“Si queremos decir que determinadas relaciones o prácticas son patológicas, hemos de remitirnos a formas sanas de
praxis social”
(Axel Honneth, a propósito de una entrevista)
Para plantear las ideas que tenemos a este respecto, vamos a plantear tres premisas
fundamentales1:
Tenemos, por tanto, tres premisas que marcan la distinción de las tres generaciones de
la escuela, pero que se pueden conjuncionar en una sola: la exigencia de una
racionalidad crítica ante una sociedad reificada de patologías que no buscan reconocer
un marco de comunicación con un fin humano, ampliado y social.
Dice Martín Jay (1974) que la escuela de Frankfurt nace un 3 de febrero de 1923.
Pero se sabe que antes de esa fecha existieron aprestos interesantes que hay que
mencionar: la revolución Rusa de 1917 que había trascendido en Europa. Ante este
acontecimiento, como ya había sucedido con Kant y Hegel, los pensadores alemanes de
ese tiempo se preguntaban si la revolución se generaría también en Alemania. Ante este
problema, surge la llamada crisis del marxismo, motivo fundamental para plantear un
1
Queremos dejar en claro que no vamos a referirnos a la biografía de ninguno de los integrantes de la
escuela de Frankfurt, esto es, ninguno de los autores mencionados de las tres generaciones están
detallados en fechas de nacimientos y fallecimientos.
Nos hemos regido al tenor de un trabajo superficial que quiere cumplir un objetivo: replantear en lo
básico la escuela de Frankfurt utilizando una disertación.
1
seminario sobre marxismo, en Ilmenau Thuringia, donde invitados como Georg
Luckács, Karl Korsh y otros, imparten charlas sobre tal temática.
Por otro lado, la Primera Guerra Mundial de 1914-1918 había marcado a las
generaciones de es tiempo, transformándolos en sujetos críticos a su situación histórica
y social.
Considérese ahora que estas dos situaciones hacen necesaria buscar respuestas a los
problemas de ese tiempo. Entre estos problemas se encontraba la concepción marxista
en su totalidad; esto es, la concepción de la fuerza de trabajo, el modo de producción,
las formas de producción, las relaciones de producción que, al parecer, no habían tenido
sentido revolucionario en Alemania. Era menester someterlos a una reconsideración y
tematización; y son los más entendidos en filosofía marxista los que van a iniciar esta
faena. Como consecuencia, el seminario sobre marxismo antes mencionado concluirá
con la fundación de un Instituto de investigación social del cual se hará cargo Carl
Grumberg, aunque debería serlo Kurl Albert Gerlach, quien fallece tempranamente
aquejado de una enfermedad. Tal Instituto estaba financiado por Herman Weil un
industrial que se había hecho de fortuna por lugares argentinos, como exportador de
granos.
1ro. La Razón: es un concepto que debe concebirse de forma especial. Para la Escuela
esta palabra se debate entre dos acepciones: Vernunft (fundamento, concepción de
vida, esencialidad del ser, del ser humano; horizonte de referencia absoluta de la historia
de realidad), Verstand (simple entendimiento instrumental) (Marcuse, 1972). La
polémica entre ambas acepciones se remonta a Kant y a Hegel, a través de los escritos
del joven Marx o del Marx de la Crítica a la economía política. Esta polémica sostiene
que el modo de producción capitalista, a través del mercado, ha determinado el sistema
2
social, para cambiarlo necesitamos cambiar su modo de producción, su economía, es
decir, la fuerza de trabajo, en cuyo caso las relaciones de producción están
determinadas. Así, Marx considera que la contradicción entre fuerzas productivas y
relaciones de producción llegarían a generar la crisis del sistema capitalista, y solamente
a través de la crítica a este sistema, tales contradicciones serían efectivas; en todo esto,
sin embargo, de lo que se trata es de concebir la categoría de productividad desde un
punto de vista más racional, humanista y liberador, que instrumental y cosificatorio.
