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EN INCERTIDUMBRE
DE LA SABIDURÍA PRÁCTICA Y LA DECISIÓN
EN INCERTIDUMBRE
Coordinación Editorial
Mary Julieth Guerrero Criollo
Apoyo Editorial
Viviana Gómez Rubio
Corrección de estilo
Jenny Bolívar
Diagramación
Leonel Pineda A.
Diseño de carátula
María Isabel Vargas
INTRODUCCIÓN.................................................................................00
CAPÍTULO I...........................................................................................00
Toma de decisiones y filosofía antigua: la sabiduría práctica..........00
La filosofía como forma de vida.................................................................00
El discurso filosófico..................................................................................00
La sabiduría. Entre la teoría y la práctica...................................................00
Lo perenne en la sabiduría o la sabiduría perenne......................................00
Sabiduría práctica, virtud y capacidad de elegir..........................................00
CAPÍTULO II..........................................................................................00
El cálculo racional para elegir o la deliberación con sabiduría....00
Sistema universal y único de medición......................................................00
Del agente racional y el análisis formal de la decisión................................00
La deliberación con sabiduría....................................................................00
Incertidumbre epistémica e incertidumbre ontológica...............................00
CAPÍTULO III.........................................................................................00
Psicología moral y ética de la virtud..................................................00
¿Quién se ha quedado con el trofeo?..........................................................00
Innatismo o construcción social................................................................00
Razonamiento prescriptivo y ética de la virtud...........................................00
Un recorrido por la psicología moral.........................................................00
¿Matarías a uno o a cinco? El problema del daño.......................................23
Reacciones morales y dilema moral............................................................00
Utilitarismo y deontología.........................................................................00
El modelo Social-intuicionista (Social-Intuitionist Model, sim).................00
[5]
Teoría del Procesamiento Dual (Dual Process Theory, dpt)........................00
¿Qué es el juicio moral?.............................................................................00
CAPÍTULO IV.........................................................................................00
La intuición............................................................................................00
Conceptualización general de la intuición.................................................00
La intuición en Poincaré............................................................................00
Algunas características de la intuición........................................................00
Intuición y percepción...............................................................................00
La intuición como saber no racional..........................................................00
La intuición y los procesos primarios y secundarios...................................00
Proceso primario.......................................................................................00
Proceso secundario....................................................................................00
La intuición como proceso, resultado y facultad........................................00
Una propuesta de definición del concepto de intuición.............................00
La intuición como facultad..........................................................................00
La intuición como proceso...........................................................................00
La intuición como resultado........................................................................00
Intuición, elección y toma de decisiones....................................................00
CAPÍTULO V..........................................................................................00
Decidir con sabiduría............................................................................00
Sabiduría y experiencia..............................................................................00
La apuesta: prosoche y cuidado de sí...........................................................00
Intuir y deliberar.......................................................................................00
Decisión moral y decisión ética: una distinción posible.............................00
CAPÍTULO VI.........................................................................................00
Sobre la enseñanza de la sabiduría práctica.......................................00
Características de la mayéutica...................................................................00
Depuración de prejuicios...........................................................................00
Método analítico y formación de la intuición............................................00
BIBLIOGRAFÍA.......................................................................................00
[6]
INTRODUCCIÓN
[7]
que expone una forma del sentimiento moral del amor, luego de debatir los
principales modelos explicativos contemporáneos sobre la emoción y las más
reconocidas posturas filosóficas al respecto, en la poesía de Whitman como
deseo democrático?
Así rezan algunos versos del poeta sobre aquel “deseo democrático”.
En el transcurso de nuestras conversaciones llegamos a pensar que
esta pretensión transdisciplinaria sólo es accesible a los sabios, personas que
luego de múltiples intentos y experiencias logran conectar su curiosidad
y actitud científica con la sabiduría y una forma de expresión artística. La
oportunidad de una vejez y una introspección permanente les concedía esta
licencia. Y nosotros, en el marco de esta investigación, apenas estábamos
comenzando a vislumbrar el deseo y la oportunidad de arriesgar este diálogo
transdisciplinario. También somos testigos de un academicismo institucio-
nal, en nuestro contexto académico local, que representa un obstáculo para
un diálogo respetuoso de saberes. Por ejemplo, el filósofo percibe con recelo
las ideas que se erigen en el marco de la investigación empírica, mientras
que el científico acusa de excesiva especulación conceptual los argumentos
filosóficos que versan sobre el comportamiento moral. En otro escenario si-
milar, Nussbaum2 (2015) advierte de los peligros conceptuales y empíricos
que implica el mutuo desdén entre filosofía y economía, a propósito de inves-
tigar e intervenir en un asunto tan relevante como el desarrollo económico y
social de una nación. En sus palabras, “cada filósofo […] puede dar muchos
ejemplos de trabajos de economistas que utilizan textos filosóficos de manera
displicente, sin rigor filosófico, incluso sin comprensión”3. Y luego, ella señala
“de manera general, los filósofos no saben mucho sobre el mundo, y en lo que
conocen de él, no siempre encuentran maneras útiles de revelar ese conoci-
1 Walt Whitman. Canción de mí mismo. Bogotá: Editorial Panamericana, 2003, p. 71.
2 Martha Nussbaum. La economía aún necesita de la filosofía. Medellín: Universidad de Antio-
quia, 2015.
3 Ibid., p. 17.
[8]
miento en sus escritos. Tienen miedo de un estigma añadido al término «apli-
cada» y tienden a evitar material empírico”4. La autora propone involucrarse
en iniciativas de co-autoría, co-enseñanza y co-investigación para trascender
este habitual y mutuo desdén entre saberes.
Desde el comienzo nos embarcamos en conocer y discutir argumentos
provenientes de la filosofía y la ciencia en torno a las decisiones en incerti-
dumbre, propias de la sabiduría práctica, entonces ¿qué implica tomar de-
cisiones con sabiduría práctica?, ¿qué características tienen estas decisiones?
El lector podrá advertir en los siguientes seis capítulos, una serie de ideas y
argumentos desde la filosofía, la psicología, el psicoanálisis y algunas refe-
rencias literarias en los capítulos finales, con el propósito de dar respuesta a
estas preguntas. La interpretación contemporánea de Aristóteles en torno a la
phrónesis o sabiduría práctica —desde la filosofía y la psicología— es el punto
de referencia del cual se desarrolla toda la discusión. El capítulo uno ilustra las
principales ideas de Aristóteles sobre este tema, las de algunos de sus principa-
les intérpretes, la justificación de este debate y nuestra posición en medio de
la discusión. Después, los siguientes cinco capítulos presentan algunos deba-
tes contemporáneos para ilustrar en qué reside la decisión con sabiduría. Un
capítulo destinado a comparar el cálculo racional para elegir y la decisión con
sabiduría. Un capítulo que expone avances recientes en psicología sobre ¿qué
es el juicio moral y cuál es su relación con la decisión moral? Otro dedicado a
precisar en qué consiste intuir y por qué la intuición como facultad, proceso
y resultado incide de forma insoslayable en cualquier decisión y elección co-
tidiana. Un capítulo que presenta las principales características de las decisio-
nes en incertidumbre que se toman con sabiduría práctica. Y finalmente, un
texto que indaga sobre la posible enseñanza de la sabiduría práctica donde el
énfasis está puesto en el análisis de la intuición.
En relación con la pregunta de investigación, planteamos la siguiente
idea central: consideramos que las decisiones en incertidumbre, que subyacen
a la sabiduría práctica, son decisiones éticas (más que morales) que se toman
cuando se analiza el universo moral que subyace a la intuición, que motiva
la ejecución de un juicio, una decisión y una (posterior) elección; y por una
articulación armónica entre intuición y deliberación se plasma la decisión
como juicio resolutorio que apuesta por un cuidado de sí. Esta tesis se presen-
ta en el capítulo cinco tomando como referencia los principales argumentos
4 Ibid., p. 19.
[9]
de los capítulos que le preceden. Y, además, constituye la antesala al capítulo
seis que se ocupa en esclarecer los detalles de este análisis del universo moral
que subyace a una intuición. Desde esta perspectiva entonces las decisiones
con sabiduría son decisiones éticas que apuestan por el cuidado de sí. Y este
cuidado requiere de una revisión permanente de sí mismo que se traduce en
depuración de prejuicios, análisis de intuiciones, incorporación de hábitos
sobre la base de una reflexión ética y, en consecuencia, formación del carácter,
correspondencia entre decisión y elección y una atención continua de aque-
llas costumbres morales —que incluso de forma inconsciente y silenciosa—
determinan nuestras preferencias de cómo vivir y convivir con los demás.
Para terminar, deseamos una conversación cómplice con el lector en el
transcurso de las siguientes páginas. Más que presentar un aparente reposito-
rio de respuestas a estas inquietudes, pretendemos sembrar un cúmulo de pre-
guntas que permitan comprender y asimilar las principales tesis y argumentos
que aquí se presentan. Esperamos que este libro contenga al menos una línea,
y diríamos también al menos una pregunta, “digna de acompañarte hasta el
fin”, pues coincidimos además con las siguientes ideas de un prólogo escrito
por un hombre de 86 años:
5 Jorge Luis Borges. Poesía completa. Los conjurados, 1985. Bogotá: Random House Mondadori,
S.A., 2013, p. 583.
[10]
CAPÍTULO I
1 Pierre Hadot. Ejercicios espirituales y filosofía antigua. Madrid: Siruela, 2006, p. 23 y ss.
2 José Ferrater Mora. Diccionario de Filosofía. Barcelona: Ariel, 2004, p. 3143.
3 Pierre Hadot. ¿Qué es la filosofía antigua? México: Fondo de Cultura Económica, 1998, p. 30.
[11]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
la belleza de los cantos y de las historias que cuentan la manera en que las
Musas hacen olvidar las desgracias, sino porque hacen acceder al poeta y
al que lo escucha a una visión cósmica4.
Otra de las acepciones de sophia, según Hadot, es “la habilidad con la cual
uno sabe conducirse con los demás, destreza que puede llegar a ser astucia y
disimulo”5, acepción que ya aparece en Teognis en el siglo vi a.C. Ferrater
Mora muestra que, para este poeta, sophia designaba la “inteligencia o pru-
dencia práctica, en un sentido parecido al que le dio Herodoto”6, destacando
así, de nuevo, su relación con la sabiduría. En este siglo se agrega también
otro sentido: el saber hacer del científico, fruto del desarrollo de ciencias
como la medicina, la geometría, la aritmética, la astronomía7.
En el siglo v a.C., con Sócrates, la sophia como saber hacer se convierte,
paradójicamente, en el reconocimiento del no saber, siendo así el más sabio
de los hombres aquel que reconoce que no sabe, posición articulada con la
mayéutica en la que Sócrates —al decir que sólo sabe que nada sabe— se con-
vierte en el gran interrogador8, aquel que pregunta a los demás por el saber
que dicen poseer, llevándolos a una aporía9, esto es, a una sin salida debido
a una inviabilidad de orden racional, a una contradicción y, con ello, al re-
conocimiento de su ignorancia. “La misión de Sócrates es pues hacer tomar
conciencia a los hombres de su no saber”10 disponiéndolos para que ellos
mismos dieran a luz la verdad:
Él mismo no sabe nada y no enseña nada, sino que le basta con interrogar y
son sus preguntas, sus interrogaciones, las que ayudan a sus interlocutores
a dar a luz “su” verdad. Una imagen así permite comprender que es en
el alma misma donde se encuentra el saber y que es el propio individuo
el que debe descubrirlo cuando ha averiguado, gracias a Sócrates, que su
saber estaba vacío11.
4 Ibid., p. 31.
5 Ibid., p. 32.
6 José Ferrater Mora. Diccionario de Filosofía. Op. cit., p. 3143.
7 Pierre Hadot. ¿Qué es la filosofía antigua? Op. cit., p. 33.
8 Ibid., p. 38.
9 Hannah Arendt. La vida del espíritu. Barcelona: Paidós, 2002, p. 192.
10 Pierre Hadot. ¿Qué es la filosofía antigua? Op. cit., p. 38.
11 Ibid., p. 40.
[12]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
Decir que Sócrates ‘no sabe nada’, quizá sea expresión de la misma ironía
socrática tan característica en los diálogos de Platón, pues en realidad sí sa-
bía algo: sabía preguntar y responder, sabía escuchar, señalar contradicciones,
dirigir el diálogo, entre otras habilidades que mostraban su saber en torno a
un método, una forma de proceder12. Reconocer su no saber apuntaba a que,
por un lado, dejaba en suspenso sus saberes (como sustantivo, lo sabido), y
por otro, a que en realidad en muchas ocasiones no sabía sobre determinado
asunto, y justamente esa actitud era la que lo disponía a emprender la búsque-
da de la verdad mediante el método mayéutico.
Esta frase “Sólo sé que nada sé”, asumida como actitud analítica le per-
mite a Sócrates abrirse al discurso del otro de una manera desprejuiciada,
imparcial, es decir sin tomar partido, pero sí posición, la cual se establece
luego de escuchar los diversos discursos y dar razón a quien más convenza
con la argumentación13.
12 Adolfo López. “La posición del analítico en la mayéutica socrática”. Tesis de pregrado, Univer-
sidad de Antioquia, 1995, p. 26.
13 Ibid.
14 Werner Jaeger. Paideia. Los ideales de la cultura griega. Santafé de Bogotá: Fondo de Cultura
Económica, 1992, p. 472.
15 Ibid., p. 559.
16 Carlos Ramírez et al. Relaciones psicología-psicoanálisis. Bogotá: San Pablo, 2015, p. 30.
17 Pierre Hadot. ¿Qué es la filosofía antigua? Op. cit., p. 39.
18 Ibid., p. 40.
[13]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
19 Ibid., p. 41.
20 Hannah Arendt. La vida del espíritu. Op. cit., p. 195.
21 Pierre Hadot. ¿Qué es la filosofía antigua? Op. cit., p. 28.
22 Joan Corominas. Breve diccionario etimológico de la lengua castellana. Madrid: Gredos, 2006, p.
273.
23 Pierre Hadot. ¿Qué es la filosofía antigua? Op. cit., 42.
[14]
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[15]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
30 Pierre Hadot. Ejercicios espirituales y filosofía antigua. Madrid: Siruela, 2006, p. 236.
31 Ibid.
32 Pierre Hadot. La filosofía como forma de vida. Conversaciones con Jeannie Carlier y Arnold I.
Davidson. Op. cit.
33 Pierre Hadot. No te olvides de vivir. Goethe y la tradición de los ejercicios espirituales. Madrid:
Siruela, 2010, p. 29.
34 Ibid.
[16]
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El discurso filosófico
35 Ibid., 30.
36 Pierre Hadot. Ejercicios espirituales y filosofía antigua. Op. cit., p. 238.
37 Ibid., p. 239.
38 Ibid., p. 238.
[17]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
39 Ibid., p. 241.
40 Pierre Hadot. La filosofía como forma de vida. Conversaciones con Jeannie Carlier y Arnold I.
Davidson. Op. cit., p. 169.
41 Mónica Cavallé. La sabiduría recobrada. Filosofía como terapia. Madrid: Martínez Roca, 2006,
p. 25.
42 Pierre Hadot. La filosofía como forma de vida. Conversaciones con Jeannie Carlier y Arnold I.
Davidson. Op. cit., pp. 138-139.
43 Hadot define el ejercicio espiritual como “una práctica voluntaria, destinada a operar una
transformación en el individuo, una transformación de sí”. Ibid., pp. 137-138.
[18]
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lo que hay que hacer, son “fórmulas interiores que se emplean, y que cambian
la disposición del individuo”44; el discurso exterior, aunque centrado en la
enseñanza y en la exposición de una doctrina, transmite la teoría de cierta
manera, que varía dependiendo del auditorio al que va dirigida, buscando
formar más que informar45.
Lo anterior permite responder a la aparente contradicción en Hadot
cuando afirma “el discurso filosófico no es filosofía”46. Lo entendemos: se
refiere a ese discurso que únicamente se utiliza para exponer una doctrina
con el propósito de que el discípulo sea versado en dicha teoría y adquiera
la habilidad verbal, la elocuencia retórica adecuada para aparentar verdad sin
preocuparse por la manera como habría de cuidarse y cultivar su propia alma.
Cita la sentencia de uno de los antiguos jefes de la Academia: “¿Qué podría
decirse de un músico que se contentara con la lectura de los manuales de mú-
sica y no tocara jamás? Muchos filósofos son admirados por sus silogismos,
pero se contradicen con su vida”47. Ahora bien, no por esto Hadot rechaza el
discurso filosófico, aunque lo pone en su debido lugar:
[19]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
crear una obra de arte, sino de transformarse uno mismo. Llevar una vida
filosófica corresponde a un orden de realidad absolutamente distinto al
del discurso filosófico48.
Con el paso de los siglos, la diferencia entre forma de vida y discurso filo-
sófico se fue acentuando gradualmente hasta volverse una distancia radical
entre ambos, en particular, por los intentos de sistematizar las explicaciones
filosóficas dejando de lado el contexto existencial del cual derivan. “Los estu-
dios sistemáticos son como herbolarios llenos de hojas muertas”, a diferencia
de las obras de filosofía antigua que, a modo de diálogo, siguen vivas, son
un acto, “un movimiento que arrastra al autor y al lector”49. Esa separación
entre la filosofía como forma de vida y como discurso filosófico —cuyos an-
tecedentes se encuentran en los sofistas— se acentuó, muestra Hadot, en la
Edad Media con la creación de las universidades y con la oposición entre
teología y filosofía, en la que se considera que esta última es sierva de la pri-
mera: la teología conservaría la tradición de los ejercicios espirituales de la
filosofía ahora integrados en el cristianismo, mientras que la filosofía quedaría
reducida a ser mero esclarecimiento conceptual, encargada de suministrarle a
la teología “los materiales conceptuales, lógicos, físicos o metafísicos de que
tiene necesidad”50. También, de manera más explícita, dice Hadot que en
la Edad Media —que era totalmente cristiana— se heredaron los ejercicios
espirituales cristianizados y, además, se “heredó aquella filosofía que se había
vuelto sierva de la teología. En la escolástica de las universidades de la Edad
Media, la ciencia suprema era la teología, una teología cristiana, que utilizaba
conceptos filosóficos como instrumentos”51.
Introduzcamos en este punto una breve digresión que será relevante
en los capítulos posteriores. Lo que los antiguos llamaban discurso filosófico
interior tiene cierta relación con lo que ahora denominamos teoría o cosmo-
visión personal, que no sería exclusiva de los filósofos sino de todo hombre,
constituyente de su ‘filosofía’52de vida. Según Ramírez:
[20]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
Esta teoría personal guía, en una medida altamente significativa, las decisio-
nes intuitivas y deliberadas que tomamos cotidianamente, en tanto consti-
tuyen su fundamento a modo de prejuicios y presupuestos implícitos (in-
conscientes). Veremos en los capítulos cuatro, cinco y seis la importancia que
reviste analizar esos prejuicios, depurarlos y cuestionarlos para la formación
de la intuición y para la posibilidad de tomar decisiones con sabiduría. En
última instancia este análisis constituye un proceso de ascesis subjetiva, en el
que sujeto se constituye a sí mismo, cuida de sí y —lo veremos también— de
los otros. Por eso:
53 Carlos Ramírez. Apuntes. Medellín: Universidad de Antioquia, 2011, Ens. 394. “Metarrela-
tos”, p. 325.
54 Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Medellín: Fondo Editorial Univer-
sidad eafit, 2012, Ens. 89. “Sobre la teoría personal”, pp. 181-183.
[21]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
que decían qué hacer, fórmulas o dogmas que se empleaban para proceder en
la vida55; podríamos decir, como verdades decantadas por la experiencia que
convenía aplicar. Para nosotros, se trata de un discurso que es flexible, que se
cuestiona, se interroga, se modifica, se dialectiza. Es suma, posibilita un diálo-
go consigo mismo en el que el sujeto se va desplegando a medida que cambia
y hace más congruente su teoría personal, que siempre estaría en devenir. Por
eso —lo veremos en los capítulos finales— las decisiones con sabiduría en
un contexto de incertidumbre conllevan un aspecto de libertad personal, de
deliberación y apuesta, que pueden transcender las propias determinaciones.
Conviene ahora retomar el hilo luego de esta breve digresión.
55 Pierre Hadot. La filosofía como forma de vida. Conversaciones con Jeannie Carlier y Arnold I. Da-
vidson. Op. cit., pp. 138-139; Pierre Hadot. Ejercicios espirituales y filosofía antigua. Op. cit., pp. 239-240.
56 Pierre Hadot. Ejercicios espirituales y filosofía antigua. Op. cit., p. 236; Pierre Hadot. ¿Qué es
la filosofía antigua? Op. cit., p. 30.
57 Aristóteles. Ética Nicomáquea, 1140a25.
[22]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
58 José Pabón. Diccionario manual griego. Griego clásico-español. Barcelona: Vox, 1967, p. 631.
59 Véase la nota al pie número 123 de la página 272 de Ética nicomáquea.
60 Pierre Aubenque. La prudencia en Aristóteles. Barcelona: Grijalbo Mondadori, 1999, p. 17.
[23]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
61 Platón. Obras completas. Edición de Patricio de Azcárate, Tomo 4. Madrid: Medina y Navarro
Editores, 1871.
62 José Ferrater Mora. Diccionario de Filosofía. Op cit., pp. 2998-2999.
63 Daniel Robinson. “La sabiduría a través del tiempo”, en La sabiduría. Su naturaleza, orígenes y
desarrollo, compilado por Robert Sternberg. Bilbao: Desclée de Brouwer, 1994, p. 28.
64 Juan Lopera. Sabiduría práctica y salud psíquica. Bogotá: San Pablo, 2016, pp. 165-166.
65 Daniel Robinson. “La sabiduría a través del tiempo”. Op. cit., p. 31.
66 Ética Nicomáquea. 1095b15.
[24]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
más que con la phronesis. Sin embargo, como la felicidad “es la virtud o algu-
na clase de virtud”67, además de una cierta actividad del alma de acuerdo con
la razón, no es posible alcanzarla sin una vida activa, lo que relaciona ambas
formas de sabiduría y ambas formas de vida (la contemplativa y la activa).
Según Jaeger: “La actividad de la razón pura es para Aristóteles la forma más
alta de la felicidad humana, pues una especie particular de alegría va unida
con toda forma de actividad y la complementa”68. Para Robinson, “La vida
contemplativa en sí misma es una especie de actividad, desde luego la más
sublime. El sabio que se dedica al desarrollo de su mente y a perfeccionar la
virtud, puede también verse como hombre de estado, abogado, un líder del
pueblo”69. Y según Wolf,
[…] la vida de la teoría, la vida del filósofo que se ocupa con lo que es de
manera perdurable y perfecta, es una de las dos concepciones de felicidad
que Aristóteles propone. La otra consiste en la polis, en la vida del político
que ejercita la virtud ética70.
[25]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
Con base en las consideraciones del apartado anterior, constatamos que la sa-
biduría no fue un concepto unívoco en la Antigüedad, evidencia que se afian-
za si tomamos en cuenta otros planteamientos filosóficos antiguos del perio-
do helenístico (finales del siglo iv a.C. a finales del siglo i a.C.), por ejemplo,
o de la influencia de las corrientes postaristotélicas que si bien comienzan
en dicho periodo lo trascienden ampliamente, pues abarcan hasta el siglo iii
de nuestra era. Nos referimos a los aristotélicos (el Liceo), los platónicos (la
Academia), los estoicos (la Stoa), los epicúreos (el Jardín), los escépticos y los
cínicos. Iguales planteamientos haríamos si examinamos la sabiduría en el
cristianismo o en la época moderna. Sin embargo, a lo largo de la historia de
la filosofía se han destacado unos elementos comunes o perennes que vale la
pena describir, pues son los que, en última instancia, muestran la importancia
que reviste la sabiduría para la actualidad, en particular para la toma de deci-
siones en incertidumbre. A juicio de Cavallé:
Veamos entonces estos elementos comunes para resaltar con mayor claridad
su articulación con la capacidad de elegir de los seres humanos.
Según Hadot, los platónicos, los aristotélicos, los estoicos, los epicú-
reos, lo escépticos y los cínicos coincidían en definir la sabiduría “poco más
o menos en los mismos términos, y ante todo como un estado de perfecta
71 Mónica Cavallé. La sabiduría recobrada. Filosofía como terapia. Op. cit., p. 71.
[26]
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tranquilidad del alma. En esta perspectiva, la filosofía parece ser una tera-
péutica de las preocupaciones, de las angustias y de la desgracia humana”72.
Esto significa que la filosofía era una forma de vida en estas corrientes de
pensamiento, y era entendida fundamentalmente como “amor a y búsqueda
de la sabiduría”73. “La sabiduría era una forma de vida que traía aparejada
la serenidad de espíritu (ataraxia), la libertad interior (autarkeia) y la cons-
ciencia cósmica”74.
Robinson, si bien señala las grandes diferencias entre, por ejemplo, los
epicúreos y los estoicos, coincide con Hadot en afirmar que la sabiduría en
ambas escuelas filosóficas tenía que ver con la búsqueda de una serenidad (apa-
theia) segura: para los epicúreos, mediante la prudencia y el autocontrol, “evi-
tando la competencia y la envidia y disciplinando nuestras necesidades y que-
rencias”75; para los estoicos, a través de una aceptación de las leyes universales76,
una vida conforme a la naturaleza (physis), esto es, al espíritu (nôus), al logos77.
Para Abbagnano, la filosofía postaristotélica dio más predominancia a la
forma de vida, pues el “objetivo inmediato y urgente es la búsqueda de una
orientación moral, a la cual debe estar subordinada, como a su fin, la orien-
tación teorética”78. Brett destaca que, luego de Aristóteles, la filosofía deja en
segundo lugar la orientación especulativa (teórica, contemplativa); sus “teo-
rías se diluyeron en sucesivas filosofías de la vida”79, con lo que se evidencia,
de nuevo, la concepción de la filosofía como forma de vida.
Wolf entiende esta diferenciación entre lo teorético y lo práctico como
una separación entre la ciencia y la filosofía, que continúa, en cierto modo,
la distinción aristotélica entre filosofía primera (metafísica), interesada en el
conocimiento necesario, y la ética, implicada en la acción y deliberación en
el mundo empírico:
[27]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
Lo mismo que con los socráticos, los maestros cristianos se han manifes-
tado de acuerdo con la idea de que la verdad es absoluta y universal y que
[28]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
[…] “Sabiduría” no puede ser más que una comprensión científica de le-
yes que rigen la materia en movimiento. Cuanto mayor sea la inclinación
hacia una ontología materialista, mayor será el grado de sinonimia entre
sophia, phronesis y episteme. Al final, la “sabiduría” se referirá a no más
que a un conocimiento técnico del funcionamiento de las cosas, estan-
do agotadas sus declaraciones por unos modos de evaluación puramente
pragmáticos90.
87 Daniel Robinson. “La sabiduría a través del tiempo”. Op. cit., p. 34.
88 Julian Marías. San Agustín. Conferencia del curso “Los estilos de la Filosofía”. Madrid: edición Re-
nato J. de Moraes, 2000.
89 Pierre Hadot. Ejercicios espirituales y filosofía antigua. Op. cit., p. 242.
90 Daniel Robinson. “La sabiduría a través del tiempo”. Op. cit., pp. 36-37.
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De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
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De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
ser objetivo, y requiere “desprenderse del propio yo para abrirse a una pers-
pectiva universal”102. Dice Hadot, haciendo suyas unas palabras de Einstein,
que “para conocer el verdadero valor de un hombre hay que preguntarse en
qué grado y con qué fin se ha liberado de su yo”103. Ken Wilber va a referirse
a un nivel posterior al mencionado previamente (visión-lógica), al que llama
psíquico, y que describe como desidentificarse de la mente104, la comprensión
de que no está confinada al cuerpo individual105. La sabiduría como virtud
se trataría, en suma, de un “proceso de desprendimiento de sí, de pérdida de la
importancia personal, consecuente con la posición de que lo que pensamos,
vivimos, creemos y somos, es sólo una opción entre otras”106. Para Cavallé,
refiriéndose a la antigua Grecia,
102 Pierre Hadot. La filosofía como forma de vida. Conversaciones con Jeannie Carlier y Arnold I.
Davidson. Op. cit., p. 248.
103 Ibid., p. 249.
104 Ken Wilber, “Psicoterapia y espiritualidad” (s.f.). Disponible en: http://www.libroesoterico.
com/biblioteca/sanacion/Ken%20Wilber%20-%20Psicoterapia%20Y%20Espiritualidad.pdf
105 Ken Wilber. Breve historia de todas las cosas. Barcelona: Kairós, 2007, pp. 266-267.
106 Carlos Ramírez, Juan Lopera, Marda Zuluaga y Jennifer Ortiz. El método analítico. Vol. I.
Formalización teórica. Bogotá: San Pablo, 2017, p. 289.
107 Mónica Cavallé. La sabiduría recobrada. Filosofía como terapia. Op. cit., p. 55.
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Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
alegría y placer espiritual, de tal modo que ningún momento estaría pri-
vado de júbilo y todo el curso del año sería una fiesta108.
108 Filón de Alejandría. De special. leg., 11, § 44. Citado en Hadot, Ejercicios espirituales, pp. 235-
236.
109 Csikszentmihalyi y Rathunde. “La psicología de la sabiduría: interpretación evolutiva”. Op.
cit., p. 53.
110 Ibid., p. 54.
111 Ibid., p. 57.
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De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
nes”112. Se trata de una expansión del alma (o del yo) que se opone al egoísmo,
como afirma Hadot sobre la filosofía antigua:
112 Séneca. Cartas morales a Lucilio, Vol. I. Carta lix. Barcelona: Orbis, 1984, p. 133.
113 Pierre Hadot. La filosofía como forma de vida. Conversaciones con Jeannie Carlier y Arnold I.
Davidson. Op. cit., p. 164.
