Está en la página 1de 316

Capítulo 1

LA PRESTIGIOSA CÁRCEL

«Ven. Llévame del dolor, que está oscuro y no oigo tu voz,


solo quiero respirar, que la noche me va a matar»

—¡Me niego rotundamente!

—¡Amara, vuelve aquí! —escucho el grito de mi padre detrás


de mi. Me disponía a subir las escaleras para llegar a mi
habitación y encerrarme allí el resto de la tarde.

—¡No me hables, papá, lo que haces es muy injusto!

—¡Solo son dos años! —siento que toma mi mano y me hace


girarme hacia él— Amara, es necesario que vayas. No
tenemos otra opción. Recuerda lo que te platiqué. Si no vas
entonces ella... —cierra los ojos por un segundo—, quiero
que estes siempre conmigo.

—Es que no me quiero separar de ti —musité muy a lo


bajo— ni me quiero ir de mi hogar. Nunca he ido a America.

—Lo sé —me encamina de nuevo hacia la sala principal—


piensa que esto es una oportunidad para probar tu valentía.
—¿Mi valentía? —fruncí el ceño.

—Así es. Viajar sola, ser independiente. En Ellite College


vivirás con otras chicas así que no estarás del todo sola.
Creo que si superas esto eres capaz de todo entonces.
Piénsalo.

—Pero las clases están por empezar.

—Lo sé. Es por eso que te digo que lo pienses solo esta
noche. El vuelo sale mañana por la tarde —me besa la sien—
sé que tomarás la respuesta correcta. Eres una buena niña.

Buena niña.

Papá no me conocía tan bien que digamos.

—Pero, papá...

—Nada de pero. Ahora me tengo que ir porque tengo una


reunión muy importante. Espero tu respuesta en la noche —
se despide de mi— je t'aime ma fille.

—Je t'aime papa —le respondí. Papá me da una última


sonrisa y sale de la casa. Dejo salir el aire que tenía
contenido y me dejo caer en el sofá. Sé que papá hace todo
esto para que yo esté bien, para protegerme y no quiero
decepcionarlo, se ha encargado de mi desde que nací y
siempre me he ocupado en no darle tantas preocupaciones.
Más de las que tiene. Pero no me quiero ir. No quiero dejar a
mis amigos y menos al chico que me gusta.

Pensando en el chico que me gusta...

Saqué mi celular en el momento en que empiezan a llegar


notificaciones. Son muchas.

Wow.

Abro la aplicación de Facebook al notar que son


notificaciones de esa App, supongo que una de mis amigas
me habrá etiquetado en alguna foto. Reviso y noto que fue
Jean Paul, el chico que me gusta. Me reincorporo en el sofá
mientras abro la foto.

Me quedo helada. Estática en el mismo lugar. Siento que en


ese momento todo se detiene a mi alrededor. Escucho lejos
los ruidos de cualquier lugar. Mi corazón empieza a latir a mil
por hora mientras mis manos empiezan a temblar. No podía
creer lo que veían mis ojos.

No puede ser.
No puede ser.

No puede ser.

—No —musité— por favor, no.... —me puse de pie y me llevé


una mano al pecho. Habían tres fotos mías que Jean Paul
había subido burlándose de mi. Eran fotos mías sin ropa,
fotos mías que ayer le había confiado. Fotos mías que se
supone que solo quedarían entre él y yo. Habían miles de
comentarios y miles de reacciones, tenía más de 5 mil me
gusta y más de 7 mil comentarios.

Mis fotos.

Mi cuerpo.

Mi reputación.

Me salí de Facebook y me metí al WhatsApp, busqué el


contacto de Jean Paul y presioné en llamar. Repicaba y
repicaba pero no contestaba. Me sentía furiosa, me sentía
enojada, me sentía sucia. La persona en que confiaba me
había traicionado de la peor manera y ahora todos mis
compañeros de clases conocían mi cuerpo. Unas lágrimas
empezaron a salir de mis ojos pero las limpié de inmediato.
¿Cómo pude ser tan tonta?

—Comment tu vas mon amour? —contestó.

—¡Mira, pedazo de imbecil! Vas a borrar esas fotos ahora


mismo o si no...

—¿O si no qué, Amara? —me cuestionó con ese tono francés


que tenían todos aquí.

—¡O si no los abogados de mi padre se encargarán de


llevarte a juicio y juro que te vas a acordar de mi por el resto
de tu miserable vida! —me sentía tan enojada y me sentía
estupida por haber caído en la trampa. Sabía que si enviaba
esas fotos podía pasar algo pero Jean Paul supo
convencerme. Pero era la última vez que un hombre jugaba
conmigo.

—Querida, estuviste de acuerdo en enviarme esas fotos. Yo


no te obligué. Puedo decir que hackearon mi celular y
subieron las fotos sin mi consentimiento. Ya no hagas
drama, mi amor, sales espectacular en las fotos. Lee los
comentarios, todos quieren contigo ahora.

—¡Eres un...! —jadeé. No leería los comentarios porque


sabía que los hombres decían toda clase de vulgaridades y
las mujeres me quemaban.

—Nos vemos el lunes en clases, Amara, Adieu —y colgó.

—¡Imbecil! —tiré el celular en el sofá mientras contenía las


lágrimas. El celular sonaba y sonaba de tantas notificaciones
que llegaban. No quería ni pensar qué pasaría si papá veía
esas fotos. No quería ni salir de mi casa porque todos me
señalarían y me juzgarían. Mi papá se decepcionaría mucho
de mi.

Me puse de rodillas y lloré.

Dios, cómo pudo hacer eso?

Es una zorra. No tiene vergüenza.

Sus padres saben de esto?

Muero por verla en el colegio.

Esta buena, la necesito en mi cama esta noche.


Me encontraba en mi cuarto leyendo los comentarios de mis
fotos. Jean Paul ni siquiera las borró. Estaba hecha un mar
de lágrimas. La luz era tenua así que mis ojos hinchados y
rojos no se notaban por si venía mi padre que no tardaba en
llegar. Mi labio inferior no dejaba de temblar. Sentía rabia. Y
tristeza.

La puerta fue tocada dos veces así que supuse que era mi
padre.

—Pasa —me aclaré la voz y apagué el celular.

¿Y si ya vio las fotos?

Una punzada de miedo invadió mi pecho.

Papá entra a mi habitación y se sienta en mi cama.

—¿Pensaste lo de hoy? —me pregunta. Parece tranquilo, un


poco cansado pero nada fuera de lo normal.

Eso me tranquilizó un poco.

—Sí. Lo pensé.

—¿Y?
—Iré a ese colegio. Será bueno alejarme un buen tiempo de
aquí.

—Querida, eso me consuela. Al menos estaré tranquilo.


Prometo que te visitaré en las vacaciones o bien puedes
venir aquí. Pero saldremos de esto juntos —se acerca a mi y
me da un pequeño abrazo— ¿estás bien?

—Sí, —mentí— solo estoy un poco nerviosa por mañana.

—Tranquila. Eres muy valiente y sabrás defenderte sola.


Deberías empacar tus cosas y dejar todo arreglado aquí. Y
descansa. Mañana te espera un día agotado.

—Gracias, papá. No te decepcionaré.

—Yo sé que no —me guiña un ojo y sale de mi habitación.

Sí lo decepcioné. Y de la peor manera.

A la mañana siguiente tenía todo listo, me despedí de las


muchachas del aseo, me despedí de algunos amigos de papá
que vinieron a verme antes de irme y me despedí de mi
amiga Corinne, fue la única que me habló para decirme lo
patan y estupido que había sido Jean Paul. También me dijo
que no quería que me fuera y que me prometía que ella se
encargaría de vengarme.

Pero no podía resistir estar más aquí. Y menos llegar este


año al colegio y dejar que todos me señalen y se burlen de
mi. Necesitaba huir. Y eso era lo que estaba haciendo. Papá
me llevó al aeropuerto. Será difícil estar sin él, estábamos
muy acostumbrados a estar juntos y apoyarnos mutuamente.

—Bon voyage —me dijo mientras me abrazaba.

Me separé de él.

—Je te parle quand j'arrive —le dije.

—J'attendrai ton appel —me respondió.

Dios, lo extrañaría tanto.

—Adieu —me giré y me encaminé lejos de él. Me esperaban


muchas horas de vuelo. Horas en las que intentaré
tranquilizarme. Aunque al colegio que voy es un internado,
servirá para no salir un buen rato de allí. Del aula de clases a
mi habitación. No tenía ganas de interactuar con nadie. Solo
esperaba que este año sea tranquilo y me venga algo de paz.
Estaré muy lejos de Francia y muy lejos de las fotos que
causaron polémica.

O eso era lo que esperaba.

Cuando el avión aterriza en tierra americana, salgo y voy por


mis maletas. Hago todos los trámites para salir de allí súper
rápido y poder llegar a la cárcel llamada escuela. Afuera hay
un auto esperándome como me había dicho mi padre. El
chofer era un hombre joven, bastante atractivo la verdad,
tenía un papel en su mano en el que decía Amarantha
Chevallier.

—Soy Amarantha —le dije.

—Mucho gusto, soy Francisco y la llevaré al colegio.


Permítame sus maletas —el chico tomó las maletas y las
metió en la cajuela del coche. Yo me monté en los asientos
traseros a esperarlo.

Cuando había metido todo, Francisco se monta al asiento


principal y arranca.
—¿Está muy lejos el colegio? —quise saber.

—A dos horas nada más.

—¿Dos horas? —no podía ser. Era Sábado ya, estaba


cansada y me moría de sueño.

—Sí, puede dormir mientras tanto. Se ve cansada.

—Si, gracias. Creo que eso haré. Me avisas cuando


lleguemos.

Me acomodo en los asientos dispuesta a dormir un rato


aunque sea.

—Señorita, señorita, despierte —escuchaba una voz a lo


lejos. Me removí en mi lugar, gruñendo— señorita, llegamos
—alguien me movía. Abrí los ojos lentamente, lo primero que
vi fue la cara de Francisco muy cerca.

Me exalté.

—¿Qué haces?
—Lo siento. Pero llegamos.

Me tranquilicé un poco y bostecé. Estaba cansadísima. Tenía


sueño y todavía tenía que pasar por la dirección de este
lugar. Me bajé del coche dispuesta a conocer el lugar. El sol
me golpeó la vista. Pero me quedé algo asombrada por todo
lo que tenía frente a mi. Era un lugar enorme, de tres pisos
creo. Era todo de lujo. Habían algunos chicos saliendo y
entrando de este colegio. Usaban ropa normal, papá me
había dicho que tendría que usar informe. Supongo que
hasta el lunes que empiecen las clases.

Lo que me sorprendió es que estábamos rodeados de


bosque. Al parecer era un lugar un poco alejado de la ciudad
y eso me pareció un poco extraño.

—Señorita Chevalier, la estábamos esperando —un señor


mayor se acerca a mi. Usa traje y lentes.

—¿Y usted es...? —quise saber.

—Soy el director de esta prestigiosa institución. Su padre


personalmente me pidió que la recibiera y la llevara a su
habitación para que se instale. —explicó— lleven las maletas
de la señorita —les dice a dos señores de seguridad—
sígame, por favor.
Empezamos a caminar dentro de la institución.

—Como verá, esta es una de las más prestigiosas


instituciones del país por lo tanto hay ciertas reglas que
tenemos que cumplir —me va diciendo. Habían algunos
chicos a nuestros alrededores, platicando— está prohibido
salir en días de semana sin permiso y solo se le dará
permiso si es una emergencia —subimos unas escaleras—
los fines de semana los tienen libre. Es obligatorio el
uniforme. Por cierto, he dejado sus uniformes en el cuarto.
Compartirá habitación con otras tres chicas. El cuarto es
bastante grande así que no tendrán problema. También he
dejado su horario de clases en su cama. Tendrá su propio
locker el cual ya tiene su nombre y en donde me encargué
personalmente de dejar sus libros.

—Pues gracias, qué amable —dije con sorna. Este director


me parecía muy raro, es decir, sé que me daba este trato por
ser hija de mi padre pues. A veces eso me resultaba tan
incomodo.

—De nada. Es algo que hago por todos mis alumnos —sonríe
algo fingido.

Dos chicos pasaron frente a nosostros discutiendo.


—¡Clayton, Tanner, dejen de pelear como niños chiquitos y
póngase a limpiar los baños! —les grita con otro tono más
grotesco.

Los chicos fingieron que no peleaban y se alejaron de


nosotros.

—Como le decía, este colegio se destaca por comprender a


los alumnos y por ayudarlos con mucha paciencia a que
dejen de ser rebeldes y que puedan ser personas de bien.
Aunque creo que con usted no tendré problema —me dice.

Por ahora.

Nos detenemos frente a una puerta.

—Bueno, aquí está su habitación. La dejaré que se instale y


después le enviaré a una alumna para que le de un recorrido
por el colegio. ¿Tiene alguna duda?

—No. Estoy bien. Gracias, señor director.

Los dos hombres terminaron de meter mis maletas al cuarto


y se fueron.
—Pase buenas tardes —me da una última sonrisa y se va.

Rodé los ojos y me adentré al cuarto. Al fin se había ido. Qué


insoportable. Me pareció un poco hipócrita más bien. El
cuarto era grande como había dicho y habían cuatro camas.
No estaba tan mal. El final de la habitación había una
ventana enorme. Una ventana que daba al bosque. Me
acerqué a ella y me deleité con el. Se miraba lindo. Desearía
salir y dar un paseo por allí.

En el momento en que me iba a girar para desempacar, noté


una figura moverse entre los arbustos. Agudicé mi vista para
intentar descifrar qué era, pero lo único que pude notar fue
algo fugaz. Era un animal obviamente.

¿Hay animales salvajes aquí?

Y están cerca de las instalaciones del colegio.

Por Dios, han de ser lobos salvajes o osos enormes.

¿Qué clase de seguridad hay aquí?

No puede ser.
Capítulo 2
DECLARANDO LA GUERRA

—¡Bon dia, gente! —una chica entra al cuarto con una


sonrisa en su cara. Trae una maleta color verde junto con
una mochila.

—Hola —le digo. Estaba sentada en mi cama viendo alguna


revista. Me estaba muriendo del aburrimiento aquí.

—Oi —saluda.

—¿Eres... de Brasil? —quise adivinar. Hablaba portugués así


que dudé si era de Brasil o Portugal.

—Si, lo siento —se disculpa tomando la cama junto a la


puerta— Me llamo Flavia y olvidé que aquí no hablan mi
idioma —empieza a desempacar.

—Soy Amarantha. Y soy de Francia —me presenté.

—Francia —se queda pensativa— ¿Has ido a la torre Eiffel?


—me pregunta con curiosidad.

—Si, muchas veces.


Mi padre y yo íbamos a pasar navidad y año nuevo con mis
abuelos en Paris y siempre íbamos a la torre Eiffel, nos
tomábamos fotos etc. Era uno de mis lugares favoritos. La
ciudad del amor.

—Wow es increíble. Siempre he querido ir a Paris a la torre


Eiffel —suspira.

Flavia era tez blanca, cabello rojizo y tenía varias pecas en


su cara. Era muy bonita a decir verdad. Me sentí insuficiente
a su lado.

—Algun día lo harás.

—Este lugar está más o menos bien. Mis padres decidieron


enviarme aquí porque dicen que será algo mejor para mi
futuro y bla bla bla —Flavia roda los ojos mientras guarda su
maleta abajo de la cama. —¿Qué hay de ti?

Me tensé al tener que explicar el por qué vine aquí. No le


diría que el chico que me gusta publicó fotos de mi desnuda
en redes sociales.

—Mi padre también quiere un mejor futuro para mi —


miento.
—Así son los padres —dice yendo y viniendo del ropero.
Estaba guardando su ropa. La mía la había guardado hace
unas horas. —¿Y si salimos de aquí? Me gustaría conocer el
lugar —dice.

En eso la puerta se abre y una chica entra. Es pelo negro,


baja y usa lentes.

—Hola, soy Mell y el director me envió para darles un


recorrido por las instalaciones —dice.

—Genial —me puse de pie—Me moría del aburrimiento.

—Justo a eso íbamos —se une Flavia.

Salimos de los dormitorios mientras Mell empezaba a


decirnos un tema aburrido sobre cómo se originó este
colegio y por todo el prestigio que ha pasado. Miraba a
Flavia poner cara de aburrimiento y yo estaba igual.

—Aquí los chicos juegan hockey sobre hielo.

Estábamos pasando por un enorme campo de hockey que


estaba cubierto sobre hielo tal y como Mell lo dijo. Wow,
tenían su propio campo de hocke sobre hielo y además que
habían barandas alrededor. De seguro hacen algunos
partidos. Que cool.

—Súper. ¿Recibiremos clases de eso? —inquiere Flavia.

—No, en realidad es como un deporte más para varones. Es


algo así como un pasatiempo. Claro, hay torneos en los que
participan varios colegios. Las chicas también juegan con los
chicos. Pero solo a veces.

—Me gustaría probar —le digo. Me llamaba la atención


ponerme patines y patinar allí. Fue una sensación nueva. Es
como si el campo me llamara.

—Tendrías que hablar con el capitán del equipo. Y no creo


que te deje entrar. Su grupo está completo y Gina es un
poco... complicada.

—¿Quien es Gina? ¿La capitana?—quise saber.

—No. Es prima del capitán del equipo. El Capitan del equipo


es Elder William. Y es...

—Mell, a ti te estaba buscando. Ven, necesito que me hagas


este trabajo urgente —llega un chico con aires de grandeza y
me pasa empujando para llegar donde Mell.
—¿Por qué no te fijas? —espeté— Dios, en este colegio
deberían enseñar modales.

El chico me daba la espalda. Era mucho más alto que yo y


usaba una chaqueta de cuero. Flavia y Mell se quedaron
calladas justo en el momento en que el chico se dio la vuelta
hacia mi. Parecía que no le hizo nada de gracia que lo haya
ofendido.

Jesus, qué guapo es. Tenía el cabello negro despeinado, era


tez blanca y era muy lindo.

—¿Y tu quien eres? —se rió.

¿Le hacía gracia?

—Soy Amara —me crucé de brazos— A quien pasaste


empujando hace unos segundos.

—Amara —juega con mi nombre— Seguro eres nueva. Es


comprensible —dice— Mell, ¿acaso no le dijiste las reglas?
—le pregunta a la chica sin quitar su vista de mi.

—No tuve tiempo. Amara, él es Elder William—responde Mell


en un tono más tímido.
—Yo me encargaré de ti —me dice Elder acercándose
peligrosamente a mi— Primera regla: no me hables porque
no somos iguales. Segunda regla: el que manda en este
colegio soy yo. No ese inepto que tenemos de director. Yo. Y
tercera regla: en este colegio se hace lo que yo diga. Así que
vete con cuidado, Amara, sino quieres vivir en un infierno.
Haré como que lo que me dijiste no sucedió. Por ser nueva
—me guiña un ojo.

Me reí en su cara.

—Por Dios, ¿quien te abandonó de pequeño? ¿Por qué


tienes esos aires de dios si no eres más que un simple chico
común y corriente? Así como tú tienes tus reglas, yo tengo
las mías—lo enfrenté, mirándolo a los ojos y retándolo.
Dandole a entender que conmigo nadie podía. Juré que
ningún hombre me humillaría jamás— Primera regla: yo le
hablo a quien se me da la gana porque quiero y porque
puedo. Segunda regla: no obedezco órdenes ni de ti ni del
inepto a quien tenemos como director. Y tercera y última
regla: en este colegio todos pueden hacer lo que tú digas
pero yo no. A mi no me mandas. Mejor ve y manda a los
perros de tu casa, Eider —le sonreí maliciosa para después
tirarle un pequeño beso en el aire. —¿Nos vamos, chicas? —
pasé a su lado y me encaminé por los pasillos con las chicas.
A pesar de que había enfrentado a ese chico me sentía un
poco nerviosa.

—¡Amara! ¿Que hiciste? —me dice Mell cuando giramos


hacia otro pasillo.

Elder se quedó sin decir nada.

—Eso fue genial, me encantó —Flavia aplaude orgullosa.

—Solo hice lo que sentí que tenía que hacer.

—Pero retaste a Elder William, ¿no sabes lo que significa? —


Mell estaba pálida.

—No. No le tengo miedo a ese tipo —suspiré aliviada.

—Así como es de mandón y grotesco es guapo y sexy, ¿o me


lo vas a negar? —me molesta Flavia.

—He conocido mejores —apresuramos el paso— ¿que nos


vas a enseñar ahora? —le pregunto a Mell.

—Estoy procesando lo que acaba de pasar —me dice.

Flavia y yo reímos un poco.


Elder William no me va a intimidar, a pesar de saber que
quizás se vengará de mi yo estaré muy atenta y preparada.
No sé por qué sentía que le había declarado la guerra al
diablo.

Capítulo 3
SU MIRADA OSCURA ME PENETRA

Cuando iba caminando por las enormes instalaciones de


este colegio, no me había percatado de que me había
perdido en realidad. Mell y Flavia se habían quedado en la
cafetería pidiendo algo para comer, Flavia me había dicho
que desde que vino no había comido nada y que se moría de
hambre. Yo no tenía nada de hambre justo ahora, lo que
quería era distraerme un poco para dejar de pensar en todo
lo sucedido en Francia.

A todo esto ¿en donde estoy? Venía tan sumida en mis


pensamientos por estos pasillos que no me percaté del
camino. Genial. Lo único que me faltaba. No sé exactamente
en donde estaba, pero habían unas escaleras para bajar a
algún lado, una especie de sótano quizás. En la puerta decía
exit, así que supuse que tenía que haber una salida por ahí.

A pesar de que estaba muy oscuro me adentré, era todo


como de miedo. No le puse importancia y seguí bajando.
Desde hace mucho que no me asustaban muchas cosas. El
lugar era como una especie de bodega, habían algunas
estanterías de libros llenos de polvo y varias puertas. Había
una enorme puerta que me llamó la atención. Decía excit.
Pero esta vez con c lo cual me pareció raro porque estaba
muy mal escrito. La curiosidad pudo más que conmigo
porque decidí ir.

La puerta estaba cerrada con llave.

Genial.

Me di por vencida y decidí irme por el mismo lugar por el que


vine porque definitivamente aquí no encontraría nada. Sin
embargo, escuché cosas que me dejaron quedarme quieta
en el mismo lugar.

Gemidos.

Me puse en alerta y volteé para varios lados, ¿de donde


venía ese sonido?

—¡Ah! —escuché de repente. Parece que venía de una de las


puertas. Avancé a una puerta que estaba al otro extremo de
la otra silenciosamente. —Si, Elder, por favor —gemía.
Me tensé al escuchar el nombre del tipo ese.

Me debatí en si asomarme o no asomarme. Me decidí por lo


primero porque la verdad necesitaba ver que estaba pasando
allí dentro. Tomé el pomo de la puerta y la abrí con cuidado.
Solo la medio abrí para poder ver desde una hendidura.

Por Dios.

Lo que vi: un cuarto rojo, una jaula en medio y dentro de ella


estaban dos cuerpos teniendo relaciones.

Elder y otra chica. Estaban completamente desnudos. Elder


estaba encima de ella mientras ella gemía de placer. Creo
que la pupila se me agrandó. ¿Por qué están en una jaula?
Elder era muy salvaje con ella.

Tapé mi boca cuando el chico le dio una cachetada.

¡Dios! Este lugar es... no tengo palabras para describirlo.

Y entonces pasó: Elder voltea y me mira. Pero no me muevo


y me quedo allí. ¿Por qué no me muevo joder? Será porque
Elder tampoco se inmutó de verme, sino que sonrió de lado
mientras penetraba a la chica. Sus ojos eran oscuros y ellos
transmitían placer, dominio, excitacion, control y oscuridad.
Sus ojos hacían que los míos no se despegaran de ellos, ni
siquiera un parpadeo. Era como si me imnotizaran.

Elder parpadeó y yo salí de mi trance. Supe entonces lo que


estaba pasando. Supe que tenía que irme de allí. Cerré la
puerta y salí corriendo escaleras arriba.

Tremenda imagen que tenía en mi mente ahora.

Cuando entro a la cafetería y busco a las chicas, me siento


un poco desorientada y shockeada. Es decir, había visto a
una mujer desnuda, enseñando sus enormes pechos y su
intimidad; y había visto también a Elder completamente
desnudo, viendo cómo su miembro salía y entraba del de la
chica. Además de que Elder me vio y en vez de decirme algo
o taparse se quedó allí, viéndome, retándome. Fue todo tan
extraño y tan raro que no se qué pensar.

—¡Amara! —Flavia eleva la mano desde el otro lado de la


cafetería y me hace señas para que vaya. El lugar estaba
medio vacío. Me acerco a ellas y me siento—¿que te pasa?
Parece que viste a un fantasma —me dice.
Mell me escanea.

—Es solo que... me perdí y me preocupé un poco.

—¿En que parte te perdiste? —me pregunta Flavia.

—No lo sé, era un lugar muy raro —miro a la mesera— ¿me


traes un té de manzanilla por favor?

—Claro —y se va.

—¿Te de manzanilla? —inquiere Mell— ¿pues qué viste? —


inquiere un poco nerviosa.

¿Por qué está nerviosa?

Vi a Elder William teniendo sexo.

—Como les dije, entre un poco en pánico al no encontrar la


salida y así. Pero ya estoy más tranquila —medio sonreí para
que dejaran de preguntar— ¿el lunes empiezan las clases?
—le pregunto para cambiar de tema.

—Así es. Espero estén listas ya —comenta.

—Como sea, es como un colegio normal.


—Bueno, —murmura Mell— como es fin de semana solo
esta una pequeña parte de alumnos en el colegio. Son
demasiado los que están en realidad aquí. Lo que pasa es
que la mayoría está de viaje o en sus casa. Pero por lo
general vienen mañana domingo o el lunes. No los han
conocido a todo y no todos son amables.

—Qué idiotez —dice Flavia.

—¿Por qué habríamos de tener miedo? Mell, lo dijiste como


con temor —la miré.

—Es solo que yo no soy tan popular aquí que digamos.

—Mell, ¿como no puedes ser tan popular aquí si el supuesto


chico más popular te habló y hasta que quería pedir un
favor? —le dice Flavia.

—Por eso —suspira— soy como su juguete. Me piden cosas


como que les haga la tarea o los cubra con alguna mentira o
que les ayude con algunas cosas etc.

—O sea que eres como su chacha —Flavia se lo dice así sin


más.
—Flavia —le hago una mueca para que tenga un poco más
de tacto.

—No, está bien. Es la verdad —se encoge de hombros.

—¿Qué crees que te pediría el idiota de Elder? —quise


saber.

Tenía curiosidad sobre ese chico. No en plan de gustarme ni


nada de eso, solo que sentí una vibra extraña con el. Una
vibra que jamás en mi vida había sentido con nadie. Siento
que ese chico oculta algo. Y algo muy peligroso.

—Suele pedirme que lo cubra en los almacenes cuando


quiere estar con una chica. Ya ves que cualquiera puede
entrar y ver algo... extraño —toma de su jugo.

Ah, con que era eso. Y entonces fue cuando yo lo encontré


con esa chica. Quería que Mell lo cubriera para que mirones
como yo no lo interrumpieran. Entonces ¿por qué no me
echó de inmediato cuando me vio? ¿Por qué se quedó en el
mismo lugar, haciendo lo que estaba haciendo, y
mirándome? ¿Acaso era un reto, una amenaza? No, ¿acaso
piensa que yo no soy una amenaza?

—Chicas, hoy habrá una fiesta, ¿quieren ir? —nos dice de


repente.

—Aquí está tú te —me dice la chica, poniendo la tasa de té


frente a mi.

—Gracias —le digo— ¿fiesta de que?

—Es un lugar secreto. No cualquiera puede entrar, solo los


chicos con más influencias. Pero yo tengo tres pases gratis y
quiero ir con ustedes dos. ¿Que dicen? ¿Una fiesta antes de
entrar a clases? Hoy hay luna llena y van a estar todos los
alumnos importantes de este colegio. Claro, hay varios que
se cuelan pero... les juro que estas fiestas son para morirse.

Eso fue sarcasmo, ¿verdad?

Capítulo 4
LA FIESTA

Cuando volvimos de la cafetería Flavia empezó a quitarse la


ropa sin importarle que yo estaba presente. Literal estaba
desnuda. Caminé hacia mi ropero y busqué algo cómodo
para ponerme.

—¿Qué crees que pase en la fiesta? —me pregunta. La


siento cerca, venía caminando hacia el ropero de la par que
era el suyo.

—No lo sé —respondo. Escogí un vestido corto de flores.

—No te pondrás eso, ¿verdad? —me dice. La miro con el


ceño fruncido sin entender nada.

—¿Qué tiene?

—El vestido parece más para ir a una playa, ¿no tienes algo
sexy por aquí? —se acerca y revisa mi ropa, escogiendo
algún vestido adecuado para ir a la fiesta de el gran Elder.

—No, me sentiré más cómoda en mi vestido —se lo quito y


cierro mi ropero. Quizás fui un poco brusca a la hora de
quitárselo pero no quería ponerme nada sexy que llamara la
atención de los hombres, ellos me morbosearían y es lo que
menos quiero.

—Esta bien —me responde ella, al parecer sí se ofendió.

Respiré profundo y dejé salir el aire por la boca.

—Lo siento —la miré apenada— no me gusta vestir sexy.


—Está bien, Amara, tus razones deberás de tener —ella saca
un conjunto de su ropero y lo pone en mi cama. Bragas, un
top negro y una falda corta pegada al cuerpo.

—Bonito —le digo, mientras me quito mi ropa.

—Hoy que viniste a la cafetería estabas muy shockeada,


¿sucedió algo? No quise preguntarte frente a Mell porque no
la conozco bien.

A ti tampoco te conozco bien, casi respondí, pero ya serían


dos groserías hacia ella hoy. Flavia se pone sus bragas y
luego su conjunto. Le queda muy bien porque se adhiere
perfectamente a su cuerpo.

—Vi a Elder William teniendo sexo con una chica en una


especie de bodega —confesé. La verdad me lo pensaba
guardar para mi pero me di cuenta de que no ganaba nada
haciéndolo. Elder no me pidió que le guardara el secreto.

—¿Qué? —cuestiona asombrada— Este colegio está lleno de


muchas sorpresas —se pone unos zapatos de tacón.

Yo me pongo el vestido de flores y unos converse negros.


Estaba muy cómoda y me sentía muy bien así.
—¿Y te vio? —me pregunta.

Recordé la mirada de Elder sobre mí, penetrante y oscura,


pero sacudí la cabeza para alejar ese pensamiento extraño
de mi.

—No, estaba muy ocupado en el acto —tomé mi celular y vi


la hora. Ya estaba la fiesta.

—Me peino y nos vamos, ¿vale?

Asentí a Flavia y me dirigí a la ventana. Ahora era de noche


ya y no podía ver más allá del bosque. Se miraba oscuro e
incluso había un poco de niebla. Hacía un poco de frío a
decir verdad. La puerta es tocada en ese momento y, cómo
Flavia estaba cerca, abre.

Era Mell.

—¿Están listas? —nos pregunta. Mell solo llevaba unos


vaqueros azules, tenis blancos y una chaqueta negra.

—No sé qué pasa con estas chicas de hoy —murmura Flavia


para sí misma tomando su celular.

Quizás lo dijo porque no teníamos sentido de la moda.


—Estamos listas —me acerqué a ellas.

Mell dudó en si decirnos algo o no, hasta que después habla:

—Pase lo que pase, no se separen de mi, ¿esta bien?

Flavia y yo nos dimos una mirada llena de confusión.

—Está bien —asentí— no lo haremos.

—Bueno, vamos.

Salimos de la habitación y seguimos a Mell. Por los pasillos


estaban varios chicos y chicas listos para la fiesta de Elder.
Supongo que los que estaban de vacaciones habían
regresado solo por eso. ¿Qué tenía de especial esa fiesta y
por qué respetaban tanto a Elder? No lo entendía, solo era
un chico más del montón. El hecho de que tenga dinero no lo
hace respetable, ya quisiera ver si lo seguirán alabando si no
tuviera.

Bajamos por las mismas escaleras por las que había bajado
tan solo unas horas atrás y nos dirigimos a una puerta. Era la
puerta que estaba sellada. Inconscientemente miré hacia el
lugar en donde horas antes estaba Elder.
Mell toca tres veces en forma lenta para segundos después
ser abierta. Un tipo enorme y robusto sale.

—Hank —habla Mell.

Hank nos da una mirada de pies a cabeza para luego


hacernos una seña de que entremos. Atrás de nosotros
venían más estudiantes. Mell nos toma de la mano y nos
adentra al lugar. En cuanto entramos la música súper alta
resonó por todas partes. La iluminación era roja y había
humo también. Había mucha, mucha gente aquí. Me
sorprendió porque este era un lugar clandestino que imagino
Elder había tomado como suyo. El lugar era muy enorme y
hasta parecía un club nocturno. Tenía un escenario en donde
habían tubos para bailar, en eso empezaron a aparecer
strippers semi desnudas. Habían jaulas en cada rincón con
una chica en ropa interior adentro. La música era más o
menos metálica y oscura. No sé pero esto me dio muy mala
vibra.

Apreté la mano de Mell con algo de desconfianza. La chica


nos llevo hacia una barra para tomar algo.

—¿¡Qué van a pedir?! —nos preguntaba Flavia y a mi por


encima de la música.
—Tequila —dice Flavia.

—Agua —respondo yo.

Flavia se ríe mientras me palmea el hombro.

—¡Dos tequilas y un agua! —le dice Mell al de la barra. El


chico asiente y se va a buscar lo que pedimos.

Aproveché para observar el lugar. Los muros eran extraños


ya que no eran planos sino que tenían abolladuras, pero
abolladuras que parecían ser echas por fuera. Habían unos
símbolos extraños en algunas paredes, noté una escultura
de un lobo enorme en el otro extremo. Era un lobo negro y
bastante imponente.

—Allí está Elder —me dice Mell.

Volteo a ver para todos lados hasta que doy con él. Está en
un rincón rodeado de mujeres, lleva unos pantalones de
vestir en negros, zapatillas negras y una camisa de vestir en
blanca, pero ésta tenía la mayoría de botones sueltos. Su
pelo estaba medio desarreglado y tomaba mientras le
besaba el cuello a una chica rubia.
En la tarde lo vi con otra chica y ahora estaba con otra. Elder
va a pescar algún tipo de enfermedad un día de estos.

—¡Vamos a bailar! —me dice Flavia.

Niego con la cabeza mientras me sostengo de la barra.

—No, no —le digo.

—¡Yo voy! —Mell la toma de la mano y se la lleva.

—Aquí tienes tu agua —el mesero me pone mi botella de


agua frente a mi y no dudo en abrirla y darle un trago.

—Vaya, vaya, mira a quien tenemos por aquí —Elder se pone


a la par mía.

No puede ser.

Trago y lo miro.

—Eres valiente en venirte a meter a la boca del lobo —


continúa.

—No sabía que era exclusivo este lugar —respondo


haciéndole saber que no le tenía miedo.
—Lo es. Aquí no entra cualquiera.

—Vaya —murmuro— ¿qué tiene de importante? Para ser


sincera he visto lugares muchísimo mejores y están
ubicados en un buen lugar —lo miré a los ojos, retándolo,
cuando dijo eso último.

Elder sonrió de lado mientras sus ojos se empezaban a


oscurecer. No sé si era la iluminación que me hacía ver
cosas pero literal los vi oscurecerse más de lo normal. Eso
me dio un poco de miedo.

