Está en la página 1de 266

Derechos de Autor en trámite.

Edición: Eisa Pachacama


Diseño: Julio Flores
Impreso en Ecuador

4 ] Carabineros: Punto de Partida ]


Presentación

A
l señor general Jaime Sáenz Segovia lo conocí cuando yo
era cadete; él retornaba de una beca en México y llegó a
la Escuela de Policía como profesor de mi curso. Luego de
su retiro de la Institución perdí contacto con él hasta 1990, en
que ingresé a la Sociedad de Egresados del Instituto Nacional de
Policía y le encontré como uno de los socios más respetables. Allí
pude constatar que había perdido casi completamente la vista, no
obstante lo cual siempre estuvo en todos los actos sociales y cul
turales; actitud que me impresionó gratamente, pues a pesar de la
deficienciafísica se percibía que le sobraba entusiasmo, optimis mo
y ganas de estar siempre con sus amigos, de participar acti
vamente en la vida y proyección de esa organización.

Me ha pedido que haga la presentación de su obra "Carabine


ros: Punto de Partida", y he aceptado con entusiasmo el honroso
encargo.

A través de la lectura del libro he conocido mejor al autor, como


hombre y policía: su inteligencia, la ponderación de sus conceptos, la
ecuanimidad de sus críticas y sobre todo su devoción por la institu
ción que lo formó y a la que e? dedicó sus mejores esfuerzos.

Su trabajo se inicia con una breve descripción de la "Guerra de los


Cuatro Días" y las huellas que este hecho dejó en su joven espíritu,
la decepción por la estupidez que ayer y hoy caracteriza a buena
par-
1 Carabineros: Punto de Partida 1 5
te de los ecuatorianos, que dedica su tiempo y capacidad a luchas es
tériles que cada vez más sepultan al país en la miseria material y es
piritual. Su narración concluye con una semblanza del general Al
berto Enríquez Gallo, a quien llama con razón: "pionero y forjador
de la anhelada profesionalización policial".

De la Escuela Militar de Carabineros comenta su régimen inter no,


autoritario y despótico como siempre; y de la mayoría de los pri
meros brigadieres nos dice: "fueron nuestros primeros enemigos, es
pecie de barbarie que se introdujo desde aquel momento en la vida
de la Escuela". Estafrase nos sonroja un poco, porque a lo largo de
la historia parece que todos quienes tuvimos la obligación de
erradicar para siempre estas taras, no hicimos lo suficiente.

De las condiciones materiales en que desenvolvían su accionar el


Cuerpo de Carabineros y la Escuela nos narra la eterna tragedia,
pues no sólo había pobreza sino miseria, tendencia y realidad doloro sa
que se ha mantenido en el tiempo y que prueba que vivimos en
una sociedad indiferente que sólo cri tica y exige más a la policía, sin
dar nada a cambio; gobiernos irresponsables que preocupados por es
quilmar al país, olvidaron cump lir obligaciones elementales con la
seguridad interna del mismo y mal utilizaron a la Institución en be
neficio de sus mezquinos intereses y, por qué no decirlo, mandos dé
biles y ambiciosos a los que más les interesó mantenerse en el pues
to que afrontar sus responsabilidades.

Después de comentar la triste -por la forma- graduación de la


Primera Promoción de Subtenientes, nos introduce en la vida co
tidiana de Cuartel, sus vivencias, angustias, el coraje de sus hom
bres y la abnegación en el cumplimiento del deber; para llevarnos
luego al holocaustofronterizo de 1941, del cual rescata el valor y
entrega de muchos oficiales y carabineros que defendieron heroi
camente el territorio patrio.
6 ] Carabineros: Punto de Partida ]
Tema importante de la obra, como tenía que ser, es la participación
de Carabineros en la revolución del 28 de mayo de 1944 en Guaya
quil. Empieza exponiendo la posición de la Policíafrente al Gobier
no de Arroyo del Río, que no podía ser otra que de lealtad y respaldo
por haber sido elegido por el pueblo, ya que el juramento que rendi
mos de defender la Constitución de la República, para los policías no
es un acto formal sino el compromiso solemne y consciente que ad
quirimos con la Patria. Comenta la situación crítica en que se encon
traba el Presidente y la ambición voraz de los políticos, que una vez
más unió a las izquierdas y derechas para martirizar a la Patria; po
líticos quefueron y son permanente lumpen moral y causa de todas
las tragedias del país. Resalta la actuación heroica de la mayoría de
los carabineros que defendieron el Regimiento Guayaquil y destaca
el valor del teniente coronel Ludgardo Proaño; acciones que prueban
que no es mejor combatiente el mejor armado sino el que
defiende una causa noble, en la que cree.

La parte más patética de la obra es la narración de las consecuen


cias profesionales del fatídico 28 de mayo: asesinato de decenas de po
licías; disolución del Cuerpo de Carabineros; baja de todo el personal
del Regimiento Guayaquil y de decenas de oficiales y tropa en la Re
pública; cambio de nombre -buscando queJuera lo más ofensivo- de
la Institución, que se llamó a partir de entonces Guardia Civil; de
signación como Comandante General de un teniente del Ejército en
servicio activo; incorporación a la Institución, como oficiales, de gen te
incapaz, descalificada y hasta delincuente. Es decir, liquidación de una
institución progresista y de gran proyección nacional. Posible mente
la tragedia más grave y más perjudicial para la seguridad del país y
la integridad de la Institución Policiat tuvo su origen en las acciones
políticas tomadas inmediatamente después del 28 de mayo de 1944.
Y ¿quiénfue el responsable de esta tragedia institucional? El autor
nos responde: "reseñar la represión a los estudiantes, el ase sinato de
sus líderes, la persecución y atentado contra los periodistas

1 Carabineros: Punto de Partida 1 7


y dirigentes sindicales ocurridos durante los mandatos presidencia
les del doctor Velasco !barra ocuparía varios tomos. Un gobierno
que jamás respetó los derechos humanos y que resolvió todos los
proble mas callejeros y las manifestaciones de protesta en su contra,
con la violencia, la prepotencia y la bala". Fue efectivamente
Velasco !ba rra el que empuñó la daga y ejecutó el crimen de
eliminar el Cuerpo de Carabineros y sus extraordinarias
proyecciones.

Estoy convencido que se trata de una obra amena y defácil lec


tura, que debe pasar por las manos de todo policía ecuatoriano dejan do
una huella en su cerebro, en su corazón y en su espíritu.

Finalmente, felicito al autor de la obra, pues con ella nos demues tra
que a su edad corre todavía por sus venas sangre de policía, per
maneciendofiel a sus ideales y principios; dejando en estas páginas
impresos sus recuerdos, para que su huella trascienda y reviva una
y otra vez la historia de los Carabineros.

Lenin Vinueza Mideros


General Superi or de Policía (SP)

8 ] Carabineros: Punto de Partida ]


Prólogo

E
l prestigio y connotació n de las instituciones no
provienen de ninguna manera del acaso; surgen
necesariamente de la actividad humana que se de
sarrolla en su interior, al amparo de los valores consoli
dados en su particular doctrina. Consecuentemente, re
sulta innegable que el hombre es el ú nico autor de su fe
licidad, de lo que se desprende que la ética individual o
colectiva no se resuelve sino con la conjugació n de su
voluntad, trabajo y esfuerzo.

Y en este marco nos insertamos todos los miembros de


la Policía Nacional, a lo largo de su extensa trayectoria de
ser vicio a la comunidad, compartiendo los momentos má s
ru
tilantes y también soportand o los instantes más duros y
aciagos; prolongado camino en el que se nos ha permitido
saborear sus triunfos y enarbolar sus victorias, así también
rendir tributo a la incomprensió n de ciertos sectores. Un
pasado institucional matizado del esplendoroso incentivo
que brindan la gloria, la dignidad y la entrega de sus
miem bros. Gratificante pasado, que es justamente lo que
todos los policías tenemos la obligació n de rescatar y
preservar.

En este sentido, la iniciativa y decisió n de conformar el


Instituto de Estudios Histó ricos de la Policía Nacional re
sulta altamente positiva y oportuna; pues este naciente
or ganismo, encargado específicamente de la
investigació n, recopilació n, registro y difusió n del acervo
histó rico institu cional, en su corta vigencia ha logrado
ya consolidar un
1 Carabineros: Punto de Partida 1 9
magnífico archivo documental y fotográ fico, como
primor dial sustento para la investigació n histó rica y la
edició n de libros que aporten al enriquecimiento cultural
de la familia policial, especialmente en el casi desconocido
campo de su historia.

En tal virtud, consecuente con los objetivos planteados


y en respuesta a los nobles propó sitos en marcha, me es
su mamente honroso poner a consideració n de los
distingui dos miembros del INEHPOL, y por su digno
intermedio de todos los integrantes de la institució n
policial, tanto en ser vicio activo como en pasivo, este
modesto trabajo de orien tació n histó rica que me he
permitido elaborar bajo el título de "Carabineros: Punto
de Partida", que a modo de "me morias" recoge las
experiencias policiales que me corres pondieron vivir
entre los añ os 1938 y 1960.

