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A. Hechos jurídicos
Texto legal.
El nuevo código nos habla de hecho jurídico en el artículo 257, representado por el nacimiento,
modificación o extinción de situaciones jurídicas.
Acontecimientos:
Nacimiento:
Tiene lugar cuando se da la adquisición de un derecho, esa adquisición puede ser de dos
clases:
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Modificación:
- subjetiva: está referida al titular del derecho. Cuando las alteraciones se dan
respecto del titular del derecho, por sustitución, agregación o disminución que
pueda sufrir la titularidad del derecho. Ej.: Juan es titular del dominio, y le vende
a Pedro el 33% de la propiedad que tiene (Agregación); Juan vende la totalidad
del dominio a Pedro (sustitución); los hermanos reciben la propiedad Juan
compra a Pedro la parte (desagregación o disminución)
cuantitativa: es con respecto a la cantidad del objeto, y puede serlo por ampliación
( sobre el terreno de Juan, Pedro construye, esta construcción pasa a aumentar el
objeto del derecho de Juan) o disminución del objeto ( cuando el acreedor le entrega
al deudor el pagare que este firmo)
cualitativa: se refiere a la calidad del derecho, naturaleza o identidad del objeto. Ej.:
Juan presunto fallecido, los herederos comienzan el juicio de presunción, no se pueden
disponer de los bienes por 5 años protegiendo los derechos de Juan, después de los 5
años adquieren el dominio pleno, venden la casa y compran un camión, Juan aparece,
entonces deben devolver los bienes que existan y en la forma que existan.(camión-
casa).
Extinción:
Supone la desaparición del derecho pero esa desaparición puede ser total o relativa. Vamos a
estar entonces ante la extinción propiamente dicha o bien perdida.
Extinción propiamente dicha: cuando el derecho desaparece tanto para el
titular como para los terceros, nadie puede pasar a ser titular. Ej.: Juan es
propietario de una casa que se quema.
Perdida: el derecho desaparece exclusivamente para el titular, pasando a ser de
esa persona. Ej.: Juan vende una propiedad a Pedro.
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El nuevo código no contiene todas las categorías que tenía el anterior, actualmente se
habla de hechos voluntarios e involuntarios, pero en la realidad si se pueden ver.
simples actos
lícitos
voluntarios actos
juridicos
humanos ilícitos
hechos
involuntarios
juridicos
naturales
Según quien sea el autor del hecho, se distingue entre hechos naturales o de naturaleza
(también llamados externos o accidentales) y hechos humanos.
Esta clasificación no está puesta de manifiesto expresamente en el Código.
Según el criterio generalizado, son actos naturales los actuados perla naturaleza, sin
intervención o participación del hombre, como un granizo que cae sobre la cosecha asegurada,
o el terremoto que produce u n incendio o la destrucción de cosas que eran objeto de
derechos subjetivos.
Por el contrario, serían hechos humanos los obrados por el hombre, fueren ellos voluntarios o
involuntarios (art. 260 y 261). Estos hechos, por ser obrados por el hombre, se llaman actos.
En principio, existen hechos en los cuales el hombre participa, como lo son el nacimiento y la
muerte, y otros que son —aparentemente al menos— actuados por el hombre, pero que
aparecen como el resultado de mecanismos biológicos o fisiológicos sobre los que el hombre
no tiene control: actos reflejos, que pueden producirse durante el sueño; el vómito; los actos
que se realizan bajo el efecto de narcóticos, o bajo hipnosis, etcétera. Estos últimos deben ser
tenidos como naturales no humanos dado que responden a causas físicas y biológicas
propias de la fisiología humana.
Actos lícitos: Son todos aquellos que no contradicen el ordenamiento, es decir, que son
ejercidos en el ámbito de la libertad del individuo.
Actos ilícitos: Están definidos en los artículos 1717, 1718, 1719, y 1720.
Naturalmente, los actos ilícitos son acciones y omisiones prohibidas por la ley; pero para que
adquieran el carácter de fuente de la obligación de reparar, además de la antijuridicidad
objetiva (contradicción del hecho y la norma), deben configurarse otros elementos.
ARTÍCULO 258.- Simple acto lícito. El simple acto lícito es la acción voluntaria no prohibida por
la ley, de la que resulta alguna adquisición, modificación o extinción de relaciones o situaciones
jurídicas.
-Actos jurídicos: acción humana cuyo autor lleva a cabo persiguiendo los efectos jurídicos que
a esa acción le pueda atribuir el ordenamiento jurídico a partir de la celebración de ese acto.
Ej.: compraventa.
