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EMPEZAR BIEN EL ADVIENTO

 Está muy bien, creo yo, que la Iglesia comience su calendario, el nuevo año litúrgico con este tiempo de Adviento,
que nos invita a lo «nuevo», a que algo, ¡o mucho!, sea distinto de lo anterior. 
Se hace necesario refrescar, renovar, reilusionarnos, despertar lo que se nos ha ido quedando dormido; revivir o
recuperar lo que se nos ha muerto. El ritmo de la vida nos va desgastando -a veces muchísimo más de lo que nos
damos cuenta-, nos cansa, nos apaga, nos envejece. Y del mismo modo que nuestro cuerpo necesita vitalmente
«descansar» todos los días para seguir adelante... nuestra alma, nuestras fuerzas interiores, nuestras ilusiones...
¡también necesitan ser restauradas.! Al menos una vez al año. Y mejor si es al empezar esta nueva etapa... con
idea de que miremos de otro modo el tiempo que tenemos por delante.
Romanos 12:2 No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro
entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.

 ¡Qué triste un cristiano «cansado», «acostumbrado», con el corazón apagado, que no contagia esperanza, ilusión y
vida! Que no contagia bienestar, sino que más bien aburre. Qué descuido y qué falta de responsabilidad el que no
procura poner luz en la vida ni enciende en el fuego del amor en las lámparas de los hermanos que se van
quedando sin aceite de tanto esperar lo que no llega... porque resulta que él mismo es ya apenas una mecha
humeante. ¡Nadie se siente bien estando así! 
No nos dejemos contagiar por el derrotismo según el cual todo sale mal: no es el pensamiento de Dios. Los tristes
no son cristianos. El cristiano sufre muchas veces, pero no cae en la tristeza profunda del alma. La tristeza no es
una virtud cristiana. (Papa Francisco, Noviembre ‘19)
Mateo 5:13-16 Ustedes son la sal de la tierra. Pero, si la sal se vuelve insípida, ¿cómo recobrará su sabor? Ya
no sirve para nada, sino para que la gente la deseche y la pisotee. Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en
lo alto de una colina no puede esconderse. Ni se enciende una lámpara para cubrirla con un cajón. Por el
contrario, se pone en la repisa para que alumbre a todos los que están en la casa.    Hagan brillar su luz delante
de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo.

 La Iglesia nos ofrece este tiempo de Adviento (¡apenas un mes!) a modo de « cargador», para que podamos
conectarnos de nuevo a Dios... y a las personas... y también a lo mejor de uno mismo, pues no es raro que dejemos
de oír esa voz interior que nos dice lo que somos, a lo que estamos llamados, lo que deseamos llegar a ser, lo que
Dios espera de nosotros...
+ Acojamos el anuncio del anciano Zacarias: nos visitará el Sol que nace de lo alto. Un anciano capaz de generar
esperanza.
+ En medio de nuestra esterilidad y cansancio, nos saldrá al paso la Madre de mi Señor, para hacer que brinque
de alegría en mí ese profeta-testigo que llevo dentro.
+ Nos invita el ángel del Señor a que dejemos de dormir al raso, arrimados a nuestra «hoguerita» improvisada...
para dirigirnos a la ciudad de Belén, porque nos ha nacido un Salvador que será ya siempre el Dios-con-nosotros.

Yo te invito, a la luz de la Palabra de hoy, a tres sencillas cosas:

 Primero, que intentes mirar tu vida y la vida en general con otros ojos: Con los ojos de Dios. Ya sabes que
cuando el Señor miró la humillación de su esclava, María... vio en ella a la «llena de gracia», la hizo verse como
«querida por Dios». Ella, una persona anónima, con una vida normalita, preparándose para casarse y hacer lo que
todo el mundo hacía, se enteró de que Dios tenía para ella un proyecto mucho mejor. Dios vio en ella a la Madre
de Cristo.
 
No es raro que uno amanezca abatido, enroscado sobre sí mismo, vestido de gris. Aparecen en el calendario esos
días en que parece que nada tiene sentido, que Dios se ha callado, que los amigos están lejos, y los que en otros
momentos te ilusionaba y te daba fuerzas... ahora parece que ya no sirve. Son esos días en que no te aguantas ni a
ti mismo, en que te parece que te has levantado con el pie izquierdo, y se diría que algún demonio se lo está
pasando en grande desafinando todas las teclas para que tu música suene mal. Entonces una tentación es rendirse,
refugiarse en una burbuja de autocompasión, tomar distancia respecto a las personas, arrinconar la fe, que parece
que ya no nos ayuda, como otras veces. 

Pues en esos días... cuando parece que se nos caen demasiadas cosas... viene la Palabra de Dios, por boca de san
Pablo: La salvación está más cerca que ayer, a la noche le quedan pocas horas, el día, la luz... se nos echan
encima.