Estas particulares vivencias, muchas de ellas salpicadas


de anecdó tico tinte, tienen inic io a principios de 1938; jus
tamente cuando se crea la Escuela Militar de Carabineros,
fuente de reclutamiento y fo rjadora de los oficiales profe
sionales, y se forma a rengló n seguido el inolvidable
Cuerpo de Carabineros. Singular circunstancia que mar ca
para la Policía Nacional el comienzo de la má s trascen
dente etapa de su evolució n: la de profesionalizació n ins
titucional; verdadero cimiento de su actual desarrollo,
progreso y proyecció n. Por ello, el título de "Carabineros:
Punto de Partida".

Configurar en estricta secuencia los innumerables hechos


y acontecimientos ocurridos en este período, resulta casi
imposible; por lo que he creído conveniente estructurar es
ta obra má s bien en pequeñ os y someros capítulos,
tratan-
10 ] carabineros: Punto de Partida ]
do de mantener en su contenido el mayor orden
cronológi co posible. Relato concebido con el más grande
y respetuo so apego a la verdad y alejado completamente
del insustan cial comentario crítico y mordaz, pues
únicamente preten de evocar algunas de las experiencias
vividas, en claro mensaje de compañerismo y
confraternidad, con la exclusi va intención de evitar que
estos pedacitos de la historia po licial sean
irremediablemente condenados al olvido.

Con mi sentido agradecimiento a los directivos del


INEHPOL, por la deferente acogida brindada para ha
cer efectiva la edición de esta obra; quiero consignar
también mi gratitud y reconocimiento al señor capitán
de policía (SP) Mario Villalobos Molina, Director del
Museo Policial, por su invaluable aporte en la redacción
de los textos y la provisión de las fotografías ilustrati
vas, toda vez que mi limitación visual impide sobrema
nera desarrollar a plenitud este tipo de actividad, lasti
mosamente.

Ya en el ocaso de mi vida, pero lleno de satisfacción y or


gullo institucional, con la exteriorización de estos
emotivos recuerdos cumplo la vieja promesa de
contribuir en algo para la difusión y conocimiento del
extenso y rico pasado de mi querida Institución,
inequívoco sustento de su doc trina y de su genuina
identidad. Los hombres pasamos, las instituciones
perduran.

Jaime Sáenz Segovia


Comandante General de Policía (SP)

1 Carabineros: Punto de Partida 1 11


RECUERDOS DE JUVENTUD

C
orría el año 1932. Frisaba yo los 14 años de edad y esta
ba totalmente consciente de saber qué es lo que pasaba
en la ciudad de Quito, lugar de mi residencia.

Terminados mis estudios de primaria en la escuela fiscal "Vi


cente Rocafuerte" -situada en la calle Loja y Murgueitio-, conti
nuaba mi formación secundaria en el colegio "Juan Montalvo",
que en aquellos años se denominaba "Instituto Normal Juan
Montalvo". Vivía con mis padres , Eliecer Sáenz Herrera y
Josefi na Segovia Peñaherrera, y con mi hermano mayor
Eliecer, en la casa número 208 de la calle Pérez Quiñónez,
intersección lmbabu ra, en el tradicional barrio de La Victoria. Mi
hermano Eliecer era cadete del Colegio Militar "Eloy Alfara".

En la casa de mis padres vivían también el teniente de ejército


Zebedeo López y la familia Zúñiga Gómez. A media cuadra, so
bre la calle Pérez Quiñónez y pasando la esquina de La Esperan
za, estaba la casa de la familia Camacho Estrella, cuyos dos hijos
gemelos: Carlos y Bolívar, siendo contemporáneos conmigo eran
también mis buenos amigos, a tal punto que ingresamos juntos
a la Escuela Militar de Carabineros en 1938.

Como la ciudad de Quito no era muy grande, el barrio La Vic


toria era bastante central y en él residían muchas familias de "ca
tegoría", destacando entre sus miembros el doctor Galo
Irigoyen

1 Carabineros: Punto de Partida 1 13


del Pozo, eterno secretario del Municipio capitalino; el coronel
Humberto Rosales, director del Colegio Militar; y el coronel César
León, que desempeñaba elevadas funciones en el Ministerio de
Defensa y que también ejerció, en su oportunidad, la dirección del
Colegio Militar.

Recuerdo que los policías de la época vestían el tradicional uni


forme color azul y vivos plomos, con guerrera y gorra -pues
nun ca los vi con casco-. Como única arma portaban un tolete,
imple mento que en aquellos años se lo conocía también como
"moqui llo". Eran gente madura, de porte sencillo, de presencia
humilde y de rostro generalmente triste. En virtud de su
veteranía y el he cho de que en su gran mayoría eran militares
retirados, un dicho muy popular decía: "El ratón viejo se hace
murciélago y el solda do viejo se hace policía".

En la última semana de agosto de 1932 el Congreso descalifi


có al señor Neptalí Bonifaz como Presidente electo del Ecuador,
por dudar muy fundamentadamente de su nacionalidad. Se le
acusaba de su origen peruano y de que en muchas ocasiones,
muy especialmente en las campañas liberales, hizo flamear la
bandera del Perú en su residencia; además, a través de los
deba tes parlamentarios, se había comprobado el uso de
pasaporte peruano en sus continuos desplazamientos al exterior.
Quizá es tos fueron los argumentos más sólidos para que el
Congreso lo haya descalificado, a pesar de haber sido
legítimamente elegido en votación popular.

Y con la adopción de esta resolución sucedió naturalmente lo


inesperado: el Estado Mayor de la Fuerzas Armadas y algunas
unidades del Ejército abandonaron la ciudad de Quito y tomaron
posesión del sur, en Latacunga, dispuestos a operar sobre las tro
pas que se habían quedado en la capital y que defendían a Nep
talí Bonifaz en su calidad de Presidente electo.

Los que defendían la plaza de Quito decían que ellos estaban de


fendiendo la Constitución, porque el Presidente había sido elegido

14 ] Carabineros: Punto de Partida ]


por el pueblo en votación popular, libre y soberana; y de igual ma
nera, las tropas que salieron al sur y que iban a operar sobre la ca
pital, proclamaban asimismo el respeto a la Constitución, toda vez
que era el Poder Legislativo quien había descalificado como Presi
dente a un hombre sobre quien había dudas y sospechas de su ver
dadera nacionalidad, razón por la que era improcedente y
antipa triótico depositar en sus manos la conducción del país.

Este trágico episodio de nuestra historia, conocido como "La


Guerra de los Cuatro Días", se originó el 29 de agosto de 1932 y
concluyó el 1 de septiembre del mismo año.

LA GUERRA DE LOS CUATRO DÍAS

Las tropas que defendían la ciudad de Quito estaban compues tas


por dos unidades de Infantería, una de Artillería, la Policía Na
cional y numerosos grupos de civiles, estos últimos como parte del
pueblo que había constituido la gran masa que llevó a la
primera magistratura a Neptalí Bonifaz. Agrupaciones civiles
que en su gran frente de lucha conformaron la autodenominada
"Compacta ción Obrera", en la que se hab ían aglutinado artesanos,
obreros, estudiantes, empleados, trabajadores y todo el pueblo
quiteño que con su voto eligió como Presidente al señor Bonifaz.

Recuerdo que quien dirigía las operaciones sobre la capital


era el general Angel Isaac Chiriboga; a diferencia de quienes
coman daban las tropas que defendían Quito, que eran apenas
dos te nientes: Rueda y Mariscal. Las tropas que venían del sur lo
hacían en ferrocarril, en convoyes de vehículos y de otros
medios de transportación, y también a caballo y a píe. Las tropas
que defen dían Quito, mientras tanto, habían establecido una
verdadera lí nea de combate desde las faldas del Pichincha
hasta el río Ma chángara, utilizando materialmente la garganta
que se forma en tre La Colmena y El Panecillo.

1 Carabineros: Punto de Partida 1 15


Los fuegos se rompieron el 29 de agosto. Fueron cuatro días de
incesante martilleo de fusiles, ametralladoras y armas de artille
ría, cuyas constantes descargas se escuchaban aún a la distancia.
En algún momento, por información de los vecinos, se conoció
que desde el cuartel del Sanatorio Militar, donde estaba la artille
ría de defensa, se había impactado a una de las locomotoras en
marcha que venía desde Latacunga, causando numerosos muer
tos y heridos.

Los combates fueron cruentos y las acciones duraron con la


mis ma intensidad de fuego desde su inicio el 29 de agosto hasta
su culminación el 1 de septiembre, fecha en la que concluyó esta
fra tricida guerra gracias a la intervención de las embajadas
existen tes en Quito en aquel entonces, especialmente la de
Francia, fir mándose inmediatamente un armisticio.