Las personas en realidad persiguen fines prácticos, reales pero no jurídicos, pero esos efectos
prácticos están tutelados por la ley.
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ARTÍCULO 259.- Acto jurídico. El acto jurídico es el acto voluntario lícito que tiene por fin
inmediato la adquisición, modificación o extinción de relaciones o situaciones jurídicas.
ARTÍCULO 1750.- Daños causados por actos involuntarios. El autor de un daño causado por un
acto involuntario responde por razones de equidad. Se aplica lo dispuesto en el artículo 1742.
El acto realizado por quien sufre fuerza irresistible no genera responsabilidad para su autor, sin
perjuicio de la que corresponde a título personal a quien ejerce esa fuerza.
Esta clasificación se corresponde con las consecuencias jurídicas previstas por la norma para el
hecho de que se trate.
De modo que será un hecho constitutivo aquel que produce el nacimiento o adquisición de u n
derecho subjetivo (el contrato); hecho extintivo, el que ocasiona la conclusión o el fin de u n a
relación jurídica y de los derechos subjetivos que constituyen su contenido (el pago);
impeditivos son los hechos que obstan a la eficacia de los hechos constitutivos(haber
hipotecado u n a cosa ajena) .
Esta clasificación tiene cierta importancia en materia de la carga dela prueba. La acreditación
del hecho constitutivo corresponde a quien pretende el nacimiento de los derechos subjetivos;
la del hecho extintivo a quien pretende el fin de la relación jurídica; la del hecho impeditivo a
quien lo invoca.
B- Actos voluntarios.
a. Concepto.
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- Discernimiento
- Intención.
- Libertad.
1.1.1) El discernimiento.
En doctrina se ha dicho que es la cualidad o facultad del sujeto por la cual conoce y distingue lo
bueno de lo malo, lo justo de lo injusto, lo conveniente de lo inconveniente. Cifuentes lo define
con precisión, como "la madurez intelectual para razonar, comprender y valorar el acto y sus
consecuencias".
El discernimiento, junto con la capacidad forman la aptitud de las personas, la capacidad
forma la aptitud legal y el discernimiento la aptitud natural que consiste en comprender el acto
y sus consecuencias.
Otro, de tipo rígido, en el cual la ley asigna o niega discernimiento a ciertos sujetos en virtud
de la edad —que permite presumir cierta madurez—y de la salud mental, sin perjuicio de
privaciones temporales del discernimiento por otras causas.
Las causas obstativas son la inmadurez en razón de la edad ( inc. b y c) y la privación de la
razón ( inc. a). (art 261)
Nuestro Código ha seguido el segundo de los sistemas, determinando que a partir de cierta
edad las personas tienen discernimiento para los actos ilícitos; y a partir de otra, para los
lícitos; y que la demencia priva del discernimiento (art. 261).
De acuerdo con el artículo 261, todas las personas gozan o no de discernimiento, según se
encuentren en una u otra de las categorías legales.
La presunción legal, positiva o negativa, es absoluta, esto es, no admite prueba en contrario.
Por ello, opta por u n mecanismo más simple. A partir de los 10 años, los menores tienen
discernimiento para los actos ilícitos.
A partir de los 13 años, los menores tienen discernimiento para los actos lícitos.
Se cuestiona la utilidad de la noción discernimiento porque él no es suficiente para que el
sujeto pueda otorgar un acto válido, pues para ello se requiere que tenga capacidad.
El artículo 261 considera ejecutados sin discernimiento a los actos practicados por aquellos
que, por cualquier razón, estuvieren sin uso de razón.
Ello comprende los actos humanos ejecutados sin conciencia, por obra de la embriaguez, la
utilización de drogas, narcóticos, enfermedad, salvo, quedó ya implícitamente dicho, que se
trate de meros actos reflejos (como el vómito, o los movimientos convulsivos de u n a persona
desmayada o de la persona afectada por u n a fiebre muy alta), pues en ese caso no hay acto
humano, sino hecho natural.
Cualquier acto lícito obrado en estas circunstancias debe ser considerado un acto involuntario.
En cambio, si se trata de acto ilícito, él será considerado involuntario si la privación accidental
de la razón es también involuntaria.
La doctrina considera que quedan comprendidos los que están privados de la razón
constantemente o por un lapso de tiempo.
En este caso carece de discernimiento el acto de quien al momento de realizarlo, está privado
de la razón;
1.1.2) La intención.
a. Concepto.
-El discernimiento no es susceptible un juicio de valor, pero si el acto mal intencionado que se
celebró en función del discernimiento.
Las causas obstativas de la intención son aquellas donde no hay correspondencia entre los
resultados obtenidos del acto y la finalidad perseguida.
