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Nuestra Iglesia católica posee una realidad histórica única y continua, desde su

creación, hasta la actualidad y de existencia ininterrumpida a través del tiempo,


obteniendo su fundamento en Cristo Jesús y testimoniada por los apóstoles, los
cuales a su vez compartieron el mensaje a sus sucesores, logrando con ello, que
hoy en día podamos recibir esa noticia que hace bien.

1.- LA SUCESIÓN APOSTÓLICA:

Entendemos esta sucesión como:

“la continuación a lo largo de los siglos del ministerio apostólico, en todo lo


que tiene de trasmisible, a través de los obispos, que por voluntad de Cristo
heredan su misión y la llevan a cabo dentro de la Iglesia” 1.

Esta sucesión está ligada a la Iglesia hasta el fin de los tiempos, y su razón
primaria es de orden eclesiológico. Indica que los apóstoles no constituyen en la
Iglesia una figura o institución aislada, sino que estaban destinadas a tener
sucesores; el Romano Pontífice, sucesor de Pedro.

La Iglesia es apostólica no sólo porque en ella pervive la doctrina y la praxis de


los apóstoles, sino por una apostolicidad de sucesión de pastores y maestros.
Esta sucesión apostólica se relaciona estrechamente con el sacramento del
Orden.

La afirmación de Cristo como mandante es expresada en el nuevo testamento


con el verbo griego apostollein. En los evangelios sinópticos el apostollein evoca
el envío de Cristo por el Padre “ Quien a vosotros recibe, a mí me recibe, y quien
me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado” 2. El evangelio de Juan
también expresa esta realidad, cuando dice: “Como tú me has enviado al mundo,
yo también los he enviado al mundo”3. Cristo que es enviado, ahora envía.

1
ÁLVAREZ Lorenzo; y otros. Diccionario Teológico Enciclopédico. Ob. Cit. p 935
2
Mt 10,40
3
Jn 17,18
No sólo Cristo, enviado del Padre envía, manda a los suyos; estos a su vez,
enviados por Cristo, mandan nuevos representantes suyos. “La sucesión, en
primer lugar, se encuentra al servicio de la continuidad en la transmisión de una
tradición que no debe ser alterada”4. Pablo se dirige a Timoteo encomendando el
pastoreo. Hay una preocupación por parte de Pablo, para que se continúe la
enseñanza y vigilancia de las comunidades en su ausencia, tomando en cuenta
que no es a cualquier persona, sino a alguien a quien se le ha impuesto las
manos.

“Hasta que yo llegue, dedícate a la lectura, a la exhortación, a la enseñanza.


No descuides el carisma que hay en ti, que se te comunicó por intervención
profética mediante la imposición de las manos del colegio de presbíteros.
Ocúpate en estas cosas; vive entregado a ellas para que tu aprovechamiento
sea manifiesto a todos. Vela por ti mismo y por la enseñanza; persevera en
estas disposiciones, pues obrando así te salvarás a ti mismo y a los que te
escuchen”5.

La sucesión apostólica es la garantía y el signo de que la Iglesia se mantiene


en la tradición apostólica. El principio de la apostolicidad existe desde el origen de
la Iglesia, en la concepción que se tenía de ella como comunidad iniciada en los
apóstoles, pero llamada a una extensión y una duración escatológica.

“Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre


del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo
que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días
hasta el fin del mundo"6.

2.- AUTORIDAD DEL OBISPO.

“Del griego (epískopos), el termino significa literalmente inspector, vigilante,


supervisor”7. El obispo es el poseedor de la plenitud sacerdotal, la cual ha recibido
del sacramento del orden y que le confiere el tercer grado. Esta consagración lo
constituye miembro del cuerpo episcopal, en comunión jerárquica con la cabeza,
4
BUENO DE LA FUENTE, Eloy. Eclesiología. Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid. 2001. p 191
334p
5
1 Tim 4,13ss
6
Mt 28,19s
7
ÁLVAREZ Lorenzo; y otros. Diccionario Teológico Enciclopédico. Ob. Cit. p. 694.
desempeña en nombre de Cristo el oficio de enseñar, santificar y gobernar una
Iglesia particular. Estos tres oficios el obispo los cumple (in persona Christi), o sea
como signos sacramentales de Cristo maestro, sacerdote y pastor.

En el ejercicio de enseñar:

“los obispos son para los fieles maestros auténticos, es decir, están
revestidos de la autoridad de Cristo, cuando predican al pueblo que se les
ha confiado la fe que hay que creer y que aplicar en la práctica de la vida” 8.

