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El siglo VII a. C., en la isla griega de Lesbos la poesía empezó a tomar un rumbo nuevo. A
partir de ese momento, la poesía épica, cuyo rasgo distintivo era el discurso narrativo
basado en hechos históricos combinados con mitos, no ha dejado de tener confrontaciones
con la poesía que en dicha isla practicaban Safo de Mitilene y sus amigos. La poesía que
confesaba sus sentimientos y deseos; dejó de contar para cantar; poesía, lírica, que hasta la
fecha sigue expresando una realidad trastocada por la naturaleza de quien escribe. La
discusión entre ambas posturas continúa tan vigente como en la época de Safo, lo que nos
lleva a preguntarnos: ¿la poesía debe cantar o contar? Una respuesta sensata quizá sea que
ambas son válidas, dependiendo del tema o asunto, y del tono. Lo grave del caso es que no
pocos críticos que abanderan el lirismo con mucha frecuencia desautorizan todo aspecto
anecdótico, por pequeño que sea. Argumentan que lo anecdótico, social e histórico
pertenecen a la prosa únicamente.
En su texto “Delta de cinco brazos”, Octavio Paz explica que el poema breve canta,
porque “en el poema corto no hay desarrollo; el fin y el principio se confunden.” En
cambio, el poema extenso se sustenta en el relato. Está compuesto por partes,
independientes entre sí, que integran un todo, como la Odisea, la Eneida, la Divina
Comedia, La Tierra baldía, Muerte sin fin.
Con respecto al poema breve, y contradiciendo a Paz, yo diría que este tipo de
poesía también puede, y magníficamente, contar una historia. El autor de La peras del olmo
seguramente se refería a los haikús, a la poesía china de las dinastías Tang y Ching, o a los
brevísimos poemas de Ungaretti. Tal vez se olvidó del género epigramático, que casi
siempre nos cuenta una historia, como aquel de Ernesto Cardenal, por poner el ejemplo de
un poeta de nuestros días. En unos cuantos versos, nos muestra la juventud de Adolfo
Hitler:
No por contar una historia se pierde lo poético; quizás radique en la diferencia entre
lo interior y lo exterior, entre lo abstracto y lo palpable. A una forma culta, como el soneto,
que desarrolla una idea, que puede ser tan abstracta como la idea de la muerte o lo
imperecedero, responde una forma popular como el romance medieval, poema épico en
miniatura que narra una historia en una riqueza verbal que le da velocidad a la acción, y
cuyo verbo predominante es el copretérito que se acostumbra en los cuentos de hadas. El
romance es una forma poética que hace aparecer personajes y escenarios sólidos, trazados
con precisión. En los romances vemos, y prácticamente palpamos torreones, alabardas,
estandartes, sangre en las armaduras, túnicas rasgadas, monturas de caballos.
En el citado texto de Paz, éste también habla del poema de extensión mediana, pero
no dice si es propio para el canto o para el cuento. Pienso que para ambos; hay muchos
poemas líricos de tal extensión y la mayor parte de los poemas de corte narrativo tienen
dicha medida, como la mayoría de los que ahora estamos revisando.
La prueba más evidente es la que nos da el norteamericano Edgar Lee Masters
(1868-1950), quien es seguramente la influencia más patente de la poesía narrativa desde la
publicación de su Antología de Spoon River en 1915 hasta nuestros días. Se trata de un
“conjunto de 250 epitafios en forma del monólogo dramático, que ubica en un cementerio
imaginario de un pueblo de su Illinois natal, escritos en verso libre y donde traza con lenguaje
sencillo una radiografía de la América profunda, atacando sobre todo su aldeanismo, su estrechez
de miras y su puritana hipocresía moral; también hay espacio en esos epitafios para los dramas
íntimos y el fracaso del sueño americano, en medio de un pesimismo desolador; algunos de los
personajes son reales, conocidos en su infancia, otros no; los monólogos se aluden a veces entre
ellos, descubriendo otras historias enterradas.”
Uno de los romances más memorables de Federico García Lorca es sin duda “La
casada infiel”, del Romancero gitano. En él García Lorca nos habla del amorío de un gitano
con una mujer casada, la noche de Santiago, junto al río. Ciertos objetos que pueblan el
texto iluminan la noche con sus blancos plateados: ramos de jacintos, el almidón de la
enagua, cuchillos, corpiños, nardos, caracolas, luna, potra de nácar, lirios.