La intención es afectada por los vicios de error y dolo, en tanto y en cuanto importan que la
facultad de entender ha sido incorrectamente aplicada en el acto en concreto, ya sea por u n a
causa propia (error) o por causa ajena (dolo).
ARTÍCULO 265.- Error de hecho. El error de hecho esencial vicia la voluntad y causa la nulidad
del acto. Si el acto es bilateral o unilateral recepticio, el error debe, además, ser reconocible por
el destinatario para causar la nulidad.
ARTÍCULO 271.- Acción y omisión dolosa. Acción dolosa es toda aserción de lo falso o
disimulación de lo verdadero, cualquier artificio, astucia o maquinación que se emplee para la
celebración del acto. La omisión dolosa causa los mismos efectos que la acción dolosa, cuando
el acto no se habría realizado sin la reticencia u ocultación.
1.1.3) La libertad:
La libertad es la posibilidad de elegir entre varias opciones, con ausencia de coacción externa.
Aplicada esa noción al acto voluntario, la libertad es la posibilidad de elegir entre ejecutar o no
el acto, sin coacción exterior.
La libertad es afectada por el vicio de violencia (fuerza e intimidación).
-FUERZA: acción física de una persona respecto de otra para llevarla a la realización de un acto.
-INTIMIDACION: violencia moral, que crea un temor fundado de sufrir un daño grave e
inminente en su persona u otra de su entorno.
a. La declaración de voluntad
Para que la voluntad sea declarada, y por lo tanto produzca efectos jurídicos, es necesario que
ella reúna las siguientes características:
— ha de haber sido emitida; no lo será la carta no enviada o tirada al cesto de los papeles ;
— debe estar dirigida a comunicar o publicar la voluntad del sujeto; quien hace un gesto en un
remate no está haciendo una oferta, si con aquella conducta quería saludar a u n amigo;
— ha de haber sido percibida o resultar, al menos, perceptible; el murmullo ininteligible no es
declaración de la voluntad.
Las declaraciones y las manifestaciones de voluntad tienen una diferencia importante. Las
primeras son eficaces mientras que el autor no las impugne(por ejemplo, interponiendo una
acción de nulidad del acto por el vicio de error o de dolo); las segundas, en cambio, no
necesitan ser impugnadas, pues el autor podrá en cualquier momento probar la inexistencia
de tal voluntad frente a quien pretenda afirmar su existencia; así, el heredero podrá probar
que vendió la cosa por ser perecedera o que no lo hizo para sí.
ARTÍCULO 262.- Manifestación de la voluntad. Los actos pueden exteriorizarse oralmente, por
escrito, por signos inequívocos o por la ejecución de un hecho material.
Declaración expresa
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El artículo 260 dispone que los actos pueden exteriorizarse oralmente, por escrito, por signos
inequívocos o por la ejecución de un hecho material
Estas son las denominadas manifestaciones de voluntad. Se trata de supuestos en los que la
ley infiere cuál es la voluntad del sujeto de u n hecho exterior suyo que no está dirigido a
expresar esa voluntad hacia terceros.
La eficacia de la declaración tácita está sujeta a dos recaudos (limites):
— que la ley no exija una declaración expresa, como sucede en los actos formales;
— que no exista una protesta o declaración expresa contraria.
Regla general: Del texto transcripto se desprende claramente que el silencio no es una forma
de expresión de la voluntad, aun cuando siga a un acto o a una interrogación proveniente de
terceros.
Así por ejemplo, si u n a empresa envía u n catálogo que incluye precios, no puede considerar
que el silencio del receptor importe consentimiento para comprar el o los productos incluidos
en él.
Concepto de silencio: silencio es no sólo no hablar o callar, sino también no actuar ante una
interrogación o acto. Obviamente si quien recibe el catálogo envía el dinero del precio dela
cosa o del flete, ha aceptado el contrato de manera expresa. En síntesis, el silencio es
abstención de expresión de voluntad, y de allí el principio negativo que sienta la ley.
El silencio sólo puede adquirir valor en conexión con otros hechos o actos, es decir, formando
parte de una conducta expresiva compleja.
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Éste es el sentido de las expresiones previstas en el mismo artículo 263, que vinculan el
silencio a un deber de manifestarse en virtud de la ley(cuando la ley impone una
manifestación), de la voluntad de las partes, de los usos y prácticas, o de una relación entre el
silencio actual y las declaraciones precedentes (se refiere generalmente a relaciones
negociables habidas entre las partes que, en virtud del deber de lealtad y buena fe pueden
exigir una declaración del sujeto, por ello, susceptible de ser inferida del silencio).