—Siempre he dicho que este lugar está en un buen sitio —


comenta— Está oculto, nadie más que los que sí tienen
invitación pueden entrar, y claro, a quienes consideramos
presas.

—¡Hoy hay luna llena! —un tipo sube a la tarima y empezaba


gritar con una botella de alcohol en la mano—¡Hoy hay luna
llena! —habían dos strippers allí y se acercan a bailarle a él.
El grito de celebración de los presentes no se hizo esperar.

¿Cual era el problema que hubiera luna llena? No lograba


entender.
—¿Te vas a quedar al banquete? —me pregunta tomándose
el tequila de alguna de las chicas.

No contesté, solo lo miré sin saber qué decir. No sé por qué


pero tenía el presentimiento de que él y Mell me habían
hecho muchas insinuaciones hoy y eso me tenía ansiosa y
un poco paranoica.

Elder me guiña el ojo para después irse y perderse en un


cuatro. De seguro hará lo mismo que hizo en la tarde. Tomé
de mi agua mientras esperaba a las chicas.

Estaba sola, aburrida y aturdida. Había pasado mucho


tiempo ya y me sentía más que aburrida. Tenía sueño y solo
quería estar en silencio. Me quité de la barra en donde había
estado todo este tiempo y me hice paso entre la gente para
buscar a Flavia y a Mell.

Encontré a Flavia, pero... estaba ocupada. Estaba en una


esquina besándose con... una chica. Y sí que se estaban
dando besos apasionados. No sabía que Flavia era...
bisexual, no lo sé. Como sea, no la quise molestar y busqué
a Mell. Ella estaba con un chico.
—¡Mell!

Mell me vio, sorprendiéndose un poco.

—¡Amara! ¿En donde está Flavia? —me pregunta.

Señalo detrás de mí. Ella me toma de la mano y me arrastra


hacia donde Flavia.

—¡Flavia! —le dice.

Flavia no hace caso, entonces Mell la aparta bruscamente


de la chica.

—¿¡Qué?! —espeta.

En eso las luces se apagan por completo, todas las luces se


apagan y nos quedamos a oscuras pero con música.

—¡Es hora de comer! —exclama alguien. Mi corazón late a


mil por hora porque no entendía lo que pasaba.

—¡Corran! —Mell nos lleva corriendo hacia quien sabe


donde. Solo pude escuchar gruñidos, aullidos y gritos de los
presentes. Las luces parpadeaban así que no podía ver nada.
Sin embargo, cuando se quedó por un segundo noté algo.
¡Es un lobo! ¡Un lobo enorme!

Y la luz se volvió a apagar.

Flavia, Mell y yo, al igual que la mayoría de los presentes,


huimos de las bestias que habían invadido la fiesta de Elder
William sin saber que, nuestra querida amiga Mell, nos había
llevado literal a la boca del lobo.

Capítulo 5
LUCES ROJAS

—¿¡Qué está pasando?! —le inquiero a Mell, quien aún nos


llevaba de nuestras manos quien sabe a donde.

—Shh —se detiene— hagan lo que hagan no hablen —nos


dice. Está todo oscuro y los gritos se escuchan lejos. Estaba
aterrada porque miré a un lobo en la fiesta de Elder William,
un lobo que quizás está asesinando personas. ¿Esto es real?
Porque parece producto de una pesadilla.

—¿Qué mierdas está pasando, Mell? —ahora es Flavia quien


habla.
—Cállate —espeta Mell.

—A mi no me hablas así —le empieza a decir Flavia.

—Flavia, cállate si no quieres que nos encuentren.

—¿Qué nos encuentre quien? —quise saber.

Pero no respondió. En eso escuchamos pasos o pisadas. Así


es, eran pisadas porque estaba segura de que eran garras
chocando con el piso. Dios mío. Tragué grueso mientras
esperábamos a sea lo que sea que viniera.

—Tenemos que separarnos —nos dice Mell.

—¿Qué? Estás loca —le responde Flavia en un susurro.

—Es lo mejor. Amara, tú te vas por la izquierda, llegarás a un


pasillo que te lleva a la sala principal del colegio. Flavia, te
vas por la derecha en donde encontrarás un conducto que te
llevará directo a la sala de limpieza.

—¿Y tú? —quise saber.

—Yo me iré detrás de ustedes. Ahora vayan.


—Pero...

—Vayan.

Asentimos aunque en la oscuridad no nos veíamos. Flavia se


fue por su lugar y yo me encaminé por el pasillo. Escuchaba
gotas que chocaban con algún charco en el suelo. Escuché
ruidos en las paredes como si garras chocaran con ellas. Eso
fue molesto. Había una tenue luz roja ahora. Todo esto me
parecía parte de alguna película. Por dentro tenía miedo y
constantemente miraba para atrás por si venía alguien.

¿Dónde está la puerta que según Mell me llevaba a la sala


principal? No lo entendía. ¿O habrá sido una trampa suya?
Mis zapatos estaban llenos de lodo y mojados porque el piso
estaba con alguna fuga de agua. Cuando miro unas
escaleras al fondo, me apresuro queriendo llegar a ellas, sin
embargo, algo pasó, un enorme animal apareció de otro
pasillo posicionándose frente a mi.

Me caí de espaldas mientras miraba a ese lobo enorme que


me enseñaba sus enormes colmillos.

Dios.

—No, no —musité a lo bajo. Mi corazón latía a mil por hora


cada que esa bestia avanzaba hacia mi. El lobo era negro y
enorme. Se acercó a mi cara y la olfateó. Yo no me moví, solo
me quedé paralizada en un mismo lugar sintiendo como las
lágrimas salían de mis ojos. Sollozaba a lo bajo
involuntariamente.

El lobo gruñó, un gruñido que me hizo verlo. Tan imponente


frente a mi. Sus ojos eran negros como su pelaje y la noche.
Su hocico estaba lleno de sangre como si recién había
comido algo. Me dio escalofríos al pensar que quizás pudo
ser un chico de la fiesta o una chica. Y era mi turno. Solo a
eso había venido a este lugar: a morir.

Sin embargo, había algo en sus ojos que me hizo recordar a


alguien. Mi mente puso una imagen automáticamente: Elder.

El lobo dio un último gruñido para después pasarme a un


lado e irse corriendo lejos de mi. Intenté procesar lo que
acababa de pasar para luego ponerme de pie de inmediato y
luego salir corriendo hacia las escaleras. Las subí lo más
rápido que pude. Al final de ellas había una puerta enorme
que decía exit. Sentí alivio al ver eso. Abrí la puerta y de
incendiado salí a la sala principal a cómo me había dicho
Mell. Estaba medio oscuro. Al escuchar un sonido extraño
tras de mi cerré la puerta y la sellé.
La puerta era del mismo color de la pared por lo que pasaba
desapercibida. Eso me pareció un poco extraño. No me
quedé a ver más detalles de la puerta sino que di media
vuelta y salí corriendo directo a mi dormitorio.

—¡Flavia! ¿Estás bien? —en cuanto Flavia atravesó las


puertas de la habitación me acerqué a ella. Venía muerta del
susto.

—¿Tú estas bien? —responde con otra pregunta.

—Lo estoy.

—Me costó un poco encontrar la salida pero al final lo pude


hacer. ¿Tienes una idea de qué fue lo qué pasó allí dentro?
—se quita sus zapatos y se deja caer en mi cama.

Yo tenía puesta mi pijama ya. Pero por lo visto Flavia no miró


lo que yo vi: lobos.

—No lo sé. La única que nos puede responder estas dudas


es Mell. —me senté en el borde de la cama.

—No creo que venga hoy, no duerme aquí —respondió—


Estoy un poco asustada —dice.

—Yo igual —suspiro. Y pensar que quizá hay gente que


perdió la vida hoy. No quiero ni pensar. Quiero pensar que
solo fue una broma de Elder. Que quizás esas bestias son del
bosque y se metieron por accidente a la fiesta.

Es hora de comer.

Esa frase se repite en mi cabeza desde que vine. ¿Por qué


habrá dicho eso ese chico?

—¿Puedo dormir contigo hoy? —me pregunta. Dudo un poco


de si dejar que se duerma conmigo, pero está asustada y un
poco ida, como pensativa. Y yo me encuentro en la misma
situación.

—Está bien.

—Mañana tendremos que hablar con Mell.

Tenía razón.

—Lo haremos.


A la mañana siguiente Flavia y yo bajamos a desayunar al
patio, cerca de la piscina. Escogimos una mesa al fondo y
ordenamos el desayuno. Flavia usabas unos lentes de sol
oscuros y un vestido de playa.

—¿Donde crees que está Mell? —me pregunta.

La chica nos trae el desayuno y nos lo pone en la mesa.

—Gracias —le digo— Flavia, no he visto a Mell en lo que va


de la mañana. Quizás aún duerme.

—O quizás nos está evitando. Yo creo que Mell sabe muchas


cosas —murmura dándole una mordida a su tostada. —Y
también creo que no es la primera vez que pasa eso.

—¿Hablas de lo qué pasó en la fiesta?—tomé de mi jugo.

—Sí, Mell no me dio buena espina desde ayer.

Empecé a comer los huevos revueltos que la mesera nos


había traído, a pesar de que aún estaba desconcertada por
lo de ayer, tenía que comer. Cuando levanto la vista los miro:
Mell, Elder, una chica pelirroja enganchada de la mano de
Elder y más gente detrás de ellos.
—Allí está Mell —le hago saber a Flavia. Ella voltea y mira.

A la chica pelirroja no la había visto por aquí. Quizás era una


de las que estaban de vacaciones y venían hoy porque
mañana empezaban las clases. Mell parecía estar en el
equipo de Elder y eso no me gustó. Cuando Mell nos mira
eleva su mano para saludarnos.

—¿Qué le pasa? —suena molesta Flavia— Nos saluda como


si nada. O sea, no entiendo —me mira.

Era cierto. Todos ellos andaban como si nada, como si en la


fiesta de Elder ayer no hubiera pasado nada; ¿o es que no
pasó nada? Necesito respuestas, necesito saber lo que Elder
William esconde. Necesito desenmascararlo.

Mi teléfono celular suena anunciando un nuevo mensaje.


Cuando lo leo me quedo paralizada sin entender. Pues el
mensaje traía adjunta una foto que decía:

"Lo que le pasó a Rob ayer en la fiesta de Elder William. Uno


de los tantos que mueren allí. Alguien tiene que poner un
alto. Y sé que tú lo harás. Te dejaré pruebas en el
laboratorio, busca en el cajon del fondo, carpeta negra. No
confíes en nadie. Solo en ti."
¿Qué mierdas...?

Capítulo 6
EL LABORATORIO

—¿Qué pasa? —me inquiere Flavia al notar mi cara de


desconcierto. No estaba segura de si decirle porque en el
mensaje decía que no confiara en nadie. Pero es Flavia,
quien quiere respuestas a cómo yo. En la foto estaba un
chico, tenía la camisa hecha trizas, tenía rasguños en parte
del cuerpo. Había muerto. ¿El director sabía esto? ¿La gente
lo sabía? ¿Estaban enterados que en su prestigiosa
preparatoria pasaban estas cosas?

Decidí confiar en ella porque la verdad era mucho para una


sola persona débil como yo.

Le pase el celular a Flavia por encima de la mesa para que


leyera el mensaje. Cuando ella lo lee miro detrás de ella.
Estaba Elder y los demás sentados a dos mesas de nosotros.
Elder con aire despreocupado como si ayer no hubiera
pasado nada en su fiesta. Mell ríe de algo que haya dicho su
amiga pelirroja. Cuando Elder me mira no aparto la vista sino
que se la sostengo para darle a entender de que no le tengo
miedo.

—No puede ser —Flavia se lleva una mano a la boca— Es


terrible.

—Lo sé.

—¿Vas a ir al laboratorio? —me pregunta— Esto me parece


muy peligroso, ¿no crees?

—Lo es —tomé el celular y lo guardé en la bolsa delantera


de mi pantalón— Pero ¿no crees que es algo importante?
Quizás alguien tiene que averiguar qué pasó allí de una vez
por todas.

Yo tenía pista: lobos. Pero ¿quien metió a esos lobos? Esa


era la interrogante.

—Te acompaño —me dice— En esto.

Achico los ojos analizándola.

—¿De verdad?

—Así es.
—Gracias, así no me sentiré sola en esto.

—Podemos ir después de desayunar para no levantar


sospechas.

—Está bien.

Cuando pasamos a la par de Elder y los demás se hizo un


silencio incómodo, es como cuando pasas al lado de
personas que estaban platicando pero cuando pasas ya no
siguen hablando. Pues así pasó justo ahora. Flavia y yo nos
adentramos al colegio y buscamos el laboratorio, ¿en donde
estará? Éramos nuevas aquí así que no conocíamos del todo.

—¿Donde crees que esté? —me pregunta Flavia.

—No lo sé. Este lugar es enorme.

Subimos las escaleras hacia el segundo piso y seguimos


buscando en los rótulos de las puertas. Solo decía salón de
4to, Salón de 3ro, Salón de 5to. Supongo que aquí
recibiríamos clases mañana. Cuando llegamos al final del
pasillo respiramos aliviadas al encontrarlo.
Laboratorio.

—Aquí es. Te esperaré aquí afuera para asegurarme de que


no venga nadie —me dice ella.

—Está bien —me adentré al salón, viendo para todos lados.


Nunca se sabe cuando alguien te está viendo. Cómo está
vacío, me apresuro a caminar hacia el último cajón. Lo abro y
empiezo a buscar la carpeta negra.

La encuentro.

Genial.

La pongo debajo de mi camisa y me apresuro a salir.

—La tengo.

—Deberíamos de ir al cuarto —me dice ella.

—Está bien.

Cuando doblamos un pasillo que daba a los dormitorios, casi


choqué con un abdomen.

Maldita sea.
Elder.

—¿A donde tan rápido, francesa? —me pregunta,


cruzándose de brazos. Su rostro solo tiene una sola
expresión: diversión.

—A mi cuarto, ¿por qué?

—¿Qué llevas allí? —me señala el vientre.

—Nada que te importe, William —tomo a Flavia de la mano


queriendo pasarle a la par, pero él nos lo impide.

—Vamos, yo quiero saber qué llevas allí. —se acerca.

—No te me acerques —lo empujo.

—Uh, —se ríe— ¿por qué te portas así?

—No quiero tener nada que ver contigo así que... aléjate por
favor —ahora sí le pasamos a la par dejando a un Elder
confundido. Quizás no está acostumbrado a que las mujeres
lo rechacen. Siempre hay primeras veces, Elder,
acostúmbrate.
Cuando llegamos a la habitación, cerramos la puerta tras de
nosotras, pero no estábamos solas.

—Hola —nos dice una chica. Al parecer era la que faltaba en


la cama restante ya que solo eran tres.

—¿Hola? —fue Flavia la que habló— ¿quien eres?

—Soy Karla. Ustedes son nuevas supongo.

—¿Tú no? —inquirí.

—Estoy desde el año pasado —respondió. Karla era bajita y


cabello amarillo.

—Qué genial —dijo Flavia, dándome una mirada de ¿y ahora


que hacemos? Ya que no tendríamos privacidad para revisar
las cosas de la carpeta.

—Bueno, iré a desayunar algo porque tuve un largo viaje —


nos dice.

Nos quitamos de la puerta para que Karla pasara, cuando se


va al fin, Flavia asegura la puerta.

—Ya no podremos hablar a gusto aquí —se queja ella.


Me siento en mi cama y saco la carpeta de debajo de mi
camisa.

—Tendremos que ser más precavidas —murmuro.

—¿Qué crees que contenga? —me pregunta.

—No lo sé.

La pienso para abrir la carpeta porque no sé qué clases de


cosas encontraremos, pero cuando estaba a punto de
hacerlo alguien entra.

—¿No que estaba asegurada la puerta? —le pregunto a


Flavia.

—Eso hice.

Era Mell.

—Hola, chicas —nos dice— ¿qué hacen?

Pongo mi almohada encima de la carpeta para que no la


mirara, sin embargo, ella se da cuenta de la acción.
—Oigan, si estaban ocupadas puedo venir más tarde —nos
dice— no es necesario que se porten así.

—¿Así como? —le pregunta Flavia.

—Extrañas.

—La que se porta extraño eres tú —le digo— Ayer estuviste


casi todo el día con nosotras y ahora te vas con Elder y su
grupo. Decídete, ¿quieres?

—No las entiendo. Ayer estuve con ustedes porque el


director me pidió que les enseñara el lugar. Aquí todos saben
que mi grupo es con Elder. Además, que esté con ellos no
significa que dejaré de hablarles.

—El problema es, Mell —me pongo de pie y me acerco a


ella— que odio a Elder William y todo lo que tenga que ver
con él. Porque siento que ellos, o podría decir, ustedes,
hacen cosas malas.

Se ríe.

—¿De qué hablas?

—De ayer por ejemplo —ahora es Flavia quien se pone de


pie a la par mía.

Mell ríe más.

—¿No me digan que se lo creyeron? —nos dice.

Frunzo mi ceño sin entender.

—Son nuevas, chicas, teníamos que darles un pequeño


susto para ver si son dignas de estar aquí. ¿Vieron lobos?
Pues no eran lobos —saca su celular y nos muestra una foto.
Habían chicos con máscaras negras de lobos. ¿Qué mierdas?
—¿Recibieron un mensaje? Era Chris quien estaba tirado en
el piso simulando que estaba muerto. Todo fue planeado,
Amara. —me rodea y toma la carpeta bajo mi almohada—
Aquí no hay nada. —la abre y nos la enseña. Había una hoja
de papel que solo tenía la frase ¡BROMA! En mayúsculas.

—No entiendo —dice Flavia— ¿nada fue real?

—No, todo fue planeado. Lo hacemos todos los años para


asustar a los nuevos. Ahora sí, chicas, Bienvenidas a este
colegio —nos sonríe de lado. Pero no es una sonrisa sincera
o algo así sino que hay algo detrás de ella.

—¡Qué alivio! —Flavia se lanza a abrazar a Mell— Me habías


dado un buen susto.

Sin embargo había algo que no me cuadraba. El lobo que yo


vi sí era real. Nadie me quita de la cabeza eso. Pero ellos son
más inteligente y hasta ahora me estoy dando cuenta de
eso. A Flavia la podrán convencer. Pero a mí no. Averiguaré
todo lo que tenga que ver con Elder y su oscuro grupo así
tenga que volverme parte de ellos.

Capítulo 7
SOSPECHAS

—Estas faldas están un poco cortas, ¿no crees? —le digo a


Flavia mientras me miro en el espejo. Era lunes y las clases
empezaban hoy. El uniforme era un poco extraño. Las faldas
eran azules y cortas.

—A mi me parece que están bien —responde. Claro, para


ella está bien todo lo que tenga que ser provocativo.

—¿Les disgustan los uniformes? —nos pregunta Karla


saliendo del baño.

—Para nada —respondo. Karla me parecía un poco rara,


digo, a veces la sentía que era sincera y otras veces la sentía
medio hipócrita, así que no me relacionaría mucho con ella.
Lo que menos quiero es encontrar más personas falsas en
mi vida.

Me teléfono celular suena, noto que es mi papá así que


contesto:

—salut papa.

—Amara, comment vas-tu? tout va bien? —me pregunta.

—Tout va bien, je me prépare pour aller en classe. Tu me


manques.

—Tu me manques aussi. Je vous appelais juste pour vous


souhaiter une bonne journée et prendre bien soin de vous.
J'ai une réunion importante en ce moment. —siempre era lo
mismo, reuniones o llamadas importantes. Desde que había
venido aquí hasta hoy me había llamado.

—D'accord, papa, passe une bonne journée aussi. Appelez-


moi quand vous êtes libre.

—Je t'aime —me dice, que significa te amo.

—Je t'aime aussi —y colgué.


Cuando volteo veo a Flavia y a Karla mirándome
expectantes. Frunzo mi ceño hacia ellas sin entender.

—¿Qué les pasa? —tomo mi bolso estando lista ya.

—Não entendemos nada do que você disse —me responde


Flavia en portugués.

—No te entiendo —le dije.

—Como sea, estoy lista —Flavia toma su bolso y me tiende


la mano. Tomo su mano un poco insegura porque la verdad
es un poco extraño. Pero para no hacerle el feo lo hago.
Cuando estamos por salir, Karla nos mira y me hace un
extraño baile de cejas. Un gesto que no entendí por
supuesto.

—Las alcanzo en unos minutos —nos grita.

—¿Piensa que puede estar con nosotras? —me pregunta


Flavia. Íbamos caminando por los pasillos en busca de la
sección. Pero ella no me suelta la mano.

Okay, esto me está pareciendo un poco extraño. La otra vez


en la fiesta de Elder se estuvo besando con una chica, no sé
si sea Lesbiana o Bisexual, o quizás su comportamiento
conmigo es solo como una amistad bonita que crece entre
ambas. Solo espero que no se esté confundiendo.

Los alumnos empezaban a salir de sus habitaciones para


buscar sus secciones etc. A lo lejos noto a Elder William,
platicando con la chica pelirroja que aún no sé su nombre.
La chica estaba recostada en la pared y Elder frente a ella,
como coqueteando. No lo sé. Elder como si me olfateara, se
gira y me ve, hace una media sonrisa y me guiña el ojo.

¿Quien se cree que es?

Cuando pasamos a la par Flavia me pregunta:

—¿Notaste eso?

—Así es y no sé por qué lo hizo.

El uniforme de los chicos constaba de pantalones negros y


camiseta blanca. El de las mujeres era la falda azul,
camiseta blanca y botas negras.

—Quizás quiera contigo —me dice.

—¿Elder William? Para nada. Me odia y lo odio.


—¿Por que dices que te odia?

—Bueno, no sé, no estoy a su merced como la mayoría de


aquí.

—Quizás eso sea lo que le llame la atención.

Y además que recordé que ese grupito oculta algo, algo que
me juré que averiguaría. Así tendría que empezar a
involucrarme con ellos.

Cuando llegamos al salón de clases, Flavia aún no me suelta


la mano y hay ciertas personas que nos están empezando a
ver raro. Decido sentarme en la tercera fila de la entrada, en
el penúltimo asiento.

La suelto.

Flavia se pone detrás de mi.

Los alumnos empezaban a entrar, todos, porque la maestra


también venía entrando. Y en eso la campana sonó. Elder
entra, seguido de su amante pelirroja y se sienta en la cuarta
fila, justo en el penúltimo asiento. Así que lo tenía a la par.
Genial.

—Buenos días —saluda la maestra— Espero hayan tenido


buenas vacaciones y hayan descansado lo suficiente porque
este año nos tocará más duro. Veo que hay muchos nuevos,
pónganse de pie los nuevos por favor.

Como cinco chicos nos ponemos de pie (tres chicas y dos


chicos). Esto es incómodo. Noté que Karla estaba sentada
en el asiento de adelante y Mell detrás de ella.

—Bienvenidos —nos dice— y espero que vengan muy


preparados porque no pienso explicar temas que ya vimos.
Pueden sentarse.

Nos sentamos.

Era la clase de literatura, saco mi cuaderno de la mochila y


los lápices, pero un lapicero cae al piso, cerca del lugar de
Elder. Me agacho y estiro mi mano para recogerlo, pero Elder
se me adelanta y lo hace él. Me reincorporo en mi lugar,
estirando la mano para que me lo de, sin embargo, no lo
hace. Se queda con él.

—Dámelo —le digo en un susurro para que la profesora no


me escuchara.
Él solo niega con la cabeza y empieza a escribir con MÍ lápiz.

—¿Eres tan pobre que no tienes para un lápiz? —le digo a lo


bajo.

Sonríe sin mirarme.

—Silencio —dice la profesora desde la pizarra. Está


anotando el tema de hoy.

No entendía a Elder, el día que lo conocí se portó machito y


rudo y ahora me molestaba. ¿Era bipolar o qué? Me sobé la
sien mientras utilizaba otro lápiz.

—Francesa, —me llama después a lo bajo— Tu lápiz no pinta


—estira su mano para dármelo. Rodé los ojos y lo tomé, pero
no me soltó la mano. Confesaré algo, sentí algo extraño
cuando su mano tocó la mía. Además que Elder la acarició
¡la acarició! Lo miré mal mientras le arrebataba el lápiz.

No lo entendía.

¿Cual era el juego de Elder William conmigo?


Cuando salimos a almorzar, Flavia se acerca de inmediato a
mi.

—¿Qué fue eso con Elder?

—No tengo idea. El chico está mal de la cabeza.

—Pues yo lo miré muy cuerdo. Amara, estuvo coqueteando


contigo. Date cuenta, chica. —me dice. Buscamos una mesa
cerca de la piscina, la misma en donde desayunamos ayer
para ser exactas.

—Solo me estuvo molestando. —miré el menú para elegir


qué almorzaría.

—Hmm si tú lo dices.

—¡Hola, chicas! ¿Puedo sentarme con ustedes? —nos


pregunta Karla, sentándose.

—Ya lo hiciste —murmuré a lo bajo.

—¿Qué pedirán para almorzar? —nos pregunta.

Le di una mirada rápida a Flavia porque en realidad no


entendíamos la reacción de esta chica. Se aparece sin ser
invitada. Pero no voy a ser una grosera y correrla.

—Aún no lo sabemos, eso estamos viendo —responde Flavia


antes que yo.

—Amara, me preguntaron por ti —me dice Karla.

Elevé la vista y la miré.

—¿Quién?

—Se llama Louis. ¿Ves a aquel chico rubio de allá? —señala


del otro lado de la piscina. Habían cuatro chicos en la mesa,
entre ellos un chico rubio. —Está con nosotros, no creo que
no lo hayas visto.

La verdad estaba muy guapo el chico, la verdad que sí, pero


ya no me confiaba de los hombres.

—¿Qué fue lo que te preguntó? —tomé mi pelo y amarré en


un moño alto. La verdad hacía calor.

—Me preguntó qué cómo te llamabas, que si eras mi


compañera de cuarto. Lo vi muy interesado en ti.
Miré otra vez al chico, él me estaba mirando, pero en eso se
levanta y empieza a caminar. ¿No me digas que viene hacia
acá?

—Viene hacia acá —canturrea Karla.

—Hola —me dice el chico cuando llega, sentándose a la par


mía.

—Flavia, ¿que te parece si vamos a pedir los almuerzos? —le


dice Karla a Flavia para dejarme sola aquí con él.

—Está bien —las dos se levantan y se van. Les doy una


mirada fulminante para después dirigirme al chico.

—Hola —le respondí.

—Soy Louis —se presenta.

—Amara —sonreí, pero no dejaba de ver el menú.

—¿Ya decidiste qué vas a almorzar? —me pregunta después


notando que miro mucho el menú.

Cerré el libro y lo miré.


—En eso estaba.

A la distancia noté a Elder William, venía con dos chicos


más, en busca de una mesa. Maldije a lo bajo al ver que se
dirigía a la mesa de nuestro lado.

Genial.

—Así que eres de Francia —comenta Louis intentando sacar


plática.

—Así es.

—Yo soy de Escocia.

—¿Por que estás aquí? Tan lejos —lo miré un poco más
interesada.

Hace una mueca como restándole importancia.

—Mia padres y sus trabajos.

Asentí entendiéndolo.

Elder se sienta y me mira como retándome, pero en eso


eleva su mano y la besa. Recordé que esa fue la mano que
antes habíamos rozado. Y me pareció un poco extraño. Pero
lo que más me pareció extraño y raro en mi, fue que cuando
hizo ese gesto, sentí cosas en mi vientre.

Omg, estoy mal.

Capítulo 8
EL LAGO

—Dos cosas: necesito que me acompañes a un lugar. Y no le


digas a nadie.

Cierro lentamente la puerta de mi casillero y me giro a ver a


la persona menos esperada invitándome a salir. Elder
William está recostado en la pared mirándome en tono
despreocupado.

—¿Disculpa? —apreté mis cuadernos a mi pecho.

—Lo que oíste —dice— Necesito que me acompañes a un


lugar. Es todo.

Miré para todos lados para cerciorarme de que nadie nos


estaba viendo porque en realidad esto parece una broma.
—¿Qué fumaste?

Él roda los ojos.

—¿Vas a venir o no? Mi paciencia se agota.

Lo pensé. Era muy raro que Elder me hablara y peor, que me


invitara, pero antes había hecho un plan: acercarme a ellos
para averiguar qué es lo que traman. Y tal parece que Elder
me lo está poniendo demasiado fácil.

—¿Por que quieres que vaya? ¿Qué te dio por invitarme a


mí? —quise saber.

—Está bien, si no quieres no vayas —se reincorpora


haciendo el amago de irse, pero lo detengo.

—Está bien, voy a ir —acepté— ¿qué pasará con el resto de


las clases?

Se ríe.

—Amara, por Dios. Vamos —empieza a caminar así que lo


sigo. Esto es muy, muy sospechoso, ¿y si me hará otra de
sus supuestas bromitas? Porque no me fío de este chico,
más bien lo estoy investigando.
—¿A donde vamos a ir? —le pregunto.

Cuando salimos afuera hay un jeep negro allí, Elder lo rodea


para montarse en el asiento principal. Se monta y me abre la
puerta desde adentro. Antes de entrar noto que ciertas
chicas se me quedan viendo y me fulminan con la mirada. Al
final me subo.

—No preguntes, ya verás —me responde. Enciende el coche


y arranca.

—No te entiendo, Elder, ¿es una especie de trampa? Porque


déjame decirte que yo me sé defender muy bien —lo
sentencié con mi dedo índice.

Él hace el amago de sonreír.

Ahora ya no me parece tan rudo.

—No dudo de eso.

El cielo se estaba poniendo nublado amenazando con llover.

—¿Entonces?
—¿Por que eres tan impaciente? —niega con la cabeza— Te
llevaré a un lugar y ya, no lo pienses tanto.

—Es que no me fio de ti.

Noté que apretó el volante cuando dije eso, pero se contuvo


¿qué planeaba hacerme?

—No es la primera vez que lo escucho.

—Lo siento, Elder, pero es la verdad.

—Bien, pero haré que lo hagas —me da una mirada rápida.

Decidí confiar en él, solo por esta vez.

—Llegamos —Elder abre su puerta y se baja.

Yo hago lo mismo.

Habíamos llegado a un especie de bosque, ha decir verdad


había manejado como una hora para llegar aquí. Había una
casa grande en color blanca y un lago frente a ella. Wow, qué
hermoso. Muy hermoso.
—¿Qué es este lugar? —me pregunta.

—Mi madre vivió en aquella casa —me dice, señalando a


una casa del otro lado del lago.

Avanzamos hasta llegar al pequeño muelle.

—¿Viviste allí? —le inquiero.

Elder no responde, solo se quita los zapatos y se recoge el


pantalón; se sienta para que sus pies toquen el agua.

—Vamos, ven —palmea el lugar cerca de él.

Me quito las botas y los calcetines y me siento a su lado.


Cuando mis pies tocan el agua ahogo un suspiro. Está
helada. Quizás porque lloverá pronto.

—Venía de visita nada más. Mi abuelo era quien vivía allí.

—¿Y dónde está tu abuelo? —me atrevo a preguntar.

—Murió el año pasado.

—Oh, lo siento mucho.


No entendía por qué Elder me estaba contando todas estas
cosas si apenas nos conocíamos, no lo entendía. ¿Será un
engaño por su parte nada más?

—¿Por qué me cuentas estas cosas, Elder? Apenas y me


conoces.

—Hay muchas cosas que no sabes, Amara. Créeme, yo


también me sorprendo.

—Si no me explicas no voy a saber.

Silencio. Parecía estar pensando, parecía otra persona que


el típico chico sin sentimientos del colegio. Quizás sólo era
una fachada de chico malo para alejar a las personas, para
tener respeto. O simplemente lo llevaba en la sangre.

—Desde que mi abuelo murió esa casa se ha quedado sola,


al igual que esta —señala la casa detrás de él— Mi tío
Kayler solo viene los días festivos, como navidad o verano.

—Sería genial vivir en un lugar así —suspiro mirando el lago


y los árboles a su alrededor.

—Y eso que no has visto la Luna cuando se refleja en el


agua.

Me lo imaginé y me pareció algo mágico.

—Las cosas pasan en los momentos menos esperados —


dice— ¿crees en las almas gemelas? ¿En las mates?

Fruncí el ceño.

—¿Qué es mate?

—Almas gemelas —responde.

—No lo sabía.

—Son personas que están destinadas a tu vida y llegan en el


momento menos esperado, o cuando pensabas que no
existía una para ti.

Okay, ¿ese es Elder William? Porque la verdad no lo


reconozco. Lo creía mucho más diferente.

—Eh, no, nunca he creído en esas cosas.

—Tampoco lo hacía.
—¿Y ahora lo haces?

No respondió.

En eso, gotas de lluvia empezaron a caer sobre nosotros.

—Ven, vamos —nos ponemos de pie y tomamos nuestras


cosas—Entremos —corremos hacia la casa, Elder saca unas
llaves y abre.

—¿Cómo es que tienes esas llaves? —le inquiero.

—Me quedo aquí a veces —responde mientras entra. Al


principio dudo en si entrar pero al final lo hago. Adentro está
más acogedor, es una casa rústica y bastante bonita. Por la
ventana se veía el lago y también la casa del abuelo de Elder.

Empecé a ver las fotos en las paredes. En una foto estaba


una mujer rubia, un señor cabello negro y una niña rubia en
medio. Sonreían. Se miraban felices.

La lluvia empezó a caer mucho más fuerte e incluso escuché


truenos.

—¿Crees que la lluvia dilate? Necesitamos volver al colegio


—me senté en un sofá para ponerme mis calcetines y mis
botas.

Elder hizo lo mismo.

—No lo sé, sino nos tendremos que quedar aquí. Es muy


peligroso manejar así.

—¿Qué? —me exalté.

—Tranquila, haya varias habitaciones.

—No es eso sino que... no quiero quedarme aquí.

—Anda, termina la frase, di que no quieres quedarte aquí y


menos conmigo.

Mordí mi labio inferior. Y él lo notó.

—No iba a decir eso —lo corregí— es solo que... no me


parece adecuado. Además nos estarán buscando.

—Dirás a ti.

Bueno, era obvio que Elder podía salir a la hora que quería y
nadie decía nada.
—Pues sí, a mi.

—Relájate, Amara —se acuesta en el sofá— solo disfruta de


la lluvia. De seguro al rato pasa y te podrás ir.

—Dirás nos podemos ir.

—Si quieres llévate mi coche, ¿sabes manejar?

—Sí sé pero no conozco este lugar y no es como que le haya


puesto atención al camino. Elder, no bromees.

—No estoy bromeando.

—Vámonos entonces.

—Te dije que no nos iremos con esta lluvia porque es


peligroso.

Me estaba empezando a exasperar, él estaba tan campante


aquí sin preocupaciones cuando yo solo quería estar lejos de
aquí. Me parecía raro su comportamiento y ni siquiera lo
entendía.

—Elder, ni siquiera está lloviendo fuerte —me puse de pie y


me dirigí a la puerta— Yo me voy —pero antes de siquiera
abrirla él me toma de la cintura, me gira y me estampa
contra ella misma.

Mi respiración se agitó y su actitud me desconcertó.

—¿Qué te pasa? —lo miré mal.

—Qué irónica es la vida, mira en donde te vengo a encontrar.

—¿De qué hablas?

Su cara se acerca, noté sus mismos ojos negros, esos


mismos ojos que miré hace unos días. Me estoy volviendo
loca ya.

—Hablo de que te encontré y ahora no te dejaré ir.

—¿Por qué?

—Porque eres mía.

Capítulo 9
LLUVIA

—¡No soy tuya! —empujé a Elder pero fue imposible que se


inmutara. No me gustaba que me tratara como si fuera un
objeto.

