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SESIÓN 3

Taller 3 – 3
El caso de la hija del jefe
Relataré un caso real de una experiencia personal con un dilema ético. Yo era una directiva en
una organización importante de servicios. Un día el director general, que también era presidente
del consejo, me preguntó por teléfono si había recibido la solicitud de su hija para una vacante.
Le dije que sí, pero fuera del plazo. Entonces él dijo: “No vas a permitir que se excluya a una
candidata en toda regla sólo por haberla recibido fuera de plazo.” Y añadió enseguida: “Pero no
quiero influir en tus decisiones.”
Al colgar el teléfono repetí mentalmente la conversación y sopesé las posibles consecuencias.
Más tarde, ese mismo día, el presidente del sindicato, que medraba con cualquier turbulencia,
pidió verme. Pese a que le ofrecí una silla, prefirió permanecer de pie junto a la puerta que había
cerrado y dijo: “Acabo de enterarme de que la hija del jefe ha solicitado ocupar la vacante. No va
usted a considerarla, ¿verdad? Ella trabajó aquí hace años, y hubo problemas. Va a haber jaleo si
se la vuelve a contratar.” Y agregó sonriendo: “Sólo quería que lo supiese para ayudarle.” Y se
marchó. ¿Qué haría usted en una situación como la descrita? Yo sólo sabía que quería hablar con
alguien, pero ¿con quién? Me dije: “Piensa bien todo lo que has oído de ambas partes para
determinar dónde está la verdad, para definir qué es lo justo.” Intenté separar todas las alternativas
y decidir quién resultaría afectado por lo que yo hiciera. A su juicio, incluso sin conocer la
organización a fondo, ¿qué grupos o personas podrían resultar afectados por mi decisión? En la
situación que se estaba desarrollando en torno a la solicitud de la hija del jefe, hubo que revisar
las opciones y tratar desesperadamente de decidir qué era lo justo y lo correcto. Por supuesto, yo
también era parte implicada. ¿Qué precio había que pagar por la decisión final? ¿Debía respetar
la fecha del plazo? Después de todo, ¿era totalmente inamovible? ¿Era ella la mejor candidata?
¿Era mejor que los demás candidatos? ¿Qué historial tenía en la organización? ¿Había registros?
¿Eran completos e imparciales? ¿Se me estaba presionando? ¿Quién lo hacía? ¿Aparecería yo
como un peón del sindicato? ¿Del jefe? ¿Qué nuevos problemas acarrearía mi decisión? ¿Qué
precedentes estaría sentando? Mi mente daba vueltas mientras las preguntas se agolpaban una tras
otra.
Me dolía la cabeza y me invadía la preocupación. Dedicaba tiempo y energías a tratar de decidir
qué hacer. El problema era no saber en quién podía confiar para hablar sobre los pros y los contras,
o quién podía ver más consecuencias de largo alcance que yo. En un momento dado, estaba segura
de lo que debía hacer y un minuto después se me ocurría otra cosa. ¿Estaba sopesando qué era lo
mejor para la organización o qué era lo mejor para mí? ¿Estaba sopesando lo que era mejor para
los candidatos? ¿Y si lo que era mejor para los candidatos era también lo mejor para la
organización?
Me llevé el problema a casa; dormí mal y estaba irritable. De vuelta a la oficina, otras tareas
quedaron relegadas, no tenía paciencia con los otros asuntos de la empresa. En esencia, estaba
enfadada y me sentía amenazada; no obstante, sabía que tenía una responsabilidad ante la
organización.

¿Qué haría usted en una situación como la descrita?


¿Qué modelo utilizaría para solucionar el dilema ético? Por qué?
Una vez que ha elegido el modelo solucione el dilema.

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