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INSTITUTO NACIONAL CANTÓN LOURDES

Alumno:Maycol Antonio Escobar Ayala

Docente:Victor Manuel González Cruz

Materia: sociales

Grado:2°

Sección:D

Especialidad:General

Año:2023
MERCADO COMUN CENTROAMERICANO

El Mercado Común Centroamericano (MCCA) es un acuerdo de integración económica entre los


países de Centroamérica, creado con el objetivo de fomentar el comercio y la cooperación
regional. El MCCA se compone de cinco países: Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y
Costa Rica.

El MCCA fue creado en 1960 con la firma del Tratado de Managua, que estableció un arancel
externo común para los países miembros y promovió la libre circulación de bienes y servicios entre
ellos. Sin embargo, el proceso de integración económica ha sido lento y ha enfrentado numerosos
obstáculos, como las diferencias en los niveles de desarrollo económico y la falta de coordinación
en las políticas comerciales y monetarias.

En la década de 1990, los países del MCCA iniciaron un proceso de liberalización comercial y
apertura económica, que incluyó la eliminación de barreras arancelarias y la firma de acuerdos
comerciales con otros países y bloques regionales. También se creó el Sistema de Integración
Centroamericana (SICA), como un marco institucional para la coordinación y la toma de decisiones
en temas de integración económica y desarrollo regional.

A pesar de los avances en la integración económica y la cooperación regional, el MCCA enfrenta


desafíos importantes, como la falta de infraestructura y la inestabilidad política y económica en
algunos países miembros. No obstante, se espera que el MCCA siga trabajando en la consolidación
de su integración económica y la promoción del desarrollo regional en los próximos años.

El Mercado Común Centroamericano (MCCA) es un proceso de integración económica que se


inició en la década de 1950 y que ha tenido varios momentos clave en su desarrollo.

En 1951, se firmó el Tratado General de Integración Económica Centroamericana, que sentó las
bases para la creación de un mercado común centroamericano. Sin embargo, este tratado no tuvo
un gran impacto y no se avanzó mucho en el proceso de integración económica.

En la década de 1960, se creó el Consejo Centroamericano de Integración Económica (CCIE), que


tenía como objetivo promover la integración económica y fortalecer el comercio entre los países
de la región. En 1960, se estableció el Arancel Centroamericano de Importación (ACAI), que
establecía un arancel común para las importaciones de bienes de países fuera de la región.
En 1962, se creó la Secretaría de Integración Económica Centroamericana (SIECA), que es la
institución encargada de coordinar y promover la integración económica en la región. En 1963, se
creó el Tratado de Managua, que establecía la eliminación de los aranceles y la libre circulación de
bienes entre los países miembros.

En la década de 1970, se avanzó en la creación de un mercado común centroamericano con la


eliminación de las barreras arancelarias y no arancelarias entre los países miembros. En 1976, se
creó el Mercado Común Centroamericano (MCCA), que estableció la libre circulación de bienes,
servicios, personas y capitales entre los países miembros.

En la actualidad, el MCCA está integrado por Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa
Rica y Panamá, y tiene como objetivo promover la integración económica y social de la región. El
proceso de integración económica en Centroamérica ha tenido altibajos, pero se espera que en el
futuro se sigan fortaleciendo los lazos económicos y comerciales entre los países miembros.

El Mercado Común Centroamericano (MCCA) es un bloque económico integrado por cinco países
de América Central: Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica. Fue creado en
1960 con el objetivo de fomentar la cooperación económica y la integración regional para mejorar
el desarrollo económico de la región.

El MCCA tiene como principal objetivo la eliminación de barreras arancelarias y no arancelarias


entre los países miembros para promover el comercio intrarregional y la libre circulación de
bienes, servicios, capitales y personas. A lo largo de los años, el bloque ha logrado importantes
avances en la integración regional, como la creación de un arancel externo común y la adopción de
una política de comercio común.

El MCCA ha sido un importante impulsor del comercio intrarregional en América Central. Según
datos del Banco Central de Costa Rica, en 2019 el comercio intra-MCCA representó el 16% del
comercio total de la región, con un valor de más de 6.000 millones de dólares. El bloque también
ha sido un importante receptor de inversión extranjera directa (IED), especialmente en sectores
como el turismo, la energía y las manufacturas.

