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La tarde de este miércoles se vivió la cultura en la Kasa de Movimientos Culturales La Minka, un espacio
tomado por el Poder Popular para producir cultura el pueblo y que ahora tiene una programación de
actividades de miércoles a viernes, llamada ASHE PA'LA MINK'A!!!.
José Solórzano
José Enrique Solórzano Morales, conocido popularmente como Yoda, explicó que este
proyecto cumple 10 años de haberse iniciado y que participan vecinos de La Pastora y
Altagracia, quienes hacen vida en la Comuna Miraflores comandante Chávez y
pertenecen al Consejo Comunal Arturo Michelena en los límites de ambas parroquias.
“En nuestra organización no tenemos distingo de cargos, pues todos los involucrados
estamos comprometidos en construir sueños colectivos, de desarrollar este proyecto
integral comunitario con la meta de ayudar a nuestros vecinos y al desarrollo del país,
cumpliendo los lineamientos dejados por el Comandante Chávez y las políticas públicas
que se ofrecen desde el Gobierno del presidente Nicolás Maduro”, dijo Solórzano.
El epicentro del proyecto es la casa cultural Minka, desde donde ofrecen espacios para
diversas actividades en las que se encuentran clases de teatro, capoeira, yoga, distintos
bailes tradicionales y urbanos, así como cuentacuentos.
En el lugar funciona un comedor popular. Allí, diariamente son favorecidos más de 100
personas en situación de vulnerabilidad. Además, hay un taller de estampado y un
infocentro que ofrece servicio a los vecinos.
Las puertas de La Minka están abiertas siempre. Es una casa de todos; como las iglesias,
pero de verdad. Alina se encarga "de muchas cosas". Una de ellas, el pan. El pan es un
arma de guerra en Venezuela.
En los hornos de la Minka se prepara pan, pero también pasteles, que se venden a
precios asequibles para el bolsillo de los trabajadores venezolanos
Con el dulce, las tortas, las galletas, podían especular. Así que en la Venezuela
del desabastecimiento sobraban los panqueques marmoleados pero había cola
para el pan canilla, un básico de la trinchera en el desayuno.
«Tuvimos que organizar a toda la comunidad que estaba nerviosa, angustiada», cuenta
Alina. «Tener mucho cuidado para que ninguna caja se perdiera. Tenemos una planta
eléctrica, la encendimos y comenzamos el reparto, con calma».
Natalia Molina
Lo dice Natalia, colombiana, 36 años. Llegó a Caracas sin política hace quince años para
estudiar en el Instituto Universitario de Danza. Ahora tiene una hija venezolana de un año
y cuatro meses que se llama Yara, como la princesa indígena.
Para Natalia, el comandante Hugo Chávez era un mar en el que ella se bañó para no irse nunca
más
Natalia también baila y también hace de todo. Además está embarazada de cuatro meses. «Otra
vez». «En La Minka mi responsabilidad es la parte formativa y la parte del desarrollo cultural. El
proyecto se basa en la construcción del trabajo colectivo. Estamos conectados con otras comunas
en la ciudad. Somos una red de autogobernabilidad», explica.
Natalia es colombiana y participa de la Minka, donde el trabajo comunitario es algo más
que un mero modo de producir
Natalia dice que «este ataque ha sido de tal magnitud que otros territorios no habrían
podido superarlo victoriosamente». ¿Por qué? «Porque hemos dado la respuesta de un
pueblo organizado frente a cualquier coyuntura. A eso es a lo que nos temen. A esa
nueva construcción más allá de la lógica del capitalismo que nos ha dominado»,
responde.
Planes
La comunidad estima colocar otras unidades de producción en el área de zapatería,
chocolatería y turismo. También prevén reforzar la política comunicacional popular y
comunitaria para lo que proyectan la creación de un periódico comunitario y una sala
comunicacional que llevará por nombre: ¿Dónde está Carlos Lanz?, “para ofrecer cursos
sobre el manejo de redes, utilizar la pintura y el muralismo como un método de expresión
y comunicación”, acotó Solórzano.