Los cuentos de hadas son abordados por la poeta estadounidense Anne Sexton, en
cuyo libro Transformations (Transformaciones), de 1971, “la autora reunió –escribió
Sergio Monsalvo en el prólogo de la edición en español– una serie de textos de género
confesional, pero recubiertos por una capa de burla social mediante referencias a los
cuentos de hadas clásicos. Su visión irónica –sigue diciendo Monsalvo– va principalmente
dirigida a la mujer contemporánea, víctima predilecta de una sociedad que la somete al
vergonzoso juego de las representaciones recurrentes: la belleza como obligación, el
matrimonio y los hijos como destino, la domesticación como tarea cotidiana, etcétera.”
Blancanieves y los siete enanos, Rapunzel, Cenicienta, Caperucita roja y La Bella
Durmiente, entre otros, son mostrados con gran fuerza poética.
Otro estadounidense, que ha recibido un gran reconocimiento por su obra
cuentística, es Raymond Carver. A pesar de que generalmente se le identifica como escritor
de relatos, el mismo Carver consideraba su poesía como algo más esencial para él, ya que
expresaba con mayor fidelidad sus sentimientos, lo que no ocurre con los cuentos.
En aras de conseguir en la poesía “una forma más espaciosa, Carver, en palabras de
su viuda Tess Callagher, “se puso a señalar pasajes que quería incluir, y a pasarlos a
máquina. El resultado era algo situado entre el poema y la prosa”. Así recortó fragmentos
de la prosa de Chéjov, entre otros, los acomodó en verso y los intercaló en sus libros de
poemas, y formaran un discurso complementario. En todo caso, la diferencia principal entre
su poesía y su prosa radica que, si habla de una mujer, en el poema es la suya, y en un
cuento es la mujer de algún otro. Reproduzco un poema breve:
“Mi mujer”
Otro ejemplo del que podríamos hablar es del italiano Césare Pavese, en cuyos
poemas también transcurren momentos y situaciones. En su poema “Dos”, por ejemplo, no
nos entrega una historia completa, sino tan sólo una escena, contada como si se tratara de
una escena cinematográfica.
Pero veamos qué pasa con la poesía narrativa escrita en español. El tiempo no me
permite más que citar unos cuantos casos. Empezaré por dos poetas nacidos en 1914: el
chileno Nicanor Parra y el mexicano Efraín Huerta. Figura máxima de la llamada
antipoesía, Parra traza, en uno de sus mejores poemas, el “Soliloquio del individuo”, la
evolución del Hombre desde la Era de las cavernas hasta lo que hoy es el género humano.
Citaré un fragmento inicial y uno final:
Yo soy el individuo.
Primero viví en una roca
(Allí grabé unas figuras). Luego busqué un lugar más apropiado.
Yo soy el individuo.
Primero tuve que procurarme alimentos,
Buscar peces, pájaros, buscar leña,
(Ya me preocuparía de los demás asuntos).
*****
Yo soy el individuo.
Se construyeron también ciudades,
Rutas,
Instituciones religiosas pasaron de moda,
Buscaban dicha, buscaban felicidad,
Yo soy el individuo.
Por su parte, Efraín Huerta, en su libro Circuito interior, incluye un poema titulado
“Junio, N. Y.” En él nos muestra el deslumbramiento que experimenta ante una mujer que
sube al autobús urbano, y quien toma asiento muy cerca de él. Las metáforas y los símiles
nos van llevando, verso por verso, hacia una exaltación cargada de deseo, y hacia un final
sorpresivo y humorístico. Cito un fragmento del final:
El Presidente de mi país
se llama hoy por hoy Coronel Fidel Sánchez Hernández.
Pero el General Somoza, Presidente de Nicaragua,
también es Presidente de mi país.
Y el General Stroessner, Presidente del Paraguay,
es también un poquito Presidente de mi país, aunque
/menos
que el Presidente de Honduras, o sea
el General López Arellano, y más que el Presidente de
/Haití,
Monsieur Duvalier.
Y el Presidente de los Estados Unidos es más
/Presidente de mi país,
que ese que, como dije, hoy por hoy,
se llama Coronel Fidel Sánchez Hernández.