Por tanto, la Razón asume un contenido humanista y fundamentalmente histórico-
realista y absoluto. Es decir, la Razón es una productividad que debe buscar la libertad
del ser humano conllevando con todas las consecuencias este respecto. Contrariamente,
la Razón se torna en un instrumento de perfección del mercado que únicamente busca la
productividad para la satisfacción de unos pocos; la Razón se convierte en un
instrumental de intereses que no buscan el bien común. De aquí que Marcuse criticara
esta concepción racional como Unidimensional y Horkheimer hablara de la crítica a la
Razón instrumental.
En consecuencia, para la teoría crítica el conocimiento nunca deja de ser resultado del
contexto social, de la totalidad histórica, del referencial humano como tal; en cambio,
para el positivismo el conocimiento es un conjunto instrumental que sirve para el logro
de un avance técnico, científico y normativo, al grado de perder el objeto del
conocimiento por la objetivización metodológica (Adorno, 1979).
Esta generación problematiza, sin embargo, dos cuestiones que no podemos dejar de
nombrarlas: el problema de la normatividad de la Razón y el elevado aristocratismo
academicista de su miembros; Adorno, por ejemplo, era un crítico defenestrador del
jazz., Horkheimer no dejaba de ser soberbio ante las nuevas generaciones (H. C. F.
Mansilla, 1987). Con todo, los críticos de esta primera generación, no dejaron de
acusarles por ser defensores de una Razón moderna y rígida que sólo podía ser asumida
por una exigencia conciencial del individuo.
3
Es claro que esta generación tiene como principal protagonista a Jürgen Habermas y
su postura ante la teoría crítica de viene sostenida desde su tesis doctoral sobre la
opinión pública, pasando por el fenómeno de los intereses del conocimiento y la acción
comunicativa.
De esta forma, Habermas considera que existen tres formas de acción: el trabajo, el
lenguaje y la interacción social. A través del trabajo se alcanza un dominio técnico y
científico de la naturaleza. A través del lenguaje se alcanza un dominio por la lectura de
la historia, de la cultura y la sociedad. A través de la interacción social se alcanza el
interés común social, los consensos y los acuerdos liberadores de la humanidad, es
decir, sus emancipaciones que no sólo radicarían en la subjetividad del los individuos,
sino en la intersubjetividad de todos los individuos.
Por tanto, la teoría crítica ahora adquiere carácter de teoría de la acción comunicativa
cuyo objetivo radica en tres premisas: autojustificarse por sí misma, ser una teoría
absoluta, marcar una concepción metodológica que nos permita llegar a los verdaderos
sentidos de la interacción social a sí como a su nivel no-comunicativa, descubiertos a
través de los actos del habla y bajo condiciones de validez del diálogo, tales como el
mundo de vida, el Otro, los deseos, las circunstancias, por ejemplo.
Como dijimos más arriba, la teoría crítica de Habermas proviene de su tesis doctoral
sobre la opinión pública, en otros términos Habermas piensa que hubo un tiempo en el
los grupos sociales protestaban y discrepaban y se oponían a las resoluciones del poder
a través de quejas, denuncias, y espacios que se aprovechaban para tal efecto. Es a
partir de este tópico que surgen las interacciones intersubjetivas sociales y se posibilita
la existencia de una opinión pública (Habermas, 1999) que lamentablemente utiliza la
crítica como un instrumento para el mantenimiento de un sistema de poder
4
Queda como fiel representante de esta tercera generación Axel Honneth quien,
después del retiro de Habermas a su correspondiente cátedra el año 2001, pasa a
reemplazarlo.
Bibliografía
ADORNO, Th.
1979 La sociedad Ed. Proteo Buenos Aires 205 págs.
JAY, M.
1974 La imaginación dialéctica Ed. Taurus Madrid 511págs
HABERMAS, J.
1999 Conciencia moral y acción comunicativa Ed. Península Barcelona
219 págs.
MANSILLA, H.C.F.
1987 “Max Horkheimer”, en Presencia Cultural La Paz Pág. 4
MARCUSE, H.
1972 Razón y revolución Ed. Alianza Madrid 445págs.