Qué terrible y dolorosa impresión causó esta confrontación bé


lica, no solamente a los quiteños sino a todos los ecuatorianos
que sabían lo que estaba sucediendo en la ciudad de Quito. Yo
jamás había visto ni me podía imaginar siquiera lo que
significaban cua tro días de incesante combate: el tableteo de las
ametralladoras, el estruendo de las explosiones, el toque de las
cometas ordenando ataque o retirada, gritos desesperados,
carreras enloquecidas, ulular de sirenas, tensa calma .

Cuando ya se había firmado el armisticio, la mayor parte de los


muchachos que entonces vivíamos cerca del cementerio de San
Diego salimos a dar una vuelta, a ver cómo había quedado la ciu
dad; y era terriblemente espantoso mirar que todas las callejuelas
al interior de dicho cementerio estaban cubiertas de cadáveres de
soldados, de policías, de obreros, de mujeres y de niños que ha
bían sido impactados por las balas. Conocimos posteriormente
que los combatientes que intentaban ocultarse durante la refrie
ga en los nichos y mausoleos del campo santo, allí mismo eran
ejecutados sin el menor respeto y compasión.

No podría calcular ni aproximadamente el balance de muertos

16 ] carabineros: Punto de Partida ]


y heridos que arrojó esta trágica confrontación, tampoco el
inmi sericorde consumo de material bélico que de parte y parte
se rea lizó, pero creo que seguramente las bajas fueron por
centenares y que los arsenales de nuestras instituciones armadas
quedaron mermados considerablemente.

Junto a mis familiares vi cómo se combatió en las faldas del Pi


chincha, en La Colmena, en San Diego, en El Panecillo y la 24 de
Mayo, pues vivíamos muy cerca de estos lugares y conocíamos
perfectamente el terreno, sus calles y recovecos. Es increíble
pensar en el valor y decisión de las tropas que defendían la ciu
dad de Quito, pues combatían materialmente sin un comando,
sin planes estratégicos ni tácticos; eran apenas dos tenientes
quienes comandaban a toda la tropa que operaba en la ciudad.
En contraste, las unidades de infantería, artillería y caballería
que avanzaban desde Latacunga, a más de su poderío bélico es
taban dirigidas por el alto mando militar. Felizmente en aquel
año la aviación no había tenido un pleno desarrollo, porque de
otro modo su intervención habría generado impredecibles y ca
tastróficas consecuencias.

Una secuela de angustia, desolación y desesperación quedó entre


nosotros al ver cómo se mataban entre ecuatorianos y cómo
eran enterrados en fosas comunes los integrantes de la
"Compactación Obrera": gente del pueblo, pobre y humilde.
Vimos enterrar en el cementerio de San Diego, en fosas que se
habían abierto exclusiva mente con este objeto, más de treinta
hombres del pueblo y más de veinte miembros de las Fuerzas
Armadas; vimos también una gran cantidad de policías muertos,
sin precisar su número.

Mi pregunta es ¿por qué la Policía, cuya misión es la de velar


por la seguridad y la vida de los ciudadanos, estuvo combatien
do junto al pueblo y a las dos o tres unidades del Ejército que se
habían quedado en la ciudad de Quito? Tal vez nunca sabré la res
puesta.

En aquella larga y trágica jornada se gastó gran cantidad de mu-

1 Carabineros: Punto de Partida 1 17


niciones y hubo un enorme desperdicio de armamento. Las armas
fueron entregadas al pueblo, a un pueblo frenético e incontenible
que recién ese momento aprendió a cargar y disparar un fusil; im
provisada situación con negativos resultados. Fue una cosa ver
daderamente monstruosa y anárquica, terriblemente desigual, y
cuyas consecuencias las tuvo que soportar el país en los años in
mediatos y posteriores.

Habiéndose tomado finalmente la ciudad las fuerzas que


ope raron desde el sur, se nombró un gobierno provisional, el
mismo que inmediatamente decretó la requisa de armas e
intentó resta blecer la paz entre los ciudadanos ecuatorianos,
prometiendo es tablecer en los días subsiguientes un nuevo
gobierno que se cons tituya en verdadera garantía para el
pueblo.

Algún tiempo después de los acontecimientos, el teniente Luis


Rueda escribió un folleto titulado "Heroísmo y Constitución",
en el que detallaba cómo se comandaron y dirigieron las
operaciones de defensa en la ciudad de Quito. Asimismo el
doctor Enrique Garcés, que entonces escribía en el periódico con el
seudónimo de "Tupac-Amaru", escribió otro folleto que lo tituló
"Bajo una Llu via de Balas".

El doctor Garcés fue uno de los testigos presenciales de la


con tienda, porque atendió a los heridos en los hospitales y trabajó
en el anfiteatro, sitio este último en el que ya no había espacio
para colocar las decenas de cadáveres que fueron recogidos a lo
largo de la avenida 24 de Mayo, el mercado de San Roque, el
mercado de Santa Clara, la plazoleta Victoria y la calle Imbabura.

En verdad fue impresionante mirar tan de cerca lo ocurrido y


ver las nefastas consecuencias que dejó esta guerra. Mi espíritu se
embargó de pena, de trauma y de miedo. Al adentrarnos en la
ciudad por las calles aledañas a mi barrio, el peligro nos acecha
ba, ya que cualquier momento podía explotarnos una bomba o
una granada, o quizá aparecerse un rezagado tirador furtivo.

18 ] carabineros: Punto de Partida ]


Todo el tiempo de la refriega permanecí en mi casa, junto a mi
familia y los vecinos, ayudándonos mutuamente en las circuns
tancias que se presentaban; porque no habíamos previsto ni pen
sado jamás que los combates durarían tanto tiempo. La escasez de
los víveres era notoria; estaba en tal forma fallando su abasteci
miento que las tiendas estaban totalmente vacías: no había arroz,
no había azúcar, no había pan ni leche, no había nada. Entonces
nos vimos obligados a un verdadero ayuno, mientras las huestes
adversarias combatían y con sus armas segaban la vida de sus
hermanos y destruían sin reparos la franciscana ciudad.

Pienso que seria necesario tal vez varios tomos para que algún
escritor pueda relatar sobre todos y cada uno de los episodios
su cedidos en esta cruel contienda, definitivamente vana y estéril.
Yo solamente me he limitado a hacer una pequeña reseña de lo
que pude ver y percibir durante estos cuatro días de combate.

INGRESO A LA ESCUELA MILITAR


DE CARABINEROS

A principios de 1938 se hizo por la prensa un llamamiento a


los jóvenes comprendidos entre los diecisiete y veintiún años, pa ra
ingresar como alumnos en la naciente Escuela Militar de Cara
bineros, cuyo inicio de actividades se hallaba previsto para el 1 de
abril. Entre estudiantes universitarios y colegiales concurrimos
un total de ciento veinte aspirantes, los cuales fuimos sometidos
durante varios días a una serie de exámenes tanto académicos co
mo médicos y físicos. Terminadas las pruebas fuimos admitidos
setenta aspirantes, que íbamos a formar la Compañía de
Cadetes de la flamante Escuela, como su primer contingente.

Los exámenes académicos fueron receptados en el cuartel


del Cuerpo de Policía de Quito, ubicado en la esquina de las
calles Cuenca y Mideros. Como presidente del tribunal
examinador, re cuerdo, actuó el señor Alfonso Rumazo González
y como secreta-

1 Carabineros: Punto de Partida 1 19


río el teniente Guíllermo Jácome Yépez. Los exámenes médicos se
realizaron en el Departamento Médico Legal, cuya secretaría
era la subteniente Amelía Ortiz.

Ya reclutados los setenta cadetes en el cuartel del Cuerpo de Po


licía, en días inmediatos nos entregaron uniformes kakís con
go rras de la misma tela, pero eran unas gorras con visera tan
gran de que nos cubría prácticamente toda la cara. Nos
ubicaron en una cuadra que quedaba cerca de la Segunda
Compañía, donde a las seis en punto de la mañana nos
sacábamos el traje de civil y nos poníamos el uniforme kaki,
luego de presentarnos al retorno de nuestros hogares donde
pasábamos la noche.

Nuestros primeros instructores fueron oficiales del Ejército


en servicio activo, al mando del capitán Flavio Muñoz Zamo
ra, que era el comandante de la Compañía. Esta Compañía es
taba constituida por tres pelotones: el primero, comandado por
el teniente Jorge Andrade y conformado por los cadetes de ma yor
estatura; el segundo, al mando del teniente Jorge Cevallos e
integrado por los cadetes de estatura mediana; y el tercero,
comandado por el teniente Sergio Rubén Pérez y constituido
por los cadetes más pequeños.

Todos los días de lunes a sábado, luego de pasar lista a las seis
de la mañana los cadetes salíamos del cuartel hacia la plazoleta de
El Tejar, que estaba en ese entonces conformada por dos grandes
terraplenes, donde recibíamos las primeras disposiciones milita
res, o sea los diez puntos básicos que se consideraban en la ins
trucción física individual del recluta. Los primeros treinta
minu tos realizábamos un calentamiento con ejercicios de
gimnasia, movimientos de cabeza, tronco, brazos, piernas y
pequeñas carre ras; posteriormente, unos ejercicios respiratorios y
luego un lige ro descanso; entonces entrábamos de lleno a recibir la
instrucción propiamente militar.

