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CRÓNICAS DE UNA MUERTE ANUNCIADA.

Realmente escribí esto hace tiempo, una historia que aún todavía se escribe.

Tengo tantas cosas para decir, pero reconozco la inutilidad de expresarlas y aunque lo ignore,
lo evite, lo empuje, siguen dentro. Aunque haga oídos sordos.

¿cómo hago para no escucharme?. Es que intento, lo prometo, este soy yo intentando, no
tiene una idea cuanto lo intento, aunque no se note para nada.

El día que la conocí hace poco más de 2 años, mi situación era muy turbulenta
emocionalmente, pasaba por una decepción amorosa y lo que menos quería saber era sobre
los sentimientos, cuando la vi, cuando me di cuenta que hay estaba, fue algo que nunca olvido,
en medio de tantas personas volví a sentir una conexión, un lazo indirectamente con alguien
que apenas sabía que existía, pero que al escuchar hablar no podía evitarlo, me deslumbré, fue
imposible no sentir una atracción mental por ella, desde ese entonces quise hacerme su
amigo, pero no sabía cómo lograrlo, mi alma quería conocerla, mi mente divagaba entre lo que
quería hacer y lo que debía, inexorablemente carecía de oportunidades, y así fue como quise
llamar su atención, como un niño tonto pensé que si le regalaba algo y lo aceptaba podría
estar más cerca de conocerla, pero fui indiscreto, eso causó comentarios fuera de lugar, así
que antes de causar algún daño irreversible decidí tomar algo de distancia, y comprendí que
por mis fuerzas no lo iba a lograr, cómo cristiano, rápidamente entendí que lo que debía hacer
era orar, y orar con fe, eso hice, le pedí a Dios que me permitiera poder conocerla, no paso
mucho luego de eso y tuve que enfrentar la peor situación de mi vida, a veces pedimos algo,
sin saber que Dios obra de formas misteriosas, comenzó un proceso terrible con mi familia,
pero lo único que realmente pensaba, era en que ella no fuera a creer todas esas cosas por las
que fui culpado, fui detenido por cosas que no había hecho, y lo único que pensaba era en que
ella no fuera a pensar mal de mi, estuve días detenido pero mantuve la fe y las ganas inmensas
de verla, en ese lugar fui probado en todos los aspectos, sin embargo sabía que saldría de ese
lugar, cuando salí, yo no sabía que después de todo eso Dios me iba a conceder lo que le había
pedido, mi corazón rebosaba de alegría porque iba a tener que convivir un tiempo con ella. Esa
fue la oportunidad de Dios para mí, sin embargo, a consecuencia de lo que había vivido, lo
perdí todo, perdí mi casa, perdí mis cosas, comencé a vivir de lo que los demás me daban, todo
lo que tenía era regalado o prestado, había perdido mis cosas, el tiempo pasaba y supe que esa
persona que tanto quería anhelaba un hombre en su vida que tuviera algo que ofrecerle, lo
cual terminó con mis esperanzas, no tenía nada, ¿Qué podía ofrecerle?. Comencé a sentirme
poca cosa, comencé a sentir que valía nada, que no tendría ni remotamente una oportunidad.
No quería rendirme, no quería aceptar la realidad así que, comencé a demostrarle con
pequeños hechos lo que sentía, con el fin de que se diera cuenta por si misma, cuando no
estuvo, la defendí, cuando necesitó ayuda para algo, la ayudé, cuando no tenía tiempo para
desayunar, le hice desayuno, cuando necesitó ayuda para una predicación, la escuché y la
aconsejé, cuando quiso ver algo para entretenerse, se los descargué, tantos pequeños detalles
que hice por ella, sin importarme nada, la veía llorar y yo también sufría, la veía adorar y
reconfortaba mi alma, pero ella tenía un problema, a mi manera de ver, se sentía inferior a los
demás, era insegura, sentía que se menospreciaba, así que un día, se quedó dormida a mi lado,
y me tocaba dar la enseñanza en mi iglesia, dudoso del tema, al verla hay dormida pensé que
debía hacer algo, rápidamente pensé en un tema, la mujer virtuosa, y así titulé mi enseñanza,
quería que ella viera en mis propias palabras lo que ella no podía ver en si misma, exploré las
cualidades de una mujer virtuosa y cuando las escribía solo pensaba en que la estaba
describiendo a ella, pues significaba para mí más de lo que significaba para ella misma, y al
igual que las demás veces quise demostrarle lo que era para mí, sin embargo ninguno de mis
múltiples esfuerzos lograron que ella se diera cuenta de lo que hacía, fui completamente
invisible para ella, nada de lo que hacía, ella lo veía, valían nada para ella, estaba muy
frustrado y carente de ideas, así que pensé en llamar su atención de otra forma, comencé a
estudiar más, comencé a buscar más a Dios, para ver si en clases me miraba, o tan siquiera
mencionaba mi nombre, la llamé mi rival, quise estar a su nivel, así que entendí que si mis
acciones no llamaban su atención, al menos mi conocimiento podría hacerlo, pasaba noches
enteras sin dormir solo para que ella me notara, en medio de toda esta narrativa han pasado
meses, años, y sigo siendo invisible, sigue sin darse cuenta de todo lo que he hecho, cualquiera
en mi lugar ya se habría rendido, pero en mi corazón reposa la esperanza de que un día se de
cuenta, que por ella movería el cielo y la tierra, si me lo pidiera, sigo siendo el mismo estúpido
que cuando comencé a escribir, quise expresarle esto y no lo hice, no lo hice por miedo, miedo
a no ser lo que ella quiere o necesita, miedo de no ser suficiente, miedo de terminar perdiendo
la esperanza, miedo de perder su amistad, tuve mucho miedo, aún ahora lo tengo, aún cuando
pienso en ella mi corazón se exalta, aún cuando la veo no controlo mis acciones, cuando hablo
con ella soy feliz, me costó mucho entender que estaba enamorado, porque no quería volver a
sufrir,