114 Aristóteles. Ética Nicomáquea, 1099a15-25.
115 Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Medellín: Fondo Editorial Univer-
sidad eafit, 2012, Ens. 155. “Eros: el deseo de vivir”, pp. 264-265.
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Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
[…] y si esto es así, resulta que el bien del hombre es una actividad del
alma de acuerdo con la virtud, y si las virtudes son varias, de acuerdo con
la mejor y más perfecta, y además en una vida entera. Porque una golon-
drina no hace verano, ni un solo día, y así tampoco ni un solo día ni un
instante ‹bastan› para hacer venturoso y feliz118.
Y más adelante: “Pues la felicidad requiere, como dijimos, una virtud per-
fecta y una vida entera, ya que muchos cambios y azares ocurren a lo largo
de la vida, y es posible que el más próspero sufra grandes calamidades en su
vejez, […]”119. Por eso, Ramírez diferencia felicidad de alegría, definiendo
esta última como “momento de armonía entre la razón (ley) y el saber (deseo
singular)”120; “Pretender que la alegría sea un estado permanente (beatitud) es
la ilusión del paraíso”121.
Concluyamos este apartado resaltando que la sabiduría, pese a sus múl-
tiples acepciones y modos diversos de ser descrita a lo largo del tiempo, ha
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De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
122 La filosofía actualmente se distancia cada vez más de la sabiduría, acentuando así la idea de
que el filósofo es amante de la sabiduría, pero nunca accede a ella; es decir, el filósofo actual, a diferencia
del filósofo de la Antigüedad, no es un sabio. Cavallé se pregunta, ¿dónde hemos de encontrar un sabio?
Y responde: “Nadie acude en busca de sabios a una Facultad de Filosofía” (Mónica Cavallé. La sabidu-
ría recobrada. Filosofía como terapia. Op. cit., p. 62). Sin embargo, acepta que los hay: aquellas personas
comprometidas con la verdad. Ahora bien, ¿habría que renunciar a esa relación entre filosofía y sabiduría?
Acentuar la importancia de la relación entre el discurso personal y la propia existencia, la búsqueda de la
integridad, probablemente procure ese puente entre ambas y, quizá, muestre que la asociación sabio-filó-
sofo es posible en la medida en que la filosofía pueda tomarse en la actualidad también como un modo de
vivir y no solamente como un conocimiento experto sobre temas fundamentales a la existencia humana.
123 Michel Foucault. La hermenéutica del sujeto. México: Fondo de Cultura Económica, 2002.
124 Jacques Lacan. El seminario de Jacques Lacan. Libro 2. El yo en la teoría de Freud y en la técnica
psicoanalítica. 1954-1955. Buenos Aires: Paidós, 1983, p. 14.
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De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
[…] una fuerza, una capacidad. […]. El vigor y la salud son areté del
cuerpo. Sagacidad y penetración, areté del espíritu. […]. Originariamen-
te […] ha designado un valor objetivo del calificado en ella. Significa una
fuerza que le es propia, que constituye su perfección136.
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Aunque la palabra virtud, a juicio de Jaeger, no contiene todos los sentidos del
vocablo areté, ha sido usual en la filosofía usarla como su traducción. Ferrater
Mora, en un sentido general, señala que virtud es “respecto a una cosa lo que
completa la buena disposición de la misma, lo que la perfecciona; […] es
propiamente hablando, su bien […] propio e intransferible”138. Esta acepción
general pronto se trasladó al hombre; así, virtud es “el poder propiamente
humano en cuanto se confunde con el valor, el coraje, el ánimo. La virtud es
lo que caracteriza al hombre”139.
Ahora bien, en tanto la areté fue el concepto central de la educación
griega140, es comprensible que surgieran preguntas como ¿es posible enseñar
la virtud?, ¿cómo se adquiere?, cuestionamientos que hace Platón insisten-
temente en algunos de sus diálogos. Asimismo, si la virtud comprende la
justicia, la valentía, la prudencia y la sabiduría —Platón incluye la bondad—,
¿cómo sabe el filósofo qué es lo correcto en lo concerniente a ellas?, ¿son di-
ferentes o son una sola?
Sócrates, por ejemplo, sostiene en el Protágoras que no es posible ser sa-
bio sin que se posean las demás virtudes (prudencia, valor, justicia y bondad),
concluyendo que son, entonces, una sola con diferentes modos de expresión,
pues se pregunta ¿cómo un hombre prudente puede ser a la vez injusto o un
hombre justo ser simultáneamente impío, o ser sabio y, asimismo, insen-
sato?141. Aristóteles, en su Ética Nicomáquea divide las virtudes en éticas y
dianoéticas (intelectuales), y considera que corresponden a cualidades que ha
de poseer el hombre prudente, sabio, moderado, capaz de elegir el término
medio en lugar de caer en el extremo o en el defecto. Es aquel que elige lo
apropiado, en el momento adecuado, de la manera apropiada y con quien es
debido. Para los estoicos, como usualmente se ha destacado, el sabio busca
vivir conforme a la Naturaleza, esto es, a la razón cósmica (nous) que se ex-
presa en cada uno de los seres existentes, descubriendo así qué es lo mejor142.
Destaquemos que pese a las dudas de muchos filósofos antiguos acerca
de si la virtud se podía alcanzar es llamativo que, sin embargo, no cejaran
en su empeño de formarse para aproximarse a ella. Justamente, el filósofo se
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De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
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Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
145 Moira Müller. Destino y libertad en el pensamiento antiguo. Barcelona: Universidad de Barcelo-
na, 2015, p. 171.
146 Ibid., p. 175.
147 Ibid., p. 179.
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De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
También:
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Sóc. - ¿Y tú, Eutifrón, por Zeus, crees tener un conocimiento tan perfecto
acerca de cómo son las cosas divinas y los actos píos e impíos, que, ha-
biendo sucedido las cosas según dices, no tienes temor de que, al promo-
verle un proceso a tu padre, no estés a tu vez haciendo, tú precisamente,
un acto impío?
Eut. - Ciertamente no valdría yo nada, Sócrates, y en nada se distinguiría
Eutifrón de la mayoría de los hombres, si no supiera con exactitud todas
estas cosas152.
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De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
lizado —que podría ser ciencia, episteme, o no— y que puede transmitirse a
otros; y por el otro, como un saber volátil, impreciso, más relacionado con la
doxa u opinión (conocimiento no formalizado—154 que, cuando era correcto,
verdadero, se consideraba fundamento del buen actuar. Esta segunda forma
se relacionaba más con un saber hacer (el bien) y menos con un conocimien-
to teórico del bien. Por eso Aristóteles insistía en su reflexión sobre la ética,
en esa diferencia entre el filósofo que se ejercita en la virtud, que la lleva a la
práctica, y el filósofo que se refugia en la teoría, pero no hace nada de lo que
pregona en ella155. Por eso, consideró la virtud como un modo de ser relativo
a la elección, a lo que se obra, y definió la felicidad como una cierta actividad
del alma de acuerdo con la virtud.
Retornamos así a la pregunta planteada previamente: si la sabiduría
práctica implica un saber vivir la vida, decidiendo lo que es correcto o apro-
piado, y si justamente el hombre sabio es el hombre virtuoso —aquel que
posee la valentía, la prudencia, la sabiduría, la bondad, la justicia—, ¿cómo
se aprende la virtud?, ¿cómo se enseña? En otras palabras, ¿se aprende a elegir
lo correcto o es producto del azar que, en un momento dado, las decisiones
tomadas sean las apropiadas?, ¿se aprende a ser sabio?, ¿la sabiduría práctica es
una forma de saber transmisible a otros, enseñable de maestros a discípulos?
Anticipamos con estas preguntas el tema trabajado en el capítulo final, titula-
do Sobre la enseñanza de la sabiduría práctica.
Platón aborda estas preguntas en varios de sus diálogos, en especial en el
Protágoras y el Menón. En el primero, solamente destaquemos que no estable-
ce una diferencia entre un saber hacer y un saber proposicional, puesto que
considera que quien sabe qué es lo correcto (teóricamente), quien tiene co-
nocimientos sabe hacer lo correcto156, posición que fundamenta su tesis sobre
el incontinente —el que se deja arrastrar por sus pasiones, el akratés—, como
alguien ignorante, que no sabe (no conoce) cuál es el bien. En cambio, en el
segundo diálogo, en el Menón, diferencia dos formas de saber: el saber teórico
o proposicional (al que llama conocimiento) y el saber práctico (al que llama
doxa). Concluye que el discernimiento en tanto conocimiento —epistémico
154 En otros textos hemos diferenciado entre saber y conocimiento: saber sería un conjunto arti-
culado de huellas mnémicas y conocimiento un saber expresado en palabras. De esta manera, todo cono-
cimiento es un saber, pero no todo saber es un conocimiento: habría saberes no expresados en palabras,
saberes-hacer, hábitos, rutinas (véase: Ramírez, 2011, Art. 21; Manrique, 2008).
155 Aristóteles. Ética Nicomáquea, 1105b10.
156 Platón. Protágoras, 350ab.
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Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
o no— no es suficiente para obrar el bien y ser virtuoso, pues se requiere otra
forma de saber que está más del lado de la opinión (doxa), en tanto saber no
articulado a razones y argumentos. Este saber, cuando es correcto o verda-
dero, lo denomina ortho-doxa (ortho: recto, verdadero, correcto; y doxa: opi-
nión). Y es justamente este saber el que guía al hombre sabio, al que sabe qué
es lo conveniente y actúa en consecuencia. Esta diferencia entre la sabiduría
práctica —propia del hombre que sabe vivir— y el saber teórico, es ilustrada
por Hermann Hesse en Siddhartha, de un modo quizá más radical:
Habló Siddhartha:
—Ya sabes, querido, que cuando era joven, cuando vivíamos entre los
penitentes del bosque, solía desconfiar de las doctrinas y de los doctri-
narios y solía volverles las espaldas. Sigo siendo igual. Sin embargo, he
tenido desde entonces muchos maestros. Una hermosa cortesana fue mu-
cho tiempo mi maestra, y un rico comerciante fue mi maestro, y algunos
jugadores de dados. Una vez también lo fue un joven Buda caminante; se
sentó junto a mí, una vez que me quedé dormido en el bosque, durante
una peregrinación. También de él aprendí, también le estoy agradecido,
muy agradecido. Pero donde más he aprendido es en este río y de mi
antecesor, el barquero Vasudeva. Era un hombre muy sencillo, no era
ningún pensador, pero sabía lo necesario; era tan bueno como Gotama,
era un perfecto, un santo.
Dijo Govinda:
—Me parece, Siddhartha, que, como siempre, bromeas un poco. Ya sé,
y te creo, que nunca has seguido a un maestro. Pero ¿no has encontrado
por ti mismo, aunque no sea una doctrina, algunos pensamientos, algu-
nos conocimientos, que te sean propios y te ayuden a vivir? Si pudieras
hablarme de ellos, me llenarías el corazón de ventura.
Habló Siddhartha:
—Sí, he tenido pensamientos y conocimientos a veces. He sentido en mí,
durante una hora o durante todo un día, muchas veces la ciencia como
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De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
Platón, por su parte, concluye que esta virtud o excelsitud propia del hombre
sabio no se adquiere por ejercitación, educación, o enseñanza, sino que es un
don de la divinidad. En sus palabras (en boca de Sócrates):
Y afirma:
Para Platón las opiniones verdaderas llegan al alma del hombre, pero no per-
manecen mucho tiempo, son sutiles y huidizas, de allí que sea conveniente
intentar atarlas a razones buscando hallar el fundamento que las causa, y así
convertirlas en fragmentos de conocimiento160. Esto muestra que tanto la
razón (formal, argumentativa, lógica), por un lado, como la doxa (la opinión,
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De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
Hemos dicho que la sabiduría práctica, propia del hombre virtuoso, conlleva
un saber elegir, lo que conviene en beneficio de una vida buena: el logro de
la eudamonía o contento de vivir. Elegir —que es pues el aspecto central— se
define como optar por una de las opciones o caminos disponibles165; además,
implica la acción, el comportamiento humano ante una encrucijada o un dile-
ma moral que puede estar precedido o no de deliberación166. Para Aristóteles,
el asunto más importante en torno a la ética es precisamente la acción, de allí
que considere a la virtud como una cierta actividad del alma de acuerdo con
la razón y la defina como la excelencia en el actuar. Ahora bien, ¿qué mueve a
actuar convenientemente, la razón o el deseo? Desde el punto de vista de Pla-
tón es evidente que no es el deseo, sino la razón, o si ésta no encuentra claridad
sobre un asunto, sería la opinión verdadera (ortho doxa) la que lleva a la buena
elección como vimos en el apartado anterior. Según Hannah Arendt, el punto
de partida de Aristóteles es aquí similar al de Platón: la oposición entre razón
y deseo. Sin embargo, se distancia porque para Aristóteles:
[…] la razón, por sí misma, no mueve a nada. […] admite la idea pla-
tónica de que la razón da órdenes (keleuei) porque sabe lo que hay que
perseguir y lo que hay que evitar, pero no acepta que estas órdenes sean
necesariamente obedecidas. El hombre incontinente (su ejemplo para-
165 Se puede esbozar una diferencia de conceptos: juicio sería el proceso de pensamiento (juzgar) y
el resultado (sentencia) en torno a un asunto; decisión sería la adopción (deliberada o intuitiva) de un ca-
mino a seguir; elección sería la acción propiamente dicha (el dirigirse efectivamente por una de las opciones
disponibles).
166 El espontaneismo, la improvisación, la incontinencia, la inspiración, la creatividad, entre otros,
son ejemplo de elecciones sin deliberación. Sin embargo, Aristóteles diría que estas acciones son volunta-
rias pero no elecciones. Para que sean tal, requieren deliberación. Véase Ética nicomáquea, 1111b10-15.
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mos deliberar. Por ejemplo, no deliberamos sobre las cosas que son como son
(lo eterno e inmutable); ni sobre las que, aunque se mueven, ocurren siempre
de la misma manera (como los astros, los solsticios); ni sobre las que ocurren
ora de una manera ora de otra (las sequías y las lluvias); ni sobre lo que sucede
por azar (el hallazgo de un tesoro); ni sobre todos los asuntos humanos; tam-
poco sobre los conocimientos exactos y suficientes. Deliberamos entonces,
“sobre lo que está en nuestro poder y es realizable”; “sobre lo que se hace por
nuestra intervención, aunque no siempre de la misma manera, por ejemplo,
sobre las cuestiones médicas o de negocios, y sobre la navegación más que
sobre la gimnasia, en la medida en que la primera es menos precisa”180. Deli-
berar únicamente sobre las cosas que están en nuestro poder no significa que
tengamos control sobre las consecuencias de nuestras decisiones, sino más
bien que se trata de cosas que podemos elegir, como el médico que decide
operar o no, el capitán que decide tirar o no su carga al mar, o el individuo
que decide si se deja sobornar o no por otro. Pero las consecuencias de estas
decisiones —si serán convenientes o no, si traerán ventura o desgracia— no
podemos controlarlas, son inciertas. “La deliberación tiene lugar, pues, acer-
ca de cosas que suceden la mayoría de las veces de cierta manera, pero cuyo
desenlace no es claro y de aquellas que es indeterminado”181. Exige informarse
bien para acercarse mejor a una determinación o juicio, examinar el mejor
medio para el fin perseguido, la manera de utilizarlo o el agente más adecua-
do; en suma, se trata de investigar y analizar, puesto que toda deliberación
es una investigación, aunque no toda investigación es una deliberación182. La
deliberación sería entonces analizar los pros y los contras de una decisión,
antes de tomarla. No se delibera sobre lo ya decidido, pero sí se puede re-
flexionar, analizar sus consecuencias.
Aubenque muestra que esta descripción parece “una elucidación casi
matemática de la deliberación, que es por otra parte la que la tradición ha
conservado de este pasaje”183: un análisis que llega a los medios, regresiva-
mente, a partir del fin, tal como era concebido el análisis matemático entre
los griegos. Sin embargo, Aubenque no está de acuerdo con esa interpretación
180 Ibid., 1112a32-1112b1-5.
181 Ibid., 1112b7-10. El Diccionario de la Real Academia Española define deliberar como: “Con-
siderar atenta y detenidamente el pro y el contra de los motivos de una decisión, antes de adoptarla, y la
razón o sinrazón de los votos antes de emitirlos”.
182 Ibid., 1112b22.
183 Pierre Aubenque. La prudencia en Aristóteles. Op. cit., p. 125.
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188 Pierre Aubenque. La prudencia en Aristóteles. Op. cit., p. 128. La práctica homérica a la que
alude Aubenque es la institución del Consejo de Ancianos, encargados de deliberar lo que el pueblo habría
de escoger o al menos ratificar.
189 Antonio García. “El concepto de προαιρεσις y su relación con el determinismo de su Ética”.
A parte Rei. Revista de Filosofía 60: 2.
190 Paul Ricoeur. El proyecto y la motivación. Lo voluntario y lo involuntario, vol. I. Buenos Aires:
Docencia, 1986, pp. 52-53.
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191 Aunque es probable que los animales superiores tengan una imagen mental, un rudimento de
“juicio” desde el cual eligen.
192 Antonio Damasio. El error de Descartes: la emoción, la razón y el cerebro humano. Barcelona:
Editorial Crítica, 2006, p. 192.
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193 Jorge Wagensberg. La rebelión de las formas. O cómo perservar cuando la incertidumbre aprieta.
Barcelona: Tusquets, 2007, p. 31.
194 Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit., Ens. 14. “Tres tipos de
responsabilidad”, p. 45.
195 Juan Samaja. Epistemología de la salud: reproducción social, subjetividad y transdisciplina. Buenos
Aires: Lugar Editorial, 2004, pp. 55-56.
196 Jorge Wagensberg. La rebelión de las formas. O cómo perservar cuando la incertidumbre aprieta.
Op. cit., p. 31.
197 Hannah Arendt. La vida del espíritu. Op. cit., p. 294.
198 Aristóeles. Ética Nicomáquea, 1113a13.
199 Pierre Aubenque. La prudencia en Aristóteles. Op. cit., p. 140.
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214 Contradicciones que, en la mayoría de los casos, lo que reflejan es la compleja realidad huma-
na, habitada por tendencias opuestas y, en ocasiones, ambivalentes.
215 Jeannie Carlier. Introducción a La filosofía como forma de vida. Conversaciones con Jeannie
Carlier y Arnold I. Davidson. Barcelona: Alpha Decay, 2009, p. 9.
216 Michel Foucault. La hermenéutica del sujeto. Op. cit., 36; cfr. Juan Lopera. “La veracidad subje-
tiva: ¿una condición imposible de la acción comunicativa?”. Tesis de maestría, Universidad de Antioquia,
2001, p. 8.
217 Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit.
218 Germán Vargas. “Verdad y validez. Presupuestos epistemológicos de Ensayitos”, en Individua-
ción y anarquía. Metafísica y fenomenología de la individuación, editado por Germán Vargas. Cali: Editorial
Aula de Humanidades, 2014.
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CAPÍTULO II
1 Parte de este capítulo ha sido utilizado para la publicación de un artículo en la Revista Colom-
biana de Filosofía de la Ciencia. Puede hallarse con la siguiente citación sugerida por la revista: Echeverri,
Jonathan, Lopera, Juan Diego y Goenaga Jesús. “El cálculo racional para elegir o la deliberación con
sabiduría”. Rev. Colomb. Filos. Cienc. 16.33, 2016, pp. 113-137.
2 Por incertidumbre, en este caso, se entiende todo aquello que concierne al futuro y es desco-
nocido por limitaciones epistémicas del individuo que explican su ignorancia, y debido a la presencia de
sucesos imprevistos que son resultado de situaciones azarosas (Lidley 2006; Taleb 2011).
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De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
Nos gusta tener razones para hacer lo que hacemos, pero algunas ve-
ces nada suficientemente persuasivo nos viene a la mente, y como re-
conocemos que debemos decidir pronto, nos ingeniamos un pequeño
dispositivo, un objeto externo que tomará las decisiones por nosotros.
Pero si la decisión atañe a algo de gran trascendencia, como si ir o no a
la guerra, o casarse, o confesar, cualquier cosa que se le parezca a arrojar
una moneda al aire será, digamos, bastante frívola. En tal caso, hacer
una elección sin tener una buena razón sería un signo de incompetencia
demasiado obvio; además, si la decisión es realmente tan importante,
una vez que la moneda ha caído al suelo hay que enfrentarse a una
elección adicional: ¿tendré que cumplir con el compromiso que acabo
de aceptar y acatar lo que diga la moneda, o será mejor que lo reconsi-
dere? Enfrentados a estos dilemas, reconocemos la necesidad de algún
tratamiento más fuerte que el de arrojar una moneda. Algo más cere-
monial, más impresionante, como la adivinación, que no sólo nos dice
qué hacer sino que, además, nos da una razón (si aguzamos la vista lo
suficiente y usamos la imaginación)5.
3 Peter Bernstein, Against the gods. The remarkable story of risk (New York: John Wiley & Sons,
1998); Leigh Buchanan y Andrew O´Connell. “Breve historia de la toma de decisiones”, Harvard Deusto
Business Review, n°148, 2006; Daniel Dennett. Romper el hechizo. La religión como fenómeno natural. Bar-
celona: Katz Editores, 2007.; Nassim Taleb, ¿Existe la suerte? Las trampas del azar. Barcelona: Ediciones
Paidós Ibérica, 2009.
4 Daniel Dennett. Romper el hechizo. La religión como fenómeno natural. Op. cit.
5 Ibid., p. 167.
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6 Buchanan y O´Connell. “Breve historia de la toma de decisiones”; Orfelio G. León. “La toma
de decisiones individuales con riesgo desde la psicología”. Infancia y Aprendizaje 30, 1987.
7 Orfelio G. León. “La toma de decisiones individuales con riesgo desde la psicología”. Op. cit.,
p. 82.
8 Daniel Kahneman. Mapas de racionalidad limitada. Psicología para una economía conductual.
Revista Asturiana de Economía, 28, 2003, pp. 181-225; Daniel Kahneman. Pensar rápido, pensar despacio.
Barcelona: Random House Mondadori, 2012; José Pena, “El problema de la racionalidad en economía o
las inconsistencias del Homo oeconomicus”. Estudios Filosóficos 155, n°54, 2005.
9 Orfelio G. León. “La toma de desiciones individuales con riesgo dese la psicología”. Op. cit.;
Daniel Kahneman. “Mapas de racionalidad limitada. Psicología para una economía conductual”. Op. cit.;
Daniel Kahneman. Pensar rápido, pensar despacio. Op. cit.; José Pena, “El problema de la racionalidad en
economía o las inconsistencias del Homo oeconomicus”. Op. cit.
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Se podría preguntar cómo un hombre que tiene recto juicio puede ser
incontinente. Algunos dicen que ello es imposible, si se tiene conoci-
miento: pues, como Sócrates pensaba, sería absurdo que existiendo el
conocimiento, otra cosa lo dominara y arrastrara como un esclavo. Só-
crates, en efecto, combatía a ultranza esta teoría, y sostenía que no hay
incontinencia, porque nadie obra contra lo mejor a sabiendas, sino por
ignorancia15.
13 Conviene retomar la distinción que hicimos en el capítulo anterior entre saber y conocimiento,
precisando más su definición. El saber es un conjunto artículado de huellas mnémicas (representaciones,
marcas, información); el conocimiento es un saber expresado en palabras. Así, todo conocimiento es un
saber, pero no todo saber es un conocimiento (Manrique 2008; Ramírez 2012; Ramírez 2011). Ahora
bien, el conocimiento puede formalizarse al punto de constituirse en conocimiento científico, esto es, en
ciencia (episteme). Gran parte del conocimiento no es ciencia, como por ejemplo, el conocimiento filosófi-
co, literario, religioso, psicoanalítico, aunque se basen en diveras modalidades del método científico. Esta
distinción entre saber y conocimiento es la base para distinguir entre el saber qué (know what) y el saber
cómo (know how). Este último implica un saber práctico que es incorporado por experiencia de forma
gradual (Damasio 2010; Ryle 2005). La ciencia se configura como conocimiento científico (episteme) o
saber qué (know what). En cambio, la sabiduría se organiza en el dominio de la opinión (doxa) y el saber
cómo (know how); corresponde a un saber vivir obtenido por experiencia. En principio, en el Protágoras
las ideas de Sócrates sobre la virtud se relacionan con la episteme; sin embargo, en Menón o de la virtud se
percibe una alusión al dominio de la doxa. En otras palabras, la virtud en el Protágoras, de acuerdo con
Sócrates, es ciencia y por lo tanto puede enseñarse; en cambio, la virtud en el Menón no es ciencia, esta
pertenece al dominio de la conjetura u opinión verdadera y en consecuencia no puede enseñarse. En este
último caso, la virtud no es natural al hombre, esta representa una dotación que proviene de la divinidad.
Para un análisis más a fondo de esta distinción sugerimos ver: (Lopera 2004; Manrique 2008; Polanyi
1967; Platón, Protágoras; Menón; Ryle 2005).
14 Victoria Camps. Breve historia de la ética. Op. cit.; Platón. Protágoras. Para una perspectiva
aristotélica y un análisis más minucioso de la akrasía recomendamos ver: Bocardo (1999) y García (2007)
en relación con el silogismo práctico y la deliberación racional; y Nussbaum (“El discernimiento de la
percepción: una concepción aristotélica de la razón privada y pública”, Op. cit.; “Introducción: forma
y contenido, filosofía y literatura”, Op. cit.) para una aproximación de la akrasía y la sabiduría práctica
que relaciona la razón con la percepción (o sobre el discernimiento en casos particulares), la emoción y la
imaginación.
15 Aristóteles. Ética a Nicómaco, 1146a.
[69]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
16 Victoria Camps. El gobierno de las emociones. Barcelona: Herder Editorial, 2011; Victoria
Camps. Breve historia de la ética.
17 Martha Nussbaum. “El discernimiento de la percepción: una concepción aristotélica de la
razón privada y pública”. Op. cit., p. 134.
18 En Aristóteles, la virtud como excelencia se expresa en el carácter y los hábitos propios de las
virtudes éticas. En otras palabras, la virtud, más que ser conocida, ha de ser vivida (experienciada), y se
expresa con las decisiones y acciones cotidianas (Camps 2013; Haidt 2006; Nussbaum 1996; Schwartz y
Sharpe 2010).
19 Platón. Protágoras I.
20 Martha Nussbaum. “El discernimiento de la percepción: una concepción aristotélica de la
razón privada y pública”. Op. cit., p. 109.
21 Ibid.
[70]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
[71]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
27 Daniel Kahneman. “Mapas de racionalidad limitada. Psicología para una economía conduc-
tual”. Op. cit.; Daniel Kahneman. Pensar rápido, pensar despacio. Op. cit.; Orfelio León. “La toma de
decisiones individuales con riesgo desde la psicología”. Op. cit.; José Pena. “El problema de la racionalidad
en economía o las inconsistencias del Homo oeconomicus”. Op. cit.
28 Daniel Bernoulli. “Exposition of a New Theory on the Measurement of Risk”. Econometrica
22, n°1, 1954.
29 Ibid.
[72]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
Bernoulli suponía que los diferentes niveles de riqueza tenían una utili-
dad concreta, y proponía que la regla de decisión en las elecciones reali-
zadas en un contexto de riesgo fuera la de maximizar la utilidad esperada
de la riqueza (la esperanza moral). El lenguaje del ensayo de Bernoulli
es preceptivo —se refiere a lo que es sensato o razonable hacer— pero la
teoría se planteaba también como una descripción de las elecciones de
una persona razonable (Gigerenzer et al., 1989). Como en la mayoría
de los tratamientos modernos de la toma de decisiones, en el ensayo de
Bernoulli no se considera que haya ninguna tensión entre lo preceptivo
y lo descriptivo. La proposición de que los que toman decisiones evalúan
los resultados sobre la base de la utilidad de los estados finales en cuanto
a los activos se refiere ha sido conservada en el análisis económico durante
casi 300 años. Esto es bastante sorprendente, ya que se puede mostrar
fácilmente que es errónea; la denominaré el error de Bernoulli.
30 Jonathan Baron. Thinking and Deciding. Cambridge: Cambridge University Press, 2008; Ber-
noulli, “Exposition of a New Theory”; Daniel Kahneman. “Mapas de racionalidad limitada. Psicología
para una economía conductual”. Op. cit.; Orfelio G. León. “La toma de decisiones individuales con riesgo
desde la psicología”. Op. cit.
31 Daniel Kahneman. “Mapas de racionalidad limitada. Psicología para una economía conduc-
tual”. Op. cit., p. 192.
32 Daniel Bernoulli. “Exposition of a New Theory on the Measurement of Risk”. Op. cit.
33 Daniel Kahneman. “Mapas de racionalidad limitada. Psicología para una economía conduc-
tual”. Op. cit.
34 Ibid.; Daniel Kahneman. Pensar rápido, pensar despacio. Op. cit.
[73]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
[74]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
37 Ibid., p. 33. Traducción nuestra, versión original: Normative models evaluate thinking and de-
cision making in terms of the personal goals of the thinker or thinkers. For decision making, the normative
model consists of the policy that will, in the long run, achieve these goals to the greatest extent. Such a
model takes into account the probability that a given act (for example, leaving my umbrella at home) will
bring about a certain outcome (my getting wet) and the relative desirability of that outcome according to
the decision maker’s personal goals. It is not enough simply to say that the normative model is the decision
that leads to the best outcome (carrying an umbrella only when it will rain). We need a way of evaluating
decisions at the time they are made, so that we can give prescriptive advice to the decision maker who is
not clairvoyant.