Sin embargo, el MCCA también ha enfrentado importantes desafíos a lo largo de su historia. La


falta de coordinación entre los países miembros, la divergencia en las políticas económicas y la
falta de infraestructura son algunos de los obstáculos que han limitado el potencial del bloque.
Además, la integración económica ha sido asimétrica, con países como Costa Rica y Panamá más
desarrollados que el resto de los miembros.
En los últimos años, el MCCA ha buscado fortalecer su integración regional a través de la
implementación de iniciativas como el Sistema de Integración Centroamericana (SICA) y la Alianza
para la Prosperidad del Triángulo Norte. Además, el bloque ha firmado acuerdos comerciales con
países como México, Colombia y la Unión Europea para expandir su presencia en el mercado
global.

En conclusión, el Mercado Común Centroamericano ha sido un importante motor de la integración


económica y el comercio intrarregional en América Central. A pesar de los desafíos que ha
enfrentado, el bloque ha logrado importantes avances en la eliminación de barreras comerciales y
en la atracción de inversión extranjera directa. Sin embargo, aún queda mucho por hacer para
lograr una integración económica más completa y equitativa en la región.
DESARROLLO ECONÓMICO DE EL SALVADOR RECIENTE

El Salvador es un país de América Central que ha experimentado importantes cambios en su


desarrollo económico en los últimos años. En la década de 1990, el país enfrentó una crisis
económica y social que lo llevó a implementar medidas de ajuste y reformas estructurales para
mejorar su situación económica y atraer inversión extranjera.

En las últimas décadas, El Salvador ha experimentado un crecimiento económico moderado, con


una tasa promedio del 2,3% entre 2010 y 2019, según datos del Banco Mundial. Sin embargo, la
economía del país se vio gravemente afectada por la pandemia de COVID-19 en 2020, con una
contracción del 8,6% en el PIB.

En términos de sectores económicos, el comercio y los servicios son los principales contribuyentes
al PIB de El Salvador, seguidos por la industria manufacturera. El país también cuenta con un
sector agrícola importante, especialmente en la producción de café, caña de azúcar y frutas.

El Salvador ha implementado varias políticas para fomentar el desarrollo económico y atraer


inversión extranjera, como la creación de zonas francas para la exportación, la implementación de
incentivos fiscales para la inversión y la promoción del turismo. Además, el país ha firmado varios
acuerdos comerciales, como el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos y el Acuerdo de
Asociación con la Unión Europea, para aumentar su acceso a los mercados internacionales.

A pesar de estos esfuerzos, El Salvador enfrenta varios desafíos en su desarrollo económico. La


falta de infraestructura, la falta de acceso a financiamiento y la alta informalidad laboral son
algunos de los obstáculos que limitan su potencial de crecimiento. Además, el país enfrenta altos
niveles de violencia e inseguridad, lo que puede afectar la inversión extranjera y el turismo.

En conclusión, El Salvador ha experimentado un crecimiento económico moderado en las últimas


décadas, pero enfrenta desafíos significativos para alcanzar un desarrollo económico sostenible y
equitativo. El país ha implementado varias políticas para fomentar el desarrollo económico y
atraer inversión extranjera, pero aún queda mucho por hacer para superar los obstáculos que
limitan su potencial de crecimiento.

En las últimas décadas, El Salvador ha experimentado un importante desarrollo económico,


aunque aún enfrenta desafíos significativos para alcanzar un crecimiento sostenible y equitativo.
En la década de 1990, el país enfrentó una crisis económica y social que lo llevó a implementar
medidas de ajuste y reformas estructurales para mejorar su situación económica y atraer inversión
extranjera. Desde entonces, El Salvador ha logrado un crecimiento económico moderado, con una
tasa promedio del 2,3% entre 2010 y 2019, según datos del Banco Mundial.

Sin embargo, la pandemia de COVID-19 tuvo un impacto negativo en la economía del país en 2020,
con una contracción del 8,6% en el PIB. El comercio y los servicios siguen siendo los principales
contribuyentes al PIB de El Salvador, seguidos por la industria manufacturera. El país también
cuenta con un sector agrícola importante, especialmente en la producción de café, caña de azúcar
y frutas.

