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DEDICATORIA

Esta obra está dedicada a Dios por darme la vida y fortaleza, a mi esposa
quienes han estado a mi lado todo este tiempo en que he trabajado en
esta obra, a mis padres, hermanos, a mis suegros, especialmente a mi
suegra Margarita que desde el cielo nos cuidas y nos bendices. A mis
amigos, quienes me han apoyado y a todos los que prestaron ayuda,
redactores y especialmente a todos los licenciados de las Fuerzas
Armadas que hemos servido a nuestra patria, a todos aquellos dedico
este libro con cariño y un muy grande agradecimiento.
Jaime Rafael
Olórtegui Azañero

“VÍCTIMAS INVISIBLES”

Memorias de Un Voluntario en Lobitos

Amigos Editores
Perú
“VÍCTIMAS INVISIBLES”
Memorias de Un Voluntario en Lobitos

Autor: Jaime Rafael Olórtegui Azañero


E-mail: abog54198@gmail.com
Página Web: www.abogadosurgencias.com

Edición : AMIGOS EDITORES PERÚ


Editor : Agustín Carlos Alva Bazán
Calle : Leoncio Prado N° 99 / Laredo - Trujillo - Perú
Cel.: 950594357 E-mail: amigoseditores@gmail.com
Página Web: www.agustincarlosab.com

Primera Edición Digital: Octubre de 2021

Hecho el Depósito Legal


en La Biblioteca Nacional del Perú N°: 202108407

 Derechos Reservados.

PRÓLOGO
VÍCTIMAS INVISIBLES: Memorias de Un Voluntario en Lobitos, de Jaime Rafael Olórtegui
Azañero; más que narración de acontecimientos durante el servicio militar obligatorio en un
contexto de conflictos limítrofes con el país vecino del norte y guerra interna contra el
terrorismo, lo que hacía necesario un constante y fuerte entrenamiento que prepare física,
psicológica y emocionalmente al personal de tropa para desenvolverse en óptimas condiciones
en cualquier teatro de operaciones que pudiera encontrase, ya que el soldado cubre su
puesto, se desplaza al lugar y en el tiempo que le asigna el comando superior inmediato, sin
dudas ni murmuraciones; la presente obra confronta la verdadera preparación militar con el
abuso de autoridad que presenció y del que fue Víctima Invisible Un Voluntario en Lobitos y
todos los soldados de tropa que en esos años cumplían con su servicio militar obligatorio.

En estas memorias describe de manera cruda los abusos físicos, psicológicos y emocionales
que se cometían contra el personal de tropa durante muchos años y que promoción tras
promoción con la venia y complicidad de algunos oficiales y técnicos suboficiales que
disfrutaban de la crueldad con que trataban a muchos voluntarios y levados, de los que gran
parte terminaban desertándose o quedándose faltos en su primer o cualquier otro permiso:
unos, porque ya no resistían tanto abuso y las múltiples carencias en el desierto de lobitos;
otros, por no cumplir órdenes demasiado injustas o para evitar desgraciarse con alguno más
antiguo o de grado superior. Sin embargo, hubo quienes salieron de baja cumpliendo con su
servicio militar obligatorio; unos, a continuar con la vida que llevaron antes de su servicio
militar; otros, asumieron retos importantes para mejorar su calidad de vida, ser mejores
personas, buenos profesionales y realizar actividades sobresalientes y necesarias para la
sociedad.

Los textos escritos por el personal de tropa en actividad o licenciados de nuestras FF AA, que
narran sus vivencias, son indudablemente para resaltar la importancia de nuestra presencia y
permanencia en filas. La mayoría, por lo general, solo rememoran las vivencias; pero algunos,
como VÍCTIMAS INVISIBLES: Memorias de Un Voluntario en Lobitos, además de rememorar
las vivencias y revalorar nuestra presencia, explícita y directamente proponen una
compensación integral para el personal de tropa, tanto para licenciados como para quienes
están en servicio activo, a la vez que se reevalúe y reestructure el tratamiento económico por
el servicio militar, cuya retribución debe ser no menor a un salario o sueldo básico,
independientemente de la alimentación, la vestimenta, el calzado y el alojamiento que debe
correr por cuenta de las FF AA, ya que tales beneficios son parte del mismo servicio por la
permanencia de las horas al día que el personal de tropa está a entera disposición de nuestras
instituciones armadas.