En el ejercicio de santificar: “El obispo es ministro de todos los sacramentos y


regulador de toda la vida litúrgica de la Iglesia particular. Esto se ve de forma
palpable en la celebración de la eucaristía dirigida por el obispo”9. Los obispos
como responsables de llevar a la perfección, deben dedicarse a favorecer la
santidad de sus clérigos, religiosos y laicos, según la vocación particular de cada
uno.

En el ejercicio de gobierno: “El obispo está revestido de potestad sagrada y de


autoridad para que se sirva de ella para la edificación de la Iglesia. La potestad de
un obispo en su propia Iglesia particular es calificada de propia, ordinaria e
inmediata. Su potestad no queda anulada por la potestad suprema y universal,
sino que, por el contrario, que afirmada, robustecida y defendida…” 10.

Por participar los obispos de la plenitud del sacerdocio, de ellos dependen los
presbíteros y los diáconos en el ejercicio de su potestad. Ejercen estas funciones
“en comunión y bajo la autoridad del Sumo Pontífice; cuando se trata del
magisterio y del gobierno pastoral; cuando se trata de la Iglesia universal, lo hacen
como Colegio o cuerpo (ChD 3). Los obispos deben preocuparse de la Iglesia
particular que se les ha encomendado y en esta ejercen individualmente, ya que,
poseen la potestad ordinaria que se necesita para el ejercicio de su función
pastoral sin perjuicio de la potestad del Romano pontífice.
8
Idem.
9
Ibidem. p. 695
10
Idem.
El obispo posee la potestad de:

“dispensar de la ley general de la Iglesia, en un caso particular, a los fieles


sometidos a su autoridad, según la norma del derecho, cuantas veces
considere que contribuye al bien espiritual de los mismos, a no ser que se lo
hubiera reservado especialmente la suprema autoridad de la Iglesia” (ChD
8b). Para la Iglesia la ley suprema, es la salvación de las almas.

3.- LA COMUNIÓN:

El termino comunión “es utilizado para hablar de la relación de los creyentes


con Dios y de su mutua relación en Cristo, por la acción del Espíritu Santo,
mediante los sacramentos, en particular el bautismo y la Eucaristía” 11. Es una
realidad propia de la fe, propia de la Iglesia y querida por Dios, por tanto es
irrenunciable para la vivencia cristiana. la expresión griega (koinonía) tenía el
significado de comunión, participación y relación.

“No ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que, por medio de su
palabra, creerán en mí, para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y
yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea
que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que
sean uno como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí, para que sean
perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has enviado y que los
has amado a ellos como me has amado a mí”12.

Cristo habla de la comunión como una realidad querida por Él, a semejanza de
su relación con el Padre y que debe prolongarse en todos aquellos que crean por
el anunció del Evangelio, por medio de los que ha enviado. Es una realidad de fe y
un mandato Jesús, es una dimensión de la vivencia cristiana, es el signo que
comunica la verdadera adhesión y el verdadero mensaje de la revelación.

En el nuevo testamento la comunión (koinonía) es una manera de vivir, de ser y


de obrar, en una relación con Dios y con los hombres. Este término posee varias
connotaciones; en la comunión se encuentra un gran vínculo de caridad que les
une. Indica participación por la fe en la vida de Cristo. “Experimentando el valor
11
Ibidem. p 160
12
Jn 17,20ss
de este servicio, glorificarán a Dios por vuestra obediencia y la confesión de fe en
el Evangelio de Cristo y por la generosidad de vuestra comunión con ellos y con
todos”13.

Una sola fe: “Os exhorto, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo,
a que seáis unánimes en el hablar, y no haya entre vosotros divisiones; antes
bien, estéis unidos en una misma mentalidad y un mismo juicio” 14.

La comunión es un don de Dios en Cristo y se extiende a través del anuncio


cristiano.

“Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto
con nuestros ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos acerca
de la Palabra de vida, pues la Vida se manifestó, y nosotros la hemos visto
y damos testimonio y os anunciamos la Vida eterna, que estaba junto al
Padre y que se nos manifestó lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos,
para que también vosotros estéis en comunión con nosotros. Y nosotros
estamos en comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos
esto para que nuestro gozo sea completo. Y este es el mensaje que hemos
oído de él y que os anunciamos: Dios es Luz, en él no hay tiniebla alguna.
Si decimos que estamos en comunión con él, y caminamos en tinieblas,
mentimos y no obramos la verdad. Pero si caminamos en la luz, como él
mismo está en la luz, estamos en comunión unos con otros, y la sangre de
su Hijo Jesús nos purifica de todo pecado”15.