Para fomentar el desarrollo económico y atraer inversión extranjera, El Salvador ha implementado


varias políticas, como la creación de zonas francas para la exportación, la implementación de
incentivos fiscales para la inversión y la promoción del turismo. Además, el país ha firmado varios
acuerdos comerciales, como el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos y el Acuerdo de
Asociación con la Unión Europea, para aumentar su acceso a los mercados internacionales.

Sin embargo, El Salvador enfrenta varios desafíos en su desarrollo económico. La falta de


infraestructura, la falta de acceso a financiamiento y la alta informalidad laboral son algunos de los
obstáculos que limitan su potencial de crecimiento. Además, el país enfrenta altos niveles de
violencia e inseguridad, lo que puede afectar la inversión extranjera y el turismo.

En conclusión, El Salvador ha logrado un crecimiento económico moderado en las últimas décadas,


pero aún enfrenta desafíos significativos para alcanzar un desarrollo económico sostenible y
equitativo. El país ha implementado políticas para fomentar el desarrollo económico y atraer
inversión extranjera, pero aún queda mucho por hacer para superar los obstáculos que limitan su
potencial de crecimiento.
SUBDESARROLLO ECONÓMICO DE EL SALVADOR SIGLO XXI

A pesar de los esfuerzos realizados por El Salvador en las últimas décadas, el país sigue
enfrentando importantes desafíos en materia de desarrollo económico. En el siglo XXI, El Salvador
ha lidiado con una serie de obstáculos que han dificultado su crecimiento y desarrollo.

Uno de los principales desafíos que enfrenta El Salvador es la falta de infraestructura. El país tiene
una red de carreteras y puentes que a menudo están en mal estado, lo que dificulta el transporte y
el comercio. Además, la falta de inversión en infraestructura como puertos, aeropuertos y
telecomunicaciones también limita el potencial de crecimiento del país.

Otro desafío importante es el acceso limitado a financiamiento. Las pequeñas y medianas


empresas (PYMEs) enfrentan dificultades para acceder a préstamos bancarios y otros tipos de
financiamiento, lo que limita su capacidad para expandirse y crear empleo.

La alta informalidad laboral también es un problema en El Salvador. Según datos del Banco
Mundial, alrededor del 70% de la población activa trabaja en el sector informal, lo que significa
que no tienen protección social ni derechos laborales. La informalidad también limita los ingresos
fiscales del gobierno y dificulta la implementación de políticas públicas efectivas.

La violencia y la inseguridad son otros desafíos importantes que enfrenta El Salvador en materia
de desarrollo económico. La tasa de homicidios es una de las más altas de América Latina, lo que
puede desalentar la inversión extranjera y el turismo, limitando así el crecimiento económico del
país.

Por último, la pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto negativo en la economía de El Salvador


en 2020 y 2021, con una contracción del PIB y un aumento en la pobreza y el desempleo.

En conclusión, El Salvador enfrenta importantes desafíos en materia de desarrollo económico en el


siglo XXI, que incluyen la falta de infraestructura, el acceso limitado a financiamiento, la alta
informalidad laboral, la violencia e inseguridad y la pandemia de COVID-19. Superar estos
obstáculos requerirá la implementación de políticas públicas efectivas y la colaboración del sector
privado para lograr un crecimiento económico sostenible y equitativo.

El Salvador, un pequeño país de América Central, ha enfrentado varios desafíos en el siglo XXI que
han limitado su desarrollo económico. A pesar de que se han realizado esfuerzos significativos
para impulsar el crecimiento económico, el país sigue lidiando con una serie de obstáculos que
han mantenido su economía en un estado de subdesarrollo.

Uno de los mayores desafíos que enfrenta El Salvador es la falta de inversión en infraestructura. El
país carece de una red de carreteras y puentes adecuados, lo que dificulta el transporte y el
comercio. La falta de inversión en infraestructura también incluye la falta de inversión en puertos,
aeropuertos y telecomunicaciones, lo que ha limitado su capacidad para atraer inversión
extranjera y expandir su economía.

