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UNIDAD Nº I
Paradigmas y enfoques sobre la pobreza, justicia, igualdad y bienestar.
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SEMANA 2
Introducción
También conoceremos los distintos enfoques sobre la pobreza desde el capital social
definido por diferentes autores y organismos internacionales que trabajan en torno a
fortalecer el capital social de las personas y los grupos con el fin de superar la pobreza
y la exclusión social, y como este enfoque es primordial para el trabajo social.
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Ideas Fuerza
Enfoque de capacidades: Las capacidades son usadas para evaluar varios aspectos del
bienestar individual, los grupos y la sociedad, tales como la desigualdad, la pobreza, la
ausencia de desarrollo, la calidad de vida.
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Desarrollo
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prejuicio grave para todos. Según esta perspectiva, las necesidades básicas pueden
determinarse como objetivas y universales. Considerando que las necesidades pueden
medirse de igual forma en todos los seres humanos.
Durkheim, a partir de sus teorías sobre la anomia, describe que los apetitos humanos
son insaciables, y que sólo una autoridad moral puede parar las necesidades ilimitadas
del ser humano. Este autor define los hechos sociales como formas de actuar, de
pensar y de sentir, que son externos al individuo, siendo las características básicas que
representan a dichos hechos, la exterioridad, la coerción y la colectividad. Georg
Simmel, por su parte rechaza que la pobreza se defina mediante una cantidad, o falta
de cantidad de dinero, puesto que establece que los pobres lo son desde la
comparación con los niveles de vida de su comunidad, manteniendo un punto de vista
relativista de la pobreza. Por otro lado, Max Weber, insiste en que la motivación y las
ideas del ser humano son las fuerzas que impulsan el cambio, Weber mantiene que los
individuos disponen de la capacidad para actuar libremente y conformar su futuro.
El siglo XX, destaca por la revolución tecnológica y por el cuestionamiento del Estado
de Bienestar y proliferan los estudios sobre cómo evolucionan y se incrementan las
necesidades humanas, dando lugar a nuevas corrientes que discuten sobre estas
necesidades. En primer lugar, nos encontramos con la perspectiva marxista, que
actualiza el concepto y problemas planteados en la obra de Marx, entre los que
encontramos el trabajo de Marcuse, perteneciente a la escuela de frankfurt, que
distingue entre falsas y verdaderas necesidades. Como verdaderas se refiere a las
propias del individuo básicas (por ejemplo biológicas, como comer) y como falsas las
que la sociedad le marca al individuo (por ejemplo las condicionadas por un estatus
social). Así desde esta perspectiva se relativiza las necesidades humanas a un
planteamiento general. Dentro de esta postura, destaca el trabajo de Doyal y Gough,
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que se inclinan por la vertiente objetiva e universal de las necesidades, señalando como
necesidades básicas la salud y la autonomía.
En segundo lugar, nos encontramos con la perspectiva funcionalista que sostiene que
la sociedad es un sistema complejo cuyas diversas partes funcionan conjuntamente
para generar estabilidad y solidaridad, esta perspectiva entiende que las necesidades
humanas motivan las acciones organizadas y crean instituciones que ayudan a
satisfacer las necesidades de los individuos. A medida que las necesidades se vuelven
más complejas se desarrollan en las estructuras sociales complejas. Los funcionalistas
mantienen una postura relativista de las necesidades, destacando aportaciones como
las de Parsons y Merton. En la evolución del funcionalismo de Parsons; se entiende que
un sistema social es un sistema de acción, y que dicho sistema es un todo estructurado
con unas partes interdependientes que tienden a la estabilidad. Según Parsons, la
sociedad está compuesta por tres subsistemas que correlacionan con los respectivos
tipos de necesidades: el sistema de la personalidad (necesidades individuales y
motivaciones), el sistema cultural (valores y creencias compartidas) y el sistema social
(variedad de papeles sociales y normas).
