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ABRE MIS OJOS PARA QUE VEA

Sal 119:18  Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley. 


Casiodoro de Reina (1569: Destapa mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley.
La palabra abrir en hebreo galá aparece en otros texto bíblicos para hablar de descubrir. Tiene la
connotación de quitar lo que está cubriendo y en el contexto de los ojos, lo que el salmista podría
estar diciendo es “quita de mis ojos lo que está cubriendo e impide que vea, contemple las
maravillas de tu ley. De ahí la traducción de la Biblia de Oro de Torres Amat: Quita el velo a mis
ojos, y contemplaré las maravillas de tu ley
Deut 29:29 utiliza esta palabra para hablar de revelación.
1S 2:27 la utiliza para hablar de manifestación.
La raíz primaria es desnudar. Dejar algo al descubierto, desnudo.

Exactamente lo que ocurrió con los discípulos de Emaús


Lucas 24:45  Entonces les abrió (abrir completamente) el entendimiento, para que comprendiesen
las Escrituras.
En otras palabras, no podían comprender las Escrituras porque tenían el entendimiento cerrado.
¿Por qué tenían esta necesidad de que se les abriera el entendimiento? Porque Lc 24:16 dice que los
ojos de ellos estaban velados…

¿Eres capaz de comprender las Escrituras? ¿Entiendes lo que Cristo ha hecho por ti? ¿Entiendes lo
que significa ser salvo, ser hijo, ser adoptado, ser redimido, perdonado, ser sentado con Cristo en
lugares celestiales? ¿Eres capaz de comprender lo que significa que el Espíritu de Dios, el mismo
que hizo los cielos y la tierra, el mismo que descendía sobre profetas y reyes, el mismo que levantó
a Cristo de los muertos viva dentro de ti?
Porque si todo esto no te hace vivir diferente, si saber e incluso creer todo esto no provoca en ti un
cambio radical, ¡¡tus ojos están velados!! Necesitas decirle a Dios como el Salmista ¡¡Abre mis
ojos!! ¡¡Destapa mis ojos!! ¡¡Quita el velo!! Lo que está impidiendo que vea y contemple las
maravillas de tu Ley ¡¡Quita de mis ojos todo velo que me está impidiendo comprender, entender lo
que Cristo hizo conmigo al morir en aquella cruz resucitando y ascendiendo a los cielos!!

Necesitas sumarte a la petición del apóstol Pablo: Efesios 1:18 Pido que les inunde de luz el
corazón, para que puedan entender…
La Palabra: Que les llene de luz los ojos del corazón para que conozcan cuál es la esperanza a la
que los llama, qué inmensa es la gloria que ofrece en herencia a su pueblo 19 y qué formidable la
potencia que despliega en favor de nosotros los creyentes, manifestada en la eficacia de su fuerza
poderosa. 20 Es el poder que Dios desplegó en Cristo al resucitarlo triunfante de la muerte y
sentarlo en el cielo junto a si.
El mismo poder que Dios Padre desplegó para resucitar a Cristo y sentarlo a su diestra es el que
despliega a nuestro favor. Pero esto no podemos hacerlo parte de nosotros porque necesitamos
decirle como aquellos ciegos que se encontraron con Jesús: Señor, que sean abiertos nuestros ojos.
¿Qué queréis que os haga? Señor, deseamos que nuestros ojos sean abiertos. (LBLA). Mt 20:33
Estamos esperando que algo ocurra, y esperamos, esperamos, y seguimos esperando… ¿Qué está
esperando?
- ¿Espera sentir que ha sido salvado? Aférrate a Su Palabra y cree que el que está en Cristo
nueva criatura es (2Co 5:17) o hínquese de rodillas y pida ser salvado y no se levante hasta
tener tal seguridad. Pero deje de vivir dudando, temiendo y dándole lugar a sus
pensamientos.