38 Daniel Bernoulli. “Exposition of a New Theory on the Measurement of Risk”. Op. cit.
39 Daniel Kahneman y A. Tversky. “Prospect Theory: An Analysis of Decisions Under Risk”.
Econometrica 47, n°2 (1979). La Teoría de la Utilidad Esperada sugiere que el agente busca obtener el
mayor beneficio posible en su respectiva función de utilidad y, por tanto, procura satisfacer una serie de
axiomas en relación con sus preferencias (Kahneman 2012; León 1987). En cambio, la Teoría Prospectiva
explica que en todo proceso decisorio interviene una fase preparatoria y una fase evaluativa. En la primera
etapa, la información para elegir no se representa de forma fidedigna, de ahí la relevancia que tienen los
sesgos y heurísticos de elección; y en la segunda etapa, “se valora el impacto subjetivo de la probabilidad
así como la utilidad de la recompensa” (León 1987, p. 91). Al comparar ambas propuestas, Kahneman
(2003, p. 193) resalta lo siguiente: “Las preferencias parecen estar determinadas por las actitudes frente
a las ganancias y las pérdidas, definidas respecto a un punto de referencia, y la teoría de Bernoulli y sus
sucesoras no incluían tal punto. Consecuentemente, propusimos una teoría alternativa para el riesgo, en la
que la utilidad se vincula a las ganancias y a las pérdidas —variaciones de la riqueza en vez de niveles de la
misma. Una de las innovaciones derivadas de la teoría prospectiva fue que se presentó explícitamente como
una teoría descriptiva formal de las elecciones que la gente efectúa realmente y no como un modelo de
tipo normativo. Esto fue un cambio respecto a una larga historia de elección de modelos que servían para
perseguir un doble objetivo, como lógica de carácter normativo y como modelos descriptivos idealizados”.
40 Jonathan Baron. Thinking and Deciding. Op. cit.
41 Daniel Kahneman. “Mapas de racionalidad limitada. Psicología para una economía conduc-
tual”. Op. cit.; Orfelio G. León. “La toma de desiciones individuales con riesgo desde la psicología”. Op. cit.
[75]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
42 Daniel Kahneman. “Mapas de racionalidad limitada. Psicología para una economía conduc-
tual”. Op. cit.; Daniel Kahneman. Pensar rápido, pensar despacio. Op. cit.; Kahneman y Tversky. “Prospect
Theory: An Analysis of Decisions Under Risk”. Op. cit.
[76]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
43 Luis Cañas. El falso dilema del prisionero. Una visión más amplia de las decisiones racionales.
Madrid: Alianza Editorial, 2008, p. 57.
44 Ibid., p. 59.
45 Jonathan Baron. Thinking and Deciding. Op. cit.; Dennis Lidley. Understanding uncertainty.
New Jersey: John Wiley & Sons, 2006; Francisco Naishtat. “Racionalidad, determinismo y tiempo en la
decisión humana”. En Temporalidad, determinación, azar. Lo reversible y lo irreversible, compilado por S.
Bleichmar. Buenos Aires: Paidós, 1994; Nassim Taleb. El Cisne Negro. El impacto de lo altamente improba-
ble. Barcelona: Paidós Transiciones, 2011.
46 Luis Cañas. El falso dilema del prisionero. Una visión más amplia de las decisiones racionales.
Op. cit.
[77]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
47 Jonathan Baron. Thinking and Deciding. Op. cit.; Paula Glimcher. Decisiones, incertidumbre y
el cerebro. La ciencia de la neuroeconomía. México D.F.: Fondo de Cultura Económica, 2009; Juan Rivera.
“La borrosa distinción riesgo-incertidumbre”. Tecnológicas 19, 2007. De acuerdo con Cañas (2008), la
utilidad esperada entre dos decisiones alternativas con al menos dos sucesos inciertos se formaliza de la
siguiente manera: Ud1= p(s1) . u11 + p(s2) . u12 y Ud2= p(s1) . u21 + p(s2) . u22. Esta medición permite
al agente racional comparar y elegir entre la cuantificación de dos utilidades esperadas.
48 Luis Cañas. El falso dilema del prisionero. Op. cit., p. 61.
[78]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
Los agentes no son racionales por defecto, logran serlo cuando apren-
den a realizar un análisis formal de sus propias decisiones y lo aplican a sus
vidas. De tal manera que toman decisiones racionales en un sentido amplio.
Un agente racional que decide en condiciones de incertidumbre (interna y
externa), estima el grado de satisfacción o utilidad esperada de cada resultado
a obtener, dada la información disponible sobre las opciones de respuesta y
la probabilidad de ocurrencia de sucesos inciertos que de alguna forma pue-
dan afectar el resultado esperado. Una vez el agente racional realiza esta tarea
pone en marcha el curso de acción que asegura el mayor grado de satisfacción
personal, en medio de los sucesos inciertos. El autor equipara la vida con un
juego de ajedrez, metáfora que permite ilustrar tres niveles de análisis sobre la
decisión en incertidumbre:
49 Ibid., p. 75.
50 Ibid., p. 76.
[79]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
51 Ibid., p. 75.
52 Martha Nussbaum. “Introducción: forma y contenido, filosofía y literatura”. Op. cit., p. 382.
53 Daniel Kahneman. “Mapas de racionalidad limitada. Psicología para una economía conduc-
tual”. Op. cit.; Daniel Kahneman. Pensar rápido, pensar despacio. Op. cit.; José Pena. “El problema de la
racionalidad en economía o las inconsistencias del Homo oeconomicus”. Op. cit.; Nassim Taleb. ¿Existe la
suerte? Las trampas del azar. Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica, 2009; Nassim Taleb. El Cisne Negro. El
impacto de lo altamente improbable. Op. cit.
54 Francisco Naishtat. “Racionalidad, determinismo y tiempo en la decisión humana”. Op. cit.
[80]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
55 Daniel Kahneman. “Mapas de racionalidad limitada. Psicología para una economía conduc-
tual”. Op. cit.; José Pena. “El problema de la racionalidad en economía o las inconsistencias del Homo
oeconomicus”. Op. cit.; Herbert Simon. “Rational decision-making in bussiness organizations”. Nobel Me-
morial Lecture, 1978; Herbert Simon. “Bounded rationality in social science”. Mind and society 1, 2000.
56 Herbert Simon. “Rational decision-making in business organizations”. Op. cit.; Herbert Si-
mon. “Bounded rationality in social science”. Op. cit.
57 Por otra parte, Pena (2005), retomando un trabajo experimental de Selten y Ockenfels (1998)
que expone la interacción entre racionalidad instrumental y solidaridad en un grupo de personas, intro-
duce la distinción entre racionalidad epistémica, racionalidad evaluativa y racionalidad práctica. Según el
autor, “los trabajos de R. Selten y de las orientaciones conductuales tratan de introducir una dimensión
evaluativa y un análisis procesual en el análisis de la racionalidad. Los individuos, en estos trabajos, parten
de la información a la que tienen acceso sobre la que aplican un análisis cualitativo (racionalidad epistémi-
ca); estos agentes también disponen de unas metas formadas por un proceso de discernimiento individual
(racionalidad evaluativa) que no tiene por qué identificarse con la maximización de la utilidad individual,
para, finalmente, conformar una actuación pública o los medios para el logro de ese fin (racionalidad
práctica). Concretamente, este autor ha encontrado un buen ejemplo de racionalidad evaluativa en el
denominado juego de solidaridad. En este caso, los jugadores presentan un modo de racionalidad distinto
del instrumental que está basado en el valor de la solidaridad.” (p. 38).
58 Daniel Kahneman. “Mapas de racionalidad limitada. Psicología para una economía conduc-
tual”. Op. cit.; Daniel Kahneman. Pensar rápido, pensar despacio. Op. cit.
[81]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
[82]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
tual”. Op. cit.; Daniel Kahneman. Pensar rápido, pensar despacio. Op. cit. Smith (2005) propone distinguir
una racionalidad constructivista de una racionalidad ecológica en economía. La primera forma de racio-
nalidad indica el uso deliberado y consciente de la razón que permite una guía de elección en incerti-
dumbre y además posibilita la creación de normas con el propósito de regular interacciones económicas.
Y el segundo concepto de orden racional implica la existencia de “un sistema ecológico no planeado que
surge a raíz de procesos evolutivos tanto culturales como biológicos: principios de acción de cosecha
propia, normas, tradiciones y «moralidad». La racionalidad ecológica utiliza la razón —la reconstrucción
racional— para examinar el comportamiento que adoptan los individuos basándose en su experiencia y
en su conocimiento de los demás; individuos que son demasiado «simples» para aplicar herramientas cons-
tructivistas a la toma de decisiones, para comprender el orden emergente en las culturas humanas, para
descubrir la posible inteligencia contenida en las reglas, normas e instituciones de nuestra herencia cultural
y biológica, generadas a través de interacciones humanas pero no por un diseño humano intencionado. La
gente sigue las normas sin lograr articularlas, pero es posible descubrirlas” (pp. 205-206). Esta distinción
es propuesta en el discurso de concesión de Premio Nobel de Economía en el año 2002, momento en el
cual Kahneman (2003) recibe la misma distinción. Smith (2005) sugiere que los estudios en economía
conductual plantean una crítica relevante en la noción de racionalidad constructivista, rasgo compartido
con la agencia racional, pero no presta atención a la importancia de la racionalidad ecológica en la auto-
rregulación de los mercados.
[83]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
62 Pierre Aubenque. La prudencia en Aristóteles. Op. cit.; Juan Lopera. Sabiduría práctica y salud
psíquica, Op. cit.; Martha Nussbaum. “El discernimiento de la percepción: una concepción aristotélica de
la razón privada y pública”. Op. cit.; Martha Nussbaum. “El discernimiento de la percepción: una con-
cepción aristotélica de la razón privada y pública”. Op. cit.; Martha Nussbaum. “Virtudes no relativas: un
enfoque aristotélico”, en La calidad de vida, editado por Martha Nussbaum y Amartya Sen. México: Fondo
de Cultura Económica, 1996.
63 Vistoria Camps. Breve historia de la ética. Op. cit., p. 402.
64 Victoria Camps. Breve historia de la ética. Op. cit.; Barry Schwartz y Kenneth Sharpe. Practical
Wisdom. The right way to do the right thing. New York: Riverhead Books, 2010.
65 Stephen Hall. Wisdom: From Philosophy to Neuroscience. New York: Alfred A. Knopf, 2010;
Robert Sternberg, La sabiduría. Su naturaleza, orígenes y desarrollo. Bilbao: Editorial Descleé de Brouwer,
1994; Robert Sternberg, Wisdom, Intelligence, and Creativity Synthesized. Cambridge: Cambridge Univer-
sity Press, 2003.
66 Paul Baltes y J. Smith. “Hacia una psicología de la sabiduría y su ontogénesis”, en La sabi-
duría. Su naturaleza, sus orígenes y desarrollo, editado por Robert Sternberg. Bilbao: Editorial Desclée De
Brouwer, 1994, p. 117.
67 Paul Baltes y J. Smith. “Hacia una psicología de la sabiduría y su ontogénesis”. Op. cit., p. 109.
[84]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
[85]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
integra la inteligencia, la creatividad y el conocimiento para el logro de un bien común. Y esto requiere un
adecuado balance entre intereses (intrapersonales, interpersonales y extrapersonales), plazos (corto, mediano
y largo plazo) y entornos (adaptación a los entornos existentes y selección de nuevos entornos). El balance
es la asignación de un peso relativo, de acuerdo con las circunstancias, a cada uno de los componentes
señalados para el logro de un bien común. Por otra parte, Baltes y Smith (1994) en su propuesta conciben
la sabiduría como una forma de conocimiento experto que se traduce en una “percepción excepcional del
desarrollo humano y los asuntos de la vida, juicio excepcionalmente bueno, consejo y comentario sobre los
problemas difíciles de la vida” (p. 119). En el desarrollo de la sabiduría se estima el cumplimiento de los
siguientes cinco criterios: 1. Rico conocimiento factual (sobre las condiciones de vida y sus variaciones); 2.
Rico conocimiento procesual (estrategias de juicio y consejo en asuntos difíciles de la vida); 3. Contextualis-
mo (contextos de vida y sus relaciones); 4. Relativismo (reconocimiento de la diferencia entre valores, priori-
dades y objetivos, en situaciones que demandan un juicio o una decisión moral); 5. Incertidumbre (percep-
ción de la propia ignorancia, la indeterminación de la vida, y la forma particular de relacionarse con ambas;
más lejos del control y más cerca del juego y la posibilidad que brinda la ignorancia y la indeterminación).
72 Jaime Yañez et al. Serie: cognición, moral y desarrollo psicológico. Op. cit., p. 279.
73 Ibid., p. 280.
74 Ibid.
[86]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
Esta relación cómplice con el azar implica reconocer que toda deliberación en
incertidumbre constituye un arte falible, es decir, toda deliberación comporta
por defecto un riesgo, “incluso infinitesimal, de fracaso”77. Quien delibera
con incertidumbre capta un conjunto de posibilidades, elige una posibilidad
y, sin embargo, no puede garantizar con certeza que tal opción constituya
la mejor alternativa posible. Las variaciones impredecibles por azar pueden
alterar el curso de la opción elegida; también, baraja continuamente las opor-
tunidades de elección. De acuerdo con Nussbaum
[87]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
[88]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
[89]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
[90]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
Toda decisión implica optar por una alternativa. Una apertura y un cierre.
Para que una decisión sea posible es necesario contar con al menos dos op-
ciones de respuesta. En este caso, ambas alternativas, por defecto, están pre-
cedidas por un grado de ignorancia y por la indeterminación característica
del azar. En el orden de la ignorancia, ¿qué conocimiento albergamos sobre
los atributos y consecuencias de cada alternativa de respuesta? La amplitud o
estrechez de tal conocimiento configura la primera forma de incertidumbre,
esta hace referencia a limitaciones epistémicas presentes en el decisor. En el
orden del azar, ¿cuál es el nivel de aleatoriedad presente en el contexto que
exige tomar una decisión? De acuerdo con Mandelbrot87, el azar puede ma-
nifestarse de forma benigna, salvaje o lenta. Estas manifestaciones dependen
del nivel de indeterminación y posible predicción de los acontecimientos. En
las tres está presente la irregularidad, es decir, un suceso es azaroso en cuanto
su expresión acontezca de forma irregular, sin un patrón establecido. En el
azar benigno la predicción es posible, aunque no exacta, y la indeterminación
es aceptable. En el azar salvaje la predicción es imposible y el nivel de inde-
terminación intolerable. Y el azar lento constituye un azar benigno que se
comporta como salvaje. A gran escala, en el tiempo, los sucesos con azar lento
87 Benoît Mandelbrot. “Del azar benigno al azar salvaje”. Investigación y Ciencia 243, 1996.
[91]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
son predecibles, pero a pequeña escala temporal estos no son predecibles por
la lentitud presente en los cambios. De ahí que la evolución por selección
natural sea un ejemplo central en este caso88. Existen incertidumbres que son
singulares y otras que son compartidas89. Es decir, el nivel de incertidumbre es
distinto para cada persona en relación con su nivel de ignorancia y el contexto
habitual o imprevisto donde cada cual toma decisiones90. A su vez, esta es
compartida en tanto el nivel de ignorancia es similar y el contexto de elección
es idéntico para un conjunto de decisores. El nivel de incertidumbre y riesgo
en cada decisión varía en función del nivel de azar e ignorancia presente en la
percepción de las alternativas de respuesta. Hay un alto nivel de incertidum-
bre cuando hay un alto nivel de ignorancia y el azar presente en el contexto de
elección es salvaje, por lo tanto, el riesgo para el decisor es igualmente alto; y
existe un bajo nivel de incertidumbre cuando hay un bajo nivel de ignorancia
y el azar presente en el contexto de elección es benigno, por lo tanto, el riesgo
para el decisor es bajo.
Al respecto, Taleb afirma que “la distinción entre incertidumbre epis-
témica y óntica es importante desde el punto de vista filosófico, pero abso-
lutamente irrelevante en el mundo real. Cuesta muchísimo desentrañar la
incertidumbre epistémica de la más fundamental” 91. En otras palabras, en un
dominio de incertidumbre, de acuerdo con el autor, la ignorancia y el azar
son indisociables. Además de conservar un nivel de ignorancia, es difícil pre-
ver el nivel de azar presente en cada contexto que exige tomar una decisión.
El agente racional, en estos casos, supuestamente conoce a la perfección sus
preferencias y estima con el mayor grado de exactitud posible la probabilidad
de sucesos inciertos presentes por la incertidumbre exógena. En cambio, el
agente que ejerce la sabiduría para deliberar en incertidumbre reconoce sus
limitaciones en ambos sentidos y, en consecuencia, decide con prudencia,
especialmente en aquellas decisiones morales o existenciales con alto grado
de incertidumbre. Esto no implica una ausencia de interés por la predicción
en cualquier dominio de elección. Avizorar estados posibles en cada decisión
88 Ibid.
89 Nassim Taleb. El Cisne Negro. El impacto de lo altamente improbable. Op. cit.
90 Nassim Taleb. ¿Existe la suerte? Las trampas del azar. Op. cit.; Nassim Taleb. El Cisne Negro.
El impacto de lo altamente improbable. Op. cit.; Daniel Kahneman. Pensar rápido, pensar despacio. Op. cit.;
Juan Rivera. “La borrosa distinción riesgo-incertidumbre”. Op. cit.
91 Nassim Taleb. El Cisne Negro. El impacto de lo altamente improbable. Op. cit, p. 450.
[92]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
El bajo nivel de conocimiento que tiene el lego sobre ciertos estados del
mundo, lo obliga a recurrir a estas reglas […] Desde sus creencias des-
criben “posibles” estados del mundo […] Tanto el experto como el lego
hacen uso de estas probabilidades subjetivas al evaluar eventos con bajos
grados de conocimiento93.
***
[93]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
bre, este desarrolla una sugerencia normativa sobre cómo los agentes deben
decidir de forma razonable. La tesis principal que presentamos en este capítu-
lo sugiere la deliberación con sabiduría como un recurso más adecuado para
decidir en incertidumbre. La propuesta explicativa, que surge en la Moderni-
dad con una consideración normativa sobre la racionalidad, se propone una
reducción de la incertidumbre; contrario a una deliberación con sabiduría
cuyo punto de partida es una vuelta sobre sí mismo. En otras palabras, la
deliberación con sabiduría centra su atención, en principio, en un cuidado
de sí mismo reconociendo de forma permanente las limitaciones epistémi-
cas e indeterminadas, propias del azar, para elegir. Y esto especialmente en
aquellos casos donde se toman decisiones morales o existenciales, es decir,
en decisiones que tienen un efecto en el bienestar personal y colectivo, y en
las que el nivel de incertidumbre, por la singularidad de las circunstancias, es
alto. La sabiduría como un recurso para decidir, adquirida por experiencia,
representa en la actualidad un objeto de interés para la filosofìa y la psicolo-
gía. De una parte, como sugerencia ética para deliberar en incertidumbre y,
de otra parte, como objeto de estudio científico en seres humanos que han
logrado incorporar un saber que les permite tener la suficiente flexibilidad,
en el juicio y la decisión, para evaluar con discernimiento las circunstancias y
emitir una respuesta que exhibe una relación armónica entre la deliberación
y la experiencia adquirida. Entre la deliberación y la improvisación similar a
una ejecución virtuosa de jazz.
[94]
CAPÍTULO III
H asta hace apenas unos pocos años la pretensión del estudio de los asun-
tos éticos desde una perspectiva científica no era una posibilidad. Ha-
cia la segunda mitad del siglo pasado Edward O. Wilson, un estudiante de
postgrado en Harvard, lanzaría una sentencia inusual aseverando que algún
día la ética sería arrebatada de las manos de los filósofos y se integraría en la
“nueva síntesis” del pensamiento evolucionista y biológico1. Desde entonces
se han presentado una gama de estudios dedicados a plantear experimentos
y análisis estadísticos de las variables intervenidas para acceder a inferencias
de los asuntos éticos, algunos de los cuales serán abordados en este capítulo.
Valga la pena aclarar, a partir de los desarrollos del capítulo uno de la presente
investigación, que el que la ciencia moderna incursione en temas de los que
tradicionalmente estuvo alejada, no significa que, en consecuencia, se consti-
tuya en la única mirada sobre un asunto concreto, la ética, por ejemplo. Por
eso, la sentencia de Wilson de ‘arrebatar’ de las manos de los filósofos el es-
tudio de la ética, podría representar el peligro de un pensamiento dogmático
—tan ajeno a la ciencia misma— excluyente de otras aproximaciones sobre la
realidad2. Ya dijimos que Nussbaum3 por ejemplo, así como otros autores y
1 John Brockman. “Conferencia Edge sobre la nueva ciencia de la moral”. En: Las mejores deci-
siones, editado por John Brockman. Barcelona: Crítica, 2015.
2 Horacio Manrique y Alberto De Castro. “Realidad, teoría y conmensurabilidad: Reflexiones
en torno a las modas intelectuales en psicología”. CES Psicología 9.1, 2016, pp. 65-88.
3 Martha Nussbaum. “El discernimiento de la percepción: una concepción aristotélica de la
razón privada y pública”. Op. cit.
[95]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
4 Pierre Aubenque. La prudencia en Aristóteles. Op. cit.; Ursula Wolf. La filosofía y la cuestión de
la vida buena. Madrid: Síntesis, 1999.
5 Pierre Hadot. ¿Qué es la filosofía antigua? Op. cit.
6 Danie Lapsley y Darcia Narvaez. “A Social-cognitive approach to the moral personality”. En:
Moral development, self and identity, editado por Daniel Lapsley y Darcia Narvaez. Mahwah: Erlbaum,
2004.
7 Jonathan Baron. Thinking and Deciding. Op. cit.
8 Ibid., p. 32.
[96]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
9 Joshua Greene. “Conferencia Edge sobre la nueva ciencia de la moral”, en: Las mejores decisio-
nes, editado por John Brockman. Barcelona: Crítica, 2015, p. 302.
10 Ibid.
11 Jonathan Baron. Thinking and Deciding. Op. cit.
12 Ibid., p. 33.
[97]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
Esta es una de las pocas cosas que habría querido decir a un montón de
científicos a lo largo de mi carrera: “Mirad. Os queda mucha filosofía que
leer antes de poder pontificar sobre esto. Hay textos muy buenos sobre
estas cuestiones que haríais muy bien en estudiar”17.
13 Dilthey 1945.
14 Agostino Gemelli y Giorgio Zunini. Introducción a la psicología. Barcelona: Luis Miracle,
1953.
15 Wilhelm Wundt. “Objetos, divisiones y métodos de la psicología”. En: La psicología moderna:
textos básicos para su génesis y desarrollo histórico. Bilbao: Desclée de Brouwer, 1982.
16 Àngel Rivière. “Orígenes históricos de la psicología cognitiva: paradigma simbólico y procesa-
miento de la información”. Anuario de psicología/The UB Journal of psychology, 51, 1991, pp. 129-156.
17 Daniel Dennett. “La mente normal y afinada”. En: Las mejores decisiones, editado por John
Brockman. Barcelona: Crítica, 2015, p. 17.
18 John Brockman. “Conferencia Edge sobre la nueva ciencia de la moral”. Op. cit.
[98]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
sobre los mismos. Esto motivó, entre otras cosas, el estudio científico de la
naturaleza humana desde una perspectiva cultural, porque “al fin y al cabo, la
moral es un sistema de reglas que permite que grupos de personas convivan
en una armonía razonable”19. Ahora bien, la determinación académica frente
a la necesidad de estudiar la moral ante las condiciones sociales actuales de las
distintas culturas parece evidente; carecen de consenso, en cambio, las con-
sideraciones frente al origen de la moralidad humana. Dicho de otro modo,
el estudio de la moral es pertinente desde la perspectiva socio-cultural de las
comunidades humanas, pero profundizar en este estudio requiere establecer
su fundamento, con lo que se entra en el campo de la evolución y del inna-
tismo moral.
19 Ibid., p. 284.
20 Charles Darwin. The descent of man, and selection in relation to sex. New York: Appleton and
Company, 1996.
21 John Brockman. “Conferencia Edge sobre la nueva ciencia de la moral”. Op. cit.
22 Antonio Olivera La Rosa y Jaume Rosselló-Mir. “The new science of moral
cognition: the state of the art”. Anales de Psicología 30, 2014.
[99]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
23 Como los de: Jessica Flack y Frans De Waal. “Any animal whatever. Darwinian building blocks
of morality in monkeys and apes”. Journal of Consciousness Studies 7, (2000); Megan Van Wolkenten, Sarah
Brosnan y Frans De Waal, “Inequity responses of monkeys modified by effort”. Proceedings of the National
Academy of Sciences of the United States of America 104, (2007); Sarah Brosnan y Frans De Waal. “Monkeys
reject unequal pay”. Nature 425 (2003); Michael Tomasello, Josep Call y Brian Hare, “Chimpanzees un-
derstand psychological states –the question is which ones and to what extent”. Trends in Cognitive Sciences
7, (2003); Stephanie Preston y Frans De Waal, “Empathy: Its ultimate and proximate bases”. Behavioral
and Brain Sciences 25, n°1 (2002).
24 Steven Pinker. La tabla rasa: la negación moderna de la naturaleza humana. Barcelona: Paidós,
2003.
25 Ibid., p. 431.
26 Antonio Olivera La Rosa y Jaume Rosselló-Mir. “The new science of moral cognition: the state
of the art”. Op. cit.
27 Jonathan Haidt. “Conferencia Edge sobre la nueva ciencia de la moral”, en Las mejores decisio-
nes, editado por John Brockman. Barcelona: Crítica, 2015.
[100]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
[101]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
Cabe anotar, sin embargo, que el enfoque de Haidt, aunque social, deriva
en establecer unos receptores gustativos universales y, por tanto, propios de
la evolución histórica de la especie humana. Diríamos que es un enfoque
social desde la orilla del innatismo histórico-biológico. En cambio, a juicio
de Mary Midgley31, si bien hay una serie de disposiciones naturales de orden
social, presentes no solamente en los humanos, estos afectos naturales “no
crean por sí solos normas”32, que sería una de las características principales
de la moralidad: “Según esta explicación, la relación de los motivos sociales
naturales con la moralidad sería semejante a la de la curiosidad natural con la
ciencia, o entre el asombro natural y la admiración del arte”33. Para ello, para
trascender los afectos naturales —que en ocasiones se oponen a una inclina-
ción en el individuo, por ejemplo, el cuidado de la parentela por encima del
bien de la especie—, el ser humano hizo uso de las capacidades intelectuales
que lo destacan, actuando a partir de la reflexión, la deliberación, el discerni-
miento. Esta “ampliación es sin duda la aportación de la inteligencia humana,
que gradualmente crea horizontes sociales más amplios al crear las institucio-
nes”34. No constituye una sustitución de los afectos naturales, pero sí cierto
grado de restricción a la vez que de ampliación. Migdley finaliza así su artí-
culo: “Siempre es falaz (la «falacia genética») identificar cualquier producto
con su origen, por ejemplo decir «que en realidad la flor no es más que lodo
organizado». La moralidad, que surge de este núcleo, es lo que es”35. En una
articulación dialéctica entre los factores biológicos, los sociales, los culturales
y la elección subjetiva en torno a la moral, sostiene Ramírez:
31 James Midgley. Social development: The developmental perspective in social welfare. Sage, 1995.
32 Ibid., p. 37.
33 Ibid.
34 Ibid., p. 39.
35 Ibid., p. 41.
[102]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
3) Las experiencias del animal con el medio, que le enseña, mediante en-
sayo y error, nuevos hábitos (en los animales superiores, pues en los otros
sólo opera el tanteo y el rodeo).
4) La interacción (sobre todo la imitación, en los animales sociales) con
sus congéneres y otras especies. Es la socialización, que obliga a adquirir
ciertas costumbres y comportamientos para poder vivir en sociedad.
5) Las costumbres culturales, que se transmiten discursivamente, propias
de los animales que tienen códigos de señales y, muy particularmente, del
hombre, animal verbal, que comunica a sus prójimos, reglas, regulacio-
nes, reglamentos y leyes. El niño las aprende en su proceso de sujetación
a la cultura.
[103]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
[104]
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[105]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
45 Jürgen Habermas. Teoría de la acción comunicativa. Complementos y estudios previos. Op. cit.;
Jürgen Habermas. Teoría de la acción comunicativa. Tomos I y II. Op. cit.
46 Karl Popper. Conjeturas y refutaciones. El desarrollo del conocimiento científico. Buenos Aires:
Paidós, 1983.
47 Ibid., p. 291.
48 Platón. Menón II; Platón. Protágoras I; Werner Jaeger. Paideia. Los ideales de la cultura griega.
Op. cit.
[106]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
49 Platón. Protágoras I; Werner Jaeger. Paideia. Los ideales de la cultura griega. Op. cit.; Carlos Ra-
mírez et al. El método analítico. Vol. I. Formalización teórica. Bogotá: San Pablo, 2017; Adolfo López. “La
posición del analítico en la mayéutica socrática”. Tesis de pregrado, Universidad de Antioquia, 1995.
50 Martha Nussbaum. “El discernimiento de la percepción: una concepción aristotélica de la ra-
zón privada y pública”. Op. cit.
51 Jean Piaget. El estructuralismo. Barcelona: Orbis, 1974, p. 50.
52 Jean Piaget. Seis estudios de psicología. Barcelona: Ariel, 1990, p. 54.
[107]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
53 Véase la obra de Hadot (1998, 2006, 2009), en la que destaca el valor protréptico de las sen-
tencias, aforismos y máximas de los filósofos posaristotélicos y, en general, de la filosofía entendida como
manera de vivir, fundamentada en una amplia diversidad de ejercicios espirituales; son prescripciones para
el logro de la vida buena y la obtención de la eudaimonía.