Laredo - Trujillo, Octubre de 2021.

Agustín Carlos Alva Bazán


Lic. EP

PRESENTACIÓN
“Víctimas Invisibles” Memorias De Un Voluntario En Lobitos, es una obra que narra
los abusos que cometían los soldados de mayor jerarquía contra los menos antiguos;
abusos que muchas veces eran tan denigrantes, tanto física como psicológicamente,
hasta considerarnos y tratarnos como animales (perros) o insectos (chinches);
costumbre que por años se dio, “las órdenes se cumplían sin dudas ni
murmuraciones”, todo con el pretexto de la lucha interna y guerra externa
especialmente, fuimos víctimas invisibles en el desempeño de nuestro servicio militar
obligatorio. Sin embargo, ante la adversidad de los militares hostiles y el desierto de
lobitos con muchas carencias como era la falta de agua, alimentos e inclemencias de la
naturaleza, la moral del soldado es implacable para prepararse día a día militarmente
para la defensa de la nación.

Los hechos se dan en uno de los mejores batallones de infantería que ha tenido el
Glorioso Ejército Peruano, el BIM 3 Glorioso Ayacucho en el Campamento Militar de
Lobitos - Talara; donde, desde reclutas nacen los lazos de amistad, compañerismo para
salir adelante en tan noble y abnegada misión de ser un soldado de la patria; en este
contexto se da el surgimiento de los hermanos lobos, quienes pasan una serie de
acontecimientos, hechos funestos, así mismo el poder de la mente, y proponerse a
que todas las metas que uno se trace se pueden conseguir en la vida, que a pesar de
que entre hermanos de armas, los superiores en grado nos denigraron al igual que
algunos civiles, los licenciados nos hemos trazado metas y hemos conseguido
superarnos en la vida, inclusive hemos logrado ser profesionales universitarios y
técnicos de primer nivel y el desempeño de diversos oficios.

Hoy día los licenciados somos olvidados por los gobernantes de turno quienes son
mezquinos al no indemnizarnos por el gran sacrificio que hicimos en nuestra
adolescencia y juventud; a pesar que los licenciados de las fuerzas armadas
contribuimos a la pacificación nacional y a la defensa de la soberanía nacional, muy
pocos reciben una pensión, el autor propone la forma como los licenciados de las
fuerzas armadas podrán conseguir beneficios a favor de todos los soldados de la
patria, que conformamos el personal de tropa, esta obra es un homenaje a todos los
licenciados de las Fuerzas Armadas que hemos servido a nuestra patria.

El Autor

DE VOLUNTARIO ME PRESENTÉ
Cuando era un adolescente de 17 años, me presenté de voluntario al ejército de mi patria a las
8:00 a.m., a pesar que ya contaba con los trámites para sacar mi libreta militar porque iba
seguir estudios superiores en la universidad.

En aquellos años nadie quería servir al ejército porque muchos soldados morían en
enfrentamientos sangrientos para lograr la pacificación nacional y defender la soberanía
nacional.

Muchos buscaban pretextos para no presentarse a las Fuerzas Armadas de voluntarios, a pesar
que el servicio militar era obligatorio, ya sea por temor y también por la dureza en la
formación de los soldados; por lo general servían en el ejército la gente de bajos recursos
económicos, con la finalidad de forjarse un futuro en la vida, luego de conseguir su libreta
militar; los levados eran obligados a prestar el servicio militar obligatorio, por nuestra edad y
desconocimiento muy pocos teníamos vocación de servicio y amor a la patria.

Salí de mi hogar muy temprano aquella mañana sin despedirme de mis padres, ni de mis
hermanos; abandonándolo todo, hasta mis estudios y las pequeñas comodidades que tenía en
casa. Yo en plena adolescencia desbordante, sentía ese llamado de la patria para defenderla,
ya que mi país se encontraba en guerra interna y externa.

Llegué al cuartel de mi ciudad y me formé en la fila, junto con los que se estaban presentando
de voluntarios al ejército.

Los soldados que estaban de guardia en la puerta de ingreso al cuartel, me dijeron: “¿qué te ha
pasado para venir al ejército de voluntario, porque no sabes lo que te espera?”, “¿y qué te has
creído para venir así vestido (en short, polo y sandalias) piensas que has venido a la playa?”,
me dijo el soldado de la policía militar. Yo le respondí que siempre escuché que toda la ropa
civil y todo lo que llevas puesto se te es decomisada cuando te presentas en el ejército.