Otras dos perspectivas sociológicas que tratan las necesidades, son la fenomenología y
la etnometodología. La fenomenología trata de describir los fenómenos en sí mismos,
entendiendo dichos fenómenos como hechos significantes. Dentro de esta perspectiva
destacan autores como Schütz y Berger y Luckman, estos últimos, especialmente, con
su publicación de la obra la construcción social de la realidad. Por otro lado, la
etnometodología concibe la sociología como estudio del proceso de construcción social,
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siendo los máximos representantes Garfinkel y Goffman. En ambas perspectivas, las
necesidades son construidas socialmente, a través de las interacciones de la vida
cotidiana y son subjetivas y dinámicas, dependiendo del entorno en una estructura
cultural determinada. El lenguaje y las discusiones entre grupos es la forma en que se
revelan o muestran las necesidades en la etnometodología, así, tanto la fenomenología
como la etnometodología, rechazan la idea de que las necesidades sean objetivas y
universales.
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Tabla 1. Diferentes enfoques de las necesidades humanas
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creciente y jerarquizada.
Es una teoría muy
influyente en el análisis
de las necesidades
básicas.
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que los usuarios de un
recurso o servicio
expresan mediante
comportamientos, como
la utilización de dichos
servicios o recursos. La
necesidad percibida es
la basada en la
percepción de cada
persona o grupo de
personas sobre
determinada carencia.
La necesidad
comparativa se centra en
la comparación entre los
datos de la población
objetivo y los de otro
grupo.
Pregunta de reflexión
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Para profundizar más sobre el estudio de las necesidades humanas, visita la
siguiente página web: https://www.youtube.com/watch?v=e9lf82zy-LE
Amartya Sen llega al concepto de capacidades buscando una mejor perspectiva de las
ventajas individuales que se expresaban en la teoría de la justicia de Rawls en torno a
los bienes primarios. Este hecho ocurrió cuando pronunció en la universidad de
stanford, en el ciclo tanner sobre los valores humanos en 1979, una conferencia que
llevó por título “¿Igualdad de qué?”, publicada posteriormente, en 1981. En esta
conferencia Sen introduce por primera vez el concepto de capacidades, gracias a un
sentido de la igualdad que denominó “igualdad de capacidad básica”. De este modo,
buscaba evaluar y valorar el bienestar desde el punto de vista de la habilidad de una
persona para hacer actos o alcanzar estados valiosos: “Es argumentable que lo que
falta en todo este marco es una noción de «capacidades básicas» que una persona sea
capaz de hacer ciertas cosas básicas”. Así, Sen eligió el término capacidades para
representar las distintas combinaciones alternativas que una persona puede hacer o
ser.
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“La palabra capacidad no es excesivamente atractiva. Suena como algo tecnocrático, y
para algunos puede sugerir la imagen de estrategas nucleares frotándose las manos de
placer por algún plan contingente de bárbaro heroísmo. El término no es muy favorable
por el histórico capacidad Brown, que encarecía determinadas parcelas de tierra –no
seres humanos– sobre la base firme de que eran bienes raíces que “tenían
capacidades”. Quizá se hubiera podido elegir una mejor palabra cuando hace algunos
años traté de explorar un enfoque particular del bienestar y la ventaja en términos de la
habilidad de una persona para hacer actos valiosos, o alcanzar estados para ser
valiosos. Se eligió esta expresión para representar las combinaciones alternativas que
una persona puede hacer o ser: los distintos funcionamientos que se pueden lograr”
Aquí Sen deja ver de manera muy clara qué entiende por «capacidad», pues afirma que
es la habilidad de una persona para hacer actos valiosos. Si se mira retrospectivamente
desde nuestros días lo que ha sido la obra de Sen hasta el momento que introduce por
primera vez el concepto capacidades, se puede afirmar que desde ese momento Sen
formuló un enfoque como un marco conceptual que permite evaluar y valorar el
bienestar individual, los acuerdos sociales y el diseño de políticas públicas en la
sociedad. Las capacidades son usadas para evaluar varios aspectos del bienestar
individual, los grupos y la sociedad, tales como la desigualdad, la pobreza, la ausencia
de desarrollo, la calidad de vida. Asimismo, puede ser usado como una herramienta
para diseñar y evaluar políticas públicas de organizaciones gubernamentales o no-
gubernamentales. En este sentido, la teoría de las capacidades no es una teoría que
explique la pobreza, la desigualdad o el bienestar, lo que sí ofrece es una herramienta o
un marco normativo, y a su vez crítico, en el cual conceptualizar y evaluar estos
problemas sociales. El énfasis de esta evaluación se centra en lo que los individuos son
capaces de hacer y de ser, es decir, en sus capacidades. Buscando promover que se
tenga mayor libertad de vivir el tipo de vida que se tiene razones para valorar.
