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En la última década (2010-2019), Bolivia triplicó el gasto público en salud, elevó el gasto
público en atención primaria de salud al 37% y superó a otros países de la región que
promedian menos del 15%. Bolivia es ahora uno de los tres países latinoamericanos que
recientemente han avanzado cerca de alcanzar la meta de destinar el 6% al gasto público en
salud.
la OMA se aseguró de que la implementación del SUS se convirtiera en una prioridad clave no
solo para el Ministerio de Salud, sino también para los donantes y otras agencias de desarrollo
del país.
Bolivia es ahora uno de los tres países de la región con más del 30% de la fuerza laboral de
salud comprometida con la salud comunitaria de primer nivel. Reducción del gasto de bolsillo:
la mejora de los servicios en el nivel primario de salud, dio como resultado la prevención y el
diagnóstico temprano de los principales tipos de enfermedades crónicas no transmisibles y, en
consecuencia, redujo el gasto de los hogares en salud. La contribución de los gastos de bolsillo
a los presupuestos hospitalarios de nivel terciario se redujo drásticamente del 65% en 2018 al
19% en 2020.
COVID-19 destacó la necesidad y trascendencia del modelo de salud de Bolivia. A pesar de las
limitaciones creadas por la pandemia y el malestar social generalizado debido a los
controvertidos resultados de las elecciones presidenciales, los establecimientos de salud
pública en Bolivia ofrecieron servicios de salud esenciales ininterrumpidos. Suministros
médicos, particularmente a nivel de atención primaria de salud, en los 339 municipios del país.
El SUS fortaleció la atención de primer nivel con énfasis en la vigilancia epidemiológica, las
clínicas vecinales y los servicios de salud para las comunidades marginadas; en algunos
municipios, el SUS apoyó los programas de salud existentes (por ejemplo: SAFCI y MISALUD), a
cargo de los servicios esenciales de salud. El SUS abolió la afiliación previa en diferentes niveles
de establecimientos de salud y se garantizó a todos los bolivianos el acceso al tratamiento
COVID-19 disponible. Los servicios gratuitos mitigaron (incluso parcialmente) el enorme
impacto económico de los grupos marginados y vulnerables de la pandemia. Si el SUS no se
hubiera lanzado un año antes de la pandemia, la respuesta de Bolivia al COVID-19 habría
estado menos preparada. El modelo de salud de Bolivia, por lo tanto, encierra la promesa de
un sistema de salud fortalecido para resistir el impacto de futuras emergencias de salud.