colocó frente a él, Alexter se puso de pie con la intención de irse, pero don Guillermo alzo sus manos
esperando que se detuviera.

— La recuerdas, es Madeleine es hija de Sandro — dijo, Alexter abre sus ojos como si entendiera lo
que ha dicho, don Guillermo no puede evitar sonreír por eso, aunque no fuera nada, pero había visto
algo en esos ojos que le daba una pista de entendimiento. Recibió solo otro gruñido y su hijo salto
por la ventana, «La recuerdas» pensó con un gesto de agrado en sus labios, salió de la habitación
satisfecho.

Las horas siguen pasando y Madeleine corre medio del bosque con el corazón palpitando a mil por
hora, una angustia la ahoga puede sentir que unos pasos muy agiles la siguen pero no puede voltear
a ver, la oscuridad se intercala con la luz de la luna que se cuela entre las hojas de los árboles, corre
descalza sobre la tierra mojada pero no puede sentirla ni puede detenerse, tampoco siente dolor y es
consciente que ha pisado mas de una piedra, a cada paso puede escuchar un gruñido y a cada paso
como este se acerca aún más, pero no siente miedo, no se siente amenaza juraría que alguien le
habla, sus pasos se detienen hasta toparse con un abismo frente a ella que pareciera no tener fin,
alza la vista al otro lado y ve a su padre parado ahí en medio de la nada, sacude sus pensamientos,
«es un maldito sueño» piensa antes de intentar gritar pero su voz nunca sale de sus labios, un
movimiento mas brusco la hace resbalarse y caer… abre sus ojos asustada respirando erráticamente,
logra controlarse y verse en la misma habitación donde dormía, sigue con su vista la habitación y se
percata de que la ventana ahora está abierta « pero la he cerrado» dice en su mente, entonces su
mirada divaga de nuevo ante un imponente lobo blanco que la observa en todo momentos con un par
de ojos rojos que resaltan por lo pulcro de su pelaje, la luna logra que este brille haciéndolo aún más
hipnotizante, Madeleine tiene el deseo de acercarse pero el lobo lee sus movimientos y simplemente
desaparece saltando por la ventana, Madeleine no puede explicarse lo que ha pasado pero solo
atribuye que aun duerme y eso es un sueño…

Son las seis de la mañana cuando Madeleine decide que debe ponerse de pie y alistar todo lo del
desayuno de ese día, ayer no había preguntado a que hora se sirve, así que creyó conveniente estar
prevenida muy temprano, cuando se pone de pie y ve la venta abierta duda por un momento, no
recuerda haberla abierto, las cortinas se mueven por el ligero viento de afuera y un escalofrió la
recorre por completo cuando recuerda al lobo blanco, «no fue un sueño» se dice y se acerca para
cerrarla de golpe, respira profundamente e intenta calmarse, no puede creer que un lobo la haya
visitado de noche, aun estando en tierra de lobos creer que uno la observa mientras duerme no daba
muy buena pinta, sacudió sus pensamientos y los alejo concentrándose en hacer lo que debía hacer,
se alista y unos minutos después baja a la cocina.

— Buenos días Madeleine, estas listas para tu primer día en esta cocina — dijo María en cuanto paso
por la enorme puerta de la cocina, misma que daba paso a una cocina enorme e indiscutiblemente
era la mas grande en la que había estado.

— Buenos días, claro que sí, me imagino que me dirás que es lo que normalmente comen, mas bien
que no les gusta, creo que eso me ayudaría mucho — dijo acercándose a ella.

—Aquí es básico con don Guillermo, Sebastián no están especial solo le gusta la comida caliente y
servida en el momento y Sofia ella es mas de cuidarse, con cosas que no la engorden, el problema es
el joven Alexter él casi no come por lo tanto no te sientas mal si no prueba bocado, por el día de hoy
intenta un desayuno básico — dijo, dejando a Madeleine más perdida que hace un momento, pero
decide que hará su mejor esfuerzo como se lo prometió a don Guillermo.
Entonces Madeleine se mueve con destreza en la cocina mirando los ingredientes con mucha
atención, deja todo listo en la mesa principal, platos de fruta finamente picada, jugo de naranja, pan
tostado para el café y unos platillos mexicanos que sabe son los favoritos de don Guillermo, no duda
que probar sus chilaquiles verdes le hará iniciar el día de muy buen humor, se arriesga con un
pequeño buffet después de escuchar semejante monologo de María, solo espera que el arrogante no
diga nada.

Don Guillermo quedo encantado, Sofia regaño a Madeleine por preparar un desayuno tan delicioso
ya que ahora se mataría corriendo algunas horas por el bosque, Madeleine no pensaba que las
mujeres lobo batallaran con cosas tan banales como las humanas pero se sintió aliviada de no ser
tan diferentes en eso, Sebastián no dijo absolutamente nada él solo desayuno y se fue, Madeleine
entra a la cocina después de desayunar y se topa con una bandeja intacta sobre la isla de la cocina,
se preocupa creyendo que ese desayuno llegara frio y una comida fría de ella jamás lo permitiría.
Mira una de las muchachas y le pregunta.

— Disculpa, esta bandeja ¿Para quién es? — dijo, ve que la joven duda en decirle algo, pero al ver
que Madeleine espera, ella se acerca para decírselo.

— Es del joven Alexter, María lo lleva a su habitación, pero se ha ocupado con alguien, pero señorita
nadie se atreve a subir si no es don Guillermo o ella — dijo como su estuviera contándole un secreto,
la curiosidad llega a Madeleine ahora.

— Entonces lo subiré yo, no puedo permitir que una comida mía se coma fría, me dices cuál es su
habitación — dijo tomando la bandeja. La muchacha titubea, pero al final confirma lo que ya sabía, la
habitación del mayor es el ático.

Camina segura con la bandeja en sus manos, sube las escaleras angostas y llega hasta la única
puerta frente a ella, su seguridad se perdió en algún momento porque su corazón le palpita en la
garganta y sus piernas se tambaleando de solo pensar en tocar esa puerta. Toca sutilmente y no
recibe ninguna respuesta, intenta mas fuerte y nada, entonces se anima a hablar.

— Alexter, te he traído el desayuno — dijo y espero.

Escucha que se mueven dentro pero ningún movimiento que le señale que se han acercado a la
puerta.

— Ve-vete — un gruñido se escucha junto a una palabra, Madeleine se siente ofendida.

— Es de muy mala educación tratar a una persona así — contesta, no sabe porque dijo eso, pero se
sintió molesta por el tono que utilizo, había trabajado con tanto esmero en ese desayuno. — Además
yo misma lo he preparado y es grosero de tu parte que te niegues a probarlo — se siente valiente al
decir eso, la puerta se abre, pero no ve a nadie parado ahí, pasa saliva y sintiéndose bienvenida,
bueno eso supone ella, entra a la habitación con la idea de solo dejar la charola, pero para sorpresa
suya dentro no hay ningún mueble que pueda servirle para eso, ve que todo está descuidado y
destruido.

Cuando su vista sigue en descubrir cada rincón se topa con esos ojos amarillos, él esta en una
esquina de la habitación y ella no puede evitar brincar por la sorpresa, pero aclara su voz y pregunta
donde dejar esa charola.

— En-en el su-suelo — dijo así nada mas con mas dificultad, pero con su voz grave, Madeleine medita
lo que ha dicho.

— Por favor sostenla un momento por mi— dijo, él la mira duramente, pero se acerca a ella y la toma
de sus manos. Madeleine no le dejaría la charola en suelo se negaba a tratarle como un animal,
había visto una pequeña mesa con un florero antes de subir por esas escaleras, baja por ella
colocando el florero en el suelo, entra con la mesa y la acomoda cerca de la cama, ninguno de sus
movimientos pasa desapercibidos por él. — Así esta mucho mejor — dijo tomando la charola de sus
manos no mide la cercanía y sus manos rozan, ella intenta no ponerle mucha atención a eso ya se
siente sobrepasada con su atrevimiento de estar ahí haciendo lo que quiere, acomoda la charola en
la mesa y antes de salir por la puerta le dice que ojalá lo disfrute, le sonríe y se va, no espera que
este le conteste, ya había tenido mucha suerte de no haber sido corrida inmediatamente por todo lo
que hizo. Baja las escaleras con el corazón a tope.

María por su parte esperaba en el estudio con don Guillermo mirándolo mientras este lee un libro.

— Alfa ¿Por qué no me dejo subir el desayuno a Alexter? — pregunta después de un silencio
interminable.

— Llama a la cocina y pregunta quien subió el desayuno — dijo sin mirarla aun metido en ese libro.

— Nadie señor, no hay nadie en la casa que se anime a subir si no es usted o yo — dijo levantando el
teléfono y marcando el número uno, cuando pregunta y le dicen que ha pasado abre sus ojos
sorprendida y cuelga dando las gracias.

— Bien — dijo el señor Itreque, no necesito que María le confirmara, conocía a Madeleine y para él
ella es una mujer valiente, sin duda alguien que merece ser parte de esta familia.

La noche cayo y todos en la casa estaban en sus habitaciones, la luna se imponía con todo su
esplendor en el cielo, los lobos la observan con ilusión sintiendo la brisa del viento, solo un lobo
blanco rompe con eso, este observa en una dirección diferente, sus ojos rojos clavados en una
ventana, donde una mujer alisaba su cabello a cada movimiento de su cepillo, maravillado por ese
espectáculo espera en silencio, la luna como foco dando un sutil resplandor mágico uno solo para
ese lobo blanco.

Madeleine no puede dejar de pensar en Alexter, quería entender porque vivida así asilado, saber que
había pasado con el hombre que ella conoció…

Capítulo 4
¿Intentas domar a la bestia?

Madeleine ha despertado asustada, respirando un poco agitada, lleva las manos al pecho intentando
calmarse, rebusca en su mente el sueño que ha tenido «el lobo blanco» llega a sus recuerdos de ese
sueño en penumbras ese lobo imponente que vio el día anterior en su ventana pero ahora este
estaba muy alterado, «quería morder a alguien» pensó, todo parecía como si estuviera a la defensiva
y él estaba defendiéndola a ella de algo que no pudo ver en la oscuridad del bosque, «deja los sueño
locos Madeleine» se dijo intentando calmarse de una vez. Al notar que el sol esta ya por tomar
posición dando paso a ese cielo azul tan imponente que entra de imagen por su ventana, decide que
lo mejor es levantarse, alistarse y bajar para preparar el desayuno porque ahora no desea volver a
cerrar los ojos y vivir de nuevo ese sueño que la ha dejado muy intranquila pero no es capaz de
aceptarlo en voz alta. Al bajar y entrar a la cocina se encuentra con María, esta tan ocupada en lo
que está haciendo entre el ruido de unos trastes y el agua que no presta atención a la presencia de
ella, Madeleine se acerca en silencio y puede darse cuenta de lo que está haciendo, reconoce los
trastes que esta lavando junto a la charola es la misma que ella subió el día de ayer.

— María ¿Alexter no comió nada? — dijo con molestia mezclada con tristeza, ella era muy dedicada
cuando preparaba una comida que estar viendo como fue desperdiciada le hizo sentirse muy molesta
y desilusionada, María la observa por un largo momento y suelta un suspiro, seca sus manos y la
invita a que se siente con ella en la mesa.

— El joven Alexter… no come mucho, él tiene un tiempo que simplemente… no sé cómo decirlo,
pero él… dejo de ser como nosotros desde hace unos años — dijo con duda como si buscara las
palabras correctas. Madeleine la mira unos minutos en silencio procesando todas las dudas que
ahora han crecido en su cabeza.

— ¿A que te refieres con que ¨no es como nosotros¨? — dijo acomodándose más en su silla.

— Él ahora es mas salvaje, realmente no sé si me estoy explicando, él ahora se comporta como un


animal por muy feo que se escuche, se comporta mas por puro instinto, no habla, no come con
nosotros, él es así — dijo rebuscando palabras e intentando ser clara en su explicación por
Madeleine que es tan ajena a ese mundo.

— No tienes porque decirme mas María, pero él ayer… bueno tal vez sean las únicas palabras que
diga ¨vete¨ y ¨ponlo en el suelo¨, no lo dijo con claridad, pero pude entenderle, además que en el
bosque cuando nos vimos por primera vez me grito y fue muy claro — dijo tan entretenida en sus
palabras describiendo con sus manos la actitud del mayor, María la observa con asombro.

— Él habló contigo… — dijo con sorpresa, aunque para Madeleine no era tan sorprendente esas
simples palabras para María parecía ser el acontecimiento más importante del mundo.

— No se si catalogarlo como hablar, pero si María él hablo conmigo — dijo buscando consolarla.

— Alexter es un buen muchacho, a veces lo extraño tanto — dijo con tristeza, Madeleine le puso
atención a sus movimientos corporales que denotaban las ganas que tenia de llorar.

— ¿Qué paso? ¿Por qué él es así ahora? — preguntó, quería entender porque, ahora no era una
simple curiosidad, ahora ella quiere entender que había pasado, se volvía una urgencia en su
interior que ni ella misma puede creer.

— No puedo decirte cariño, no estaría bien de mi parte — dijo tomando una de sus manos sobre la
mesa y se pone de pie para continuar lo que estaba haciendo. Aunque noto una leve sonrisa en sus
labios mientras acomodaba un par de platos en la encimera.
Dejaron la conversación ahí y Madeleine ocupo su tiempo haciendo un poco de avena para le
desayuno junto a unos platillos más, en un abrir y cerrar de ojos tenia todo listo en la mesa para
esperar a la familia Itreque que no mostraba señales de estar despiertos, María sube una charola
para Alexter y en cuestión de minutos se escucho un fuerte ruido, ella bajo con todos los platos
batidos en la charola, el rostro angustiado y sobre todo asustada pero la tristeza se miraba en sus
ojos, se disculpo diciendo que no era un buen día para el joven Alexter, para Madeleine eso no fue
suficiente tomó un plato de avena servido en la mesa y sube con la intención de tener un pretexto
para entrar y reprimirlo por lo que acababa de hacer, después de escucharla hablar con tanto cariño
no pudo contener el coraje que recorre su cuerpo al verla tan abatida, toca la puerta y un gruñido se
escucha dentro que la hace dudar en tocar de nuevo pero se siente molesta y la duda la manda al
cuerno y abre la puerta sin pensar más, él está en una esquina mirándola con cierto asombro o por
lo menos es lo que ella piensa debido a su atrevimiento.


— María te ha traído el desayuno y tú la tratas así, ella se preocupa por ti, como es posible que tú te
pongas con esa actitud, no eres un animal — dijo con un tono de voz no tan común en ella, pero es
que se le revolvió el estomago del coraje por semejante grosería, se acerca a él al ver que no dice
nada, acerca el palto de avena « Ten te he traído el avena para que desayunes, aunque no te lo
merezcas, pero ella esta tan preocupada por ti porque no comes» dijo de una manera tan segura solo
logrando que él la vea de manera ruda frunciendo su mirada, en un movimiento rápido ladea el
plato de avena sobre el brazo de Madeleine que no puede evitar gritar por lo caliente de esta, con su
otra mano retira la avena de golpe y el ardor se vuelve mas fuerte. Sale de la habitación corriendo
hacia la suya, entra al baño abre la llave de la tina y mete el brazo bajo el chorro del agua, llorando
del dolor cierra los ojos y las lagrimas corren sobre sus mejillas, escucha la voz de María seguido a
un portazo. Madeleine voltea con la intención de encontrarse con ella pero al que ve en el marco de
la puerta no es a quien esperaba, Alexter está ahí atento a ella con una mirada diferente, se acerca y
toma su brazo con firmeza y ella respinga de dolor, cierra los ojos y no se percata de las intenciones
del mayor que al sentirse tomada en brazos abre de golpe los ojos y ve como salen hacia al balcón,
pasa por su mente por una milésima de segundos que este saltara con ella en brazos.

— Espera… ¿Qué haces? — dijo, pero no pudo terminar de hablar estaban ya en el aire y cayendo al
suelo, se aferró a Alexter asustada, pero habían aterrizado sin problema alguno para sorpresa de
ella, pero las cosas no paran ahí el corre con ella en brazos por el bosque esquivando árboles,
piedras y raíces pronunciadas. El miedo de Madeleine crece a cada paso, «lo hizo enojar» es el
pensamiento recurrente en su cabeza, intenta decirle que la baje, pero es inútil el no para de correr,
se detiene de golpe y la suelta en el suelo bruscamente como si nada, ella se queja un poco del
impacto, pero no grita ni pide ayuda, mira el pequeño rio que está a su lado y lo inspecciona. Alexter
se ha separado de ella para ponerle atención a un arbusto donde arranca unas cuantas hojas que
moja con el agua del rio, acto seguido se acerca a ella y la vuelve a tomar del brazo sin tacto alguno
y ella se queja un poco el mayor la mira a los ojos y Madeleine hace lo mismo ahora con la claridad
del día puede ver los matices de estos el amarillo combinado con un azul tan profundo como el mar
que la cautivan dejándola perdida en ellos, vuelve la vista a la herida y rompe el contacto con ella,
deposita unas cuantas hojas sobre la herida aliviando casi inmediatamente el ardor, Alexter esta
atento a la herida y ella está atenta a él.

— Per-don — dijo con dificultad el mayor regresando la vista a los ojos de Madeleine.

— Espero no vuelva a ocurrir — dijo ella conmovida por le momento. El niega con la cabeza.
Madeleine sonríe por su actitud, ahora se entendían un poco mas gracias a esa quemadura en su
brazo. «Gracias por esto…» señala las hojas sobre su herida, él intenta decir algo, pero no puede y
nota su mirada de frustración por no poder hablar. «No te presiones, sé que no puedes hablar con
fluidez»

Él la mira por un momento y Madeleine siente que con eso desea decirle algo, pero ella no puede
descifrarlo, él vuelve a romper el momento mirando de vuelta las hojas que las retira para poner
unas cuantas más. El tiempo pasa y la herida de Madeleine muestra mejoría ahora su color es de un
tono rosa y la molestia ha casi desaparecido, él sigue observándola mucho y eso la pone nerviosa,
ella al verse casi curada se pone de pie y retira las hojas para iniciar su regreso a la casa, no espera
que el mayor la cargue de regreso pero a cada paso él esa detrás de ella en silencio, al ver que la
casa está muy lejos Madeleine suspira cansada por el trayecto que ya ha avanzado que le pareció
eterno pero nota que eso es apenas una parte, Alexter había corrido con ella en brazos una distancia
para considerarse a kilómetros de la casa, ella se gira para ver si este aún sigue detrás de ella, al
verlo a un paso se sorprende pero el mayor tiene ya un plan en su cabeza y la vuelve a tomar en
brazos y comienza a caminar, Madeleine desea decir algo en ese momento para detenerlo pero las
palabras no salen, no puede negar que se siente bien estar así con él y se ruboriza de la idea, ahora
que esta tan cerca de él en silencio con la luz de día y sobre todo con esa cercanía puede notar lo
apuesto que es debajo de esa barba y todo lo desaliñado que esta, sus ojos y esas cejas pobladas son
un delito a la naturaleza con esa mirada tan ruda pero que debajo hay algo mas profundo sin duda,
que vale la pena descubrir que es.

El tiempo pasa volando y al estar a unos cuantos metros de la casa la baja con cuidado, con suma
delicadeza, Madeleine se separa de él con pena, no puede verlo a los ojos en ese momento se siente
muy avergonzada con un sentir que sube y baja en su interior provocándole una sonrisa sin sentido.
Ella camina hacia la casa después de darle las gracias con un ligero asentimiento. Camina mirando
hacia atrás algunas veces que no nota la presencia de alguien frente a ella.

— ¿Intentas domar a la bestia? — la voz arrogante de Sebastián la saca de ese transe de felicidad
que esta viviendo.

— ¿A qué te refieres?...

— Perderás tu tiempo, él es eso, un animal, una bestia — dijo mirándola con soberbia.

— Él no es un animal — dijo con molestia recalcando sus palabras.

Se aleja de él, entra a la casa renegando por las palabras tan toxicas, molesta por la manera en la
que había hablando de su propio hermano, al contrario ella piensa que Alexter es lindo, al cerrar la
puerta de su habitación se queda en medio de su habitación procesando lo que paso, lo que dijo y
sobre todo lo que piensa, «Él es lindo» lleva las manos al rostro al repetirse en su cabeza ese
pensamiento, lo que había hecho por ella se había colado en su corazón, sus atenciones, que no
podía compartir las palabras de Sebastián, porque para ella él no es una animal.

Capítulo 5
No es una tontería amar, un día lo harás...

—Ahora sí... me vas a explicar padre que hace ella aquí, ¿cuáles son tus planes? - vocifero Sebastián
entrando al estudio del ex alfa, el mayor lo miro detenidamente sin expresión alguna, estudiaba el
comportamiento de su hijo menor.

—¿A qué te refieres? — le tomo un sorbo a su café con calma, pudo ver como el rostro de Sebastián
cambiaba aún más con molestia.

— No has escuchado el escándalo, se la llevó al bosque y regreso con ella en brazos., no sé qué paso,
pero ellos dos no deben de estar juntos, te pedí que Madeleine respetara las reglas de esta casa y
sabes que todos tienen prohibido convivir con Alexter — golpeo el escritorio —Y tú no haces nada sin
un plan previo — escupió al final con coraje, la mirada de su padre cambio a una más seria.

—Yo no tengo un plan previo, me da gusto que Alexter este conviviendo es buena noticia — sonrió, al
lobo le irrito la actitud de su padre— Además que a ti también debería darte gusto que tu hermano
mejore, aunque sea un poco —lo señalo con dureza.

—Tu plan es que el vuelva a ser el alfa...— gruño —pero no lo hará entendiste...— dijo y salió de ahí
azotando la puerta.

— ¿Alfa? — María entro preocupaba había escuchado el gruñido de Sebastián junto a los reclamos.

—Si, María tranquila no pasa nada, es la envidia de mi hijo menor la que habla— restando
importancia.

—Pero lo que usted está pensando es eso, que Alexter cambie porque ella está aquí, le recuerdo que
un alfa enamorado una vez, no vuelve hacerlo, su hijo es… es sorprendente que no haya muerto
—suspiro—Pero no quiero que se haga una idea que no es —miro al exalfa con nostalgia.

—María, tu tranquila deja de pensar en esas cosas, yo no traje a Madeleine para eso— dijo y golpeo
ligeramente el escritorio para ponerse de pie con suma alegría.

Ella conociéndolo tan bien sabía que en su cabeza si había un plan trazado, pero prefirió no decir
nada más.

Madeleine estaba entretenida en la cocina preparando una tarta de manzana para el día siguiente,
cocinar era una forma de olvidar los momentos tristes y el estrés de un día como el de hoy, todo lo
sucedido con Alexter la altero, la actitud de Sebastián, los miles de recuerdos de su padre en su
mente la atrajeron a sentirse nostálgica, sola y con miedo una mala combinación, era muy tarde así
que no había muchas personas del servicio, necesitaba aclarar un poco la mente y pensar mejor las
cosas, ya llevaba 3 tartas, la cuarta estaba en el horno, después de 3 horas limpio todo y acomodo
cada cosa, «¿Que estará haciendo?» pensó, se sintió observada que al girar miro al dueño de sus
pensamientos en ese momento, Alexter estaba imponente en la puerta mirándola, se acercó hasta
ella y la tomo del brazo para ver su herida, ya no había tanta marca del daño de la mañana, así que
su mirada se relajó un poco.

— Estoy mejor — dijo, alejo su brazo, él la miro a los ojos y luego al horno — ¿Gustas un pedazo de
tarta de manzana? — ella señalo a la mesa donde había 3 más, él no contesto nada, Madeleine se
alejó hasta tomar un plato y un cuchillo para cortar un buen trozo, puso uno para él y otro para ella,
el mayor seguía mirándola duramente y con recelo, Madeleine se acercó hasta la isla de la cocina y
puso los platos, tomo dos cucharas y se sentó en el banco de la cocina, Alexter no hacía nada, no se
acercaba, ni daba señales de le fuera hacer caso de la invitación —Tienes que comer un poco, creo
que te gustara — dijo, sin respuesta tomo un pedazo y lo comió, el lobo seguía sin hacer nada,
valerosamente tomo un poco con la otra cuchara y le ofreció, fue un momento incomodo porque él
no se movía, se estaba dando por vencida, pero el lobo se acercó hasta la cuchara, olio el pedazo y
abrió la boca, lo saboreo por un gran momento, ella se sitio feliz por ello, cuando iba a darle más
Alexter arrebato el plato tomando con sus manos a pedazos la tarta y comiéndosela ferozmente.
Madeleine empezó a reír por ver al lobo feliz comiendo, el otro volteo hacia las de la mesa y se
abalanzo a ellas, sin pensarlo lo detuvo — ¡Ey! no, esas son para mañana— dijo con urgencia, él
siguió intentando llegar hasta ellas, pero ella se puso más ruda — ¡No!, debes de respetar, que los
demás no las han probados— lo señalo y se puso en una pose dominante, el otro le gruño, pero aun
así no se movió, el lobo salió de la cocina sin decir nada más. —De donde sacas tanto valor
Madeleine —agarro su pecho y dijo en voz alta, sin más que hacer acomodo todo y se fue a dormir ya
cuando la última tarta estaba listo.

1 mes y medio después.

Los encuentros con Alexter han sido cortos pero constantes, en la casa Itreque todo está en un
alboroto por el compromiso de Sofia que será en 2 semanas, Madeleine se ha apuntado para ayudar
en los preparativos, la fiesta tendrá como escenario el inmenso bosque, hará un hermoso pastel
desnudo con flores y frutas de temporada ella esta tan emocionada, María le dijo que tenían un
pequeño huerto al lado izquierdo del bosque tenía que seguir un camino de piedras, como era muy
temprano se aventuró a checar primero que es lo que ellos tienen sembrado y ver si es lo que
necesita o tendría que hacer una lista para que le trajeran las cosas. Empezó a caminar sola,
mirando todo los detalles a su al rededor, pensó por un momento en el lobo blanco que ha dejado de
venir a sus sueños, al llegar al huerto se da cuenta que no hay nadie, se asoma con cuidado y nota
que tienen fresas, zarzamoras, frambuesas y cerezas que es perfecto para lo que ella quiere, camina
hasta adentrarme aún más en el bosque cuando algo que brilla le llama la atención, al llegar observó
una lápida color plata en un árbol imponente que está rodeado de flores de todos colores, en ella un
nombre está grabado

En honor a Gabriela

Dice unas fechas por lo tanto cree que es una tumba, se hizo un modo curioso y lindo en recordar a
un ser querido, se notaba que ella debió ser importante en la familia Itreque, escucho unos pasos
detrás de ella, los reconoce, tiene tiempo que reconoce ese pisado pesado y demandante.
—Alexter buen día— dijo sonriendo sin voltear, solo recibo un gruñido en respuesta, él se acerca
hasta Madeleine y acaricia la lápida —Ella era importante para ti... — afirma, no necesita
preguntarle ya que la mirada de Alexter le dice todo, hay mucha nostalgia en ellos.

—A-amo-mor— dijo en voz baja.

— ¿Tu esposa? — preguntó, aunque ya tenía una idea, él la observa por un largo momento, se ve
incomodo, quiere intentar hablar más y Madeleine simplemente espera había aprendido a
escucharlo y darle la confianza para que hablara aunque solo fueran palabras que ella misma debía
unir y descifrar, Madeleine había investigado un poco y sabía que era casado, aunque las muchachas
de la cocina no le dijeron si ella se fue o murió pero ahora lo había confirmado, ella había muerto y
podía compartir su dolor por perder a alguien querido.

—Sí, mi a-mor — señala su corazón.

Madeleine se conmovió al darse cuenta de que ese hombre amo a alguien o mejor dicho la ama y
nota la tristeza en sus ojos.

—Yo me iba a casar — dijo mirando la placa con nostalgia reprimiendo en su pecho las palabras que
deseaba decir pero las medito un poco —Pero el decidió que yo no era la mujer de su vida...—dijo
con dolor creyó haberlo ocultado bien, pero hay dolores que se cuelan en el alma y necesitan salir
poco a poco, reconocía que por su padre había aguantado todo ese dolor en silencio e intento hacer
su vida normal cada día como si eso nunca hubiera pasado, una lagrima resbalo por su mejilla, se
quedó quieta al sentir la mano de Alexter limpiándola eso la tomo por sorpresa, pero lo que siguió la
derrumbo por dentro.

— No llores…— lo dijo tan claro que lo observo con los ojos muy abiertos, pero él no dice nada más
simplemente se va, corre entre los árboles.

Madeleine se queda perdida en sus pensamientos, el tacto de Alexter le había derrumbado un poco
por dentro, pensaba en su condición, en la placa que tenia frente a ella y sobre todo que él también
sufre por amor, pero ese sentimiento era muy diferente, él había amado y lo habían amado, en
cambio ella simplemente amo una mentira a un cobarde que se fue sin siquiera mirarla a los ojos, la
dejo con dudas e inseguridades, miles de miedos tontos donde se preguntaba que había hecho mal si
dio todo por él o por lo menos lo que su corazón pudo dar, cuido de él cuando estuvo enfermo en el
hospital, dos meses completos, aguantando horarios pesados solo para estar con él, lucho con sus
fuerzas por que él tuviera una vida mejor, realmente dio todo… lo amo antes que a ella misma pero
entendió que eso había sido demasiado.

—Ni lo pienses…- la voz de Sebastián hizo eco en el silencio del bosque, la asusto un poco y la hizo
girarse hacia él sin entender a que se refería.

— ¿Ni lo pienses? — preguntó mirándolo con duda.


— No te enamores de Alexter, él nunca te correspondería, él es un alfa, bueno ahora no lo es, pero
fue un alfa y estuvo enamorado y todos sabemos que un alfa enamorado una vez, jamás vuelve a
hacerlo, ellos solo pertenecen a una persona y viven para ella, al momento de perderle — mira hacia
el árbol — Ellos mueren, es un milagro que Alexter siga vivo, es un caso especial, pero vive
encerrado en su parte animal, creo que ese es un peor final, lo digo para que no salgas lastimada, él
nunca te amara, jamás te vera como miro a ella— dijo con un grado de crueldad, fue duro sin medir
consecuencias, aunque Madeleine tuviera poco de convivir con Alexter su corazón se oprimió ante
las palabras de él, no quería pensar mas haya creyendo que sus sentimientos pudieran estar siendo
influenciados por esos encuentros repentinos y las pocas palabras que cruzaban en el bosque o en la
casa, pero Alexter había hecho un espacio en su interior con esos pequeños detalles.

— No he pensado en enamorarme de él, así que no tienes por qué preocuparte— dijo intentando
ocultar su inconformidad sobre esas palabras, no lo aceptaría, jamás que ese revuelo en su pecho
significaba algo cuando lo ve.

— Tú tal vez conscientemente no, pero el corazón es más estúpido y no entiende razones— murmura
con desprecio.

—Entonces entiendo que tu no conoces lo que es el amor— afirma Madeleine con molestia.

—No, gracias no, por ello yo soy feliz, no creo en esas tonterías de mi padre de tener una pareja, una
luna — dijo moviendo sus manos con molestia y aires de soberbia.

— No es una tontería amar, un día lo harás y te tomara por sorpresa, no dudo que un hombre como
tú puede encontrar a alguien que lo ame, solo porque así es el amor… es simplemente raro — dijo,
sin esperar que le conteste lo deja solo, muy molesta, demasiado, pero no quiere aceptar el porqué,
si fueron sus palabras, sus actos o todo lo que él significa, Alexter era para ella una sorpresa muy
agradable en esas tierras y Sebastián era el otro lado de la moneda.

Capítulo 6
Capítulo 6

Ni tú ni yo sabemos lo que es ese tipo de amor...

Madeleine no ha podido dejar de pensar en las palabras de Sebastián había hablado de una manera
tan negativa de los sentimientos de su hermano, «es triste la situación de Alexter, vivir enamorado
de alguien muerto» pensó, llevo sus manos al pecho al recordar que él solo está esperando morir
para reunirse con ella, sonríe con amargura por el deseo de que alguien la ame de esa manera tan
pura, —pero esa no es mi situación y nunca lo será— se dijo con crueldad en voz alta, desconoce
cómo murió ella, no quiso preguntarle a Alexter ni mucho menos a alguien que no sea él, no quiere
faltarle al respeto, además que le gustaría entender todo lo que está viviendo encerrado en sí mismo,
principalmente entender su corazón, y sobre todo que pasa por su cabeza «si tan solo pudiera hablar
con él así fluidamente, podría ser que yo» Madeleine comenzó a planear algo en su cabeza, si su
padre estuviera viéndola lo reconocería inmediatamente, esa manera que tiene de morder uno de
sus labios y como acaricia su ceja jalándola despacio ida en sus pensamientos un tic que heredo de
él, — Yo podría ayudarle, si claro poco a poco, no es justo que el pase por esto solo, su familia
solamente se rige por lo que dice la vida lobuna, pero no la vida, es más abierta a muchas
posibilidades, él no puede estar esperando solo morir, es un final injusto para quien sea — dijo
poniéndose de pie de la cama animada por la decisión que acaba de tomar.

Tocan a su puerta se sorprende un poco y por un momento es consiente que lo que ha pensado lo
dijo en voz alta, abre la puerta y se topa con Sofia, esta le sonríe con amabilidad, después de la
conversación con Sebastián se había encerrado en su habitación por horas pensando y pensando en
lo mismo.

— Hola Sofía, ¿paso algo? — dijo al verla un poco afligida, ella le sonríe con timidez, la deja pasar y
la conduce hasta la cama, la nota intranquila por como mueve sus manos.

— Sabes he escuchado que pláticas con Alexter... — dijo seria mirándola a los después de dudar
tanto, Madeleine nota que espera una respuesta y ella sonríe al recordar sus conversaciones que no
pueden ser llamadas como platicas si todo se resume a una palabra y cien gruñidos.

— Realmente no platicamos mucho — dijo, se sentó a su lado en la cama mirando el suelo con
timidez, no puede reconocer lo que provoca hablar de Alexter, pero en un sentir que se mueve en si
interior con fluidez.

— Lo extraño mucho — dijo, un par de lágrimas se acomodan en sus pestañas largas y tupidas — él
era tan diferente antes, te hubiera caído muy bien, siempre me cuidaba, platicábamos mucho, ahora
que estoy a punto de casarme lo necesito tanto, me es difícil verlo así, siendo esto, Sebastián es
cruel diciendo que es una bestia un animal pero con nadie había hablado, contigo él es diferente —
suspira, Madeleine la deja desahogarse sabe que lo necesita, algo le dice que ha pasado mucho
tiempo sin que pueda hablarlo.

— Me imagino que es difícil, yo viéndolo así me parece tan injusto — dijo colocándole una mano en
su hombro.

—Sí, lo es, es una injusticia que alguien tan bueno viva así, me da gusto que se acerque a alguien,
me gustaría que pudiera estar en mi boda, pero sería pedir mucho, he tenido que aceptar que mi
hermano ha muerto dejando a ese hombre lobo que solo lleva su cuerpo —dijo ella limpiando sus
lágrimas con tanta gracia, Sofia es una mujer elegante que aun llorando se ve linda, se despide
después de esa platica dejándola aún más decidida en ayudar a Alexter, al ver que tiene a tantas
personas que le quieren y conmovida por ella, no solo Alexter es quien esta perdido las personas que
lo aman se pierden junto a él. La decisión está tomada Madeleine le ayudara.

Escucha que algo se mueve en el ático sonríe al darse cuenta de que es el momento de iniciar su
plan, pero «¿Cómo?» se dijo, lo haría como una receta nueva, a pesar de haber estudiado le gustaba
experimentar en la cocina e irse al tanteo con los ingredientes que el método de prueba y error era
su mejor aliado y ahora esperaba que lo fuera. Llegó hasta la puerta de Alexter meditando lo que
tenía que hacer, pero antes de tocar la puerta se detiene con la mano en alto, está dando un paso
importante si lo da estaría comprometiéndose hasta el final... ha tocado la puerta aun teniendo duda,
como costumbre un gruñido le responde desde dentro, acostumbrada a ello entra y lo encuentra
sentado en el suelo, lo observa al notarlo tan quieto y nota su mano ensangrentada, camina rápido e
intenta tomar su mano al mismo tiempo que se inclina hacia él, pero él le gruñe aún más fuerte...

— No te voy a lastimar — dijo intentando tomarla de nuevo, él después de unos minutos confía en
ella, nota que tiene una mordedura algunos dientes se marcan a la perfección, «debe de ser de algún
lobo salvaje» piensa mientras la mira con atención, se levanta sin decir nada más y baja a su
habitación donde recuerda haber visto en el baño un pequeña bolsa de primeros auxilios muy básico,
los dejo en la puerta y bajo por un traste con agua, unas cuantas toallas de cocina y subió sin decir
nada, María la observó con curiosidad pero no hizo preguntas, Alexter sigue donde lo dejo, se sienta
frente a él dejando todo, toma su mano y la sumerge en el traste con agua, agarra un pequeño jabón
que viene en el botiquín y le lava la mano con cuidado, él sigue viéndola con atención. — Sabes Sofía
hablo conmigo, ella te extraña mucho, le gustaría que pudieras asistir a su boda — lo ve a los ojos
esperando una respuesta... — Sofía se va a casar y en 2 semanas es su fiesta de compromiso, ¿Te
gustaría ir? Se que si— dijo sonriéndole, Sofia merece que su hermano este ahí y lo intentara,
continua con su trabajo curando la herida de Alexter con detenimiento, la herida se empieza a curar
rápido, escuchó de su padre que ellos tienen un sistema inmune mucho más desarrollado y que son
capaces de curar heridas no tan graves en horas — Me parece que ya quedo listo — él la observa y
no dice nada solo se levanta, Madeleine hace el mismo movimiento y Alexter tiende su mano para
que se apoye en ella, sonríe a su gesto y la tomo con seguridad, a pesar del poco tiempo ya confía en
él. — Bueno piensa lo que te dije de asistir al compromiso y a la boda, podríamos practicar un poco
tus modales – lo mira de arriba a abajo él esta todo desaliñado vestido con una playera blanca rota
medita sus palabras — Y también en tu ropa estaría bien... hacer algo — dijo en voz baja intentando
no molestarlo pero él la mira frunciendo el ceño — ¡Eso sí lo entendiste no!...— dijo riéndose un
poco por su actitud, sabe que él entiende todo, no es un animal como dicen, solo está muy guardo en
su interior escapando de lo que le hace daño, su dolor es mayor a su realidad, su padre y ella
mantuvieron una conversación sobre los escapes a la realidad que algunas personas hacían una de
ellas era vivir solo trabajando, encerrarse, cocinar… eso lo dijo por ella por una etapa que tuvo de
hacer pasteles todos los días a las altas horas de la madrugada, por ello no se negaba a que esa
faceta salvaje del mayor era eso un escape, sale de la habitación con el traste pero él se lo quita de
las manos llevándolo hasta la cocina donde María sigue checando el inventario para el compromiso,
ella se sorprende al verlo entrar, él deja el traste en el lava trastes sin gruñir, comportándose de una
manera dócil y serena, sale de la cocina como entro, María la observa...

— Sea lo que sea que estás haciendo...— dijo con seriedad mirándola — no dejes de hacerlo — dijo
con un tono de voz agradecido, sus ojos cambian a una mirada más tierna.

—María, no estoy haciendo mucho solo platico un poco con él —dijo y ella sonríe.

— Con eso es más que suficiente, gracias Madeleine — dijo, sonrió y Madeleine se avergüenza un
poco al pensar que la mejoría de Alexter es por ella.

Los días pasaron muy rápido, Madeleine se escabullía por las mañanas a platicar con Alexter aunque
no platicaba aun con ella él no le gruñía tanto, ya están a 5 días del compromiso que cae en cuenta
que no tiene un vestido para la ocasión y al ver los preparativos se preocupa de que sea una fiesta
formal, además que se comprometió en hacerle un pastel para ese día una prueba para el del día de
la boda y entre ello y Alexter no tuvo tiempo de pensar, así que ahora anda vuelta loca en su ropa,
María toca a su puerta temprano, al abrir ella trae consigo una caja blanca grande y otra más
pequeña encima.

— Madeleine el señor Itreque me pido que te entregara esto, si tiene algún detalle que modificar
tenemos tiempo — dijo, ella le sonríe y le entrega las cajas para después retirarse, tiene demasiada
curiosidad de saber que tiene adentro, no pierde el tiempo y deja la caja sobre la cama, dentro hay
un hermoso vestido largo con un top en corte corazón y un cinturón con piedras el color le gusta
pese a que no es usar rosa, peo el rosa de este se mezcla en varios matices que lo hacen ver bonito y
aunque nunca ha usado algo así lo haría por ella, se ve sumamente elegante y los zapatos a juego
que viene en la otra caja, una nota se asoma entre ellos.

Sofía me encargo mucho que te hiciera llegar este vestido, ella me pidió que seas parte del cortejo
de la novia.

G.I

Madeleine no esperaba semejante gesto, la hace sentirse parte de esa familia y se siente nostálgica,
se mide el vestido y le queda bien, decide informarle a maría que todo esta bien con el vestido y baja
a la cocina a revisar los pendientes, estando unas horas ahí pregunta por don Guillermo y una de las
muchachas le dice que lo ha visto entrar hace un momento a su estudio.

— Buen día — dijo tocando la puerta que está abierta para anunciarse de pie ahí, él le sonríe desde
que la escucha.

— Pasa querida — dijo señalando una silla frente a él.

— Gracias por el vestido, es hermoso — dijo con alegría mientras se sentaba, no podía ocultar que
estaba encantada por ese detalle.

— Me da gusto Madeleine que sea de tu agrado el vestido, Sofia lo eligió — dijo, él está entretenido
en un par de papeles así que la observa por un momento y vuelve a ellos, Madeleine no se retira,
desea decir algo más.

— Necesito pedirle algo — dijo y él aleja su vista de los papeles para ponerle atención — Un traje —
dijo Madeleine cuando se vio observada — Un traje para Alexter — termina de hablar y el rostro de
don Guillermo se ilumina — Sé que Sofía desea que él esté presente, entonces quiero que asista yo
estaré con él en todo momento, claro si usted me lo permite, tengo que checar unas cosas con él,
pero pienso que si puede asistir— dijo Madeleine nerviosa intentando tener un punto del porque
quería hacer eso, el silencio continua por un momento más después que ella se calla.

— Muy bien, su habitación es la segunda puerta antes de la tuya, ahí está su ropa, María tiene la
llave, deja le llamo para que te la de — dijo marcando un número, con eso Madeleine suelta el aire
de sus pulmones satisfecha había pensado que paso un límite con esa petición.

Entra a la habitación que le señalaron, al entrar nota que es muy varonil en detalles, balones de
futbol americano, trofeos, las paredes son en tono azul claro, piensa que es su habitación de soltero,
porque no ve a una mujer compartiendo ese cuarto con tanta testosterona alrededor, abre el closet
en él hay muchas camisas elegantes, otras del diario y al fondo un par de trajes muy bonitos, «tiene
un gusto muy elegante y sofisticado Alexter, quien lo viera ahora» piensa, su atención se dirige a
una foto de él sonriendo plenamente abrazado a un lobo blanco cachorro, nota otra fotografía con
una hermosa mujer que parece que acomodaba su cabello al momento de tomarla, ella tiene el
cabello rubio oscuro, una sonrisa sincera y se ve muy relajada, Alexter la toma de la cintura de
frente buscando su mirada, ella lleva un vestido verde que acentúa un estilo con mucha clase,
Madeleine se conmueve «Sin duda ella es Gabriela» piensa suspirando — Debe de ser bonito que
alguien te ame de esa manera— confiesa en voz alta para ella misma creyendo que está sola
mientras mira la foto con atención.

— Ni tanto — dijo Sebastián mientras le quita la foto de sus manos y la observa un momento —Has
dejado la puerta abierta Madeleine — la mira a los ojos con esa mirada tan particular de él,
acusándola, haciéndola sentir que no es bienvenida.

— A lo que veo ni tú ni yo sabemos lo que es ese tipo de amor —dijo quitándole la fotografía y
acomodándola en su lugar, tomando los trajes que había sacado y se detiene en la puerta — Por
favor cierra con seguro cuando salgas — dijo molesta, pero se imagina que él está sonriendo por la
manera en que la ve.

— Espera, ¿Realmente nadie te ha amado así?... eso es algo sorprendente —dijo, Madeleine siente su
comentario extraño y no sabe si va por el lado bueno o malo, pero ella jura que es mas hacia el lado
malo.

— ¿Porque es sorprendente? — preguntó de mala gana apretando el cuerpo para recibir un


comentario cargado de amargura y veneno. Porque no puede esperar mas de él.

Él le dedica una mirada larga que ella no puede describir, camina unos cuantos pasos y queda frente
a ella sin dejarla de ver a los ojos.

— Porque eres de la clase de mujer que son amadas con facilidad...— dijo al mismo tiempo que pasa
a su lado saliendo de la habitación — Cierra con seguro Madeleine al salir — vuelve hablar, dejando
a Madeleine sorprendida por las palabras que ha escuchada, tan anonadada y sobre todo no
preparada para contestar lo que parecía ser un cumplido, porque jamás lo había esperado de él, de
Sebastián Itreque… un hombre soberbio y arrogante.

Capítulo 7
Perdón

Después del momento incomodo que pasó con Sebastián, Madeleine decidió buscar a Alexter y
enseñarle los trajes, pero antes de poder llegar a su habitación se topo con Sofia y la alcanzó solo
para agradecerle el gesto tan bonito que ha tenido con ella.

— Sofia, gracias por el vestido y por hacerme parte de tu boda es un honor — dijo alcanzándola en
las escaleras de la casa antes que bajara.

— Estoy muy contenta de tenerte aquí, esto es una manera para que te sientas en casa y no solo una
invitada, aprovechando que nos vemos ¿ya tienes un vestido para mi compromiso? — dijo regresando
dos escalones para acercarse a ella.

— Aun tengo dudas de cual vestido usar, pero no te preocupe estere lista — dijo omitiendo la verdad,
que ha revisados todos sus vestidos y ninguno le convence para ese día ya que son demasiado
informales, piensa ella.

— Espérame mas tarde yo te llevo algo que creo es perfecto para ti, solo necesito hablar con alguien
— dijo despidiéndose sin darle oportunidad de preguntar algo más. De todos modos, se enterará más
tarde de eso.
Busca a Alexter en el ático, pero él no está, decide llevárselos a su habitación para guardarlos
temiendo que si los deja él pueda hacerles algo y no se arriesgara, baja a la cocina a preparar
algunas cosas para la comida, ya han contratado a alguien así que solo apoya un poco en la cocina,
la persona que contrataron le ha caído muy bien su nombre es Rocío, un señora mayor pero muy
enérgica que se involucra en todo, al parecer es conocida de don Guillermo, se había ido a vivir lejos
por el trabajo de su esposo, pero el falleció apenas hace un año y al no saber que hacer decidió
volver, un día se encontró con María en los días que ella va de compras y desde entonces ella trabaja
en la casa grande.

La tarde pasa sin problema alguno entre recetas y conversaciones, pero Madeleine ha estado
preocupada porque Alexter que no se ha dejado ver, sabe que no debe preocuparse por un hombre
lobo en esas tierras, pero es inevitable para ella. Camina en el patio entre los arboles y observa los
preparativos, como acomodan guirnaldas de luces y mesas, «muchas mesas» piensa ella, la
decoración en tonos rosa y lavanda juegan con el verde y opaco de los árboles, los observa con
detalle pensando en el pastel que debe hacer para ese día, se animara con una versión pequeña del
de boda, sigue caminando entre los arboles hasta toparse con el lugar donde conoció a Alexter, el
círculo de rosas perfectas.

Escucha unos pasos detrás de ella que no necesita voltear para saber quién es, sonríe por coincidir
ese lugar de una manera diferente, aunque recuerda las condiciones en que se conocieron, pero
desconoce si Alexter lo hace.

— Perdón — dijo con claridad el mayor haciendo que Madeleine se sorprendiera, luego ve como
intenta decir algo mas — Es-e di-día — señala donde esta parada, intenta decir algo más, pero se
desespera y golpea sus costados con ambas manos con fuerza Madeleine al ver eso pone una de sus
manos en su pecho. El lobo reacciona abriendo sus ojos y mirándola directamente a los suyos.

— Tranquilo Alexter, no te presiones — dijo, él la observa mas detenidamente haciendo que


Madeleine contenga el aire en sus pulmones la mirada que le ha dedicado la envuelve atrayéndola a
él, mira los ojos de Alexter y se maravilla de la combinación de colores que ahora hay en ellos el azul
decorado con unas cuantas líneas amarillas, para ella simplemente mágicos y enigmáticos.

— Te gri-grite — dijo, ella sonríe al darse cuenta de que le esta pidiendo disculpas por ese día.

— Esta bien, no nos conocíamos yo era una extraña en tus tierras.

— Pe-peli-gro-groso aquí, tú no de-bes es-estar… da-daño — dijo, había pensado cada una de esas
palabras, hace que Madeleine se de cuenta de su preocupación que al final ese día su preocupación
no era ella como un extraño, si no, ella en medio de ese bosque sola.

— Gracias por preocuparte por mi Alexter, prometo no hacerlo de nuevo — dijo con sinceridad, había
olvidado que aun tenia su mano en el pecho de Alexter, poco a poco se había aproximado a él y
ahora que era consciente de lo cerca que estaban, se sentía perdida de sus acciones se alejo de él de
golpe, dio unos pasos hacia atrás y tropezó sintió como su cuerpo se desestabilizo y caída de
espaldas contra el suelo pero el lobo fue rápido en su decisión y movimientos tomándola de la
cintura atrayéndola, deteniendo su caída, Madeleine se aferró a sus hombros y así tan cerca sintió su
respiración, como su cuerpo tomaba el aire en sus pulmones y como este salía de él con ese
movimiento de sube y baja de su pecho, Madeleine se separa con cuidado y lo mira sin decir ninguna
palabra, le sonríe en agradecimiento ocultando el rubor de sus mejillas.


Él responde su sonrisa con un ligero asentimiento. Comienza su camino a la casa y al sentir que ella
lo sigue se detiene girándose para verla, Madeleine despierta del trance y entiende que no la dejara
quedarse sola ahí. Cuando están cerca de la casa él desaparece.

Madeleine se detiene debajo de un árbol enorme donde las raíces son prominentes que puede tomar
asiento en una de ellas, se relaja e intenta estabilizar su respiración quiere gritar por lo que ha
pasado, una emoción tan diferente que la inunda que no la reconoce, no es algo común en ella, esta
tan ida en sus pensamientos que no se da cuenta que tiene público, escucha un ruido que la hace
mirar detrás de ella llevándose una gran sorpresa que se mueve y cae de la raíz, ante ella está el
lobo blanco que creyó solo miraba en sus sueños, esta sentado en sus patas traseras mirándola
fijamente, moviendo la cola lentamente, sus ojos rojos la miran con melancolía por lo menos es la
sensación que esa mirada le da, hacen contacto visual por algunos minutos hasta que escucha su
nombre, Sofia es quien la llama desde la casa, se gira en esa dirección y al regresar la vista el lobo
se ha ido. «No puede ser mi imaginación, el lobo esta aquí» piensa, se pone de pie aun contrariada y
camina hasta encontrarse con Sofia.

— Ven corre te tengo una sorpresa — dijo tomándola de las manos para que suba hasta su
habitación, al entrar se encuentra con un vestido beige con flores estampadas por todo el vestido,
este es largo con unas ligeras mangas largas, se ve tan elegante, delicado y de buen gusto que
Madeleine queda anonadada.

— Es… es el vestido mas hermoso que he visto en mi vida, pero ¿Dónde lo sacaste? — dijo
acariciando la tela.

— Era de mi madre — dijo acercándose a ella.

— No, Sofia yo no puedo utilizar algo así— se niega, pero sin duda es un vestido que desearía usar
algún día.

— Este vestido lo uso solo una vez, ella y tu tienen la misma estructura de cuerpo y se que te vas a
ver muy bonita, no te preocupes lo consulte primero con mi padre y él no tiene ningún problema con
que uses algo de mamá— dijo tomando el vestido y acomodándolo en sus hombros para llevarla
hasta el espejo y se mire, la tela es tan suave que Madeleine no puede dejar de sonreír al verse con
el sobrepuesto.

— Gracias, ponerme este vestido será un honor — dijo y Sofia aplaude de gusto, minutos después la
deja sola. Madeleine guarda el vestido con emocionada y por un momento piensa si Alexter la vera
linda, se calma da golpe, regañándose internamente por sus pensamientos.

Al día siguiente Madeleine insiste de nuevo en la habitación de Alexter, toca la puerta, pero no
recibe señal alguna de que este dentro, un ruido le da la señal de que él si está ahí. Entonces abre la
puerta y entra.

— Alexter, mañana es el compromiso de Sofia ella espera que puedas asistir, tengo estos trajes para
ti, son tuyos — dijo, pero no recibe respuesta del mayor que solo sigue sentado en el suelo alejado de
la luz.

Ella se acerca y Alexter alza su rostro, Madeleine detiene su avance al notar que en sus ojos hay
algo diferente, el amarillo de ellos predomina de una manera que estos parecieran brillar, Madeleine
se gira y deja los trajes en la cama en silencio, pero antes de salir observa en el suelo un cuadro roto
que llama su atención lo toma y lo gira con cuidado en el esta la foto que había visto en su
habitación antes, él con quien fuera Gabriela, nota un poco de sangre y busca las manos de Alexter y
como lo temía están sangrando, ella se acerca pero él la rechaza con agresividad, su mirada divaga
de una manera que lo nota perdido a la realidad, pareciera como si en su mente algo pasara, como si
recordara algo.

— Alexter ¿Qué pasa? — dijo, el sigue sin verla a los ojos, se acerca de nuevo intentando tocarlo pero
el responde aún más agresivo golpeándola con una de sus manos lejos, del impacto Madeleine
pierde el balance de su cuerpo y caer sentada al suelo, ella se asusta, en esos días no lo había visto
así, intenta no llorar pero sus ojos no la siguen y se llenan de lágrimas, intenta levantarse pero él la
observa como un lobo a su presa, poco a poco se incorpora, su mano le punza y puede ver el motivo
ha caído sobre vidrios rotos y uno le ha cortado la palma de la mano, toma su mano ocultándola en
su pecho por el dolor, siente miedo al ver de nuevo al mayor que ahora se ha encorvado un poco, da
un paso a tras y él se deja ir contra ella, Madeleine cierra sus ojos, sus pies no le responde y no se
mueve ni un centímetro, espera el impacto pero este no llega, abre los ojos y solo puede ver a
alguien frente ella deteniéndolo.

— ¡SAL DE AQUÍ AHORA! — grito Sebastián que se enfrentaba a su hermano mayor, Madeleine sale
corriendo hasta el pasillo.

Escucha el forcejeo dentro, él le ha ayudado, no puede escuchar mucho, pero sabe que él está
hablando con Alexter, Madeleine se siente ensordecida por el momento, ve su mano llena de sangre
y comienza a llorar amargamente. Sebastián sale y la observa enojado, molesto.

— Te dije que te mantuvieras lejos de él — gruñe y toma su mano para observarla por un momento
corto — cúrate esa herida, no morirás desangrada es una cortada leve… Madeleine el día que
llegaste te dije que no causaras problemas, mantente alejada de Alexter, espero que esto te sirva de
experiencia, él no es como nosotros él es un animal salvaje — dijo soltando su mano de mala manera,
se va dejándola ahí asustada y temblando.

Camina en silencio sollozando levemente de regreso a su habitación, pero antes de llegar nota la
puerta de la habitación de Alexter abierta, dentro todo esta completamente destruido, la puerta no
fue forzada, pero ella recuerda haber cerrado con seguro, «Alguien la ha abierto» piensa, la punzada
en su mano le recuerda la cortada en ella, entra a su baño y le enjuaga bajo el chorro del agua ve un
vidrio incrustado, con cuidado lo retira, pero el dolor es demasiado para ella aunque Sebastián lo
disminuyo con su comentario, pero es que siempre ha sido cobarde para las heridas hasta las mas
diminutas y eso que es muy hábil con los cuchillos en la cocina, pero le costó muchos cortes antes de
tener la experiencia de ahora, al ver que no puede hacer nada mas se deja caer en el suelo helado
del baño contra la pared, cierra sus ojos y se queda ahí sin darse cuenta que los minutos pasan
rápido, un leve toque en su pierna la hace abrirlos espantada frente a ella el lobo blanco la mira a
una distancia considerada, deja en el suelo algo que lleva en su hocico y lo acerca un poco con su
nariz al ver que Madeleine no se mueve repite el movimiento, Madeleine observa con detenimiento y
puede ver un par de hojas las misma que Alexter uso en su quemadura, el lobo vuelve a insistir
moviendo una de sus patas raspando el piso, Madeleine toma una la moja y la coloca sobre su
herida, no discute si es un sueño lo que está pasando, pero no piensa con claridad ahora, no tiene
humor de llegar a la cama así que vuelve a sentarse ahí en el piso, pasa el tiempo y ella se queda
dormida después del bajón de adrenalina que ha tenido.

Vuelve a despertar atemorizada al revivir en sueños la mirada de Alexter, ya es de noche su


habitación esta en oscuridad total, al parecer por el alboroto del compromiso no se dieron cuenta del
incidente por lo menos es lo que ella cree y sin duda Sebastián no ha dicho nada a nadie, retira la
hoja seca de su mano y la herida muestra una costra en ella, no la puede mover con facilidad pero el
dolor no es tan punzante ahora, sale con cuidado del baño buscando al lobo blanco pero de él no hay
ningún rastro, ahora a confirmado que ese lobo no vive en su imaginación si no es que es tan real
como lo es ella, recuerda que debe hacer un pastel y que ahora esta retrasada, decide bajar y
empezar con eso, prefiere cocinar de noche, además que el sueño no será su compañero durante
algunas horas.

La madrugada llega y Madeleine aun sigue en la cocina, parte algunas frutas que ocupara para
decorar el pastel, su mano no le ayuda en ser rápida, pero ya tiene 3 partes del pastel armados,
Sebastián interrumpe de golpe y toma su mano.

— Vez te dije que no morirías — dijo soltándola, toma una fresa la muerde y emprende su camino
fuera de la cocina.

— Sebastián… perdón — dijo Madeleine, él se frena un momento, pero no dice nada y termina de
salir dejándola sola.

Madeleine le ha pedido perdón porque había prometido no hacer nada malo y siente que lo ha
hecho, aunque sabe que no es su culpa de que Alexter se haya comportado así y aun se niega a creer
que es un animal, pide perdón porque no dejara de acercarse a él, pero le prometió a don Guillermo
no dar problemas así que ahora duda de sus decisiones.

Paso más tiempo en la cocina y en todo momento se sintió observada, pero más que acechase se
sintió cuidada toda la noche, así que no sintió miedo en ningún momento, esa casa es muy peculiar
al igual de quien vive en ella, en un momento puede encontrarse rodeada de gente y en otro la casa
esta tan sola que solo escucha sus pensamientos, en esos momentos ella se siente como lo que es,
una invitada, recuerda que esta sola en es mundo y la melancolía llega a ella, talvez fueron los
acontecimientos del día que ahora la tienen pensando así, se sintió tan indefensa frente a ellos, ese
par de hermanos que son tan distintos y a la vez tan parecidos, Alexter se comporta como un animal
salvaje pero por dentro suyo existen tantas cosas que desconoce pero desea conocer y Sebastián se
comporta seco y arrogante pero que puede sorprender con su cambio de comportamiento.

Sebastián esperaba en el bosque no dormía como todos en la casa, sus horarios los divide entre
cuidar esas tierras y sus obligaciones, Sofia no había podido dormir pensando en su compromiso y al
verlo pasar por la ventana salió a buscarlo, lo encontró mirando el jardín de flores.

— Sebastián — dijo acercándose por detrás, había escuchado el alboroto en el ático, pero no hizo
nada, prefirió no meterse, decidido dejar que Madeleine lo procesara sola.

— ¿Qué quieres Sofia?

— ¿Qué pretendes? — pregunto ella buscando que la viera.

— De que…

— No finjas conmigo, no quieres que Madeleine se acerque a él porque tienes miedo — dijo sin
rodeos molesta por la actitud de su hermano.

— Miedo…

— Si, tienes miedo a que ella pueda hacerlo volver y él sea de nuevo el alfa de esta manada, tienes
tanto rencor hacia Alexter, vives en una competencia siempre con él, ahora que él está perdido no
puedes olvidar esa guerra de poder, él es nuestro hermano y yo lo extraño ¿acaso tu no lo haces? —
lo ultimo lo dijo llorando por todas las emociones guardadas en su corazón.

— Ese no es mi hermano, ese es solo un recuerdo de él, solo es su rostro y el mismo cuerpo, pero no
Alexter, sigue creyendo que él volverá, pero no es así, él ya no existe y deberías hacerte a la idea lo
más rápido que puedas, llorar es muy débil y te recuerdo que tu eres de esta familia y no nos
distinguimos por ser débiles — escupió cada una de sus palabras con veneno, con rabia para
después dejarla sola.

Sofia no podía creer que al final se había quedado sola, sin ninguno de sus dos hermanos, sin poder
hablar con ellos, sintiéndose desprotegida y no querida por ambos.

Capítulo 8
No quiero lastimarte

El día tan esperado por todos esa semana llegó, todos han estado perdidos en los últimos detalles,
Madeleine ha estado al pendiente, noto que una de las casas cercanas está preparada para recibir a
la familia del novio, ella desconoce quien sea el novio, pero Sofia le ha platicó que también es una
familia de hombres lobos y que su matrimonio es una alianza entre manadas, los Montenegro es una
raza mexicana arraigada en la Europa antigua que se ha mantenido firme ante sus creencias y
encontró en los Itreque un buen clan, desde pequeños pactaron que su hijo Arturo sería el esposo de
Sofia, ella le comentó que desde que se conocieron hubo mucha química y que ella consideraba que
había encontrado a su «pareja destinada», Madeleine no entiende mucho lo que le dijo al final sobre
las parejas destinadas, pero no pregunto sobre el tema, hoy es el compromiso pero la alegría con la
que Madeleine lo esperaba ya no está, no se siente nada bien, no ha sabido nada de Alexter el ático
a permanecido en silencio, pero aun así bajara con su mejor cara preparara todo porque el protocolo
iniciara a las siete de la tarde.

Las horas pasaban y don Guillermo intentaba tener una conversación en santa paz con su hijo
menor.

— Traerás a alguien hoy Sebastián — don Guillermo no preguntaba, él era firme aun en su
convicción.

— Tal vez o tal vez no, no sigas con esa idea de que necesito tener una pareja para ser el alfa que la
manada necesita, para ser fuerte o quieres que te recuerde a tu hijo el salvaje — dijo cruzándose de
brazos imponiéndose ante su padre.

— Te recuerdo que tu hermano la perdió de una manera trágica, que lobo podría no perderse en el
dolor — hablo molesto golpeando ligeramente el escritorio con una de sus manos, Sebastián podía
llegar a fastidiarlo muy rápido.

— ¿Tú? — contesto, logrando que el exalfa se enfureciera.

— Tú madre murió de una enfermedad, yo tuve la dicha de formar una familia, cumplir muchas
metas junto a ella, además que ella me dejo tres motivos para salir adelante y no podía defraudarla,
crees que no espero el día que me recoja en sueños y me lleve a su lado, todas las lunas llenas lo he
esperado… pero aún sigo aquí, cumpliendo mi promesa de amor y aguantando tus groserías —
golpea el escritorio con las dos manos poniéndose de pie mirando a su retador hijo a los ojos.

— Promesa de amor… para ti y para Alexter esta bien, para mi son simplemente cuentos — salió
inmediatamente del estudio.

Don Guillermo quedo molesto y arto de la actitud de su hijo, aun pensaba en como sus dos hijos son
tan diferentes.

Madeleine esperaba en su habitación faltaba una hora para que diera inicio todo, sentada en la cama
frente al espejo se miraba en el vestido que le habían prestado y no se reconoce, el vestido le
quedaba como mandado hacer para ella, dejo su cabello suelto y este lo acomodo en una ondas que
se formaron muy naturales, se sentía bonita y eso lo siente raro, mira al cielo y recuerda lo que
María dijo en la cocina «Hoy la luna estará hermosa, la luna llena adornara el cielo con alegría»
tiene un presentimiento en su pecho pero no quiere darle importancia decide bajar y ser parte de la
reunión, al salir ve el bosque como el escenario perfecto para una fiesta, las luces, la decoración y la
gente hablando con alegría.

Las mesas están perfectamente decoradas, las guirnaldas quedaron exactamente como Sofia quería,
Madeleine se acerca sin perder detalle sonriendo a algunas personas que la saludad con cortesía,
mira el pastel junto a unas flores y otros postres sin duda esta satisfecha por lo que hizo.

Aunque ahora no puede imaginarse una boda después de esto, pero sin duda será aun mejor que
este día.

— Madeleine, te ves hermosa — don Guillermo la saluda con suma alegría.

—Gracias, espero no incomodarlo por usar este vestido — dijo apenada.

— Cuanto Sofia me dijo que te prestaría este vestido no me imagine que alguien podría verse mucho
mejor que mi querida Leticia, pero pequeña te vez radiantes así que por favor lúcelo — dijo
acariciando su mejilla.

Don Guillermo la deja para continuar saludando a los invitados, Madeleine aprovecha para irse a la
cocina, se topa con Sebastián de frente que solo le dedica una mirada larga que dura mas de lo que
ella desearía, detrás de él una mujer de cabello rojo despampanante con un vestido negro ceñido al
cuerpo se pavonea, ambos pasan de Madeleine sin saludarla, ella no puede evitar observarlos un
momento mas dudando de a quien ha traído, «una novia sin duda no es, Sebastián Itreque no cree en
el amor, sin duda solo la ha llevado para que su padre se tranquilice» piensa Madeleine.

Al entrar a la cocina puede ver como maría se emociona al verla y se acerca a ella, para Madeleine
no puede pasar desapercibida un par de lágrimas en sus ojos. Rocío igual la ve con ternura.


— Madeleine te vez hermosa con ese vestido, pensé que nunca lo volvería a ver, doña Leticia se
miraba tan radiante, pero tú, definitivamente es un vestido para ti Sofia tuvo una excelente idea.

— Gracias… — dijo con una sonrisa sincera para ambas. Se inclino con poco haciendo una ligera
reverencia logrando que las tres rieran.

Madeleine se siente brumada por tantos halagos en un solo momento, jamás se había sentido tan
observada y tan querida, por un momento acepto que debía verse muy bien en ese vestido que sonrió
satisfecha cuando salía de vuelta al bosque.
Dio inicio la cena y todos esperaban felices en sus mesas, minutos antes Sofia le había presentado a
Arturo un hombre varonil y muy atento, sus padres se miraban una personas serias pero a la vez con
algo que no podía describir, pero entre tanta gente se sentía abrumada y esperaba el momento para
salir corriendo a su habitación, las luces sobre ellos se miraban como estrellas y eso la hipnotizaban
por momentos que pensaba en Alexter que no había aparecido aun y creyó que tal vez no lo haría,
Sebastián se mantiene alejado con unas personas con las que platica con calma, la pareja que ha
traído se ha paseado por todos lados con otro grupo de mujeres que no paran de hablar en ningún
momento hasta que toman asiento, escucha a lo lejos un tintinar de una copa y es don Guillermo
llamando la atención de todos, el silencio llega, la música se para al mismo tiempo para iniciar una
melodía de fondo al son de unos violines, el grupo que han traído no ha parado de tocar y a sido
encantador para gusto de Madeleine que tenia tiempo sin escuchar música en vivo.

— Buenas noches familia y amigos, los Itreque y Montenegro nos vemos con la gran alegría de
consolidar el compromiso de nuestros hijos que pronto se volverá un matrimonio sólido, fuerte y
capaz de sobre llevar las responsabilidades de una nueva manada — quien habla es el papá de
Arturo de una manera segura y autoritaria, por primera vez Madeleine entiende la severidad de un
alfa a comparación de la dulzura de don Guillermo y la amargura de Sebastián. No tarda en pensar
como seria Alexter en ese cargo. — Nosotros nos encontramos horados de que mi hijo encontrara en
Sofia una compañera, a su luna y madre de sus futuros hijos, somos conocidos por ser una manada
fuerte y solo alguien como ella, siendo hija tuya Guillermo no podría ser el mejor regalo para mi hijo,
por ello hoy hemos venido con gusto a pedirte la mano y afianzar el compromiso de amor y de
familia, gracias por la hospitalidad, gracias por aceptar a mi hijo como tuyo y darme una hija…

El discurso continúa Madeleine se sentía tan emocionada por el momento y emotiva que no pudo
evitar un par de lágrimas que recorrían sus mejillas, intento disimularlas, pero había sido muy tarde,
Sebastián estaba a su lado desde hace unos minutos y la observaba.

— Estos eventos son tan cursis, no es así — toma un sorbo a su copa — lo bueno es que tú no has
pasado por algo así ¿no? — dijo con veneno en sus palabras, Madeleine sintió un pinchazo en el
pecho, claro que había pasado por un momento así que después se convirtió en su mayor infelicidad.

— Sí, es un gusto no haber pasado por algo así — contesta de mala gana mirándolo a los ojos.

— Interesante elección de vestido — le sonríe y se va.

Los aplausos regresan a Madeleine al momento, ve a todos feliz, sonriendo a la pareja en el centro
frente a todos, se había perdido de lo demás por culpa de la amargura de Sebastián. Decide que
necesita alejarse de todos, camina en el bosque alejándose de las miradas, tiene un nudo en la
garganta que siente que la ahoga, la música regresa puede escucharla a lo lejos ahora mas fuerte,
camina sin sentido que se topa de frente el árbol de Gabriela, sonríe con nostalgia y amargura «A
unos cuantos pasos se celebra el amor y aquí se conmemora uno» dijo para ella misma.

Se queda un momento más mirando la lápida, limpia una lagrima y toma asiento en una de las raíces
suspirando, buscando calmarse, mira a la luna con atención, sin duda la más hermosa que ha visto
hasta ahora, no recuerda haber visto una igual, pero como María dijo la luna no defrauda con su
belleza.

— Es tan hermosa, verdad — una voz en la oscuridad la alerta, no la reconoce y busca curiosa de
quien es, logra enfocar la silueta de entre las sombras, Madeleine se pone de pie.

— ¿Cómo? — pregunta, intenta mostrarse tranquila.


— En estas tierras hemos tenido la dicha de ver las más hermosas lunas llenas y hoy sin duda le ha
ganado a todas las que he visto…

El dueño de esas palabras se deja ver, Madeleine toma el aire en sus pulmones por la impresión de
quien es.

— ¿Ale… Alexter? — dijo con dificultad, siente como no puede pasar el aire en sus pulmones con
facilidad que jura estarse hiperventilando, él se da cuenta y corre hacia ella tomándola de los brazos
para sentarla con cuidado en la misma raíz donde estaba antes.

— Perdón, no era mi intención asustarse — dijo con preocupación.

— Pero… ¿Cómo puedes hablar tan bien? — lo mira angustiada por querer entender que esta
pasando, él la ve dudando.

— No puedo entender tampoco, pero algunas lunas llenas he podido hacerlo, tú… perdón, ¿pero
hemos hablado antes?… no puedo recordar, no quiero que lo tomes a mal… cuando estoy perdido
suelo no recordar muchas cosas, pero tú me has llamado por mi nombre, eres la primera persona
con la que hablo desde que mi lobo tomo mi cuerpo…

— No, no te preocupes puedo entenderte, solo hemos hablado cuando eres menos racional, soy
Madeleine — dijo buscando no ser grosera, no admite que el que él no le reconozca le causa un
pesar en su corazón.

— Madeleine, es un bonito nombre que no debo olvidar de ahora en adelante, pero te has acercado a
mí, cuando soy una bestia te has acercado a mi — dijo con preocupación.

— Si, nos hemos comunicado bien — dijo alzando sus manos, él observa la herida.

— Yo te hice eso… eras tú — dijo dolido, tomando sus manos entre las suyas.

— Fue un accidente — Madeleine buscaba reconfortarlo.

— Con los hombres lobos nunca son accidentes — dijo acariciando la herida con cuidado —
perdóname, aunque siento que no es la primera vez que lo hago — la mira a los ojos, Madeleine
pudo notar que en ellos el amarillo era solo una sombra en el azul.

— Entonces si entiendes cuando…

— Cuando me comporto salvaje — él suspira cansado — en esos momentos el lobo tiene tomado el
mayor porcentaje de mi cuerpo, de mis pensamientos, digamos que es un noventa porciento como
lobo y un diez como hombre, hoy puedo hablar… algo hizo que él me dejara volver o yo tome el
control, no puedo explicarlo…

— Tienes que decirle a tu padre, él se pondrá contento, Sofia ella te espera…

— ¡No Madeleine!, No quiero ilusionarlos, porque a pesar de que hoy estoy lucido otros días no y por
lo regular esos días duran más… además que yo… yo solo estoy esperando — mira el árbol, aun tiene
la mano de Madeleine entre las suyas, la deja para cercarse a la lapida.

— Encontrarte con ella — contesta Madeleine sin mirarle, sabe que él desea eso mas que nada,
puede sentirlo, pero no quiere aceptarlo — ¿Entonces que te hizo volver, que paso ayer?

— Recuerdo que ayer entre a mi habitación, la puerta estaba abierta y algo que brillaba llamo mi
atención… mire todo, las fotografías y algo se rompió aquí dentro — señalo su pecho — comencé a
pelear conmigo mismo y después… — detiene sus palabras para girarse para ella — te hice eso en
ese momento no es así…

— Te dije que fue un accidente, además creo que estas pasando por cosas peores, que una herida así
no tiene relevancia a tu dolor — dijo con serenidad. Alexter la observo en silencio por un momento.

— Tengo entendido que se esta celebrando el compromiso de Sofia, porque no estás ahí bailando —
dijo sonriendo a Madeleine que la toma por sorpresa el cambio de conversación.

— No tenia pareja para bailar — contesta, aunque él sonríe no cree que le haya creído, tampoco
piensa decirle que está ahí recordando momentos tristes.

— No puede ser eso posible, mas de uno debe de estar ansioso por pedirte una pieza, además que
ese vestido de mi madre te hace ver hermosa, sin duda Sofia está detrás de eso y fue una buena
elección — dijo acercándose aún más a ella sonriendo ampliamente, Madeleine se embelesa por él
por su actitud con ella, baja la mirada apenada y él toma su barbilla haciéndola verle — créelo
porque así es, te vez hermosa — es como si leyera sus pensamientos. Se aleja de ella para
adentrarse en el bosque. Pero antes se detiene, Madeleine aun esta conmocionada mirándolo sin
poder decir algo, pero sabe que no quiere que la deje. — Madeleine ya es tarde, debes volver, yo
seguiré cuidando el bosque.

— Pero… — intenta decirle algo, pero las palabras no se coordinan en su mente.

— Hay algo más, deberías hacerle caso a Sebastián, sin duda te ha pedido que te alejes de mí, hazlo,
cuando estoy ya sabes algo complicado de llevar — dijo sin mirarla.

— ¿Eso es lo que quieres? — dijo Madeleine de prisa al verlo continuar, al final desea saber si es lo
que quiere. Él se detiene y volea hacia ella.

— No quiero lastimarte… — dijo con seguridad.

— No lo harás, así que…

Él solo asiente dejándola libre en tomar sus palabras o no, Madeleine se da la vuelta cuando deja de
ver la silueta de Alexter, camina rápido de vuelta a la casa movida por todos esos sentimientos en su
interior, al final él si desea que ella siga a su lado, se siente feliz por ello, aun no tiene un nombre
para todo lo que él le hace sentir, pero sin duda no es algo malo su corazón palpita con fuerza, pero
debe calmarlo, la emoción de que él haya hablado con ella de esa manera, regresa a la fiesta y se
mezcla entre la gente animada cruzando hasta las escaleras para mirar a su alrededor con una
alegría que no pasa desapercibido para algunos. Principalmente para Sebastián.

— ¿Por qué tan feliz Madeleine? — pregunta con cierta rabia en sus palabras.

— Porque no estarlo, esto es una fiesta — le contesta con exageración viendo como una mueca se
instala en su rostro.

Sofia esta atenta a ellos y al ver la pose de su hermano va por Madeleine jalándola para que baile
con ella, la une al grupo donde ella esta y por primera vez se permite bailar sin importarle quien la
vea y dejando atrás la tristeza en su corazón.
Capítulo 9
¿Realmente segura?

La fiesta había terminado hace dos horas y el sol esta por aparecer en el horizonte Madeleine no ha
podido dormir aun debido a la emoción que aun siente por la conversación con Alexter no ha podido
compartirlo con nadie por lo tanto ha estado ahí en el balcón contemplando al bosque recordando
una y otra vez todo, se da cuenta de un movimiento en la entrada principal y se esconde un poco
quien sale es la mujer que llegó con Sebastián sale sola y se va de la casa, no duda en compararlo
con Alexter, sin duda él no hubiera dejado salir a una mujer sola, «porque siendo hermanos son tan
diferentes» piensa. Alexter tiene de una manera peculiar que la atrae al misterio que lo rodea,
Sebastián en cambio tiene un aura tan densa es como si con ella se cubriera y no deja entrar a
nadie, es duro y obstinado.

Pero hay algo que aun no termina de entender de el menor, aun no tiene sueño y se ha pasado
pensando en esos hermanos tan distintos que la madrugada se le esta yendo en nada, también ha
pensado en la boda que será dentro de cinco meses, Madeleine desconoce las cosas que rigen la vida
de un hombre lobo pero ha escuchado con atención, hablaron de que el matrimonio se llevaría acabo
en la noche de la luna azul al pareces una luna llena de mas en un mes, aun desconoce si eso es
posible, pero han dicho que es un buen augurio para las manadas que después de tantos años eso
pase. No puede evitar suspirar al pensar en el matrimonio y pensar que tal vez ella podría estar en
otro lado en otro destino si él se hubiera presentado ese día, aunque también piensa que tal vez no
seria nada feliz, sacude su cabeza buscando dejar esas ideas en paz. Decide mejor dormir antes de
seguir pensando tonterías dolorosas.

Un ruido entre los arboles la hace voltear ha sido tan delicado que jura que ha sido solo su
imaginación, pero su imaginación le juega de nuevo, un lobo negro se ha plantado frente de la casa,
puede ver su pelaje e imponente estructura el sol esta llenando de luz todos los rincones para ella la
luz llega en cámara lenta, piensa que el sueño le esta jugando una broma, pero el lobo la mira
detenidamente antes de que pueda moverse el lobo regresa al bosque. Los ojos del animal la
impresionaron tanto son iguales a los del lobo blanco en un tono rojo sangre inexplicable, pero los
de él transmiten furia y un escalofrió porque pudo sentir siendo atravesada por esa irada, intento
olvidarle pensando que tal vez el sueño sea el cómplice y eso es una alucinación ya que un lobo tan
imponente no podría cruzar el bosque libremente.

Al entrar cerro completamente todo se sintió segura hasta que su cuerpo fue envuelto en la sabana
de la cama que le proporciona un poco de calidez, el sueño le llego de golpe tan profundo que la hizo
olvidar hasta que un leve sonido de campanas la hizo abrir los ojos viéndose en medio de muchas
flores blancas, el sol entraba por las ventanas que parecían incontables enfoco mas su mirada y noto
unas cuantas bancas de igual forma difíciles de contar, reconoció el lugar parecido a una iglesia.

— ¿Dónde estoy? — preguntó a la nada.

— Madeleine todo está listo — escucho la voz de su padre y un nudo en su garganta la atormento sin
dejar que pudiera pronunciar alguna palabra congruente.

— Pa-papá…
Él hablaba sin mirarla a los ojos, hablaba al aire sin detener sus pasos, paso junto a ella y al quererlo
alcanzar este se perdió de su alcance rumbo a la salida de la iglesia.

— ¿A que te refieres papá? Espera… — intentó frenarlo, pero fue inevitable al seguirlo alguien se
interpuso de golpe.

— Amiga perdóname, me enamore…

— Kar-Karla

Ella la miraba con dureza y cierta maldad, quiso decir algo más, pero sintió ser jalada por detrás de
uno de sus brazos. Sintió como el piso tembló bajos pies al ser consiente de quien era.

— Lo siento Madeleine, no te amo…

— ¿Aníbal?...

Camino hacia atrás, quería alejarse de ahí, de ellos, entonces fue consciente de lo que llevaba
puesto, un vestido blanco, un vestido de novia, miro el encaje en sus manos, los olanes den la falta
cada uno de los detalles que traía encima, se angustio y comenzó a sentir que se asfixiaba que el
vestido la aprieta, intento gritar, pero su voz no salía con fuerza, al girarse asustada se topo de
frente a don Guillermo con su rostro cálido.

— Debes elegir Madeleine — dijo extendiendo sus manos hacia ella, las tomo para sentirse segura
buscando huir de todo.

— De que habla don Guillermo, no entiendo — quería llorar, sentía miedo.