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En todo momento yo me sentía tranquilo. Llegando pude ver el semblante de muchos
adolescentes en su mayoría personas de condición humilde; se les notaba mucha tristeza,
aunque parecían sentirse orgullosos de poder convertirse en soldados.

Nos formaron en el patio. Aproximadamente unas cien personas pasamos revisión médica por
médicos militares quienes me declararon apto para servir, a pesar de tener pie plano; muchos
que nos presentamos en ese día fuimos seleccionados para servir.

En esos años era obligatorio el servicio militar, pero solo en su mayoría servían personas de
escasos recursos económicos porque los hijos de los que tenían solvencia económica, es decir
los hijos a quienes se les brindaba toda la comodidad, nunca servían a la patria, siempre
buscaban pretextos para no hacerlo. Por eso el servicio militar debe ser obligatorio como fue
en su momento en Estados Unidos en que pobres y ricos servían a su patria, hasta los artistas
famosos lo hacían.

Con voz de mando, muy enérgico y convincente, el Capitán Sotomayor expresó que había
venido a llevar personal de voluntarios para que hagan servicio militar en Lobitos que queda
en el norte cerca de la frontera con Ecuador. Sotomayor era de contextura gruesa, pero era el
típico norteño, alegre y bonachón; en todo momento decía que los que fuéramos a Lobitos,
donde las tierras son paradisiacas, jamás regresaríamos porque allá existían mujeres hermosas
de ojos verdes, descendientes de los ingleses, que allí nos casaríamos y formaríamos nuestras
familias. Cosa que no fue cierta porque al llegar a Lobitos solo había militares y gente civil que
eran en su mayoría pescadores de condición humilde, pero personas muy pacíficas. Las
mujeres de ojos de color verde, si existieron, pero hacía años habitaron Lobitos porque
vinieron de Inglaterra con sus familiares cuando estos vinieron a explotar el petróleo; pero
luego murieron, quedando enterrados sus cuerpos en el cementerio antiguo ingles de Lobitos
o se marcharon a su tierra porque Velasco expropió esas tierras y expulsó a todos los
extranjeros. Casi toda la ciudad de Talara es zona petrolera al igual que Lobitos.

Por lo que me pusieron en el grupo de este peculiar oficial, ya que


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había otro grupo con destino a Ayacucho, pedí permiso para llamar a mis familiares para
comunicarles mi decisión de haberme presentado al ejército de voluntario y que viajaría al día
siguiente a un lugar llamado Lobitos, pidiendo que me llevaran una chompa, un pantalón y
zapatillas. A la hora después que llamé, mi padre y mi hermano mayor llegaron molestos, por
mi decisión, entregándome lo solicitado y un taper de tallarines con pollo; tan grande fue mi
tristeza que no comí nada de lo que me llevaron, aquel día lo recuerdo como si fuera ayer, a
pesar que han pasado tantos años aún lo recuerdo con nostalgia; ese día me encontraba muy
triste porque nunca había salido de mi hogar a tierras desconocidas, me sentía como un
conquistador o Marco Polo que viajaba a lo desconocido y con un futuro incierto. Un soldado
de la guardia me dijo que comiera porque esta sería la última comida que comería, pero yo no
entendía por qué me decía eso; entonces les invité mi comida a los soldados de guardia y en el
acto la devoraron.

Luego ya en Lobitos comprendí porque me dijo eso, pues la comida que nos daban en el
cuartel era de lo peor; casi siempre eran frejoles con gorgojos (insectos pequeños), pescado
con agallas, la famosa pota sancochada o cuando se morían los caballos en el cuartel de
caballería de Sullana, comíamos su carne. Es por eso que por años he detestado la pota;
inclusive cuando conocí a quien hoy es mi esposa, le pregunté qué platillo era lo mejor que
preparaba y ella me respondió que era chicharrón de pota; yo creo que por amor, después de
tantos años, acepté nuevamente comer dicho molusco que es muy nutritivo.