El silencio también es manifestación de la voluntad, cuando las partes de un contrato así lo han
estipulado. Por ejemplo, si en un contrato de duración se establece que el plazo por el cual ha
sido otorgado se considera prorrogado si ninguna de las partes manifiesta su voluntad
contraria antes del vencimiento.
a) Concepto
Se llaman recepticias aquellas declaraciones que se emiten hacia una persona a quien afectan;
por ejemplo, la oferta dirigida a persona determinada, la aceptación, la declaración de ejercicio
de facultades emanadas del contrato, el consentimiento matrimonial.
No recepticias son aquellas en que falta un destinatario determinado: la oferta al público, el
testamento.
b. La teoría de la voluntad
a) Exposición
La doctrina francesa, expuesta originariamente por el alemán Savigny, considera que el efecto
jurídico se produce por consecuencia de la voluntad interna, y no por la declaración que de ella
se hace.
Ripert y Boulanger, siguiendo a Salleilles, exponen que la doctrina que considera que lo
determinante es la declaración de voluntad confunde el fondo con la prueba. En concreto
dicen que la voluntad interna es la única que tiene valor de obligación (subrayado en el
original), pero el público sólo conoce esta voluntad por su declaración. Una persona no está
obligada por su declaración de voluntad, sino porque adquirió un compromiso que creó para
ella u n a obligación moral y jurídica; la declaración revela simplemente la existencia del
compromiso.
b) Consecuencias
c) Crítica
Por lo demás, nada hay más mutable que la voluntad: ahora quiero una cosa y dentro de u n
instante otra distinta. En cambio, si digo me comprometo, ello tiene carácter definitivo porque
genera una expectativa de "definitividad” en el destinatario del compromiso (Larenz).
Finalmente, en sus últimas consecuencias, la teoría de la voluntad interna llevaría a reconocer
la reserva mental (digo que quiero, pero en realidad no quiero), como un supuesto de
ineficacia de la declaración. Cierto es que ningún ordenamiento admite la reserva mental; la
ineficacia de la reserva mental es un postulado imperativo del orden jurídico (VonTuhr).
c. La teoría de la declaración.
a) Exposición
Esta teoría, que según algunos autores ha sido la adoptada por el Código Civil alemán, hace
prevalecer la declaración de voluntad por encima de lo querido efectivamente por el autor de
ella.
Por qué razones. En primer lugar, porque la declaración de voluntades entendida en una doble
función: comunicación y autodeterminación.
Al ser determinante, la declaración de voluntad tiene por finalidad inmediata un determinado
efecto jurídico.
Y al ser manifestación de comunicación social, es interpersonal, y debe tenerse en cuenta
cómo ese tercero pudo haber entendido la declaración.
Pero todavía ésta no es la respuesta buscada, porque aun cuando se tuvieran en cuenta las
expectativas del tercero creadas por la declaración de voluntad, bien podrían sacrificarse estas
expectativas en aras delo efectivamente querido por el declarante.
La respuesta del porqué prevalece la declaración por encima de lo querido internamente,
emana de dos razones fundamentales:
— la primera es que la relación jurídica no nace de la voluntad, sino de la declaración; no nace
del querer, sino del comprometerse, como lo vimos en el número anterior;
— la segunda, que tiene radical importancia en el ámbito de la interpretación del acto
voluntario, tiene como fuente la idea de responsabilidad del declarante (subrayado en el
original) por el significado de su declaración, el cual le es imputable (Larenz).
Dado que en el ámbito de lo social, sigue diciendo Larenz, no existen actos sin responsabilidad,
quien hace una manifestación de voluntad frente a otros es responsable de los medios de
expresión por él elegidos.
Le incumbe el deber de elegirlos de forma que el destinatario, en tanto que preste la atención
debida, los entienda en el sentido dado por el declarante.
Si éste se expresa defectuosamente, y por ello el destinatario le entiende en sentido distinto
del dado por el declarante, aquél podrá hacer valer la declaración en el sentido en que pudo
entenderse obrando de buena fe.
b) Consecuencias y critica
d. La posición intermedia.
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Dice Castán Tobeñas que en la actualidad, la lucha entre ambas corrientes de pensamiento
parece agotada, y prevalecen en la doctrina las posiciones intermedias. Se ha comprendido
que las teorías extremas en esta materia conducen a consecuencias intolerables, y se trata de
buscar soluciones prácticas en las que quede superado el dualismo entre el principio de la
voluntad y el de la responsabilidad del declarante por el sentido objetivo de su declaración.
Ello ha acaecido fundamentalmente a través de la distinción entre las declaraciones recepticias
y no recepticias.