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- ¿Qué está esperando? ¿Espera que Cristo en persona aparezca y le diga lo que hizo por
usted? ¡¡Agarre la Palabra de Dios!! ¡¡Lea Efesios 1, 2 y 3 y créalo de una vez!! Y si no es
capaz de entenderlo, de comprenderlo, de hacerlo suyo ¡¡Clame como aquellos ciegos!!
“Señor que mis ojos sean abiertos”, ¡¡Clame como el Salmista!! “Abre, destapa, descubre,
quita el velo de mis ojos para que vea”.
La Iglesia está paralizada, se siente debilitada, incapaz de ser Sal y Luz, incapacitada para
transformar esta sociedad corrupta, incapaz de dar vista a los ciegos, incapaz de abrir las puertas de
la cárcel a los que están cautivos, incapaz de traer libertad a los que están atados y atormentados por
el enemigo. ¿Y qué hace la Iglesia? Esperar, pero ¿esperar el qué? ¿Está esperando otro
pentecostés? ¿Acaso no fue suficiente con el primero? ¿Recibió el Bautismo en el Espíritu?
Entonces a ¿qué está esperando?
La vida de los discípulos cambió radicalmente aquel día porque junto con el Bautismo en el Espíritu
recibieron una pasión renovada, un fuego que los hacía predicar, servir, sufrir, entregarse,
desgastarse por Cristo y su obra. Dejaron de esperar y comenzaron a creer y actuar.
El diablo ha sido astuto, ha sabido como paralizar a la Iglesia con culpabilidad, con pensamientos
de derrota, de debilidad. Nos ha hecho creer que tenemos que esperar y esperar hasta que algo
ocurra.
- ¿Fue usted salvado? ¡¡Deje de dudar!! “Pastor, pero es que no puedo dejar de pecar”,
entonces usted necesita ser salvado. Y si en verdad cree que fue salvado, necesita pedirle
como Pablo que Dios abra los ojos de su corazón, necesita como aquellos ciegos pedirle
Señor, que mis ojos sean abiertos, necesita decirle como el Salmista, Quita el velo de mis
ojos.
Si usted no es capaz de creer, la Biblia dice que Satanás, quien es el dios de este mundo, ha cegado
la mente de los que no creen. Son incapaces de ver la gloriosa luz de la Buena Noticia. No
entienden este mensaje acerca de la gloria de Cristo, quien es la imagen exacta de Dios. (2Co 4:4).
Si usted está en Cristo…
Tenemos al Padre, al Hijo, al Espíritu Santo en nosotros, hemos sido salvados, perdonados,
adoptados, amados, redimidos, limpiados, santificados, puestos en autoridad, trasladados de las
tinieblas a la luz. Junto con Cristo hemos recibido victoria sobre satanás, sobre todo principado,
potestad o autoridad. Con Cristo hemos recibido herencia, esperanza, poder, dones de revelación, de
poder. Con Cristo hemos recibido favor, gracia, acceso libre al Trono de Dios, seguridad de
salvación, de ser escuchados por nuestro Padre. Con Cristo recibimos paz, gozo, bondad,
templanza, amor, paciencia, benignidad, mansedumbre. Con Cristo hemos sido hechos nuevas
criaturas. Con Cristo hemos muerto al pecado. Con Cristo somos llenos de toda la plenitud de Dios.
Con Cristo recibimos la capacidad de ser testigos, recibimos valentía y no un espíritu de cobardía.
Con Cristo recibimos dominio propio. Con Cristo hemos sido hechos su Cuerpo creando así la
mayor unidad que podría haber entre Él y nosotros. Con Cristo recibimos vida cuando estábamos
muertos en delitos y pecados. Con Cristo recibimos misericordia. Con Cristo hemos sido puestos en
un lugar donde ningún ángel puro y sin pecado jamás podrá acceder. Con Cristo hemos sido hechos
morada del Espíritu Santo sustituyendo así con nuestros cuerpos el Lugar Santísimo del
Tabernáculo, o la Montaña que ardía del Sinaí, o el maravilloso Templo de Salomón.
Con Cristo recibimos sus Promesas, Su Palabra la cual es tan segura en nosotros que según Jesús
sería más fácil que el universo entero fuese destruido antes que una de sus Palabras no se cumpliera
(Mt 24:35; Mr 13:31; Lc 21:33).
Podría estar una semana más ininterrumpidamente nombrando uno por uno los beneficios de estar
en Cristo y me faltaría tiempo para enumerarlos todos ¡¡Y la Iglesia está esperando que algo ocurra
para actuar, para vivir todo esto, para sentir que puede ser Sal y Luz en medio de un mundo que se
cae en pedazos!!
¡¡Hermanos!! ¡¡Iglesia!! ¿Qué está esperando? ¿Tiene o no tiene a Cristo? Entonces comience a