— Tu destino…

Madeleine soltó sus manos y dio unos pasos hacia atrás dejándolo, comenzó a correr, pero el
camino era interminable se frena de golpe al ver al lobo blanco en medio del pasillo mirándola
fijamente, un gruñido abrumador detrás de ella la obliga a girarse despacio, puede sentir como su
corazón se acelera en el altar esta el lobo negro mirándola con una mirada calculadora y deseoso
por llegar a ella. Sus piernas tiemblan al verlo avanzar e intenta moverlas pero estas no responden,
mirada abajo y nota que la falta a cambiado de color tiñéndose de rosa pero poco a poco llega a
tornarse de color rojo, inexplicablemente esta parada en un charco de sangre o eso parece y poco a
poco esta manchando el blanco del vestido, intenta gritar por la desesperación de no poder moverse,
siente como los lobos van hacia ella ambos ferozmente sobre sus cuatro patas corriendo sin parar,
espera el impacto al ver que no podrá quitarse del medio, pero siente unos brazos que la rodean por
la espalda en un abrazo tan cálido logrando que se siente segura y protegida una voz varonil reside
algunas palabras que no logra entender, así que cierra sus ojos para poder entenderle.


— Es un sueño, despierta Madeleine solo es un sueño…

Abre los ojos angustiada tratando de respirar, su boca esta seca, se incorpora tomando todo el aire
que sus pulmones le permite, puede ver que el sol entra por la ventana de su habitación con tanta
fuerza, dando por terminado lo que era, un simple sueño como esa voz dijo, prefiere no volver a
dormir, esta empapada de sudor así que entra al baño con urgencia y abre la regadera, sin quitarse
la ropa entra debajo el chorro del agua helada que la hace brincar pero se siente mejor, la hace
saber que ya no está soñando que esta entre esas cuatro paredes lejos de esos lobos y lejos del
amargo sueño.
Como es costumbre las fiestas no duran un día mucho menos fiestas tan importantes así que hoy
también tendrán una comida, andan muchas personas arreglando todo afuera con prisa dejando
como si nada hubiera pasado un día anterior Madeleine los observa en silencio sentada en las
escaleras de la entrada de la casa en silencio, había bajado después de bañarse y deseaba
mantenerse lejos de su cama aunque tuviera sueño, es cuando sin pensarlo mucho se pone de pie y
camina en el bosque buscando tranquilidad, espacio, intenta procesar que significa su sueño.

«Porque he soñado todo eso... ¿Aníbal? en serio diciéndome que no me ama, que ganas de remover
heridas, pero si tan solo hubiera hecho eso tomado un poco de hombría y valor para decírmelo en mi
cara, pero no solo huyo como un cobarde, dejando una tonta nota dejándome plantada ante todos, mi
familia, quiero correr con tanta desesperación, quiero gritar ¿porque he soñado con el?» dijo con
amargura acercándose a uno de los árboles y deteniéndose se arrincona ocultando su rostro.

Madeleine intenta no llorar pero las lagrimas corren por sus mejillas sin piedad de ella, no quiere
sentirse débil de nuevo como ese día, limpia sus lágrimas con desesperación pero estás no paran,
escucha unos pasos detrás de ella y espera, no desea que alguien la vea así tan rota, pero quien ha
llegado hasta ella tiene en mente otra cosa toma su hombro obligándola a girarse, Madeleine aun
oculta su rostro pero puede ver quien esta frente a ella, Alexter es quien la obliga a verlo, toma su
barbilla para que lo vea a los ojos busca en ellos al Alexter de anoche, pero solo se encuentra con
esos ojos amarillos dándole a entender que él se ha ido como lo temía, él se acerca un poco más y
Madeleine da un paso atrás, pero queda arrinconada entre el árbol y Alexter con cuidado pasa una
de sus manos por su cintura atrayéndola a él, no puede frenarlo, realmente no quiere hacerlo, está
atenta a sus movimientos sin saber que es lo que él desea hacer, pasa su mano despacio de su
mejilla al cuello y termina por atraerla, abre sus ojos sorprendida al darse cuenta de lo que él esta
haciendo… «desea abrazarme», mira sobre el hombro de él sin saber que hacer así que deja que su
cuerpo hable solo oculta su rostro en su cuello y rompe en llanto, siente como él la abraza con mas
fuerza desencadenando tantas cosas en ella, un cálido abrazo que tenia años sin sentir, el olor de
Alexter tan particular que no había podido percibirlo esa mezcla de tierra mojada y a roble con un
aroma agradable a lavanda tan tenue lo imagino recostado entre flores pasando el día en ese bosque
que sonríe un poco por esa imagen, un gruñido tenue de aprobación la cala, pasa el tiempo tal vez
fueron segundos o minutos pero para Madeleine fue toda una vida de recuerdos depositados en los
brazos de Alexter una vez más le debía algo a ese hombre lobo, escucha ser llamada desde la casa y
la realidad vuelve a ella, se aleja delicadamente de él ruborizada al darse cuenta que ha dejado un
desastre en su camisa, pero a él no me importa alza de nuevo su rostro tomándola de su barbilla solo
para ver que ha dejado de llorar ella sonríe y él lo hace también, Madeleine duda en acercarse a él
pero sube su mano hasta su rostro y acaricia su mejilla donde la barba es abundante él cierra los
ojos por el contacto y de un movimiento la toma con su mano para depositar en su palma un beso
como despedida dejándola peor de como ya estaba.

Se alejo de ella y avanzaron en direcciones contrarias ella rumbo a la casa y él a las profundidades
del bosque llevándose parte de su dolor porque eso había hecho Alexter con ese abrazo y Madeleine
lo sabía podía sentirlo en su interior.

Al salir del bosque María le señala que la espera en la cocina, ella solo asiente, Madeleine no se ha
dado cuenta que Sebastián está ahí mirándola.

—Jugando a caperucita y el lobo Madeleine, eso no es bueno — dijo de mala gana, Madeleine lo mira
a los ojos olvidando que su rostro aun tiene rastros de las lagrimas derramadas, ella ve de una
manera diferente su expresión que cambia a una que nunca había visto antes — ¿Estas bien? Que te
hizo el animal de mi hermano — dijo acercándose un poco a ella.

— no me gusta que hables así de él, te he dicho que él no es un animal — dijo tensando su cuerpo
por el coraje de que le llame de esa forma, siendo que Alexter le ha demostrado hace unos minutos
ser mas humano que otros de esa casa principalmente del que tiene enfrente.

— Madeleine, no te enamores de Alexter te lo he advertido y lo vuelve a hacer, no estoy jugando con


eso él nunca podrá corresponderte, él solo ha amado una vez y eso jamás escúchame muy bien él
jamás podrá enamorarse de alguien más porque su corazón de alfa él ya lo entrego y solo espera
reunirse con ella — dijo queriendo continuar, pero Madeleine alza su mano para que se detenga.

— Me lo has dicho, te he escuchado… al ser un alfa eso solo ocurre una vez y nunca más, lo
entiendo… pero yo, yo no estoy enamorada de él — dijo seria.

— Segura ¿Realmente segura?...

Sebastián termino la conversación con eso dejándola sola, Madeleine se quedó pensando en sus
palabras recordó el momento que paso con Alexter dentro del bosque y no pudo contestar
internamente a la pregunta de él, porque en ese momento no puede decirse si algo ha cambiado
desde que puso un pie en esas tierras.

Capítulo 10
Enamorarla

Madeleine observaba el alboroto en la cocina la comida de hoy era solo familiar, la manada, el novio,
su hermano y los papás del novio, pero la manada Itreque es muy grande ayer pudo confirmarlo,
pero ellos no viven tan cerca de la casa principal están repartidos a uno cuantos kilómetros
extendidos por las tierras de la manada, ahora tenían que seleccionar bien le platillo de hoy ya que
tienen muchos platillos, pero se debe escoger el orden de estos, entonces ella idea un plan.

— María deberíamos hacerlo como un bufé así en mesas grandes y que todos se sirvan seria mas
sencillo para las chicas de la cocina y sin duda para nosotros, porque no sabemos el gusto de cada
uno — dijo segura ganándose la mirada de todas y su aprobación, María la ve con duda.

— Eso lo tiene que decidir el joven Sebastián — dijo, Madeleine la observo contrariada.

— ¿Por qué él? ¿No es don Guillermo? — pregunto esperando algún cambio, pero la mirada de María
no le dio esperanza alguna.

— No, él tiene que decidir en este caso porque son cosas de la manada, la comida de ayer fue
elegida por él— dijo.

Madeleine desconocía eso ya que él se había mantenido lejos de la organización del compromiso o
por lo menos es lo que ella percibió. No deseaba hablar con él.

— Entonces esperas que yo le diga…

Después de la sonrisa que le dedico María no tuvo que discutir si lo tenía que hacer ella o no,
caminaba por el pasillo maldiciéndose su gran idea, lo encuentra en el estudio leyendo algunos
papeles. Le llama por su nombre y él le señala con el dedo que espere un momento. Madeleine
suspira y el tiempo le parece eterno.
— ¿Qué sucede Madeleine? — dijo sin alzar su vista, ella se acerca al escritorio.

— María me comenta que para realizar algún cambio en la comida de hoy se te debe preguntar —
dijo, él la observa y con eso ella continua — Les comente a las muchachas de la cocina y a ella que
sería bueno ofrecer la comida como un tipo bufé con todos los alimentos programados, eso haría
más fácil para que cada quien se sirva lo que desee — dijo esperando una después de él que solo la
observa aún más, Madeleine se siente nerviosa es entonces que nota el parecido de ambos,
Sebastián y Alexter tienen sus rasgos muy parecidos solo que la diferencia de edad es lo único que
hace la diferencia unido a las formas de arreglarse, Sebastián es un hombre muy pulcro en su vestir.

— Esta bien Madeleine, no tengo problema que sea como dices — dijo, ella le sonríe y ligeramente
tiene una sonrisa de él.

— Gracias — se despidió de él, pero él la detiene llamándola.

— Madeleine, necesito hablar contigo seriamente — modula su voz de una manera que la hace
tensarse, ella regresa algunos pasos y él le señala que tome haciendo así que lo hace. Aunque lo
obedeció no desea escuchar lo que dirá puede sentirlo — Se que no quieres hacerme caso con lo que
te he pedido, pero realmente es importante que mantengas tu distancia con él, tú no conoces de lo
que es capaz un hombre lobo, él puede lastimarte inconscientemente… solo quiero pedirte que
tengas mucho cuidado con él — el tono de voz que utiliza ahora contraria a Madeleine ya que lo
siente hablar con preocupación, principalmente preocupado por ella.

— Tomare mis preocupaciones — él la mira serio al escucharla decir eso.

— Supuse que contestarias eso, realmente eres muy terca no es así —dijo serio logrando que
Madeleine se moleste, pero no desea pelear con él, así que solo sonríe y se va.

Al salir del estudio escucha un alboroto proveniente de la cocina al llegar se encuentra a María
abrazando a un hombre no mucho mayor que los hermanos Itreque de cabello negro con una sonrisa
contagiosa en sus labios.

— Madeleine él es mi hijo Carlos, querido ella es la hija de Sandro la debes recordar, pero cuando
era una niña — los presento, él la mira con una sonrisa en sus labios y le tienden la mano en saludo
ella le responde de igual manera. Carlos tienes los ojos claros que resaltan con su cabello negro.

— Mucho gusto, tuve el gusto de conocer a tú padre y si te recuerdo de pequeña, pero dudo mucho
que te acuerdes de mi — dijo muy amable, tiene razón Madeleine no lo recuerda. Las dejo solas
después de preguntar por Sebastián.

— No sabía que tenías un hijo María…

— Él es el mayor, tengo una hija también ella se llama Valentina solo que ella está estudiando fuera,
pero vendrá para la boda es muy amiga de Sofia — dijo con mucha alegría, Madeleine noto que sin
duda le hacía falta tener a sus hijos cerca, aprovecha para decirle que el alfa aceptó su propuesta
entonces se dedican a preparar todo.

Carlos busca a Sebastián en el estudio como lo esperaba encerrado entre papeles y estudios que le
mando hace unas semanas como se lo pidió, los Itreque se movían en la producción de textiles algo
que los hacia vivir bien, aunque don Guillermo había heredado muchas tierras de su familia la
mayoría en México y Sandro era parte fundamental en todo eso por eso Carlos había viajado meses
antes por petición de él por un temor creciente en su pecho que al final había desatado un final
trágico.

— Lobo amargado — le llamó desde la puerta, Sebastián alza la vista de sus papeles y sonríe
ampliamente cosa que es muy raro en él, pero Carlos es su mejor amigo.

— Pensé que no alcanzarías a llegar hoy — dijo abrazándolo en saludo.

— Si, yo también pensé que no llegaría a tiempo hoy, ayer si me fue imposible llegar al compromiso,
termine todo lo que me pidió tu padre — dijo, ambos tomaron sus lugares.

— ¿Y Valentina? — pregunta volviendo su vista a los papeles frente a él.

— Mi hermana vendrá hasta la boda, esta por terminar sus estudios muy pronto, Valentina esta muy
agradecida contigo por pagarle la carrera de diseño quiero que la veas esta tan emocionada — dijo
tomando los papeles que leía.

— Sabes que para mi es como una hermana haría eso y mas — lo mira molesto por el atrevimiento y
le quita los papeles.

— Hablando de hermanos, tengo entendido que él aun sigue vivo, cuando me fui tú quedaste que
harías lo que todo alfa hace, retarlo a duelo, para que muriera con honor ya que no hemos tenido
ningún enfrentamiento con otras manadas y ya estoy pensando que eso no sucederá, no me digas
que te dio miedo — lo ultimo lo dijo en broma ganándose una mirada dura de parte de su amigo,
pero solo se puso de pie para ver por la ventana le encantaba hacerle enojar y lo dejaba claro por
eso Sebastián no se peleaba con él, al final solo eran bromas.

— Cállate, no es eso, esa era la idea, pero…

—¡¿Qué hace fuera de su habitación?! — exclamo interrumpiéndolo.

— Eso es lo que paso— dijo acercándose hasta donde estaba mirando sorprendido.

— ¿Cómo?, mira su postura es diferente no se ve tan salvaje…

Ambos siguen observando su actuar, Madeleine acomodaba un par de manteles que llevaba en sus
manos, Alexter los tomo ayudándola a cargarlos mientras ella los acomodaba.

— Pensé en retarlo a muerte como él me lo pidió una vez antes de terminar metido en la bestia —
dijo cruzándose de brazos y recargando la espalda a la ventana.

— ¿Qué te detuvo? Ella — seguía mirándolos.

—Alexter el hombre desea morir, pero no sé si la bestia desea lo mismo — mira el techo como si
buscara una respuesta.

— Entiendo, hay algo que yo vi en las visitas a casa de Sandro, tu hermano se comportaba diferente
cuando estaba cerca de ella pese a que era una niña, no puedo describirlo aún, pero sin duda ella es
más enigmática que la luna.
— Eso a que viene — dijo molesto.

— Bueno ese no es el punto, lo que pasa es que él puede regresar.... él puede volver y ser el alfa, y tu
podrías dejar de serlo, porque tu hermano sí que es competitivo y el si te va a retar sin tocarse el
corazón si tu no le cedes de vuelta su lugar —soltó un discurso haciendo que la sangre de Sebastián
hirviera.

— ¡Basta! ya estás hablando como mi padre y Madeleine, él no va a regresar no me salgas con que
el alfa enamorado eternamente que espera su muerte, volverá porque se enamora de nuevo que se
enamora de ella.... eso es una tontería, él morirá como esta su destino porque un alfa solo se
enamora una vez su maldita vida y no pasará nada de lo que dices — golpea el escritorio con sus dos
manos.

— Tranquilo, aunque para no creer en el amor estas muy seguro de esas reglas, pero son
suposiciones que debes hacerte, tu que te niegas al amor, pero ese es un sentimiento fuerte,
poderoso con el puedes lograr tantas cosas, si, no me mires con esa cara de enfado lo que tú tienes
que hacer es muy sencillo para evitarnos sorpresas — dijo sentándose, Sebastián alza una ceja con
duda.

— ¿Que tengo que hacer? — se deja caer en la silla

— Enamorarla — suelta sin rodeos el otro

— ¿Qué dices? Estas loco, yo no quiero una pareja, no quiero nada de eso — gruñe enfadado.

— ¿por qué no? es una excelente idea, así la controlas a ella la alejas y todos bien, llega una pelea y
¡bum! Alexter cumple su destino con Gabriela a seguir con su amor eterno — el alfa lo ve aún más
molesto

— ¡NO!

— No puede ser — empieza a reír, Sebastián lo mira con desaprobación — Tienes miedo enamorarte
no es así, el lobo sin corazón tiene miedo de darse cuenta que tiene uno, no necesitas hacer mucho
solo ser lindo con ella, se ve que es de las que se enamoran fácil y tu hermano ya te ha ganado
camino, se amable, todo un caballero como lo sabes ser y listo, la tendrás contigo, pero no pienses
mucho ella puede ser una excelente pareja, puedes tener hijos con ella...

— ¡BASTA! — gruñe

— Bueno, pero piénsalo, es eso o perder tu lugar como alfa de la manada porque no dudo que tu
padre debe de estar muy contento con esto — Sebastián abre los ojos sorprendido — ¡Lo sabía!, él
está más que feliz, entonces te lo dejo como una idea, iré a ver cómo están todos y tomar mi lugar
Alfa — sonríe con malicia.

— Jamás me enamoraría de ella — gruñe en voz baja

— Lo sé, tu no crees en el amor — se burla y se va dejando a su alfa molesto, pero pensativo.


Madeleine tendía el ultimo mantel animada por estar acompañada por él, de reojo lo miraba y él no
hacía nada solo estaba ahí a su lado.

—Gracias Alexter esta es la última mesa, ¿Vendrás a la comida hoy? — ella pregunta curiosa, aunque
sabe la respuesta.

— Si tu qui-quieres — dijo con dificultad, pero más claro que otras veces, ella se asombra, pero
sonríe muy feliz emocionada por sus palabras moviéndose nerviosa porque la mira directamente.

— Me encantaría que vinieras —dijo y él le señala que lo siga al bosque, ella con duda continua
detrás de él, no dice nada más solo avanzan muy al fondo pasan el círculo de rosas hasta llegar a un
lugar que no conocía los arboles están aún más altos, la hierba acomodada finamente como tapetes
con unas cuantas flores al seguir se encuentra con un hermoso arbusto de rosas blancas, estas
acomodadas finamente como si alguien las podara y les diera forma, entonces lo entiende, Alexter
por eso pasa mucho tiempo en el bosque, ama las rosas él había arreglo todo eso, como el árbol de
Gabriela — ¿Tu hiciste esto? — acaricia una rosa y la huele.

— Pa-para ti — dijo con menos dificultad intentando ser lo más claro posible, él mira a Madeleine
esperando una respuesta, pero ella realmente esta tan conmovida que solo puede observar la rosa
entre sus manos, no quiere aceptarlo, pero está luchando en su interior, peleando por no querer
decirlo para ella misma que solo tal vez se esté enamorando y ese lobo no se lo está haciendo nada
fácil para poder negarse a ese sentimiento. Alexter se impacienta — No, no t-te gu-gusta — él mira
las rosas con enfado y dispuesto a romperlas, pero ella lo frena tomando su mano, al fin la puede ver
a los ojos, estos están algo rojos él le da una mirada de duda queriendo entender.

—Me gustó mucho Alexter, son hermosas, nadie había hecho algo así por mí, perdóname pero me
quede sin palabras es solo eso, no las destruyas por favor— habla suplicando tomando su mano entre
las suyas, el lobo se relajó al poder verla sonreír, él en cambio pasa su mano sobre su mejilla, acorta
la distancia depositando un leve beso en su frente, Madeleine abrió los ojos con asombro,
sintiéndose invadida por una calidez que recorrió todo su cuerpo instalándose en su corazón cerro
los ojos y una lagrima guardada muy dentro suyo recorrió su mejilla izquierda, él se separó y le
señalo el camino de regreso a la casa, siguieron así él aun lado de ella, sin decir nada solo
acompañados por el silencio uno que no es incómodo si no testigo del desbocado corazón de
Madeleine, porque aunque quisiera negarse mil una vez más realmente su corazón no le haría caso,
sin pensarlo y sin quererlo había crecido un sentimiento más fuerte que la razón, más fuerte que los
robles que la rodean y más salvaje que el hombre que la acompaña ahora, estaba perdida se había
enamorado...

Capítulo 11
Te gusta jugar mucho con lobos...

Madeleine regresa a la casa, Alexter se ha perdido de vuelta al bosque a pocos metros de dejarla en
la entrada principal, no le dio importancia porque sabe que así es su actitud, pero estaba tan perdida
en sus pensamientos negándose lo que siente por él, por más que se lo ha dicho Sebastián si la viera
se burlaría de ella sin tocarse el corazón porque ahora está siendo consciente que no sabe si él
siente algo por ella, tal vez solamente es así de lindo, amable con ella por como lo trata por tratarlo
como un humano y no como un animal salvaje, «podría ser gratitud» dice en voz alta mientras
camina por el pasillo «si él cumple con su destino y muere yo…» sacude sus pensamientos se ha
complicado la existencia sin duda. Entra deprisa a su habitación cerrando la puerta de golpe, pega
su frente a la madera fría y sigue meditando sus pensamientos y se siente aturdida por ellos.

Las horas pasan y sigue viendo la ropa que saco para ponerse el solo pensar que él puede asistir a la
fiesta el nerviosismo comienza a subir desde su estómago a la garganta, las ganas de verse bonita
ese día la tiene con miles de dudas, tal vez sea una reunión normal, pero se ve igual que el día
anterior. Decide ir a buscar a Sofia y preguntarle directamente, sabe que ella sigue en su habitación
camina hasta ahí y le pide entrar, como siempre ella la recibe con una sonrisa cálida al entrar
observa el hermoso vestido rosa elegante sobre la cama. No hay duda de que se verá hermosa y
sobre todo que la fiesta es para ella.

— Dime Madeleine.

— Sofia, lo de hoy es formal o es así nada más, no se algo más casual.

— Pues si es un poco formal, aunque no mucho no te preocupes puedes ponerte un lindo vestido y te
miraras hermosa — dijo alegre mientras se maquillaba sentada en su tocador blanco. Mira la duda
en los ojos de Madeleine —Bueno creo que sé que podemos hacer — sonríe ampliamente y
Madeleine le reconoce esa sonrisa.

— Seria un abuso si me prestas otro vestido de tu madre — dijo rápidamente negando con las manos
ese pensamiento. Pero Sofia le tenía una sorpresa.

— No, tengo un hermoso vestido azul marino con tu nombre, Madeleine me tome el atrevimiento
hace unos días de mandar comprar unas cosas se lo pedí de favor a Carlos junto a unos paquetes
míos, no quiero que lo tomes mal, mi papá me dijo que necesitas algo de ropa y principalmente para
la temporada de frio ya que solo te viniste con una maleta, así que aquí tienes — hablaba mientras
juntaba un par de cajas de su closet, animaba se giró mostrándole cinco bolsas, dos cajas grandes y
dos más pequeñas.

— Eso es demasiado Sofia, yo no puedo aceptarlo, ya han hecho tanto por mí, además que con solo el
vestido estoy bien — dijo sorprendida y algo emotiva.

— Yo pienso que alguien podría verte muy bonita con todo esto — comenta en respuesta y las
mejillas de Madeleine arden por su comentario — Vi cómo te ayudaba hoy y además los vi salir del
bosque... estoy muy contenta Madeleine él se ve muy bien y eso es gracias a ti — dijo, Madeleine la
ve con duda — Madeleine ¿qué sucede?...

— Sofia… — se sienta en la cama sin poder terminar lo que quiere decir, ella la mira a los ojos y su
mirada cambia a una llena de compresión.

— Si lo dices en voz alta estarás aceptando tus sentimientos, lo se Madeleine y tampoco se me olvida
la leyenda que lo rodea, pero pensar que él esta tan bien me da esperanzas que él regrese y debo
admitir que deseo que tú y él sean felices, lo sé, lo sé, no veas así sé que me estoy adelantando a
todo creo, pero es inevitable. Se que tenemos poco de volvernos a ver, sé que las cosas cambian,
pero tu sigues siendo idéntica, tienes un gran corazón… por eso no dudo que él cambie su destino —
ella se detiene como si hubiera dicho algo innombrable, Madeleine pudo ver el dolor en sus ojos —
Perdóname Madeleine, mejor nos lo llevamos con calma y a ver qué pasa.

Madeleine abandona su habitación cargando todo, se toma el tiempo de arreglarse, el vestido que le
regaló para ese día era sumamente hermoso acentuando su cintura y envolviéndola con delicadeza,
perfecto para ella, decide utilizar unos zapatos de piso. Se mira en el espejo por ultima vez, Sofia
tiene muy buen gusto y sin duda conoce mejor su cuerpo que ella.

La comida se llevó con calma, todos los invitados tomaron asiento, comieron y tomaron, Madeleine
se sentía un poco incomoda ya que Alexter no llegó ni mostró estar cerca, el hermano del prometido
de Sofia se acercaba mucho a ella, intentaba no cruzar muchas palabras así que se escabullía a la
cocina en algunas ocasiones que lo vio acercarse en dirección de ella, pensó haberse librado de él,
pero al salir de la cocina lo primero que vio fue a él esperándola.


— Madeleine, ese es tu nombre verdad — dijo acortando la distancia entre ambos — Y soy Miguel
Ángel Montenegro e intentando de muchas maneras acercarme a ti y la verdad no ha sido nada fácil
— dijo sonriendo, aunque Madeleine pudo sentir un poco de reclamo en sus palabras.

— Perdón, no me di cuenta — trato de mostrarse algo sorprendida como si no lo hubiera visto en


todas esas veces.

— No importa, ahora que puedo hablar contigo eso no importa ya, te gustaría pasear un rato —
Madeleine quiso negarse, pero pensó en el señor Itreque que estaba muy contento, quiso evitar un
mal entendido entre familias y acepto.

Caminaron no muy lejos de la casa, él le hablaba de su familia de sus gustos, pero Madeleine no
ponía mucha atención, ella quería ver a Alexter, tenía aun la duda si él había llegado a la comida y
no la encontró en el comedor con los demás. Iba tan ida en sus pensamientos que no se dio cuenta
que él la observaba desde hace unos minutos y se había frenado dos pasos atrás de ella.

— ¿Sucede algo? — preguntó frenándola.

— No, solo que deberíamos regresar... — señala a donde están todos, él no dice nada, pero se nota
en su rostro un algo de molestia.

— Esta bien, como tú quieras — contestó con aires de soberbia, ella miro con duda su expresión no
muy buena, camino de regreso, pero el otro la jalo un poco tomándola del brazo, en un movimiento
intento besarle, pero ella se movió esquivándolo, desconoce de donde saco fuerzas y lo empujo lejos.

— ¡¿Qué te pasa?! — Madeleine le reclama su atrevimiento.

— Me gustas, intente ser bueno contigo, pero parece que no estás interesada en mi — dijo con
mucha molestia, Madeleine no entendía la actitud del hombre frente a ella.

— Así es, no me interesas solo acepte caminar contigo por educación, pero eres un hombre nefasto…

Madeleine hablo con mucho coraje, se sintió movida desde su interior por la manera en que la había
jalado y su intento de besarla a la fuerza. El quiso replicar sus palabras, pero alguien había llegado
hasta ellos.

— Miguel, tu padre te llama — la voz de Sebastián detrás de ellos los sorprende, el otro lobo lo mira
retadoramente, pero camina hasta él y pasa por un lado — Que sea la ultima vez que te acercas a
ella, entendiste — ordena el alfa, Miguel no dice nada mas y los deja solos.

— Gracias — dijo Madeleine sin verle.

— Te gusta jugar mucho con lobos — reclama el mayor con coraje.

— Tu comentario se me hace fuera de lugar, yo no juego con nadie — contesta molesta.

— Solo te digo que no metas en problemas a la familia por andar de coqueta con cuanto lobo que vez
— escupe sus palabras con veneno.

Madeleine no puede evitar que aparte del coraje le duelan sus palabras, él se va dejándola sola,
intenta controlarse y salir tranquila a la reunión, pero prefiere huir a su habitación esta temblando
del coraje contenido que cierra sus manos en puños con fuerza, camina deprisa, al llegar a las
escaleras se detiene de golpe.

Frente a ella esta Alexter bajando los escalones de la entrada principal, cambiado decentemente,
con un pantalón azul y una camisa blanca remangada en las mangas, su cabello peinado hacia atrás
y su barba arreglada, menos larga, no sabe cuándo dejo de respirar hasta que él se para frente a
ella, pero su mirada la estudiaba.

— Es-estas bi-bien…

No lo deja terminar de hablar se abraza a él con fuerza y aun temblando, él la recibe con la misma
intensidad escondiéndola entre sus brazos se quedaron en silencio un momento, los demás estaban
tan distraídos que no se daban cuenta lo que sucedía. Ella se separó después de unos minutos y le
dedico una leve sonrisa.

— Te vez muy bien Alexter — dijo limpiando una lagrima y tratando de verse tranquila y cambiar el
tema, pero él esta muy atento a su rostro y sus movimientos.

— Tu, lin-da — menciona señalando su vestido. Ella le sonríe aun mas y se apena por sus palabras, él
toma su barbilla para que lo vea — mu-mucho…

El mundo se desmorona bajo sus pies, Madeleine no puede con todo lo que mira en esos ojos azules
con sus tintes amarillos, él se aleja dándole el brazo para que camine a su lado, Madeleine duda por
un momento si es buena idea, pero aun así con nervios pasa la mano por su brazo y camina hacia
donde están todos, las miradas de sorpresa no tardan en hacerse notar, la sonrisa de Sofia es la más
brillante, Don Guillermo se mantiene atento sin mostrar la felicidad que embarga su corazón.

— Entonces ¿qué pensaste de lo que te dije Sebastián? — Carlos se acerca al hombre que los ve
desde lejos serio al par que ha dejado sin palabras a todos — yo creo que vas muy tarde —menciona,
el alfa no contesta nada — Sebastián no tienes otra opción es eso o...

— Lo haré — menciona el lobo sin quitarle la vista de encima a ellos, puede que la idea que le
plantea Carlos en esos momentos no le desagrada tanto, pero primero agotaría otras opciones antes.

Capítulo 12
Mis ilusos sentimientos que me ciegan una vez más...
Madeleine se da cuenta de que todos los de la manada ven con sorpresa y gusto a Alexter, pero los
de la manada invitada no ven tan bien ese momento, principalmente el hermano del novio, no sabe si
Alexter se ha dado cuenta de los mormullos o los ignora por gusto, pero él se mantiene atento a ella
sin dirigir su mirada hacia otro lado, Madeleine siente un ligero toque sobre su mano que mantiene
en su pierna se gira directamente a él, se ve relajado, para ella es la primera vez que lo ve así, en
paz, decidieron sentarse lejos de todos, más bien ella decidió donde sentarse, no soportaba la idea
de tener encima las miradas de todos, la comida continua después de unos minutos que los
mormullos dejaron de escucharse y dejaron de ponerles atención, pero no todos dejaron de lado ese
atrevimiento, Alexter tensa la mirada en una dirección Madeleine la sigue hasta toparse con el novio
del hermano, ese mismo que la hizo sentir incomoda, él le mantenía la mirada a Alexter, pero su
padre le habla al oído obligándolo a retirarse.

— Alexter ¿Qué sucede? — llama su atención.

— No me gus-gusta — gruñe levemente, detiene sus palabras como si las estuviera procesando — Él
te… — vuelve a intentar hablar, pero frunce tanto sus cejas mostrando su enojo que hablar le está
costando y solo está gruñendo, Madeleine toma su mano obligándolo a verla — mi-mira a ti — dijo al
final dulcificando su mirada, ese gesto sonroja a Madeleine.

— Él se ha ido, no le des importancia — consuela ella, él gruñe un poco un leve sonido que solo ella
puede percibir. Él sostiene su mano entre la suya desde hace unos minutos, Madeleine observa sus
manos juntas y sonríe, nota lo pequeña que es su mano entre la de él, las marcas en sus nudillos
acompañadas de cicatrices algunas nuevas y otras como líneas blancas que se desvanecen. Él no
come nada, después de unos minutos Madeleine tiene que ir a la cocina él decide acompañarle. Sabe
que al final no esta tan cómodo con todos. — No es necesario que continúes conmigo, sé que no
estas a gusto, yo pienso que Sofia está muy feliz de verte y tengas ese detalle con ella— dijo, él la
observa serio — no regresare a la fiesta me iré a mi habitación, estoy cansada.

Él no dice nada ni un sonido simplemente se queda a su lado y espera hasta que deja todo listo, la
acompaña hasta su habitación y se despiden en la puerta, ella abrumada sonríe un poco, lo siente
como si acabara de tener su primer cita la primera en toda su vida, un sentimiento tonto se dice ella
misma, pero no puede evitar que dentro un hormigueo se apodere de su estómago y la sonrisa boba
aparezca, él asiente despidiéndose y ella cierra la puerta poco a poco, para después correr a su
cama y acostarse de golpe invadida de todo ese sentir.

La comida duro unas horas más, pasaron unas tres horas cuando el sol se ocultó por completo y el
silencio reinaba, un ligero toque en su puerta la hizo dudar, aun no se acostaba, pero llevaba puesto
ya su pijama una ligera bata que cubrió con un suéter, al abrir casi se va de espaldas, el alfa actual
de la manada la observaba fríamente como siempre, mostrando su pose tensa.

— Acompáñame — ordeno con su voz mandona de siempre, Madeleine no se mueve él al ver eso
modifica sus palabras — Por favor te pido que me acompañes, necesito enseñarte algo —termina
modulando sus palabras que Madeleine resiente algo falsas, por primera vez maldice la educación
que su padre le dio ante un ¨por favor y gracias¨ acomoda su suéter y asiente en respuesta —
Gracias— responde él al verla salir de la habitación, camina detrás de él por el pasillo de la casa y la
escalera, entrar a un estudio que está cerca del de don Guillermo al entrar nota varios cuadros en un
área donde alguien pinta, frunce el ceño de pensar que ese alfa de carácter hostil tiene un
pasatiempo tan artístico, él camina hasta el escritorio saca de un cajón una pequeña caja de color
azul se la entrega y ella lo ve con duda — Es un pequeño presente — dijo con calma, ella se
sorprende — Es mi manera de pedirte disculpas por mi comportamiento de la tarde — aclara su
garganta — y el de los demás días — termina por decir.

— Yo no puedo aceptar esto — dijo mirando el hermoso prendedor en forma de media luna que
brillaba en su interior — No tienes por qué regalarme algo para pedirme disculpas, no puedo
aceptarlo — devuelve la caja a su dueño, él no ve ese gesto de buena manera.

— Por favor acéptalo, si quieres no te lo pongas... solo guárdalo— señala hacia la puerta, Madeleine
no dice nada más y se retira.

Madeleine regresa a su habitación toma el gesto de Sebastián como poco caballeroso al sacarla de
su habitación y hacerla regresar sola, aunque no espera de él mucho, antes de continuar detiene sus
pasos al notar la puerta principal abierta el viento se cuela ligeramente, decidida a cerrarla se
acerca, observa el lugar que antes estaba lleno de gente y ahora es solo silencio y soledad, la noche
esta tomando su mayor auge y el bosque se ve tan obscuro y tétrico no como otros días, un escalofrió
la recorre toma la perilla dispuesta a cerrarla, pero un gruñido retumba todo a su paso
principalmente su corazón, le ha reconocido, es Alexter sin duda, deja la cordura de lado y corre
hacia la penumbras del bosque sin importarle nada mas algo le anuncia su corazón y es el miedo la
que la hace correr.


—¡Madeleine! — Sebastián salió detrás de ella gritando su nombre, pero ni eso la detiene… el mayor
acelera su paso frenándola de golpe — ¿Qué pretendes? Es peligroso — gruñe mostrando su parte
lobuna con sus ojos a medio cambiar — Ve a la casa ahora — ordena moviéndola en dirección a la
casa, pero ella no desea obedecer necesita saber de él, antes que pueda contrariar al alfa, Alexter
aparece entre la oscuridad bañado en sangre, con la mirada perdida y el tono amarillo vibrante de
sus ojos tintados de rojo carmesí , respira pesadamente y sus manos las lleva en puños
ensangrentadas con las garras visibles — Madeleine, llévate contigo a Alexter ahora, que atiendan
sus heridas, yo iré a ver que ha pasado — ordena al final, Madeleine se acerca en automático al
mayor de los Itreque y toma una de sus manos él no opone resistencia y camina siendo guiado por
ella.

Al regresar a la casa se escuchan aullidos por todo el bosque, la soledad se llena de ruido de gente y
de hombres que corren en diferentes direcciones, Carlos manda los grupos repartiéndolos por
diferentes secciones, don Guillermo está atento a todos, él solo mira con cuidado cuando Alexter
pasa por su lado sin mirarla, Madeleine discute con ella misma de a donde llevarlo, decide su
habitación recordando que ahí tiene un pequeño botiquín de primeros auxilios, es lo único que puede
hacer ahora y esperar.

— ¿Alexter que ha pasado? — lo sienta en su cama, entra el baño saca todo lo que necesita, una
toalla mojada y otra seca, con dudas limpia su rostro y nota que la sangre no es de él, su cuerpo esta
intacto solo con algunos aruñones en su costado derecho, retira su camisa que esta completamente
destruida y continua limpiando hasta desinfectar algunos cortes, como era de esperarse sus heridas
se están curando por si mismas al no ser tan aparatosas — En unas horas desaparecerán por
completo ¿Qué paso? — lo mira buscando alguna respuesta, pero su mirada sigue perdida.

— Ellos… ven-vendrán — habla con mejor claridad — ellos mata… — desea continuar, pero toma con
sus manos su cabeza apretándola con fuerza Madeleine puede ver que algo le duele, tiene los ojos
cerradas y su cuerpo se tensa, aprieta la mandíbula con tanta fuerza que jura que se la romperá si
no se relaja, ella no sabe como ayudarlo, no sabe como frenar su dolor, pero desea hacerlo.

— Por favor Alexter, no te hagas daño — pone sus manos sobre las suyas invadida de su dolor, él se
mueve con agresividad, pero aun así ella no se retira — Alexter — habla suavemente con cariño, no
sabe de dónde agarra el valor de pasar sus manos hasta su cuello acomodándola firmemente al no
ver rechazo de su parte se sube en sus piernas acomodando las suyas a cada costado recargándose
en la cama con sus rodillas, sin duda en otro momento no se atrevería a hacer algo así, pero sus
movimientos no están siendo pensados, solo sentidos — Tranquilo, nada malo pasara — dijo con
cuidado acariciándole, su respiración se agita y abre los ojos de golpe para verla, el color amarillo
esta presente a todo su esplendor sin los tintes rojos, la mira fijamente y un escalofrió la recorre
combinado a un calor que invade todo su cuerpo, se da cuenta que sus labios están muy cerca y
como un imán es atraída a ellos, sus labios acortan el espacio sobrante y lo besa, fue un beso corto
casi fugaz, pero a sido su sorpresa por el atrevimiento la que la ha separado inmediatamente
recriminándose de cómo ha podido hacerlo, Madeleine se pone de pie asustada mirándolo,
angustiada por lo que él esta pensando de ella, su cuerpo comienza a temblar por la vergüenza,
desea disculparse, pero no puede las lágrimas la traicionan, siente un pesar en su pecho, pero él se
levanta y camina hasta donde esta ella y toma su mano que mantiene en su rostro ocultándose de él,
lleva la otro a su mejilla acariciándola levemente obligándola a que lo vea, recarga su frente en la
suya, Madeleine puede sentir su respiración cálida y ese tacto la estremece, su corazón late a mil
por hora y sabe que él puede sentirlo porque cierra los ojos para después abrirlos y separarse un
poco, casi nada, vuelve a mirarla fijamente y acaricia su mejilla con su pulgar — Alexter...— repite su
nombre a susurro entre ambos, esta vez no puede frenarse desea besarlo, desea sentir sus labios de
nuevo, vuelve a besarlo, un beso cálido, uno que siente como si fuera el primero en su vida y el
único, él la abraza con fuerza que le roba sus pensamientos y su mente queda en blanco, le besa con
más pasión y un gruñido se escucha en lo bajo desde su pecho, la levanta en brazos hasta llevarla a
la cama y acostarla en ella se acomoda sobre ella sin dejar de besarla, sus reparaciones se agitan y
las caricias suben de tono, más demandantes entre ambos, pero él se frena de golpe alejándose de
ella.

— Yo no, per-perdon… — no termina de hablar y sale de la habitación.

Madeleine mira al techo buscando aclarar su mente «¿Cómo he podido besarle?» divaga en sus
pensamientos, envuelve su cuerpo entre la colcha buscando ocultándose de la realidad, pero es
inevitable ha pasado y siente pena de ella «Mis ilusos sentimientos que me ciegan una vez más» se
repite una y otra vez hasta que caer rendida de tanto llorar.

Capítulo 13

Yo creo en el amor, pero el amor no cree en mi...


—Alfa, no hemos encontrado rastro alguno de un posible enfrentamiento…

Sebastián miraba a la luna, buscaron toda la noche y parte de la madrugada sin éxito, Carlos le
decía de todos los lugares que revisaron hasta el cansancio.

— Necesitamos reforzar nuestra guardia, hay algo que no me gusta Carlos, hemos tenido años de
paz con otras manadas, algo me dice que la aparición de Alexter está poniendo nervioso a varios,
sabes que mi hermano es un fuerte enemigo y hay varios que desean su muerte —afirmo el alfa sin
dejar de ver a la luna, sus mente divagaba en las decisiones no tomadas que ahora le costaran.

— Reforzaremos todo Sebastián, estate tranquilo por como vimos a Alexter tengo entendido que el
gano esa batalla, estaremos al pendiente de cualquier extraño movimiento en nuestras tierras—
Carlos lo miro curioso, algo entre las manos del alfa — ¿No es la caja que te di? para que se la dieras
a Madeleine…

— Tú y tus tontos regalos, ella no lo acepto, es más cuando escucho a Alexter corrió tras de él
dejando caer esto al suelo— dijo aventándole el prendedor — Además, en serio una media luna, me
sorprender que seas todo un casanova, somos lobos y regalas prendedores de media luna, que
tontería tú y tus estúpidos clichés — gruñe malhumorado.

— Todas caen ante un lobo apuesto —rio a carcajadas, rompió un poco lo tenso con el ambiente.

— Informarme de cualquier cosa— Sebastián se alejó del bosque con la tranquilidad de que sus
hombres protegerán a la manada, pero más tranquilo porque el mensaje había llegado, Alexter vive y
eso pone a la manada de nuevo en la mirada de todos.

Cuando las cosas se tranquilizaron, don Guillermo busco a su hijo en su habitación, lo notó caminar
confundido por los pasillos de la casa.

—¿Que ha pasado Alexter? — preguntó con cautela entrando a su habitación, el lobo estaba
intranquilo mirando hacia los arboles estudiando todo a su alrededor.

— Ellos... —no tartamudeo, lo dijo fuerte y seguro

—Alexter, ellos murieron, eso no puede ser posible — dijo preocupado, mirando a su hijo
— Pro-proteger — gruño en un tono bajo, sin alterarse.

— Lo haremos, protegeremos a la manada, tomaremos todas las precauciones, esto... las cosas serán
difíciles si ellos siguen vivos Alexter, tu, tú debes regresar, ser el alfa…—habló con coraje, no podía
evitar sentirlo, ellos habían lastimado a su familia y ahora pretendían hacer lo mismo, la manada
estaba en peligro y desconocían a su enemigo.

— Sebastián es… fuer-fuerte — afirmó, don Guillermo relajo el cuerpo, entiende que su hijo no
regresaría como él deseaba, si no fuera solo para morir, había sido terco y menospreciaba a su hijo
menor por sus ideas, si Alexter confiaba en él también era su turno de hacerlo.

— Lo es...— dijo a lo último antes de salir de la habitación...

Desde esa noche Madeleine ha visto demasiado movimiento en los alrededores de la casa ha notado
a Sebastián tenso, mas que de costumbre, don Guillermo muy pensativo y Alexter él simplemente no
se ha dejado ver, hace una semana de su atrevimiento y el mantiene distancia desde entonces, sigue
lamentándose cuando llega la noche, cree que debe pedirle una disculpa, pero desde que salió
corriendo de su habitación no ha podido procesar palabras que puedan expresar lo que siente con
coherencia, están próximo a una luna llena y tiene unas inmensas ganas de platicar con él como ese
día, pero ahora que lo piensa no cree que sea una buena idea. Intenta olvidar o dejar de lado sus
sentimientos y evitarse la pena de ser rechazada una vez más, pero que le va a hacer
lamentablemente «Yo creo en el amor, pero el no cree en mi» dijo mientras camina por el bosque, es
lo que ella cree firmemente sacude sus pensamientos tontos y estúpidos para una mujer rechazada,
piensa que es mejor olvidarse que aun día será amada y correspondida como… alza su mirada al
reconocer el lugar «Ella…» sale apenas audible de sus labios cuando lee el nombre de Gabriela en la
placa, había caminado de nuevo sin sentido y llegó ahí sin pensarlo mirando la mayor expresión de
amor que le escupe en la cara, un amor que no es para ella.

Da gracias que aun sea de día si no estaría en muy mala posición sola en el bosque, el frio comienza
a hacerse presente, están por entrar al mes de octubre y las noches son mas heladas bajo esos
inmensos árboles, es lo que le han dicho las mujeres de la cocina. Se dijo que era mejor regresar.

— Dime ¿Qué fascinación tienes por este lugar? — la voz de Sebastián la saca de su monologo
interno — Es un triste árbol de amor, acomodado sutilmente con algunas flores, sabes ¿Por qué un
árbol? — Madeleine quiso decirle que no le interesa, pero sus deseos son otro, pero a Sebastián no
le importa su respuesta él sigue hablando — Porque nunca tuvo Alexter un cuerpo para enterrar, la
perdió en un incendio y él no pudo hacer nada — dijo secamente, con coraje apretando sus manos.

Madeleine mira con tristeza el árbol pensando en el dolor que guarda Alexter en su corazón, hoy
mas que nunca desea saber todo lo que no sabe de él, pero si continua así se terminara enamorado
perdidamente de él, todo lo que descubre la jala aun mas y sabe que no será capaz de negarse a este
sentimiento que solo la une aun alfa enamorado y consiente de su destino.

— Debió ser muy duro— habla solo por decir algo, porque el corazón le duele de su propio pesar.

— Lo fue, lo es y siempre lo será Madeleine — contesto el mayor tomando una rosa entre sus manos
— Sigo creyendo que el amor no sirve de nada, él estaría aun vivo sin ser esa bestia, perdón… sin
ser tan menos humano — dijo con sarcasmo.
— ¿Por qué te expresas así del amor? No entiendo, como puedes hablar de algo que no conoces—
dijo segura, Sebastián la intriga.

— A mi me sorprende que a pesar de como te ha tratado el amor tu sigas creyendo en el — dijo


logrando que Madeleine se sorprendiera de sus palabras — Se todo Madeleine crees que no te
investigaría antes de que vinieras, se que te dejaron plantada en la iglesia, se que él se fue por amar
a alguien mas — soltó, sus palabras le duelen — Se que te has enamorado de Alexter sin importar mi
advertencia y sabiendo que él no te corresponderá — remata con ello, Madeleine desea decir algo,
pero no puede intenta no llorar — Madeleine no creo en amor, si con alguien como tú ha sida tan
duro, como podría ser con alguien como yo, que soy un ser sin alma, porque eso es lo que piensas
ahora — dijo mirándola a los ojos, un hombre sin corazón son las palabras que retumban en la
cabeza de Madeleine.

Se aleja de él, no tiene palabras para expresarse, no ahora que siente un nudo en su garganta que
solo desatara sus demonios, intenta pasar saliva, pero algo la ahoga no respira con seguridad, él no
la sigue, simplemente soltó todo eso lleno de veneno, pero no duda que puede llegar a ser mas
contundente.

— Me has dejado sin palabras Sebastián, si esa es tu manera de enamorar a alguien mejor atraviesa
con una espada su corazón sufrirá menos — dijo Carlos saliendo de donde ha permanecido oculto.

— No sé qué haces escuchando conversaciones ajenas, pero contestando a lo que dices prefiero que
se vaya, no la quiero aquí — gruño el alfa.

— No la quieres aquí, para que no se dé cuenta que tienes corazón, fuiste muy duro con ella
Sebastián, la mujer es bonita, una dama en toda la expresión de la palabra sería una excelente
compañera sin duda, no creo que sea lo correcto ahuyentarla de esa manera, tu estas seguro que
Alexter no le corresponderá—se acero a él.

— En estos momentos tengo otras preocupaciones, como para preocuparme por eso, además que la
muerte de Alexter está cerca, pronto tendremos una batalla y él se reunirá con su querida Gabriela—
dijo mirando al árbol.

—Espero que no te equivoques… —dijo, después de eso desapareció de la vista de su alfa.

La media noche llega y el cielo esta enmarcado con un cielo estrellado con la luna llena en todo su
esplendor, Madeleine opto por no salir prefiere no encontrarse con Alexter, pero ha caminado en
círculos en su habitación peleando con el deseo de irle a buscar, la conversación con Sebastián la
dejó muy sensible y siente que cometer una tontería si habla con el mayor de los Itreque, aunque
muera por escuchar su voz una vez más. Un ruido en su ventana la hace asomarse con cuidado, se
sorprende de ver a Alexter en su balcón de pie mirándola fijamente, el amarillo sigue presente por lo
tanto sabe que él sigue siendo el mismo, sonríe con amargura, abre la ventana y la necesidad de
hablar ante su silencio llega de golpe.

—Alexter, perdóname, no quiera faltarte así al respeto, sé que jamás podrás corresponderme, lo
entiendo — comenzó a llorar al mismo tiempo que las palabras salían una tras otra trabándose — Se
que tu corazón le pertenece a ella, se que la amas, que ella es todo para ti, yo no quiero manchar
eso, no yo no… perdóname por favor — dijo al final, él la mira aun serio, no dice nada ni un sonido
que la haga entender que la escucha y que la entiende.

— Made… — intentó pronunciar su nombre, pero le costó hacerlo y se desespero un poco — Yo —


señaló su corazón — No… — se acerca a ella al no poder hablar con claridad, limpia con su mano
izquierda sus lagrimas y acaricia su mejilla, Madeleine mira sus ojos amarillos y estos se ven tristes,
algo lo alerta cuando decide seguir hablando voltea en esa dirección y vuelve a ella para mirarla a
los ojos el viento comenzó a soplar con fuerza y siente helado el ambiente, desde ese balcón donde la
luna los ilumina, Madeleine siente que su corazón se colapsa, él pega su frente a la suya cierra los
ojos y se aferra a ella con fuerza, algo esta alterando al lobo, la mira por última vez y Madeleine
intenta descifrar esa mirada que siente como despedida, una angustia se instala en ella cuando el se
aleja y salta dejándola sola, poco a poco pierde las fuerzas de sus piernas y se deja caer de rodillas
en el balcón, comienza a llorar amargamente aferrada a su cuerpo,

La noche es fría la luna llena sigue imponente acompañando la oscuridad del bosque, hace media
hora que Alexter dejo a Madeleine sola mira a su alrededor, esperando una señal para la decisión
que dentro de él se fortalece, un sonido detrás de él lo alerta, pero sabe que no es alguien contrario
así que no gira para su encuentro…

—Alexter ¿A qué juegas? — Sebastián camina hasta ponerse a su lado, puede mirarlo de reojo —Me
gustaría hablar con mi hermano, digo para tener una conversación — suspiró, recibiendo un gruñido
de parte del mayor — Veo que no hablaras mucho, entonces lo haré yo, las cosas se están poniendo
tensas, tú lo puedes sentir, tenemos años de paz, pero ellos están llegando a su fin, no sé qué
pretendas, no sé si ese es tu plan, que ellos vengan para que tú puedas partir, pero sabes que estas
muy agresivo que antes bueno ¨él¨ lo está — hace una pausa para tener tal vez una respuesta, pero
como es de esperarse el mayor solo lo miro a los ojos — Si él o tú, bueno ya ni se con quién estoy
hablando, pero los dos te recuerdo son Alexter, además que las cosas las estás haciendo difícil, no
pensé de ti hermano jugar con los sentimientos de una buena muchacha — los ojos de Alexter se
abren en sorpresa — Le están haciendo daño, deberías alejarte de ella, si dentro de ti queda un
poco de cordura déjala en paz ella no merece pasar por esto tú no la corresponderás jamás, tu
destino esta trazado Alexter Itreque y sabes que es así — el mayor no hizo ningún comentario,
camino prendiéndose entre los árboles. Sebastián se quedó serio, cruzo los brazos en su pecho, pero
él no sabe que sus palabras ayudaron en la decisión que Alexter pensaba debía tomar.

Capítulo 14

Y esta hermosa señorita ¿Quién es?...

1 mes después

Madeleine aun pensaba en el intento de palabras de Alexter, no había sabido nada de él y todos al
parecer miran con normalidad que no aparezca, pero ella se sentía mal el miedo en su corazón que
algo malo le paso reinaba en su corazón porque sabía que lo quería más de lo que pensaba, por esos
sus dudas no estaban disipadas, él podría corresponderle o simplemente la confusión del momento
no la rechazo, pero tenía que olvidarse de eso si no su corazón sufriría aún más sus consecuencias,
pero este había sido el que no entendió que no debía enamorarse de un alfa eternamente
enamorado, al final Sebastián tenía razón y ella no lo escuchó, tenía que ponerse de pie y salir un día
más, pero como podría fingir que está bien y no invadida de pensamientos negativos y dudas, bajó a
la cocina donde todo era normal, María preparaba unas cosas para el desayuno de Don Guillermo,
las muchachas miraron con curiosidad a Madeleine, desde el día que hizo su entrada con Alexter no
lo han podido olvidar, Sofia por su parte llegó con miles de revistas con diferentes diseños de
vestidos había cambiado de opinión con la decoración de la boda y ahora hasta había pensado que
sus damas también cambiaran de color, le gustaba verla animada, le recordaba a ella en una época
similar, Madeleine no pudo evitar sentirse nostálgica.

— Madeleine estos son los nuevos colores de la boda, mira, no te preocupes por el vestido
mandaremos hacer otro, yo usare dos, uno en la ceremonia y otro en la fiesta, ¿Te gusta? —
pregunto acelerada de emoción que la sonrisa contagiaba a quien la viera.

— Son hermosos colores— contestó, había decidido por una combinación de tonos pasteles, muy
suaves el color de las damas un azul claro tan bonito y elegante que no duda que todo se mirara bien
— Me parece que es una excelente decisión — termina por decir, ella la mira con duda, no era la
misma Madeleine sus ojos no estaban tan vivos como antes.

— ¿Todo está bien? — se acercó hasta ella donde compartían la mesa de la cocina, todos estaban
muy atentos en el comedor principal dejando todo listo para el desayuno, asi que estaban solas,
Madeleine intentaba decirle algo cuando el grito de María se escuchó en toda la casa, seguido del
ruido de las charolas en el suelo las hizo dejar la conversación y salir corriendo.

Por un momento el mundo se detuvo ante los ojos de Madeleine, su respiración se aceleró y su
corazón golpeo con fuerza en su pecho, en el suelo juntando cada uno de los platos estaba Alexter,
María tenía la mirada perdida con miles de lágrimas abandonando sus ojos, don Guillermo y
Sebastián bajaron de sus respectivas habitaciones, había algo diferente en él, ella lo noto el color en
sus ojos el amarillo se había ido.

— María ¿Estás bien? — se levantó hasta ella para cerciorarse, esas palabras retumbaban en la
cabeza de Madeleine, Alexter hablaba normal, fluido, seguro, su ropa se miraba desgastada... —
Perdona, no fue mi intención asustarte — hablo serio, sonriendo un poco.

—¡HIJO! —la exclamación del ex alfa la saco del asombro que la perturbaba — ¿Cómo? Puedes
hablar con normalidad…

—Padre ni yo mismo lo sé, he despertado consciente y he regresado, había caminado demasiado


lejos de nuestras tierras, no recuerdo ¿Por qué?, pero aquí estoy, lucido…—el mayor lo abrazo con
tanta euforia, su hijo adorado había regresado, pero ¿por qué? Sebastián se aturdía por todas las
preguntas internas, por un momento se desvió a ver a Madeleine que temblaba inconscientemente,
camino hasta ella y tomo gentilmente su mano, esta lo miro a los ojos, se dejó apoyar, juraría que se
desmayaría ahí.

— Sebastián hermano—Alexter abrazó con fuerza al menor y este le recibió de la misma manera,
pero no con alegría si no tristeza — Y esta hermosa señorita ¿Quién es? — Alexter miro a Madeleine,
ella intento disimular, sus labios temblaban sin poder pararlos, sentía que sus ojos parpadean
rápido, no podía controlarse.

— Perdón — dijo ella, Sebastián se paró frente a ella cubriéndola con su cuerpo ante la mirada de
Alexter.

— Que humor el tuyo de asustar a todos Alexter, ella es Madeleine la hija de Sandro y está muy
sorprendía de verte así, ella y tú se hicieron buenos amigos cuando eras más bestia—hablo fuerte
Sebastián tratando de con su voz controlar a Madeleine, ella entendió e intento limpiar sus lágrimas
que deseaban salir.


— Me da gusto que hayas vuelto— oprimió con una mano su pecho — Perdón, pero creo que necesito
un poco de agua por la sorpresa — ella salió de ahí, seguida por Sebastián.

— Ella es hija de Sandro— miro a su padre que asintió, pero consciente que la expresión de
Madeleine no fue de gusto — Como ha pasado el tiempo, era una niña recuerdo que nos vimos una
vez... bueno creo que me daré un baño, perdón a todos... — se detuvo cuando miro a la rubia que
seguía en shock — Sofia, pequeña — ella corrió a sus brazos y se quedaron así con ella llorando toda
la tristeza y dolor.

Madeleine temblaba sin mirar a la nada, sentada en el pequeño comedor de la cocina, Sebastián se
acercó hasta ella con un vaso con agua y se lo ofreció lo tomó y un pequeño sorbo le dio dejándolo
en la mesa.

— Él regreso— dijo ella casi poco audible, Sebastián tomó asiento frente a ella acomodando su silla.

— Lo ha hecho, estoy igual de sorprendido— dijo siendo sincero, pero él trataba de procesar el ¿por
qué? y algo dentro de él le daba una razón.

— Él... no me recuerda— dijo con todo el dolor de su alma, frunció sus ojos para evitar llorar, pero
había sido atravesada con las palabras que aun retumbaban en ella, no la recordaba, no sabía quién
era ella... no recordaba nada de lo que paso entre ellos, todo lo que para ella significo algo para él
no existe, todas las palabras cruzadas con dificultad se han borrado... su comunicación, sus toques
tan sutiles pero que la hicieron vibrar, su atrevido beso y el cual por un momento fue correspondido.

Sebastián no pudo más con esa imagen la tomó del brazo bruscamente y la llevo hasta la alacena
donde cabían los dos, le metió ahí dentro, entro y cero la puerta detrás de él, Madeleine lo miro a los
ojos asustada y como si las cosas no fueran ya una ruleta de emociones y los miles de sentimientos la
tuvieran loca ese hombre imponente frente a ella la jala hundiéndola en un fuerte abrazo dándole un
lugar donde llorar, donde poder romperse sin ser vista, donde él no dijo absolutamente nada solo la
dejo desahogarse.

— Madeleine, debes de actuar lo más normal que puedas, no sé porque Alexter regreso, debemos
evitar platicar cosas que él no recuerda, sé que será doloroso para ti, pero necesito que lo hagas —
hablaba en voz baja, Madeleine se aferraba a él intentando controlarse, pero tenia tanto dentro.

Las palabras de Sebastián aun la tenían ida en sus pensamientos, después de ese momento donde la
dejo llorar él se separó hasta que ella se calmó, salió dejándolo ahí dentro, cuando se sintió segura
camino hasta donde estaba él para agradecerle, aunque no sabía que decir, el lobo no le dio
oportunidad, le dejo claro que tenía que actuar como si nada con el mayor, ninguna referencia de
sus platicas.... y mucho menos de todo lo que significa para ella... suspiro pesadamente, se había
preparado un poco de té, toda la casa estaba conmocionada tan así que el desayuno aún estaba en la
mesa, María atendía a Alexter en su habitación, don Guillermo caminaba sin parar en el vestíbulo,
Sofia corrió a llamar a su prometido y Sebastián había salido al bosque, no sabía en qué posición
ahora él quedaba, si Alexter volvía a ser el alfa de la manada Itreque…

Madeleine por su parte jugaba con su cabello sin mirar a la nada, sentada con las piernas recogidas,
después de un rato no pudo más y salió de la cocina en búsqueda de un refugio, el único lugar su
habitación, el camino por las escaleras se le hizo eterno la puerta de la habitación del mayor estaba
abierta de ella salió María sonriente, quería compartir esa felicidad, pero no podía... agacho la
cabeza y camino sin mirar, pero antes de poder entrar a su habitación...

—Madeleine— la voz grabe de Alexter la detuvo, ¿qué hace? no puede huir y dejarlo hablar solo...
tomo aire y giro hacia él, el mayor la miro a los ojos — Lamento haberte sorprendido de esa manera,
lo que Sebastián dijo…

— Descuida, lo que Sebastián dijo es verdad cuando no hablabas mucho… —tenía que pensar sus
palabras — Tu y yo platicábamos bueno, más bien yo platicaba y tú me contestabas un poco con
dificultad, pero lo estabas haciendo bien — sonrió para verse sincera, pero a quien engañaba un
nudo en la garganta amenazaba con romperse y desatar todos sus sentimientos, quería gritarle,
decirle que como ha podido olvidarla.

— Ya veo, lamento decir que no te recuerdo soy un desconsiderado, pero... —dijo serio, pero
Madeleine lo interrumpe.

— No te preocupes, tal vez lo recuerdes algún día, bueno te dejo para que sigas en lo tuyo yo quiero
descansar un poco —se disculpó y sin dejar que él pronunciara alguna palabra más entro a su
habitación, reprimió unas lágrimas consiente que el lobo podría escucharla, entro al baño, abrió la
regadera y se sentó sobre el borde de la tina a llorar, sabía que tenía que ser fuerte, pensó en
regresar a su casa, pero ahí también la espera un inmenso dolor, aquí tenía algo, a pesar de ese
trago amargo era feliz al ver a Alexter, no podía negarse que con el hecho de mirarlo ya se sentía
bien, debía aprender a vivir que lo que había pasado quedo atrás y eso solo lo guardaría en su
corazón, ahora empezaría de nuevo...

******

— Sebastián he escuchado que Alexter regreso— Carlos había corrido al enterarse de la noticia, el
único lugar donde encontraría a su alfa seria en el bosque, ahí donde busca consuelo a sus
pensamientos

— Así es Carlos, ha regresado lucido—dijo sin ánimos

—¿Significa? —duda en hacer la pregunta directa

— Eso es algo que tenemos que hablar entre mi padre, él y yo— cruzo sus brazos en su pecho
—Pero ¿Qué vas a hacer? —dijo apresurado

— No sé, él ha regresado, pero no sabemos cuál sea su idea ahora, tal vez su destino este por llegar,
es la única explicación de cómo pudo domar sus instintos, como venció a la bestia— frunció su
mirada

— Te digo que ella podía hacerlo volver—renegó

— No la recuerda…— dijo secamente, la mirada de asombro de Carlos se hizo presente

—¿Cómo qué no? — dijo muy sorprendido

— Había leído y escuchado por los mayores que cuando un hombre lobo se dividía en bestia y
humano los dos tenían conciencias diferentes, no sé si en este caso todo lo que convivió con
Madeleine fue su parte bestia y la humana estaba dormida, ya no había vuelta atrás mi hermano se
perdía cada día que pasaba antes de que ella llegara— narro dudando, trataba de encontrar algo
que le diera un porque...

— Te digo...— Sebastián alzo la mano antes que Carlos terminara

— No me salgas con las tonterías del amor...—bufo —hablare con mi padre y solucionaremos esto
—se retiró dejando a su fiel amigo con miles de dudas.

Alexter miraba su habitación, observo las imágenes de él y Gabriela, pensaba por qué aún seguía
vivo, perdido en recuerdos— Yo jure estar siempre a tu lado, perdóname Gabriela no he cumplido mi
palabra — dijo en voz alta mientras acaricia la imagen de ella, no entendía porque ahora después de
perderse tantos años regreso, la mirada de todos de alegría por su regreso lo hacían sentirse mal,
tanto tiempo los preocupo, pero la que no podía borrar de su mente era la que Madeleine le había
dado, la sintió cargada de tristeza y dolor «¿Qué ha pasado?» pensó, sin pensar más salió de la casa
y camino directo a donde estaba ese inmenso árbol, se paró frente a el, leyó la lápida mil una vez, su
amada Gabriela, se sentía mal por no estar aún a su lado, pero ahora no sabía que pasaba, tal vez su
destino estaba cerca y él podría reunirse con ella, acaricio el acero donde el relieve se podía sentir el
nombre de ella en la placa — Pronto… — pronuncio poco audible solo para él, la promesa que aun
quería cumplir.

Las horas pasaron, Madeleine pensó que bajar no era una opción, cuando el hambre se hizo
presente, busco algo en la cocina que la calmara, eran cerca de las seis de la tarde el sol pintaba de
matices rojos el cielo anunciando el atardecer, concluyo que en caminar podría despejar su mente,
se había cansado de llorar, por ningún motivo se dirigió hacia donde esta el árbol de Gabriela, en ese
lugar podía encontrarlo y era algo que deseaba evitar por hoy.

Camino hasta el círculo de rosas, esas impecables que cuido todo el mes que Alexter estuvo perdido,
sabía que solo él las mimaba y cuidaba con cariño, también el hermoso rosal que le regalo, pero sus
idas habían aminorado al final del mes, suspiro al mirar todos los colores, unas pequeñas rosas que
brotaban llamaron su atención se hinco sobre sus rodillas para verlas de cerca, sonrió al ver el fruto
de sus cuidados. Los pasos de alguien detrás de ella la hicieron levantarse sacudiéndose sus piernas.

— No quería asustarte— dijo Alexter al mirarla, movió sus manos frenándola porque observo que
ella saldría corriendo, Madeleine se quedó de pie lejos de él, el mayor miro las rosas — Son
hermosas, este lugar es hermoso… ella siempre lo cuidaba — dijo, ese hermoso lugar de rosas lo
había cuidado Gabriela, era de ella, por eso lo atesoraba pensó Madeleine, deseaba salir corriendo
de ahí.

— Si, bueno me permití cuidarlas ya que tu no estuviste aquí por todo un mes—dijo tratando de no
notarse dolida.

—Gracias Madeleine, en realidad es justo que alguien como tú las cuide— sonrió, fue entonces que
puso atención, Alexter ya no llevaba una barba, su rostro aun así era tan varonil, su cabello peinado
de lado hacia atrás lo hacía verse elegante, vestido con una camisa color azul marino y unos
pantalones de mezclilla azul claro, llevaba zapatos eso fue curioso, de color café, ese era el mismo
lugar donde se conocieron por primera vez, donde conoció al Alexter salvaje.

—Me retiro a la casa, iré a ayudar a las muchachas en la cocina— paso por su lado, pero la mano de
Alexter la freno tomándola de la muñeca derecha, un escalofrió la invadió. Ella giro mirándolo con
duda, él se paró frente a ella.

—Alexter Itreque— dijo, él se alejó y tendió su mano en saludo, ella frunció sus cejas — sido siendo
muy descortés no me he presentado de manera correcta señorita, si usted me permite mi nombre es
Alexter Itreque, me encantaría que me dejara conocerla ya que fatalmente ha sido mi error olvidarle
— no entendía, ella no lo hacía — Madeleine me permites conocerte, lamento haberte olvidado, hazlo
como si hoy fuera la primera vez, volvamos a conocernos — termino por decir, ahora ella si entendía
su actitud.

—Un gusto Alexter yo soy Madeleine Villareal—Sonrió grande por la actitud del mayor, tomando la
mano en saludo, fue respondida por una sonrisa de él.

— El gusto es mío, ahora me permite acompañarla a la casa, este lugar es hermoso, pero no por ello
deja de ser peligroso para una mujer como usted— dijo caballerosamente, le señalo el camino y sin
decirse nada mas le siguió.

Madeleine le miraba de reojo buscaba un poco de esa imagen pulcra al hombre que conoció, él que
inundo su corazón de sentimiento, pero no hay nada de él…

Capítulo 15
Te protegeré...

La casa permanece en silencio, todos se han ido a dormir, después que regresaron del bosque
Alexter se fue a su habitación y no bajo más, Madeleine supuso que era debido al cansancio del mes
que estuvo fuera se hizo presente, la luna esta imponente en el cielo y la tranquilidad del bosque es
un poco tétrica, Madeleine lo observa como todas las noches hay algo en el bosque puede sentirlo
algo que vigila la casa de noche desde hace días para ser exacto todo el mes que Alexter no estuvo.
Decide mejor irse a dormir necesita dejar de estar perdida en sus pensamientos si no el sol saldrá,
después de tomar una decisión sobre sobre lo que la acongoja, debe borrar de su corazón todo rastro
de sentimientos por Alexter, eso es lo mejor, es lo que ella cree que debe hacer aunque le cueste,
porque de solo pensarlo siente como si algo se arrancara dentro de ella y no tiene comparación, ni
siquiera se compara al dolor que sintió cuando Aníbal no llegó a la iglesias, esto es otra cosa, «¿Qué
me has hecho Alexter?» dijo en voz alta acariciando el vidrio de la ventana… «Porque pensar sacarte
es como si mi alma entera se fuera contigo, pero debo hacerlo… como sea…» termina de decir para
irse a su cama y tratar de pasar el mal rato.

Madeleine dormía en su cama, cuando sintió que alguien la tocaba con cuidado, unas suaves caricias
repartidas en su cabello y rostro, abrió los ojos y se sorprende de ver a Alexter ahí con tanta
familiaridad, miro sus ojos y vio ese amarillo presente, ese que le devolvió el aliento y se sintió
nostálgica e invadida de tanto sentir.

— Alexter… — el lobo la tomo de la mano la hizo pararse a su altura, acaricio su mejilla gentilmente
— ¿Qué haces aquí? — él seguía sin contestar, poco a poco acaricio su rostro mirándola de una
manera que ella no podía describir, simplemente se sentía embriagada de él, atesorando esas
delicadas caricias que tanto extrañaba, él se acerco mucho mas acortando la distancia entre sus
labios cuando estaban a punto de besarse el rostro de Alexter cambio de golpe mostrando dolor, se
tomo de los hombros de Madeleine con fuerza haciendo que le dolería las llevo de golpe a su pecho y
la miraba con tristeza, intentaba decir algo pero no podía, Madeleine no sabia que hacer — ¡Dios
mío, que sucede Alexter! — habló desesperada, pero él seguía viéndola sin decir nada, retiro sus
manos del pecho mostrando una herida que aparecía poco a poco, la sangre llenaba su pecho y cada
vez brotaba mas sangre. Alexter estaba muriendo frente a ella — No, no Alexter no me dejes, por
favor no lo hagas, tengo algo que decirte, no me abandones por favor no lo hagas — dijo con pesar y
tomando el cuerpo de Alexter entre sus manos, cayó de rodillas con él retorciéndose en sus brazos,
intentaba parar su dolor, pero era imposible.

El gruñido de un lobo sonó desde la ventana obligándola a girar, era un lobo negro con los ojos
inyectados de rojo sangre, enseñaba sus dientes en señal de ataque, cuando quiso proteger el
cuerpo de Alexter este ya no estaba solo los rastros de sangre en el piso y en sus manos, ella dio un
paso atrás poniéndose de pie, el lobo no la perdía de vista, hasta que este corrió tras de ella,
Madeleine quedo inmóvil ante la imagen de semejante animal dispuesto a atacarla, cubrió su cuerpo
con sus brazos y espero el golpe lo último que vio fueron los dientes de este clavándose en su piel
haciéndola gritar de dolor.

Madeleine despertó asustada, todo había sido un sueño, miro en todas direcciones en su habitación
sin encontrar rastro del lobo y ni de Alexter, se recostó de golpe en la cama, trataba de calmar su
corazón, ¿Por qué ese sueño? ¿Por qué verlo sufrir frente a sus ojos? eso no era justo pensó, tenía
miedo de verle morir y no poder hacer nada porque ese era el destino que tenía trazado, seguía sin
entender a que se referían con esa palabra para ella Alexter era un hombre joven que merecía tener
una vida, pero para los lobos él a no tener a su luna y amor de su vida no quedaba más que
continuar su camino hasta encontrarse, él estaba dispuesto a morir solo para estar a su lado y
aunque con todas sus fuerzas intentara cambiarlo no lograría nada. Intento dormir una vez más
cuando su corazón se relajó.
Don Guillermo muy temprano mando llamar a sus hijos tenían que resolver ese asunto del alfa de la
manada antes que las cosas se salieron de control, algunos hombres seguirían a Alexter sin duda y
otros a Sebastián, no podía permitir que la manada se dividiera, no sabía que esperar del menor,
cuando los tres estuvieron en su estudio comenzaron a hablar de ello.

— Ustedes saben porque estamos los tres aquí, viendo esta situación donde tu Alexter has
regresado — dijo el exalfa, quiso continuar, pero Sebastián lo detuvo.


— Creo que no es necesario padre esta reunión tan formal, Alexter debe de ser el alfa de la manada
hasta que cumpla con su destino, el que él tanto desea — dijo de una forma diplomática, el exalfa se
sorprendió de esas palabras, no era algo que esperara.

— Sebastián, la manada no puede quedarse sin alfa, tú debes de continuar yo... realmente no
sabemos que siga para mí, no creo conveniente traer a la manada de un alfa a otro- dijo serio Alexter

— Sabes mejor que yo que algo viene una batalla nos espera y este año la luna roja aparecerá en el
horizonte contigo o sin ti, pero prefiero que sea contigo, entonces necesitamos estar listos tu eres el
indicado para esto Alexter, así que…— se levantó de su silla — tu eres el alfa y eso no está en
discusión — termino de decir para salir de ahí sin mirar atrás.

Madeleine no pudo evitar escuchar a las muchachas de la cocina cuando bajo, Alexter había
regresado como el alfa de la manada y Sebastián cedió su lugar sin problema. Busco al lobo menor
para ver cómo estaba, no entendía, se sentía en deuda con él. Lo miro salir hacía el bosque y fue
detrás de él, Sebastián se detuvo cuando estuvo lo suficientemente lejos y se giró a verla.

— ¿Qué sucede Madeleine? — dijo serio mirándola a los ojos.

— Solo, yo quería saber si... ¿Estás bien? — dijo tranquila.

— Te preocupas por mí, eso es nuevo — cruzo sobre su pecho sus brazos

— Digamos que sé que ser el alfa para ti es importante y dejarlo así de fácil no creo que haya sido—
hablo segura

— En eso tienes razón, pero así es el orden él es el mayor y es justo que termine sus días siendo el
alfa — lo escucho, eso ultimo le hizo recordar su sueño Alexter sufriendo sacudió su cabeza —¿Estas
bien Madeleine? — se acercó a ella y tomo con una mano su barbilla para hacerla que lo viera, ella
noto la cercanía y se separó.

— Si, solo no dormí bien — fue sincera en cierta parte, no quería hablarle de su sueño.

— Ya veo, bueno... — hizo una pausa el lobo — ¿Cómo estas llevando esto? — refiriéndose al mayor.

— Cómo debe de ser — eso no era una respuesta, pero era lo único que podía decir.

— Bien — contesto el hombre, iba hablar pero algo lo freno, algo lo altero más bien una presencia
ajena a ellos — Madeleine necesito que no te muevas — dijo serio, Sebastián giro sobre sus pies para
mirar detrás suyo no podía distinguir bien, pero algo estaba oculto entre los árboles, agudizo su
sentido del olfato y saco las garras de golpe asustándola — Madeleine no estamos solos, no te
separes de mi — ella no entendía pero hasta escuchar un gruñido desde la profundidad del bosque,
se llevó las manos a la boca para no gritar, había reconocido ese sonido… era idéntico al de su
sueño, el cuerpo de Sebastián se acerca más cubriéndola, tratando de protegerle — son 5 lobos que
no son de nuestra manada — ella se acercó aún más quedando totalmente pegada a su espalda, el
caminó poco a poco hacia atrás para cubrir la espalda de ella con uno de los árboles — No entiendo
porque no atacan — murmuro molesto, ella cerro aún más sus ojos, unas lágrimas escaparon de sus
ojos, el miedo la estaba haciendo su presa, Sebastián pudo sentir el miedo de Madeleine podía jurar
que le daría un ataque de nervios, se daba cuenta que le costaba respirar — Madeleine escúchame,
tranquila no dejare que ellos te hagan daño, te protegeré lo haré con todo mi ser si es necesario,
solo tranquilízate, Madeleine lo haré, nada malo te pasara — dijo, ella se aferró a la espalda del lobo
buscando refugio, uno de los lobos se paró frente a Sebastián uno de color café, enseñando lo
dientes gruñendo, el cuerpo de Sebastián se tensó esperando ser atacado, pero este no hizo nada
salió corriendo en dirección contraria de ellos seguido de los 4 lobos que esperaban detrás del
animal.

Sebastián se quedó con duda mirando en esa dirección, esos lobos no venían a atacar tenían otro
propósito y él tenía que averiguarlo, tenía que informar a su padre y Alexter, se giró para ver a la
mujer que temblaba de miedo, el sueño se le repetía en la mente.

— No… — una leve palabra salió de los labios de Madeleine.

— Madeleine se han ido, necesitamos volver a la casa — la tomó por los hombros ella solo asintió sin
decir nada — Tranquila — la llevo a sus brazos y la cubrió con ellos atrayendo fuertemente —Nada
malo te pasara te lo prometo.

Regresaron a la casa, Alexter salía de ella y vio el estado de Madeleine y corrió a su encuentro
—¿Qué ha pasado? — miro a Sebastián

— Lobos — contestó secamente Sebastián —Les informare a los hombres para que peinen el terreno
— corrió en dirección a donde estaba la manada reunida.

Alexter miraba que Madeleine estaba pálida — Vamos dentro — dijo él, ella intento seguirlo, pero su
cuerpo no reaccionada, sentía que se desplomaría, antes de tocar el suelo fue sostenida en brazos
por el lobo — ¡Madeleine! — grito su nombre para hacerla abrir los ojos, la llevo sobre sus brazos,
entro a la casa, María se asustó al verlos entrar — Llama al médico María, ahora — dijo fuerte
Alexter, subió las escaleras hasta la habitación de ella dejándola suavemente sobre la cama, entró al
baño buscando algo que le ayudara mientras el doctor llega, lo encontró un pequeño botiquín lo
llevo hasta la cama y lo abrió, en el momento que vio todo eso se le hizo familiar, sacudió su cabeza
regreso a lo que hacía, tomo algodón y un poco de alcohol en el para hacerla oler, poco a poco ella
se movía.

— Alexter, no — decía poco audible

— ¿Que sucede Madeleine? — pregunto acercándose más a ella.

— No, no… por favor no me dejes — unas cuantas lagrimas salían de sus ojos los abrió levemente,
miro a Alexter y él se fijó en ellos, le dedico una mirada llena de dolor, tristeza y de un sentimiento
mucho más fuerte que él no pudo descifrar de momento, pero le era familiar, hasta que ella volvió a
caer inconsciente, quería preguntarle a qué se refería con eso, pero María entro seguida de Sofia, él
se separó de ella, para que las mujeres la atendieran mientras el doctor llegaba.

Dudaba en decir algo más, recordó lo que Sebastián dijo el día que regreso sobre que ambos eran
amigos, salió de ahí para encontrarse con sus hombres e investigar lo que había pasado en el
bosque, pero los ojos de Madeleine no se desaparecían de su mente, ni las palabras que dijo no
entendía por qué y quería saberlo, necesitaba saberlo... Solo una vez en su vida había mirado ese
sentimiento en los ojos de alguien… y esa era Gabriela. Tenia tantas dudas en ese momento, al estar
en su habitación se sintió tan familiar y llevarla en sus brazos… podía aun sentir el calor de su
cuerpo y eso le estaba carcomiendo los pensamientos y el sentido.

Capítulo 16
Se fuerte

El frío empieza a calar en los huesos, son cerca de las tres de la mañana, la manada Itreque ha
buscado exhaustivamente a los lobos contrarios sin tener indicios de por donde entraron y por donde
salieron, Sebastián se encuentra muy preocupado, quiere entender el motivo de esa visita, si
creyeran en atacar no solo cinco lobos hubieran mandado y eso es lo que no le gusta, tienen un plan
uno que necesita descifrar, Alexter por su parte ha estado al pendiente de todo observando a su
hermano cómo se comporta con los hombres... Se acerca hasta él, Sebastián gira, los dos están en
medio del bosque sus hombres continúan al pendiente en los rincones de ese mismo.

— Perdón Alexter por no esperarte — se excusa de mandar el inicio de búsqueda a horas de a ver
dejado de ser el alfa.

— No pasa nada Sebastián, en realidad me da gusto ver que eres un excelente líder, siempre he
creído en ti — habló fuerte sin caer en sentimentalismos, pero para Alexter mirarlo de esa manera le
removía recuerdos de niños donde el menor lloraba por tener miedo de estar solo en el bosque,
ahora era todo un hombre terco principalmente.

— Debería agradecerte el cumplido, pero creo que tú y yo no nos regimos de esos detalles tan
cariñosos — habla, pero sonriendo de lado — Además que no se te olvide tu eres el señor líder —dijo
con sarcasmo

— No me lo vas a perdonar no es así — dijo serio — Se que te deje con la responsabilidad de la


manada a fuerzas y joven — cruzo sus brazos sobre su pecho.

