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Licenciatura:

Derecho

Asignatura:
Derecho Municipal

Docente:
Lic. Emma López Bautista
Alumna:
Evelyn Montserrat Mendoza Jiménez

Semestre y Grupo:
4° 3

Nombre de la actividad:
Ensayo
“Eficiencia municipal y la responsabilidad de los servidores públicos”

Fecha de entrega:
31 de Marzo del 2023
La Profesionalización municipal del servidor público

Necesidad de profesionalizar.
En este ensayo de manera principal hablare sobre el desarrollo constante de las sociedades vuelve
cada vez más complejas las responsabilidades del Estado. Hoy por hoy, pareciera inconcebible que
las personas responsables de aspectos como la seguridad, la economía, las finanzas, la educación,
entre otras, carezcan de algún tipo de especialización en la materia. En el entendido de que el
gobierno, a través de la administración pública debe procurar el bienestar social, resulta
indispensable la existencia de un cuerpo de funcionarios del estado que se encarguen no solo de
re- presentar el poder público, sino que con base en leyes y ordenamientos administrativos ejerzan
dicho poder a fin de satisfacer de la mejor manera las necesidades públicas.
La naturaleza misma de las tareas del Estado exige que las personas que encabecen la
administración pública cuenten con cierta preparación, conocimientos, habilidades y aptitudes
específicas que les permita desempeñar de manera satisfactoria su labor. Es entonces, bajo la
premisa anterior que destaca la importancia del estudio de la implementación del Servicio Civil de
Carrera dentro del sector público. Ahora bien, el interés por los sistemas de carrera dentro de las
administraciones públicas no es un tema nuevo. En México, por ejemplo, existe desde el año 2003
una Ley del Servicio Profesional de Carrera con la cual se busca establecer un sistema de
profesionalización en la administración pública federal que pudiera garantizar la integración de un
cuerpo de funcionarios y servidores públicos preparados y capaces para el desempeño de la función
pública. Sin embargo, esta es una política pública que sigue siendo cuestionable debido a que no
se percibe como que el sistema de profesionalización funcione de la manera esperada.
En primer lugar, los gobiernos municipales ganaron un ámbito definido de atribuciones propias
que se concentró, desde las reformas constitucionales de 1983, en la prioridad asignada a la
provisión de servicios públicos. No hay ninguna duda de que la tarea más importante que tienen
los municipios es acrecentar la cobertura y la calidad de esos servicios públicos de carácter urbano,
listados puntualmente en el texto del artículo 115 constitucional. De hecho, la principal aportación
de la reforma de 1983 fue, precisamente, la creación de un ámbito de atribuciones municipales
claramente definido, mientras que la promulgada en 1999 consolidó esa intención al otorgarle al
municipio calidad de gobierno de pleno derecho, como ya he dicho antes. E l municipio mexicano
descuella por su venerable biografía. Tiene su antecedente directo en el cabildo español, del cual
recibe una inapreciable herencia y que a su vez es producto de varias influencias con predominio
de la romana. La incorporación de la institución municipal se efectúa durante el periodo colonial,
después el municipio tuvo una destacada participación a la hora de la emancipación, y en el periodo
independiente no se sustrajo a la pugna entre liberales y conservadores, que pusieron en práctica
fórmulas diferentes para organizarlo.
