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CENTRO DE ESTUDIOS

UNIVERSIDAD PERUANA UNIÓN-UPeU


(PROESAD)

ESPECIALIDAD : CONTABILIDAD Y GESTIÓN TRIBUTARIA – II CICLO

CURSO : FORMACIÓN Y DESARROLLO INTEGRAL II

PROFESOR : MAMANI LARICO MARLON JOE

ALUMNO : EUMER RUÍZ TUTUCIMA

TRABAJO : RESUMEN DE LECTURA

TEMA : EL ALMA INMORTAL (de ROBERT COLÁN)

OCTUBRE-2016
LA HISTORIA DE LA REDENCIÓN

7. SET Y ENOC

Estos varones eran temerosos de Dios. Honraron a Dios e hicieron lo recto ante sus ojos. SET era un
personaje respetable. Nació en pecado, pero por la gracia de Dios, y al aceptar las fieles instrucciones de
su padre Adán, honró a Dios pues hizo su voluntad. Se apartó de los descendientes corruptos de Caín y
trabajó, como lo habría hecho Abel si hubiera vivido, para inducir a los pecadores a reverenciar y
obedecer al Señor.

Enoc era santo. Sirvió a Dios con corazón puro. Se dio cuenta de la corrupción de la familia humana y se
apartó de los descendientes de Caín a quienes reprendió por su gran maldad. Su alma se afligía pues todos
los días veía cómo pisoteaban la autoridad divina. Decidió apartarse de ellos, y pasar la mayor parte del
tiempo en soledad, que dedicaba a la meditación y la oración. Dios se comunicaba con Enoc por medio de
sus ángeles y le daba sus divinas instrucciones. Le hizo saber que no siempre contendería con el hombre
en su rebelión, que su propósito era destruir la raza pecadora mediante las aguas de un diluvio que caería
sobre la tierra. El puro hermoso jardín del Edén, de donde habían sido expulsados nuestros primeros
padres, permaneció en la tierra hasta que Dios decidió destruirla por medio del diluvio. Dios mostró a
Enoc el plan de salvación, y por medio del espíritu de profecía lo condujo a lo largo de las generaciones
que vivirían después del diluvio, y le mostró los grandes acontecimientos relacionados con la segunda
venida de Cristo y el fin del mundo. Que Jesús vendría a este mundo a sacrificarse por los pecadores para
ser salvos. Dios amó tanta a Enoc que no le permitió morir como los demás hombres, por eso envió a sus
ángeles para que se lo llevaran al cielo sin que experimentara la muerte. Mediante la traslación de Enoc,
descendiente del caído Adán, el Altísimo nos enseña una lección de suma importancia: que todos los que
por fe confían en el Sacrificio prometido y obedecen fielmente sus mandamientos serán recompensados.
Aquí se presentan nuevamente las dos clases que existirían hasta la segunda venida de Cristo: los justos y
los malvados, los rebeldes y los leales. Dios recordará a los justos, los que lo temen. Los respetará,
honrará y les dará la vida eterna por causa de su amado Hijo. Pero a los malvados, que pisotean su
autoridad, los destruirá y los eliminará de la tierra, y serán como si nunca hubieran existido.

8. EL DILUVIO
LOS DESCENDIENTES de Set fueron llamados hijos de Dios; los de Caín, hijos de los hombres.
Cuando los hijos de Dios se mezclaron con los hijos de los hombres, los primeros se corrompieron y, al
casarse con los segundos perdieron, mediante la influencia de sus esposas, su carácter santo y peculiar, y
se unieron con los hijos de Caín para practicar la idolatría. Muchos dejaron a un lado el temor de Dios y
pisotearon sus mandamientos. Pero unos pocos obraron justamente; eran los que temían y honraban a su
Creador. Noé y su familia se contaban entre los pocos justos que había.