— Además que te tuvimos que aguantar cuando no reconocías a nadie y eras toda una bestia —gruño
Sebastián.

— Realmente no entiendo — suspiro mirando a la luna

— ¿A qué te refieres? —lo miro con duda

— Hubo un tiempo que era un poco consciente de lo que la bestia como dices tu hacía, pero tengo
tan pocos recuerdos de eso ahora además que siento que algo falta — dijo pensativo —No se ni como
decirlo o describirlo simplemente siento un vació aquí dentro — señalo su pecho, Sebastián se quedó
callado —Cuando regrese dijiste que Madeleine y yo éramos amigos — afirmo mirándolo a los ojos.

—Sí, lo eran te empezaste a comportar menos animal- dijo serio

— Eso no lo recuerdo — dijo esperando algo más de su hermanos, quería que Sebastián dijera algo
que lo hiciera entender.
— No dejaras de verme hasta que te diga algo, ¿Quieres saber?, ella es terca, mucho, a pesar de que
le pedí que se alejara de ti no lo hizo — dijo serio — Además que tú no te portaste tan bien con ella
al principio, le gruñiste, un día la quemaste — Alexter abrió los ojos con sorpresa —Si tu don
caballero la lastimaste más de una ocasiona, pero a pesar de eso ella continuo buscándote y al
parecer tu a ella, no sé si hablaron eso no lo sé pero encontraron su manera de comunicarse.

— No lo recuerdo... ella — se quedó callado iba a repetir las palabras de Madeleine, pero las dejo
para él.

— Lo sé... — omitió decirle que creía que ella estaba perdidamente enamorada de él, eso no era
necesario al final él no le correspondería — ¿porque crees que ahora nos están visitando? no pude
ver de qué manada eran — cambio el tema el menor

—No lo sé, podría deberse al territorio sabes que somos dueños de mucha tierra y esos es
importante entre lobos, puede ser la unión de manadas... con el matrimonio de Sofia, puede hasta
ser mi regreso… — habló mirando hacia la nada en el bosque — Pero eso lo averiguaremos tenlo por
seguro, regresemos a la casa, confió en la manada ellos nos protegerán — camino dejando atrás a
Sebastián que pensaba en miles de opciones.

El doctor había revisado el estado de Madeleine y después de irse la dejo dormir, ya estaba
amaneciendo cuando ella abrió sus ojos de par en par, pensó en que descansar no había sido una
opción aunque haya estado inconsciente, el sueño de Alexter se repetía una y otra vez, se levantó y
se alistó, entonces pensó en la única cosa que podía hacer, después de media hora entró a la cocina
y se dispuso a hornear algo lo que fuera, eso la despejaba la hacía olvidar todo, optó por un pay de
manzana, encontró todos los ingredientes en la inmensa alacena de la cocina, antes de sacar el
último ingrediente la miró con detalle era el mismo lugar donde él, ese hombre si corazón la consoló,
estaba pensando que solo tal vez no es tan frío como piensa, si es o intenta serlo, sacudió las ideas y
continuó, pico con cuidado las manzanas, preparó la masa, el sol estaba cada vez más imponente en
el amanecer, preparó uno lo metió en el horno, dispuesta a empezar otro unos pasos la alertaron,
para su suerte eran eso que conocía muy bien, ahora no tan pesados como antes.

— Madeleine buenos días ¿Qué haces despierta tan temprano? —preguntó Alexter desde la puerta
observándola

— Hola, no pude seguir durmiendo y cocinar me despeja la mente — hablaba mientras picaba más
manzanas


— Me permites ayudarte... — él se acercó y tomo el cuchillo de sus manos sin que ella pusiera
objeción, lo miro con detenimiento — Dime si lo estoy haciendo bien — sonrío sin mirarla, como él
podía verse tan magnifico, era como mirar el amanecer esa misma sensación cálida del sol, eso
sentía en su piel al verlo sonreír.

— Solo un poco más pequeños los trozos, Pero fuera de ahí está muy bien tu técnica —le dijo ella

— Vaya, gracias viniendo de una experta eso es bueno — contestó él, se sonrojó por el cumplido —
He escuchado de todos que la cocina se te da muy bien — dejó un momento lo que hacía para
mirarla a los ojos.
— Gracias, me gusta me hace olvidar lo malo — ella avanzó al horno para revisar el pay.

— ¿Tienes muchas cosas malas que olvidar? —preguntó serio. Madeleine pensó una respuesta, no
podía soltar que le dolía que no la recordará.

— A veces es bueno despejar la mente — esa no era la mejor respuesta

— Madeleine — quería hablar, pero ella no lo dejó.

— Mira este pedazo quedó muy grande — intentó tomar el cuchillo de sus manos, pero Alexter hizo
un liberó movimiento que levemente rozó la mano de ella, logrando un quejido leve de sus labios
cuando la navaja del cuchillo ligeramente rozo la palma de su mano.

— ¡Madeleine, estás bien! déjame ver tu herida — tomó su mano hasta llevarla debajo del chorro del
agua.

— Estoy bien es un pequeño rasguño — dijo con calma y restándole importancia.

— Perdóname yo... — suspiro — Es costumbre mía pedirte perdón no es así — ella lo miro a los ojos
con ilusión.

—¿Qué has dicho? — preguntó rápido.

— Sebastián me contó que cuando era más bestia que ahora — sonrío — tenía está maña de
lastimarte, en serio Madeleine no quiero lastimarte, soy un bruto — ella lo miro a los ojos, pero
intento bajar su mirada, pero la mano de Alexter la giro tomándola de la barbilla —¿Que no recuerdo
Madeleine? Me gustaría recordar, recordarte... —soltó al final.

— No te preocupes tal vez algún día lo hagas —dijo ella retirando su mano de entre la suya, la
pequeña hemorragia había pasado — No has olvidado lo importante, tu familia lo demás viene
después — sonrío para calmarse ella misma.

— Así que aparte de buena cocinera eres un sol de mujer, tienes muchas cualidades que estoy
conociendo o mejor dicho volviendo a conocer, porque no dudó que todo bestia me daría cuenta de
ello — tomo las piezas de manzana y las echo en un tazón.

— Que cosas dices, yo solo soy yo Madeleine una simple mujer —sin remedio pensó para ella misma.

— De simple no tienes nada, al contrario, eres especial y única — sonrío — Bueno creo que esto está
listo —señaló él tazón, ella quiso olvidar esas palabras dulces, pero se había encendido en su alma
una pequeña esperanza, de que la recordará, pero podía ser eso posible.

— Deja de adularme, que si te daré un trozo de pay —sonrió, haciendo que él lo hiciera también unos
minutos pasaron y saco el pay del horno — Mira este pedazo es para ti — tomó un poco, Alexter
agarró una cuchara, tomó un poquito y se lo dio a ella en la boca, lo miró con duda un momento,
pero acepto, después el mayor comió un poco.

— Es delicioso, debes hacerme uno solo para mí — sonrío.

— Si gustas si, uno para ti solo — afirmó ella.

— Me mala acostumbrarás y luego no sé qué haré sin ti y esa delicia — él sonrío grande y ella sintió
sus piernas temblar — Subiré por unas cosas, espero que me separes el mío — antes de salir se
acercó a ella y depósito un beso en su mejilla — Perdóname por lo de hace rato —señaló su mano,
salió de la cocina dejándola sola con muchas más dudas en el corazón, miro las manzanas contaras
por él y suspiro.

«Se fuerte... Madeleine, aunque no puedas se fuerte» se dijo para sí misma.

Capítulo 17
Desde que ella llego.

El día anterior pasó tranquilo pese a la intromisión en las tierras de la manada, Alexter y Sebastián
han estado atentos en todo momento, Madeleine se ha levantado muy temprano el sueño se vuelve
imposible gracias a sus pesadillas, al levantarse lo primero que ve para su suerte es a Alexter en el
bosque, nota el alboroto afuera gracias a la voz de María dando órdenes a todos, Madeleine se
acerca contrariada por tanto movimiento, en cuanto Sofia la mira se hacer a ella con noticias nuevas.

— Madeleine la boda se ha adelantado — dice ella emocionada

— ¿Qué dices? — pregunta extrañada.

— Si, ayer mismo vino mi suegro a hablar con papá, era muy tarde por eso no dije nada ayer, al
parecer ya quieren adelantar todo — se mueve feliz, Madeleine intenta contagiarse de su alegría,
pero algo no se siente muy bien con esa noticia.

— ¿Pronto, cuanto es pronto? — vuelve a preguntarle

— Mañana — suelta Sofia y va por una caja, Madeleine intentan procesar lo que dice — Aquí esta el
vestido como te comentó, lo bueno es que los había pedido hace tiempo desde que decidí cambiar el
color y nunca tengo problemas con mi modista, pero debes probártelo ahora, Miriam estará aquí
checando los vestidos, precisamente en el estudio de papá te lo puedes probar.

Madeleine no sabe que contestar, pero antes de poder decir algo ya esta metida en el estudio con el
vestido puesto sorprenda de lo que hermoso que es, un azul mu bajito en un tono encantados,
hombros despejados con unas pequeñas mangas acomodadas con sutileza, la falda con mucha
caída… simplemente mágico. Madeleine mueve la falda como una niña pequeña de un lado a otro
sonriendo, no se ha percatado que la observan desde la puerta.

— Es sumamente encantado — la voz de Sebastián la hace girar y sentirse apenada.

— No sé si deba decir gracias… — responde dudando.

— Se podría decir que es un cumplido — se acerca hasta ella — Solo que… — la gira y sube el cierre
de su espalda — Así esta mejor — el momento es extraño entre ambos, Alexter entra rápido al
estudio y se frena de golpe ante Madeleine él la mira por un momento sin decir nada, lo ve que duda
en hablar, Sofia entra haciendo un alboroto.
— Vamos, vamos… Miriam tiene que trabajar, fuera de aquí — los dos son obligados a salir a
regañadientes, pero Alexter se detiene en la puerta mirándola aun sin decir algo, él simplemente se
va, Madeleine no sabe que sucede con él, desde temprano lo ha visto raro divagando en el bosque
muy pensativo.

La noche llega muy rápido entre los preparativos de la boda, vestidos, decoración, comida y etc
estaban a tope con todo, Alexter mira desde su ventana los alrededores del bosque y algo no le
gusta. miraba a su alrededor desde su ventana., siente a Sebastián entrando a su habitación.

— Algo no me gusta — gruñe Alexter.

— Pienso lo mismo — afirma Sebastián que está a su espalda — Pero papá no quiere escuchar —
cruza sus brazos en su pecho.

— No, Sofía está muy contenta es normal que no quiera escucharnos, pero esto está mal algo lo está
— dice molesto Alexter

— Creo que debemos estar alerta mañana, Por lo pronto consíguete un traje — contesta, lo último lo
dice en broma el otro solo gruñe.

— Te veo en la madrugada para dar una vuelta — responde Alexter

— Bien — el menor sale de su habitación.

Alexter mira a los árboles atento, haciéndole caso a Sebastián busca en su closet algún traje, mira
uno que está en una bolsa color negro, lo recuerda muy bien es el mismo que usó en su boda, el traje
está intacto y en buen estado a pesar de haber pasado 10 años, mira dentro del saco y saca un papel
que está doblado, lo mira curioso y lo abre es un dibujo sin sentido unas líneas, trazos haciendo
como personas— Este dibujo… — dice en voz alta, cierra los ojos de golpe al sentirse un poco
mareado al abrirlos tintinean en ese amarillo brillante de la bestia, tiene que sentar en la cama a
tomar aire, el amarillo se vuelve a perder en su azul profundo, mira otra vez el dibujo lo dobla de
nuevo y los acomoda en el buró que está alado de su cama. Incapaz de hacer nada más decide
recostarse ha tenido noches sin dormir, esperará la hora para salir al bosque a vigilar... cierra sus
ojos

— ¿Prometes que te casaras conmigo?...

Alexter abrió sus ojos de golpe, el sol estaba en lo alto, se había quedado dormido, no fue a su cita
con Sebastián y conociendo a su hermano no lo espero ni mucho menos vino por el... «De nuevo esas
palabras, tenía prácticamente años sin escucharla, sigue igual de borroso como un sueño... sigo sin
entenderlo» pensaba, entro a la regadera para darse un baño no podía pensar en sueños absurdos
que estaban volviendo en un momento tan inoportuno debía concentrarse en este día.

Madeleine miraba todo a su alrededor, como todos acomodaban mesas, sillas, manteles, al fondo del
bosque había implementado una capilla al aire libre ahí se llevaría una ceremonia religiosa una
tradición de lobos bajo la luna llena, ella había optado por sentarse en las escaleras, no podía mentir
se sentía nostálgica y desanimada, pero debía mostrar entereza, era eso o que todos se dieran
cuenta de su desdicha y principalmente debía evitar ser vista por don Guillermo.

— Madeleine — escuchó, para su suerte quien le hablada era él, camino hasta ella y se sentó a su
lado — ¿Cómo estás?

— Bien, estoy aquí sorprendida viendo todo como acomodan, arreglan, las flores son hermosas, no
pensé que tendrían todo listo tan rápido — habló intentando verse contenta.

— Todo eso lo arreglo la familia Montenegro, Sofía está feliz y eso es importante, no quiero negarle
esa felicidad — dice serio, ella notó algo, pero prefirió no decir nada — Sé que las cosas han sido
difíciles para ti, si en un momento te sientes incómoda por estar en la boda, puedes hacer lo que
creas mejor para ti — sutilmente le estaba dando permiso de retirarse cuando quisiera.

— Gracias, lo tendré en mente, pero creo que poder compartir este momento con ella — el ex alfa se
paró y camino de regreso a dentro, Madeleine soltó un suspiro largo o intentando con el sacar todo,
pero era inevitable tenía ese nudo en la garganta que la ahogaba.

Miro que Alexter caminaba rumbo al huerto, mejor dicho, rumbo a Gabriela, esa mujer tenía todo lo
que ella deseaba, el amor incondicional de ese lobo., Madeleine entro a la casa para no verse
tentada en seguirlo. Alexter caminó hasta el árbol se detuvo frente a él y acaricio la placa con el
nombre de ella...

— Alexter — la voz de Carlos lo hizo girar.

— Pensé que no vendrías, me has estado huyendo desde que volví — dice serio cruzándose de
brazos.

— No es eso Alexter sabes que tu hermano me tenía ocupado, estas cosas de los lobos contrarios y
ahora la boda de Sofía — se detuvo al pronunciar el nombre de ella, Alexter sabía que él estaba
enamorado perdidamente de ella pero que jamás tuvo el valor de aceptarlo, creyendo que ella lo
rechazaría.

— Entiendo, ahora me puedes explicar ¿Porque Sebastián no cumplió con lo que te pedí? —le
reclamó.

— Lo intente, lo juro, antes que tu padre me mandara fuera él había quedado en que te retaría a un
duelo y esto terminaría de la manera más honrosa, pero tú bueno más bien tu "bestia" cambiaste de
parecer — dice nervioso.

— ¿A que te refieres con eso? — pregunta con seriedad.

— Desde que ella llego las cosas cambiaron, mírate ahora lucido — dice frenándose al soltar lo
ultimo.

— Ella…

— Si ella, Madeleine ¿Dime donde estuviste todo este tiempo? Todo este mes— suspiro
pesadamente.

— ¿Que tiene que ver Madeleine? no entiendo, no sé, desperté en tierras de la manada de Orestes —
gruño Alexter.
— Con la manada maldita, pero como… ellos, ellos no tienen lazos con ninguna manada, me dices
que estuviste ahí y regresaste salvo y sano — dice sorprendido.

— Si, Orestes… él ha cambiado, por un momento he visto a mi amigo de infancia en sus ojos, es un
hombre que el amor está doblegando su carácter — dice acariciando la placa de Gabriela.

— Entonces con eso confirmar mi creencia, el amor puede todo así como hoy estas aquí — dice con
seguridad.

— Lo dices por Gabriela…

— No, lo digo por Madeleine, tu mostraste interés en ella siendo la bestia que eras, ahora estas
lucido… — suelta al fin animado por su relato en tierras de la manada luna de espinas.

— ¿Interés? — su cuerpo se tensó y miro a la placa donde decía Gabriela

— Si de ese tipo de interés... ahora lo que no entiendo es cómo la olvidaste — se cruzó de brazos.

— Ese debe de ser un error, yo no… yo no puedo haber mostrado interés en ella, si yo amo a
Gabriela — dice en voz alta, se freno de golpe sus palabras al recordar la mirada de dolor de
Madeleine, una que entendió hasta ahora — Yo tengo mi destino trazado — dice al final algo perdido
en sus pensamientos, con una de sus manos tapa su ojo derecho siente un dolor fuerte.

— ¿Alexter? preguntó acercándose

— Algo está pasando Carlos, siento que está boda es una trampa — dice con dolor y coraje.

— Una trampa… Sofia — habla preocupado.

— Debemos estar al pendiente de todo, te encargo que vigiles a mi hermana, debes protegerla- —
dice y Carlos asiente, eso no era mucho pedir para él, daría su vida por ella si fuera necesario — De
esta conversación no repitas nada — el otro solo vuelve a asentir y lo deja solo.

Alexter se queda un momento más contemplando el árbol y la placa con el nombre de su amada, una
punzada en su cabeza vuelve a doblegarlo y una opresión en su pecho lo angustia, aun no puede
creer las palabras de Carlos, la mirada de Madeleine se repite en su mente, esa cálida sonrisa que le
ha dedicado, pero sus ojos no los puede olvidar… esa tristeza que en ellos vive y todo gracias a él.

— ¿Qué he hecho Gabriela?...

Capítulo 18
Mi destino esta trazado...

Las cosas al día siguiente estaban patas arriba con los preparativos de la boda, Madeleine observa
todo a su alrededor con detalle desde la última rosa hasta la última servilleta siendo acomodada con
delicadeza, la ceremonia seria a las seis de la tarde, no podía decir que tenía mucho ánimos de
asistir, Alexter se había mantenido alejado de ella sin razón, pero que podía hacer eso era lo mejor,
había pensado que irse sería bueno y lo tenía en mente después de la boda, agradecería todo lo que
el señor Itreque le dio y tomaría sus cosas para buscar un nuevo lugar, lloraría sí que lo haría, no
cabía en su cabeza todo lo que ese hombre había logrado hacerla sentir en el fondo de su corazón
tercamente e inconsciente se había enamorado perdidamente, al grado de considerar que jamás
volverá a sentirse de esa manera «Que me has hecho Alexter» murmuró, entró para alistarse y tener
todo listo para la ceremonia, Madeleine tenía cuatro horas enclaustrada en su habitación, miraba el
vestido colgado ese de tonalidad mágica y encantadora que la hacía sentir especial, pero sin ánimos
de ponérselo y salir.

De que le servía todo eso si aun viéndose hermosa no puede hacer que Alexter la mire de la misma
manera que la miró a ella, sacudió esas ideas dolorosas y empezó a alistarse.

La casa aún era un barullo de voces y personas, la familia del novio habían llegado ocupando las
casas de las afueras Sebastián tenía todo vigilado, al igual que su hermano pensaba que esa boda
era una trampa, pero no tenían argumentos para ir directo con su padre solo eran intuiciones, Carlos
no se separó de Sofia en todo momento como Alexter se lo pido, ella no decía nada, pero podía sentir
la mirada del otro, no diría que le era indiferente pero él se había encargado de alejarla con su
forma de ser, en cambio con su novio se sentía segura y era lo mejor para la manada.

Alexter por su parte se notaba alterado, las palabras de Carlos lo aturdían, él había mostrado interés
y se maldecía más porque no recordaba nada de eso, caminaba por el bosque sin rumbo intentando
despejare y patrullar un poco, paso el círculo de rosas que seguía siendo cuidado por ella, no midió
más sus pasos y dio hasta un arbusto de rosas blanca, en el solo una seguía viva, las demás estaban
marchitas «¿Quién no las ha cuidado a ustedes?» tocó levemente la que aun florecía y una ola de
sensaciones se colaron en su cuerpo, no reconoció el calor que sintió, sacudió de nuevo esos
pensamientos junto a sus ideas locas de querer entender lo que había dicho Carlos, se sintió mal
acaso había manchado el recuerdo de Gabriela, acaso él «Claro que no, yo la amo y me reuniré con
ella» gruño molesto habían pasado tantos años añorando encontrarse con ella que ahora la idea no
estaba fluyendo de la misma manera «¿Porque ahora? ¿Qué ha pasado? ¿Porque no recuerdo nada?
Porque ella ha venido a nublar mis pensamientos ahora con su mirada tierna y llena de dolor porque
ella me ve así, si yo no he hecho nada para merecerlo» unos leves pasos lo hicieron girar un lobo
blanco lo miraba atento... — ¿Sable?— un lobo que creyó perdido en el incendio estaba ahí frente a
él, el lobo salió corriendo en dirección del huerto lo siguió al mismo paso pero se perdió al llegar al
árbol, miro de nuevo la placa que recordaba hasta el último detalle. «Gabriela... aquí es donde
pertenezco» el lobo apareció detrás del árbol se sentó en su cuatro patas mirándolo atento — Es
aquí donde pertenezco sable te creí muerto ¿Por qué has vuelto? — el lobo movió su cola y camino
sutilmente para que lo siguiera al llegar cerca de la casa entre la sombra de los arboles el lobo miro
atento a una ventana, Alexter la reconoció inmediatamente, Madeleine se miraba a lo lejos, el viento
movía su cabello con suavidad llevaba el tierno vestido color azul —¿Porque me haces verla?— el
lobo al escuchar pasos salió corriendo en dirección del bosque.

— ¿Que tanto haces hermano no deberías ya alistarte son cerca de las seis? — Sebastián se paraba a
su lado, miro a Madeleine entrar de vuelta.

— Iré a alistarme — dice el mayor caminando rumbo a la casa.

Madeleine bajo escalón por escalón con cuidado, el atardecer era el escenario perfecto para la boda,
Sebastián la miro bajar atento a su movimiento tendió su mano para que la tomara ella se apoyó en
él y agradeció el gesto él solo le sonrió y siguió su camino hasta llegar a su padre, ella miraba a su al
rededor buscando al mayor, pero sin tener éxito se vio rendida.

— Te vez muy bonita — la voz gruesa y varonil detrás de ella la sorprendió esa que reconocía en
todos sus matices.

— Gracias — dice sin voltear, Alexter caminó dejándola atrás, todos se acomodaron para hacer la
entrada a la ceremonia viéndose sin conocimiento alguno ella no sabía qué hacer.


— Sígueme, seré tu guía de boda — dice en broma Sebastián, ella solo aceptó su ayuda sin quitarle
la vista a Alexter que no la miraba en ningún momento, sintió que su corazón dolía, la ceremonia se
llevaba con calma entró del brazo del alfa ocasionando miradas entre sí y comentarios, miró a Sofia
hermosa con el vestido al entrar de brazo de don Guillermo, Alexter seguía con la mirada baja
perdido, por más que quería cruzar el pasillo y llegar a él, pensando que el sufría internamente al
recordar a ella...

La ceremonia se llevó con calma, Sofia sonreía feliz ante su prometido, Madeleine no perdía los
detalles que hacían mágico el momento en ratos miraba de reojo a Alexter que permanecía tenso,
quería cruzar el pasillo llegar hasta él y tomar su mano para calmar sus pensamientos, porque su
mirada gritaba dolor, inconscientemente comenzó a moverse, hasta que uno de los hombres entro
gritando — ¡Lobos! — eso puso alterados a todos, Sebastián ordenó que corrieran a la casa principal,
Sofia miraba asustada a su alrededor Carlos la tomó en brazos y entro con ella, el novio por su parte
miraba desconcertado a su padre que mantenía la mirada fija en don Guillermo, en un movimiento se
abalanzo sobre él pero antes de poder tocarlo Alexter lo sostuvo en el aire aventándolo lejos, los
lobos contrarios sacaron sus garras en señal de ataque, Madeleine paralizada no sabía que hacer
ocultándose entre las sillas en el suelo, miraba a su al rededor escuchaba a los hombres gruñir uno a
uno, en el suelo la ropa desgarrada de Alexter y su mirada de coraje la tenían frenada, Sebastián la
alzo de un solo movimiento — ¡Corre a la casa ahora! — pero ella seguía sin poner atención seguía
mirando al mayor que ordenaba a sus hombres entonces lo recordó, él podía morir ahí, él podía
encontrar su destino ahora y nunca volverlo a ver.

Alexter corrió entre los árboles, no sabe cómo saco fuerzas para correr en esa dirección tras de él,
Sebastián quiso frenarla, pero dos lobos se dejaron ver entre las sombras y fue detenido, miro como
Madeleine se perdía entre los árboles. — ¡Madeleine! — sus gritos fueron en vano.

Madeleine solo tenía una sola cosa en mente, debía detenerlo él no podía morir, no podía hacerlo sin
saber lo que ella siente, tenía que lograr llegar a él...

Antes de seguir un lobo café salió entre los arboles contra ella, su vestido fue rasgado por las uñas
del lobo al momento de esquivarlo, todo pasaba muy rápido cuando creyó que la atacaría de nuevo
Alexter apareció tomándolo del cuello y cerrando su mano con fuerza a cabo con la vida de este.

— Debes regresar Madeleine es peligroso para ti estar aquí — la ayudo a ponerse de pie.

— No... — la negativa salió con mucha dificultas, sentía que el aire no llega a sus pulmones — Por
favor — dice con dolor apenas audible.

— Madeleine debes irte, corre — él la alejaba al hablar, pero ella se aferró a su camisa con sus
manos en su pecho, recargo su cabeza en él mirando al suelo.

Empezó a llorar desconsolada, su cuerpo temblaba por completo el nudo en su garganta no quería
desaparecer
— Por favor Alexter no mueras — pudo decir al fin, suplicando.

—Madeleine… — Pronuncia su nombre con tristeza.

— Solo... solo no lo hagas por favor vive... — lo decía sin mirarlo, podía ver como sus lágrimas caían
al suelo —Te lo suplico no mueras... yo — tomo aire con fuerza — Yo ... te amo — dice levemente
como un suspiro, apretó con más fuerza sus manos que tomaban su camisa entre ellas, —¡Por favor
no lo hagas, solo no lo hagas…yo te amo! — grito con todas sus fuerzas al grado de sentir que su
garganta ardía, sus palabras salieron con dolor, con miedo y con añoranza de poder detenerlo,
porque no tenía más, si él moría, no tenia nada mas porque vivir, porque su corazón ardía y se partía
en miles de pedazos.

— Madeleine yo... perdóname — escuchó las palabras de Alexter lo entendía, lo sabía él no le


correspondía, cerro sus ojos con fuerzas...

— Lose, yo… yo solo quería decírtelo, sé que no me corresponde, solo que ya no sabía qué hacer con
este sentimiento que me quema por dentro, necesitaba decírtelo, perdóname... sé que tu corazón es
de ella — soltó la camisa de Alexter, sus dedos permanecían entumecidos por la fuerza con la que se
aferró a él, dio un paso atrás sin mirarlo, Alexter dudó en que hacer hasta que miro a su hermano
aparecer corriendo, este entendió todo, tomo de los hombros a Madeleine alejándola.

— vamos a la casa aquí no es seguro — dice el menor, ella sin alzar la vista se dejó guiar.

Alexter los miro perderse, corrió en dirección contraria para encontrarse con su destino de frente
ese que tenía trazado, uno que añoraba desde hace mucho tiempo, pero las palabras de Madeleine
se acomodan aún más dentro de él como piedras.

No mueras…

Yo te amo…

— Mi destino está trazado... perdóname Madeleine.


Capítulo 19
No se pudo cumplir pequeña...

Sebastián y su padre vieron caer el cuerpo inerte de Alexter en el medio de la batalla cubierto de
sangre...

— Padre… — pronuncio con la mirada perdida sus manos temblado por lo que sus ojos miraban, era
un baño de sangre.

— Lo hemos perdido… — contestó con la voz rota, el silencio que siguió a eso calo en el alma de
ambos.

2 horas antes...

Madeleine caminaba de manera automática de regreso a la casa, podía escuchar los pasos de
Sebastián detrás de ella, su vestido se arrastraba sobre la tierra, había perdido uno de los zapatos en
algún momento y ahora llevaba el otro en su mano derecha, el dolor que en su pecho se había colado
la ahogaba aun mas... — Tenias razón… — pronuncio poco audible pero el alfa la había escuchado
claramente, observaba a Madeleine tan vacía, como si su alma se hubiera perdido en ese bosque
inmenso — Él jamás me correspondería... fui una tonta, sigo esperado que me digas ¨te lo dije¨ —
dice amargamente, frenó su paso alzo la vista a la luna que se anunciaba en medio de un par de
estrellas, unas lagrimas recorrieron sus mejillas cerro los ojos y los puños, el vestido le ajustaba
sentía que el aire no le llegaba a los pulmones de manera fluida, tiro el zapato he intento bajarse el
cierre ella sola al ver que no podía cayo en una desesperación que empezó a gritar — ¡Yo sabia…
soy una ton-ta! — no podía hablar con coherencia, fue entonces que en la desesperación de verle
así, tomó el vestido de su espalda y lo rompió dejándola libre, Madeleine con sus rodillas toco el
suelo y grito con desesperación albarazada a la falda del vestido, se miraba tan desecha, su rostro
transformado por el dolor de perder a Alexter, pero a la vez entender que él nunca le amaría como
ella lo hace, el vestido no había caído ya que se mantenía por las mangas a ella, después de unos
minutos pasaba el aire a sus pulmones con fuerza sin importarle quien la viera en ese estado tan
desprolijo.

— No es el momento... — dice Sebastián duramente — Llorar por un amor no correspondido, no


puedo perder el tiempo aquí contigo, mi manada esta en peligro y tu jugando a la valiente en medio
del bosque — hablaba con coraje — ¡Levántate! — ordeno, ella sin decir nada mas lo obedeció — Si
eres una terca, pero aun así no creo que haya estado mal que te enamoraras de él, el corazón es
necio y no nos hace caso aun intentemos cualquier cosa, así que no te lamentes de amar, tú me has
explicado que es lo mejor que nos puede pasar, entonces demuéstramelo —gruño, caminaron hasta
llegar al frente de la casa, don Guillermo se miraba nervioso, Carlos y sus hombres habían
controlado todo y los lobos contrarios estaban a las afueras en el predio de la casa, uno de sus
hombres llego corriendo anunciando que era necesario su presencia, Sebastián encargo a Carlos la
seguridad de todos en la casa y salieron de ahí, Madeleine perdida en sus pensamiento subió hasta
su habitación pero al ver la habitación de Alexter entro y se dejo caer en su cama llorando
desconsolada, sabia que no lo volvería a ver.

Alexter corría en dirección a donde sus hombres peleaban, manteniendo una discusión interna por
las palabras de Madeleine, algo dentro suyo se movía con rabia, un fuerte dolor lo hizo caer al suelo
con sus manos en la tierra cerro sus manos en puños, su mandíbula se tenso, cerro sus ojos con
fuerza al abrirlos uno de sus ojos se torno color amarillo por completo, eso que sentía no era otra
cosa que la bestia buscando lograr el control de su cuerpo... — Basta — gruño, un recuerdo llegó a
su mente… Madeleine frente a él en el bosque, después de ese recuerdos algunos mas se apilaban
duramente en su mente… Madeleine en la cocina, el arbusto de rosas blancas, su sonrisa, sus
lagrimas y esa mirada que le dedico hace un momento — He dicho basta, ¡Detente! —gruñía con
dolor...

— Ella es mía — una voz interrumpió sus pensamientos, comenzó a mirar desesperado a su
alrededor sin poder entender que estaba pasando.

— ¿Quién eres? Esto debe ser una maldita broma… me estoy volviendo loco — gruño desesperado al
no tener una respuesta.

Con todo el coraje retomo su camino, su cuerpo se consumía entre la rabia que crecía a cada paso,
corrió al frente de la batalla donde sus hombres se disputaban su vida contra otra manada, pero él
mismo sostenía una interna por el control de su cuerpo, con esa misma furia ataco a todos su
enemigos destrozándolos en miles de pedazos uno a uno, su misma manada se preocupo al verle de
esa manera tan animal e irracional que uno de sus hombres corrió por su padre y su hermano, no
entendía la actitud tan sádica de su alfa un hombre que se mantuvo cuerdo e irrompible ahora en
sus ojos solo se miraba rabia, deseos de sangre, corto y atravesó a cada uno con sus propias garras,
al sentir miedo de ser atacados la manada de él se retiro al bosque mirándolo confundido y con
miedo, miraban como al ser respondido por los otros con flechas en su cuerpo este las sacaba como
si nada de él y aun así continuaba luchando, lo atravesaban con su garras como cuchillos
apuñalando su cuerpo pero ni así se detuvo, los mato a todos, empezaba a sentirse débil, la perdida
de sangre lo estaba haciendo caer inconsciente... sabia que su destino llegaría miro frente suyo a
Gabriela sonriendo y aun lado de ella la tierna imagen de Madeleine cayo sobre su espalda y miro a
la luna — Perdóname — sus palabra fueron mas que un simple suspiro...

— ¿Que haremos ahora? — pronuncio Sebastián

— Debemos ocultarlo, ocultar a todos esta masacre, él se ha ido, no quiero que nadie hable de él
como una bestia, no quiero que sea así recordado, lo perdimos... — don Guillermo intentaba verse
entero, pero su corazón le dolía, su mayor temor se había cumplido. Sebastián entendía las palabras
de su padre, obedeció absolutamente en todo sin poner resistencia, creyó de igual manera que eso
era lo correcto.
No fue nada difícil darse cuenta que Alexter había muerto en toda la casa se podía sentir el dolor de
cada uno, Sofia se había encerrado en su habitación destrozada, María intentaba mantenerse firmes
para realizar todos los preparativos de la ceremonia, se habían perdido varias vidas en esta batallas,
estos serian incinerados para que sus cenizas se esparcieran en el bosque para estar cerca de sus
seres queridos, ya eran cerca de las cuatro de la mañana cuando todo estaba listo, Madeleine no
pudo asistir, permanecía sentada en el suelo recargada a la cama del mayor con sus piernas
recogidas en su pecho.

— Se ha ido — dice dolor, había pensado que lo que sintió el día de la muerte de su padre no tendría
comparación, pero lo que sentía ahora le estaba arrancando el alma lo poco que queda de ella,
deseaba cerrar sus ojos y que esto fuera una pesadilla, pero no era así.

La ventana estaba levemente abierta, un ligero viento se coló haciendo volar el papel que estaba
sobre el buro, llamo su atención al mirar algunos trazos de colores, tomó con una de sus manos y se
quedo asombrada — No puede ser — murmuro — Este dibujo es mío… —un recuerdo viajo desde el
fondo de su mente, no podía ser, ella no lo recordaba hasta ahora, pero todo tomo sentido, la sonrisa
de Alexter no le era ajena ni mucho menos sus ojos.

— Alexter…

— Dime, enséñame que estas haciendo que te tiene tan entretenida.

— Tu papá y mi papá son buenos amigos…

— Si lo son… ¿Por qué preguntas?

— Lo que pasa es que quiero pedirte algo…

— ¿Qué es? — preguntó curioso al verla tan atenta en lo que hacia.

— Cuando sea mayor me prometes que te casaras conmigo — dijo ella sonriendo.

— ¿Quieres que me case contigo? — dijo contagiado por la alegría de la pequeña.

— Si, mira estos somos tu y yo — le entregó el dibujo, Alexter lo miro con nostalgia — Es para ti,
para que me recuerdes siempre — dice sonriéndole.

— Es muy bonito, siempre te recordare Madeleine…

— Entonces… ¿Te casaras conmigo?

— Claro que si Madeleine, me casare contigo, es una promesa.


— Él, como pude olvidarte… siempre me alegraba cuando te miraba en mi casa, cuando dejaste de ir
me sentí tan triste… llore tanto Alexter hasta que deje de hacerlo… — tomó el papel no pudo evitar
llorar al recordarlo — No se pudo cumplir pequeña — dice mirándolo a la nada, unas cuantas
lagrimas salieron de sus ojos mojando el papel — Sollozó — se abrazo aun mas a su cuerpo y se
quedo ahí... sin esperar nada, sin creer en nada.... ahora que seguía para ella, la soledad estaba en
su destino, ahora no le quedaba nada que la atara a ese mundo.

El bosque se sentía helado pese al fuego de algunas antorchas encendidas que daban luz y calor a la
manada que se reunía para despedir a sus seres queridos.

—Hoy estamos aquí para honrar a quienes se han adelantado en el camino, a quienes ahora miraran
a la luna de cerca, quienes nos cuidaran por las noches y velaran por el bienestar de la manada, han
partido con honor, han peleado con valentía, hoy yo Guillermo Itreque no les digo adiós, sino hasta
pronto.... — con la vara encendida se acercó para que cada uno fuera prendiendo donde yacían los
cuerpos, la ceremonia se llevo con calma, Sebastián miraba a su alrededor, observó por un momento
hacia la ventana de Madeleine que permanecía en plena oscuridad, había pensado en ir a verla pero
se contuvo, no era el momento fue duro con ella, pero era lo mejor...

Después de terminar el ex alfa se acerco hasta él, alejados de la ceremonia donde solo estaban los
dos... Sebastián miro con detalle a su padre que no podía decir nada.

— Has ganado — dice Sebastián, el mayor lo miro con duda — Tu ganas, ahora seré le alfa que esta
manada necesita, seré mas fuerte que estos robles que nos cubren, la tierra temblara bajo mis pies,
cuidare a cada uno de los seres que la conforman, pondré en alto tu nombre— habla con seriedad
una que jamás había visto su padre.

— ¿Sebastián?

— Tendré una familia la buscare, eso haré, todo lo que ahora haga será por amor... yo Sebastián
Itreque cuidare de todos… — antes de que su padre pudiera decir mas Sebastián se perdió entre los
arboles corriendo. Dejándolo confundido por sus palabras, don Guillermo era un hombre inteligente
y no dudaba de las palabras de él, pero los métodos para cumplir su palabra era lo que mas le
preocupa en ese momento, desvió su mirada hacia la ventana de Madeleine que ahora tintineaba una
suave luz de una de las lamparas. Se sintió mal por tenerla en medio de todas sus guerras, había
tenido una esperanza en su corazón que ahora se había esfumado simplemente, Madeleine solo era
una victima de sus deseos. Pero ahora uno de ellos no se podía cumplir y el otro teme que no sea una
buena opción.

Capítulo 20

Los pecados del padre...

Don Guillermo observaba aun la oscuridad del bosque antes que el sol tomara posición en el cielo
iluminando los rastros de una batalla, recordaba todo lo sucedió, la culpa, un sentimiento que
conocía a la perfección hoy lo asechaba con más fuerza, ese que lo hace vivir a medias desde hace
50 años. María entra al estudio donde él buscó refugio.

— Alfa he cumplido sus deseos — dice con seriedad acomodándose su vestido ensangrentado por
curar y ayudar a los mal heridos, aguantando unas cuantas lágrimas en sus ojos.

— Realmente te he hecho sufrir por tantos años acompañándome con mis demonios, esos que un día
más asechan en mi mente y ahora en mis hijos, mis pecados, mi gran pecado de esa noche maldita —
dice con dolor uno que lo desgarra por dentro, golpea en desesperación con su mano derecha el
escritorio donde estaba sentado mirando hacia la ventana.

— Esa noche no era usted, era esa bestia mi señor, yo lo vi, no había en él ningún rastro de su
presencia — dice comenzando a llorar desgastada por el día, tomó asiento porque sus piernas pedían
clemencia.

— Esa maldita bestia... hoy la vi en mi hijo, si hubieras visto lo que yo vi... mi hijo bañado en sangre
matando sin piedad, totalmente sin control racional....— gruño, apretó fuertemente su mandíbula. —
Sebastián me ha prometido ser un alfa excepcional, poner en alto el nombre de la manada, hacer las
cosas con honor, maldita sea si el supiera que yo de honor no conozco nada.... todo lo hice por él.. en
su memoria, inculque a mis hijos en lo que él creía para que no fueran igual a mí un traidor y
cobarde decía muy molesto, se llevó la mano al pecho el dolor producido en su alma podía tentarse.

— Cálmate Guillermo... eras joven — dice con tristeza y desesperación por ver que se alteraba.

-No, María todos estos años hablándoles de honor... y yo no sé lo que es eso — dice al mismo tiempo
que todos los recuerdos reviven en su mente.

50 años atrás...

— Guillermo creo que estamos cerca, este es un excelente lugar para practicar — habla un hombre
rubio de ojos azules, alto, fornido, llevaba el cabello suelto largo hasta los hombros.

— Me parece bien hermano, oye ¿y los pequeños? — pregunto un Joven de escasos 20 años —pensé
que hoy nos acompañarían en la práctica — dijo alegre, antes de poder decir algo más, el mayor lo
freno, detrás suyo apareció un inmenso oso negro molesto por su presencia, Guillermo al verle se
tensó.

— No te muevas... — el rubio analizaba la situación para realizar algún movimiento, por su parte el
menor se movió temeroso de los nervios, dio un paso atrás perdiendo el equilibrio... cayó al suelo...

El oso viendo eso se abalanzo contra él en su desesperación no atino más que a gritar —ALEXTER —
el rubio se transformó dejando a la vista sus garras, envistió al oso protegiendo a su hermano, su
hermano de vida mas no de sangre, Alexter encontrado de pequeño divagando como un lobo sin
manada con escasos 8 años en el frío bosque en diciembre, Guillermo tenía apenas 3 años, pero
desde ese día jamás se separaron, todos querían a Alexter era un hombre de honor y respetuoso,
fuerte capaz de defender a su familia, se había vuelto miembro importante de la manada tanto que el
mismo alfa de la manada Don Guillermo padre lo tenía como parte de su guardia personal en
diferentes viajes, Guillermo lo admiraba. Sin ningún problema mato al oso con sus propias manos.

— Guillermo ¿estás bien? — se sentó a su lado

— si... yo... soy un cobarde —dijo con vergüenza

— No digas eso, el miedo es parte de nosotros no hace sentirnos vivo — dijo serio el rubio.

— Pero tú eres muy fuerte, me gustaría ser como tu...— dijo con lágrimas en sus ojos, Guillermo era
fuerte, le costaba a la hora de la batalla tomar decisiones, pero era capaz de defenderse si
reconociera su capacidad, eso pensaba Alexter de él, le recordaba de pequeño cuando mostraba su
actitud salvaje y aventurera que al paso de los años fue disminuyendo todo por petición de su propio
padre, que temía que Guillermo fuera llevado al límite.

— Siempre escúchame, siempre habrá alguien más fuerte que tú, pero es donde nosotros debemos
luchar para ser mejores, no vuelvas a decirte cobarde, además que tú eres el hombre que deseo que
sin un día mí me pasar algo cuides de mis hijos — Guillermo miro con asombro a su hermano que le
daba uno de los mayores honores entre las manadas — Debemos regresar el alfa tenía reunión con el
consejo y de ahí lo acompañare a un festival por el día de la luna azul, ira tu madre y la mamá de
María — dijo con calma, el menor acepto caminar de vuelta, pero aun apenado por su actitud, se
mantuvo en silencio mirando el suelo al avanzar.


Al llegar el mayor se fue con su padre y la comitiva, él ido en sus pensamientos no sintió la presencia
de uno de los hombres de la manada del norte acercándose.

— Alexter seria buen alfa — dijo seguro.

— Lo seria — dijo Guillermo, él lo creía todos lo pensaban.

— Sí, pero no puede serlo ya que no lleva sangre Itreque en sus venas —dijo con desaire — solo hay
una manera — dijo mirándolo de reojo. Guillermo estaba aún perdido en lo que paso en el bosque,
molesto por su cobardía.

— ¿Cuál? — preguntó con cierta emoción.

— Solo si murieran tu padre y tú, sabes entre los lobos si no hay una persona de sangre, sigue el
hombre de confianza ese que es el más fuerte que puede levantar una manada dolida — dijo con un
cierto tono que Guillermo no entendió en ese momento — Pero bueno eso es pensar mucho —dijo en
broma palmeando su espalda — He terminado con lo que me mandaron aquí, deje provisiones para
un mes, me despido para continuar con mis tareas— se va dejándolo con sus palabras dando vuelta
en su cabeza, pero le resta importancia...

Dos horas después uno de los hombres de la manada entra corriendo informándole que habían
asaltado a sus padre de regreso y los habían matado, eso le hizo un ruido en la cabeza, no podía
procesar todo lo que él decía, sus padre muertos, ¿Cómo era eso posible? si Alexter iba con ellos.

—¿ALEXTER? — preguntó...

La respuesta del hombre fue que él había sido el único sobreviviente la madre de María había
muerto también, los cuerpos de estos eran traídos ayudados por Jorge el aprendiz del consejero de la
manada.

Cayo de rodillas en el suelo, su hombre al verlo así salió de ahí buscando a María... asustado por la
cara tan deformada que mostraba, su cuerpo se tensaba, su lobo se encendía con sed de sangre,
sintiéndose traicionado por su hermano, como era posible que siendo el hombre lobo más fuerte no
había podido defenderlos, él que dejaba en sus manos lo más valioso, su familia una que le abrió su
corazón, las palabras del hombre de la mañana comenzaron a tener sentido y el coraje fluía en él,
sus ojos comenzaron a cambiar mostrando un dorado en ellos, gruño desbocado, salió corriendo,
María intento calmarlo, apenas y podía con su mismo dolor, corrió detrás de él, sabia a donde se
dirigía pero el lobo era más rápido que ella, temiendo miro a Jorge entrar, se abalanzo sobre de él,
diciendo lo que temía, los dos tomaron uno de los caminos más cortos hacia la casa de Alexter.

— No entiendo — hablaba agotada María — ese no era Guillermo sus ojos.

— Era lo que temía el consejero, él siempre me dijo que teníamos que cuidar a Guillermo que nunca
se sobresaltara, por eso Alexter siempre acompañaba a sus padres para evitar que él se viera
envuelto en una batalla porque existe una maldición en los lobos Itreque que solo se da en los alfas
donde por generaciones un lobo bestial se engendra dentro de ellos, a lo que me describes temo que
ha aparecido, de niño mostraba señales — dijo maldiciendo internamente, debía detenerlo antes que
hiciera algo — Por ese mismo motivo salieron de España hace más de cien años, aislados por la
locura de uno de los suyos, se volvió tan atemorizante que mataba por placer.

Alexter miraba a la nada, su amada esposa intentaba calmarlo, se lamentaba no haber podido
defender a quienes le dieron un hogar, pero todo fue una trampa, eran 10 hombres frente suyo que
intento frenar y detener, pensó antes de actuar y ahora se lamentaba no haberlos partido en dos, el
estruendo de los disparos lo hicieron girar para ver el cuerpo del alfa caer, seguido de las dos
mujeres, no pudo hacer nada, estos salieron huyendo aprovechando su conmoción que lo freno, no
pudo hacer nada y se maldecía internamente, no pudo ver a Guillermo no soportaría verle a los ojos,
él un hombre tan fuerte... fue cuando el gruñido de un lobo lo altero, viendo a Guillermo entrar
rompiendo la puerta en mil pedazos, Rosa la mujer de Alexter grito, esta corrió a donde sus hijos
dormían, unos pequeños de 5 y 2 años.

— TU... — gruño desde el fondo de su ser.

— Guillermo — dijo conmocionado de verle así — ¿hermano? — el hombre estaba irreconocible


transformado de su rostro, sus ojos de un amarillo en vuelto en rojo sangre, en ellos solo podía ver
coraje y desolación, su hermano no existía en el cuerpo que esta frente a él.

— Los mataste, tu… — de un solo golpe corto el pecho del mayor, cayó en su espalda por el impacto,
no quería atacarle.

— Yo no tuve la culpa, pero entiendo tu coraje, es el mismo que yo siento — dijo con dolor, pero sus
palabras no llegaban a él, abalanzándose sobre su cuerpo Alexter y Guillermo empezaron una pelea,
el menor peleaba con más agresividad y saña que no había visto en su vida, lo mataría, eso haría lo
podía sentir, Rosa salió asustada, las garras de Guillermo se hundieron en el pecho de Alexter
haciéndolo gritar de dolor desgarrado por completo la carne. Rosa trató de impedir que el lobo
continuara con sus ataques pero era inevitable, Guillermo la tomo del cuello alzándola en el aire,
Alexter pedía clemencia por ella... —¡No Guillermo, por favor ella no! —grito pero fue inevitable de
un solo movimiento abrió una gran herida en ella, esta cayó al suelo con el rostro hacia él, aun con
los ojos abiertos con una expresión de dolor, Alexter pudo ver como la vida se iba de esos ojos claros
que amo desde el primer día que la vio caminar en la plaza acompañada por su madre, al ser menor
de edad tuvo que esperar para poder cortejarla, pero se le otorgó ese regalo y desde entonces había
sido muy feliz a su lado.

Quiso gritar pero la voz no salía, el otro continuo lastimándolo hasta partir su cuerpo, sintiéndose
desangrar... el leve llanto del pequeño de 2 años alerto al lobo miro hacia la habitación...
—Guillermo, son Sebastián y Alexter... tus sobrinos — su voz salía con dificultad. empezaba ahogarse
con su sangre, el lobo camino arrastrando sus piernas hasta la habitación de los pequeños, Alexter
lloraba abrazando a su hermano pequeño Sebastián, el mayor sentía que abandonaba su cuerpo, no
podía hacer nada por sus hijos, de repente el silencio llego, sus hijos ya no lloraban... los había
matado al igual que a su esposa.... el coraje rompía todo su ser, toda bondad que nacía desde su
corazón había muerto, solo quedaba manchas del hombre que algún día fue solo pensaba en
vengarse, su lobo la exigía, la parte insana y enferma pero no podía hacer nada, Alexter susurro
unas últimas palabras — La luna será mi testigo, Guillermo…

Jorge y María habían llegado tarde, Guillermo yacía en el suelo lleno de sangre con la mirada
perdida, sus ojos aun en color amarillo, intentó acercarse a él pero este le huyo, como un animal
herido, María no pudo entrar el olor a sangre la atravesaba, no necesitaba hacerlo para saber lo que
paso... Jorge tomo a Guillermo del brazo hasta que se dejó, sacándolo — María llévalo contigo que
nadie sepa lo que paso aquí, nadie de la mandada, ocúltalo en mi casa, que se bañe iré a hablar con
el consejo de lobos, aquí no pasó nada — él era un buen amigo de Guillermo, ese día le debería más
que su vida.

Llegó al consejo les explico todo lo que paso, lo que temían, estos por su parte se encontraban
contrariados, mandaron a la manada de los Montenegro a arreglar ese desastre, hicieron pasar que
los atacaron y murieron en un incendio Alexter y su familia, los demás fueron llevados y reunidos,
toda la manada Itreque, mientras ellos tomaban una decisión , esa familia era muy importante y de
las más grandes, si decidían el castigo de la muerte para el ahora alfa condenaban a toda la manada,
Jorge los convención en que lo mejor era mandarlos a su lugar en España ahí donde iniciarían todo
de nuevo, preguntaron qué pasaría con Guillermo que ahora no era más que una bestia, él les dijo
que él llegaría ahí como todo el alfa que debe de ser, solo que él se embarcaría en un viaje más
largo, Jorge pensaba con optimismo que él regresaría a la normalidad, había investigado tanto desde
que le dijeron de esa condición, pese a ser humano él amaba todo lo que tuviera que ver con los
hombres lobos y dedicaba su vida a estudiarlos.

Convencieron a toda la manada Itreque de irse, que era lo mejor para ellos, ya que los atacarían si
se quedaban ahí, miles de mentiras se dijeron ese día, pero creyeron que era lo mejor, Guillermo
saldría en un barco un día después acompañado por María y una bella joven, Sofia, que era parte de
las personas de la casa que cocinaba, ella estaría encargada de alimentarlo, el viaje estaba planeado
para durar 9 meses, parando en cada puerto, en ese tiempo dirían que el alfa se preparaba con el
consejo para tomar su posición ante la manada. Así Guillermo se embarcó con todos y sus pecados...
unos que le dolería toda su vida, del cual se arrepentiría...por siempre.

Continuara...
Capítulo 21
Testigo de un genuino amor...

Deseaba irse, Madeleine preparo todo para irse, maletas todo, estaba a punto de salir por aquella
puerta para arrancarse de un tajo todo el dolor que la consumía, el silencio de la casa era tenebroso,
siendo que un día antes era fiesta, se detuvo en la puerta principal, bajo las escaleras y se quedó
mirando al bosque, se sentía pegada al suelo con los pies tan pesados que no avanzaba, no podía dar
un paso, se dejó caer sentándose en el último escalón, maldecía por todo, pero aun así no podía iré,
un leve ruido la alerto, desde el bosque el lobo blanco imponente se acercaba a ella, quedándose
sentado en sus patas traseras frente a ella, la miro a los ojos, ella por inercia lo acaricio y fue bien
recibida, el lobo se dejó ser por ella, atreviéndose lo abrazo y se soltó llorando, no tenía palabras
para describir lo que sentía, pero era tan parecido al sentimiento de consuelo que siempre encontró
en él, cuando se sintió más tranquila se separó y sin decir nada el lobo corrió de regreso al bosque...
fue entonces que decidió quedarse, por más que deseaba irse sabía que pertenecía a ese lugar, algo
en su corazón lo dictaba.

María miraba a su alfa que aun permanecía perdido en sus pensamientos y recuerdos doloroso.

—Deje de atormentarse alfa, eso es algo que no estuvo en su manos, la vida dio tantas vueltas, la
manada ha estado bien desde entonces, la muerte de la señora Gabriela eso fue un accidente — dijo
María, el sol podía verse salir entre los árboles anunciando el nuevo día.

— También lo creí por un tiempo, que eso fue un accidente— sacó de un cajón una carta doblada en
dos — Esta carta me la mando Jorge hace algunos años en ella me dice que el consejo había sido
asesinado, los mismo que me dejaron libre... eso me hizo dudar y a él también — dijo con seriedad
— Días antes de morir me envió un mensaje que solo decía ¨él vive¨ no necesito saber qué es lo que
significa, cuando me entere de su muerte fui enseguida por Madeleine, no podía arriesgarme a que
algo pasara, dudo que su muerte haya sido tan sencilla como un paro cardíaco— dijo mirando a la
nada — Madeleine esa pobre niña que he traído a sufrir aquí, sé que ha llorado hasta el cansancio,
como me atrevo a hacerle daño —dijo molesto.

—¿Entonces? usted piensa que él está vivo… no puede ser un error — puso sus manos en su rostro
tratando de calmar su sorpresa.

— Algo trama, sea quien sea y es en contra de esta manada y sé que es por mi culpa, él siempre fue
más inteligente en las batallas... sé que tiene un plan y uno de ellos es acabar con mis hijos...—no
pudo continuar se sentía sumamente cansado, María al verlo así le pidió que fuera a su habitación, el
día ya había tenido demasiadas emociones.

Al dejarla sola María miro con detalle sus manos aun con rastros de sangre. Se levanto y detuvo su
mirada con detalle en una foto del alfa y su amada esposa, Sofia, mientras caminada hasta su
habitación en su mente recordaba ese eterno viaje en barco y como si lo estuviera viviendo de nuevo
sus recuerdos se apilaron.

— María, ¿Los pequeños lobos los llevaremos?— preguntaba una mujer rubia, de ojos color azules,
cabello ondulado hasta la media espalda, esos pequeños lobos uno negro y otro blanco, los había
encontrado Guillermo en el bosque y dijo que serían un regalo para los hijos de Alexter, María no
quiso dejarlo solos a su suerte así que los llevo con ella en el barco.

—Sí, Sofia por favor ponlos en mi habitación— la joven de no más de 17 años sonrió y obedeció, en
una oportunidad Guillermo fue encerrado en su camarote alejado de todos en lo más profundo del
barco.

Después de diez días de viaje la tripulación se encontraba un poco cansada así que en el primer
puerto que pararon todos fueron a dar una vuelta, en cambio María se quedó... Sofia había
preparado la comida del alfa y se disponía a llevarlo —¿sigue sin comer? — pregunto María mirando
fijamente a la joven.

— Si, pero no te preocupes ya lo hará solo necesito saber qué es lo que le gusta— dijo, por eso María
la había traído, esa mujer era muy optimista y siempre sonreía.

—Sofia... puedo hacerte una pregunta ¿tú quieres al joven Guillermo?— dijo María, ella mostró pena,
bajo su mirada al suelo y su labio temblaba ante una posible respuesta — Tranquila, puedes confiar
en mí, me he dado cuenta en la casa como lo mirabas y no dudaste en venir a este viaje que durara
mucho tiempo — se acercó hasta ella, no se llevaban mucho en edad solo escasos 4 años.

—No puedo negarte que siento algo por él, no sé si algún día él pueda corresponderme, pero sería
muy feliz si así fuera— dijo muy segura.

— Te animarías a hacer algo por él, bueno más bien intentar algo por él— ella movió la cabeza
diciendo que sí con algo de duda, caminaron hasta el camarote, nadie podía entrar, por una rendija
dejaban la comida — Entraremos, no sé cuánto quieras acercarte a él, pero necesitamos que él tenga
contacto con personas y sé que no puedo confiar en nadie más — la otra mujer la escuchaba atenta,
no había cosa que no haría por él, entonces lo hicieron abrieron la puerta, Guillermo se encontraba
arrinconado en una posición muy animal, su cama y todo estaba destruido, Sofia se acercó hacia él
dejando la comida cerca, este le gruño pero ella se mantuvo firme y así pasaron los días, hubo
algunos donde la saco de ahí, otros la empujo y hasta la lastimo, pero ella seguía intentando, hasta
que paso, él fue confiando en ella, poco a poco hablaban, María siempre estaba ahí al pendiente,
cuando empezó a verle con más comportamiento al alfa, los dejaba estar a solas... entonces que ella
fue testigo de un genuino amor que crecía en ellos.


De ese amor años después de tocar tierras, él convertido en el alfa que todos esperaban, nació el
mayor de sus hijos, Sofia le pidió que en honor lo llamara como su hermano Alexter, Guillermo lo
dudo por un momento aun no entendía que había pasado, ese día se había borrado en su cabeza,
decidió que así fuera y 4 años después llego Sebastián, fue entonces que al mirar a sus hijos, en sus
sueños lo atormentaba la imagen de un lobo endemoniado, podía ver como mataba a sangre fría,
hasta entonces María tomo una decisión y le entrego la carta que escribió Jorge una que guardaba
para el día en que él recordara todo y necesitara respuestas, la entrego, fue un golpe duro para él,
por más que ella le decía que se perdonara era inevitable, para lavar sus errores formo a sus hijos
como lo hubiera hecho él, no había forma de limpiar todo el horror, pero trató de que sus hijos no
fueran como él, que jamás fueran una basura como él, que el honor brillara en ellos como su mejor
cualidad, pero esa cruz que eran sus pecados nunca los olvidó... pero entendía que no podía morir,
desea la muerte, pero debía esperar que sus hijos fueran los suficientemente grandes para tomar el
lugar del alfa y así no condenar a toda la manada...Alexter por su parte se parecía tanto a él en su
forma de ser tan bondadosa y noble, se ganó el respeto de todos rápido desde muy pequeño y él
jamás dudo que sería el mejor de los alfas... Sebastián por su parte se escudaba en su hermano para
todo y era su ejemplo a seguir....

—Don Guillermo fue curado con amor el único sentimiento que es real en todos nosotros, el que no
se puede ocultar con ese pudo limpiar sus heridas aunque jamás las pudo olvidar.. ahora que no está
usted señora me temo que él caerá de nuevo....— pronuncio para ella en la calma de su habitación,
mirando a la luna, María recordó todo el viaje y su vida a lado de Sofia como señora de esa casa.

2 meses después...

Madeleine contemplaba al bosque, había querido irse la noche siguiente del trágico día pero algo la
detuvo, algo le impedía salir de ese lugar no sabía si era la nostalgia de alejarse de todo lo que
significaba Alexter, había llorado a mares cada noche, sintió el desgaste de sus sentimientos, don
Guillermo se mantuvo aislado de todos en su habitación y Sebastián se mostraba solemne con ella
tan así que una amistad crecía entre los dos a Madeleine eso la reconfortaba de cierta manera, Sofia
permanecía sumergida en su tristeza después de semejante desilusión, Carlos siempre atento a ella
hasta el último momento. Mientras miraba, el frio de diciembre se hacía sentir cada vez más, la
manada aún no se recuperaba de la perdida de sus seres queridos, se podía sentir, pero todos
intentaban salir adelante con la ayuda de Sebastián como alfa que hacía todo por el bien de la
manada.

—Madeleine— la voz de María la hizo girar hacia ella —¿El frio ha comenzado y ya es algo noche
para que estés aquí afuera?.

— Lo se María, pero dirás que es una tontería a veces pierdo la noción del tiempo cuando contemplo
el bosque es como si algo me llamara ahí dentro— dijo con seriedad, pero con mucho sentimiento.

— Ya veo, no es una tontería ese bosque guarda muchos secretos y sentimientos, pero ahora
deberías ir a dormir— dijo haciendo señales de que entrara, en sus manos llevaba un suéter negro
junto a una pequeña bolsa.

— Si creo que debería ya entrar — entró por la puerta principal.

—Madeleine, gracias por decidir quedarte— dijo ella, la joven solo giro y le sonrió levemente sin
decir nada, se perdió en la oscuridad de la casa hasta entrar a su habitación para seguir
contemplando el bosque desde su ventana.
Podía sentir con urgencia que debía entrar al bosque, pero no deseaba preocupar a nadie y todas las
noches tenia que luchar contra esas ganas de simplemente correr, sentir la tierra bajo sus pies.
Movió la cabeza consiente que de nuevo estaba delirando en sus pensamientos, se retiro de la
ventana y entro al baño a alistarse para dormir.

María emprendió su camino de cada día durante esos 2 meses, no temía adentrarse al bosque
porque Sable era su fiel compañero —Pensé que hoy no vendrías— dijo en voz alta, cumplía cada día
lo que su alfa le mandaba, era puntual en hacerlo cuando ya la casa estaba tranquila, pasaba el árbol
de Gabriela, se metía entre unos inmensos árboles que cerraban el camino, debía llegar hasta una
pequeña casa al fondo donde todos tenían prohibido ir porque fue cerca de esa batalla sangrienta
que condeno tantas vidas y lo creían de mala suerte pisar de nuevo esa tierra, esta tenía sus
ventanas y puerta echas de metal, ahí el alfa guardaba un secreto el más preciado para él. Por eso
ella lo guardaba con recelo, ella siendo la mujer que era, al depositar él su confianza no lo discutía
solo obedecía. Entro con una llave especial, Sable se quedó en la puerta cuidando los alrededores,
ella entró hasta la habitación del fondo, miró con cuidado el cuerpo que yacía en la cama, uno que
no se movía para nada, solo su respiración se podía sentir muy leve, sus heridas estaban por
completo curadas, pero permanecía en un estado inconsciente de la realidad dejó las cosas sobre la
mesa de lado, miro con cuidado el suero que bajaba por su brazo ya que con él lo mantenían
hidratado y alimentaban si podía decirse de esa manera, pero ese hombre era muy fuerte y guardaba
en su corazón la esperanza que despertara — Te he traído este suéter, el frío empieza a calar,
también te he traído algo mira que me lo he robado solo para ti — pausó sus palabras para mirarlo.

— Alexter... ella puede sentirte...

Capítulo 22
A la luz de la luna...

Sebastián miraba fijamente el árbol de Gabriela, no podía sacar de su cabeza las últimas palabras de
su hermano «Así que lo logro» pensó, había pasado ya dos meses, con su padre recluido en su
habitación tenía demasiadas ocupaciones, con Madeleine estaba creciendo una amistad, si de esa
manera puede llamarse ahora, después de ese día de verla así tan rota se sentía culpable, aunque no
lo fuera, la ha escuchado llorar y se siente mal, aprieta sus manos con fuerza de recordar la imagen
de Madeleine ese día en el bosque, tan desesperada y con el corazón destrozado por culpa del amor,
por amar a su hermano.

—Sebastián, ¿Qué tanto piensas? — la voz de su fiel amigo lo trajo de vuelta a la realidad —
Valentina llega hoy — dice muy feliz porque su hermana regresa.

—Esa es muy buena noticia, ya has pedido a tu madre que tenga todo lista para recibirla como se
merece— dice mirando por última vez el árbol para girarse.

—Sí, pero aún no me contestas sigues creyendo que vendrán esos lobos endemoniados, sabes aún no
he podido confirmar de donde nos visitan entre los lobos y los hombres lobos que llegaron ese día no
hay rastros de manadas conocida, a pesar del ataque del líder de los Montenegro—dice con seriedad
dejando de lado su felicidad por la llegada de su hermana.

—Él juro que se sintió atacado por nosotros por ello respondió de esa manera, pero... algo no me
cuadra ¿Sofía como esta? —dice, pero cambia el tema sabía que él estaba al pendiente de ella.

—No dice mucho, su ex prometido y casi esposo la sigue buscando, pero se niega a hablar con él,
está muy molesta y encerrada en ella misma que le saco las palabras muy forzadas— dice con
desesperación.

—Es Sofia cuando se cierra a hablar no hay manera de hacer que cambie de opinión, además que es
entendible...— dice sin ganas, también se estaba desesperando del rol que se había tomado en la
casa desde la muerte de Alexter, camina de regreso hasta la casa, él otro lo ve curioso, pero lo sigue.

Madeleine hacia lo que ya era una costumbre para ella se sentaba a arreglar con calma el círculo de
rosas, sintió que la miraban y ahí estaba quien, el lobo blanco, ese pillo que se metía a su habitación
sin aviso y le ha sacado de sustos, ha agarrado la maña de dormir en su balcón y desaparecer al
punto del alba —Tienes ese tino tan curioso de venir y querer asustarme— dice ella sonriendo, debía
admitir que a lado de este se sentía tranquila, acompañada y segura — ¿ya has comido?, bueno es
necia la pregunta supongo que si debes de cazar en los rincones del bosque— empezó a reír —Quien
me vea me dirá la loca de los lobos por hablar contigo, bueno aunque hablo con hombres lobos...
bueno tú me entiendes— terminó de acomodar el ultimo pedazo donde se había marchitado una
rosa y nacía una pequeña —sabes lo extraño — dice, con sus manos aplasta cuidadosamente para
aplanar la tierra que había movido —No puedo olvidar sus ojos, aun en mis sueños los veo, pero son
esos de tono amarillo los que no me dejan en paz —suspiro, limpio con el dorso de su mano su frente
que acumulaba unas cuantas gotas de sudor.
El lobo la miraba atentamente sentado sobre sus patas traseras moviendo la cola de lado a lado,
cuando ella se puso de pie el lobo se acerca y jala su pantalón por el tobillo ella no entiende, pero
este la jala aún más, no puede creerlo, pero le sigue hasta que se mete entre los árboles, en sus
manos llevaba las herramientas de jardín que tomo prestadas, el camino lo conocía, pero tenía
tiempo sin caminarlo, al fondo estaba ese arbusto de rosas blancas marchito, sintió en su pecho una
opresión, con duda se acercó y lo miro de cerca la imagen de unas cuantas rosas que murieron
estaba aún ahí recordó que su tía le decía que había que podar para que volviera a florecer, saco el
aire de sus pulmones aguantando unas lágrimas comenzó a arreglarlo cuando termino se miraba aún
más triste, acomodo la tierra de su alrededor y se dio cuenta que no tenía agua para echarle, limpio
sus manos y regresó a la casa, entro a la cocina tomo una bandeja y regreso con la atenta mirada de
todos pero nadie dijo nada, cansada llego con el agua y la echó — Te he dejado olvidado, espero que
me perdones de ahora en adelante te cuidare— dice, Madeleine llevaba su cabello recogido con una
mascada color azul soltó el moño para tomar su cabello en una coleta lo dejó en el suelo, pero
cuando quiso tomarla el lobo blanco la tomó y salió corriendo con la mascada en su hocico, no era la
primera vez de su habitación ha sacado toallas de mano, una blusa, mascadas y lazos, así que no
renegó, ni le hablo, sonrió porque era una actitud curiosa, regreso a la casa dando una última
mirada a su arbusto.

El lobo corría brincando entre los arboles con la mascada azul en su hocicó, recorrió una larga
distancia hasta llegar a esa casa que parecía de seguridad, miró con cuidado y subió al techo, una de
las ventanas estaba abierta de entre las rejas se escabullía y podía pasar sin problema llegaba hasta
él, ese hombre que permanecía inerte en la cama, acomodo su hocico en la mano libre para sentir
una leve caricia y dejar lo que a hurtado, después volvió corriendo a la casa a divisar donde estaba
esa mujer que lo cautivaba como la luna, manteniéndose al margen de la casa solo para cuidar de
ella.

Madeleine tomaba un largo baño para relajarse de esa mañana de jardinería, salió acomodando una
toalla alrededor de su cuerpo con otra secaba sutilmente su cabello, se cambió poniéndose cómoda
con una blusa blanca con un suéter azul cielo y un pantalón de mezclilla prefirió ir así sin tanto
arreglo, no podía evitar estar cayendo en una depresión constante aunque intentara sacar su mejor
sonrisa ante todos, dejo su cabello secar en el ambiente y bajo a la cocina, la hora lo permitía ya que
por las noches un frío empezaba a marcar la llegada del invierno. María preparaba todo, su hija hoy
llegaba no podía ocultar su felicidad, después de esos meses tan rudos ella se merecía eso y más,
pensó al verla.

—No deberías salir con el cabello aun mojado Madeleine— Sebastián le decía mirándola con los
brazos cruzados.

—El clima es agradable, pero gracias por preocuparte por mí—dice con calma —María está muy
contenta— dice y se acomoda para verla desde la puerta junto con el alfa.

—Sí, tiene tiempo sin ver a Valentina se sintió mucho su ausencia ella llena con su peculiar forma de
ser tan alegre el silencio de esta casa— dice sin quitarle la vista a María, no podía negarse que
siente mucho cariño por ella, Madeleine juraría a ver visto un brillo en sus ojos cuando la menciono
— Ustedes dos se caerán bien, ella también piensa que el amor es lo mejor del mundo —dice
sonriendo de lado.

— Es de las mías entonces— sonríe, había empezado a entender la forma tan peculiar de ser de
Sebastián, frío, pero con tintes cálidos, pero muy… muy en el fondo y un poco de broma en sus
palabras.

— Así es, no debe de tardar quedo Carlos de ir por ella las 3:00 a la terminar de autobuses, el
camino esta como a unas dos horas y media si se quedaron comprando cosas, pienso que a las 5:30
estarán aquí, iré a ver a mi padre—se despide, Madeleine lo observa caminar rumbo a las escaleras
la falta de Alexter le pesa se puede sentir, pero eso es algo que no aceptaría.

Llego la hora todos se acomodaron para recibir a Valentina en la entrada, María se notaba ansiosa
Carlos bajó saludando a todos muy al modo de él y del otro lado bajo una mujer alta de cabellos
rizados color negro, piel blanca como la leche muy bonita muy como muñeca ojos grandes color miel
y pestañas abundantes, lleva un hermoso vestido blanco corte clásico hasta las rodillas y un suéter
rosa que resalta el color de su cabello, María corrió a abrazarle, Sofia al fin salió de su encierro y la
recibió igual muy alegre, Sebastián por su parte se notaba tranquilo sin quitarle la vista de encima,
ella voltio a verle y con una hermosa sonrisa llena de sentimientos se dirigió a el — Lobo amargado—
dice en voz alta y a continuación lo abrazó siendo bien recibida por ese hombre arrogante, no dijo
nada, ella le dedico una mirada a Madeleine — ¿Y tú eres? — pregunto curiosa.

—Ella es Madeleine su padre era muy amigo de mi papá, tiene unos meses siendo parte de la
familia— eso último que dijo el mayor ocasiono una calidez dentro de Madeleine, mirando a
Valentina y desviando un poco su vista a los ojos de Sebastián, le recordó el día que había puesto un
pie ahí y este no fue muy cálido en su recibimiento, será que ahora han pasado por tanto.

— Mucho gusto Valentina todos me han platicado un poco de ti— ella extendió su mano, pero la otra
no dudo en abrazarla.

— Un gusto, espero que este no te haya tratado tan mal porque es un ogro si se lo propone— dice
con alegría, mucha verdad en sus palabras a pesar de que fueran con tintes de broma, esas que no le
gustó mucho a Sebastián.

— No hagas que me arrepienta de sentirme feliz que regreses Valentina— dice el alfa, ella se separó
de Madeleine voltio hacia él y le saco la lengua como si de una niña se tratara, el otro solo abrió los
ojos en sorpresa.
—¿ Y don Guillermo?— preguntó, Sebastián movió su cabeza y ella entendió, Carlos en el camino le
contó las cosas que sucedieron, Valentina es muy alegre y positiva intenta ser fuerte para su madre
y todos los que la rodean no veras en ella una cara larga o triste eso se lo guarda para sí misma en
momentos donde está sola, sabe que al ser una mujer lobo debe de ser fuerte eso es algo que su
padre le marco mucho, no ser una débil y dulce dama en peligro si no toda una guerrera, esas ideas
no las compartía su madre, pero no discutía el tema.

— Entremos que la cena esta lista— dice muy alegre María, todos siguieron a la mujer, Sebastián
miró por un momento al bosque donde su fiel amigo lo observaba, entro con una sonrisa en sus
labios.

La cena se llevó con calma Valentina contaba de sus experiencia en el instituto decidió estudiar
diseño de moda harta de no encontrar ropa para ella, no es que sea muy gordita y batallara por su
talla, pero en estos tiempo no es precisamente bonita la ropa sino más bien algo sin estilo, es una
mujer ocurrente hacía reír a todos hasta al alfa que la miraba con gusto, Madeleine ayudo a juntar
los platos de la mesa y procedió a lavarlo, María insistió en hacerlo ella pero esta le dijo que
disfrutara de su hija, después de unos minutos Sebastián entro con el ultimo plato de la mesa, tomo
una tolla de cocina y ayudo a Madeleine a secarles sin decir nada.

—Te he visto en el jardín en la mañana, me da gusto que ahora salgas más y te veas más cómoda con
nosotros— dice secando uno a uno los platos.

—Sí, me he sentido de humor no puedo negarte que me pesa aun mirar todo, pero es bueno para mi
continuar— dice, un mechón de su cabello suelto se acomodó en su rostro intentaba con el dorso de
su mano acomodarlo hacia atrás, pero solo logro llenarse de jabón su ceja se quedó inmóvil ya que
un poco entro en su ojo — ¡ay! me arde…— se quejó sacudiendo sus manos con desesperación.

—Espera no te muevas...— al verle así Sebastián mojo una servilleta pequeña de trapo y limpio con
cuidado su rostro, esta se movía por que el ojo le ardía — Tranquila ya pasa espera —terminó y abrió
la llave el agua empezó a correr tomó sus manos enjabonas colocándolas debajo para que estas se
limpiasen, después le mojo su rostro para quitar todo rastro de jabón — ¿listo? —dice él
asegurándose que esta bien.

—Sí, gracias— secó su rostro con cuidado — Creo que me molestara solo un rato— sonrió.

—Deja que yo termine esto, aléjate del jabón mejor seca los platos— le lanzo la toalla, ella la cacho y
cambiaron de rol.
Todo sucedía ya en silencio pero Valentina había visto la escena tan familiar y con roses íntimos
entre los dos, no pudo evitar sentir que su corazón se oprimía por eso, Sebastián tenía años
significando un gran dolor en su pecho, ocultó en un sentimiento de amistad y hermandad, trató de
olvidarle lejos e inventarse mil excusas para no pisar de nuevo esa casa hasta lograr su cometido,
curso tras curso en el instituto, pero viendo esa escena se dio cuenta que no era así, que nunca lo
fue y que jamás lo podría sacar desde el fondo de su corazón, porque le quería, le amaba en secreto,
consiente que su presencia no sería buena ahí dentro regresó por donde vino, camino hasta salir de
la casa y adentrarse en el bosque solo para que esas lagrimas no le traicionarían frente a su madre
o hermano, camino hasta esa inmensa raíz que salía de uno de los arboles más viejos ese que era su
cómplice y confidente en las noches de pena, se quedó ahí cubriendo su rostro tratando de
controlarse y regresar como si nada, unos ligeros pasos entre la hierba llamó su atención alzo la
vista y ahí estaba el dueño de ellas, ese lobo ... ese que por años la ha visto ahí llorar — Aún es
nuestra costumbre, no es así, encontrarnos bajo este inmenso árbol de noche a la luz de la luna—
dice ella limpiando sus lágrimas, el lobo la miro por un largo momento y después simplemente se
perdió, ella tomo el valor de volver a casa y fingir como tan fácil se le daba.

Capítulo 23
Lobo gris...

Un paisaje desolador, cientos de casas abandonadas alrededor de una casa antigua, nadie, pero
nadie en su sano juicio pone un pie ahí si no es bienvenido, miles de leyendas adornar a esa casa una
de tantas que vive un lobo gris uno que es capaz de matar sin piedad, de atravesar con sus mirada a
quien se ponga frente suyo, enorme e intocable, otros que las almas en pena de quienes murieron
ahí rondan sin parar en las noches aclamando piedad de su captor y verdugo...

—Señor hemos dejado un grupo de lobos infiltrados en las tierras de los Itreque, las cosas no
salieron como lo planeábamos hace meses nos confiamos pensamos que ellos no...—el hombre que
hablaba freno sus palabras al no escuchar nada del otro lado de la habitación, se sintió tonto parado
ahí hablando solo a una puerta — si no es el momento señor yo puedo retirarme — dijo, la puerta se
abrió lentamente crujiendo, entendió entonces que debía pasar, el hombre pelirrojo con barba larga,
no era un debilucho al contrario era fuerte e imponente, pero el que lo recibía del otro lado daba
más que miedo, terror , camino a paso firme pero con un toque de cautela.

—Ese día no fue un error— la voz grave del imponente hombre sentado dándole la espalda lo hizo
vibrar — llegue al punto que quiera, ahora se retuerce de culpa yo no acabare con sus hijos... él
mismo lo hará... lo haré que llegue a su límite — dijo de manera pausada sintiendo cada una de las
palabras desde sus viseras con rencor.
—Aun no entiendo por qué ... lobo gris— dijo con duda él, si era verdad que tenía años a su merced
pagado con poder y dinero algo que un hombre tan ruin no negaba en aceptar, harto de cumplir con
órdenes de alfas y ser un beta cualquiera sin crecer se apartó de eso y este hombre que tenía frente
a él le ofreció lo que tanto deseaba, pero tenía curiosidad de porqué, que era lo que lo movía, no
tenía un nombre todos los conocían como el lobo gris, unas cicatrices de garras en sus rostro se
dividían de lado a lado, una mirada fría e describible un ser sin corazón y sin piedad que poco salía
de su escondite, maquiavélico eso era el lobo gris un monstro esperando salir uno asechando a su
presa esperando el momento perfecto de atacar.

—Preocúpate por el dinero que te daré y las tierras que serán tuyas— gruño en respuesta la bestia al
mando, él otro entendió el mensaje y lo dejo solo, — Pronto nos volveremos a ver...— dijo en voz alta
el hombre lleno de venganza y rencor, jamás olvida esa noche, ni su mente ni su corazón la olvida,
sabe que su corazón late solo por esa promesa que firmo con sangre, Esa noche donde murió el
hombre, el honorable y gentil padre de familia y llegó este quien ahora respira solo por cumplir su
venganza, no descansara hasta que eso se haga realidad.

Madeleine se despertó muy temprano como todos esos días donde necesitaba solo levantarse de la
cama, dormir había dejado de ser algo fácil en su vida, así que entraba en automático en sus
actividades desde muy temprano, desde ese día donde fueron marcados por la tristeza la mayoría de
la manada se mantenía aislada de la casa principal ella no entendía, pero si escuchaba cuchichiar a
algunos el nombre de Alexter no quiso averiguar cómo había muerto tampoco es algo que quiera
imaginar, en su cabeza se quedaría con el recuerdo de verle bien y sus últimas palabras. Con eso la
cocina se había vuelto a quedar sin personal entonces ella entro al rol de las comidas, bajo a la
cocina y en ella estaba Valentina sentada leyendo un libro alzo la vista y le dedico una ligera sonrisa.

—Buenos días Madeleine— dijo con una sonrisa en sus labios

—Buen día Valentina ya has desayunado— dijo ella acomodándose el mandil

— Aún no, pero he escuchado que preparas muy rico el desayuno, a mí no se me da mucho la verdad,
aunque no parezca— dijo ella riendo. Madeleine ríe ante la manera tan peculiar de expresarse de
ella misma

— Bien entonces unos ricos hot cakes serán bien recibidos, quiero ir por un poco de frutas al
huerto— dijo Madeleine tomando una pequeña canasta para traer la fruta.

—Entonces déjame que te acompañe sirve y me doy una vuelta— dijo poniéndose de pie, las dos
salieron de la casa platicando y compartiendo temas de la casa, Valentina le contaba de su niñez
entre esos inmensos arboles de como jugaba a las escondidas con Sebastián y Alexter, al nombrar a
ese último ella cayó en una nostalgia muy palpable — Él era un sol en esta casa, Sebastián lo
admiraba mucho, su manera de ver la vida siempre fue optimista, fue valiente y sobre todo un gran
líder, encontré en él un gran conversador y sobre todo siempre creyó en mi — termino de decir
Valentina algo animaba y con cierta nostalgia mirando los arboles a tu alrededor.