Imaginemos por un momento cómo sería una compañía de


se tenta reclutas que nunca en la vida habíamos recibido
instrucción

20 ] Carabineros: Punto de Partida ]


militar, ya que en e1 colegio só1o habíamos practicado algunos de
portes y un poco de educación física. Pero 1a instrucción militar
era otra cosa completamente distinta, a uno 1e enseñaban desde 1a
forma de pararse, de cuadrarse y hasta de desplazarse. Era un en
trenamiento bastante duro, hostigante, pesado y ta1 vez tedioso.

La mañana transcurría entre explicaciones a1 Reglamento de


Instrucción a1 Reduta y 1a revisión de 1os consabidos puntos
que aque1 comprendía, específicamente en 1o relacionado a 1a
instrucción individual en todas sus fases; actividad que con duía
a 1as doce de1 día. A esa hora regresábamos a1 cuartel pa ra
asearnos y recibir e1 rancho, a cuyo efecto nos habían desti
nado e1 comedor de tropa.

Después de un merecido descanso, a 1as dos de 1a tarde ingresá


bamos a dases en e1 casino de1 Cuerpo, donde recibíamos por
parte de 1os oficiales instructores dos horas continuas de explica
ciones sobre procedimiento militar, táctica, logística y e1 tan men
tado reglamento individual. A 1as cinco de 1a tarde, previa 1a últi
ma formación, nuevamente nos vestíamos de civi1 y retornába
mos a nuestros hogares, donde pernoctábamos 1a noche; para
nuevamente, a1 siguiente día, retornar a1 cuartel antes de 1as seis
de 1a mañana y formar en e1 patio para pasar 1ista y continuar con
1as actividades programadas.

A 1os pocos días ya nos habíamos familiarizado con 1a febri1 ac


tividad que se cumplía en esta unidad po1icia1 de 1as ca11es Cuen
ca y Mideros. Este cuartel era de dos plantas y se extendía una
media cuadra hacia e1 sur, sobre 1a ca11e Cuenca, terminando jun
to a1 convento de San Francisco; y sobre 1a ca11e Mideros, hacia e1
oeste, ocupando asimismo otra media cuadra. En e1 sitio angular
en que 1as dos paredes confluían en 1a esquina, justo entre 1os pi
sos primero y segundo, existía una garita que sobresalía en 1o
at to sobre 1a vereda, desde 1a cua1 se podía mirar
indistintamente hacia ambas ca11es. Tenía dos accesos por 1a
ca11e Mideros: e1 uno a pocos metros de 1a esquina y e1 otro por
1a prevención, situada casi a1 fina1 de 1a construcción.

1 Carabineros: Punto de Partida 1 21


Cuartel del Batallón de Carabineros "Quito",
en las calles Cuenca y Mideros; 1938.

El frente exterior del edificio conservaba algo de la estructura


arquitectónica que caracteriza al convento de San Francisco; en
cambio su interior era completamente antifuncional, vetusto y
an tihigiénico. En la primera planta, hacia el lado de la calle
Cuenca, funcionaban la Intendencia General de Policía y algunas
Comisa rías -entiendo que dos o tres en aquel tiempo-; y en la
planta alta la Oficina de Investigaciones. La prevención quedaba
casi a me dia cuadra de la esquina, sobre la calle Mideros, por
donde se in gresaba al cuartel propiamente dicho, en cuyo
interior existía un gran patio revestido totalmente de piedra
sillar.

Alrededor del patio y cerrando el cuadro por los costados nor


te, oeste y sur, existía una construcción de tres plantas que
alber gaba a las compañías de la Unidad, el escuadrón de
Caballería, los calabozos, las piezas de los oficiales, la cocina,
los comedores
22 1 Carabineros: Punto de Partida 1
de oficiales y de tropa, e1 casino de oficiales y 1a jefatura de1 Cuer
po, que en esa é poca era ejercida por e1 Intendente en virtud de
disposiciones reglamentarias.

En un costado de1 patio había un vehículo grande, al que esta


ban incorporadas una campana de regular tamañ o y una enorme
manguera. Era la motobomba para combatir 1os incendios en 1a
ciudad, porque en aque11a é poca no existía el Cuerpo de Bombe
ros y dicha benemérita funció n estaba a cargo de 1a policía. Este
panorama bomberi1 1o completaban varios extintores y un gran
nú mero de 1argas y gruesas mangueras, 1as cuales 1os
gendarmes 1as colgaban desde e1 tercer piso para secarlas,
dando a primera vista una apariencia de gigantescas plantas
trepadoras.

Con referencia a1 rancho, me atrevería a decir que no era ma1o


para 1a época; 1o cua1 me consta porque a 1os cadetes también nos
tocó saborear aque11a comida. De sopa era un menestró n, 1ocro,
lentejas, sancocho, habas o alguna colada; 1uego un p1ato de arroz,
generalmente con un buen pedazo de carne a1 jugo y un maduro
cocinado, y finalmente un jarro de cotada de du1ce o un vaso de
1eche, un plá tano y un pan.

He mencionado ya en líneas anteriores que al interior de1 cuar


tel había un amplio patio adoquinado de piedra; a11í se improvi
saba continuamente una cancha de vo11ey, donde se verificaban
grandes partidos entre 1as Compañ ías o entre las trip1etas que
querían practicar este deporte; reñ idos encuentros en que las
con sabidas y sustanciosas apuestas no se dejaban esperar.

Conocimos tambié n de 1a existencia de un equipo de bá squet,


que a1 decir de los policías era bastante bueno y participaba en 1os
campeonatos de 1a ciudad; pero yo hasta hoy no me explico esa
notoriedad: jamá s supimos quié nes lo conformaban ni dó nde
efectuaban sus entrenamientos, pues en el cuartel por ningú n la
do había ni un canasto para su prá ctica, peor un tablero. También
el Cuerpo de Policía tenía un equipo de boxeadores, cuyos inte
grantes participaban en 1os campeonatos provinciales e incluso

1 Carabineros: Punto de Partida 1 23


nacionales, con meritorios resultados.

Firmado el decreto de creación de la Escuela Militar de


Carabi neros el 2 de marzo de 1938, algunas semanas después
fueron de signados sus directivos, los oficiales instructores y el
personal do cente, tanto militar como civil, para el inicio oficial de
las activida des. Como director de la Escuela fue nombrado el
teniente coro nel de ejército Juan Francisco Gallegos Toledo;
subdirector, el ma yor Jacinto Yépez; comandante de compañía,
el capitán Flavio Muñoz Zamora; comandantes de pelotón, los
tenientes Jorge An drade, Jorge Cevallos y Sergio Rubén Pérez,
reemplazados poste riormente por el teniente César Paredes, el
subteniente Rafael Ar mijos Valdivieso y el alférez Jorge Guevara
Silva; profesores civi les, el señor Ulpiano Navarro Andrade,
ingeniero Jorge Albornoz Bustamante, señor Julio Villacreses
Gómez, capitán retirado Alfa ro del Pozo, señor José Rumazo
González, señor Eloy Mejía, señor Roberto Posso Esquetini y
señor Gustavo Aguirre Valdivieso, es te último como profesor
de Educación Física.

Periódicamente sustentaban conferencias los doctores Manuel


Cadena Arteaga, Antonio Terán, Homero Proaño, Ricardo
Chiri boga Villagómez, Aurelio Aguilar Vásquez y otros
distinguidos catedráticos universitarios, las cuales versaban
sobre Derecho Constitucional, Código Penal, Código de
Procedimiento Penal y leyes especiales. Como no existía
orgánicamente en la Escuela una planta de Cadetes -pues recién
se la creaba-, a todos los alum nos nos hicieron constar como
policías en el orgánico de los Cuer pos de Quito y Guayaquil.

CONTACTO CON LA TROPA

El comedor de tropa estaba situado en la planta baja de la


par te posterior del edificio, junto a la cocina, en una cuadra
grande con muy poca iluminación y donde apenas existían unos
puntitos de luz. Sus paredes contenían en la parte alta unos
barrotes de

24 ] Carabineros: Punto de Partida ]


hierro bastante gruesos, ya que aquel sitio colindaba con el con
vento de San Francisco.

Consiguientemente, era el personal de tropa el que nos facilita


ba la vajilla para ranchamos, la misma que posteriormente debía
mos devolverla a los policías bien lavada y secada. Diaria tarea
que la efectuamos ininterrumpidamente durante los meses de fe
brero y marzo de 1938: inicio de la Escuela Militar de Carabineros.