• Los funcionamientos
Sen observa que las actividades realizadas, como aquellas que una persona es capaz
de hacer o ser realmente, suministran un tipo de información especial que se refiere a
las cosas que hace y el bienestar con que cuenta para vivir en sociedad. Pero las
personas pueden diferir entre sí a la hora de la valoración de cada uno de estos
funcionamientos por muy valiosos que puedan ser. Algunos funcionamientos
elementales, como estar bien nutrido, poseer buena salud, etc., pueden tener
evaluaciones altas. Otros funcionamientos más complejos, como poder integrarse
socialmente o alcanzar la auto dignidad, llegan a ser ampliamente apreciados. Los
funcionamientos son centralmente importantes para evaluar el bienestar de la persona.
Un funcionamiento refleja una parte del estado de una persona, es decir, su bienestar.
De lo que se puede concluir que un funcionamiento es diferente de ambos: 1) entre
tener un bien y sus correspondientes características y 2) tener utilidad en forma de
felicidad como resultado de los funcionamientos. La propuesta desarrollada por Sen
opera claramente en dos niveles: 1) el nivel de la realización del bienestar, el cual es
evaluado por los funcionamientos, y 2) el nivel de las posibilidades o bienestar factible,
que es evaluado por las capacidades.
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• Funcionamientos y bienestar
• Las capacidades
La capacidad refleja la libertad con que cuenta una persona para llevar un tipo de vida u
otra. Así, el conjunto de capacidades es un tipo de libertad: la libertad para conseguir
distintas combinaciones de funciones; en otras palabras, la libertad para lograr
diferentes estilos de vida. Esta concepción es lo que le permite a Sen encontrar que las
capacidades son una manera de concebir la libertad como “libertad positiva”, porque las
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capacidades expresan la libertad o las oportunidades reales con que cuenta una
persona para llevar el tipo de vida que considera valiosa, permitiendo la
autodeterminación.
• Funcionamientos y capacidades
Pregunta de reflexión
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Para profundizar más sobre la teoría de las capacidades de Amartya sen,
visita la siguiente página web:
https://www.youtube.com/watch?v=Qvpgu8Fv5Q4&t=10s
Existe una gran variedad de enfoques y posturas con respecto al capital social y a sus
aplicaciones que enfatizan la capacidad de movilizar recursos, la pertenencia a redes,
las fuentes que lo originan, las acciones, individuales o colectivas, que la infraestructura
del capital social posibilita y, finalmente, las consecuencias y resultados positivos y
negativos que puede generar. Se dispone, en las ciencias sociales, de un amplio
abanico de definiciones y matices, tanto del concepto de capital social como de sus
aplicaciones.
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los campos sociales) y las estructuras incorporadas (la de los hábitos o las
disposiciones de los sujetos). Postula la construcción deliberada de la sociabilidad con
el objetivo de crear aquellos recursos derivados de la participación en grupos y en
redes sociales. En su versión original afirma que “las ganancias obtenidas debido a su
pertenencia a un grupo son la base de la solidaridad que las hace posibles”. La
definición de Bourdieu aclara que el capital social puede descomponerse en dos
elementos: la relación misma que permite a los individuos reclamar acceso a los
recursos y el monto y calidad de esos recursos.
Bourdieu distingue entre capital económico, capital social, capital cultural y capital
simbólico. Por su parte, Coleman define el capital social como “el componente del
capital humano que permite a los miembros de una sociedad confiar en los demás y
cooperar en la formación de nuevos grupos y asociaciones” por su función como “una
diversidad de entidades con dos elementos en común: todas consisten en algún
aspecto de estructuras sociales y facilitan cierta acción de los actores, ya se trate de
personas o actores corporativos, en una.