54 Jonathan Haidt. “Conferencia Edge sobre la nueva ciencia de la moral”. Op. cit.
55 Daniel Lapsley y Darcia Narvaez. “A Social-cognitive approach to the moral personality” Op. cit.
56 Ibid., p. 7.
57 Jonathan Haidt. “Conferencia Edge sobre la nueva ciencia de la moral”. Op. cit.
58 Daniel Lapsley y Darcia Narvaez. “A Social-cognitive approach to the moral personality” Op. cit.
[108]
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[109]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
Para Aristóteles, una teoría ética que comienza con la justificación de una
decisión para actuar, comienza desde mucho antes. Antes de decidir cómo
actuar, hay que reconocer que la situación requiere acción. La decisión
64 Blaine Fowers. “Reason and human finitude: in praise of practical wisdom”. American Behav-
ioral Scientist 47, n°4 (2003); Robin Holt. “Principals and practice: Rhetoric and the moral character of
managers”. Human Relations 59, n° 12 (2006); Marcia Homiak. “Aristotle on the Soul’s Conflicts: Toward
an Understanding of Virtue Ethics”, en Reclaiming the History of Ethics: Essays for John Rawls, editado por
Andrews Reath, Barbara Herman y Christine Korsgaard. Cambridge: Cambridge University Press, 1997;
Martha Nussbaum. “The Discernment of Perception: An Aristotelian Conception of Private and Public
Rationality”, en Proceedings of the Boston Area Colloquium in Ancient Philosophy, Vol. I, editado por John
Cleary. Lanham: University Press of America, 1985; Pierre Hadot. ¿Qué es la filosofía antigua antigua?
Op. cit.; Pierre Hadot. Ejercicios espirituales y filosofía antigua. Op. cit.; Pierre Hadot. La filosofía como
forma de vida. Conversaciones con Jeannie Carlier y Arnold I. Davidson. Op. cit.; Christine Swanton. Virtue
Ethics: A Pluralistic View. Oxford: Oxford University Press, 2003.
65 Martha Nussbaum. La fragilidad del bien. Op. cit., p. 387.
66 Chris Provis. “Virtuous Decision Making”, p. 5.
67 Martha Nussbaum. “El discernimiento de la percepción: una concepción aristotélica de la
razón privada y pública”. Op. cit.
[110]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
68 Nancy Sherman. The fabric of character: Aristotle’s theory of virtue. Oxford University Press,
1989, p. 29.
69 Chris Provis. “Virtuous Decision Making for Business Ethics”. Op. cit., p. 6.
70 Paul Churchland. The Engine of Reason, the Seat of the Soul. Cambridge: MIT Press, 1995.
71 Andy Clark. “Word and Action: Reconciling Rules and Know-How in Moral Cognition”, en
Moral Epistemology Naturalized, editado por Richmond Campbell y Bruce Hunter. University of Calgary
Press, Calgary. Canadian Journal of Philosophy Supplementary 26, 2000; Jonathan Haidt. “The Emotion-
al Dog and Its Rational Tail: A Social Intuitionist Approach to Moral Judgment”. Psychological Review 108,
n°4, 2001.
[111]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
Si sólo fuéramos a describir cómo piensa la gente sin hacer nada al respec-
to, sin aplicar nuestros conocimientos para cambiar la manera de relacio-
narnos con nuestros problemas, no creo que el resultado tuviera mucho
valor. Creo que el valor reside en aplicar el conocimiento científico a
problemas reales74.
72 Peter Steinberger. The Concept of Political Judgment. Chicago: University of Chicago Press,
1993.
73 Karyn Lai. Learning from Chinese Philosophies. Ashgate: Aldershot, 2006, p. 109.
74 Joshua Greene. “Conferencia Edge sobre la nueva ciencia de la moral”. Op. cit., p. 302.
75 Jonathan Baron. Thinking and Deciding. Op. cit.
[112]
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[113]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
[114]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
¿Qué puede ser, pues, la libertad de la voluntad sino autonomía, esto es,
propiedad de la voluntad de ser una ley para sí misma? […] Si, pues, se
supone libertad de la voluntad, síguese la moralidad, con su principio,
por mero análisis de su concepto81.
80 Immanuel Kant. Crítica a la razón práctica. España: Fondo de Cultura Económica, 2005.
81 Ibid., p. 60.
82 Jesus Goenaga. “Revisión sistemática sobre juicio moral en toma de decisiones morales, 2005-
2015”, Tesis de maestría, Universidad de Antioquia, 2016.
83 Immanuel Kant. Crítica del juicio. Madrid: Tecnos, 2007.
[115]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
[116]
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[117]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
99 E. Pérez y V. Mestre. “Orígenes Históricos Del Libro De Jean Piaget Sobre El Juicio Moral en
el niño: sus fuentes filosóficas y científicas”. Revista de Historia de la Psicología 17, n°3-4, 1996, p. 139.
100 Sigmund Freud. “Tres ensayos de teoría sexual” [1905], en Obras completas, Vol. 7. Buenos
Aires: Amorrortu, 1998.
101 Sigmund Freud. “El yo y el ello” [1923], en Obras Completas. Vol. 19. Buenos Aires: Amorror-
tu, 1998.
102 Sigmund Freud. “Pulsiones y destinos de pulsión” [1915], en Obras completas, Vol. 14. Buenos
Aires: Amorrortu, 1998.
103 Sigmund Freud. “La represión”, en Obras Completas. Vol. 14. Buenos Aires: Amorrortu, 1998.
104 Alfred Lorenzer. “Símbolo, interacción y praxis”, en Teoría crítica del sujeto. Ensayos sobre psi-
coanálisis y materialismo histórico. Siglo xxi, 1986.
105 Jacques Lacan. El seminario de Jacques Lacan. Libro 5. Las formaciones de lo inconsciente. 1957-
1958. Buenos Aires: Paidós, 1999; Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit.,
Ens. 52. “RFIS: La procedencia de los cuatro registros”, p. 119.
106 Sigmund Freud. “El yo y el ello”. Op. cit.
[118]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
psíquica. Este superyó compara al niño (a su yo) con el ideal de yo, esto es,
con “el conjunto de ideales que los demás esperan que el niño realice”107,
generando sentimientos de culpa cuando no se cumple con dicho ideal, o
exigiendo nuevas renuncias.
Ahora bien, el sujeto puede ir más allá de ese ideal social (Ideal del Yo) y
construir, gradualmente, un ideal subjetivo, que responde a su propia historia
vital, a sus intereses y deseos, estableciendo una distancia o separación con
respecto a ser sólo un objeto que responde al deseo del Otro —a los ideales
sociales—. Dicho de otra manera, pasa de ser un sujetado a ser un sujeto108,
que si bien conserva algo de alienación —o enajenación en términos de Ga-
damer—, también asume su propia posición y elige desde sí mismo.
Toda esta estructuración psíquica da las bases para que el sujeto, en-
frentado al diario vivir, responda de diversas maneras, contando con sus de-
terminaciones —biológicas y discursivas— y con su elección personal. Así
entonces, hay una responsabilidad indirecta (pasiva) “frente a aquellas cosas
o aconteceres que están dados y ante los que tenemos que responder, que-
ramos o no”109; y una responsabilidad directa (activa), que es justamente la
responsabilidad ética o secundaria, propia del ser humano, que decide desde sí
mismo, haciendo uso de sus capacidades de deliberación y reflexión (proceso
secundario), contando con las motivaciones inconscientes, afectivas, emo-
cionales110, basadas en otra lógica, llamada primaria o proceso primario de
pensamiento111.
Sobre la relación entre los procesos morales, tales como la conciencia
moral, la auto-observación y la formación de ideales con las funciones del
superyó, dice Castilla:
107 Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit., Ens. 12. “Los objetos del
otro”, p. 40.
108 Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit.; Manrique et al. Clínica
analítica de las organizaciones. Op. cit.; Juan Lopera et al. El objeto de la psicología: el alma como cultura
encarnada. Medellín: Universidad de Antioquia, 2010.
109 Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit., p. 48.
110 Ibid., Ens. 16, p. 49.
111 Sigmund Freud. “Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico” [1911], en
Obras Completas, Vol. 12. Buenos Aires: Amorrortu, 1998.
[119]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
112 Carlos Castilla del Pino. “Freud y la génesis de la conciencia moral”, en: Historia de la Ética.
Barcelona: Crítica, 1989, pp. 93-94.
113 José Carracedo. “La psicología moral (de Piaget a Kohlberg)”, en: Historia de la Ética, editado
por Victoria Camps. Barcelona: Crítica, 1989.
114 John Flavell. La psicología evolutiva de J. Piaget. Buenos Aires: Paidós, 1968.
115 Albert Bandura y F. McDonald. “The influence of social reinforcement and the behavior of
models in shaping children’s moral judgments”. Journal of Abnormal and Social Psychology 68, 1963.
116 Elisa Basanta, Elizabeth Ormart y Juan Brunetti. “La psicología del desarrollo moral (debates
y problemas)”. Op. cit.
[120]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
ceso que permite reflexionar sobre los valores y ordenarlos en jerarquía lógica,
especialmente cuando se enfrenta a un dilema moral”117. Para Kohlberg el juicio
moral es anterior a la acción, puesto que consiste en la capacidad para razonar
sobre asuntos morales, a partir de un desarrollo que ha de contar con capaci-
dades racionales y perspectiva social118. Así pues, definió tres niveles básicos de
razonamiento moral que dan cuenta cada uno de diferentes formas como el
niño asume los problemas morales; además consideró dos estadios para cada
nivel, los cuales se refieren a los criterios por los que se ejercita el juicio moral.
Lo que distingue la clasificación de Kohlberg es “que los estadios siguen
siempre un mismo orden, de menor a mayor complejidad, y que éstos son
idénticos para todos los seres humanos, independientemente del contexto
cultural o de los orígenes familiares”119. Goenaga, además, indica que “en
Kohlberg, el desarrollo maduro del juicio moral no está supeditado a la rela-
ción del sujeto con la norma o regla social, sino que trasciende este aspecto; el
comportamiento moral se rige por los principios de la persona” 120.
En este desarrollo moral, Kohlberg propone un nivel preconvencional,
conformado por el estadio uno —lo correcto es la obediencia literal a la nor-
ma— y el estadio dos —lo correcto es atender las necesidades propias—121.
Luego, habría un nivel convencional, compuesto por el estadio tres —lo co-
rrecto es adoptar una actitud amable— y el estadio cuatro —noción de la
importancia del mantenimiento del orden social—. Sigue el nivel posconven-
cional, con el estadio cinco —se sostienen los derechos y contratos básicos
de una sociedad— y el estadio seis —la acción moral se guía por principios
éticos universales—.
Diversos autores, mencionados por Carracedo122, han sistematizado las
numerosas versiones de la clasificación de Kohlberg, entre ellos Bergling123
[121]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
124 Anne Colby. “Evolution of a moral-development theory. Moral Development”. New Directions
for Child Development 2, 1978.
125 Eduardo Dávila. “Aproximación pragmática a la teoría del juicio moral, desde la crítica a Ko-
hlberg”. Op. cit., p. 1279.
126 José Carracedo. “La psicología moral (de Piaget a Kohlberg)”. Op. cit.
127 José Carracedo. “La psicología moral (de Piaget a Kohlberg)”. Op. cit.
128 Elliot Turiel, Ileana Enesco y José Linaza. El mundo social en la mente infantil. Madrid: Alianza,
1989.
129 Elisa Basanta, Elizabeth Ormart y Juan Brunetti. “La psicología del desarrollo moral (debates
y problemas)”. Op. cit.
130 Kurt Bergling. Moral development. The validity of Kohlberg’s theory. Op. cit.
131 Ibid.
[122]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
132 Carol Gilligan. “In a different voice: Womens conception of self and morality”. Harvard Edu-
cational Review 47, n°4, 1977.
133 Carol Gilligan. “Woman’s place in man’s life cycle”. Harvard Educational Review 49, n°4, 1979.
134 Ibid.
135 L. Kohlberg, Ch. Levine y A. Hewer. “Synopsis and Detailed Replies to Critics”, en Essays on
moral development. 2: The psychology of moral development, editado por Lawrence Kohlberg. San Francisco:
Harper and Row, 1984.
136 Benoît Monin, David Pizarro y Jennifer S. Beer. “Deciding versus reacting: Conceptions of
moral judgment and the reason-affect debate”. Review of General Psychology 11.2, 2007.
[123]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
137 Herbert Simon. “A behavioral model of rational choice.” The quarterly journal of economics
69.1, 1955, pp. 99-118.
138 Chen-Bo Zhong y Katie Liljenquist “Washing away your sins: Threatened morality and phys-
ical cleansing”. Science 313.5792, 2006, pp. 1451-1452.
139 John Murnighan, D. A. Cantelon y T. Elyashiv. “Bounded personal ethics and the tap dance of
real estate agency.” Advances in qualitative organizational research, 2001; Dolly Chugh y Max Bazerman.
“Bounded awareness: What you fail to see can hurt you”. Mind & Society 6.1, 2007, pp. 1-18.
140 Jesus Goenaga. “Revisión sistemática sobre juicio moral en toma de decisiones morales, 2005-
2015”. Op. cit., pp. 240-241.
[124]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
[125]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
en la pista por donde sale desde debajo del puente. ¿Qué hacer? Como
experto en tranvías, usted sabe de una determinada manera que podría
detener el tranvía fuera de control: la caída de un peso muy pesado en su
camino. Pero ¿dónde encontrar uno? Sucede que a su lado en el puente
hay un hombre gordo, realmente gordo. Está inclinado sobre la barandi-
lla, mirando el tranvía; todo lo que se tiene que hacer es darle un pequeño
empujón, y caerá por encima de la barandilla sobre la pista en la trayecto-
ria del tranvía. ¿Sería admisible para usted hacer esto?144.
144 Judith Thomson. “The trolley problem”. Yale LJ 94, 1984, p. 1409.
145 Jonathan Haidt. “The Emotional Dog and Its Rational Tail: A Social Intuitionist Approach to
Moral Judgment”. Psychological Review 108, n°4, 2001.
146 Ibid.
147 Joshua Greene. “Why are VMPFC patients more utilitarian? A dual-process theory of moral
judgment explains”. Trends in cognitive sciences 11.8, 2007, pp. 322-323.
148 Jesus Goenaga. “Revisión sistemática sobre juicio moral en toma de decisiones morales, 2005-
2015”. Op. cit., p. 242.
[126]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
El estudio del proceso mental ante un conflicto moral implica diferenciar dos
tipos de situaciones que han merecido la atención en la literatura científica
sobre juicio y toma de decisiones morales: las situaciones de reacción moral y
los dilemas morales152.
En primer lugar, las situaciones de reacción moral permiten compren-
der la operación intuitiva desde su influencia emocional. En este sentido el
proceso cognitivo moral está vinculado a lo que comúnmente puede enten-
derse como una opinión del individuo sobre la acción de un tercero ante una
situación de conflicto moral. Se considera que el juicio moral en estos casos
opera de manera rápida y cargada de afecto, además que las racionalizaciones
post hoc que brindan las personas pueden tener poco que ver con su impulso
original153.
Así pues, según Goenaga las situaciones de reacción moral:
[127]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
Para Monin, Pizarro y Beer (2007) los dilemas son escenarios construidos
para poner de relieve un conflicto entre dos principios morales, y pare-
cen especialmente apropiados si existe un interés por entender cómo los
individuos participan en el razonamiento moral. [...] Actualmente, existe
mucha variedad en la formulación de los dilemas morales (dm), sin em-
bargo, Monin, Pizarro y Beer (2007) señalan que existen dos constantes
en ellos: primero, que los participantes están invitados a asesorar al agen-
te desde una perspectiva de primera persona y a comparar los posibles
resultados en lugar de reaccionar ante un hecho consumado; segundo,
que ponen de relieve un conflicto de deberes morales, ya que a menudo
hay que decidir entre dos cursos de acción moralmente correctos pero
incompatibles. De esta forma, los dm se centran en el proceso de toma de
decisiones y la importancia del razonamiento deliberativo para determi-
nar qué se debe hacer en una situación155.
154 Jesus Goenaga. “Revisión sistemática sobre juicio moral en toma de decisiones morales, 2005-
2015”. Op. cit., p. 244.
155 Ibid., pp. 245-246.
156 Benoît Monin, David Pizarro y Jennifer S. Beer. “Deciding versus reacting: Conceptions of
moral judgment and the reason-affect debate”. Op. cit.; Julia Christensen y Antoni Gomila. “Moral dilem-
mas in cognitive neuroscience of moral decision-making: A principled review”. Neuroscience & Biobeva-
hioral Reviews 36.4, 2012, pp. 1249-1264.
[128]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
Utilitarismo y deontología
[129]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
tancia de los patrones, las reglas de conducta y otras normas formales para
determinar el comportamiento moral.
La división entre un sistema ético deontológico y un sistema ético
utilitarista fue propuesta por Greene et al.160, a partir de los resultados de-
rivados de la observación de lo que ocurría en el cerebro de las personas
sometidas a ciertos dilemas llamados personales, pues conciernen al daño
que el sujeto tendría que realizar directamente (personalmente) a un terce-
ro con el fin de salvar la vida de otros. Encontraron que ante estos dilemas
personales había una importante activación de aquellas zonas del cerebro
que controlan las emociones161. Se hicieron comparaciones con lo que ocu-
rría con otro tipo de dilemas, llamados impersonales, en los que la acción
no es directa, y se estableció una relación entre el sistema ético utilitarista
y lo racional; y entre el sistema ético deontológico y lo emocional. Rosas
et al.162 señalan que el trabajo de Greene buscó predecir que los individuos
responderían de manera utilitarista a los dilemas personales, aprobando una
violación de mandatos deontológicos contra el daño a inocentes en pro de
salvar más vidas.
Goenaga163 plantea que desde entonces se ha defendido que los juicios
morales utilitaristas son impulsados por los procesos cognitivos controlados,
mientras que los juicios no utilitarios o deontológicos son impulsados por
las respuestas emocionales automáticas164. Los juicios utilitarios o consecuen-
cialistas se han comprendido como aquellos que están dirigidos a maximizar
los beneficios y a minimizar los costos, por lo que contrasta con los juicios
deontológicos en los que se consideran los derechos y deberes establecidos.
Para Greene et al.165 una resolución utilitarista de un conflicto moral estaría a
favor de realizar la acción que genere un bien mayor, así se traduzca en daño
a un particular; mientras que una resolución deontológica, por ejemplo en el
160 Joshua Greene et al. “The neural bases of cognitive conflict and control in moral judgment”.
Neuron 44.2, 2004, pp. 389-400.
161 Joshua Greene et al. “An fMRI investigation of emotional engagement in moral judgment”.
Science 293.5537, 2001, pp. 2105-2108.
162 Alejandro Rosas et al. “¿Decisión utilitarista o decisión aleatoria? Crítica a una tesis
atrincherada en la neurociencia cognitiva”. Ideas y Valores 62, n°153, 2013.
163 Jesus Goenaga. “Revisión sistemática sobre juicio moral en toma de decisiones morales, 2005-
2015”. Op. cit.
164 Joshua Greene et al. “Pushing moral buttons: The interaction between personal force and
intention in moral judgment” Cognition 111.3, 2009, pp. 364-371.
165 Ibid.
[130]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
dilema de Trolley, consideraría que sacrificar a una persona para salvar a cinco
sería una violación inaceptable de los derechos y deberes.
166 Jesus Goenaga. “Revisión sistemática sobre juicio moral en toma de decisiones morales, 2005-
2015”. Op. cit., p. 252.
167 Everett Kahane et al. “«Utilitarian» judgments in sacrificial moral dilemmas do not reflect
impartial concern for the greater good”. Op. cit.
168 Peter Singer. “Practical ethics. 1993”. New York, 1979.
[131]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
169 Everett Kahane et al. “«Utilitarian» judgments in sacrificial moral dilemmas do not reflect
impartial concern for the greater good”. Op. cit.
170 Ibid., p. 194.
171 Robert Kurzban, Peter DeScioli y Daniel Fein. “Hamilton vs. Kant: Pitting adaptations for al-
truism against adaptations for moral judgment” Evolution and Human Behavior 33.4, 2012, pp. 323-333.
172 William Hamilton. “The genetical evolution of social behaviour. II”. Journal of theoretical
biology 7.1, 1964, pp. 17-52.
173 Julia Christensen y Antoni Gomila. “Moral dilemmas in cognitive neuroscience of moral
decision-making: A principled review”. Op. cit.
174 David Williams. “Dibutyl-and di-(2-ethylhexyl) phthalate in fish”. Journal of agricultural and
food chemistry 21.6, pp. 1128-1129.
[132]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
opera en tal conflicto. Así pues, se han evaluado en los dilemas morales, como
ya dijimos, situaciones en las que los participantes deben decidir si sacrifican
la vida de una persona con el fin de salvar la vida de un número mayor, in-
terpretándose que, cuando los participantes apoyan el daño hacia una perso-
na, se indica que hacen juicios utilitarios; mientras que cuando lo rechazan,
se comprende que se están realizando juicios deontológicos. Sin embargo,
Christensen y Gomilla175 señalan que, al estudiar el juicio utilitarista en las
situaciones de elección en un dilema moral se encuentra con frecuencia que el
resultado previsto como utilitarista no tiene nada que ver con “el mejor resul-
tado global”. Estos autores indican que la perspectiva utilitarista asumida por
la psicología moral no logra explicar plenamente el juicio a partir del criterio
de obtención de la “mayor rentabilidad” o el “mal menor”.
Kahane et al.176 sostienen que las grandes afirmaciones teóricas del uti-
litarismo son problemáticas, puesto que para aprobar un daño en el contexto
inusual de los dilemas morales de sacrificio no se hace necesario expresar una
preocupación imparcial por el bien mayor. Para los autores, no se puede supo-
ner que la tendencia a hacer juicios utilitaristas en dilemas personales refleje
realmente una preocupación genuina por el bien mayor.
Un dato relevante en los estudios con dilemas morales que han distin-
guido juicios utilitaristas y deontológicos, a partir de variaciones del dilema
de Trolley y Footbridge, es que se encuentra una relación entre el juicio uti-
litarista y rasgos antisociales como la psicopatía, o con la disminución de la
preocupación empática. Kahane et al.177 citan muchos de los estudios que
establecen estas relaciones178. Ante estos resultados en torno a la relación en-
tre psicopatía y disminución de la preocupación empática con el (supuesto)
175 Julia Christensen y Antoni Gomila. “Moral dilemmas in cognitive neuroscience of moral
decision-making: A principled review”. Op. cit.
176 Everett Kahane et al. “«Utilitarian» judgments in sacrificial moral dilemmas do not reflect
impartial concern for the greater good”. Op. cit.
177 Ibid.
178 Daniel Bartels y David Pizarro. “The mismeasure of morals: Antisocial personality traits pre-
dict utilitarian responses to moral dilemmas”. Cognition 121.1 (2011), pp. 154-161; Andrea Glenn et al.
“No volumetric differences in the anterior cingulate of psychopathic individuals”. Psychiatry Research:
Neuroimaging 183.2 (2010), pp. 140-143; Blake Myers-Schulz y Michael Koenigs. “Functional anatomy
of ventromedial prefrontal cortex: implications for mood and anxiety disorders”. Molecular psychiatry
17.2 (2012), p. 132; Katja Wiech e Irene Tracey. “Pain, decisions, and actions: a motivational perspective”.
Frontier in neuroscience 7 (2013); Molly Crockett et al. “Serotonin selectively influences moral judgment
and behavior through effects on harm aversion”. Proceedings of the National Academy of Sciences 107.40
(2010): 17433-17438.
[133]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
179 Everett Kahane et al. “«Utilitarian» judgments in sacrificial moral dilemmas do not reflect
impartial concern for the greater good”. Op. cit., p. 207.
180 Benoît Monin, David Pizarro y Jennifer S. Beer. “Deciding versus reacting: Conceptions of
moral judgment and the reason-affect debate”. Op. cit.
181 Jonathan Haidt. “The Emotional Dog and Its Rational Tail: A Social Intuitionist Approach to
Moral Judgment”. Op. cit.
182 Adenekan Dedeke. “A cognitive–intuitionist model of moral judgment”. Journal of Business
Ethics 126.3, 2015, pp. 437-457.
[134]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
183 Jonathan Haidt. “The Emotional Dog and Its Rational Tail: A Social Intuitionist Approach to
Moral Judgment”. Op. cit.
184 Chen-Bo Zhong y Katie Liljenquist “Washing away your sins: Threatened morality and phys-
ical cleansing”. Op. cit.
185 J. M. Paxton, L. Ungar, L. y J. D. Greene. “Reflection and reasoning in moral judgment”.
Cognitive Science 36, n°1, 2012.
186 David Pizarro y Paul Bloom. . “The intelligence of the moral intuitions: A comment on Haidt
(2001)”, 2003, p. 193.
187 Paxton, Ungar y Greene. “Reflection and reasoning in moral judgment”. Op. cit.
188 Shaun Nichols. Sentimental rules: On the natural foundations of moral judgment. Oxford Uni-
versity Press, 2004.
[135]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
Adicional al sim, la Teoría del Procesamiento Dual (Dual Process Theory, dpt)
de Greene et al.189 presenta un modelo humeano-kantiano de la toma de
decisiones morales. Según Dedeke190, la dpt propone que los hechos son per-
cibidos en paralelo, tanto desde el sistema racional como desde el sistema
intuitivo. Es decir, desde este modelo, el procesamiento moral implica tanto
un procesamiento controlado como uno automático, generando una doble
entrada que puede o no estar en conflicto. Para Greene et al.191 la decisión
moral de una persona consiste en la resolución del conflicto que se da entre
estas dos entradas interdependientes.
Los supuestos de dpt planteados por Greene et al.192 y citados por Suter
y Hertwig son:
189 Joshua Greene et al. “An fMRI investigation of emotional engagement in moral judgment”.
Op. cit.
190 Adenekan Dedeke. “A cognitive–intuitionist model of moral judgment”. Op. cit.
191 Joshua Greene et al. “An fMRI investigation of emotional engagement in moral judgment”.
Op. cit.
192 Ibid.
193 Renata Suter y Ralph Hertwig. “Time and moral judgment”. Cognition 119.3, 2011, p. 455.
194 Jesus Goenaga. “Revisión sistemática sobre juicio moral en toma de decisiones morales, 2005-
2015”. Op. cit.
195 Adenekan Dedeke. “A cognitive–intuitionist model of moral judgment”. Op. cit.
[136]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
de las críticas hechas al sim. Debido a que el uso de dilemas tipo Trolley deja-
ba dudas en el marco experimental frente al análisis del componente intuiti-
vo, la dpt se desarrolló en medio de una formulación frente a estos dilemas,
determinando que el dilema de Trolley, en el que se presiona un botón o se
activa un interruptor, corresponde a un dilema moral impersonal; mientras
que el dilema de Footbridge, en el que se empuja al hombre gordo desde el
puente, corresponde a un dilema moral personal. El primer caso es imperso-
nal porque el decisor actúa estrictamente para desviar una amenaza existente
en lugar de evitar la amenaza. El dilema de Footbridge se considera personal
porque el decisor debe actuar directamente sobre la víctima aplicando un
daño, viéndose involucrado todo su cuerpo.
La discrepancia entre los resultados del dilema moral personal de Foot-
bridge y el dilema moral impersonal de Trolley se vería explicada, según De-
deke196, a la luz de la dpt, la cual considera que, en el dilema personal, el
pensamiento de empujar a alguien delante de un carro provoca una respuesta
emocional negativa que conduce a la desaprobación moral de la ley de no
matar. En cambio, en el dilema impersonal, las personas participan del razo-
namiento consecuencial (i. e. “el fin justifica los medios”), un tipo de lógica
que se activa cuando no prevalece la respuesta emocional. De esta forma,
para Greene, cuando no se dispara la respuesta emocional, el razonamiento
utilitarista prevalece en la toma de decisiones.
196 Ibid.
[137]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
197 Ibid.
198 Mihai Avram et al. “Neurofunctional correlates of esthetic and moral judgments”. Neuroscien-
ce letters 534, 2013, pp. 128-132.
199 Antonio Olivera La Rosa y Jaume Rosselló-Mir. “The new science of moral cognition: the state
of the art”. Op. cit.
200 Marc Hauser. Moral minds: How nature designed our universal sense of right and wrong. New
York: Ecco, 2006.
201 Alasdair MacIntyre. Tras la virtud. Barcelona: Crítica, 1987.
202 Michael Sandel. “El liberalismo y los límites de la justicia”. Barcelona: Gedisa, 2000.
203 Yañez, Corredor y Pacheco. “La sabiduría y la psicología del desarrollo moral”. Op. cit.
[138]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
204 Joshua Greene. “Pushing moral buttons: The interaction between personal force and intention
in moral judgment”. Op. cit.
205 Jonathan Haidt. “The Emotional Dog and Its Rational Tail: A Social Intuitionist Approach to
Moral Judgment”. Op. cit.
206 Carlos Ramírez y Carmen Saavedra. “El sentido de la vida. Una aproximación axiológica”.
Tesis de Maestría, Universidad de Antioquia, 1981, p. 82.
207 Ibid., p. 85.
208 Ricardo Parellada. “Moral judgment in states of deliberative equilibrium”. Revista de filosofía
31.1, 2006, pp. 167-180.
[139]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
209 Dennis Krebs. “Morality: An evolutionary account”. Perspectives on psychological science 3.3,
2008, pp. 149-172.
210 Ibid.
211 Alan Fiske. “The four elementary forms of sociality: framework for a unified theory of social
relations”. Psychological review 99.4, 1992, pp. 689-723.
212 Carlos Ramírez y Carmen Saavedra. “El sentido de la vida. Una aproximación axiológica”. Op.
cit., p. 65.
[140]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
213 Jesus Goenaga. “Revisión sistemática sobre juicio moral en toma de decisiones morales, 2005-
2015”. Op. cit.
214 Ibid.
[141]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
[142]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
[143]
CAPÍTULO IV
La intuición
[145]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
1 Martha Nussbaum. La fragilidad del bien. Fortuna y ética en la tragedia y la filosofía griega. Op. cit.
2 Pierre Aubenque. La prudencia en Aristóteles. Op. cit.
3 Daniel Kahneman. “Mapas de racionalidad limitada. Psicología para una economía conduc-
tual”. Op. cit.; Gary Klein. “Intuición”, en Las mejores decisiones (Barcelona: Editorial Planeta, 2015, pp.