Jamás podremos olvidar aquel tiempo que nos tocó vivir en el


cuartel de policía; recién ahí nos dimos cuenta de la intensa, com
pleja e incesante actividad que se desarrollaba en su interior. El
cuartel era efectivamente un emporio de movimiento tanto de je
fes, oficiales y tropa: formaciones, ingresos y salidas a los tumos
de servicio, consignas, llamadas de auxilio, partes, traslado de de
tenidos, servicios especiales y un sinnúmero de procedimientos
regimentales. Supimos entonces que el servicio de vigilancia ur
bana estaba distribuido en dos cuartos diurnos y nocturnos: el
primer cuarto, desde las seis de la mañana hasta las doce del día,
y desde las seis de la tarde hasta las doce de la noche; y el segun
do cuarto, que también lo llamaban "de nona", desde las doce del
día hasta las seis de la tarde, y desde las doce de la noche hasta
las seis de la mañana.

El personal de servicio era destinado a las intersecciones de las


calles en los diferentes sectores de la ciudad. En ese tiempo Quito
era una ciudad pequeña y su parte vital estaba comprendida en
tre la plaza de Santo Domingo y el parque de El Ejido. Los poli cías
permanecían en las esquinas a todo lo largo y ancho de la ciu dad,
custodiando ya sea el tránsito vehicular o la seguridad de los
ciudadanos.

Contrariaba el espíritu humano ver que los policías de aquel en


tonces salían al servicio nocturno casi sin protección para el inten
so frío, pues únicamente portaban un uniforme kaki de tejido no
muy grueso y un viejo capote de barata confección, quizá
prestado.
1 Carabineros: Punto de Partida 1 25
La mayoría del personal de tropa disponible estaba entrado en
años y era muy limitado el contingente de jóvenes. Como un de
signio quien sabe si funesto para la policía, quienes se presenta
ban como aspirantes a gendarmes generalmente eran gente ma
dura y de avanzada edad, así también muchos soldados que ya
habían cumplido con sus servicios militares y obtenido pensión
de retiro, pero que a lo mejor sus ingresos no satisfacían las nece
sidades del hogar. Cuando nosotros formábamos en el cuartel a
las seis de la mañana, realmente daba pena ver en el rostro de
es tos veteranos el cansancio y agotamiento con que llegaban
luego de una interminable jornada de seis horas de servicio,
calados de frío y rendidos de sueño.

Personal del Batallón de Carabineros "Quito", en el cuartel


de las calles Cuenca y Mideros; 1938.

Lo que si me atrevo a decir, pues considero un atentado


contra la vida de esta pobre gente, es que algunos tenían camas
de me tal, pero destartaladas unas y las restantes con ausencia
de col-

26 ! carabineros: Punto de Partida 1


chón; otros disponían sólo de colchón y unos cuantos dornúan en
el suelo. Es decir, tras una pesada y agobiante jornada de trabajo,
los gendarmes debían conciliar su frágil sueño en las condiciones
más infrahumanas. Y pensar que esta gente salía a prestar doce
horas de servicio, duro y fatigante.

En aquellos lejanos años la policía de Quito ocupaba un


desta cado lugar en el plano deportivo, gracias a la
permanente activi dad de sus miembros en algunas disciplinas,
para lo cual aprove chaban sus pocos momentos de descanso.
Pero resulta increíble pensar que las prácticas las efectuaban
sobre piedra y en un sitio tan reducido, incómodo y peligroso
como era el patio, porque res balarse en la piedra y golpearse el
cuerpo en la caída era cosa muy seria. El cuartel de policía era un
núcleo de intenso trabajo y tam bién un notable semillero de
deportistas.

El haber compartido durante dos meses nuestras actividades en


el Cuerpo de Policía, nos comprometió a una especie de amistad
con el personal de tropa, pues con ellos tuvimos la oportunidad
de departir e intercambiar impresiones sobre la vida en el cuartel
y otros tópicos.

Muchos de ellos nos miraban con recelo, aduciendo que maña


na vamos a ser oficiales egresados de la "fábrica" -como así le lla
maban al Colegio Militar los oficiales de aquel tiempo-, en clara
referencia de animadversión para con los oficiales de policía, que
en su totalidad habían ascendido desde los grados de tropa, in
gresando a través de palanqueas o incorporados a la Institución
con sus propias jerarquías militares.

Nosotros no comprendíamos bien este asunto, por cuanto los


oficiales instructores nos hablaban de que Carabineros del Ecua
dor iba a ser una institución al estilo de Carabineros de Italia o de
Chile, o sea conformado por unidades de Caballería destinadas a
cubrir especialmente los servicios de frontera, indicándonos ade
más que cumpliríamos la doble función de civiles y militares; la
primera a través de actividades como las de comisario o teniente
1 Carabineros: Punto de Partida 1 27
político, y la segunda, operando en el resguardo de los sitios vi
vos de la frontera.

Sin embargo de todo esto, nosotros sentíamos un especial cari


ñ o por el personal de tropa; veíamos sus esfuerzos, su trabajo, el
maltrato que en cierta forma recibían, la insuficiente atenció n en
su presentació n personal y la casi total ausencia de las necesarias
garantías; supeditados posiblemente al capricho, a la discrimina
ció n, al odio o a la bondad de sus superiores jerá rquicos. Tengo
la evidencia de que se trataba de gente muy sacrificada, llena de
dificultades, de angustias y de desatenció n por parte del mismo
Estado; todo lo cual fue formando en nosotros una mística de con
sideració n, de amor, de respeto y de admiració n para con esta po
bre gente, que lo ú nico que hacía era cumplir con su deber de
acuerdo a sus limitadas capacidades.

LA ESCUELA EN SANTO DOMINGO

En los ú ltimos días de marzo la Escuela fue trasladada a un edi


ficio contiguo al convento de Santo Domingo, ubicado en la es
quina de las calles Flores y Pereira; instalaciones que en añ os an
teriores fueron ocupadas, recuerdo, por varias unidades del Ejé r
cito, entre ellas los batallones "Carchi" y "Chimborazo".

Al presentarnos los cadetes en el nuevo local, con verdadera


sorpresa pudimos observar que estaba completamente vacío: no
había pupitres, camas, armarios, mesas, escritorios y má s mue
bles necesarios para la actividad de un establecimiento de forma
ció n militar; nuestras ilusiones se derrumbaron. Pero en los días
subsiguientes poco a poco se fueron proveyendo de los enseres
requeridos, y ya para el 1 de abril la Escuela comenzó a funcionar
oficialmente, aunque todavía con algunas deficiencias logísticas.

El nuevo edificio tenía un estilo arquitectó nico similar al del


convento de San Francisco; constaba de tres secciones de dos

28 ] Carabineros: Punto de Partida ]


plantas cada una, orientadas hacia el norte, el este y el oeste,
con cubiertas de teja y paredes de ladrillo; en el ala sur, que nos
deli mitaba con la parte conventual, había una muralla
extremada mente alta -posiblemente de diez metros de altura-,
al pie de la cual funcionaban los servicios de carpintería,
zapatería y sastre ría. El patio central era de regulares
dimensiones, y tal parece que se había intentado pavimentarlo
porque estaba cubierto de ripio y arena a lo largo y ancho,
trabajo que desgraciadamente nunca se lo concluyó; particular
que se constituyó de inmediato en una pesadilla y verdadera
amenaza para nuestra integridad física, es pecialmente para las
manos y rodillas.

El día que nos internamos en la Escuela, a las seis de la maña


na, lo hicimos haciendo cargar un colchón y una caja grande de
madera para guardar la ropa. Luego nos ubicaron en la planta al
ta del sector oriental, donde estaba situado un dormitorio lleno de
camas de madera, a las que nos tocó arreglar inmediatamente,
pues unos espaldares estaban rotos y otros destartalados, las ta
blas incompletas y los travesaños desprendidos. Tengo toda la
evidencia de que estas camas pertenecieron alguna vez a los ca
detes del Colegio Militar, y que nosotros las heredamos humilde
mente con resignación y disciplina.

Efectuadas todas las reparaciones del caso procedimos a colocar


el colchón, las sábanas, cobijas y cubrecamas, dejando la cama
tendida, mejor dicho medio tendida porque nunca antes lo había
mos hecho. A continuación los oficiales realizaron una minuciosa
revisión de las prendas que llevamos; casi todo era por medias
docenas: camisas kakis, pantalones y ternos interiores; docena de
calcetines y pañuelos, dos pares de zapatos cafés y uno de
charol negro para el uniforme de parada; pasta dental, cepillo
de dien tes, jabón, toalla, bacerola y cepillo para el calzado; todo
lo cual tratamos de acomodar en nuestras cajas con el mejor orden
posi ble, colocando finalmente el consabido candado en la caja
para mayor seguridad.

Al día siguiente, formados estrictamente en orden de estatura,

1 Carabineros: Punto de Partida 1 29


a cada uno de nosotros se nos asignó el respectivo número. Al
más alto le otorgaron el 1" y al más pequeño el 70"; a mi
11 11

me tocó el 3r. El oficial de servicio nos dijo a continuación:


11

"De ben saber que aquí desaparecen totalmente el nombre y


apellido del cadete; ustedes ya tienen un número, y solamente
por ese número serán identificados, de modo que de aquí en
adelante ya no habrá ningún señor Pérez ni señor Camacho ni
señor Du rán, es el número y sólo el número el que decide la
vida interna en esta Escuela".