Las declaraciones recepticias deben ser analizadas en cuanto a su validez e interpretadas, en
principio, conforme a lo efectivamente querido por el declarante.
Pero al estar dirigidas a otro sujeto, esa indagación de la voluntad real se hará a través de la
declaración.
De modo que se admite la invalidez de la declaración cuando el error ha sido excusable, pero
no se aceptan la reserva mental, ni el error inexcusable, y el acto simulado mantiene sus
efectos frente al tercero de buena fe. Y en orden a la interpretación, se tendrá en cuenta lo
que las partes verosímilmente pudieron entender, obrando de buena fe y de acuerdo con los
usos del tráfico.
En cuanto a las declaraciones no recepticias (como el testamento),que tienen una función
exclusiva de conocimiento, la voluntad interna prevalece sobre lo declarado, siempre que esa
voluntad interna tenga alguna expresión, así incompleta, en la declaración (Orgaz).
Sin embargo, nuestro Código ha sabido hallar las soluciones prácticas de que habla Castán
Tobeñas.
Así, para que el error anule el acto debe ser de hecho, esencial y excusable. De modo que el
error de derecho, y el error de hecho no esencial o inexcusable, si bien conservarían por
hipótesis la virtualidad de afectarla voluntad interna, no autorizan a anular el acto.
Desde ya que nuestro Código no acepta la reserva mental, y además protege al tercero de
buena fe frente al acto simulado.
C- Actos ilícitos
Podemos concebir a los hechos ilícitos como las conductas antijurídicas dañosas imputables a
su autor, que obligan a reparar los daños que guarden adecuada relación de causalidad con
ellas.
Es conveniente señalar desde ya que la noción de acto ilícito comprende al incumplimiento
contractual. En este sentido, participamos dela idea según la cual en nuestro Derecho existe u
n único régimen de responsabilidad civil, puesto que los presupuestos del deber de reparar
(que enumeramos seguidamente), son los mismos para la responsabilidad contractual cuanto
para la extracontractual.
Sin perjuicio de lo cual, existen dos ámbitos de responsabilidad —contractual y
extracontractual— entre los que se pueden hallar diferencias circunstanciales.
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En nuestro Derecho es común afirmar que los elementos de la responsabilidad civil son:
— la acción humana calificada de autoría;
— la antijuridicidad;
— el daño;
— el factor de atribución o imputación;
— la relación de causalidad.
a. La autoría: su alcance.
Existe acto humano (y por ende autoría) siempre que la acción se trasunte como una
emanación de la persona.
Con lo que, reiteramos, quedan excluidos del concepto de acto humano, y por lo tanto no son
susceptibles de ser considerados como actos ilícitos generadores de responsabilidad civil, los
actos reflejos, los producidos en estado de inconsciencia total y los que son consecuencias de
una fuerza irresistible.
No basta la existencia de un autor para que exista responsabilidad porque puede que ese
autor materialmente pueda ser tenido como tal pero no se lo pueda responsabilizar. Hay
hechos que ocurren en o con el hombre y no por el hombre, es decir, no son actuados por el
hombre. Autoría entonces, es aquella que permite atribuir responsabilidad.
b. La antijuridicidad: concepto.
ARTICULO 1717.- Antijuridicidad. Cualquier acción u omisión que causa un daño a otro es
antijurídica si no está justificada.
Para que la conducta pueda ser calificada de antijurídica, es necesario que vulnere una
prohibición precisa de hacer o de omitir; o puede ser tildada de antijurídica una conducta que
viola u n deber genérico desprendido de principios que gobiernan el orden público, el orden
público económico, las buenas costumbres, etcétera.
En el caso de la antijuridicidad especifica necesario, el desconocimiento de una prohibición o
de u n deber de actuar expresamente establecidos por la ley.
Sin embargo, nuestra doctrina propicia un concepto de antijuridicidad genérica; esto es, existe
conducta antijurídica siempre que el sujeto viola una norma prohibitiva de dañar, específica o
genérica, causando un daño a otro sin justificación.
Ello emana de que la regla según la cual es ilícito dañar a otro [non alterumlaederé], es u n
principio general de derecho, esté o no formulada por la ley.
c. El daño: noción.
ARTICULO 1737.- Concepto de daño. Hay daño cuando se lesiona un derecho o un interés no
reprobado por el ordenamiento jurídico, que tenga por objeto la persona, el patrimonio, o un
derecho de incidencia colectiva.