Quizá en toda esta vorágine lo puedo escribir así: tenía miedo, de que esté, de que se vaya, de
que se quede poco, o demasiado, de perderla, de tenerla, miedo de que nuestra relación no
fuera más que algo destinado a destruirse y terminar, tenía miedo de que no fuera ella o de
que no fuera yo, o de que no fuéramos nosotros, miedo de sentirla mi enemiga, miedo de vivir
discutiendo para tener la última palabra para tener la innecesaria razón. Tenía miedo de que
estuviéramos insistiendo por costumbre, tenía miedo de mis inseguridades, de pensar que
había “algo mejor”, miedo de que así se sintiera estar enamorado, tenía tantos miedos, y
cuando abrí los ojos la busqué otra vez, porque sabía bien que el amor tiene que ser calma,
porque sabía que jamás iba a volver a sentir así otra vez, porque ya no era el mismo, porque
me hice cargo de lo que sentí, porque ya no tenía miedo. Pero llegué tarde, y ya mis miedos
habían actuado, la volví a dejar ir sin confesarle lo que siento.

Y me encuentro llenando esto de “quizás”. Porque en el “quizás”, en el “tal vez”, todo es


probable, el “quizás” está entre los sí, que no podemos afirmar y los no, que no queremos
decir, entre el blanco y el negro. Y entre las millones de posibilidades infinitas.

Ha sido todo este tiempo mi “quizás” favorito. Le dediqué mis “quizás” más cargados de
esperanza, y todos tenían la ilusión de transformarse en certezas, en la única posibilidad de
entre esas millones, que se hacía realidad. Y crecer es entender que ya no hay “quizás” entre
nosotros, aunque de ese puente sostenía toda mi fé. Esa palabra, como puente que nos unía,
era la que me decía que en algún escenario futuro dejábamos de ser inconcebibles, y el
“quizás” se transformaba en ese sí que tanto deseé, por ese sí que iba a proponer(te)nos.
Estamos acostumbrados a no aguardar mucho por nada ni nadie, y queremos saber si
aferrarnos o irnos, para no ‘’perder tiempo’’, pero tal vez la respuesta esté entre medio, quizás
los grises a veces sí están bien.