Compañía de Cadetes de la Escuela Militar de


Carabineros, en el local de Santo Domingo;
1939.

A nuestro ingreso no se había definido todavía el horario con


que debía funcionar la Escuela; no obstante, la mayor parte del
tiempo era utilizada en una estricta e interminable instrucción
mi litar. Nos levantábamos a las cinco y media de la mañana y
pasá bamos al desayuno; a las seis y cuarto como máximo
formábamos para instrucción con un calentamiento inicial de
aproximadamen te treinta minutos, consistente en una
gimnasia sueca bastante
30 ! carabineros: Punto de Partida 1
enérgica, movimientos de brazos y piernas, flexiones de pecho y
al cuadrar, lagartijas, trotes y carreras; luego pasábamos a la
ins truccíón normal, que cada vez era más acentuada,
repasando la clásica cuadrada con abertura de 25 centímetros
en los pies, las piernas estiradas hacia atrás, las rodillas juntas y
templadas, sa cando pecho y metiendo el estómago. De vez en
cuando se acer caba el instructor y nos pegaba en el pecho uno
que otro golpecí to, para ver si efectivamente estábamos
sacando pecho; luego practicábamos giros a la izquierda y
derecha, medias vueltas, pa sos al frente y atrás, pasos a izquierda
y derecha, marchas y altos. No sabíamos por qué, pero los
oficíales instructores hacían un permanente hincapié en las
marchas y altos. Nosotros ya cansa dos, efectuábamos los
movimientos ordenados casi como autó matas, como
verdaderos robots.

A las diez de la mañana nos daban un plátano y un pan, y a ren


glón seguido entrábamos a recibir clases hasta las doce del día.
Saliendo de clases, luego de un ligero descanso, pasábamos al co
medor a servirnos el almuerzo. En el comedor, que estaba situa
do en la planta baja del bloque que da a la calle Pereira, estaban
colocadas siete mesas de madera largas y angostas, con sus co
rrespondientes bancas, igualmente largas, cada una de las
cuales la ocupábamos "apretaditos" cinco cadetes. El almuerzo
consistía en un buen plato de sopa, arroz generalmente con
carne y un acompañado de lenteja, fréjol o arveja, y como postre
un pastel, un vaso de leche, un pan y un plátano; servido que
estaba a car go de dos saloneros que constaban ya en la planta
orgánica de la Escuela.

Terminado el almuerzo formábamos en el patio, esperando que


inmediatamente nos retiraran en descanso; lo cual nunca sucedió,
porque siempre nos mandaban a correr una tras otra la
tradicío nal "vuelta a la escuela", que involucraba un recorrido
en circui to a través del patio y los corredores. Así también
trabajábamos saltos de sapito, flexiones al cuadrar y otros
movimientos físicos que indudablemente nos hacía sudar
copiosamente. Definitiva mente estábamos adentrados en un
mundo nuevo; todo era no-

1 Carabineros: Punto de Partida 1 31


vedad para nosotros, cada vez teníamos nuevas sorpresas y cada
día nos íbamos distanciando más del mundo civil. Vivíamos ya
a ritmo de cuartel, con pleno régimen militar.

PRIMER CUADRO DE BRIGADIERES

Una mañana de aque11as se hizo la nominación de brigadieres.


El comandante de la Compañía nos preguntó a todos los cadetes
en formación si alguno de nosotros había recibido instrucción mi
litar o cumplido con el servicio militar obligatorio. Como respues
ta positiva algunos pasaron al frente, y de entre e11os, a
continua ción fueron designados un brigadier mayor, tres
brigadieres y tres sub-brigadieres; es decir, estas primeras
nominaciones fueron he chas "a dedo", como se dice
vulgarmente.

Lo increíblemente raro de esta improvisada selección fue que


los brigadieres designados se identificaron inmediatamente con el
maltrato y el abuso, con la retrógrada idea de creer que el futuro
oficial tenía que ser forjado a prueba de golpes. Con este ingre
diente en el trato y la complicidad de algunos oficiales, que nos
sometían constantemente a los famosos "teques" y servicios espe
ciales, la vida en la Escuela se nos hizo bastante imposible y color
de hormiga, a tal punto que al poco tiempo hubo una masiva de
serción de compañeros, cuyas vacantes fueron 11enadas en forma
inmediata manteniendo siempre el orgánico de setenta cadetes.

De esta especie de barbarie que se introdujo desde aquel mo


mento en la vida interna de la Escuela, se salvan posiblemente el
brigadier mayor y alguno que otro brigadier, que con sensatez y
gran sentido humano no se involucraron en el maltrato y ejercie
ron sus atribuciones con respeto y disciplina, es decir procedieron
con un trato normal y sin excesos.

Si habíamos ingresado a la Escuela, era con el ánimo de forjar


nos en una nueva y digna profesión, de formamos como oficiales

32 ] carabineros: Punto de Partida ]


en un naciente establecimiento militar que merecía mucho
respe to y distinción; por ello nuestra entrega era total y
definitiva. Sin embargo, a pesar de que la mayoría de
compañeros habíamos destacado colegialmente en el plano
deportivo y no teníamos re paros de ninguna naturaleza en
asimilar este nuevo régimen, de safortunadamente fuimos
sujetos a un sinnúmero de maltratos, de puntapiés, de los
consabidos "suelos" y de los clásicos pesco zones y
rodillazos; con el agravante de que nuestras manos y ro
dillas, a consecuencia del malhadado ripio que cubría el patio,
permanentemente estaban sangrando, sin que uno tenga el
me nor cuidado de hacerse atender en la enfermería, porque
este hu mano recurso era considerado como una tamaña
cobardía.

Como la mayor parte del tiempo pasábamos trotando y


sudan do, con mucha frecuencia nos bañábamos en las
duchas que ha bía en los servicios higiénicos y junto al
comedor, pero desgracia damente todo el tiempo chorreaban
agua y tenían el piso casi to-

Cuadro de Brigadieres de la Escuela Militar de Carabineros,


durante el período 1939-1940.
1 Carabineros: Punto de Partida 1 33
talmente inundado, sin que haya alguien que se comida en hacer
las arreglar con un plomero. Yo no sé cómo no pescamos nunca
una pulmonía, una gripe o por lo menos un resfrío; aquí se
cum plió, por suerte, aquel famoso dicho del argot militar: "El
cadete no se resfría ni se enferma nunca". Varios meses después,
el director decidió instalar nuevas duchas al píe del murallón
contiguo al convento de Santo Domingo; estaban al aíre libre y
al menos nos daba el sol, por lo que el baño ya nos resultaba
saludable y bastan te reconfortante.

La ropa interior nos cambiábamos tres veces a la semana y los


calcetines todos los días; los zapatos debíamos tenerlos bien
lus trados, los pañuelos limpios, las manos y la cara bien lavadas,
las uñas cortadas y el cabello bien peinado. Antes de ingresar al
co medor al medio día, los brigadieres nos pasaban revista de
aseo, en la que generalmente se inventaban cualquier falta para
casti garnos. Se les ocurría decir que el pañuelo estaba sucio,
que los zapatos no estaban lustrados o que las uñas no estaban
lo sufi cientemente aseadas; entonces anotaban nuestro
número, para pasadas las nueve de la noche incluirnos en la
"relación de casti gados" y someternos al clásico servicio especial,
que comúnmen te duraba dos o tres horas entre trotes y carreras.
Al final pasába mos al dormitorio, pero ya casi no se podía
dormir porque está bamos bien sudados y el húmedo terno
interior se nos adhería al cuerpo como emplasto.

En la mañana de un buen día nos entregaron a cada uno el


fu sil de dotación. Fusiles Mauser corto, calibre 7.92,
"nuevecitos", que desde ese momento se incorporaban a
nuestra actividad co mo una especie de segunda naturaleza, ya
que pasaban a formar parte constitutiva del cuerpo humano -
según criterio de la clase militar-. La primera reconvención estuvo
entonces en el fusil que nos entregaron; podíamos caer al suelo una
y mil veces pero el fu sil tenía que permanecer en el aíre,
incólume y protegido. Debía ser tan cuidadosa y celosamente
portada esta arma, que en los tro tes, carreras y todo tipo de
ejercicios nosotros la llevábamos por delante sosteniéndola con
todas las fuerzas y vigor que nuestra

34 ] Carabineros: Punto de Partida ]


energía nos permitía. Dejar caer el fusil constituía una grave falta,
que ameritaba asimismo un severo castigo.