Madeleine al escucharla con tanta familiaridad hablar del mayor en su corazón se instaló un
sentimiento de envidia por esos momentos que ella compartió fue entonces que aprovechando se
animó a hablar de él a escasos metros del árbol de Gabriela

— Él no hablaba mucho cuando lo conocí, pero si compartí con el momentos interesantes— dijo para
no adentrarse en su corazón y sus verdaderos sentimientos.

—Así que te toco conocerlo un poco más salvaje, mira que ese hombre era sumamente caballeroso
pero también era una bestia no me refiero a cuando quedó sumergido en ello si no antes, la forma en
que se imponerse era majestuosa— dijo ella sacudiendo sus manos, se detuvo al ver en los ojos de
Madeleine nostalgia — Pero creo que eso tú lo sabes mejor no es así… —termino de decir cuando se
quedaron paradas frente al árbol de Gabriela, desvió la mirada ante ese imponente roble y leyó con
cuidado las letras, Madeleine apretaba en puños sus manos a los costados.

—Él fue bueno conmigo, al inicio no nos conocimos de la mejor manera pero él siempre me trato
bien—paso su mano derecha sobre su pecho y acaricio su brazo izquierdo tratando de que su mente
se perdiera y diera indicios de sus verdaderos sentimientos.

— Ya veo, podía cautivarte de maneras inexplicables, cuando conoció a Gabriela a él no le intereso


en un inicio, fue chistoso como ella hizo hasta lo último para llamar su atención, él era seco y
cortante con ella todos no entendíamos porque, se escudaba diciendo que tenía una promesa que
cumplir, entonces ese mismo año doña Sofia murió el apenas y tenía 17 años, viendo a su padre caer
en una severa depresión se miró inmiscuido en todo el rol del alfa y Gabriela se volvió una buena
compañera hasta llegar a ganarse su corazón— suspiro recordando todo eso, las palabras de
Valentina en ella hacían ruido en su cabeza — Cuando Gabriela murió lo vi sufrir y caer en un
abismo sin vuelta atrás, se volvió intransigente, intolerante y amenazante para todos, ese día
recuerdo que se levantó una alerta de extraños cerca de la casa grande él vivía con Gabriela a las
afueras en una pequeña casa fue que él salió de ahí y un incendio acabo con la casa con ella dentro
eso mato al Alexter caballeroso y amable lo vi llenarse de venganza en su alma y simplemente acabo
con todos ellos, los busco hasta cumplirlo, mantuvo la promesa de reunirse con ella y creo que lo
logro— dijo Valentina y acaricio el árbol — Una trágica historia de amor— dijo casi apenas audible,
pero Madeleine la escucho claramente.

Madeleine seguía mirando el árbol y las palabras escritas en la lápida, trágico lo que su corazón
vivía cada vez que se hablaba de él, trágico sentirse hundir en la tierra misma rechazada, trágico
sentir que jamás podría borrarlo de su mente y sacarlo de su corazón eso era trágico vivir a fuerzas,
vivir obligada sin esperanzas de volver amar.

—Creo que ella es afortunada, puede tenerlo a su lado para siempre— sus palabras iban cargadas de
dolor, de mentira y de rabia, no podía creerlo sentía celos de una mujer que nunca conoció de una
que fue una mártir en una guerra de lobos, pero que podía hacer ella amaba a ese hombre aun
después de muerto y lo confirmaba hoy más — Vamos a la casa que debo cocinar, gracias por
hablarme de él— dijo caminando sin esperarla.

Valentina la observó, ella no pudo negar que reconocía esa mirada en Madeleine claro que lo hacía
era una que jamás dejaba de ver en su rostro —Así que es una maldición amarlos— dijo Valentina en
voz alta, camino mirando por último al árbol noto que no había ninguna que señalara los restos de
Alexter y eso la intrigo un poco.

María había salido como de costumbre muy temprano a revisar al hombre que se mantenía
sucumbido en el silencio de sus pensamientos, aun inerte y con una ligera respiración, estaba ahí
observándolo sentada desde su silla donde lo vigilaba antes de regresar —sabes estoy muy
preocupaba por tu padre él te necesita, Sebastián no podrá solo, el necesita que tu vuelvas y estés
bien para afrontar lo que se viene, algo aquí dentro Alexter me dice que la calma no llegara aun para
nuestra manada, sé que piensas que Sebastián es fuerte y capaz, pero en esto deben los dos estar
juntos— suspiro entrelazando sus manos sobre su piernas —Ella me preocupa la veo cada día más
apagada, tu hermano está al pendiente de ella, pero hay dolores que no se pueden curar tan fácil—
miró al techo buscando una respuesta a todo lo que en su mente pasaba... pensando que no era
escuchada, se paró y se despido de él besando su frente — Regresa Alexter te necesitamos —lo dejo
solo...él vivía en un sueño continuo uno que se repetía sin parar, escuchaba lo que lo rodeaba, pero
no podía moverse ni hablar, se sentía pegado a la cama escuchaba las palabras de María, sentía la
presencia de Sable y un aroma a tierra mojada y rosas lo invadía muy dentro de sus pulmones...pero
sin poder reconocer a quien pertenecía.

— ALEXTER — una voz más visceral y gruesa que la suya esa misma que en su mente abrió paso el
día de su muerte se dejó escuchar nuevamente.

— Tú… ¿porque no morí? era mi destino y tu no — dijo de nuevo a la voz que se escuchaba y se
repetía tanta veces sin tener éxito, se miraba de pie en medio del bosque, una inmensa oscuridad no
le permitía ver con claridad no distinguía nada solo esa voz — ¡Dime! — exigió, pero la voz se
apagaba cada vez que llegaban a ese punto, todo volvía a ser oscuro de nuevo por más que deseaba
levantarse de ahí su cuerpo no respondía, sus ojos no los podía abrir y todo se repetía de nuevo.

Sebastián miraba unos papeles sobre su escritorio con su papa aun recluido en sí mismo las cosas no
estaban fluyendo tan bien, la noche estaba cerca para terminar un día más, suspiro cansado de leer
y leer sin encontrar una solución a sus problemas debía rápido descubrir quien los tenía en la mira si
no seguiría perdiendo miembros de su manada por gusto de algún enemigo sin nombre.

—Interrumpo— la suave voz de Madeleine en la puerta lo hizo alzar la vista señalo que podía pasar,
traía consigo una charola — No te vi desayunar y mucho menos comer, por eso te traje algo para que
comas, no está bien Sebastián, si no te alimentas no podrías cumplir con tus obligaciones —dijo
poniéndola frente a él, la observa por un rato.
—No debiste molestarte, pero muchas gracias—volteo a verle, Madeleine era linda y agradable no lo
podía negar y con sus ideas del amor había abierto un camino que el cerro —¿Estas bien?
—preguntó, suavemente coloco su mano sobre la de ella para llamar su atención.

—Sí, solo he tenido malas noches espero hoy poder dormir mejor— dijo ella con una ligera sonrisa, él
no retiro su mano de sobre la suya, Valentina entro sin avisar y se topó con esa imagen, Madeleine
se separó de Sebastián y se despidió de ambos — Bueno te dejo eso y espero que cenes, permiso
Valentina hasta mañana — recibió un saludo de la mujer mencionada.

—Veo que hay una amistad rara entre ustedes y me sorprende de ti hombre soberbio — dijo en
broma aguantando el revuelo de emociones en su interior

—Deja eso, Madeleine es una excelente persona—dijo el volviendo a sus papeles, las palabras la
sacudieron.

—Vamos puedes aceptarlo conmigo ¿Te gusta? — preguntó quería saberlo debía saberlo.

—Es linda, existe algo más profundo en mi tratar si es lo que quieres saber además que le debo
algo… — dijo dándole un sorbo al té que le había llevado en la charola.

—Ya veo, pero si es linda y muy agradable creo que sería excelente pareja de un hombre como tú, si
te decides algún día en aceptarlo, bueno digamos que sé que cuidaría de ti— dijo, oculto el dolor,
amaba a Sebastián tanto como para alegrarse de su felicidad lo poco que observo de Madeleine le
bastaba para ver su calidad de ser humano.

—Lo tomare en cuenta— sonríe el mayor — y tú ¿encontraste el amor en México?>> preguntó para
cambiar el tema.

—El amor, lo encontré, de eso no tengo duda— dijo intentando sonreír sus piernas le temblaban al
pronunciar esas palabras, Sebastián la miro a los ojos guardando silencio.

—Ya veo pues espero conocer al afortunado — dijo, antes de poder terminar Valentina se despedía.

—No, claro que no, lo espantarías con tu forma de ser, pero ya veremos capaz y un día me animo, te
dejo entonces te veo después Sebastián— salió de ahí a paso rápido y constante, camino hasta su
habitación entro al baño abrió la regadera y aunque el agua estaba helada se metió debajo el chorro
para ahogar su llanto, se sentía desesperada y necesitaba desahogarse tal vez su estancia ahí no
puede ser más tiempo de lo que planeo.

Madeleine miraba a la luna recordaba las palabras de Valentina sobre Alexter —Creo que debería
dejarte ir, debo continuar Alexter, aunque me duela, es lo mejor... perdóname, pero he decidido
guardarte muy dentro de mí...— dijo al aire a la luna y ante el único espectador que la miraba en
silencio.

Capítulo 24
Debo irme...

Alexter corría sin parar entre los arboles corría detrás de Gabriela —Espera, Gabriela detente —
alzaba su mano tratando de alcanzarla, pero cada vez era imposible se detuvo observó como su
cabello se movía a la par del aire sacudiéndose suavemente, vestida con ese vestido verde que tanto
le gustaba en ella...

— Prometes que te casaras conmigo...

De nuevo esa voz que no podía descifrar en su cabeza, la del sueño —¿Por qué? — se quedó parado
en medio del bosque miro entre los arboles una vez más y ahí en medio de toda una pequeña luz
brillaba, la voz de sus sueños provenía de ahí...

— Alexter…— un gruñido detrás de él lo hizo girar, detrás de él estaba un lobo blanco imponente
muy parecido a su Sable, pero con los ojos diferentes uno color amarillo y el otro rojo como la
sangre.

— ¡Esto debe de ser una maldita broma tú no puedes hablar! — renegó hacia el lobo blanco que solo
lo miraba fijamente.

— Pero lo hago, aunque más bien tú eres el que me puedes escuchar — volvió esa voz gruesa a
pronunciarse, pero el lobo no movía su hocico ni se movía solo le seguía viendo fijamente.

—¿Qué quieres de mí? — dijo cansado, eso se repetía una y otra vez era interminable.

— Recuerdas cuando regresaste lucido...— afirmó la voz


—Cuando desperté lejos de las tierras de la manada— dijo pensativo mirando a la nada

—Creíste haber domado a la bestia no es así — volvió a afirmar, hablaba de todos sus pensamientos
y dudas con una facilidad pensó Alexter

—¿A qué vienes con esto? regrese a medias sin recuerdos...— gruño

— Por favor vive… ¡quédate! No mueras...

La suave voz de Madeleine lo hizo voltear de nuevo a su espalda ahí estaba ella vestida como ese
día, se miraba frágil, rota, su cuerpo temblaba podía sentir su dolor...

— ¡Basta! Deja de torturarme — gritó hacia el lobo, pero este ya no estaba... — Perdóname
Madeleine— dijo levemente casi como un suspiro.

— ¿Alexter dime... porque aun sigues con vida?...

Se quedó callado ante la pregunta del otro, no sabía que decir no podía decir nada por más que él
mismo se lo preguntaba no encontraba esa respuesta el aún vivía por capricho, pensó, pero capricho
de quien... entonces escucho un grito desgarrador que podía palpar el miedo... este le recorrió el
cuerpo con un escalofrió.

Sebastián miraba a la nada pensando, las fechas de celebración de la época estaba a la vuelta de la
esquina y sabía que debía hacer algo para que festejar y dar un momento de alegría a todos, miro a
Madeleine salir como de costumbre por la mañana con sus herramientas de jardinera.

—Sofia al fin ha salido de su habitación—dijo triunfante Carlos entrando al estudio de su alfa.

—Me da gusto escuchar eso— dijo sin quitarle la vista de encima a ella, su amigo se aceró y miró
hacia la misma dirección.

— ¿Dime que interés tienes ahora por ella? — preguntó con mucha curiosidad.

—Interés... — suspiro y regreso de nuevo a su escritorio.


—Sí, interés dime ¿te gusta? — dijo serio.

—Tú y Valentina hacen las mismas preguntas innecesarias— bufo acomodándose el saco.

—Mi hermana ella...eso no es bueno—dijo serio, el otro lo miro con duda

—A qué viene ese comentario — dijo sentándose

—No nada, son cosas mías, pero no me has contestado— regresa al tema ocasionado otra mirada
dura de su alfa.

—Me siento culpable de su pena no fui muy bueno con ella cuando llego— dijo buscando entre sus
papeles.

—Así que tienes corazón después de todo— dijo riendo

—Deja esos temas y dime que has averiguado— gruño

—Bien, investigue como quedamos en las demás manadas y si hay algo que me intriga, han
mencionado en todos lados a un lobo gris uno que es poderoso e imparable, pero no sé si él este
detrás de nuestros ataques porque no entiendo cuál sería el lazo con nosotros—dijo rápido y sin
sentido porque aún no acomodaba sus ideas

—Yo escuche de ese lobo gris en México...— la voz de Valentina interrumpió a ese par, parada en la
puerta mirando a los dos hombres que no decían nada — Cuando estuve ahí investigue un poco,
sabes que no estoy muy convencida de la muerte de nuestro padre — señalo a Carlos — Ese lobo es
muy temido, acabó con un grupo de lobos que eran parte del consejo, entre los chismes de todos
existe uno que me llamo la atención hablan de la maldición del lobo gris que juro venganza, pero
nadie me sabe decir quien es, es más un día alguien me platico de que tu familia y la manada huyo
sin sentido de ahí, todo fue muy rápido, me dijeron de la muerte de tus abuelos… — ella hablaba de
todo lo que escucho e investigo, Sebastián la miraba con tranquilidad, así era ella nadie podía
frenarla cuando una idea se metía en su cabeza.
—Debemos…— antes de que pudiera continuar Sebastián, el grito de Madeleine los hizo alertarse,
los tres salieron corriendo de ahí —Valentina ni se...— antes de poder decir algo está ya había
entrado al bosque con ellos.

Corrían de prisa hasta llegar al círculo de rosas, Madeleine temblaba en el suelo, pero fue hasta ver
a un lobo imponente de color rojizo se acomodaron frente a ella, Valentina abrazo a Madeleine y la
levanto para sacarla de ahí, miro un hilo de sangre entre sus manos donde aún apretaba entre ellas
las tijeras para podar al parecer había sido atacada y se defendió, el lobo los seguía observando una
herida en su mandíbula escurría un par de gotas, cuando quiso caminar lejos de ahí otro salió de
entre las sombras del árbol, fue cuando se abalanzo sobre ellas que Valentina cubrió el rostro de
Madeleine con su brazo derecho para que este no la lastimara, clavo sus colmillos en la piel de
Valentina, ella aguanto el tirón de los dientes sin quejarse ....el lobo dio un paso atrás y antes de
poder seguir atacándola un lobo negro lo tomo del cuello alejándola de ella, el lobo se impuso ante el
otro cortando el cuello y arrancando el pelaje.

— Sombra— dijo Sebastián llamando a su lobo ese que permanecía como su nombre solo entre las
sombras, no se dejaba ver solo si sentía que él estaba en peligro observó la sangre que salía del
brazo de Valentina, ella lo llevo a su pecho para contener la hemorragia, el lobo rojizo salió
corriendo de ahí sin tiempo de ser atacado — Carlos llévate a Madeleine ahora — ordenó, antes de
poder el acercarse a su hermano miro a su alfa y tomo a Madeleine en brazos y salió de ahí a prisa,
Valentina suspiro pesadamente y camino de regreso a la casa, Sebastián intento detenerla pero esa
mujer es terca.

—Estoy bien, necesitas ir con los demás y pedirles que revisen el perímetro, ellos no debieron entrar
con tanta facilidad Sebastián— el otro no decía nada solo la observaba, al no escucharlo ella se giró
hacia él, se percató de Sombra que aún estaba ahí también mirándola — Debes ir, corre, ellos
saldrán limpios de aquí — dijo aun sosteniendo su brazo.

—Eres necia y terca— dijo él, la intento tomar en brazos.

—Basta Sebastián puedo caminar te lo he dicho, además que ya no soy una niña… ya no vas a poder
cargarme como cuando niños— pero no sirvió de nada él ya la llevaba encima.

—Maldita sea Valentina sabes que soy un hombre lobo, además quien te cargaba de niños de vuelta
a la casa cuando ya no querías caminar porque te cansaste de subir en los arboles— dijo él,
caminado con ella de regreso, no decía nada su corazón se desbocaba a cada paso, esa cercanía la
ponía demasiado nerviosa, sombra caminaba a la par, hasta llegar cerca de la casa se perdió de
nuevo.
—Pero estoy bien...— dijo al final ella.

—Déjame a mi cerciorarme que es así, entiendes... además que soy tu alfa y tu bienestar es
prioridad— dijo seguro, María miro a su hija y se apresuró asustada — Arregla todo y llama al doctor
María — pensó que la bajaría ahí en las escaleras, pero no fue así la llevo hasta su habitación, la
deposito en la cama y reviso entonces su brazo.

—Deberías ir a revisar los alrededores Sebastián— dijo ella, pero se quejó cuando el otro movió su
brazo pegando un grito, María entro con toallas y una charola con agua para limpiar la herida este la
tomo y suavemente limpio el brazo de Valentina —¿El doctor? —preguntó.

—Venia en camino ya joven— dijo ella aun mirando a su hija — ¿Qué paso?...

—Necesito que informes a mi padre, María la herida de Valentina solo necesitara unas puntadas,
manda a Carlos a buscar en el perímetro rastros de los lobos que entraron— dijo sin dejar de limpiar
su herida, María miro con duda a Valentina y salió a hacer lo que le ordeno.

—Sebastián estoy bien, me quedare esperando al doctor aquí, es más deberías ver a Madeleine ella
estaba muy asustada— con esas palabras el alfa entró en razón debía ver cómo estaba ella, más ante
un ataque lobos.

—Iré a verle, pero tú te quedas aquí entendiste— dijo y salió de la habitación, el corazón de
Valentina intentaba volver a la normalidad, ese camino desde el bosque fue revivir viejos tiempos...

Madeleine se quedó en su habitación mirando a la nada, Sebastián entro sin avisar ya que la puerta
estaba abierta —Madeleine ¿estás bien? — se quedó ahí parado esperando una respuesta.

—Creo que debería irme Sebastián— dijo ella levemente

—Madeleine— él sintió una punzada al escucharla decir eso.

—Creo que sería lo mejor... debo irme, perdóname, pero creo que sería para nunca volver...— dijo
con tristeza, Sebastián entendía, pero no podía permitir que ella se fuera.

Capítulo 25
Decisiones...

Sebastián aun observaba a Madeleine que no pronunciaba ninguna palabra, no podía dejarla ir no
después de saber lo que ella significa, pensó en una manera de retenerla en la manada...

—Porque no esperas a que pasen estas fechas, además dime ¿A dónde iras? Bien o mal en esta casa
tienes a una familia que ve por ti, sé que los ataques se están volviendo constantes lamento no estar
ahí para cumplir mi promesa, que te protegería, pero sé que...— se incoó frente a ella para mirarla a
los ojos, Madeleine sorprendida por la forma en la que él se expresaba, podía ver preocupación en
sus ojos con un toque de tristeza — No te vayas, quédate aquí te necesitamos — dijo él al final.

Contrariada por su actitud, con su piel aun erizada del miedo y un sinfín de sentimientos dentro de
ella atino a simplemente decir —Me quedare... pero no puedo asegurarte de que será por mucho
tiempo— él sonrió y viéndola aceptar quedo satisfecho.

—Gracias... —dijo por último poniéndose de pie y acariciando su mejilla — Sé que la vida aquí se
está volviendo difícil, pero no sabes Madeleine lo fuerte que eres y lo importante que eres, tú con tus
ideas haz hecho más que lo que crees, simplemente rompiste muros — dijo él tomándola por
sorpresa, no podía procesar las palabras, el significado de ellas desde la voz de Sebastián, pero
antes de poder decir algo Carlo gritaba por él, este sin despedirse salió corriendo de ahí.

Madeleine camino hasta la ventana y fueron escasos segundos cuando Sebastián llego hasta él, miró
como él discutía algo con Carlos al salir de la casa, ese hombre soberbio había mostrado un lado que
no conocía, no era como ella creía, por un momento pudo ver un poco de Alexter en esa actitud tan
noble que en sus ojos se reflejaba, viéndolo perderse soltó el aire de sus pulmones empañando el
vidrio de la ventana. Dudo en seguir ahí parada, un fuerte escalofrió recorrió su cuerpo camino de
vuelta la cama y se confinó en ella, no podía seguir así, en su mente podía ver como Valentina la
protegía, asustada se puso de pie tenía que saber cómo seguía ella salió a mirarla.

La herida de Valentina se curaba rápido las puntadas fueron necesarias solo para que el proceso
fuera en un corto tiempo, ella miraba al techo, su madre acompaño al doctor y Madeleine entra por
la puerta abierta sin anunciarse la necesidad de saber de ella era mas grande a su educación.

—Valentina ¿Cómo sigues? — dijo apresurada.


—Bien, tranquila esto no es nada— sonrió

— Lo que hiciste por mí, no hay manera en que pueda pagártelo, gracias— se sentó en la cama.

Valentina la observó por un largo momento —Dime tu ¿Cómo estás? — buscaba su mirada, pero esta
estaba perdida.

—Bien, bueno realmente lo estoy intentando procesar, pensé en irme— sonrió por inercia nerviosa—
Pero Sebastián insistió en que... me quedara— dijo sin ganas.

Valentina la defendió no podía explicar por qué, pero sentía un lazo algo que la obligaba a hacerlo,
no podía permitir que la lastimaran si eso significaba el dolor de él, ese tonto debía aceptar sus
sentimientos pensó, él se lo merece aun a costa de su felicidad consciente que él nunca la miraría de
otra manera que solo una simple amistad. —Veo que a él le interesas— dijo, Madeleine la miro con
duda — Bueno no es tan difícil no darse cuenta, él nunca se ha comportado así con alguien más yo
creo que eres especial para él — concluyó mirando al techo no podía verla si no lloraría ahí mismo.

—Pero yo no... — se quedó callada, no podía creer lo que decía Valentina — Eso no puede ser
posible, él no cree en esas cosas del amor— dijo al final.

— No, pero un hablador como él siempre se traga sus palabras al final— dijo sonriendo de lado con
un sentimiento amargo en su interior — Me dijiste como pagarías esto— señalo su brazo — Bueno
pues dale una oportunidad, sé que lo dudas porque oportunamente te fijaste en el hermano
contrario, me di cuenta— observó la mirada de sorpresa de Madeleine — Si, fuiste obvia solo un
poco — sonrió — No me contestes solo dale la oportunidad.

— No sabes lo que dices Valentina—dijo ella sin mirarla

—Alexter no está más aquí además que él se reunió junto a su amada Gabriela, por lo tanto, nada te
detiene, tu corazón es libre de volver a querer, conozco a Sebastián y él es bueno...— dijo con
seriedad Valentina


Madeleine se puso de pie, las palabras le dolieron, más moviendo su sentimiento por Alexter, sabe
que ya no está aquí, lo entiende — No volvamos hablar de eso... simplemente déjalo así, no quiero
complicar mi estancia aquí aún más — salió de ahí molesta.

Tal vez Valentina se pasó al pedirle eso, pero en su desesperado corazón solo quiere la felicidad de
Sebastián y ahora cree que Madeleine la es...

Caminando sin parar el pelirrojo esperaba poder hablar con el lobo gris, sus lobos se habían pasado
de la raya al ser vistos por la manada Itreque, pero sirvió de algo pudo ver el interés del alfa y un
punto débil donde atacar.

— Mi señor... — entró al estudio de este y le contó lo que había visto.


— Es interesante tu teoría Dragó, no esperes más tiempo...— las palabras de ese hombre misterioso
eran cortas y precisas, ahora solo tenían que planear su siguiente movimiento y ser contundentes —
Terminemos de romper el espíritu de los Itreque...— bufo rechinando sus dientes, un escalofrió
recorrió el cuerpo del pelirrojo este no espero más y salió con su encomienda.

Con sus lobos junto a 20 hombres no necesitaba más esperaría el momento tenían que ser
cuidadosos estarían al pendiente de movimientos extraños en sus tierras, los lobos siempre podían
colarse sin problema y llegar a donde ellos no, pero ahora empezaría de otra manera...

Paso un día desde el encuentro con los lobos, Valentina caminaba en los alrededores de la casa
curiosa por saber de esos ataques, su padre siempre le enseño a no ser una damisela en peligro a
regañadientes de su madre, pero él creyó que era necesario, por ello le causaba miedo a los hombres
por esa parte ruda que en esa manada le conocían, el único que la apoyo fue Alexter al fallecer su
padre el cumplió en enseñarle a defender, Sebastián estaba de acuerdo, pero no le gustaba entrenar
con ella desde niños le decía que el pelear con una niña no va, discutieron miles de veces, pero aun
así jamás mostro su aprobación, machista pensó ella, pero no era así él siempre apoyaba a las
mujeres de la manada solo en ese punto diferenciaba de su hermano mayor.

—Valentina...— Carlos la seguía para hablar con ella.

—Dime — contestó sin parar su paso.

—Sabes que al alfa no le gustara que andes aquí sola— dijo alcanzándola y parándose frente a ella.

—Que venga y me lo diga él— dijo ella cruzándose de brazos.

—No quiero que andes sola en el bosque— la voz de Sebastián detrás de ella la asombro, abrió los
ojos y Carlos le dio una sonrisa de felicidad por verla así, sin decir nada se fue rumbo a las afueras
dejándolos solos.

—Sé que vas a decir, así que ahórratelo— dijo, nunca es así de ruda con él, pero ahora necesitaba
empezar a marcar distancia.

— Que agresiva amaneciste— se acercó a ella tomo su brazo y miro la herida completamente curada.
Ella retiro su brazo y camino por donde su hermano se perdió.

— No te preocupes por mí, creo que deberías ir a ver a Madeleine para ver como amaneció— dijo al
final.

—Deja de estarme diciendo como debo comportarme con ella, ya fui temprano a revisar como estaba
y ella está bien— dijo serio cruzándose de brazos — Crees que no sé lo que en tu mente se procesa—
se acercó hasta ella.

—No sé de qué hablas — dijo haciéndose la disimulada

—A mí no me puedes mentir, te conozco y se todo lo que en tu mente pasa— toco con un dedo su
frente, ella se alejó lo observo por un momento, podría él haberse dado cuenta de sus sentimientos
quito esa idea de su cabeza ese hombre no lo haría, aunque se lo escupiera ahora mismo lo tomaría a
broma viniendo de ella.
—Bueno te seré sincera, deseo que seas feliz creo que mereces que alguien te quiera y que tú lo
hagas es solo eso—lo miro a los ojos, lo dijo con calma con mucho sentimiento, era simplemente la
verdad.

— Agradezco tu preocupación sobre mi felicidad ahora solo regresa a la casa, deja de preocupar a tu
madre— dijo antes de pasar a su lado dejándola atrás. Valentina suspiro miro al cielo azul que se
colaba entre los arboles camino de vuelta a la casa.

—Don Guillermo no puede seguir así, encerrado aquí lo necesitamos— María intentaba una vez más
convencer a su alfa de salir, pero era inevitable, comía muy poco podía verlo en las charolas casi sin
probar que recogía.

La voz la escuchaba, mas no la procesaba, él miraba a la nada en su habitación acompañado de la


oscuridad y sus recuerdos, no podía negar que desde que vio a Alexter de esa manera sintió un tirón
de rabia en su interior sus errores cobraban la vida y felicidad de los suyos «No sé si sea lo correcto
que él aún viva, pero que puedo hacer es mi hijo, ese día era totalmente una bestia un animal lleno
de ira y sed de sangre, debí dejarlo morir…» pensó, el miedo en su corazón hablaba, pensaba en que
la decisión de dejarlo vivir les traiga más perdidas a la familia, así como él no pudo controlarse ese
día, tenía noches soñando con los pequeños, ese par que miro nacer y él en un respiro termino con
sus vidas, una promesa fallida un lazo de hermandad que él rompió segado por vengarse, debía
tomar una decisión para que una tragedia no pisara aún más esas tierras.

Después de una semana la casa volvió a la normalidad la manada redoblo guardias y la seguridad a
las orillas del terreno, el cambio debido por la época, quien no disfruta de una cena de noche buena
y regalos tenían que tener esas fechas lo más normal posible, el alfa de la manada Sebastián así lo
deseaba solo porque tenían niños en sus familias que merecían disfrutar igual que otros niños siendo
alejado de tradiciones, esto era más solemne para los mayores, pero no quitaban la parte divertida,
el año nuevo tenía otro significado esa era una noche especial para cada uno de los lobos, aparte de
celebrar la llegada de un año nuevo se honraba a quienes se perdieron en ese año que se va por ello
este año sería muy nostálgico.

—Papá necesito que salgas ya no puedes seguir así— su padre no contestaba, abrió partiendo en dos
la puerta y para su sorpresa él no estaba ahí, miro su alrededor la cama estaba impecable sobre la
mesa de noche un papel finamente doblado a la mitad con su nombre, se acero hasta leer en el...

Perdóname Sebastián creo que es lo mejor...

La mente de Sebastián viajo a mil por hora tratando de entender a lo que se refería fue entonces que
un clic en su interior lo hizo salir corriendo al único lugar donde él podría estar, ese donde solo él
pediría disculpas, muy dentro de su ser pedía que fuera su imaginación y no que su padre haya
arrepentido de su decisión ese día...

—Él aún vive papá— decía Sebastián hincado en sus rodillas con el cuerpo de Alexter entre sus
brazos — Puedo sentir levemente su corazón… — aun mirándolo sorprendido
—Nadie puede saber que está vivo Sebastián— sugirió con mucho pesar.

— ¿Qué dices? Eso... padre no, él no ha muerto...— dijo levemente

—Debemos ocultarlo, no quiero que vean en mi hijo una bestia, ese monstruo en el que se convirtió—
gruño confuso de su alrededor, colocaba sus manos en su cabeza — Hazte cargo Sebastián le pediré
a María que te ayude...—lo dejo solo, Sebastián Tomó en sus brazos a su hermano aprovechando la
oscuridad como escudo.

—Por favor papá ...— dijo en voz alta mientras pensaba en todo lo ocurrido ese día, corría sin parar
pasando los arboles... sombra corría a la par hasta escuchar un fuerte gruñido proveniente de la
casa que quedaba a escasos metros, fue que sus dudas se confirmaban... y sus miedos se cumplían.

Capítulo 26
La elegiste...

Sebastián caminada despacio de vuelta a la casa sus pensamientos iban y venían sin parar quería
entender lo que acababa de pasar Sombra detrás suyo sin perderle de vista al lobo que llevaba en
sus brazos lastimado con todo su pelaje bañado en sangre, Madeleine estaba muy entretenida
mirando la inmensidad del cielo azul que poco a poco se teñía de rojo por el atardecer, escucho unos
pasos y miro salir a Sebastián entre los arboles con el lobo blanco en sus brazos, corrió hacia él
angustiada por reconocer a su fiel compañero.

—Está bien, solo un poco lastimado—dijo para calmarla — Llevémoslo a dentro — Carlos salió igual
asustado hacia él y tomo a Sable de entre sus brazos el lobo se quejaba levemente miro a su alfa que
solo asintió para decirle que todo estaba bien, Madeleine camino detrás de Carlos quería asegurarse
que todo estuviera bien, María por su parte se acercó al menor.

— ¿Qué ha sucedido Sebastián? —miro detrás de él don Guillermo caminaba todo lleno de sangre
con la mirada perdida ella se acero hasta él.

—Que nadie lo mire, llévalo a su habitación—dijo secamente sin expresión — Necesito que le ayudes
a curarlo y que no salga para nada de su habitación— dijo eso ultimo y regreso al bosque, tenía que
solucionar otra cosa.

Valentina salió, pero al verlos así decidió que lo mejor era ayudar a Madeleine con Sable, lo habían
instalado en su habitación a petición suya, Carlos dudo en acostarlo en la cama, pero ella insistió
salió a buscar todo lo necesario pero su hermana ya venía con ello, entonces las dejo solas.

—Tranquilo, todo estará bien —le hablaba Madeleine para calmarlo.


—Se llama Sable— dijo Valentina sacando las cosas del botiquín — Y es muy fuerte igual que su
dueño— mientras miraba lo que necesitaba.

—Es de Alexter verdad...—afirmo Madeleine acariciando su hocico.

—Sí, ¿nadie te lo había dicho? —dijo pasándole gasas y alcohol, observo como Madeleine le limpiaba
las heridas del hocico con cuidado y este no se movía — Entonces se conocen de antes— dijo ella

—Sí, digamos que somos amigos—continuo con su tarea se levantó a tomar una tolla del baño y la
mojo para continuar lo que hacía.

—Llame al Veterinario antes de entrar —dijo Valentina, solo observa que asiente en respuesta, pero
sin dejar de curarlo, realmente estaba sorprendida de la actitud de Sable, eso jamás lo hizo con
Gabriela siempre se mantuvo lejos de ella por más que Alexter intento juntarlos — ¿Cómo supiste
que era de Alexter? — pregunto curiosa.

— No sé, su actitud, me vas a decir loca, pero me lo recuerda mucho esa mirada tierna que tiene—
dijo, Valentina se quedó callada.

—Tierna, enserio Sable —miro al lobo blanco con curiosidad no era precisamente conocido por
tierno y bonachón, era el lobo más temido se imponía hasta sobre sombra, desde cachorro fue así, su
madre le conto que de pequeño se acercaba a la cuna de Alexter escabulléndose de todos y no
dejaba a nadie acercarse apenas que fueran sus padres o su madre él lo escogió como suyo era la
única explicación de todos ante su manera curiosa de estar al lado de Alexter jamás se alejaba de él
y se hacía notar, todos creyeron que había muerto en el incendio pero no fue así días después se
dejó ver pero se mantuvo alejado de la casa y de todos principalmente de su amo.

— ¿Por qué te sorprende? —pregunto Madeleine mirándola

—Digamos que es un lobo muy especial y no cualquiera puede estar a su lado, es sorprendente que
se deje ser contigo y me da gusto ya que Alexter no está—antes de continuar fue interrumpida por el
veterinario que anunciaba su llegaba se paró en seco al ver a quien atendería, Madeleine viendo su
miedo se acomodó para poner la cabeza de Sable entre sus piernas y acariciarlo.

—No le hará nada— dijo ella segura, el veterinario miro a Valentina y esta afirmo las palabras de la
otra. Fue entonces hasta que se animó a revisarlo.

—Mi señor ¿Qué paso? — María curaba sus heridas visibles de garras en su espalda.

—Debo acabar con la tragedia de nuestra manada...—dijo apenas audible y sin sentido.

María lo escuchaba con atención, pero no dejaba de repetirlo una y otra vez hasta que termino
dejándolo limpio lo llevo hasta la cama y lo recostó.


—Mis decisiones nos condenaran— decía abrazando la almohada... — Mis hijos…— María pensó en
Alexter, encerró al ex alfa en su habitación y salió corriendo al bosque debía verlo estar segura que
él estaba bien.

Salió corriendo entre el bosque la oscuridad se estaba haciendo presente, pero necesitaba llegar
hasta donde estaba Alexter asegurarse que estaba bien llego la casa estaba abierta asustada se
adentró hasta la habitación la imagen fue de shock todo estaba bañado en sangre y en la cama no
estaba el hombre, miraba buscando algo que le explicara, pero nada solo rasguños por todos lados.

—Lo he ocultado— la voz de Sebastián la hizo girar — Está en un lugar seguro— dijo con seriedad
mirando su alrededor.

— ¿Qué paso aquí Sebastián? — pregunto con lágrimas en sus ojos, su miraba cambiaba a una de
dolor cuando el hombre lobo le contó lo sucedido, angustia sentía en su pecho, sus miedos volvían a
hacerse presente...

— ¡Papá!... — Sebastián había entrado corriendo a la casa el fuerte rugido que escucho no era otro
más que el de Sable tendido sobre el cuerpo de Alexter en el suelo gruñendo por defenderlo, su
padre estaba ahí totalmente deformado del rostro con esa mirada animal llena de deseo de sangre y
muerte — ¡Detente! — alejó a su padre en el momento que este volvía a tomar vuelo con una de sus
garras, el pecho de Alexter sangraba por un corte recibido el mismo con el que salió su cuerpo de la
cama — ¡Basta! —gruño fuerte hacia su padre, pero al ver que no paraba se embarcaron en un pleito
sin sentido para Sebastián, en un ágil movimiento volvió el alfa a empujarlo al suelo.

—Él debe morir, nos condenara... mis decisiones nos condenan mis pecados han marcado a tu
hermano—gruñía el mayor, sorprendido por las palabras de su padre, sus intenciones no cambiaban
deseaba matar a Alexter, aun extrañado se aprovechó para empujarlo cuando quiso golpearlo Sable
se interpuso y recibió un corte en una de las patas, Sombra brinco sobre él y le mordió en la espalda
encajando sus garras para alejarlo.

Sebastián lo golpeo fuerte en el rostro y lo hizo caer inconsciente se acercó hasta Alexter el aun
respiraba como si nada hubiera pasado, suspiro descansando, no podía imaginar a su padre ese
hombre que les enseño lo que era el bien convertido en esa parte tan animal e irreconocible,
atacando a su hermano a quien adora con todo su corazón, debía entenderlo, pero no era el
momento solo hasta que él vuelva a ser su padre podrán hablar.

Coloco a Alexter de vuelta en la cama y vio sus heridas que poco a poco se curaba, Sable había
llegado a tiempo y evitado una verdadera tragedia, pensó en ocultarlo hasta de su padre en el único
lugar donde estaría al pendiente, pero debía ser cuidadoso para que nadie se diera cuenta...

Madeleine miraba a Sable que seguía dormido en su cama, el veterinario les explico que pronto
estaría bien solo siguiendo los cuidados de limpieza y el antibiótico para evitarse infecciones. Ahora
la duda de que había pasado la carcomía seria en esos mismos lobos que la atacaron a ella, dejo a
Sable en su habitación y bajó a la cocina para cerciorarse de toda la cena y de buscar algo para el
lobo blanco.

Valentina por su parte entraba a la habitación de Sebastián este estaba ahí sentado en la cama
vestido en su pijama, pero con la parte de arriba sin cubrir.

—Supuse que no irías a que alguien te curé, así que traje todo—dijo ella acomodándose en su
espalda con el botiquín para mirar las heridas.

—Estoy bien, solo son rasguños— dijo con seriedad, aunque no con la misma si no con un pesar en
sus palabras, pero no le quito la idea ella empezó a cerciorarse que fuera así.

— ¿Qué fue lo que en realidad paso? — Preguntó tranquila poniendo un poco de alcohol en una de
las heridas.

—Nos atacaron...—fue todo lo que dijo.

—No debes mentirme sale peor lo sabes, además que sé que la casa está bien cuidada y que un par
de personas no deseadas no entraría con facilidad—se detuvo a verlo a los ojos, pero este estaba aún
perdido, tomo con su mano su barbilla y lo hizo mirarla a los ojos — Puedo ayudar... aunque sea
escucharte si eso ayuda lobo amargado— en la miro a los ojos por un largo momento, empezó a
incomodarla ese silencio, sin pensarlo Sebastián se acomodó abrazándola.

—Si te digo que solo necesito esto... —dijo apoyando su cabeza en su pecho.

—También puedo ayudar...— dijo después de hilar sus pensamientos, se quedó ahí parada con
Sebastián recargado en su pecho, esperaba que su corazón no la traicionara ya que en cualquier
momento este palpitaría como loco si no es que ya pasaba.

—Recuerdas cuando dormíamos juntos después de estar horas en el bosque—dijo Sebastián sin
apartarse de ella, un escalofrió la recorrió, claro que lo recordaba eran sus noches favoritas —Te
quedarías esta noche...— alzo para mirarla a sus ojos, ella aturdida aun por esa petición asintió por
inercia, no le negaría eso y mucho menos se lo negaría, podía ver que necesitaba compañía sea lo
que fuera que lo atormentaba.

La luna se imponía en el cielo con ese halo de luz que anunciaba el frio, Madeleine miraba con
curiosidad las estrellas aun con Sable dormido había despertado y comido un poco de lo que la había
traído, después de una hora el sueño la vencía se recostó de un lado en la cama para no estorbar al
mal herido lobo blanco, pero este tenía otro plan, la ventana estaba un poco abierta salió por el
balcón y decidido salto hasta la del ático ahí donde pudo percibir la presencia de Alexter, el hombre
estaba acostado en la cama que acomodo Sebastián de emergencia ese era un lugar seguro donde
podía vigilar cualquier movimiento raro de su padre no se arriesgaría a otro incidente, satisfecho de
verle regresó a lado de Madeleine.
Alexter no había sentido el ataque de su padre físicamente su cuerpo aun no reaccionaba, pero en su
mente los sueños se repetían una y mil veces con esa voz que lo tenía harto. Como todos los sueños
caminando en medio del bosque en la oscuridad sumergido, entonces la suave voz de Madeleine
volvió a hacerse presente... pero ahora se percató que estaba cerca del árbol de Gabriela...

— ¿Alexter? — la miro pronunciar en su dirección, pero ella no lo miraba a él si no a alguien más,


pudo verse de pie frente a ella, corriendo por sostenerla ya que se miraba apunto de desmayarse de
la impresión.

— Perdón Madeleine, no era mi intención asustarte.

— ¿cómo puedes hablar tan bien?

Miraba con atención la imagen que se procesaba frente a él, esa familiaridad que hablaba con ella,
«Entonces porque no recordé esto... el día que te vi» pensó...

— ¿Eso es lo que tú quieres?

—No quiero lastimarte…

— La recuerdas... — esa voz gruesa volvía a hacerse presente, Alexter estaba arto de escucharla
llevó las manos a la cabeza.

—Qué me dices si tú me hiciste olvidarle...—dijo girándose para verse a sí mismo frente a frente.

— Tú decidiste olvidar... — dijo con seriedad el hombre frente a él, eran idénticos, pero sus ojos los
diferenciaban.

— ¿Yo, por qué?... —dijo fuerte estaba llegando a su límite.

— Era más fácil cumplir con tu destino trazado, pero dime ese era tu destino ¿realmente lo era
Alexter? Tu y yo escogimos uno hace años...— dijo de nuevo ese que se decía ser él, se giró dándole
la espalda — Debes volver... ella te necesita, nos necesita— dijo perdiéndose entre los árboles. No
podía procesar las palabras, él amaba a Gabriela no entendía la relación que quería marcar con
Madeleine, no negaría que un cariño inexplicable sentía por ella le dolió lastimarla al no
corresponderle... — Te compartiré mis recuerdos... esos que también son tuyos...— giró su cabeza
hacia la derecha donde el lobo blanco lo observaba con detenimiento... fue cuando una ola de
recuerdos pasaron frente a sus ojos, la voz se escuchaba en su mente, el día que se conocieron,
cuando por error la quemo, cuando curaba sus heridas, él abrazándola mientras lloraba, sintió esa
calidez en su pecho donde ella desahogaba su dolor, se negaba a sentir eso.... con sus dos manos
tomo su cabeza un fuerte dolor lo hizo caer de rodillas obligándolo a cerrar sus ojos.

— Quiero volver con ella, si tu no quieres te llevare conmigo a rastras, pero debo volver, yo quiero
volver y tú también — gruño el lobo blanco enseñando sus dientes, la voz le lastimaba... — La
elegiste sobre Gabriela lo hiciste.

—¡Basta!, déjame... yo no, no puedo yo... basta— abrió los ojos en desesperación, creyó estar aun en
su sueño, pero no era así estaba ahí en al ático, su habitación, sintió que su pecho ardía miro las
marcas de garras desvaneciéndose en él, intentó ponerse de pie, pero en su cabeza todo daba
vueltas cayó rendido de nuevo en la cama para calmarse, debía procesar todo, de nuevo sintió
desvanecerse y caer inconsciente alejado de la realidad, en un sueño profundo ese que conoce a la
perfecciones.

Capítulo 27
Enemigos y aliados...

Valentina despertó encontrándose sola en medio de esa inmensa cama donde la luz entraba por la
ventana, no supo en qué momento se quedó dormida después de aceptar inconscientemente a
quedarse a compartir con él cómo de niños sabía que se arrepentiría al día siguiente porque eso no
le ayudaba para superar su enamoramiento decidida a olvidarle caía de nuevo, se incorporó
acomodando su cabello con sus dedos giro su vista hacia la mesita de noche donde una nota doblada
con su nombre le llamo la curiosidad abrió y en ella solo decía un simple ¨GRACIAS¨ no puede negar
que sonrió por inercia hasta con esa corta palabra podía generarle tantos sentimientos en su
interior, debía ponerse de pie y salir a ver los pendientes del día, hoy era la tan esperada cena de
navidad un momento de alegría para la manada y principalmente para los niños en la casa se
distinguían por hacerlo muy especial, pero después de tantas perdidas no sabía si sería igual
recibida, miro por la ventana Carlos mandaba a todos acomodando las mesas y Sofía le ayudaba con
la distribución, acomodo la cama dejándola impecable, la miro por última vez y salió de ahí.

Madeleine miraba a Sable ese lobo blanco estaba de mejor ánimo muy impaciente mirando por la
ventana, ella aun en la cama con las piernas recogidas abrazando sus rodillas, así que ese lobo era
de Alexter, animada por tener contacto con algo especial de él se levantó para alistarse y ayudar en
la cocina hoy se luciría con los preparativos se sentía contenta abrió la ventana un poco para que
este saliera al balcón y entro al baño, Sable no perdió oportunidad por colarse de nuevo al ático
donde su dueño permanecía acostado dio una última mirada por la ventana y regreso con Madeleine,
esperó a que ella saliera para acompañarla.

Sebastián ordenaba unos papeles en su escritorio debía pensar que haría con su padre, más
interesado por descubrir que lo atormentaba para hacerlo comportarse de esa manera mandaría una
carta al consejo donde solicitaría la intervención de alguno, también necesitaba descubrir quién era
el lobo gris que andaba asechando algunas manadas, los rumores eran cada vez más fuertes y dos
cartas recibidas por la manada del sur lo mantenían intranquilo, para el día de hoy recibirían a un
grupo para corroborar información entre ellos, vendría el alfa Maximiliano el hijo mayor que quedo
como el líder ante la pérdida de su padre en una batalla junto a sus hermanos menores para
pronunciar un lazo entre manadas, pero esperaba no llevarse una sorpresa como los Montenegro
que aun pedían hablar con él, después de ver los ánimos de Sofía prefería mantenerlos a raya de su
familia, pero ahora creía que necesitaba hablar con ellos, esperaría a pasar esos días para después
juntarse.

María entro anunciándose —joven he revisado lo que me pidió sus heridas han sanado por completo
y sigue sin moverse—dijo ella con calma.

—Bien María espero que todo este con calma en estos días para disfrutar un poco—apretó el puente
de su nariz — Las cosas se han descontrolado un poco —se quedó mirando a la nada.

—Todo saldrá bien Sebastián—ella dijo eso y salido de ahí.

Él quería apoyar el optimismo de ella, esa mujer que ha sido solidaria con ellos a pesar de sus
pérdidas siendo necia y autoritaria con todos mantenía el control aun sin que ellos estuvieran ahí,
agradecía después de la pérdida de su madre el apoyo, pero jamás había pronunciado palabra
alguna omitía las muestras de cariño. El día transcurrió normal cuando se disponía a subir al ático
miro a Madeleine en la cocina con mayor animo se quedó ahí observando la manera en que sonreía
con todas y sobre todo como hablaba con Valentina sabía que ella se llevarían bien, no quiso
interrumpirlas así que puso atención a que nadie lo mirara, en su mano llevaba las llaves de esa
habitación improvisada donde resguardaba a su hermano, abrió la puerta y el cuerpo de su hermano
seguía ahí inerte, acomodo un poco todo para dejar ordenado, no era el cuarto para él, después de
unos minutos tomo una de las sillas aun intactas y se sentó cerca de él.

—Ya han pasado demasiados meses Alexter, no sé si un día despertaras, pero no quisiera perder la
fe de poder hablar contigo aunque sea una vez más, lamento mi manera tan retadora en la que me
conduje estos años, si pudiera lo cambiaría todo no sé ni cómo decírtelo, pero ... perdóname, me
enoje demasiado cuando caíste en esa parte animal y me dejaste con todas las responsabilidades de
ser el alfa jamás he pensado que yo soy digno de eso tú lo sabes, pero aun así siempre me empujaste
a ser mejor, no puedo creer que ella me haya echo darme cuenta, como manteniéndose firme a una
idea pudo hacerme entender—se acomodó en la silla, era incómodo para él hablar así —Lo lamento,
lamento tanto mis palabras de esa noche, debes volver Alexter, te necesito aquí, están pasando
algunas cosas en especial con nuestro padre, siento que la perdida de Gabriela también tiene que
ver con algo que atormenta a papá, me siento tan raro hablando así contigo, pero no sé qué más
hacer, solo necesito a mi hermano mayor — mirò la mano de Alexter dudo por un momento, pero no
lo pensó más la tomo con la suya sin decir nada y se quedó ahí mirando a la ventana, pasaron alguno
minutos cuando el sol daba paso a la luna — Hoy la luna será hermosa y tendremos nuestra cena,
abriré la ventana para que puedas oírnos — se puso de pie corrió un poco la ventana y acomodo las
cortinas — Gracias Alexter — dijo antes de salir de la habitación cerro con seguro desde fuera,
cuando los pasos se alejaron aún más Sable entró por la ventana.

—Sabes que es de mala educación colarse por la ventana Sable— la voz de Alexter se escuchó algo
cansada y triste se sentó en la cama mirando a su alrededor, Sable se acercó hasta él para sentir la
caricia del hombre en su hocico — Pequeño travieso, no puedo dejarte un poco y olvidas tus
modales— el lobo se acercó aún más paras que este lo abrazara, Alexter se quedó en silencio
pensando las palabras de su hermano, aun no podía presentarse ante la manada primero debía
entender que sucede, se puso de pie para mirar por la ventana todos los arreglos de los que
Sebastián hablo miro a María acomodar los platos en la mesa Valentina ayudarle, sonrió al verla la
extrañaba, miro como ella hablaba en dirección de la casa y Madeleine se dejaba ver sintió una
punzada en su pecho al verla caminar hacia ellas sonriendo, acomodaba todo con cuidado
bromeaban entre ellas, las luces daban una atmosfera cálida cuando dejaron todo listo las tres se
felicitaron. Sonrió por verlas así, entraron a la casa, se alejó de la ventana miro su ropa desgastada
—Sable creo que tendrás una tarea — miró a su lobo que estaba echando en medio de todo. Saldría
de esa habitación aprovechando la ausencia en la casa debía correr un poco se sentía atrofiado.

La casa se miraba muy linda arreglada para la cena, Madeleine contemplaba curiosa los arreglos
naturales no eran como una noche buena tradicional con arreglos navideños, hicieron un árbol de
luces cerca de los árboles para los regalos de los niños, se podía sentir el optimismo de todos,
Sebastián baja por las escaleras vestido formal para el evento, se mezcló entre la manada saludando,
ella giro su vista hasta Valentina que no dejaba de verle, entonces lo entendió, esa mirada no era
otra más que de un inmenso cariño y no de hermanos, pensó en las palabras de ella, sintió empatía,
no sería fácil enamorarse de quien no cree en ello. Fue entonces que tres personas llamaron su
atención, dos hombres y una mujer que no había visto antes, Sebastián al mirarlos se acercó para
recibirlos y que tomaran asiento en una de las mesas.

—Maximiliano —saludó Sebastián de mano al mayor un hombre de cabello negro con un par de
canas a los costados muy varonil.

—Sebastián un gusto volver a verte, deja te presento, él es mi hermano menor Adrián—señaló aun
joven un poco más bajo que él, lo saludaba con gusto — Ella es mi hermana Rosalba — señaló a una
mujer de cabello negro alta, delgada, una mirada misteriosa y encantadora, ella sonrió
coquetamente a él — Lamento tener que venir en estas fechas pero sabes que el frío nos asecha y la
seguridad es una de nuestras prioridades, nuestra manada está un poco consternada y hemos
movido a la mayoría fuera— dijo con seriedad después de las presentaciones formales.

—Por favor síganme— los cuatro se instalaron en una de las mesas, Maximiliano platicaba con
Sebastián, Adrián se entretenía mirando a su alrededor cuando la imagen de Madeleine con los
niños le llamo la atención. Valentina se acercó con María para ver si a los invitados se les ofrecía
algo.

— ¿Todo bien? — dijo Valentina sonriendo.

—Gracias yo estoy bien no sé si mis hermanos— señalo al par María se acercó a ellos.

—Valentina podrías atender a Maximiliano iré a revisar unas cosas con Carlos—este le hacía señales
desde lejos, se disculpó de ambos y los dejo solos, María se llevó a Adrián y Rosalba para que se
acercaron a las bebidas y comida.

— ¿Gusta algo de tomar? — dijo Valentina con respeto.


—Por favor no me trates de usted que me haces sentir mayor, lo soy, pero no es para tanto—sonrió
ocasionando que ella le respondiera de la misma manera — Me gustaría un poco de agua — dijo al
final

—Bien, iré por un poco a dentro de la casa—señaló hacia la casa.

—Permíteme acompañarte Valentina—se puso de pie — Te han dicho que tienes unos ojos muy
bonitos— dijo con dulzura, sonrojándola —Perdona mi atrevimiento, pero me gusta decir lo que veo
— ella no dijo nada solo negó con la cabeza y camino hacia la casa seguida por él.

Sebastián no pudo evitar no darse cuenta de la familiaridad con la que Maximiliano se dirigía con
Valentina, pero Carlos le daba un informe de a ver visto un lobo de pelaje rojizo por los alrededores
que debían atender, miro a su alrededor buscando a Madeleine, pero ella no estaba ahí, pensó que
tal vez andaría en la cocina así que se fue con sus hombres a revisar.

Madeleine caminaba cerca del árbol de los regalos de los niños miraba curiosa la manera en la que
juagaban, no era consciente de que vivieran tantos pequeños en la manada no podía negar que su
felicidad se le contagiaba, se sintió siendo observada que en un par de ocasiones miraba a su
alrededor pero no podía dar con quien lo hacía, una pequeña niña se acercó enseñándole una
muñeca vestida de color azul —Se parece a ti—dijo ella sonriendo — Te la regalo — se la entregó en
sus manos.

—Es tuya yo no puedo quedármela—se puso en cuclillas para quedar a la misma altura de la
pequeña — ¿Cómo te llamas? —sonrió.

—Soy Ana—dijo moviendo sus piernas y haciendo volar la falda de su vestido rosa — Y te regalo mi
muñeca es tuya —dijo feliz corriendo tras otros de los niños, se quedó mirando la muñeca.

—Creo que ella tiene razón, si se parece a ti—una voz que no conocía la hizo girar a su izquierda,
miró al joven que era uno de los invitados de Sebastián — Soy Adrián mucho gusto — tendió su mano
hacia ella.

—Madeleine—respondió el saludo.

—Te he observado desde lejos y no pude evitar acercarme, espero no incomodarte—alzó las manos
en señal de paz.

—oh, no perdón está bien, solo que soy un poco reservada—respondió llevándose la muñeca hasta su
pecho y abrazarla, la voz de María anunciando la cena los hizo girar.

—Deberíamos acercarnos, muero de hambre el viaje fue algo largo—dijo el señalando el camino con
su mano, Madeleine solo asintió y camino siendo acompañada por él.

Alexter había estado oculto entre los arboles sin perderle de vista cuando ese hombre se acercó se
sintió un poco en conflicto por la cercanía del otro, sin pensarlo mucho se adentró aún más, debía
calmarse no podía presentarse así, lucho contra ese impulso que su terca voz interna seguía
marcando. —No me gusta que el este cerca de ella — la voz que creía que solo en sus sueños se
presentaba, ahora también lo visitaba lucido.

—Empezaba a extrañarte— dijo con sarcasmos corriendo entre los árboles, trepó en uno de ellos al
sentir la presencia de los hombres de la manada.

— No puedes dejar que la alejen...— la voz volvía a hacerse presente.

—Ella no es tuya, deja de... maldita sea porque sigo hablando contigo si tu…— suspiro cansado, los
hombres tenían rato de haberse alejado, se quedó ahí mirando a la luna.

— No quiero perderle de nuevo...— esas palabras que dijo al final, ahora lo sabía, podía tener
sentido y no estarse volviendo loco como él creía, solo era su lobo...quien hablaba, al igual cuando él
hablaba con la bestia desde el interior, esa voz dentro suyo estaba haciendo eco con esas últimas
palabras.

—¡Basta! — gruño Alexter, después de eso solo el silencio se hizo presente dejándolo pensar.

Capítulo 28
Pactos por cumplir...

Sebastián caminaba en los alrededores en busca del lobo que sus hombres habían visto, pero era
como si la tierra se hubiera abierto tragándoselo sin dejar rastro —Sebastián tengo una duda— su
mejor amigo se apresuraba a su lado como regresaban de vuelta a la fiesta.

—Dime…— solo dijo el alfa

— ¿Cuáles son tus intenciones con esos tres aquí? —preguntó de mala manera
—Solo estamos uniendo fuerzas lo que me comentaste del lobo gris me preocupa y ellos han tenido
acercamiento con su manada en batalla necesito conocerlo, necesitamos estar preparados, además
que hablamos un poco él y Alexter mantenían una amistad por las necesidades de las manadas—dijo
seguro

—Sebastián solo espero que no estés pensando en unir fuerzas sellando el pacto con algún
matrimonio—dijo renegando.

— ¿A qué vienes con eso Carlos? —detuvo el paso en medio del bosque.

—Sabes muy bien que entre manadas ese es un lazo importante y conociendo a Maximiliano el hijo
de un hombre recto como el alfa del sur ellos son clásicos, no quiero que envuelvas a Sofía de nuevo
en un matrimonio por conveniencia—dijo molesto.

—Carlos haremos lo que sea mejor para la manada— lo miro duramente — Creo que es hora...— dijo
sin mirarlo continuando su camino.

— ¿Qué has dicho?, Sebastián no.…—pero su alfa no lo escucho este continuo sin decir nada.

Alexter escucho las palabras de su hermano escondido entre los arboles recordó una de las tantas
conversaciones que mantenía con su padre y su ahora actitud lo preocupó y lo dejó pensando.

La cena se llevó con calma Madeleine siguió acompañada de Adrián en todo momento él le platicaba
de su manada de su hermano mayor y su hermana, tenía mucho tema de conversación que en varias
ocasiones su humor tan particular la hicieron sonreír y soltar una que otra risa entre comida el
ambiente dejó de ser tenso entre todos al ver a los niños sonreír con los regalos.

— No me gusta nada como sonríe con él y tú quieres seguir en las penumbras oculto…si no te
interesa ella, ¿Qué hacemos espiándola entre los arboles? — esa voz en su cabeza le daba vueltas
aún más.

—Estoy observando a la manada— gruño — Puedes llegar a ser muy molesto — dijo buscando a su
hermano con la mirada lo observó caminando hacia Madeleine, observó la actitud de su hermano en
todo momento.
Sebastián al incorporarse miro a Madeleine acompañada eso le molesto haciéndolo caminar hasta
ella —Puedes ir a la cocina—dijo como una orden, Adrián lo miro curioso Madeleine lo observó por
un momento, entendió que necesitaba hablar con el otro hombre se despidió, sin sorprenderse de la
actitud tan arrogante del alfa.

—Hice algo malo— afirmó Adrián mirándolo a los ojos

—Madeleine no es para ti...—dijo sin rodeos — Te pido que te alejes de ella— volvió a hablar con el
ceño fruncido.

—Vaya, lo lamento—alzo sus manos —No sabía que ella era tu pareja, pido disculpas no es mi
intención empezar un problema Sebastián— dijo el con sinceridad.

Alexter se había acercado aún más a donde ellos estaban, oculto en la oscuridad, abrió los ojos en
sorpresa por las palabras de Adrián, no podía procesar que su hermano estuviera interesado en
Madeleine — Pero él…— dijo mirando aun sorprendido a su hermano, contrariado volvió sus pasos al
bosque escondiéndose aún más, necesitaba ahora más que nunca pensar lo que haría.

—Madeleine no es mi pareja, te pido que mantengamos una buena relación tu lejos de ella—dijo al
final secamente y se alejó de Adrián dejándolo sorprendido de su actitud.

Valentina observaba de lejos a Sebastián este caminaba en dirección a ellos, Maximiliano insistió en
que no se separaran escudándose que no conocía nadie más y su compañía era agradable, cuando el
alfa llego a ellos le pidió al otro acompañarlo a su oficina, en ese momento los dos caminaron en esa
dirección, Madeleine se acercó a ella.

— ¿Qué le preocupa a Sebastián? — preguntó contrariada por la actitud de él.

—Realmente no lo sé Madeleine— sin quitarles la vista de encima a ese par que entraba a la casa.

Las cosas continuaron igual de tranquilas, Sofía platicaba muy animada con Carlos en una de las
mesas, Valentina se había acercado a su madre, Madeleine sintió nostalgia a ver a los niños jugar
con sus nuevos regalos como corrían a los brazos de sus padres, Adrián permanecía con su hermana
en todo momento, lo que fuera que Sebastián le dijo, lo mantuvo alejado de ella toda la noche.
Camino alejándose un poco las horas pasaron y solo los mayores quedaban ahí platicando entre ellos
miro atenta al bosque cuando la silueta de Sable se dejó ver caminando entre ellos, lo siguió hasta
toparse con el círculo de rosas las miro un poco decaídas por el clima que se acercó a quitarle los
pétalos quemados por el frio uno a uno lo junto en sus manos, el lobo blanco la miraba con cuidado
sin alejarse de ella atento a sus movimientos.

El hombre que la miraba entre los arboles alejado para no ser visto observaba a su fiel amigo como
se comportaba, miró que termino su labor y alzo la mirada hacia sable esta tendió su mano y el lobo
se acercó a ser acariciado, se acomodó entre sus brazos y se dejó ser, la voz de María llamando a
Madeleine la hizo separarse de él no sin antes acaricia de nuevo su cabeza y llevarse consigo en sus
manos los pétalos, Sable se quedó ahí mirando cómo se alejaba hasta verla lejos el lobo se giró en
dirección de Alexter que salió de entre los árboles para mirar el círculo de flores —Cuánta
familiaridad de ustedes—dijo poniéndose en cuclillas para acariciar una rosa entre sus manos —¿Por
qué cuando volví no la recordé? — preguntó al viento esperando ser respondido por la voz del lobo
pero esta no aparecía...

— Sebastián...—esa voz gruesa dentro del interrumpió su silencio interior.

— ¿Qué tiene que ver Sebastián? — dijo molestó

—La noche de luna llena... él...— escuchó y en su mente acompañado de esas palabras el recuerdo
llego de golpe...

—Alexter…. ¿A qué juegas?, si él o tú, bueno ya ni se con quién estoy hablando, pero los dos te
recuerdo son Alexter, además que las cosas las estás haciendo difícil, no pensé de ti hermano jugar
con los sentimientos de una buena muchacha...le están haciendo daño, deberías alejarte de ella, si
dentro de ti, queda un poco de cordura, déjala en paz ella no merece pasar por esto tu no la
corresponderás jamás, tu destino está trazado…

—Mi destino está trazado...—repitió las palabras de su hermano...

—Tú esa noche lo escuchaste y te dio miedo lastimarla, no podía permitir que me alejaras de ella,
después de eso corriste perdiéndote entre los arboles así que simplemente oculte lo que no
querías...— la voz lo dijo como un susurro en su mente.

—Aun así, la lastime— caminó hasta llegar a ese arbusto de rosas blancas que él le regalo — Le he
hecho daño por no recordarle y ese día yo simplemente... Sebastián está interesado en ella...no
entiendo nada él... — suspiro mirando a la luna que se perdía por la llegada del sol — No puede
sacrificarse —dijo por último antes de regresar a la casa.
Sebastián miraba como Maximiliano partía de vuelta a sus tierras la casa estaba totalmente lista
como si nada hubiera pasado ahí, camino de vuelta a dentro, Valentina lo observó estaba muy
intrigada por lo que pasaba que no podía irse a dormir así nada más, por más que su madre le pidió
que lo hiciera.

—Es tarde Valentina debes ir a dormir—dijo cansando

—Necesito saber ¿Sus hermanos se quedaron por qué? — dijo ella con mucha prisa.

—Mañana daré el anuncio pero sé que no me dejaras en paz, se ha pactado un matrimonio entre las
manadas, Maximiliano era amigo de Alexter y la relación fue clásica entre ellos siempre existió un
pacto de posible unión entre manadas, pero ya sabes desde que él no está las cosas cambiaron, pero
ahora ellos deben de salir de sus tierras y está mal visto que una manada entre a otra sin un lazo, mi
padre tampoco lo permitiría...—dijo serio — Hablare con él — siguió caminando — Te enteraras en
su momento Valentina antes que vuelvas a preguntarme— dijo antes que ella pudiera decir algo
más, se quedó con una duda, no podía creer que de nuevo Sofía sería un punto de unión.

Sebastián camino hasta la habitación de su padre sabía que le hombre estaría despierto, toco tres
veces y entro como era de esperar el otro estaba sentado mirando a la nada por la ventana mientras
el sol se abría paso en el cielo — ¿A que han venido los del sur? — pregunto sin mirarlo.

—Han sido atacados por una manada estoy pensando que puede ser un enemigo en común,
Maximiliano ha venido proclamando el pacto que mantenía con Alexter al perder a un considerado
número de hombres han quedado desprotegidos, pero sabes que económicamente son muy
poderosos y nosotros no estamos precisamente en el auge de años anteriores y no podemos luchar a
ciegas es lo mejor para la manada que ellos vengan, el matrimonio será una alianza, ya que
reconstruyan su territorio regresaran a él —dijo solemnemente.

—Otro matrimonio—dijo desgastado —Sofía no se merece que la usemos de esa manera— se giró
hacia su hijo —Eso no Sebastián estoy harto de...

—Yo me casare... —dijo seguro

— ¿Cómo? — se levantó de su silla

—Desposare a Rosalba su hermana menor...— término por decir sin mirarle — Mañana hare el
anuncio cuando Maximiliano regrese ha ido por su madre— dijo sin mirarle, salió de la habitación
sin esperar respuesta de su padre sabía que ló dejo sin palabras, buscando refugio en su habitación,
podía en su pecho sentir como algo se partía, él... el hombre sin corazón que tanto se ha
proclamado, se sentía aplastado por negarse a aceptar sus reales sentimientos, perdería la
oportunidad de amar solo por cumplir con sus obligaciones como alfa y su necedad a no amar
libremente y eso que pese a todo era consciente de que su corazón latía por alguien de una manera
desbocada con solo verle... pero aun así no lo aceptaría a los cuatro vientos por el orgullo estúpido
con el que forjó su corazón y un miedo constante que tampoco aceptaría.

Capítulo 29
El amor no se puede forzar...

La mañana termino por entrar por todas las ventana de la casa Valentina no había pegado el ojo,
dormir no fue una opción para ella, el anuncio del matrimonio la preocupaba y no entendía porque
era como si un presentimiento se colocara en el medio de su corazón y cada palpitar lo revivía,
sentada en la cocina miraba a la nada con una taza de té entre sus manos María preparaba todo lo
del desayuno ayudado por una de las muchachas, estaba de buen humor al parecer don Guillermo
haría presencia en la mesa con todos, Rosalba bajó primero y entró por la puerta de la cocina,
Valentina la miro con cuidado esa mujer parecía salida de una revista con su cabello negro y esa piel
tan blanca, sus ojos invitaban al misterio y eso no le gustaba, el cuerpo era demasiado
proporcionado que verla tan perfecta al despertar la hizo sentirse incomoda y fuera de lugar en ese
momento con su pijama de franela, después de unos minutos Sebastián entro se miraba muy
cansado, se acercó a Rosalba para pedirle que lo acompañara eso alarmo a la mujer de la pijama aún
más sintiendo que su corazón palpitaba de prisa.

Madeleine se cruzó con ellos y los pudo ver salir para adentrarse en el bosque ladeo la cabeza, ese
lobo tramaba algo sin duda la visita de ellos no era solo de cordialidad algo se avecinaba podía
sentirlo...

—Buen día Madeleine—la voz de don Guillermo la hizo girar sonrió de gusto por ese tiempo sin
poder verle el otro se acercó hasta tomar su mano — Pequeña disculpa mi ausencia no me sentía
bien — dijo golpeando leve mente su mano y caminado con ella a la cocina, la mirada de María
cambio al verlo, lo recibió con una buena taza de café y se quedaron ahí platicando de todo,
Madeleine desviaba su mirada en momentos para observar la mirada perdida de Valentina, llego la
hora del desayuno y todos estaban en la mesa esperaron al alfa que entró llevando en su brazo a
Rosalba que sonreía sin parar, Adrián se había unido con ellos y también los miraba con curiosidad,
el auto anunciando la llegada de Maximiliano y su madre los alerto la señora caminaba a pasos corto
se podía ver mayor y dulce, saludo cordialmente a todos el ex alfa la acompaño para que tomara
asiento junto a él, el alfa del sur se sentó frente a Valentina y espero a la pareja que aún no tomaba
asiento hablara, la respiración de Valentina se tensaba, podía sentir como el aire calaba en sus
pulmones eran como miles de navajas, hasta que Sofía bajó y se sentó a su lado sacudió sus ideas
miro a Carlos a los ojos con esa mirada de dolor, sería que volvería sufrir por su amor imposible
pensó ella, fue entonces que Sebastián termino con el silencio sin fin que se marcaba esa mañana
fría.

—Agradezco que estén todos hoy aquí, principalmente tu padre, quería anunciarles a ustedes
primero antes de hablarlo con toda la manada—miró a Rosalba que sonreía aún más alentando a que
continuará —Maximiliano yo me siento honrado porque me hayas otorgado la mano de tu hermana
en matrimonio— dijo con un poco de pausas, la palabra final retumbo en los oídos de Valentina un
tirón en el estómago la hizo querer regresar el té su estómago se revolvió de golpe, pero apresuró a
tomar un poco de agua haciendo que desapareciera — Familia anuncio mi compromiso con Rosalba y
nuestro próximo matrimonio que se realizara en una semana —dijo el hombre mirando a su padre
este sonrió por ver a su hijo cumplir una meta de un alfa.

A todos eso los tomo por sorpresa Madeleine abría y cerraba la boca sorprendida no sabía que decir
no entendía nada, decir felicidades se le hacía falso miro a su alrededor fue entonces que la madre
de ellos los felicito y como una reacción en cadena todos se dejaron guiar por ese sentimiento,
Valentina aprovecho el momento y salió rumbo a la cocina, Madeleine siguió sus pasos pudo ver
como salía de la casa rumbo al bosque se adentró cerca del huerto, le costaba respirar...

—Valentina— dijo hasta llegar a su lado

—Madeleine no es justo, él debe de casarse con quien quiere no con ella no por compromiso—decía
sin parar.

—Valentina—dijo con tristeza

—Es un tonto un tonto un hombre ciego... debes hacer algo él te quiere a ti debes hablar con él no
dejes que él se case con ella, no lo permitas el no será feliz Madeleine — decía aun con la voz
trabada por las lágrimas que anunciaban salir.

— Basta, eso no es verdad él no me quiere a mí y yo no lo quiero a él, tu eres quien le


quiere—respondió seria.

—No, yo no... él es... el— llevo las manos hasta su pecho y camino un paso para recargarse a un
árbol unió su cabeza al tronco hincándose hasta llorar sin cautela, con tanto sentimiento que parecía
no tener fin, tal vez el cielo sintió su dolor que no aguanto la escena unas nubes que anunciaban
lluvia se precipitaron soltando un par de gotas, Madeleine se sentó a su lado colocando su mano en
su hombro, no podía hacer nada pero entendía ese sentimiento a la perfección.
No regresaron, no importo la lluvia, se quedaron ahí siendo mojadas aún más, esa lluvia lavaba las
lágrimas de Valentina y se las llevaba con ella, pero el dolor que en su corazón se formó ese jamás
podría ser arrancado, ese amor que se sembró desde niños, un amor puro e inocente que creció al
paso de los años, pero aun así Sebastián nunca lo reconoció. Después de un rato la mujer con el
corazón roto se pudo de pie y limpio sus ojos, una vez más afrontaría todo con la frente en alto como
su padre le dijo, miro a Madeleine a los ojos —Gracias por quedarte, estoy bien y lo estaré de ahora
en adelante no te preocupes por mí— sacudió sus manos y regreso a la casa, se quedó ahí sola
mirándola como se alejaba, sorprendida por la valentía con la que afrontaba el peor de los dolores,
perder algo que nunca fue tuyo y quedarse con tantas preguntas sin respuestas, miró al cielo que se
limpiaba poco a poco al igual que los ojos de valentina soltó el aire en sus pulmones y se puso de pie
pero un ruido detrás de ella la alerto...

Valentina entro a su habitación tomó un baño y se cambió no quiso pisar el comedor en ningún
momento entendía que aún se debatía en la mesa la fecha y lo que se haría, se quedó con el cabello
mojado sin desenredar las gotas caían de sus mechones mojando su ropa, sentada frente al tocador
mirándose en el espejo pensaba que era lógico que él se fijara en una mujer como Rosalba siempre
fue así, pero sabía que él se casaba sin amor eso le removía en su corazón porque a pesar de que él
no le correspondiera quería su felicidad y deseaba que se quedara con quien realmente desea no
con esa mujer, la puerta fue tocada tres veces no se dio cuenta del tiempo que se quedó ahí hasta
ver su cabello un poco más seco no quiso abrir la puerta no tenía humor de ver a nadie fue entonces
que quien cruzo por ella sin permiso la hizo alzar la vista creyendo que sería su madre pero no fue
así era el alfa ese hombre que había roto de nuevo su corazón sin saber.

—No te vi muy animada haya abajo—dijo el mirándose cansado

—Como estarlo si te casas sin amor—soltó ella

—No entenderías Valentina, es lo mejor para la manada—se acercó hasta sentarse a su lado

—El que no entiendes eres tú, el amor no se puede forzar, el amor se necesita sembrar para ser
cosechado tu estas atándote a una mujer que no conoces por el bien de la manada, que tontería
¿Dónde queda tu felicidad? —le reprocho ocultando sus verdaderas palabras, quería gritarle el dolor
que sentía, lo mucho que lo amaba, pero sería como escupir al suelo y ser pisada no era una opción
más.

—Es mi decisión Valentina—dijo duramente levantándose para irse


—Solo quiero tu felicidad Sebastián— hablo antes de que el cruzara por la puerta, pero no recibió
palabras solo el ruido de la puerta siendo cerrada por fuera.

Alexter caminaba en círculos en el ático había escuchado todo, no podía creer que él se casará no
después de escucharle renegar tantas noches con su padre sobre la tontería de casarse y amar, su
hermano una vez más se sacrificaba por todos y en especial por él, debía volver no tenía otra opción
tenía que hacerlo pronto y tomar el control para evitar que esa tontería continuara, ahora debía
afrontarse como el alfa, si por una razón seguía vivo seria para pagar su deuda con él, fue que tomó
la decisión de salir por esa puerta, pero antes de hacerlo se frenó de golpe recordó que Madeleine lo
miraría y no sabía que hacer o cómo comportarse con ella soltó el picaporte de la puerta y se
regresó por donde había avanzado mirando al suelo, tomó asiento en la cama no podía volver así
nada más... no de esa manera.

— ¡Lobos! — el grito de uno de los hombres que custodia el bosque lo alerto se levantó para verle
pudo observar que el otro se encontraba lastimado ya que se movía con dificultad su cuerpo colapso
frente a la casa sin importar quien le viera salto desde la venta para socorrerle... — Se han llevado a
la señorita alfa... alfa se han llevado a la señorita Madeleine ...— dijo confundiéndolo con Sebastián
hablo con dificultad cayendo inconsciente, el aullido de sable retumbo en el bosque, miró en esa
dirección sin pensarlo dos veces corrió con todas sus fuerzas debía encontrarla, debía llegar a ella.

Sebastián salió corriendo mirando el cuerpo tendido de su hombre, ordeno a Carlos alertar a los
demás y después de eso se adentró en el bosque al volver escuchar un aullido fuerte, sombra lo
esperaba entre los arboles corrió siendo guiado por su lobo.

Alexter temía no llegar tiempo, por más que avanzaba no miraba rastro de Madeleine fue que un
olor a sangre lo golpeó de repente, se frenó y frente suyo un charco se hacía notar, pensó lo peor...
había llegado tarde.

Capitulo 30
Perdóname

2 hora antes...

Un escalofrió recorrió su cuerpo al sentir una presencia detrás suyo Madeleine se giró sobre sus pies
esperando que fuera Sable, lo que ella no sabía era que el lobo se disputaba a muerte con 2 lobos
negros, para su sorpresa un hombre de barba pelirrojo se presentaba frente a ella... —Hola...— dijo
con su voz gruesa y cargada de un tono acido que la hizo temblar — No tengas miedo Madeleine —
habló con calma mientras la miraba divertido por lo que causaba en ella.
— ¿Cómo sabes mi nombre? Yo a usted no lo conozco...—atino en decir, por más que quería
accionarse para correr sus piernas no respondían de la misma manera.

—Madeleine, Madeleine... sé todo de ti—dijo mirándola a los ojos — Tu padre Jorge, perdón que
nombre tan peculiar se puso — riendo por el rostro de sorpresa de la otra.

—Mi papá es Sandro no Jorge...—dijo con un leve tartamudeo.

—Sí, si lo sé él se puso Sandro para escapar del pasado—se acercó hasta ella — Pero este siempre
nos alcanza— siguió sin entender que pasaba un hombre de la guardia de la casa caminaba cerca
cuando miro al otro parado frente a Madeleine corrió para alejarlo pero antes de poder llegar el
pelirrojo saco sus garras atacándolo, no supo en que momento saco fuerzas para correr y jalar el
cabello del lobo y hacerlo soltarlo este volteo molesto y la golpeo con el dorso de la mano en el
rostro haciéndola caer inconsciente la tomo como si de un costal se tratara —Lo haces muy difícil
Madeleine, avísale a tu alfa lobito... si puedes— dijo en broma y camino perdiéndose en el bosque, el
otro con todas las fuerzas que le quedaran se arrastró hacia casa principal sabía que él no podría
frenar al hombre.

El hombre lobo triunfante caminaba a paso lento sabía que tardarían en darse cuenta y en llegar
hasta ella debía avanzar, ahora solo quedaba esperar la segunda parte del plan, Madeleine abrió los
ojos y solo miraba el camino avanzar frente a ella con la cabeza colgando en la espalda de su captor
en cámara lenta miro como Sable brincaba por la espalda mordiendo las piernas del hombre
haciendo que este gruñera de dolor, aventó su cuerpo por los aires cayo de un solo golpe, pudo
sentir que el aire escapada de sus pulmones por el impacto no pudo gritar, Sable se aferraba al
hombre pelirrojo el otro saco sus garras y ataco al lobo blanco pero ágilmente lo esquivo mordiendo
uno de sus brazos haciéndolo gritar de dolor por como sus dientes arrancaban parte de la piel
sacudió con tanta fuerza que mando contra un árbol a Sable el lobo cayo abrumado por el golpe que
no podía ponerse alerta Madeleine miraba todo borroso sabía que ella no podía hacer nada contra
un hombre así de fuerte pero ver al lobo blanco ese que le ha brindado paz, un amigo fiel en sus
noches tristes... se movió por inercia poniéndose frente al lobo blanco, el pelirrojo no pudo frenar su
cuerpo con la garras afiladas apuntando se encajó en el cuerpo de Madeleine en su abdomen, abrió
los ojos por el dolor, pero ni un quejido pudo salir de ella, el hombre saco sus garras causándole aún
más dolor dejándola caer en el suelo —no me sirves muerta mujer—gruño, sable aulló con dolor al
ver el cuerpo inerte de ella, esa mujer que lo cautiva más que el brillo de la luna ella que lo abrazaba
con amor y cuidaba de él, sin decir nada el hombre lo miró por última vez aplasto su pata haciéndolo
retorcerse de dolor — Ahora intenta seguirnos lobito —el hombre se llevó a Madeleine con él, la
tomo con una sola mano de la parte del pecho de su blusa alzándola centímetros y caminando con
ella así... como si no valiera nada su vida, con la fuerza que en sus tres patas que podía mover lo
siguió despacio, ahora no podía hacer nada.
Alexter corrió sin parar dejando al hombre frente a la casa, Sable no había vuelto aullar y se
encontraba desorientado por más que percibía el olor de Madeleine este se ocultaba entre la tierra
mojada por la lluvia fue hasta que se tomó con ese olor metálico tan particular de la sangre se tensó
camino en dirección hasta mirar un charco en el suelo —Es de ella — la voz del lobo gruño — Corre
— alzó la vista y miro un pequeño camino que se formaba, el cielo volvía anunciar lluvia de manera
precipitada con estruendos, perdería la pista de la sangre si no se apresuraba, corría siendo
empapado por el agua helada su miedo crecía aún más y su lobo se impacientaba pidiendo salir.