187-206); Jonathan Haidt. “The Emotional Dog and Its Rational Tail: A Social Intuitionist Approach to
Moral Judgment”. Op. cit.; Jonathan Haidt. La hipótesis de la felicidad. La búsqueda de verdades modernas
en la sabiduría antigua. Op. cit.; Jonathan Haidt y Fredrick Bjorklund. “Social Intuitionists Answer Six
Questions about Moral Psychology”, en Moral Psychology. Vol 2. The Cognitive Science of Morality: Intuition
and Diversity (Cambridge: The mit Press, 2008); Jonathan Haidt y Fredrick Bjorklund. “Social Intu-
itionists Reason, in Conversation”, en Moral Psychology. Vol 2. The Cognitive Science of Morality: Intuition
and Diversity (Cambridge: The mit Press, 2008); Herbert Simon. “Rational decision-making in bussiness
organizations”. Nobel Memorial Lecture. (1978); Herbert Simon. “Bounded rationality in social science”.
Mind and society 1 (2000); Eugene Sadler-Smith. Inside Intuition (London: Routledge Taylor & Francis
Group, 2008); Eugene Sadler-Smith. “‘What happens when you intuit?’ Understanding human resource
practitioners’ subjective experience of intuition through a novel linguistic method”. Human Relations 69,
n°5 (2016); Antonio Damasio. El error de Descartes: la emoción, la razón y el cerebro humano (Barcelo-
na: Editorial Crítica, 2006); Antonio Damasio. En busca de Spinoza (Barcelona: Crítica, 2007); Antonio
Damasio. Y el cerebro creó al hombre (Barcelona: Ediciones Destino, 2010); Erik Dane y Michael Pratt.
“Exploring intuition and its role in managerial decision making”. Academy of Management Review 32, n°1
(2007); Erik Dane y Michael Pratt. “Conceptualizing and measuring intuition: a review of recent trends”.
International Review of Industrial and Organizational Psychology 24, (2009); Robin Hogarth. Educar la
intuición (Barcelona: Paidós, 2002); Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit.;
Ramírez, Lopera, Zuluaga, y Ortiz. El método analítico. Vol. I. Formalización teórica. Op. cit.; Juan Lopera.
“La intuición en la psicología” (Conferencia presentada en el 11°Congreso Colombiano de Psicología,
Abril, 2004); Juan Lopera. “La intuición en la psicología y en la psicoterapia”. Revista de psicología Univer-
sidad de Antioquia 1, n°1 (2009); Horacio Manrique. “Saber y conocimiento: una aproximación plural”.
Acta Colombiana de Psicología 11, n°2 (2008); entre otros.
[146]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
cepto de intuición sin pretender hacer una historia de este concepto o de sus
vicisitudes en las diferentes investigaciones sobre el mismo, sino más bien con
el propósito de plantear una definición que, a nuestro juicio, aporta elemen-
tos sustanciales al debate planteado.
El Oxford Companion to Philosophy define intuición apelando a su sen-
tido original:
4 Ted Honderich, (Ed.). The Oxford Companion to Philosophy. New York: Oxford University
Press, 1995, p. 416. Traducción nuestra. Las palabras entre corchetes en la cita son también nuestras.
5 “Intuition”, Encyclopædia Britannica, 2016. Disponible en: http://www.britannica.com/topic/
intuition
[147]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
6 Tilmann Betsh. “The Nature of Intuition and Its Neglect in Research on Judgment and De-
cision Making”, en: Intuition in judgment and decisión making, editado por Henning Plessner, Cornelia
Betsh y Tilmann Betsh New York: Lawrence Erlbaum Associates, 2008, p. 3.
7 Joan Corominas. Breve diccionario etimológico de la lengua castellana. Madrid: Gredos, 2006, p.
339.
8 Oxford Latin Dictionary, At the Clarendon Press. Oxford: Oxford University Press, 1968, p.
955.
9 Gerard Hodgkinson, Janice Lagan-Fox y Eugene Sadler-Smith. “Intuition: A fundamental
bridging construct in the behavioral sciences”. British Journal of Psychology 99, 2008, p. 2. Versión original:
The etymological roots of the term ‘intuition’ stem from the Latin word in-tuir, which can be translated as
«looking, regarding or knowing from within».
10 Platón. Menón II, 99d.
[148]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
Esa mirada que permite una comprensión penetrante y rápida de una idea,
asociada con la adivinación, llevó durante mucho tiempo a considerar la in-
tuición como algo incognoscible, no susceptible de ser descompuesta o ana-
lizada y ajena al entendimiento humano11. Ahora bien, en tanto la ciencia
moderna se caracterizó por su afán de comprobación experimental, le fue
extraña la idea de una forma de conocimiento que, al parecer, escapaba al
conocimiento. Desde esta perspectiva, la intuición sólo sería una ilusión ca-
rente de validez, pues ¿de dónde provendría un conocimiento que no tiene
relación con el razonamiento ni con la experiencia y que se presenta de golpe
como una supuesta verdad? Esta es precisamente la acepción que ha tenido
más fuerza en filosofía:
[149]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
Desde esta perspectiva, no son dos vías que se excluyan; antes bien, son cami-
nos que se complementan para llegar al conocimiento: la percepción intuitiva
y la comprobación mediante la inducción. Por eso, para Lorenz es necesario
reconocer la importancia de la intuición, que usualmente ha sido infravalo-
rada por la ciencia. Afirma incluso que la visión intuitiva capta primero las
verdades que luego son comprobadas (o rechazadas) por los procedimientos
inductivos: “Si no existiera la visión intuitiva, de la que los naturalistas hacen
caso omiso, la investigación se parecería a una ciega partida de dados sin
noción previa alguna de lo que debería producir ¡y qué sería entonces de los
resultados!”19.
16 Pierre Hadot. La filosofía como forma de vida. Conversaciones con Jeannie Carlier y Arnold I.
Davidson. Op. cit.
17 Konrad Lorenz. La ciencia natural del hombre. «El manuscrito de Rusia» (1944-1948). Barcelo-
na: Tusquets, 1993, p. 102.
18 Ibid., pp. 102-103.
19 Ibid., p. 105.
[150]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
La intuición en Poincaré
Estas apreciaciones ya habían sido desarrolladas por Poincaré a finales del si-
glo xix, aunque desde el análisis de la intuición en las matemáticas. Para este
autor, así como para Lorenz, se trata de dos tipos de mente: una que llama
lógica o analítica y que procede paso a paso, descomponiendo las demostra-
ciones en operaciones más simples para poder examinar la corrección de cada
una de ellas, a veces perdiendo la visión de conjunto, y que busca las causas de
las causas recurriendo a veces a un reduccionismo de la realidad. El otro tipo
de mente Poincaré lo denomina geómetra o intuitivo, que capta las imágenes o
las estructuras como un todo, que aprehende toda una realidad o una verdad
de un solo golpe20; afirma que los “dos tipos de mentes son igualmente ne-
cesarios para el progreso científico”21. Sostiene que no se trata de dos formas
de realidad, sino de dos modos de proceder ante ella, ambos necesarios, pues
uno constituye el análisis (la lógica) y otro la síntesis (la intuición).
En tanto la intuición puede engañarnos, darnos como verdadera una
afirmación que puede luego demostrarse falsa, ha habido un esfuerzo por
someter a comprobación lo que se descubre por intuición, de allí que se haya
presentado una evolución que hace cada vez más rigurosas las afirmaciones
de los matemáticos y de los científicos en general22. Sin embargo, sería una
ilusión creer que se ha llegado a un rigor absoluto; “creemos que en nuestros
razonamientos ya no apelamos a la intuición”23. Nada más erróneo:
20 Henri Poincaré. El valor de la ciencia. Edición digital para la Biblioteca Digital del ilce. The
Science Press, 1913, p. 8 y ss.
21 Ibid., 10.
22 Ibid., p. 11.
23 Ibid., p. 12.
24 Ibid., p. 14.
[151]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
25 Ibid., p. 15.
26 Ibid.
27 Ibid., p. 17.
28 Ibid.
[152]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
29 Los cuatro enunciados son: “(1) Dos cantidades iguales a una tercera son iguales entre sí; (2) si
un teorema es cierto para el número 1, y si probamos que es cierto para n +1 si es cierto para n, entonces
será cierto para todos los números enteros; (3) si sobre una línea recta el punto C se encuentra entre A y B
y el punto D entre A y C, entonces el punto D estará entre A y B; (4) a través de un punto dado, no hay
más que una paralela a una línea recta dada”. Henri Poincaré. El valor de la ciencia. Op. cit., pp. 12-13.
30 Ibid., p. 14.
31 Ibid., p. 19.
32 Efraim Fischbein. Intuition in science and mathematics. An Educational Approach. New York:
Kluwer Academic Publishers, 2002.
[153]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
8) Carácter implícito:
[154]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
Intuición y percepción
[155]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
[156]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
ción: “el contexto y la forma de los problemas afectan a la facilidad con que
las personas razonan visualmente —y, por lo tanto, en gran medida intuiti-
vamente—, en oposición al uso de un proceso más deliberado o analítico”45.
De nuevo, aparece la relación con el ver —visual o de otra forma—, propio
de la etimología del concepto de intuición. “Lo que digo es que cuanto más
capaces sean las personas de razonar visualmente, más probable es que usen
los procesos intuitivos”46.
[157]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
[158]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
56 Ibid., p. 203.
57 Ibid.
58 Ibid., p. 205.
59 Ibid., p. 214.
60 Ibid.
[159]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
Proceso primario
[160]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
[161]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
[162]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
[163]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
[164]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
[165]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
sión con muchas imágenes más a nivel mental— se caracterizan por su forma
completa, esto es, por su gestalt.
Proceso secundario
lazar todo causalmente, desde una perspectiva holística, a diferencia del pensamiento moderno o racional,
caracterizado por la referencia a los elementos, a la descomposición del todo en partes.
87 Alfred Schütz y Thomas Luckmann. Las estructuras del mundo de la vida. Buenos Aires: Amo-
rrortu, 1977.
88 Claude Lévi-Strauss. Antropología estructural. Barcelona: Paidós, 1987.
89 Señalemos que estas leyes del lenguaje, que referimos también al proceso secundario, no fueron
descritas por Freud cuando caracterizó este proceso: son tomadas de los desarrollos de la lingüística de
mediados del siglo xx. A nuestro juicio, permiten comprender mejor las elaboraciones de Freud sobre las
representaciones-palabra y sus relaciones con el devenir consciente y con el proceso secundario, que trabajó
en diversas partes de su obra.
90 Lenguaje puede ser definido como “un sistema de signos articulados”. Carlos Ramírez. Apun-
tes. Op. cit., Art. 21. “Introducción a la filosofía de la ciencia”, pp. 75-80.
[166]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
91 Decimos fonemas para aludir a una unidad mínima, indivisible, de los sonidos de la voz. Pero
en el caso del proceso primario, los fonemas, pero sobre todo, las palabras, son tomadas como cosas, o más
correctamente, como representaciones-cosa, razón por la cual no prima la significación.
92 Son asociaciones por similitud sonora aunque no tengan ninguna relación en cuanto a lo que
cada palabra significa. Por ejemplo, actos fallidos como “voy al miédico” o “la tarea fue difácil”, lo ilustran.
También se observan en muchas de las expresiones de los niños en su proceso de adquisición del lenguaje:
de allí el placer en muchos de ellos al escuchar un cuento rimado, con sonoridad, musicalidad, ritmo.
Justamente eso es lo que captan inicialmente, mucho antes de comprender el significado (la semántica) de
las palabras. En esto reside el éxito de los cuentos de Rafael Pombo, que muchos de nosotros recordamos
fácilmente y con el máximo placer.
93 El parlache es un ejemplo de praxis del lenguaje en nuestra ciudad de Medellín, que fue ex-
tendiéndose poco a poco a otras regiones del país, y que contiene variedad de palabras de uso singular
mostrando con ello que dicho uso trasciende el eje meramente semántico.
[167]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
94 Sigmund Freud. “Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico”. Op. cit.
95 Luz Mery Zapata. “La verbalización: de la curación por la palabra al método psicoanalítico”.
Tesis de pregrado, Universidad de Antioquia, 1995.
96 La verbalización, esto es, la expresión del pensamiento mediante signos lingüísticos, es una de
las vías privilegiadas para lograr esa articulación de las cargas de afecto del proceso primario, pero no es el
único camino. La meditación, algunas técnicas corporales de habituación (de virtudes) y deshabituación
(de vicios), entre otras, también logran ese propósito.
[168]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
pasiones y acciones —en una relación amistosa consigo mismo— hasta que
considere conveniente expresarlas, y el akratés, que está dominado y es arras-
trado por sus tendencias pasionales, que lo gobiernan tiranizándolo97. Esa
articulación o ligazón de los montos de afecto es la condición de posibilidad
del pensamiento reflexivo, deliberado, inferencial, racional, no contradicto-
rio, bivalente. Es comprensible: mientras una intensa emoción o una pasión
arrobadora nos invadan, no nos será posible reflexionar o deliberar; o cuando
menos, estas actividades dejan mucho que desear, quedan muy por debajo
de su rendimiento habitual. Sobre la importancia del lenguaje en el ejercicio
del proceso secundario o controlado, dice Haidt: “los procesos controlados
requieren del lenguaje. Se pueden obtener pequeñas partes del pensamiento
sólo en imágenes, pero para planificar realmente algo, para pesar los pros y los
contras de dos caminos diferentes o analizar las causas de los éxitos y fracasos
anteriores, se necesitan palabras”98.
Resumamos las leyes y características del proceso secundario (o proceso
mental tipo 2) con base en los aportes del psicoanálisis: funcionamiento con
base en las leyes lingüísticas de combinación, sustitución y uso de signos lin-
güísticos; diferencia entre realidad psíquica y realidad objetiva (o diferencia
entre representación y percepción); relevo del principio de placer por el prin-
cipio de realidad; predominancia del juicio de existencia y atribución; uso de
las nociones de tiempo y espacio; articulación, por asociación lingüística, de
los montos o cargas de afecto de las representaciones (investiduras ligadas);
control de la motilidad; pensamiento discerniente, crítico, observador99, re-
flexivo, deliberativo, inferencial, racional… y, por consiguiente, lento (por
oposición al rápido del proceso primario).
Desde el modelo llamado Cognitive-Experiential Self-Theory (cest),
Epstein100 no se referirá a proceso primario y proceso secundario, pero sí di-
ferenciará dos sistemas: uno, al que llama intuitivo/experiencial, y otro, ana-
lítico/racional. Propone características y normas que definen a uno y otro, en
términos muy similares a los utilizados por Freud. Por ejemplo, el sistema
97 Michel Foucault. Historia de la sexualidad 2. El uso de los placeres. México: Siglo xxi, 1993; Juan
Lopera, Sabiduría práctica y salud psíquica. Op. cit.
98 Jonathan Haidt. La hipótesis de la felicidad, p. 31.
99 Sigmund Freud. “Proyecto de psicología” [1895]. Obras completas, Vol. 1. Buenos Aires: Amo-
rrortu, 1998.
100 Seymour Epstein. “Demystifying Intuition: What It Is, What It Does, and How It Does It”.
Psychological Inquiry 21, n°4, 2010.
[169]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
[170]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
[171]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
103 Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos, Ens. 55, pp. 123-124.
104 Seymour Epstein. “Demystifying Intuition”. Op. cit.
105 Ibid., p. 300. Traducción nuestra. Versión original: “Thus, rather than just an interaction be-
tween single responses in the two systems, the two systems can interact in the manner of a dance, in which
a step in one of the systems elicits a step in the other system”.
[172]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
106 Ibid., p. 298. Desafortunadamente, Epstein no refiere en su artículo en qué diferiría del in-
consciente en psicoanálisis, ni tampoco indica otros artículos de su autoría en los que desarrolle este tema.
107 Seymour Epstein. “Integration of the cognitive and the psychodynamic unconscious”. Amer-
ican psychologist 49, n° 8 (1994), 714. Traducción nuestra. Versión original: “There is widespread agree-
ment among the various theories on the existence of a conscious, deliberative, analytical system that
could reasonably be labeled a rational system. It is less clear whether the other system should be labeled a
nonverbal system, an imagistic system, an experiential system, a narrative system, a prototypical system,
a procedural system, or an episodic-memory system, or should be designated by some other term. The
resolution of this issue does not necessarily require a determination of which system is the most valid. They
can all be valid, yet some may be more appropriate than others for certain purposes”.
108 Jonathan Haidt. La hipótesis de la felicidad. La búsqueda de verdades modernas en la sabiduría
antigua. Op. cit.
109 Gary Klein. “Intuición”, en Las mejores decisiones. Op. cit., pp. 199-200.
110 Ibid., p. 201.
[173]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
sensación de que algo no va bien, […] que nos advierte sobre la posibilidad de
un peligro”111 y la creación de modelos mentales acerca del funcionamiento
de las cosas. Para Gigerenzer112 las intuiciones son una “heurística rápida y
frugal (a veces son más rápidas y a veces más frugales)”, con lo que enfatiza
el aspecto de proceso. Epstein113 la entiende, en un sentido fenomenológico
y limitado, como “un saber que no sabe cómo sabe”; y en un sentido más
amplio y positivo, como “un saber basado en el procesamiento inconsciente
de la información”114.
Pero la intuición es también considerada como un resultado de dicho
proceso primario que está en su base115. Dane y Pratt116 señalan que esta doble
acepción del concepto de intuición (proceso y resultado) dificulta la com-
prensión del término, aunque reconocen la importancia de conservar ambas
acepciones y saberlas diferenciar.117 De hecho, la mayoría de autores que re-
señamos al comienzo de este capítulo destacan ya sea una u otra acepción,
o también, además del proceso y el resultado, describen la intuición como
una capacidad: la capacidad de conocer de manera inmediata y sin interven-
ción del pensamiento racional, la realidad de algo, esto es, como una forma
111 Ibid.
112 Gerd Gigerenzer. “Heurística inteligente”, en Las mejores decisiones, editado por John Brock-
man, 43-58. Barcelona: Editorial Planeta, 2015, p. 51.
113 Seymour Epstein. “Demystifying Intuition: What It Is, What It Does, and How It Does It”.
Op. cit., p. 296.
114 Ibídem. Traducción nuestra. Versión original: “Intuition involves a sense of knowing without
knowing how one knows” “Intuition involves a sense of knowing based on unconscious information pro-
cessing”.
115 Sin embargo, para Kahneman (2003, p. 185) el sistema 1 es el sistema cognitivo de la intui-
ción, mientras que para nosotros la intuición es uno de los procesos posibles del proceso primario, no el
único. En otras palabras, proceso intuitivo y proceso primario no son equivalentes: este último es mucho
más amplio, fundamento de muchos procesos, siendo el intuitivo uno entre ellos.
116 Erik Dane y Michael Pratt. “Exploring intuition and its role in managerial decision making”.
Op. cit.
117 A partir de una investigación de corte fenomenológico, Sadler-Smith (2016) amplía el modelo
de intuición de dos fases de Dane y Pratt (2007) que diferencia el proceso (no consciente, holístico, inme-
diato) y el resultado (juicios cargados afectivamente), y propone un modelo de tres fases en el cual busca
abarcar un momento pre-intuitivo (intuiting), la intuición propiamente dicha (intuition) y un momento
post-intuitivo (implementing). El primer momento incluye antecedentes (experiencias y patrones) y pro-
cesos (automáticos, rápidos y no conscientes), el segundo incluye un darse cuenta corporal (sentimientos y
reacciones viscerales) y un darse cuenta cognitivo (sensaciones e imágenes mentales), mientras que el terce-
ro incluye resultados (insight, señalización negativa, señalización positiva) y comportamientos (anticipar,
decidir, juzgar y preguntar). Además, incluye una caracterización del afecto en tres dimensiones: locus
(corporal, mental), valencia (positiva, negativa), nivel (alto, bajo), con lo cual amplía la perspectiva de
Dane y Pratt (2007) que ubicaban el afecto en los juicios.
[174]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
Desde esta concepción, los juicios son resultados que pueden prove-
118 “Intuition”; Ted Honderich. The Oxford Companion to Philosophy; José Ferrater Mora. Dic-
cionario de Filosofía. Op. cit.; Walter Brugger. Diccionario de filosofía. Op. cit.; Henri Poincaré. El valor
de la ciencia. Op. cit.; Konrad Lorenz. La ciencia natural del hombre. Op. cit.; Efraim Fischbein. Intuition
in science and mathematics. An Educational Approach. Op. cit.
119 Henri Poincaré. El valor de la ciencia. Op. cit.; Efraim Fischbein, Intuition in science and math-
ematics. An Educational Approach. Op. cit.
120 Konrad Lorenz. La ciencia natural del hombre. Op. cit.
121 Efraim Fischbein. Intuition in science and mathematics. An Educational Approach. Op. cit.
122 Carlos Ramírez. Apuntes. Op. cit., Ens. 403.
123 Konrad Lorenz. La ciencia natural del hombre. Op. cit.
124 Gibert Simondon. La individuación a la luz de las nociones de forma e individuación. Op. cit.
125 Daniel Kahneman. “Mapas de racionalidad limitada. Psicología para una economía conduc-
tual”, pp. 185-186.
[175]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
126 Konrad Lorenz. La ciencia natural del hombre. Op. cit., p. 108.
127 Sigmund Freud. “Interpretación de los sueños”. Op. cit.; Sigmund Freud. “Formulaciones so-
bre los dos principios del acaecer psíquico”. Op. cit.; Sigmund Freud. “Lo inconciente”. Op. cit.; Sigmund
Freud. “El yo y el ello”. Op. cit.
128 Daniel Kahneman. “Mapas de racionalidad limitada. Psicología para una economía conduc-
tual”. Op. cit.
129 Keith Stanovich y Richard West. “Individual Differences in Reasoning: Implications for the
Rationality Debate?”. Behavioral and Brain Sciences 23, n°5, 2000.
130 Erik Dane y Michael Pratt. “Exploring intuition and its role in managerial decision making”.
Op. cit.
131 Sigmund Freud. “Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico”. Op.
cit.; Sigmund Freud. “Recordar, repetir y reelaborar (Nuevos consejos sobre la técnica del psicoanálisis,
II)”, en Obras completas, Vol. 12. Buenos Aires: Amorrortu, 198l.
132 Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit., Ens. 55.
[176]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
133 Jonathan Evans y Keith Stanovich. “Dual-Process theories of higher cognition: Advancing the
debate”. Perspectives on Psychological Science 8, n°3, 2013.
134 Ibid.
135 Daniel Kahneman. “Maps of Bounded Rationality: Psychology for Behavioral Economics”.
The American Economic Review 93, n°5, 2003.
136 Jonathan Evans y Keith Stanovich. “Dual-Process theories of higher cognition: Advancing the
debate”. Op. cit.
137 Albert Dijksterhuis. “Think different: The merits of unconscious thought in preference devel-
opment and decision making”. Journal of Personality and Social Psychology 87, n°5, 2004.
[177]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
La intuición como facultad refiere la capacidad que tiene todo ser humano de
sentir, captar una realidad como totalidad, sin un proceso de razonamiento
consciente, a partir de una serie de asociaciones inmediatas e inconscientes
que son excitadas por un conjunto de estímulos internos y externos cua-
si-imperceptibles y usualmente dispersos o inconexos143. Esta capacidad se
fundamenta en procesos biológicos y discursivos, esto es, en las tres clases de
138 Mario Bunge y Ruben Ardila. Filosofía de la psicología. Barcelona: Ariel, 1988.
139 Stanislas Dehaene. La consciencia en el cerebro. Buenos Aires: Siglo xxi, 2015.
140 J. Duque, P. Lasso y J. Orejuela. “Elección paradigmática y validez científica: más allá de los
fundamentalismos”, en Fundamentos epistemológicos de las psicologías: con énfasis en psicología trans-
personal. Cali: Bonaventuriana, 2016; J. Orejuela y J. Patiño. Ingenuidad/rivalidad paradigmática en psico-
logía organizacional y del trabajo y sus efectos de formación. 2018. Manuscrito en revisión.
141 El grupo de investigación El método analítico y sus aplicaciones en las ciencias sociales y humanas,
adscrito a la Universidad de Antioquia y a la Universidad eafit, ha abordado el concepto de intuición
desde varias de sus investigaciones: Véase: Ramírez, 2011, 2012; Ramírez, Lopera, Zuluaga y Ortiz, 2017;
Lopera, Ramírez, Zuluaga y Ortiz, 2010a; 2010b; Lopera, 2009, 2004; Manrique y otros, 2016.
142 Carlos Ramírez et al., El método analítico. Vol. I. Formalización teórica. Op. cit., p. 191; Juan
Lopera, “La intuición en la psicología y en la psicoterapia”. Op. cit., p. 86; Juan Lopera, “La intuición en
la psicología”. Op. cit., p. 6.
143 Carlos Ramírez et al., El método analítico. Vol. I. Formalización teórica. Op. cit., p. 197; Juan
Lopera. “La intuición en la psicología”. Op. cit., p. 9.
[178]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
144 Rofoldo Llinás. El cerebro y el mito del yo. El papel de las neuronas en el pensamiento y el compor-
tamiento humanos. Bogotá: Norma, 2003, p. 205.
145 Ibid.
146 Ibid., p. 207.
147 Konrad Lorenz. La ciencia natural del hombre. Op. cit., p. 106.
148 Antonio Damasio. El error de Descartes: la emoción, la razón y el cerebro humano. Op. cit.; Anto-
nio Damasio. En busca de Spinoza. Op. cit.; Antonio Damasio. Y el cerebro creó al hombre. Op. cit.; Daniel
Kahneman. “Mapas de racionalidad limitada. Psicología para una economía conductual”, Op. cit.; Erik
Dane y Michael Pratt. “Exploring intuition and its role in managerial decision making”. Op. cit.; Jonathan
Evans y Keith Stanovich. “Dual-Process theories of higher cognition: Advancing the debate”. Op. cit.
[179]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
[180]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
mos lugares son la causa inmediata del estado emocional que se ejecuta
en regiones del cuerpo y del cerebro que contienen el proceso de sensa-
ción de emociones. Eventualmente, el proceso puede reverberar y ampli-
ficarse, o bien consumirse y cerrarse154.
Vemos pues que la intuición, como facultad, se apoya en todo este anda-
miaje biológico: en la estructura o precableado cerebral innato (memoria filo-
genética), la función o acción específica de cada órgano (memoria dinámica)
y en los procesos reactivos del organismo que dan pie a las emociones. Pero,
como el mismo Llinás señala, esas dos clases de memoria no bastan, puesto
que hay saberes que no se adquieren filogenéticamente, sino por aprendizaje,
y que también definen el pensamiento y acciones del sujeto. Hay entonces
una tercera memoria:
3) Memoria referencial, basada en los dos primeros tipos, corresponde a
los aprendizajes realizados en el transcurso de la vida
154 Ibid.
155 Esta interiorización del mundo externo es lo que hemos llamado, en el campo humano, cultura
encarnada, que se constituye en el objeto de estudio de la psicología (Lopera, Manrique, Zuluaga y Ortiz
2010).
156 Rodolfo Llinás. El cerebro y el mito del yo. El papel de las neuronas en el pensamiento y el compor-
tamiento humanos. Op. cit., pp. 201-202.
157 Ibid., pp. 213-214.
158 Ibid., p. 214.
159 Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit. Ens.14, 64, 93, 157.
[181]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
160 Carlos Ramírez et al. El método analítico. Vol. I. Formalización teórica. Op. cit., p. 194.
161 Carlos Ramírez. Apuntes. Op. cit., Art. 21.
162 Lopera et al. El objeto de la psicología: el alma como cultura encarnada. Op. cit.
163 Esa es precisamente la definición que proponemos de discurso: “toda expresión de una estruc-
tura subjetiva que conlleva significaciones y sentidos”. Ramírez et al. 2017, p. 146.
[182]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
[183]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
170 Estas leyes primarias y secundarias se fundamentan (y a la vez influyen) en las leyes propias de
los procesos neurofisiológicos, que posibilitan procesos de excitación o inhibición neuronal, es decir, que
favorecen o inhiben procesos sinápticos determinados. Todo este proceso excitatorio e inhibitorio conjuga
todas las estructuras del sujeto: las memorias estructural, dinámica y referencial —los saberes heredados,
propios de la especie y los adquiridos—, de allí que las leyes que fundamentan las asociaciones entre las
representaciones cuenten con dichos saberes.
171 Lopera et al. El objeto de la psicología: el alma como cultura encarnada. Op. cit.; Néstor Brauns-
tein et al., Psicología, ideología y ciencia. México: Siglo xxi, 1979; Michel Foucault. Vigilar y castigar.
Nacimiento de la prisión. México: Siglo xxi, 2005.
172 Es aquí donde cobran relieve los prejuicios, valores, normas, usos y costumbres que se hallan
incorporados —cultura encarnada— (Lopera et al., 2010) como conjuntos de representaciones-cosa y re-
presentaciones-palabra por cuanto constituyen las experiencias relativas a una forma de vida¸ a una manera
[184]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
Como dijimos líneas atrás, esto lleva a que veamos e interpretemos deter-
minadas situaciones desde lo que somos y que, por ello, lo comprenda-
mos de una manera particular, o que incluso no veamos lo que para otros,
con una concepción cultural distinta, es plenamente obvio y aceptado. Su
mundo de la vida no coincide con el nuestro. Numerosos antropólogos
refieren este tipo de experiencias: no logran comprender los estilos de
vida, concepciones, creencias, explicaciones, de una comunidad tribal,
sino hasta que incorporan gradualmente esas concepciones, haciéndose
ellos mismos, en la medida de lo posible, miembros de esa comunidad.