Según los criterios generalizados de la doctrina, para que el daño sea resarcible es preciso que
reúna las siguientes características:
— ha de ser cierto, por oposición a eventual, conjetural o hipotético. Es decir que debe
haberse producido efectivamente (daño actual), o existir la certidumbre de que se ha de
producir (daño futuro);
— ha de ser personal del accionante, de donde nadie puede reclamar indemnización por el
daño sufrido por otro, aunque el sujeto haya también sufrido un daño derivado de la misma
conducta ilícita del ofensor;
— ha de resultar de la lesión de un derecho o interés legítimo, de suerte que haya un
"damnificado jurídico". Advertimos que el tema de cuáles son los intereses cuya afectación
genera daños resarcibles no es pacífica. Alguna doctrina considera que existe daño sólo
cuando se produce menoscabo de derechos subjetivos o intereses legítimos, y otros autores
extienden la idea al detrimento de intereses simples no ilícitos.
— algunos autores agregan la "subsistencia" del daño, lo que alude a que no ha de haber sido
enjugado por el autor del ilícito —o por circunstancias extrínsecas— al tiempo de accionar por
su reparación.
Daño y antijuridicidad.
ARTICULO 1717.- Antijuridicidad. Cualquier acción u omisión que causa un daño a otro es
antijurídica si no está justificada.
Para que la conducta antijurídica y efectivamente dañosa genere el deber de reparar es preciso
que sea imputable o atribuible al sujeto.
Existen dos criterios de imputación o atribución: un criterio subjetivo, que parte de la idea de
reproche moral que se dirige al autor de una conducta ilícita y que da fundamento a la
obligación de resarcir el daño causado.
El otro es un criterio objetivo, que prescinde del juicio de reproche contra el autor de la
conducta dañosa, imponiendo el resarcimiento del daño en virtud de un factor de atribución
objetivo que opera en virtud de la ley.
ARTICULO 1724.- Factores subjetivos. Son factores subjetivos de atribución la culpa y el dolo.
La culpa consiste en la omisión de la diligencia debida según la naturaleza de la obligación y las
circunstancias de las personas, el tiempo y el lugar. Comprende la imprudencia, la negligencia y
la impericia en el arte o profesión. El dolo se configura por la producción de un daño de manera
intencional o con manifiesta indiferencia por los intereses ajenos.
La responsabilidad se fundaba en la culpa: por lo que la víctima del hecho ilícito debía probar
que el agente dañador había actuado con culpa o dolo.
Este sistema devino insatisfactorio a partir básicamente de la revolución industrial, momento
desde el cual el hombre empieza a servirse de máquinas, las cuales comienzan ganando los
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talleres para terminar ocupando las calles, los campos y hasta el aire. Es que muchas veces el
daño provenía de la culpa del obrero que usaba la máquina o del peatón que cruzaba sin
prestar mucha atención, quienes por una aplicación rigurosa de la regla pas de
responsabilitésansjaute qued aban sin reparación alguna.
Por ello, el derecho moderno pone el acento en la víctima del daño, y no tanto en el reproche
moral que cabría o no respecto del agente. Y para fundar la atribución de la obligación de
reparar recurre a los factores objetivos, que prescinden de la culpa o el dolo del agente.
ARTICULO 1722.- Factor objetivo. El factor de atribución es objetivo cuando la culpa del agente
es irrelevante a los efectos de atribuir responsabilidad. En tales casos, el responsable se libera
demostrando la causa ajena, excepto disposición legal en contrario.
ARTICULO 1726.- Relación causal. Son reparables las consecuencias dañosas que tienen nexo
adecuado de causalidad con el hecho productor del daño. Excepto disposición legal en
contrario, se indemnizan las consecuencias inmediatas y las mediatas previsibles.
Planteo de la cuestión
Estamos ingresando al análisis de la relación de causalidad en la segunda función a que
aludíamos en el párrafo precedente. Es decir que estudiaremos cómo el derecho civil atribuye
al autor de una conducta antijurídica, imputable en virtud de un factor de atribución objetivo o
subjetivo, las consecuencias de esa conducta. En este punto resulta capital la idea de relación
de causa-efecto con relevancia jurídica.
Es que la concatenación de consecuencias puede llegar al infinito ya resultados absurdos. Los
penalistas del siglo XIX se preguntaban si producido un accidente de tránsito que provocaba la
hospitalización de una persona, era atribuible al agente del hecho, la muerte del accidentado
producida por el incendio del hospital; en definitiva, si no se hubiera producido el accidente, la
víctima no hubiera estado en el sanatorio y seguiría viva; por lo tanto, contemplando el
fenómeno causal desde el punto de vista de la causalidad material, resulta evidente que el
accidente ha sido causa de la muerte, o mejor dicho, ha contribuido causalmente a la
producción del resultado muerte.