VIAJE Y LLEGADA A LA 8VA DIVISIÓN DE INFANTERÍA

Al día siguiente muy temprano pasamos rancho (desayuno en el cuartel) y nos marchamos de
mi hermosa tierra, la ciudad de la eterna primavera. En el interior del vehículo del ejército iban
dos desertores bien resguardados y odiados por los dos soldados de la policía militar (PM)
llamados números; en cada uno de los dos MAN (camiones del ejército) iban dos números
cuidándonos en el viaje a Lobitos, aproximadamente íbamos cincuenta personas en cada
vehículo.
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Los desertores a cada rato pedían permiso para ir a “bajar de peso”; primero me parecía
curioso, pero eso significaba que deseaban ir al baño, en plena carretera Panamericana Norte
paraba el camión del ejército y los desertores bajaban a defecar yendo bien resguardados y
odiados por los soldados de la PM.

Llegamos a la ORM (Oficina de Reclutamiento Militar) de Chepén donde cuatro adolescentes


que apenas tenían dieciséis años, mal vestidos, medios flacuchos y narizones, subieron al MAN
en que yo viajaba con los demás voluntarios, desertores y levados (personas que van por
obligación al servicio militar).

Luego llegamos a un cuartel en Chiclayo y como no había rancho para nosotros, partimos
inmediatamente, pasamos por un cuartel en Piura y tampoco allí había rancho. Ya en Sullana,
llegamos a un cuartel donde solo nos dieron una tasa de avena sin azúcar porque el capitán
Sotomayor nos dijo que dijéramos que a nosotros nos gusta la avena sin azúcar y sin pan.

Recién a las 6:00 p.m. llegamos a nuestro destino. Lobitos es uno de los seis distritos que
conforman la provincia de Talara ubicada en el departamento de Piura en el Norte del Perú.
Limita, por el Norte con el distrito de El Alto y por el Sur con el distrito de Pariñas. En el distrito
de Lobitos las instalaciones que ocupó la 8va División de Infantería pertenecieron a la
Compañía Petrolera Lobitos de empresarios ingleses, es por eso que hasta la fecha existe un
inmenso cementerio de los ingleses que se encontraba abandonado cerca a los polvorines de
esta gran División de Infantería.

No sabíamos dónde nos encontrábamos, pero al llegar a Lobitos nos dijeron que llegamos a la
plaza llamada de Los Héroes; al mirar hacía los cerros observé una inmensa bola metálica,
también pude observar sus hermosas y paradisiacas playas, una plazuela que tenía al frente
una iglesia, un cine antiguo y el cuartel general construido con material de madera; muy
hermosas dichas construcciones que al parecer tenían muchos años pero se encontraban en
perfectas condiciones y bien acomodadas; también observé un inmenso desierto donde
estaban los zancudos (maquinarias que extraen el petróleo crudo desde las profundidades del
sub suelo). Mirando al mar se puede observar las inmensas plataformas marinas cuyas
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estructuras son de acero y madera, enclavados en el fondo del mar; también observé una serie
de aves marinas y lobos marinos. Luego nos ubicaron en la parte trasera de la comandancia
que era muy hermosa, construida de pino Oregón por los ingleses, con un impactante reloj del
mirador que estaba ubicado en la parte más alta del inmueble; al fondo a la derecha estaba el
hermoso casino militar, frente al mar bajamos a formar en filas como ordenó un oficial,
haciendo seis filas sucesivamente bajaban y bajaban los voluntarios, levados y desertores;
cuando bajé, un oficial me mandó a la primera fila que era de norte a sur dando frente al mar;
de pronto el Sargento Mono Berti preguntó: “¿algún norteño que sea mi paisano?”, yo
levanté la mano y respondí: “yo, soy el voluntario León”, entonces el sargento me dijo: “no te
muevas de acá, paisano León -y concluyó diciendo- este se va al Glorioso BIM 3”. Y así seguían
bajando y mi paisano nuevamente me reiteró: “no te muevas de acá, este es al Glorioso BIM
3”. De pronto bajó Malagueña y cayó en la cuarta fila y mi paisano se acercó a él diciéndole:
“acá estás solo, ve cómo te vas a la primera fila, allá es para el Glorioso BIM 3”. Al momento
bajaron: Chupitos y el Soldador y se fueron a la última fila; entonces mi paisano les avisó que
estaban solos, indicándoles que se cambiaran para la primera fila; Malagueña cambiando de
fila en fila llegó a la primera, pasándose inmediatamente, también Chupitos y el Soldador lo
hicieron para ir al Glorioso BIM 3.