Vamos a nombrar ya la «palabra» tan propia de este tiempo: la esperanza. Sácala del trastero del corazón.  La
esperanza no es un «engaña-bobos», no es quitar importancia a las cosas que la tienen. Es mirar la dura realidad
con otros ojos. Jeremías 29:11 Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el SEÑOR—,
planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza. (Fórmula: amor+fe=esperanza)

Decía Martin Luther King:


“Cuando mi sufrimiento se incrementó, pronto me di cuenta de que había dos maneras con las que podía
responder a la situación: reaccionar con amargura o transformar el sufrimiento en una fuerza creativa. Elegí
esta última.”

Así que, apoyado en Dios, te invito a que te mires de otra forma. Efesios 1:3 Bendito sea el Dios y Padre de
nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo. A que
confíes de nuevo en ti mismo. A que conviertas todo lo que no va bien en una fuerza transformadora. A que no
permitas que las dificultades acaben con lo mejor que hay en ti. La esperanza es una virtud, y como todas las
virtudes, hay que entrenarla para que adquiera suficiente musculatura. Porque la razón de nuestra esperanza no
está en nosotros mismos, sino en el que viene a enseñarnos que la última palabra la tiene Dios, la tiene la vida, la
tiene la luz. Y si él está con nosotros (Emmanuel), nada ni nadie podrá contra nosotros. Romanos 8:35-37
¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o
peligro, o espada? … Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. 

 En segundo lugar, que te despiertes. Efesios 5:14-16 porque la luz es lo que hace que todo sea visible. Por eso
se dice: «Despiértate, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y te alumbrará Cristo». Así que tengan
cuidado de su manera de vivir. No vivan como necios, sino como sabios, aprovechando al máximo cada momento
oportuno, porque los días son malos.

Cuando uno está dormido, no se entera de lo que ocurre alrededor, a no ser que sea muy estruendoso y nos cause
algún sobresalto. Jesús nos invita a «estar en vela», despiertos. Hay muchas cosas en mí, en los otros y en la vida,
a las que conviene prestar atención: a los  «brotes de esperanza». Porque hay cosas buenas en mí, en los demás,
en la sociedad, en muchas personas. No son espectaculares, hay que mirarlas con atención, serenidad y capacidad
de sorpresa para descubrirlas, apoyarnos en ellas y avanzar. Mucho nos ayudará el hacerlo en clave de oración
personal.

Estar despierto también significa «darnos cuenta del momento en que vivimos». Nos pasan y hacemos muchas
cosas cada día... pero nos falta tiempo para «digerirlas», meditarlas, aprender de ellas, y tomar las decisiones
oportunas. Os invito en este tiempo de tanto ruido, prisas, compras y desenfreno a encontrar momentos -mejor si
son diarios- para rumiar las cosas, para ir más allá de la superficialidad a la que nos hemos acostumbrado, para
compartir lo más nuestro con quienes lo merecen y desean. Nuestras relaciones personales tienen mucho que
mejorar y profundizar ¿no?

 Y en tercer lugar: «desnudarnos y vestirnos». Efesios 4:22-24 Con respecto a la vida que antes llevaban, se les
enseñó que debían quitarse el ropaje de la vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos
engañosos;  23  ser renovados en la actitud de su mente;  24  y ponerse el ropaje de la nueva naturaleza, creada a
imagen de Dios, en verdadera justicia y santidad (NVI) Nos lo ha propuesto san Pablo. Hay ropas viejas que no
nos sientan nada bien, aunque nos sintamos cómodos con ellas. Hay manías, ideas, y obsesiones, costumbres y
rutinas, que son instrumentos de la noche.... Me refiero a todos esos estilos de vida que nos bloquean el acceso a
Dios, o nos separan de los demás. No hablo solo de pecados, sino de la superficialidad, o la falta de silencio, o el
individualismo, o la poca disponibilidad, o el guardarse todo dentro, o el rencor...
Efesios 4:22-24 Por eso, ya no vivan ni se conduzcan como antes, cuando los malos deseos dirigían su manera de
vivir. Ustedes deben cambiar completamente su manera de pensar, y ser honestos y santos de verdad, como
corresponde a personas que Dios ha vuelto a crear, para ser como él.
Y ponerse ropa nueva. «Revestíos de Jesucristo». Romanos 13:14 Más bien, revístanse ustedes del Señor
Jesucristo, y no se preocupen por satisfacer los deseos de la naturaleza pecaminosa. En él encontraréis la mejor
sección de ropa y complementos. La ropa que necesitamos no está en las tiendas, ni nos las puede ofrecer
ningún Black Friday. Se trata de otra cosa: vida nueva, ilusiones nuevas, actitudes nuevas, nuevos sueños y
nuevos proyectos, nuevos ojos y una esperanza para estrenar... Sólo necesito acudir al Evangelio, echar mano de la
esperanza y de las otras armas de la luz, para que andemos con dignidad, revestidos del Señor Jesucristo.

Les deseo que algo «nuevo» ocurra en sus vidas en Adviento y Navidad.

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