Fue así que los autores penalistas y civilistas elaboraron distintas teorías de modo de poner
límite a la atribución de consecuencias; y de elaborar un concepto jurídico de relación de
causalidad, pues no todas las consecuencias son reprochables al agente o son irrelevantes,
porque ha habido otros hechos que tienen mayor eficacia causal y desplazan a aquel hecho,
antecedente remoto del efecto perjudicial.
Expuesta por Von Buri en 1860, propone un concepto filosófico de causa, con lo cual
constituyen la causa de un resultado dañoso todas las condiciones que fueron necesarias para
la producción de ese resultado perjudicial; y a la vez, cada uno de los que ha puesto esa causa
es responsable de la totalidad del daño.
De modo que según esta doctrina, quien provocó el accidente de tránsito ha puesto la causa
de la muerte del herido que falleció en el incendio del hospital.
Pero, la doctrina vino a ser moderada por la idea de culpabilidad.
Para que la consecuencia resultare atribuible, además de existir causalidad, el sujeto debe
haber actuado culpablemente, es decir, haber previsto el resultado dañoso.
En definitiva, el causante del accidente de tránsito no sería responsable de la muerte.
Se advierte que esta doctrina no permite distinguir adecuadamente el factor de atribución de
la causalidad.
Pese a las críticas que ha recibido sigue siendo aplicada por la jurisprudencia francesa; así,
recientemente se ha resuelto que quien provocó un accidente de tránsito es responsable de la
muerte del herido producida por sida adquirido a través de una transfusión de sangre que
debió hacérsele con motivo del accidente.
Esta doctrina fue elaborada a partir de algunos textos de Bacon, y su esencia consiste en
distinguir entre causas próximas v remotas según la mediatez temporal del resultado con
relación al hecho dañoso. Fue aplicada en algunos códigos penales decimonónicos y en el
derecho anglosajón; pero hoy está abandonada, pues en la práctica es imposible determinar
cuándo una causa es próxima, poco próxima o remota.
Puede señalarse que para ello se había llegado a subterfugios tales como atribuir la muerte al
causante si ella había acaecido dentro de cierto tiempo posterior a la herida, y a liberarlo de
esa responsabilidad si la muerte era posterior a ese plazo.
Del mismo modo ha resultado abandonada la doctrina de la causa eficiente, que se presta al
mismo tipo de crítica que la de la causa próxima.
RESPONSABILIDAD INTEGRAL: considera que el autor del hecho debe responder por todas las
consecuencias que guarden una relación fáctica con el hecho original, en relación con la
concausalidad.
Esto llevo a demostrar las injusticias que se pueden cometer, porque si bien el autor del hecho
lo lleva a cabo voluntariamente, es responsable por algunos efectos, entonces surge la
reparación justa.
REPARACION JUSTA: la voluntariedad del acto es considerada útil para alcanzar ciertos efectos
que pudieren ser previstos por el autor. Permite extender la responsabilidad hasta las
consecuencias que razonablemente el autor pudo prever. Deberá responder solo por las
consecuencias previsibles este criterio es adoptado por el nuevo código en el art 1725.
el código adopta el criterio del nexo adecuado de causalidad tal como resulta del art 1726,
concordado con la primera parte del 1725.
ARTICULO 1726.- Relación causal. Son reparables las consecuencias dañosas que tienen nexo
adecuado de causalidad con el hecho productor del daño. Excepto disposición legal en
contrario, se indemnizan las consecuencias inmediatas y las mediatas previsibles.
ARTICULO 1725.- Valoración de la conducta. Cuanto mayor sea el deber de obrar con
prudencia y pleno conocimiento de las cosas, mayor es la diligencia exigible al agente y la
valoración de la previsibilidad de las consecuencias.
Cuando existe una confianza especial, se debe tener en cuenta la naturaleza del acto y las
condiciones particulares de las partes.
Para valorar la conducta no se toma en cuenta la condición especial, o la facultad intelectual
de una persona determinada, a no ser en los contratos que suponen una confianza especial
entre las partes. En estos casos, se estima el grado de responsabilidad, por la condición especial
del agente.
Velez Sarfield clasifico a las consecuencias según el grado de imputabilidad respecto de ellas
en:
Inmediatas: Las consecuencias de un hecho que acostumbra suceder, según el curso natural y
ordinario de las cosas. Son imputables al autor del hecho.
Mediatas: Las consecuencias que resultan solamente de la conexión de un hecho con un
acontecimiento distinto. Son imputables al autor del hecho, cuando las hubiere previsto, y
cuando empleando la debida atención y conocimiento de la cosa, haya podido preverlas.