En la era patrística se entiende la comunión como dos dimensiones de una sola


realidad: “comulgar en el sacrificio eucarístico es comunión con la Iglesia entera.
Es significativo que la excomunión indique ruptura de la comunión con la Iglesia y
prohibición de participar en el banquete eucarístico” 16.

La comunión no solamente indica un aspecto místico invisible, sino una


práctica de las relaciones interpersonales bien definidas. La comunión supone un
aspecto jerárquico, ya que con este término se designaban los fieles con sus
obispos, de los obispos entre sí, y estos con la Iglesia de Roma.
13
2 Cor 9,13
14
1 Cor 1,10
15
1 Jn 1,1-7
16
ÁLVAREZ Lorenzo; y otros. Diccionario Teológico Enciclopédico. Ob. Cit. p 161
4.- EL OBISPO COMO EJE DE UNIDAD:

“El obispo es la cabeza visible del presbiterio, centro y origen de la


comunidad sacerdotal de la diócesis. Es quién garantiza la existencia de la
vocación, quien comunica el sacerdocio de Cristo por la imposición de
manos, quien se compromete a garantizar una estructura tal que la vida
espiritual de su presbiterio pudiera imitar”17.

Es quien dirige toda la labor ministerial de la Iglesia local. Esta unidad en torno
al obispo no es una derivación ascética, sino una exigencia teológica de
naturaleza eclesial. “Si la cumbre de la vida eclesial es la vida litúrgica, y ésta gira
en torno al obispo, no puede haber ejercicio del sacerdocio ministerial al margen
del obispo”18. El obispo debe cuidar y fomentar la vida espiritual de sus
presbíteros.

Como cristiano, tiene el mismo deseo de alcanzar la vida eterna, llevando un


peso mayor sobre sus hombros, ya que tendrá que dar cuenta a Dios de las almas
encomendadas. “Obedeced a vuestros guías y someteos a ellos, pues velan sobre
vuestras almas como quienes han de dar cuenta de ellas, para que lo hagan con
alegría y no lamentándose, cosa que no os traería ventaja alguna” 19.

En su labor de supervisor, ha de velar por la sana doctrina, la vivencia de la


caridad y debe estar dispuesto a anunciar el Evangelio a todos, animando la
actividad apostólica y misionera de los fieles. Esta unidad con el obispo debe ser
reflejo e imitación de la unidad de la Iglesia a Cristo y como la Santísima Trinidad,
para que todo se integre en la unidad.

CAPÍTULO III
LA VISIÓN ECLESIAL DE SAN IGNACIO
DE ANTIOQUÍA.

17
ESQUERDA BIFET, Juan. Teología de la Espiritualidad Sacerdotal. Ob. Cit. p 133
18
Idem
19
Heb| 13,17
En el deseo de una vivencia auténtica del cristianismo, debemos adentrarnos
en las vivencias de las primeras comunidades, las cuales dan autenticidad y
solidez a la doctrina de la Iglesia en la actualidad, ocasionando con ello una mejor
comprensión y valoración de nuestra condición de hijos de Dios y miembros de la
Iglesia, es por ello que nos ubicaremos a finales del siglo I, comienzo del siglo II.

Este gran testigo de la fe: San Ignacio de Antioquía, discípulo del apóstol Juan
y tercer obispo de Antioquía, expresa bellamente la estructura eclesial.

1.- EL OBISPO COMO EJE DE UNIDAD.

Ignacio en su carta a los Magnesios menciona claramente la necesidad de


estar unidos a el obispo: “No haya nada en vosotros que pueda dividiros, sino
uníos al obispo y a los que presiden, a imagen y semejanza de
incorruptibilidad”20.

Para él, estar unidos al obispo es preservarse del error y las falsas doctrinas,
como exhorta a la comunidad de los filadelfios.

“Así pues, como hijos de la luz de la verdad, huid de la división y de las


malas doctrinas. Allí donde está el pastor, seguidle como ovejas. Pues
muchos lobos que se presentan como dignos de fe cautivan con un perverso
placer a los corredores de Dios”21.