Sebastián no corría con suerte miraba a sus hombres limpiando la zona Sombra olía en el suelo
alguna pista, el agua lo hacía aún más difícil continuar —Sebastián, Madeleine no está en la casa,
buscamos a todas ya que Víctor ha despertado y solo repite que se la han llevado me temo lo peor
creo que la tienen— dijo casi sin aliento Carlos.

— ¿Qué dices? —el otro se preocupó aún más mirando a todo su alrededor, debía encontrar a
Madeleine ella no podía morir — Demonios manda a todos a las orillas ahora — corrió con velocidad,
pero un estruendo en la casa principal lo hizo detenerse — ¿Qué ha pasado? — giro sus pies se sintió
dividido, por inercia empezó a correr de regreso a la casa Carlos lo miraba extrañado.

—Sebastián ve por Madeleine yo iré a la casa anda—dijo deteniéndolo, no estaban tan lejos de la
casa, pero a cada segundo se alejaban más de Madeleine, apretó sus manos en puños el agua corría
por todo su cuerpo debía hacerlo debía correr en dirección de Madeleine era lo que dentro de él se
exigía no podía dejar que le pasara algo malo. Obedeció a Carlos regreso sus pasos, miro a Sombra
que no dejaba de verle, cuando paso a su lado se detuvo.

—Sombra...— no necesito decir más corrieron en direcciones contrarias.

Sebastián pensaba en encontrar a Madeleine, pero el temor de que algo pasara en casa lo aturdía
fue hasta que la imagen de alguien delante de él lo alerto pero como la lluvia no dejaba ver tuvo que
esperar que la imagen se aclarara Valentina aparecía toda empapada cargando en su espalda algo,
corrió hacia ella y pudo ver que era Sable, sin importarle nada y consiente que Madeleine era que
faltaba salió al bosque corriendo con un grupo de hombres de la manada, pero se perdió por la
potente lluvia y resbalo encontrando el cuerpo lleno de lodo —Valentina que haces aquí—se acercó
hasta ella —¿Estás bien? —tomó a Sable dejando en el suelo para mirar, se miraba muy agotado su
pierna podía verse lastimada, buscaron refugio bajo uno de los arboles la lluvia parecía sin fin, miro
de reojo a Valentina.

—No encontré ningún rastro de Madeleine, pero supongo que él está lastimado por defenderle—dijo
acariciando el pelaje del lobo blanco.

—Algo ha pasado en la casa principal debes buscar refugio— dijo mirándola a los ojos

—No pierdas tiempo entonces ve por Madeleine yo llevare a sable a un lugar seguro— respondiendo
para tomar en brazos al lobo, pero las manos de Sebastián la detuvieron, él lo miro con duda, pero
este no decía nada.

—No estamos solos...—dijo parándose para mirar a su alrededor una niebla espesa se había formado
aún más por la lluvia y el frio sin que pudiera ver con claridad, pero podía sentir la presencia de
alguien más o algo más.

—Te has tardado demasiado alfa...—una voz gruesa se hizo notar cargada de maldad, el cuerpo de
Valentina se estremeció.

— ¿Quién eres? —ordeno Sebastián miraba con cuidado todo el espacio a su alrededor.

—Amigo, no…—dijo en broma dejándose ver, miro la mano derecha donde el cuerpo de Madeleine
colgaba, sin esperar el otro lo alanzo hacia ellos, con todo su cuerpo Sebastián freno el cuero de
golpearse contra la tierra — La idea es que no muriera y esto fuera divertido — dijo sarcásticamente,
Valentina se horrorizo de verla así, contuvo las lágrimas, pero le era imposible.

—Madeleine despierta, no, vamos hazlo no tú no puedes morir por favor, Madeleine no, perdóname,
perdóname no pude protegerte—Sebastián se abrazó al cuerpo de ella, lloraba desconsolado,
Valentina miraba a ese hombre que se proclamó soberbio llorar por ella, que el nudo en su garganta
le evitaba respirar, el dolor de Sebastián le dolía en su interior.

—No creí que ella te importara tanto, pero es bueno verte sufrir antes de realmente romperte
alfa...—dijo riendo a carcajadas —Romperé tu alma, así como tu hermano, creíste poder ocultarlo....
verdad Sebastián — este giro su vista a Valentina, ella abrió los ojos.

— ¿A qué te refieres monstruo? — reclamo ella, el coraje la invadía por cómo se burlaba de ellos,
miró a Sebastián a los ojos estos que se miraban aun con lágrimas en ellos.

—Divirtámonos entonces— saboreo sus palabras el pelirrojo, antes de irse contra Valentina que
estaba a escasos metros de Sebastián y Madeleine. Sebastián lo freno de golpe parando con su
cuerpo al pelirrojo que solo reía ya que doblaba en tamaño a Sebastián —No eres tan fuerte alfa, me
sorprende tu debilidad — el cuerpo del lobo lo empuja aún más abriendo zanjas con sus pies es la
tierra.

—Corre con Madeleine, Valentina— esta dudo, pero al escucharlo gruñir se paró hasta llegar a ella,
recargo su oído en su pecho un leve palpitar aún se escuchaba ella vivía. Pero antes de poder salir
con ella el grito de dolor de Sebastián la hizo girar el otro había encajado una de sus garras en el
costado derecho de su abdomen tiro de él azotándolo al suelo, sin pensarlo corrió sacando sus uñas
para clavarlas en la espalda del pelirrojo que solo se burló del débil ataque se sacudió aventando a
Valentina lejos — No, ¡Valentina! — se apresuró a llegar a ella, pero el otro lo tomo del cuello.

—No hagas las cosas tan difíciles, no te quiero matar... te quiero destruir—lo lanzo lejos de
Valentina, el lobo camino con paso firme hasta donde Valentina lo miraba asustada limpiando un hilo
de sangre de sus labios — Bueno pequeña escoria me estás dando más lata de lo que pensé —la
tomo del cuello, el débil forcejeo de ella no se comparaba a su fuerza el solo reía, la alzo, le estaba
costando respirar...Sebastián corrió para golpearlo pero este se giró acomodando el cuerpo de
Valentina como escudo sin soltarla del cuello se frenó en seco — Sabes yo pensaba como tu eso del
amor es una mierda, tener un lazo, sentir que pierdes todo por una insignificante mujer, pero yo si lo
sigo creyendo y tú solo te lo inventaste— empezó a reír, Valentina manoteaba el cuerpo del pelirrojo,
pero poco a poco perdía fuerzas — Tienes algo que decirle Sebastián, creo que merece saber porque
le toca morir, díselo, pobre morirá engañada... —apretó aún más su mano, Valentina perdía fuerzas
por la falta de aire, miraba a Sebastián tan abatido que le calaba en el alma y el corazón, Sebastián
temblaba de coraje no podía acercarse a ella un mal movimiento y perdería todo, miro a Valentina a
los ojos y relajo el cuerpo llevando sus manos a los costados al verla tan frágil frente a él. Comenzó a
hablar aceptando una realidad que mantenía alejada de él.

—Valentina perdóname... lo intente juro que lo intente... quise alejarte de mí, que este día nunca
llegara... perdóname por enamorarme de ti...por amarte—lo dijo suavemente podría hasta jurar que
lo dijo en su mente, pero no era así, por primera vez en su vida se animó aceptar que la amaba, que
desde niños juro protegerla y velar por ella, a nadie le había aceptado que guardaba con recelo en su
cuarto una pequeña caja con un anillo para ella que se lo daría el mismo año que la luna se ensaño
con ellos dejando a Alexter perdido por la muerte de Gabriela, ese mismo día que el confesaría su
amor, cerro su corazón por miedo y Madeleine con sus ideas había llegado a llenar de luz de nuevo
un espacio en su desolado corazón, donde sin importar nada amar no estaba mal, que aunque no te
correspondieran el sentimiento sigue siendo el más puro de todos, juró protegerla en honor a su
hermano por ese amor que ella le profeso a pesar de todo, pero no pudo protegerla a fallado como
alfa que ni a la mujer que ama puede proteger, cayo de rodillas derrotado grito en desesperación
inundando el bosque ese que guarda entre sus árboles miles de recuerdos suyos.

—Sebastián ya me cansé, cargarme de vuelta a la casa anda— ordenaba una pequeña niña que
corría entre los árboles.

—Te dije que te cansarías, pero no me haces caso—llegó hasta ella para que esta se subiera en su
espalda.

—¿Sebastián si yo no pudiera caminar? — pregunto por curiosidad mientras regresan a la casa.

— Yo sería tus piernas— dijo sonriendo... por sus palabras ella se recostó aún más para poder
apreciar el olor de su cabello ese que adoraba.

Capítulo 31
Corazones divididos...

Alexter caminaba entre la niebla espesa tratando de que su olfato reconociera el olor de Madeleine,
pero no lo lograba, miro al cielo tratando de distinguir donde estaba, fue que un ruido lo alerto entre
los arboles miro a su alrededor buscando de dónde.

—Nos están rodeando... — dijo la voz.

—No logro ver nada...— dijo, antes de poder decir más unos ojos rojos se dejaron ver entre la niebla
era un lobo de pelaje oscuro empapado por la lluvia, no venía solo otros 6 pares de ojos se dejaron
ver rodeándolo, espero a ser atacado, pero al contrario ellos caminaban en círculo cazándolo. Hasta
que uno se dejó ir sobre él logro esquivarlo con facilidad, pero uno detrás suyo le mordió la pierna el
dolor lo hizo gruñir saco sus garras aventándolo lejos se enfrasco en una pelea con los seis lobos por
más ágil que fuera la niebla no le permitía moverse a tiempo contra los seis... — Déjame salir, haz
que tu parte lobuna salga —la voz dentro suyo hablo fuerte — No podrás contra ellos, sé que te
estas conteniendo — volvía a hacerse escuchar en su mente, un lobo corrió a atacarlo Alexter lo
aparto.

—No, tú no puedes volver— grito Alexter, tenía miedo de soltar a la bestia en su interior, no quería
volver a aislarse de la realidad, perder sus recuerdos, perder su vida, aceptar a su lobo de vuelta era
perder el control, por eso no luchaba con todas sus fuerzas era tan fácil caer.
— Prometo que regresaras... — respondió — Si no la perderé, necesito encontrarla.

Alexter dudaba en que responder, un grito de dolor se dejó escuchar en todo el bosque lo reconocía
a la perfección —Sebastián...— levanto la vista su hermano estaba en peligro aun dudando, creyendo
que era lo mejor alzo la vista mirando como las gotas de lluvia caían cerro los ojos, escucho como los
lobos corrían contra él — Protégelos...protege a mi familia — dijo soltando el control de su cuerpo,
tensándose junto a un dolor en su pecho, al abrir sus ojos estos cambiaron al color amarillo... el
color de la bestia, antes de que los lobos pudieran tocarlo se movió ágilmente tomando a uno del
cuello partiéndolo con una sola de su manos, no tardó mucho en deshacerse de ellos, corrió a
velocidad entre los árboles, la fuerza y rapidez no se comparaba ahora que se permitía llegar hasta
toda su fuerza, Alexter era consiente de todo como lo prometió ese que dice ser su lobo — Deprisa,
debemos llegar.

Corría tan rápido que las gotas parecían caer en cámara lenta empapándolo, tuvo que bajar su
velocidad al mirar a su hermano hincado frente a un hombre que le doblaba de tamaño pelirrojo que
tenía en sus manos a Valentina, fue hasta escuchar la confesión de su hermano que actuó. Brinco
detrás del hombre haciéndolo quejarse al sentir sus garras en su espalda soltando el cuerpo de
Valentina, Sebastián corrió a tomarlo antes de que cayera, intentó escuchar el corazón de ella, pero
este no era perceptible, la dejó con cuidado en el suelo sin perder el tiempo empezó a reanimarla
oprimiendo su pecho y dándole respiración de boca, el tiempo era eterno, sin respuesta volvió a
escuchar el corazón de ella, la lluvia no permitía escuchar bien fue entonces que un leve suspiro
salió de los labios de Valentina ella vivía la abrazo a su cuerpo, acariciando su rostro —Todo estará
bien— decía para consolarla pero realmente eso era más para él, recordó que una batalla se llevaba
a cabo cuando el lobo pelirrojo rugió, giro su vista miró como este caía sin uno de sus brazos la
sangre se mezclaba con el agua de la lluvia, sin esperar mucho el otro aprovecho para huir como un
cobarde, Sebastián pudo ver a quien le debía su vida y ese no era otro que su hermano, miro a
Alexter como se movía para seguir al otro, pero se frenó al mirar el cuerpo de Madeleine, camino
lento hincándose hasta ella, Madeleine se miraba pálida con sus labios violáceos sin signos de vida
aparente, paso sus manos debajo de ella para atraerla — Made-leine — el nombre de Madeleine
salían con dificultad de él, igual a antes, como cuando se conocieron. Sebastián permanecía con
Valentina en sus brazos mirando el rostro de su hermano, se percató de esos ojos amarillos, Alexter
se abrazó a ella sin poder percibir la calidez de su cuerpo, se quedó así con los ojos cerrados, había
llegado tarde una vez más... —Por-favor vi-ve— dijo en su oído gruñendo levemente, el ruido del
agua lo abrumaba, se levantó con ella en brazos para pegar su cabeza en su pecho fue entonces que
el leve corazón de Madeleine daba señales de vida, había perdido mucha sangre, pero aún se
aferraba — ¡Vi-ve! — grito hacia Sebastián, la lluvia empezó a cesar poco a poco y el sol se colaba
entre los árboles, escucharon pasos acercándose los dos se pusieron alertas, pero para su suerte
era Carlos que al mirar a Alexter vivo quedo en shock.

—Carlos toma a Madeleine necesita un médico inmediatamente —ordeno Sebastián poniéndose de


pie con Valentina en brazos, Carlos lo miró y quiso ir sobre su hermana — Ella esta inconsciente está
bien, corre con ella, nada de hablar de Alexter me escuchaste— con mucha duda se acercó al lobo
que no soltaba a Madeleine, sin ganas la dejo ir con él, Carlos corrió perdiéndose a toda velocidad
—Es lo mejor Alexter, ella estará bien, nadie puede verte, yo…— se acercó a él — Me da gusto saber
que has despertado, gracias — el lobo no dijo nada solo se giró hacia donde se perdió el pelirrojo
para buscarle, Sebastián lo entendió y regreso a casa con Valentina, la respiración se había
regularizado aún más podía percibirlo. Debía pensar que haría ahora, con un compromiso en puerta
y con su confesión había expuesto aún más a Valentina y eso jamás podría perdonárselo, nunca fue
de creer en el amor se juró en muchas ocasiones que eso no era una opción para él, sombra se dejó
ver esperándolo en el camino para seguir a su lado hasta la casa —Sabes una vez te escuche platicar
con sombra, le decías cuanto me querías, por un momento pensé que era una broma, pero al mirar
tus ojos llenos de lágrimas lo entendí, ese mismo día había traído a una amiga a una reunión no
sabía porque la tratabas mal—sonrió — Realmente al escucharte decir eso me di cuenta que sentías
por ti lo mismo, cuando pasó lo de Gabriela, me dio miedo perderte al igual como Alexter, no quise
esa vida para mí, por eso te pague la carrera fuera y cada año te esperaba con la ilusión de que no
conocieras a nadie, pero aun así no iba a frenarte, prefería verte feliz lejos de mi — la abrazo aún
más —Madeleine llegó y me recordó a ti, la vi llorar como tú por amor, por amar y no ser
correspondida ... odie a Alexter por ser tan tonto de no darse la oportunidad de amarla, no sería tan
difícil, pero no tenía cara para decírselo si yo mismo me negaba ese camino, espero que me
perdones — llegó hasta la casa, todos estaban muy alterados corriendo, el estruendo de la casa no
fue otro que un par de lobos que se acercaron pero Maximiliano se hizo cargo de ellos junto a
Adrián, el doctor de la manada llego justo a tiempo, María había instalado a Madeleine en su
habitación, sus signos vitales eran débiles el hospital más cercano estaba a horas de camino y
creían que ella no llegaría optaron como en otras ocasiones instalar en su habitación todo lo
necesario equiparla como una habitación del hospital, el doctor preparaba el suero para una vía
permeable para transfusión ahora necesitaban un donante ventaja que la sangre de lobo es
compatible pero todos estaban ocupados, sin esperar más empezó a cocer las heridas de Madeleine,
no quería que siguiera perdiendo la poca que en su cuerpo quedaba, María contrariada miro a
Sebastián este había dejado a Valentina con otro de los médicos en su habitación necesitaban toda la
ayuda —María ve con Valentina yo me hago cargo aquí— dijo mirándola ella no discutió necesitaba
ver a su hija, cerró la puerta cuando salió, el silencio fue invadiéndose con una de las maquinas que
habían traído una pequeña portátil que marcaba los signos vitales de Madeleine miles de
medicamentos después y suturar las heridas en su abdomen Sebastián se preparaba para donar
sangre pero un ruido en la ventana lo hizo asomarse, Alexter estaba ahí parado mirando fijamente el
cuerpo de Madeleine con esos ojos color amarillo, no había tenido éxito con el lobo pelirrojo parecía
que la tierra lo había tragado, en sus brazos sable descansaba, abrió la ventana dejándolo pasar
acomodo a sable cerca de Madeleine el doctor se asombró de verlo — Si estás aquí es que estas
dispuesto a que te vean no es así —dijo serio Sebastián, el otro como de esperarse no contesto nada,
miro la aguja en la mano del doctor tomo asiento aun lado de Madeleine preparo su brazo, el doctor
miro a Sebastián y este solo asintió, enterró la aguja en su brazo, Alexter no dejaba de mirar el
rostro de ella.

—Espero que esto sea suficiente alfa, ha perdido mucha sangre —miró de reojo a Alexter — Esperare
en el pasillo.

—Doctor espero que no diga nada de esto—dijo Sebastián, no necesito decir más, el hombre solo
asintió, y los dejo solo — No espero que me contestes sé que no eres tú en tu totalidad —suspiro
sentándose en la silla de aun lado de la cama sentía el cansancio del momento y los miles de
sentimientos que lo invadían, el miedo de perder a Valentina — Sabes, hoy te entendí
perfectamente— miro hacia arriba sus ojos anunciaban un par de lágrimas — Perdóname, no la
pude proteger, no soy tan fuerte como tú.
— Lo e-res—el leve sonido de la voz de Alexter lo hizo girarse.

—Realmente lo hizo no es así, realmente domo a la bestia—sonrió y un par de lágrimas abandonaron


sus ojos — Pase lo que pase Alexter te necesito aquí... no puedo solo — admitió, miró a los ojos a su
hermano este solo asintió en respuesta, el doctor entró después de media hora para retirar la sonda
que los unía, no podían negar que el color en el rostro de Madeleine había vuelto y sus labios se
miraban menos violáceos, Alexter se separó de ella mirando por la ventana como promesa la bestia
soltó de nuevo el control dejándolo volver cerro sus ojos y estos al abrirse de nuevo eran de su color
normal.

—No puedo hacer más alfa, solo nos queda esperar— se despidió de ambos.

—Tengo que ir a recorrer el bosque Alexter y revisar que todo esté bien, mi padre, necesito ver como
esta, nuestros invitados...—dijo Sebastián.

—No te cases...—la voz clara de su hermano lo hizo volver a mirarlo, sus ojos azules estaban de
vuelta — No serás feliz y no puedo permitir eso — miró a Madeleine.

—Sabes que debo de hacerlo, nos estamos quedando sin recurso desde que tu... —detuvo sus
palabras volvía a sentir coraje — Todo ha sido más difícil —gruño

—Lo sé, por eso hare lo que tenga que hacer, he vuelto Sebastián y ahora será para siempre,
entiendo que debo cumplir como alfa de esta manada, te libero de esa responsabilidad—habló fuerte
imponiéndose como siempre.

—Y aquí vamos de nuevo, ¿Qué pasara con Madeleine? —preguntó haciendo que el rostro de Alexter
cambiara a uno de asombro.

—Que tiene que ver Madeleine ella, ella sabe que yo no le correspondo...—dijo con duda

—Pero la bestia si—dijo cruzando sus brazos


—Basta tú y él me volverán loco, yo... solo haré lo mejor para la manada, además mira quién habla si
tu viviste años alejado de Valentina por miedo, por un miedo tonto que al final te escupió en la cara,
ve con ella y afronta tu vida yo afrontare la mía a mi manera—dijo alzando la voz

—Había olvidado que eres testarudo, debo admitir que me agradas más de bestia, quédate y cuida
de ella, aun no es el momento para que te miren con un día de sorpresas estuvo bien—dijo antes de
salir de esa habitación azotando la puerta.

— No me alejes de ella — su lobo repetía.

—Lo sé...—se acercó hasta ella — la temperatura está bajando — dijo, acomodando la sabana
cubriendo el cuerpo de Madeleine y dejando un espacio suspiro — Quédate con ella, te necesita —
Alexter volvió a soltar el control de su cuerpo sus ojos se tiñeron de amarillo de nuevo, dejando que
la bestia apareciera, que cuidara de ella, poco a poco entro en la cama, se acurrucó a su lado
esperando que la luna apareciera, el no dejaría a Madeleine no ahora que podía sentirla después de
tanto tiempo —Made-leine he vuel-to— decía acostado de lado mirando el perfil de ella — No me de-
jes — acaricio su mejilla con tanto cuidado como si su tacto la fuera a romper en mil pedazos — Por
fa-vor — lo dijo con tanto sentimiento que una calidez invadió su pecho, Alexter permanecía en
silencio escuchando esa parte animal suya su lobo había vuelto a dejarlo consciente de su alrededor,
en ese momento no sabía si eso era un privilegio o un castigo para su alma, como podía él sentirse
tan dividido, parecía mentira que su corazón fueran dos en vez de uno, pero así era su lobo amaba a
Madeleine y él aún guardaba su amor por Gabriela, pero ahora no buscaría la muerte como destino
eso quedó atrás tenía cosas que afrontar como alfa, por su hermano y la manada.

Capítulo 32
No importa ahora...

Sebastián caminaba de regreso a la casa desde las profundidades del bosque el frio se estaba
haciendo notar por la caída del sol, era el tercer día de búsqueda; revisaron hasta el último rincón
de los inmensos arboles solo para no encontrar nada de presencia de enemigos no volvería a ser tan
confiado, miró de reojo a sus hombres exhausto —Vamos a descansar— dijo en voz alta dando con
eso terminado el servicio de todos; solo la guardia quedaría a las orillas del terreno.

—Al parecer no hemos tenido visitas— Alexter brincaba desde uno de los árboles para acompañar a
su hermano en tierra; la conmoción de todos al verle se ha ido bajando porque él al segundo día
decidió que lo mejor era no esperar y se paró en la entrada de la casa, algunos lo miraron como si
fuera el mismo demonio y otros con ojos de esperanza; confían en él, saben que será capaz de
defenderles de esos enemigos acérrimos que ahora luchan para acabar con la poca paz que queda.
Su padre no pudo decir nada, pero Sebastián entendía lo que por su mente pasaba; culpa, ese
sentimiento que en sus ojos no se podían negar; María, por su parte lloro de felicidad y lo abrazo de
gusto con sus sentimientos movidos aun por todo lo sucedido. Maximiliano y sus hermanos tomaron
de muy buena manera el acontecimiento.
—Daré una vuelta más Alexter— detuvo su paso a solo un metro de salir del bosque frente a la casa.

—No deberías darle tantas vueltas al asunto; tu repentina obsesión de seguir en el bosque se debe a
que Valentina hoy ha despertado y no tienes el valor de ir a verle— dijo cruzándose de brazos para
mirarlo seriamente.

—No tengo porque ir, ella está bien así es más fui yo quien la arriesgo de esa manera—no tenía una
excusa buena rebuscaba mucho las palabras antes de poder hilar una oración correcta.

—Deja de ser un cobarde hermano, acepta tus sentimientos por una vez en tu vida—palmeo su
espalda —No pierdas el tiempo; si yo aún tuviera a...— detuvo sus palabras mirando de reojo a la
casa.

—Hablas de que no pierda el tiempo y frente tuyo tienes una segunda oportunidad— dijo
regresándole la palmada en la espalda; no espero que este le respondiera siguió su camino de vuelta
al bosque, Alexter lo observo por un momento y después giro su vista a la ventana de Madeleine su
lobo se había mantenido tranquilo sin interrumpir sus pensamientos; pensaba como él, tenían que
acabar con sus enemigos para poner a salvo a todos; suspiro, soltó todo el aire de sus pulmones
tomo impulso y salto hasta la venta de ella.

La salud de Madeleine no había mejorado pero tampoco empeorado; Sable, su fiel amigo recuperaba
la movilidad pero aún le costaba apoyar su pata; por decisión propia se había quedado
acompañándola, por más intentos de llevárselo el lobo blanco le gruñía; como era de esperarse el
lobo dormía recostado en el suelo a los pies de Madeleine, Alexter entró con cuidado hasta ponerse
frente de ella sus cabellos se acomodaban finamente en la almohada, el color de sus labios había
vuelto al rosa normal del cual es dueña ese tono que le recordaba a una de las tantas rosas del
círculo, se movió incomodo por tener ese ligero pensamiento, —Maldito lobo — gruño internamente
culpaba a este por esos pensamientos; María, entro sin avisar sorprendiéndose de verle ahí.

—No esperaba verte Alexter— dijo acercándose hasta colocar su mano en la frente de Madeleine —
Hoy ha tenido un poco de fiebre al parecer el doctor piensa que una infección debe de estar
haciéndose presente y necesitara un medicamento más fuerte el cual ya he pedido —miro al hombre
a los ojos.

— ¿El doctor vino? —preguntó él.


—Si, se ha retirado hace un momento, lo acompañe y le di la receta a una de las muchachas para
que me hiciera el favor—decía mientras acomodaba la colcha que cubre el cuerpo de Madeleine
—Alexter puedes por favor pasarme de ese cajón un cepillo que deje — señalando en su dirección al
cajón que quedaba a ligeros dos pasos de él.

El no dudo mucho solo abrió el cajón que queda de su lado saco un cepillo y lo entrego a la mujer
regreso la vista al cajón antes de cerrarlo; se detuvo, miro un papel que le pareció familiar lo agarro
entre sus manos abriéndolo en este; ese dibujo que no entienda — ¿Qué hace esto aquí? — miro a
María, la mujer cepillaba el cabello de Madeleine, alzo la vista miro el dibujo sonriendo, con
delicadeza dejo el cabello de ella de nuevo sobre la almohada. —Este dibujo tú sabes ¿Qué es? —
volvió a preguntar ella lo tomo de sus manos.

—Este dibujo, lo recuerdo muy bien uno de los tantos viajes regresaste con él; muy contento, feliz y
con una sonrisa tan plena en tus labios, me dijiste que habías echo una promesa— dijo
regresándoselo.

— ¿De qué promesa hablas María? —preguntó tomándolo de regreso, se detuvo mirándolo
detenidamente — Yo no recuerdo nada de este dibujo— dijo serio.

—Ya veo, no recuerdas ¿Quién te lo dio? — se puso de pie frente a él, al mirar que este negaba con
la cabeza — Fue ella— mirando a Madeleine. El rostro de Alexter cambio, pero María no podía
descifrar lo que pensaba —Prometiste casarte con ella — abrió los ojos grande por esas palabras —
Ella era una niña pequeña tendría siete u ocho años no recuerdo en realidad no sé cuánto se llevan
de diferencia y en este dibujo tú me lo explicaste a la perfección son tú y ella frente a un altar—
sonrió.

—No lo recuerdo María, no recuerdo nada que tenga que ver con Madeleine, tengo imágenes vagas
en mi mente, pero la mayoría no son recuerdos míos son...—detuvo sus palabras si se ponía a decir
de ese condenado lobo interno suyo que habla lo tacharían de loco.

—Son de él— dijo tomando su rostro entre sus manos, Alexter abrió los ojos sorprendido podría
caber la posibilidad de que ella supiera lo que le pasara o estaba haciéndose esas ilusiones.

—María tú...— freno sus palabras tratando de encontrar las correctas.

—Cuando naciste tus ojos eran de color amarillo vibrante como el sol, yo te miraba adorable, don
Guillermo se preocupó, pero tu madre, ella lo tranquilizo diciendo que al nacer la parte lobo reina en
el cuerpo, pero que al paso de los años poco a poco esta daría paso al humano y así fue, pero lo que
nos llamó mucho la atención es que contigo duro por muchos años y al paso de estos ese color
bajaba de intensidad también me di cuenta que hacías algunas cosas y no las recordabas, Alexter yo
te cuide te conozco; sé que aquí—coloco su mano en su pecho — Viven dos corazones diferentes no
me refiero físicamente me entiendes; y aquí...— señaló su cabeza — Dos mentes; cuando te metías
en problemas era él quien salía a defenderte — bajó la vista hasta mirar sus manos — Cuando te vi
perdido por Gabriela creí que no volvería a saber de ti que ahora sería la bestia, pero esta tenía años
sin aparecer, pero invadido de tu dolor este se comportaba tan...—detuvo sus palabras.

—Animal...— a completo Alexter.

—Sí, no hablabas bien a duras penas podías decir unas palabras, pero al ver a Madeleine convivir
contigo, con él; este le respondía de buena manera, tu padre lo aprobó él estaba feliz...—dudó un
momento sosteniendo sus manos no quería decirlo.

—Mi padre pensó en domar a la bestia— dijo serio, la sangre empezó a hervirle —No pensó que la
lastimaría, si yo volvía y no la recordaba como lo hice, mis sentimientos por ella no son como los de
la bestia... yo ahora consiento no soltare mi cuerpo a la bestia no ahora...— lo último lo dijo con
tristeza y en alto.

—Él quería lo mejor para ti, solo es eso cariño no te enojes con él, me siento mal porque no
pensamos más allá de las consecuencias, lo digo porque yo le insistí que no se alejara de ti
perdóname— dijo con una inmensa tristeza

—Me dijo que me ama María, y yo no pude decirle nada porque aquí donde dices que existen dos
corazones está el mío y ese no siente nada por ella— dijo con fuerza el coraje lo estaba haciendo
salirse de su control, la dulce mujer abrió sus ojos mirándolo dolida, habían sido participe del dolor
que Madeleine vivía desde su supuesta muerte — Perdóname María no quería gritarte —intentando
calmarse — Pero ahora que ella despierte no sé qué pasara, yo...— Sable alzo la cabeza moviendo
sus orejas en seña que captaba algo Alexter lo miró y se detuvo esperando saber que pasaba, María
por su parte giro su vista a Madeleine.

—Madeleine...— dijo suavemente. Alexter giro su cuerpo por completo la cama quedaba a sus
espalda Madeleine abría sus ojos con dificultad intentando regresar a la realidad solo escuchaba
voces que la han hecho salir de ese sueño profundo no podía ver nada la oscuridad se había hecho
presente al salir la luna y por estar enfrascado en su conversación no habían prendido ninguna luz,
Alexter dio un paso atrás María se acercó a ella —Pequeña tranquila todo está bien, estas en casa—
intentaba que la voz no se le quebrara.
—mmm...— de su boca no podían salir palabras congruentes —Ma..rí— abría y cerraba sus ojos, no
tenía fuerzas para hilar una conversación aunque quisiera, Alexter se acercó un poco por inercia
quedando detrás de María fue que sintió la mirada de Madeleine en el que se tensó —T..ú— dijo
poco audible, pero lo suficiente para que él la escuchara no dijo más cayo de nuevo inconsciente.
Dejando a Alexter por primera vez en mucho tiempo sintiendo su corazón acelerado, salió de ahí no
necesitaba que su lobo se volviera loco o intentara algo que no pudiera controlar.

Pero su lobo esa parte bestia que comparten estaba feliz, satisfecho de saber que ella había aunque
sea por un momento, un corto instante vuelto; siendo el mejor de los días —Así que haciendo
promesas estúpidas — renegaba solo al aire como corría entre los arboles hasta frenarse de golpe —
Era un niño un maldito niño que no pensaba que no sabía lo que decía — hablaba sin parar y sin
orden de ideas — Maldita sea te aprovechaste— gruño, se dejó caer en el suelo sentado tratando de
calmarse después de unos minutos alzo la vista para ver donde estaba y si de una burla se trataba
reconoció el lugar a la perfección suspiro, soltó todo el aire — Así que veme aquí en el lugar que ella
aceptó sus sentimientos, que maldita broma bestia— paro sus palabras ahora quien le viera diría
que vive en la locura, se compuso; se puso de pie y camino de vuelta a la casa tenía cosas que pensar
antes de que Madeleine despierte totalmente consciente de su realidad; esa que lo involucra
precisamente a él.

Por su parte Sebastián caminaba en círculos fuera de la habitación de Valentina con esa era la
quinta vez que camino hasta ahí deteniéndose de golpe antes de tomar la perilla se maldijo
internamente, pero recordando las palabras de su hermano abrió sin tocar, la mujer de cabellos
negros lo miraba con curiosidad sentada en la cama cubierta con las sabanas —Pensé que te irías de
nuevo y no entrarías— dijo para sorpresa de él, sonrió haciendo que el otro se relajara por un
momento.

— ¿Cómo estás? — se notaba nervioso él juraría que ella lo mira esperando que diga algo más.

— Aun un poco aturdida, pero bien— acomodo su cabello —Sebastián... no recuerdo que paso —dijo
al final, eso fue como un balde de agua helada para él.

— ¿Cómo que no recuerdas? — podía escuchar su corazón palpitar en sus oídos.

—Recuerdo cuando nos encontramos, recuerdo a ese hombre tan malvado, ese pelirrojo; puedo
recordar cómo me tomó del cuello— acaricio su cuello, las marcas moradas del agarre de la bestia
esa se dejaban ver como líneas muy marcadas —Empecé a sentir que mi cuerpo se desvanecía yo
escuchaba tu voz, pero no recuerdo nada más— sus ojos se miraba cristalinos por las lágrimas que
se precipitaban a salir. Sebastián por su parte intentaba lidiar con el nudo en su garganta Valentina
no recordaba su declaración de amor, para ella eso no existía...
—No importa ahora Valentina, descansa; eso no tiene importancia— Se giró para salir de la
habitación, dejándola sola, Valentina no recordaba y así era mejor pensó él, apretó sus manos con
fuerza ocasionándose una herida camino confundido hasta su habitación quedándose ahí,
convenciéndose como dijo eso ya no importaba.

Capítulo 33
Compromiso liberado...

Alexter inmenso en sus pensamientos repasaba una y otra vez en su mente las palabras de María la
bestia al final siempre lo ha acompañado, no era algo nuevo y al parecer no será pasajero vivirá por
el resto de su vida compartiendo con él.

—Debo encontrar la forma de domarlo por completo— dijo sin mirar un punto fijo, movía los pies
sentado ahí en la raíz del árbol más viejo del bosque ese donde se escondía de todos de pequeño.
Miro con atención al escuchar un ruido de entre los arboles su padre caminaba hasta él.

—María me ha contado de su plática...—tomó asiento hasta él.

—Una que debiste tener conmigo hace tiempo— dijo con dureza Alexter, estaba enfadado con él,
pero ¿Qué era lo que realmente le molestaba?

—Lo sé, no tengo excusa por posponerla tanto, pero realmente no lo vi necesario el día que tu madre
murió tus ojos tomaron ese color azul y no los volví a ver de ese tono hasta que Gabriela murió, no es
como que llegaría y te diría ¨sabes hijo creo que tienes problema de personalidad múltiple¨ eso se lo
dices a un hijo normal bueno me refiero a un hijo solamente humano me entiendes—se rebuscaba en
sus propias palabras — A lo que voy es que somos hombres lobos lo paranormal viene incluido y creí
que solo fue una etapa, con lo de tu madre yo me enfrasque en tantas cosas y tu tomaste un rol tan
importante ante la manada — suspiró cansado apretando el puente de su nariz.

—Todo se ha complicado por traer a Madeleine aquí—murmuro el lobo menor

—Ella solo es mártir de una guerra—dijo con tristeza y pesar que Alexter se giró para verle.

— ¿Padre que ocultas? —preguntó

—Madeleine debía venir aquí yo debo protegerla, pero a lo que veo no he hecho nada de eso, solo la
he arriesgado aún más—Alexter no entendía lo que su padre quería decir —Me dio gusto verla
contigo, como tú respondías a ella, es una joven inteligente y sumamente frágil; a vista, pero por
dentro es fuerte como estos árboles, solo necesita que alguien la ayude a sacar esa parte; siempre
fueron ella y su padre al perderle no podía dejarla sola e indefensa aun pasado que no conoce— bajo
la mirada.

—El ataque de ese lobo tiene que ver con ese pasado que te atormenta—afirmo Alexter, siempre ha
sido muy perspicaz las cosas no pasan en alto con él — ¿Pero Madeleine que tiene que ver?

—Su padre fue mi mejor amigo lo sabes, me ayudo en algo que implicaba arriesgar su vida y tomó
ese riesgo por mí, pero su muerte no fue casualidad él ya me había comentado que algo no estaba
bien— dijo Guillermo, no quería decirle a su hijo la verdad.

—No digas más, veo que no tienes ganas de contarme padre, acomoda tus ideas y cuando te sientas
con la confianza de decirme todo hablemos, ahora el punto importante es; que ese pasado nos está
alcanzando por alguna razón y ella está en el medio como todos nosotros— dijo poniéndose de pie —
Creo que es tarde y debemos ir a descansar mañana pensaremos que hacer, pero padre internarnos
en una guerra a ciegas no es buen augurio — dijo al final dejándolo solo, Alexter camino de vuelta a
casa tenía mucho que pensar.

Don Guillermo por su parte no acomodaba aun sus pensamientos no pudo contarle la verdad a su
hijo, por más intentos mentales de sacar la verdad no pudo, se maldecía, su corazón se oprimía de
coraje, pero al aceptar todo; aceptaría que por un momento su mente se nublo ocasionándole creer
que lo mejor era terminar con la vida de su hijo de su propio hijo; creyendo que no era consciente de
la bestia que esta sería el mayor problema, pero no era así; el ex alfa debe controlar sus
pensamientos y ese demonio interno que remarca sus pecados, ahora más que nunca debe saber
quién es realmente el enemigo para no caer en su juego. Cumplir la promesa que Sofía le dejo;
cuidar de sus hijos eso es lo que tiene que hacer.

Alexter subió hasta su habitación, la casa permanecía en silencio pero un ligero ruido en la
habitación de Madeleine lo hizo detenerse y pegarse a la puerta un leve quejido de miedo lo alerto
que sin pensar abrió la puerta observando como sable intentaba calmar a Madeleine colocándose en
su pecho pero ella se movía quejándose, el ligero aullido de angustia de sable le hizo acercarse aún
más y colocar su mano sobre su cabeza para calmarlo —Tranquilo sable ella está bien solo es un mal
sueño— por inercia y sin pensarlo acaricio rosando con miedo con la yema de sus dedos su rostro —
Podrías tocarla bien— la voz del lobo retumbo en sus pensamientos que apretó la mano alejándola
— Ella no está bien — volvió a decir la bestia, Alexter bufo, coloco su mano completa en su frente y
este hervía de fiebre, al parecer la infección se estaba haciendo presente en su cuerpo como dijo el
doctor, era demasiado tarde para despertar a María, miro a sable este no le quitaba la vista de
encima así que suspiro; entró al baño buscando alguna toalla o algo que le sirviera la mojó por un
rato para después exprimirla para quitarle el exceso, camino del vuelta hasta Madeleine doblo la
toalla de mano para colocarla con cuidado en su frente, bajo su mano para tentar su brazo y este
está igual o peor de fiebre — Hazte un lado sable— corrió al lobo para después retirar la colcha que
María había colocado, su ropa se miraba algo empapada por el sudor regreso al baño buscando otro
par de toallas sin éxito salió hasta su habitación y regreso con tres más, mojo estas y empezó a
rotarlas por su cuerpo hasta controlar un poco la fiebre, buscando en los cajones encontró un
termómetro para así monitorearla mejor, no supo cuánto tiempo estuvo así, hasta que miro contento
la temperatura que marcaba los 37 grados, el sol estaba haciéndose presente iluminando la
habitación, exhausto se sentó en la silla subiendo sus pies en la cama, cerró los ojos consiente que
solo lo haría cinco minutos, pero el cansancio le jugo dejándolo dormido ahí, María por su parte no
pudo ir en ningún momento a revisarla también había sido presa del cansancio acumulado, al
despertar lo primero que hizo fue subir para encontrarse con una tierna imagen, Alexter dormía
acurrucado en la silla a los pies de Madeleine, se acercó con cuidado, pero ni el ruido más
estruendoso lo despertaría, Sable dormía plácidamente, al percatarse de lo sucedido toco la frente
de ella.


—Creo que alguien ha cuidado de ti muy bien— sonrió; antes de salir los miro de nuevo, cerrando
detrás de ella la puerta, contenta de verles juntos aunque sea de esa manera, Alexter es bueno y no
duda que se dará cuenta de lo valiosa que puede ser ella en su vida si se da una segunda
oportunidad pero el lobo es terco.

Sebastián por su parte no pegó el ojo en ningún momento dormir no fue una opción esa opresión que
en su pecho se instaló cuando salió de la habitación de Valentina, pero ahora era libre de cumplir sin
problema su compromiso eso era lo que daba una y otra vez vuelta en su cabeza, pero consiente que
ese condenado lobo sabia lo importante que es para él. Retrasaría todo eso por ahora fue lo único
que pudo pensar después de ver el sol de frente por su ventana.

El día se llevó con calma a medio día Valentina decidió caminar rumbo a la habitación de Madeleine
aun preocupada por su salud entro observando con detalle a la mujer inmóvil en la cama, se acercó
hasta ella para mirarle mejor no quedaba rastro de la imagen tan perdida que tenía, soltó el aire de
sus pulmones que no sabía que había retenido por tanto tiempo, en su mente solo daba vuelta su
imagen sin signos de vida que verle ahora con ese color rosa en sus mejillas la inundaba de felicidad.

—Madeleine soy yo Valentina— tomo su mano y espero unos minutos dejándola ahí, antes de
retirarla un ligero movimiento se dejó sentir —Madeleine me escuchas— insistió esperando
respuesta, pero no hubo nada más — No te preocupes, abre los ojos cuando estés lista —el ruido de
la puerta siendo abierta la hizo girarse, palideció de ver quien cruzaba por ella — ¿Alexter?— el lobo
solo hizo señales de silencio para ella, Valentina mío a Madeleine por un segundo y entendió el
mensaje el no deseaba que ella supiera de él por lo menos no ahora. Valentina camino hasta la
puerta —¿Cómo puede ser posible? —Alexter no perdió el tiempo y la abrazo.

—Solo ha pasado Valentina, es tanto que no es necesario contar ahora— dijo en voz baja —Debo ir a
dar un recorrido a las afueras, venia solo a ver que ella estuviera bien, anoche tuvo mucha fiebre
pero el que estés aquí me permite irme sin problema— dijo serio sin expresión, Valentina al
escucharle arrugo la mirada queriendo entender su preocupación, pero el lobo no le dio tiempo de
armar una pregunta este se fue solo asintiendo con la cabeza, ella aun temblaba de la sorpresa se
sentía llena de felicidad, pero su rostro cambio de repente a uno de tristeza y dolor. Entró
sentándose cerca de Madeleine.
—Sabes Made hice algo que creo que estuvo mal— sonando triste, se detuvo como si esperara
respuesta de ella — Mentí, no puedo decírselo a nadie más solo a ti, como quisiera que despertaras y
me dijeras algo...— dijo desesperada — Le mentí a Sebastián, él me quiere Madeleine me quiere y yo
no supe que hacer me dio miedo, después de verle así tan desesperado y roto por mi culpa— limpio
un par de lágrimas que salían de sus ojos — Ese lobo que nos ataco es solo el inicio y tengo miedo,
además él está comprometido, no es tan fácil terminar un compromiso entre manada eso sería
iniciar una guerra sin necesidad— apretó sus manos en puños sobre sus piernas — Quería gritar,
decirle lo mucho que lo amo solo opte por decir que no escuche nada, que no recuerdo— las
palabras salían con dificultas por más que evito llorar desconsolada se derrumbó ahí —Yo
agobiándote con esto y tu tendrás aun que enfrentar a algo peor— miro a Madeleine pero esta
seguía con los ojos cerrados pero una lagrima se dejaba ver saliendo de su ojo.

—Pensé que había sido un sueño— la voz de Madeleine entre cortada la hizo alterarse

—Made... ¿tú? — se acercó aún más a ella sentándose en la cama.

—Lo vi dormido en esa silla que pensé que mi cabeza me jugaba la peor broma, pero no es así;
escuche su voz hace un momento— dijo con tristeza mirando al techo —Él está vivo— sonrió
amargamente — Me da gusto, pero siento un nudo en mi pecho, él dejo muy claro antes de su
supuesta muerte que mis sentimientos no son correspondidos— busco los ojos de Valentina —Me
contuve de no llorar y brincar sobre él al verle ahí, me repetí una y mil veces que debía controlarme,
cuando lo vi sentado; doy gracias que el cansancio aun me mantenía entre la realidad y el mundo de
los sueños— se incorporó con calma para sentarse en la cama.

—El cuido de ti, él se preocupa deberías hablar con el de nuevo...— dijo de prisa, pero fue
interrumpida

—No Valentina, él no me corresponde además que así es noble y atento una linda cualidad, no
busquemos cosas donde no existe nada— miro sus manos con cuidado, Sable entraba por la ventana
después de estirar un poco sus piernas, aun rengueando un poco —Que gusto verte lobo blanco—
fue hasta entonces que se permitió llorar, sable se acercó hasta quedar cerca para ser acariciado.

—Les avisare a todos que has despertado, estarán muy contentos— dijo limpiando sus lagrimas

—Valentina, por favor llama a don Guillermo quiero hablar con él primero, nadie más debe saber que
he despertado antes— dijo seria se sorprendió de ver dureza en su mirada, solo atinó a asentir en su
petición y se alejó con prisa para buscar al ex alfa pero antes —Deberías decirle la verdad a
Sebastián— se giró para mirar a Madeleine por un largo momento asintió y salió cerrando la puerta
detrás de ella.

Aun aturdida por la mirada de Madeleine busco a ex alfa este no perdió el tiempo y salió rumbo al a
habitación de quien lo solicitaba entro sin tocar y la encontró aun en cama, se abrazó a ella
—Perdóname— decía sin consuelo.

—No tiene por qué pedir perdón, además que le he pedido que viniera antes que cualquiera para
pedirle algo, algo que es muy importante...— don Guillermo asentía a cada una de las palabras de
Madeleine, sorprendido y anonadado acepto lo que ella le pedía.

— ¿Estas segura de esto Madeleine? — volvió a preguntar por tercera vez.

—Lo estoy, deje de preocuparse por mí, es lo mejor y es lo correcto— respondía seria, esa mujer que
ahora se presentaba frente a él, no era la misma, esa mirada tierna y dulce se ocultaba ante un
rostro frio, el ex alfa cumpliría por el bien de todos lo que ella solicitaba debía hacerlo pronto.

La noche cayó de prisa como las horas pasaron, Sebastián y Alexter volvían de uno de los recorridos
más largos tal vez los dos no necesitaban volver tan pronto a casa que atrasaban aún más su paso
por entre los árboles, pero al llegar el carro de la familia de Maximiliano los recibía, Sebastián
suspiro pesado debía ver a su prometida y eso no era un motivo de alegría, al seguir andando la
observaron dentro del carro desconsolada sin querer mirar a nadie, uno de los hombres le impidió el
paso cuando duda en preguntar que sucedía, por su parte Adrián estaba sentado fumando un
cigarro en el último escalón, más hombres se dejaban ver algunos no eran conocidos, pero al
acercarse se presentaban como parte del consejo de lobos entraron deprisa a la casa María
caminaba de un lado a otro sin parar.

— ¿Qué sucede? —Alexter se apresuraba a ella.

—No lo sé tienen una hora encerrados su padre con Maximiliano su madre y 3 hombres de consejo
de lobos, no pude entrar no se me permitió— dijo intranquila.

—María, puedes pedirle a Madeleine que baje, Sebastián puedes ayudarle si es necesario a bajar y
esperen en el comedor principal—dijo con voz gruesa su padre que se dejaba ver en la puerta.

—Madeleine ha despertado— dijo el menor, María asintió, regreso su mirada a Alexter este estaba
sorprendido sin poder entender lo que pasaba, lo dejaron solo para ir por ella. Madeleine miraba a la
nada desde la ventana, se había alistado con un vestido negro, peino su cabello dejándolo suelto, aun
se sentía débil, probo un poco de comida, pero el asco le había hecho devolver el estómago opto por
solo tomar agua y jugos. Un ligero toque y la puerta siendo abierta la alerto girándose por completo
Sebastián sorprendido corrió a abrazarle —Que gusto que hayas despertado al fin— se separó para
mirarla —Mi padre quieres que bajes, no entiendo nada yo...—Madeleine alzo su mano para detener
sus palabras.

—Lo entenderás, no debemos hacerle esperar— dijo mirando a María que solo asintió — Bajemos,
creo que puedo caminar— dijo pasando por un lado de él, Sebastián la miraba contrariado esa no era
la misma Madeleine.

Alexter se quedó parado en el comedor mirando por una de las ventanas los minutos pasaban siendo
eternos, se sentía impaciente, cuando una de las puertas fue recorrida dando paso por ella a
Madeleine, sus miradas se cruzaron quedándose estáticos cada uno en su lugar sin decir nada ni
uno, Sebastián y María optaron por quedarse afuera —Madeleine...— siendo él quien rompió el
silencio camino hasta ponerse frente a ella, por su parte lo miraba a los ojos si expresión alguna,
extrañado se detuvo —¿Estás bien?— preguntó.

—Sí, Alexter solo estoy sorprendida que estés vivo— dijo sin bajar la mirada — Solo es eso...y me da
gusto tu familia te necesita— decía mientras apretaba sus manos a su costado tratando de no llorar,
su corazón palpitaba bombeando la sangre demasiando rápido que le costó mantenerse de pie, el
mayor a darse cuenta la acerco a una de las sillas para que tomara siento, hincándose para seguir
hablando, pero tuvo que detenerse ya que todos entraban al comedor, se incorporó mirando a
Madeleine, pero esta no volvió a verle, se alejó de ella para tomar asiento al otro extremo de la
mesa, Sebastián se colocó a su lado, María y Valentina junto con Sofia se quedaron en la puerta,
mientras don Guillermo instalaba a sus invitados y Maximiliano con su madre y hermano del lado
contrario a Madeleine.

—Mis hijos debes de estar ansiosos por saber que sucede— dijo el ex alfa — Así que seré breve,
sabemos que las cosas en nuestra manada se están complicando a situaciones ajenas a nosotros,
ellos tres son del consejo de lobos y he pedido su intervención inmediatamente, creo que debo
afrontar las cosas hijos al momento que Alexter sigue entre nosotros he tomado de nuevo el lugar
como alfa de la manada hasta llegar a un acuerdo— Sebastián quiso reclamar, pero su padre no se lo
permitió —Será así y es mi última palabras, también he firmado como tutor legal de Madeleine ella
es mayor de edad, pero por decisión de ambas partes llegamos a ese acuerdo, gracias querida por
ese privilegio, frente al consejo en honor a tu padre y mi fiel amigo, por otra parte Maximiliano y yo
hemos llegado a un acuerdo Sebastián quedas liberado del compromiso con Rosalba, Valentina abrió
sus ojos en sorpresa y el menor trataba de procesar sus palabras.

—Entonces no habrá una unión entre manadas— dijo Sebastián.


—Esa es otra parte, la habrá, tendremos una boda entre manadas el próximo mes— dijo serio el
ahora alfa

—Padre si no es Sebastián y yo, me estad diciendo que Sofía será unida en matrimonio, porque si es
así ella no…—dijo Alexter mirando a su hermana que estaba sin poder procesar lo que sucedía.

—No— la leve voz de Madeleine se dejó escuchar, ella se incorporó de la silla — Ella no se casará—
miró a ambos

— ¿Qué dices Madeleine? — dijo Sebastián mirándola directamente para después desviar su mirada
a padre.

—Como ella dice no será Sofía quien se case si no Madeleine con Maximiliano, hoy plantemos las
cosas ella está de acuerdo con esto y Maximiliano está conforme al saber el origen de ella y de lo
importante que es para mí, el consejo avala y da fe de este matrimonio como un lazo fuerte entre
manadas— dijo al final, Sebastián quedo trabado sin poder decir nada, Alexter por su parte
procesaba lo que sucedía miraba a Madeleine, pero ella seguía sin dirigirle la mirada.

—Sí, no hay nada más que decir pido disculpas, pero debo volver a mi habitación no me siento
bien—dijo ella.

—Claro querida, Maximiliano podrías llevarla a su habitación María te dirá donde es, sirve y
empiezan a conocerse— la mujer sacudió su cabeza aun no podía entender lo que pasaba, por su
parte el alfa del sur se alejó del comedor tomando la mano de Madeleine para que esta se apoyara
en él. El consejo se despidió y terminaron con el formalismo de la reunión quedando ellos tres ahí.

—Eso no puede ser padre— reclamo Sebastián — Ella no le quiere ni él a ella como puedes permitir
que esto pase.

—Es decisión de ella, espero que lo respeten—dijo el alfa

—Alexter ¿tienes algo que decir? — dijo Sebastián, pero no tuvo respuesta de su hermano — Es en
serio la dejaras casarse— pero antes de decir algo, el mayor abandono el comedor saliendo rumbo
al bosque sin decir nada — Papá yo no rompí el compromiso entonces no puedes pasar encima de mí
eso…
—¡Basta! Sebastián la decisión está tomada tú ya no eres el alfa y yo ahora tomo de nuevo las
decisiones de esta manada—gruño el alfa alertando todo a su alrededor — Ahora compórtate como
mi hijo y respeta mis órdenes— sin decir más nada lo dejo ahí solo.

—Madeleine... no puedes casarte— dijo Sebastián sentándose en una de las sillas para azotar su
mano contra el comedor en señal de enfado y el coraje contenido.

Capítulo 34
Nada que perder...

Madeleine caminaba de vuelta a su habitación con paso lento, realmente se había mareado después
de alzarse de esa manera ente todos, evito mirar a Alexter directamente no quería verlo a los ojos y
darse cuenta que su decisión al final no le parecía relevante es más creía que se daría cuenta que
para él eso solo era una noticia más, Maximiliano por su parte no pronunciaba ninguna palabra
caminaron en silencio hasta la puerta de su habitación solo ahí se limitó a mirarla por un largo
momento.

—Sabes sé que ahora las cosas no se ven en un panorama alentador para nosotros, eso de un
matrimonio arreglado no es ni será una de las mejores decisiones, pero algo que puedo asegurarte
es que cuidare de ti, intentare cada día dar lo mejor de mí para así hacerte feliz, Madeleine nuestro
destino ha sido cruzado me siento honrado, espero estar a la altura de una mujer como tú ya que
después de todo lo que has pasado; solo una mujer fuerte sería capaz de encarar — dijo calmado y
seguro haciendo que en el fondo de su corazón un ligero toque de esperanza de que la decisión no
era tan mala como se miraba.

—Agradezco tus palabras me hacen sentirme un poco mejor debo admitir que me sentía ansiosa y
nerviosa por la premura de la situación, veamos que nos depara Maximiliano — tendió la mano para
despedirse, este la tomó depositando en ella un ligero beso dando con el toques eléctricos en su
cuerpo, habían pasado demasiado tiempo sin ser acariciada o tomada en cuenta, fue tan duro darse
cuenta de eso que no perdió más el tiempo y entró a la habitación con prisa; se quedó quieta con la
puerta cerrada detrás de ella ahora era consciente de lo que había pasado del paso que había dado y
de la decisión a la que estaba conduciéndose, su corazón palpitaba desbocado queriendo salir desde
su pecho, dejó resbalar su cuerpo hasta quedarse ahí arrinconada con sus propios miedos, pero
sabía que eso era lo mejor, un sacrificio que estaba dispuesta a tomar, no quería luchar más en
contra, no quería nadar contra corriente, sabía que el amor para ella se había negado por segunda
vez y esta vez había dolido tanto que pudo sentir como se rompía por dentro. Cansada de llorar
decidió que ahora no debía de ser tan débil, se puso de pie hasta llegar a su cama, su puerta era
tocada reconocía la voz a la perfección Valentina esperaba ser atendida por ella, pero realmente no
tenía humor de dar explicaciones de empezar una discusión sin sentido, en todo lo que creía se había
esfumado desde la muerte de su padre, llegar y poner un pie en esas tierras al final solo le habían
traído dolor, se sentía sola como siempre, Aníbal quien dijo amarla salió corriendo de su relación; se
enamoró de Alexter consiente que nunca seria correspondida, por ahora se sentía ingenua por caer
en esa trampa, jugo con fuego lo entendía desde el inicio que lo buscaba para tener contacto con él
fue absurda en su proceder, tonta en su pensar y cayo de rodillas al suelo una vez más, una maldita
vez más se dejó guiar por su corazón y no por la razón que le gritaba que estaba mal, que se
rompería en pedazos «tonta, mil veces tonta e ingenua» hablaba para ella misma «sí que no lo viste
venir Madeleine, ahora afronta las cosas como tu padre te enseño» podía maldecirse aún más, el
toque de Valentina en la puerta no cesaba, suspiro tomo el aire en sus pulmones y abrió después de
unos minutos.

—Madeleine has tardado tanto que pensé que te había pasado algo — dijo preocupada «no puedo
aun procesar tu decisión, ¿Cómo ahora de la nada decides que casarte es una buena idea?» esperaba
que su pregunta fuera contestada, pero Madeleine no hacía ningún movimiento «No puedes
quedarte callada, no lo hagas no te cases» exigió acercándose a ella.

— Lamento que creas que es una mala decisión de mi parte Valentina tengo fe que es la mejor
decisión que he tomado en toda mi vida, no lo entiendes; no necesito que lo hagas — terminó
diciendo sin expresión en su rostro.

— Eso es todo, así de simple que ha pasado despertaste tan diferente, entiendo lo sé lo que paso no
es nada fácil, estuviste a punto de morir, pero creo debes de darte tiempo, no es una elección
coherente después de casi estar perdida en el limbo, volver y decir es buena idea me casare — dijo
alterada «y dime que pasa con Alexter y tus sentimientos por él…»

—¿Alexter? — tomó asiento en la cama «Bien creo que los he dejado de lado» dijo tranquila,
Valentina la miraba incrédula, tenía ganas de sacudirla por los hombros.

— Pero... — no pudo decir mas


̶ Pero, pero nada es mi decisión Valentina, él y yo no somos nada, nunca fuimos algo así que no veo
porque mi decisión de casarme sea tan problemática, deberías preocuparte por ti y tu relación que
debes retomar ̶ dijo mirándola

— Detente ahí — la señalo para luego pararse frente a ella «No quiero pensarlo, pero es eso no es
así, es porque sabes que Sebastián me corresponde que has decidido tomar su lugar en el
compromiso, no necesito tu sacrificio si es que...» Madeleine se puso de pie ante ella.

— No digas que no lo necesitas, estas tan dispuesta a perderle por ese miedo estúpido de los lobos
que nos atacaron, por verle así tan roto por ti, eso es una maldita necedad de ambos, tu eres la que
está dispuesta a sacrificarse no yo, yo no pierdo nada al casarme con él, en cambio tu pierdes todo
por necia — la miró a los ojos esperando que le respondiera o dijera algo más, pero Valentina se
miró inundaba de coraje y frustración, no era mentira lo que Madeleine alegaba «Entonces no
pierdas el tiempo intentando convencerme a mí, mejor ve y acepta tus sentimientos, pero te queda
prohibido decirle a Sebastián que hago esto por ustedes, en parte lo hago pero por otra también
estoy viendo por mí y sé que quedarme aquí esperanzada que un día seré correspondida me hace
mucho daño» No tuvo objeción al final lo que ella decía no es mentira, cuantas veces no huyo por no
creerse correspondida que igual tomaría una decisión apresurada si bien esta le llevaba a algo
mejor.

— Está bien no diré nada, pero aun tienes tiempo de cambiar esa decisión, solo quiero que estés
segura del paso que estas dispuesta afrontar por desamor — diciendo eso ultimo abrazo a Madeleine
«Gracias...» no necesitaba decir más entendía su agradecimiento se separaron con un par de
lágrimas en los ojos, Valentina las limpio de su rostro para luego salir de su habitación.

Alexter caminaba sin rumbo desde que salió de la casa su lobo interior estaba como loco, tuvo que
salir corriendo de ahí o este aparecería haciendo un desastre ante los del consejo y quería evitarse
cualquier situación que los pusiera en peligro, ahora desconfiaba de todos —Debiste arrancarle la
garganta a ese— gruñía el lobo —no puede casarse, no puedes permitirlo— Alexter detuvo sus pasos
mirando el cielo, la luna como en otras ocasiones se había hecho presente imponente, el frio se podía
sentir desde la llegada del invierno y se estrenaba con las bajas temperaturas desde hace dos días,
—realmente no harás nada— seguía llenando su interior de miles de palabras.

—Entiende que ha sido una decisión consensada— dijo en voz alta detuvo sus palabras el condenado
lobo lo estaba llenando de sus sentimientos haciéndolo sentir mal «Basta me estás haciendo que me
altere y no piense con claridad, ella no es tuya por una vez más debes aceptarlo, para que puedas
estar con ella yo debo perder el control por completo de mi cuerpo y no pienso permitirlo no ahora
que se de tu existencia»

—Eres egoísta, quieres dejarme ser feliz, tu escogiste a Gabriela yo no te negué amarla, no me
interpuse en su amor...— el condenado lobo lo hizo sentarse después de esa confesión

— No puedo condenar a mi familia por un capricho tuyo, hacerle daño a ella, sabes que yo la
rechace, así fue; así es y así debe de quedarse, deja de querer jugar conmigo dándome catedra de
buen samaritano, tú el lobo que es una bestia y jamás les ha importado a quien le hace daño tiene
corazón noble y delicado que ruega por amar -̶ dijo Alexter para después no recibir contestación
alguna lo había logrado el lobo se había ido dejándole descansar su mente y su interior «Aunque
para ser sincero yo tampoco entiendo su decisión» dijo dejándose caer de espaldas al suelo para
quedarse ahí mirando al cielo estrellado, siendo acariciado por las leves ráfagas de viento heladas.

Sebastián por su parte miraba al bosque desde su habitación tratando de entender ahora a su padre
y su decisión de volver ante la manada como el alfa, sin saber que pensaba Alexter de ello se
carcomía internamente, su hermano era muy autoritario y no entendía porque no dijo nada ante eso,
entendía que del matrimonio no opinara en esas cosas se mantenía al margen si no era necesaria su
intervención, pero él conoce a Madeleine por ende no debería dejarla ir directo ante una situación
de picada. El ligero toque de su puerta lo hizo sacudir sus ideas, para su sorpresa Valentina estaba
ahí — Has intentado hablar con ella — por su parte fue recibida por esas palabras.

— Lo intente, pero ella está segura de su decisión — agachó su mirada, Sebastián se quitó de la
puerta para dejarla pasar, la miraba ahí alumbrada por la luz de la luna que recordó sus palabras,
ahora que era libre podría decirle sus sentimientos libremente, pero no sabía por dónde empezar,
cerró la puerta para quedarse ahí parado sin decir nada «Es tan difícil para ti» la miro con duda, no
podía saber a qué venían esas palabras «Ya veo, nunca has sido bueno en esto» se giró nerviosa
acomodando su cabello de lado, intentaba agarrar el valor «Lo recuerdo, lo recuerdo todo» dijo
segura después de unos minutos que parecieron eternos. Sebastián abrió y cerró su boca intentando
procesar lo que decía, no sabía que contestar acaso ella le estaba aceptando que lo escucho «Sé que
me correspondes» dijo después de ver que él no decía nada. Sebastián seguía inmóvil camino unos
cuantos pasos, pero se detuvo, Valentina estaba desesperándose, empezó a creer que la idea de
pararse así y decirle que lo recordaba no había sido tan buena como en su cabeza «Ya veo, lamento
interrumpirte» dijo triste, antes de pasar por su lado para salir de ahí, pero la mano de Sebastián
tomándola de su brazo derecho la hizo frenarse.

— Perdóname he buscado las palabras en mi cabeza y no he encontrado alguna, más bien intentaba
inventarme algo para negar lo que escuchaste — dijo sin mirarla aun con su mano sosteniendo su
brazo «Sabes que no soy bueno con esto, tengo años negándome a este sentimiento que no sé cómo;
no sé qué debo hacer, intente alejarte de mí, protegerte de ser víctima de amarme como lo hizo
Gabriela a mi hermano, porque al paso de los años entendía que una maldición existía a nuestro
alrededor, no podíamos amar libres sin que quien nos ame sea dañada, perdóname quise alejarte de
mí; buscar motivos para mantenerte lejos de estas tierras, yo... Valentina estoy perdidamente
enamorado de ti» dijo con una leve sonrisa en sus labios cargada de sentimientos agridulces.

—Sebastián... — pronuncio su nombre intentando controlar sus lágrimas, pero estas habían hecho
camino solas en sus mejillas. Él se plantó frente a ella tomándola de ambos brazos con sus manos.

— Lo que escuchaste es todo lo que tengo aquí dentro, tengo miedo que aceptes este amor y seas
lastimada — dijo con tristeza «Puedo simplemente prometerte que te protegeré de lo que sea, daré
mi vida por ello y te amare hasta mi último aliento» se acercó hasta quedar a unos ligeros 3
centímetros de sus labios «Te amo Valentina» pronuncio esas palabras que hicieron cosquillas en sus
labios por la calidez de su voz, acorto la distancia depositando un tierno beso en sus labios
desatando el ultimo nudo que no les permitía estar juntos, el miedo de ambos.

—Te amo Sebastián...— dijo con la voz entre cortada Valentina, inundaba por sus lágrimas y el beso
de él, se aferró en un abrazo que deseaba que durara toda la eternidad y si de un sueño se tratara no
deseaba despertar, pero era real, se sentía real... le ama de la misma manera que ella lo ama a él.

Capítulo 35
Soltando el control...

El día que daba fin al año estaba por llegar; por todas las situaciones que han afligido a la manada
no se ha preparado como otros años con tanta anticipación, el regreso del alfa Guillermo al frente de
todos los agarro en un momento de descontrol, el un hombre cabal desde años atrás tomando las
riendas después de que sus hijos estuvieran al frente desconcertaba a la mayoría de la manada ¿Por
qué?; una simple razón acaso la manada Itreque pasa por una crisis y ellos no están enterados, el
mayor miedo de cada uno de los lobos es una manada sin cabeza, sin punto fuerte donde apoyarse
ante las desventuras que han afligido cada uno de sus corazón, ellos fieles a Alexter que al caer
perdido los dejo desprotegidos, adaptarse a la inexperiencia de Sebastián e ir forjándose con el
cómo alfa para después de repente perder la estabilidad mirándose de nuevo con don Guillermo sin
bien un excelente alfa en el pasado, pero es importante un alfa fuerte, tenaz, joven que marque con
su presencia la imponencia de su manada, puede ser signo de debilidad ante otras manadas lo sabe
el alfa actual, pero aun así está ahora al frente.

Alexter como todas las mañanas salía a recorrer el territorio, su padre en esa ocasión caminaba con
ellos —Sé que estás pensando dilo de una vez— la voz de su padre lo saco de sus pensamientos, se
habían quedado solos de regreso a la casa principal «Siento tu mirada en mi habla de una buena
vez» dijo por último al no tener respuesta de su hijo.

—No tengo nada que decir— dijo sin mirarle

—Eres el más testarudo de los dos y me sales con que no tienes nada que decir— dijo incrédulo

—Tienes tus motivos para ahora ser el alfa— deteniendo su paso «tienes tus motivos para usar a una
ingenua muchacha casándola con un lobo que no conoces a la perfección solo porque nos
encontramos cortos de presupuesto si lo quieres llamar así» eso ultimo lo dijo con sarcasmo ese tan
peculiar de él, por un momento olvido que Alexter podía llegar a ser fastidioso en su hablar.

—Había olvidado que puedes llegar a ser tan molesto, no me siento feliz de que ella se case con
Maximiliano siendo sincero me gustaba para uno de ustedes dos en especial para que estuviera
contigo, pero es algo en lo que no puedo intervenir— dijo caminando dejando a tras a un Alexter
molesto por sus palabras.

—Recuerda que soy tu hijo y mi carácter lo he heredado de ti— dijo solo por molestarlo aún más.

—No Alexter eso lo has sacado de tu madre— hablo en voz alta alzando su mano en signo de
despedida y fin de la conversación, Alexter bufo por sus palabras y se quedó ahí esperando
encontrarse con Carlos y recibir su informe de los alrededores, Sebastián por su parte no se había
aparecido en todo lo que iba de la mañana.
Madeleine por su parte sintiéndose mejor salió de su habitación mirando con atención como
Valentina salía del cuarto de Sebastián sin hacer ruido sonrió al verle ser frenada por el para darle
un beso de despedida en los labios, no hizo ningún ruido entrando en una de las puertas abiertas
para no ser vista pero para su mala suerte no cayó en cuenta hasta mirar bien que era la habitación
de Alexter, intentó calmarse miro por un momento su alrededor y salió de ahí intentando olvidar ese
momento, miro a Sebastián aun perdido en sus pensamientos recargado en el marco de la puerta
que no se percató de su presencia.

—Veo que al final siempre supiste lo que es ese tipo de amor— se giró para mirar a Madeleine que
lo miraba con una ligera sonrisa en sus labios, una que podía sentirse sincera.

—Debo admitir que tú me has abierto los ojos— respondió, ocasionando en el rostro de ella sorpresa
«Pero realmente no deseo hablar de eso ahorita, dime porque has aceptado unirte en matrimonio
con alguien que no conoces, tu qué crees en el amor» afirmando sus palabras.

—Todos podemos cambiar, tu eres ejemplo de ello— dijo para esquivar la conversación, pero sabía
que Sebastián no lo haría nada fácil.

—¿Estas realmente segura del paso que darás? — intentó sonar tranquilo, quería evitar dar un paso
en falso donde ella no le permitiera hablar más y saliera corriendo, habían forjado una amistad y no
deseaba perderle ahora.

—Lo estoy Sebastián no te preocupes, sé que mi decisión para ti es precipitada, pero créeme que lo
he pensado lo suficiente, estaré bien solo necesito que estés conmigo para tener un punto de apoyo
en la nueva vida que emprenderé— dijo sonriendo tranquila, eso era lo que le preocupaba a
Sebastián, esa sonrisa que no dejaba ver si estaba nerviosa o dudando, un punto flaco donde él
pudiera persuadirla de no seguir con eso, pero a lo mejor dentro de todo si es lo que ella necesitaba;
una salida de ese lugar mejor dicho una salida a Alexter.

Ella continuo su camino dejándolo solo después de que no tuvo más que decir, ella bajaba por las
escaleras cuando por su parte el culpable de más de una vez sentirse desequilibrada
emocionalmente, Alexter, entraba deprisa después de recibir no tan buenas noticias de parte de
Carlos, alzo la vista Madeleine daba pasos cortos bajando cada escalón intentando una vez más
verse normal, no quería sentirse de nuevo ingenua y débil frente a él, sus sentimientos oscilan entre
la tristeza y enojo hacia Alexter, pero realmente era hacia ella por sentirse débil, expuesta una vez
más y no medir las consecuencias. Él se frenó al verle no sabía que decir en ese momento, viéndose
dudoso pensó que lo mejor era hacer lo correcto —Buen día Madeleine— dijo en un tomo más fuerte
que el normal, haciéndolo renegar mentalmente su intento de actuar con naturalidad se había ido
por donde llego.
—Buen día— contesto ella sin mucho revuelo, seca y un poco distante.

—Me alegra verte mejor, espero que hoy puedas probar alimento, ayer no fue un buen día para
ello— dijo maldiciéndose por dentro si, había dicho algo que solo sabía por estar al pendiente de ella
a sus espaldas, pero no vio en el rostro de Madeleine algo que le demostrara que había captado lo
que dijo.

—Realmente me he levantado con hambre espero correr hoy con suerte— dijo sonriendo por
educación, pero por dentro deseaba correr en dirección a la cocina lo más pronto posible, el silencio
incomodo llego.

—Perdóname, no te detengo más, María ha preparado algo de desayuno espero que sea de tu
agrado— caminando en dirección del estudio «Madeleine» giro su cuerpo hacia ella que aún no
avanzaba «Realmente me alegra el verte bien» dijo por ultimo

—Alexter— dijo Madeleine sin verle, detuvo aún más su pasos al escucharla « sé que recuerdas mis
palabras de ese día; un deseo que tengo es borrar para siempre ese momento, por ello simplemente
te pido que no te preocupes por mi» No tenía que decir más, no necesitaba a un Alexter tierno,
amable y dulce que le hiciera más difícil su decisión de dar el siguiente paso, si no fuera porque
tomo el lugar de Sebastián para apoyar a Valentina y don Guillermo habría salido corriendo sin
pensarlo para huir de ellos principalmente de él. Era sincera con ella misma no tenía nada porque
luchar ahí, se había rendido de nadar contra corriente toda su vida, ahora pensaba que su vida era el
juego de alguien que desidia su felicidad y sus desgracias, pero sabía, lo aceptaba que todo eso era
nada más que sus constante decisiones erradas, su padre le planteo una vida buena, pero ahora se
planteaba si conoció a su padre realmente, no podía olvidar las palabras cortas del hombre pelirrojo,
debía hablar con Ddn Guillermo y enterarse de lo que su padre le oculto.

—Madeleine yo...— antes de poder decir algo más un fuerte estruendo proveniente del bosque los
alerto a ambos, los gritos de fuego se hicieron notar por todas partes, Sebastián apareció corriendo
desde su habitación para salir rumbo al bosque con sus hombres, Alexter mentalmente pensaba en
una estrategia para cualquier situación que se topara reacciono un segundo después, Madeleine lo
siguió sin pensarlo al salir de la casa preocupada inconscientemente, frenos sus pasos cuando se
sintió invadida por el miedo.

—Alexter...— dijo levemente, pero él pudo escucharla a la perfección, se frenó de golpe para caminar
de vuelta a ella, había percibido su miedo.

—Todo estará bien Madeleine, necesito que regreses adentro— colocando sus manos sobre sus
hombros para hacerle verle, su mirada estaba perdida, podía mirar angustia en ellos «Madeleine
entra ahora» dijo con más fuerza, pero ella seguía mirando un punto en la nada en el bosque.

—Lobos...— dijo abriendo los ojos, Alexter se giró y así era un par de ellos se dejaban ver, las
sospechas de Carlos habían sido confirmadas habían vuelto, pero aún no se explicaba cómo
demonios pasaban sin ser alertados, algo o alguien les ayudaba.

—Necesito que te quedes detrás mío Madeleine y poco a poco entres a la casa— colocando su cuerpo
frente a ella «No te pasara nada te lo prometo, solo obedéceme cuando te diga» dijo levemente para
que con su tono de voz no la alterara aún más, pero para su sorpresa los lobos no hacían nada era
como si solo estuvieran ahí para verles, estos se giraron de vuelta al bosque, intento correr tras de
ellos pero recordó a quien protegía, Madeleine temblaba de miedo, los recuerdos de ese día las
habían agobiado de vuelta, podía percibirse que eran secuelas de lo vivido, se sintió expuesta de
nuevo, Alexter miraba como apretaba sus manos en su pecho para bajarlas a donde su herida
cicatrizaba «Madeleine» hablo para intentar sacarla del trance pero parecía imposible.

—Puedo sentirlo... puedo revivir sus garras dentro mío— sus ojos se llenaban de lágrimas sin parar,
Alexter no quería cruzar la línea con ella no de nuevo no quería confundirla aún más, pero al carajo
con todo eso él lo sabía; lo sabía entendía que era lo que necesitaba, se acercó hasta pararse frente
a ella, coloco con cuidado una de sus manos por su mejilla, con duda, con temor de con su tacto
romperle aún más; miro como movía sus ojos sin parar sin punto fijo sin mirarle, totalmente perdida,
afianzo su agarre haciéndola mirarle a los ojos, tardo pero ella detuvo su vista en ellos, sus cejas
arrugadas por miedo se suavizaban poco a poco.

—Te tengo Madeleine— dijo Alexter colocando su cuerpo aún más cerca, paso una de sus manos por
su cintura atrayéndola aún más, sacudió las manos al sentirle; el choque de todas las imágenes en su
mente le traicionaban sus nervios sacudió aún más fuerte sus manos para alejarse de él, logrando
salir corriendo en dirección al huerto, lo tomo desprevenido que pudo ella huir unos pasos antes no
tardo en arrinconarla contra uno de los arboles ella alterada golpeaba sin control su cuerpo pero al
ser más fuerte simplemente soporto los golpes de pánico de ella, su lobo se estaba impacientando de
esa situación.

—Debí morir, todo sería más fácil... mi padre sin él no tengo nada... mi vida no es nada... —hablaba
sin congruencia logrando preocupar al lobo, Alexter harto la pego al árbol con más fuerza para que
no se lastimara al seguir forcejeando con él.

—Basta te harás daño— gruñía


—¡Déjame!, yo no te importo... qué más da— decía con dificultad sus lágrimas salían con
desesperación trabando su hablar.

—Tienes razón...— detuvo sus palabras, pero ella se miraba aún más rota, podía notar que perdía
fuerzas o se rendía, le abrazo con fuerza atrayéndola a él «pero a él sí» le dijo al oído, tenue, débil
como si no deseara que el viento escuchara y se llevara consigo sus palabras...

—¿Qué dices?... — pronuncio sin fuerzas confundida mirando a los árboles.

Alexter lo hizo soltó el control de su cuerpo dejando que sus ojos cambiaran poco a poco alejo a
Madeleine hasta mirarse fijamente, lo miro sorprendida —Made-leine— su nombre salían con
dificultad como antes, como siempre; como si el tiempo no hubiera pasado ahí estaba Alexter, su
Alexter ese del cual se había enamorado perdidamente, incrédula levanto su mano acercándola con
miedo la poso en la mejilla de él, al mirar como el cerraba sus ojos en aprobación, recordó todas las
veces que se había reflejado en esos ojos amarillos, la calidez con que era recibida por ellos no pudo
evitar llorar abrazándose con fuerza al cuerpo de Alexter ocultando su rostro en su pecho, lloro sin
parar había deseado volver asentirse segura en sus brazos tantas veces que pensaba que eso era un
sueño cruel de los tantos que había tenido «Lo sien-to» dijo abrazándose aún más a ella acercándose
aún más hasta poder perder su rostro en su cabello para poder percibir su aroma, ese que adoraba,
pero no podía disfrutar, No sabía cuándo volvería a suceder quería guardar para él ese momento,
atesorarlo como un recuerdo en su corazón, las emociones fueron tantas para ella que perdió el
conocimiento, la bestia sintió como soltó su cuerpo, sin permitir que cayera la tomo en brazos
quedándose ahí mirándola fijamente, no quería regresar a la casa, pero al final debía hacerlo Alexter
intentaba volver a tomar el control de su cuerpo, sin oponerse le dejo volver, con sus ojos azules
miro a Madeleine tendida en sus brazos, consciente de lo que había permitido volvió en silencio a la
casa.

Capítulo 36
Se mi luz...

Alexter observaba a Madeleine en sus brazos, dudo en un momento lo que había permitido, pero no
pudo frenarse, no después de verle tan mal no era justo para ella; después de todo lo que paso,
ahora debería afrontar las consecuencias de ello, camino con ella en brazos hasta salir cerca de la
casa, al parecer el incendio solo fue un distractor en una parte del bosque, antes de poder seguir
caminando, Maximiliano se dejaba ver acompañando a don Guillermo, miro a Madeleine y se fue
sobre ella, Alexter espero a entender lo que el otro pretendía.

— ¿Qué ha pasado? — pregunto de prisa queriendo tomarla en brazos, pero Alexter lo esquivo
mirándolo duramente, alzo la vista a su padre y este solo movió su cabeza en señal de que estaba
bien.

— Anunciaron fuego al centro del bosque, pero antes de poder salir unos lobos se dejaron ver,
Madeleine no se sintió bien de la impresión de verles, ha sido muy poco tiempo de su
recuperación...— mintió, claro que lo haría, estaba frente a otro que era el prometido de ella y un
alfa de otra manada, entrego a Madeleine para después adentrarse al bosque antes que su lobo
obstinado saliera a exigir lo que cree que le pertenece.

Maximiliano por su parte entró a la casa a buscar un lugar seguro, se dirigió a la sala de espera del
estudio del alfa, la recostó con cuidado en el sillón más grande acomodando con cuidado su cuello y
cabeza en uno de los cojines, una de las muchachas entraba con un pequeño botiquín que el alfa
mando, él despidió a la joven diciéndole que él se haría cargo de ella, tomó un trozo de algodón
empapándolo de alcohol para luego acercarlo a su nariz para que este le ayudara a despertar,
pasaban los minutos poco a poco abría sus ojos, cuando pudo enfocar se dio cuenta donde estaba se
alzó deprisa pero las manos de Maximiliano la frenaron.

—Tranquila, estas a salvo... — dijo él con dulzura

—Él... — pensó rápido en no decir nada, realmente no sabía que había pasado.

—Todo está bien, lo lobos se han ido Alexter me dijo que fue demasiada presión para ti y caíste
desvanecida— la observó esperando recibir respuesta de su parte, pero ella aun intentaba esforzarse
por entender lo que paso hace unos momentos donde miro de nuevo esos ojos amarillos, sería su
imaginación pensó mirando a la nada. «Ha pasado algo más Madeleine...» en vez de sonar como
pregunta este afirmaba, podía sentir que algo más ocurrió.