La amo y sé que no puede ser hoy, pero dejarla ir sería apresurado, entonces la voy a dejar ser.
Y quizás, si le deposito esa confianza y esa paciencia a Dios, el tiempo acomode las
circunstancias, y algún día ‘’seamos’’, así, en plural, porque supimos querernos tanto como
para dejarnos ser, y quizás cuando se canse de ir y decida quedarse, cuando esté en cuerpo y
alma, cuando entienda lo mucho que hice por ella o quizás el tiempo ayude. Quizá Dios me
ayude a hacerle ver la verdad.

Ojalá ella supiera de alguna manera lo que no alcanzo a explicar.

Mi universo perfecto tiene las más sublimes constelaciones en su mirada y sonrisa, el sistema
planetario en su ser. Tiene una galaxia inmensa en su mente e infinitas estrellas que
conforman sus virtudes y constantes catarsis. Cada dimensión ensambla de manera correcta y
delicada su ser, conformando así una bella y maravillosa persona. Pero sin duda alguna, el sol
que lleva en su corazón, la hace ser el universo perfecto.

Me refugio en estas letras porque es lo que soy, imaginé tantas veces la forma adecuada de
confesarle mis sentimientos pero todas fueron improbables, no tengo fórmulas, teoremas,
teorías capaces de calcular todo lo que quiero decir.

No quiero leer su contestación y que me hiera su neutralidad, su apatía, su desafecto, no


quiero ver cómo del otro lado no me quieren, ¿Para qué, si ya sé mejor que nadie que no lo
hacen? No quiero volver a reabrir la herida y a reafirmar que esto que me sucede es sólo mío,
que nunca jamás llegaría a tocar su alma, cuando ella puede destruir la mía, que es sensible
hasta a sus susurros.

Alguien dijo alguna vez que amar, es darle el poder a otro de destruirte, confiando que no lo
hará, pues tanto se ha dicho sobre lo que el amor es, que aunque me esfuerzo por expresarlo
siento que las palabras faltan a este sentimiento tan inmenso.

No me queda más refugio que la fantasía, no me queda más que hacer, que hacerle una
poesía. Lo más difícil de esto no es en si, tratar de expresar, lo más difícil es aceptar la decisión
ya tomada, porque no hay vuelta atrás, al expresar mi corazón quedé totalmente descubierto,
totalmente frágil, solo Dios sabe cuántas lágrimas he derramado, cuántas veces he pedido que
pase de mi esta copa, si es su voluntad, sin embargo hay está, como un aguijón, recordándome
en cada respirar aquello que por mucho tiempo he cayado.
Después de esto quizá, algo cambie, y mi mayor miedo es no tener otra oportunidad, que por
consecuencia crea que alejarse de mi es lo mejor, quizá después de esto se sienta traicionada,
quizá ya no quiera volverme hablar.

No soy Brad Pitt, tampoco Albert Einstein, no soy el más pudiente, tampoco el más gracioso,
tampoco soy la persona que seguramente quiere querer, no soy el del mayor ministerio y
mucho menos el de la unción pero si se que soy, la persona que necesita.

A cada uno de sus miedo e inseguridades le di un espacio en mi corazón, con todos sus
defectos y desaciertos, con su alocada y despistada forma de ser, con su extraño sentido del
humor, aún con todas esas cosas, hizo de mi una mejor persona, cuando sentí dejarlo todo,
hay estaba su pensamiento en mi mente, cuando mi corazón se quiso contaminar de odio, hay
estaba su luz recordándome, cuando no quise mirar al futuro, hay estaba conmigo.

Sin más que decir… Por el momento.

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