—Amara, no trates de resistirte. Eres mía, punto. —se aleja


de mí y se dirige por un pasillo. Lo sigo sintiendo rabia
dentro de mi.

Era la cocina.

—Elder, estoy hablando en serio, necesito que me lleves de


vuelta al colegio.

—Hay lluvia, ya te dije que no se puede.

—Esto me parece muy extraño —caminé de un lado a otro—


Hasta parece que el clima y tú se pusieron de acuerdo.

Se ríe mientras saca algo de la refri. Es un tarro lleno de


jugo.

—¿Quieres? —me pregunta.

—Lo que quiero es que me lleves a mi casa.

—¿A tu casa o al colegio?


Me había confundido.

—Al colegio —me llevé una mano a la cabeza— Por favor, no


sé por qué me tienes aquí, no sé para qué me trajiste. ¿No
me odias?

—¿Quién dijo que te odio? —me mira.

—Yo pensé.

—Mira, Amara, la lluvia pasará en cualquier momento.


Relájate que yo no muerdo. Bueno, no si no quieres.

Rodé los ojos ante sus bromas.

En eso, escuchamos un ruido como de una ventana


quebrándose en la parte trasera. Elder se pone alerta de
inmediato, me toma de la mano y sale de la cocina hacia la
sala.

—¿Qué fue eso?

—No lo sé, quizás alguien se quiere meter a robar o algo. —


Elder se pone de escudo mientras avanza por un pasillo
hacia la parte trasera de la casa. Esto me está dando mucho
miedo y hasta relámpagos hay. Aprieto la mano de Elder y él
me responde con el mismo gesto.

Cuando llegamos a la ventana trasera, está hecha pedazos


en el suelo. En efecto, alguien se había metido.

—¿Pensarán que no hay nadie? —quise saber.

—Como se metieron por aquí de seguro no vieron el coche


estacionado afuera. Te voy a pedir que te escondas en el
baño —me dice, teníamos la puerta de un baño justo a la
par—yo me encargaré de sea quien sea.

—No, Elder, no me quiero quedar sola —susurré.

—Es más peligroso si vienes conmigo —abre la puerta y


hace que me meta dentro.

—Elder, tengo miedo, no me quiero quedar aquí sola.

—Tranquila, confía en mí que yo no dejaré que nadie te haga


daño.

Tragué grueso para asentir al final. Elder me cierra la puerta


y se va. Mientras tanto yo me quedo sola aquí, escuchando
solo la lluvia caer y mirando relámpagos. Me alejo de la
puerta a esperar nada más, rezando para que esos que se
habían metido a robar no me encontraran aquí. Y qué
tampoco le hicieran daño a Elder.

Me asusté mucho cuando escuché algo romperse en el piso


de arriba, escuché pasos y cosas cayéndose. ¿Qué estará
pasando? Me acerqué a la puerta queriendo salir, pero le
haría caso a Elder y no lo haría. ¿Y si le están haciendo algo
y necesita de mi ayuda? ¿Y si son muchos contra él? Me
preocupé cuando todos estos pensamientos se apoderaron
de mí, ahora no me dejarían en paz.

Me armé de valor y abrí la puerta demasiado despacio. No


había nadie en el pasillo así que salí, viendo para atrás de
vez en cuando. Están en el segundo piso, es lo único que sé.
Cuando estaba cerca de las escaleras sentí como alguien me
tomaba de la cintura y ponía su mano en mi boca,
impidiéndome gritar.

—Shhh —me dice en mi oído. Un gesto que me dio asco—


Qué bonita estás—me dice. Su voz es gruesa y me parece
sucia.

En eso, alguien baja por las escaleras. Es Elder y trae a otro


hombre pero de rehén con una pistola en la cabeza.

—Suéltala —le espeta a mi agresor— O lo mato.


El tipo se ríe.

—Suéltalo tú o yo la mato a ella —en eso el tipo me puso


una pistola a mi también en la cabeza. Sentí mi vida pasar
frente a mi al tener eso cerca.

Me voy a morir, lo sé.

Las lágrimas ya empezaban a salir, estaba aterrada y temía


por mi vida. Y por la de Elder también. Era el fin.

Elder termina de bajar las escaleras con el tipo.

—Suéltala —le dice el hombre a mi agresor— Esto ya se


salió de control. Nosotros solo veníamos por cosas de valor.

—No me importa —le responde mi agresor— todos podemos


salir ganando aquí —el tipo me lame el cuello. Eso me dio
asco— ¿es tu novia? —le pregunta— está muy bonita.

—¡Suéltala, imbecil! —le espeta Elder, lanzando al tipo aún


lado y dirigiéndose donde mi. En un rápido movimiento toma
la mano del tipo en donde tenía la pistola y se la dobla. El
tipo gime de dolor, yo lo que hago es agacharme.
Elder tira la pistola lejos y le propina golpes al tipo. Esta muy
enojado. Demasiado. Como veo que el otro hombre tiene
intensiones de llegar a la pistola que recién Elder había
tirado, me apresuro a llegar a ella yo primero y apuntarlo. El
hombre eleva las manos en forma de paz como dándose por
vencido. Mis manos tiemblan porque era la primera vez que
tocaba una pistola. Tenía miedo de que se saliera un tiro y le
diera a alguien.

Elder le da un rodillazo al estómago del tipo asqueroso que


lo hace caer y gemir de dolor. Se acerca a mi.

—¿Estas bien? —me pregunta poniendo sus manos en mi


cara. Sentí algo en mi estomago cuando lo noté tan
preocupado y con ganas de defenderme.

Apenas se conocen.

Apenas se conocen.

Apenas se conocen.

Esas palabras se repetían en mi cabeza una y otra vez. Si


apenas nos conocíamos, ¿por qué sentía cosas?

—Déjanos ir —dice el hombre que parecía ser más


sensato— Prometemos no volver jamás.

—No lo harán —Elder los apunta con una pistola y yo entro


en pánico— Lárguense. Tienen cinco segundos —les dice. El
hombre se pone de pie para ayudar a levantarse al otro
sujeto que estaba golpeado— cuatro... —empieza la cuenta
regresiva.

—Levántate.

—Tres...

Los tipos se ponen de pie y caminan hacia la puerta.

—Dos...

La abren y salen bajo la lluvia lo más rápido que pueden,


dirigiéndose al camino que los lleva a algún pueblo. Iban
golpeados, desarmados y débiles así que no podrían volver
por más. Estaba segura de que aquí no volverían.

Elder cierra la puerta y la asegura demasiado bien.

Luego se va.

—¿A donde vas? ¿Y que se supone que haga con esto? —


quise saber.

—Es verdad —se gira y me quita la pistola para luego


descargarla. —Tengo que asegurar la ventana rota. No puede
quedar así. Buscaré tablas en el sótano. Espérame aquí que
no tardo, ¿vale?

Asentí.

Elder abrió una puerta y se fue escaleras abajo. Para


mientras me quedé apoyada en la pared mirando para todos
lados con miedo de que esos hombres volvieran. La verdad
era un poco miedosa. Minutos después Elder aparece con
tablas y una bolsa. Las pone en el suelo mientras abre la
bolsa y saca el martillo junto con clavos.

—Mañana tendré que llamar a alguien para que la arregle —


me dice— me irás pasando los clavos —toma una tabla y
empieza a clavar.

—Está bien.

Mientras él ponía las tablas y yo le pasaba los clavos pensé


en lo que había sucedido. Él me había salvado. Él se había
arriesgado mucho por mí. Él no tuvo miedo. Fue valiente.
¿Cuantas veces pasa eso? Ninguna. Bueno, a mi no me
había pasado y ahora con Elder era diferente.

Es decir, Elder es arrogante, presumido, bipolar, viene de


buena familia supongo, tienes muchas chicas bonitas detrás
de él y yo... solo soy yo, y muchas personas se han
aprovechado de eso. ¿Por qué es amable Elder conmigo?
Bueno, al inicio no lo fue. ¿Por qué ahora sí?

—Elder —le digo. Él termina de poner la última tabla y me


mira— Gracias.

Se lo dije con toda la sinceridad del mundo. Le debo la vida.

—¿Por qué agradeces? —deja el martillo y los clavos en una


esquina y me tiende la mano. Se la tomo para ponerme de
pie.

—Por salvarme —respondo.

—No fue nada —se va por el pasillo en dirección a la sala.


Afuera es de noche ya y la lluvia nada que para. Más bien
parece que se intensifica más. Y eso es mala señal porque
es probable de que durmamos aquí. Quizás Flavia me esté
buscando en el colegio. Quizás esté preocupada.

Tomé mi celular y escribí un mensaje para ella:


Llegaré mañana por la mañana.

Te cuento luego :)

Al menos así no se preocuparía.

Elder se sienta en el sofá y prende la televisión.

—¿A quién le texteas? —me pregunta de pronto.

—Le mandaba un mensaje a Flavia, ¿por qué? —su tono de


pregunta me pareció muy... posesivo.

—Ven, siéntate aquí —palmea el lugar junto a él.

Dudo un momento de si hacerlo pero al final lo hago.

—¿Como te sientes? —me pregunta.

—Tengo un poco de miedo y me siento cansada —respondí.

—Parece que hoy dormiremos aquí —me dice sonriendo de


lado.

—¿Por qué sonríes? Hay varias habitaciones, ¿no?


—Así es. Digo, ya que si quieres dormir en una habitación
completamente sola justo con lo que acaba de pasar me
parece un poco valiente de tu parte.

Me imaginé durmiendo sola, no podría dormir en toda la


noche por estar pensando en esos ladrones, por pensar que
cada ruido que haya me despertaré y me llenaré de miedo.

—Te aprovechas de mi miedo, ¿verdad? —lo fulminé con la


mirada.

Él medio sonríe.

—Yo no me estoy aprovechando, solo digo que eres valiente


al hacer eso.

No le daría el gusto, no se lo daría.

—Dormiré sola porque soy valiente —le digo.

—Perfecto, está bien. Ven, te enseñaré el cuarto porque la


verdad ya tengo sueño —apaga la tele y se pone de pie.

Me pongo de pie también y lo sigo. Subimos unas escaleras


y nos detenemos en la primera puerta.
—Aquí dormirás tú—me señala.

—¿Y tú?

—La del fondo. Pasa buenas noches, me iré a dormir —se


va, bostezando.

No quería estar sola, no quería que me dejara sola, pero no


podía ir y decirle que quiero dormir con él. Sería muy
vergonzoso de mi parte y una mala insinuación. Abrí la
puerta del dormitorio y entré. Como estaba muy oscuro
encendí la luz. Ahí sí respiré aliviada. Me metí a la cama y
me cobijé toda, menos la cabeza.

Sería una noche muy larga.

Minutos después la luz se paga y mi corazón late más a


prisa.

Solo eso me faltaba, que se fuera la luz.

Genial, simplemente genial.

Cuanto más pasaban las horas más crecía mi miedo. La


lluvia seguía afuera y como habían ciertas ramas que
pegaban en la casa eso me asustaba más y no me dejaba
dormir. Miré el reloj de mi celular: eran las 11 de la noche.
Moría de sueño y cuando me quedaba dormida siempre
había algo que me despertaba.

No podía seguir así.

Tomé mi teléfono y salí de la habitación lo más rápido que


pude, sentía que me seguían, hasta que llegué a la de Elder.
Abrí con cuidado su puerta y la cerré con seguro detrás de
mi. Estaba acostado en la cama, estaba sin camisa, solo con
unos pantalones de pijama. Su pelo estaba despeinado y
habían algunos mechones que le daban en su cara. Me
acerqué a su cama y le toqué el hombro.

—Elder —susurré— Elder.

Se removió.

—Elder.

Abre sus ojos con algo de pereza y me mira, achicándolos.

—¿Puedo dormir aquí? —le pregunto en voz baja.

Él oculta una sonrisa mientras hace espacio con la cobija.


—Ven aquí.

Me meto a la cama, Elder me comparte de su cobija, pero lo


que más me desconcertó fue que me abrazó por detrás,
como si fuéramos una pareja que esta durmiendo de
cucharita. Pero no le dije nada. Se sentía bien y, lo más
importante, me sentía protegida. Así que solo olvidé todo por
un momento y al fin me quedé dormida.

Capítulo 10
LUZ DE MAÑANA

Cuando despierto siento un brazo rodeándome, abro los ojos


de a poco solo para darme cuenta de donde estoy. En una
habitación completamente diferente. Había una ventana más
o menos grande de frente, en la ventana se podía apreciar el
lago. Wow, yo encantada de despertar todas las mañana así.
Hace sol y escucho el canto de ciertos pajaritos. Se siente
demasiada paz aquí, alejados del mundo.

Veo a Elder a la par mía completamente dormido. Quito su


brazo de mi cintura y me pongo de pie. Tomo mi celular y veo
la hora. Son las nueve de la mañana. La primera clase
estaba por empezar.
—Elder —lo removí— Elder tenemos que irnos —como no se
inmutaba lo removí más fuerte hasta que gruñó.

—¿Qué? —se voltea.

—Tenemos que regresar, es tarde. —me puse mis botas y


amarré mi cabello en un moño alto.

Tengo ganas de hacer pis.

—¡Levantate! —exclamé, tirándole una almohada.—Iré al


baño y cuando vuelva te quiero encontrar listo ya, ¿okay? —
me dirigí al baño, me bajé mis bragas, me levante la falda y
me senté en el retrete.

Hice una mueca de alivio cuando el líquido salía de mi.

En eso, Elder abre la puerta y entra tan campante.

—¿¡Qué haces?! —entré en pánico— ¡Salte!

—Cepillaré mis dientes, tranquilízate —toma un cepillo de


dientes y le echa pasta dental.

Subo mis bragas y bajo mi falda.


—¿No te enseñaron a tocar? —le inquiero mientras bajo la
palanca.

—No tienes nada que no haya visto ya —me molesta. Genial,


el Elder insoportable había regresado.

—Te espero abajo —salí del baño.

—Me tardaré un poco —me dice. Rodé los ojos mientras


salgo de la habitación. El Elder de ayer era demasiado dice
diferente al Elder de hoy. No sé qué le pasa pero cambia
conforme los días. Cuando bajo las escaleras recuerdo el
susto que pasamos ayer. Solo espero que no tenga que
volver a pasar por algo así otra vez. Me pongo en la puerta a
esperarlo. Llegaría tarde a clases.

Minutos después Elder baja, lleva otro uniforme, es decir, es


el mismo solo que limpio, a diferencia del mío que está
arrugado. Y era obvio, él se quedaba aquí a veces.

—Listo, ¿contenta? Ya nos vamos al fin —abre la puerta y


sale.

—Así es, lo estoy, estoy muy contenta —mentí. No lo estaba,


me sentía de malhumor y tenía mucha hambre ya.
Cuando llegamos al coche nos montamos. Elder lo enciende
y arranca.

Suspiré profundo.

—¿Cómo dormiste? —me pregunta.

Le doy una mirada rápida.

—Bien ¿y tu?

—No me puedo quejar —responde mientras se pone unos


lentes de sol.

—Es mi segundo día y ya llego tarde —me sobé la sien— Me


irá mal en la escuela.

—Relájate, haces mucho drama.

—Discúlpame pero a mí sí me importan mis notas.

—Como digas, francesita, como digas.

Veía a Elder y no lo conocía, es que ayer era una persona


completamente diferente. Me dijo que era suya y que me
protegería, incluso dormimos juntos y ahora... no lo conozco.
O quizás solo fue una fachada lo de ayer. Quizás quería
probar algo.

En todo el camino nadie volvió a decir nada, en cuanto


llegamos al colegio me bajé y me fui. Necesitaba bañarme e
ir a desayunar para poder empezar mi día y hacer como que
ayer nunca existió. Los pasillos estaban vacíos así que corrí
hacia mi habitación. Me quité la ropa y me metí a bañar.
Dejé que el agua caliente se deshiciera de las malas vibras
por haber pasado el día de ayer con Elder y me relajé.

Apago la ducha y me envuelvo en una toalla.

Cuando salgo me sorprendo al ver a Flavia de brazos


cruzados frente a mi.

—Flavia —me llevé una mano al pecho— me asustaste.

—¿Donde estuviste? Estaba muy preocupada —me dice. Me


dirigí al ropero y busqué el otro uniforme que tenía
planchado. Y ropa interior también.

—Es una larga historia que te contaré después, tenemos


clases, ¿por qué no estás allí?

—La profesora no llegó así que tenemos esta hora libre.


Ahora si, cuéntame que tiempo nos sobra.

Dudé en si contarle o no, quizás me juzgaría o qué se yo.

—Estuve con Elder —respondí mientras me ponía las bragas.

—¿Qué? ¿No me digas que caíste en su juego?

—¿Cuál juego? No, solo estuvimos en una casa y cómo había


mucha lluvia no nos pudimos venir.

—¿Es eso cierto? —me pregunta, cómo dudando.

—Es la verdad. En cuanto amaneció lo hice que me trajera.

—Nada de esto me da buena espina —comenta— no debiste


ir, Amara, ya te darás cuenta por qué te lo digo.

—¿De qué hablas?

Se encoge de hombros.

—Vístete porque te estaba esperando para desayunar.


Me dio pena vestirme frente a ella, pero somos mujeres así
que no tenia por qué tener vergüenza. Dejé caer la toalla
para ponerme el brazier, sin embargo, siempre me costaba
abrocharlo por detrás.

—Déjame, yo lo hago —Flavia se pone detrás de mí y me


abrocha el brazier, pero acaricia unos segundos mi espalda y
eso me desconcertó un poco. Carraspeé poniéndome el
uniforme completo.

—Vamos a desayunar entonces —le digo. Salimos del


dormitorio en dirección a la cafetería. En el camino Flavia me
fue contando que Karla llegó a dormir muy tarde y que
estaba segura de que se andaba viendo con alguien.

Cuando nos sentamos en la mesa de siempre con nuestros


desayunos me apresuré a comer. Tenía mucha hambre
porque desde ayer no comía.

—¿Por que crees que Elder te llevó a esa casa?

—No lo sé —respondí tomando algo de café.

—Siento qué hay algo más —murmura—Hay algo que no me


cuadra.
—A mi tampoco me parece convincente, es decir, apenas y lo
conozco.

Pero recordé las cosas que me contó ayer, sobre su abuelo y


su familia. No sé si eso fue mentira o verdad pero no lo
contaría.

A lo lejos veo venir a Mell.

—¡Amara! —me llama, cuando llega se sienta. Se ve


cansada, como si anduvo corriendo por toda la preparatoria
buscándome.

—¿Qué te pasa? —le pregunté.

—Dime que no es cierto.

—¿Qué cosa?

—Lo que se dice de ti y Elder —explica.

Sentí como algo en mi pecho al imaginar lo que podrían


haber dicho, o lo que él podría haber dicho.

—No se de que hablas.


—En el colegio se comenta que ustedes pasaron la noche
juntos, ¿es cierto? Yo pensé que lo odiabas.

Flavia me da una mirada de te lo dije. Dejé el café en la


mesa porque el hambre se me había quitado y me asusté un
poco. No podía creer que la historia se estuviera repitiendo.
Primero con mi ex novio que publicó mis fotos en redes
sociales, y ahora con Elder que dice que pasé la noche con
él. No sé qué tengo yo que las cosas así me persiguen.

—¿Quien dijo eso? —quise saber.

—No lo sé, se escuchan por todos los pasillos. Recién me


enterré.

Solo había una persona que pudo haber hecho eso, y fue el
mismo Elder, ¿quien más? Noté que varios chicos pasaba por
nuestra mesa y me miraban raro. Me sentía muy incómoda
con esta situación.

—Es obvio que no es verdad —le dice Flavia a Mell—El


padre de Amara vino ayer a la ciudad y decidió pasar el día
con ella. No hagas caso a chismes, ya ves como son.

Agradecí a Flavia por tratar de ayudarme, pero esto solo es


culpa de Elder y de nadie más. Y mía por ser tan tonta con
las personas. ¿Como pude confiar en Elder? ¿Como pude
siquiera pensar que podría ser bueno en el fondo? Personas
como él están podridos desde el nacimiento y así se
quedarán siempre. Por eso se rodea de pura basura.

—Si es así entonces no hay problema, yo te creo, Amara, el


problema es que no sé si los demás estudiantes te crean.

—No necesito que los demás me crean. Esto solo es culpa


de Elder. —me puse de pie y lo busqué por todas partes. En
algún lugar tenía que estar. Me las pagaría. Le daría a
entender que conmigo nadie se metía. Juré que no me
dejaría de ningún hombre jamás y que ninguno me volvería a
humillar. Y eso es lo que había hecho Elder.

¡Maldita sea! ¡Soy una imbecil por confiar en él! Elder es una
basura y merece estar solo. Merece no encontrar la felicidad
nunca. Merece lo malo que le pase. Subí escaleras, busqué
en las secciones, en los lockers, en la cafetería y nada. No lo
encontraba por ningún lado ¿en donde estará?

—¡Amara! ¿Cómo estás? —me pregunta Louis al


encontrármelo en un pasillo.

—¿Has visto a Elder? —es lo que le pregunto.


—Sí, estaba cerca de la sala de profesores con Melania.

Sala de profesores. Ni siquiera sabía donde quedaba.

—¿Donde es? —quise saber.

—Ven, te llevo.

Cruzamos dos pasillos hasta llegar al fin a la sala de


profesores. Pude ver a lo lejos a Elder con la pelirroja que
ahora sabía que se llamaba Melania. Se estaban besando.

Sentía rabia. Ira. De todo. Lo tomé del hombro y lo hice girar


hacia mi para después apretar mi puño y estampárselo en la
cara con toda la fuerza que tenía dentro de mi.

Capítulo 11
EL GOLPE

—¡¿Qué mierdas te pasa, Amara?! —me espetó con mucho


enojo, lo peor de todo es que no le había quedado ni una
seña de mi golpe.

Qué inútil.
—¡Te mereces eso y más! —le dije, si él estaba enojado
entonces yo lo estaba más.

Elder me tomó del brazo y casi me arrastró por otro pasillo.

—¡Suéltame! —me removía, además de que su agarre era


fuerte y me estaba lastimando.

—¿Me puedes decir qué es lo que te pasa?

Me empuja hacia la pared, retándome.

—Sabes bien lo qué pasa, Elder William, que eres un imbecil


y que no debí de confiar en ti. ¡Eres basura y por eso
mereces estar solo! —me acerqué a él, mirándolo directo a
los ojos.

Elder asiente.

—¿Por qué no me dices algo que no sepa, Francesita? —su


tono fue seco, burlesco.

—Le dijiste a todos que pasé la noche contigo —al fin le


dije.
Bufa para después reírse.

—¿Y no es eso cierto?

Dudé.

—Lo es pero no de la forma en que se los has dicho. ¿Sabes


qué? No quiero que te me vuelvas a acercar nunca más. Haz
como que no me conoces.

—¿Y si yo quiero acercarme qué? —me toma de la cintura


apegándome más a él.

—Quita tus manos de encima —lo empujé, pero era más


fuerte que yo. Con la otra mano, Elder toma mi cara y hace
que lo mire.

—Que te quede claro, Amara, que no me das órdenes, yo


puedo hacer lo que quiera y a la hora que quiera. Si quiero
estar cerca de ti lo estoy pero tú no me dices qué hacer. —
me suelta bruscamente.

Lo fulmino con la mirada mientras me acomodo la camisa.


Elder era peligroso, era demasiado impulsivo y tuve miedo
porque creí que llegaría a dañarme... físicamente.
—Eres un asco. —fue lo que le dije, para luego pasarle de
lado e irme corriendo lo más lejos posible de él.

—¿Qué pasó? —me pregunta Flavia cuando me espera en la


entrada del salón.

—Le dejé las cosas claras al idiota de Elder, solo espero no


tener que volverme a topar con él nunca jamás.

—Eso será difícil considerando que prácticamente vivimos


aquí, estudiamos en su misma sección y nos lo toparemos
en la cafetería.

Entramos al aula y buscamos los mismos lugares de ayer.

—Como sea, trataré de ignorarlo, como si no existiera.

—Suerte con eso.

Nos sentamos.

En eso la campana suena anunciando la entrada a clases.


Todos empiezan a entrar, y como lo supuse, la mayoría me
queda viendo. Quisiera irme de aquí.
El profesor de matemáticas entra, me quedo embobada
viéndolo, como la mayoría de las chicas. Es demasiado joven
para ser un profesor. Y muy guapo. Elder entra después sin
decir buenos días ni nada y se sienta en el mismo lugar: a la
par mía.

—Saquen su libro de matemáticas y ubíquense en la página


15 por favor —nos dice el profesor. Escuché cuchicheo entre
las alumnas. El joven y apuesto profesor escribe el tema en
la pizarra y su nombre a un lado.

Wade Wickham

Es lindo.

Abro mi libro y me ubico en la página 15. Un papelito cae


encima de mi libro así que miro para todos lados en busca
de quien me lo aventó. Pero no logré ver quien era. Lo iba a
tirar pero lo desdoblé y leí su contenido:

"¿Qué se siente ser una más que pasa por la cama de Elder
William?" Decía.

Miré a Elder, éste estaba en su mundo con su teléfono


celular así que no pudo ser él. Arrugué el papel y,
asegurándome de que el profesor no me viera, se lo aventé a
Elder, dándole en su cuello y cayendo justo en su cuaderno.

Éste me mira desconcertado y con cara de ¿qué carajos?. Lo


único que hago es retorcerle los ojos y volver mi vista al
cuaderno. Noté por el rabillo del ojo que desdobló el papel,
lo leyó y luego lo arrugó. Solo esperaba que esa sea la última
atención que le habré dado. Por su culpa ahora todos me
miraban como una más en la larga lista de amantes de Elder
William y estaba segura de que ningún chico me tomaría en
serio.

—¿Quién de ustedes es Amarantha Chevallier?

Elevé la vista hacia el profesor cuando dijo mi nombre. Todos


me miraron.

—Soy yo.

— ¿Me puedes acompañar por favor? —Parpadeé varias


veces sin entender pero al final me puse de pie y lo seguí
hacia afuera.

—¿Pasa algo? —le inquiero.

Se detiene así que me detengo.


De cerca está súper mejor. Por Dios, hasta hace poco estaba
odiando a los hombres y ahora estoy atraída por mi profesor.
No me entiendo en serio.

—Quizás no te acuerdes de mí, Amie —me dice.

Achiqué los ojos sin entender para luego negar con la


cabeza.

—No, lo siento, ¿debería?

Se ríe. Me parece una sonrisa linda.

Contrólate.

—Quizás me conozcas como Wuddie más bien.

¿Wuddie?

—Hmm no —seguí negando.

El profesor, dándose por vencido, hace un último intento.

—Me hiciste esto en primer grado —me enseña su muñeca,


había una marca pequeña y roja allí.
Y entonces recordé: en primer grado estaba enamoradísima
de un chico que me ignoraba totalmente así que para llamar
su atención le hacía groserías. El chico iba cuatro grados
más adelante que yo, pero eso no impedía que me gustara.

Abrí la boca del asombro pero luego la cerré.

—Wuddie, el de cuarto grado.

—Así es.

—Wow... estás... wow —no sabía ni qué decirle.

El se ríe.

—Qué gran casualidad encontrarte aquí —me dice—Hace


diez años que no te veo, creo.

—Sí, me alegara que estes aquí —le di una sonrisa sincera,


muy real porque en realidad me ponía muy contenta que mi
amor de niñez estuviera aquí conmigo.

Inconscientemente mordí mi labio inferior y él lo notó.

Carraspeé.
—¿Qué te parece si después de clases almorzamos juntos
para que me platiques qué es lo que has hecho en todo este
tiempo? —propone.

—Me parece bien. Claro que sí.

—Volvamos a clase entonces —sugiere— espera, no te


saludé formalmente —me toma de los hombros y me da un
beso en una mejilla y luego en la otra. Su toque en mi piel
provocaron escalofríos en mi.

Cuando entramos al salón de clases, la mayoría se nos


queda viendo, pero los ignoro y voy directo a mi lugar. Flavia
se acerca a mi.

—¿Qué quería el profesor? —me pregunta en un susurro que


estaba segura de que nadie escucharía.

—Lo conocí hace muchos años y no lo recordaba.

—Está guapo —me dice.

—Lo sé.

Cuando vuelvo la vista hacia la pizarra Wade me estaba


viendo, me sonríe de lado para luego ponerse a escribir algo.
Tenía la sensación de que después que cosas malas venían
las buenas. Y también tenía esa sensación dentro de mi que
mi cosa buena era Wade Wickham.

La campana para almorzar había sonado, le había dicho a


Flavia que no me esperara porque iría a almorzar con Wade.
Guardo mis cuadernos más lento de lo normal para esperar
que todos salieran. Cuando estaba lista noté que faltaban
dos por salir, Wade cerraba su maletín. Cuando salió un
chico me giré a Elder. Aún no salía.

Wade me da una última mirada para luego salir, supongo que


no se quiso acercar porque aquí estaba Elder y no quería
que los estudiantes notaran cierto afecto entre nosotros.
Suspiro profundo y me pongo de pie dispuesta a salir.

Pero Elder se me adelanta y, a paso rápido, se dirige a la


puerta para cerrarla con llave.

—¿Qué haces? —musité.

—¿Qué te traes con ese profesor? —es lo que me pregunta,


recostado en la puerta y jugando con la llave.
Reí un poco.

—Eso es algo que no te importa —respondí— Déjame salir o


si no grito—lo amenacé.

—Almorzarás con él —me dice.

Achiqué los ojos.

—¿Cómo sabes eso?

Me sorprendía la cantidad de cosas que este chico podría


llegar a saber.

—Solo lo sé. No irás.

—¿Disculpa? ¿Quien te crees que eres?

Se aleja de la puerta para acercarse a mi.

—Fui muy claro ayer contigo, Amara, te dije que eres mía y
no pienso compartirte con nadie más, ¿entiendes? —su
mirada se oscurecía cada vez que hablaba de estas cosas, lo
pude notar. Pero no podía creer que siguiera con el maldito
juego de ayer. Ya logró lo que quería ahora que me deje en
paz.

—No. Soy. Tuya —le dejé claro en tono pausado, para que
entendiera de una buena vez— No tienes derecho sobre mi
así que puedo salir con quien yo quiera, ¿ok? Quítate.

En un rápido movimiento me toma de los hombros y me


estampa contra la puerta. Esta vez sí me dolió y hasta tosí
un poco. Miré a Elder con algo de temor, un gesto que él
notó, un gesto que hizo que parpadeara varias veces y me
soltara despacio.

—Discul... —empezó a decir, pero no le salió la palabra.


¿Qué planeaba decir? ¿Discúlpame? ¿Se quería disculpar
por haberse portado tan salvaje esta vez? ¿Por qué no podía
hacerlo? Elder es peligroso, me queda más que claro.

—Abre la puerta, Elder.

Elder me mira, hay cierta culpabilidad en sus ojos, pero


luego se acerca a mí; como instinto me aparto. Él lo nota
porque cierra sus ojos por uno segundos, para después
insertar la llave en la cerradura y abrir.

Cuando me dispongo a salir, habla:


—Amara, yo...

Lo veo.

—No te me acerques —logro decir, para después salir del


aula de clases e ir en busca de Wade.

Capítulo 12
CULPABLE

—Disculpa la tardanza —le digo a Wade sentándome en el


asiento frente a él.

Wade sonríe.

—No te preocupes, ¿todo está bien? —me inquiere.

Asiento sin ánimos, ni mente estaba en Elder y en lo que


había pasado. ¿Por qué no dejaba de pensar en ese idiota
manipulador?

—Todo está bien —mentí.

—¿Qué pedirás para comer? Mira, estaba pensando en que


podríamos ordenar estas... —empezó a decir Wade, pero fue
como si no lo escuchara más cuando miré venir a Elder con
otro chico hablando sobre algo. Elder tenía la cara amargada
como siempre. Parecía estresado, no lo sé. Quizás sienta
remordimiento por lo que me hizo.

Siento lástima por él.

Elder se sienta con su amigo en una mesa del otro lado de la


piscina y se ponen a platicar sobre algo. Pero pasó: Elder me
mira, atento y expectante. Le aparto la mirada y me
concentro en Wade que seguía hablando pero no lo
escuchaba.

—... Así que, ¿qué dices? ¿Te parece la idea?

¿Idea de qué? Por estar poniéndole atención al idiota ese no


le escuché nada a Wade, a quien sí me interesa.

—Sí, está bien, me parece bien.

—Perfecto. Cuéntame, ¿qué has hecho, Ami? Todo este


tiempo me pregunté qué habría pasado contigo.

—Nada importante, estudiar y salir con amigas nada más.

—¿Tienes novio? —quiso saber tan de repente.


—No, no lo tengo —confesé.

Él asiente.

—Me parece bien entonces.

—¿Tú? ¿Novia, esposa, hijos? —quise saber.

—Eh, no, nada. Estoy mejor solo.

—Lo sé.

—¿Cómo fue que viniste aquí? —se pasa al asiento de la par


mía. Más cerca.

—Mi padre tenía cosas que hacer así que... yo estaba mejor
aquí. —respondí sintiéndome un poco nerviosa por su
cercanía, además que no le diría las verdaderas razones que
me llevaron a aceptar venir aquí. Sería vergonzoso para mí.

—Entiendo. Me alegra que hayas tomado esa decisión, así te


pude encontrar —Wade me toma de la mano. Un gesto un
poco extraño al inicio pero luego no me desconcertó. Lo que
sí noté fue que Elder se levantó bruscamente de la silla y
salió de la cafetería.
—Eso creo.

—Te puedo hacer una pregunta —me dice.

—Ya la hiciste —bromeo.

Él ríe.

—¿Te puedo hacer dos preguntas entonces?

—Dime.

—¿Por qué me hacías groserías en primaria?

Sabía que algún día me tendría que preguntar esto.

—Bueno, Wade, me gustabas y no sabía cómo llamar tu


atención.

—Era mayor que tú sí—recuerda.

—¿Y eso que tiene de malo? No le vi un impedimento a tu


edad.

—¿Y crees que eso cambió? —pregunta.


Lo miré.

—¿Qué?

—El que te gustaba.

Okay, esa es una pregunta un poco privada y vergonzosa


¿por qué me pregunta eso si han pasado años? Además, es
cierto que está guapo y todo pero... no estaba segura de si
sentía lo mismo que hace mucho tiempo por él. Pero... no
estaría mal empezar algo... ¿o si?

—Yo... —iba a responder, pero un grito me interrumpió.

—¡Amara! —era Flavia quien venía corriendo por la cafetería


buscándome.

—¿Qué pasa? —me pongo de pie.

—¡Ven! ¡Es urgente! —me toma de la mano y me hace que la


siga a paso rápido.

—¿Me puedes decir qué te pasa? Dejé a Wade así como


así...
—¡Se están peleando! —es lo que me dice.

—¿Quienes?

No me dice nada, solo me lleva por los pasillos hasta llegar


al patio trasero en donde había un murmullo de estudiantes
gritando y apoyando a algún peleador.

—Es Elder y Louis —me dice al fin.

—¿Yo que tengo que ver? —quise saber. No era mi culpa que
esos dos chicos se estuvieran peleando así que nada tenía
que ver aquí. No me importaba lo que le pasara a Elder. —
¿Sabes qué? Yo me voy —iba a dar media vuelta pero ella
me detuvo.

—No, no, no —dice— Elder dijo algo sobre ti y luego Louis


también y no sé qué pasó pero momentos después ya se
estaban agarrando a golpes.