Se observa que desde los orígenes del cristianismo, la Iglesia ha tenido que
defender las verdades de fe que les han sido encomendadas por el mismo Cristo,
afrontando cualquier tipo de herejía y división. “En donde existe la división y la ira,
no habita Dios. Ciertamente el Señor perdona a todos los que se arrepienten si se
convierten a la unidad de Dios y a la asamblea del obispo” 22.

20
SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA, A los Magnesios. Traducción de AYÁN CALVO, Juan José. Fuentes
Patrísticas I, Ignacio de Antioquía, Policarpo de Esmirna, Carta de la Iglesia de Esmirna. Editorial Ciudad
Nueva. Madrid. 1991. p. 131.
21
SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA, A los Filadelfios. Traducción de AYÁN CALVO, Juan José. Fuentes
Patrísticas I, Ignacio de Antioquía, Policarpo de Esmirna, Carta de la Iglesia de Esmirna. Editorial Ciudad
Nueva. Madrid. 1991p. 161.
22
SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA, A los Filadelfios. Ob. Cit. 1991 p. 165.
La comunión que nuestro autor propone y defiende, pasa por nuestra realidad
humana, y se dirige a la comunión perfecta que es de orden espiritual. En la carta
a los Magnesios expresa: “Someteos al obispo y también los unos a los otros,
como Jesucristo al Padre según la carne, y los apóstoles a Cristo, al Padre y al
Espíritu, para que la unidad sea carnal y espiritual” 23.

El poder del ministerio episcopal, va mas allá de la persona que lo ejerce, es la


gracia de Dios que actúa en el instrumento elegido por Él, el cual, obra en quien,
en donde y cuando quiere. Haciendo referencia a esto, Ignacio escribe: “He
conocido que el obispo, no por él mismo ni por los hombres, posee el ministerio
que conviene a la comunidad, no para vanagloria, sino en el amor de Dios Padre y
del Señor Jesucristo”24.

Por tanto, esta elección episcopal, por ser de carácter divino, supera la
naturaleza humana, por tanto, se le debe obediencia y respeto, ya que así lo ha
dispuesto el Padre celestial. “Si alguno es capaz de permanecer en castidad para
honra de la carne del Señor, permanezca, pero sin engreírse. Si se engríe está
perdido y si se cree más que el obispo está corrompido” 25.

La división es una condición que se aleja de voluntad Divina. Ignacio hace


referencia a la unidad y pone como ejemplo de perfecta unidad, a la Santísima
Trinidad, cuando dice:

“A Aquél en el que estoy encadenado pongo como testigo de que no lo


supe por carne humana. El Espíritu me lo anunció diciéndome: (no hagáis
nada sin el obispo, guardad vuestra carne como templo de Dios, amad la
unidad, huid de las divisiones, sed imitadores de Jesucristo como también
Él lo es de su Padre”26.

23
SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA, A los Magnesios. Ob. Cit. p. 137.
24
SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA, A los Filadelfios. Ob. Cit. p. 161.
25
SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA, A Policarpo. Traducción de AYÁN CALVO, Juan José. Fuentes Patrísticas
I, Ignacio de Antioquía, Policarpo de Esmirna, Carta de la Iglesia de Esmirna. Editorial Ciudad Nueva. Madrid.
1991. p. 186.
26
SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA, A los Filadelfios. Ob. Cit. p. 165.
El pensamiento de este Padre de la Iglesia, es tan enfático y radical, que se
juega la salvación, quien atente contra esta unidad o comunión. “No engañéis,
hermanos míos. Si alguno sigue a un cismático, no heredará el reino de Dios” 27.

2.- VISIÓN ORGÁNICA DE LA IGLESIA.

Ignacio se dirige a Policarpo, obispo de Esmirna, recordándole su


responsabilidad como supervisor y guía de la comunidad que se le ha
encomendado, cuando dice: “Después del Señor, tú eres su valedor. Nada suceda
sin contar con tu voluntad, y tú no hagas nada sin contar con la voluntad de Dios,
lo cual ciertamente no haces. Sé firme”28.

Se percibe que la visión orgánica de la Iglesia según Ignacio, el obispo es el la


cabeza que organiza y dirige la Iglesia Particular, como se distingue en la carta a
los Magnesios.

“…Os exhorto a que todo lo hagáis en la concordia de Dios, presidiendo el


obispo en el lugar de Dios, los presbíteros en el lugar de la asamblea de los
apóstoles y los diáconos – para mí, dulcísimos- a los que se le ha confiado
el servicio de Jesucristo…29”

En este escrito, vislumbra un orden jerárquico, en el cual, preside el Obispo, le


suceden los presbíteros, y en un tercer momento los diáconos.