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vivir como si lo tuviera. Comience a creer, comience a andar como Pablo dijo por fe y no por vista
(2Co 5:7).
Si usted no es capaz de experimentar, de sentir, de convencerse, de vivir en todos y cada uno de los
beneficios de Cristo ¡¡Sólo podría ser por dos razones!!
1. O no tiene a Cristo y por lo tanto es incapaz de vivir, experimentar la vida de Cristo.
2. O sus ojos están tan velados, su entendimiento tan cerrado que es incapaz de ver, de creer,
de convencerse de que Dios ha hecho todo lo que necesitaba hacer para que usted lleve una
vida que Glorifique a Dios, que edifique al resto del Cuerpo y que haga retroceder el reino
de las tinieblas.
- Si en verdad no tiene a Cristo, deje de dar vueltas, deje de jugar a ser cristiano, deje de
perder su tiempo y las oportunidades. Si muere sin Cristo irá al infierno sin esperanza, sin
Dios y será para siempre. Arrepiéntase de sus pecados, pídale perdón a Dios, reconcíliese
con Él, pida a Cristo ser salvado, y el Espíritu Santo vendrá sobre usted y lo limpiará, lo
convencerá de que es un hijo de Dios y lo llenará del poder que necesita para vivir como un
hijo de Dios.

- Si usted no duda de su salvación, pero aún así se siente débil, apático, vacío, impotente,
incapaz de vencer ciertos pecados, incapaz de vivir en victoria, incapaz de dejar las tonterías
a un lado y ponerse a servir, incapaz de edificar el Cuerpo y por supuesto incapaz de ser
testigo… Entonces déjeme decirle que el enemigo le engañó, le hizo creer que no puede, que
no tiene, que no es capaz. El diablo le robó, le engatusó, le confundió, le hizo poner su
mirada en usted, en las circunstancias, en el pecado.
Necesita encerrarse en su cámara secreta, orar, ayunar hasta que le ocurra algo como a Saulo de
Tarso al cual al instante, algo como escamas cayo de sus ojos y recobró la vista (Hch 9:18).
Necesita pedirle como Pablo que Dios alumbre los ojos de su corazón (Ef 1:18). Necesita unirse a la
oración de Pablo en Ef 3:14 para que sea capaz de conocer, de comprender el amor de Cristo y
habiéndolo entendido sea lleno de toda la Plenitud de Dios.
Necesita orar y clamar a Dios como lo hizo el ciego Bartimeo ¡¡Jesús hijo de David ten
misericordia de mi!! Y cuando sienta que ha captado la atención del Señor dígale: Señor que mis
ojos sean abiertos.
La Iglesia que no es capaz de ver y entender lo que Cristo ya hizo está sentada al lado del camino
como lo hacía Bartimeo, mendigando (Mr 10:46). Si no somos capaces de ver todo cuanto Cristo ha
hecho por nosotros somos como perrillos alrededor de la mesa que Dios ha preparado por si alguna
migaja cae por descuido o por misericordia. Pero Jesús dijo en Mr 7:27 que los hijos no mendigan
migajas sino que se sacian de lo que hay en la mesa.