LA PARADA MILITAR DEL 24 DE MAYO

La instrucción en los manejos de fusil se tornó más pesada en


las semanas anteriores al 24 de mayo, pues en esa magna fecha la
Escuela Militar de Carabineros debía participar en la parada mili
tar que se había programado con ocasión de la efemérides patria,
como ya se nos había advertido. Como cadetes que éramos tenía
mos que desfilar haciendo el paso regular o "paso de ganso" fren te
a la tribuna principal, a más de los correspondientes movimien tos
con el fusil, para quedar mejor que los cadetes del Colegio Mi litar
que ya teman un largo entrenamiento. De modo que en este
cortísimo tiempo irremediablemente debíamos estar preparados
y listos para la presentación anunciada, que en cierto modo era
nuestra prueba de fuego. El trabajo se intensificó diariamente des
de las seis de la mañana hasta las nueve de la noche, practicando
exclusivamente las marchas, el paso regular y los manejos de
fu sil; casi ya no recibíamos clases.

En forma urgente los sastres nos tomaron las medidas para con
feccionarnos el uniforme de parada, que consistía en la clásica
guerrera azul con el pantalón del mismo color. La guerrera tenía
el cuello y los puños plomos, y el pantalón llevaba una doble fran
ja de igual color, como distintivo de las escuelas militares. Pero a
mi capitán Muñoz Zamora no le gustó que el cuello y las sobre
mangas de la guerrera lleven únicamente el color plomo. No sé
cómo se las arregló, pero les hizo colocar inmediatamente una
franja de terciopelo negro encima, en cuyo borde aparecía sola
mente un pequeño vivo plomo.

En las gorras, que igualmente eran de color azul, también les hi


zo colocar una franja de terciopelo negro en toda su
circunferen cia, sobresaliendo en sus bordes superior e inferior
el correspon-

1 Carabineros: Punto de Partida 1 35


Teniente Coronel Leonidas Yépez Baquero,
Director de la Escuela; 1938-1944.
diente vivo plomo. En el sitio frontal de la gorra, donde actual
mente va el escudo policial, había u n gran ojo bordado en azul
so bre paño plomo, dizque como distintivo de los futuros
oficiales: un ojo avizor que simbolizaba el alerta para los
problemas que se nos podían presentar en la vida profesional.
Pero asimismo, a mi capitán Muñoz no le cayó en gracia el
mencionado ojo, y también lo hizo retirar, reemplazándolo con
un escudo nacional metálico en la parte inferior y una escarapela
tricolor sobre éste.

Y llegó el 24 de mayo de 1938. Desde muy temprano en la Es


cuela los preparativos nos ocupaban a todos, tanto oficiales como
cadetes y varios servicios, abocados en la ilusión de salir unifor
mados por primera vez a las calles de Quito, pero también un po
co preocupados ante la gran responsabilidad que nuestra partici
pación representaba.

Primeramente desfiló el Colegio Militar "Eloy Alfaro", luego la


Escuela de Artilleros e Ingenieros del Ejército, a continuación la
36 1 Carabineros: Punto de Partida 1
Escuela Militar de Aviación "Cosme Renella", y cerrando el des file,
la Escuela Militar de Carabineros. El evento se cumplió a lo
largo de la avenida Patria, donde en aquel entonces funcionaba la
Casa Presidencial, en la esquina con la avenida Amazonas.

Qué grato fue para nosotros haber participado en aquella para da


militar, especialmente por habérsenos dado la oportunidad de
demostrar el vigor y la disciplina de una juventud que se había
entregado por entero a su formación profesional. Los aplausos del
público ante nuestra presencia fueron nutridos y constantes, no sé
si por nuestra gallardía y compás en la marcha, o sencillamente
porque era la primera vez que la Escuela Militar de Carabineros
participaba en un evento de esta naturaleza, pues mucha gente
aún no sabía de su existencia.

El desfile de la Compañía de Cadetes lo encabezaba el estandar te


de nuestra Escuela, confeccionado en días anteriores justamente
para este efecto, el mismo que estaba constituido básicamente por
el pabellón nacional con sus colores amarillo, azul y rojo, en
cuyo centro y alrededor del escudo nacional colocado en relieve,
consta ba con letras bordadas en hilo de oro la inscripción
"Escuela Mili tar de Carabineros". El paso regular que ejecutamos
y los distintos movimientos que realizamos con el fusil
impresionaron vivamente al público, el cual nos brindó nutridos y
entusiastas aplausos, par ticularmente cuando pasamos frente a la
tribuna donde presencia ban la parada militar todas las
autoridades del gobierno.

Terminado el desfile, de regreso a la Escuela nos esperaba un


suculento y espléndido almuerzo; por primera vez un excelente
almuerzo, que nos servimos con la tranquilidad y el gusto que ge
nera la satisfacción del deber cumplido. En las mesas del come
dor, inclusive, para cada cadete nos habían colocado una peque
ña botella de cerveza. Y como todavía nos encontrábamos con el
uniforme de parada, después del almuerzo felizmente no hubo
trotes ni carreras ni nada, por lo que desde ese momento disfru
tamos de un resto del día en santa paz, con los consiguientes co
mentarios, anécdotas y mutuas congratulaciones. Aquel hermoso

1 Carabineros: Punto de Partida 1 37


día, de la emoción, hasta las lágrimas brotaron espontáneas.

En días posteriores, todavía con el eco de los aplausos recibidos


durante el desfile y ya en conocimiento de los elogiosos comenta
rios aparecidos en la prensa sobre nuestra presentación, el espíri tu
de todos los cadetes se inundó de orgullo y se inflamó de un
particular cariño hacia la Escuela, con renovados sentimientos de
gratitud y admiración para nuestros superiores. El éxito logrado
en este primer desfile, a criterio mío y de muchos de mis
compa ñeros, provocó que con el correr del tiempo los cadetes
del Cole gio Militar tengan respecto de nosotros una especie de
envidia o de resentimiento, pues no podían concebir que en tan
corto tiem po de existencia y de preparación hayamos tenido
una presenta ción tan espléndida, vigorosa, armónica y llena de
civismo.

LA REVISTA DE RECLUTAS

Después de la gran jornada, la Escuela retomó nuevamente a su


habitual y rutinario régimen interno, pero esta vez con un horario
más estricto y más ajustado a las necesidades, que se cumplía al
pie de la letra. La instrucción formal y las clases de las materias
constantes en el pénsum académico siguieron ocupando priorita
riamente nuestro tiempo, habida cuenta de que a continuación
debíamos preparamos para la famosa "revista de reclutas" indi
vidual, de escuadra y de pelotón.

A más de la instrucción militar, con armas y sin armas, tuvimos


también ejercicios prácticos de disparo con el fusil Mauser y la
ametralladora ZB, que los iniciamos previamente con las llama
das triangulaciones, que es un entrenamiento preliminar al proce
so de tiro real de combate, y luego con las correspondientes
prác ticas en el polígono. Este polígono estaba situado en la
margen derecha del río Machángara, en una planicie bastante
amplia, a cuyos espaldones se colocaban los correspondientes
blancos para las prácticas que continuamente realizábamos.

38 ] Carabineros: Punto de Partida ]


La instrucción militar previa a la revista de reclutas tuvo un ver
dadero uso y abuso de nuestro estado físico, posiblemente por
el poco tiempo disponible para las prácticas o en virtud de que
los oficiales instructores tenían que reincorporarse muy pronto a
las respectivas unidades militares de origen, lo que
efectivamente ocurrió en el mes de agosto del mismo año.
Proceso de instruc ción que estuvo matizado por los famosos
"teques" y más servi cios especiales, con un hostigamiento tal que
nos sentíamos fran camente agotados, pero que lo soportamos
estoicamente gracias a nuestro entusiasmo, decisión y juventud,
pues todos los cadetes fluctuábamos entre los dieciocho y veinte
años de edad; y tam bién gracias a Dios, porque nos daba la
fuerza y resistencia nece sarias para soportar el régimen;
baluartes que sustentaban nues tro objetivo de graduarnos
como los primeros subtenientes de Carabineros.

Pero a la par, este rudo entrenamiento tuvo la virtud de propor


cionamos un excelente estado físico, lo que nos permitía practicar
toda clase de ejercicios y de especialidades deportivas, como ca
rreras de velocidad y resistencia, lanzamiento de bala y
martillo, pruebas atléticas de pista y campo, fútbol, básquet,
volley, box y otras disciplinas. Una conjugación de lo militar y lo
atlético que nos facilitaba asimilar sin problemas todo el rigor de
la vida inter na de la Escuela; y que muchas veces, también nos
brindaba no torias satisfacciones en el plano deportivo a nivel
local.

En todas las fases y modalidades que comprende, la revista de


reclutas la presentamos en El Ejido, en el tradicional estadio de
"El Arbolito" contiguo a la Casa de la Cultura, que hoy ya no
exis te. A ese sitio concurrieron nuestros familiares, amigos y
unas cuantas muchachas de la época, que eran nuestras
enamoradas: Blanquita, Alicita, Laurita, Lucila, Rosita, Mercedes y
otras tantas chicas amigas de los cadetes. Afectiva y estimulante
presencia que nos impulsó a esmeramos en la ejecución de todos
los movimien tos, ejercicios y formaciones. Fue tal el incentivo
que absoluta mente todo nos salió muy bien: cero errores.