—No, me he asustado mucho con esos lobos perdón en mi mente pasaron todas las imágenes de ese
día que ese monstro nos atacó — su rostro se transformaba en una mueca dura por revivir ese
momento.

—Tranquila, no volverán a hacerte daño... yo te protegeré — dijo ocasionando que ella lo mirara a
los ojos, por un momento se sintió conmovida dentro de su corazón, no podía negar que esas
palabras de consuelo las ha anhelado desde hace mucho tiempo, pero no son de quien lo espera. «No
me veas así, no he dicho algo malo serás mi esposa y cuidare de ti...»

—Puedo preguntar algo... — preguntó en voz baja el solo asintió en respuesta «¿Cómo puedes
casarte conmigo? Mi pregunta va porque tengo entendido que ustedes tienen destinada una pareja
en su vida bueno es lo que leí en los libros de mi padre» agacho la mirada a sus manos, ese hombre
la cohibía con facilidad en ningún momento aparto la vista de ella.

—Bueno, si es una leyenda que existe entre nosotros en algunos lobos es más fuerte que en otros, yo
no he encontrado a nadie que me cautive como los libros dicen, puedo casarme contigo por decisión,
pero yo debería preguntarte a ti, ya que ustedes los humanos creen en el amor para el matrimonio
no puedo imaginarme que alguien no se haya fijado en ti o que tu no hayas entregado ya tu corazón
— dijo con cuidado, intentaba tentar el camino poco a poco. «Además que mis hermanos son muy
importantes para mi y haría lo que fuera por ellos» eso último fue familiar para ella ese sentimiento
de proteger a quienes quieres.

—Entiendo, admito que creía en el amor solo que ahora las cosas han cambiado para mí, estoy
dispuesta a este matrimonio por los mismos motivos principales como los tuyos — terminó diciendo
con seguridad, antes de que pudieran continuar platicando Maximiliano fue llamado por uno de sus
hombres de confianza, se disculpó dejando un momento sola prometiendo que volvería pronto,
Madeleine soltó el aire en sus pulmones, por más que intentaba borrar la imagen en su cabeza de
esos ojos amarillos que había visto de nuevo no podía, quería separar la imaginación de la realidad y
entender si eso había sido lo que había sido y no solo parte de su cabeza, se discutía internamente si
debía cruzar palabras con Alexter pero eso sería jugar con fuego de nuevo y llevarse una
desagradable sorpresa de ser mentira, sacudió la cabeza, había tomado una decisión esa era la que
debía abrazar con ilusión y esperanza no un falso espejismo de lo que ella quiere ver en Alexter.

Por su parte Alexter caminaba sin parar en los alrededores de donde sucedió el incendio, nada que
lamentar solo unos cuantos árboles, Sebastián por su parte estaba en la orilla del terreno poniendo
orden.

—Al final era lo que sospechabas Carlos, ellos han encontrado una manera de acercarse a nosotros
sin ser vistos — gruño Alexter deteniendo su paso.

—Debemos encontrar ¿Cómo o quien les ayuda? —respondió Carlos mirando a la nada. «Pero dices
que se acercaron a la casa y no hicieron nada, es extraño podían haber atacado a quien fuera, pero
ellos solo estaban aquí para observar... — dijo con duda.

—Debe de existir algo más, no pueden tomarnos por sorpresa Carlos. La manada está muy débil para
encarar otra batalla campal, no podemos enfrentarnos a un enemigo a ciegas... — lo último lo dijo
más para él que para Carlos.

—Alexter...— la voz de Sebastián lo trajo a la realidad «Ttodo bien en la casa?» pregunto


—Sí, no hubo ningún problema en la casa que me dices de las orillas — respondió.

—Sin rastro alguno de cómo pudieron entrar, he duplicado la guardia esta noche, no podemos
darnos el lujo que nos agarren desprevenido una vez más... — en eso congeniaban, Carlos observóun
poco tenso a Alexter desde hace un rato; miro a Sebastián intentando hacerle ver eso, su amigo
capto rápido al ver que había logrado su cometido se retiró dejándolos solos.

—Regresemos entonces a la casa a hablar con nuestro padre...— dijo serio

—Alexter ¿Qué ha pasado? — pregunto el menor

— ¿De qué? — respondió malhumorado

—Ese estado de ánimo se te está haciendo costumbre no crees — dijo con sarcasmo Sebastián.

—Deje salir la bestia ante Madeleine, eso paso — resoplando con molestia las palabras.

— ¿Qué has hecho que? Pero aparte de necio eres un... — no necesito decir mucho podía ver que su
hermano estaba muy molesto «por error supongo; puedes negarlo»

—yo, lo dejé estar con ella que hablaran... no me veas así, ella estaba muy mal por la presencia de
los lobos que no supe que más hacer, podía sentir su tristeza y su dolor— dijo sentándose en una de
las raíces de los árboles.

—Todo por tu culpa — dijo Sebastián sin medir sus palabras «si, no me veas ahora así, el culpable de
todo esto eres tú y esa bestia jugando al lobo enamorado y tierno con ella, pero al volver tú te has
vuelto el lobo obstinado que no ve más allá de su nariz»

—Ya terminaste de desquitarte conmigo — se podía ver la molestia de Alexter en sus palabras, pero
aun así Sebastián o dejaba de verle culpándolo de todo.
— ¿Qué demonios quieres que haga? — dijo furioso «No podía dejarla mal, no soy un hombre malo
entiendo, lo sé que eso al final la lastima más, estoy quebrándome la cabeza de que pasara ahora
como hablare con ella; simplemente no puedo decirle Sabes Madeleine: soy dos personas en una yo
no me enamore de ti, pero la bestia dentro mío si...» se había parado a hablar con fuerza, caminaba
con desesperación.

—Aunque quisieras decir algo ahora ella se casara, lo mejor es que no digas nada... — dijo Sebastián,
Alexter lo miro sorprendido «Eres terco de no darte la oportunidad, pero al final esa es tu decisión y
ella tomo la suya» miro a su hermano, tenía un plan no lo empujaría a ello, pero no dejaría de lado
que estén juntos. «¿Oh paso algo más que te tiene enojado?» bingo pensó, miro duda en los ojos de
Alexter.

—No, solo la forma en que se abrazó a mi bueno a la bestia, soy consciente de lo que hace, ahora me
lo ha permitido y eso me tiene furioso... fue tan cálido sentirla — miró sus manos apretadas en puño
las relajo un poco, no podía negar que algo pasaba.

—Bien, pero ya no hay nada que puedas hacer ella se casara así que olvídate de enamorarte de ella
— dijo tranquilo Sebastián ocasionan una mirada dura de su hermano.

—mmm... tu comentario está de más, me voy iré a hablar con papá — Alexter se fue confundido por
la actitud de su hermano menor.

Madeleine se sintió mucho mejor y pudo caminar de vuelta a la cocina busco algo que calmara el
ardor de su estómago no había probado bocado alguno y se sentía muy débil. Opto por un poco de
fruta la casa después de unas horas volvió a la normalidad, Alexter interrumpió en la cocina frenó
sus pasos al ver a Madeleine ahí, no había pensado aun que le diría, pero ella solo sonrió, pudo ver
que los ojos amarillos no estaban ya.

— ¿Todo bien en el bosque? — preguntó ella

—Sí, fue un pequeño incendio algunos árboles, pero se pudo controlar, ninguna pérdida que
lamentar — dijo Alexter con calma.

—Me parece muy bien —Madeleine hablo con calma, dudaba en decir algo más.

— ¿Tú como estas? — se acercó hasta ella.


—Mejor, me ha dicho Max que me trajiste a casa gracias, me altere mucho —la forma en que
menciono el nombre de Maximiliano le hizo pegar un brinco interno al lobo.

—Veo que te llevas bien con él — se maldijo por decir eso el mayor

—Sí, bueno debo empezar a familiarizarme con él será mi esposo — sonrió con sentimientos
encontrados por hablar de ello con él.

—Ya veo, iré a buscar a mi padre — se retiró dejándola sola, pensó que ella hablaría de lo sucedió
hace rato, pero no lo menciono, camino ido en sus pensamientos que no se percató de la presencia
de Sebastián a pasos de él.

— ¿Y qué tal? — dijo el menor

—Cállate... — gruño, pasando de lado sin mirarle

—Bueno, veo que todo está bajo control — Sebastián no puede negar que sintió felicidad de ver a su
hermano confundido, Valentina lo observo curiosa.

— ¿Por qué sonríes de esa manera? — preguntó, Sebastián se tensó al escucharla no podía negar
que lo ponía nervioso y aun no se acostumbraba a saber que se correspondían.

—Ven tengo que platicar contigo, pero nadie debe de escucharnos — la tomó de la mano entraron a
su estudio.

— ¿Qué paso Sebastián? — dijo ella preocupada

—Creo que Alexter puede sentir algo por Madeleine — dijo él, Valentina abría y cerraba la boca sin
poder decir algo « si es algo que no tengo confirmado porque es un terco mi hermano, pero lo veo lo
puedo ver en él esa duda al saber que ella se casara, sé que la bestia tendrá la culpa, pero su lobo
también le está jugando para que abra los ojos»
— ¿La bestia? — preguntó con duda, ella no entendía aun eso de la bestia así que Sebastián le
platico todo con calma, después de media hora agarrados con ese tema. «Entonces la bestia si
quiere a Madeleine»

—Si — respondió él.

—Pensé que la bestia solo era una etapa, ahora que lo dices de niño era muy cambiante — dijo ella,
sintió la mirada de Sebastián «¿Qué plan tienes entonces?»

—Tú me ayudaras... eso es lo único que debes saber por ahora — dijo el sonriendo, Valentina se
preocupó una sonrisa en Sebastián no siempre es algo bueno.

La noche de año nuevo llego con todos sus eventos Madeleine se había sentido mucho mejor y
Maximiliano no había tardado en estar al pendiente de ella, por su parte ella se mantuvo alejada de
Alexter, pero no podía disimular que lo miraba en cualquier primera oportunidad que tuviera, sable
aun dormía en su balcón este desaparecía cuando su prometido hacia acto de presencia no se dejaba
ver por él.

—Madeleine — la tenue voz de Sofía se dejó escuchar desde su puerta ella había pasado por un mal
momento después de lo que paso en la boda, se mantuvo aisladas de todos menos de Carlos.

—Dime, Sofía que gusto que te dejes ver — dijo sonriendo para después abrazarla

—Lo sé, me desaparecí de todos estaba muy molesta y dolida, creí que él me quería — en sus ojos
podía verse aun tristeza

—Te entiendo, todo pasará y solo será un recuerdo — dijo tomándola de las manos para sentarse en
la cama.

—Carlos ha sido de mucho ayuda es terco, por más que lo corrí él siguió a mi lado, me ha
demostrado que le importo y eso me ha servido para mirar el horizonte con otra perspectiva —
sonrió dulcemente «Pero no estoy aquí por mí, ahora con lo de tu próximo matrimonio no habíamos
podido hablar, ¿estas realmente segura? Morías de amor por Alexter y de un día para el otro decides
casarte»

—Es lo mejor Sofía él no me corresponde sería tonto esperar algo que no es — alejó sus manos no
deseaba esa conversación para ella era difícil por si sola.

—Maximiliano es un hombre muy atractivo, inteligente y sé que es de noble sentimientos pero el


amor no se puede forzar, no dudo que exista esa posibilidad de enamorarte de él, pero dime ¿Cuánto
tiempo estas dispuesta a esperar?; porque ese sentimiento crezca aquí dentro y opaque el otro que
vibra solo, ese que se instaló sin permiso derrumbando todo a su paso, tu no elegiste enamorarte de
él, pero aun si paso — dijo tranquila Sofía; ocasionando un par de lágrimas salir solas de sus ojos
apretó sus manos, la respiración le fallaba se levantó y abrió la ventana de golpe tomando todo el
aire que pudiera. «Perdóname si he sido muy ruda contigo, pero me importas y quiero tu felicidad»

Madeleine miraba a todos lados en los arboles intentando controlarse o tendría un ataque de
ansiedad, se había prometido no ser débil ante eso, había tomado una decisión que era lo mejor para
todos, para ella principalmente o esa era lo que quiera pensar, colocó una de sus manos en su pecho
para hacer presión y calmarse.

—Sé que te preocupas por mí, lo agradezco desde el fondo de mi corazón estaré bien, esta es mi
decisión y quiero por ese cariño que me tienes lo respetes, apóyame no me dejes sola en esto — las
palabras salían con dificultad, Sofía camino hasta ella y la abrazo por la espalda quedándose ahí
mirando al cielo desde la ventana, todos abajo estaban con los preparativos Alexter ordenaba sin
parar; en un momento giro su vista y las observo, Sofía miro a su hermano que las miraba con
cuidado, para después simplemente seguir con lo suyo o eso pretendía, entró a la casa sacudiendo
la cabeza.

—Hare lo que sea mejor para ti Madeleine... lo prometo — respondió Sofía, no dijeron más se
quedaron ahí abrazadas.

La cena de fin de año se llevó acabo, como eso era algo más íntimo para todos ya que era también
una ceremonia para quienes habían perdido la vida ese año en la manada era el último adiós, solo
estaban ellos sin invitados sin nadie más. Madeleine se sentó rodeada de Valentina y Sofía; Carlos,
Sebastián y Alexter permanecieron alejados de todos seguían el pendiente de que la ceremonia que
seguía fuera en paz sin problemas.

Madeleine observó que todos faltando una hora para que el año nuevo llegara se pusieron de pie,
María saco una caja adornada con flores para las mujeres, era la primera vez que presenciaba algo
así el primero en iniciar una curiosa tradición fue don Guillermo sacó de ella unas flores que
formaban un lazo entre ellas como una corona y lo coloco en María.

—Que el amor perdure en tu corazón y que la luna ilumine tu camino — fueron unas dulces palabras
que pronuncio, cada uno de los hombres empezó a realizar ese acto con cada mujer de la manada
junto a los niños y niñas diciendo la misma frase.

—Que el amor perdure en tu corazón y la luna cuide tus pasos que me guiaran en la oscuridad —
María respondió diciendo arrancando una rosa de su corona para entregarla en la mano del alfa.

Valentina al ver la duda en el rostro de Madeleine se acercó a ella, que por inercia se alejó al ver eso
tan personal e íntimo se sintió de más.

—Son palabras de buena fe que nos decimos al terminar el año a quienes queremos por orden
jerárquico los hombres empiezan este ritual desde siglos pasados para que este año nuevo que entra
sea mejor que el anterior y así es la cadena — le explicó Valentina a Madeleine que solo sonreía en
respuesta.

Madeleine camino detrás de todos al ver que se adentraban en el bosque, podía decir que se sentía
algo ajena a eso, pero deseaba compartirlo miro que Sofía llevaba la corona de flores y al parecer
Carlos llevaba su flor en la mano acompañándola, por su parte Sebastián se miraba rígido
colocándole a Valentina el suyo, aún no se declaraban ante nadie por ello actuaban como solo
amigos, pero la sonrisa de Valentina era sincera y contagiosa ocasionándola sonreír.

Suspiro, ajena a que era observaba siguió el camino; luces adornaban los árboles y un par de velas
acompañaban las raíces dando una ambiente cálido y mágico, todo se detuvieron y rodearon lo que
parecía un circulo de flores y velas en medio un medallón que había mirado en dos ocasiones uno
vez en los libros de su padre y otra en el estudio de don Guillermo era el logo de la manada de la
familia Itreque.

—Nuestro año ha sido difícil, no habíamos pasados por algo así en años, las pérdidas de nuestros
seres queridos nos dejó desbastados, pero jamás debemos olvidar que la manada Itreque es tan
fuerte como estos inmensos robles que nos rodean, deseo en mi corazón que ellos encuentren el
camino a la luna y sean nuestros guías camino al horizonte en búsqueda de un nuevo futuro— la voz
del alfa Guillermo se escuchaba en todo el bosque, Madeleine miraba como entre familias se
abrazaban buscando consuelo al dolor que les embargaba. «Hoy quiero honrar a alguien muy
especial en mi vida, a mi fiel amigo el que me acompaño en los peores momentos de mi vida que su
alma encuentre la paz que siempre anhelo en compañía de su amada, pero que nunca se olvide de
nosotros, Sandro descansa en paz fiel amigo» Madeleine pego un ligero brinco al escuchar el
nombre de su padre, inundada de ese sentimiento de pérdida dio unos pasos detrás escondiéndose
en uno de los árboles.

—Papá...— lo dijo como un ligero susurro se abrazó fuertemente para esconderse entre sus propios
brazos y llorar, perdió a la única persona que le quedaba, por todos los cambios no había podido
llorar, por ello se lo permitió esa noche «Te extraño mucho...»

La ceremonia termino dando paso a la celebración; el año nuevo había llegado se abrazaron entre
ellos y regresaron para continuar reunidos recordando a sus seres queridos. Madeleine espero que
todos caminaran para acercarse al círculo de flores y mirarlo con atención, había limpiado sus ojos
intentando no verse mal por haber llorado. Escucho unos pasos detrás de ella que reconocía a la
perfección esos que la buscaban en ese mismo bosque.

—Feliz año nuevo Alexter —dijo sin mirarlo, pero este no contesto; se acercó hasta ella, obligada por
la cercanía se giró para ver qué pasaba miro atenta a sus manos unas cuantas rosas se dejaban ver
en ellas.

—Feliz año... — coloco las flores en su cabeza «Que el amor perdure en tu corazón y que la luna
ilumine tu camino... Madeleine» dijo con calma mirándola a los ojos. No sabía que decir ante eso,
pero recordó lo que Valentina le dijo.

— Que el amor perdure en tu corazón y encuentres la paz que tanto anhelas; que la luna cuide tus
pasos que... me guiaran en la oscuridad— tal vez no era así, pero eso era lo que en su corazón desea
decirle arranco una de las rosas de su cabeza depositándola en la palma de Alexter que al sentirla
cerro con su mano aun sobre ella. Permanecieron en silencio mirándose a los ojos, Madeleine
intentaba en ellos encontrar esos amarillos que recordaba con cariño, pero no había rastro de ellos
en esos de color azul bajo su mirada desilusionada.

—Gracias, por lo que estás haciendo —la voz grave de Alexter la hizo abrir aún más sus ojos y
observar con detenimiento que sus manos aún seguían unidas.

— ¿Por qué me agradeces? — regresó la vista a sus ojos.

—Se porque cambiaste lugar con Sebastián, fui un tonto por no darme cuenta antes, pero te he visto,
los he visto a ellos dos — dijo él con calma, ocasionando que ella se separara de golpe de él.

—Yo... — quería decir algo más, pero no podía.


—Pero no niego que también es por mi culpa no es así — dijo sin esperar una respuesta de lo otro.

—Eso no... — pero no pudo continuar él se acercó aún más a ella.

—No Madeleine no necesitas mentir, se lo que he hecho o más bien lo que no hecho... — observó la
rosa entre su mano. «Podrías decirme loco si yo...» se detuvo no sabía cómo decir eso, estaba
conmovido de darse cuenta de lo que ella capaz de hacer por su familia.

—¿Lo que paso ese día? — la pregunta que tenía tanto tiempo deseando hacer.

—Te refieres ha él... — dijo Alexter mirándola a los ojos

— ¿Él? — preguntó

—Ojos amarillos — señalo sus ojos observo como Madeleine abría aún más sus ojos en sorpresa por
esas dos palabras.

—Pero, no entiendo... lo dices como si no fueras tú, cuando te conocí y estabas perdido en tu parte
no racional tenías los ojos color amarillo, tenías dificultad para hablar de un de repente eso
desapareció el día que apareciste después de un mes y no me recordabas...— lo último lo dijo con
tristeza.

—Es algo difícil de explicar — dijo Alexter cerrando los ojos, Madeleine no alejaba su vista fija en él
quería una respuesta, cuando los volvió abrir ahí estaban sus ojos de color amarillo, se acercó con
cuidado, pero él se giró bruscamente.

— ¿Alexter? — coloco su mano en su hombro el mayor giro mostrando de nuevo sus ojos azules
«¿Qué?, ¿A qué estás jugando?» se alejó de él con intención de volver a la casa.

—No, Madeleine no estoy jugando a nada solo quería, quiero ser honesto contigo... — alzo sus manos
frenándola antes de que se fuera, ella lo miraba con dudas al ver que no se movió continúo hablando
«A quien conociste fue a él, a la bestia y él y yo compartimos este cuerpo suena a una locura él sí es
yo y yo si soy él, pero... espera te contare todo» Alexter le narro todo desde niño lo que María le
había contado, pero omitió la parte que los involucraba eso era demasiado.

—Me estás diciendo que la bestia fue quien me conocido y que él hizo que tu no me recordaras
porque cuando él estaba tu no estabas... — dijo ella con mucha duda, le sonaba increíble, pero al
final tenía sentido.

—Sí, es algo así...— termino diciendo

— Eso lo entiendo ahora mucho mejor... — respondió ella apenada, no quería preguntar si la bestia
le correspondía no quería de nuevo una respuesta negativa y caer de nuevo en ese agujero, además
que ella se casaría dentro de una mes «Creo que ha sido demasiado para mi» se disculpó antes de
escucharle más, necesitaba alejarse camino de vuelta a la casa, una ligera canción se escuchaba,
acompañando un par de parejas bailando, no sabía cuánto tiempo paso, pero al ver a pocos aun
reuníos entendió que era tarde, don Guillermo no se dejaba ver ni María. Pero antes de poder salir
de entre los arboles la mano de Alexter la detuvo.

—Lamento por todo lo que has pasado realmente yo no sabía que era lo que me pasaba he intentaba
en forzarme en entenderlo, ese día no era consciente de la bestia perdóname no supe que decirte...
— dijo bajando la mirada, ella no necesito discutir a que se refería, era sobre el día que se confesó
ante él.

—No es necesario que me des explicaciones Alexter solo yo... por favor déjame ir — se giró hacia él.

—No puedo... le prometí que lo dejaría verte una vez más...— dijo sujetándola con más decisión.

—Yo... también quiero verle...— dijo apenas audible mirando la mano del mayor. Alexter cerró los
ojos dejando ver de nuevo esos de tono amarillo Madeleine tomó aire en sus pulmones como si le
urgiera después lo soltó levemente intentando controlar su corazón que palpitaba desbocado «Él me
explico todo, bueno tú me explicaste todo no sé qué decir me entiendes» habló de prisa, empezó a
hiperventilar bajando la mirada, cerrando sus ojos desesperada lo tenía ahí enfrente no era una
alucinación, sintió la mano de Alexter acariciar su mejilla, dejó escapar una lagrima por la emoción
de sentirle.

—Ma-de-lei-ne— dijo en voz baja remarcando cada una de las letras.


—Alexter...— lo miró a los ojos «no sabes lo mucho que te extrañe...» sus labios temblaban pensó
que podría estar tranquila, pero no podía, coloco su mano encima de la que aún permanecía en su
rostro.

—Per-do-na-me, no quise las-ti-mar-te— dijo con mayor fluidez, Madeleine sacudió su cabeza
negando ocasionado que la corona de rosas se resbalara de ella, con rapidez la bestia la detuvo, la
miró por un rato para después colocarla con cuidado «Que el a-mor per-dure y que tu... se-as mi...
luz»

—Alexter... — lo miró fijamente aun con sus ojos parpadeando queriendo controlar sus lágrimas,
abrió levemente sus labios, pero no podía decir nada más tomo un pétalo depositándolo en su mano
«pase lo que pase... te amare...» colocó sus dos manos sobre la de él sin dejar de mirarle a los ojos.

Alexter acortó la distancia de entre los dos Madeleine coloco sus palmas deteniéndolo podía sentir el
corazón palpitar en el pecho del lobo, la bestia apretó el pétalo en sus manos. Se acercó aún más a
ella quedando a centímetros de sus labios, podía sentir el cálido respirar de ella, anonadado por ese
color rojo que adornaba el grosor de sus labios; miró de nuevo los ojos de ella buscando aprobación
de lo que deseaba hacer sin pensarlo más rozo los labios de Madeleine con los suyos pudo sentir que
ella se estremecía por la ligera caricia, Madeleine cedió el paso de Alexter bajando sus manos con
las que insistía frenarle, la tomó de la cintura atrayéndola con cariño, con cuidado, acaricio su
mejilla retirando su cabello detrás de su oreja derecha para después pasar a su cuello y atraerla
más, entre cerraba los ojos por sentirla, había deseado ese momento por tanto tiempo, que desea
que pasara lento sin prisas solo poder sentirla... deposito sus labios con más seguridad sobre los de
ella, Madeleine sacudió su cuerpo en respuesta paso sus manos detrás de él cerrándola en puños
aferrándose a su camisa, el lobo la envolvió aún más en sus brazos y la beso con ternura, buscando
en cada rincón de eso labios lo que le pertenecía porque eran suyos y de nadie más...

Capítulo 37
Algo mas..

Madeleine abrió sus ojos intentando enfocar donde estaba, sintió la calidez con la que era cubierta
junto al sonido a un corazón palpitante haciendo eco en ella y una leve respiración tranquila con un
son de paz, al verse totalmente consiente se dio cuenta que esa calidez eran los brazos firmes de
Alexter aferrados a ella, ese corazón palpitante en el pecho de él que le servía de almohada, se
habían quedado en el bosque y caído rendidos en algún momento, se incorporó un poco hasta poder
ver el rostro de Alexter totalmente relajado recargado a uno de los árboles, detuvo su mirada en sus
labios y la ola de recuerdos llegaron a su mente, esa pasión con la cual fue besada por ellos; Alexter
se movió aprisionándola aún más a él, acercó su cabeza a su hombro presionándose con fuerza y
tomando un gran suspiro para inundarse del olor que tanto lo caracteriza ese con matices a madera
y tierra mojada que tanto la hace sentir segura, recordó su conversación... y sus pensamientos
dieron vuelta sin darle paz...
Pero el primero de todos fue salir de ahí antes que despertara, ya que sabe perfectamente que él no
despertara; sino Alexter con sus ojos azules devolviéndola a la realidad, debe pensar en lo que ha
ocurrido. Una parte de Alexter le corresponde, pero no la parte consiente, no la que se despierta
todas las mañanas, no con la que vive, prefiere soltar todo antes que sea aún peor para ella,
creyendo que sería fácil simplemente casarse y olvidarse poco a poco, pero ahora que ha sido
besada y removida desde el fondo de su corazón, expuesta de nuevo; ver el rostro de Alexter
incomodo no lo desea para ella, como puede sé zafa de sus brazos sin despertarle, se levanta con
cuidado mirándolo detenidamente guardando en su memoria ese momento que abrazaría en sus
momentos de soledad, camino de vuelta a la casa, sus pies pesan al avanzar, realmente no quiere
seguir, desea regresar a él quedarse ahí y no separarse jamás, pero... no serviría de nada ya que no
está él si no Alexter; Alexter quien no siente nada por ella... sacude sus ideas toma aire en sus
pulmones con prisa no puede creerlo tendrá un ataque de pánico en ese momento, se dobla en
cuclillas mirando al suelo colando sus manos en la tierra fría para con el frio ser sacada de ello, pero
es peor termina por caer de rodillas completamente su vestido toca la tierra terminándose de llenar
de polvo, pero eso que importa ahora, si desea con todo su ser que la tierra se abra y la trague,
golpea con coraje la superficie de esta lastimando una de sus manos, se siente hundida, pero la
tierra es la que la detiene a la realidad, alza su vista al cielo con sus ojos completamente llenos de
lágrimas que le nublan la vista, observa las ramas que opacan la entrada del sol, no está a muchos
pasos por llegar a la casa, pero no desea llegar... quiere correr de vuelta a donde cree pertenecer,
donde puede olvidar... pero no hay vuelta atrás ha decidido dejar ir, ha decidido soltar... ha decidido
renunciar al único sentimiento que la hace sentir viva. Convencida que hubiera dado lo que fuera
por él, que lo hubiera amado hasta el último día de su vida, cuidado de él, abrazado por las noches
frías, esperándolo cada día para escucharle contar lo que vivió, ese amor tan simple, ese era el que
tenía para ofrecer, pero la vida le escupía en la cara diciéndole que eso no es para ella por segunda
vez, no... por tercera vez... porque hoy duele más que ese día que se declaró aceptando lo mucho
que lo ama, hoy probo el infinito en sus labios y con la misma fue arrancado... ahora debe salir de
ahí como siempre entera por fuera... aparentando no estar rota por dentro en miles de pedazos...

Se pone de pie sacude la tierra de sus manos camina derecha, rígida... al llegar a la casa no ve a
nadie cerca así que decide entrar de prisa para no ser vista, no quiere dar explicaciones a nadie.

Pero para su suerte el alfa está de pie esperándola al inicio de las escaleras la observa por un largo
momento sin decir nada, se acerca hasta ella para acariciar una de sus mejillas...

—Hermosa, Maximiliano está aquí para verte, le dije que te buscaría en tu habitación — dijo en tono
nada más audible para ambos «Puedes subir y alistarte, le digo que bajaras en unos minutos o le
digo que no es un buen momento...» tomando una de sus manos.

—Bajare en unos minutos solo necesito asearme... — dijo igual casi en susurro para que quedara
entre ellos, el alfa atiende y Madeleine se pierde escalera arriba.

Entra de golpe a la habitación se queda espalda contra la puerta pasando sus manos por su cabeza
haciendo su cabello hacia atrás, mira esa habitación impecable acomodada como la dejo... se
arrepiente de no haber llegado a dormir a su cama evitándose ese dolor que ahora le carcome
dentro, pero pudo más su deseo de verle de sentirse amada, ahora su realidad la golpea de frente se
casara, renunciar no es una opción será meter en problemas a la manada por un capricho suyo por
perseguir a Alexter... Condenarse a esperar que los deje verse seria mucho, seria mendigar por un
poco de amor y eso no... recordó las palabras de su padre el día que fue plantada frente al altar
apretó su pecho con fuerza con sus manos cerro los ojos...

— Toma tu corazón con ambas manos sostenlo con fuerza es tuyo nadie tiene derecho a lastimarlo,
nadie puede romperlo sin tu permiso, no permitas que él; que nadie te rompa, eres una mujer fuerte,
inteligente... lo mejor que he conocido en mi vida, mi mayor tesoro, mi mayor logro, eres mi vida
entera y si él no te quiere en su vida... es él quien pierde la oportunidad de verte sonreír... porque tu
sonrisa es arte... es vida... si él no te ama... amate tú el doble.

Abrió sus ojos su respiración volvió a la normalidad, entró al baño para alistarse, debía afrontar su
realidad... con o sin Alexter. No tardo tanto en alistarse bajo de prisa para ser recibida en el estudio
del alfa con una sonrisa sincera de Maximiliano, este se puso de pie para recibirla con un fuerte
abrazo ocasionando su sorpresa por ese acto.

—Perdona por venir tan temprano pero realmente deseaba verte — dijo a su oído.

—No te preocupes, gracias por venir a verme — contesto ella aun en sus brazos, no negara que es un
abrazo cálido, pero no tiene el mismo efecto en ella que los brazos de Alexter y eso le causa mucha
tristeza.

—Bueno no he venido nada más para despertarte...— saco de su bolsillo una pequeña caja de color
rojo entregándosela en las manos.

—¿Qué es? — dijo ella mirando curiosa la caja y después a el

—Ábrela...— dijo

Madeleine abrió poco a poco la caja en ella un lindo anillo de compromiso, sonrió intentando ocultar
su falta de entusiasmo.

—Sé que las cosas se dieron demasiado rápido y no te había entregado el anillo oficialmente, por ello
estoy aquí Madeleine para formalizar las cosas ¿Quieres casarte conmigo? — dijo mirándola a los
ojos.

La pregunta lo hacía más real, sintió como el aire empezó a faltarle, unas lágrimas corrieron por sus
mejillas ocasionando la mirada de preocupación de él.

—Perdóname por ponerme así, me siento conmovida por lo que estás haciendo, gracias...—habló
intentando controlar su respiración «Si, acepto casarme contigo» dijo al final, aunque muy dentro de
ella algo gritaba que eso no podía ser, pero no tenía nada más, además que lo había leído cancelar
un matrimonio no era viable para ninguna manada el honor debe de mantenerse, la palabra es muy
importante entre ellos y sabe que para los Itreque en esos momentos necesitaban ese lazo, los
ataques los debilitaron, escucho una conversación entre don Guillermo y Sebastián hablando sobre
la economía y lo bien que su matrimonio con Rosalba les traería oportunidades de volver a
restructurarse y así sacar adelante a toda la manda.

—Madeleine ¿segura que todo está bien? — pregunto con calma el lobo, él sabía que algo no estaba
bien no necesitaba mucho para entender eso, Madeleine era fácil de descifrar, algo le preocupaba.

—Si tengo algo que pedirte Maximiliano...— dijo ella para después pedirle lo que por su mente
pasaba. Maximiliano la escucho con calma, la observo como movía sus manos nerviosas.

—¿Segura de lo que me estas pidiendo?, no tengo problema en cumplir tus deseos, pero no podrá ser
como te mereces...— ella lo detuvo

—Estaré bien con esto, solo necesito que aceptes y podamos informarle a don Guillermo — él la miró
por unos minutos para después asentir logrando una sonrisa de agradecimiento de ella.

Por su parte Alexter había despertado intentando procesar lo que había pasado, desde que la
ceremonia inicio la bestia estaba impaciente sin dejarle poder concentrarse, se alejó para no hacer
nada que se pudiera arrepentir; pudo observar a Sebastián y Valentina juntos se sintió feliz por
ellos... que su hermano tuviera el valor de aceptar sus sentimientos pero cuando su vista divago
entre todos los presentes miro a Madeleine y descifro su mirada que les dedicaba a ellos haciéndolo
entender muchas cosas principalmente el cambio en el compromiso conmovido por sus acciones no
la perdió de vista, cuando se escondió detrás del árbol para llorar ahogo la necesidad de ir y
abrazarla calmando a la bestia, pero no pudo frenarse cuando la vio sola siendo adornada por todas
esas velas y la luna que la hacían brillar, su lobo le rogo salir... pero antes debía explicarle todo ella
merecía saberlo lo hizo... permitiendo desencadenar aún más cosas dentro suyo. Porque el lobo
domino por completo y aun así le permitió sentirla, le permito sentir sus labios siendo tomados por
él, ese abrazo cálido, embriagarse de su perfume, después de años sin sentir una caricia así, después
de no sentir esa necesidad de proteger a alguien más, ahora la sentía, la sentía aun en sus brazos a
pesar de que tenía tiempo de separarse de él, aun podía cerrar los ojos y recordar cómo se miraba
reflejado en los de ella —No puedo...— dijo a la nada «No puedo enamorarme de ella, no... maldita
sea como puedo sentirla aun, como su calidez puede seguir en mi de esa manera... » coloco su mano
en su corazón sintiéndolo palpitar fuerte, con vida... como hace años no lo sentía... se ha colado en
sus pensamientos, de una manera ha buscado refugio en su corazón siendo bienvenida.

Camino por el bosque sin intención de regresar a la casa, llegando hasta el árbol de Gabriela,
acaricio la placa helada dejando su mano ahí —Perdóname... — pronuncio levemente quedándose en
silencio apoyando su cabeza en la placa.

—Alexter... — no sabe cuánto tiempo ha pasado pero la voz de Sebastián lo hace girar, pero antes
limpia un par de lágrimas.

—¿Qué sucede Sebastián? — dice carraspeando la garganta sin mirarlo fijamente.

—Te busque en tu habitación, tengo rato buscándote vine primero aquí pero no estabas, al final
regrese creyendo que sería el único lugar que podrías estar después de todos no me equivoque —
dijo mirándolo serio.

—Ya me has encontrado, pero no me dices nada ¿Qué es lo que necesitas de mí? — dice de mala
manera, necesita salir de ahí.

—Nunca cambiaras no es así... Alexter... — dice con tristeza

—¿Quen sucede?, te recuerdo que mi padre es el alfa el solucionara lo que sea no me necesitas a
mí— pregunta mirándolo a los ojos.

—Adelantaran la boda — dijo de golpe.

Alexter abrió los ojos en sorpresa intento decir algo, pero no podía, dentro suyo la bestia se alteró
intentando hacerle perder el control para este salir, pero en cambio se giró dándole la espalda a
Sebastián miraba sin parar todo su alrededor, siente una opresión en su cabeza que le hace cerrar
los ojos para intentar mitigar el dolor pero no sirve de nada, puede sentirlo puede sentir como su
cuerpo arde, como el lobo quiere salir. Sebastián intenta hacer algo por él, pero es rechazado y
alejado de golpe.
—No entiendo tu actitud tienes la oportunidad de ser feliz frente tuyo Alexter... — pero antes que
pueda continuar este sale corriendo dejándolo hablar solo, Sebastián maldice en voz alta pero ya no
hay nadie que lo escuche mira en dirección donde Alexter se perdió entre los arboles a toda
velocidad.

—Basta... — Alexter gruñe con fuerza sin parar de correr pasa tiempo hasta detenerse de golpe
había llegado lo suficientemente lejos permitiéndose gritar en desesperación quería calmarse,
pensar con la cabeza fría, creer que era lo mejor, que ella merecía ser feliz lejos de ellos de esas
tierras, pero cada vez que lo pensaba lo creía menos.

Inhalo y exhalo el aire de golpe; le costó, pero lo pudo hacer pudo domar a la bestia, cayó de rodillas
cansado de esa lucha interna... tenía que regresar a la casa y perdiendo el control no era la mejor
opción para él, no sabía porque se siente lastimado, herido sintiendo una cortada en su pecho
ardiendo, pero no existe tal herida, pero hace énfasis cada vez que respira, por más vueltas que
dada no tenía otra explicación Madeleine se había colado en su corazón, había formado un lazo
fuerte no solo con la bestia como él pensaba, al final la bestia y el eran uno mismo lo lleno de
recuerdo de ella, de sentimientos hacia ella y al final no podía negarse aún que Madeleine
significaba algo más en su vida, pero sin atreverse a decirlo internamente.

Capítulo 38
En tus ojos...

Alexter después de recuperar el control completo de su cuerpo y sintiéndose sereno regreso


caminando a paso lento a la casa principal, no sabía que haría con ese sentimiento del que ahora era
consciente la bestia se había calmado pero debía decidir qué hacer, en su cabeza los pensamientos
de dejarla ir y ser feliz le pedían un poco de razón, después de todo la ha hecho sufrir
innecesariamente más de una vez, «no merezco el amor de Madeleine» pensó deteniéndose,
inconscientemente recorrió todo el bosque y la casa estaba a solo unos metros, el aun oculto entre
los arboles la noche había llegado sin sentirla, siguió hasta entrar se podía decir que la casa estaba
sola por no haber presencia de nadie en la planta baja pero un ruido en la cocina lo hizo caminar
hasta ahí cada que avanzaba un olor dulce a flores lo hizo frenarse para observas con cuidado para
su suerte Madeleine estaba entretenida decorando lo que parecía un pastel estaba tan metida en ello
que no noto su presencia, pero él no quería ser visto así que se quedó ahí mirándola en silencio
escondido en la puerta, con la intención de guardar en su mente cada detalle, el cabello lo llevaba
suelto y este se resbalaba poco a poco de sus hombros cada vez que se agachaba para decorar una
flor, el pastel era pequeño, dudo en entrar pero la necesidad de abrazarla le jugaba en su interior,
llegar detrás de ella y en volverla con sus brazos, se giró quedando recargado por completo en la
pared donde ella no lo pudiera ver, miro al suelo cruzo sus brazos en su pecho y se quedó ahí,
agudizo un poco sus sentidos para sentir su aroma y escuchar como late el corazón de ella para él
eso era una melodía que no creyó desear en su vida, pero ahí estaba, cerro sus ojos y espero todo el
tiempo que ella estuvo ahí sin ser consciente de su presencia.
Madeleine había decidido que hornear la calmaría y así era para ella una terapia la hacía
desconectarse del mundo, aunque admitiendo ya había intentado hacer diez rosas antes todas ellas
habían sido desechas y vueltas a hacer como avanzo poco a poco pudo encontrar lo que buscaba un
momento de paz pero le estaba costando, dejó de hacer una de las rosas al ver el anillo en su mano,
lo observo con cuidado. Fue entonces que tuvo un momento de lucidez, se iba a casar sin conocer
con quien se casaba Maximiliano no parecía una mala persona pero «Oh por dios...» dijo en voz alta
haciendo que Alexter abriera sus ojos, espero a escuchar algo más, noto su voz algo diferente,
intento asomarse con cuidado para verla, pero la escucho de nuevo «Sable me asustaste...» el lobo
blanco se había colado por la puerta de la cocina hasta llegar a ella, se sentó sobre sus dos patas
mirándola con detenimiento.

—Aunque debo de agradecer que llegaras estaba haciéndome muchas historias en la cabeza... —
diciéndole al lobo como si pudiera entenderle.

Continúo en lo suyo hasta terminar miro el pastel y suspiro, Sable se había quedado echado ahí sin
moverse solo para estar con ella y Alexter hizo lo mismo, pero cuando imagino que ella saldría
continuo su camino a su habitación necesitaba darse un baño, creyendo que intentando dormir
pensaría mejor.

—Sabes Sable... creo que solo a ti me animo a decirle que tengo miedo, ahora estoy dudando de mi
decisión, dios es que es una tontería casarme sin conocerlo, en que estaba pensando pero... fue la
salida que encontré, ahora siento que me he enrollado aún más en mis problemas... —miraba el
pastel como si de este fuera a salir una respuesta « ¿Qué estoy haciendo?...» lo peor es que ha
adelantado la boda por decisión suya, al ver que lo que deseaba al cocinar se había vuelto peor,
limpio todo para irse a su habitación, no era lucida al decidir todo eso, pero corrió a su habitación
para tumbarse en la cama estaba demasiado exhausta para moverse, sus pensamientos divagaban
uno tras otro hasta que el sueño fue más cayo dormida en algún momento.

La mañana llego confundiéndola sin saber en qué momento se había dormido, cuando se incorporó
miro que estaba cubierta con una pequeña frazada que no podía ubicar, volteo su vista a la ventana
que permanecía cerrada, sacudió la idea de que alguien haya entrado y entro al baño para alistarse
necesitaba hablar con Max.

Cuando bajo todos en la mesa compartían en desayuno con alegría, entró a la habitación y observo
que Alexter sonreía con Sebastián, tomo aire para agarrar valor fue recibida bien por todos decidió
que mirar a Alexter no era opción, pero Valentina la movió para sentarse con ella quedando
exactamente frente a él, no podía actuar como una niña y salir corriendo. El desayuno se llevó entre
conversaciones amenas sobre tiempos pasados, don Guillermo hablo de su esposa con cariño,
Madeleine miro a Alexter en contadas ocasiones sin que este se diera cuenta, pero Sebastián había
puesto atención, por su parte Alexter había hecho lo mismo, Valentina miro a Sebastián a los ojos
haciéndole señales este capto el mensaje.

—Alexter ¿Recuerdas la casa del árbol a la que íbamos mucho? — pregunto Sebastián, el mayor hizo
cara de sorpresa.

—La casa del árbol, tenemos años sin ir...— se quedó pensando en ella, donde de pequeños
compartían quedándose a dormir.

—Sería bueno ir, que tal si hacemos una pequeña excursión — opino Valentina, Sofía apoyo las
palabras de ella, animando a Carlos y a su hermano de ir.

—Estaría bien... — dijo Alexter aprobando el ir.

—Madeleine estás invitada y no acepto un no — afirmó Sebastián mirándola, ella intento negarse de
alguna manera.

—Deberías acompañarnos...— la voz de Alexter la hizo mirarle a los ojos, un escalofrió recorrió su
cuerpo, esa mirada que le dedicaba él tenía algo más que no podía descifrar. Ella después de un
momento asintió.

—Muy bien...—dijo Sebastián poniéndose de pie «Las quiero listas a las tres el camino es cansado,
así que vístanse cómodas y alistes una pequeña mochila ya que nos quedaremos a dormir» sonrió a
ambas, levantándose para alistarse el también, los otros dos hombres hicieron lo mismo.

Caminarían hasta la casa del árbol quedaba lo suficientemente lejos del lado oeste, Madeleine miro
las mochilas y no entendía mucho, pero María preparaba una con comida, era en serio se quedarían,
dudaba si era buena idea ir, quería evitar estar cerca de Alexter, pero no la dejarían quedarse, se
tranquilizó internamente solo tenía que evitar quedarse a solas con él.

Iniciaron la trayectoria, caminaban a paso tranquilo Sebastián platicaba muy animadamente con
Alexter, pero el otro no le ponía mucha atención iban hasta en frente Carlos y Sofía caminaba juntos
sin separarse, Valentina la acompañaba en silencio disfrutando del paisaje. Llegaron a un camino
muy rocoso donde tenían que treparse por él.

—Es por aquí Sebastián, ¿no recuerdo que tuviéramos que pasar por este camino? — dijo Alexter con
duda mirando el paisaje.

—Tienes mucho tiempo sin venir además que de niños ni sentíamos esto...— contesto brincando
sobre una roca «Valentina...» dijo hacia la joven mostrando su mano para que ella la tomara, así le
ayudo a subir, Carlos hizo lo mismo con Sofía.

Madeleine no espero ser ayudada se trepo como pudo en una de las piedras más baja para
impulsarse a otra, pero realmente no tenía la condición física para hacer eso, ellos eran lobos con
una fuerza diferente a la suya, pero podía más su decisión por no estar cerca de Alexter. Él no dijo
nada solo se mantuvo en silencio detrás de ella al mismo paso, los demás se habían perdido unos
metros adelante. Cuando continuo no sabía cuánto tiempo había pasado, pero eso parecía
interminable, dio un mal paso resbalándose y girando su cuerpo estuvo a punto de golpearse pero
Alexter ya la tenía en sus brazos con uno de sus brazos en su espalda mirándola a los ojos, ella abrió
los ojos en sorpresa por verle tan cerca, el mal paso se le olvido por completo.

— ¿Estas bien? — pregunto él

—Sí, gracias no me he fijado bien...—contestó mirando hacia otro lado, su corazón estaba
empezando a palpitar de prisa. Él le ayudo a incorporarse por completo.

—El camino se ha puesto un poco más difícil me permites ayudarte, no me gustaría que te
lastimaras...— dijo él dándole la mano, Madeleine miró por un momento su mano dudando si aceptar
esa cercanía, pero tenía razón ya se habían atrasado demasiado, tomo su mano insegura pero
Alexter la tomo con decisión para después caminar con ella apoyándola. No dijeron nada, el
caminaba siempre al pendiente de ella.

Terminaron el camino en silencio las dos parejas los esperaban al final de un sendero que llevaba a
la casa, Sebastián sonrió por verlos de la mano, si existía otro camino el que siempre recorrían, ese
por el que iban era el más complicado. El sendero era costa arriba, descansaron un momento para
comer algo, Madeleine se sentó en una piedra, Alexter se acercó dándole una botella de agua ella la
tomó sonriéndole en respuesta, el miro a su alrededor sus hermanos estaban repartidos platicando
con su pareja de viaje, así que se sentó a un lado de ella, no decía nada, pero la observaba con
detenimiento cuando ella no se daba cuenta.

—Anoche te vi en la cocina preparando un pastel... — dijo Alexter

—Sí, estaba buscando algo que me ayudara a despegar la mente y cocinar siempre ha sido un buen
remedio para mí...— contestó ella.

—Yo cuando necesito eso salgo al bosque a correr, sentir la libertad de sentir como si flotara, el
viento golpeando mi rostro me hace sentirme en paz...— habló Alexter, Madeleine lo observó por un
momento, se estaba permitiendo hablar con ella de cosas que ignoraba de él. Después eso ella se
sintió con libertad de platicar de sus sentimientos cuando cocina de lo que vivió en la carrera todas
las anécdotas, habían empezado el camino de nuevo y ellos seguían platicando, Alexter le ayudaba a
subir, el camino es ahora un poco inclinado, cada que avanzaban se sentían más cómodos juntos, en
un momento ella sonrió de tal manera que Alexter no pudo dejar de mirarla, se dio cuenta de ello
que sintió como los colores se le venían al rostro, no entendía la mirada del mayor, pero este la hacía
sentirse nerviosa ya que de pasar de una mirada ruda a una que expresaba demasiado no era normal
por lo menor para ella en ese momento, le recordaba esos ojos amarillos y no deseaba pensar en
ello.

Al fin cuando pensaba que no llegarían nunca la casa se dejó ver frente a ellos, Madeleine quedo
sorprendida ocupaba parte de tres arboles enormes, cuando dijeron casa del árbol creyó que sería
pequeña no se imaginaba durmiendo ahí, pero no, la casa era exactamente eso una casa, pero la
forma de subir no era precisamente sencilla para alguien como ella, Sebastián y Valentina tomaron
impulso saltando al mismo tiempo cayendo bien sobre lo que parecía la terraza de la casa, Carlos
tomo la mano de Sofía, ella se resistía pero lo hicieron de prisa, Madeleine miraba por donde podía
subir pero era imposible pero brincar no era tampoco una opción, Alexter le silbo a Sebastián
aventando su mochila para después tomar la de ella y hacer el mismo movimiento, Madeleine lo
observaba.

—Bueno creo que la única opción para subir ya sabes cuál es — dijo el sonriendo de par en par.

—Alexter yo no puedo brincar hasta haya...— señalando la casa

—Tu no, pero yo sí y te llevare conmigo— se acercó hasta ella «solo necesito que me des permiso de
cargarte» movió sus brazos para que ella entendiera mejor, claro que había entendido al principio,
pero no quería, se negaba a subir de esa manera, por más que ha intentado no estar cerca del todo
se ha puesto en su contra.

—No me vas a poder... — dijo ella sin pensarlo, Alexter arrugo la vista.

—Me estás diciendo débil...— cruzando sus brazos en su pecho


—No, no me mal interpretes me refiero que yo estoy pesada... — dijo murmurando, pero Alexter la
escucho perfectamente, se paró frente a ella muy cerca fijo sus ojos en los de ella.

—No eres pesada, no sé de dónde las mujeres sacan tanta cosa negativa, estas peor que Valentina,
además que te recuerdo que soy un hombre lobo...— diciendo eso la tomó por sorpresa ella pegó un
grito de sorpresa por eso, pero se aferró al cuello de Alexter «confía en mi...» con eso ultimo agarro
impulso para saltar sin problema a la terraza, ella cerro los ojos que solo sintió el viento en su rostro
«listo, vez no fue tan difícil» Madeleine abrió los ojos al escucharlo, se separó de golpe de él.

—Gracias...— dijo para después buscar su maleta.

—Pensé que se tardarían más, hemos asignado los lugares para dormir, espero que no les moleste...
— dijo para después desaparecer.

Madeleine había quedado cerca de una de las ventanas más grandes de la casa donde podía ver el
cielo en todo su esplendor, Alexter quedo en la misma habitación, pero del lado contrario, los demás
se habían acomodado juntos, no quiso discutir nada, Valentina no le había hecho fácil acercársele se
la pasaba con Sebastián y no quería interrumpirles al final el viaje era para disfrutarse.

Paso una hora Madeleine no entendía porque siendo a ella quien le gusta cocinar tenía que
recolectar leña junto a Alexter, pero repartieron los roles y ese era el que le tocaba, llevaban un rato
buscando un buen tronco, el mayor llevaba consigo un hacha.

—Madeleine una disculpa debió venir uno de los hombres conmigo, pero no te preocupes no te hare
cargar mucha leña — dijo sonriendo, ella solo guardaba silencio, el atardecer estaba a punto de
hacer presente.

—Creo que ese tronco de ahí nos servirá — señalo Madeleine, Alexter asintió y se puso a trabajar
sobre él, Madeleine miraba todo a su alrededor, era diferente al paisaje de la casa este era más
verde, más florido y extraño por la época del año, observó como Alexter partía el tronco en pedazos,
ese silencio en medio del bosque de fondo el atardecer le hacía sonreír por verle así, no podía negar
que se sentía bien estar ahí sin nadie a su alrededor solo viéndolo a él.

—Es suficiente... — dijo Alexter empezando a apilar los pedazos, Madeleine se acerca a ayudarle,
pero al tomar unos cuantos se quejó mirando su mano, preocupado Alexter la tomo entre las suyas.
—Es una pequeña astilla, déjame quitarla no te muevas...-—Madeleine solo asintió aguantando la
respiración por la cercanía, Alexter logro quitarla sin problema «está bien me parece que ha salido
toda»

—Gracias ya no siento molestia...— contestó ella.

—Bueno señorita usted se aleja de estos troncos, me los llevare yo— se quitó el suéter que llevaba
dejándose solo en la camisa blanca interior, apilo todos los pedazos acomodados para después hacer
una bolsa con él y cargarlos sin problemas. Alexter alzo la vista el atardecer estaba a punto de llegar
«¿quieres ver algo muy bonito?» dijo él antes de seguir el paso de vuelta. Madeleine no entendía,
pero tenía curiosidad de saber a qué se refería Alexter. Camino detrás de él habían dejado atrás la
leña regresarían ya que donde Alexter le llevaba era del lado contrario llegaron a un árbol enorme,
con el tronco más grueso de todos parecían cinco árboles en uno las raíces fuertes y expuestas «Mi
madre me enseño este lugar de niño, me gustaba treparme a los arboles fue entonces que decidió
enseñarme su lugar especial...» Alexter se paró sobre una de las raíces para después ofrecer su
mano a ella «Ahora yo te lo enseñare a ti...» la duda la invadió, pero se dejó llevar por el momento
tomo su mano y poco a poco subieron hasta lo más alto donde el horizonte se podía ver en todo su
esplendor, Alexter le ayudo a sentarse con cuidado, él nunca se separó de ella.

—Alexter es hermoso... — el sol se ocultó en el horizonte regalando miles de tonos diferentes en el


cielo, naranjas, rojos y rosados era un espectáculo, Madeleine tenía años sin disfrutar uno, metida
en sus cosas olvidándose de los regalos más sencillos que podía darse, se conmovida una lagrima
recorrió su mejilla, sintió como Alexter con una de sus manos la limpiaba.

—Espera eso no es lo que quiero que veas... — entonces empezó la magia, el cielo se pintaba de un
tono azul diferentes hasta la oscuridad característica poco a poco la luna fue tomando fuerza
alumbrando todo a su paso, las estrellas empezaron brillar una a una hasta que el cielo estuvo
completamente lleno sin ningún espacio libre, Madeleine miraba todo eso asombrada.

—Es... perfecto la luna y las estrellas brillan hermosas — dijo en voz baja ella.

—Lo es, es perfecto...— dijo sin dejar de mirarla a ella, Madeleine seguía maravillada por el paisaje
que no se daba cuenta «No recordaba donde había visto todo ese brillo, pero ahora lo sé...» dijo
haciéndola girar hacia el que no le retiraba la vista.

—¿Dónde? ... — preguntó, pero no sabía si deseaba saber la respuesta.


—En tus ojos...— dijo sin dejar de verla a ellos.

—¿Perdón? — abrió y cerró su boca sin poder decir nada más, dudaba si lo que escucho de sus
labios era lo que realmente dijo, estaba sorprendida y deseaba saber si era le momento el que la
abrumaba y hacia escuchar lo que no era.

—Tus ojos brillan más que todas esas estrellas juntas y me han deslumbrado... como la primera vez
que las vi aquí sentado junto a mi madre... pensé que nunca miraría algo así de nuevo, pero estaba
equivocado, me he equivocado más veces en mi vida de las que he pensado, pero Madeleine no
quiero cometer otra equivocación más...— Alexter dijo con seguridad, pero antes de poder continuar
la voz de Carlos en el bosque gritando su nombre, lo hizo reaccionar de prisa, Madeleine toda
contrariada bajo con él lo más rápido que pudieron hasta toparse con él.

—Alexter algo ha pasado en la casa... debemos volver—dijo con la voz entre cortada por correr.

Capítulo 39
Algo en común...

Don Guillermo observaba el bosque que permanecía en silencio, sin sus hijos la casa subsistía en
paz; un automóvil que llegaba lo alerto, pero este era el de Maximiliano, espero a que se bajara, pero
al ver que no se acercó más, preocupado se aproximó a la ventana del copiloto— ¡María! —el grito
del alfa alerto a todos, la mujer salió corriendo de la cocina para toparse a su alfa alterado.

— ¿Qué sucede? — camino deprisa bajando los escalones, su cara se deformo al ver el cuerpo de
Maximiliano todo agredido con diferentes cortes de los cuales la sangre brotaba, había llegado con
el último suspiro que quedaba en sus fuerzas.

—Llama al doctor, mándame a uno de los hombres para meter a Max a una de las habitaciones y
manda a otro por mis hijos ahora... — la mujer corrió hacia el huerto donde encontraría a parte de la
guardia.
— ¿Quién te ha hecho esto? — pregunto el alfa.

—Lobos... él — no pudo decir más cayo rendido en los brazos de él, uno de los hombres llego
corriendo para ayudarle.

María no podía procesar lo que pasaba, no pudo decirles nada concreto el hombre que mando por
los Itreque solo que era una emergencia que debían volver. Volvió a la casa llamo al doctor y subió
con compresas, gasas, toallas lo que le permitiera ayudar el hombre que perdía demasiada sangre, le
preocupaba quien pudo hacer eso, él es un lobo muy fuerte no cualquiera podía mantener una pelea,
entre las manadas era conocido por su fuerza y destreza, no entendía que sucedía a quien se
enfrentaban.

Madeleine intentaba seguir el paso de ambos hombres, pero sus zancadas eran muy diferentes a la
suya, pensaba en las palabras del mayor queriendo encontrar el porqué de ellas, pero por lo
sucedido no podía procesarlas así que las dejó de lado no era el momento, Carlos no había podido
decir mucho uno de los hombres había llegado agotado por correr para avisarles que era urgente ir
a la casa. Sebastián se adelantó con Valentina por más que le pidió que se quedara esta no acepto,
Sofía por su parte espero a Carlos en la casa del árbol, cuando llegaron continuaron el camino,
Alexter iba intranquilo sin poder concentrarse, por más paso rápido Madeleine entendía que con ella
ellos tres se frenaban.

—Alexter... — la voz de Madeleine lo hizo detenerse, para girarse a ella «Sé que solo los detengo, es
necesario que vayas a la casa lo más pronto posible yo seguiré a mi paso rápido, pero tú debes
alcanzar a Sebastián...» dijo ella, Carlos y Sofía aguardaban dándoles espacio a unos pasos de ellos.

—Madeleine... — quiso negarse a dejarla, pero ella lo detuvo.

—Por favor llega a la casa, debes saber que sucedes y es importante que estés ahí...— él, la miro por
un largo momento a los ojos, asintió después de un momento antes de irse el tomo su mano sin decir
nada, después de una leve caricia se giró a Carlos.

—Protégelas... pase lo que pase — con esas palabras se soltó de ella y se fue corriendo lo más rápido
que pudo.
Madeleine miraba el camino con atención hasta que él se perdió, continuo su paso detrás de Carlos y
Sofía, el silencio y la preocupación de los tres se podía sentir en medio del silenció del bosque, la
oscuridad estaba haciéndose cada vez más presente haciendo más difícil divisar sus pasos.

Sebastián llego mucho antes con Valentina a la casa, desde que se adentraron en las cercanías de la
casa todos sus hombres estaban alertados por la presencia de posibles lobos, uno de ellos le informo
que había llegado Maximiliano todo lastimado por el ataque de lobos pero no pudo pronunciar más
palabras que les dijera en qué lugar, un grupo de ellos salió en búsqueda de rastros por el camino
por donde Max llego, aun esperaban el regreso de estos pero el alfa Guillermo los tenia a todos
vueltos locos con la seguridad. Corrió hasta toparse con su padre dentro de la casa que esperaba
noticas del doctor ya que estaba dentro con el malherido.

— Pero ¿qué ha pasado?... — lo miró confundido.

—Es lo que quiero saber, ¿Alexter dónde estás? —se acercó a él.

—Carlos fue por él ya que no estaba cuando llego Rubén a avisarme, he venido lo más pronto
posible... — contestó Sebastián.

—Maximiliano llego en su automóvil, no pudo comunicarse conmigo solo dijo ¨lobos¨ y después solo
cayo inconsciente, debemos esperar a que despierte, pero por lo pronto necesito que todos estén al
pendiente, tu hermano no debe de tardar con las muchachas hay que resguardarnos hasta no
saber... — dijo el alfa sin mirarle, Sebastián podía sentir que su padre ocultaba algo o no decía todo
lo que pensaba realmente.

Los gritos de uno de los hombres fuera les hizo terminar esa conversación los dos bajaron, uno de
ellos se miraba muy alterado, narro con prisa lo que vieron a unos cuantos kilómetros de la casa por
el camino principal habían encontrado rastro de sangre que entraban al bosque, pero no podía ser
de Maximiliano, al continuar kilómetros adelanta encontraron a tres lobos muertos junto a un
hombre lobo, al parecer se había contendido un fuerte enfrentamiento, pero hasta que él despertara
podrían tener un panorama de lo que ha pasado, ahora les preocupaba que podían entrar en tierra
de ellos.

Se alertó aún más la guardia para estar al pendiente de lo que fuera, Alexter llegó un momento
después y había escuchado todo lo que los hombres dijeron miro a su padre y a Sebastián para
adentrarse al bosque, debía estar al pendiente de todos y principalmente quería alcanzar el paso de
quienes dejo atrás, en el cielo unos cuantos relámpagos se dejaban ver anunciando una posible lluvia
debía apresurarse si alguien estaba en el bosque no perdería el tiempo dejándolos desprotegidos.

Madeleine aun con sus pensamientos hechos nudo en su cabeza, Carlos les aviso que faltaba poco
para llegar, su corazón palpitaba fuerte por el esfuerzo de ir a prisa que tuvo que detenerse a tomar
aire, le estaba costando mantenerse al mismo ritmo, Carlos y Sofía entendía que físicamente no
tenían la misma capacidad así que no la forzaban, además que el frio no ayudaba a que respirara con
normalidad, podía calar en cada inhalación que la hacía pasar el aire despacio. Cada vez eran más
notorio que caería un aguacero todo eso la envolvía de nuevo en ese miedo constante que la tenía
alterada, pero fingía, intentaba concentrarse en otra cosa, pero estar ahí de noche la hacía revivir lo
que paso, pensaba mil veces si ese hombre había vuelto y era el responsable de lo que pasaba en a
casa.

Un ruido alerto a Carlos alejando a Sofía hasta Madeleine, las dos mujeres se miraron entre sí sin
poder decir nada, poco a poco se juntaron para observar a su alrededor sin éxito, él otro miraba con
cuidado entre los arboles midiendo que nada se le pasara, pero el ruido seso fue que él les hizo
señales de avanzar debía llegar a la casa lo más pronto posible. Debían correr la lluvia empezó a
caer con fuerza empapándolos en la desesperación de no poder enfocarse si eso continuada detrás
de ellos oculto en la oscuridad de la noche corrieron de prisa, Madeleine no pudo seguir el paso así
que se resbalo por el lodo formado por la premura del agua, cayendo lejos quedando detrás de ellos
que no se dieron cuenta de su falta por el ruido del agua y los relámpagos hasta un tramo avanzado.

—¡Madeleine! — el grito de Carlos retumbo en el bosque... a pesar de la fuerte lluvia.

Alexter por su parte se apresuraba en encontrarlo cuando escucho el grito de Carlos reconoció su
voz escucho perfectamente cada una de las letras pronunciadas que su corazón empezó a latir fuerte
desesperado agudizo sus sentidos, dejando salir a la bestia, pero esta vez no perdió el control para
así llegar más rápido. Encontró pasos adelante a Carlos con Sofía en sus brazos al no ver a
Madeleine palideció.

—¿Dónde está? — gruño hacia ellos.

—No sé, Alexter ella se ha quedado atrás... — cuando quiso decir algo el otro salió corriendo
queriendo percibirla lo más pronto.

—Vayan a la casa ahora.... — grito cuando estaba lejos de ellos, Carlos dudo, pero al ver a Sofía
alterada, mojada y con frío pensó en ella, pensó en lo mejor para ella así que él tomó su mano
obligándola a correr.
Madeleine temblaba por lo helado del ambiente aun en el suelo intentando ponerse de pie, con un
fuerte dolor en su pierna derecha se había hecho una cortada con una de las ramas, quería ponerse
de pie pero se sentía frenada por el dolor y el miedo de estar sola en medio del bosque tomo aire
varias veces hasta ponerse de pie, tenía que salir de ahí debía llegar a la casa, se puso de pie con
dificultad y empezó a caminar tratando de reconocer el camino que habían tomado, poco a poco su
cuerpo perdía su calidez y sus manos perdían movilidad por el mismo frío. Debía llegar a la casa
saber que él estaba bien ese era el único pensamiento que le permitía mantenerse en pie «Alexter...»
de sus labios violáceos se escapó el nombre de quien pensaba en cada paso. La misma lluvia nublaba
su vista una silueta que se acercaba a toda velocidad la altero, rápido se ocultó detrás de un árbol,
pero su pierna ardió sacándole un pequeño quejido tapo su boca esperando no ser escuchada
poniendo en alerta a quien se acercaba no correría el riesgo confiada que era alguien de la casa. Se
quedó en silencio hasta que la silueta estaba ahí a unos pasos de ella, no podía ver bien.

—Madeleine... — dijo la imagen entre la lluvia, ella lo reconoció era Alexter, intentó moverse, pero
de dolió de nuevo su pierna el frío no se lo estaba haciendo fácil.

—Alext.... Alexter... — su voz batallaba en salir por más esfuerzo que hacía, observo como se alejaba
de ella en dirección contraria... agarro la suficiente fuerzas para levantarse y gritar «¡Alexter! » el
lobo la escucho giro su cuerpo a velocidad para encontrarse con ella.

—Madeleine... — tendió sus brazos a ella.

—Aquí estoy... — dijo ella recargándose por completo en él.

—¿Estas bien? ¿Te has hecho daño? — preguntaba deprisa por verla sin fuerzas, sintió que su cuerpo
estaba congelándose por la falta de abrigo que la envolvió entre sus brazos acomodándola debajo de
uno de los arboles más frondosos pegada al tronco para proporcionarle calor.

—Me he… me he resbalado — tartamudeaba del frío cerro sus ojos para calmarse y poder hablar
acurrucada en el pecho del mayor «me he caído, me lastime mi pierna es solo una cortada, pero el
frío no me ayuda me duele demasiado» dijo ella al fin.

Alexter se separó rompió parte de su camiseta para después pasarla sobre la herida de ella frenando
un poco la sangre que no parecía ser mucha pero aun así era importante que la revisaran.

—Te llevare a la casa... — la tomó en brazos en un solo movimiento «oculta tu rostro en mi


Madeleine al parecer no parara de llover» dijo avanzando con ella.

—¿Todo está bien en la casa? — preguntó en voz baja.

—Sí, tranquila ya que lleguemos a la casa te platico que ha pasado — no le contaría de Maximiliano
no pensaba alterarla.

Camino los metros que faltaban para llegar con ella en brazos, podía sentir que a pesar de la lluvia
fría su cuerpo le brindaba calidez, llegaron a la vista de la casa entro con ella deprisa subiendo las
escaleras María lo observo queriéndose acercar pero Alexter no le dio tiempo subió hasta su
habitación entrado directo al baño la dejo sentada en la tina para después abrir las llaves esperando
que el agua saliera caliente y tibiándola fuera bienvenida en el cuerpo de Madeleine poco a poco le
ayudo a retirar su ropa dejándola en ropa interior, tomo una de las toallas pequeñas la empapo con
el agua tibia y a deposito en su espalda.

—Alexter... tengo frio... — dijo ella en un ligero susurro abrazándose a ella misma preocupándolo
aún más, empezó a desvestirse quitándose el pantalón empapado y lo que quedaba de su camiseta
dejándose solo su ropa interior, entró en la tina detrás de ella para abrazarla debía hacer que su
cuerpo generada calor de otra manera, sabía que él cuerpo de un hombre lobo tiene la temperatura
mucho más alta, sin importar hacer ese movimiento invadiendo la intimidad de ella, sin importar que
María entró observándolo, la abrazo a él susurrándole palabras al oído.

—Estarás bien Madeleine, quédate aquí conmigo en mis brazos, puedes sentir mi calor... yo cuidare
de ti... — empapaba la toalla y la depositaba en su cuello, cabeza, hombros en todas partes sin
soltarla.

María salió de la habitación cerrando con seguro, la familia de Maximiliano había llegado unos
minutos antes y no permitirían que vieran a la prometida de él con Alexter.

—Alexter... — pronuncio recargado su cuerpo en él, el vapor de la habitación empañaba todo «¿Por
qué?» no podía hilar una pregunta sentía sus parpados pesados, estaba muy cansada que no era
cociente completamente de su alrededor, sabía que estaba en el agua con Alexter, pero su cerebro ni
sus emociones procesaban la situación, esa que en otra circunstancia la tendría temblando de
nervios.

Paso alrededor de media hora cuando él salió de la tina se envolvió en una toalla y la saco a ella
haciéndolo lo mismo con cuidado, se dio cuenta que debía ponerle algo abrigador la cargo hasta la
cama aun envuelta en las toallas para mantener calor busco en su closet algo de ropa de él.

— ¿Crees poder cambiarte sola Madeleine?... — pregunto, ella asintió le acerco la ropa y le dio un
poco de espacio entrado de vuelta al baño para cambiarse fue entonces hasta ver la ropa de ella en
el suelo consiente de que ella se cambiaba en su habitación respiro tratando de calmarse moría por
besarle de nuevo, pero no era ni el momento ni el lugar.

Pasaron unos minutos salió avisando su presencia, pero solo se encontró con Madeleine envuelta en
la cama, camino hasta ella aun con el cabello un poco empapado, abrió con cuidado las sabanas y la
arropo aún más, busco una frazada que le brindara mayor comodidad y la deposito suavemente en
ella. Se sentó en la cama para observarla mejor dormir los relámpagos volvían a encender el cielo la
miró tranquila después de esa noche tan ajetreada que la dejo ahí en su cama, acaricio una de sus
mejillas con cuidado ella se movió un poco al sentir el tacto, pero no se despertó, había observado su
herida en la tina y no era de preocuparse, tendría dolor al despertar por el golpe, pero solo eso.
Decidió quedarse ahí con ella no servía de nada que saliera al bosque la misma lluvia le impediría
avanzar e investigar lo sucedido, se acurruco junto a ella sin dejar de mirarla.

—Te protegeré pase lo que pase... — dijo antes de cerrar sus ojos y dormirse por completo.

La noche continua igual acompañada de relámpagos y truenos Alexter despertó en diferentes


ocasiones la última cerca de las cuatro de la mañana, se levantó dispuesto a bajar a la cocina tenía
mucha sed, pero por el cansancio había caído rendido olvidándose por completo de todo, pensó un
momento si debía salir y dejar sola a Madeleine, pero después se convenció que no tardaría.
Caminaba escaleras abajo observo que el estudio de su padre tenía la puerta abierta, sin hacer ruido
se acercó para toparse con la voz de dos personas, reconoció la voz de su padre, pero la segunda no
podía saber de quién era, se escondió intentando escuchar lo que hablaban.

— Entiendo todo lo que dices Guillermo, mi hijo es u n hombre fuerte y saldrá de esto — una mujer
que supuso era la mamá de Maximiliano, la señora las veces que había ido a la casa no hablaba solo
guardaba silencio observando a todos. «¿Dónde dices que esta la prometida de mi hijo?» dijo en un
tono que a Alexter no le gusto, tenso las manos en puños.

—Ha llegado del bosque lastimada y empapada por esta lluvia que por indicaciones del médico está
reposando en su habitación — el alfa mintió, Alexter se quedó serio al escuchar eso, solo María los
había visto, ella debió decirle pensó él.

—Ya veo, bueno espero que este bien... — en un tono que Alexter resintió aún más, se desapareció
de ahí no quería ser descubierto por ellos, fue a la cocina tomo agua quedándose pensando en lo que
tenía que hacer ahora el ataque de Max lo tenía pensativo mirando a la nada, hasta sentir que
alguien entro a la cocina.
—No puedes dormir... — dijo una mujer, reconoció la voz Rosalba

—He bajado solo por agua... permiso— se escudó para salir de ahí.

—Alexter eres muy cruel conmigo... —lo tomó del brazo frenando su avance.

—En ningún momento estoy siendo cruel... — dijo el secamente.

—Aun no perdonas no es así... — dijo ella sonriendo de una manera coqueta.

—Rosalba, no tengo humor de hablar contigo mucho menos de eso... — la miro por un largo
momento, le tenía mala fe a esa mujer.

—Cuando Max me dijo que me casaría con un Itreque desee que fueras tú — aceptó.

—Pero te llevaste una desilusión al ver que era mi hermano, agradezco que esa unión no se
llevara...— alejándose de ella.

—Vamos Alexter tienes derecho a hacer tu vida de nuevo...— con eso último que dijo salió de ahí
dejándola sola, la mujer sonrió satisfecha.

No podía decir que odiaba a esa mujer, pero si le guardaba un poco de recelo no deseaba estar cerca
de ella, siempre le demostró que lo deseaba para ella a pesar que Gabriela era su novia, cuando se
casaron eso tampoco cambio siguió intentando alejarlo de ella, Sebastián no la recuerda porque ella
ha cambiado demasiado, la última vez que se vieron meses antes de perderse en la bestia ella lo
sedujo aprovechando su inmensa tristeza al tener el cabello del mismo color y físicamente siendo tan
parecidas pero él no cayó en ese juego y esa mujer quedo con el deseo aún vivo de tenerle para ella.

Alexter entro a su habitación Madeleine aun dormía en su cama, el sol permanecería oculta al
parecer la lluvia continuaría, se sentó en la cama mirando a la ventana, después de unos minutos
sintió un ligero movimiento detrás suyo que le hizo girar poco a poco ella abría sus ojos.
— ¿Dónde estoy? — agudizo un poco su vista no reconocía el lugar a parte que se sentía aun
somnolienta.

—Tranquila Madeleine, estas en la casa caíste rendida por todo lo de ayer... — dijo él con calma

—Pero... aquí no... —intento levantarse, pero un dolor punzante en su herida la detuvo.

—Mira tomate este medicamento es para el dolor de la pierna, he traído agua — le acerco el vaso y
las pastillas, ella las tomo después de un buen trago de agua tenía mucha sed tanta de la que no era
consiente hasta probarla, Alexter sonrió de verla tomar casi dormida, ella se alejó y volvió a
acostarse para después simplemente dormirse.

Alexter dejoóen la mesita de noche todo, creyó conveniente dormir también, se acostó y se perdió
invadido del cansancio cayo rápido perdiéndose de la realidad.

Las horas pasaron Madeleine despertó aturdida miro a su alrededor sin reconocer el lugar pero al
paso de los segundo lo capto, está en la habitación de Alexter busco al mayor pero no encontró señal
de él, observo su ropa acerco la sudadera a su rostro por instinto oliéndola, sintió un golpe en el
estómago un golpe de emoción soltó el aire despacio para tranquilizarse, poco a poco se puso de pie
aliso su cabello con las manos y camino lento por la molestia de su pierna, salió sin hacer ruido del
cuarto del mayor afuera Valentina salía de uno de los invitados al mismos tiempo al verla se acercó
ayudándola a entrar al suyo.

— ¿Cómo te sientes Made? — pregunto ella con cariño

—Un poco aporreada pero bien ¿Qué fue lo que paso? —pregunto ella sentándose con cuidado en la
cama, tratando de olvidar que salió de la habitación de Alexter vestida con ropa de él, Valentina
pareció no darle importancia a ese punto y abordo en platicarle todo.

Madeleine escuchaba con atención cuando Valentina termino de contarle se puso de pie decidida
para cambiarse de ropa, se dio cuenta que no traía su anillo de compromiso, pensó que tal vez
estaría en la habitación de Alexter, pero no entraría por él; preocupada por la salud de Maximiliano
salió de la habitación ayudada ya que su pierna dolía al apoyarla por completo. Entro a la habitación
donde él estaba se sorprendió de verle tan mal, Valentina observo el suero que proporcionaba una
vía permeable en Max y al verle casi vacío decidió ir por uno más al almacén dejándola sola,
Madeleine no supo que hacer se quedó ahí en silencio mirando el rostro lastimado del mayor que
parecía dormir, cuando la puerta se abrió se asustó por el ruido, por ella entraba la madre de él, no
habían cruzado palabras así que no supo que decir más que solo asentir en saludo pero de ella no
recibió nada, solo entro cerrando la puerta detrás suyo.

— ¡Vaya! Pensé que tardarías más en hacer acto de presencia aquí — dijo con tono duro la mujer.

— ¿Como?... —Madeleine pregunto por educación, pero la había hecho enojar el tono con el que se
dirigía a ella.

—No escuchaste bien o que... eres la prometida de mi hijo tu lugar es aquí a su lado viendo por su
bienestar, ¿Dónde estabas cuando el llego malherido? — se acercó a acariciar el rostro de Max.

—He salido de excursión, pero esto no.... yo no sabía que algo pasaría — se sintió ofendida

—Las mujeres humanas se creen tan libres, al llevar ese anillo — observo la mano de Madeleine
dándose cuenta que no lo llevaba consigo «Que falta de respeto, no entiendo como mi hijo a
aceptado el casarse con una mujer como tú, las humanas son tan poca cosa perdón eres tan poca
cosa para mi hijo» termino de decir mirándola con desprecio.

—No entiendo porque está usted tan enojada conmigo yo no he hecho nada malo — contestó,
intentando controlarse.

—Necesito que te comportes como la futura señora del sur, no necesito lidiar con estupideces de una
niña, ve por tu anillo y te quiero aquí a su lado... —habló duramente mirándola a los ojos «Y ni creas
que permitiré que te separes de él, te he visto en brazos de Alexter entrando a su habitación en vez
de estar aquí con mi hijo...» Antes de que Madeleine pudiera decir alguna palabra más Valentina
entró, observo a las dos mujeres y sintió el ambiente tenso, Madeleine paso por un lado de ella sin
decir nada solo saliendo de ahí con el dolor de su pierna y su ego pisado por esa mala mujer, ella no
había hecho nada malo. Se encerró en su habitación no saldría a lidiar con ella.

Por su parte Alexter recorría el bosque junto a Sebastián, era la cuarta vez que daban un recorrido,
hasta no saber que había sucedido con Maximiliano no podían bajar la guardia y ser sorprendidos
por el enemigo.

— Ya vas a decirme que pasa ... — dijo Sebastián


— ¿De qué? ... — Alexter contestó

—Porque no quieres ir a la casa — señalo Sebastián

—No sé a qué viene tu comentario, estamos cuidando los alrededores, le han hecho daño a
Maximiliano y debemos tener cuidado — dijo Alexter; Sebastián sonrió, su hermano había recalcado
mucho el nombre de Max y de una manera no muy educaba para como es él.

—Ha ya veo es eso, no quieres ir a la casa porque sabes que Madeleine estará con el — se cruzó de
brazos al ver endurecer el rostro de su hermano.

—Sí, no quiero entrar y verla con él, no quiero que ella lo cuide que... — golpeo uno de los arboles
con fuerza haciendo que las hojas cayeran y unas cuantas gotas de lluvia aun en ellas los mojara.

—Momento, eres mi hermano Alexter o eres la ¨La Bestia Alexter¨— dijo Sebastián sacudiéndose el
agua helada de sus hombros.

—Comentario original, muy original... me gustabas más amargado y sin chiste — contesto de mala
gana Alexter

— Domaste a la bestia — se acero Sebastián a él.

—No, la bestia y yo... tenemos algo en común— dijo Alexter mirando al cielo.

—¿Sí?... y eso ¿Qué es? — se cruzó de brazos esperando una respuesta de su hermano.

—Madeleine... la bestia y yo tenemos en común a Madeleine — dijo con cierta melancolía

—Bueno por lo menos has avanzado un poco en ese tema ¿Qué piensas hacer entonces? — dijo con
ánimos.

—Por el momento no puedo hacer nada, eso es lo que me molesta no puedo simplemente decirle a
Madeleine que termine el compromiso con Maximiliano postrado en una cama no puedo
aprovecharme de la situación no es honroso ese comportamiento debo esperar que el despierte que
este bien y afrontar las cosas — Sebastián observaba hablar a su hermano, no podía negarlo ese era
un lobo clásico y no esperaba menos de él.

—Bien entonces está decidido lucharas por ella — deposito una palmada en su espalda «volvamos a
la casa...» Sebastián continuo su camino de regreso sin esperar a su hermano sabía que le tomaría
un poco más.

Madeleine aun procesaba las palabras de esa mujer, como podía tratarla como la peor persona sin
conocerla, pero sentía tristeza en su corazón... no siente nada por Maximiliano al final no merece a
ese hombre, pero no puede rechazar el compromiso frente a ella debe esperar a Max y hablar con él,
la noche cayo de nuevo no supo cómo el tiempo paso tan rápido pero estaba tan concentrada en sus
pensamientos que no salió, la puerta fue tocada con sutileza pensó que María se había acercado a
ella por no bajar en todo el día al abrir se dio cuenta que no esperaba esa sorpresa frente suyo
Alexter con una charola en sus manos.

—Disculpa Madeleine, pero me han dicho que no bajaste en todo el día, supuse que tendrías hambre
y me permití traerte algo ¿puedo pasar? — dijo él con seriedad, pero simplemente era con un tono
de respeto como él siempre se ha dirigido, no pudo negarse y le dio oportunidad de pasar dudo en
cerrar la puerta, pero lo hizo.