—Bueno, si estaban hablando mal de mi por mi que se


maten, adiós —intenté dar media vuelta e irme pero ella me
volvió a detener.

—Escúchame...
—Amara —ahora es Mell quien se acerca y me dice algo al
oído—: Louis habló sobre unas fotos con Elder y por eso se
están pelando, ¿me puedes decir qué pasa?

Entré en pánico, vi todo como en cámara lenta, creí


desmayarme. Es que no podía ser que esas fotos fueran
las... no, no podía ser. Si Louis sabía es probable que Elder
también y quizás toda la escuela.

Maldición.

Maldición.

Maldición.

Quería huir de allí otra vez, irme lejos.

Sin embargo, caí en mi realidad: habían dos chicos


peleándose. Me abrí paso entre los estudiantes hasta llegar
donde ellos. Elder estaba encima de Louis golpeándole la
cara. Sus nudillos estaban rojos y Louis bañado en sangre.

—¡Elder, suéltalo! —lo tomé de la camisa, queriendo que se


apartara de él, pero no hacía caso, es como si estuviera
poseído por la ira que no lograba ver más allá de su enojo. —
¡Suéltalo por favor! —hice un último intento, apartándolo de
él de una buena vez.

Dos chicos se acercaron a auxiliar a Louis. Elder estaba


bañado en sudor, su pelo caía por su cara y su respiración
era agitada. Sus ojos eran dos huecos negros que
provocaban temor. Tenía mucha ira, demasiada. Así que me
dio miedo tocarlo o hablarle siquiera. Sin embargo, Elder me
tomó de la mano y me llevó por un camino en el bosque,
lejos de todos.

No le dije nada, ni siquiera puse impedimentos, para ser


sincera me daba miedo decirle algo y que se enojara
conmigo porque quizás pudiera... Elder se detiene de golpe y
me mira.

—No voy a hacerte daño —me dice después— si eso es lo


que piensas. Podré ser todo lo que quieras pero jamás te
haría daño. No a ti.

Sus palabras me llegaron.

—Anda, dime lo que quieras —se quita la camisa bañada en


sudor y llena de sangre. Pude ver su abdomen bien
trabajado, pero elevé la vista para que no me cachara
viéndolo.
No sabía ni qué decirle, es más, sentía vergüenza porque
quizás ya vio mis fotos. Me dediqué a mirar el suelo porque
no tenía valor para mirarlo a la cara.

—No te diré nada —le hago saber— tu sabrás tus cosas. Al


fin y al cabo eres Elder William y nadie te dice qué hacer, ¿no
es así?

Él suspira.

—Como sea, ese imbecil se lo merecía.

—¿Por qué? —lo miré ahora sí.

Me escanea con su mirada, se debate en si decirme o no,


pero al final lo hace.

—Por meterse contigo.

Sentí algo en mi pecho cuando dijo eso. ¿Será cierto?

—No me creas si no quieres.

—¿Por qué? ¿Por qué... me defiendes? No te entiendo. —


logré decir.
Elder me confundía.

¿Era bipolar?

Se acerca a mi despacio y eleva su mano para acariciar mi


mejilla.

—Porque siento esta necesidad dentro de mi de protegerte.


Siento la necesidad de poder estar contigo todo el tiempo.
Siento la necesidad de buscarte, de tocarte, de sentirte.
Quizás no sientas lo mismo pero yo sí. Y no me entiendo. No
sé qué es lo que me pasa pero cuando estoy contigo siento
cosas que jamás había sentido por ninguna otra mujer. Fue
entonces cuando te dije que te había encontrado al fin. Justo
cuando creí que no había esperanzas para mí apareciste.

Me quedé atónita ante sus palabras. Volvía a ser el Elder de


la casa en el lago. Volvía a ser esa persona en la que quiero
confiar. Esas cosas que me dijo eran... jamás me habían
dicho algo como eso. Y no sé si estaba mintiendo, no sé si
quería jugar conmigo, no tenía idea de nada; solo sabía que
estaba muy confundida con este chico que me hacía rabiar
hasta más no poder.

—¿Por qué me dices estas cosas? —inquiero— No bromees


que ya no estoy para tus juegos.
Negó.

—No son juegos, Amara, es la verdad. A veces no sé como


actuar porque la bestia que está dentro de mi me domina. —
se acerca, acunando mi cara en sus manos— Por ejemplo
cuando estabas con ese imbecil de Wade —su mano viaja a
mi cuello, rodeándolo.

—Elder.

—Cuando estás con ese imbecil siento rabia —ahora lo


aprieta un poco.

Dios.

—Una rabia que no puedo controlar dentro de mi. Siento el


impulso de ir y despedazarlo con mis propias manos por
acercarse a ti. —ahora su mano viaja a mi nuca— Porque no
me cansaré de decirte que eres mía hasta que lo aceptes de
una vez por todas. —Elder me toma de la nuca y, sin previo
aviso, une sus labios con los míos.
Capítulo 13
EL BESO

Sentir a Elder besarme era extraño, nuevo. No podía estar


pasando algo así. No entre nosotros. A pesar de que mis
labios seguían su ritmo involuntariamente puse mis manos
en su pecho y me separé.

—No puedo hacer esto —le dije— ¿crees que soy tonta? No
caeré de nuevo en tu juego. ¿Qué harás después? ¿Dirás
que me trajiste al bosque para follarme? —me alejé—
Olvídalo, Elder, no confío en ti.

Le di una mirada rápida y me giré sobre mis talones,


yéndome. Él se había quedado sin decir una sola palabra,
solo escuchándome cosa que agradecí. Casi corrí hasta la
puerta trasera del colegio. Agradecí que no hubiera nadie.
Pude notar un poco de sangre en las hojas secas del suelo.

Cuando entré a los pasillos busqué a Flavia por algún lado,


encontrándola en su casillero que estaba junto al mío.

—Flavia —me posicioné junto a ella.

—Amara, pensé que tardarías más —cierra su casillero


mirándome.
—Elder es un idiota.

—¿Qué te hizo ahora? —quiso saber.

—Nada. Lo digo por pelearse así.

—Igual te defendió y todo mundo habla de eso. Creo que se


les olvidó lo de ayer y ahora tienen algo nuevo de que hablar
—explica sonriente.

—¿Algo nuevo como qué?

Temía que fueran mis fotos ese "algo nuevo de que hablar"
porque si era así preferiría que pensaran sobre Elder y yo a
qué me vieran así.

—Sobre Elder, que te defendió —recuerda.

¿Entonces por qué Mell diría algo sobre fotos? No lograba


entender.

—¿Sabes donde está Mell?

—La vi yendo a los dormitorios. Recuerda que tenemos


deportes en cinco minutos —me dice.
Me rasco la parte de atrás de mi nuca y resoplé. Me sentía
estresada. Era mi segundo día y sentía todo esto pesado.
Huir del pasado no es tan fácil como me lo imaginé.

—Iré a buscar a Mell —me di la vuelta, pero ella me detuvo


tomándome de la mano.

Sentí raro ese gesto.

—Te acompaño.

—¿Estas segura...? Porque yo no sé si dilate y no quiero que


pierdas clases por mi culpa.

—Estoy segura, somos amigas, ¿no?

—Está bien.

Subimos las escaleras y nos encaminamos a los dormitorios.


El de Mell estaba frente a los nuestros así que toqué dos
veces la puerta. Pasaron unos cuantos segundos para que
ella abriera. Estaba con un espejo en mano y un lápiz labial
en otra. Mell ve desde la mano entrelazada con Flavia hasta
a mi. Y sonrió.
Me sentí incómoda, lo acepto.

—Mell, ¿puedo hablar contigo? —le inquiero.

—Claro, dime.

—¿Por qué hablaste sobre unas fotos mientras estaba la


pelea? —quise saber.

Mell no se inmuta sobre mi pregunta, sino que más bien


parecía estar esperando que la hiciera.

—Me confundí, Amara, no era por eso —tapa el lápiz labial y


guarda su espejo en su bolso.

—¿Segura?

—Por supuesto. —sale del cuarto y cierra la puerta tras de


ella. —Por cierto, aprovechando que las veo quiero decirles
algo; o más bien hacerles una invitación: hoy tendremos una
pijamada solo de chicas y ustedes están invitadas. Claro, la
pesada de Karla también.

Miro a Flavia un momento y ella también me mira.

—¿Nosotras? —se asegura Flavia.


—Sí. Me dijo un pajarito por ahí que los profesores y el
director saldrán a una junta y solo queda el guarda de
seguridad. Con él no hay problema porque es de los nuestros
así que en la noche somos libres todos. A la pijamada vienen
unas cuantas chicas así que... por favor, pónganse algo sexy.

—¿Por qué sexy? —inquiero.

—Bueno, no es una pijamada aburrida. Hay juegos entre


otras cosas —nos guiña el ojo— Me tengo que ir, nos vemos
en deportes.

Y se va.

—No entiendo por qué nos invita a nosotras —le digo a


Flavia que por cierto aún no quita su mano de la mía. Es
decir, no me siento incómoda pero sí. No lo sé. ¿Estará mal
entendiendo las cosas? La verdad no quiero que se haga
falsas ilusiones conmigo. Si esto sigue así tendré que hablar
muy seriamente con ella.

—Será divertido, ¿no crees? Anímate, necesitamos


distraernos de algo porque estar aquí es asfixiante —se
queja.
Y no era mala idea.

Tenía curiosidad por saber cómo eran las pijamadas de Mell.

—Vamos a clases mejor.

En la clase de deportes era mala y no tenía resistencia así


que siempre estaba recibiendo regaños por el profesor.
Teníamos que dar cinco vueltas al enorme campo de fútbol.
Y era grande. Todos en fila pero a una distancia considerada
para no golpearnos unos a otros. Me sentía cansada,
necesitaba agua y acostarme.

—Descansen cinco minutos —nos había dicho el profesor.

Me dejé caer en el pasto seguida por Karla y Flavia.


Habíamos pasado por el dormitorio a cambiarnos el uniforme
porque no era apropiado hacer con falda obviamente.

—Estoy muerta —se queja Karla.

—Si corro un metro más me desmayaré —le sigue Flavia.

Me sentía cansada también, mis piernas temblaban y se


sentían calientes. Yo me sentía caliente. Necesitaba
abanicarme con algo, pero como no tenía nada con qué
hacerlo lo hice con la mano.

—Aún no puedo creer que me haya invitado a mí a su


pijamada —Karla se sienta en el césped y abre su botella de
agua.

—Nosotras tampoco —le digo, dando un trago a la mía.

—Es solo Mell, ¿por qué hacen tanto alboroto? —nos dice
Flavia.

—Es que es extraño, ella no es así —murmura Karla,


pensativa— Algo quiere. Es la única opción.

—Y nos dijo que nos vistiéramos sexys —añade Flavia— es


una pijamada, no tenemos baby doll.

—Yo sí tengo, si quieren les puedo prestar —Karla sonríe un


poco pícara y la verdad no tenía idea del por qué hizo eso.

—¡El descanso terminó! ¡Cinco vueltas más!

Las tres nos quejamos pero a regañadientes nos


levantamos.

—Este es muy provocativo —solté el pedazo de prenda como


si tuviera fuego y me dedique a ver a Karla con algo de
susto.

—¿Qué? —pregunta indignada— Una nunca sabe cuando se


te dará una oportunidad. Mujer precavida vale por dos.

Flavia escoge uno en color rojo, el encaje era casi


transparente que estaba segura de que miraba sus pezones.

—No saldrás así, ¿o sí? —la miré con horror.

—Solo vamos al cuarto de en frente, Amara —dice con


obviedad.

—Yo escojo este, es mi favorito. —Karla se decide por uno


color rosa pastel, la tela es demasiado fina y casi
transparente. No tiene short sino calzón. Hilo más que todo.

—Karla —me sorprendo.

—Me lo pondré —se quita su ropa y empieza a ponérselo.


Yo no sé por cuál decidirme, habían muchos pero todos eran
demasiado provocativos. Y no me gustaba lo provocativo.
Siempre trataba de ser más... cerrada en esas cosas. Pero no
tenía otra opción. Elegí uno que estaba más o menos. Era en
color negro. Tenía un bóxer de tela fina y la camisa. El encaje
medio transparente. Me fui a mi cama y me quité la ropa
para después ponerme el pedazo de tela.

Las tres estábamos listas.

—Este te queda perfecto—me dice Flavia.

—Como ya estamos listas deberíamos de irnos ya —sugiere


Karla.

—Está bien, vamos.

Las tres usábamos pantuflas así que salimos de la


habitación y nos dirigimos a la de Mell en donde no tenía
idea de cómo terminaría esta noche.

Capítulo 14
LA PIJAMADA

Karla toca la puerta del dormitorio de Mell y en seguida


abren. Mell está en ropa interior. Así es: ropa interior. Miro a
las chicas y viceversa.

—Pasen, las estábamos esperando.

Nos adentramos al dormitorio en donde había música, todo


era casi rosa y habían cuatro chicas más allí. Algunas
estaban en top y shorts y otras en baby doll. Había música
movida en el ambiente y unas cuantas cervezas. Lo que me
sorprendió fue que entre las chicas estaba Melania, ¿es
novia de Elder o solo su juguete? Como sea, me sentía un
poco incómoda con ella.

—Chicas, ellas son Melania, Gina, Kendra y Lasy—Mell nos


presenta. Es obvio que Karla las conoce.

—Gina, ¿viste la pelea de Louis? —se acerca Karla a una


chica cabello negro, es baja y delgada. Bonita. —¿Qué tienes
que decir acerca de tu ex novio?

Me sorprendí al saber que esa chica era ex novia de Louis. Y


eso que Karla me estaba diciendo cosas de él.

—No me interesa ya, estoy saliendo con alguien más. —le


responde Gina.
—Eso es bueno, amiga.

—Bueno, esto se está tornando aburrido —Mell avanza al


equipo de sonido y le sube todo el volumen para después
bajar la intensidad de la luz. —Hay cervezas aquí... entre
otras cosas.

—¿No hay agua? —quise saber yo.

Rieron.

—No seas graciosa, Amara, y ven a bailar.

Todas hacían el gesto de bailar en el centro del dormitorio


con una botella de cerveza en la mano. No me gustaba bailar
y no me sentía parte de esta fiesta pijamada. Ahora me
quería ir.

Me escabullo fuera del dormitorio sin que se den cuenta y


salgo al pasillo.

—¿Qué haces?

Salto del susto mientras me doy la vuelta para ver a Elder,


aún viste con el uniforme.
—Me asustaste —le dije.

—¿De qué huyes o qué? —me inquiere— Con esa


vestimenta. —sus ojos brillan. Había una chispa especial en
ellos. No tenía manera de taparme.

—Voy a mi cuarto —lo rodeé, me pareció extraño que no me


detuviera. Sin embargo, cuando abro la puerta de la
habitación y entro él también lo hace, cerrando la puerta tras
de mi. —¿Qué haces? —lo miro mal.

—Me provocas con eso puesto —se acerca a mi, yo


retrocedo.

—Elder, ¿qué estás haciendo? —repetí. Mientras más


retrocedía, más se acercaba, hasta el punto en que caí de
espaldas a la cama y eso hizo que él se subiera encima de
mi. —Quítate.

—Amara, ambos queremos lo mismo —susurra. Sus ojos.


Otra vez sus ojos que parecen hipnotizantes. Es difícil no
perderse en ellos.

—Lo único que quiero es que te vayas de mi habitación —


Elder baja la vista a mis pechos, era más que obvio que se
veían a través de la camisa tan delgada.
—Eres muy cruel —me dice, quitándose—Necesito un baño
con agua fría —sale del cuatro dejándome atónita y
jadeante. ¿Acaso podrá ser que vi...? En su pantalón juraría
ver un bulto creciente.

Ay, Dios.

Me abaniqué con la mano y salí de la habitación. Era


peligroso estar sola aquí, no sabía si Elder volvería en
cualquier momento y la verdad es que no estaba segura de
que aguantaría estar a solas así otra vez con el.

¿Qué me pasa con Elder?

Sentía mi corazón ir más a prisa. Me sentía, yo sentía...


cosas. Abrí la puerta del dormitorio de Mell solo para
encontrarme con una escena un tanto extraña. Karla. Y
Flavia. Se estaban besando.

Paren todo, ¿que?

En cuanto entro ellas se separan.

—Al fin llegas, ven, siéntate con nosotros —me anima Mell.
Estaba sentadas en un círculo y había una botella de cerveza
en el centro. Al parecer estaban jugando algún juego.

Hago lo que me dice Mell y me siento al estilo indio entre


medio de Melania y Gina. Tenía a Flavia y a Karla de frente.

—Bueno, démosle el turno a Amara. Gírala —dice Melania.

Hago lo que me dicen: giro la botella y vuelvo a mi posición.


Gira, gira y gira hasta que se detiene. Pero se detiene en
Lasy. Lasy es delgada, cabello rizado y tez blanca.

—¿Qué se supone que haga? —les pregunto.

—Yo pongo los retos —dice Mell— Te reto, Amara, a que le


des un beso apasionado en la boca a Lasy.

¿Qué? ¿Que les pasa? ¿Están bien? Porque más bien parece
una orgía de mujeres. No lo haría.

—Otro reto —pido.

—Todas aquí hemos cumplido retos.

—Si ella no quiere esta bien —le dice Flavia,


defendiéndome.
Todas me miraban, como juzgándome. Así que acepté para
que dejaran de hacerlo.

—Bien —me puse de rodillas al igual que Lasy.

—Te gustará —dice Lasy, para después besarme.

Me sentía rara, extraña, jamás en la vida había hecho esto.


Lasy me besaba. Sus labios sabían a algún labial de fresa. Al
menos besaba mejor que la mayoría de hombres que me han
besado. Dejando de lado el beso de Elder claro está.

Cuando nos separamos, Flavia se levanta y sale de la


habitación sin decir ni una sola palabra.

—¿Qué le pasa? —inquiero.

—Iré a verla —Karla se levanta y sale detrás de ella.

—¿No es obvio? —me dice Mell.

—¿Qué?

—Está celosa.

Me río.
—¿Celosa de que?

—Para todos es obvio que a Flavia le gustas, Amara. ¿Nos


has notado como te toca o cómo te agarra de la mano como
si fueran novias?

Oh.

Pues ya lo venía sospechando pero Flavia es mi amiga y la


verdad que le he tomado mucho cariño. No quiero que
nuestra amistad se ve afectada por cosas que no pasaran.
Puede que Flavia solo tenga cierta atracción por mi pero
nada más. Estaba segura.

—No lo creo.

—Todos nos hemos dado cuenta, excepto tu.

Flavia no volvió a la pijamada y Karla tampoco, así que me


fui de allí directo a mi habitación. No había nadie. Me puse
mi pantalón de pijama y la camisa de tirantes para luego
meterme a la cama y apagar las luces. No podía dormir. Las
horas pasaban y Flavia no aparecía. Taan poco Karla.

Cuando iban a dar la 1, la puerta se abrió, eran ellas dos y


olía a alcohol. No puede ser. Estaban borrachas. Pero no solo
eso, sino que entraron besándose. Cerraron la puerta y se
dejaron caer en la cama de Flavia. Me hice la dormida, pero
veía todo y escuchaba todo.

Capítulo 15
TRAMPA

A la mañana siguiente me levanto a hacer lo que hago todas


las mañanas: paso al baño, me ducho, salgo y me arreglo
para otro día de clases. Lo que pasó ayer me tiene un poco
shockeada. Me refiero a que me besé con la chica llamada
Lasy, Flavia se había puesto celosa de mí y lo que hizo con
Karla. Son tantas cosas. Es decir, tenía que hablar
seriamente con Flavia para poder aclarar las cosas; no
quería perder su amistad. Le había tomado cariño.

—Buenos días —me dice Flavia yéndose para el baño. Miré


que Karla aún seguía dormida en su cama.

—Buenos días —respondí con torpeza. Pensé que no me


hablaría. Eso era buena señal, ¿no? Flavia se adentra al
baño así que me quedo sola con Karla, quien se empezaba a
remover.
Me termino de peinar y tomo algo de dinero para pagar el
desayuno.

Karla bosteza sentándose en la cama.

—Agh, no quiero ir a clases —se queja— ¿que tal dormiste,


Amara? —me pregunta—¿No te desvelamos anoche? —hace
una mueca como apenada.

Por supuesto que sí, estaba escuchando gemidos ¡gemidos!


E incluso vi cosas que... desearía no haber visto.

—Para nada. Estaba tan cansada anoche que dormí sin


despertarme. ¿Por qué? —fingí.

—Por nada —dice, poniéndose de pie— ¿Flavia está en el


baño?

—Así es.

—Iré con ella —se dirige al baño y entra.

Bueno, en realidad no tengo ningún problema con eso pero


sí se siente un poco incómodo a veces. Y ahora hasta
excluida me siento. Tomo mi bolso y salgo de la habitación.
Al parecer ahora desayunaría sola. Cuando voy por los
pasillos llenos de estudiantes hacia la cafetería, me
encuentro a Wade en el camino. Él me mira y sonríe.

—Wade —me acerco sonriendo.

—Amara, ¿cómo estás? Ayer te fuiste rápido. —usaba un


traje que lo hacía ver demasiado sexy y su típico maletín de
profesor.

—Tenía que resolver algunas cosas, pero todo está bien,


¿ibas a desayunar?

—Sí, —se queda pensando—¿aceptarías que te invite a


desayunar? —me pregunta.

Bueno, al menos así no desayunaría sola. Wade sería mi


compañía a partir de ahora. Me sentía un poco triste por
Flavia, pero ella ahora está con Karla.

—Está bien, vamos —acepté. Cuando nos dirigimos a la


cafetería me encuentro a Elder en una de las mesas. Usa
unos lentes de sol oscuros y su uniforme perfectamente
arreglado. Solo dejaba sueltos unos cuantos botones, eso lo
hacían ver más... okay, ignóralo.

Elder me mira, se quita sus lentes y me lanza una mirada


llena de reproches.

¿Qué le pasa?

—¿Está bien aquí? —Wade se sienta a dos mesas de Elder.

—Está bien.

Wade me empieza a platicar lo que ha hecho desde


entonces, se mudó aquí a los 15 y desde entonces se ha
dedicado a estudiar. No ha tenido tiempo para el amor, o eso
fue lo que me dijo. Desayunamos tranquilos, sin ningún
problema y lo que más me gustó es que no volteé a ver a
Elder en ningún momento.

—Tenemos que ir a clases —me dice cuando la campanilla


fue tocada.

—Lo sé —me pongo de pie, pero antes me llega un mensaje


a mi celular así que lo leo:

Desconocido:

Ven al bosque y sigue las pistas rojas, te mostraré la verdad


sobre Elder.
Fruncí el ceño desconcertada mientras elevaba mi vista y
veía para todos lados. ¿Quien pudo mandar eso? Elder ya no
estaba en su lugar y la mayoría estaba con celulares en
mano. Pudo haber sido cualquiera de aquí.

—¿Te pasa algo? —me inquiere Wade.

—Tengo que pasar por el baño, adelántate —le sonreí


fingidamente.

—Solo no te tardes sino te pondré falta —bromea.

—No me tardaré.

—Está bien. Te veo en clases —y se va. Los demás


estudiantes que estaban en la cafetería empiezan a irse para
sus aulas de clases. Me debato en si hacer caso al mensaje
o simplemente ignorarlo. Lo releo una y otra vez, pensando.
¿La verdad sobre Elder? ¿Habla del día de la fiesta? Por más
que intento convencerme de que es una broma no puedo.
Siempre he sido muy curiosa y es por eso que siempre me
pasan cosas malas.

¿Y si es una trampa?

Me aseguro de que nadie me está viendo para empezar a


caminar hacia la parte trasera del colegio, la que da al
bosque. El camino se me hace eterno y sentía que me
vigilaban. Cuando llego, aún está la sangre seca de ayer en
las hojas tiradas en el suelo. Acomodo mi mochila mientras
busco alguna pista roja. A unos metros, en un árbol, noto un
pañuelo rojo; me acerco a él y lo tomo. Sigo caminando recto
hasta que encuentro un par de zapatos rojos. Eran converse,
botines.

Qué extraño.

Me estaba adentrando demasiado al bosque, como había


niebla me era casi imposible ver bien. Y además de que me
estaba dando mucho miedo. Tomé los zapatos y avancé
recto. A lo lejos miro una falda roja que se movía con
algunas ráfagas de viento que pasaban por aquí. Avanzo
rápido y tomo la falda.

¿Qué se supone que haga con esto?

Sigo avanzando hasta llegar a una enorme roca, encima de la


roca había una camisa roja. Y una nota. Me estaba
empezando a sentir nerviosa, pero ya estaba aquí y no me
podía regresar. Dejo las cosas encima de la roca y desdobló
el papel.
La nota decía:

"Ponte la ropa y avanza recto hasta llegar a la pequeña


cabaña. Allí encontrarás tus respuestas."

¿Qué clase de juego era este? Ni siquiera sabía de quién


habría sido esta ropa así que no quería ponérmela. En la
camisa noté manchas. Pero las ignoré. Miré para todos lados
para asegurarme de que nadie estuviera por allí vigilando o
grabando que es lo peor. Dudé en si hacer lo que decía la
nota o no. Sin embargo estaba tan cerca. Cerca de encontrar
respuestas. Cerca de saber qué es lo que Elder William y su
grupo ocultan.

Me quité el uniforme con cuidado, las botas y los calcetines.


Me puse la camisa roja, la falda roja y los zapatos rojos. No
sabía qué hacer con el pañuelo así que solo me lo amarré en
la mano. Me quedaban justo en mi talla. Metí mi uniforme en
la mochila, tomé la nota y avancé recto.

¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Por qué hago esto? Puede ser
peligroso, o simplemente puede ser una broma de Mell. No
lo sé, todo puede pasar. En la esquina de un árbol noté otro
papel.

Me estoy cansando de esto sinceramente. Tomé la nota y la


leí:

"Toma el martillo que está aquí abajo y sigue caminando. Es


una herramienta que te servirá para encontrar las
respuestas"

Miré abajo, efectivamente, había un martillo en el suelo. Me


agaché y lo tomé. Seguí avanzando recto hasta que por fin di
con algo. Había una cabaña frente a mi, pero estaba
deteriorada y como cayéndose. ¿Tendré que entrar allí?
Escuché el ruido de los cuervos, sobrevolaban a los
alrededores de la casa. En la entrada había un baúl. Supongo
que el martillo es para abrirlo. Avancé al baúl,
arrodillándome. Estaba sellado con un candado. Golpeé el
candado varias veces con el martillo pero era inútil, o yo era
la inútil; seguí tratando y tratando hasta que el candado al
fin se rompe.

Mi mano dolía un poco.

Cuando abro el baúl la sonrisa que tenía en mi rostro


desapareció por completo. Un mal olor salió desde adentro,
pestífero. Sin embargo, eso no fue lo que me dejó en shock
sino lo que había dentro. Dejé de respirar por un momento y
me puse de pie de inmediato, asustada, aterrada, llena de
miedo. El corazón me latió más a prisa y sentí mis piernas
temblar.

Lo que había allí era...

—¿Quien...? —escuché la voz de alguien detrás de mi, pero


se calló y lo que hizo después fue gritar. Gritar mucho. Me
volteé a ella, era una chica de quizás trece años que gritaba
y me veía con horror. Así que miré la escena: tenía ropa que
no era mía puesta, tenía un martillo en la mano, una mochila,
un baúl y dentro del baúl el cadaver de una chica.

Y eso para mí era demasiado comprometedor.

Pero fue donde me di cuenta de que me habían puesto una


trampa y había caído en ella.

Capítulo 16
LA VÍCTIMA

—¡La mataste! ¡La mataste! —me gritaba la chica.

—No, espera —me quise acercar, pero como instinto ella


retrocedió. Me tenía miedo, era obvio. Y es que esto para mí
no se veía nada bien.
Maldita sea.

—¡Eres una asesina!

Dios, esas palabras dolieron. Pero no me afectarían porque


no había hecho nada. Todo había sido una confusión. Una
trampa. ¿Quién mierdas me pudo haber hecho esto?

—Escúchame, vine aquí y encontré esto —dejé caer el


martillo para que viera que estaba desarmada. Pero la chica
seguía retrocediendo hasta que su espalda chocó con un
arbusto.

—Llamaré a la policía —dice, sacando su teléfono celular.

—No, no hagas eso —le rogué. Estaba segura de que había


una explicación para todo esto. Pero como dije, no se veía
bien para mi. En primera, estaba usando la ropa de la víctima
y había tocado el arma homicida también: el martillo.

—Llamaré a la policía —repite ella llevándose el celular a la


oreja.

Genial, ahora terminaría en la cárcel.

—Espera, yo... —pero algo pasó: en un abrir y cerrar de ojos


un lobo negro y enorme sale de detrás de los arbustos y
muerde a la chica justo en el cuello. La chica grita mientras
se desangra e intenta pegarle al enorme animal. Me caigo de
espaldas, alejandome y viendo la escena.

—¡Ayúdame! —gritaba— ¡ayúdame, por favor! —pero fue


inútil porque el lobo mordió más fuerte y la lanzó lejos. La
chica cayó con sus ojos abiertos. Y me miraban.

¿Estaba muerta?

Sollocé, las lágrimas caían sobre mis mejillas. Cuando mi


espalda chocó contra el baúl me detuve. Ahora el lobo tenía
su hocico lleno de sangre. Recordé el día de la fiesta: era el
mismo. Sabía que no podía ser una broma. Sabía que no
eran máscaras. Era él. Tomé el martillo en cuanto vi que se
acercaba. Me gruñó fuerte, un gruñido que me hizo cerrar
mis ojos porque pensaba que esta vez sí sería mi fin.

El lobo me mordió, pero no mi piel, sino la camisa, la


desgarró por completo quedándome solo en mi brazier. E
hizo lo mismo con la falda. Yo estaba sin moverme y hasta
casi sin respirar. Necesitaba hacer algo, necesitaba salir de
aquí. Necesitaba defenderme.

Apreté el martillo y respiré profundo. 1,2, 3; golpeé al lobo en


la cabeza con el martillo haciendo que éste se quitara de
encima de mi y gimiera de dolor. Me puse de pie de
inmediato y salí corriendo sin ver atrás. Me tropecé a solo
unos metros pero pude reincorporarme para seguir
corriendo. Mi corazón estaba demasiado acelerado que
estaba segura de escuchar mis propios latidos. Aún llevaba
el martillo en la mano. Mi ropa estaba desgarrada y había
dejado mis cosas y mis huellas en la escena del crimen. Pero
ni siquiera iría a la cárcel si ese lobo me atrapada.

Cuando me detuve para descansar un poco porque no podía


más, no se escuchaba nada a los alrededores, no se
escuchaba ni el canto de los pajaritos y sabía que eso era
malo. Eso era muy malo. ¿A qué hora me metí en esto? Me
escondí en unos arbustos cuando escuché pisadas. Aferré el
martillo a mi pecho por cualquier cosa. Lo bueno es que era
pequeña y cabía en cualquier parte. Estaba segura de que
estaba empapada en sudor, sucia, rasguñada y con el rímel
corrido por mi cara. Dejo de respirar cuando el lobo aparece.
Olfatea el suelo, buscándome. Es enorme. Su pelaje es negro
y brillante. Sus ojos ahora son amarillos, no negros como la
otra vez. Su hocico sigue con sangre.

El recuerdo de la chica muerta viene a mi. Solo era una niña.


Muerdo mi labio para evitar que se me escapara un sollozo.
"Dios, sé que casi no hablo contigo pero te prometo de que
si me sacas de esta iré a la iglesia todos los domingos. Por
favor."

Sé que es demasiado hipócrita solo buscar de Dios cuando


se necesita, pero supongo que es parte del ser humano.

El lobo sigue olfateando. Se detiene un poco para luego irse


por el mismo lugar por donde apareció. Respiré con alivio al
fin. Y lloré. Lloré como nunca.

—¡Amara! —escuché gritos a lo lejos. Me pongo en alerta


para poder escuchar mejor. ¿Serán alucinaciones mías? —
¡Amara! —vuelvo a escuchar.

En eso miré a Flavia, Karla, Wade y Elder frente a mi. Como


seguía en el arbusto no me notaron. Así que salí.

—Chicos —llamé su atención.

Se giraron a mi.

—¿Qué te pasó? —se acerca Flavia.

—¿Estas bien? —me pregunta Elder, siendo el primero en


tocarme.
—Amara, ¿que fue lo qué pasó? —ahora es Wade quien se
nota preocupado.

—¿Como fue que me encontraron? —quise saber.

—Karla recibió un mensaje extraño sobre venir los cuarto al


bosque —explicó Flavia.

—El único que no estaba era Elder. Nos lo encontramos en el


camino.

Sentí que Elder se tensó. Así que me separé de él de


inmediato. No me daba confianza.

—Ocurrió algo terrible —les expliqué.

—¿Qué ocurrió? —me pregunta Elder antes que los demás.

Lo escaneé con la mirada. Sus ojos negros ocultaban


muchas cosas. Elder era muy oscuro y misterioso. Tenía algo
que me aterraba pero que a la misma vez llamaba mi
atención.

—Es mejor que lo vean por ustedes mismos —les dije—


síganme.
Caminé por donde había venido, en realidad no había corrido
mucho así que la cabaña no estaba lejos. Cuando llegamos
me detengo. Allí estaba el baúl, mi mochila, parte de mi ropa
desgarrada y a unos metros la chica muerta. Que ahora en
realidad eran dos.

—Por Dios —Flavia cubre su boca con la mano.

—Amara, ¿qué es esto? —Karla avanza un poco.

Elder se dirige al baúl y se pone de cuclillas, examinando el


cuerpo. Wade se dirige a la otra chica a unos metros.

—La chica tiene marcas de un animal en el cuello —explica


Wade— Nos puedes decir qué está pasando —me mira.

Me sorprende que Elder esté callado, me sorprende que esté


aquí con nosotros.

—Había un... —empecé a decir.

—Lobos —responde Elder poniéndose de pie— Las dos


fueron atacadas por lobos.

—¿Lobos? —inquiere Wade.


—He escuchado de ellos —murmura Karla.

Flavia me da una mirada extraña, como tratándome de decir


sobre la fiesta.

—Nadie puede saber esto —es lo que dice Elder.

—Tenemos que llamar a la policía —le digo— no podemos


dejar esto así por así.

—Amara tiene razón —se acerca Wade.

—El asunto es este —explica Elder con su típico aire de


grandeza, el que lo sabe todo—: Amara tiene la ropa de la
víctima, el martillo tiene sus huellas, todo en este lugar ya
tiene las nuestras. ¿Crees que la policía nos creerá el cuento
de los lobos? Aquí no se han dado casos de estos. Aterricen
a la realidad.

En realidad no sabía si estar de acuerdo con Elder o no, pero


puede que tenga razón. Además que no tenía pruebas, solo
el rasguño de la otra chica. En realidad sus marcas son
hechas por un animal.

—Pero las marcas pueden ayudarnos —les dije— al fin y al


cabo son hechas por un animal y no creo que los de la
autopsia no vean eso.

—Arriésgate entonces, Amara, yo se lo que te digo.


Prepárense para ir a la cárcel entonces —nos dice con aires
despreocupados, como si esto no le afectara en lo más
mínimo.

Lo pensé.

—¿Qué podemos hacer entonces? —quise saber.

Todos se miraron entre sí, pensativos, dudosos, para


después mirar a Elder cómo pidiendo una respuesta.