Además de ser político, el poema es histórico, ya que marca una etapa específica del
continente americano. Con respecto al hecho histórico, el escritor mexicano José Emilio
Pacheco lo aborda como un texto periodístico. Veamos el poema “Pompeya”:
En el poema no hay alegría ni tampoco lamento. El “caso” está dicho (por los
actores mismos), desde fuera y desde muchos siglos después, como si a los cuerpos los
hubiera descubierto recientemente un arqueólogo, aunque son ellos mismos los que lo
dicen. Pacheco nos entrega “hechos”; poemas vistos como noticias.
Y, en esa “forma más espaciosa” a la que se refería Raymond Carver, señalaré que
el poema narrativo también se extiende hacia temas que quizá escandalicen o por lo menos
parezcan inadmisibles a un poeta neorromántico o para quien se afane en la expresión llena
de pureza; me refiero a temas que toca el género negro: el detectivesco. Menciono a dos
españoles y a un cubano: los ibéricos son: Joaquín Marco, quien publicó el libro Algunos
crímenes y otros poemas, en la década de los setenta, y Luis Alberto de Cuenca, quien
además de sus poemas policiales convierte historias del cine en poemas. De su “Serie
negra” veamos el poema “En peligro”:
Y yo, lo confieso,
llegué a atiborrarme de burbujas de Coca-Cola
y palomitas de maíz,
mientras el gran Arnold, una estructura de titanio en vez de huesos,
terminaba con estrellas y extras de Hollywood.
Te amo, María,
mientras levanto el puño de Bush,
el presidente más poderoso de la Tierra,
enemigo tuyo, y también de tus hijos.
carreta
resplandecen
como pájaros
al sol.
Es el brillo de la Civilización
Tirada en el sofá
he leído la carta de despedida de Virginia Woolf
a su esposo.
El epitafio que Leonard Wolf
hizo poner bajo el árbol donde enterró sus cenizas:
"Me arrojaré en tus brazos, indestructible
y sin rendirme, Oh, Muerte"
La cita es de ella. De su libro "las Olas".
Larga y delgada
A sus cincuenta y nueve años
apenas podía detener el temblor de sus manos
o encender todas las luces
en la hermosa residencia de su mente.
¡ Ave Virginia!
Ernesto Cardenal (Nicaragua)
Señor
recibe a esta muchacha conocida en toda la tierra con el nombre de
Marilyn Monroe
aunque ése no era su verdadero nombre
(pero Tú conoces su verdadero nombre, el de la huerfanita violada a
los 9 años
y la empleadita de tienda que a los 16 se había querido matar)
y ahora se presenta ante Ti sin ningún maquillaje
sin su Agente de Prensa
sin fotógrafos y sin firmar autógrafos
sola como un astronauta frente a la noche espacial.
Señor
quienquiera que haya sido el que ella iba a llamar
y no llamó (y tal vez no era nadie
o era Alguien cuyo número no está en el Directorio de Los Angeles
¡contesta Tú el teléfono!
Arturo Corcuera (Perú)
Su grito, que asusta a médicos y enfermeras, no es el clarín con el que hacia su victoriosa
aparición en la pantalla. El grito a Tarzán no le pertenece. Fue un collage de sonidos
confeccionado y patentado por la Warner Brothers: decantaron en el laboratorio los
gruñidos de un cerdo y las notas de un tenor.
Serie negra
(selección)
Agredida
En peligro
El pequeño Augusto
su presidente y su moneda,
en instituciones majestuosas:
el ejército de Chile,
el Pentágono
y su madre.
Aprende inglés, le decía la Santa Señora,
Se le entiende perfectamente,
y se le aprueba.
y sus modos,
y ¡Wow!, general,
es obra de mi madre.
y torturar,
sus galardones
en un estadio
las manos,
y matarlo así,
de rodillas,
Ningún huérfano
o viuda
o madre de negro
intentan juzgarlo.
un informe de salud
y después la derecha.
Anclao en París
Junio, N. Y.
Center.
un vaso de leche.
Vespucci
Señoras y señores
XLVI
Crimen Nº 1
cómo, cuándo y por qué estaba allí, quién vio y quién no vio
Mesera (3)
la malteada de chocolate,
un banana split,
un arcoiris.”
resplandece
de la cafetería.
Raymond Carver (Estados Unidos)
Vino
de pie tambaleándose
que acarrean).
Wine
(I’ve heard such promises and the lamentations that go with them).
and leaving his tent, he took out his copy of Homer, untied it,
began to turn the pages. Finally he gave orders that the funeral
rites described for Patroklos be followed to the letter:
And when the pyre was burning and the bowls of wine were
think? Alexander drank his fill and passed out. He had to be carried