Los gobiernos locales son los principales mediadores de las demandas ciudadanas y en ellos recae
la obligación de dar respuesta efectiva y eficiente a quienes los eligieron; una falla de planeación,
un error en la aplicación de la política pública, tiene consecuencias graves para el desarrollo de la
comunidad. Sin embargo, los gobernantes no son infalibles y necesitan aprender (y compartir) de
otras experiencias para reducir los riesgos de sus errores. Ningún gobierno posee la sabiduría del
arte de gobernar, pues su ejercicio es un proceso de aprendizaje entre las autoridades y los
ciudadanos. Este aprendizaje no se mantiene y no se hereda si no hay instancia capaz de readecuar
las estructuras de administración, los mecanismos de interacción con la ciudadanía y el marco
institucional de gobierno a un nuevo escenario, de tal forma que los resultados sean mejores tanto
en la calidad de las acciones y servicios del gobierno local como en la gobernabilidad democrática
y en la confianza de los ciudadanos. Los centros de investigación y educación cumplen otro papel:
tienen la obligación de impulsar los valores instrumentales de la democracia y acercarlos a los
gobernantes y gobernados. Al mismo tiempo, deben propiciar el acercamiento entre realidades
distintas, de tal forma que se generalicen los valores como participación ciudadana, tolerancia,
responsabilidad pública y rendición de cuentas. Sin duda esta tarea no es fácil, pero se facilita
cuando surgen ideas innovadoras que logran lo que a veces en la academia resulta un sueño: la
vinculación entre el conocimiento teórico y la realidad.
Justicia administrativa municipal en México
Para tener idea de los motivos que propiciaron la elaboración del presente ensayo, tendré que
referirme, aunque someramente, al origen y desarrollo del Tribunal de lo Contencioso
Administrativo del Estado de Nuevo León, en relación con la reciente reforma al artículo 115
constitucional publicada en el Diario Oficial de la Federación el 23 de diciembre de 1999,
específicamente al inciso a) de su fracción II, que permite de manera expresa el establecimiento
de tribunales de lo contencioso administrativo municipales. En consecuencia, considero oportuno
remontarnos al Código Fiscal del Estado de 1984, el cual regulaba la organización y
funcionamiento del Juzgado Fiscal del Estado que era un tribunal administrativo con facultades
para tramitar los juicios que se presenten en contra de las resoluciones que pronuncien las
autoridades fiscales estatales y municipales en donde se consideraba al juez de lo fiscal como
autónomo dentro de la esfera del Ejecutivo estatal con facultades anulatorias.
En aquellos momentos, se deseaba que este organismo jurisdiccional en materia fiscal se
transformara en zendo Tribunal de lo Contencioso Administrativo de plena jurisdicción, con
amplia competencia administrativa, con dependencias regionales y servicios de asesoría jurídica
gratuita. Ese anhelo se vio cristalizado con la reforma al artículo 116, fracción IV, (actual V) de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, de fecha 17 de marzo de 1987, mediante
la cual se otorgó la facultad para instaurar tribunales contenciosos administrativos en el ámbito
local, por lo que el Ejecutivo local del estado de Nuevo León envió en fecha 9 de enero de 1997,
al congreso de la misma entidad federativa, la iniciativa de la ley que regulara al Tribunal
Contencioso Administrativo del estado, por lo que las Comisiones Unidas de Justicia, Legislación
y Puntos Constitucionales de dicho congreso.