Cuando la noche cayó habíamos hecho una fogata, habíamos


quemado las evidencias y ropa que nos pueda inculpar. En
mi mente solo estaban las notas y los mensajes. Alguien
quería inculparme. Alguien quería que estuviera en esta
situación. Alguien me quería hacer daño. Y no sabía ni quién.
Fue allí donde, mientras las evidencias y los cuerpos se
quemaban en el fuego, empecé a dudar de todos. Empecé a
sospechar hasta de mi propia sombra. Había llegado a un
colegio completamente extraño lleno de gente extraña.
Podría ser Flavia, podría ser Karla, podría ser Wade... podría
ser Elder. Estábamos al rededor de la fogata, del otro lado
Elder me observaba. El fuego y su cara le hacían contraste.
Me hacía pensar que Elder William era peligroso. Su cara de
tipo arrogante y sonrisa falsa no eran más que una fachada
para pasar desapercibido. Karla era extraña y siempre
estaba metiéndose en todo. Flavia apenas había venido
conmigo este año así que no desconfiaría de ella.

Y Wade. ¿Debo de desconfiar también de él?

Dentro de mí había una gran culpa por esas dos víctimas,


por no hacer que haya justicia para ellas, por desaparecerlas
sin que sus familias supieran. Sin embargo tenía algo que los
demás no sabían, mientras estábamos sacando a la chica
del baúl había una libreta pequeña. La tomé y la guardé
debajo de mi camisa del colegio.

Quizás allí haya algunas pistas.

Cuando me toqué la camisa, entré en pánico al no sentir la


libreta. La había puesto aquí ¿en donde demonios está?
Inconscientemente miré a Elder, éste elevó su mano
enseñando la libreta y sin esperar más la aventó al fuego.
Mierda.

Eso solo me confirma que él tenía algo que ver en todo esto.

Capítulo 17
EL PACTO

Cuando volvimos al colegio, nadie dijo nada, eran casi las


diez de la noche. Es decir, no había entrado a clases en todo
el día por haber pasado la mayor parte del tiempo siguiendo
pistas y escondiendo evidencias. Los cinco estábamos en la
cafetería, sentados en una mesa cerca de la piscina. Todo
estaba medio oscuro y no había nadie. Ni un estudiante.

—¿Qué hacemos ahora? —rompe el silencio Karla.

Wade tenía la mirada perdida, quizás procesando lo que


recién había pasado.

—No lo sé, ¿hacer como si nada pasó? —responde Flavia.

—Nadie hablará nada de esto —dice Elder— Haremos un


pacto. Este día nunca existió. Nadie sabe nada. Sus ropas
quémenlas, hagan lo que sea con ellas pero desaparezcanla.
—¿Hacer como si nada pasó? —ahora es Wade quien
habla— Hay dos chicas que no volverán jamás a sus casas,
una era casi una niña y la otra... tenía la edad de Amara.
Ellas dos... merecían más que incinerarlas en el bosque.

Wade tenía razón, ahora recuerdo el por qué me llamaba la


atención; era muy sensato y siempre se inclinaba por hacer
lo correcto.

—Es lo único que queda. —responde Elder. Él, en cambio,


siempre se inclina por lo ilegal.

Me sobé la sien y suspiré profundo.

—Tendré que hablar con el director mañana —comenta


Wade. Todos lo miramos— Para explicarle el por qué no di
clases hoy. Le diré que estaba enfermo.

—Creo que nosotras nos vamos a dormir, necesitamos


procesar esto —Flavia se levanta, seguida de Karla—¿Vienes
Amara?

—Ella se queda conmigo. —responde Elder antes de que yo


siquiera pueda abrir mi boca para decir algo.

Lo fulminé con la mirada pero no le reproché, la verdad me


sentía sin fuerzas para discutir ahorita con Elder.

—También me voy —Wade se pone de pie— Amara... —me


ve—... cuídate.

Y los tres se van.

Ahora sí miro al idiota de Elder para escuchar lo que tiene


para decir. Alguna idiotez que sale siempre de su boca. Se
pone de pie y se sienta en el lugar junto a mi.

—¿Como estas?

—Bien —miento.

—¿Bien?

—Así es —pasé un mechón de pelo detrás de mi oreja.

Elder no se veía preocupado o asustado o shockeado como


nosotros cuatro. Parecía fresco, sin sentimientos hacia lo
que había pasado. Y no sé por qué no me sorprendió esa
reacción de su parte.

—¿Quién te envió esos mensajes de que fueras al bosque?


—me inquiere.
Lo miré.

—No lo sé, es desconocido.

—¿Qué decía?

No estaba segura de si mostrárselo o decirle porque la


verdad el mensaje decía que me dirían la verdad sobre él así
que no creo que sea conveniente mostrárselo.

—Decía sobre que fuera al bosque porque tenían algo que


mostrarme.

—¿Y no te dijeron qué?

Negué con la cabeza.

—Si me lo hubieran dicho no hubiera ido, duh.

Él se pasa una mano por su cabello, despeinándolo. Elder


usaba otra ropa, no me había percatado que no traía el
uniforme sino vaqueros negros y una camiseta blanca. Qué
raro, cuando lo vi en la mañana traía el uniforme.

—Amara, no puedes andar haciendo caso a cualquiera que


te envíe un mensajito diciéndote quien sabe qué estupidez.
Piensa un poco en tu vida. Si alguien te dice que te lances a
un lago y no sabes nadar, ¿lo harías?

—Obvio no, Elder —rodé los ojos.

—Alguien te quiere hacer daño —dice sin más.

Lo miro horrorizada.

—¿A mi? —me señalé.

Asiente.

—¿Por qué lo dices? Elder, tu sabes algo —me reincorporé


en la silla poniendo toda mi atención a él.

—Solo digo que alguien quería inculparte con el cuerpo.


Necesito averiguar quien es —murmura, pero eso último lo
dijo como si fuera más para él mismo.

En eso, a lo lejos se escuchó un aullido. Era un lobo. Me


pongo en alerta, mirando para todos lados.

Elder lo nota, así que se levanta.


—Me tengo que ir —me dice— Deberías de irte para tu
dormitorio, por favor. Y no andes sola por ahí.

Me pongo de pie.

—¿Escuchaste eso? Son lobos. Te dije que habían. Además,


ellos fueron quien mataron a la chica y a la otra chica. —me
apresuré a decirle.

—¿Lobos? ¿De que hablas? No escuché nada.

—¿Qué? —casi reí— ¿estás bromeando conmigo?

—No, ¿de que hablas? —me toma de los hombros y hace


que camine— Ve a dormir ya, yo haré lo mismo. Solo haré
una llamada —saca su celular.

Dudé un poco. Ese aullido se había escuchado cerca, muy


cerca a decir verdad. ¡Y lo noté que lo escuchó! Me estoy
volviendo loca sinceramente. En contra de mi voluntad,
acepté.

—Bien. —caminé lejos de él, antes de perderme por los


pasillos me quedé escondida detrás de una pequeña pared a
observar lo que haría Elder. Él no habla por teléfono sino que
se lo guarda en el bolsillo trasero de su pantalón y camina
cuatro pasos hacia el camino que lleva a detrás del colegio.
Pero se detiene. Mira para mi dirección así que me escondo
mejor. Cuando lo noto que ahora sí viene para donde mi,
corro por los pasillos hasta llegar a mi habitación.

A la mañana siguiente me encontraba pasando las clases de


ayer en la mesa más alejada de la cafetería para que el
murmullo de estudiantes no me afectara, cuando Mell se
sienta frente a mi.

—¿Que haces? —me pregunta— Últimamente te he visto


alejada de Flavia o Karla, ¿pasó algo entre ustedes?

—No ha pasado nada. Solo estoy estudiando. —respondí


seca.

—Entiendo —musita, como queriéndome decir algo más—


Son novias ya, ¿verdad?

—Eso creo. Y estoy muy feliz por ellas —la miro y sonrío, es
una sonrisa hipócrita que espero que haya entendido.

Vuelvo a mi cuaderno.
—Claro, ¿sabías que Elder salió con Melania? Creo que él le
daría un regalo por haber cumplido una semana juntos.

Casi reí.

Qué ridiculos.

—Bien por ellos.

Pasé la hoja del libro.

—Creí escuchar que Elder le regalaría un coche —sigue—


Con eso de que a Elder le sobra el dinero. ¿Quién no quisiera
tener un novio así? —alardea.

Suspiré profundo pidiendo paciencia porque esta chica me


estaba interrumpiendo y odiaba cuando hacían eso. Además
de que no hablaba nada interesante.

—Qué bueno —le volví a decir— Mell, estoy estudiando —


pongo mis labios en una sola línea mientras la veo. Mell usa
unas gafas enormes y un conjunto en color negro. —¿Por
qué no estás con el uniforme? —me atreví a preguntar.

—Estoy llegando —me dice— Estaba fuera... haciendo


cosas. Pero al rato me vestiré. Estamos en la hora del
almuerzo así que...

—Está bien —volví a mis cosas.

Ella recibe un mensaje y lo lee.

—Amara, Melania llegó, ¿vamos a ver su coche nuevo? —me


inquiere.

—No, Mell, no quiero ser grosera pero tenemos literatura


después del almuerzo y aún no he avanzado nada. Me
quedaré aquí a terminar esto. Ve tú si quieres.

—Por favor, acompáñame y prometo no molestarte en todo


lo que queda del día.

Una propuesta muy interesante.

—Si no vas me quedaré aquí y no terminarás nunca.

—Bien, iré —me puse de pie, dejando mis libros en la mesa.

—Genial, —se pone de pie y me toma de la mano— ya


quiero ver qué coche le daría Elder a Melania.

Cuando Mell me lleva hacia el parqueadero en contra de mi


voluntad, noto que hay un tumulto de chicas viendo el nuevo
coche de Melania. Elder está a unos metros con dos chicos
más. Su grupo de amigos. Él fuma un cigarrillo tan campante
sin que nadie le diga nada. Por Dios, estamos en un colegio.
Niego con la cabeza mientras me acerco un poco con Mell.

Hmm no sé de coches así que no les sabría decir qué clase


de auto es. Solo sé que era muy caro. Imagino que para
Elder William eso era como regalarle un dulce a un bebé.
Melania estaba feliz. Pero esperen.... Melania tenía un
pequeño golpe en su cabeza ya que tenía una pequeña gasa
allí que se lo cubría.

Inconscientemente recordé cuando golpeé al lobo con un


martillo en esa misma zona.

Tragué grueso al imaginarme algo que era imposible de


creer.

Porque era imposible, ¿cierto?

Capítulo 18
CRIATURAS

—¡Es un Chevrolet Camaro en Blanco! —me dice Mell más


entusiasmada que la misma Melania. Sin embargo ni
siquiera estaba viendo su estupido coche sino pensando en
cosas importantes.

—¡Haré una fogata hoy en la noche en el bosque para


celebrar! —exclama Melania— Ya saben donde, en el mismo
lugar.

—Iremos a la fogata, ¿cierto? —me inquiere Mell.

—No, tengo que estudiar. Mell, ya vi el lindo coche de


Melania ahora si me disculpas tengo que seguir con mis
trabajo —iba a dar un paso para irme per ella me detiene. Se
pone seria, como queriéndome decir algo.

—¿Tienes algo que decirme? —quise saber.

Me pareció raro su gesto.

Mell mira unos segundos detrás de mi para después volver a


poner su sonrisa en su rostro.

—Nada, solo te quería desear suerte en tus cosas —se gira y


va en busca de Melania. Yo me quedo unos segundos
tratando de explicar su reacción pero no lo logro, lo que hago
es ver en donde ella miró hace unos segundos: Elder y su
grupo.

Elder me da una mirada rápida llena de tantas cosas que no


supe explicar para después volver su atención a sus amigos.

Doy un suspiro profundo para después irme a hacer mis


trabajos.

—Estoy muerta —me quejo mientras me dejó caer en mi


cama. Eran las siete de la noche y recién terminaba de todos
los trabajos que tenía por hoy. Al menos ya estaba al día.

Karla y Flavia estaban viendo alguna película en su


computadora mientras comían cositas.

—¿Te quieres unir a nosotras? —me inquiere Flavia.

—Necesitas desestresarte, ven —le sigue Karla.

Me pongo de pie y las miro: se veían tan cómodas las dos allí
que se me hizo feo unirme a ellas e incomodarlas.

—Estoy bien así, me ducharé y me pondré mi pijama.


Dormiré temprano hoy. —empecé a quítarme la ropa.
En eso, la puerta del dormitorio se abre y de afuera aparece
Elder, sin siquiera tocar ni nada.

Me tapo con la camisa ya que había desabrochado todos los


botones.

—¿¡Qué te pasa?! Tienes que tocar antes de entrar —refuté.

—Como sea, necesito hablar contigo —se recuesta en el


borde de mi cama, mirándome de pies a cabeza con desdén.

—Pero yo no así que te pediré que por favor te salgas de mi


dormitorio y me dejes en paz —señalé la puerta.

—Tenemos que ir a una fogata en el bosque. —me dice.

—¿Tenemos? —le inquiero— Tendrás que ir tú porque es la


de tu noviecita —le di una mirada llena de reproches.

—¿Y?

—Que no me interesa nada que tenga que ver con ella ni


contigo, fuera de aquí. —lo intenté tomar del brazo pero no
tuve fuerzas para moverlo.
Era consciente de que Flavia y Karla veían toda la escena.

—Vamos a ir y punto. Si quieres también puedes llevar a tus


amigas —les da una mirada rápida a las chicas.

Las miro yo también en el momento en que ellas niegan con


la cabeza.

—No quieren y yo tampoco —esto me estaba dando migraña


sinceramente.

—Te conviene —insiste, se pone de pie y, haciendo como


que me daba un beso en la mejilla, susurra en mi oído—
Quizás haya alguien que te interese allí.

Cuando casi sale de mi habitación me dice:

—Te espero aquí afuera. Tienes cinco minutos. Y cuando yo


digo cinco minutos es porque son cinco minutos.

Y sale, cerrando la puerta.

—¿Qué le pasa a este tipo? —les pregunto a ellas dos.

—Es obvio que le encantas —me dice Karla sonriendo


pícara.
Casi reí.

—Por Dios, eso es imposible.

—¿Recuerdas que me contaste que Wade era mayor que tú y


que por eso no te volteaba a ver? —habla Flavia.

—Si, ¿que tiene que ver eso? —cuestioné confundida.

—¿Qué hacías tú para llamar su atención?

—Molestarlo o hacerle groserías.

Ellas sonrieron.

Oh.

Pero este no era el caso de Elder y mío, ¿cierto? Elder es un


arrogante con todos y no solo conmigo así que no es como
que intentara llamar mi atención, además, él jamás haría
eso.

—Te quedan tres minutos, Amara —me dice Elder del otro
lado de la puerta.
—Agh, qué insoportable —me quejo.

—Yo de ti voy porque Elder no es de los que se dan por


vencidos y no aceptan un no como respuesta.

Sí, ya me estoy dando cuenta de eso.

Me dirigí al ropero y busqué algo rápido de ponerme. Me


quité el uniforme y me decidí por un pantalón negro, suéter y
zapatos. Me costó un poco vestirme pero al final lo hice.
Amarré mi cabello en un moño alto, tomé mi celular y abrí la
puerta.

Elder estaba recostado en la pared viendo su teléfono


celular, pero cuando carraspeé me miró.

—Ya era hora —me dice, acercándose.

—Las veo después —me despedí de ellas dos.

Elder me toma de la mano y me hace caminar. Sentí un


choque de electricidad al tocar su mano pero ignoré ese
sentimiento.

—No me jales —me quejé.


—Vamos tarde —me dice.

—¿Tarde para qué? —bajamos las escaleras—Solo es una


fiesta tonta en el bosque, Elder, además que es de tu novia.
No entiendo por qué me llevas a mi.

Además de que el pensamiento que tuve ahora de Melania


fue perturbador. Pero esas cosas eran imposibles así que las
descarté de inmediato.

—No estoy hablando de la fiesta —me dice. Nos vamos por


el pasillo que da a la puerta trasera para ir al bosque.
Cuando salimos, el viento helado me hace tener escalofríos.

—Entonces no sé de qué hablas —le digo— Aquí afuera está


helando —incluso empezaba a salir ese humo de nuestra
boca al hablar.

—No es cierto.

—¿No tienes frío?

—No.

Se detiene y me mira.
—Quiero que no hables más con Mell —dijo de repente.

Lo miré unos segundos para después ponerme a reír.

—Qué buena broma —le palmeé el hombro.

—No es broma —su tono es serio.

—Pues entonces no haré eso, no eres quién para decirme


con quien hablo y con quien no. Grábate eso en la cabecita
—le di dos toques en su cabeza. Él me aparta la mano de
manera brusca.

—No me hagas eso y estoy hablando en serio. Creo que Mell


es...

—¿Mell es...?

—Ella es quien te quiere hacer daño.

Dudé.

Claro que sí, eso no podía ser verdad.

—No es cierto eso —me zafé de su agarre— Tratas de


despistarme, Elder William —sonreí porque empezaba a
entender su juego y me sentía orgullosa por eso. Melania y
él tenían algo, lo sé. Melania y él estaban juntos en esto.

Antes pensaba que las cosas reales eran sólo las que
conocíamos, pero había más. Habían otras criaturas a parte
de nosotros.

Elder me mira extraño.

—¿Qué sabes? —me inquiere.

Sonreí de lado.

—No te diré. ¿Sabes por qué? Porque estoy empezando a


pensar que el verdadero enemigo eres tú. Te acercas a mí
porque sabes que he visto muchas cosas, que sé cosas y
solo lo haces para despistarme. Quieres volverme loca. Pero
no lo harás. Quizás parezca tonta y haga la mayoría de cosas
que quieres que haga, pero en el fondo no me engañas;
sabes jugar, Elder William, pero yo puedo hacerlo mejor. —
me acerqué a él— Porque estoy cerca de descubrir tu
secreto —casi rocé mis labios con los suyos, pero nada más
fue una probadita.

Me sentía con valor esta noche.


Él no dijo nada, solo se dedicó a observarme, sus ojos se
oscurecieron más de lo normal, pero ya no me asustaron.

—¿No tienes nada que decir? —inquiero.

—¿Por qué hablar si puedo actuar? —y en un rápido


movimiento, Elder William me toma de la nuca y me besa
con salvajismo.

Capítulo 19
LA FOGATA

Elder me besaba, sin embargo, en vez de apartarlo como la


primera vez, dejé que lo hiciera. Enrosqué mis brazos en su
cuello mientras sentía la suavidad de sus labios. Su mano
viaja de mi nuca a mi espalda, sentía los escalofríos recorrer
mi espina dorsal. Admito que se sentía muy bien esto,
demasiado bien. Pero su mano pasó de mi espalda a más
abajo, así que rápidamente se la subí.

Elder me deja de besar para dejarme besos mojados en mi


cuello, cerca de mi oído.

—Te quiero comer —susurró, fue un susurro que me dio algo


de desconcierto pero se lo dejé pasar. Cuando Elder mete su
mano bajo mi camisa ahí sí lo detengo y me separo.

—No debemos hacer esto —acomodé mechones de pelo


sueltos atrás de mi oreja.

—No empieces con tus cosas —me dice, tratando de


besarme de nuevo. Pero me alejo. Elder era extraño y
además de que tenía novia.

—Discúlpame pero no soy tu juguete con quien te


entretienes de vez en cuando —me crucé de brazos un tanto
indignada.

Él frunce el ceño.

—¿Quién dice que eres un juguete?

—Pareciera. Solo vienes a mi cuando quieres tener algo de


diversión o pasarla bien.

—Estas mal, Amara. Esto es... —tira de sus cabellos


empezando a cabrearse—... No es lo que tú piensas.

—¿Entonces qué es? —espeté. No sabía por qué me besaba


o por qué me decía cosas como "te protegeré" o "eres mía"
si apenas lo conocía, además de que tiene novia, es un
mujeriego seguramente y nos odiamos. Bueno, al menos yo
lo odio.

Si lo odiaba, ¿entonces por qué le seguía el juego siempre?

"Porque te gusta" me dice mi subconsciente.

Jamás.

—No lo vas a entender. Es muy temprano para eso. ¿Nos


vamos a la fogata?

Casi reí.

—¿Me llevas a la fogata de tu novia después de haberle


puesto el cuerno conmigo? Sí que eres descarado.

—Melania no es mi novia, Amara —se acerca


peligrosamente.

—Una de tus tantas mujeres entonces —musité.

—¿Celosa? —me inquiere con algo de diversión.

Reí.
—Ya quisieras, Elder William, ya quisieras —me separé de él
y empecé a caminar— Muévete que quiero regresar
temprano.

Elder camina a la par mía.

—Como quieras, francesita.

Rodé los ojos porque odiaba que me dijera así.

Cuando llegamos a la estupida fogata de la novia o lo que


sea de Elder, noté que habían muchas personas.
Demasiadas. Estaba ubicada en un lugar plano en el bosque,
era bastante grande. Había una enorme fogata en el centro,
a un lado estaban las cervezas y otro tipo de licor que no
tenía idea, y la música.

Melania platicaba con Mell.

¿Por qué me habrá dicho Elder que no me acercara a Mell?


No le creía ese cuento de que era ella quien me quería hacer
daño... ¿o si? Como había dicho más antes: no podía confiar
en nadie. Cuando conocí a Mell no me pareció tan mala
persona. Pero luego de ir conociéndola más me di cuenta de
que era un poco hipócrita y mentirosa. Ocultaba cosas como
la mayoría de aquí.
No sabías quien te hablaba con la verdad y quien no. Y tenía
a la par al rey de las mentiras: Elder.

—Iré por algo de tomar —me dice— No te muevas de aquí,


hablo en serio.

No le respondí, solo rodé mis ojos, se tomaba demasiadas


atribuciones que no le correspondían conmigo. Elder se va
hacia donde estaban las bebidas. Había gente bailando,
otros platicando, otros besándose, otros escabulléndose al
bosque a hacer quien sabe qué. A pesar de que Elder me
había dicho de que no me moviera de aquí es lo primero que
hago. Me dirijo hacia Mell, quien ahora estaba sola porque
Melania se había ido con otras dos chicas.

—Mell —llamé su atención.

Ella me mira, llevaba un vaso de plástico rojo en su mano


con algo de licor seguramente.

—Amara, pensé que no vendrías —se acerca.

—Elder no acepta un "no" como respuesta —me encogí de


hombros.
—Así que Elder te trajo... —había algún tono extraño en ese
comentario pero no pude adivinar qué.

—Sí.

Ella mira a todos lados como asegurándose de que nadie nos


escuche.

—No confíes en Elder —me dice demasiado bajo— No


confíes en nadie aquí.

Fruncí el ceño sin entender. Primero Elder me decía que no


confiara en Mell y ahora ella me decía que no confiara en
Elder. Me sentía como en un punto medio. Me sentía una
marioneta que podían utilizar a su antojo.

—¿Por qué me dices eso? —busqué a Elder con la mirada.


Éste estaba hablando con Melania, parecía un poco molesto.
En eso, él me mira, como que ya sabía que me encontraba
en esta dirección. Su mirada es penetrante, llena de
reproches.

—No puedo decirte más. —murmura Mell— Quisiera pero no


puedo.

Elder deja hablando sola a Melania y camina en mi dirección.


—Me tengo que ir. Y piensa en lo que hablamos —Mell se va
huyendo de Elder, no sabía lo que le pasaba a estos dos;
actuaban extraño cuando se supone que eran amigos.

—¿De qué hablabas con Mell? —Elder me toma del brazo de


manera brusca y me lleva lejos de la gente.

—Suéltame que me lástimas.

—Es lo primero que te digo de que no le hables y es lo


primero que haces —me reclama.

Me zafé de su agarré.

—Para que de una vez te enteres de que a mi no me mandas


—dije segura. No le tenía miedo. Ya no.

Elder suspira profundo como calmándose, de seguro estaba


luchando contra sus demonios para no hacerme algo o
tratarme más mal aún.

—Te lo dije por tu bien —dice de manera calmada— Ya me


estoy cansando de tu terquedad, Amara, es necesario que
pongas de tu parte.
—¡Es que no te entiendo! ¿Por qué no quieres que hable con
ella? Dame una buena razón para hacerlo. Y no me vengas
con eso de que me quiere hacer daño porque ese cuento no
me lo trago.

—Haré algo mejor. Te daré pruebas. Eso es lo que quieres,


¿no? —me vuelve a tomar del brazo de manera brusca y me
encamina en dirección al bosque otra vez.

—Me duele tu agarre, imbecil —traté de zafarme, pero éste


no se dejaba. Se estaba pasando. —¡Elder! —exclamé, pero
me tropecé con alguna raíz de un árbol y caí de rodillas.

—Levántate —me ayuda a levantarme.

—¡Eres un salvaje! —le exclamé.

—Ya casi llegamos.

—¡Eres un poco hombre, un estupido que no sabe tratar a


las mujeres! ¡Eres un...!

—Llegamos.

Cuando veo frente a mí me sorprendo al darme cuenta de


que era la cabaña de la otra vez, en la que había presenciado
muertes. Aún recuerdo el baúl allí, la chica muerta dentro de
él. Aún recuerdo el grito de la otra y al enorme lobo saliendo
y matándola. Fue entonces donde empecé a sentir miedo,
miedo de este lugar, miedo de estar aquí de noche. Miré para
todos lados como cerciorándome de que ningún animal esté
allí, acechando entre las sombras.

Alguien pone su mano en la mía como tranquilizándome.


Miro a Elder un poco asustada, éste me da una mirada más
suave, ya no es a cómo hace unos minutos, ahora parecía
estar calmado. Y eso solo me confirma de que es Bipolar.

—Aquí fue en donde empezó tu pesadilla —me dice.

—¿Por qué lo dices?

—Por lo que viviste.

Pero estaba equivocado. Mi pesadilla empezó el día de su


fiesta, en donde estaba segura de que había sucedido una
masacre, entonces ¿por qué no hay carteles con personas
desaparecidas? ¿Por qué no hay padres preguntando por sus
hijos? ¿Por qué no hay maestros preguntando por alumnos?
Son tantas preguntas sin respuestas.

—Quizás. Dijiste que me mostrarías pruebas de Mell.


—Lo haré.

Avanza a la cabaña así que lo sigo. Saca una llave de su


bolsillo del pantalón trasero y la introduce en la cerradura.
La casa estaba deteriorada, cayéndose, las tablas estaban
podridas. La cerradura estaba con mucho sarro.

—¿Por qué tienes esa llave? —fue lo que pregunté.

Pero no me contestó.

—Entra —me dice.

Hago caso y entro después de él. Elder enciende una


pequeña luz así que puedo ver bien todo: un sofá sucio,
desgarrado; una televisión vieja, como esas de antes; una
cocina al fondo y una cama en el centro.

Elder se acerca al pequeño escritorio y busca algo en las


gavetas. Era una grabadora.

—Mell está grabada aquí —dice— ¿lista para escuchar?

Tragué grueso y me preparé mentalmente ya que no sabía si


lo que había en esa grabadora me afectaría o simplemente
me convencería. Mell me había dicho que no confiara en él,
pero si en esa grabadora están las respuestas entonces en
la que no debería de confiar es en ella. Pero además recordé
de que todos ellos eran buenos poniendo pistas falsas y
jugando con la mente de los demás. Cualquiera podría imitar
una voz.

—Reprodúcelo. —le dije, ya quería terminar con esta


incertidumbre de una buena vez.

Capítulo 20
LA CINTA

—"¿Sabes lo que implica que ella esté aquí, verdad? Los


planes se echarán a perder. Tú te ablandarás con ella y eso
es algo que no podemos permitir. Nos perjudicarás a todos.
—la cinta empieza a correr, era la voz de una mujer, pero lo
que más me desconcertó era que sí parecía la voz de Mell.

—Olvídalo. —le contesta la voz de un chico. Es Elder.

—Elder, piénsalo. No estás seguro de que ella sea eso que


dices que es. Si no haces nada para sacarla del camino,
entonces lo haré yo.
—A ella no la tocas —responde Elder— primero te mato a ti.

Sentí escalofríos.

—Entonces decídete. No tenemos tu tiempo. La luna llena


de Octubre se avecina, tenemos que estar preparados para
entonces. Recuerda que no podemos dejar pasar esta
oportunidad. Hicimos un pacto y todos tenemos que
cumplirlo.

¿Luna llena de octubre? ¿Pacto?

—Si la tocas te mueres.

—¿Quien dijo que yo la tocaré? Ella solita se pondrá la soga


al cuello. Yo solo... le daré una empujadita."

Elder apaga la grabadora y la deja en la mesita. ¿Está


confirmado, no? Mell es la de la voz, ella es quien quiere
hacerme daño. Lo que no entiendo es por qué. Además de
que Mell dijo muchas cosas extrañas. Ellos eran un equipo y
estaban juntos en algo, solo que no sabía en qué. Lo único
que sabía hasta ahora es que yo estropearía sus planes, que
esperaban la luna llena de Octubre y que tenían un pacto.

—¿Ahora me crees?
Lo miré.

—Eso creo.

—Así que no debes de confiar en ella.

—¿Por qué quiere hacerme daño? Dímelo.

Elder suspira.

—Es algo complicado, pero te lo contaré más adelante, ¿si?


Solo quiero que confíes en mí—se acerca, pone su mano en
mi mejilla y la acaricia un poco.

Su toque es cálido.

—¿Qué hay en la luna llena de Octubre? —quise saber. Tenía


un ligero pensamiento de que ese día no pasarían cosas
buenas. Cuando hablaba de luna llena solo podía pensar en
una cosa: lobos. Y eso me aterraba un poco.

—Es un día el cual celebramos algo —responde sin más.

Achiqué los ojos para darle a entender de que no le creía del


todo.
—Quizás para ese día ya sepas más sobre mí. Pero te tengo
que proteger para que llegues a ese día. Sana y salva. —la
tenue luz amarilla le daba un contraste mucho mejor al
rostro de Elder. ¿Como podía verse tan bien siempre?

—¿Por qué no me dices las cosas de una vez? —le supliqué,


esta vez no en tono agresivo o en tono de reproche, sino fue
algo calmado. Solo quería que me dijera la verdad de todo
para yo poderle entender y poder confiar plenamente en él.
Porque estaba segura de que si ocultaba algo yo... jamás se
lo perdonaría.

No es como que a Elder le importe si lo perdono en algo o


no, pero quiero pensar que sí. Siento que crece algo entre
ambos con el pasar del tiempo. Y es algo que no puedo
evitar porque entre más lo odio, más lo... sacudí un poco mi
cabeza para alejar esos pensamientos malos y suspiré.

—Algún día te las diré, Amara —musita— solo espero que


me perdones para ese entonces.

En eso se escucharon aullidos afuera, en el bosque. Me puse


en alerta de inmediato, pero me sentía a salvo en esa casita
y con... él.
—Otra vez esos lobos —es lo que digo.

—¿Te asustan? —me pregunta él, un tanto interesado.

—Por supuesto que sí, esas bestias son asesinos así que es
obvio que me aterran —respondí con sinceridad.

Elder no respondió al segundo sino que solo se dedicó a


mirarme. Y pensaba.

—Claro —dijo después.

—¿Como haremos para salir de aquí? Hay lobos afuera.

—Amara, los lobos solo te atacan si tú lo haces primero —


me explica— Así que podemos irnos lo más tranquilo posible
y evitar hacer ruido o escándalo... pero si prefieres nos
podemos quedar aquí. Hay una cama —ahora su tono es
más provocativo, más seductor.

—Prefiero caminar con lobos sueltos en el bosque, gracias.

Elder sonríe y niega con la cabeza como diciendo que yo no


tenía remedio. Pero es que este chico no desaprovechaba la
oportunidad para insinuarseme. Aunque confieso que el
chico no está nada mal pero ¡es Elder! Por Dios.
Salimos de la cabaña y emprendimos el viaje al colegio.

—Gracias por traerme —le digo. La verdad que después de


la cabaña no estuvo de insoportable. Y me había traído
directo hasta la puerta de mi dormitorio.

—Piensa en lo que te dije. Retírate de Mell.

—Lo voy a hacer solo porque escuché lo que escuché, no


porque tú me lo digas. Que quede claro.

—Está bien, como sea, solo quiero que te cuides.

Abrí la puerta y me adentré, pero antes de cerrar le di una


última mirada y le susurré:

—Buenas noches, Elder.

Y cerré.

Flavia y Karla estaba dormidas, pero al parecer Karla ya no


ocuparía más su cama porque ahora solo se mantenía en la
de su novia. Me quité la ropa y la dejé en la ropa sucia,
saqué mi pijama del ropero y me la puse.

Cuando me meto a la cama y me cobijo, me quedo pensando


en Mell y en sus planes para hacerme daño. ¿Estaba segura
de que era la voz de Mell? ¿Estaba segura de que Elder no
me decía nada más lo que tenía que saber? Necesitaba
obtener respuestas por mi misma, sin embargo no sabía por
dónde empezar. Me sentía sola en esto. La verdad que sí.

¿Desde cuando llegué a esto? Si hasta hace una semana


vivía una vida completamente normal y ahora estoy metida
en muertes y misterios. La vida te cambia sin que menos te
lo esperas. A veces para bien, otras veces para mal.

Pero siempre con un propósito.

Cerré mis ojos e intenté quedarme dormida, pero la mirada


penetrante y oscura de Elder y el recuerdo de sus labios en
los míos, de su toque, no me dejaba dormir.

Abro los ojos con algo de pereza cuando escucho un ruido.


Enciendo mi teléfono y veo la hora: 1 de la mañana. Afuera
llueve, hay relámpagos y hasta truenos. Se sentía heladito el
clima. Me di la vuelta en la cama para acomodarme mejor,
sin embargo otro ruido me hizo despertarme del todo.

¿De donde vino eso?

Me senté en la cama y alumbré con mi celular, en cuanto


hago eso me llevo una mano al pecho al notar un bulto
frente a mí. Pero no era cualquier bulto: Elder.

Estaba mojado.

—¿Qué mierdas haces aquí? —le reproché en un susurro


para evitar que las chicas se despertaran.

—Pasa que mi dormitorio está un poco... ocupado, así que no


me queda otra opción que dormir contigo —me dice,
empezando a quitarse sus pantalones, solo quedando en
bóxer. Me llevo una mano a los ojos para evitar ver... cosas.

—Estas loco. Ve a dormir a otro lado pero aquí no. Salte —


me pongo de pie y lo empujo a la puerta, pero no se inmuta.
Más bien se quita la camisa. Ahora solo quedó en su ropa
interior y se mete a mi cama ¡A mí cama! —Elder —lo intentó
tomar del brazo, pero éste más bien aprovecha ese
movimiento para tomarme del otro y hacer que cayera
encima de él. —Suéltame.
—Vamos, francesita, tienes que acostumbrarte a que este
tipo de cosas pasen —susurra. Pero alto, estaba encima de
él y sentía... algo en mi... ya saben qué. Me quise quitar pero
él no me dejaba, más bien me apegaba más a él.

¡Dios mío!

—¿Te gusta lo que sientes? —me pregunta, su mirada tiene


esa chispa de picardía que tanto me vuelve loca.

—Y-yo... —balbuceé, pero ni siquiera sabía qué decir.

¿Acaso está empezando a hacer calor aquí?

Elder sonríe satisfecho.

—Está bien, te dejaré dormir aquí solo por esta vez pero
suéltame —acepté, aceptaría lo que sea para evitar sentir...
eso bajo de mi.

Él sonríe más mientras me suelta. Una sonrisa triunfante.

—Sabía que dirías que sí.