El tiempo se nos acaba, Cristo está viniendo y todo cuanto Cristo ha hecho por usted ¿en qué va a
quedar? ¿Qué le dirá a Cristo en el día en que regrese? Señor estuve esperando a que mi vida
cambiara porque lo que hiciste no fue suficiente.
Efesios 1:3 dice que el Señor nos bendijo con toda bendición espiritual… y si usted asistió a la
Escuela de Crecimiento sabrá que esto significa que Dios nos mostró toda su generosidad, que Dios
no se guardó nada para sí, no reservó nada. Nos dio todo cuanto podía darnos.
¿Qué está esperando recibir más?
Los hombres y mujeres de la Biblia vivieron, experimentaron cosas realmente sobrenaturales como
pasar el Mar Rojo como por tierra seca; hacer caer muros de ciudades impenetrables;
conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron
fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en
batallas y pusieron en fuga a ejércitos más numerosos. Podían hacer que los cielos se cerraran o
se abrieran, podían dar vida a los muertos, curar la lepra y hacer que reyes se postraran ante
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ellos. Pero lo más impresionante es que no tenían el Espíritu de Dios morando en ellos y nosotros
teniéndolo todo no somos capaces de discipular a una sola persona porque no tenemos tiempo,
porque no nos sentimos capacitados, por temor, vergüenza o porque hay cosas más importantes de
las cuales ocuparse.
¿Cuál es la explicación para esto? ¿Qué está ocurriendo con la Iglesia de Cristo? Debe saberlo
porque tendrá que dar explicaciones en el día del Juicio.
Ante tal situación sólo podemos clamar como lo hizo el Salmista Vuélvete hacia mí y contéstame,
¡oh SEÑOR, mi Dios! Devuélvele el brillo a mis ojos, o moriré.  
La única explicación que encuentro ante nuestro estado como Iglesia es que como los discípulos de
Emaús, nuestros ojos están velados, como la Iglesia en Éfeso, nuestro entendimiento está cerrado,
somos ricos espiritualmente y vivimos como pobres, cegados, mendigando en el camino a un Dios
que según su Palabra no escatimó ni a su propio Hijo y por lo tanto nos asegura darnos todas las
cosas junto con Él (Ro 8:32).
No escatimó: feídomai: Dios no fue indulgente con Jesús. Dios Padre tuvo que derramar toda su ira
sobre su propio Hijo para no hacerlo sobre nosotros.
Ante tal situación deberíamos tomar en serio el consejo de Jesús a la Iglesia de Laodicea: unge tus
ojos con colirio, para que veas. (Ap 3:18).