Ignacio dibuja claramente que tantos los obispos, como los presbíteros
participan del sacrificio eucarístico, mientras que los diáconos, tienen otra función
dentro del presbiterio.

“Es menester también que los diáconos que son ministros de los misterios
de Jesucristo agraden a todos de todas las maneras. Pues no son diáconos
de comidas y bebidas, sino servidores de la Iglesia de Dios. Por tanto, es
necesario que se guarden de los reproches como el fuego” 30.
27
Idem
28
SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA, A Policarpo. Ob. Cit. p. 185.
29
SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA, A los Magnesios. Ob. Cit. p. 131.
30
SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA, A los Tralianos. Traducción de AYÁN CALVO, Juan José. Fuentes
Patrísticas I, Ignacio de Antioquía, Policarpo de Esmirna, Carta de la Iglesia de Esmirna. Editorial Ciudad
Tanto el ministerio presbiteral, como el ministerio diaconal, participan del
sacerdocio del obispo, por tanto, todo lo que se haga en desacato, es inválido, y lo
exhibe en su carta a los Esmirniotas, diciendo: “Nada de lo que atañe a la Iglesia
lo hagáis sin el obispo. Sólo ha de considerarse valida aquella Eucaristía que esté
presidida por el obispo o por aquél en quien él mismo delegue” 31.

Aun cuando no existía el derecho canónico ahora existente, se nota claramente


unas normas de convivencia y de gobierno eclesial. “No es lícito bautizar ni
celebrar la Eucaristía sin el obispo. Sin embargo, lo que éste apruebe, es
agradable a Dios para que todo lo que hagáis sea sólido y válido” 32.

Para Ignacio, todo servicio jerárquico de la Iglesia, está dirigido a glorificar a


Dios, para salvación del propio ministro y de la grey encomendada a su pastoreo,
como encontramos en la carta a los Esmirniotas.

“Nadie se engañe. También los seres celestes y la gloria de los ángeles y


los príncipes visibles e invisibles, si no creen en la sangre de Cristo, son
juzgados. El que pueda entender, que entienda. Que un cargo no
ensoberbezca a nadie pues el todo es la fe y el amor, a los que nada puede
preferir”33.

3.- EL PRESBITERIO LUGAR DE COMUNIÓN:

Los escritos ignacianos revelan la vivencia eclesial de las primeras


comunidades y del presbiterio del momento, exhortando a una vivencia autentica
del cristianismo, lejos de toda falsedad o hipocresía.
A los Magnesios: “Así pues, es conveniente que no sólo os llaméis
cristianos, sino que también lo seáis. Algunos lo llaman obispo, pero luego
actúan prescindiendo de él. Los tales no parecen tener una conciencia
limpia al no reunirse válidamente según el mandato” 34.

Nueva. Madrid. 1991. p. 141.


31
SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA, A los Esmirniotas. Traducción de AYÁN CALVO, Juan José. Fuentes
Patrísticas I, Ignacio de Antioquía, Policarpo de Esmirna, Carta de la Iglesia de Esmirna. Editorial Ciudad
Nueva. Madrid. 1991. p. 177.
32
Idem
33
Ibidem p. 185.
34
SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA, A los Magnesios. Ob. Cit. p. 131.
El presbiterio debe respetar al obispo como lo que es, un representante de
Cristo y cualquier apto de falsedad, es un acto de falsedad contra el mismo Dios.

“No conviene que os aprovechéis de la edad del obispo, sino que le tributéis
toda consideración conforme al poder de Dios Padre, tal como también he
sabido que vuestros santos presbíteros no se han aprovechado de la
juventud que manifiesta, sino que, se le han sometido, no a él sino al Padre
de Jesucristo, el obispo de todos. Así pues, para gloria de Aquél que nos
ha amado, es conveniente que obedezcáis sin hipocresía alguna. Pues,
cuando alguien burla al obispo visible, no engaña a éste sino al obispo
invisible. Tal asunto no es palabra que se refiera a la carne, sino a Dios que
conoce lo oculto”35.