Autores Definiciones
Pierre El conjunto de recursos reales o potenciales a disposición de los
Bourdieu, integrantes de una red durable de relaciones más o menos
1985 institucionalizadas
James Los recursos socioestructurales que constituyen un activo de capital para
Coleman el individuo y facilitan ciertas acciones comunes de quienes conforman
1990 esa estructura.
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Robert Aspectos de las organizaciones sociales, tales como las redes, las
Putnam, normas y la confianza, que facilitan la acción y la cooperación para
1993 beneficio mutuo. El capital social acrecienta los beneficios de la inversión
en capital físico y humano.
Banco Instituciones, relaciones, actitudes y valores que rigen la interacción de
Mundial, las personas y facilitan el desarrollo económico y la democracia.
2000
PNUD, Relaciones informales de confianza y cooperación (familia, vecindario,
2000 colegas); asociatividad formal en organizaciones de diverso tipo; y marco
institucional normativo y valórico de una sociedad que fomenta o inhibe
las relaciones de confianza y compromiso cívico.
Se puede abordar las distintas formas del concepto de capital social desde dos
dimensiones o ejes principales. La primera lo entiende como una capacidad específica
de movilizar recursos por parte de un grupo, y la segunda se remite a la disponibilidad
de redes de relaciones sociales. En torno de la capacidad de movilización convergen
dos nociones especialmente importantes como son el liderazgo y su contrapartida, el
empoderamiento, entendido como la potenciación y autonomía física, social,
económica, política y organizativa en el plano personal, en las relaciones sociales
cercanas (familia, grupos) y en el nivel colectivo.
El capital social es la solidaridad que una persona o un grupo siente por los demás. Se
basa en relaciones de solidaridad que pueden describirse mediante el uso de redes. El
capital social de un grupo social podría entenderse como la capacidad efectiva de
movilizar productivamente y en beneficio del conjunto, los recursos asociativos que
radican en las distintas redes sociales a las que tienen acceso los miembros del grupo.
Los recursos asociativos importantes para dimensionar el capital social de un grupo o
comunidad, son las relaciones de confianza, reciprocidad y cooperación. La confianza
es el resultado de la repetición de interacciones con otras personas, que muestran en la
experiencia acumulada, que responderán con un acto de generosidad alimentando un
vínculo que combina la aceptación del riesgo con un sentimiento de afectividad o
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identidad ampliada. La reciprocidad se ha entendido como el principio rector de una
lógica de interacción ajena a la lógica del mercado, que involucra intercambios basados
en obsequios. La cooperación es la acción complementaria orientada al logro de
objetivos compartidos de una actividad en común.
En síntesis, pese a la polisemia del concepto, hay ciertos elementos comunes ya que
se puede entender el capital social como el conjunto de relaciones sociales, como un
recurso de las personas, los grupos y las colectividades en sus relaciones sociales, con
un acento puesto, a diferencia de otras acepciones del término, en las redes de
asociatividad de las personas y los grupos. Este recurso, al igual que la riqueza y el
ingreso, está desigualmente distribuido en la sociedad.
Se ha sostenido que sólo es posible crear y fortalecer capital social y nutrir relaciones
sinérgicas entre el agente público y las comunidades pobres, si se actúa en el entorno
local y regional en que éstas están inmersas. El enfoque de capital social serviría de
perspectiva privilegiada para lograr el objetivo de la equidad social dentro de las
políticas del desarrollo. Se recalca la importancia que puede adquirir la creación de una
institucionalidad anclada en las comunidades locales y las organizaciones sociales que
articule relaciones de capital social, para lograr un empoderamiento de la sociedad civil
y de los grupos marginados que rompa los círculos por donde se reproduce la
desigualdad
Más allá de las imprecisiones teóricas y metodológicas, el principal aporte del concepto
de capital social es que rescata la incidencia de variables socioculturales en los
procesos de desarrollo, y resalta el hecho de que ciertas normas, valores y prácticas
que forman parte del patrimonio comunitario local, constituyen recursos que pueden ser
estimulados para fortalecer a los actores sociales y dar sustentabilidad a la intervención
estatal.