Creo firmemente que la razón por la que nuestras vidas como cristianos, como Iglesia no está
produciendo el fruto que se espera es porque no hemos llegado a entender lo que Cristo hizo, no
hemos llegado a entender que significa haber nacido de nuevo, haber muerto al pecado y haber
resucitado junto con Cristo.
Creo que usted lo sabe, lo ha leído, incluso lo cree, pero de una manera intelectual porque si
realmente llegara a entenderlo, la Biblia asegura que:
- El que entiende la Palabra da fruto a ciento, a sesenta y a treinta por uno (Mt 13:23)
- El que llega a entender la Palabra se dará cuenta de las riquezas que ha heredado, de la
esperanza que ha alcanzado y se dará cuenta de que la misma supereminente grandeza del
poder de Dios que levantó a Cristo de los muertos está a nuestra disposición (Ef. 1:18-19).
- El que llega a entender la Palabra se dará cuenta de que no sólo en Cristo habita toda la
plenitud de la Deidad (Col 2:9), sino que la Iglesia ha sido llamada a ser llena de toda esta
Plenitud de Dios (Ef 3:19).
- El que llega a entender lo que Cristo hizo por nosotros sabrá lo que significa que la Gloria
que el Padre le dio a Cristo, la Gloria que tuvo antes de la fundación del mundo, Cristo nos
la ha dado.
Si la Iglesia no está viviendo de acuerdo a esto y está claro que no es así, la única explicación que
encontramos sería o que realmente no hemos nacido de nuevo o que no estamos entendiendo,
nuestros ojos están velados, nuestro entendimiento está cerrado y nuestra única oración tiene que
ser como la del Salmista Quita el velo a mis ojos, y contemplaré las maravillas de tu ley (Salmo
119:18); nuestro clamor deber ser similar al de aquellos ciegos al encontrarse con Jesús: Señor,
deseamos que nuestros ojos sean abiertos. (LBLA). Mt 20:33.
Romanos 12:2 dice que nuestra transformación (metamorfosis) sin posibilidad de volver atrás,
nuestro cambio radical ocurre cuando nuestro entendimiento es cambiado. Entonces y sólo
entonces comprobaremos que la voluntad de Dios es buena, es agradable y es perfecta.
Tener a Cristo debe marcar una diferencia radical en nosotros. Tener a Cristo significa que hemos
entrado en un proceso que continúa hasta que todo alcancemos tal unidad en nuestra fe y
conocimiento de Jesús que seamos maduros en el Señor, y lleguemos a la plena y completa medida
de Cristo. (Ef 4:13). ¿Acaso llegó usted ya? Porque Pablo no pretendía haberlo alcanzado (Filp
3:12-13). Entonces ¿Qué está esperando que ocurra?
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- Estar en Cristo debería significar que ya no vivo yo, deje de vivir para usted, sino que Cristo
vive en mí (Gal 2:20).
- Estar en Cristo debería significar que para nosotros el vivir es Cristo (Filp 1:21).
- Estar en Cristo debería llevarnos a tener todo lo demás por basura (Filp 3:7-8).
- Estar en Cristo debería llevarnos a buscar las cosas de arriba (Col 3:1)
CONCLUSIÓN
Con la autoridad del Señor digo lo siguiente: ya no vivan como los que no conocen a Dios, porque
ellos están irremediablemente confundidos. Tienen la mente llena de oscuridad; vagan lejos de la
vida que Dios ofrece, porque cerraron la mente y endurecieron el corazón hacia Él. (Ef 4:17-18).
1Co 2:12  Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo sino el Espíritu que procede de Dios,
para que entendamos lo que por su gracia él nos ha concedido.  
¿Entiende lo que significa tener a Cristo? ¿Es capaz de entender lo que por su gracia usted ha
recibido, se la ha concedido? ¿Entiende que está a su disposición cosas que ojo no vio ni oído oyó
ni nadie ha sido capaz de imaginar? (1Co 2:9)
Porque si no es capaz de entenderlo, jamás podrá experimentarlo por mucho que lo crea. Si no es
capaz de verlo, de entenderlo, no habrá fruto, no habrá plenitud alguna, no habrá crecimiento, no
habrá transformación, no habrá nada que lo haga vivir la vida que Cristo ganó para usted.
Si no es capaz de verlo no es porque Cristo no lo haya hecho, sino que como el Salmista declaraba:
Hay un velo sobre mis ojos que me impiden ver las maravillas de tu Ley (Salmo119:18), como el
Ciego Bartimeo, estará usted a un lado del camino mendigando, esperando que otros le den
cuando hay en usted una fuente que salta para vida eterna, un Rio que no se agota, una Mesa
repleta de Pan.
Si no es capaz de ver lo que Cristo ya hizo, estará toda su vida parado frente al estanque esperando
que un ángel de vez en cuando mueva las aguas y con suerte, usted será el primero en meterse, y sin
embargo tiene a su lado al Cristo que todo lo puede, que todo lo hizo y no es capaz de verlo.
¿Porqué no clamamos hoy al Señor como aquellos ciegos Señor, deseamos que nuestros ojos sean
abiertos. (Mt 20:33).

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