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Pontificia Universidad Javeriana

Estudios Literarios
Evaluación de Textos de No Ficción
Tatiana Valenzuela Torres

Una reseña hipócrita por una Dwan contemporánea

A menudo noto que a mí y a algunas compañeras y amigas nos miran con desdén cuando
pronunciamos la frase “soy feminsita”. La mayoría de veces son hombres, algunas veces son
mujeres, una que otra vez (imagino) personas de género no binario. Afirmarse como
feminista nunca es ni ha sido fácil, incluso si se habla en una conversación amena con los
allegados mientras se toma un café, incluso si se habla con toda la diplomacia del mundo, con
los modales correctos y un suave tono de voz: el término está cargado de cierta pesadez,
cierta incomodidad de la que una no se salva por completo, aún siendo una mujer cómoda y
pasiva. No me imagino las miradas que debió haber recibido (y que todavía recibe) Virgine
Despentes al decir que es feminista, una feminista molesta, obscena, desafiante.

Esta escritora francesa nació en 1969 y tanto su vida personal como profesional ha sido
controversial: sufre de una agresión sexual a los diecisiete años, trabaja como prostituta hasta
los veintirés y cuando quiere contar su historia es censurada; su libro Baise-moi (Fóllame) fue
convertido en película y se convirtió en su cruz. Sin embargo, a pesar de ser desde entonces
una figura polémica, siguió metiéndose en el ojo del huracán con sus siguientes obras, en
especial con Teoría King Kong. Este libro se ha convertido en un manifiesto del feminismo
contemporáneo y de la teoría de género, los temas de los que habla son vigentes para la
actualidad e igual de necesarios de tocar como lo eran hace quince años.

Despentes llega directo al grano con sus intenciones en Teoría de King Kong, sin rodeos ni
complicaciones: casi parecería que escribe como hombre. Su pluma escueta e impúdica le
aumenta la inmoralidad a la masturbación, al trabajo sexual y a la pornografía; a través de su
escritura llegamos a conocerla mejor que si nos acostáramos con ella. Es una narradora
“pública”, en algún punto del libro incluso afirma que “existe una relación real entre escritura
y prostitución. Emanciparse, hacer lo que no debe hacerse, ofrecer la intimidad, exponerse a
los peligros de ser juzgado por los otros, aceptar la exclusión del grupo. Más en concreto,
como mujer: convertirse en mujer pública”.

La autora desarrolla su argumentación desde las vivencias más íntimas y desde las emociones
más fervientes; por ejemplo, cuenta cómo a través de un minitel, un dispositivo desarrollado
en 1978 en Francia que es el predecesor del Internet, lograba contactar a sus clientes durante
su tiempo como prostituta, muchos de los cuales llegaron a tratarla mejor que cualquier otro
hombre con el que hubiera estado antes. Por un lado se sentía empoderada por aprender a
jugar al “juego de seducción” de las mujeres, por el otro se despertaba abrumada y
confundida sobre su sexualidad al día siguiente. Estos elementos se unen para respaldar su
idea de que la prostitución podría ser una opción digna de trabajo para la mujer si se legislace
correctamente y si se le desestigmatiza, una idea que yo en lo personal no comparto pero que
puedo entender de donde surge: la decisión de Despentes, siendo una mujer blanca y
europea, no es equiparable a la decisión de otras mujeres atravesadas de manera más violenta
por la raza y la clase. Su experiencia nos sirve como ejemplo de una excepción a la regla
sobre un tema tan amplio y complejo como ese.

En términos generales, la edificación de las ideas teóricas de Despentes tiene sus cimientos
en su propio trauma. Pudiendo permanecer en un estado perpetuo de auto compasión, la
autora decide tomar otro rumbo y convertir su pasado en un fascinante ensayo. No creo que
haya tenido la intención de hacer de su texto un referente académico para todo un
movimiento social; creo que encontró un espacio de crítica y reflexión dentro de sus propios
pensamientos desordenados y casuales, un espacio en el que se abre la posibilidad al diálogo.
A veces, durante sus explicaciones explayadas, se desvía del punto original, lo que puede ser
una falencia pero también un gran acierto para reforzar la liviandad de su tono.

Teoría King Kong no es un libro para los sensibles, ni para las mujeres pudorosas ni para los
hombres con masculinidad frágil. No es un libro que susurre lentamente, es un libro que
exige rabia y confrontación. Ameno y cercano como un diario, es un buen acompañante para
aquellas chicas hipócritas que quieran conocer la isla Calavera de la mano del gorila o
entender qué las ha llevado a convertirse en la rubia bonita de piernas largas.

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