La comunión propuesta por Ignacio, es la unidad en medio de la diversidad. En


la carta a los Efesios usa una imagen literaria para expresar tal comunión:

“Por tanto, os conviene correr a una con la voluntad del obispo, lo que
ciertamente hacéis. Vuestro presbiterio, digno de fama y digno de Dios, está
en armonía con el obispo como las cuerdas con la cítara. Por ello,
Jesucristo entona un canto por medio de vuestra concordia y de vuestra
armoniosa caridad”36.

Cada cuerda de la lira emite un sonido distinto y cuando se afinan


debidamente, emiten una harmonía agradable al oído. Estar en comunión, es
poseer la afinación perfecta para que la lira que es la Iglesia, al ser utilizada
adecuadamente, emita esa melodía que agrada a Dios Padre. Es Cristo quién
sostiene estas cuerdas y el Espíritu Santo quien genera la vibración perfecta para
producir dicha armonía.

Por tanto hay que aspirar a los bienes espirituales, viviendo como agrada a
Dios y según como Él lo ha dispuesto, por medio de la Iglesia. “Así pues, el que
no viene a la reunión, es ya un soberbio y se juzga a sí mismo. Pues está escrito:

35
Ibidem p. 130.
36
SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA, A los Efesios. Traducción de AYÁN CALVO, Juan José. Fuentes Patrísticas
I, Ignacio de Antioquía, Policarpo de Esmirna, Carta de la Iglesia de Esmirna. Editorial Ciudad Nueva. Madrid.
1991. p. 107.
Dios resiste a los soberbios. Por tanto, pongamos empeño en no enfrentarnos al
obispo para ser obedientes a Dios”37.

CONCLUSION

Los temas y más aún los aportes que pueden hacerse desde cualquier campo
de la teología son muestra del amplio bagaje del quehacer teológico. El estudio de
la Biblia, de la tradición y del magisterio hace formidable e integral el dato
revelado, núcleo de toda construcción teológica. Teniendo en cuenta el estudio
sistemático, debemos precisar que la investigación tiene su lugar de partida en el
campo de la teología dogmática, específicamente en la “eclesiología”. Puede
concluirse que los tres campos del que hacer teológico han nutrido y dado forma a
esta pequeña investigación.

La identificación del problema responde a inquietudes de tipo formativo y


vivencial, en respuesta a una realidad de fe que no puede ser observada como
una opción que se puede no acatar. La realización humano-espiritual de una
persona tiene su desenlace en la medida que experimenta la autenticidad de lo
que vive. La vivencia de la fe es adhesión a la revelación, es imitar a Cristo.

La comunión eclesial es una dimensión de la fe, estar instruido y convencido


de ello, dará a quién la vive; satisfacción, paz y responsabilidad, pues, participa
conscientemente de la Iglesia universal, la cual, debe ser purificada de todo
sectarismo. Volver a las primeras comunidades cristianas, es recuperar la
originalidad y la pureza de las primeras experiencias.

La teología de comunión es clara, está contenida en las Sagradas Escrituras,


la Tradición y el Magisterio. Se quiere, sin embargo, ser promocionada más
ardientemente como medio formativo para el presbiterio diocesano, el cual, al

37
Ibidem p. 109.
hacerlo vida, tendrá como resultado el efecto dominó, ya qué, se verá reflejado en
los fieles del Señor que acompaña.

El ministerio sacerdotal es un servicio ordenado a la comunión con Dios y con


los hombres, es un eje de unidad del pueblo que preside en la caridad y que
orienta hacia Dios, Es un simple administrador colabora de las cosas de Dios y
que tendrá que dar cuenta de lo que se le ha encomendado.

Tanto el presbítero como el diácono, deben estar consciente de que su


realidad dentro del Orden sacerdotal, está subordinado al ministerio episcopal, el
cual posee la plenitud sacerdotal y del cual ellos participan. La oración
consecratoria, utilizada para consagrar a diáconos, como a presbíteros, dice
claramente “Señor, te pedimos nos concedas, Como ayuda a nuestra limitación,
estos colaboradores que necesitamos para ejercer el sacerdocio apostólico”.

La vida del cristiano es camino. Es un itinerario que prepara y espera una vida
mejor. La Iglesia dispone los medios de santificación y formación, entre ellos la
comunión compone un medio indispensable y conciliador entre las realidades
humanas y divinas. La promoción de esta unidad querida por Dios, es siempre
tarea operante.

San Ignacio en la carta a los Magnesios expresa: “No haya nada en vosotros
que pueda dividiros, sino uníos al obispo y a los que presiden, a imagen y
semejanza de incorruptibilidad”.

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