—Gracias Alexter no debiste molestarte — contesto ella con una tierna sonrisa, podía sentir que sus
manos temblaban por verle ahí.

—No tienes nada que agradecer, simplemente estaba preocupado por ti, me da gusto verte de pie y
con mejor semblante — después de eso un silencio se instaló entre ambos.

— ¿Cómo estas las cosas afuera? — pregunto solo por preguntar.

—Bien, en calma no hemos encontrado nada extraño o algo que nos de indicios del ataque de
Maximiliano — metió su mano en su bolsillo derecho sacando el anillo de compromiso de Madeleine
camino hasta ella tomo su mano y lo deposito lentamente «esto te pertenece» la miro a los ojos,
Madeleine bajo la vista a ese anillo.
—Gracias pensé que lo había perdido — contestó alejándose del hasta su tocador para depositarlo en
el pequeño alhajero de madera que tiene.

—Te dejo entonces para que comas algo — se despidió el mayor

—Alexter lo que dijiste en el árbol — hablo Madeleine antes de que el saliera de ahí, al no tener
respuesta de el «Entiendo, era él» refiriéndose a la bestia.

Alexter le daba la espalda, recordó lo que le dijo a su hermano de no comportarse de manera


deshonrosa, pero...

—No... — se giró hacia ella, Madeleine ante esa respuesta lo miro a los ojos recargándose en el
tocador, Alexter recorrió esos pasos hasta ponerse frente a ella.

—¿Qué sucede Alexter? — dijo ella casi en susurro

—Éramos ambos, la bestia y yo... — frenó sus palabras debía medirlas para no cometer un arrebato
por la situación, se alejó de Madeleine creyendo que no podría guardar compostura.

—No entiendo Alexter... — dijo ella de prisa, afuera se escuchaba a gritos el nombre del mayor al
parecer lo necesitaban en el bosque.

—Solo debes tener una cosa clara Madeleine, la bestia y yo compartimos el mismo corazón de ahora
en adelante, somos uno solo y tenemos una cosa en común.... Y eso es nuestro amor por ti...— abrió
la puerta saliendo de ahí apurado, sin esperar respuesta de Madeleine lo había hecho se había
confesado, pero deseaba besarla, abrazarla con fuerza, pero no podía. No así no dejaría que nadie
nombrara ese amor impropio, primero debía cancelar ese matrimonio.

Madeleine corrió detrás suyo, bajo las escaleras apenas y apoyando la pierna el dolor no importaba
tenía que escucharlo de nuevo, la lluvia empezaba a caer con fuerza... Alexter literalmente corría.

—¡Alexter! — grito ella haciendo frenar al mayor.


—Regresa a la casa te estas empapando — dijo él al mirarla en las escaleras del porche.

—Dilo de nuevo... eso que escuche es verdad... — en sus ojos se acumulaban un par de lágrimas.

—Es verdad, no jugaría con eso no después de perder tanto tiempo — acercándose hasta ella.

—¿Pero porque ahora? ¡¿Por qué así?! Alexter no sabes cuánto espere para que tú me
correspondieras y yo... yo me casare — dijo ella aguantando para no llorar

—Madeleine — quiso decir algo más, pero fue interrumpido desde el bosque.

—¡Alexter...! Lobos... a las orillas — grito Sebastián.

—Madeleine hablaremos con calma después...solo entra a la casa y resguárdate— dijo él,
queriéndose acercar a ella, pero se alejó confundida, la miro con tristeza.

María salía con don Guillermo cuando miro a Madeleine de pie ahí mojándose se acercó para
meterla, Alexter solo asintió en respuesta. Simplemente corrió adentrándose en el bosque, María
quiso acompañar a Madeleine, pero ella no se lo permitió subió sola, la madre de Maximiliano la
esperaba mirándola de pies a cabeza.

—Que circo niño, corriendo tras un hombre que no es tu prometido...Ni creas que permitiré que
faltes a tu compromiso, la única manera que este se disuelva es con la muerte — dijo con veneno.

Madeleine siguió su camino hasta su habitación, entro de golpe miro su alrededor, tratando de
entender porque se siente de esa manera debía estar feliz por la confesión de Alexter, pero ahora se
sentía culpable de una desgracia en puerta.

Capítulo 40
Uniendo Caminos...
—La lluvia nos ha servido para pasar desapercibidos, lobo gris —decía un hombre joven de cabellos
rubios, varonil, alto con el rostro fuerte cuadrado en la mandíbula y unos ojos de color miel.

—Renato mueve a los lobos a las orillas necesito que todos salgan de la casa, Guillermo y yo tenemos
un pequeño pendiente y hoy vengo a cobrarlo — gruño, el lobo gris ocasionando un escalofrió en su
lacayo, había planeado ese momento desde años atrás y no perdería más tiempo, ocultos entre los
arboles cuando los hombres de la manada Itreque corrían en dirección contraria a la casa; ellos se
acercaban poco a poco, estaba harto de esperar por cumplí una venganza saboreada por durante
años ahora lo cumpliría, hoy seria ese día, escucharon el grito de Sebastián el lobo se acercó sin ser
visto la lluvia que caía mojando su vestimenta le daba permiso de permanecer oculto entre las
sombras de los árboles, vio a Alexter salir corriendo en su dirección tendría que acabar con el
primero antes de que alertara a todos saco las garras dispuesto pero un ligero grito lo freno...

— ¡Alexter! — La voz de esa mujer gritando ese nombre, ese que compartía con su enemigo movió
cosas que ni el mismo recordaba, contrajo sus garras y observo en silencio toda la escena, el grito de
Sebastián le hizo moverse rápidamente alejándose de la casa, Renato observo curioso caminando
tras de él.

—Señor ¿Qué ha pasado? — preguntó acercándose.

— Esa mujer... — sabia el rubio que eso era una pregunta

—Ella es Madeleine, es hija de Sandro, Jorge como sea que se llame — dijo el mirándolo «No la
recuerda»

—Era una niña — gruño el lobo

—Sí, pero los años pasan y se convirtió una joven bastante bonita — dijo con sarcasmo cargado de
un coqueteo, Renato era sínico, un hombre peligroso para cualquier mujer, coqueto y mujeriego.

—Reúnete con la mujer, quiero saber lo que sucede en la casa — gruño para después irse sin
esperarlo.

—Pero señor y el ataque — dijo el incrédulo de verle salir así nada más, camino a paso rápido para
alcanzarle.
—Que los lobos los distraigan un rato y después regresen a su escondite — gruño de nuevo.

Renato se quedó mirando el camino por donde el lobo se perdió, no perdería el tiempo tenía que
encontrarse con ella. Espero paciente sabía que la mujer al no ver ningún movimiento en la casa
saldría al bosque y así como supuso así era después de veinte minutos. Entró en el bosque
intentando no ser vista por nadie miraba para todos lados hasta que un ruido detrás de ella la hizo
girarse.

—Me extrañaste querida — dijo Renato ocasionando una cara de mala gana en ella.

—Me puedes decir porque demonios no ha pasado nada, tengo veinte minutos encerrada en mi
habitación aguantando a mi madre, diciéndole que lo mejor es esperar y bla bla… — dijo con
molestia.

—Rosalba querida los planes cambiaron, así es esto el señor gris es digamos algo bipolar si no fuera
por la excelente paga que recibo y los privilegios no estaría aquí — dijo el sonriendo, se acercó para
besarla.

—Quítate, no deseo que alguien de la casa me vea besándome contigo, necesito mantener mi imagen
— dijo ella sonriendo

—Si tu imagen abnegada, todo para quedarte con ese hombre, dime que le vez si me tienes a mí—
dijo el aun intentando besarle. La mujer enfada se alejó.

—Tenemos un trato, lamentablemente no puedo hablar directamente con ese lobo gris y tengo que
aguantarte a ti, el termina con lo que tiene que terminar y yo me quedo con Alexter eso es todo—
dijo ella sonriendo

—Sí, ahora el señor gris quiere saber de Madeleine, aunque no lo dijo, así como tal, pero él quiere
saber de ella pude darme cuenta — dejo suspirando.

—Esa mujer no me agrada, pero se casará con mi hermano, lo que me molesta es que creo que está
enamorada de mi Alexter... — le conto todo lo que sabía desde que sabe de su existencia en la casa y
prometió investigarle más, para después simplemente entrar a la casa creyendo que nadie la había
visto pero María se había percatado de que salió y entro de la casa.

Madeleine intentaba controlar sus nervios después de escuchar a Alexter confesarse de esa manera,
no lo esperaba, miro sus manos un momento contrariada de si llevar ese anillo de compromiso le
costaría aún más, recordó las palabras llenas de odio y veneno de una mujer que no la conoce, una
que no sabe por todo lo que ha tenido que pasar, limpio una lagrima que escapaba de su mejilla, no
podía sentirse más dolida, en esos momentos le gustaría tener un recuerdo firme de su madre pero
de ella no tiene nada murió cuando ella era muy pequeña que solo se quedó con lo que su padre le
contó, una bella mujer, igual de hermosa en su interior, amable, social y llena de fuerza; qué
pensaría de ella que no es capaz de encarar nada en su vida.

Pero algo muy dentro suyo se movía como una ola rompiendo con fuerza ante las rocas, su amor por
Alexter su amor correspondido, apretó su rostro con sus manos oprimiendo un grito de felicidad por
sentirse correspondida, sintiendo ese nervio colarse en la boca de su estómago, la lluvia golpeo con
fuerza su ventana, se puso de pie hasta a ella mirando los arboles empapándose.

—No puedo creer, que él me corresponda, tantas noches llorando por ese amor y ahora existe— paso
sus manos en la ventana formando un corazón con su dedo, el calor de su cuerpo había empañado el
cristal ayudándole a fórmalo a la perfección, un mal pensamiento vino a su mente que con un
manotazo lo borro de golpe, empuño su mano contra el cristal manteniéndose firme con la cabeza
agachada se pegó a este, no dijo nada más en voz alta simplemente miro sus lágrimas caer al piso
empapándolo una tras otra, deslizo su cuerpo quedándose sentada sobre sus piernas, suspiro
después de un rato para tratar de controlarse, escucho que volvían los hombres se levantó con prisa
y sin importarle lo que pensaran salió en búsqueda de Alexter.

Camino de prisa, observó a uno y exigió que le dijera donde encontrar al mayor, el sin negarse le
dijo que venía pasos atrás que no habían encontrado nada, continuo entonces cruzando entre los
árboles para pasar a unos cinco hombres más que le señalaron que más adelante el lobo venia
caminando, siguió deprisa, miro a Alexter que venía con la cabeza agachada, se detuvo a esperarle
en su camino, él pudo sentir su presencia alzo la cabeza para mirarla a los ojos, una ligera sonrisa se
formó en sus labios, la lluvia seguía cayendo pero ahora con menos intensidad solo como una ligera
brisa, pero él estaba empapado de pies a cabeza.

—No pude esperarte en la casa — dijo ella sintiéndose fuera de lugar.

—Quería correr a tu encuentro, pero decidí detenerme — sin acercarse a ella contestó.

— ¿Por qué? — apretando sus manos en puños nerviosa


—Por qué no sé de qué sería capaz de hacer si me acerco a ti — aceptó él mirándola con más
intensidad «Sé que no podría controlarme»

—No tienes por qué controlarte, yo también deseo correr a tus brazos — dijo ella abrazándose para
generarse calor, el frío estaba aún presente y empezaba a ser más fuerte.

—No, no digas eso Madeleine — inconscientemente camino hacia ella «Realmente, yo no puedo
frenarme, después de lo que te he dicho… si me acerco a ti no se de lo que sería capaz» se detuvo a
pasos de ella, ocasionando que Madeleine lo miraba directamente a los ojos.

—Me haces falta Alexter... — avanzó hacia él hasta quedar simplemente divididos por centímetros.

—Madeleine — dijo el lobo levemente «Muero por besarte, acariciar tu piel, recorrerla hasta que
cada parte de ti quede plasmada en mi memoria, sentir como tiemblas en mis brazos por cada
caricia mía, escucharte decir mi nombre pidiéndome que no me detenga... » miraba los labios rosas
de ella, no espero que ella dijera algo simplemente se apodero de ellos, sosteniéndola con las dos
manos de sus hombros, Madeleine correspondió con el mismo deseo el beso y cada uno de los que
siguieron, Alexter bajo una de sus manos hasta su cintura para atraerla aún más, Madeleine se
aferró a la espalda de él, sus labios rosaban entre si dándose ligeras caricias que subían de tono con
ligeras mordidas, ocasionado un ligero gruñir del mayor, este al sentirse cada vez más embriagado
la tomo con ambas manos de la cintura y de un movimiento hábil la trepo en el rodeándose con sus
piernas, Madeleine en ningún momento temió caer se sentía segura en esos brazos, Alexter camino
con ella encima hasta recargarse a uno de los arboles escondiéndose aún más buscando intimidad
debajo de esos robles y sus hojas, bajo la lluvia que con el sonido de sus gotas cayendo armonizaban
sus caricias, paso sus manos debajo de su blusa acariciando su espalda haciendo que Madeleine
respondiera con un ligero temblor y un quejido silenciado por sus besos, Alexter continuo trazando
besos en su cuello delimitando cada centímetro de este deseando marcarla como suya, pero pedía a
gritos por un momento de lucidez, pero podía más su deseo y todo lo que llevaba reprimiendo su
corazón, Madeleine había logrado lo que nadie más en su vida; había unido sus dos partes en una,
había domado su interior y exterior volviendo a la bestia suya y al hombre también.

—Ale-x-ter — su nombre entre cortado sonaba a gloria de sus labios, el mayor se separó de ella
dejándola tomar un poco de aire la observo por un momento acaricio su mejilla acomodando su
cabello, poco a poco rompió el agarre de sus piernas para depositarla de pie, busco compostura sin
soltarla.

—Podría continuar toda mi vida Madeleine así a tu lado, pero no es el lugar, no es el momento ni las
circunstancias, cancelare este compromiso, hare lo que tenga que hacer para que seas mía no viviré
sin ti.... Te lo juro por la luna... no ahora que sé que te amo... —dijo mirándola a los ojos conmovido
por la imagen que sus ojos tenían en frente recargo su frente en la de ella cerrando sus ojos para
llenarse de su aroma.

Madeleine se aferró a él abrazándolo con fuerza, después de escucharle decir te amo no tenía nada
que decir, no tenía miedo de lo que viniera; ahora era feliz, pasaría lo que fuera solo por estar con él.

Se quedaron compartiendo en el bosque más caricias ligeras, el recorriendo su piel con una de sus
manos trazando líneas en sus brazos con sus lunares memorizando cada uno de ellos, acaricio su
rostro poniendo atención en cada detalle que la hacía única y hermosa, descubrió un hoyuelo que se
generaba en ella al sonreír, se quedaron sentados debajo de uno de los arboles recarga
completamente el pecho de Alexter, su corazón la arrullaba, olvidándose que fuera de esos árboles
una historia era escrita para cada uno de ellos, la luna llego anunciándoles la noche de repente sin
ser conscientes del tiempo, la lluvia tenía rato de haber cesado pero no les importo estar mojados ni
el frio, no había calor más grande y acogedor que los brazos de su amado, se prometieron estar
juntos con la luna de testigo que formaba un halo de color rosa que solo algunos sabían de su
significado uno que unía caminos y promesas que no se rompen con facilidad.

Después de ser conscientes que debían regresar, esperaron que nadie estuviera cerca de la casa,
Alexter no la dejaría entrar por la puerta y ser reprimida por nadie, la tomó en brazos y trepó hasta
su ventana dejándola con cuidado en el balcón, Madeleine abrió para entrar pero se quedó ahí
escondía en la oscuridad y las cortinas, por su parte el mayor no quería irse, mando al demonio los
pensamientos racionales y la beso por última vez dando con ello las buenas noches, sabía que no
podría controlarse más así que se separó acaricio por última vez su mejilla.

—Te amo... siempre tenlo presente — diciendo eso salto hasta su habitación, Madeleine lo busco con
la mirada al verle entrar se encerró en su habitación.

Camino dentro hasta su cama las fuerzas de las piernas se habían ido de la emoción, se sentó
recordó lo que habían vivido en el bosque que llevo sus dedos a sus labios recorriéndolos sintiendo
aun a Alexter en ellos suspiro para después ponerse de pie y entrar al baño buscando calmar su
deseo de correr de vuelta a sus brazos.

Los dos pensaron lo mismo y como si estuvieran sincronizados se metieron en sus camas al mismo
tiempo después de alistarse para dormir; mirando el techo de sus habitaciones esperaban que la
calma llegara a su interior, pero no podía ser, un frenesí de emociones los envolvía...

—Te amo... — pronunciaron apenas audibles para ellos al mismo tiempo, después de eso el silencio
llegó... se dejaron abrazar por el mundo de los sueños donde sabían que podrían encontrarse de
nuevo sin interrupciones.
Capítulo 41
Miedos...

El lobo gris regresó hasta su casa esa que más que eso parece una cueva, los tonos grises resaltaban
en el paisaje, ese hombre malo, falto de sentimientos caminaba en círculos en su habitación,
queriendo entender por qué Madeleine es tan parecida a ella, abrió uno de los cajones de golpe
donde una fotografía se dejaba ver cortada a la mitad degastada por los años donde solo la dulce
sonrisa de una mujer se mantenía intacta.

— ¡No entiendo! — gruño el lobo dejándose caer en uno de los sillones.

Desde que empezó su búsqueda por Jorge; al cambiarse el nombre solo lo encontraron con su niña
años después, jamás se preocupó por buscar registro de quien fue su esposa o la madre de la
pequeña, pero ahora necesitaba saber porque ella tiene sus ojos. Llamo a uno de sus hombres en
México exigiendo toda información que pudieran recolectar, Jorge se había esmerado en esconder
todos sus rastros y no le sería fácil llegar a una conclusión rápida.

Renato regresó por la noche a esos rincones desolados de un pueblo tomado a la fuerza caminaba
dentro de la casa sin intención de entrar a donde lobo gris estaba, no le tenía nada de información
fructífera de la conversación con Rosalba y no deseaba lidiarlo con mal humor en esos momentos, se
quedó sentado en uno de los sillones de la sala mirando como la luna alumbraba el paisaje desolado
y gris de afuera.

—Así que aquí te escondes — la voz ronca del hombre lobo pelirrojo le hizo sonreír para el mismo.

—Oh, me has encontrado — dijo con sarcasmo.

—Cuando entras tratando de pasar desapercibido es porque no lograste algo que el lobo gris te
mando — caminó hasta él sentándose en el otro sillón, acomodando con cuidado su cuerpo, la falta
de uno de sus brazos perdido en la batalla contra Alexter aún le hacía perder el equilibrio.

—Pues, no deberías de reírte de mí ya que esto también es de tu incumbencia— el pelirrojo lo miro


con el ceño fruncido tratando de entender «ok, creo que no entiendes es sobre Madeleine el señor
quiere saber de ella, estábamos a punto de atacar la casa y sale ella gritando tras Alexter y el lobo
gris simplemente se detuvo y se fue, pero antes mostro un interés poco usual» terminó el otro
esperando respuesta.
—Ya veo, no creí que fuera necesario dar explicaciones de esa joven... — se acomodó incomodo en el
sillón.

—Entonces tú sabes de ella, me he roto la cabeza camino aquí pensando que decirle al lobo gris y tú
me sales con esa calma — cruzo los brazos molesto.

—Realmente no encontré mucho, solo que es hija de Jorge y una joven mujer que falleció cuando ella
era muy pequeña, no sé al año de su nacimiento los registros están muy bien guardados y con
nombres diferentes — dijo otro restándole importancia.

— ¿Quién es su madre? — el gruñido del lobo gris los alerto de su presencia.

—Su nombre estaba como Angélica — dijo el otro sin problema

— ¿Sabes cómo fue físicamente esa mujer? — dijo acercándose a ambos.

—Encontré unas cuantas fotos en casa de Jorge, pero son solo de Madeleine — contestó, se estaba
angustiando por la presencia del otro « ¿Puedo preguntar el porqué de su repentino interés en esa
muchacha? » dijo por ultimo.

—No, no puedes... solo necesito que hagan ustedes dos una cosa — gruño para después ordenarles.

Madeleine despertó aun sintiéndose envuelta en el mejor de los sueño, observo la ventana y
dispuesta a mirar la hora en su reloj giro su cabeza a la mesita de noche que está detrás de ella, una
rosa de color rosa perfectamente acomoda sobre esta le hizo incorporarse deprisa y tomarla entre
sus manos, perfectamente abierta exponiendo sus pétalos a la vista, se acercó a olerla y la fragancia
le hizo sonreír, sabía de parte de quien era, se acostó en la cama de nuevo mirando al techo con la
rosa en su pecho, coloco una de sus manos en su frente intentando controlar los miles de
sentimientos que viajaban dentro y ese revoloteo en su estómago que tenía años sin sentir, ese que
sube de golpe y te hace sonreír plenamente, tapo su boca porque un grito de emoción saldría de ella,
respiro varias veces hasta patalear de emoción, se levantó alegre dejando la rosa en su lugar y
entrando al baño para alistarse, tarareaba una canción que ni ella misma recordaba, minutos
después ya lista para salir se paró frente al espejo y acomodo su cabello de lado dejándolo suelto,
mientras caminaba por el pasillo recordó a la madre de Max en una de las habitación, camino de
prisa para no topársela bajando apurada los escalones, antes de poder avanzar fue tomada por la
espalda atraída debajo de las escaleras, antes de poder gritar Alexter la tomaba del rostro para
besarla con pasión y así frenar su grito.

—Me has asustado — dijo ella separándose de sus labios.

—No era mi intención, pero me moría por besarte — dijo el sonriendo de lado, haciendo que
Madeleine ruborizara por ello, le sorprendía el cambio del mayor.

—La rosa es hermosa — agacho la cabeza por inercia, ese hombre la hacía sentirse apenada, pero de
una manera bonita, aún mantenía sus manos en los hombros de él y depositaba ligeras caricias en
ellos.

—No más que tú — acercó sus labios a su oído para susurrarle «me recordó tus labios, ese color tan
perfecto» un escalofrió recorrió todo su cuerpo por la cercanía, cerró los ojos dejándose envolver
más en sus brazos.

Se quedaron escondidos debajo de las escaleras, Alexter sabía que todos aún permanecían en sus
habitaciones, recordó el hábito de Madeleine de despertar temprano y aguardo a verla pasar.

—Creo que deberíamos salir de aquí — dijo ella sin desearlo, pero los ruidos en la cocina se estaban
volviendo presentes y los pasos del segundo piso. Alexter suspiro desganado y la abrazó con fuerza,
la beso de nuevo para dejarla salir, ella camino unos cuantos pasos, pero no contenta regreso
jalando al mayor para robarle un beso rápido y así salir de prisa a la cocina. Alexter por su parte
salió de la casa rumbo al bosque, con ganas de correr y perderse un rato, necesitaba sacar toda la
energía que sentía acumulada y el deseo de ir tras de ella de nuevo.

Por su parte Madeleine ayudo a hacer el desayuno más animada que otros días y todas la miraban
con curiosidad, especialmente María, pero no preguntaron no dijeron nada solo la observaron, el
ambiente era relajado hasta que Rosalba entro, esa mujer no les producía confianza a ninguna, pero
las órdenes del alfa era atenderlas como de la familia, María le ofreció una taza de café que aceptó,
se sentó a observar a Madeleine que permanecía atenta a la fruta que picaba.

— María, ¿Dónde está Alexter? —pregunto la mujer de cabellos negros, ocasionando que Madeleine
frenara su corte.

—No lo he visto señorita pienso que debe a ver salido — contestó con calma la mujer, Madeleine
continúo intentando no mostrarse incomoda, pero lo estaba.

—Ya veo, tendré que ir a buscarlo en el bosque — dejó la taza en su lugar y salió contoneándose,
realmente no buscaría al lobo, ella jamás correría entre esos árboles, simplemente le gustaba
molestar.

Madeleine empezó a sentirse molesta porque esa mujer preguntara por él, no deseaba que estuviera
cerca ni a metros, dejo lo que estaba haciendo quedándose ida en sus pensamientos, sacudió la idea
controlando sus celos, Alexter había aceptado sus sentimientos y tenía que tener confianza de él,
pero no lo hacía de esa mujer.

Tampoco podía decirle algo, ella llevaba un compromiso a cuestas aún, miro a María que le dedicó
una sonrisa y regresaron a lo que hacían antes. Busco controlarse antes de que pudieran darse
cuenta. Fue hasta escuchar los gritos de la madre de Maximiliano, todos salieron corriendo para ver
que sucedía, ella subió los escalones despacio, don Guillermo entro a la habitación.

—María llama al doctor, Maximiliano ha despertado —dijo de prisa asomándose, Madeleine se


mantenía alejada mirando, la mujer obedeció a su alfa, pero antes de bajar poso su mano en el
hombro de ella haciéndola mirarla a los ojos y después irse.

Madeleine no quiso entrar la madre de Max salió mirándola duramente, se acercó a ella la jalo
bajándola por la escalera, llegaron al primer piso, no soporto su agarre y la alejo de ella
bruscamente, la mujer la volvió a jalar con dureza.

—Ni creas que te permitiré terminar este compromiso, tu no hablaras con Max, si no deseas la
muerte de ese hombre te callaras, el consejo no permitirá que canceles tan fácilmente, no quieres
que ninguno de los dos muera porque solo enfrentándose podría pasar, ve y lee un poco date cuenta
de lo que provocaría tu falta de seriedad —escupió con veneno la mujer.

Después de eso la dejó ahí subiendo nuevamente, esa mujer tenía un tino para hacerla sentir mal y
que nadie la viera. Respiro tratando de controlarse, entró al estudio su padre tenía miles de libros
del consejo los reconocía buscaría uno en los estantes de la biblioteca de los Itreque, era verdad no
podía ir a ciegas, no podía contra algo que no conoce, su papá le dijo mil veces el conocimiento será
tu mejor arma. Vio uno de los libros que conocía, busco en cada una de las páginas hasta que se topó
con lo que buscaba, diferentes puntos dando solamente malas noticias.

¨Los matrimonios entre manadas darán lazos irrompibles...¨


¨Un matrimonio una vez pactado no puede romperse... a apenas que las dos partes lo consideren
inviable o uno muera...¨.

¨En caso de que una mujer acepte el matrimonio ante el consejo no habrá manera de este ser
cancelado por elección de otra pareja, solo con la opción de solicitar una batalla a muerte por la
mujer en caso...¨

¨Las consecuencias son la muerte o pérdida de la manada...¨

—Pero... pero... esto es una burla, no pueden seguir rigiéndose por esto — dijo en voz alta dejando
caer el libro sobre el escritorio, recordó las palabras de Alexter ¨Cancelare ese compromiso¨, «Él
sabe de estas consecuencias y está dispuesto a...» sacudió con fuerza la cabeza no quería pensarlo,
no quería esas consecuencias por su amor. Dejó el libro de nuevo en su lugar, el ligero toque de la
puerta la hizo girar para ver a María ahí.

—El joven Maximiliano desea verte — dijo con calma. Madeleine obedeció, camino por los pasillos
sintiendo una pesadez dentro de ella, entro a la habitación sintiéndose observada por todos.

La madre de Maximiliano le dedico una de las miradas más duras, esa mujer había cambiado
drásticamente de cuando la vio por primera vez.

—Pueden dejarnos solos — ordenó Max, parado mirando por la ventana, obedecieron.

—Me da gusto que estés bien — dijo Madeleine, lo dijo de verdad no deseaba la muerte de ese
hombre.

—Gracias, Madeleine... lamento lo de mi madre — dijo él, sorprendiéndola «Mi madre es muy dura
desde que mi padre la dejó, antes de ser asesinado él había elegido hacer su vida con una mujer, con
una humana, no le justifico que te trate mal, pero es su pasado la que la hacen actuar así, me he
dado cuenta de su actitud contra ti y sé que ese el motivo» dijo acercándose hasta tomar una de sus
manos y depositar un beso en ella. Madeleine no pudo evitar sentirse mal, ese hombre siendo lindo,
respetuoso y ella... bajo la mirada no podía sostenérsela. «¿Qué sucede?» pregunto.

—Perdón, no es nada — dijo mirándolo de nuevo intentando sonreír.


—Debo regresar a mis tierras, el ataque no ha quedado claro aún, necesito ver a mi gente y saber
que están bien, espero que puedas acompañarme ya que el matrimonio se celebrara muy pronto, no
sé si para ti este bien que sea en mis tierras... — dijo, un escalofrió recorrió el cuerpo de Madeleine.
Recordó todo lo que leyó apretó su mano libre.

—Madeleine vamos estás segura, digo sé que es tu prometido, pero irte así, sin decirle a ya sabes
quién, digo sé que... demonios no te puedes ir así nada más — Sebastián le reclamaba, mientras ella
terminaba de armar su maleta.

—Solo son unos días, no puedo negarme... además que estás diciéndome es mi prometido — dijo ella
ocultando sus sentimientos, estaba nerviosa solo esperaba que Alexter no apareciera en ese
momento.

— Todo bien — la voz de Maximiliano los altero.

—Si todo bien... — dijo deprisa Madeleine.

—No, nada bien, no puede ir contigo te atacaron no sabemos si te están espiando o algo no la puedes
exponer — dijo con molestia Sebastián, no encontraba otra excusa para que este no se la llevara.

—Ella estará bien a mi lado, la protegeré — dijo el otro poniéndose en la pose de alfa con Sebastián,
Madeleine se puso en medio de ambos.

—Basta, basta... no tienen que discutir — dijo ella deprisa.

—Te espero en el automóvil, nos iremos solo tú y yo, mi madre saldrá después con Rosalba — dijo
por último saliendo molesto.

—Sebastián no quiero que te pelees, estaré bien regresare en dos días— dijo ella tomando por último
su maleta.
—Madeleine, por lo menos déjame que los siga me sentiré seguro — dijo él.

—No, tranquilo; Sebastián por favor puedes darle esto a Alexter... — entregándole una carta.

—Madeleine... — acompañándola de mala gana intentando no decir nada más, se quedó ahí mirando
cómo se alejaba.

— Ella estará bien Sebastián — la voz de su padre lo hizo girarse hacia él.

—No, ella no lo estará y lo sabes... sabes que ese matrimonio no es lo que ella desea aun así la
dejaste, no te entiendo padre — contesto molestó, el alfa no quiso discutir más y entró a la casa,
Valentina observó todo.

—Solo serán dos días Sebastián ella volverá y todo se solucionará ella se quedara en esta casa... —
dijo confiada.

Pasaron las horas muy rápido cuando Alexter freno su entrenamiento entre los arboles tomo un poco
de aire eufórico, sintiéndose lleno de energía, escucho un ruido detrás suyo para toparse con Sable
alterado moviendo sus patas de en frente con rapidez llamando su atención, ese lobo tenía una
manera de hablar con él.

— ¿Qué pasa Sable? — se acercó al lobo, pero antes de poder este salió corriendo entendió que
debía seguirlo.

Corrió detrás hasta llegar a la casa, al paso que se acercaba observaba a Sebastián sentado en las
escaleras de la entrada principal, por su postura pudo ver que estaba molesto.

— ¡¿Dónde demonios estabas?! — el menor reclamo al verle.


—Estaba ejercitándome a las orillas de las tierras, pero ¿a qué viene tu actitud? — se acercó a él.

—Madeleine se fue con Maximiliano, pero si a ti que te importa no es así— dijo molesto.

— ¿Qué has dicho? — gruño Alexter tomando por los hombros a su hermano.

—Se fue con él por dos días, volverá, pero ella no debió irse las cosas no están como para que ella se
vaya así y se exponga — termino de decir soltándose de su hermano.

— ¿Cuánto tiempo tienen que fueron? — dijo él.

—No mucho realmente, se fueron antes que su madre y Rosalba ellas acaban de salir de aquí —
contestó Sebastián.

—Bien vamos por ella... — ordeno Alexter ganándose la mirada de duda de su hermano. «Ella es
mía...» dijo serio, Sebastián sonrió ante esa declaración.

—Iré por las llaves del automóvil, ten ella me dio esto antes — entregándole la carta para salir
corriendo.

—No — la voz autoritaria de don Guillermo retumbo, se paró firme en la puerta principal.

— No me importa lo que digas — retó Alexter.

—No puedes arriesgar a la manada por eso, te he ordenado que no y vas a respetar lo que yo te
estoy diciendo porque soy tu padre y tu alfa — gruño

—Entonces retare a mi alfa — contesto Alexter calmado, sabía que haría cualquier cosa por ella.

—Ten un poco de cordura, has las cosas bien como el hombre cabal que eres... — don Guillermo se
acercó a él quedando a centímetros «Nuestra manada ha tenido demasiados daños y parte de ellos
han sido por tu necedad, primero jurando venganza por Gabriela los llevaste a perder todo ahora
quieres que te vuelvan a responder, ahora que han perdido más... no sé qué pasa por tu cabeza, pero
te pido que pienses fríamente... y no nos arrastres a ello, porque si tú vas así iniciaran una guerra»

Alexter trago saliva ahogando el nudo formado en su garganta, quería gritar en desesperación, miro
el camino por donde podía seguirla se sintió frustrado y antes de poder decir algo simplemente se
alejó. Sebastián había observado todo, Alexter se perdió de la vista de ambos.

—No te entiendo padre, me gritaste durante años que la pareja significa la fuerza del lobo, la fuerza
del alfa, que se hace hasta lo último por esa persona y ahora tú lo detienes... —dijo molesto.

—Hago lo mejor para la manada — diciendo eso ultimo entro a la casa.

—Lo mejor para la manada... — repitió las palabras de su padre, se sentó de nuevo en las escaleras
intentando procesar eso.

Por su parte Alexter camino hasta toparse con el círculo de flores, se sentó cerca mirando la carta en
sus manos, tenía miedo leerla y encontrar un adiós.

Sé que en estos momentos estas molesto, pero no quiero que pienses mal y mucho menos actúes de
manera apresurada, decidí irme solo para poder hablar con Maximiliano, es un hombre inteligente y
sé que puedo platicar con él, exponerme, decirle la verdad que no quiero casarme con él y que te
amo a ti, busco con esto el que tú y él no se enfrenten, no quiero perderte ahora que te tengo, hare
también lo que sea por ti porque te amo... sí lo se suena muy fácil pero tengo fe que así será y
volveré a tus brazos, acepte ir con la condición que regresaba en dos días a la manada, tal vez
vuelva antes cuando me escuche...Alexter solo si las cosas no salen como lo planeo, si no vuelvo en
dos días ven por mi... porque pase lo que pase yo quiero estar contigo.

Perdóname, Te amo Alexter.

Tuya por siempre

Madeleine.

Alexter doblo la hoja con cuidado, nada en su interior se había calmado sentía una pesadez que no
podía explicar, se quedó en silencio mirando todo a su alrededor, las palabras de su padre
retumbaban dentro de él, pero no expondría a nadie de su manada iría solo, no perdería el tiempo,
dos días sería demasiado para él, encararía todo por ella... Regreso a la casa hablaría solamente con
Sebastián el teléfono sonaba sin parar, no era algo normal en esa casa, las llamadas no eran algo
cotidiano, al ver que nadie atendía el levanto la bocina.

— ¿Quién habla? — dijo secamente «Adrián, si tu familia salió hace unas horas para haya...» Se
quedó en silencio escuchando al otro hablar, Sebastián salió del estudio al escuchar a su hermano
hablar tan secamente «¡¿COMO QUE MADELEINE NO HA LLEGADO?! » Grito Alexter... «Ahora
mismo salgo para haya» colgó de golpe.

— ¿Qué paso? —Sebastián camino rápido detrás de su hermano

— Maximiliano y Madeleine no han llegado, hablaron para saber si se regresaron, ya que Rosalba y
su madre llegaron hace una hora.... Una maldita hora tardaron en hablar, iré a ver qué sucede...—
dijo el lobo muy molesto.

—Voy contigo... espera — dijo Sebastián

—Necesito encontrarla Sebastián... —Alexter caminaba sintiendo un vacío en su interior, la


incertidumbre le carcomía el alma y la mente, buscando opciones de su retraso, pero ninguna le
daba paz...tenía que verla y estar seguro de que ella está bien.

Capítulo 42
Perdida en la oscuridad…

—Esto es una maldita broma — grita Alexter en desesperación, golpeando el volante frenándose de
golpe, llevan 5 horas recorriendo el camino que lleva a las tierras de Maximiliano, sin rastro del
automóvil de este.

—Tenemos que ir por gente de la manada Alexter, tu y yo solos no podremos peinar la zona, no hay
rastro no pudieron a verse desaparecido así nada más, tal vez se fueron a otro lado — decía al final
desanimado.

—Juro que si él... — no pudo terminar de hablar se bajó azotando la puerta y camino dándole vueltas
al carro. Su vista se fijó en un pickup que llegaba a toda velocidad se paró donde ellos estaban y del
descendió Adrián el hermano menor de Max.

—En el pueblo más cercano dicen que no vieron pasar a Max, ello lo ubican muy bien entonces no
llegaron ni ahí, el rango es aquí en estos kilómetros — dijo acercándose a ellos.

Alexter miro el bosque sintiéndose pesimista el paisaje es inmenso, no puede perder tiempo, pero su
hermano tiene razón perderán mucho tiempo si son solo ellos tres, miro de vuelta a Adrián.

—Necesitamos gente, tenemos que peinar la zona... — dijo secamente.

—Me temo que los han raptado… no existe otra explicación— dijo temiendo la peor reacción del
mayor, Adrián. Sebastián golpeo fuerte el carro ganándose la mirada de ambos.

—Él me dijo que la protegería... que nada malo pasaría, pero le dije demonios le dije ... — colocó sus
manos en desesperación en su rostro.

—Juro Adrián que si él tiene que ver con la desaparición de Madeleine, si él es quien se la llevo las
consecuencias serán mayores — gruño Alexter.

—No creo que sea momento de amenazas, además te recuerdo que ellos dos están comprometidos,
pero mi hermano no es así, el jamás haría algo sin primero avisarnos, si hubieran tomado otro
camino, pero no hay forma este es el único sendero — dijo por último ganando la mirada dura de
Alexter.

—No me importa su compromiso, encuentro a Madeleine y la llevo conmigo ... — gruño Alexter
subiéndose al automóvil para regresar por su manada, Adrián entiende y hace lo mismo. Sebastián
se sube de prisa.

—No tienes que ser duro con él también está preocupado, ahora lo importante es estar unidos —
dijo, pero su hermano estaba perdido en sus mismos pensamientos.
Ocho horas antes...

—Te gustaran nuestras tierras la vegetación es muy diferente a los bosques de los Itreque — dijo
Max con alegría sin mirarla.

—Pienso que si — contesto Madeleine, apretaba sus manos, nerviosa a cada kilómetro que
avanzaban.

—Madeleine te noto preocupada — baja la velocidad para poder prestarle atención.

—Realmente si estoy preocupada — dice al fin, animada a no querer perder más el tiempo.

— ¿Qué sucede? — Maximiliano orilla el carro parándolo por completo.

—Nuestro compromiso, yo en este momento... — quiere hablar, pero las palabras no salen como en
su cabeza.

— ¿Quieres terminar el compromiso? — dice el mayor ganándose la mirada de sorpresa de ella y de


afirmación.

—Creo que no es lo correcto para los dos, yo no creo en que el amor viene después — no aceptaría
su amor por Alexter en ese momento sería contraproducente.

—Ya veo... pero aceptaste un compromiso — dijo en tono molesto.

—Sí, soy consciente que yo misma me metí en esto, pero seamos sinceros ni tu sientes algo por mí ni
yo por ti, sería injusto para los dos formar un lazo a fuerzas, sé que no estoy en condiciones de
cancelar el compromiso, he leído las consecuencias de ello... — dijo moviendo sus labios nerviosa.


—Aun así, estas dispuesta a terminar el compromiso — dijo e el sonriendo de lado.

—Sí, aun así, estoy dispuesta a enfrentar las consecuencias — sonríe amargamente mirando sus
manos

—Realmente debes amarlo — suelta Maximiliano haciéndola alzar su mirada a él.

— ¿Cómo? — no puede terminar la pregunta.

—No soy un hombre ciego, me doy cuenta... pero al principio pensé que él no te correspondía y me
sentía con ánimos de continuar y alejarte de todo eso, escuche a mi madre, escuche lo que le decía a
mi hermana sobre ti y sobre Alexter, ¿ha aceptado sus sentimientos? — pregunto por ultimo.

—Yo no he querido faltar a nuestro compromiso — se limpió una lagrima que corrió por su mejilla,
pensó en lo que su madre pudo haber dicho y el estómago se le revolvió Max la miro esperando una
respuesta «Si, me corresponde, él siente lo mismo que yo» dijo casi como un susurro.

—Debo admitir que no me gusta para nada, pero mi padre siempre me dijo que buscara mi
felicidad... no lo odie por buscar la suya al final lo entendí... así como te entiendo a ti — coloca una
de sus manos sobre la de Madeleine «Entonces no tienes nada que hacer en mis tierras regresemos»
dijo por último poniendo en marcha el automóvil dando vuelta por el camino donde venían.

—Gracias...— dijo Madeleine ganándose la mirada de Max... giro su vista a enfrente en una fracción
de segundos todo se perdió «¡CUIDADO!» un lobo en medio del camino apareció de repente,
Maximiliano tuvo que maniobrar de prisa y perdió el control de carro golpeándose contra una roca y
un árbol unos cuentos metros del camino, Madeleine quedo aturdida por el latigueo del cinturón de
seguridad, Maximiliano por su parte cayo inconsciente por el golpe de frente al volante. Empezó a
observad unas siluetas que se acercaban. Su puerta fue abierta bruscamente.

—Bien señorita daremos un paseo — escucho una voz varonil después de eso solo fue tomada de ahí,
cayo inconsciente en unos cuantos pasos más. «ok oculten todo no quiero ningún rastro de esto
entendido...» grito a sus hombres

— ¿Qué haremos con Max? Renato — gruñe el lobo pelirrojo.


—Bueno a él tenemos que entregarlo unos kilómetros adelante hazte cargo — dijo llevándose a
Madeleine consigo.

El lobo obedeció llevándose a Max a rastras como dijo un automóvil apareció.

— Como te atreves a tratar así a mi hijo — dice disgustada bajándose del automóvil.

—Es un hombre lobo Minerva, deja de tratarlo como un niño además que sea hijo de él no lo hace
tan especial — lo coloco en la parte atrás.

—Se llevaron a esa mujer, no entiendo que ganas del lobo gris de ver a esa humana — gruño

—Deja de ponerte celosa, no ganas nada el señor no te mira — dijo con sarcasmo.

—Él debe de hacerlo él debe de verme a mí no a esa estúpida yo le he dado tanto yo le di un hijo y
soporte casarme con ese imbécil solo para quedarnos con sus tierras traje al mundo dos hijos de él;
era un asco acostarme con él, soporté años— volvió a reclamar la mujer.

— Me viste cara de psicólogo, no me interesa tu interior roto y dolido, solo te traje a Max, quien diría
que él salió más a su no padre... es bueno y leal algo que tu no conoces, No me imagino su rostro
cuando por puro capricho se entere que tu mandaste matar a su no padre y además planeaste su
ataque solo para hacer creíble la unión entre manadas contra el lobo gris pero tu solo quieres poder
— ganando la mirada dura de la mujer.

—No estaba en mis planes que él se comprometiera con esa humana, todo estaría bien si fuera
Rosalba comprometida con ellos, los destruiría rápido, pero no mi hijo... mi hijo no haría nada contra
ellos, jamás he podido entender esa bondad en su corazón y Adrián ¡dios! Adrián es torpe como su
padre — dijo alejándose, tenía que recoger a Rosalba antes que sospecharan de su tardanza, ella
preparaba todo donde esconderían a Maximiliano. «Espero a tus hombres para continuar con el
plan» dice por último subiéndose a su automóvil.

Manejo por media hora llegando a una casa a las afueras de sus tierras donde Maximiliano seria
sedado hasta que creyera conveniente.
—Has tardado madre, que desesperación contigo — gruño la mujer de cabello negros.

—No me molestes Rosalba, y la tonta de Ana — refiriéndose a una dulce jovencita que trabajaba
para ellas en la casa principal, huérfana sin nadie quien la defienda con ella hacen lo que le plazca.

—Aquí estoy señora, alistaba la habitación — dijo con la cabeza agachada, de piel blanca como la
leche, sus cabellos pelirrojos y ojos color miel un par de pecas se acomodaban en sus mejillas y
puente de la nariz, es bonita, pero nadie lo notaba, por lo menos no metida en ese hoyo que era su
vida con ese par de mujeres siendo dueña de ella.

—No quiero que nadie venga, nadie debe saber que mi hijo está aquí, mantén la dosis que el doctor
te dirá yo vendré a verte, no quiero problemas pequeña escoria — escupió al final haciéndola
temblar de miedo, Minerva la mujer de esa voz venenosa podía vender que era una dulce viuda
buscando la felicidad de sus hijos, pero solo Ana conocía lo miserable que era por dentro.

—No, señora no tendrá problemas — contesto tímidamente.

—Eso espero — con eso ultimo dieron paso a su plan.

Las horas pasaron corriendo la noche llegó y Alexter desesperado perdía el control de sus
emociones, Adrián por su parte miraba su alrededor sin entender nada llegaron al último tramo que
les faltaba peinar, habían permitido que sus manadas descansaran.

—Alexter— la voz fuerte de su hermano lo hizo girar de prisa y correr hacia él.

—Mira... — señalo la tierra

— ¿Que? — dijo con desesperación

—Esta parte de la tierra esta trabajada — empezó a patear el camino dejando un par de huellas de
neumáticos asomándose en el pavimento para después continuar con la tierra «No crees que ese
árbol está mal ahí» señalo el menor, Alexter tomo con fuerza el árbol que tapaba topándose tres más
totalmente derrumbados, ellos dos se acometieron en ayudarle.
—Es el automóvil de Max — dijo Adrián sorprendido, Alexter lo movió para pasar hasta mirar en los
asientos del piloto y copiloto para ver que estaba vacíos. Golpeo una y otra vez desesperado al no
entender que pasaba, pero una duda no tenía ella corría peligro donde sea que este en ese momento.

—¡MADELEINE! — grito al viento ocasionando que el eco se escuchara en todos lados.

Madeleine sintió como si le llamaran abrió los ojos de golpe topándose de escenario un lugar
lúgubre, frio; se incorporó mirando su alrededor no podía ubicar donde estaba, intentó recordar lo
que había pasado fue como un flash en su mente paso la imagen del lobo en medio del camino y unos
hombres hablando, se levantó tratando de ver por dónde podía salir.

—Tranquila, no hay una puerta mágica que te saque de aquí — dijo una voz del otro lado de lo que
parecía una ventada con rejas.

— ¿Quién eres? — ordenó ella.

—Perdona mis modales, yo soy Renato y estás en las hermosas tierras del lobo gris — dijo el
sonriendo para sí mismo. Madeleine tenso el estómago, había escuchado ese nombre mentar y no
significaba nada bueno. «Te comieron tan rápido la lengua los ratones, no te preocupes por el
momento estas sana y salva en medio de todo esto, mi señor me ha pedido que te mantenga
observada»

—¿Pero porque yo? — preguntó ella.

—Ni yo mismo lo sé, debo admitir que los pensamientos del lobo gris son un misterio en mi vida,
pero solo se una cosa no se le contradice jamás — movió su pierna golpeando la pared de donde
estaba recargado.

— ¿Maximiliano? — dijo al llegar el hombre a sus pensamientos se alertó.

—Solo puedo decirte que él está vivo— dijo por ultimo


—Pero no entiendo que puedo yo tener que le interese al lobo gris... acaso es otra de sus ideas para
dañar a la manada —lo dijo más como un pensamiento en voz alta.

—Querida las cosas son como son, tu destino ahora está en manos de él, me gustaría decirte que lo
lamente — dijo con sarcasmo.

—Ellos vendrán — pensando en la manada Itreque.

—Cuento con ello, cuento con que Alexter ponga un pie aquí, ese lobo y yo tenemos cosas pendientes
— gruño, un escalofrío recorrió su cuerpo ante las palabras del hombre, sintió miedo.

—¿Qué tienes contra Alexter? — reclamo

—Alexter y yo bueno, yo compartí un lazo alguna vez — dejándose ver.

—Tú... tú eres hermano de ella... — la imagen de Gabriela se presentó frente a sus ojos, ese hombre
tenía un parecido tan marcado que solo podía diferenciarlos el sexo de ambos.

—Si Gabriela es mi hermana gemela — dijo sonriendo «sé que nos parecemos demasiado hasta cae
en lo enfermizo el parecido, pero bueno él y yo tenemos algo pendiente sobre ella»

—Él la amaba mucho, estuvo perdido por años por ella cuando murió— dijo con fuerza

—Él no la amaba, si la hubiera amando ella no... Él no la protegió cuando debió hacerlo — dijo con
coraje cerrando sus puños.

—¡Eso es mentira! — grito Madeleine

—¡wao!, entonces es verdad tú estás enamorada de él, ese hombre tiene una suerte, pero no el no
merece ser amado, mi hermana daba su vida por él, hacia lo que fuera por él, pero el siempre ante
puso las prioridades de la manada, él merece morir por lo que le hizo — gruño mostrando sus
dientes, Madeleine por inercia dio un paso atrás. «Perdona mis modales, pero hablar de él me pone
mal» dijo con el mismo animo de antes «Bueno este lugar será tu morada, espero que lo disfrutes
querida» se alejó dejándola sola, Madeleine no pudo decir nada más escucho que una puerta se
cerraba de golpe, se quedó ahí mirando su alrededor, estaba perdida fue el pensamiento que en su
mente divagaba una y otra vez. Renato camino por los pasillos de esa casa inmensa, la luz de la luna
se dejaba ver a cada paso ahora que llegaba tomando el cielo por completo, traba de controlar su
coraje, ese que solo guardaba para el momento que tendría enfrente a Alexter para cobrarse una
venganza que lleva por años esperando, entro a una de las habitaciones más lejanas de la casa
donde nadie tenía permitido ir más que solo él. Se paró frente al ventanal más grande de toda la
casa que a su vez tenía el balcón más grande y decorado con cientos de flores alumbradas por la
luna algo fuera de común comparado a lo gris del ambiente fuera «Pronto él pagara lo que te hizo
querida hermana» dijo en voz alta.

Madeleine no sabe cuántos días han pasado, pero han sido tres desde que está ahí metida en ese
lugar tan frio, pero para ella ha pasado una eternidad, alguien entra le deja algo de comer, pero el
apetito se ha ido, se ha despertado asustada en las noches cuando ha sentido que es observada, pero
desde el día que llegó nadie más ha hablado con ella, la luz de la luna se cola por algunos orificios es
así como sabe cuándo es de día y cuando es de noche. No para de llorar solo hasta que el sueño la
vence, pero hoy, hoy no es igual a otros días su sueño es ligero y siente la presencia de alguien ahí.

—¿Quién eres? — se atreve a preguntar después de dudar por minutos.

—Acaso importa — la voz gruesa, la hace temblar.

—Eres... el lobo gris — no pierde nada hablando, está perdida de todas maneras.

—¿Cómo se llamaba tu madre? — gruño

—Mi madre... ¿Qué tiene que ver mi madre contigo? — se incorporó sentándose sobre lo que
pretendía ser su cama.

—Dime como se llamaba — ordenó

—Mi madre se llamaba Angélica — contestó ella.

—Ese nombre es el verdadero o es un invento de tu padre — gruño fuerte


—No sé a qué te refieres, eres la segunda persona que me dice que mi padre mintió... no entiendo —
reclamó poniéndose de pie «Mi padre no fue un mentiroso» dijo con fuerza

—Tu padre fue un mentiroso y un asesino... — la voz sonó más visceral ahora

—¡No! Mi padre no es nada de eso, como te atreves a hablar así de él — dijo con coraje acercándose.

El lobo gris se dejó ver, Madeleine contuvo la respiración, el hombre entrado en años con el rostro
totalmente lleno de cicatrices y transformado con sus rasgos más animales, la miro con esos ojos
amarillos haciendo que su cuerpo se paralizara del miedo.

—Tu padre... es culpable de esto — dijo mirándola con odio, Madeleine no pudo contestas se quedó
muda, él simplemente se fue azotando puertas, dejándola con miles de pensamientos en su cabeza.

Se sentó en el suelo se abrazó a sí misma, no podía creer donde estaba, lo que tenía que soportar, no
dudaba de su padre... pero desde que había crecido deseaba entender muchas cosas sobre él. Desde
los cambios repentinos de casa, de ciudad, no familiarizaban mucho, tampoco eran de salir... él
nunca rehízo su vida simplemente se dedicó a ella.

—¿Qué hiciste papá? — dijo ella recogiendo sus rodillas al pecho...

Capítulo 43
Encuentros…

No sabe cuántos días lleva metida en este hoyo la luz del sol es una línea de mentira que trapaza las
paredes, nunca pensó que podría extrañar su calidez tanto, necesita salir de ahí o morirá; las
palabras del lobo gris no la han dejado en paz y los recuerdos de su vida divagan constantemente en
su cabeza cada vez que cierra los ojos intentando dormir pero no puede no puede dormir aunque el
cansancio la está tumbando no puede, —mi padre siempre fue un hombre íntegro y buscaba la paz
en nuestra vida pero ahora que lo recuerdo... siempre fuimos acompañados por un poco de misterio,
mi madre; ¡dios! mi madre no la recuerdo era muy pequeña cuando ella murió, solo en mi mente
guardo una imagen de ella parada mirando por la ventana y sus cabellos negros siendo ondeados por
el viento... es todo lo que tengo de ella... su rostro; su rostro se perdió en mi memoria al paso de los
años no recuerdo el color de sus ojos, no recuerdo nada de ella— dijo en voz alta para ella misma.
De nuevo la puerta suena siendo abierta es una de las mujeres de la casa con comida, como siempre
no la voltea a ver deja el plato donde pueda tomarlo y se va, admite que no tiene apetito y se la ha
pasado tomando agua la poca que le brindan, necesita salir de ahí, no puede morir dentro de esas
cuatro paredes...

Ha dejado de llorar sus ojos se han cansado y de ellos no sale una gota más, esta agradecida que
Alexter no ha venido suena irónico, aunque muere por verle, pero si el llegara a poner un pie ahí
seria para luchar y las palabras de Renato jurando venganza le asustan...

—Interrumpo tus pensamientos — la voz caballerosa de Renato se escucha desde una de las paredes,
como todos los días llega se recarga a ella y le habla de un sinfín de cosas.

—No, realmente no pensaba en nada — contestó tratando de recuperar su lucidez para ponerle
atención.

—Las mujeres me han dicho que no comes nada y al lobo gris eso no le ha gustado — dijo con
seriedad.

—No creo que al lobo gris le importe que muera de hambre —contestó sin ganas de discutir su mala
alimentación.

—El señor gris es algo malo, bueno es maldito como el diablo mismo, pero no desea que mueras de
hambre — lo escucha mover su pie como siempre golpeando la pared.

—¿Cuántos días han pasado? — tiene esa duda, ella misma ha contado casi dos semanas.

—Dos semanas, dos largas semanas has estado metida en este lugar, comes muy poco y eso no está
bien, pero te tengo una buena noticia, se te permitirá bañarte creo que eso te caería bien— se asoma
por las rejas, el parecido que tiene con Gabriela aun la deja sin aliento a pesar de que solo la conoce
en fotografías, se grabó tan bien sus rasgos. No contesta nada cree que él sabe su respuesta.
Escucha como de una parte de la pared de donde esta se abre una puerta oculta.

Renato se para frente a ella, es alto demasiado alto, con su mano le guía el camino, camina detrás de
él sin decir nada, observa el lugar a cada paso y es igual de oscuro y tétrico que el espacio en la
celda esa. Llegan al final de uno de esos pasillos interminables y abre la puerta dejando ver una
habitación pequeña con su cama en medio de ella y un par de muebles, de una ventana enrejada
entra la tenue luz del sol.

—Este lugar... — su voz sale apenas audible.

—Sera tu nueva morada, bueno después de discutir con el lobo gris creo que debes estar aquí el frio
está calando más a pesar de estar a finales del invierno aquí puede uno congelarse con facilidad,
entra — dijo, pero no puede avanzar, él desea que se quede ahí por más tiempo... «Madeleine sabes
que no puedes escapar, no hagas enojar al lobo gris puede ser algo atemorizante sin proponérselo y
de malas, aunque siempre está de malas... pero si no te lo recomiendo».

—Yo no quiero estar aquí — dice mirándolo a los ojos «No entiendo porque debo de estar aquí»
vuelve a decir tratando de encontrar una respuesta.

—Yo no tengo una respuesta a eso, entra y has las cosas más fáciles — con eso ultimo la empuja con
fuerza, pero sin hacerle daño dentro y cierra la puerta sin seguro, la abre y él la ve a los ojos «no te
encerrare no porque confié en que no escaparas, pero hay demasiados hombres aquí que son malos
y viéndote sola no te prometo que se porten muy bien» con eso último se va.

Cierra la puerta y la atranca con una silla que está a su lado por un momento se siente más
desprotegida que en esa celda. Se sienta sobre la cama hasta que puede calmarse por completo, la
puerta es tocada con sutileza se piel se eriza, hasta que la voz de una mujer le hace levantarse y
abrir, ella de nuevo no la ve solo le tiende una bolsa la toma y se va, vuelve a cerrar la puerta mira la
bolsa en ella viene un cambio y todo lo necesario para bañarse es enfermo pensar que alguien
escogió esto para ella, sacude la idea, pero realmente no tiene tiempo en pensar en eso se muere por
bañarse se siente tan sucia.

Entra al baño realmente se ve muy bien, pensó que estaría viejo y oxidado, pero todo esta brillante y
listo para usarse más bien parece que nadie nunca ha usado ese baño, abrió el agua de la regadera
esperando que salga cálida, cierra la puerta con seguro, aunque sea para tomar un baño en paz, se
mete debajo del agua, ¡oh por dios! —piensa se siente como si fuera la primera vez, no es que
necesite más tiempo, pero le gustaría quedarse ahí debajo, el agua le anuncia que es hora de salir,
toma la toalla puede verse en el espejo empañado frente a ella, su rostro muestra su falta de sueño y
su bajo apetito unas ojeras marcadas, sacude su cabeza debe ser fuerte, debe guardar energías para
salir de ahí.

Escucha mucho barullo afuera gritos, son gritos... se asoma de prisa por la ventana esperando ver
algo el sol se está metiendo en el horizonte, entonces lo escucha... ese gruñido con fuerza... ese que
conoce a la perfección —Alexter ... es él, está aquí...— pronuncia en voz alta debe salir pase lo que
pase debe encontrarlo. Se viste de prisa con el pantalón y la playera que le trajeron que le queda
grande, hace un nudo en los pantalones para que este no se le caiga, se pone sus zapatos, toma una
respiración antes de asomarme a la puerta, pase lo que pase solo correrá hacia él, es el pensamiento
que vibra dentro de ella, solo estar en los brazos de Alexter pase lo que pase.

La casa parece tranquila, camina buscando una salida sin llamar la atención, el ruido sigue estando
afuera entreteniendo a todos, escucha unos pasos y camina más de prisa doblando por uno de los
pasillos, subiendo unas escaleras que le hacen temblar del miedo, pero es todo lo que puede hacer
ahora para alejarse de todos y que no la vean.

—¡CARAJOS!, necesito a todos los hombres afuera — esa voz la alerta, se esconde en la oscuridad,
escucha sus pasos fuertes ¡dios viene para acá! Dice en su interior seguido a las palpitaciones de su
corazón en su garganta, una puerta al final del pasillo es su única salida, entra sin hacer ruido
esperando no encontrar a nadie, pero al parecer está sola.

Se pega a la puerta tratando de escuchar, los pasos del hombre a prisa por todo el pasillo la hacen
sentirse asustada y sin salida, escucha como se alejan, suelta el aire de sus pulmones, busca si
puede salir, pero escucha de nuevo pasos y busca donde esconderme que en esa búsqueda ve el
balcón cubierto de flores asomándose por la ventana, en el rosas de colores; esos colores los conoce
son los miso del círculo de rosas de la casa Itreque, por inercia camina hasta ellos abre la ventana
con cuidado intentando no hacer ruido quedándose parada frente a ellos, es un espectáculo de vida a
comparación de toda la casa, pero ¿Por qué están aquí? piensa... es la habitación de Renato, termina
armando sus ideas, está metida en su habitación necesita salir de ahí. Una puerta poco abierta le
llama la atención, escucha una voz... se pega poco a poco, escucha la voz Renato... se asoma por la
ligera abertura para ver con quien habla, Renato está sentado mirando a la nada, está solo, empuña
sus manos con fuerza.

—El día ha llegado hermana él pagara lo que te hizo — escucha Madeleine sus ojos se abren en
sorpresa cuando él se levanta creyendo que la ha escuchado, pero no es así antes de que pueda
decir algo el sale por la ventana que comunica el mismo balcón de rosas, soporta la respiración aún
más, él ira tras Alexter y ella debe hacer algo, es lo único que piensa.

Vuelve a escuchar voces fuera que intentan abrir la puerta entra a donde Renato estaba cerrando la
puerta esperando, pero el ruido vuelve a calmarse, camina buscando una salida, se asoma por el
balcón para ver si existe una salida, cuando se gira sobre sus pies se queda paralizada, un ligero
viento ha iniciado moviendo las finas cortinas, pensó que su mente le ha jugado una mala pasada,
pero no es así alguien está sentado ahí mirando hacia la ventana. Camina despacio para ver quien
está ahí ya que sabe que han pasado unos minutos y esta persona no ha hecho nada... se queda
mirando tratando de entender lo que sus ojos le presentan frente a ella, pidiendo que sea una
alucinación, pero no es así... Gabriela ella está ahí sin moverse, sin mirarla... entonces todo pierde
sentido... su vida pierde sentido... Sus fuerzas por correr por Alexter quedan resumidas a nada...
—No debes entrar a habitaciones que no eres invitada — la voz de Renato la hace girar hacia atrás,
el hombre entre las rosas la miraba fijamente «Te sentí, sabía que estabas en el otro cuarto» camino
hasta ella.

—Pero decidiste no hablarme para disfrutar de este momento — un par de lágrimas corrían por sus
mejillas.

—No, la verdad no lo esperaba, no soy tan malo Madeleine, no disfruto de ver a una mujer rota —
contestó.

—Ella esta... ella está viva — su corazón palpitaba con fuerza haciendo que se sintiera mareada, todo
a su alrededor la abrumaba.

—Lo está y no lo está — se puso frente a ella.

—La alejaste de él... él sufrió por años — las palabras salían con dificultad

—Él no se merece el amor de mi hermana... él no se merece el amor de Gabriela — gruño cambiando


sus ojos de color a uno más claro.

— ¡ELLA ESTA VIVA, TÚ LA ALEJASTE DE ÉL Y EL SUFRIÓ POR AÑOS... YO LO VI DESEAR MORIR


POR ELLA! — grito Madeleine, hablaba su propio dolor y la desesperación de lo estaba viviendo en
ese momento.

—Para él y para el mundo mi hermana está muerta — dijo con seriedad, jalándola del brazo hasta
ponerla frente a la mujer «Mírala y dime si vez vida, eso...» la sacudió con fuerza lastimándola «Eso
es lo que Alexter Itreque hace... él mata, el rompe en mil pedazos lo que toca; tú debes tener
experiencia en eso» la soltó.

Madeleine cayo a los pies del sillón, alzo su vista para mirar a la mujer frente a ella, Gabriela, no
movía ningún musculo, ni una señal de que estuviera ahí con ellos, solo la respiración asistida de
una máquina, de una que ahora era consiente que no proporcionaba ningún ruido, se asomaba por
uno de sus costados y se conectaba a su garganta escondida por sus ropas, los ojos de Gabriela
perdidos sin vida de ese tono color verde, su piel blanca sin rastro de luz solar en ella, su cabello
acomoda en su rostro ocultando una cicatriz muy grande de quemadura, observo su costado podía
ver que esa herida se extendía por completo del lado izquierdo por todo su cuerpo, su cabello rubio
llegaba hasta su cintura, acomodado con unos finos rizos al final, parecía una muñeca de carne y
hueso, sus labios pálidos abiertos sutilmente.

Pensó en Alexter, pensó en todo lo que el sentiría al verla ahí, sus heridas pasadas volverían... en ese
momento no sabía que hacer... pensó que ya no tenía más lágrimas en ella, pero habían vuelto con
sabor amargo, partiéndola en dos se quedó ahí abrazándose a sí misma. Los estruendos dentro de la
casa cada vez se hacían más fuerte, escucho claramente ser llamada por el mayor... Se puso de pie
observo a Renato que no hizo nada, Madeleine camino saliendo de la habitación aun sin ser
consciente de su alrededor todo daba vueltas, miraba a penumbras, donde sus ojos no podían
reconocer lo que pasaba a su lado... bajo las escaleras... Renato no la detuvo, tal vez el hombre tenía
otros planes, tal vez había ganado más con lo que Madeleine descubrió.

—¡MADELEINE! — la voz de Alexter se hizo presente en el ruido de su cabeza, no pudo decir


ninguna palabra sintió su cuerpo desplomarse, el cansancio, el no comer y el momento vivido
cobraron factura haciéndola perder fuerzas, solo ve como el mayor corre por ella después de eso
nada existe... todo se pierde en la oscuridad.

Capítulo 44
Verdades

Dos días antes...

Alexter sintiéndose perdido regresaba de nuevo a la casa sin saber nada de ella, cansado, con la cara
desencajada, había vuelto a dejarse crecer la barba no tenía ganas de preocuparse por su imagen, la
bestia en su interior se desbocaba por momento y le costaba controlarla, eran cansadas esas batallas
internas tan llena de reclamos del otro.

Sebastián no había acompañado al mayor quedándose a buscar respuesta con el consejo de lobos, la
pasividad de la madre de Maximiliano le hacía dudar de la mujer, ya han pasado casi dos semanas y
de ellos no se sabe nada, Alexter y él estaban más que seguro que su enemigo era el culpable.

Alexter abrió de golpe el estudio donde él estaba con su padre después de que el consejo se retirara,
todos hablaban del lobo gris, pero nadie sabía quién era o eso era lo que decían.

— ¿NADA? — gruño el mayor al ver el rostro de Sebastián igual de cómo lo dejo.


—No saben de él... — dijo el menor

—Les he dicho que no sabemos quién es nuestro enemigo —dijo don Guillermo, levantándose para
irse, pero Alexter le impidió avanzar.

—Padre tú sabes más de lo que dices —afirmo el mayor, ganándose la mirada de su hermano

—Que tonterías dices Alexter, estoy igual que ustedes en estos momentos — dijo molesto

—No mientas, sé que ocultas tantas cosas que no quieres decirnos la verdad, ¿qué tratas de ocultar?
— lo miro con molestia, sabía que su padre les ocultaba cosas y que no contaba con la disposición de
decirles.

— ¡NO SE NADA, DEJA DE HACERTE IDEAS! — maldijo con voz fuerte retumbando en toda la casa,
María al escucharlo corrió a donde ellos estaban.

—Por favor, tranquilízate Alexter nosotros estamos de tu lado— Sebastián intentaba tranquilizar a
ambos.

—¡NO!, quieres que me tranquilice ella está perdida, perdida a merced de no sé quién, un
condenado lobo gris que se ha ensañado con nosotros, crees que estaré tranquilo sabiendo que ella
¡ESTA EN PELIGRO! — su voz cambiaba de tonalidades la bestia en su interior le jugaba de nuevo
querer salir y no la dejaría; si lo permite no sabría de que sería capaz. « ¡Y TÚ ME QUIERES DECIR
QUE NO SABES NADA!» miro a su padre directamente, sus ojos cambiaban a amarillos, bufo y
sacudió su cabeza, María observaba todo a su alrededor.

—Te he dicho que...—quiso decir el alfa

—BASTA — la voz de María los hizo girarse hacia ella «hable con sus hijos alfa, ellos merecen saber
la verdad, estamos hablando de la vida de Madeleine, de la hija de Jorge su amigo... que fue capaz
de pasar sobre sus propios principios por la amistad de ambos, usted le hizo una promesa» con
lágrimas en sus ojos, María le rogaba decir la verdad, don Guillermo la miro con tristeza.
— ¿Jorge? ... el papá de Madeleine se llamaba Sandro — dijo Sebastián.

—María ¿Qué verdad? — Alexter logro tranquilizarse para hablar con ella.

—El lobo gris es enemigo de esta familia desde años atrás — dijo ella

—No sabemos si es él — interrumpió el alfa.

—No necesitamos negarnos a la realidad Guillermo, tu y yo hemos cargado con esto por años — la
voz de María se volvió más segura «Pensamos que el pasado nunca nos alcanzaría, pero al final el
pasado nunca se fue» Alexter y Sebastián miraban a ambos sin entender. Don Guillermo mareado
por la idea de tener que aceptar en voz alta sus pecados, camino dando pasos inseguros hacia atrás
cayendo en una de las sillas, tomo su rostro con una de sus manos apretando su frente, no podía
decirles a sus hijos que él era una mentira, que no conocía el honor. « Alexter, Sebastián, solo les
pido que escuchen a su padre sin juzgarlo, todos en algún momento hemos cometidos errores,
alguno nos marcan toda una vida» camino hasta el alfa, colocando su mano en su hombro
animándolo a hablar, Alexter se alejó a la ventana el ambiente era demasiado tenso. Su padre inicio
su relato, una vez más revivió las heridas de su corazón.

—Él; no tenemos dudas nunca las he tenido simplemente no quería aceptar que el lobo gris es mi
mejor amigo y hermano a quien yo... en un momento cegado por el dolor, el miedo, el coraje y mi
inmadurez no pude controlar mis impulsos fallándole... destruyendo a quien él amaba con mis
propias manos... el merece esta venganza... pero no deseaba que ustedes quedaran en el
medio...nunca pensé que esto podría pasar, pensé que él había muerto— Sebastián empezó a
escuchar el relato, poco a poco fue sentándose en la silla con una mirada de incredulidad observaba
a María, que en ningún momento se alejó del alfa, simplemente unas lágrimas corrían por sus
mejillas en silencio, por su parte Alexter miraba por la ventana como el sol se metía, la opresión en
su pecho se hacía cada vez más fuerte. Don Guillermo relato todo, sin omitir absolutamente nada...
pasaron las horas y el cielo se llenó de oscuridad, la luna se había negado a iluminar el paisaje
escondida entre las nubes. «Madeleine es hija de Jorge que por protegerla cambio su nombre a
Sandro, estuvieron escondidos en diferentes partes, él temiendo que también el pasado nos
alcanzaría, me hizo prometerle que pasara lo que pasara protegería a su hija, pero... he fallado»
soporto las lágrimas en sus ojos, se sintió expuesto ante sus hijos que guardaban silencio.

—Entonces no debemos perder más tiempo — Alexter dijo duramente, caminando hacia la puerta
para salir de ahí «No soy nadie para juzgarte, es algo que mi madre me dejo muy claro de niño por
ella no juzgare tu pasado, pero nos mentiste y por ello él nos ha ganado terreno, hemos perdido
miembros de la manada... perdí a Gabriela en este fuego cruzado por algo que tu hiciste... ¡PERO
NO PERMITIRE PERDER A MADELEINE POR ESTO! » salió azotando la puerta detrás de él. Alexter
siempre había sido más apegado a su madre y rebelde con su padre de joven. Sebastián seguía en
silencio sin decir nada miraba sus manos intentando procesar lo que su padre había dicho.

— ¿Sebastián? —la voz de su padre le hizo mirarlo a los ojos, sin decir nada miro de nuevo a sus
manos.

—Me haz restregado más de una vez en la cara el honor de un Itreque, cuando fui alfa de esta
manada me pediste ser intachable, cuando te dije miles de veces que no deseaba casarme peleaste
conmigo hasta el cansancio diciéndome de la fuerza de un lobo, por años me hablaste de honor... y
tú no conoces lo que es eso, has metido a la manada Itreque en un hoyo; por ti hemos perdido...
familia, amigos... reprimí mis sentimientos por Valentina por años— María y don Guillermo miraban
a Sebastián sorprendidos, él aún no había anunciado nada sobre ellos dos «Estuve a punto de
perderla por esto » gruño tirando todo lo que estaba sobre el escritorio «creyendo que éramos
Alexter y yo los malditos... pero fuiste tú quien nos condenó a esta vida, no perderé a nadie más por
tu error, ¡no perderé a nadie me entendiste!» se puso de pie, no miro a ninguno de los dos y salió del
estudio, sentía que su cuerpo se consumía del coraje.

Sebastián salió al bosque bufando de coraje se adentró entre los arboles mirando que al avanzar
sombra lo seguía, su fiel lobo... empezó a correr a la par de él. Alexter irrumpió en el ático donde
había estado encerrado por mucho tiempo la furia que en él se desataba le estaba costando
controlar, había salido del estudio por miedo a perder el control, sabia ahora que Madeleine corría
peligro demasiado peligro y alejaba la idea de que llegaría demasiado tarde, necesitaban afrontar el
pasado de su padre y borrarlo de la faz de la tierra, no era nadie para juzgarlo, pero no se sentía en
su corazón capa de perdonar las mentiras.

Don Guillermo miraba con seriedad el estudio el teléfono sonó regresándolo a la realidad antes que
María contestara se adelantó después de uno minutos y sin decir nada colgó, en su mente trazaba
miles de cosas sabía que tenía algo que hacer y debía hacerlo ahora.

—María junta a mis hijos, debo hablar con ello — el alfa pidió a María una última cosa.

Pasaron las horas cuando María logro juntar a los dos eran cerca de las cuatro de la mañana, espero
a Sebastián que regresara y les pido que la acompañaran a donde su alfa le había pedido los llevara.

—María no entiendo porque debemos vernos aquí con mi padre — decía Sebastián aun molesto
entrando a la casa donde una vez Alexter estuvo oculto.

—Me dijo su padre que era importante, tiene información sobre Madeleine — ambos la observaron
con seriedad, entraron a la casa hasta el cuarto donde Alexter estuvo guardado.

—Pero no entiendo que hacemos aquí María — dijo el mayor girándose a María que permanecía en
la puerta, la habitación continuaba igual con las puertas de seguridad y las ventanas aseguradas con
barrotes.

—Yo... perdónenme mis pequeños — dijo María dando un paso atrás cerrando la puerta con seguro,
Sebastián corrió chocando con ella, pero le fue imposible abrirla.

—¡MARIA! ¿Qué pasa? María — decía con urgencia Sebastián.

—Ella solo obedece mis órdenes — la voz de su padre se escuchó del otro lado «no desgasten sus
fuerzas tratando de salir de aquí, lo construí pensando en ti Alexter, cuando la bestia fuera incapaz
de controlarse... este lugar es seguro»

—Seguro ¿Seguro de que? — gruño Sebastián pateando la puerta convertido en lobo, pero esta no
cedía a sus golpes. Una pequeña ventana en la puerta se abrió dando paso al rostro del alfa.

—Seguro de todo, cometí un gran error, pero ustedes no pagaran por ellos nada puede salir de aquí
y nada puede entrar, además que no es a ustedes a quien él busca dañar, es a mí y eso le daré — dijo
con tristeza.

—Alfa... — la voz de Alexter se escuchó en el fondo de la habitación «No puedes dejarnos aquí por
mucho tiempo» gruño

—Solo por hoy — dijo el alfa «solo lo necesito ahora» antes que pudiera decir más los gritos de lobos
se escuchaban por todas las tierras.

—¿Qué estás haciendo papá? —Sebastián preguntaba aferrado a la puerta

—Lo que le prometí a su madre, yo perdí todo cuando me atreví a dañar a quien era mi familia, no
tenía nada, nada porque soñar o vivir, pero cuando te vi por primera vez Alexter en mis brazos supe
que mi motivo había llegado, creí que estaba maldito, pero la vida me dio otro regalo tu Sebastián y
mi mayor ilusión se hizo presente en los ojos de mi pequeña Sofia, estaba perdido sin nada, pero
ustedes son y serán mi todo hasta que la luna nos permita volvernos a reunir, son mi mayor logro...
su madre el amor de mi vida... se lo debo, le debo una vida plena para ambos... Sebastián eres un
excelente miembro de esta manada mi orgullo, en ti mire tanto de mí que tenía miedo que te
convirtieras en algo que no eres — dijo mirando a su hijo a los ojos, Sebastián soportaba las
lágrimas.

—Papá — Sebastián aguantaba el nudo en su garganta.

—Alexter... tu un hombre tan bueno, estoy orgulloso de quién eres... de todo, porque la bestia
también es mi hijo — el mayor miraba a su padre apartado de la puerta «Hagan su vida en paz y
hagan sentir orgullosa a su madre» con eso último se separó, miro a María y acaricio una de sus
mejillas «perdóname, mi fiel amiga, mi hermana de vida» se alejó de ella, camino hacia la salida.
Alexter observo la escena, apretaba sus manos en puños aguantando la ira que en su cuerpo corría,
su padre había decidido morir por ellos.

—¡PADRE! — el grito de Sebastián lo hizo girar, para solo dedicarle una sonrisa sincera, en la mente
del mayor llegaron sus recuerdos más preciados, su padre jugando con él, enseñándole a pelear, a
ser un líder para la manada.

Don Guillermo camino adentrándose de nuevo al bosque, el alfa de la manada Itreque morirá con
honor esa noche, había hecho las cosas mal, pero hoy buscaría enmendar su erros, pagar sus
pecados y principalmente protegería a sus hijos, pasara lo que pasara daría su vida por ellos, a cada
paso que daba vuelta a los terrenos donde sabía que él lo esperaba recordaba las miles de
experiencias vividas con sus hijos, recordó el dulce rostro de su querida Sofía que había mandado
lejos días atrás planeando ese encuentro, no soportaría verle sufrir, dejo una carta en manos de
Carlos que pasada la fecha él le entregaría junto a Valentina. Miro el cielo buscando la luna que se
imponía, pensó en su amada esposa y que si la luna era buena con él le permitiría ver al cerrar sus
ojos y encontrarse con ella, porque hoy cumpliría todas sus promesas, protegería lo que le había
devuelto la vida a su alma, ese par de niños convertidos ahora en hombres y esa bella mujer que no
podría acompañar al altar, no abrazaría a sus nietos, pero los miraría desde donde este. Miró a los
lobos correr a su alrededor pronto llegaría a su destino... sin vuelta atrás.

—Espero ser bienvenido a tus brazos amada mía — sus últimas palabras al viendo, seguido a sus
recuerdos, la imagen de ella corriendo en el bosque iluminada por la luna...

— ¡MARIA! Por favor déjanos salir — suplicaba Sebastián aferrado a la puerta pasaba el tiempo y no
lograba nada, la mujer por su parte lloraba desconsolada aferrándose a su cuerpo, dividida por el
deseo de abrirle a los hijos del alfa para que evitaran la muerte de él, pero por otra parte su respeto
y amor hacia Guillermo la detenía, él que siempre la cuido como su familia y le permitió ser parte de
la manada, dándole un lugar a su lado como parte importante de la familia.
Alexter por su parte se había sentado en la cama que quedaba atrás de él, su batalla interna con la
bestia no estaba siendo sencilla, le estaba costando mantener el control de sus emociones, su cuerpo
temblada de coraje, la bestia en su interior gritaba « ¡ÉL ESTA AQUÍ, ÉL TIENE A MADELEINE
DEBE MORIR! » Una y otra vez retumbaban en su cabeza, la frente se oprimía cada vez más podía
sentir que su cabeza estallaría en cualquier momento, se aferró con sus dos manos a ella, tratando
de pasar el dolor, pero la razón de Alexter se perdía donde la bestia iniciaba. Dejo de escuchar los
gritos de Sebastián hacia María se escuchaba como ruido a lo lejos de él, alzo la vista hacia su
hermano, gotas de sudor escurrían sobre su rostro como agua, sus uñas crecían sabía que perdería
el control y no podía permitírselo no ahí dentro con Sebastián, jamás ha atacado a nadie de ellos,
pero en ese momento no sabe de lo que la bestia sería capaz de hacer por salir. Fue hasta minutos
después que se dio cuenta que su hermano había dejado de gritar y estaba frente a él preocupado.

— ¿Sebastián que sucede? — María intentaba asomarse por la puerta.

— ¡ALEXTER!... vamos Alexter regresa, todo está bien, te necesito consiente ¡Alexter! — le hablaba
tratando de ayudarle.

Alexter cerró los ojos con fuerza e intento concentrarse, convencer a la bestia que no era el
momento que lo dejara solucionar eso que saldrían y encontrarían a Madeleine. Poco a poco retomo
el control de su cuerpo, miró a su hermano que aún permanecía frente a él preocupado, levanto su
mano colocándola en su hombro para simplemente apretarlo y demostrar que está bien.

— ¿Alexter? — la voz de María del otro lado lo hizo mirar hacia ella y caminar hasta la puerta.

—Sé que esto lo haces por amor y respeto hacia mi padre, sé que internamente estas peleando entre
cumplir tu palabra y dejar que nosotros salgamos a defenderlo, te entiendo María... ahora yo te
tengo algo que pedir por todo ese amor que nos tienes, déjame salir... sé que puedo defendernos,
puedo defender a todos... ellos no se irán tranquilos con solo matar a mi padre— dijo con
tranquilidad, debía hacer entender a María de otra forma... hacerla hacer un balance entre la
decisión de su padre y la seguridad de la manada de todos lo que la conforman... niños, mujeres...
pero de ella no recibía nada que no fuera solo silencio y su respiración entrecortada por llorar.

