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Ethel Catalina Pardo D.

Grupo: 160 Transferencia Externa


Derecho
Teorías de la Argumentación Jurídica

¿QUIÉN ES HABERMAS Y CUÁL ES SU FILOSOFÍA?

Jürgen Habermas. Sociólogo y filósofo alemán. Principal representante de la


"segunda generación" de la Escuela de Frankfurt, entre 1955 y 1959 trabajó
en el Instituto de Investigación Social de la ciudad. Enseñó filosofía en
Heidelberg y sociología en Frankfurt, y dirigió el Instituto Max Planck de
Starnberg entre 1971 y 1980. En 1983 obtuvo la cátedra de Filosofía y
Sociología en la Universidad de Frankfurt.

Nacido en 1929 en Düsseldorf, Habermas se crió en la localidad de


Gumbersbach, a la que fue destinado su padre como presidente de la
Cámara de Comercio. Su infancia, como la de sus coetáneos, estuvo
marcada por la experiencia del nazismo y por las necesidades económicas
de un país que se apresuraba a iniciar su reconstrucción tras la II Guerra
Mundial. Entre 1949 y 1954 estudió en diversas universidades (Bonn, Gotinga,
Zúrich), adquiriendo una sólida formación en materias como filosofía,
historia, psicología, literatura y economía. Tras doctorarse en la Universidad
de Marburgo, trabó contacto con el Instituto de Investigaciones Sociales y
fue asistente de Th. W. Adorno, uno de los líderes de la Escuela de Frankfurt.

Su contacto con la Teoría Crítica le sirvió para ampliar sus intereses


intelectuales y adentrarse en dos corrientes de pensamiento que han
marcado su obra: el marxismo y el psicoanálisis. Asimismo le ofreció un primer
asidero profesional, no exento de polémica. En cualquier caso, con
independencia de la adscripción de Habermas a la Teoría Crítica -algunos
señalan que es la voz principal de la II Generación de frankfurtianos, mientras
otros niegan su inclusión-, lo cierto es que en su trabajo se perfilan y se
resuelven, como se verá, problemas planteados por sus primeros integrantes

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Es uno de los filósofos y sociólogos vivos más importantes de la actualidad.
Se ha dicho de él que es el teórico alemán más influyente después de
Heidegger. Y con independencia de la verdad de este aserto, lo cierto es
que la repercusión de su obra está fuera de toda duda desde que a
principios de los sesenta viera la luz su primer ensayo sobre la opinión pública
y, sobre todo, desde que en 1981 publicara una de las obras filosóficas más
relevantes de la segunda mitad del siglo XX: Teoría de la acción
comunicativa.

Heredero de la "dialéctica de la ilustración" de Theodor W. Adorno y Max


Horkheimer en su proyecto sociológico y filosófico de una reflexión moral
sobre el desarrollo del capitalismo avanzado, Habermas propuso
un marxismo no ortodoxo que abandona la idea marxista de una
organización exclusivamente productivista de la sociedad, causa de un
empobrecimiento de la esfera vital.
Su obra filosófica trata de recuperar un punto de contacto entre teoría y
praxis, frente a la pretendida neutralidad de los saberes positivos y
científicos. Según Habermas, no es posible una objetividad ajena a valores
e intereses, razón por la cual aquellos saberes resultan reductores, en la
medida en que se basan en una razón meramente instrumental. Resultado
de ello, siguiendo su crítica, es la creciente burocratización de la sociedad
a todos los niveles y la despolitización de los ciudadanos.

A través del proyecto de una racionalidad discursiva, que contrapone a la


tecnológica, Habermas indica, en una teoría de la acción comunicativa, el
método para escapar a la continua desvalorización de lo vivido. Las
acciones comunicativas, al contrario de las de tipo instrumental o
estratégico, no se basan en la estructura de la actividad dedicada a un
objetivo. En ellas los proyectos de acción de los participantes se coordinan
con actos de comprensión, que se basan en el supuesto de un

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entendimiento posible y en una coincidencia de sus proyectos vitales. Esta
"razón comunicativa", fundamentada en el carácter intersubjetivo y
consensual de todo saber, devolvería a la sociedad el control crítico y la
orientación consciente de fines y valores respecto de sus propios procesos.

Habermas en su análisis crítico de la ciencia distingue distintos planos en los


que ésta se plasma, de modo las ciencias empíricas se autosatisfacen en la
lógica objetiva o en el plano técnico, mientras que en las ciencias sociales,
mediante su lógica interpretativa, tienen un carácter liberador y de
profundización en el progreso del ser humano.

La filosofía de Habermas advierte del valor ideológico y de discurso


dominante que adquiere la ciencia y la técnica en la sociedad actual.
Reflexión acerca de las consecuencias del positivismo científico, como
resorte ideológico de la racionalidad del capitalismo avanzado. Una
reducción del conocimiento al dominio técnico y, consecuentemente, una
expulsión del conocimiento especulativo, de la razón reflexiva, como
instrumentos propios de una etapa que se dice que ha sido superada.

La sociedad aparece descrita por dos planos superpuestos –el mundo de la


vida y el sistema social-, cuyos perfiles están dibujados, respectivamente, por
la racionalidad y la complejidad. La complejidad creciente del sistema
social invade, condición y dirige el mundo de la vida, degradando sus
atributos más significativos, como son la libertad, la identidad, la memoria,
el sentido natural de la existencia. El sistema aparece descrito por el
mercado y por el conjunto de instrumentos institucionales y estratégicos –en
especial a través de los medios- que lo informan, con una fuerza envolvente
que reduce el espacio público, la esfera cívica de la innovación, el margen
de expresión de la cultura democrática.

Habermas se pregunta si es posible plasmar un sistema social en el que las


inquietudes de la opinión pública, sus anhelos y proyectos, tengan una

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traslación al plano de la acción política, a la gestión. Esto es, si es posible
superar la regulación administrativa de la democracia por una democracia
autoconstructiva, guiada por la interacción comunicativa de los individuos
que la integran.

Especial importancia tiene la posición de Habermas en la “cuestión de la


modernidad”, que no queda resuelta, a su entender, con la ruptura
ideológica de la racionalidad o el desarme postmoderno. Postmodernismo
que el pensador alemán sitúa en el plano de las ideologías conservadoras,
donde priman las ilusiones que entierran la dialéctica de la historia sin que
aún, en la realidad social, se sinteticen los valores de la emancipación y del
consenso o se alcance una comunidad de comunicación libre –
‘comunidad ideal de comunicación’-, un espacio ético o un ‘mundo de la
vida’ descrito por valores compartidos. La modernidad, como escenario
meta o de superación de las contradicciones que marcan la historia, está
lejos de alcanzar su efecto emancipador, al tiempo que el capitalismo
avanzado oculta sus contradicciones con simulaciones de la realidad y
liberaciones virtuales que hacen palidecer la observación crítica del tiempo
presente.

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