Rápidamente me quito de encima y me acuesto a la par


suya.
—Aquel es tu lado y este es el mío. ¿Notas la línea
imaginaria? —señalé en medio de la cama— Pues no puedes
pasarla. Así que... —lo recorrí con la mirada por completo,
hasta que mi vista dio en ese lugar prohibido. Dios, ¿que me
pasa? Parpadeé varias veces y carraspeé, mirándolo. —
...Buenas noches. —puse mi cobija encima de mi mientras le
daba la espalda.

Esas hormonas, Amara.

—Que descanses, francesita —responde, pero fue cuestión


de segundos cuando Elder me abraza por detrás y me apega
más a él, irrespetando la línea imaginaria que le hice.

—Elder...

—Shhh no hables.

Suspiré profundo porque éste chico me volvía loca. No dije


nada más. Él siempre hacía lo que quería, ¿no? Así que sería
un desperdicio de saliva con él.

Aunque admito que en el fondo, muy en el fondo, quería.


Capítulo 21
LA LLAVE

—¡Es clase de hockey! —exclama Flavia, yendo para donde


mi. Me encontraba en mi casillero metiendo algunos libros
cuando ella apareció. Sola esta vez. Me pregunto en donde
habrá dejado a Karla. —¿Vamos a ver el entrenamiento? —
me pregunta, tomándome del brazo.

Arrugué la cara con algo de negación.

—No sé si sea... —empecé a decir, pero ella me interrumpió:

—Anímate, te he notado un poco pensativa estos días así


que hay que animarnos un poco. Solo un rato, ¿si?

Lo pensé: no tenía nada más que hacer así que no estaría


mal pasar el tiempo en otras cosas.

—Está bien.

Caminamos en dirección hacia la enorme sala de hockey.


Cuando se es millonario puedes tener lo que quieras. Es
decir, aquí todos lo eran así que... un campo de hockey no
era nada para ellos. Cuando llegamos, hay muchas chicas
viendo el entrenamiento. Los chicos jugaban en la pista
mientras el entrenador los corregía. Flavia y yo nos
sentamos en las últimas gradas un poco alejados de los
demás.

—¿A que hora volviste anoche? —me pregunta.

—Temprano. Creo que a las once.

—¿Te divertiste?

—La verdad no. —el recuerdo de alejarme de Mell me


invadió. Busqué a Mell con la mirada: estaba unos escalones
más abajo con su grupo de amigas.

—¡Amara! —me grita alguien desde la puerta. Era Wade,


venía con una bolsa de palomitas.

Elevé mi mano para saludarlo. Había llamado la atención de


la mayoría. Noté a un chico mirando para acá. ¿Acaso es
Elder? Pero luego volvió a su juego.

Wade llega hasta donde nosotras y se sienta a la par mía.

—¿Qué tal va el entrenamiento? ¿Quieren? —nos ofrece


palomitas.
—Sí, gracias —Flavia toma un puñado.

—No, estoy bien así —yo negué.

—El entrenamiento está un poco aburrido —le dice Flavia,


llenándose la boca de palomitas.

—Creo que las competencias son en Octubre —comenta


Wade— Eso fue lo que le escuché decir al director esta
semana.

Octubre. Luna llena de Octubre. Competencias.

Claro, eso era.

¿Acaso el director tenía algo que ver en esto? Quizás si


averiguo el día de las competencias entonces puedo
averiguar el día en que harán esa "ceremonia" los del grupo
de Elder.

—¿Y tienen anotado ese día en alguna carpeta o algo? —


quise saber, asegurándome de que mi tono de voz no
resultara tan... interesado.

—Eso creo. En su escritorio. Todo está allí.


Hmm con que en su escritorio.

Algunas piezas cuadraban. Solo tenía que tener más piezas


para armar el rompecabezas.

—¡Ey, William!

Miré hacia la pista en cuanto escuché la exclamación del


entrenador. Al parecer habían dos chicos queriendo empezar
una pelea. Como estaban con trajes no distinguía desde aquí
arriba quienes eran, pero por lo que dijo el entrenador supe
que uno de ellos era Elder.

En efecto, Elder se quita el casco y lo tira al piso. El otro


chico hace lo mismo. Me sorprendo al notar que es Louis.
Elder lo toma del cuello del traje para después propinarle un
golpe en su mejilla, un golpe que lo hizo caer de espaldas. El
piso blanco se manchó de gotas rojas.

Los demás jugadores se metieron a separarlos.

—¡Sal de aquí William! —le dice el entrenador a Elder,


mostrando su desconcierto ante la situación— Hablaré
contigo después. —el hombre se pone de cuclillas para
intentar ayudar a Louis, quien ha recibido más golpes que
quien sabe qué.
Elder está enojado, muy enojado, otros chicos tratan de
hablar con él para calmarlo pero éste solo espeta alguna
grosería y sale del lugar.

¿Por qué habrá sido la pelea? Aunque pensándolo bien Elder


William pelea incluso si alguien lo queda viendo raro. Así era
él.

Pero no podía desconcentrarme de mi plan.

—Ve a llamar al director —le dice el entrenador a otro chico.

Era mi oportunidad.

—Creo que iré al baño —les digo a mis dos amigos a la par
mientras me pongo de pie.

—¿Quieres que te acompañe? —me pregunta Flavia


haciendo el amago de levantarse también.

—No, no. Volveré en seguida.

Bajo las escaleras y salgo del lugar. Apresuro el paso porque


no puedo perder tiempo. No hay tantos estudiantes en los
pasillos, cosa que agradezco. Subo escaleras, atravieso
pasillos hasta llegar a la recepción. La secretaria está
ordenando unos papeles, se ve estresada.

—¿Quien golpeó a quien? —escucho al director saliendo de


su oficina con el otro chico, así que me escondo detrás de
una pared. El hombre cierra con llave, cuando pasa por la
recepción deja la llave encima de unos papeles detrás de la
secretaria. El director se va alegando con el otro chico.

Doy pasos sigilosos hacia donde está la secretaria. Se ve


muy distraída en sus cosas así que, confiándome, estiro mi
mano y tomo las llaves.

No se dio cuenta.

Me apresuro a llegar a la puerta de la dirección y abro,


cuando estoy dentro cierro detrás de mi. Soy consciente de
que si me atrapan haciendo esto me arriesgo a que me
expulsen. Cosa que no estaría mal porque todo esto que
pasa aquí me tiene vuelta loca. Abro cajones para buscar
esa fecha. Hay tantos papeles que no sé.

Carpetas, carpetas y más carpetas; si embargo, llego a una.

"COMPETENCIA DE HOCKEY 2021" decía. Ese tenía que ser.


La ojeo hasta dar con la fecha: Miércoles 20 a las 10 de la
noche.

El miércoles 20 pasaría algo.

Seguí hojeando para ver si encontraba algo más interesante.


Estaban los nombres de los jugadores. Elder William era el
capitán obviamente. También habían donaciones.
Donaciones para el colegio. Donaciones millonarias que
patrocinarían ese juego. Eso no me sorprendió porque era
lógico, lo que más me desconcertó —igual que todo
últimamente— es que las donaciones provenían de un grupo
de gente que era un tanto conocida para mi:

Elder William.

Él era el principal. ¿De donde saca ese dinero? ¿Será suyo o


de su familia? No lo entendía. Pero había otro nombre que
me sorprendió aún más:

Pierce Chevallier.

Ese era mi padre.

¿Qué tiene que ver mi padre con esas donaciones, con esa
fecha y con este lugar? Tendría que hablar muy seriamente
con él. Dejé las hojas a como estaban y guardé todo en su
lugar, rodeé el escritorio para salir pero olvidaba las llaves.
Me volví sobre mis talones y las tomé, sin embargo, sentí
cuando la puerta principal se abrió, cosa que hizo que me
quedara estática en el mismo lugar.

—¿Qué estás haciendo aquí?

Joder.

Capítulo 22
VÍNCULO

Me quedo estática en el mismo lugar sin saber qué hacer,


pensando en alguna excusa que decir.

—¿Qué haces aquí? —por alguna razón agradecía que fuera


esa voz y no la de otra persona. Me giro sobre mis talones y
miro a Elder. Ya no tenía puesto su traje de jugador sino que
solo estaba en su uniforme. Elder se adentra y cierra la
puerta tras de él.

—Yo... —¿ahora qué le digo? Piensa, Amara, piensa—...


Necesitaba hablar sobre algo con el director.

Elder achica sus ojos, escaneándome, asegurándose de que


lo que le digo es verdad.

—¿Segura?

—Claro, ¿por que habría de mentir? —avancé un poco—


Ahora si me disculpas, tengo que regresar—me dirigí a la
puerta.

—El director estaba por venir, si quieres puedes esperarlo.

—No. Prefiero venir en otro momento. —iba a salir pero me


detuve— ¿por qué estás aquí? ¿Fue por haber golpeado a
ese chico?

Él suspira, notándose tenso. En realidad últimamente lo


miraba un poco tenso, me gustaría saber qué era lo que le
preocupaba. En el fondo no sabía por qué siempre trataba de
saber sobre él. E incluso sentí preocupación.

—Así es.

—¿Crees que te castiguen o te... expulsen? —me atrevo a


preguntar. Aunque unos días sin Elder William anunciaba
calma, no me gustaría que se fuera.

Él ríe.
—Amara, eres tan ingenua —se sienta en la silla del director
y pone sus pies encima de la mesa como si estuviera en su
propia casa.

—Elder, no hagas eso; el director vendrá en cualquier


momento.

Se miraba tan confiado, como si sabía que el director no


podía hacerle nada. Entonces recordé los papeles, las
donaciones a este colegio. Él era el principal. Él donaba
millones aquí. ¿De donde los sacaba? ¿A qué se dedicaba?
¿Vendía drogas o qué?

—¿Qué es lo que buscabas en realidad, Amara? —pregunta.


Tal parece que no se tragó ese cuento.

—Ya te lo dije, necesitaba hablar sobre algo con el director


—me acerqué al escritorio, apoyando mis manos en él. —
¿Por qué? ¿Hay algún problema con que venga aquí?
¿Tienes miedo de que pueda encontrar... algo?

Él me mira, pero no había enojo en su mirada sino diversión.


Le divertía verme así, tratando de jugar del mismo modo que
jugaba él conmigo. Quizás no me tomaba en serio o quizás
sí, pero no me dejaría.
—No hay ningún problema, francesita, es solo que... me
sorprende. El director es muy estricto y no le gusta que
entren a su oficina sin estar él aquí. Si te encuentra estoy
seguro de que te castigará.

—Ya veo qué tan estricto es —le dije, refiriéndome a cómo


estaba él sentado. —¿Sabes lo que más me desconcierta?

—¿Qué? —sonrió de lado.

—El que tú seas el principal patrocinador —confesé, una


confesión que le hizo borrar su sonrisa juguetona del
rostro— me pregunto: tienes 17 años, ¿trabajas? ¿De qué?
—le lancé una mirada incriminatoria.

—¿Quieres saber de mi vida? —su gesto se compuso.

—Solo me extrañé, nada más —me reincorporé— prefiero


saber otras cosas más importantes. Ahora si me disculpas...
me voy —me giré para salir de una buena vez de aquí, pero
en eso él habló, dijo unas palabras que me hicieron
quedarme quieta en el mismo lugar:

—Vi tus fotos.


Sentí como si me hubieran echado un balde con agua fría,
sentí nervios y sentí vergüenza. Me sentí sucia en ese
momento. Me sentí juzgada y señalada. Ni siquiera quería
voltear y verlo a los ojos. Quería huir de mi pasado pero tal
parecía que éste me perseguía. Y lo haría siempre. Mi pulso
se empezó a acelerar, tanto así que podía ver el palpitar por
encima de la camisa.

—¿De qué hablas? —mi voz fue frágil, rasposa.

—Sabes muy bien de qué. Me sorprendes, Amara.

Quería llorar porque ahora su tono de voz era otro. Mi labio


inferior tembló, ¿por que me afectaba tanto que éste chico
actuara indiferente conmigo ahora que había visto mi
vergüenza? ¿Por qué, si ni siquiera me interesaba?

Abrí la boca para decir algo pero en eso la puerta se abrió y


el director apareció.

—Señorita Chevallier, ¿necesita algo?

No respondí, solo lo rodeé y salí corriendo de ahí.


Huir del pasado me estaba resultando más difícil de lo que
creía. El problema es que huí, no lo enfrenté, y éste por eso
me persigue.

Me limpio las lágrimas mientras me veo en el espejo. El rímel


estaba corrido, mi cara estaba roja y mis ojos estaban
hinchados de tanto llorar. Sentía algo en mi pecho: un vacío.
Lavé mi cara y luego me la sequé con una toalla. Agradecí
que Flavia y Karla estuvieran en clases porque la verdad no
quería dar explicaciones del por qué estaba así.

Salí del baño y me dirigí a la ventana de la habitación, me


senté en un pequeño sofá y me dediqué a ver el bosque. No
quería salir de aquí al menos en mucho tiempo. Ahora quería
irme de aquí. Quería irme lejos en donde no haya ninguna
conexión a internet.

Mi teléfono celular sonó anunciando un mensaje. No quería


verlo. Quizás era alguna burla hacia mí. En eso, alguien toca
la puerta del dormitorio.

Mierda, ¿quien será? No quiero ver a nadie.

—Amara, sé que estás aquí —era la voz de Wade.

¿Qué hace aquí?


—Por favor ábreme.

Limpio un poco mi cara para que no me vea en ese estado y


me levanto a abrir.

Wade estaba de pie allí y se notaba preocupado.

—¿Estas bien? No te vi en todo el día en clases así que me


preocupé... ¿has estado llorando? —es cuando se acerca y
acuna mi cara en sus manos.

—Es... alergia —mentí, sorbiendo mi nariz.

—Sé que no. Sea lo que sea por lo que estés pasando yo
estaré aquí para ti. Puedes confiar en mí porque yo no te
juzgaré.

Se sintió tan bien que Wade me dijera estas palabras, me


sentí protegida.

—¿Por qué eres tan bueno conmigo? —quise saber


entonces. Wade se había portado muy bien conmigo
últimamente y eso me sorprendía un poco.

Él piensa sus palabras antes de hablar.


—Hace mucho tiempo fui un tonto por no decir mis
sentimientos—empieza a decir— pero la vida me dio otra
oportunidad y no la pienso desaprovechar.

—¿A qué te refieres?

Wade acaricia mi mejilla. Acción que me desconcierta un


poco.

—¿Por qué hablar si puedo actuar? —y sin darme tiempo de


procesar la frase que recién había dicho, me besó.

Me tomó por sorpresa, sí, porque esa frase ya la había


escuchado más antes. En Elder. ¿Como es que Wade sabe...?
Eso me puso en duda. Mientras Wade me besaba le
correspondía el beso más o menos, es que no sentía nada y
mis ojos estaban abiertos. Pero cuando el mismísimo Elder
apareció en la puerta de mi cuarto cerré mis ojos y le
respondí el beso a Wade a como se lo debí de corresponder
hace mucho.

Solo esperaba no arrepentirme de esto.


Capítulo 23
CONFESIÓN

Abrí los ojos en cuánto sentí unos brazos tomarme de la


cintura. Elder me subió a su hombro con una facilidad
impresionante.

—¡Bájame!

—¿Qué demonios te pasa? —escuché que preguntó Wade.


Pero Elder lo ignoró y salió de la habitación conmigo.

—¡Elder, ¿qué es lo qué haces?! Bájame por favor —me


removí pero era inútil.

—Shh silencio —me manoseó el trasero.

Pegué un grito ahogado sintiéndome nerviosa.

—¡Tampoco te aproveches, idiota! —zanjé.

—Tú y yo vamos a tener una plática muy interesante —dice


mientras baja las escaleras. Los pasillos estaban vacíos así
que no pude pedir ayuda a nadie que pasara cerca por ahí.

—Elder, podemos hablar como la gente normal si me bajas.


Es en serio, me estoy empezando a marear. —me llevé una
mano a la cabeza.

—Necesito que hablemos en privado.

Cuando me doy cuenta, vamos saliendo del colegio, yendo


para su auto.

—¿A donde me vas a llevar? Tengo que recibir clases.

—Estabas muy a gusto recibiendo clases con tu profesor en


tu habitación entonces —dice con sarcasmo. —Me preguntó
qué pensará el director de esto.

Me tensé.

—No serías capaz.

Elder me baja, pero no me suelta, sino que hace que me


adentre al asiento copiloto de su coche para después cerrar
mi puerta. Rápidamente rodea el coche y se monta al
principal.

—No me provoques —responde.

—No creo que seas un soplón.


Se ríe.

—¿Y a donde me vas a llevar?

—A un lugar —enciende el coche y arranca.

No otra vez.

—Reprobaré clases por tu culpa —le reclamo.

—Ahí tienes a tu profesor, ¿no? Que él te ayude.

—¿Qué tienes en contra de mi profesor? Lo nombras mucho


últimamente.

Se queda callado.

Y es entonces en donde caigo en cuenta de algo.

¿Será posible...?

—¿Acaso estás... celoso?

Elder ríe más fuerte, una risa que me hizo sentir... tonta. Era
verdad, Elder William no podría ponerse celoso de mí. En el
fondo me dolió un poco, lo admito, pero me tragué ese dolor.
No le daría el poder de hacerme sentir mal.

—Por favor, Amara —me da una mirada rápida. Estábamos


entrando al bosque ya, a ese camino que yo ya conocía.
Íbamos hacia la casa de la otra vez. El recuerdo de los
ladrones me hizo entrar en un poco de pánico.

—Volvimos aquí —empecé a frotarme las manos.

—Así es, necesito tener algo de paz para que hablemos.


¿Qué te pasa?

Lo miré.

Elder tenía su uniforme puesto, su pelo negro estaba


despeinado, algunos mechones se mecían con el viento que
le entraba por la ventana. Su perfil. Sus ojos, sus pestañas,
su boca... parpadeé varias veces sin entender por qué estaba
fijándome en esas cosas.

Mordí mi labio inferior inconscientemente.

—Recordé a los tipos de la otra vez.

—Amara, no temas porque yo te protegeré. Conmigo estás a


salvo.

Y le creí.

Cuando llegamos frente a la casa se estaciona, así que


salimos.

—Ven, vamos al muelle —estira su mano para que la tome,


al principio dudo un poco pero después lo hago. Caminamos
al pequeño muelle con nuestras manos entrelazadas. ¿Qué
nos pasaba? ¿Por qué actuábamos así? No me entendía.

Al llegar al muelle se gira hacia mí, pero hace algo que me


deja desconcertada: pasa su mano por mi boca como
limpiándola.

—¿Qué haces? —me aparté.

Se rasca su nuca un tanto nervioso.

¿Elder nervioso? Eso es nuevo.

—No me gustó que hayas besado a ese tipo. —me dice


serio. Parecía que en realidad hablaba en serio, parecía que
en realidad le afectó el que me hubiera besado con Wade. En
el fondo me sentí un poco... ¿emocionada? Pero no lo hice
notar.

—¿Por qué no?

Se acerca más.

—Porque no.

El estar aquí rodeados de árboles y naturaleza, frente a ese


pequeño lago que parecía no moverse del todo, le daba un
aire a esta escena más... especial. Parecía que solo éramos
él y yo, dejando de lado todos los problemas del mundo.

—Quiero que esos labios sólo besen mi boca —susurró, su


aliento chocó con mis labios y eso hizo que me diera
escalofríos. Su pelo le caía por su frente, rebelde. Su mirada
era profunda con un toque de rebelión. Pero en el fondo
sentía sinceridad.

Y eso era lo que más apreciaba: la sinceridad. Había


descubierto que Elder te decía la verdad pero con claves,
con partes, con algo de misterio. Y eso lo hacía más
interesante. Elder a veces era directo y otras veces no. Pero
no te engañaba.

—¿Por qué querrías eso? Apenas me conoces.


—Apenas te conozco desde hace una semana pero no sé por
qué siento que lo hago desde toda mi vida. —eleva su mano
y acaricia mi brazo, desde arriba hasta llegar a mi mano,
para luego entrelazarla.

No pude evitar sentir un pequeño cosquilleo en mi


estomago.

Lo que me dijo sonaba extraño, pero en el fondo quizás


también lo sentía. Era una química muy fuerte que nos unía y
unía y unía cada vez más.

—¿En serio crees eso?

—Así es. Y lo odio. Lo odio porque siento que tienes ese


poder sobre mí. Te has convertido en mi debilidad, Amara, no
puedo dejar de pensar en ti, no puedo evitar sentir celos
cada vez que alguien se te acerca, no puedo evitar querer
estar cerca de ti todo el tiempo, y tampoco puedo evitar
protegerte, defenderte de cualquiera que te quiera hacer
daño.

Cuando dijo eso último recordé nuestra pequeña


conversación en la dirección. Me tensé de inmediato,
apartando la vista.
—No tienes por qué avergonzarte conmigo —eleva mi
barbilla para que lo mire, pero no lo hago— mírame, Amara
—pide. Pasan unos segundos hasta que lo hago— Ese
imbecil que se burló de ti publicando esas fotos en las redes
sociales pagará por lo que hizo. Yo me encargué de eso.

—¿De qué hablas?

—Solo confía en mí. Ya no estarás sola nunca más. Eres mía.


Y con lo mío nadie se mete.

—¿Por qué me dices todas estas cosas? ¿Por qué eres así
conmigo? ¿Por qué estando aquí eres diferente y cuando
volvemos a clases eres otro?

Él suspira.

—Es complicado. Hay una imagen que cuidar así que...

—O sea que te doy vergüenza.

Genial.

—No, jamás vuelvas a decir eso porque no es verdad. Es


solo que tengo que resolver ciertas cosas antes. No pienses
cosas que no son, hay mucha gente llena de odio y envidia y
si se enteran de que yo... encontré a alguien al fin estoy
seguro de que intentarán hacerte daño. Hacernos daño. Y
necesito que estés a salvo.

Me parecía todo muy raro y casi no entendía nada. Era muy


misterioso.

—¿Como quienes? ¿Tu novia?

—No es mi novia. Eso ya se terminó.

—¿Seguro?

—En realidad nunca empezó.

—¿Qué estamos haciendo? —pregunté después,


refiriéndome a esto; al por qué actuábamos así.

—Es algo que ninguno puede evitar, lo sé. Algún día lo


comprenderás.

Suspiré, porque la verdad siempre me decía las cosas a


mitad.

—Amara, ¿qué sientes por mi?


¿Eh?

—¿Qué? Yo...

—Solo busca dentro de tu corazón y dime lo que sientes por


mí.

Ay, ¿qué se supone que diga?

Abrí la boca para responder pero el ruido de otro coche


estacionándose me lo impidió. Ese coche ya lo conocía.
Melania se bajó de su auto y no se miraba feliz.

Miré a Elder de inmediato porque sentía que aún seguía con


ella y a mi solo me traía a lugarcitos para divertirse por otro
lado.

Tremendo hijo de puta con quién me llegué a topar.

Capítulo 24
DUDAS

Me suelto del agarre de Elder y aparté la vista. Melania se


acercó a nosotros contoneando sus caderas como siempre lo
hace. No había tenido problemas con ella antes, sin embargo
tengo la sensación de que ahora sí los tendré.

—Bebé, te estaba buscando así que supuse que estabas


aquí —Melania llega y le da un tremendo beso en los labios
a Elder.

Aparté la cara y caminé lejos de ellos, no esperé a que él le


correspondiera el beso, no esperé a que él se apartara a sea
lo que sea que haya hecho. Lo único que hice fue huir de ahí.

—¡Amara! —escuché que me llamó— ¡espera! —pero no


quería escucharlo, no quería más mentiras de su parte así
que corrí. Escuché pasos detrás de mí para después sentir
que alguien me toma de la cintura y me hace detenerme.

—¡Suéltame! —me zafo de su agarre y lo miro.

—Melania... ella lo hizo por molestar —zanjó, como si


estuviera acostumbrado a que ella hiciera eso.

—¿Sabes qué? A mi no me importa si Melania siempre hace


eso por molestar o no. No me importas ni tú ni tu estupido
colegio. De ahora en adelante no quiero que te me acerques
por favor. Lo único que quiero es tener paz y poder estudiar
tranquila.
—Estábamos en otra cosa —intenta tomarme de la mano
pero no lo dejo.

—No me toques.

—Le dejé claro a Melania que no volviera a hacer eso porque


estoy contigo. —me dijo— Amara, necesito que confíes en
mí.

—En realidad no puedo confiar en ti. Haces y dices cosas


que me hacen confiar a veces, lo admito, pero luego pasan
otras que... ya no sé ni qué hacer.

—Antes de que llegara Melania, en el muelle, ¿estabas


dispuesta a estar conmigo? —su mirada era de súplica, él
necesitaba una respuesta.

Entonces yo también lo pensé: ¿antes de que llegara


Melania, estaba dispuesta a estar con él? Después de todo
lo que ha pasado, después de las muertes que hemos
presenciado, después del alboroto en su fiesta, después de...
todo. ¿Eso era lo que quería? En el fondo sentía que sí,
porque era algo que no podía evitar. Había algo que me
llamaba siempre a él.
Y odiaba eso.

—En realidad no.

—Eres una mentirosa —me dice, para después tomarme de


la cara y besarme. Al principio me resisto un poco pero
después cedo. Elder rodea su mano en mi cintura y me atrae
más a él. Ahogué un suspiro mientras enrosco mis manos en
su cuello y acaricio la parte baja de su pelo.

Se siente bien, se siente muy bien.

—Es algo que ninguno puede evitar —susurra entre el


beso— Déjate llevar, Amara, no resistas más lo que sientes.

Quería hacerlo, en serio que quería confiar, pero en mi mente


siempre estaban las demás cosas que habían pasado. Era
difícil hacerlo, pero también quería. ¿Hacerle caso a mi
cabeza o a mi corazón? Ese era el dilema.

—Elder William —me separé un poco, nuestras frentes


estaban juntas— ¿por qué me haces sentir estas cosas?

Él sonríe un poco.

—¿Eso en un sí?
¿Me arrepentiría después?

Probablemente.

Me costó al inicio hablar, me costó decir esa palabra, pero lo


hice:

—Sí.

Me besó, me besó con mucha más pasión que antes, luego


me tomó de la cintura e hizo que enroscara mis piernas
alrededor de la suya.

Escuché cómo un auto pasó a la par nuestra demasiado


rápido.

El de Melania, pensé.

Cuando nos separamos, me baja.

—Ven, vamos a la casa —me toma de la mano.

—Elder, también tenemos escuela —le digo.

Empezamos a caminar a la casa que no estaba tan lejos.


—Tomémonos el día, no pasará nada.

—¿Tú crees?

—Confía en mi, ¿quieres?

A mi mente vinieron las imágenes de hoy en la dirección: su


nombre en ese papel junto con el de mi padre. Las dudas
volvieron a mi pero las ignoré, necesitaba estar sola con
Elder por este día. Necesitaba averiguar si lo que hice estaba
bien.

—Está bien —me sobé la sien.

Pero no entramos a la casa, sino que vamos directo al


muelle.

—¿Te quieres meter al agua? —me pregunta, quitándose el


pantalón.

—¡Elder! —me tapé la cara.

—Tranquilízate, francesita. Quita las manos.

Quité mis manos pero no le miré, sino que me dediqué a ver


el lago. Elder se quita la camisa, solo quedando en bóxers,
para después lanzarse al agua. Me salpica unas cuantas
gotas pero no me quejo, solo pude sentir que estaba muy
fría. Cuando sale me ve.

—Ven aquí.

—Esa agua está muy fría —le digo, cruzándome de brazos.

—Vamos, Amara, no me hagas subir y quitarte ese uniforme.


—amenaza.

—Está bien —acepté de mala gana. La verdad lo creía capaz


de venir y desvestirme.

—Voltéate —mandé.

Éste niega con la cabeza riendo pero se voltea, así que


aprovecho para quitarme la camisa, la falda, los calcetines y
las botas, solo quedando en mi ropa interior. Me dio algo de
pena por mi brazier de muñequitos y mi calzón de otro color.
Me lancé al agua antes de que viera mi vergüenza. Elder se
voltea a mí y se acerca.

—Está helada —hice una mueca.


—Ven que yo te caliento —me toma de la cintura,
apegándome a él. Sentí... algo.

Tomé a Elder de los hombros para sostenerme un poco.


Estábamos cerca, muy cerca. Sus ojos eran negros, me
preguntaba cómo haría para que cuando se enojaba
estuvieran aún más. Elder era... casi perfecto. Y no sabía el
por qué se había fijado en mí. En alguien tan común como
yo. Supongo que estaba acostumbro a salir con chicas de su
mismo nivel, chicas bonitas y extrovertidas. ¿Por qué yo,
entonces?

—¿Qué piensas? —me pregunta después.

Su mano acariciaba mi espalda baja.

—Nada, estaba pensando en que no sé en qué momento


llegamos aquí —respondí.

—Ya te lo dije —me dio un beso rápido— nadie lo eligió. Te


estaba esperando, Amara —Elder mete su mano por debajo
de mi calzón, en mi trasero. Me suspendo de inmediato y se
la quito.

—¿Qué haces? —sentí mis mejillas calentarse poco a poco


así que imaginé que me estaba ruborizando frente a él.
Qué vergüenza.

—Elder, no soy como las otras chicas con las que estas
acostumbro a salir —le dije pero no lo miraba.

—Créeme que lo sé — hace que lo mire— y soy tan


afortunado de que seas así. Es solo que... se acerca a mi
oído y susurra—: me prendes demasiado, Amara.

Sentí cosquilleos en mi bajo vientre cuando dijo eso. Dios,


ahora ya no sentía el agua tan congelada.

Cuando me ve sonríe malicioso.

—¿Por qué me dices estas cosas? —sonreí.

Elder me llevó más a lo profundo.

—Es la verdad, me gusta ser directo, ¿o prefieres que me


ande con rodeos?

—Hmm la verdad no.

—Así que ya lo sabes —hace que enrosque otra vez mis


piernas al rededor de su cintura. Se siente bien. Se siente
muy bien. Pero también estoy sintiendo otras cosas...

—Me estás gustando más de lo que imaginé que me llegaría


a gustar alguien, Amara Chevallier, y eso me hace ser
vulnerable ante ti. Y yo no soy vulnerable ante nadie. No te
aproveches de eso por favor.

—¿Aprovecharme? ¿Por qué haría eso? —sobé su cabello.

—No lo sé, soy nuevo en esto también.

Me besó. Si seguíamos besándonos de esta forma estaba


segura de que tendría ganas pero de otra cosa, y no quería
ser tan fácil desde ya. Es decir, no había tenido nada con
nadie nunca porque no había sentido ese deseo, pero con
Elder ¿por qué siento esto desde ya? Apenas lo conozco, sin
embargo, a veces actuábamos como si nos conociéramos
desde mucho antes.

Elder baja otra vez su mano y la introduce dentro de mi


calzón, empezando a toquetear mis nalgas. Al principio me
sentí extraña, con vergüenza, pero después me sentí normal.
Quería dejar las vergüenzas con éste chico y no sabía bien
por qué. Acaricié su espalda, de arriba a abajo.

—Esto es una tortura, Amara —me dice.


—¿Por qué?

—Porque quisiera estar dentro de ti.

Preguntaría a qué se refería pero luego lo supe.

Dios mío.

—Tranquilízate —lo salpico de agua en la cara.

—Es la verdad, ¿qué quieres que haga? —me sonríe.

Me sentí demasiado bien con Elder así. Muy, muy ilusionada.


Pero además de eso, me sentí completa.

Capítulo 25
JUNTOS

Cuando Elder y yo salimos del lago nos dirigimos a la casa.

—Hay ropa en ese ropero si quieres cambiarte —me dice.

Lo miro un poco raro al saber que quizás esa ropa ha sido de


alguna de sus conquistas.
—¿Ropa de...? —quise saber.

Elder se quita el boxer, quedando completamente desnudo.


Me volteo rápidamente tapándome la cara.

—¡Elder!

Escuché que rió.

—No seas dramática —dice— Y no pienses cosas que no


son, era ropa de mi tía Carolina.

Quise creerle porque lo dijo con demasiada sinceridad.

—¿Ya te cambiaste? —inquirí sin ver.

—Puedes voltear ya.

Me giro hacia él, pero aún está en bóxers apenas. Apenada


me dirijo al pequeño ropero que está en una esquina y lo
abro. Había ropa como de mi talla, tenía razón. Encontré una
camisa de tirantes y un short de pijama. Eso me serviría para
mientras.

—Me voy a cambiar —le digo, haciendo seña de que se


salga.

—Por favor, Amara, no te veré, es más, me voltearé—y se


voltea.

—Cuidadito —amenazo.

Me quito mi ropa interior mojada y la pongo en el piso. Como


no tengo otra ropa interior solo me engancho el short y la
camisa así nada más. Cuando volteo, me encuentro a un
Elder sonriente recostado en la cama mirando todo. ¡Me
había visto!

—¡Elder! —me acerqué y le pegué en una pierna, pero él me


tomó de mis manos e hizo que cayera encima de él.

—Es excitante que no traigas ropa interior —susurra— Y es


más excitante que se te repinten los pezones con esa
camisa.

Dios, creo que me estoy volviendo a sonrojar.

—Dices unas cosas... —aparté la cara.

La mano de Elder viaja a mi trasero y lo aprieta.


—Digo lo que siento. —me besa. Suelta mis manos así que
las pongo encima de su pecho. Los labios de Elder
congeniaban perfectamente con los míos, era como si
estuvieran hechos el uno para el otro. Como él y yo.

¿Qué tonterías pienso?

—Si sigues encima de mí no creo parar —susurra.

Le chupé el labio inferior.

—No lo hagas —respondí en un susurro, fue un susurro


involuntario y casi inaudible, pero era obvio que él lo
escuchó.

Elder me tomó con fuerza y en un rápido movimiento él


estaba encima de mí, besando mi cuello. Abrí mis piernas y
las puse detrás de él, enganchadas en su espalda. Él hace
movimientos de arriba a abajo encima de... mi. Pasé mis
manos atrás de su nuca, dejándolas en su cabello.

—¿Quieres que te coma? —cuestiona en un susurro cerca de


mi oído.

Gemí.
—Sí.

¿Qué estoy pensando? ¿Qué estoy haciendo? No lo sabía,


solo me estaba dejando llevar por todo lo que sentía, por mis
emociones y por mis deseos. Elder me baja los tirantes de la
camisa dejando mis pechos al descubierto, instintivamente
me los tapé, pero él hizo que quitara mis manos. Le di esa
confianza. Empezó a besarlos, a chuparlos... Dios, una
oleada de placer me invadió. Esto era... Con su boca hacía
cosas en mi pecho y con la otra mano me masajeaba el otro.

Juraría que nuestras pupilas estaban más que dilatadas en


este momento. Y me encantó. Juro que me encantó. Elder
dejó de chupar ese pecho y ahora se dirigió al otro.

—Elder —gemí, sobándole el pelo.

—¿Te gusta?

—Sí.

Tomé su cara y lo besé.

—Amara, si seguimos así no podré parar —me repite entre el


beso.
—No quiero que pares.

—¿Segura?

Abrí los ojos y me separé. Sus pupilas estaban dilatadas, sus


ojos estaban negros... chispeantes.

—No he estado más segura en mi vida.

Elder elevó la comisura de sus labios en una sonrisa para


después besarme de nuevo. Con sus manos fue bajando mi
short, y yo lo ayudé. Después del short me quitó mi camisa, y
él se quitó su bóxer. Solo estábamos él y yo: y nuestras
pieles.

Elder jugó con su miembro encima del mío, lo sentía mojado.

—Te dolerá un poco al principio —me dice.

—No importa.

Se recuesta encima mío y empieza a meter su pene.

—Ah, espera... —me quejé. La verdad sí empecé a sentir


dolorcito.
—Tranquila.