El Juzgado Fiscal del estado logró su transformación por decretos números 213 y 214, publicados
en el Periódico Oficial el 5 de julio de 1991, en Tribunal de lo Contencioso Administrativo de
plena jurisdicción, con amplia competencia administrativa, con dependencias regionales y
servicios de asesoría jurídica gratuita. A finales de 1993, existió un proyecto de iniciativa de ley
para abrogar la que se encontraba en ese momento vigente, que era la Ley Orgánica y Código
Procesal del Tribunal Contencioso Administrativo de Nuevo León, donde ya se hacía mención de
la necesidad de la creación de una Sala Superior y una Regional para erradicar la uninstancialidad
del tribunal; no es sino hasta el 9 de enero de 1997, fecha en que el Ejecutivo estatal encabezado
por el entonces gobernador sustituto, Benjamín Clariond Reyes Retana, presentó la iniciativa de
ley denominada: Ley de Justicia Administrativa para el Estado de Nuevo León al H. Congreso del
Estado.
Dicha iniciativa, fue aprobada mediante el decreto número 386, publicado en el Periódico Oficial
del estado el día 21 de febrero de 1997. En este ordenamiento se prevé la estructura del Tribunal
de lo Contencioso Administrativo integrado por tres salas unitarias, de las cuales una será la Sala
Superior, a cargo del presidente del tribunal, que será competente para conocer de los recursos que
se interpongan en contra de las resoluciones que dicten los magistrados de las salas ordinarias, las
que conocerán de manera indistinta los asuntos de competencia del tribunal; por otra parte, se
regula el procedimiento en las etapas que se deberán agotar en los juicios que se planteen ante
dicho tribunal, estableciéndose como ley supletoria para la resolución de controversias el Código
de Procedimientos Civiles del estado. Este ordenamiento abroga la Ley Orgánica del Tribunal de
lo Contencioso Administrativo y el Código Procesal del Tribunal de lo Contencioso
Administrativo, publicados en el Periódico Oficial del estado en fecha 5 de julio de 1991.
Conforme a su artículo primero transitorio, esta ley entrará en vigor a los sesenta días hábiles
contados a partir de su publicación en el Periódico Oficial del Estado, es decir, dicho término se
cumplió en fecha 21 de mayo de 1997. No obstante, en la Ley de Justicia Administrativa para el
Estado de Nuevo León, se observan una serie de problemas que genera la aplicación de los
artículos 17, 30 y 33 de la citada ley; del análisis minucioso de los artículos mencionados, se
advierte que los dispositivos legales que aquí se comentan, transgreden la carta fundamental de
nuestro país, específicamente la actual fracción V del artículo 116 constitucional al dotar de
competencia al Tribunal de lo Contencioso Administrativo del estado para conocer y resolver
controversias y conflictos entre la administración pública municipal y los particulares.
Antes de la última reforma al artículo 115 constitucional, el problema planteado consistía en la
ausencia del reconocimiento y otorgamiento expreso de la facultad jurisdiccional que deberían de
tener los ayuntamientos, por lo que en ese entonces se podía pensar que éstos se encontraban
supeditados a la voluntad del estado en esta materia, sin embargo, con la reforma aludida, los
municipios obtuvieron la facultad jurisdiccional de manera expresa, por lo que actualmente se hace
necesario que éstos obtengan su independencia en esta materia con el fin de que éstos puedan
instaurar tribunales de lo contencioso administrativo municipales y como consecuencia de ello,
evitar la inconstitucionalidad del Tribunal de lo Contencioso Administrativo para conocer y
resolver controversias y conflictos entre la administración pública municipal y los particulares,
como hasta ahora acontece en el estado de Nuevo León.
Es por ello indispensable realizar en este apartado el análisis del decreto de reforma al artículo 115
constitucional, publicado en el Diario Oficial de la Federación el 23 de diciembre de 1999, por
cuanto hace a la materia municipal para lograr obtener con la precisión debida cuál fue su alcance
y hasta qué grado se fortaleció la autonomía de la institución del municipio a consecuencia de
aquella. Si bien es cierto que la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a través de la Sentencia
de Amparo en Revisión 4521/90 promovido por el Ayuntamiento de Mexicali, Baja California, de
fecha 7 de noviembre de 1991,4 determinó que la función jurisdiccional también se realiza por
conducto de los ayuntamientos por lo que la justicia municipal forma parte integrante de la
organización judicial, aunque dicha determinación fue reconocida expresamente en la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos hasta el 23 de diciembre de 1999, mediante la reforma
al segundo párrafo de la fracción II, incisos a), c) y d) del artículo 115 constitucional.