Otro desafío importante que enfrenta El Salvador es el acceso limitado a financiamiento. Las
pequeñas y medianas empresas (PYMEs) tienen dificultades para acceder a préstamos bancarios y
otros tipos de financiamiento, lo que limita su capacidad para expandirse y crear empleo. Además,
la falta de acceso al financiamiento ha impedido la innovación y el desarrollo tecnológico.

La alta informalidad laboral también es un problema en El Salvador. Según datos del Banco
Mundial, alrededor del 70% de la población activa trabaja en el sector informal, lo que significa
que no tienen protección social ni derechos laborales. La informalidad también limita los ingresos
fiscales del gobierno y dificulta la implementación de políticas públicas efectivas.

La violencia y la inseguridad también son importantes obstáculos que enfrenta El Salvador en su


desarrollo económico. La tasa de homicidios es una de las más altas de América Latina, lo que
puede desalentar la inversión extranjera y el turismo, limitando así el crecimiento económico del
país.

Finalmente, la pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto negativo en la economía de El


Salvador en 2020 y 2021, con una contracción del PIB y un aumento en la pobreza y el desempleo.

En resumen, El Salvador enfrenta una serie de desafíos que han limitado su desarrollo económico
en el siglo XXI. Estos incluyen la falta de inversión en infraestructura, el acceso limitado a
financiamiento, la alta informalidad laboral, la violencia e inseguridad y la pandemia de COVID-19.
Para superar estos desafíos, se requiere una inversión significativa en infraestructura, una mayor
inclusión financiera y laboral, una estrategia de seguridad efectiva y políticas públicas para hacer
frente a la pandemia y promover el crecimiento económico sostenible.
LA GUERRA DE LAS 100 HORAS ( ENTRE HONDURAS Y EL SALVADOR)

La llamada “Guerra de las 100 horas” fue un conflicto armado que tuvo lugar entre Honduras y El
Salvador en julio de 1969. Si bien su duración real fue de aproximadamente 4 días, el nombre de
“Guerra de las 100 horas” se convirtió en un término popular para referirse a este conflicto.

La guerra se originó a raíz de tensiones políticas, económicas y migratorias entre ambos países.
Durante la década de 1960, miles de campesinos salvadoreños migraron a Honduras en busca de
tierras para cultivar. Sin embargo, en Honduras se vivía una situación de escasez de tierras y
muchos hondureños resentían la presencia de los inmigrantes salvadoreños.

Además, ambos países se disputaban la propiedad de varias tierras fronterizas. En 1966, la Corte
Internacional de Justicia (CIJ) dictaminó que la mayor parte de estas tierras pertenecían a
Honduras. Sin embargo, muchos salvadoreños se negaron a aceptar esta decisión, lo que provocó
una escalada en las tensiones entre ambos países.

En julio de 1969, Honduras y El Salvador se enfrentaron en un partido de fútbol por las


eliminatorias de la Copa Mundial de Fútbol de 1970. El partido se jugó en Honduras y terminó en
empate, pero las tensiones entre las dos naciones se intensificaron debido a la violencia que se
registró durante el partido y las provocaciones mutuas que se dieron durante y después del
mismo.

El 14 de julio de 1969, Honduras cortó sus relaciones diplomáticas con El Salvador y el día
siguiente las tropas hondureñas invadieron territorio salvadoreño. El Salvador respondió con una
declaración de guerra. Los enfrentamientos armados continuaron durante cuatro días, con
combates en varios puntos de la frontera entre ambos países.

Finalmente, la Organización de los Estados Americanos (OEA) intervino en el conflicto y logró un


alto al fuego. En agosto de 1969, Honduras y El Salvador firmaron el Tratado de Paz y Amistad, que
puso fin a la guerra y estableció una serie de medidas para solucionar las tensiones migratorias y
territoriales entre ambos países.

La “Guerra de las 100 horas” tuvo un impacto duradero en la región, ya que profundizó las
tensiones entre ambos países y dejó al descubierto las debilidades de la integración
centroamericana. A pesar de que se alcanzó una solución pacífica, la guerra dejó un saldo de
varios miles de muertos y heridos, además de daños materiales significativos en las zonas
afectadas por los enfrentamientos.

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