—Le prometí a su madre que cuidaría de ustedes y cuidaría de él, yo nunca imagine tener que elegir
si protegerlos a ustedes o a él... este pasado no es suyo, este dolor no tienen por qué vivirlo —
después de pronunciar esas palabras volvió el silencio a reinar.

—No tienes que elegir María... ese pasado debe quedarse atrás, la única manera en que podemos
hacer eso es que hoy termine... — dijo seguro Alexter aferrado a la puerta, ella no pronunciaba nada
más, los gritos empezaron a escucharse a lo lejos... se escucharon pisadas entrando a velocidad a la
casa « ¡Déjanos salir! » ordeno el mayor pero María no hizo nada. Golpeo la puerta con fuerza
haciéndola retumbar, pero esta no cedía a sus golpes.

—María, vamos no puedes estar expuesta si son ellos... no puedes dejarnos encerrados necesitamos
protegerte — dijo con urgencia el menor acercándose a su hermano. Dos lobos imponentes de pelaje
negro interrumpieron en la habitación gruñendo.

— ¡MARIA! — el grito de Alexter la hizo salir del trance en que ella estaba, pero antes de poder abrir
la puerta uno de los lobos la tomo de la pierna mordiéndola jalándola lejos, por más que intento
luchar sus fuerzas no eran comparadas. Los gritos de ella empezaron a hacerse presente, Alexter
golpeo con fuerza la puerta su hermano imito el mismo movimiento, pero no lograban abrirla.
Escucharon dos gruñidos más temiendo lo peor intentaron forcejear aún más, María apareció en la
puerta abriéndola deprisa, Sable y Sombra habían llegado ayudarle.

La mujer logro abrir y cayo sin fuerza, Sebastián la tomo en sus brazos para buscar un lugar seguro
donde poder dejarla, Alexter arremetió contra los lobos contrarios tomándolos del cuello uno a uno
partiéndolos y lanzándolos lejos.

—Demos regresar a la casa Alexter — dijo Sebastián

—Necesitas proteger a María, cuando ella esté segura encuéntrame — con eso último salió corriendo
de la casa en busca de su padre y el lobo gris, Sable corría a la par de él, con su pelaje blanco
ensangrentado. Antes de poder llegar su camino fue interrumpido siendo arroyado de golpe
estrellándose a uno de los arboles por alguien que necesitaba ese encuentro.

—Nos volvemos a encontrar... me debes un brazo — gruño él hombre pelirrojo frente a él.

—No estorbes — Alexter gruño en respuesta.

—Ese día me tomaste desprevenido Alexter, pero hoy será muy diferente.

—Si lo será... hoy tu morirás — corrió sin perder tiempo contra él, sacando sus garras arremato
contra el rostro del pelirrojo, pero este fue más hábil esquivando su golpe.
—No será tan sencillo lobito.

Los dos hombres lobos se aferraron a una batalla que parecía no tener fin, el pelirrojo a pesar de no
tener un brazo demostraba ser un rival a la altura de cualquiera, pero Alexter se estaba
desesperando cada vez era más tarde para llegar a su padre y el lobo gris, no podía seguir perdiendo
el tiempo con ese hombre que no lo dejaría ir sino hasta las últimas consecuencias. Ágilmente logro
derribarlo de un golpe, él otro empezó a reír eso lo desconcertó.

— ¿Qué es lo que tanta gracia te da? — exigió Alexter

—Tu intento de querer vencerme, no podrás lograr nada Alexter morirás este día y no salvaras a
nadie... sé que quieres correr a donde tu padre, él ya debe de estar muerto como ella — saboreo sus
palabras finales, buscaba desconcentrar al menor trayendo a Madeleine a sus pensamientos.

— ¡¿QUE DICES?! — grito empuñando sus manos con fuerza

—Escuchaste muy bien Alexter esa mujer ha muerto.

Las palabras retumbaron rompiendo algo dentro de él, rompiendo su razón, su lógica... a su mente
llegaron sus ojos esos que por tonto no observó por más tiempo, sus labios que jamás volvería a
probar, un demonio se desato dentro de él, la bestia busco a golpes salir desesperado como las olas
rompiendo en las afiladas rocas, después todo fue nada... llego la oscuridad Alexter cayo cejado en la
sed de sangre...

La bestia salió arrasando con todos sus pensamientos, ataco sin piedad al hombre frente suyo el otro
contrariado por tal cambio de Alexter trataba de imponerse pero era imposible, en un mal
movimiento del mayor quedo con las garras de la bestia en su cuello y sin piedad arranco de tajo la
tráquea el cuerpo del pelirrojo cayo inerte sin vida empapando de sangre el suelo a su alrededor, el
cuerpo de la bestia temblaba, a su olfato llego un olor a sangre familiar por sus sentidos agudizados,
la imagen de su padre llego a sus ojos corrió velozmente...
—Desee por tantas lunas este encuentro — dijo el lobo gris erguido mirando directamente al alfa,
con esos ojos inyectados de sed de venganza.

— Debo admitir que también deseaba volverte a ver, deseaba pedirte perdón — dijo con calma

— ¡COMO TE ATREVES! ¿PERDON? ES UNA MALDITA BROMA GUILLERMO — grito

— Sé que no tendré tu perdón, pero necesitaba este día... — volvió a decir con calma, sin alterarse
en su corazón aceptaba su destino, tantos años atormentado por su pasado y hoy estaba frente a él,
se sentía libre por primera vez en tantos años después de decirle a sus hijos lo que siguiera no
importaba.

— Yo necesitaba este día... — gruñó corriendo a velocidad contra él, sacando sus garras listas para
atacar, miro al hombre frente suyo que no movía ni un solo musculo de un zarpazo golpeo su cuerpo
aventándolo lejos para después seguir golpeándolo sin parar, rasgando su cuerpo con sus garras, la
sed de venganza había cobrado su cuerpo por completo esperando ese día, dejándolo mal herido lo
acento de nuevo contra un árbol gruñendo de coraje a la luna que se perdía en los tonos naranjas
que el sol empezaba a marcar en el cielo «Eres un cobarde... no te defenderás, no pelearas contra mi
» dijo con tono visceral.

— No necesito hacerlo — dijo con dificultad escupiendo sangre de su boca, como pudo se incorporó
quedando recargado a uno de los árboles.

— Tú... ni creas que por no defenderte te perdonare la vida, pero antes de morir dime una cosa
¿Quién es la madre de Madeleine? — habló acercándose poco a poco a él quedando a centímetros de
él, poco a poco saco sus garras para enterrarla en el cuerpo del alfa,

—Lo has visto no es así...— dijo con dificultad

— ¡DIMELO! — exigió el hombre encajándose aún más en él.

—Ella debe vivir... no tiene la culpa de esto solo... —su cuerpo dejaba de responderle, el lobo gris
embriagado por el coraje clavo aún más sus garras en él atravesando su cuerpo, el alfa miro al cielo
directo a la luna que desaparecía poco a poco... «Perdóname hermano » pronuncio antes de cerrar
sus ojos y abandonar su cuerpo, el lobo contrariado golpeo aún más el cuerpo del alfa, saco sus
garras de golpe de él dejándolo caer, miró fijamente lo que había logrado... pero aún seguía
manteniendo ese hueco en su pecho reclamando por más...

Alexter había llegado muy tarde, su padre caía antes sus ojos, cegado por el dolor corrió empujando
lejos al lobo gris que no podía reconocer lo que había sucedido, la bestia dañó su cuerpo con un solo
movimiento enterrando sus garras en su pecho rasgando de golpe la piel y la carne, el lobo gris aun
contrariado sin saber que lo atacaba por la velocidad, todo sucedió muy rápido... hasta que miro al
menor aferrado a su padre...

—Pa-pá — decía con dificultad, su padre abrió sus ojos con pesadez

—Hijo... — con un ligero suspiro

—No mue-ras — vio sus ojos amarillos, entendió que la bestia hablaba

—Alexter, no pierdas el control ve por Madeleine, ella te necesita — con eso ultimo cerro sus ojos, se
aferró a él gritando desesperado... su padre suspiro su último aliento en sus brazos, a su memoria
llegaron todos esos momentos vividos, la bestia y él mantenían una batalla por el control, algo
exploto dentro de él.

— ¡NOOOOOO! — su grito retumbo en todo el bosque.

Sebastián por su parte al oír el grito desgarrador de su hermano corrió hacia él, cuando llegó a su
encuentro se topó a su hermano abrazado a su padre, del lobo gris no había rastro alguno solo el
camino de sangre... mando a sus hombres seguirlo.

—Alexter, hermano — dijo con calma, miró el cuerpo de su padre, se hinco a lado de él, por muchos
años el llorar para ellos había sido simplemente algo inexplorable, él les exigió ser fuerte ante
cualquier situación, pero en ese momento sus principales lazos familiares ahora no estaban con
ellos. El sol aclaro el paisaje después de unos minutos por completo, Alexter abrió sus ojos y
Sebastián pudo notar algo diferente en ellos uno de color azul y el otro amarillo como la bestia, se
puso de pie con su padre en brazos caminando con rumbo a la casa principal había perdido a su alfa
y por siguiente él ahora era quien debía dar la cara a la manada, dentro suyo las palabras de su
padre se aferraban a su alma... sus hombres regresaron sin rastro del lobo gris, pero tomaron de
rehén a uno de los hombres lobos que venían con él lograron sacarle el lugar de la guarida del lobo
gris.
Alexter y Sebastián no perdieron el tiempo si Madeleine aún vivía tenían que actuar aprovechando
que ellos no lo mirarían venir, creídos que estarían de luto por la muerte del alfa y no atacarían; esa
era su ventaja y la tomarían.

Capítulo 45

Te necesito…

Las situaciones siguientes se fueron haciendo cada vez más raras, el lugar donde el lobo gris se
resguardaba no era muy lejos de las tierras de Maximiliano, al llegar se percataron que algo había
pasado antes, lobos heridos y algunos cuantos hombres defendiendo la casa; para ellos no fue nada
enfrentarse, así que pudieron entrar sin problema, dentro de la casa Alexter se dispuso a buscar a
Madeleine, no podía aceptar las palabras de ese monstro diciéndole que ella había muerto, algo en
su corazón le decía que ella estaba viva, recorrió la planta baja de la casa, con la esperanza de
encontrarla y acabar con el lobo gris pero de ese demonio no había rastro alguno, Sebastián por su
parte lideraba contra los hombres lobos que ponían resistencia en cuidar esas tierras, después de un
tiempo logro controlar el lugar, Alexter decidido a correr escalera arriba se quedó estático al sentir
ese dulce aroma, no había duda... cuando sus ojos pudieron enfocar a Madeleine tambaleándose;
perdiendo el control de su cuerpo, antes de desplomarse por completo la tomo entre sus brazos,
miro en dirección de dónde provenía, espero ver a alguien siguiéndola pero no fue así, sin pensarlo
más salió con ella, al verle Sebastián ordeno retirada.

—He preguntado a los hombres del lobo gris y no sabes nada de Maximiliano — dijo Sebastián de
prisa alcanzándolo.

—Es demasiado arriesgado seguir aquí, debemos regresar e informar a Adrián después tomaremos
medidas — contesto Alexter caminando sin esperarlo.

El camino de vuelta a la casa fue lento la adrenalina que Alexter sentía hacía que su cuerpo
temblara, se aferraba al cuerpo de Madeleine buscando un momento de paz, sabía que si ese
momento llegaba la realidad le golpearía, su padre ha muerto pero su pasado, ese aún vivía... «el
lobo gris debe morir» en su mente cruzaba una y otra vez ese pensamiento, miro de nuevo el rostro
de Madeleine observó las ojeras debajo de sus ojos, maldijo mil veces, podía ver los daños de esos
días, su piel mostraba daño y sus labios partidos por falta de líquidos en su cuerpo, suspiro
pesadamente, el tiempo pasó y al ver cerca sus tierras pidió que el auto se detuviera, Sebastián lo
miro extrañado.

—Puedes cuidar de Madeleine, necesito... — dijo Alexter bajando del auto, mirando a Sebastián a los
ojos, no necesito decir más, su hermano asintió y con eso el mayor se perdió entre los arboles
corriendo.

Sebastián entendía a su hermano mayor, siempre había sido así, cuando la desgracia tocaba su
puerta él se aislaba buscando control dentro de él, Alexter ahora seria de nuevo el alfa y entiende
que no es la mejor manera de serlo de nuevo, se acercaron a la casa, entro con Madeleine entre sus
brazos pidiendo que el doctor fuese con él, María ordeno todo a pesar de estar lastimada, el doctor
reviso a Madeleine con calma, presentaba deshidratación y desnutrición, pero lo más importante era
hidratarla, así que podía considerarse estable, le coloco un suero intravenoso y pidió paciencia, ella
necesitaba descansar, después de unas horas se retiró dejándolos solos con ella.

—María, mi padre... han preparado todo — dijo Sebastián sin ánimos.

—Si joven, le he avisado a Carlos vienen en camino con las muchachas — dijo limpiando una de sus
lágrimas, se sentí abrumada por todo.

—Bien, entonces descansa yo me quedare con ella, Alexter necesita tiempo y espacio cuando esté
listo estará aquí ante la manada como el alfa... solo necesita tiempo — tomó asiento mirando como el
sol se perdía en el horizonte.

—Está bien, yo... solo quisiera que se me permitiera estar con tu padre hasta que llegue el momento
— dijo con tristeza.

—Acompáñalo, sé que esa sería su voluntad, María gracias por todo — la miró dulcemente.

Ella salió de ahí con dificultad hasta la habitación de don Guillermo, entró sin hacer ruido con manos
temblorosas se acercó hasta la cama donde el cuerpo del mayor era cubierto con unas cuantas
sabanas, se sentó en la cama y poso una de sus manos sobre las de él que permanecían cruzadas en
su pecho, había ordenado que fuera preparado, no permitirá que Sofía viera a su padre en mal
estado, podía imaginarse el dolor que vive en esos momentos al regresar a casa y saber que él ya no
está.

—Debes sentirte orgulloso, tus hijos son lo que son gracias a ti, te extrañare como no tienes una
idea, al final... encontraste tu momento, ahora estas en brazos de quien siempre amaste... yo cuidare
de todos, si la vez... dile que me perdone que intente cumplir mi palabra al pie de la letra, pero —
limpio sus ojos, las lágrimas salían recorriendo su rostro.
«María... sé que le quieres cuida de él prométeme que lo harás, hasta que nos volvamos a encontrar,
cuida de mis hijos como si fueran tuyos, yo siempre estaré agradecida, tú me diste esta vida... »

Recordó las palabras que Sofia le dedico antes de morir, se aferró a su cuerpo y comenzó a llorar
desconsoladamente.

A distancia dos mujeres continuaban con el corazón envenenado... ambas por falta del amor mismo,
mujeres que no sabían de buenos deseos y de corazones rotos.

—No puedo creer que no hayan podido hacer nada... — Minerva maldecía.

—Mamá, no hay nada en tierras del lobo gris, Renato ha venido avisarme que Madeleine ha vuelto a
casa de los Itreque y que don Guillermo a muerto — dijo Rosalba tomando asiento.

—Con un demonio, ese lobo gris se ha vuelto a escabullir como siempre — lanzó el florero frente a
ella. Ana escuchaba todo desde la habitación donde Maximiliano permanecía sedado.

—Debes hacer que Max regrese, ya no puedes seguir con esto, si no sospecharan de nosotros —
gruño intentando hacer entender a su madre.

— ¡ANA! — gritó la mujer mayor haciendo que la joven saliera de prisa.

—Dígame señora — avanzó agachando la cabeza.

—Vendrá el doctor a hacerse cargo de mi hijo, en cuanto pase eso tú te desapareces y no vuelves a
poner un pie aquí, entendido — gritó, Ana no podía decir nada, ese doctor que ella decía parecía
todo menos un doctor, no podía permitir que continuara envenenando el cuerpo del alfa, había
investigado y él hombre era conocido por ser un brujo en algunas tierras y que ahora se hacía pasar
por doctor, buscó ayuda y estaba nerviosa ya que llegaría pronto y ellas no se iban.

—Si señora — contesto sin mirarlas, las mujeres salieron de ahí sin pronunciar ninguna palabra más.
La oscuridad llego después de unas horas, Ana se movía inquieta, tanto que todo se le caía, el doctor
llegaría al amanecer, miro a la ventana asustándose al ver un lindo gato blanco meneando la cola, el
toque de la puerta la desconcentro, al abrir se topó con un rostro no familiar, pero el que esperaba.

—Puedo pasar pequeña — dijo la mujer con cabellos color plata.

—Si señora, la he estado esperando, mi madre me hablo de usted por ello mi atrevimiento de pedir
su ayuda — dijo dejándola pasar agachando la cabeza, la mujer tomo su rostro haciéndola verle.

—Querida tienes unos ojos hermosos y un corazón noble no lo ocultes — sonrió.

—Si mi señora — respondió con calma.

—Ágata, dime Ágata — con eso entro a la habitación donde Maximiliano permanecía en cama.

Ágata era conocida entre los hombres lobos como una mujer que cura, para otros era una bruja...
pero eso era algo que nadie podía comprobar, ayudaba a los más necesitados siempre que ellos se lo
pedían.

—Esto es lo que el doctor le inyecta — tomo una de las jeringas que escondió guardando algo de
líquido.

La mujer sacó de su bolso unos cuantos trastes roció el líquido en uno y con unas cuantas gotas de
los líquidos que cargaba pudo deducir lo que era.

—Es algo fuerte, tiene una cantidad muy grande de sedante... utilizo una base de Valeriana,
interesante, lo que no me gusta... — dijo seria

— ¿Qué sucede? — pregunto asustada Ana.

—Tiene ruina de leopardo... este hombre está matando a este joven poco a poco — miró seria a
Maximiliano.
— ¿Ruina de leopardo...? — preguntó extrañada.

—Mejor conocida como Acónito, dios esa planta había sido desterrada de estas tierras, por
protección de los hombres lobos, solo hay un lugar donde pudo obtenerla — señaló

— Puede hacer algo por él — dijo con tristeza.

—Sí, pero necesito tiempo para conseguir mis plantas medicinales... principalmente Acónito,
tenemos que sacarlo de aquí... si no él morirá — la miró duramente.

—No sé qué hacer — contesto llorando.

— Donde tú creas que él puede estar a salvo, tengo aquí conmigo algo que puede ayudarle por lo
pronto, se lo administrare, pero eso solo nos dará un poco de tiempo — insistió de nuevo.

—Lo único seria llevarle a casa de la manada Itreque, sé que ellos pueden ayudarle, yo no sé llegar,
además que escuche que han matado al alfa — dijo de prisa.

—Se dónde es, yo puedo señalarte como llegar — contestó con calma.

—Bien le pediré a mi hermano que nos ayude, él... él es la única persona a la que le confiaría esto —
salió de prisa de ahí.

Ágata observó el cuerpo de Maximiliano, realizo una pequeña oración internamente, después aplico
lo que traía consigo.

—Así que Guillermo ha muerto... que lamentable noticia— dijo en voz alta.

Como Ana prometió, su hermano les ayudo a llevarse a Maximiliano, Ágata tranquilizo a la joven
diciéndole que nadie les detendría, le explico el camino a ambos después de eso le prometió estar a
primera hora mañana con el antídoto, que ella no debía preocuparse que con lo de hoy estaría
protegido, le dio un par de recomendaciones, Ana subió al auto que su hermano le pido prestado a
uno de la guardia de la casa principal diciéndoles que un familiar había enfermado, se despidió de la
amable mujer, al avanzar giro su vista buscándola, pero de ella no había ningún rastro más, si no
fuera porque su hermano la miró también pensaría que fue un sueño. Pero Ágata así era conocida...
como la mujer que llega con el viento.

Alexter cansado de correr regresó a la casa principal después de lo que parecieron horas, observó
con detenimiento un auto que se aproximaba, de momento no lo reconoció espero paciente en la
puerta principal, vio descender a la joven mujer temerosa.

—Yo soy Ana, pido disculpas por llegar sin aviso, pero es el único lugar donde mi alfa puede estar
seguro — señalo dentro, Alexter observo el cuerpo de Maximiliano que sin dudarlo ordeno al hombre
que la acompaña ayuda para cargarle dentro.

Sebastián despertó asustado al escuchar los gritos de su hermano, bajó corriendo al ver a su
hermano con Max en brazos, señaló el estudio donde acomodo todo para acostarle.

— ¿Qué ha pasado? — pregunto el menor, María al escuchar también se apresuró a llegar con ellos.

— Ellos lo han traído — señalo a la mujer que no se separaba de Max.

— Vengo a pedirles ayuda, yo trabajo en la casa principal de la familia del alfa... el corre peligro en
manos de su madre... ella... — recordó las palabras de Ágata sin dudar hizo lo mejor conto todo, cada
una de las palabras que escucho, cada cosa que ha tenido que soportar y lo que a Maximiliano le han
estado haciendo, les contó que Adrián también era preso de las mentiras.
Alexter y Sebastián la escucharon con calma, le aseguraron que sería protegida con ellos, que harían
todo porque Maximiliano estuviera bien.

— Llamaremos a Adrián y todo se solucionará, debemos ocuparnos como ayudar a Max – dijo
Sebastián.

— Yo he buscado ayuda, Ágata vendrá con el antídoto, me lo prometió — contestó con calma.

— ¿Ágata? — preguntó Alexter, deseaba saber si era la misma mujer que le ayudo.

—Ella es segura, vendrá y le ayudara, le conozco de tiempo atrás — la voz de María se hizo notar,
haciendo que todos la miraran, Alexter simplemente asintió sin decir nada mas.

Acomodaron a Max en una de las habitaciones junto a la joven que no se separaría de él, su hermano
por su parte debía regresar pronto y no levantar sospechas, Sebastián hablaría con Adrián, por su
parte Alexter subió a su habitación dispuesto a tomar un baño antes de la ceremonia, miro su rostro
en el espejo, miro sus ojos de colores distintos, la bestia y él forzados encontraron el equilibrio que
tanto su padre añoro. El cielo anunciaba pronto el amanecer, debían realizar la ceremonia, escucho
los gritos de Sofía, apretó sus manos, se vistió de negro por completo peino su cabello para atrás,
salió de su habitación observo la puerta de Madeleine, deseaba verla... que le acompañara en ese
momento. Una de las mujeres de la casa cuidaba de ella.

Todo estaba listo para la ceremonia, miró a sus hermanos que permanecían en un fuerte abrazo,
miró el rostro de su gente de su manada, tomó aire él ahora debía ser la fuerza y seguridad para
todos, el cuerpo de su padre permanecía en medio del bosque acomodado entre flores y recuerdos,
cubierto por completo, camino a pasos seguros, al momento que todo ocurría afuera Madeleine abría
los ojos, pudo ver a la mujer parada en la ventana atenta a afuera.

— ¿Qué sucedes? ¿Dónde estoy? — hilo las preguntas como pudo.

—Señorita está en la casa, ha vuelto, debe descansar... — miró su mano con el suero, regresó la vista
a la mujer frente a ella, escuchó los lamentos de alguien y reconoció la voz, Sofía.

— ¿Qué está pasando afuera? — agarró el suero quitándoselo por completo.


—No señorita se hará daño, le diré... le diré... tranquila, hemos perdido a nuestro alfa — intentó
calmarla, al momento que dijo eso Madeleine sintió el golpe en su estómago al escuchar esas
palabras.

— ¿Don Guillermo ha muerto? — dijo de prisa, poniéndose de pie, se mareo un poco, pero pudo
tomar el control de su cuerpo, tomó una bata blanca que estaba cerca atándola a su cintura decidió
que bajaría, que necesitaba estar ahí. No le importó la voz de la mujer pidiéndole que no lo hiciera,
poco a poco camino sosteniéndose de las paredes.

Alexter miraba a todos a su alrededor, debía decir unas palabras de ánimo, pero el dolor de su
corazón no le dejaba ser coherente en ese momento, Madeleine entró al bosque ya con más decisión
en sus piernas, observó a todos buscando al mayor entre ellos, miró a Sebastián y Sofía abrazados
cerca de lo que parecía ser el cuerpo de don Guillermo, apretó sus manos siguió observando a todos
hasta que miro al mayor de espalda, avanzó entre todos dudando.

El mayor luchaba por encontrar aun sus palabras, sumergido en su mismo dolor relajo sus manos a
sus costados miro al cielo que perdía poco a poco la oscuridad siendo adornado con esos tonos
naranjas... sintió una mano cálida tomar la suya, sonrió al reconocerle... miró a su lado derecho para
encontrarse con los ojos de Madeleine, se giró por completo abrazándola con fuerza, Madeleine se
aferró a él, Alexter se permitió llorar en silencio en sus brazos.

— Te necesito... — la voz grave de Alexter recorrió todos sus sentidos; a su mente llego la imagen de
Gabriela... su corazón se oprimió sintiéndose fuera de lugar.

— Me gustaría poder aminorar tu dolor Alexter — dijo desde el fondo de su corazón, tomó con sus
manos el rostro del mayor, limpio una lagrima que corría sobre su mejilla, observó con detenimiento
los ojos de Alexter reconociendo el color de uno de ellos.

—El tenerte aquí me hace más fuerte — tomó las manos de Madeleine en su rostro «tu olor me
calma, tu respiración me arrulla... en tus ojos encuentro mi paz perdida» susurró.

—Alexter... — dijo apenas audible

—Solo la luna sabe todo lo que pasé y sentí al no tenerte, mi cuerpo pide por ti, mi alma grita por ti,
mi corazón arde por ti Madeleine... nunca me dejes, se mi luz... se mi luna en estas noches de
oscuridad, no puedo liderar a la manada sin ti...— cada palabra salía del fondo de su corazón,
Madeleine invadida por la calidez asintió en respuesta. Alexter alzo la vista hacia todos, la tomó de
la mano y se giró hacia donde su padre estaba. «Hoy hemos perdido a quien por años nos guio y dio
paz a nuestras familias, fue un hombre honorable digno de ser el alfa de la manda Itreque, lamento
su perdida con todo mi ser, pero... somos fuertes y él nos enseñó bien, les pido que confíen en mí
una vez más, los protegeré con mi vida... protegeré a quienes aman hasta mi último suspiro, papá...
inicia tu viaje... se nuestro nuevo amanecer... haremos que valga» alzo su mano para después bajarla
dando por señalado el momento, sus hombres uno a uno prendieron las ramas con las que era
cubierto. Sebastián tomo una antorcha, con Sofía aun en sus brazos Alexter camino con ellos
tomándola también para después depositarla entre las flores, uno a uno se fueron alejando como el
fuego arrasaba con el dolor, Madeleine se mantuvo firme a lado de Alexter hasta quedarse solos.

—Alexter... — interrumpió el silencio haciendo que el mayor se girara hacia ella, tenía que decirle lo
que había visto, no podía ocultarlo.

— Debemos regresar, tu estas aún muy débil... — dijo con calma acariciando su mejilla.

—Estoy bien, pero lo que has dicho... yo — su cuerpo temblaba, su vida cambiaria una vez más, pero
tenía que hacerlo, si aceptaba quedarse a lado de Alexter tendría que ocultar que vio a Gabriela.

—Es la verdad, no quiero perder más tiempo Madeleine, sé que no es el momento ni el lugar... pero
así ha sido mi vida siempre, arrebatada... lo que quiero decirte es... Madeleine Villareal, llegaste a
mi vida de diferentes maneras, lamento no recordar mi promesa, pero ahora sé que tú siempre fuiste
a quien yo amo y ame, uniste mi corazón y mi alma no solo una vez, si no toda mi vida... ahora quiero
cumplir esa promesa... aquí frente al recuerdo de mi padre, Madeleine ¿Te quieres casar conmigo?
Unir tu vida conmigo, prometo cuidar de ti, amarte y protegerte con todas mis fuerzas... — dijo
mirándola fijamente a los ojos.

Los rayos de luz atravesaban el paisaje adornando esos inmensos árboles, poco a poco... las lágrimas
fueron cayendo de los ojos de Madeleine, se abrazó a él con fuerza llorando en su pecho, Alexter la
abrazo con ternura depositando un beso en su cabeza... quedándose así sin moverse simplemente
juntos.

Capítulo 46
Él es mío...

Madeleine abrió sus ojos dándose cuenta de que estaba en su habitación, extrañada se incorporó
para ver a Alexter dormido a su lado, recordó entonces sus palabras, aclaro su cabeza, entiende que
no fue un sueño lo que paso... recordó haber llorado en sus brazos y después nada, su cuerpo le
había cobrado en ese momento el cansancio y el estrés de lo vivido, quería sentirse feliz y plena con
la petición de él, pero no podía, no sabiendo que Gabriela vivía. Acaricio su rostro, decidió dejarle
dormir y se incorporó para alistarse y bajar, al ver el sol tan potente miro el reloj de su mesa
percatándose que pasaba ya de medio día, no tardo tanto en alistarse... entonces acomodaría sus
ideas antes de hablar con el mayor, se desahogaría con alguien más, no tenía la mente clara y el
miedo la hacía detenerse de hablar.

Minutos después bajaba por las escaleras buscando a Sebastián, pudo encontrarlo en el estudio
mirando un libro frente a él.

—Puedo pasar —dijo Madeleine, Sebastián alzó la vista del libro y le sonrió señalándole que se
sentara.

— ¿Te sientes bien?, no debes andar sola así en la casa — dijo preocupado.

—Aun no puedo acostumbrarme al hombre no soberbio y arrogante, pero es lindo que te preocupes
por mí, gracias — sonriéndole.

—No era tan malo contigo — dijo con sarcasmo ganándose la mirada de Madeleine «lo admito si me
pase un poco, bueno bastante, pero tengo que decirte que el que llegaras ha sido un regalo, a pesar
de que has estado en peligro muchas veces no has salido corriendo de aquí, lo lamento de verdad
estaba muy preocupado por ti, me alegro de que Alexter y tú vayan a casarse...» El soltar eso ultimo
ocasionó la mirada de tristeza de Madeleine y Sebastián no la paso por alto.

— Si... — no pudo decir mucho.

— ¿Qué sucede? — se levantó, cerró la puerta para después sentarse frente a ella. «No te quieres
casar»

— ¡oh dios!... no es eso, claro que me quiero casar es mi deseo pasar el resto de mi vida a lado de
Alexter, pero no sé si eso sea posible — limpio una de sus lágrimas que caía sin permiso.

—Madeleine ¿Qué pasa?

—Conocí a Renato —Sebastián la miró asombrado, tenía años sin saber de ese hombre que en
ningún momento le cayó bien.

— ¿Qué te dijo?, ese hombre no es de fiar, ni Alexter lo toleraba cerca — la miró preocupado.

—No es lo que me dijo, es lo que vi... — tomo aire pausándose un momento «Gabriela está viva» dijo
Madeleine sintiéndose liberada, Sebastián abrió los ojos sorprendido, llevó su mano derecha a su
rostro colocándola frente a sus labios quedándose pensativo.

— ¿Viva?, la casa quedo echa cenizas, si está viva ¿porque no regreso aquí? — la miró preocupado.

—Bueno, está viva, pero no se mueve no habla... pareciera que esta... — Madeleine quería explicarse
mejor, el momento fue tan abrumador que recordar no era fácil ni hilar sus palabras con coherencia.

— Madeleine, respira y cuéntame todo lo que viste o lo que paso para poder entenderte— intentó
calmarle. Ella tomo aire intentó enfocarse y decirle todo lo que vio.

—Entonces ella tenía una máquina que al parecer le ayuda a respirar, él me dijo que se vengara de
Alexter... estoy muy preocupada Sebastián.

—Una maquina... Madeleine, si es como me estás diciendo ella está siendo asistida para vivir, pero
no entiendo que gana Renato teniéndola con él... Alexter él no puede saber Madeleine — dijo seguro,
ella no podía creer lo que decía.

— Él tiene que saber...

—Sí, lo tiene que saber, pero no ahora, déjame investigar que sucede, deje hombres en tierras de
lobo gris; en su casa ya no hay nada, del lobo gris no se sabe... entonces se han ido y si le decimos
ahora a Alexter sería hacerle sufrir más, debe tener cabeza para las cosas de la manada, solo dame
tiempo de investigar y encontrarla — la sujetó de la mano buscando que lo mirara a los ojos.

— Sebastián... — dudaba en su interior.


—Le amas y quieres lo mejor para él, en este momento esto lo es... solo dame tiempo, no estás sola
yo te ayudare.

—Entiéndeme que no puedo sentirme feliz sabiendo que la persona que ama o amo..., está viva y yo
no sé...

—Él te ama a ti... yo solo te pido tiempo si tu deseas contárselo no puedo detenerte — dijo
interrumpiéndola.

—Solo una semana Sebastián, después de eso si no encuentras nada le diré...— dijo levantándose
dejándolo solo. Él no perdería tiempo tenía que encontrar a Renato.

Madeleine salió de la casa buscando un poco de aire, el pensar tanto en lo que tenía que hacer la
abrumo al grado de sentirse ansiosa, se detuvo a escasos dos pasos de donde el bosque iniciaba,
miro contenta la silueta de Sable que le esperaba ahí, el lobo se acercó y ella le acaricio.

—Confía en ti — dijo una mujer que caminaba hacia ella en medio del bosque, la observó
detenidamente.

—Él es muy lindo — dijo tranquila, por más extraño que pareciera la mujer no la alertaba y sable se
comportaba tranquilo ante ella.

—Lo es, hola yo soy Ágata y he venido a traerle un medicamento para Maximiliano...

—Maximiliano, ¿él está aquí? — dijo sorprendida

—Sí, él está bien, pero necesita este medicamento, podrías tu entregarlo Madeleine — dijo sonriendo
la mujer de cabellos de plata.

— ¿Cómo sabe mi nombre? Yo no la conozco...

—No me recuerdas, pero de pequeña te vi más de una ocasión cuando tu madre enfermó, tú padre
acudió a mí.

—Conoció a mi madre, yo no la recuerdo... —dijo con asombro y tristeza.

—Sí, una hermosa mujer como tú...

—Gracias.

— ¿Qué te preocupa?, puedo sentir que algo no está bien — se acercó tocando su rostro.

—Me siento una mentirosa... amo a alguien y sé que a quien él amo... sigue viva, pero él ha vivido
tantos años creyendo que no....— no sabía porque las palabras salían con tanta fluidez si no conocía
a esa mujer frente a ella, pero al decir que conoció a sus padres le facilito el poder hablar.

— Madeleine, has lo que tu corazón te dicte... nosotros mismos nos hacemos presas de nuestras
mentiras y de nuestros miedos... él debe tomar una decisión, mejor ahora que después no crees...

Madeleine caminaba de regreso a la casa con la medicina en sus manos, la mujer después de hablar
con ella se retiró como llego sigilosamente perdiéndose entre los árboles, miraba la medicina
aferrada a que no fue su imaginación ese encuentro. Entregó el medicamento a Sebastián que no
perdió el tiempo en llevarlo a la habitación de Max, intento encontrar a Sofia, pero ella había salido
con Carlos, más bien obligada a salir por él que no la dejaba sola en ningún momento, Valentina
acomodaba algunas cosas en la cocina acompañada de María, pero Madeleine se sentía tan fuera de
lugar por todo lo que en su cabeza pasaba que no se percató de la presencia de Alexter llegando
detrás de ella hasta que esté la rodeo con sus brazos.

—Fue triste no encontrarte a mi lado al despertar — dijo en su oído, su piel se erizo en respuesta a la
voz varonil y grave del mayor.

—Quise dejarte descansar, lo necesitabas — contestó sonriendo, aun siendo abrazada por él, sin
verle a los ojos.

—Te necesito a ti... — la tomó de los hombros girándola para hacerle verle.
— ¿Descansaste? — preguntó ella.

—Sí, dormir a tu lado es muy reparador, me gustaría que fuera así de ahora en adelante, si no tienes
problema... — dijo sonriendo ampliamente, se había quitado la barba y peinado como siempre que
para los ojos de Madeleine se miraba irresistiblemente encantador.

—Por mi está bien — contestó

—Bien, tengo hambre ¿tú no? Pasamos y te preparo algo... — dijo señalando la puerta

— ¿Cocinas? — dijo sorprendía

—Sí, cocino y lo hago muy bien tendrás el honor de probar algo mío, la verdad eres afortunada a
nadie le cocino, así que señorita Villareal pase usted y prepárese para el mayor momento gourmet
de su vida — dijo sonriendo ampliamente, tanto que Madeleine se contagió de esa felicidad.

Las horas pasaron sin pensarlo, Madeleine se enteró lo que sucedía con Maximiliano y aceptó que su
madre fue mala con ella ocasionado que Alexter se molestara aún más con esa mujer, la medicina
estaba haciendo efecto, Adrián llego horas después pasando directo a donde su hermano
permanecía, Alexter y Sebastián hablaron con él e idearon un plan para atrapar a su madre y
hermana, como era de esperarse Adrián nunca recibió un cariño de su madre si no puros reclamos,
necesitaban saber que compartía ella con lobo gris porque no había duda que ellas dos estaban
metidas en algo con él.

Adrián se quedó a dormir con la intención de partir temprano con Sebastián y sus hombres, los
Itreque preocupados por él no le dejaron ir solo.
Cayo la noche y Madeleine se alistaba para dormir, después de la conversación con Sebastián y el
consejo de Ágata su corazón encontró un momento de paz, pero tenía que hablar con el mayor, no
desea mentirle en ningún momento, lo haría, aunque eso significara perderle. La puerta fue tocada
levemente dando paso a Alexter vestido para dormir, como quedaron compartirían habitación, por
un momento Madeleine fue consiente que nunca habían dormido juntos por decisión, el mayor sonrió
entrando y quitándose la camisa que llevaba quedándose solo con el pantalón del pijama, se giró
temiendo que su rostro estuviera rojo por verle en ese momento, Alexter la abrazo por la espalda
depositando un beso en su hombro.

— ¿Cómo esta Max y Adrián? — pregunto Madeleine intentando desviar su mente.

—Ellos están, bien Max despertó por un momento, pero volvió a caer inocente, tiene mejor
semblante así que esperemos que mañana este mejor y consiente — se sentó a su lado mientras ella
peinaba su cabello frente al tocados, acariciaba su piel haciendo que esta respondiera, el mayor
sonrió y deposito un beso donde había acariciado haciéndola temblar inconscientemente.

—Me haces cosquillas — dijo Madeleine moviéndose.

—Me gusta... hacerlo, me gusta como tu piel responde a mis caricias — pasó su mano a su cuello
atrayéndola para besarle en los labios.

Alexter se alejó de ella levantándose a la puerta, Madeleine lo miraba extrañada, él mayor apagó la
luz dejando solo prendidas las lámparas que daban una tierna luz, regreso sus pasos a ella la tomo
de la mano para que le siguiera quedaron en medio de la habitación paso sus manos a su espalda
atrayéndola, poco a poco Alexter comenzó a moverse haciéndola moverse con él como si estuvieran
bailando tomo una de sus manos firme alzándola simulando un baile lento de salón, Madeleine
sonrió ante la intención del mayor, este beso sus labios.

—Me encanta verte sonreír, no sabes la paz que me da.

Alexter se acercó más ella detuvo sus pasos soltándola de la mano para pasarla a su cuello
acercándola para besarle despacio sintiendo sus labios levemente sobre los suyos, bajó su mano
acariciándola la deslizo abriendo la bata que llevaba envuelta arriba de su pijama, Madeleine no
sabe en qué momento está ya no estaba más, era consciente de las caricias del mayor ahora eran
más seguras en su piel que buscaban más rincones por explorar, en un movimiento bajo sus manos a
su cadera y poco a poco deslizo la bata exponiendo sus piernas y muslos al ambiente, Alexter en
cada movimiento esperaba la aprobación de ella al no ver negativa continuo subiéndola exponiendo
su ropa interior, coloco su mano en su cintura aferrándose a ella, Madeleine cada vez que este
avanzaba se perdía en él, perdía la razón... sus pensamientos poco a poco se alejaban. Los besos de
Alexter se volvían cada vez más demandante, más salvajes y posesivos, marcaba con sus manos su
piel como suya, cruzo sus brazos en su cintura atrayéndola aún más borrando los centímetros que
pudieran existir que les separan haciéndola sentir lo que ella provocaba en él, Madeleine paso sus
manos al cuello de Alexter, cada vez que este le demandaba más perdía el control de sus piernas,
para alcanzarle debía permanecer en puntas, podía sentir como el cuerpo de Alexter ardía por más,
en un movimiento se vio envolviéndolo con sus piernas por la cintura el otro no perdió el tiempo
camino con ella sentándose poco a poco en la cama quedando con ella sentada sobre él en cuclillas,
Alexter la tomo del rostro para besarle con más pasión devorándose sus labios que poco a poco se
irritaban más por la fricción de ambos, Alexter pasó sus manos debajo de la bata de Madeleine hasta
su espalda percatándose que no llevaba sostén, ella tembló asentir su caricia, Alexter lograba que su
cuerpo ardería, un calor se instaló dentro de ella uno que nunca había sentido igual, tan fuerte y
arrebatado que sin pensarlo más tomo sus bata y se despojó de ella, su cuerpo quedo totalmente
expuesto al mayor, miró en los ojos de Alexter otra mirada una mirada pesada y reclamante,
satisfecho de verle a si deposito un ligero beso en su pecho para después tomarla con fuerza y
depositarla en la cama quedando él sobre ella.

Alexter memorizo cada parte de su cuerpo, acariciándolo y depositando beso tras beso sin dejar
ningún lugar sin marcar, para Madeleine los minutos parecían eterno y perdidos, no podía ser
consiente de ella, su mirada se nublaba por el placer de sentir a Alexter tan suyo, en un momento
sintió que el mayor se detenía abrió sus ojos para toparte con él mirándola fijamente. Busco la
cordura para descifrar lo que pasaba.

—Te hare mía... — demando con voz seca y cargada de erotismo puro, de tono visceral saliendo del
lado más salvaje de ese hombre.

—Deseo ser tuya... — hilo las palabras como pudo, diciendo la verdad... deseaba a ese hombre más
que otra cosa en su vida.

Alexter se acercó a ella besándola en los labios para después colocarse de pie a la orilla de la cama
poco a poco deslizo el pantalón que llevaba, quedando completamente desnudo ante Madeleine, ella
por su parte lo miraba anonada, podía ser más perfecto, se percató de un pequeño lunar en su
cadera, a pesar de no ser la primera vez de Madeleine su cuerpo reaccionaba de manera diferente
como si fuera la primera vez que le acariciaran de esa manera, Alexter regresó a la cama acaricio su
mejilla, beso sus labios y trazo un camino, se detuvo en su vientre con sus dedos poco a poco la
despojo de lo único que la separa de él, un sentimiento de libertad al sentir como la prenda se
deslizaba poco a poco por sus piernas, al escucharla como el otro la lanzaba lejos... sonrió nerviosa,
dudo un momento, pero decidida abrió sus piernas exponiéndose a él, el mayor satisfecho le beso
entre sus muslos, su cuerpo reacciono solo; ya no era dueña de su propio cuerpo... sino le pertenecía
ahora a Alexter que parecía conocerlo mejor.
La respiración de Madeleine se agitaba cada vez más al sentir como Alexter se perdía en ella,
besando y tomando todo a su paso, el mayor se colocó por completo entre ella mirándola a los ojos,
acaricio su rostro con ternura.

—Te imagine en mis sueños más de una vez... te mire a si entre mis brazos que no puedo creer que
esto sea real, no quiero que termine nunca... quiero que seamos uno Madeleine... que vivas en mí
siempre, que tu piel se impregne de mí, que toda tu seas mía...

Paso los labios abiertos acariciando los suyos, Madeleine cegada por el deseo poco a poco le
permitió volverse uno con ella, abandonando sus miedos... Alexter la tomó con delicadeza
perdiéndose entre sus piernas, cuando sintió estarlo totalmente comenzó a moverse lento, sin
prisa... atesorando el momento en su mente, viendo como el cuerpo de Madeleine respondía a él,
como cada espasmo acompaño de placer y gemidos tan delicados que tenía que acercarse a ella para
escucharla, para escuchar su respiración agitada, poco a poco demando más de su cuerpo entrando
y saliendo de ella de manera arrebatadora, se envolvió aún más en ella, en su oído susurraba
palabras de amor y deseo... que solo ella provoca en él. Madeleine se aferró a su espalda al sentir
que estaba cerca de ser una con el cielo, de arañar la luna y perderse en las estrellas, el cuerpo de
Alexter mostraba signos de estar cerca de llegar al punto máximo de placer, la tomó de la cintura
alzándola para que esta quedara abrazada a él, sentado en la cama aun moviéndose con ferocidad el
clímax llego arrasando con todo...

Los gemidos de ella fueron tapados por los labios de Alexter que se aferró a ella, poco a poco
comenzó a perder las fuerzas; la deposito en la cama quedándose abrazado a ella,sus cuerpos
ardían, el calor permanecía aun dentro... su respiración se armonizo al punto de ser uno con los
ruidos de la noche... se quedaron ahí perdidos... uno en el otro.

Unas horas antes del amanecer Madeleine abrió los ojos viéndose aun envuelta por los brazos de
Alexter lo miro como dormía plácidamente. Necesitó ir al baño, poco a poco se separó de él sin
despertarle, al salir de regreso a la cama escucho un ruido proviniendo de la ventana, sable
permanecía sentado mirando fijamente hacia los árboles, entonces ella lo imito... llevándose una
sorpresa mirando a Gabriela para ahí, por instinto dio pasos hacia atrás, sintiendo una presencia
detrás de ella jurando que sería el mayor se giró... pero ante ella Gabriela la miraba fijamente... —Él
es mío... — pronuncio apenas audible, no podía entender lo que pasaba... hasta que sintió ser tomada
por los hombros detrás de ella asustada abrió los ojos.

—Madeleine, estas soñando despierta... — la voz de Alexter se hizo cada vez más clara al abrir por
completo sus ojos, miro que aún era de noche... el mayor la miraba preocupado.

—¿Estaba soñando...? — dijo ella mirando a su alrededor.

—Sí, estabas soñando empezaste a moverte y a hablar... ¿estás bien? — preguntó acercándola a él.

—Ahora lo estoy... — dijo tranquilizando al mayor.

Madeleine se aferró a Alexter, intentando calmarse y decirse que solo fue un sueño, pero una
realidad que tenía que afrontar con él mayor... viéndolo dormir de nuevo plácidamente, no pudo
frenarse de estar con él mayor, lo ama y deseaba con todo su ser, ser suya y de nadie más, pero
ahora el miedo vuelve a ser latente, aceptara las consecuencias de sus palabras, no perderá más el
tiempo...ahora.

—Alexter, despierta necesito decirte algo... — El mayor abrió sus ojos preocupado al sentirla
llamarle... Su destino cambiara, ahora decide dejarlo en manos de él....

Capítulo 47
El alfa enamorado...

Madeleine permanecía estática frente a su maleta que había hecho y deshecho tres veces, se detuvo
mirando la ropa entre sus manos, después de decirle a Alexter lo de Gabriela el mayor había
desaparecido, llevaba exactamente siete días sin saber de él.

— Necesito tiempo Madeleine... Necesito entender... yo, realmente perdóname.


— Tengo que resolver esto...

— Es mentira...

— ¿Por qué ahora?

— Te entiendo, se porque no me lo dijiste en su momento....

—Renato es un cobarde...

—Ella para mi.... Lo siento Madeleine ella es mi esposa...

Se repetía una y mil veces en su mente el rostro desencajado del mayor, se sentía dolida, pero al
final lo sabía a la perfección que eso iba a pasar, Gabriela después de todo era su esposa y eso no se
puede cambiar, tenía dos días en los cuales la decisión de irse llego a su cabeza, Valentina la detuvo
y Sebastián insistió que le diera tiempo a su hermano, pero... « ¿Tiempo para que... para que me
deje?» Ese pensamiento, la lleno de miedo apretó la ropa en sus manos y la aventó de vuelta a la
maleta.

María llamo a su puerta, entró después de escucharla decir adelante, la mujer la miro por un largo
momento en silencio poniendo atención en la maleta.

—No te puedes ir, no ahora que las cosas están volviendo a la normalidad — dijo María sentándose
frente a ella tapando la maleta en la cama.

— ¿A la normalidad?, la esposa de Alexter está viva o eso parece, creo que entienden todos que yo
estoy de más, lo mejor es tomar esa maleta e irme sin mirar atrás; aunque me duela — dijo
Madeleine levantándose para mirar por la ventana el paisaje, soltó el aire en sus pulmones y salió de
la habitación.

Camino escalera debajo de prisa, antes de poder salir Sebastián entraba por la puerta principal,
miro a Madeleine fijamente. Ella pudo descifrar en su rostro que no había encontrado a Alexter.
—Si él desea no ser encontrado, no lo encontraremos Madeleine, él volverá... — dijo tratando de ser
optimista Sebastián.

—Está bien Sebastián, yo sé que no es una situación fácil, tampoco quiero forzarlo a que regrese si
eé no desea eso... me iré mañana por la mañana... solo quiero que lo sepas — dijo pasando de largo
por su lado.

Sebastián no tenía un argumento válido más que solo las esperanzas que alentaba en el corazón de
ella, pero si no hablaba con su hermano no podía decir nada más. Madeleine camino rumbo al
huerto, el árbol de Gabriela había sido vuelto añicos por Alexter...

— Te harás daño Alexter por favor... detente

Sus suplicas no bastaron, Sebastián tuvo que alejarla sino ella hubiera sido lastimada, en Alexter se
había desatado una furia incontenible que ni el mismo podía frenar, Madeleine observó el árbol que
fue levantado de raíz, partido, ahí quedaron algunos cortes parecidos a estacas listas para perforar,
unas cuantas cuerdas intentaban delimitar para que nadie saliera lastimado especialmente los niños,
al ser un árbol gigante les estaba tomando tiempo cortarlo iniciando desde las ramas principales. No
sabe cuánto tiempo paso, pero el ambiente empezaba a oscurecerse poco a poco, el sol daba paso a
la luna.

Madeleine miró al cielo que pintaba unas cuantas estrellas, dejó correr unas lágrimas que limpio, al
final su destino había cambiado. Permaneció ahí sin darse cuenta de que todo ese tiempo era
observada.

Los gritos de los hombres de la manada empezaron a llenar el silencio de la noche con fuerza
anunciaban lobos, se giró mirando el paisaje contrariada, pero cerca de ella no parecía haber
peligro.

—Madeleine, debes regresar a la casa... — María corría con urgencia hacia ella, la mujer temía lo
peor al no verla en la casa, se sintió aliviada al encontrarla.

— ¿Qué sucede? Escucho a los hombres gritar — se acercó a ella esperando una respuesta.
—Se debe a mi Madeleine — una voz gruesa y cargada de un tono malicioso salía entre los árboles,
poco a poco se dejó ver dando paso al hombre que la mantuvo cautiva.

— Tú... — pronuncio María «Corre a la casa Madeleine y no te detengas, Sebastián ha corrido con
los hombres al bosque, es una trampa viene por ti» se apresuró a jalarla, pero el lobo gris salto
separándolas de golpe aventando a cada una en dirección diferente. María se quejó de dolor sus
heridas habían sanado, pero estas solo necesitaban una oportunidad para ser avivadas.

— ¡DEJALA! — el grito de Madeleine fue seguro a pesar del miedo en ella.

— Madeleine, he venido por respuestas y ella las tiene — gruño el lobo acercándose a María.

— ¿Qué puedo saber yo que tu necesites? — respondió altanera María.

— ¿Quién es la madre de Madeleine? — dijo sin rodeos el mayor

—Mi mamá... ¿Qué tiene que ver ella contigo? — contestó Madeleine mirando extrañada a ambos.

—Madeleine es hija del amor de Sandro y Angélica, un amor puro y verdadero... alejado del dolor...
— María se puso de pie frente al lobo « Y eso es algo que tú no puedes cambiar »

—Ella es hija... de mi Isabel, hija de mi Isabel... de la que Guillermo me arrebato... — gruño el lobo
con dolor y coraje, Madeleine no entendía nada.

— Isabel murió... así como tú Alexter — pronuncio suavemente María, Madeleine abrió los ojos
sorprendida de escuchar el nombre con que se dirigía a él.

El lobo gris se giró y miro fijamente a Madeleine que permanecía sin moverse y sin entender que
sucedía frente a ella, caminó hasta ella la tomó del cuello sin lastimarla, pero firmemente.

— Tú madre.... ¿ella es tu madre? — sacando un papel que permanecía guardado celosamente. Lo


abrió y se lo enseño.
Madeleine observó la fotografía, la mujer en ella permanecía con un bebe en brazos, a su lado su
padre cuidando de ambos. Se sintió contrariada al ver esa foto de su madre no tenía ningún
recuerdo, en su mente ninguna imagen que pudiera atesorar, ahora mirando a esa mujer su corazón
se oprimió...

—Yo... no conozco a mi madre — dijo Madeleine con un nudo en la garganta, las lágrimas empezaron
correr.

—Así que al final... siguieron siendo unos egoístas... — dijo secamente el lobo gris soltando a
Madeleine.

— El pasado se quedó atrás Alexter... Guillermo se equivocó, no te pido que le perdones, no existe
manera que eso pase, pero ellos no tienen la culpa, ya has cobrado tu venganza déjalos en paz —
María se mantenía segura de sus palabras, entiende las consecuencias de sus mentiras.

—Le arrebatare todo lo que él creo sobre mis perdidas, sobre mi dolor... — gruño el lobo asustando a
ambas. De un movimiento con su mano golpeo el rostro de María, haciéndola caer. Madeleine corrió
colocándose frente a ella impidiendo que él avanzara.

—No puedo entender tu odio... no sé qué daño te hicieron para querer matar todo a tu paso... pero
no te permitiré que lastimes a nadie más — dijo Madeleine mirándolo fijamente, no sabe de dónde
sacaba el coraje para enfrentársele a esa bestia.

—Ellos te mintieron a ti también, aun así, los defenderás... eres tonta — gruño el lobo.

—No lo sé, no sé si mi padre me mintió como tú dices... solo sé que él me amaba con todas sus
fuerzas e hizo lo que hizo por amor... por ese amor por mí, me cuido... y me hablo de mi madre con
él mismo amor que yo siento por ella, me hubiera gustado conocerle... o por lo menos tener una
imagen clara de ella en mis recuerdos.... — dijo con tristeza.

El lobo gris gruño poseído de odio arto de escuchar las palabras de Madeleine y principalmente
envenenado por su rencor.

— Todos morirán y nadie podrá detenerlo... primero tu María... y si tú insiste en estorbarme también
Madeleine — gruño tomó velocidad hacia ellas. Madeleine cerró sus ojos y se aferró a María que
gritaba intentando separarla de ella, pero Madeleine no cedía su agarre.

—Perdónanos Madeleine... — pronuncio María, esperaron el impacto que nunca llego, solo un fuerte
gruñido seguido de otro más y el sonido de un fuerte impacto, cuando las dos abrieron sus ojos,
observaron como Alexter contenía al lobo gris con todas sus fuerzas.

Sable mordía una de las piernas del lobo tratando de alejarlo, Alexter por su parte permanecía
aferrado al lobo con sus garras impidiendo su avance. Había llegado justo a tiempo.

Un día antes...

Alexter llegó a unas de las tantas tierras del lobo gris unos cuantos hombres se acomodaban en el
terreno cuidando, camino siendo visto había preguntado por todos lados por Renato y todos le
aseguraban que este estaba ahí, como lo esperaba nadie lo ataco cuando pregunto por él, siendo
guiado a la puerta principal entro mirando un par de mujeres de la casa que le saludaron
educadamente, camino seguro mirando todo a su alrededor, una casa con toques clásicos y adornada
por flores de todos los colores por todos lados, le golpeo de una manera abrumadora el recuerdo de
Gabriela que le gustaba hacer eso en casa.

—No pensé que tardarías tanto — la voz de Renato bajando las escaleras le hizo girarse hacia él.

—Sigues siendo tan peculiar Renato, ¿Dónde está Gabriela? — dijo Alexter sin esperar.

— Y tú sigues siendo tan arrebatado... — contestó el otro «He esperado tanto este momento Alexter,
el poder vengar lo que le hiciste a mi hermana» gruño
— ¿Lo que le hice?, tú vives en tierras de quien le hizo eso a Gabriela, de que me hablas, tú le
abandonaste, la dejaste sola y ella tuvo que vivir sin ti, y ahora te haces el hermano indignado... la
alejaste de mí, quien ella amaba — gruño Alexter.

—Tú no te merecías el amor de mi hermana, jamás estuve de acuerdo con esa boda tan apresurada,
porque al final tu no la amabas como ella se lo merecía crees que no me daba cuenta, la hacías aún
lado, primero anteponías a la manada y ella tenía que aguantar — gruño y maldijo Renato.

—No lo volveré a decir... ¿Dónde está Gabriela? — Alexter se impacientaba y no deseaba perder más
el tiempo.

—Primero deberás pasar sobre mí — reto el lobo sacando sus garras.

Alexter se abalanzó sobre el golpeando contra la pared de Renato salió un quejido lastimero por el
impacto, Alexter volvió a rematar empujándolo, el lobo busco clavar sus garras, pero él fue más ágil,
esquivo el golpe, Renato jamás fue un hombre lobo de pelea sabia de estrategias de como planear un
ataque, pero un enfrentamiento cuerpo a cuerpo nunca fue su mayor logro, Alexter no tardo en
dominarlo, lo dejo en el suelo... sus intenciones no eran de matarle, con velocidad busco en las
habitaciones de la casa hasta toparse con una llena de flores, entró a ella.

Alexter observaba todo a su alrededor miraba como a detalle era adornada de manera clásica como
a Gabriela le gustaba, miro cerca del balcón dio con la imagen de una mujer de cabello rubios
sentada en uno de los sillones, camino indeciso....

—Gabriela... — pronuncio, pero no obtuvo respuesta, se paró frente de ella contuvo la respiración y
un par de lágrimas se derramaron de sus ojos.

— ¡Aléjate de ella! — grito Renato entrando a la habitación con el cuerpo dolido.

— Debería de matarte por lo que has hecho — dijo Alexter secamente «Como te has atrevido a
mantenerla así, ella está muerta... » Hincándose frente a ella, acaricio su rostro mirando sus ojos
perdidos y faltos de vida, la máquina que se acomodaba a lado de ella con ligero sonido ayudándole
a respirar.
— ¡Ella no está muerta! — el lobo grito, quiso golpear a Alexter, pero este fue más rápido, clavo una
de sus garras en el pecho de Renato, el rubio cayo en el suelo aferrándose a su pecho, Alexter le
miraba con desprecio, este no podía incorporarse una vez más, había sido demasiado el daño que le
realizo antes. Alexter volvió a acomodarse frente a ella, mirándola fijamente...

—Perdóname Gabriela, perdona todo el daño que tu amor por mi te causo, lamento tanto tu
perdida... necesitaba encontrarte, para aceptarte lo que tu sentías... perdóname porque ahora sé que
te quise más nunca te amé como lo merecías... me aferre a ti sin saber que solo era para cumplirle a
todos, para ser el alfa que todos merecían, al perderte perdí esa parte segura y sentí miedo, me
acobardé y permití a la bestia dominar, me sentí maldito, sentí que merecía morir y estar a tu lado
para pagarte todo lo que tu hiciste por mí, pero ese día la mire a ella y no a ti, creí firmemente que
no merecía ser feliz si tu no lo fuiste a mi lado.... Pero llego ella dándole sentido a todo, como
siempre temiste mi corazón siempre se mantuvo esperando... nunca te entendía cuando me decías...
¿Alexter esa promesa que hiciste años atrás aún sigue en ti?... ahora puedo contestarte... sí Gabriela
esa promesa aún vive en mi más fuerte que nunca... perdóname, al final siempre fue verdad, un alfa
enamorado una vez, nunca vuelve a enamorarse... y yo me enamore de ella desde tiempo atrás...—
tomo la base de la máquina que se conectaba a ella arrancándola

— ¡NOOOOOOO! Gabriela no, hermana.... No me la quites... ella, perdóname por favor, perdóname
por dejarte sola — Renato hablaba con dolor.

Alexter tomo el cuerpo de Gabriela entre sus brazos, la regresaría a donde pertenece, le daría el
honor que siempre mereció, regresaría a casa.

—Tú... debes ser el primero en morir — gruño el lobo gris, rompiendo el agarre de Alexter y
lanzando lejos a Sable que se puso de pie rápido.
—Madeleine, María... corran a la casa ahora — ordenó Alexter mirando a ambas, pero deteniéndose
en los ojos de Madeleine que lo miraban con tristeza «Por favor...»

—Vamos Madeleine, ponte de pie... —dijo María jalándola, pero ella no cedía.

El lobo gris se abalanzó sobre a Alexter y este respondió los golpes con sus garras, Madeleine no se
fue, su temor porque Alexter fuera herido la dejaba ahí, aunque María insistía... esta opto por correr
en búsqueda de ayuda, la pelea cada vez que avanzaba se volvía más sangrienta y desoladora, de un
movimiento el lobo gris rasgo el pecho del menor sacando de él un grito que altero a Madeleine,
quiso correr hacia él pero Sable se interpuso.

— ¡Alexter! — grito Madeleine

—Madeleine corre a la casa... — ordenó, pero no logro nada.

El lobo gris volvió a correr buscando encajar sus garras, Alexter se movió esquivándolo clavando las
suyas en su espalda haciéndole gruñir de dolor al monstruo que como avanzaba se envolvía más en
su veneno en su odio desbocándose contra Alexter, sable vio una oportunidad y mordió al lobo en
una de sus manos que sacudió con fuerza soltándose, pero sable logro rasgarle con sus colmillos.
Alexter enterró más sus garras, el lobo gris logro soltarse aventándolo lejos. Quedando él cerca del
árbol destruido, Alexter aturdió por el movimiento y las sangre que corría por su pecho tardó en
reaccionar la vista se nublaba, podía escuchar a lo lejos los gritos de Sebastián que se apresuraba al
lugar donde ellos estaban.

El lobo gris arranco uno de los restos del árbol que formaba una estaca pequeña, la tomo con fuerza
empuñándola en su mano derecha, con toda la decisión de atravesar con ella a Alexter, tomo
velocidad, el menor se puso de pie recargándose a uno de los arboles aun mirando con dificultad el
cuerpo del otro acercándose y los gritos de Madeleine sin parar. Cuando logro aclarar la vista... miro
en cámara lenta la peor imagen, Madeleine protegiendo su cuerpo con el de ella y el lobo gris
clavando en su delicado cuerpo le estaca. Poco a poco el cuerpo de ella caía al frio suelo, algo en
Alexter exploto, se abalanzó sobre el lobo gris empujándolo con toda su fuerza contra el árbol
destruido clavándolo con fuerza en una de las raíces más prominentes, le golpeo desenfrenado y de
un movimiento.

Regreso su vista a donde el cuerpo de Madeleine permanecía tendido, Sebastián y sus hombres
aparecieron mirando el paisaje desolador, María y Valentina gritaban sin parar, el menor las
sostenía a ambas. Alexter corrió a ella, la levanto con cuidado para no lastimarla, Madeleine abrió
sus ojos mirándolo fijamente.
— Todo termino Alexter... — dijo con dificultad.

—No Madeleine, tienes que luchar... tienes que vivir para estar a mi lado.... — acaricio su rostro, uno
de los hombres corrió en búsqueda del doctor de la manada, en ese momento podían todos
arrepentirse de no vivir cerca de un hospital, pero las cosas eran así, un humano nunca había salido
lastimado en esas tierras y nunca pensaron que pasaría.

—Volviste...

—Siempre.... Madeleine... siempre volveré a ti, mi corazón solo te pertenece a ti... siempre ha sido
así — dijo Alexter llorando amargamente.

—Ahora sé que siempre te he amado; Alexter....tengo frio....... — las lágrimas corrían de sus ojos que
abandonaban la realidad, Alexter se aferró a ella, miro la estaca que permanecía en Madeleine.

—No te permitiré que me dejes, entendiste... eso nunca pasara.... — ordenó Alexter aferrado a ella,
cerro sus ojos... la imagen de su madre llego a él.

—Mamá ¿el amor es tan fuerte como dicen?


—Sí, Alexter el amor tiene un poder incomparable, puede soportar lo que sea....

—Cuéntame la historia mama... anda.

—Desde años inimaginables a los hombres lobos les ha seguido una leyenda, cuentan una historia de
amor tan fuerte y única que pudo más que la propia muerte, un alfa enamorado arrebato a su amada
de los brazos de la muerte, ella al ser mal herida en una batalla; abandonaba la vida, este envuelto
por el miedo de perderle opto por morderla para traerla a la vida dándole un poco de su poder,
pero... eso también tenía una consecuencia... podía morir de igual forma porque la mordida es algo
no permitido entre nosotros porque nadie puede soportarle... el consejo lo prohibió años atrás
porque en vez de salvar vida acababa con ella... principalmente de los amores conformados por
lobos y humanos.

—¿Tú que crees mamá?...

—Yo creo en el amor puro... yo creo en la leyenda de que un alfa enamorado puede salvar a quien
ama...

Alexter abrió sus ojos, se acomodó mirando fijamente a Madeleine que poco a poco perdida su color
cálido llenándose de uno violáceo en sus labios... sin pensarlo la tomo con delicadeza acomodando su
cuello cerca de sus labios....
—No dejare que mueras Madeleine...

Con todos como espectadores este mordió el cuello de Madeleine... María le miraba sorprendía por
el atrevimiento, todos no podían creer lo que este hacia... pero Alexter lo hizo por amor, por ese
amor puro que sentía por ella... unas cuantas lagrimas corrían por sus mejillas al sentir el sabor de
la sangre de Madeleine. Tomo la estaca con fuerza y la jalo sacándola.

Se alejó de ella para verla de nuevo, ella boqueaba con dificultad buscando alcanzar un poco de aire,
cerro sus ojos... para abrirlos de repente con un tono de color amarillo en ellos... pero después
simplemente se apagó llevándose con ello a Madeleine...

El doctor llego corriendo, Sebastián alejó a Alexter que se aferraba a ella, el mayor miraba como
este intentaba reanimarla y como la alejaban de él, el dolor que le partía el alma no tenía
comparacion con nada más....

— ¡MADELEINE! — el grito desgarrador de Alexter retumbo en todo el bosque...

Un alfa enamorado una vez, nunca más vuelve a enamorarse...

Un alfa enamorado y correspondido... puede con el mismo infierno...


Un alfa enamorado sin amor... es un alfa perdido...

Un alfa enamorado.... con el corazón roto, jamás olvidara a quien ama...

Será consumido por el dolor y perderá la vida buscando encontrarse con quien ama...

Epílogo

Alexter corría como de costumbre entre los arboles de regreso a la casa principal, desde ese día las
cosas no eran igual necesitaba estar al pendiente de las tierras de la manada ahuyentando posibles
enemigos, ya no se llevaría las cosas con calma no dejaba que nada se le pasara ni por error, jamás
se perdonaría lo que paso ese día ni en un millón de años lo superaría, la noche daba paso al
amanecer; ya han transcurrido exactamente un poco más de doce meses, la manada Itreque ha
trabajado duro en salir adelante. Se detuvo cerca de uno de los inmensos árboles que adornaban el
paisaje, pero este tenía sus raíces prominentes, se sentó en ellas mirando fijamente las flores
apiladas una sobre otras como regalo de la manada.

—Este siempre será tu lugar, tu perteneces aquí — dijo en voz alta, miró al cielo que se teñía de
naranja y del azul característico; antes de seguir su paso limpio una lagrima que corría por su
mejilla, se había prometido no volver a llorar...

Pasaron unos cuantos minutos cuando llegó a la casa principal esta que en unas horas olvidaría su
silencio llenándose de voces y de personas, Sofía y Carlos unirían sus vidas en matrimonio,
Sebastián y él apoyaron la decisión considerando a su amigo digno de su hermana, por su parte
Sebastián había aceptado ante todos su relación con Valentina meses antes que dieran la noticia de
que ella estaba embarazada, ella ahora cerca de los seis meses lucia radiante, Sebastián no podía
ocultar su felicidad, aunque expresarse seguía siendo nada fácil para él.

Por su parte Maximiliano y Adrián se mantenían en contacto; de su madre y hermana o sabían nada,
cuando regresaron a la casa ellas habían desaparecido. Contrariados por la actitud de ambas
emplearon todo ese tiempo en buscarlas, pero parecía como si la tierra las hubiera tragado al igual
que el cuerpo del lobo gris, sin rastro de los tres ninguno bajaba la guardia.

Alexter entro a la casa notando que aun todos dormían subió hasta su habitación dispuesto a tomar
un baño, sin hacer mucho ruido regreso a su cama tomando un pequeño momento para descansar,
desde ese día no dormía... permanecía angustiado he inquieto. Su hermano llegaría en unas horas
con algunos suministros que necesitaba en la casa principalmente para la cocina. Decidió descansar
para sentirse repuesto y listo para ese día agotador.

El toque insistente de su puerta lo hizo abrir sus ojos molesto, él juraba que escasamente había
cerrado sus ojos unos minutos.

— ¿Qué pasa? — abrió molesto la puerta.

—Alexter que pretendes todos ya están listos para la ceremonia y tú ni tus luces, vístete ya — ordenó
María, miró el reloj dándose cuenta que así era, esos minutos habían sido horas unas largas horas.

—Pero que... ¿ya llego Sebastián? — dijo de prisa

—Sí, desde hace rato — contestó María

— ¿Dónde está? — volvió a preguntar, ella sabía lo que él quería, pero no tenía tiempo.

—Como estamos todos ¨ocupados¨, no como tú que te duermes, anda alístate Sofía está desesperada
— ordenó sin salir de la habitación.

Alexter al ver que María no lo dejaría en paz obedeció a regañadientes, después de alistarse de prisa
y sintiéndose que va a una carrera de velocidad sale de su habitación conducido por ella.

—María soy el alfa, te recuerdo — dijo mal humorado

—Sí, y es la boda de mi hijo — con eso mató reclamo alguno del otro.

Como era de esperarse todo estaba listo afuera, alzó su vista recorriendo uno a uno de la manada, el
grito de todos de emoción por ver a la novia no le permitió avanzar entre ellos, Sofía bajaba
imponente en un vestido blanco totalmente pegado al cuerpo enfatizando su minúscula cintura y su
cuerpo de reloj de arena, lucia hermosa y elegante con una sonrisa que opacaría a cualquier estrella.
Tan diferente a tiempo atrás pensó Alexter sonriendo de verle contenta.
El bosque fue adornado delicadamente con flores blancas en su mayoría rosas, unas cuantas luces y
velas en las mesas daba un ambiente perfecto y cálido, aprovechaban que la primavera estaba por
llegar y con ello el calor no les molestaría. Alexter suspiro melancólico ante esa imagen.

Sebastián palmeo su espalda regresándolo a la realidad, como tradición el alfa entregaría a la novia,
pero en este caso serían ambos. María les apresuro, los nervios la traicionaban, Valentina disfrutaba
de verla tan llena de vida después de tantos momentos tristes, la música sonó dando aviso que la
ceremonia debía iniciar ya, ambos se colocaron en su posición a cada extremo de ella, caminaron por
el pasillo formado de rosas y velas... el sol estaba por perderse en el horizonte, todos miraban
maravillados el momento, Alexter no perdía oportunidad de mirar a su alrededor pendiente de todo.

La ceremonia dio inicio y como era el alfa no podía alejarse en ningún momento; tenía que
presenciar la unión y dar su consentimiento.

—Hoy la familia Itreque está de fiesta dando inicio a un joven matrimonio que se ha formado desde
tiempo atrás, Carlos hoy tu aceptas a Sofía como tu esposa y compañera de vida, con la luna como
testigo y todo nosotros... Sofía tu aceptas a Carlos como tu compañero de vida, tu esposo y a quien
estas dispuesto a acompañar en las noches de luna llena, para recorrer a su lado el sendero de un
lobo — dijo el encargado de presidir la ceremonia, un hombre joven que pertenecía al consejo de
lobos.

La ceremonia se llevó con calma hasta el momento donde el beso fue anunciado a coro por todos,
Alexter los miró feliz por ellos, se separó solo para darles espacio para poder ser expresivos entre sí,
Carlos le miraba con respeto al final eran amigos, pero él era su alfa, él había entendido eso. Cuando
se besaron tiernamente el grito de las mujeres no pudo esperar y llenó el bosque, se sentía bien
tener esa felicidad ahora.

El mayor se apartó permitiendo ver como todos le felicitaban, Valentina no tardo en incitar a todas
las mujeres por pedir el ramo. Sofía le alzo anunciando que lo haría, todas avanzaron buscando su
lugar, ella subió una de las sillas ayudada por Carlos. Alexter comenzó a mirar fijamente entre
todas... buscando... un ligero toque en su hombro le hizo girarse.

— Debería de pasar.

—Deberías considerarlo...
— ¿Tú crees?

— ¿Por qué no me despertaste cuando regresaron? María me ataco obligándome a salir corriendo
sin oportunidad de hacer algo más — dijo el mayor.

—Necesitabas dormir Alexter.

—Te he dicho; que lo que necesito...

—Es a mí, lo sé Alexter, pero no duermes bien — dijo abrazándose al mayor.

—Me gusta contemplarte cuando duermes — acaricio su mejilla, mirando sus ojos esos que habían
dado paso a un halo de color amarillo en ellos, que le recordaban que ella era suya y de nadie más.

—¡Madeleine anda corre! — Valentina le llamaba desde donde estaba, Sofía por su parte le esperaba
también para lanzar el ramo.

—Bueno iré por él, así que prepárate — dijo sonriendo

—Espero que lo caches — dijo Alexter jalándola para besarle en los labios.

Contempló a Madeleine como sonreía acompañada de las mujeres de la manada, su recuperación


había sido tardada, ese día habían sido tantas cosas que juró sentir como le perdía, pero algo en ella
había sido más fuerte, había podido con todo... no tenía duda alguna que ella era una mujer fuerte y
el amor de su vida, que el destino y la luna los unió en vida. El ramo salió por los aires cayendo en
las manos de Valentina, Sebastián la miró contrariado, el menor rehuía al tema del matrimonio...
pero era feliz de verle a ella sonreír.

Madeleine regresó a donde Alexter permanecía observándola con determinación —No lo he


conseguido — dijo ella sonriendo

—Lo he visto — dijo tomando su mano para caminar juntos entre los arboles alejándose de todos, la
fiesta dio inicio, una ligera melodía armonizaba el movimiento de las hojas de los árboles.

— ¿A dónde vamos? — preguntó ella.

—Solo espera... en la noche recorrí el bosque, me topé con algo que me llamo la atención — dijo
sonriendo.

Caminaron adentrándose al bosque con cuidado, Madeleine miraba su mano entre lazada a la de él,
no imagino verse así... pero ahí estaba sintiéndose completa por primera vez en su vida, comenzó a
reconocer el lugar a donde Alexter le llevaba, ahí estaba, ese arbusto de rosas que él le había
regalado pensó que se había perdido con el paso del tiempo y al paso de todas esas cosas sin ella
estar al pendiente de él.

— Pensé que no existía... — lo miró melancólica, entre las espinas una rosa blanca comenzaba a
florecer.

—Deseaba que la vieras, es la primera... ha florecido como tú, después de tanto ha sido capaz de
soportar todo por vivir... — dijo mirando a Madeleine sonreír.

—Porque tú me diste la fuerza Alexter... tú me diste una vida por la cual luchar — dijo ella girándose
a él.

—Dices eso como si no te hubiera hecho sufrir — dijo agachando su rostro; Madeleine tomó su rostro
alzándolo para que le viera.

—Basta Alexter, ya hemos hablado de esto muchas veces, deja de sentirte culpable... todo ha sido mi
decisión, pude haberme ido o simplemente no venir cuando don Guillermo fue por mí, pero desde
que puse un pie aquí me sentí como si fuera mi hogar.

—Lo es, es tu hogar... nosotros somos tu familia — dijo deprisa el mayor.

—Lo sé, gracias por hacerme sentir así segura y amada — dijo ella acariciando su rostro.
—Temo... que no pueda protegerte... — aceptó amargamente.

—Si te refieres a él, ¿crees que volverla? — preguntó ella mirándolo con tristeza, al no saber del lobo
gris sus mayores temores se revivían.

—No piense en ello, mis miedos son válidos moriste en mis brazos, pero te juro Madeleine que daré
hasta mi último aliento si alguien o algo intenta volvernos a separar — dijo abrazándola con fuerza.

—Te amo Alexter...

— Te amo Madeleine... me gustaría seguir aquí a solas contigo, pero creo que debemos volver María
está muy autoritaria y siento que vendrá por nosotros en cualquier momento... — acaricio su rostro.

Retomaron el camino a donde todos permanecían alegres, miró a su hermano sonreír abrazado a
Valentina a Sofía bailar animando a Carlos a seguirle el paso, María sentada sonriendo ampliamente.

—Deberíamos bailar — dijo Madeleine sacándolo de sus pensamientos.

—Bailar, bueno tengo tiempo sin bailar, además que no está ninguna canción que yo sepa bailar —
dijo nervioso, el baile no era lo de él.

—Yo te enseñare, además que no me mate en la cocina para no disfrutar esta fiesta, el viaje con
Sebastián fue tan rápido y agotador, pensé que no llegaríamos entre directo a buscarte, pero
dormías tan a gusto que deseaba apoyarme en ti para dormir, así que Alexter me lo debes, me debes
este baile y muchos más, quedaste en ayudarme en la cocina — lo miró señalándole con el dedo.

—Todo menos bailar amor... — dijo el mayor queriendo hacerla cambiar de parecer.

—Bailar dije, ahora — lo jaló metiéndolo en donde todos bailaban alegremente, en un cambio de
música comenzó una balada que unió a todas las parejas en silencio.

—Bueno, esto sí puedo bailar — la tomó de la cintura acercándola para tener el control del
movimiento.

Madeleine se dejó guiar por él bailando cerca uno del otro sintiendo como sus cuerpos armonizaban
a la perfección, Alexter le acaricia poco a poco sintiendo su piel que tanto adora, miraba sus ojos
como un lobo mira la luna, ese sentimiento en su interior no se comparaba con ninguno más. Tenía
todo lo que deseaba frente a él, un motivo para luchar y ser el alfa de su manada. Las horas pasaron
en paz y el cansancio hizo presa a Madeleine que permanecía quieta abrazada a él.

—Creo que debemos subir ya... — dijo ella a su oído, Alexter asintió en respuesta, se permitieron
perderse de los demás que eran de carrera larga.

Avanzaban poco a poco el camino a la casa principal, Madeleine con una sonrisa en sus labios, había
ido con Sebastián no por los suministros si no por una respuesta, una que permanecía en el baño de
la habitación marcando positivo... deseaba con ansias decirle al mayor, pero aguanto los nervios y el
momento... Alexter se detuvo en las escaleras de un movimiento la subió en brazos.

—¿Porque vienes tan callada? — dijo el mayor deteniéndose en la puerta de la habitación.

—Solo pienso...

— ¿En qué piensas? — dijo depositándola en la cama al entrar a la habitación.

—La respuesta está en el baño... — señalo ella...el mayor la miro con duda, pero se separó de ella
entrando al baño.

—¡MADELEINE!...

Escucho el grito del mayor, se dejó caer en la cama mirando al techo, pensó en su padre una lagrima
le recorrió el rostro una vez más su destino había cambiado, pero ahora era más dulce que la miel,
ahora ella era feliz correspondida, podía venir una tormenta más, pero ella soportaría, lo haría como
los robles que rodeas su hogar... al final el alfa enamorado que tanto vio era su alfa enamorado y no
lo soltaría jamás, el amor le había dolido tantas veces que a pesar de ello nunca se rindió... porque
ella cree en el amor... cree en su fuerza y el fruto de ello vive dentro suyo. Cerro los ojos al sentir
como el mayor se abrazaba con fuerza pudo sentir como unas cuantas lagrimas provenientes de él le
empapan el hombro, se aferró a su espalda con ambas manos y se permitió llorar con él... un llanto
diferente uno cargado de felicidad pura y única, una que nunca creyó poder alcanzar tantas noches
perdida en la oscuridad. Como ese día que sintió como su cuerpo se llenaba de una energía nueva,
como electrificaba su cuerpo y su corazón bombeaba con fuerza, el grito de Alexter le hizo volver le
hizo aferrarse de nuevo a la vida porque ahora la luz de la luna ilumina su camino...

Nota:

Hola a todos:

Gracias por leer esta historia, les comento que son tres libros más los que siguen a esta historia:

Una flor para el alfa, completa pueden encontrarla ingresando a la saga.

El destino del lobo, que sigue a esta historia directamente, es la segunda parte de la historia de
Madeleine y Alexter, igual está completa, es una novela corta.

Los pecados del alfa, saldrá entrando el año, todo depende de la historia que estoy subiendo
actualmente, esta es directamente la segunda parte de Una flor para el alfa, pero abarcará más
manadas, algunos enemigos que están resurgiendo.

Lobizón: Ilegítimo, este libro ya está en la plataforma completa, si leen o leyeron el final de El
destino del lobo, ese nombre les sonará.

Gracias por todo el apoyo =)

Para sorteos y más cosas pueden encontrarme en Facebook e Instagram como


Rojocarmessy

Tengo grupo de Facebook puedes encontrarlo como Novelas de Carmessy Iglesias.

Final

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Fantasía
142540
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KamillNova 2254006

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