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Pregunta de reflexión
Para profundizar más sobre el enfoque de capital social, visita la
siguiente página web: https://www.youtube.com/watch?v=GWQCA7FEk2g
En América Latina, la denominada “década perdida” no sólo expresó contradicciones
económicas, sociales y políticas de coyuntura sino que puso en evidencia el
agotamiento del patrón de desarrollo que había caracterizado a la región en los últimos
cuarenta años. La apertura hacia la economía mundial, el retiro del estado de la
actividad productiva y el papel predominante del mercado en la asignación de los
recursos se convirtieron en los ejes del nuevo patrón de desarrollo. En el ámbito
macroeconómico, el manejo equilibrado de las cuentas fiscales y el control riguroso de
la oferta monetaria alcanzaron prioridad en la política pública. En el plano social, las
políticas universales abrieron paso a la focalización de los recursos públicos, al mismo
tiempo que se establecieron condiciones legales e institucionales para que el sector
privado extendiera sus inversiones hacia la educación, la salud y la previsión social.
A fines de los años noventa, consolidadas las bases del nuevo patrón de desarrollo en
casi todos los países de América Latina, se destaca el éxito logrado en la estabilidad de
precios pero no se observa un crecimiento económico sostenido y su ritmo está todavía
lejos del que caracterizó al período de posguerra. En el plano social, el desempleo se
encuentra en dos dígitos, el ritmo de reducción de la pobreza ha decaído en
comparación a las décadas previas al ochenta y se amplió la brecha de la distribución
del ingreso. Pero lo más distintivo de la realidad social de fines de los años noventa es
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la vulnerabilidad. Porque más allá de las condiciones de pobreza y de concentración del
ingreso, propias al capitalismo subdesarrollado, la economía de mercado abierta al
mundo y el repliegue productivo y social del Estado han generado un aumento de la
indefensión y de la inseguridad para una gran mayoría de personas y familias de
ingresos medios y bajos, las que experimentan una notable exposición a riesgos
especialmente en las áreas urbanas.
En los años sesenta, para entender la especificidad social del patrón de desarrollo de la
ISI, surgió el concepto de marginalidad. Tanto en los sesenta como en los noventa la
pobreza y la concentración del ingreso han estado presentes en los países de América
Latina. Sin embargo, la marginalidad otorgó un sello distintivo al patrón de desarrollo de
posguerra con el vigoroso crecimiento experimentado por los flujos migratorios de los
pobres hacia las ciudades, atraídos por las mayores oportunidades que ofrecía el
empleo en la industria y en el sector público así como por las políticas sociales que
favorecían especialmente a los grupos urbanos.
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1.5.4.2 El concepto de Vulnerabilidad social
El concepto de vulnerabilidad social tiene dos componentes explicativos. Por una parte,
la inseguridad e indefensión que experimentan las comunidades, familias e individuos
en sus condiciones de vida a consecuencia del impacto provocado por algún tipo de
evento económico social de carácter traumático. Por otra parte, el manejo de recursos y
las estrategias que utilizan las comunidades, familias y personas para enfrentar los
efectos de ese evento.
Esta conceptualización tiene su origen en dos vertientes. Por una parte, en los estudios
sobre desastres naturales, los que suelen evaluar los riesgos de comunidades y
familias ante fenómenos catastróficos y diseñan estrategias para hacerles frente. Por
otra parte, y muy recientemente, el mundo intelectual anglosajón comenzó a utilizar el
enfoque de vulnerabilidad para comprender los cambios en las condiciones de vida que
experimentan las comunidades rurales pobres en condiciones de eventos
socioeconómicos traumáticos.