Lo siguió metiendo y metiendo. Me tapé la boca con mis


manos para evitar gritar de dolor o no sé, pero se sentía
mucho. Hasta que sentí que lo metió del todo.

¡Mierda!

Yo estaba jadeante.

—Relájate, ya pasó lo peor —Elder me besa mientras hace


algunos movimientos con su virilidad adentro, poco a poco
se va yendo el dolor y va viniendo el placer.

—Se siente muy bien —dice— Te juro que estar dentro de ti


es... algo inexplicable.

Gemí.

—¿De que hablas? —pude preguntar entre ellos gemidos.

—De que siento que estar dentro de ti es lo único que me


hacía falta para sentirme completo. Había tenido tantas
otras veces que no me llenaban, pero contigo... siento de
todo —me deja varios besos mojados en mi boca— Gracias
por aparecer.
Y entonces pensé: claro, él ha tenido otras relaciones con
otras mujeres, en cambio yo jamás había tenido nada con
nadie. Solo con él, ahorita. Y pensar que él ha estado así
encima de otra mujer haciendo lo que está haciendo
conmigo me pone mal. Me da enojo. Me da mucha rabia. Me
da... celos.

Así es. Me muero de celos.

Maldita sea.

Lo tomé de los hombros y en un rápido movimiento estaba


yo encima de él, haciendo movimientos de adelante hacia
atrás, lento. Me incliné para besarlo.

—Sí, de seguro has tenido sexo con muchas mujeres, ¿no?


—lo tomé del cuello.

Elder me toma del mío y hace que me acerqué.

—¿No cuenta lo que acabo de decirte? Esas perras no me


llenaron, eres tú quien hace que me sienta completo, quien
hace que no me falte nada. Eres tú, entiéndelo —y me besa
con salvajismo.
Me seguí moviendo mientras nos besábamos, en eso Elder
me palmeó una nalga, eso me hizo gemir más.

—Soy tan afortunado de ser el primero —me dice.

Exacto, al menos él tendrá la tranquilidad de que a mi nadie


me había tocado, y yo no porque siempre pensaré en sus
antiguas relaciones y en las cosas que hacía. Que de seguro
son las mismas que me hace a mí. Esto no es justo. Siempre
quise que alguien tuviera primeras veces conmigo. ¿Está mal
querer tener algo exclusivo? Algo que sea solo mío y no
tenerlo que compartir con nadie más ¿está mal? Pues así era
yo: un poco posesiva y paranoica.

Elder gimió.

Wow, escucharlo gemir era otro nivel, era excitante.

Él gimió, yo gemí. Sentía mucho placer en mi cuerpo, sentía


que tenía algo dentro de mi por sacar. Elder me rasguña la
espalda, gimiendo más.

—Sí —exclamo.

—Lo admito, me haces estar demasiado sensible —me


dice— Amara, ¿que me has hecho? —se queja, pero de
placer. Tomé su cara con una mano y apreté su mandíbula.

—¿Te está gustando?

—Tú misma te darás cuenta.

Ahora él me tomó de los hombros e hizo que yo estuviera


abajo y él encima. Elder se empezó a mover más y más
rápido, tanto así que estaba a punto de tener un maldito
orgasmo ya mismo; añadiéndole a eso los gemidos de Elder
William que me encantaban.

Gemí más y más fuerte.

—Estoy por... —dice, pero no termina la frase porque lo tomé


del pelo y lo acerqué a mi pecho, yo estaba teniendo mi
orgasmo y tal parecía que él también.

—Dios —susurré.

Ambos terminamos cansados y agotados.

Elder se quedó encima de mí, descansando. Y fue después


que me di cuenta de que él había terminado dentro de mí.
Eso me hizo entrar un poco en pánico pero lo ignoré.
—Me quisiera quedar encima de ti todo el día —me dice,
abrazándome.

Lo abrazo de nuevo, sobándole un poco la espalda. Al fin lo


había hecho: había tenido mi primera vez, me sentía extraña,
sentía que había dejado de ser una niña ya. Quien iba a
pensar que mi primera vez sería con Elder William. Ni en mis
peores sueños.

Había sido... más que perfecta.

—Shhh descansa —le susurré.

Sonreí para mí sola mientras disfrutaba de lo que Elder me


hacía sentir. Solo esperaba que después de esto las cosas
entre nosotros no empeoraran sino que mejoraran.

Pero cómo había estado equivocada.

Capítulo 26
EL MISMO

Pasé todo el día con Elder William, ¿haciendo qué? Ya se


imaginarán, pero era hora de volver al dormitorio y no quería.
La verdad que no. Estábamos cerca del fin de semana y
Elder me había dicho que lo pasáramos en la casa, solo los
dos. Acepté porque me parecía una excelente idea.

—No quiero dejarte ir —me dice, atrayéndome a él y


dándome un tierno beso en los labios. Estábamos frente a la
puerta de mi dormitorio.

—Te veré mañana —le digo— No es mucho tiempo.

—Una hora la siento eterna —entierra su cabeza en mi


cuello, oliéndome— Eres mas que mía, Amara, te puse mi
marca —me deposita un beso para luego verme.

Okay, eso me pareció muy posesivo de su parte pero lo dejé


pasar. Así era él.

—Te veré mañana —la palmeé la mejilla para luego


adentrarme a mi cuarto.

—¿Quieres que me quede? —me toma de la mano antes de


cerrar la puerta.

Hmm una propuesta bastante irresistible.

—Creo que Karla y Flavia aún están despiertas —susurré


para que ellas no me escucharan.
Elder hace una mueca de desagrado.

—Solo espero que llegue mañana para que nos vayamos a la


casa —se lleva mi mano a la boca para depositarle un cálido
beso. Me pareció tierno de su parte— Te cuidaré como mi
más preciado tesoro.

Me pareció lindo lo que dijo, demasiado.

—Te veré mañana —le di una última mirada para luego


cerrar la puerta. Sonreí como tonta, como estupida para mi
sola mientras caminaba a mi cama. Mi cuerpo se sentía
nuevo, se sentía alivianado, desetrezado, me sentía, como el
lo dijo, suya.

La luz se encendió, así que miré a la susodicha: Flavia se


removió en su cama para mirarme. Estaba despeinada y
soñolienta. Noté que Karla ahora sí estaba durmiendo en su
cama.

—Amara, es muy tarde —me dice con voz ronca.

Llego a su cama y me siento en el borde.

—No me di cuenta de la hora —susurré— ¿hubo alguna


novedad?

Se restriega los ojos.

—La verdad no, estuvo aburrido todo. El único que preguntó


por ti fue Wuddie. Me tenía loca ya. ¿Qué le hiciste a ese
hombre?

Wade, tendré que hablar con él mañana.

—¿Estuviste con Elder? —me preguntó.

—Sí, así es.

Flavia me da una mirada extraña, como queriéndome decir


algo pero no se atreve.

—¿Qué pasa?

—Amara, ¿no crees que te estas apresurando con Elder?


Apenas lo conoces y no sabes sus intenciones.

Dudé. No sabía el por qué me decía eso pero luego recordé


lo que me dijo Mell: que a Flavia le gustaba yo. Así que
supuse que sólo tenía celos. Me dio algo de pena con ella
pero no se lo hice ver.
—¿Por qué lo dices? —me senté al estilo indio en su cama.

Ella suspira.

—Pues en los pasillos se escuchan cosas.

Sentí pánico al pensar que ya sabían de mis fotos.

—Dicen que Elder es un mujeriego y que solo juega con las


mujeres. Que solo las usa y después las deshecha.

En realidad eso era obvio porque a leguas se notaba que


Elder era bastante seductor, pero en el fondo tenía algo de
miedo de que hiciera lo mismo que hizo con sus conquistas:
desecharlas. A mi mente vienen todas esas palabras que me
dijo hoy: que era suya, que me cuidaría, que no había
sentido eso por nadie. Lo sentí muy sincero. Muy real.

—Pues no lo sé —bajé la vista y acaricié las puntas de mi


cabello.

—Tienes que tener más cuidado. Melania dijo que estaban


en una casa y que era obvio que Elder solo te llevó allá para
follarte.
Tragué grueso porque es lo único que hicimos. Pero no
follamos, solo hicimos el amor. Sin embargo, sentí rabia,
sentí mucha rabia por la estupida de Melania, sentí enojo
porque tal parecía que estaba ardida de que Elder la hubiera
dejado.

—¿Eso dijo?

—Sí, casi toda la preparatoria lo sabe. Creen que solo te


llevó para eso y que mañana ni te volteará a ver.

Apreté las manos queriendo ir a ese maldito dormitorio de


Melania y sacarla de los pelos. Pero me contuve.

—Melania se tragará todas sus palabras —murmuré.

—Esperemos que sí. Te veo ilusionada con Elder, Amara, no


quiero que te lastimen —Flavia parecía muy sincera y
demasiado buena conmigo. Estoy segura de que si a mí me
gustaran las mujeres ella sería la indicada. Pero como no es
el caso, solo la veo como una buena amiga. "Amiga" porque
se ha ganado ese título.

—Estaré bien —le resté importancia— Oye y, ¿qué pasó


con...? —señalé a Karla para evitar decir el nombre. No sabía
si estaba despierta y estaba escuchando todo.
—Cosas sin importancia. Mañana te cuento.

—Está bien.

Me puse de pie y me dirigí a mi cama.

Como a eso de las dos de la mañana siento algo


removiéndose en mi cama. Abro los ojos soñolienta para
averiguar qué era eso molesto que no me dejaba dormir.
Alguien me abrazó por detrás y me depositó un beso en mi
mejilla. Sonreí como tonta porque conocía ese olor.

—Elder —susurré medio dormida.

—Shh sigue durmiendo —me dice— Solo necesitaba


sentirte. Ya no puedo estar sin ti, Amara, ya no.

Sonreí.

—Ni yo.

Sentí que se acomodó más, cuando ya no lo sentí moverse


me quedé dormida.

A la mañana siguiente Flavia y yo nos dirigimos a la misma


mesa de siempre para desayunar. Habíamos pedido algo
ligero porque las clases empezarían pronto.

—Estuve pensando en lo que pasó ese día —musita Flavia,


su mirada está perdida— No he podido dormir bien desde
que me siento culpable. —mira para todos lados como
asegurándose de que nadie la viera— Soy cómplice de un
asesinato.

—Shhh —la callé, estas paredes tenían oídos— Lo sé. Es


difícil averiguar sin pistas.

La mesera llega con los desayunos así que empezamos a


comer.

—No hay nada que nos lleve a saber qué fue lo que pasó. Es
obvio que fueron lobos pero ¿por qué no quieren que se
sepa? ¿Por qué incinerarlas para no dejar rastro? Eso me
tiene sin dormir.

Me llevé una tostada a la boca mientras pensaba. La imagen


de la chica gritando llegó a mi mente. Recordaba a la chica
muerta en el baúl, al lobo matando a la otra. Todo era
terrorífico. Y Mell queriendo hacerme daño. Quizás fue ella la
que me quiso mandar a la boca del lobo, quizás fue ella
quien me puso esa ropa como pista. A lo lejos la veo venir,
junto con Melania y otra chica que no la había visto.

Busqué a Elder con la mirada pero no lo veía por ninguna


parte. A la única que veo venir es a Karla.

—¿Puedo desayunar con ustedes? —nos pregunta,


sentándose.

—Claro —respondí. Flavia seguía comiendo su desayuno


normal.

—Amara, lo siento mucho —me dice Karla.

La miro sin entender.

—¿Por qué?

—Melania nos contó —comenta.

—¿Qué te contó? —achiqué los ojos en su dirección.

—Que Elder te hizo lo que te hizo y luego te botó.


Sentí como si me hubieran echado un balde con agua fría, es
lo mismo que Flavia me dijo ayer. Sentía que la maldita de
Melania se estaba pasando con sus malditos chismes.
Apreté los puños mientras veía a Melania reírse con sus dos
amigas. Algunas de ellas me lanzaban miradas rápidas.
Como si no supiera que hablan de mí.

—Elder William así es, no te sientas mal. —siguió Karla.

Pero no la escuché, llegó un momento en que dejé de


escuchar y solo quise actuar: me puse de pie y caminé
directo a Melania. Mell me notó y me hizo una seña que no
entendí.

—Melania —le toqué el hombro, no dejé que terminara de


voltear cuando le propiné una cachetada que hizo que su
cara girara de nuevo.

Mi mano picó.

Se hizo un silencio en toda la cafetería.

Melania se llevó una mano a su mejilla para luego verme.


Sus ojos estaban más oscuros de lo normal, cosa que me
inquietó un poco porque sólo a Elder se los notaba así.
—Maldita hija de... —Melania se lanzó a mí e hizo que las
dos cayéramos al piso.

Capítulo 27
PELEA

—¡Vamos, Melania! —gritaba un grupo de gente, apoyando a


mi rival.

—¡Tu puedes, Amara! —gritaba otro, apoyándome a mí. Pero


a mí no me importaba a quien apoyaban, lo que quería era
vengarme de todas las cosas que Melania ha inventado.

Melania tiró de mis cabellos así que yo le di un pequeño


puñetazo en su cara, me dolió obviamente. Estaba encima de
ella, luchando por no dejarme, cuando de repente siento
unos brazos al rededor de mi cintura que me cargaron e
hicieron que me quitara.

—¿¡Qué haces?! ¡Suéltame! —exclamé sin ver quien era. A


Melania la ayudaron sus amigas a ponerse de pie, tenía algo
de sangre en su nariz y el pelo muy alborotado. Me miraba
con odio, como si quisiera asesinarme.
El sentimiento es mutuo, pensé.

—¿Qué es lo que te pasa, Amara? —me pregunta Elder,


tomándome de la cintura.

—Melania está hablando mal de mí y eso no se lo voy a


permitir —intenté zafarme para volver con ella pero él me lo
impidió.

—¡Me las vas a pagar, Amara, esto no se va a quedar así! —


me grita Melania para después irse con su grupo de amigas.

Elder me suelta así que lo veo, en eso Flavia y Karla se


aproximan.

—Amara, ¿estás bien? —me inquiere Flavia.

—Eso fue increíble —le sigue Karla.

—No la apoyes, Karla, si el director se entera es probable


que la suspendan —Elder no se miraba feliz por haber hecho
lo que hice, pero me importaba poco lo que él pensara. Solo
estaba defendiéndome porque si no me defiendo yo ¿quién
lo hace?

—No me importa —acomodé mi camisa, estaba medio


arrugada ya.

—Perdóname, Elder, pero Amara solo se defendió. Melania


dice cosas horribles sobre ella. Dice que solo la quieres para
follarla y ya —escupió Karla, casi me reí por su tono de voz y
manera de decírselo.

—Melania no tiene ni puta idea de lo que pasa, ¿por qué te


prestas a su juego, Amara? Sabes bien por qué lo hace.
Déjala que en unas semanas se le pasará. No le pongas
importancia—Elder me acomoda el pelo, algunos nos
miraban interesantes. De seguro les sorprendía que Elder
me hubiera apartado a mí y que se hubiera quedado
conmigo, cuidándome.

—Elder tiene razón —lo apoya Flavia— En unas semanas


esto será historia. Si Elder va en serio contigo, Amara,
ustedes mismos se encargarán de callarles la boca a todos.

Y quizás Flavia tenía razón, quizás en unas semanas todo va


a estar olvidado, pero no me arrepiento de lo que hice
porque sentía rabia en ese momento y también siento que
me desahogué. Al menos ahora la tal Melania se la pensará
dos veces antes de hablar mal de mí.

—Como sea —le resté importancia al asunto— Vámonos a


clases.

La campana había sonado ya.

—Nosotras nos adelantaremos —Karla toma del brazo a


Flavia y se la lleva.

—Tú eres una niña muy salvaje —me molesta, pero no


parece enojado— Me sorprendes, Amara —se inclina y me
despista un tierno beso en los labios.

—¿Qué te sorprende? ¿El que sea capaz de defenderme? —


elevé una ceja.

—También eso. Pero ahora tienes que tener mucho más


cuidado. Melania suele ser muy vengativa y no siempre
actúa legalmente. Siempre va por las sombras.

—¿A qué te refieres?

—Me refiero a que tú y yo nos iremos hoy mismo para la


casa, necesito tenerte sana y salva conmigo todo el fin de
semana —me pincha la nariz.

Hago una mueca de desagrado.


—Habíamos quedado en pasar el fin de semana juntos, ¿no?
—me encogí de hombros.

—Así es —Elder me toma de la mano y nos encaminamos


hacia adentro, en busca del aula de clases. Ni siquiera
recordaba qué clase teníamos a primera hora.

Cuando llegamos a clases, buscamos nuestros lugares y nos


sentamos. La misma chica de antes entra y se acerca a
Elder, susurrándole algo en su oído para después sentarse
en su lugar.

Achiqué los ojos en dirección a Elder porque no tenía idea de


qué es lo que le haya dicho. Supongo que tenía que ser
alguna razón de Melania. Eso me llenó un poco de enojo.

—Buenos días —entra Wade—Espero hayan estudiado para


la prueba de hoy —pone su maletín en el escritorio y lo abre,
sacando unos papeles.

Todo el alumnado se queja y yo no tenía idea de que había


prueba hoy. Genial. Reprobaré.

—Lo siento por los que no estudiaron pero se los vengo


diciendo desde hace dos días. —Wade empieza a dar los
papeles fila por fila. Cuando llega donde mí pone la hoja en
mi pupitre, guiñándome un ojo, acción que no entendí muy
bien. Cuando volteo la hoja me sorprendo de algo: habían
respuestas casi visibles en mi hoja. Estaban escritas en lápiz
de grafito pero apenas y se miraban.

¿Acaso es una forma de ayudarme? No me parecía justo, me


parecía que estaba haciendo trampa. Wade terminó de
entregar todas las pruebas para después sentarse en su
escritorio.

—Tienen veinte minutos.

No me parecía justo de mi parte.

Elder me mira, luego a mi hoja y después a mi de nuevo;


aparta la cara negando con la cabeza mientras apretaba sus
puños. Parece que él se había dado cuenta de lo que Wade
había hecho.

Tomé un borrador y borré todas las respuestas


asegurándome de que no se viera nada.

Gracias por tu ayuda, Wade, pero no me parece algo justo.


Cuando salimos de la clase de matemáticas, Elder me
intercepta en el pasillo.

—Espera un momento —me toma del brazo y me hace girar


a verlo. No se veía feliz. —Eso de allí adentro, ¿ a cuenta de
qué ese profesor tiene que responderte la prueba?

—Elder, no lo sé. Quizás solo quería ayudarme —me crucé


de brazos.

—Pues a mí no me parece. Es más, le dejaré algunas cosas


claras desde ya —se va, entrando de nuevo al aula de
clases. Quise seguirlo y detenerlo pero no lo hice. No es
como que Elder le fuera a hacer algo malo a Wade,
estábamos en una institución y Wade era su profesor
también, tenía que respetar.

Karla y Flavia se habían ido juntas, parecía que se habían


reconciliado. Reanudé mi paso hacia el patio principal
porque necesitaba tener algo de aire fresco y privacidad,
pero me detuve en seco al recibir un mensaje en mi teléfono.

Lo leí:

Ven a la puerta trasera del colegio. Sola.


¿Qué?

Esto tiene que ser una trampa como la de la otra vez, sería
idiota si caigo. Pero también pensé en que quizás sea
Melania queriendo desquitarse de mí y sería muy cobarde de
mi parte si no voy. Sabía que esa chica no se quedaría así
como así. Melania era de esas que querían ganar a cómo
diera lugar.

Cambié la dirección de mis pies y ahora me dirigí al patio


trasero, de suerte que no estaba tan lejos. Cuando llego y
salgo no hay nadie. Solo bosque. Genial.

Otro mensaje llega a mi teléfono celular así que lo leo de


inmediato:

Prepárate, Amarantha Chevallier, porque te metiste con lo


que era mío así que la pagarás con tu sangre.

—¿Qué demonios...? —empecé a decir pero no terminé la


oración porque en eso alguien me tomó por detrás y cubrió
mi boca con algún pañuelo. Un pañuelo que tenía un olor
muy extraño. —Hmmm —es lo que alcanzaba a decir, sentía
debilidad en mi cuerpo. Forcejeaba y forcejeaba pero era
inútil. De pronto vi puntitos rojos en el aire, de pronto me
sentí demasiado soñolienta. Me asusté por ese sentimiento.
—Ríndete —logré escuchar a lo lejos.

Mis manos ya no se podían sostener y mis pies tampoco, así


que caí, pero el hombre amortiguó mi caída. Mis ojos se
cerraban porque ya no soportaban estar abiertos. Sentía
sueño, mucho sueño; así que hice lo que el hombre dijo y me
rendí. Mis ojos se cerraron y perdí la conciencia por
completo.

Capítulo 28
RAPTADA

Un dolor fuerte me consumió el cuerpo, sentía los músculos


adoloridos y mucha debilidad. No veía nada, sentía algo
rodeando mis ojos, algo suave y con mal olor, intenté mover
mis manos para quitar la cosa de mis ojos pero éstas no
llegaron, algo las retenía.

Cadenas, pensé.

Intenté mover mis pies, separarlos para intentar ponerme de


pie pero también estaban retenidos. ¿Qué me había pasado?
Mi cabeza dolía un poco y mi nariz tenía restos de algún tipo
de alcohol. Tosí un poco.
A lo lejos pude escuchar voces, voces que me hicieron
ponerme en alerta. Fue donde recordé el mensaje y el tipo
apareciéndose por detrás.

—Está todo planeado —dice una voz masculina.

—¿Estás seguro de que no se dio cuenta? —pregunta otra


voz femenina. La puedo reconocer, es la voz de Melania.

Genial.

—No, solo preguntó por ella pero jamás se imaginará que


está aquí —responde el chico. Yo estaba quieta, escuchando
nada más.

¿Qué pretendía hacerme Melania?

—Entonces vete y avísame cómo está todo por allá —le dice
Melania— Me quedaré sola con ella.

—¿Estas segura?

—Sí, ya vete.

—Está bien —escucho pasos alejarse así que supuse que el


chico se había ido.

Sentí que Melania se acercó, segundo después me quita el


pañuelo de mis ojos. Veo todo distorsionado al principio pero
mientras mi vista se va aclarando voy viendo el lugar. Es una
especie de ático o no sé, quizás el sótano de una casa
alejada. Hay muebles viejos y algunos juguetes llenos de
polvo que tal parecían llevar años aquí. Había una pequeña
luz en el techo, era tenue y apenas nos alumbraba.

Melania estaba de pie frente a mi, ya no usaba el uniforme


del colegio sino ropa normal. Pantalones de cuero, chaqueta
de cuero y botas altas de cuero. Ahora me parecía mala así.

—Amarantha Chevallier —juega con mi nombre mientras


camina de un lado a otro de forma lenta— Quién iba a
pensar que venir aquí te iba a costar la vida. ¿Por qué no
escogiste otro colegio? —me lanza una mirada rápida— Es
decir, estábamos muy bien antes de que tú vinieras. Y Elder
era solo mío.

Casi reí ante eso último pero no lo hice.

—¿Era tuyo o nunca lo fue? —es lo que digo, mi voz sonó


rasposa.
Se detiene de golpe, fulminándome con la mirada.

—Lo fue —se agacha, tomando mi barbilla con su mano.


Duele— Teníamos tanto planes que hacer juntos, tantas
cosas. Mientras que tú no sabes nada de él ni de nosotros.
No perteneces aquí. ¿Por qué no te largas mejor?

—¿Y tú por qué no superas a Elder mejor? Entiende que no


te quiere —escupí, sintiéndome un poco mala. Pero no me
dejaría de ella, si ella me atacaba yo también.

Sus ojos se volvieron más negros de lo normal, furia, eso


pude ver en ellos.

—Él lo hace —se pone de pie. Sus actitudes me parecían de


una loca, de una obsesionada— ¡Me quiere! Lo que pasa es
que tú nos estás estorbando, así que le haré un favor y te
quitaré del camino —se inclina y me propina una dolorosa
cachetada en mi mejilla izquierda. Mi cara se giró y ardió. —
Eso fue por lo de hoy.

La miré.

—Es fácil aprovecharse de alguien que no puede defenderse,


¿verdad? Vamos, desátame y discutamos esto solo tú y yo.
Melania lo pensó.

—¿O tienes miedo?

Eso fue lo único que faltaba para que se echara a reír.

—No seas ridícula —se agacha y empieza a desatarme.


Primero los pies, luego las manos. Cuando estoy libre me
pongo de pie de inmediato. —No vayas a escapar, créeme
que no llegarás lejos.

La empecé a rodear. Habían unas escaleras a unos pasos de


mí. Pero tenía que planear muy bien mi huida, Melania
estaba loca y quería matarme ¡matarme! Una cosa es que
tengamos diferencias por Elder y nos peleemos en el colegio
pero otra era llegar a estos extremos. Ella estaba loca y
estaba obsesionada con Elder.

Noté una montaña de objetos cerca de ella, así que ideé


algo.

—Elder me eligió a mi, Melania, ya supéralo —intenté


molestarla para distraerla. En realidad me sentía tonta
diciéndole que Elder me había elegido a mi.

Ella se rió.
—Solo es algo pasajero, tonta —me rodea también— Luego
te botará como a todas.

—Él me dijo que soy suya y que me había encontrado al fin


—espeté.

Su semblante cambió de repente, ahora no estaba sonriente


sino pensativa, seria.

—No puede ser ¿eres tú? Con mucha más razón tengo que
quitarte de su camino —en cuanto ella planea acercarse
para atacarme, yo me acerco al bulto de cosas y se los hago
caer encima. Ella cae al suelo intentando esquivar todo, pero
no puede. Subo las escaleras lo más rápido posible y salgo
del sótano. Me doy cuenta de que estoy en la casa de Elder.
Apresuré el paso y salí por la puerta principal. El día estaba
nublado, parece que llovería pronto.

—¡Amara! —escuché el grito de Melania. Venía cerca. Corrí


por el camino que llevaba a alguna carretera. —¡No podrás
escapar! —la escuché de nuevo. volteé a ver solo para
darme cuenta de que Melania venía corriendo a unos metros
de mí, volví mi vista al frente pero mis piernas ya no podían
más. Pero escuché algo extraño detrás, así que volví a ver
solo para darme cuenta de que Melania ya no venía detrás
de mí sino un enorme lobo café.

Grité mientras seguí corriendo. A lo lejos miré venir un carro,


éste se detuvo en seco, cuando llego donde él me volteo
hacia el lobo quien viene dispuesto a lanzárseme encima.

Mierda.

Es mi fin.

—Amara —me dice alguien saliendo del coche. Volteo a


Elder, todo pasa cómo en cámara lenta: el lobo viniendo
hacia mí, Elder empezando a correr hacia él, Elder saltando,
Elder cayendo en cuatro patas.

Me quedé estática y en shock por lo que acababa de ver:


Miré cómo la camisa y ropa de Elder se hacían trizas, miré
como su cuerpo de deformaba y ya no era más su cuerpo,
miré como se llenaba de pelos. Lo miré caer convertido en
un enorme lobo negro. Un enorme lobo que se empezó a
pelear con ese otro lobo. Yo estaba paralizada, escuchando
los gruñidos y viendo cómo se mordían y se golpeaban. Elder,
quien era ese lobo negro, le mordió el cuello, haciendo que el
otro lobo café aullara un poco del dolor. El lobo negro se
separa, lanzándole un último gruñido al lobo café, quien me
lanza una mirada rápida para luego irse huyendo al bosque.
Miré con terror al lobo negro, fue donde recordé las veces
que lo había visto: En la fiesta, en el bosque, asesinando a la
chica. Una oleada de miedo me invadió.

¿Esto es real? ¿Esto está pasando? Porque no me lo creía


¿estaré soñando? No, más bien estaré teniendo una
pesadilla.

Escuché cómo otro auto se parqueó detrás de mí.

—¡Amara! ¡Estás bien! —Wade se acerca a mí pero se


detiene en seco al ver a Elder— Ven conmigo —me toma de
la mano y hace que camine con él hacia su auto.

El lobo negro me mira, parece triste, su mirada lo dice todo.


Me monto al asiento copiloto mientras Wade se monta al
principal y retrocede.

El lobo negro aún nos mira.

Dios mío, ¿qué está pasando aquí?

—Estas en shock —escuché la voz lejana de Wade—


Tranquila, te explicaré.
Y nos vamos de allí, dejando a Elder convertido en ese
enorme lobo atrás.

Capítulo 29
MENTIRAS

—Amara, por favor, dime algo.

Wade seguía insistiendo, me había traído a un extraño lugar


cerca del pueblo. Fue después donde me di cuenta de que
era una heladería. El lugar estaba medio vacío. Estábamos
sentados en una mesa frente a una enorme ventana de
cristal que daba a la carretera y al parqueadero, del otro lado
de la carretera empezaba el bosque. Gotas de lluvia
empañaron el vidrio. Había empezado a llover.

—Yo... él... ellos... —fue lo que musité, me sentía demasiado


shockeada como para pronunciar una oración completa.

—Lo sé —responde.

Lo miré rápidamente, fue cuando recordé que Wade no se


había asustado por ver ese enorme lobo; él actuó de manera
muy natural. Y eso me desconcertó.
—¿Lo sabias? —cuestioné. Me dolía que Elder no me
hubiera dicho lo que en verdad era. Me dolía que me haya
endulzado el oído y que me hubiera convencido de estar con
él en todos los sentidos. Pienso que quizás él y Melania se
reían de mí a mis espaldas.

—Este es un pueblo lleno de... cosas. Todos los saben. Por


eso es medio fantasma. No hay turistas, no hay nada. Ni
animales en el bosque. La mayoría han sido cazados ya. —
Wade hablaba demasiado bajo, temiendo que alguien
escuchara.

—El colegio... —musité.

—Es una fachada, Amara, la mayoría son algo... son como


Elder... son diferentes —responde— Nadie lo eligió, algunos
de nosotros no tuvimos opción.

Fruncí el ceño.

Mi corazón estaba triste y mi cuerpo estaba débil. Afuera


empezaba a relampaguear.

—¿Nosotros? —inquirí.

Wade me mira indeciso.


—También soy como ellos —confiesa.

Bufé, no podía ser.

—¿Estás bromeando? ¿Si quiera éstas cosas existen?


Porque parece todo sacado de un libro de fantasía —me
cabreé un poco. La verdad es que seguía pensando que era
todo una pesadilla y que despertaría muy pronto.

El helado de chicle que tenía en una taza frente a mí se


empezaba a derretir.

—Es tan real como que tu helado se derrite —dice—Sé que


no estamos preparados para lo que no conocemos, pero
estas cosas siempre han existido y están allí, entre las
sombras, disfrazados de gente normal.

Me sobé la sien.

—Esto es extraño —sorbí mi nariz— Quiero volver al colegio.

—Te llevo entonces —Wade saca dinero y lo deja en la mesa


para después ponerse de pie. También me pongo de pie,
Wade me intenta tomar del brazo pero me adelanto para
evitar que lo haga. La verdad es que no sabía si confiar en
él... en ellos. Son unos asesinos y no podía con esto.

Cuando salimos la lluvia nos empapa, quiero correr al coche


de Wade pero una figura de pie a unos metros de mí hace
que me detenga en seco.

Elder.

Está con las manos metidas en los bolsillos delanteros de su


pantalón. Y me observa. Su pelo le cae por la frente, mojado.
Sus ojos están caídos, sienten culpa.

—¿Quieres que le diga que se vaya? —me inquiere Wade,


haciendo el amago de ir donde Elder. Pero lo detengo.

—No. iré yo. —camino hacia Elder y me detengo frente a él.

¿Todas las cosas que me dijo eran reales? Recordé la fiesta,


la vez que se estaba follando a una tipa frente a mí, la vez de
la trampa en el bosque, el lobo negro matando a la chica.
Recordé todo. Recordé que había vivido engañada estas
semanas, me di cuenta de que ellos eran de otra especie.

—Elder —me crucé de brazos.

—Amara —su voz sonó inaudible— No sé qué decirte.


—No tienes nada que decir. En realidad nosotros ya no
tenemos nada que ver.

Se acerca.

—¿En serio? Eso no lo creo. Te dije que ya no podemos estar


separados, aunque lo intentemos no podemos.

Antes quizás me convencería con sus palabras fácilmente,


pero esta vez no.

—¿Por qué no me dijiste la verdad? —fue lo que pregunté.


Estábamos allí los dos, mojándonos bajo la lluvia.

Suspiró.

—No lo entenderías, es más, te alejarías de mí.

—¿Y? ¿Pensaste que no me enteraría en algún momento?

—Sé que sí pero quería pasar el mayor tiempo posible


contigo antes de que eso pasara. Amara, desde la primera
vez que me enfrentaste en ese pasillo supe que eras mi
mate.
—¿Mate?

—Cada hombre lobo tiene una mate. Un amor destinado


para él. Almas gemelas. Cuando se encuentran no hay
espacio para nadie más en sus vidas. Es amor.

Me parecía un poco cursi oír hablar a Elder de amor, ni


siquiera le lucía.

—Desde ese momento —continúa— Sabía que te había


encontrado pero también tenía algo que me retenía,
demasiada presión por hacer lo correcto. Luego no me pude
resistir y fue donde empecé a buscarte, necesitaba estar
cerca de ti todo el tiempo. Es algo que no puedo controlar.

Ahora entendía sus reacciones conmigo, ahora entendía el


por qué se portaba bien y a veces mal.

—¿Eres un asesino?

Me miró pero no habló.

Asentí entendiendo su respuesta.

—Jamás he asesinado a gente inocente —dice.


—La chica en el bosque, quien la mató fue un lobo negro...
¿fuiste tú?

Frunce el ceño como enterándose recién.

—¿Negro dices? Amara, era casi una niña, ¿en serio me


crees capaz de hacer algo así?

No respondí.

—En la manada los únicos lobos negros somos... —parece


que se da cuenta de algo— No puede ser ¡mierda! Estuvo
siempre frente a mí y no me di cuenta —parecía enojado
ahora, desesperado.

—¿Qué pasa?

—Ahora entiendo todo: Las trampas, el querer dañarte. Todo.

—¿Cómo? —reaccioné un poco.

—Es Karla, Amara, ella es la única loba negra que hay. Es la


única que puede ser.

Inconscientemente imágenes se pusieron en mi mente: Karla


con sonrisa falsa, Karla sentándose en nuestra mesa, Karla
estando celosa de mí por Flavia. Karla siempre escuchaba
mis conversaciones. Karla siempre estaba con su celular.
Ella fue quién mandó los mensajes, ella fue quién dejó la
ropa para la trampa. Ella fue quién asesinó a las dos chicas:
la de la fiesta y a la otra. Ella era quién quería hacerme daño.

Aparte de Melania claro está.

—Quizás se alió con Melania —pensé en voz alta.

—Quizás. Lo importante es que ya sabemos quién está


detrás de todo esto. Karla rompió ciertas reglas que merecen
ser pagadas con sangre —Elder se va, pero no en busca de
su coche o algo así, sino que cruza la carretera y se dirige al
bosque.

—¡Elder! —lo llamé porque necesitaba más respuestas.

Iba a cruzarme para seguirlo pero unos autos pasaron y


cuando miré a Elder ya no estaba.

—¡Amara! —Wade me toma de los brazos y hace que me


aparte de la carretera— Ten cuidado.

—Tenemos que ir al colegio —le dije.


—Está bien, pero tranquilízate.

Wade y yo nos montamos a su coche, él arranca y


emprendemos viaje hacia el colegio en donde Melania
estaría allí, Karla también e incluso Flavia. Si Melania le
advierte a Karla puede que escapen o puede que hagan algo
malo en mí contra. O quizás... en contra de Flavia. El miedo
invadió mi cuerpo al imaginar a Flavia en peligro.