[185]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
175 Konrad Lorenz. La ciencia natural del hombre. «El manuscrito de Rusia» (1944-1948). Op. cit.
176 Carlos Ramírez et al., El método analítico. Vol. I. Formalización teórica. Op. cit., 186; Ted Hon-
derich. The Oxford Companion to Philosophy. Op. cit., p. 416.
177 Ted Honderich. The Oxford Companion to Philosophy. Op. cit., p. 416; Henri Poincaré, El va-
lor de la ciencia. Op. cit.; Efraim Fischbein, Intuition in science and mathematics. An Educational Approach.
Op. cit.
178 “Intuition”; Walter Brugger, Diccionario de filosofía. Op. cit., p. 319.
179 José Ferrater Mora. Diccionario de Filosofía. Op. cit., 1895; Efraim Fischbein, Intuition in
science and mathematics. An Educational Approach. Op. cit., 200; Ted Honderich, The Oxford Companion to
Philosophy. Op. cit.; Konrad Lorenz. La ciencia natural del hombre. «El manuscrito de Rusia» (1944-1948).
Op. cit., p. 105; Henri Poincaré. El valor de la ciencia. Op. cit., p. 8.
180 Konrad Lorenz. La ciencia natural del hombre. «El manuscrito de Rusia» (1944-1948). Op. cit.
181 Daniel Kahneman. “Mapas de racionalidad limitada. Psicología para una economía conduc-
tual”. Op. cit; Daniel Kahneman. “Clase Magistral Edge 2011: luces y sombras del pensamiento intuitivo”.
Op. cit.
182 Ted Honderich. The Oxford Companion to Philosophy. Op. cit.; Daniel Kahneman. “Mapas de
racionalidad limitada. Psicología para una economía conductual”, Op. cit, p. 183.
183 Sigmund Freud. “Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico”. Op. cit.
184 Juan Lopera. “La intuición en la psicología”. Op. cit.
185 Efraim Fischbein. Intuition in science and mathematics. An Educational Approach. Op. cit., p. 201.
[186]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
186 Ibid.
187 Lorenz 1992; Carlos Ramírez. Apuntes. Op. cit., Ens. 403.
188 Erik Dane y Michael Pratt. “Exploring intuition and its role in managerial decision making”.
Op. cit.; Sigmund Freud, “La represión”. Op. cit.
189 Sigmund Freud. “Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico”. Op. cit.
190 Ibid.; Sigmund Freud. “Pulsiones y destinos de pulsión”. Op. cit.; Sigmund Freud. “La repre-
sión”. Op. cit.
191 Antonio Damasio. En busca de Spinoza. Op. cit.; Antonio Damasio. Y el cerebro creó al hombre.
Op. cit.
192 Juan Lopera. “La intuición en la psicología”. Op. cit.; Juan Lopera. “La intuición en la psico-
logía y en la psicoterapia”. Op. cit.; Carlos Ramírez et al. El método analítico. Vol. I. Formalización teórica.
Op. cit.
193 Juan Lopera. “La intuición en la psicología”. Op. cit., p. 7.
[187]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
Se podría objetar que las dos primeras categorías (disposición del ánimo
y presentimiento) no describen propiamente grupos de intuiciones, puesto
que se ha destacado que el resultado del proceso de la intuición ha de ser cons-
ciente y, en estas categorías, decimos, el sujeto intuye sin saberlo, sin conscien-
cia. Sin embargo, muchas experiencias, que son tomadas como intuiciones,
muestran que ese saber consciente no es tan evidente. Por ejemplo, cuando
un sujeto, sin proponérselo y sin ser consciente de ello, toma un camino di-
ferente al usual y evita un peligro; o aquellas situaciones que analiza Klein194
(2015b) sobre las elecciones que hacen bomberos experimentados en una
situación particular en un incendio: se les ocurre una opción de manera in-
mediata y, rápidamente, visualizan las consecuencias de dicha opción; si estas
son convenientes, adoptarán esa opción, si no lo son, será descartada… y todo
esto ocurren en segundos. En estas situaciones operan de manera articulada el
Sistema 1 (o más correctamente el proceso primario) y el Sistema 2 (proceso
secundario), el saber tácito (inconsciente) y el saber explícito (consciente)195.
Por estas razones, quizá sea incorrecto considerar la última categoría
(ocurrencias imaginarias o simbólicas) como definitoria exclusiva del resul-
tado de la intuición y rechazar las otras dos, pues quedarían por fuera del
concepto de intuición muchas experiencias que han sido catalogadas como
auténticas intuiciones. Más bien se trata de una serie de resultados que desta-
can su particular relación con el proceso intuitivo (inconsciente), sin que se
trate necesariamente de un salto cualitativo, sino de un continuum, en el que,
a partir de ciertas condiciones, el sujeto toma consciencia propiamente dicha
del saber que ha resultado de todo un proceso previo.
Salta la duda si, entonces, cualquier resultado del proceso primario, en
el que la intervención del proceso secundario es menor, se podría catalogar
de intuiciones. ¿No hay acaso otros resultados (conclusiones) de procesos de
pensamiento inconscientes, diferentes a las intuiciones? Por ejemplo, las expe-
riencias eureka196, los insight, los pensamientos involuntarios, las evocaciones
libres, los recuerdos, las fantasías, los actos fallidos, los sueños, las acciones
casuales y sintomáticas197. La diferencia estaría en que, para que determina-
194 Gary Klein. “Intuición”, en Las mejores decisiones. Op. cit.
195 Ibid., p. 200.
196 Dinda Gorlée, “¡Eureka! La traducción como un descubrimiento pragmático”, (s.f.), http://
www.unav.es/gep/AF/Gorlee.html
197 Sigmund Freud. “Interpretación de los sueños”; Sigmund Freud. “Psicopatología de la vida
cotidiana”, en Obras completas, Vol. 6. Buenos Aires: Amorrortu, 1998e.
[188]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
dos resultados puedan ser entendidos como intuiciones, han de cumplir las
condiciones que previamente indicamos: 1) ser una captación holística, ges-
táltica (todo articulado, global) a partir de la articulación de un conjunto de
estímulos dispersos y sutiles; 2) tener un alto valor afectivo: una investidura o
catexia particularmente significativa; y 3) imponerse como una certeza subje-
tiva, como una convicción que impulsa irresistiblemente el pensamiento y la
acción en determinada dirección.
Hasta aquí hemos sustentado en esta investigación una diferencia entre de-
cidir y elegir, pero no la hemos planteado con suficiente claridad. Decidir
implica llegar a un juicio conclusivo o resolutorio sobre algo dudoso o ambi-
guo. Etimológicamente, deriva del latín “decīdĕre ‘cortar’, ‘decidir’, ‘resolver’,
deriv. de caedĕre ‘cortar’198. Ese formar un juicio conclusivo o resolutorio no
conduce, necesariamente, a una acción. Por ejemplo, un individuo puede
preguntarse si ha de usar la camisa roja o la azul al día siguiente para ir a su
trabajo y concluir (decidir) que será la roja. Pero nada garantiza que su acción
efectiva, al día siguiente, corresponda con su decisión. Llegado el momento
podría tomar una camisa diferente, la verde, por ejemplo. Esa acción, que
implica una ejecución concreta, es lo que podemos llamar elegir. Deriva de
elĭgĕre, que significa escoger199, por eso, puede caracterizarse como optar, es-
coger (con la acción) una entre dos o más opciones.
La decisión puede basarse o no en un proceso deliberativo previo. Lo
más probable —aunque no necesariamente ha de ser siempre así— es que,
cuando se trata de una decisión importante, se recurra a la deliberación, esto
es, al análisis previo y cuidadoso de los pros y los contras antes de tomar dicha
decisión. Por ejemplo, si se trata de decidir sobre la compra de una casa o de un
carro, de una inversión de los ahorros de toda la vida, de tener o no tener hijos,
de casarse, entre una infinidad de situaciones, lo usual es que, enfrentados a
ese tipo de condiciones, los individuos deliberen y reflexionen atentamente
para llegar a la mejor decisión —como juicio resolutivo— y, de ser posible, a
198 Joan Corominas. Breve diccionario etimológico de la lengua castellana. Madrid: Gredos, 2006,
p. 202.
199 Ibid., p. 225.
[189]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
200 Nada excluye que, por ejemplo, después de haberse llegado a una decisión acerca del carro a
comprar, el día de la compra, ya en la situación concreta en el concesionario, se opte por otro que atrae
toda la atención y excita las pasiones.
201 Por supuesto que en estas situaciones también se podría deliberar, no lo ignoramos. Lo que
deseamos mostrar es que, muchas veces tomamos decisiones sin que hayan sido precedidas por un atento
proceso racional de deliberación.
202 Daniel Kahneman. “Clase Magistral Edge 2011: luces y sombras del pensamiento intuiti-
vo”. Op cit.; Daniel Kahneman. Pensar rápido, pensar despacio, Op. cit.; Daniel Kahneman. “Mapas de
racionalidad limitada. Psicología para una economía conductual”, Op. cit; Antonio Damasio. El error de
Descartes: la emoción, la razón y el cerebro humano. Op. cit.; Antonio Damasio. Y el cerebro creó al hombre.
Op. cit.; Seymour Epstein. “Demystifying Intuition: What It Is, What It Does, and How It Does It”. Op.
cit.; Gary Klein. “Intuición”, en Las mejores decisiones, Op. cit.; Gerd Gigerenzer. Decisiones instintivas. La
inteligencia del inconsciente. Op. cit.; Gerd Gigerenzer. “Heurística inteligente”, en Las mejores decisiones,
Op. cit; Juan Lopera. “La intuición en la psicología”. Op. cit.; Carlos Ramírez et al. El método analítico. Vol.
I. Formalización teórica. Op. cit.; Carlos Ramírez. Apuntes. Op. cit.; Carlos Ramírez. La vida como un juego
existencial. Ensayitos. Op. cit.; Eugene Sadler-Smith. “«What happens when you intuit? Understanding
human resource practitioners» subjective experience of intuition through a novel linguistic method”. Op.
cit.; Keith Stanovich y Richard West. “Individual Differences in Reasoning: Implications for the Rational-
ity Debate?”. Op. cit.
[190]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
Esto no significa que toda intuición deba llevar a una decisión o que
únicamente se presente la intuición cuando debemos decidir, puesto que mu-
chas intuiciones pueden ser respuesta a un conjunto de estímulos que ponen
en acción la facultad intuitiva y el proceso asociativo primario, sin que se
trate de una situación en la que hay que llegar a un juicio resolutivo. Dicho
en otras palabras, no siempre estamos decidiendo; ni toda situación en la vida
implica una toma de decisiones.
Con la elección, en cambio, es diferente: podemos conjeturar de manera
plausible que en todo momento estamos eligiendo (actuando), aunque en
ocasiones no lo hagamos a la altura de la situación ni de nuestras posibilida-
des204. Esta conjetura parte de un supuesto: que todo lo que hacemos —de-
liberado o no, consciente o no— es una elección. Por ejemplo, levantarse de
la cama, alimentarse, ir al trabajo, frotarse las manos en un día frío, sentarse
a descansar, correr, reírse, saludar, y así en una infinidad de acciones. Serían
elecciones porque implican, siempre, al menos dos opciones de respuesta: no
levantarse de la cama, no alimentarse, no frotarse las manos, no descansar,
etc. Parafraseando a Sartre, podríamos decir: estamos condenados a elegir.
Como indicamos en el capítulo uno, para algunos pensadores no sólo los
seres humanos estamos siempre eligiendo, sino también los animales e, inclu-
so, las partículas más elementales205. En el caso de las elecciones humanas se
sumaría un supuesto más: que en todo momento estamos intuyendo, puesto
que la intuición se puede entender como una interpretación (una lectura) que
se hace de un sector de la realidad a partir de un proceso primario altamente
asociativo, afectivo, holístico y global.
En el capítulo seis de esta investigación volveremos sobre estas conclu-
[191]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
[192]
CAPÍTULO V
[193]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
Sabiduría y experiencia
[…] el joven puede ser matemático y geómetra y saber cosas de este tipo;
pero no parece que pueda ser una persona prudente. La razón es que la
prudencia es de lo particular, que se aprehende por la experiencia, pero
el joven no es persona experimentada. Porque hace falta tiempo para la
experiencia2.
[194]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
senta, por ejemplo, los siguientes versos finales de Eurípides en Las Troyanas,
a propósito de la pérdida que experimenta Hécuba de su hijo en la guerra:
“Estúpido el mortal que, prosperando, cree que su vida tiene / sólidos apo-
yos; pues el curso de nuestra fortuna es el / saltar atolondrado del demente, y
nunca nadie es feliz para siempre”5. En la interpretación de la deliberación de
Hécuba, presente en los versos, la autora señala que:
5 Algunos pasajes literarios relacionados con esta idea: la observación que hace el filósofo anti-
guo Solón al rey Creso al ser interpelado por la permanente felicidad, “La observación de las numerosas
desgracias que afectan a todas las condiciones nos impide ser insolentes sobre nuestros actuales disfrutes,
o admirar la felicidad de un hombre que todavía puede, con el tiempo, padecer cambios. Pues el futuro
incierto está por venir, con todo tipo de futuros” (Taleb 2009 [2004], p. 53). Los siguientes versos de Bor-
ges del poema “El ingenuo” en La moneda de hierro (1976): “Cada aurora (nos dicen) maquina maravillas
/ capaces de torcer la más terca fortuna; / hay pisadas humanas que han medido la luna / y el insomnio
devasta los años y las millas. / En el azul acechan públicas pesadillas / que entenebran el día. No hay en el
orbe una / cosa que no sea otra, o contraria, o ninguna. / A mí sólo me inquietan las sorpresas sencillas. /
Me asombra que una llave pueda abrir una puerta, / me asombra que mi mano sea una cosa cierta […]”.
O las inquietudes de Adriano en la novela de Yourcenar: “A veces me pregunto en qué escollo naufragará
toda esa cordura, puesto que siempre naufragamos: ¿será una esposa, un hijo demasiado querido, una de
esas trampas legítimas en que caen por fin los corazones timoratos y puros? ¿O será sencillamente la vejez,
la enfermedad, la fatiga, el desengaño que nos dice que si todo es vano, la virtud también lo es?”.
6 Martha Nussbaum. “El discernimiento de la percepción: una concepción aristotélica de la
razón privada y pública”. Op. cit.
[195]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
puede acabar, porque las penas futuras (la enfermedad, la vejez, la muerte de
un ser querido) pueden terminar con la alegría que sentimos es, en definiti-
va, olvidarse del presente y permanecer ‘atrapado’ en un futuro que todavía
no es, que puede ser de un modo o de otro. Hadot destaca justamente esa
perspectiva positiva de las escuelas filosóficas antiguas: el vivir el presente,
que es, en suma, el tiempo en el que se puede vivir ese instante de felicidad
que equivale a una eternidad de felicidad7. En relación con ese instante o mo-
mento, Ramírez8 propone una definición de alegría: sentimiento momentáneo
de armonía entre la razón —conjunto de determinaciones— y el saber —las
huellas que constituyen nuestra historia—:
7 Pierre Hadot. No te olvides de vivir. Goethe y la tradición de los ejercicios espirituales. Op. cit., p. 30.
8 Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit., Ens. 66.
9 Ibid., Ens. 93, p. 188.
10 Victoria Camps. Breve historia de la ética. Op. cit., p. 57.
[196]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
11 Pierre Hadot. No te olvides de vivir. Goethe y la tradición de los ejercicios espirituales. Op. cit., pp.
105-106.
12 Victoria Camps. Breve historia de la ética. Op. cit.
13 Pierre Hadot. No te olvides de vivir. Goethe y la tradición de los ejercicios espirituales. Op. cit.
14 Juan Lopera. Sabiduría práctica y salud psíquica. Op. cit.; Carlos Ramírez. La vida como un juego
existencial. Ensayitos. Op. cit.
15 Pierre Hadot. No te olvides de vivir. Goethe y la tradición de los ejercicios espirituales. Op. cit.
16 Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit., Ens. 173, p. 291.
[197]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
17 Pierre Hadot. No te olvides de vivir. Goethe y la tradición de los ejercicios espirituales. Op. cit.
18 Goethe, Unworte/Poésies, 759. Citado por Pierre Hadot. No te olvides de vivir. Goethe y la
tradición de los ejercicios espirituales. Op. cit., p. 102.
19 Ver en: http://dle.rae.es/srv/search?m=30&w=experiencia
[198]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
diferencia del “saber qué” organizado, de manera exclusiva, como saber se-
mántico o proposicional. Varela20 denomina a esta experticia moral como la
“habilidad ética” propia de los sabios. En otras palabras, de una experiencia
moral a una experticia moral.
Esta vinculación de experiencia con sabiduría, presente en la filosofía y
la literatura, también es habitual en psicología moral21. El consenso interpre-
tativo de la información empírica sugiere, en este dominio de investigación,
que las decisiones con sabiduría se perciben con mayor claridad en estadios
avanzados del ciclo vital22. El juicio moral y su consecuente decisión adquiere
unos matices distintivos en edades avanzadas. En este contexto, Narvaez23
(2013) concibe la sabiduría práctica como una experticia moral, propia de
una madurez vital, que articula intuición y deliberación. De hecho, la auto-
ra plantea que las virtudes morales suelen forjarse primero en el desarrollo
evolutivo, y luego la phronesis requiere un proceso de adquisición más lento
para discernir de qué forma, en cuál momento y en qué circunstancias son
necesarias estas virtudes para resolver problemas decisorios:
[199]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
24 Ibid., pp. 5-6. Traducción nuestra. Versión original: “Because experience is founded in soci-
ality, moral virtue develops first, and because life experience occurs over time, phronesis develops more
slowly. The latter requires domain specific experience for its success and can take years to develop. […]
According to some modern virtue theorists, practical wisdom cannot be found in the young. Although
children and adolescents may have developed moral virtue appropriate for their ages, they lack world
experience on how to apply moral virtue well. According to Hursthouse, “Both the virtuous adult and the
nice child have good intentions, but the child is much more prone to mess things up because he is igno-
rant of what he needs to know in order to do what he intends.” In other words, practical wisdom involves
knowing what ends are good and how to reach them in a beneficial way”.
25 Martha Nussbaum. “El discernimiento de la percepción: una concepción aristotélica de la
razón privada y pública”. Op. cit.
26 Igor Grossman. “Wisdom in context”. Perspectives on Psychological Science 12, n° 2, 2017.
27 Narvaez (2013) propone cuatro capacidades que pueden formarse y discutirse con la guía de un
tutor. Estas son la sensibilidad, el juicio, la atención y la acción. La autora reconoce además que la capacidad
[200]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
moral para su formación como saber experto, requiere de la práctica y habituación en situaciones impre-
decibles, la conexión entre intuición y deliberación y la discusión habitual con un tutor, a propósito de la
deliberación. De acuerdo con Narvaez (2013, pp. 17-18): “Good intuitions are cultivated through immer-
sion and good feedback from the contexts of learning (thus fostering implicit or intuitive understanding).
Perceptions and sensibilities are fine tuned and developed into chronically accessed constructs and actions.
Deliberative understanding is developed by the mentor providing theoretical grounding and meta-cog-
nitive guidance. Interpretive frameworks (schemas) are learned and, with practice, applied automatically
(thereby fostering semantic or explicit knowledge). Frameworks are applied for information processing,
judging options, taking action”. La conversación sobre casos morales imaginados y reales —vivenciados o
de vidas consideradas ejemplares— en este ámbito es clave, en tanto se reconoce el valor de la reflexión y
la experiencia. La función del tutor consiste en acompañar el proceso con la discusión e inmersión de la
persona en exigencias morales. También, investigadores y colaboradores del The Center For Practical Wis-
dom (The University of Chicago) proponen con frecuencia recursos de formación, en su plataforma virtual
(http://wisdomresearch.org), para tomar decisiones con sabiduría práctica. Desde una perspectiva filosófica,
Nussbaum (2010) propone una formación orientada a la pedagogía socrática —con énfasis en la reflexión,
conversación y argumentación—, una educación sentimental y una cultivación de la imaginación a través
del arte en sus variadas manifestaciones (literatura, música, teatro, artes plásticas, entre otras). En el capítulo
siguiente nos detendremos a desarrollar esta discusión sobre las posibilidades de formación de la sabiduría
práctica y expondremos una alternativa de enseñanza con su respectiva justificación.
28 Paul Baltes. Wisdom as Orchestration of Mind and Virtue. Op. cit.; Baltes y Smith. “Hacia
una psicología de la sabiduría y su ontogénesis”. Op. cit.; Paul Baltes y Ursula Staudinger. “Wisdom. A
Metaheuristic (Pragmatic) to Orchestrate Mind and Virtue Toward Excellence”. Op. cit.; Paul Baltes y
Alexandra Freund. “The intermarriage of wisdom and selective optimization with compensation: Two
metaheuristics guiding the conduct of life”. Op. cit.
29 Stephen Hall. Wisdom: From Philosophy to Neuroscience; Barry Schwartz y Kenneth Sharpe.
Practical Wisdom. The right way to do the right thing. Op. cit.
[201]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
[202]
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[203]
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[205]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
[206]
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46 Pierre Hadot. Ejercicios espirituales y filosofía antigua. Op. cit.; Pierre Hadot. No te olvides de
vivir. Goethe y la tradición de los ejercicios espirituales. Op. cit.
[207]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
alguna razón, nunca han sido analizadas, o lo han sido de manera insuficien-
te. Aquí sugerimos una atención hacia sí mismo de tal forma que se pueda
analizar en primera instancia estas intuiciones y, luego, intentar una articu-
lación armónica entre intuición y deliberación para tomar decisiones éticas.
Intuir y deliberar
[208]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
50 Cass Sunstein. “Fast, frugal, and (sometimes) wrong”, en Moral Psychology. Vol 2. The Cogni-
tive Science of Morality: Intuition and Diversity, editado por Walter Sinnott-Armstrong, (27-30). Cambridge:
The MIT Press, 2008, p. 20. Ante el diseño de algún nudge y su posible justificación normativa, el Grupo
Banco Mundial (2015, p. 21-22) sugiere plantearse la siguiente pregunta, desde la cual expone tres razones
a manera de respuesta: “¿por qué los Gobiernos deberían ocuparse de configurar las elecciones individuales?
[…] En primer lugar, al configurar las elecciones se puede ayudar a los individuos a lograr sus propios
objetivos. […] En segundo lugar, las preferencias y las metas inmediatas de los individuos no siempre se
corresponden con sus propios intereses. […] En tercer lugar, las prácticas y los modelos mentales que se
refuerzan socialmente pueden bloquear elecciones que generan mayor capacidad de acción y promueven el
bienestar y, por ende, pueden impedir que los individuos conciban siquiera ciertos cursos de acción, como
cuando la discriminación lleva a las personas a adoptar, comprensiblemente, aspiraciones poco ambiciosas.
Los Gobiernos deberían tomar medidas cuando la interacción inadecuada, la configuración de la situación
y las prácticas sociales socavan la capacidad de acción del individuo y generan o perpetúan la pobreza.”
51 Gary Klein. “Intuición”. Op. cit.
52 Gigerenzer. “Heurística inteligente“. Op. cit.
53 Gary Klein. “Intuición”. Op. cit., p. 199.
[209]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
54 Gigerenzer 2008.
55 Gigerenzer. Risk savvy. How to make good decisions. New York: Penguin Group, 2015.
56 Dan Ariely. Las trampas del deseo. Cómo controlar los impulsos irracionales que nos llevan al error.
Op. cit.
57 Cass Sunstein. “Fast, frugal, and (sometimes) wrong”, en Moral Psychology. Vol 2. The Cognitive
Science of Morality: Intuition and Diversity. Cambridge: The mit Press, 2008.
58 Gerd Gigerenzer. “On the Supposed Evidence for Libertarian Paternalism”. Review of Philoso-
phy and Psychology 6, n°3, 2015, pp. 361–383.
59 Dan Ariely. Las trampas del deseo. Cómo controlar los impulsos irracionales que nos llevan al error.
Op. cit.
60 Gerd Gigerenzer. Risk savvy. How to make good decisions. Op. cit., p. 364.
61 El paternalismo libertario que critica el autor consiste, de acuerdo con sus principales exponen-
tes, en: “mantener lalibre elección y realizar un esfuerzo de forma consciente por orientar las decisiones de
las personas en direcciones que mejoren sus vidas” (Thaler y Sunstein 2008, pp. 19-20).
[210]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
62 Gigerenzer 2015c, p. 364. Traducción nuestra. Versión original: As I will argue in some detail,
the dismal picture of human nature painted by behavioral economists and libertarian paternalists is not
justified by psychological research. Rather, it is largely the product of narrow logical norms of rationality
and selective reporting of the psychological literature. Most important for public policy, by comparing
cognitive illusions with visual illusions, libertarian paternalists misleadingly suggest that attempts to liber-
ate people from their biases through education are largely doomed to fail. However, as I will show, there
is experimental evidence that even children can learn to deal with risk and uncertainty—if they are taught
how. I will conclude that democratic governments should invest less in nudging and more in educating
people to become risk savvy.
63 Daniel Kahneman. Pensar rápido, pensar despacio. Op. cit.
64 Dan Ariely. Las trampas del deseo. Cómo controlar los impulsos irracionales que nos llevan al
error. Op. cit.
65 Thaler y Sunstein 2008.
66 Gary Klein. “A naturalistic decision making perspective on studying intuitive decision mak-
ing”. Journal of Applied Research in Memory and Cognition 4, 2015: pp. 164-168; Gary Klein. “Intuición”,
en Las mejores decisiones, editado por John Brockman. Barcelona: Editorial Planeta, 2015, pp. 187-206.
67 Gerd Gigerenzer. “Heurística inteligente”. Op. cit.; Gerd Gigerenzer. “On the Supposed Evi-
dence for Libertarian Paternalism”. Op. cit.; Gerd Gigerenzer. Risk savvy. How to make good decisions. Op.
cit.
68 Daniel Kahneman y Gary Klein. “Conditions for intuitive expertise”. American Psychologist 64,
n°6 (2009).
69 Robin Hogarth. Educar la intuición. Op. cit.
[211]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
es, sin azar salvaje como diría Mandelbrot70 y el disponer de un saber, expe-
riencia o conocimiento tácito, fuente de las intuiciones propiamente dichas en
la situación que exige tomar una decisión. En otras palabras, en un entorno
con un alto grado de azar y sin experiencia previa, el riesgo de cometer errores
por parte del decisor es alto. Para Kahneman71, ante la presencia de una in-
tuición en tales circunstancias, lo más oportuno es suspender el juicio o deci-
sión, contrastar la intuición con la evidencia disponible y recurrir al diseño de
fórmulas u algoritmos, con el razonamiento o sistema 2, que permitan elegir.
Este debate también hace parte de las disertaciones teóricas sobre la
intuición moral. Sunstein, por ejemplo, critica el aparente optimismo de Gi-
gerenzer sobre las posibles virtudes de la intuición moral para concebir una
respuesta correcta:
Pero nadie debe negar que en muchos contextos, los heurísticos morales y
otros heurísticos, en forma de simples reglas empíricas, conducen al error
moral en cualquier punto de vista plausible de la moralidad. Considere-
mos, por ejemplo, la idea, enfatizada por Gigerenzer, de que uno debe
actuar como la mayoría, una fuente de errores morales (véase Sunstein,
2003). O consideremos la idea rápida y frugal de que uno no debe dis-
torsionar la verdad —una heurística que generalmente funciona; pero eso
también conduce (en mi opinión) al error moral cuando, por ejemplo,
la distorsión es necesaria para evitar un número significativo de muertes.
O consideremos la distinción acto-omisión, que tiene sentido moral en
muchos dominios pero que puede conducir a juicios morales también
inadecuados72.
[212]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
[213]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
75 Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit., Ens. 20, pp. 53-54.
76 Gerd Gigerenzer. Risk savvy. How to make good decisions. Op. cit.
77 Robin Hogarth. Educar la intuición. Op. cit.
78 Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit.
79 Carlos Ramírez et al. El método analítico. Vol. I. Formalización teórica. Op. cit.
[214]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
80 Juan Lopera et al. El método analítico. Medellín: Centro de Investigaciones Sociales y Huma-
nas. Universidad de Antioquia, 2010a.
81 Juan Lopera. Sabiduría práctica y salud psíquica. Op. cit.
82 Manrique et al. Clínica analítica de las organizaciones. Op. cit.
83 Darcia Narvaez. “The Social-Intuitionist Model: Some Counter-Intuitions”, en Moral Psychol-
ogy. Vol. 2. The Cognitive science of morality: Intuition and diversity, editado por Walter. Sinnott-Armstrong.
Cambridge: The MIT Press, 2008.
84 Haidt y Bjorklund 2008a 2008b.
85 Jonathan Haidt. “The Emotional Dog and Its Rational Tail: A Social Intuitionist Approach to
Moral Judgment”. Op. cit.; Jonathan Haidt. La hipótesis de la felicidad. La búsqueda de verdades modernas
en la sabiduría antigua. Op. cit.; Jonathan Haidt. The righteous mind. Why good people are divided by politics
and religion. New York: Vintage Books, 2012.
[215]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
[216]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
entre estos tres objetos de estudio y los procesos psicológicos que explican esta
posible relación.
¿En qué consiste tomar una decisión moral? Al respecto, Churchland91
sugiere que, desde una perspectiva neurocientífica, se toman decisiones sin
ninguna descripción conceptual adicional, por ejemplo, decisiones económi-
cas, políticas o morales. Estas descripciones adicionales adquieren importan-
cia en función de la tarea o problema de elección propuesto en un contexto
sociocultural, en el que habita un decisor, con su nivel de complejidad —
nivel de dificultad y variables involucradas en el problema de elección—,
dinamismo —limitación temporal— y riesgo —estimación de probabilidad
de acierto y desacierto en cada opción de respuesta—92. También, en un con-
tinuo de posibilidades con dos extremos: en un extremo, aquellas decisiones
que podemos considerar, sin ninguna duda, como morales; y en el otro ex-
tremo, aquellas decisiones que se perciben con claridad como no morales. Es
decir, en palabras de Churchland:
[217]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
[218]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
97 Patricia Churchland. “Moral decision-making and the brain”. Op. cit.; Frans De Waal, Primates
y filósofos. La evolución de la moral del simio al hombre. Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica, 2007; Frans
De Waal, La edad de la empatía. ¿Somos altruistas por naturaleza? México D.F. Tusquets Editores, 2011.