Las transformaciones operadas en el campo de la justicia afectaron la participación de estos grupos
en la arena jurídica. Con la promulgación, en 1812, de la carta gaditana, se desmantela todo el
sistema jurídico de tutela a la población indígena, así como sus instituciones particulares. Más
tarde, las restricciones al derecho de voto y al acceso a los cargos públicos de elección (con
posterioridad a 1824), la anulación de la personalidad jurídica y de la facultad de poseer tierras de
pueblos, comunidades y ayuntamientos (1856-57) y, progresivamente, de la posibilidad de apelar
a la costumbre en un juicio (de manera definitiva con la expedición de los códigos) fueron medidas
concretas de los gobiernos liberales para imponer la moderna cultura política y jurídica basada en
la representación y el individualismo. Otro eje fundamental en la transformación de los pueblos de
indios coloniales del centro de México en municipalidades y municipios pluriétnicos, fue la
legislación electoral y municipal que, desde que Cádiz eliminó la separación étnica e instauró la
vecindad como base de la ciudadanía, permitió la transferencia del gobierno y la justicia ejercidos
por el cabildo indígena como funciones de su jurisdicción al ayuntamiento mestizo que domina el
ahora municipio pluriétnico. Es decir, que si al menos hasta la consolidación del régimen porfirista,
los municipios pudieron ejercer un amplio grado de autonomía respecto de las autoridades
centrales, esto no favoreció –excepto en pocos casos, el más evidente Oaxaca, pero también
regiones densamente indígenas de otros estados- la persistencia del pueblo de indios colonial bajo
el ropaje moderno del ayuntamiento constitucional. Por el contrario, en gran parte del territorio del
México central ello supuso el traspaso del gobierno de la entidad local a otros grupos socio-étnicos
que se apropian del nuevo ayuntamiento lo que les permite ejercer el gobierno, dictar justicia en
asuntos civiles y criminales leves y administrar los bienes comunes. Esto implica que no es ya el
alcalde indio de la república el que dictará justicia a los indígenas del pueblo, sino el alcalde
criollo/mestizo y luego el juez conciliador quienes conciliarán a los vecinos de diferentes clases y
orígenes étnicos del municipio.
La Justicia Administrativa tiene su antecedente histórico e ideológico desde el año de 1789 en el
desarrollo de la Revolución Francesa y en la lucha de los gobernados para tener no solo
obligaciones ante la Monarquía, sino para tener derechos, iniciando así el establecimiento de los
principios fundamentales de derechos de los particulares. A nivel federal, los antecedentes de la
justicia administrativa en México se ubican a mediados del siglo XIX (1852-1853), con Teodosio
Lares, reconocido jurista de la época, quien planteó la revisión de los actos de las autoridades
administrativas para que éstas se ajustaran al marco legal y promovió la Ley para el Arreglo de lo
Contencioso Administrativo; lo anterior toda vez que la fracción XX del artículo 110 de la
Constitución Federal de 1824, permitía interpretar la instauración del contencioso administrativo,
y la creación de un Tribunal que conociera de las causas en contra de la actuación de la
administración pública.
En 1853, fue publicada la Ley para el Arreglo de lo Contencioso Administrativo, instaurándose la
jurisdicción contenciosa administrativa en México, que conocería una sala integrante del Consejo
de Estado, creado de acuerdo al modelo francés; sin embargo, se declaró inconstitucional por la
Suprema Corte de Justicia de la Nación. Después de varios antecedentes ubicados en los años de
1855, 1856, 1857 y 1865; durante 1936, el entonces presidente de la República Lázaro Cárdenas
del Río promulgó la Ley de Justicia Fiscal, para que el 1 de enero de 1937 la justicia administrativa
naciera formalmente en el país, con la expedición del Código Fiscal de la Federación en 1938,
dando inicio a las actividades del Tribunal Fiscal de la Federación, hoy Tribunal Federal de Justicia
Administrativa, dotado plena autonomía y competencia para reconocer la legalidad o declarar la
nulidad de actos o procedimientos administrativos.
Cabe señalar, que el 17 de marzo de 1987, se reformó el artículo 116 Constitucional, en cuya
fracción V se estableció que las constituciones y leyes locales podrán instituir Tribunales de lo
Contencioso Administrativo, dotados de plena autonomía para dictar sus fallos y para dirimir las
controversias que se susciten entre particulares y autoridades estatales y municipales.

Bibliografía:
Titulo 1: La profesionalización municipal en México
(Mauricio Merino 2006)
Titulo 2: La justicia administrativa municipal en México
(Miguel Ángel Cervantes Flores 2013)

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