Un oficial dio la orden que los de la última fila suban a un camión, nosotros éramos nuevos y
no conocíamos; los camiones eran modelo LA y al oficial que daba las órdenes le brillaban los
soles en los hombros; sin saber nosotros que grado tenía, dio la orden que el camión se vaya y
yo me pregunté por qué ordenaba que cada oficial lleve su personal a sus unidades,
empezando por la primera fila; y el oficial que nos llevaba a nuestra unidad de servicio, me
respondió que era el General de toda la 8va. División de Infantería.

Luego en el trayecto al batallón de destino mi paisano nos manifiesta que en la entrada a


Lobitos se encontraban la Compañía de Comunicaciones Nº 8, Compañía de Policía Militar Nº 8
y la Compañía de Comandos Nº 8, luego me señalo el Batallón de Ingeniería de Combate
Motorizado Machupicchu Nº 8, señalándome posteriormente el Batallón de Infantería
Motorizado
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Iquique Nº 31. Luego al señalarnos el cerro, vi una tremenda fortaleza, una hermosa casa bien
resguardada por Militares, donde había árboles de algarrobo; “es la casa del general”, dijo
Berti y luego nos señaló: “Allí queda el Grupo de Artillería de Campaña Nº 8”. También Berti
nos manifestó que en el Alto estaba ubicado el BIM Tarapacá Nº 17; puede observar un
tremendo muelle construido con enormes tablones, donde estaban pescadores de la zona;
luego nos señaló el Batallón de Servicios Nº 8 donde estaba la panadería de toda la división. En
Lobitos se encontraban acantonados los batallones motorizados a orillas del mar, pertenecían
a la 8va División de Infantería que en aquellos tiempos era una gran unidad de combate, esta
división de infantería participó en la guerra interna y externa, contribuyendo a la pacificación
nacional y a la defensa de la soberanía nacional. El clima desértico de Lobitos se traduce en
cambios de temperatura durante todo el día; en horas de la mañana y de la noche, el frió  y el
viento son intensos; en las tardes hace un calor insoportable.
LLEGADA AL GLORIOSO BIM 3