—¿Qué te dijo Elder? —me pregunta Wade en el camino.

—Todo este tiempo ha estado frente a mí y no me di cuenta.


Es Karla quien está detrás de todo esto. Ella y Melania.

No dice nada.

—Elder va a por ellas. Me preocupa Flavia.

Noté cómo Wade apretaba el volante un poco.

—¿En serio va por ellas?

—Así es. Karla tendrá lo que se merece por romper reglas. O


eso fue lo que me dijo Elder.

Pero en ese momento Wade da un frenazo que hace que me


vaya casi de bruces al frente.

—Wade —lo miré desconcertada.

Pero Wade ahora tenía algo en su mano: una pistola. Y me


apuntaba a mí.

No me jodas.

Capítulo 30
LOS VERDADEROS ENEMIGOS

—Wade, ¿qué haces? —cuestioné en un susurro.

—Sabía que volvería a verte, Amara, pero no pensé que fuera


en estas circunstancias.

Tragué grueso.

—No te entiendo.

—Karla es mi mate —fue lo que dijo.

Mierda.
—Karla siempre ha sido excluida por todos en la manada de
Elder. Este año ambos ideamos un plan para destruir a Elder
y su pequeño imperio. Pero no contamos que este año
vendría su querida mate a su rescate. —Wade aún me
apuntaba con esa pistola y eso me ponía muy nerviosa.

—Creí que eras mi amigo —lo miré. Sentía decepción justo


ahora, decepción de él... de mí por haber confiado en la
gente equivocada cuando los verdaderos enemigos estaban
en frente.

Como detective me muero de hambre.

Wade se ríe.

—Cuando supimos que eras su mate teníamos que cambiar


de táctica, sabíamos que si te heríamos a ti pues también
heriríamos a Elder. El amor lo vuelve débil y Elder moriría por
ti. —explica. Me sentí mal por Elder— Ahora manejaré y tú te
quedarás quieta en esa misma posición. Si haces algún
movimiento extraño será tu fin.

Wade arranca.

—¿A donde vamos?


—Los demás nos esperan en el lago.

—¿Qué planeas hacer?

—La estupida de Melania echó todo a perder. El plan iba


más que bien, te teníamos donde queríamos pero a ella la
cegaron los celos y se adelantó a querer matarte.

Dios, no podía creer que esto estuviera pasando, no podía


creer que hasta hace unas semanas estaba en mi casa
tranquilamente y ahora me encontraba en medio de una
guerra de lobos en donde yo soy la víctima. Parece todo
producto de una mala película de bajo presupuesto.

—Wade, no hagas esto por favor —pedí.

—Cierra la boca ya.

Wade se miraba ansioso, demasiado y me hizo pensar de


que solo estaba bajo el efecto de Karla, estoy segura de que
ella lo convenció para hacer esto. No podía creer que él se
dejara.

A veces el amor nos ciega.

Y Wade es un claro ejemplo.


El resto del camino fue en silencio, la lluvia seguía y tal
parecía que no pararía. Llegamos frente a la casa de Elder,
en el muelle estaban tres chicas: Karla, Melania y Flavia.
Flavia tenía las manos y pies atados de un tronco. Wade sale
del coche, cuando llega a mi puerta la abre y me saca de un
tirón. Mientras nos acercábamos a las demás ellas nos
notaron.

Wade me apuntaba con la pistola en mi espalda.

—Bien hecho, Wuddie —le dice Karla, acercándose para


darle un beso en los labios.

Miré a Flavia, ella tenía miedo. Se notaba en su cara.

—Sabía que volveríamos a vernos, Amara —Melania me


toma del brazo y me tira al piso junto con Flavia.

—Eres una traidora —fue lo que le dije. Melania tomó unas


cadenas y me amarró los pies y las manos.

—Querida, solo estoy protegiendo lo que es mío —me dice.

—¿En serio quieres que Elder muera? ¿Así es cómo proteges


lo tuyo? —la encaré. Ella frunció el ceño.
—Nadie toca a mí Elder.

—Pues eso no fue lo que me dijo Wuddie —le dije, pero


luego me di cuenta de algo— Espera, ellos te engañaron —
susurré muy bajo aprovechando que Karla y Wade se daban
besos y esas cosas— Te hicieron creer que quitándome del
camino te quedarías con Elder, ¿cierto? Pero te omitieron
una pequeña parte: que el plan inicial era matarlo a él.

Melania traga grueso y piensa, al parecer no sabía nada de


esto. Era tan tonta que la habían engañado. Luego de
asesinarme a mí y a Elder, seguiría ella.

—No te creo —me soca las cadenas de las manos. Eso hace
que haga una mueca de dolor pero me contengo. Estaban
muy apretadas que hasta se estaban poniendo rojas— Lo
dices solo para despistarme —de pone de pie— Pero no lo
lograrás —se va.

—Amara, no sé qué está pasando. Hoy vi a Karla convertirse


en un enorme lobo negro —susurra Flavia.

—Lo sé, están pasando muchas cosas —respondí en el


mismo tono— Todo fue un plan de ellos tres. En especial de
Karla y Wade.
—¿Qué vamos a hacer?

—Esperar a Elder —tenía la esperanza de que Elder nos


encontraría y nos rescataría. O eso era lo que creía. Sabía en
el fondo de mi corazón que no nos abandonaría, aunque
dejara la vida en el proceso nos protegería.

La noche cayó, la lluvia cesaba un poco y Karla, Wade y


Melania habían estado esperando, platicando y planeando
quien sabe qué.

—Tenemos que estar preparados —dice Karla— Siento que


ya vienen.

A lo lejos escuché un aullido, ellos también lo notaron.

—Ese es Elder —habla Melania con una sonrisa en su cara.

—Tenemos que estar preparados, ¿llamaste a los demás? —


le pregunta Wade a Karla.

—No, pero están esperando nuestra señal —entonces es


cuando Karla hace algún gesto extraño, un gesto que hace
que su cuerpo se vea desfigurado y extraño. Me di cuenta de
que se estaba convirtiendo en ese lobo negro que tanto
temía.

Era ella.

Karla aulló. Momentos después una manada de lobos


aparece de detrás de la enorme casa, parecen sedientos de
venganza. Habían más con ellos entonces. No los pude
contar todos pero eran más de quince. Parecía que se
comunicaban.

—Wade, te quedarás a vigilarlas —dice Melania para


después hacer lo mismo que hizo Karla y convertirse en ese
lobo café que hasta hace unas horas quería matarme.

Lo que no entiendo es ¿por qué Karla, el lobo negro a quien


golpeé con el martillo en la cabeza, no tenía ese golpe en
ella y Melania que era otro lobo café sí?

—Dios mío, ¿en qué momento nos metimos en esto? —


Flavia parece sorprendida y un poco asustada—Si morimos
hoy, Amara, quiero confesarte algo.

La miré.
—Dime.

—Desde la primera vez que nos vimos me gustaste y no


sabía cómo decírtelo porque luego estaba Elder y los veía
juntos entonces sentía celos así que por eso empecé a salir
con Karla pero ahora ella es la mala y yo me siento muy mal
porque además sé que nosotras no tendremos oportunidad.

—Flavia, tranquilízate y respira.

Hablaba muy rápido.

—Ya lo sabía —le dije— Pero sí, Elder y yo estábamos... en


algo —confesé.

—Lo sé. —me sonríe.

—Te has convertido en mi mejor amiga —le devolví la


sonrisa, una pequeña lágrima se escapó de mi ojo al notar
que ella estaba llorando. —Te lo digo de corazón.

—Gracias, Amara, por no juzgarme.

—Jamás lo haría. Créeme que si me gustaran las chicas tú


serías la primera en saberlo.
—Lo sé.

A pesar de estar en medio de un caos nos reímos, porque


quizás sea la última vez que lo hagamos. ¿Por qué no sentía
miedo al tener la muerte cerca? ¿Por qué estaba tan normal?
¿Acaso era porque sentía que Elder nos salvaría o porque no
tenía emociones? No me entendía.

Un aullido nos sacó de nuestra platica y nos hace ver a los


demás lobos. Wade estaba cerca de nosotros con la pistola
en mano. Atento. Del bosque apareció otra manada de lobos
que venía encabezada por un enorme lobo negro, más
grande que Karla. Supe de inmediato que era Elder. Los
lobos salieron, pude contar más de 20, eran mucho más que
la manada de Karla. Elder parecía comunicarse con ella y
Melania, gruñían y ese tipo de cosas. Pero algo pasó ya que
Elder se lanzó a ella y la mordió, eso desató la guerra y las
dos manadas empezaron a enfrentarse.

Sentí miedo porque estaban demasiado cerca de nosotras.

—¿No podemos desatarnos? —me inquiere Flavia. Las


cadenas no tenían candado, solo estaban amarradas en
algún nudo muy malo de Melania.

—Intenta desatarme —me pongo de espaldas a Flavia para


que con sus manos unidas intente soltarme.

—Está un poco difícil —me dice, pero sigue. Mientras veo


cómo los lobos se muerden y se rasguñan y se tiran al suelo
para pelear. Dios, esto parece tan irreal. Busqué a Elder con
la mirada: estaba luchando con dos. Sentí miedo por él,
miedo de que lo lastimaran.

—Ya casi... listo.

Mis manos estaban libres así que me giré y empecé a


desatar las suyas. Wade no nos ponía mente ya que estaba
demasiado concentrado en la pelea. Las cadenas de Flavia
estaban más fáciles así que no dilaté en desatarlas.

—Listo.

Las dos empezamos a quitarnos las cadenas de los pies,


cuando estuvimos libres nos reincorporamos.

—Que no se de cuenta Wade —susurra Flavia.

En eso Wade apunta con su pistola a alguien, miré


rápidamente en la dirección la cual estaba apuntando y me
llené de pánico al notar que era a Elder, quien ahora tenía a
Karla del cuello. Le dispararía. No puedo permitirlo. Me
acerqué a Wade lo más rápido posible y me lancé a su brazo
en el momento en que un disparo se escuchó.

—¡No! —grité, cayendo de rodillas. Miré a los lobos negros,


uno cayó. Me levanté y corrí hacia él, dejándome caer de
rodillas cuando lo veo tirado en el piso, desangrándose y
lamentándose. Una lágrima cayó por mi mejilla derecha y
sentía que mi corazón se detenía poco a poco. Pero sentía
cómo la vida volvía a mi cuerpo cuando otro lobo más grande
apareció de entre el montón: Elder.

Me levanté y corrí a abrazarlo. Su pelaje era suave y


brillante. Allí lloré.

«Está todo bien, Amara» escuché su voz en mi mente.

Lo miré.

—¿Cómo... como hiciste eso? —me limpié las lágrimas.

«Puedo hablarte mentalmente, los mates podemos hacerlo»


continuó.

—Qué extraño —casi reí.

—¡No! ¡Karla! —volteé a ver a Wade, quien estaba de


rodillas frente a Karla quien era la que agonizaba. El disparo
le había dado a ella. —No me dejes —lloró— Eres mi vida,
no podré vivir sin ti. Por favor no te vayas.

Me puse de pie. La pelea entre las manadas había terminado


y ahora solo estaban rodeándonos, viendo la escena.
Supongo que sin una de su líder no tenían por qué seguir
peleando.

Karla ya no era más un lobo, ahora estaba hecha humana.


Su cuerpo estaba desnudo y tenía un disparo en su pecho.
Se veía pálida y agonizante. Wade se quita su chaqueta y la
cubre con ella.

—Vamos a salir de esta, ¿si? Solo tienes que aguantar —le


dice a ella— ¡un doctor! ¡Hagan algo! —nos grita.

Pero nadie hace nada, nadie se mueve.

—Wuddie —susurra Karla, elevando su mano para intentar


tocarle la cara pero no llega, su mano cae al suelo mientras
sus pupilas se dilatan por completo: había muerto.

—¡No! —gritó Wade, un grito desgarrador que incluso a mí


me llegó al corazón.
«Todo terminó, Amara» me vuelve a decir Elder mentalmente.
«Ven conmigo»

Elder se voltea y empieza a caminar. Yo lo sigo.

—¡Todo esto es tu culpa! —escuché a Wade gritar detrás de


mí. Me volteo solo para ver cómo Wade se convierte en lobo
y viene hacia mí, todo pasó tan rápido que no me dio tiempo
de reaccionar, ni a Elder ni a nadie. Wade se lanzó a mí y
mordió mi cuello con una fuerza descomunal.

Sentí dolor, mucho dolor, mi cuerpo flácido cayó al suelo.

—¡Amara! —gritó alguien pero no pude distinguir quién.

Sentí que mis huesos se estaban quebrando ¡los sentía!


Pero lo que más me sorprendió es que no gemí de dolor ni
grité ni nada. Era como un dolor que sentía por dentro pero
no por fuera. Mis huesos se quebraban, mi cuerpo se movía
inconsciente en diferentes direcciones. Pude presenciar
algún movimiento a mi lado, como alguna pelea pero jamás
miré, mi mirada estaba en el cielo nublado y en la gotas que
caían encima de mí.

Mi corazón latía más rápido de lo normal, incluso sentí como


si se estuviera saliendo de mi pecho o como si fuera a
estallar.

Alguien se arrodilló frente a mi: Elder. Su pelo estaba mojado


e iba sin camisa. Me decía palabras que no entendía. Sentía
que no estaba entre ellos, que no estaba en esta realidad.
Así que llegó un momento en donde no sentía nada.

Fue donde lo supe: estaba muriendo.

Mi respiración se agitó pero luego se tranquilizó, vi puntitos


rojos en el aire que cegaban mi vista poco a poco, hasta que
la oscuridad me cegó por completo.

Capítulo 31
OTRA OPORTUNIDAD

—¿Amara? ¿Me oyes?

Abrí los ojos con demasiada lentitud, habían dos personas


frente a mi, observándome preocupados: Elder y Flavia.

—Está reaccionando —le dice Flavia a Elder, como si yo no


estuviera escuchando. —¿Estás bien, Amara?

Llevé mi mano a la cabeza porque me dolía mucho, mientras


me sentaba. Me encontraba en el sofá de una sala. Era en la
casa de Elder, era de noche y afuera seguía lloviendo.

—¿Qué me pasó? —fue lo que pregunté. Tenía ciertos


recuerdos pero mis ideas no estaban claras justo ahora.

Flavia y Elder se dieron miradas rápidas, cómplices.

—¿Qué pasa?

—Lo importante es que estas bien —Flavia se sienta a la par


mía. —Creí que habías muerto allí.

Entonces recordé todo de golpe: lobos, pelea, Wade, Karla


muerta y la mordida. Creí que también había muerto. Pero al
parecer la vida se ha encargado de darme una segunda
oportunidad.

—Amara, hay algo que tengo que decirte —Elder se sienta y


me escanea.

—¿Qué pasó con Wade? —quise saber— ¿Y Melania? Los


demás lobos...

—Tranquila, de eso te quiero hablar —me calma— Me


encargué de Wade, cuando estabas allí en el piso
desangrándote no pude contenerme y me lancé sobre él. Fue
algo más fuerte que yo, Amara, él no debió hacerte daño.

—Elder lo asesinó, Amara —suelta Flavia de golpe. La miré


de inmediato sin creerme lo que me había dicho.

—No pude evitarlo —añade él— Melania huyó, debió de


hacerlo mientras todos estábamos intentando salvarte. La
manada se está encargando de buscarla así que no te
preocupes.

Así que Melania huyó, no se por qué eso no me da buena


espina; ella intentará vengarse.

—Pero hay algo que pasó contigo —dice Flavia, dudosa.

—¿Qué pasó conmigo? —inconscientemente me toqué la


zona en donde me habían mordido y me sorprendí al no
notar nada. Estaba sana. Como si nunca me hubieran hecho
nada. —Mi herida... no está.

—De eso quería hablarte —Elder se pone de pie y me mira


como queriendo decirme algo pero nunca se atreve.

—Ya díganme por favor —me asusté.


—Lo que pasa es que... cuando Wade te mordió... —pausa.

—Elder, por favor habla de una buena vez —me puse de pie
cruzándome de brazos.

—Tienes que prometer que no te alterarás ni nada, ¿está


bien? Quiero que sepas que estaré contigo en este proceso.

—Habla —mandé con voz más autoritaria.

—Cuando Wade te mordió él no te mató... pero sí te


convirtió.

Espera... ¿qué?

—¿Me convirtió?

Asintió.

—¿En qué?

—En una licántropa —suelta.

—¿En una qué? —dudé.

—¡En una loba pues! —exclamó Flavia poniéndose de pie


también.

Casi me caí de espaldas pero Elder me detuvo, es que no


podía ser, era una broma, ¿verdad? O esto era solo una mala
pesadilla. No. No. No. Me niego. No puede estar pasándome
esto.

—¿Qué? —reí nerviosa abanicándome con la mano.

—Así es. Cuando estabas en el suelo retorciéndote de dolor


era el efecto del veneno. Te estabas convirtiendo, Amara,
eres una de nosotros ahora. —Me dice Elder.

Me senté de nuevo en el sofá para intentar procesar la


información.

—No, estás equivocado, yo no puedo ser eso. No.

—Es casi imposible de creer —Flavia se sienta a mi lado—


Pero es la verdad, amiga, Wuddie te mordió y eso te
convirtió. Lo siento.

En eso el celular de Elder suena, él revisa el remitente para


después verme:

—Vuelvo en seguida, es importante contestar —y se va para


la cocina.

Qué extraño.

—Dios mío, soy una... —decir la palabra era demasiado


difícil, es que no me lo creía.

—Loba, Amara, ¿lo puedes creer? —Flavia no parecía tan


asustada.

—No, no lo puedo creer. Esto es... demasiado para mí. Yo soy


humana.

—Estas en negación. Ve el lado positivo, tienes más fuerza,


sanas rápido —me toca el cuello— Va a ser algo nuevo para
ti esto pero estás con Elder y estoy segura de que él te
ayudará a entender.

—¡Mierda! —escuchamos que exclamó Elder desde la


cocina. Tal parece que no le dieron ninguna buena noticia.
Cuando aparece frente a nosotras se miraba un poco
cabreado.

—¿Qué te pasa? —le pregunté.

—¿Problemas? —le pregunta Flavia también.


—Flavia, ¿me dejarías hablar a solas con Amara por favor?

—Está bien, estaré afuera —Flavia se levanta y sale de la


casa.

Miré a Elder un poco tenso.

—Me llamó mi madre, supo lo que pasó. Según ella rompí


una importante regla: matar por puro gusto. Ella no entiende
que fue por defensa propia. Pero era uno de los nuestros.
Ahora quiere que vaya.

—¿Ir a donde? —me puse de pie.

—Alemania.

Sentí algo en el pecho cuando dijo eso.

—¿Te vas entonces?

Elder baja la vista.

—Normalmente hago estos viajes sin problemas pero ahora


que estás aquí, Amara, no quiero dejarte.
En el fondo tampoco quería que se fuera, ahora más que
nunca necesitaba sentirlo cerca porque tenía esta bestia
dentro de mí que no sabía cómo frenarla. Tenía miedo de
perder el control, tenía miedo de no saber cómo actuar. No
sabía absolutamente nada de esto.

—Solo serán unas semanas —continúa.

Pero también recordé su mentira, el hecho de que me


hubiera mentido con algo tan importante. Y antes de esto,
antes de venir aquí y encontrar a Flavia atada yo no lo había
perdonado.

—Está bien, puedes irte tranquilo. Yo estaré bien.

—Pero es que no quiero dejarte —se acerca y acuna mi cara


en sus manos. —Quiero estar contigo en este proceso, ya no
quiero separarme de ti nunca más, ¿no lo puedes entender?

Suspiré profundo tratando de mantener la calma. A pesar de


que sentía tristeza porque se iba, mi orgullo me impedía
demostrarlo.

—Volverás, ¿no? Cuando vuelvas tal vez esté aquí.

—¿Tal vez? ¿Qué quieres decir con eso?—frunce el ceño


desconcertado.

—Nada, solo fue un comentario.

—Necesito saber que estarás aquí a mi regreso, Amara,


prométemelo —ahora se torna serio. Parece que no
bromeaba.

Tragué grueso y asentí, solo para que se fuera más tranquilo


y no hiciera más difícil esto.

Bajé una mano sin que se diera cuenta y la puse detrás, en


mi espalda, y con dos de mis dedos hice una cruz.

—Lo prometo. —mentí. No podía prometer algo que no


estaba segura de cumplir. Es decir, el se irá cuando más lo
necesito y me pide que lo espere, pero no estoy segura de si
podré esperarlo. No soy tonta, a pesar de que siento cosas
muy fuertes por él, él me mintió.

Elder dudó un poco pero al final sonrió y me besó. Sus besos


me daban vida pero al mismo tiempo me debilitaban y me
volvían vulnerable. Y yo no quería ser vulnerable ante nadie.

—Tengo que arreglar esto porque es muy importante para la


manada, pero te aseguro que volveré.
—¿Cuando te vas? —le pregunté.

—Esta misma noche. En unas horas.

Tristeza. Eso sentí. Pero me la tragué.

—Ve tranquilo.

—No quiero que te asustes por lo que pasas, Amara, dejaré


a alguien que cuide de ti. Jamás estarás desprotegida.

—Está bien, Elder, sé cuidarme sola.

Sonríe.

—Yo sé que sí.

Elder me besa. Lo extrañaría tanto, extrañaría sentirlo así


que por un momento dudé en mi decisión de esperarlo,
necesitaba sentirlo cerca para poder sentirme completa.
Pero su mentira viene a mi mente y todo cambia.

Más tarde Flavia se fue al colegio con los demás chicos,


Elder y yo nos quedamos solos en la casa.
—Quiero sentirte una vez más —me había dicho. Igual quería
hacerlo, pasamos la mitad de la noche siendo solo él y yo,
entregándonos en cuerpo y alma. Quería volver a confiar en
él pero en el fondo sentía que no podía.

Como a eso de la una de la mañana Elder se despidió de mí,


diciendo que volvería. Pero en el fondo sabía que no. Cuando
llegué a la mañana siguiente a clases me sentía extraña,
sentía que no era yo, la de antes, me sentía con más
confianza y con un poco más de fuerza. Extrañaba a Elder,
pero tendría que superarlo.

Un mes después...

—¡Vacaciones al fin! —Flavia entra al cuarto y empieza a


hacer su maleta. Yo en eso estaba, mi vuelo salía en dos
horas así que necesitaba estar más que lista.

—¿Extrañas a tu familia? —le pregunté cerrando mi maleta.


Las vacaciones de invierno estaban a solo unos días.
Extrañaba a mi padre demasiado. Lo que no me gustaba era
que volver a Francia me traía recuerdos de Jean Paul y su
traición.
—Más o menos. Extraño mi hogar.

—Te entiendo.

—¿No has recibido noticias de Elder? —me pregunta. Me


tensé ante sus palabras.

—No.

La verdad era que había botado mi celular y solo utilizaba el


de recepción para llamar a papá. Igual, la secretaria siempre
me decía que tenía llamadas de Elder pero nunca
contestaba. Al principio fue difícil porque lloraba con
facilidad cada vez que lo recordaba pero eso ha ido
disminuyendo poco a poco. Y es un gran avance para mí.

Elder dijo que se iba por un par de semanas y ya pasó un


mes y medio casi. Ahora yo me iré a Francia y volveré dentro
de dos meses.

—Qué extraño —comenta— En fin, ya volverá.

Melania jamás volvió al colegio así que las cosas desde ese
día han estado tranquilas. Nada interesante volvió a pasar
por aquí. Mell no resultó ser la mala así que le dimos una
oportunidad en nuestro grupo de amigas.
—Sí, eso creo.

Cuando termino de empacar y estoy lista bajo con mis


maletas hacia el parqueadero en donde me espera un taxi
para llevarme al aéreo puerto, pero antes de montarme al
taxi Mell se acerca.

—¿Te irías sin despedirte?

—Claro que no —le di un abrazo rápido— Te veré al regresar.

—Al regresar habrán muchas sorpresas —murmura a lo bajo.

—¿Cómo?

—Nada, no me hagas caso. Lo decía por el torneo de


Hockey, es en octubre —sonríe. Achiqué los ojos en su
dirección pero no dije nada— Pasaré mis vacaciones en
Italia con Gina.

—Diviértete. Me tengo que ir ahora sino perderé mi vuelo.

—¿Como has estado con tu... cosa? —me pregunta. Ella se


refiere a mi parte licántropa.
—Bien, no he tenido problemas la verdad, es como estar
viviendo mi vida de antes.

—Me alegra saberlo —me abraza—Cuídate mucho. Adiós.

Y se va.

Qué extraña, pensé.

Me subí al taxi y él arrancó. A veces pensaba que Mell


hablaba como en claves.

Torneo de Hockey.

Octubre.

Parte loba.

Esas tres cosas se relacionaban. Entonces fue donde


recordé la luna llena de octubre y el extraño ritual que
harían. No entendía qué tenía que ver eso con mi parte loba,
¿tendré algunos problemas con eso? No pude evitar
asustarme un poco. Ahora que iré a Francia le preguntaré
sobre sus donaciones a este colegio a mi padre. Al parecer,
como dijo Mell, habrán muchas sorpresas al regresar. Sin
embargo, había algo dentro de mí que también me decía que
al regresar estaría Elder, así que no sabría cómo actuar ni
qué explicaciones dar ante mi repentina desaparición, y
mucho más cuando se supone que se lo había prometido.
Elder William no estará feliz.

Nada feliz.

Capítulo 32
REGRESO

—¡Amara, te dejará el avión! —el grito de mi padre en la


planta baja me hace brincar en el mismo lugar del susto. Aún
seguía en Francia, sin embargo, tenía que volver al internado
sí o sí.

Había pasado estos dos meses sin problemas, mi padre y yo


estábamos más cerca que nunca y todo parecía mejorar
entre nosotros. Lo que sí no esperaba es que me recibiera
con una noticia un poco inusual:

—Me voy a casar —me había dicho. Al principio estaba


desconcertada porque él jamás me había presentado a
nadie, ni siquiera a una novia. Cuando conocí a su futura
esposa me quedé anonada: era bastante joven, rubia y
bonita. No sé si esté paranoica pero me huele a que ella está
detrás de su dinero nada más.

Se ve un poco hipócrita.

Me hizo convivir con ella todas las vacaciones para que nos
conociéramos más, pero no, la evitaba todo el tiempo. Esa
chica me odia y la odio. Respecto al nombre de mi padre en
los papeles de los donadores en el colegio, lo que me dijo
fue que quería ayudar. Donar algo de su dinero no lo iba a
dejar en la calle así que por eso lo hizo. Se lo creí.

—¡En seguida bajo! —le grité de vuelta. Terminé de cerrar mi


maleta, tomé mi bolso y salí de mi habitación.

Elder.

Mentiría si digo que no he pensado en él todo este tiempo,


no hubo un maldito día en que no lo hiciera; en realidad
pensé que viniendo aquí lo olvidaría pero no fue así, más se
metía en mi cabeza y eso era algo que no podía evitar.
Hubieron varios chicos que intentaron hablarme, sí, pero por
más que yo quería no podía. Elder siempre estaba en mi
mente.

Aún no supero su mentira.


Bajé las escaleras. Mi padre y su novia estaban cerca de la
puerta principal, ella le acomodaba su corbata mientras le
decía algo que pude escuchar muy bien. Supongo que ser
ahora una licántropa tiene sus ventajas:

—No creo que sea una buena idea, amor, tu hija no me


quiere —le dijo ella en un tono hipócrita.

—Dale tiempo, no está acostumbrada a verme con nadie.

—Papá—llamé su atención.

Ellos me miran.

—Ya estas lista. Vamos al auto, perderás ese avión —él abre
la puerta y sale con su mujer, mientras que yo los sigo.

Cuando estamos todos en el auto el chofer arranca.

Alessandra era su nombre, y era de Italia.

—¿Estas nerviosa por tu regreso a clases? —me pregunta


ella sonriendo. Dudé en responder, pero mi padre me dio un
pequeño codazo para que lo hiciera.

—Algo así.
—Te entiendo, la primera vez que tuve que ir a un internado
en Suecia no conocía a nadie y... —Alessandra empezó a
decir uno de sus tantos monólogos, había notado que
hablaba mucho. Y todo el viaje al aéreo puerto estuvo
hablando.

—Cuídate mucho, cariño —papá me abraza.

—Tu también, no dejes que nada ni nadie se aprovechen de


tu nobleza —tenía tantas ganas de quedarme a cuidarlo de
Alessandra. Ella no me caía bien y sabía que se empezaría a
gastar su dinero.

—De todas formas te tendré conmigo de nuevo en un mes


para la boda.

Me tensé.

Aún no digería esa noticia.

—Está bien. Me tengo que ir. Te llamo al llegar.

Me despedí de mi padre. Cuando abordé ese avión mi padre


y su novia pasaron a segundo plano porque otra persona se
adueñó de mis pensamientos: Elder William. Han pasado
tres meses casi de no verlo. La ansiedad se apodera de mi,
no logro controlar el querer verlo, el querer estar cerca de él.
Es como una necesidad inexplicable y obsesiva. No sé qué
es lo que me hizo pero me tiene mal.

Y no sabía si Elder estaría en el internado o aún se


ausentaría más tiempo. Si eso pasaba, cuando volviera
quizás ya no esté libre.

Cuando bajé del avión y me subí al auto que me llevaría al


colegio me empecé a sentir nerviosa y ni siquiera sabía por
qué. En todo el camino me sentí sudorosa, especialmente las
manos. Me preguntaba si Flavia o Mell estarían en el
colegio. Espero que sí porque no quisiera estar sola. Cuando
llego a las puertas del prestigioso internado me bajo y tomo
mi bolso y mi maleta.

El auto se va.

Habían más estudiantes apareciendo en sus lujosos carros


de alguna isla paradisíaca o quien sabe de donde, pero eran
niños ricos nada más. Avancé hacia la entrada, estaba
segura de que podía sentir las miradas en mí. Eso hizo que
me pusiera aún más nerviosa.
¿Por qué me veían así?

Subí las escaleras hasta llegar a mi cuarto, me sorprendí un


poco al no ver a nadie. Pensé que quizás Flavia estaría aquí.
Dejé mi maleta a un lado y me acosté en la cama. Pero algo
sentí bajo mi almohada así que me senté y saqué sea lo que
sea que fuera.

Me quedé estática y paralizada en el mismo lugar viendo ese


papel, todo el nervio se activó en mi cuerpo; mi corazón
empezó a latir más rápido de lo normal mientras veía mi foto.
Era una de las fotos que meses atrás le había enviado a Jean
Paul, una de las fotos en donde enseñaba mis pechos. Lo
peor es que se veía mi cara y todo.

—Maldita sea —susurré, poniéndome de pie con la foto en


mis manos— Tal parece que esto nunca me dejará en paz.
Nunca lograré liberarme de esto —arrugué la foto haciéndola
una bolita.

La puerta de la habitación se abre bruscamente y de afuera


aparece Flavia.

—¡Amara! Qué bueno que volviste —me abraza, fue un


abrazo rápido porque se miraba apurada— No sabes lo que
está pasando allá abajo.

—¿Qué está pasando? —me asusté.

—Ven —ella me toma de la mano y me hace salir de la


habitación.

—¿Qué pasa, Flavia? —le pregunté cuando bajamos las


escaleras.

—Ya verás —me dice, dirigiéndonos a la cafetería. Allí


estaba un tumulto de estudiantes viendo algo. También
tomaban fotos a algo pegado en la pared.

—Cuando vine a comer algo miré eso, Amara, lo siento


mucho.

Me acerqué un poco más al tumulto de gente para poder ver


lo que había en la pared. La mayoría de estudiantes me notó,
ellos me miraban raro. Me miraban con... deseo algunos,
otros negaban con la cabeza y las chicas me criticaban.

Quise desaparecer en el momento en que vi la misma foto de


mi habitación pegada en la pared. Pero ésta no era una
pequeña foto sino un póster. Un póster con mis pechos y mi
cara al descubierto. Y esa solo era la punta del iceberg. Me
di paso entre ellos y lo arranqué para después salir corriendo
hacia la parte trasera.

—¡Amara! —había escuchado el grito de Flavia a lo lejos


pero no le hice caso. Necesitaba desaparecer de ese lugar.
Ahora todos me mirarían y me juzgarían. Ya lo habían visto.
Ya habían visto mi vergüenza.

Cuando llegué al patio trasero me dejé caer de rodillas y


lloré, sentía tristeza pero también enojo. Mucho enojo
conmigo misma y también por Jean Paul por haber sido un
hijo de puta poco hombre. Tenía tanta sed de venganza. No
sé por qué pero mi cuerpo se empezó a sentir extraño,
empecé a sentir cómo mis huesos se quebraban y cómo me
desfiguraba. Eso me dio mucho miedo. En un abrir y cerrar
de ojos ya era un licántropo completo.

Quise hablar o gritar pero lo único que salía de mi boca o


de... mi hocico eran gruñidos. Me miré las manos y eran
patas ¡patas! Dios mío.

—¡Amara! —escuché la voz de alguien detrás de mí. Volteé a


ver al susodicho solo para darme cuenta de que era esa
persona que tanto estaba esperando ver: Elder. —Tranquila,
no entres en pánico —me dice, acercándose— Cálmate y
eso pasará —Elder llega donde mí mientras me acaricia el
pelo. Cuando hace eso rápidamente se va el miedo y viene la
calma.

Elder tiene ese poder de calmarme, de hacerme sentir bien,


llena de paz. Pero hay otras veces en que sucede lo
contrario. Él me acaricia el pelaje, sabe bien cómo hacerlo.

«Elder» fue lo que le dije a través de mi mente. Según


recuerdo me podrá escuchar.

—Tienes mucho que explicarme, Amara —me responde. Al


parecer está un poco resentido, y no es para menos: nunca
contesté sus llamadas.

«No tienes cara para reclamarme nada, dijiste semanas y


duraste casi dos meses» le hice saber.

—Pero te llamé y nunca me respondías. No sabías lo que


tenía para decir —me reprocha.

Buen punto. Si tan solo hubiera respondido una de sus


llamadas hubiera sabido el por qué de su retraso.

Sentía que volvíamos a tener esos desacuerdos de antes, me


pareció todo normal entre ambos. Y eso me hizo sentir bien.
—Amara, eres tú de nuevo —me dice.

Fruncí el ceño porque no supe a qué se refirió. Pero miré mi


cuerpo y estaba desnudo ¡desnudo! La parte loba había
desaparecido y no me había dado ni cuenta. Y ahora estaba
sin ropa porque la ropa que traía se había hecho trizas.

Genial.

Me tapé de inmediato.

—Toma mi chaqueta —Elder se quita su chaqueta y me la


da. Me la pongo de inmediato mientras me pongo de pie. Al
menos la chaqueta me queda abajo de los muslos. —¿Por
qué te tapas?

Supe a lo que se refería. No sabía por qué me cubría si de


todas formas él ya había visto mi cuerpo desnudo. Sentí mis
mejillas arder al recordar esas cosas que hicimos.

—Bienvenida de nuevo, Amara —me tiende la mano— ¿Lista


para conocer tu lado salvaje?

Achiqué los ojos dudando un poco, imagino que a lado


salvaje se refiere a mi parte loba. No estaba lista y creo que
nunca lo estaré, pero en algún momento tenía que aprender
a controlar esto. Más cuando Melania estaba suelta y con
sed de venganza.

Así que le estreché la mano respondiendo:

—Estoy lista, Elder William.

También podría gustarte