Casuales: Las consecuencias mediatas que no pueden preverse. Se refieren a una
imprevisibilidad subjetiva, aquellas consecuencias que objetivamente no son previsibles, lo
cual no quiere decir que en autor no haya tenido una previsibilidad subjetiva. Son reparables
salvo que tenga un nexo causal adecuado de los hechos. Son imputables cuando debieron
resultar según las miras que tuvo al ejecutar el hecho y en un precepto irrelevante.
Remotas:
Actualmente en el código solo hay tres:
a. Distinción conceptual.
Se caracteriza como delitos a los actuados con dolo, mientras que los actuados con culpa son
denominados cuasidelitos.
ARTICULO 1724.- Factores subjetivos. Son factores subjetivos de atribución la culpa y el dolo.
La culpa consiste en la omisión de la diligencia debida según la naturaleza de la obligación y las
circunstancias de las personas, el tiempo y el lugar. Comprende la imprudencia, la negligencia y
la impericia en el arte o profesión. El dolo se configura por la producción de un daño de manera
intencional o con manifiesta indiferencia por los intereses ajenos.
A partir de la reforma del Código Civil en 1968, que en gran medida siguió los avances que
venía haciendo la jurisprudencia, las distinciones entre delitos y cuasidelitos se han reducido
sensiblemente.
De modo que la doctrina concluye en que en la actualidad subsisten las siguientes diferencias
de régimen:
— el autor de un cuasidelito nunca responde por las consecuencias casuales (art. 905) del
mismo; en cambio sí son atribuibles al autor de un delito, cuando las tuvo en miras al ejecutar
el hecho;
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D- Hechos involuntarios
a. Concepto.
Actos involuntarios son aquellos en los cuales ha faltado en el sujeto, al tiempo de obrarlo,
algunos de los elementos internos: discernimiento, intención o libertad.
Los hechos que fueren ejecutados sindiscernimiento, intención y libertad no producen por sí
obligación alguna, pero puede producir efectos, ya que si estos producen un beneficio para el
autor pueden aprovecharlos. Las obligaciones, sin embargo, son consecuencias desventajosas
para quien celebra el acto.
La regla general es que los actos involuntarios no produzcan obligaciones, pero si efectos. Sin
embargo hay casos de excepción donde el acto involuntario genera obligaciones. Estas
excepciones obedecen a la antijuridicidad de los hechos involuntarios.
¿Los hechos involuntarios pueden ser ilícitos?
De acuerdo con la ilicitud objetiva, la ilicitud resulta de la transgresión de la norma sin
interesar la subjetividad del sujeto. Entonces si podría ser ilícito.
No hay responsabilidad en los actos involuntarios salvo dos excepciones:
Enriquecimiento sin causa.
Indemnización por equidad.
Se da cuando sin una causa que lo justifique una persona se enriquece y otra se empobrece.
Su fundamento esta dado en que haya un hecho involuntario ilícito que transgredió la norma.
ARTICULO 1794.- Caracterización. Toda persona que sin una causa lícita se enriquezca a
expensas de otro, está obligada, en la medida de su beneficio, a resarcir el detrimento
patrimonial del empobrecido.
Si el enriquecimiento consiste en la incorporación a su patrimonio de un bien determinado,
debe restituirlo si subsiste en su poder al tiempo de la demanda.
Este supuesto fue agregado por la ley 17.711, y establece que aquel que provoca un daño
frente a otro, ponderando la situación económica el que daño debe pagar un resarcimiento si
su situación es mejor que la del dañado.
ARTICULO 1750.- Daños causados por actos involuntarios. El autor de un daño causado por un
acto involuntario responde por razones de equidad. Se aplica lo dispuesto en el artículo 1742.
El acto realizado por quien sufre fuerza irresistible no genera responsabilidad para su autor, sin
perjuicio de la que corresponde a título personal a quien ejerce esa fuerza.
Sin perjuicio de la responsabilidad del autor del hecho involuntario ilícito,la víctima de u n
hecho involuntario (v.gr., accidente causadopor u n menor de 9 años o por u n demente),
podría accionar contra
el representante legal del sujeto carente de discernimiento, pudiendo obtenerde él la
indemnización de los daños sufridos conforme al régimen deresponsabilidad de los padres,
tutores y curadores.
Alcance de la indemnización
El juez concederá "un resarcimiento" que no necesariamente debe alcanzar para satisfacer
todo el daño sufrido por la víctima.
Pero esto no implica, necesariamente, la exclusión del principio de la reparación integral
(como sostiene Llambías). Por el contrario, el juez deberá ponderar en qué medida la
reparación obtenida de los representantes ha sido insuficiente para reparar todo el daño
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