98 Jonathan Haidt. La hipótesis de la felicidad. La búsqueda de verdades modernas en la sabiduría
antigua. Op. cit.; Jonathan Haidt. The righteous mind. Why good people are divided by politics and religion. Op.
cit.; Antonio Damasio. En busca de Spinoza. Op. cit.; Antonio Damasio. Y el cerebro creó al hombre. Op. cit.
99 Patricia Churchland. El cerebro moral. Lo que la neurociencia nos cuenta sobre la moralidad.
Op. cit.; Jonathan Haidt. The righteous mind. Why good people are divided by politics and religion. Op. cit.;
Antonio Damasio. En busca de Spinoza. Op. cit.; Antonio Damasio. Y el cerebro creó al hombre. Op. cit.
100 Aristóteles. Ética Nicomáquea.
[219]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
[220]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
104 Victoria Camps. Breve historia de la ética. Op. cit., pp. 10-11. Las cursivas son nuestras.
105 Carlos Ramírez. “El psicoanálisis: una ética”. Op. cit.
106 Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit.
107 Juan Lopera (1999). La ética. Manuscrito inédito.
108 Victoria Camps. Breve historia de la ética. Op. cit.
[221]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
con esa división en dos grandes ámbitos se pretende dar cabida a la totalidad
de la filosofía moral”109. En la primera categoría cabrían aquellas reflexiones
que versan sobre los principios y en la segunda categoría aquellas reflexiones
que tratan de las virtudes o consecuencias de las acciones. Aunque también es
posible pensar en una ética aplicada y en una ética de la ética aplicada, como
propone Camps, al rescatar la importancia que tiene el uso de la sabiduría
práctica para analizar, discutir e intentar resolver “problemas que surgen en
otras disciplinas o actividades profesionales: la medicina, la investigación bio-
médica, la empresa, la banca, los medios de comunicación”110.
Otra distinción relevante entre moral y ética, es propuesta por Ramírez
cuando hace referencia a la moral intrínseca y a la moral extrínseca. Según el
autor:
[222]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
Por eso la ética humana implica una reflexión sobre la moral (aunque no
necesariamente un tratado filosófico)111.
[223]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
distinción entre moral y ética propuesta por estas últimas dos concepciones,
incluso en la investigación científica sobre el comportamiento moral, y re-
saltar la importancia de la investigación empírica de lo moral —psicología,
antropología, biología, entre otras disciplinas involucradas en el proceso—
para explicar y comprender los cimientos —biológicos, psicológicos y cultu-
rales— donde las preguntas en torno al cómo vivir y cómo convivir se erigen
y permiten la creación de complejas costumbres morales.
Esta relación dialéctica entre filosofía y ciencia permite, por un lado,
re-actualizar la reflexión filosófica en torno a la moral, teniendo como punto
de referencia la discusión científica de las costumbres (mores)113 y, por otro
lado, esta posibilita hacer énfasis en el esclarecimiento conceptual y el análisis
teórico de los modelos explicativos que se proponen en las prácticas científi-
cas, con sus respectivas estrategias de interpretación de hallazgos empíricos.
Esto sin desconocer el pasado de una filosofía moral que ha hecho un esfuerzo
notable por tejer argumentos en ciertas direcciones de diversas propuestas
éticas114. La importancia de la reflexión filosófica en el marco de la ciencia
113 Al respecto, Dennett (2004, p. 30) plantea que, en una dirección (desde la filosofía a la cien-
cia): “Las investigaciones filosóficas no son superiores ni previas a la investigaciones de las ciencias natura-
les, sino que van asociadas a dichos proyectos […] Eso significa aceptar con gusto el tesoro de las teorías y
los descubrimientos científicos que tanto esfuerzo ha costado reunir como material de base para las teorías
filosóficas, de modo que sea posible una crítica recíproca informada y constructiva entre la ciencia y la
filosofía”. Y en la otra dirección (desde la ciencia a la filosofía): “Abundan en la ciencia doctrinas y auto-
ridades que le han sido legadas y que uno cuestiona a riesgo de ser tachado de loco o de algo peor; y por
cada joven erudito humanista que escribe memeces formulistas a la moda, hay varios jóvenes científicos
que, sin el menor sentido crítico, practican una ciencia de recetario, dedicándose a rellenar los espacios
en blanco de bases de datos que nadie consultará jamás. No cometas el error de comparar algunos de los
mejores ejemplos de un lado con los peores del otro. La regla de Hebb —«si no vale la pena hacer algo,
no vale la pena hacerlo bien»— podía haber dejado a muchos científicos en el paro lo mismo que a sus,
también simuladamente afanosos, colegas de las humanidades. Es una carrera de doble sentido. Cuando
los científicos deciden «zanjar» las arduas cuestiones de ética y significado, por ejemplo, lo único que nor-
malmente consiguen es hacer el ridículo; y se debe a una sencilla razón: son inteligentes, pero ignorantes.
El motivo por el cual los filósofos dedican tanto tiempo y energía a examinar minuciosamente la historia
de su campo es que buena parte de la filosofía está constituida por errores muy seductores, y la única
manera de no cometerlos una y otra vez es estudiando cómo los grandes pensadores del pasado se dejaron
engañar por ellos. A los científicos que creen que el estar al día en sus conocimientos de la ciencia los hace
inmunes a las ilusiones que arrastraron a Aristóteles, Hume, Kant y otros a tales problemas, les espera un
brusco y desagradable despertar”. Daniel Dennett. Comentario a El nuevo humanismo y las fronteras de la
ciencia, de John Brockman, 475-476. Barcelona: Editorial Kairós, 2007, pp. 475-476.
114 Rosas et al. “¿Decisión utilitarista o decisión aleatoria? Crítica a una tesis atrincherada en la
neurociencia cognitiva”. Op. cit.; Valerie Tiberius. Moral Psychology. A Contemporary Introduction. New
York: Routledge Taylor & Francis Group, 2015; La investigación en psicología moral, con frecuencia, elige
como punto de referencia una propuesta ética, propia de la filosofía moral, con el propósito de identificar
un antecedente filosófico e interpretar algunos hallazgos; sin embargo, es posible presenciar un descuido
conceptual en este esfuerzo por utilizar un referente filosófico que sirve a las interpretaciones científicas.
Por ejemplo, un comentario que expone un descuido conceptual sobre la supuesta distinción entre juicios
[224]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
[225]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
tener las dos diferencias conceptuales reseñadas entre moral y ética, propias
de la reflexión filosófica, tanto en la filosofía como en la investigación cien-
tífica sobre el comportamiento moral; y, en segundo lugar, proponemos una
distinción conceptual entre dos tipos de decisión. Entendemos por decisión
moral un juicio resolutorio orientado a cómo vivir y cómo convivir, anclado
en un conjunto de normas, valores y costumbres que se han interiorizado en
el ciclo vital y que no han sido previamente analizados. En cambio, enten-
demos la decisión ética como juicio resolutorio que apuesta por un cuidado
de sí y en consecuencia de los demás, pero, a diferencia de la decisión moral,
esta es posible cuando se analiza el universo moral que subyace a la intuición,
que motiva la ejecución de un juicio, una decisión y una posterior elección, y
procura una articulación armónica entre intuición y deliberación.
Discutamos el siguiente ejemplo para esclarecer y justificar esta dis-
tinción conceptual. Un individuo puede suponer, a partir de su respectivo
universo moral, que las preferencias profesionales de su hijo, interesado por
las artes y humanidades, son inadecuadas y, entonces, requieren ser corregi-
das. En consecuencia, el padre toma la decisión moral de persuadir o incluso
puede intentar imponer a su hijo aquella alternativa de elección que juzga, a
partir de sus normas, valores y costumbres, como moralmente conveniente
para vivir mejor. El padre siente y supone que elegir determinada profesión es
indispensable para garantizar un nivel de ingreso económico aceptable y por
lo tanto una mejor calidad de vida en su hijo y, tal vez, en su familia. Sin em-
bargo, a propósito de la posibilidad en ciernes de tomar una decisión ética, el
padre ¿ha considerado la validez de sus intuiciones morales?, ¿se ha permitido
analizar el sentimiento y la creencia que subyace a esta última suposición?, ¿ha
pensado cómo su intento de persuasión o imposición puede afectar seriamen-
te el bienestar de su hijo?, ¿ha considerado conversar con su hijo para discutir
las preferencias de ambos y tomar tal vez una decisión conjunta o permitir
al hijo decidir en libertad a pesar del contraste de sus respectivas creencias
morales? En la primera decisión, en este caso moral, la persona no manifiesta
ningún interés en analizar el universo moral que subyace a sus intuiciones
morales, tampoco pretende una posible articulación armónica entre intuición
y deliberación. En la segunda decisión, en este caso ética, el padre decide
en primera instancia analizar sus intuiciones, ancladas en un conjunto de
normas, valores y costumbres que pueden ser también inconscientes, y luego
puede decidir tomando como punto de partida este previo análisis.
[226]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
[227]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
Alexis ilumina una identidad que se quiere esconder, pero cuya invisi-
bilidad es imposible. La novela puede leerse como un combate contra
la costumbre de la moral cristiana, y también como una liberación de
quien reconoce que en el ejercicio del amor “diferente” hay un máximo
reto existencial. […] Alexis pertenece, por el contrario, al ámbito de lo
secreto. Se aleja del paroxismo del yo plural que, literalmente, “se desplu-
ma” en las calles y las plazas del mundo occidental. Su confesión busca
los aposentos tamizados por luces crepusculares. Porque lo que él quiere
decir linda con la extrañeza que suscita un yo solitariamente desgarrado.
Cuando leí por primera vez este tratado, imaginé al personaje como si yo
mismo estuviera amando y hubiese una sensación rara en esa forma de
desear al otro. Alexis no sólo es un tratado, y no es inútil por supuesto,
de cómo se lucha contra el peso de los hábitos amatorios en las familias
burguesas. Es también una indagación del intrincado y asfixiante arte de
amar hasta la renuncia y la separación116.
116 Pablo Montoya. “El combate de Marguerite Yourcenar”. Revista Arcadia, 2017.
117 Ibid.
[228]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
Basta con mirar atentamente a nuestro alrededor para darnos cuenta que
el drama de Alexis y Mónica continúa viviéndose y continuará sin duda
haciéndolo mientras el mundo de las realidades sensuales siga cuajado de
prohibiciones. Quizá las más peligrosas sean las del lenguaje, erizado de
obstáculos, que evitan o rodean sin preocuparse demasiado la mayoría de
la gente, pero con los que tropiezan, casi inevitablemente, los espíritus
escrupulosos y los corazones puros. Las costumbres, aunque se diga lo
contrario, han cambiado poco para que la idea central de esta novela haya
envejecido mucho. […] Parece ser que, de generación a generación, las
tendencias y los actos varían poco; por el contrario, lo que sí cambia, a su
alrededor, es la extensión de la zona de silencio o el espesor de las capas
de mentira. Esto no sólo es verdad tratándose de amores prohibidos: lo
es en el interior mismo del matrimonio, en las relaciones sensuales entre
esposos en donde la superstición verbal se ha impuesto de la manera más
tiránica. […] A veces he pensado en componer una respuesta de Móni-
ca que, sin contradecir en nada las confidencias de Alexis, nos aclarase
ciertos puntos de esta aventura, dándonos una imagen de Mónica menos
idealizada, pero más completa. He renunciado a ello de momento. No
hay nada más secreto que una existencia femenina. El relato de Mónica
sería seguramente más difícil de escribir que la confesión de Alexis119.
118 Marguerite Youcernar. Alexis o el tratado del inútil combate. Bogotá: Punto de Lectura, 2013,
pp. 139-140.
119 Ibid. pp. 10-11 y 15.
[229]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
120 Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit., Ens. 93. “El vivir alegre”.
[230]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
***
Este capítulo intenta un diálogo entre sabiduría, ciencia y arte. De ahí los ar-
gumentos que se plantean desde la reflexión filosófica sobre la moral, los mo-
delos explicativos que pretenden algunos autores del comportamiento moral
y las situaciones moralmente delicadas que enfrentan personajes en historias
representadas y dotadas de belleza en la literatura y el cine. Pensamos que la
filosofía como discurso y forma de vida, que se manifiesta a través de una ac-
titud metódica, permite este diálogo transdisciplinario y a su vez conecta estas
consideraciones de forma reflexiva con el cómo vivir y el cómo convivir con
[231]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
[…] hoy en día uno se encuentra con profesores de Filosofía, no con filó-
sofos. No por ello deja de ser admirable profesar la filosofía, que en otro
tiempo podía ser vivida. Pues ser filósofo no consiste en tener pensamien-
tos sutiles, ni en fundar una escuela, sino en amar la sabiduría tanto como
la vida… Consiste no sólo en resolver teóricamente algunos problemas
de la vida sino, ante todo, en resolverlos en la práctica123.
123 Henry Thoreau. Walden. Madrid: Errata Naturae Editores, 2017, p. 38.
124 Martha Nussbaum. “El discernimiento de la percepción: una concepción aristotélica de la
razón privada y pública”. Op. cit.
[232]
CAPÍTULO VI
1 Pierre Hadot. ¿Qué es la filosofía antigua? Op. cit.; Pierre Hadot, Ejercicios espirituales y filosofía
antigua. Op. cit.; Pierre Hadot. La filosofía como forma de vida. Conversaciones con Jeannie Carlier y Arnold
I. Davidson. Op. cit.; Michel Foucault. La hermenéutica del sujeto. Op. cit.; Hannah Arendt. La vida del
espíritu. Op cit.; Hans-George Gadamer. Verdad y método I. Fundamentos de una hermenéutica filosófica.
Salamanca: Sígueme, 1993; Adolfo López. “La posición del analítico en la mayéutica socrática”. Op. cit.
2 Richard Bernstein. Introducción a Habermas y la modernidad, Madrid: Cátedra, 1991, p. 30.
[233]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
[234]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
disposición al arte político, pero que debía ser desplegada, esto es, forjada
mediante la enseñanza y sus diversos recursos, incluido el castigo cuando
se cometían faltas. De esta manera, todos los hombres estarían obligados a
aprender la virtud. Dice Protágoras:
De todos modos, si alguno hay que nos aventaje siquiera un poco para
conducirnos a la virtud, es digno de estima.
De estos creo ser yo uno y aventajar a los demás en ser provechoso a
cualquiera en su desarrollo para ser hombre de bien, de modo digno del
salario que pretendo, y aún de más, como llega, incluso, a reconocer el
propio discípulo7.
[235]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
[236]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
virtud. Pues si la virtud fuera algo diferente de una ciencia, como ahora
intenta decir Protágoras, claro que no podría enseñarse. Ahora en cam-
bio, si se muestra que es en su conjunto una ciencia, sería extraño que no
pudiera enseñarse. Por su parte, Protágoras, que entonces pretendía que
se podía enseñar, ahora por el contrario parece que se esfuerza en mos-
trar que es casi cualquier cosa excepto ciencia. Y así, sería mínimamente
enseñable»12.
[237]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
14 Ibid., 87cd.
15 Ibid., 88d.
16 Platón. Diálogos II. Menón. Madrid: Gredos, 1987, p. 317. Nota al pie número 61.
17 Pierre Hadot. ¿Qué es la filosofía antigua? Op. cit.; Pierre Hadot. Ejercicios espirituales y filosofía
antigua. Op. cit.; Pierre Hadot. La filosofía como forma de vida. Conversaciones con Jeannie Carlier y Arnold
I. Davidson. Op. cit.
18 Pierre Hadot. ¿Qué es la filosofía antigua? Op. cit.
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De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
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De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
Ah... ¡Sócrates! Había oído yo, aun antes de encontrarme contigo, que
no haces tú otra cosa que problematizarte y problematizar a los demás,
y ahora, según me parece, me estás hechizando, embrujando y hasta en-
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Características de la mayéutica
[243]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
dos sujetos, de los cuales, al menos uno, parte de una posición de ignorancia
sobre un tema cualquiera y una intención de saber”39. Se fundamenta en dos
técnicas básicas: la elénctica (elenchos), o indagación, llevada a cabo mediante
preguntas y respuestas cortas; y la protréptica (protreptikós) o exhortación, que
procura movilizar el ánimo del otro para que haga o deje de hacer algo40.
En relación con la elénctica Sócrates describe su método como brevi-
locuencia41, que consistiría en preguntar y, sobre todo, responder de manera
breve, con la intención de indagar con rigor sobre un asunto. Ahora bien, no
hay una medida para esta brevedad42, sino que depende de la precisión en el
hablar43, del kairos logos o decir oportuno, basado en la ética del bien decir44,
en el juicio del hablante que considera al otro como interlocutor válido y que
posibilita su interpelación. Hablar lo preciso implica ser oportunos, modera-
dos, hacer uso de la palabra de tal manera que se mantengan las posibilidades
de un auténtico diálogo en el que la participación dialéctica de unos y otros
sea fundamental.
Es esta una de las condiciones más difíciles, pues lo usual es que las per-
sonas quieran extenderse ininterrumpidamente en su exposición para mostrar
—en no pocas ocasiones con vanidad— todo su saber y ganarse así la admira-
ción de los otros, incluso su obsecuencia o sometimiento, como en el caso de
los retóricos y de algunos sofistas. Protágoras, por ejemplo, ante este pedido
de Sócrates de que sea breve en su exposición, dice:
39 Adolfo López. “La posición del analítico en la mayéutica socrática”. Op. cit., p. 32.
40 Werner Jaeger. Paideia. Los ideales de la cultura griega. Op. cit., p. 414; Carlos Ramírez et al.,
El método analítico. Vol. I. Formalización teórica. Op. cit.; Adolfo López. “La posición del analítico en la
mayéutica socrática”. Op. cit.
41 Platón. Protágoras I, 334e.
42 Como en algunos debates en los que se sugiere, de antemano, que cada participante use un
número determinado de minutos o de segundos para hacer su exposición.
43 Platón. Protágoras I, 334e.
44 Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit., Ens. 2. “El afán de expre-
sar“, p. 22; Ens. 13. “La lección”, p. 45; Ens. 36. “La escucha psiconalítica”, p. 85.
45 Platón. Protágoras I, 335ab.
[244]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
[…] si uno les formula cualquier pregunta, aunque sea mínima, acerca de
lo dicho, como los cántaros de bronce que al golpear resuenan largamen-
te y prolongan sus vibraciones si uno no los para, también los oradores
así, a la menor pregunta, extienden ampliamente su discurso46.
46 Ibid., 329ab.
47 Pierre Hadot. Ejercicios espirituales y filosofía. Op. cit.; Pierre Hadot. La filosofía como forma de
vida. Conversaciones con Jeannie Carlier y Arnold I. Davidson. Op. cit.
48 En la Introducción al libro de Pierre Hadot La filosofía como forma de vida, Jeannie Carlier se
pregunta si los libros de Hadot no son, en última instancia, protrépticos, “destinados a «volver» (trepein en
griego) al lector hacia la vida filosófica”. Carlier, en: Hadot 2009, p. 9, más que al discurso filosófico.
49 Platón. Protágoras I, 335ab.
50 Joan Corominas. Breve diccionario etimológico de la lengua castellana. Op. cit., p. 92.
[245]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
reunidos somos los hombres de algún modo más hábiles para cualquier
trabajo, palabra o plan. Si uno piensa algo él solo, en seguida, marchando
por su alrededor busca a quién demostrárselo y con quién asegurarse,
hasta que lo encuentra51.
[246]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
cuando se acude a ellos para ocultar la posición propia, con la que cada uno
se compromete, o para librarse de la responsabilidad que deriva de la cons-
trucción personal y evitar así ser cuestionados. Justamente la mirada sobre sí
mismo que busca la mayéutica, pretende que sea cada uno quien se pueda dar
ciertas respuestas, desde sí mismo, aunque por supuesto con apoyo de otros a
quienes ha leído o escuchado. En boca de Sócrates:
[247]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
interés de Sócrates en que sus argumentos sean debatidos y que, por ello, las
objeciones de los participantes sean escuchadas, no acalladas. Ante las dudas
de Cebes, personaje del Fedón, dice:
[248]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
61 Michel Foucault. La inquietud por la verdad. Ensayos sobre la sexualidad y el sujeto. Buenos Ai-
res: Siglo xxi, 2013; Michel Foucault. El coraje de la verdad. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica,
2010; Michel Foucault. La hermenéutica del sujeto. Op. cit.; Michel Foucault. Historia de la sexualidad 3.
La inquietud de sí. México: Siglo xxi, 1987.
62 Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit.; Carlos Ramírez, Apuntes.
Op. cit.; Ramírez et al., El método analítico. Vol. I. Formalización teórica. Op. cit.; Ramírez et al. Relaciones
psicología-psicoanálisis. Op. cit.; Carlos Henao. Coordinación grupal y relaciones de poder. Una aplicación del
método analítico en las organizaciones. Medellín: Fondo Editorial Universidad eafit, 2008; Adolfo López.
“La posición del analítico en la mayéutica socrática”. Op. cit.
63 Para examinar con detalle esta tesis de que la mayéutica es una modalidad del método analítico
y del método científico, véase nuestro libro El método analítico (Carlos Ramírez et al. 2017; Juan Lopera et
al. 2010a); asimismo, la obra de Ramírez (2011, 2012). No consideramos pertinente desarrollar este tema
en la presente investigación.
[249]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
teórico y los efectos que produce en los participantes —en su modo de pensar
y en su existencia—, utiliza la inducción y la deducción, busca ser consistente
en tanto procura la coherencia y la no contradicción. No pretende construir
un conocimiento sistemático, formalizado, válido (una ciencia o episteme),
sino que, más bien, procura la ascesis subjetiva, el cuidado de sí, la sabiduría
práctica. Por esta razón, se relaciona con la verdad como experiencia de trans-
formación de sí.
Desde nuestra concepción específica del método analítico64 establece-
mos una diferencia con la mayéutica, sin desconocer que nos basamos en
muchas de sus características, destacadas ya en este apartado. Mientras la
mayéutica incluye en sus técnicas básicas la protréptica, a modo de persua-
sión, esto es, con la intención expresa de movilizar el afecto de los otros y
moverlos a actuar en determinada dirección, el método analítico que propo-
nemos, se transmite sólo a aquellos que “lo demandan y sostienen su deseo,
a los decididos”65; asimismo, nos distanciamos del ‘directivismo’ socrático
en el diálogo, en el que el coordinador (o el maestro) es quien dirige casi
exclusivamente la conversación y, aunque asume la posición de docta igno-
rancia, es él quien hace toda la labor de análisis y plantea las preguntas de
modo que al discípulo sólo le resta asentir o disentir, decir ‘sí’ o ‘no’ en caso
de estar de acuerdo o no con su razonamiento; y si tiene una objeción, puede
desarrollarla pero, al retomar las preguntas y respuestas, casi siempre está en
una posición pasiva.
64 Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit.; Carlos Ramírez. Apuntes.
Op. cit.; Ramírez et al., El método analítico. Vol. I. Formalización teórica. Op. cit.; Carlos Ramírez et al.
Relaciones psicología-psicoanálisis. Op cit.; Juan Lopera et al. El método analítico. Op. cit.; Juan Lopera et al.
“El método analítico como método natural”. Nómada. Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas 25,
n°1 (2010b).
65 Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit., Ens. 4, p. 25.
66 Pierre Hadot. ¿Qué es la filosofía antigua? Op. cit.
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De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
79 Carlos Ramírez. “El método científico en el psicoanálisis”. Op. cit.; Carlos Ramírez. Apuntes.
Op. cit; Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit.; Carlos Ramírez et al. Rela-
ciones psicología-psicoanálisis. Op. cit; Carlos Ramírez et al.El método analítico. Vol. I. Formalización teórica.
Op. cit.
80 Hans-George Gadamer. Verdad y método I. Fundamentos de una hermenéutica filosófica. Op. cit.
81 Carlos Ramírez. Apuntes. Op. cit.; Carlos Ramírez. “El método científico en el psicoanálisis”.
Op. cit.; Carlos Ramírez et al. El método analítico. Vol. I. Formalización teórica. Op. cit.; Carlos Ramírez et
al. Relaciones psicología-psicoanálisis. Op. cit.; Juan Lopera. Sabiduría práctica y salud psíquica. Op. cit.
82 Aquí aparece el método como actitud, no como algoritmo. Su apropiación tiene incidencia en
la formación de la intuición. Véase Carlos Ramírez 2012, Ens. 113, 231, 232, 233; Carlos Ramírez et al.
2017; Juan Lopera et al. 2010b; Lopera 2004, 2009; Hogarth, 2002.
[252]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
otra manera de apropiarse del método que aplicándolo, aunque resulte pa-
radójico, puesto que si no se lo ha apropiado, ¿cómo aplicarlo? Es la misma
situación que analiza Aristóteles con respecto a las virtudes: un hombre no
se hace justo hablando de la justicia sino ejerciéndola y, para lograrlo, ha de
proceder gradualmente en la aplicación de la misma, día a día, con metas
sencillas y proporcionadas a sus capacidades, moderadas, hasta que aquello
que era sólo una idea, un horizonte normativo, una utopía, un deseo, se vaya
convirtiendo en un hábito, una cualidad o una parte del modo de ser. En
palabras de Ramírez:
83 Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit., Ens. 99, p. 197.
84 Pierre Hadot. La filosofía como forma de vida. Conversaciones con Jeannie Carlier y Arnold I.
Davidson. Op. cit.
85 Carlos Ramírez. “El método científico en el psicoanálisis”. Op. cit.; Carlos Ramírez. Apuntes.
Op. cit; Carlos Ramírez, La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit.
86 Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit.; Germán Vargas. “Verdad
y validez. Presupuestos epistemológicos de Ensayitos”, en Individuación y anarquía. Metafísica y fenomeno-
logía de la individuación, editado por Germán Vargas. Cali: Editorial Aula de Humanidades, 2014.
[253]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
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De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
Tanto los propósitos de extensión como los de intensión están muy rela-
cionados con los ámbitos de la investigación, la educación y la pedagogía,
razón por la cual es muy probable que de ellos deriven diversos dispositi-
vos en una gama amplia de disciplinas96.
94 Jürgen Habermas. La lógica de las ciencias sociales. Madrid: Tecnos, 1988; cf. Albrecht Wellmer.
“Razón, utopía y la dialéctica de la Ilustración”, en Habermas y la modernidad, editado por Richard Berns-
tein. Madrid: Cátedra, 1991; Richard Bernstein. Introducción a Habermas y la modernidad. Op. cit.
95 Michel Foucault. “¿Qué es la crítica? (Crítica y Aufklärung)”. Op. cit.; Michel Foucault. “¿Qué
es la Ilustración?”. Op. cit.
96 Juan Lopera et al. El método analítico. Op. cit., p. 297.
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Se introducen aquí una serie de aspectos que sólo hemos esbozado a lo largo
de esta obra. Por un lado, la cuestión de la libertad: se puede decidir cuando
somos libres, esto es, cuando en una situación hay variables libres sobre las
cuales podemos influir. Si todo estuviese determinado (biológica y discursiva-
mente), nuestras decisiones no serían tales. No es objeción a esto la conocida
argumentación de que antes de que tomemos consciencia de nuestra elección,
ya nuestro cerebro o nuestro proceso primario —con sus emociones, intui-
ciones y análisis inconscientes— han ‘decidido’ o elegido. No es objeción,
decimos, porque la posibilidad de elegir desde sí mismo, no implica necesa-
riamente consciencia. Es uno el que decide, así haya sido privilegiadamente
desde la lógica del proceso primario. Y si es uno el que decide, somos en
parte responsables de nuestras decisiones y elecciones. Kandel103 retoma el
[261]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
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Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
inconsciente nos determina—, se parte del supuesto de que las decisiones las
ha de tomar el yo, o lo preconsciente-consciente para que seamos sujetos de la
decisión o de la elección y, como contrapartida, que son otras realidades (no
nosotros) las que verdaderamente eligen: lo inconsciente o el ello. Pero ¿no
somos también lo inconsciente, el ello, las pulsiones?, ¿acaso eso otro no nos
constituye también? El supuesto de base es que, para que un acto sea libre,
para que una decisión efectivamente sea “nuestra”, ha de ser la consciencia
el agente de la acción o de la decisión. No estamos de acuerdo con dicho
supuesto. Incluso, en un acto fallido se impone una voluntad inconsciente,
contraria o diferente de la voluntad consciente de ejecutar un acto o de decir
algo; sin embargo, el sujeto es responsable de dicha expresión fallida107. No
se desconocen las restricciones y limitaciones que los factores causales de lo
psíquico representan, pero destacamos también las posibilidades que ofrecen,
fundamento de la libertad. A esta última, en “el ser humano la llamamos libre
albedrío. Pues entre numerosas restricciones, casi siempre hay alguna variable
que queda a opción del sujeto, quien debe elegir”108.
En el capítulo uno mostramos que, para algunos pensadores, aun las
partículas elementales eligen, toman un curso de acción entre varios posibles,
y lo hacen no sólo movidas por el entorno físico en el que se hallan, sino tam-
bién, desde su propia composición, esto es, desde su ser. No se requiere cons-
ciencia para elegir o seleccionar entre opciones109. En el ser humano, la cons-
ciencia aumenta las posibilidades de decisión y elección por cuanto permite
ver alternativas que, de otro modo, serían ignoradas. Sus decisiones se toman
con todo su ser: sus dimensiones físico-química, biológica, anímica y psíquica
están presentes; también su sensación, percepción, memoria, atención110; sus
emociones, intuiciones, pensamientos inconscientes, preconscientes y cons-
cientes, así como sus deliberaciones y reflexiones. Para Ramírez:
107 Sigmund Freud. Conferencias de introducción al psicoanálisis (Partes I y II). Vol. 15. Buenos
Aires: Amorrortu, 1998q.