Cuando nos acercábamos al mejor batallón de infantería de la 8va. División, vi un letrero que
decía: Bienvenidos al Batallón de Infantería Motorizado “Glorioso Ayacucho” Nº 3;
observando, en un cerro de arena de izquierda a derecha que parecía como un puente, una
tranquera de fierro color amarillo y negro, que impide el paso de personas no autorizadas;
ingresando a la izquierda se encontraba la sala de guardia y el bote (calabozo donde
mandaban a los soldados relajados o por haber cometido algo grave en el desempeño de su
servicio). Aquel día estaba de servicio el subteniente Vilchérrez; a la derecha frente a la guardia
estaba ubicada la sala de visitas donde se podía observar en la pared frontal los tres principios
morales del imperio incaico, ama sua (no seas ladrón), ama llulla (no seas mentiroso) y ama
quella (no seas ocioso), con letras amarillas y grandes en un fondo negro, principios de nuestro
gran Imperio de los Incas que todo soldado de la patria debería seguir; luego, al avanzar, a
unos quinientos metros se observaba la proveeduría donde se almacenaban los víveres para el
personal de tropa, oficiales y suboficiales, al costado se encontraba la ranchería de tropa y en
las afueras de ella se podía observar una
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estructura metálica con tubos, de aproximadamente medio metro de altura y cinco metros de
largo, donde los rancheros (cocineros) ponían sus pailas para proveer alimentos al personal de
tropa; allí nos servían la comida en nuestras gamelas o charolas de metal con varios
compartimentos, en los que servían nuestros alimentos, para eso el personal de tropa pasaba
de paila en paila, en forma ordenada desde un ambiente de formación donde se alineaban los
integrantes de las cinco compañías que eran la Compañía Comando y Servicios, Morteros,
Águila, Buitre y la Compañía Cóndor; luego el personal de tropa se dirigía a la izquierda donde
se encontraba el comedor con unas paredes de ladrillo pero en mal estado de conservación,
corroídas por la brisa del mar y el trascurso del tiempo, con bancas de madera muy viejas de
color celeste en las que podían sentarse cinco personas en cada lado, en total diez soldados
entraban en la banca; al fondo del comedor se encontraba el puesto de vigilancia PV-7 donde
había una pequeña tranquera que nos separaba del GAC 8 (Grupo de Artillería de Campaña N°
8), en el ejército grupo es equivalente a batallón; al costado había pequeños estanques donde
se almacenaba agua para la ranchería, pero casi siempre se encontraban vacíos porque solo
traían agua en una cisterna mediana únicamente para preparar el rancho para la tropa y
oficiales; al costado se encontraba el cajón de arena donde nos daban instrucción y luego se
encontraba las oficinas de Estado Mayor del Glorioso BIM 3: el S1, S2, S3, seguidamente había
los almacenes de armas y prendas de todas las compañías, excepto de la Compañía Águila; en
la parte trasera de los almacenes existía bastante arena y al fondo se encontraba el mar, al
centro del batallón se encontraba la canchita de fulbito donde formábamos y pasábamos lista
todos los militares del batallón y los soldados recibían instrucción de los suboficiales y
oficiales, especialmente por el comandante del batallón; al frente se encontraba el comedor
de oficiales y suboficiales, terminando a la derecha de la canchita de futbol se encontraba el
puesto La Cruz con el PV-5, por su altura tenía vista panorámica y se podía observar todo el
batallón y batallones vecinos, el desierto y el mar de Lobitos; al terminar la canchita, a la
izquierda estaba la comandancia, al doblar a la izquierda se encontraba la Compañía Comando,
al centro la Compañía Buitre y a la derecha se encontraba la Compañía Morteros, terminando
a la derecha estaba el almacén de prendas del batallón, al frente los baños que eran
llamados malacates
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(la palabra malacate tiene el significado de "especie de cabrestante movido por una
caballería, que se suele usar en las minas para sacar minerales”) de las Compañías : Buitre,
Morteros y Comando; luego siguiendo el recorrido del batallón encontramos al galpón donde
se estacionaban los vehículos del Glorioso BIM 3, a la derecha estaban los malacates de las
compañías: Águila y Cóndor, habían duchas y baños en dichas instalaciones; al frente del
galpón estaba dos compañías: Cóndor y Águila, ingresando a la mano derecha se encontraba
la primera compañía, en la pared había un dibujo de un cóndor agarrando entre sus garras un
Misil, en la otra compañía tenían el dibujo en la pared de una águila agarrando entre sus garras
un FAL (Fusil automático ligero); había camarotes en regular estado de conservación, las
frazadas y colchones eran muy viejos y deteriorados por el transcurso del tiempo y porque
fueron utilizado por muchos integrantes de diversas promociones de soldados del servicio
militar; dicha cuadra era inmensa, pero estaba dividida por la mitad con taburetes viejos de
cada compañía y al fondo estaba el almacén de la Compañía Águila; saliendo de la Compañía
Cóndor, a la derecha existía un taller de baterías a cargo de la Compañía Comando y luego el
taller de mantenimiento a cargo de los sub ofíciales mecánicos; al fondo quedaba el local de la
enfermería del Glorioso BIM 3, donde nos llevaban a curarnos cuando nos sentíamos
enfermos, allí nos cuidaban y nos daban descanso; al fondo del cerro existían los puesto de
control: el PV-1, el PV-2, el PV-3, el PV-4 (donde había una tranquera) y el PV-5. En dichos
cerros practicábamos tiro con RPG que es un lanzacohetes o arma antitanque portátil de
origen ruso, lanzable desde el hombro, capaz de disparar un cohete no guiado equipado con
una ojiva explosiva; y por todo el batallón se podía observar árboles de algarrobo y maleza,
que era lo único que crecía en el batallón y en aquel desierto de Lobitos.

Al llegar al Glorioso BIM 3, nos quedamos sorprendidos porque vimos soldados equipados en
el patio, soldados de guardia con su fusil, todos corrían desesperados ante la orden de un
oficial o un soldado antiguo; la vida de ser soldado estaba a un paso, para servir a nuestra
patria como me lo propuse, por amor a ella deje todo: a mis seres queridos, estudios,
comodidades, en mi hogar hasta contábamos con servicio doméstico, ya que mi familia era de
clase media y vivíamos cómodamente en una urbanización, mis padres son profesionales
jubilados.

Estuvimos como quince días pasando rancho y sin hacer nada, solo los más antiguos,
suboficiales y los oficiales nos cuidaban para no desertarnos, pero nadie nos golpeaba; pero,
luego que nos dieron el uniforme verde olivo comenzó la masacre y al día siguiente nos
repartieron a diversas compañías del Glorioso BIM 3.

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