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Leyenda de las golondrinas

Cuentan los ancianos que una vez, hace mucho tiempo, el invierno fue muy pero muy
largo. Esperaban que se fuera, pero él seguía, enfriando todo cada vez más. El viento
helado corría furioso metiéndose por las hendijas de las chozas, sacudiendo los nidos y
las plantas, haciendo tiritar a la gente.
Los animales pequeños ya no salían de sus madrigueras para no perder el calor que se
daban ahí adentro, todos abrazados.
La gente estaba triste y con hambre, soñando con que llegara la primavera. ¿Por qué
tardará tanto? Necesitaban el calor del sol, que brotaran los árboles y las flores, que la
nieve se derritiera y llenara los ríos de agua pura.
Así que decidieron hacer una danza con ofrendas para que la primavera los escuchara
y volviera. Bailaron y cantaron, muertos de frío, ofreciendo adornos hechos con ramas
secas y piedras. Al final, se abrazaron todos con fuerza, y con la esperanza de que la
primavera los hubiera escuchado.
Pero la primavera no los podía escuchar, porque se había quedado dormida.
Desde lo alto de las montañas, la madre naturaleza vio lo que pasaba. Sintió mucha
pena por ellos y decidió ayudarlos.
Hizo aparecer, de su mano invisible, una bandada enorme de pequeñas aves azules,
tan brillantes que parecían de metal. Y les pidió que fueran a buscar lo más rápido
posible a la primavera. Las aves dieron varias vueltas y desaparecieron volando juntas
hacia el cielo.
Pasaron los días y, una mañana muy temprano, se asomó el sol, más grande y brillante
que nunca, rodeado de nubes rosadas. Una brisa tibia se iba sintiendo poco a poco y la
nieve empezaba a derretirse en las montañas.
De pronto, volando alto, se acercaban las avecitas azules. Traían flores y hojas en
los picos. El aire se llenó de colores con mariposas que aparecían de todos lados. Se
empezaron a oír las abejas zumbando apuradas, y se veían colibríes volando como
flechas multicolores. Todos los animales salieron de sus cuevas.
La gente, saltando y riendo, miraba con los ojos muy abiertos ese espectáculo hermoso
y mágico: ¡la primavera había llegado! La trajeron esas aves oscuras, que la fueron a
despertar, más allá del cielo.
El invierno por fin se pudo ir, para visitar otros lugares y seguir el ciclo de las
estaciones.
Y así fue como la madre naturaleza creó a sus aves mensajeras: las golondrinas. Cada
año, ellas van a buscar a la bella primavera, para que nunca más se quede dormida.

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