La maldad del hombre era tan grande, y aumentó hasta un extremo tal, que Dios se arrepintió de haberlo
creado sobre la tierra, pues vio que su maldad era mucha, y que todo designio de los pensamientos de su
corazón era de continuo solamente el mal.
Noé era fiel justo y fiel a Dios. Dios le encargo construir un arca, según sus indicaciones y que una vez
terminado ingresara en ella a los animales en pareja hembra y macho según su especie. Siete días duro el
ingreso de los animales al arca. Noé y su familia y todos los animales fueron los únicos que ingresaron al
arca y fuero salvos. El resto de las personas murieron por cuanto no creyeron en lo que Noé les predicó y
él les había invitado a entrar en el Arca para ser salvos. Durante 40 días y 40 noches llovió, vino el
diluvio y todo fue destruido en la faz de la tierra.
Luego del diluvio apareció en el cielo un hermoso y multicolor arco iris en las nubes como prueba del
pacto del gran Dios con el hombre! Ese arco debía manifestar a todas las generaciones el hecho de que
Dios destruyó a los habitantes de la tierra mediante un diluvio a causa de su gran maldad. Era su
propósito que cuando los niños de las generaciones sucesivas lo vieran en las nubes y preguntaran por qué
se extendía por los cielos ese magnífico arco, sus padres se refirieran a la destrucción del mundo antiguo
por medio del diluvio porque la gente se había entregado a toda clase de impiedad, y las manos del
Altísimo le habían dado forma y lo habían colocado en el cielo como señal de que Dios nunca más
enviaría las aguas de un diluvio sobre la tierra.
9. LA TORRE DE BABEL
ALGUNOS de los descendientes de Noé pronto comenzaron a apostatar. Una parte siguió el ejemplo de
Noé y obedeció los mandamientos divinos; otros fueron rebeldes e incrédulos, y ni siquiera creían lo
mismo con respecto al diluvio.
Algunos no creían en la existencia de Dios, y en sus mentes atribuyeron esa catástrofe a causas naturales.
Otros creían que Dios existía y que había destruido a la raza antediluviana por medio de un diluvio; y sus
sentimientos, a semejanza de los de Caín, se rebelaron contra Dios porque había destruido a los hombres
que habitaban la tierra y la había maldecido por tercera vez mediante ese cataclismo.
Los enemigos de Dios se sentían diariamente reprobados por la conducta justa y la vida piadosa de los
que lo amaban, obedecían y exaltaban. Los incrédulos se consultaron y decidieron separarse de los fíeles,
cuyas vidas justas constituían una constante restricción para su conducta impía. Viajaron hasta alejarse
bastante de ellos, y escogieron una gran planicie para habitar en ella. Construyeron una ciudad, y
concibieron la idea de edificar una enorme torre que llegara hasta las nubes, para poder vivir juntos en la
ciudad y en la torre, y no ser dispersados jamás.
Pensaban que estarían seguros en caso de otro diluvio, pues la torre que iban a construir se elevaría a una
altura superior a la que habían alcanzado las aguas en ocasión del diluvio, que todo el mundo los honraría,
que serían como dioses y gobernarían a la gente. Esa torre fue planeada para exaltar a sus constructores, y
diseñada para desviar de Dios la atención de los que vivieran sobre la faz de la tierra, a fin de que se
unieran a ellos en su idolatría. Antes que terminara la construcción, la gente ya vivía en la torre. Algunas
habitaciones habían sido espléndidamente amobladas y decoradas para ser dedicadas a sus ídolos. Los
que no creían en Dios se imaginaban que si su torre llegaba hasta las nubes, podrían descubrir las causas
del diluvio.
Se exaltaron a sí mismos frente a Dios. Pero él no permitiría que completaran su obra. La torre alcanzaba
ya una gran altura cuando el Señor envió dos ángeles para que los confundieran en su trabajo. Se había
encargado a ciertos hombres que recibieran indicaciones de los que trabajaban en lo alto, y que pedían
materiales para su trabajo, de manera que el primero se comunicaba con el segundo, y éste con el tercero,
hasta que el pedido llegaba a los que estaban abajo. A medida que el mensaje pasaba de uno a otro en su
descenso, los ángeles confundieron sus lenguas, y cuando el pedido llegó a los obreros que estaban abajo
se proveyó material que no se había pedido. Y cuando después de un laborioso proceso éste llegaba a los
obreros que estaban en la cumbre, no era lo que querían. Chasqueados y enojados reprochaban entonces a
los que suponían culpables.
Después de esto no hubo armonía en su trabajo. Enojados los unos con los otros, sin saber a qué atribuir
los malentendidos y las extrañas palabras que oían, abandonaron la obra, se separaron los unos de los
otros, y se esparcieron por toda la tierra. Hasta ese momento los hombres habían hablado un solo idioma.
Un rayo del cielo, como una señal de la ira divina, destruyó la parte superior de la torre y la arrojó por
tierra. De esa manera Dios quiso mostrar al hombre rebelde que él es el Ser supremo.

10. ABRAHÁN Y LA SIMIENTE PROMETIDA


EL SEÑOR escogió a Abrahán para que cumpliera su voluntad. Se le indicó que abandonara su nación
idólatra y se separara de sus familiares. Dios se le había revelado en su juventud y le había dado
entendimiento preservándolo de la idolatría. Había planeado hacer de él un ejemplo de fe y verdadera
devoción para su pueblo que más tarde viviera sobre la tierra. Su carácter se destacaba por su integridad,
su generosidad y su hospitalidad. Imponía respeto puesto que era un poderoso príncipe de su pueblo. Su
reverencia y amor a Dios y su estricta obediencia a su voluntad le ganaron el reconocimiento de sus
siervos y vecinos.

Su piadoso ejemplo y su conducta correcta, junto con las fieles instrucciones que impartía a sus siervos y
a toda su familia, los indujo a temer, amar y reverenciar al Dios de Abrahán.
El Señor se le apareció y le prometió que su simiente sería tan numerosa como las estrellas del cielo.
También le anunció, mediante la figura del pavor de una gran oscuridad que descendió sobre él, la larga
esclavitud de sus descendientes en Egipto.

Abraham tuvo dos hijos Ismael e Isaac y fu por medio de Isaac que fue bendecido para tener una gran
descendencia que es el pueblo de Israel, de donde proviene Jesús.

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