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La utilización del concepto de vulnerabilidad parece ser relevante, entonces, para
entender el impacto psico-social que ha producido en los habitantes de América Latina
el nuevo patrón de desarrollo. Los enfoques de pobreza y distribución del ingreso son
insuficientes para comprender la condición de indefensión y el debilitamiento de los
recursos y capacidades de amplios grupos sociales de la región producto del shock
transformador. El nuevo patrón de desarrollo, si bien ha abierto oportunidades y
potencia los recursos existentes en ciertos sectores de la sociedad también ha cerrado
oportunidades y ha debilitado los de una gran mayoría de la población. Por tanto, desde
el enfoque de la vulnerabilidad se podrían impulsar iniciativas de política pública que
apunten a potenciar los recursos y a complementar las estrategias que tienen las
propias familias, y la sociedad civil en general, para posicionarse de mejor manera
frente al patrón de desarrollo vigente. Éstas, sin embargo, no pueden reemplazar o
excluir las políticas y responsabilidades propias de protección básica que le
corresponde al estado así como su obligación de ofrecer oportunidades iguales para
todos sus ciudadanos.
En mayor o menor medida, los recursos de que disponen las familias y personas en las
áreas urbanas de América Latina sufrieron el impacto del nuevo patrón de desarrollo.
Así, la vulnerabilidad se manifestó, en los años noventa, en las distintas dimensiones de
la vida social: en el trabajo, en el capital humano, en el capital físico del sector informal,
y en las relaciones sociales. El trabajo, es sin duda el más importante de los recursos
con que cuentan los grupos medios y de bajos ingresos en áreas urbanas, se encuentra
acorralado por una forma de producción predominantemente basada en núcleos
modernos que demandan escasa fuerza de trabajo. La incapacidad de generación de
empleo de éstos, junto a la expulsión de fuerza de trabajo hacia las ramas de baja
productividad y la precariedad resultante de las políticas de flexibilización, sin seguros
de desempleo, ha provocado una alta condición de vulnerabilidad en el trabajo. En la
práctica, el acceso al empleo en las ramas modernas y en las grandes empresas, vale
decir en el sector dinámico de la economía, se encuentra restringido a personas con
formación altamente calificada. Para el resto de la fuerza de trabajo las oportunidades
se reducen a las ramas de baja productividad y a las micro y pequeñas empresas, las
que normalmente ofrecen bajos salarios y se caracterizan por una mayor precariedad.
Es posible constatar, entonces, un estrecho vínculo entre vulnerabilidad social y
empleo, que no existía con el patrón de desarrollo propio de la industrialización.
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El denominado capital humano es una dimensión dónde se observa un aumento de la
indefensión de las personas. En efecto, a fines de la década del noventa cualquier tipo
de educación y sistema de salud no asegura las mismas garantías de fortalecimiento
del capital humano y por tanto oportunidades de progreso en la vida. Las nuevas
instituciones y las políticas que caracterizan al patrón de desarrollo vigente han
favorecido la proliferación de la educación privada y, en los hechos, se ha deteriorado la
pública provocando un aumento de la vulnerabilidad de los educandos de los estratos
medios y bajos de la sociedad en todos los niveles. Una característica propia de la
educación en los años noventa es la segmentación según niveles de ingresos de los
estudiantes. Los niños y jóvenes de alto nivel de ingreso acuden a establecimientos
privados, los que ofrecen una mejor infraestructura y calidad formativa, mientras que los
provenientes de familias de bajos ingresos pueden acceder sólo a establecimientos
públicos, en los que es evidente el deterioro académico.
Para profundizar más sobre el enfoque de vulnerabilidad social, visita la
siguiente página web: https://www.youtube.com/watch?v=5Gxmu3X7rtg
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Conclusión
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Bibliografía
Puig Llobet, Montserrat; Sabater Mateu, Pilar; Rodríguez Ávila, Nuria, Necesidades
humanas: evolución del concepto según la perspectiva social, Aposta. Revista de
Ciencias Sociales, núm. 54, julio-septiembre, 2012, pp. 1-12 Luis Gómez Encinas ed.
Móstoles, España, recuperado de: https://www.redalyc.org/pdf/4959/495950250005.pdf
Pizarro Roberto, La vulnerabilidad social y sus desafíos: una mirada desde América
Latina, División de Estadística y Proyecciones Económicas CEPAL, 2001, recuperado
de: https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/4762/S0102116_es.pdf
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