108 Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit., Ens. 8, p. 32.
109 Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit.; Jorge Wagensberg. La
rebelión de las formas. O cómo perservar cuando la incertidumbre aprieta. Op. cit.; Juan Samaja. Epistemología
de la salud: reproducción social, subjetividad y transdisciplina. Op. cit.
110 Horacio Manrique et al. Clínica analítica de las organizaciones. Op. cit.
[263]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
Acción y acto
111 Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit., Ens. 8. “La libertad”, p. 32.
112 Georges Canguilhem. Lo normal y lo patológico. México: Siglo xxi, 1984.
113 Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit., Ens. 380, p. 317.
114 Hannah Arendt. La vida del espíritu. Op. cit., pp. 292-293.
[264]
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tado para que la asesine: el “libre albedrío en el acto de acabar con la vida sólo
es auténtico si la persona es tranquila, saludable, lúcida y le gusta vivir”115.
Dejando de lado las posibles objeciones que nos genere este planteamiento
en torno al suicidio asistido en estas circunstancias, lo que deseamos destacar
es esa idea de que la voluntad, apoyándose en las determinaciones, va más allá
de ellas: las transciende, eso es justamente el quiero.
En El tiro de gracia, bella y dramática novela de Yourcenar116, en la que
se recrea un suceso auténtico, ¿estaba irremediablemente destinado Eric von
Lhomond a dar muerte a Sophie, su antigua amiga y amante, que se había
pasado al enemigo en la Revolución rusa, y que ahora era su prisionera? Eric
se debate, desde la noche anterior, entre permitir que Michel, que asumía
el papel de verdugo en esas ocasiones, diera muerte a Sophie o abogar ante
sus camaradas para que le dejaran ir. Refiriéndose a uno de estos, a Chopin,
reflexiona Eric: “Sabía, al igual que yo, que no nos veríamos deshonrados de
forma inútil, si les proponíamos a nuestros camaradas que soltaran única-
mente a esa mujer, una mujer que nadie ignoraba que se había pasado al ene-
migo”117. Al día siguiente, Sophie demuestra su angustia fumando sin parar;
tiene la opción de pedir subrepticiamente a Eric que la salve, pero dice al oído
de Michel algo que este le murmura a su vez a Eric: “Ella ordena… La seño-
rita pide… Quiere que sea usted quien…”118. Eric toma su revólver y avanza
automáticamente con la esperanza de que ella acuda a él por última vez para
conservar su vida, pero esta descubre la parte de arriba de su chaqueta para
facilitar la ejecución.
Un paso más y me hallé tan cerca de Sophie que hubiera podido besarla
en la nuca o ponerle la mano en el hombro, que se movía con pequeñas
sacudidas casi imperceptibles, pero ya no veía en ella más que el contorno
de un perfil lejano. Respiraba demasiado aprisa y yo me aferraba a la idea
de que, algún tiempo atrás, yo había deseado rematar a Conrad y que
aquello era un poco lo mismo. Disparé volviendo la cabeza, a la manera
de un niño asustado que tira un petardo en la noche de Navidad119.
115 Rubem Fonseca. “Libre albedrío”, en La Cofradía de los Espadas. Cuentos. Bogotá: Editorial
Norma, 2001, p. 13.
116 MargueriteYourcenar. El tiro de gracia. Buenos Aires: Alfaguara, 1989.
117 Ibid., p. 134.
118 Ibid., p. 137.
119 Ibid., p. 138.
[265]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
Ejecutar un acto implica muchas veces que el sujeto sea capaz de supe-
rar la moral grupal o la personal, ambas introyectadas en el Súper Yo y
activas mediante la censura interna o la social. Ser creativo o transgresor,
ser capaz de afrontar las consecuencias: esta es la base de la libertad, de
la capacidad de actuar. Raramente es necesario transpasar las fronteras
de las reglas y leyes, pero el sujeto debe estar decidido a hacerlo cuando
su propia conciencia le exige obrar de una manera que rompe con los
cánones establecidos.
De una manera más general, dejarse llevar por la intuición, que puede en
un momento dado, mostrarle opciones insólitas; que ha aprendido a no
desechar automáticamente las rutas poco convencionales, a abrirse a las
posibilidades distintas, a articulaciones novedosas.
120 Carlos Ramírez. Apuntes. Op. cit., Ens. 378. “Acto”, p. 315.
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De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
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125 John Baer, James Kaufman y Roy Baumeister. Are We Free? Psychology and Free Will. New York:
Oxford University Press Inc, 2008, p. 4. Traducción nuestra. Versión original: “Does determinism rule out
free will? On the surface, at least, it may seem to. But some philosophers have argued that determinism
and free will are compatible. The problem may be that our intuitive concepts of free will simply don’t
make sense. Free will can’t really mean that at any moment a person’s behavior is totally unpredictable
(and therefore entirely unconstrained). Such a universe would be, from psychology’s perspective at least,
the same as one governed entirely by chance, which is just another way of saying it is not governed at all.
For psychology to make any sense, the universe must be, to some degree at least, predictable. A psychology
that doesn’t accept causes of behavior or the possibility of prediction is no psychology at all”.
[269]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
descarta cuando dice: “Dios no juega a los dados”. Pues a esta afirmación
responderíamos: “Si no hay azar, ¿cómo podría Dios jugar?”126.
En la vida práctica nos vemos con frecuencia confrontados con ese tipo
de dilemas, sobre todo cuando efectuamos una reflexión sobre los gran-
des temas de la existencia; por ejemplo: ¿hay o no libre albedrío? Las razo-
nes lógicas se agotan, y nos dejan la responsabilidad de una elección ética.
126 Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit., Ens. 138. “Formaciones
de lo aleatorio”, p. 245.
127 H. Roediger, M. Goode y F. Zaromb. “Free Will and the Control of Action”, en Are We Free?
Psychology and Free Will, editado por J. Baer, J. Kaufman y R. Baumeister. New York: Oxford University
Press, 2001; Carlos Ramírez, La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit.
128 Germán Bula. “Determinismo, libertad y responsabilidad en la vida como un juego existen-
cial: Ensayitos”, Revista de Psicología Universidad de Antioquia 8, n°2 (2016). Aunque lo gnoseológico y lo
ontológico son diferentes, corresponden a una misma dimensión: la del conocimiento.
129 Carlos Rodríguez. “Las neurociencias: entre el determinismo y la libertad”. Revista de Filosofía
Universidad de Costa Rica xxxix, n°99, (2001). Germán Bula. “Determinismo, libertad y responsabilidad
en la vida como un juego existencial: Ensayitos”. Op. cit.; Carlos Ramírez. Apuntes. Op. cit.; Carlos Ra-
mírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit.; Horacio Manrique y Lina Gil. “Azar, libertad y
responsabilidad moral”. Op. cit.
[270]
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La formación de la intuición
[271]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
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ces como lo sean los prejuicios en que se orientó”132. Cuando este saber es
acertado (experticia) y presupone una apertura a la situación y al devenir,
usualmente lleva a intuiciones válidas: consistentes y eficaces. Pero, cuando
ese saber es una colección de prejuicios (o sesgos) y se cierra pertinazmente
a lo nuevo, a las variables no conocidas, ignorándolas, con frecuencia es des-
acertado —inconsistente e ineficaz—, aunque no se descarta la posibilidad de
que, aun siendo un conjunto de prejuicios, sea eficaz, ya sea por azar o porque
las condiciones fueron favorables a su realización. Por eso, dejar librada al
azar la intuición y no preocuparse por formarla, es confiar demasiado en la
(buena) fortuna.
Los prejuicios son presupuestos no analizados ni cuestionados, que ope-
ran como saberes previos (pre-juicios) en la lectura o interpretación intuiti-
va que hacemos de una situación. En cierta medida son inevitables, puesto
que corresponden a las normas, hábitos, modos de ser, ideologías, moral,
esquemas de conducta, entre otros, que se incorporan, primero, y de manera
primordial, como resultado del proceso de sujetación a la cultura que todo
ser humano vive en una comunidad y época particulares; y segundo, de las
interacciones y vínculos que se establecen con otros a lo largo de la vida. En
ese proceso de sujetación, el individuo pasa de ser un no sujeto a un sujetado
(alienado, enajenado) y luego a un sujeto, en tanto agente responsable de sus
actos133. Es el proceso de formación del que habla Gadamer134 a partir de He-
gel en el que el individuo primero se enajena al recibir de otro una sustancia
que debe hacer suya, para luego retornar a sí mismo a partir de eso otro.
Además, es importante tener en cuenta que los prejuicios pueden tener
una base biológica; por ejemplo, la apreciación que una persona de determi-
nada raza o país tiene sobre otras personas de origen diferente, puede variar
con respecto a la que tenga sobre sus compatriotas; o el juicio que emita en
una situación en la que sienta hambre, calor, malestar o premura, puede va-
riar con respecto al que expresa en una situación en la que esté confortable;
asimismo, el género puede provocar sesgos en los juicios, como cuando un
juez debe determinar sanciones para varones y para una mujeres en casos
132 Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit., Ens. 232. “Análisis de la
intuición”, p. 357.
133 Juan Lopera et al. El objeto de la psicología: el alma como cultura encarnada. Op. cit.; Horacio
Manrique et al. Clínica analítica de las organizaciones. Op. cit.
134 Hans-George Gadamer. Verdad y método I. Fundamentos de una hermenéutica filosófica. Op. cit.,
p. 43.
[273]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
que operan como base del consenso y de los acuerdos humanos, pero también
como causa del malentendido y distorsiones en la comunicación. Esos presu-
puestos arraigan en cada ser humano y se articulan con los procesos afectivos
de placer y displacer, como mostramos en el capítulo cuatro: las situaciones y
experiencias que coinciden con ese saber de fondo (o saber tácito), son senti-
das como placenteras, y el proceso de asociaciones entre representaciones (el
proceso de pensar) discurre sin trabas y en vía de ‘verificar’ lo que ya se sabe.
Cuando, por el contrario, esas experiencias o situaciones nuevas contrarían
nuestras expectativas y presupuestos, son sentidas como displacenteras, y el
decurso de las representaciones inhibe ciertas vías asociativas para evitar dicho
displacer evadiendo, mediante la huida, una posible confrontación o refuta-
ción de dichos saberes. Según Freud, en esto consiste la defensa primaria del
aparato psíquico, que describe como “el hecho de que una imagen-recuerdo
hostil sea siempre abandonada por la investidura lo más pronto posible” 136.
No se trata necesariamente de una sensación propiamente definida y cons-
ciente de displacer, sino de una señal de alarma, tal como el marcador somá-
tico propuesto por Damasio137, que permite tomar un camino de huida o de
acercamiento en virtud del displacer o del placer en juego, operando muchas
135 Jürgen Habermas. Teoría de la acción comunicativa. Complementos y estudios previos. Op. cit.;
Jürgen Habermas. Teoría de la acción comunicativa. Tomos I y II. Op. cit.
136 Sigmund Freud. “Proyecto de psicología”. Op. cit., p. 367.
137 Antonio Damasio. El error de Descartes: la emoción, la razón y el cerebro humano, Op. cit., pp.
199-200.
[274]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
Depuración de prejuicios
[275]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
[276]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
Nos abrimos al discurso por todas nuestras aberturas: los poros de la piel,
los resquicios de nuestra alma, para hacer la pruebita, el ensayis, que nos
muestre la estructura subjetiva de un discurso o la esencia de una situa-
ción. Muchas veces queremos sopesar la situación como el marqués de
[277]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
153 Ibid.
154 Platón. Apología I, 23b; Pierre Hadot, ¿Qué es la filosofía antigua? Op. cit., p. 40; Hannah
Arendt. La vida del espíritu. Op. cit., 192; Adolfo López. “La posición del analítico en la mayéutica socrá-
tica”. Op. cit., p. 26; Werner Jaeger. Paideia. Los ideales de la cultura griega. Op. cit., p. 472.
155 Nicolas de Cusa. La docta ignorancia. Barcelona: Orbis, 1985.
156 Hans-Georg Gadamer. Verdad y método I. Fundamentos de una hermenéutica filosófica. Op. cit.,
p. 439.
157 Michel Foucault. “¿Qué es la Ilustración?”. Op. cit.; Michel Foucault. “¿Qué es la crítica?
(Crítica y Aufklärung)”. Op. cit.
158 Sigmund Freud. “Sobre la dinámica de la trasferencia”, en Obras completas, Vol. 12. Buenos Ai-
res: Amorrortu, 1998j; Sigmund Freud. “Puntualizaciones sobre el amor de trasferencia (Nuevos consejos
sobre la técnica del psicoanálisis)”, en Obras completas, Vol. 12. Buenos Aires: Amorrortu, 1998p; Sigmund
Freud. “27ª. Conferencia. La trasferencia”, en Obras Completas. Vol. 16. Buenos Aires: Amorrortu, 1998r;
Sigmund Freud. “28ª. Conferencia. La terapia analítica”, en Obras Completas. Vol. 16. Buenos Aires: Amo-
rrortu, 1998s.
[278]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
159 Jacques Lacan. El seminario de Jacques Lacan. Libro 1. Los escritos técnicos de Freud. Op. cit., p.
404.
160 Robin Hogarth. Educar la intuición, pp. 294-295.
161 Sigmund Freud. “Proyecto de psicología”. Op. cit, pp. 428-431.
[279]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
162 Sigmund Freud. “Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico”. Op. cit.
163 Daniel Kahneman. “Mapas de racionalidad limitada. Psicología para una economía conduc-
tual”. Op. cit; Daniel Kahneman. Pensar rápido, pensar despacio. Op. cit.
164 Sigmund Freud. “Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico”. Op. cit.
165 Daniel Kahneman. “Mapas de racionalidad limitada. Psicología para una economía conduc-
tual”. Op. cit; Daniel Kahneman. Pensar rápido, pensar despacio, Op. cit.
166 Robin Hogarth. Educar la intuición. Op. cit., p. 282.
167 Ibid.
168 Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit.; Ramírez et al. El método
analítico. Vol. I. Formalización teórica. Op. cit.
169 Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit., Ens. 55. “Lógica fractal”,
p. 123.
[280]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
Ahora bien, este proceso conduce a una incorporación del método cien-
tífico, a una apropiación que lleva a que opere con naturalidad, intuitivamen-
te, como una actitud —disposición del ánimo— en tanto basada en un ethos
o modo de ser. La definición que propone Ramírez173 de un sujeto analítico
tiene en cuenta esa dimensión: es alguien que se ha apropiado del método
analítico singularizándolo en un estilo de vida. En otras palabras, ha hecho
intuitivo el método científico174.
170 Recuérdese que hemos considerado la formación de la intuición como fundamental para la
toma de decisiones (y para las elecciones) con sabiduría.
171 La concepción del método analítico como método científico aplicado a un discurso, por un
lado, y su perspectiva como un camino de formación espiritual (tendiente a la ascesis subjetiva), por el
otro, las hemos desarrollado ampliamente en otras obras. Véase: Ramírez 2012; Ramírez et al. 2017; Lo-
pera 2016; Juan Lopera et al. 2010.
172 Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit., Ens. 232, pp. 357-358.
173 Carlos Ramírez. Apuntes. Op. cit.; Carlos Ramírez, La vida como un juego existencial. Ensayitos.
Op. cit.
174 Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit., Ens. 231. “La intuición
analizada”, 232. “Análisis de la intuición” y 233. “La intuición fractal”.
[281]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
[282]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
182 Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit., Ens. 113, p. 219.
183 Carlos Ramírez et al. El método analítico. Vol. I. Formalización teórica. Op. cit., p. 40.
184 Véase: Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit., Ens. 113, pp.
218-221; Carlos Ramírez. Apuntes. Op. cit., Ens. 364. “Psicología antural”, p. 308; Ramírez et al. El
método analítico. Vol. I. Formalización teórica. Op. cit.; Lopera et al. “El método analítico como método
natural”. Op. cit.
[283]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
Según Ramírez:
[284]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
Se propone entonces aplicar los procesos del método analítico: entender, cri-
ticar, contrastar e incorporar188, con el fin expreso de apropiarse de dicho
método en alguno de sus dispositivos de aplicación, con base en los cuatro
propósitos ya expuestos en este capítulo: propósitos formativos, afectivos (as-
céticos), transformativos y cognoscitivos189.
El entender, como proceso del método analítico, estudia la coherencia
interna de un discurso; esto es, su lógica primaria y secundaria; sus postula-
dos explícitos e implícitos; las reglas de forma, contenido y uso; el estilo del
autor, entre otros aspectos. Es una lectura intratextual, pero que no descuida
el contexto y el metacontexto190.
El criticar establece
[…] una comparación del texto consigo mismo (crítica interna) y con
otros del mismo autor (crítica externa). Para ello se relacionan sus partes,
proposiciones, conceptos, entre sí, buscando verificar la coherencia y la
rigurosidad del discurso, como también las conexiones, las asociaciones,
las oposiciones y convergencias191.
187 Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit., Ens. 231, p. 356.
188 Para estos cuatro procesos, véase específicamente el Ensayito 98 de Ramírez 2012, p. 195,
llamado Análisis de un discurso.
189 Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit.; Carlos Ramírez et al. El
método analítico. Vol. I. Formalización teórica. Op. cit.; Lopera et al. “El método analítico como método
natural”. Op. cit.; Juan Lopera. Sabiduría práctica y salud psíquica. Op cit.; Horacio Manrique et al., Clínica
analítica de las organizaciones. Op. cit.
190 Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit., Ens. 98. “Análisis de un
discurso”, p. 195.
191 Ibid., pp. 195-196.
192 Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit., Ens. 98. “Análisis de un
discruso”, p. 196.
[285]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
[286]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
[287]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
Hay que analizar antes y después de la decisión (no durante ella). Este
proceso crítico, que busca convertir los prejuicios en juicios, dilucidar y
cuestionar los valores y certidumbres, es un proceso de ascesis que condu-
ce a la intuición analizada.
197 Konrad Lorenz. La ciencia natural del hombre. Op. cit., p. 70. [Cursivas en el original].
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intuición y el análisis fractal son las dos fases del mismo acontecimiento:
el actuar analítico.
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De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
199 Horacio Manrique et al. Clínica analítica de las organizaciones. Op. cit., pp. 55-56.
200 Hogarth 2001, p. 297.
201 Ibid., p. 298. [Los corchetes son nuestros].
202 Ibid., p. 299.
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Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
Por ejemplo, imaginemos que cada vez que vemos a John, un compañero
de trabajo, nos sentimos enfadados. Una forma de abordar la situación
es no hacer caso. El sentimiento es ridículo. Las personas mayores no se
203 Jürgen Habermas. Teoría de la acción comunicativa. Tomos I y II. Op. cit.
204 Hans-Georg Gadamer. Verdad y método I. Fundamentos de una hermenéutica filosófica. Op. cit.
205 Hogarth 2001, p. 300.
206 Ibid., p. 302.
207 Ibid., p. 303.
208 Martha Nussbaum. Paisajes del pensamiento. La inteligencia de las emociones. Op. cit.; Martha
Nussbaum. Fortuna y ética en la tragedia y la filosofía griega. Madrid: Visor, 1995c.
209 Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit., Ens. 232, pp. 357-358.
[291]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
deben enfadar sólo por ver a otra persona. Sin embargo, no es una reac-
ción sensata. Al contrario, creo que debemos aceptar la emoción como
un dato; es decir, aceptar el hecho «Me enfado cuando veo a John», y
luego tratarlo como algo que se debe explicar. En efecto, la emoción apa-
rentemente inexplicable ofrece la oportunidad de comunicación entre los
sistemas deliberado y tácito210.
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Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
216 Carlos Ramírez. Apuntes. Op. cit., Ens. 396. “Contratransferencia lateral”, p. 326.
217 Ibid.
218 Ibid.
219 Carlos Ramírez. Apuntes. Op. cit., Cav. 62, p. 552.
[293]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
[294]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
[…] una vez que las personas han adquirido una creencia en una hipótesis
(es decir, una idea) se produce una fuerte tendencia a buscar información
que confirme la hipótesis. Sin embargo, si realmente queremos verificar la
hipótesis, debemos considerar las pruebas que pudieran desconfirmarla229.
[295]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
las pruebas que refutan o falsan una hipótesis, en lugar de buscar aquellas que
la verifiquen. Por eso, él mismo se autodenominó negativista, en oposición a
los positivistas que sólo consideraban los hechos bien probados230. Hogarth
sugiere aplicar esto a la intuición. Al formarnos una opinión y ser conscientes
de la misma, “debemos desarrollar una reacción intuitiva inmediata o un cor-
tacircuitos que diga: comprobémoslo, y para ello busquemos posibles pruebas ne-
gativas”231. Y luego: “al formular preguntas que puedan desconfirmar nuestras
creencias, tenemos mayores probabilidades de tomar decisiones acertadas”232.
Sugiere, para ello, observarse a sí mismo; por ejemplo, prestar atención a
las reacciones que tenemos ante determinado comportamiento de nuestros
colegas, en particular, si nos irrita o si nos produce una emoción particular.
Es una manera de buscar la retroalimentación adecuada, es decir, que efecti-
vamente nos muestre si estamos o no equivocados en nuestras apreciaciones
y ocurrencias intuitivas. Para ello hay un interesante recurso, dice Hogarth,
aprovechando la circunstancia de que gran parte de la retroalimentación es de
naturaleza social: el intercambio de opiniones, la discusión en grupo, como
hacen muchos individuos en su respectiva comunidad académica o profesio-
nal233. La posibilidad de discutir con otros, de conocer diversos puntos de
vista, amplía nuestras perspectivas y modos de entender un asunto, facilita
que sean cuestionadas nuestras creencias.
El cuarto y último proceso al que Hogarth234 se refiere, la generalización,
consiste en examinar si lo aprendido, lo que se ha incorporado, es aplicable a
una más amplia gama de situaciones. En este proceso, Hogarth recomienda
hacerse preguntas, por ejemplo, ¿tal como me ven en el trabajo mis compañe-
ros es como me ven mis amigos de un club social? “¿En qué medida las situa-
ciones son similares o diferentes? Por ejemplo, ¿nos comportamos de distinta
forma en dos sitios diferentes?, y de ser así, ¿por qué?”235. Asimismo, “¿lo que
hemos aprendido o descubierto sugiere unas aplicaciones concretas? […] ¿lo
que hemos aprendido nos recuerda algo? ¿Qué? ¿Estuvimos en lo cierto o
230 Karl Popper. Conjeturas y refutaciones. El desarrollo del conocimiento científico. Op. cit., p. 280.
231 Ibid., p. 308.
232 Ibid., p. 309.
233 Hogarth 2001, p. 309.
234 Ibid., p. 311.
235 Ibid., pp. 311-312.
[296]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
Ya habíamos hablado del método analítico como método natural, como una
manera espontánea de proceder fruto de su incorporación238.
Llegados al final de este capítulo, resta decir que es fundamental estable-
cer una dialéctica entre ese análisis de nuestro discurso —creencias, prejuicios,
ocurrencias, intuiciones— y lo que hacemos, lo que llevamos a la experiencia.
La sabiduría práctica se adquiere mediante ejercitación, la puesta en práctica
de lo que se ha deliberado, pero también del análisis posterior de nuestras ac-
ciones y de nuestros actos no fundamentados en una reflexión previa, sino en
una apuesta guiada por nuestras intuiciones que nos lanza hacia adelante, no
obstante la incertidumbre del resultado definitivo, así como de las variables
en juego. Es, finalmente, una contrastación dialéctica entre la teoría y la prác-
tica, entre nuestro discurso y la experiencia, lo que nos lleva, gradualmente, a
la incorporación de una actitud científica ante la existencia, a un ethos o modo
de ser en el que la integridad o armonía entre nuestras diferentes facetas y
dimensiones, deja de ser una utopía o un horizonte regulativo, para pasar a
ser una realidad que nos permite (o facilita) un mejor modo de vivir, sin caer
en la ilusión de que se ha logrado una integración absoluta o permanente. La
armonía es momentánea, efímera, por instantes; pero es posible multiplicar
gradualmente, día a día, esos instantes y vislumbrar lo que resalta Hadot de
la filosofía antigua, en particular de la estoica: “en un instante poseemos la
totalidad del universo” 239. La compenetración (armonía) con lo que somos y
con lo que nos rodea puede durar una porción brevísima de tiempo, un ins-
[297]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
***
[298]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
242 Michel Foucault. Historia de la sexualidad 3. La inquietud de sí. Op. cit.; Foucault 1993; Michel
Foucault. La hermenéutica del sujeto. Op. cit.
243 Pierre Hadot. ¿Qué es la filosofía antigua? Op. cit.; Pierre Hadot. Ejercicios espirituales y
filosofía antigua. Op. cit.; Pierre Hadot. La filosofía como forma de vida. Conversaciones con Jeannie Carlier
y Arnold I. Davidson. Op. cit.; Pierre Hadot. No te olvides de vivir. Goethe y la tradición de los ejercicios
espirituales. Op. cit.
244 Pierre Aubenque. La prudencia en Aristóteles. Op. cit.
245 Moira Müller. Destino y libertad en el pensamiento antiguo. Barcelona: Universidad de Barcelo-
na, 2015.
246 Daniel Bernoulli. “Exposition of a New Theory on the Measurement of Risk”. Econometrica
22, n°1, 1954.
[299]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
[300]
Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
que el modelo del ordenador para pensar la mente humana como un software,
no era del todo apropiado, pues la lógica del pensamiento tenía unos com-
ponentes semánticos que no se reducían a los meramente sintácticos, que las
emociones tenían una influencia decisiva, en suma, que la racionalidad hu-
mana era limitada. Estaban dadas las condiciones para que algunas disciplinas
—psicología cognitiva, lingüística y economía principalmente— estudiaran
el modo de proceder humano en la toma de decisiones desde la descripción
y explicación de cómo la gente realmente (y no idealmente) piensa y actúa,
volviéndose hacia la filosofía y hacia el psicoanálisis. Ya no se concebía que
un único discurso —ciencia, filosofía o psicoanálisis— tenía la verdad, sino
que cada uno aportaba al esclarecimiento de un asunto en extremo complejo:
el modo de pensamiento para tomar decisiones en incertidumbre, además
de los componentes en juego, como los juicios morales, la intuición, la de-
liberación, la decisión, la elección, el acto, las lógicas del pensamiento, las
emociones, afectos, sentimientos, el libre albedrío, la creatividad. El trofeo
no había que disputárselo, había que compartirlo, a propósito del desafío
lanzado por Edward O. Wilson248, referido a si sólo uno de los dos saberes,
la ciencia o la filosofía, debería ser la dueña exclusiva de la investigación sobre
cuestiones de ética.
Estas apreciaciones fundamentan nuestra crítica al supuesto de una ra-
cionalidad limitada, pues esta expresión evoca, por contraste, un ideal que
duró mucho tiempo en la ciencia: la racionalidad ilimitada, derivada más de
abordajes científicos prescriptivos y normativos —cómo debería ser la racio-
nalidad humana— que descriptivos —como es la racionalidad humana—.
Por eso, preferimos hablar de racionalidad a secas, reconociendo que esta
capacidad humana de criticar y analizar los saberes que se presentan como
dados, está compenetrada con factores sociales, ideológicos, políticos, cultu-
rales, que toman cuerpo en los individuos y remodelan sus emociones, afectos
y sentimientos. Por esto mismo, la emoción, la percepción, la intuición, son
modos de discernimiento, procederes que tienen su lógica de funcionamien-
to, esto es, en sentido amplio, su razón (logos). Y para la toma de decisiones
esto es fundamental: las emociones y la intuición están siempre en su funda-
mento, conjugadas con el discernimiento y la deliberación conscientes.
Como se deduce, y como el lector pudo constatar, dedicamos al es-
tudio de la intuición una gran parte de este trabajo, primero, proponiendo
248 John Brockman. “Conferencia Edge sobre la nueva ciencia de la moral”. Op. cit.
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De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
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Juan Diego Lopera Echavarría • Jonathan Echeverri Álvarez • Jesús Goenaga Peña
251 Carlos Ramírez. La vida como un juego existencial. Ensayitos. Op. cit. Ens. 231. “La intuición
analizada”, pp. 355-356; 232. “Análisis de la intuición”, pp. 356-358; 233. “La intuición fractal”, pp. 358-
360.
252 Robin Hogarth. Educar la intuición. Op. cit.
253 Paul Ricoeur. El proyecto y la motivación. Lo voluntario y lo involuntario, vol. I. Op. cit.
[303]
De la sabiduría práctica y la decisión en incertidumbre
254 No olvidemos, como lo expusimos en el capítulo uno, que esa otra cosa que se impone también
es uno mismo, trátese de deseos, apetitos, hábitos, vicios. Se tiende a pensar que uno es la parte deliberativa
y consciente, mientras que lo otro —lo no deliberativo, la intuición, las emociones, las pulsiones— es
ajeno. Por eso, aunque se trate de un deseo que se impone a pesar de la decisión del sujeto, también es
responsable de esa elección: él es el sujeto agente.
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255 Coincidimos con las apreciaciones de Canguilhem (1984), quien propuso que la normalidad
(y la salud) es la posibilidad de crear nuevas normas de acción, trascender las ya existentes. A nivel fisio-
lógico, esto es indiscutible, si apelamos a la capacidad, por ejemplo, del sistema inmune de transformarse
y de asimilar elementos nuevos para responder a una infección o a una enfermedad; a nivel psicosocial, lo
vemos en la capacidad de crear una nueva norma o principio, de asumir un valor desde una perspectiva
diferente, que pueden ser adoptados individualmente o de manera colectiva. Por supuesto que esta capa-
cidad de crear nuevas normas de acción no es ilimitada ni se da por saltos abruptos; es más bien gradual
y sus posibles saltos son usualmente explicables a partir de sus elementos previos y de la construcción o
creación del sujeto (Lopera 2016).
[305]
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