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Representación psicológica de bolo francisco

Bolo Francisco es un texto teatral “tragicómico.” Narra de forma fluida el drama de un


legendario músico dominicano de perico ripiado. Disla inventa un hermoso discurso dramático,
traza líneas discusivas logrando ensamblar el contexto social y político de más de cuarenta
personajes: La atmósfera dramática se sitúa en la miseria, la corrupción y la opresión social.

La estructura formal y ficticia, le da a esta obra una dimensión  única en el drama


latinoamericano, (no por el tema, sino por el estilo que abordar lo temático.) Tomando en
consideración la “simpleza no retórica ni panfletaria” de la obra, podríamos decir que la pieza
en su género es modélica. El autor expone de manera magistral una compleja organización
narrativa y dramática.

El dramaturgo mezcla cantidades de historias en una sola historia, personajes en un solo


personaje, secuencias de acciones simultáneas en una sola escena. La trama surge a través de
infinitos recursos escénicos. Lo simultáneo es fragmentación cultural: Los personajes conviven
en esa típica marginalidad sociopolítica que caracteriza al campo y los suburbios
latinoamericanos. La estética se fundamenta en la fragmentación escénica para representar la
textura psíquica de los personajes: situando la música como medio conflictivo-lúdico en un
contexto de ocupación de tierra. Abre un panorama simbólico de lo rural: mezcla diferentes
épocas del campo dominicano. El autor dice que los hechos ocurrieron en 1980, a inicio de la
campaña electoral. Sin embargo, la trama del músico en que está inspirada esta obra es de los
años sesenta, y las ocupaciones de finales de los setenta...

La acotación no es solamente un bloque tiempo-espacio, también enúncialo tétrico de manera


poética. Usa la metáfora con lujos detalles para describir el paisaje, el interior de las casuchas
campesinas, y la situación miserable de los personajes del bohío: “La casucha de Bolo
Francisco, músico de perico Ripiado; la luna se cuela por las brechas, son la siete de la noche.
El camino pasa cerca de la vivienda. Al fondo, junto a un pasamano atiborrado de morros,
Mamá Lucila, mujer del músico pasa cerca de la vivienda, se ocupa de su hijo mongólico. Una
anciana de vestido ajado, negra, con turbante blanco, permanece en guardia frente a la
puerta. Bolo Francisco dormita en una silla de guano; entre su pierna sana y su pierna
amputada hay una revista polvorosa y vieja. Dos muletas acoradas al seto. Chero del otro lado
de la puerta se desespera.” (B. F, pág. 11).

La acotación no es solamente una forma para situarnos en la trama y la temática, también


funciona como un cuadro de suspenso, presagia el simbolismo dramático, contiene: lo social,
lo político, lo cultural, y lo psicológico. Teje un panorama de la acción escénica. Aun siendo una
obra realista, no mata lo que sorprende: la trama de los personajes. Sin retórica, se articula,
presagia en los diálogos y las acotaciones el acontecer dramático. Solamente así se explica la
organicidad de los personajes como parte del contexto...

Desde que leemos la primera escena de la obra, sentimos el signo de lo lúgubre. Se podría
decir, que es su estructura conceptual, marca el ritmo dramático. La totalidad de la trama
adquiere ese destino: se acentúa en los diálogos de los personajes, en la forma en como el
dramaturgo recrea el conflicto. Lo formal no es más que un  pretexto para el texto, por
ejemplo, el personaje de la vieja, adentro de la casucha, pincha a Chero en un pie. Este
incidente es un pretexto imaginario del autor para justificar e inventar no sólo otros momentos
de la trama, sino para que aparezca la sangre, la presencia de la muerte como constante de la
trama.
Disla significa el momento de la escena con lo absurdo-cómico. La miseria y la sangre son el
único cuadro de lo posible. Prepara con elegancia el terreno de los personajes: “Mamacita
ábreme que estoy desangrando. ¡Bolo Francisco! ¡Máma Lucila! ¿Están ahí? Me quedaré como
un papel, sin sangre, me estoy mareando” (Chero, B.F. Pág.12). La forma en como le contesta
la vieja, sin propósitos, acentúa la tragedia, prepara el desenlace de la escena por llegar: “¡Que
se muera y lo entierren sin cruz! Qué tiempo este de andar por los caminos: hurón a la maya y
la gente a su casa, la muerte y el ron siempre andan juntos ¡Oigan los pasos de la muerte!”
(Vieja, B.F. Pág. 13). 

La muerte es un personaje de la obra. Los pasos de los personajes son recursos narrativos,
formato rítmico del texto. “De repente aparece una marcha, los pasos y una voz se abren
paso.” Esta acotación contiene la presencia militar, la autoridad, un momento histórico de
tensión política en la sociedad dominicana: “Un Voz. ¿Cuál es el lema?  Tropa: “Todo por la
patria” Una Voz: “Cazadores” Tropa: “¡Hey!” Una Voz: “Soldados” Tropa: “A la orden” Una Voz:
“Viva la patria” Tropa: “Soberana” (B.F. Pág. 14). La tropa y la voz del dramaturgo se unen,
articulan la simbología de un discurso rural-autoritario. Se siente la mecánica de la obediencia.

La fuerza brutal de esa tropa solamente es frenada por la presencia del mito que encarna Bolo
Francisco como valor musical. Importa poco que lo queda de él sea un guiñapo de hombre,
destruido por las malas noches, la miseria, las faldas de las mujeres y el alcohol. En sentido
“real” él es un muerto en vida. Así se autodefine en sus diálogos con el teniente que comanda
la tropa: “¡Bolo Francisco! ¡El mejor músico de la república! ¡Cuánto lo admiro, Bolo Francisco!
(lo abraza) tengo todos los discos. Desde que era un abejoncito así bailo su música. No se ha
dejado vencer por la vida. (teniente. B.F. Pág. 17.) “¿La Vida? Hace años que estoy muerto.
Esto que ve aquí es una copia mala de lo que debió quedar de mí. Convénzase (saca un papel
estrujado de una cartera rota). (Bolo Francisco. B.F. Pág. 18.)

Para concluir lo funesto sigue latente en el diálogo de Bolo Francisco, la autoridad se detiene
frente a la presencia del mito-músico, toma el semblante de lo infantil. Sin embargo, la trama
toma su agitado curso: La tragedia se aproxima, se mezcla con la nostalgia y el pasado.

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