1 Carabineros: Punto de Partida 1 39


El Director de la Escuela Militar de Carabineros,
con el personal de Oficiales Ayudantes; 1939.

Antes de ingresar a la Escuela, la mayor parte de los cadetes


no habíamos montado nunca ni en un gato, peor en un caballo.
Pero recuerdo perfectamente que en la revista de caballería, gracias
a la dedicación y al apropiado entr enamiento recibido,
realizamos con solvencia toda una serie de ejercicios acrobáticos,
volteos, pi rámides a pie firme y sobre el caballo, al trote y al
galope, saltos con obstáculos y pruebas de adiestramiento. Fue
una impecable demostración que tradujo por partes iguales la
calidad de nues tros instructores y la voluntad de sus
entusiastas discípulos. Ter minada la revista, creo que todos los
cadetes dejamos de ser sim ples muchachos y nos convertimos en
verdaderos hombres.

A los pocos días, ya en el mes de julio, mediante decreto del ge


neral Enríquez Gallo se expidió la Ley Orgánica del Cuerpo de
Carabineros, por cuyo efecto la Institución adoptó esta nueva de
nominación en reemplazo de la de "Fuerzas de Policía" que venía
rigiendo, pero con igual estructura militar. La Escuela Militar
de

40 ] Carabineros: Punto de Partida ]


Carabineros mantuvo su nombre y continuó laborando normal
mente en su particular tarea de formar a los futuros oficiales.
De nuestra parte, aquella transformación se extrovertió en sano
orgu llo y nos dio mucha satisfacción al consideramos parte
constituti va de tan trascendental cambio institucional.

NUEVOS INSTRUCTORES

El 10 de agosto de 1938 concurrió al Congreso Nacional el gene


ral Alberto Enríquez Gallo, a presentar su informe como Jefe Su
premo de la República y entregar seguidamente el Poder. Para es te
acto, dicho sea de paso, a la Escuela Militar de Carabineros le
cupo el honor de conformar con sus cadetes la respectiva
guardia de honor. Concluida la sesión con las consiguientes
intervencio nes y votación de los honorables diputados, como
Presidente In terino de la República fue nombrado un elemento
civil, el doctor Manuel María Barrero. Y como consecuencia de
esta transforma ción política, los jefes y oficiales del Ejército que
estaban prestan do sus servicios en la Escuela -y entiendo que
también en otras dependencias policiales-, a los pocos días
fueron reincorporados a sus respectivos repartos militares.

En tal virtud, a la Escuela llegaron nuevos oficiales procedentes


de las mismas reparticiones policiales, cuya capacidad -me atrevo
a decir- no fue del completo agrado de nosotros, ya que existía
una absoluta diferencia con las condiciones demostradas por los
instructores militares. Esto motivó ciertos roces y no pocos incon
venientes en la vida interna del plantel, estableciéndose un verda
dero desorden cuyas consecuencias podían degenerar en graves
incidentes de carácter disciplinario. En realidad, por esta circuns
tancia casi estuvimos al borde de liquidar a la Escuela.

Nosotros considerábamos que los oficiales del Ejército habían


sido un lujo como instructores, con una excelente preparación, ab
soluta honestidad y marcada seriedad en sus ejecutorias;
atribu-

1 Carabineros: Punto de Partida 1 41


tos que contrastaban díametralmente con los exhíbídos por los
oficiales de policía destinados en su reemplazo, a quíenes respe
tábamos por su jerarquía pero no podíamos confiar de su solven cia
profesional en el campo de la instrucción, de la formación aca
démica y de la vida misma de la Escuela, porque la actividad y ré
gimen en los cuarteles de donde proveruan eran
completamente distintos.

Esta especie de anarquía que experimentábamos, este gran


de sorden que vivíamos, vino a complicarse todavía más cuando
la Asamblea Constituyente intentó quitar de un plumazo el
fuero militar que estaba en vigencia para el Cuerpo de
Carabineros. Una lapidaria decisión que atentaba contra la
estabilidad de la na ciente Institución y que restaba uno de sus
principales sustentos de fortalecimiento y proyección, pues con
anteriorídad y desde el inicio de la vida republicana la policía
había funcionado casi sin rumbo, totalmente dispersa y
anarquizada, con un prestigio me nospreciado y constituida por
hombres sin futuro, sin garantías ni aspíraciones; en cambio,
nosotros ya habíamos comprendído per fectamente cuál era el
camino que debíamos emprender como pioneros de la
profesíonalización institucional.

Así las cosas, una mañana en que parecía inminente por parte
de la Asamblea Constituyente la expedíción del decreto por el que
se derogaba la vigencia del fuero, e inclusive del carácter militar
del Cuerpo de Carabineros, en un gesto de verdadero patriotísmo
los cadetes redactamos una comunicación dirigida al periódico
"El Comercio" de Quito, haciendo conocer públicamente nuestra
posición y solicitando que en caso de persistír esta decisión, se
nos incorpore al Ejército en calidad de soldados y se nos destine
como tales a las islas Galápagos o al Oriente, pero que no podía
mos aceptar en ningún momento el hecho de que, mediante
una infundada resolución legislativa, se desbarate los destinos de
una respetable institución que comenzaba a tener forma.

Felizmente, en forma paralela se dio una maravillosa actitud de


solidaridad y respaldo por parte de los miembros del Batallón
de

42 ] Carabineros: Punto de Partida ]


Carabineros "Quito" -que así se llamaba en aquella época-, quie
nes salieron de su cuartel mayoritariamente y rodearon el
recinto del Congreso Nacional. Jefes y oficiales ingresaron
inmediatamen te para dialogar con los legisladores, y tras largos
parlamentos abandonaron el local; lo cual parece que, sumado
al contenido de nuestro comunicado por la prensa, sensibilizó el
criterio de los di putados, ya que mediante resolución expresa,
suscrita esa misma tarde, se dejó sin efecto la reforma propuesta
y se dispuso que la Institución de Carabineros debía regirse por
leyes especiales.

Como corolario de este histórico episodio se suscitó la renuncia


del Comandante General de Carabineros, coronel Rafael Puente,
y del director de la Escuela, teniente coronel Juan Francisco Galle
gos, nombrándose en su reemplazo al coronel Nicanor Solís y
al teniente coronel Alfredo Narváez, respectivamente; como
subdi rector fue designado el mayor Vicente Rivadeneira.
Desgraciada mente la presencia del teniente coronel Narváez al
frente de la di rección de la Escuela fue muy efímera, sólo duró un
par de sema nas, por lo que no tuvimos la ocasión de conocer a
profundidad sus intenciones ni calificar sus iniciales ejecutorias.
En sustitución suya fue designado el teniente coronel Leonidas
Yépez Baquero.

La presencia del teniente coronel Leonidas Yépez fue muy salu


dable para la vida interna de la Escuela, concepto que sin lugar a
equivocarme lo comparto con todos mis compañeros de aquella
época. El teniente coronel Yépez tomó a su cargo la dirección del
plantel con verdadero entusiasmo y entrega; a él le debemos en
gran parte la magnífica formación que recibimos los egresados de
las primeras cinco promociones. A pesar de su edad, pues era
un hombre bastante maduro pero vigoroso todavía, trabajaba con
es píritu de joven y se preocupaba con vehemencia por
solucionar los permanentes problemas de toda índole que se
suscitaban.

Recuerdo que como pupitres utilizábamos las pesadas mesas y


bancas que conformaban el comedor -ubicado en la planta
baja-, y que para recibir clases teníamos que subirlas a las aulas
que es taban en el segundo piso; diario, interminable y
molestoso trajín
1 Carabineros: Punto de Partida 1 43
que casi siempre terminaba estrangulando nuestra proverbial pa
ciencia y alimentando nuestro enojo.

Pero una mañana tuvimos la agradable sorpresa de ver ingresar a


la Escuela dos grandes camiones, portando en su interior setenta
fla mantes pupitres individuales de madera que fueron
inmediatamen te colocados en las aulas. Mi coronel Yépez, con
lágrimas de eviden te emoción, nos dijo: "Bueno, por fin tienen mis
cadetes en qué sen tarse y en qué estudiar''. El momento fue
emotivo para todos.

SEGUNDO Y TERCER CURSOS

En octubre del mismo año, cierta mañana mi coronel Yépez co


municó a todos los cadetes que tendríamos que someternos a
unos exámenes, puesto que se iba a establecer el segundo curso.
Y así fue, a la semana siguiente los setenta cadetes rendimos las
pruebas de carácter académico que habían sido previstas. Luego
de las consiguientes calificaciones fuimos seleccionados veinticin
co compañeros, que internamente ya nos ufanábamos de ser los
escogidos para pasar a constituir el segundo curso.

Pero no fue así, tres días más tarde los veinticinco cadetes selec
cionados fuimos convocados a rendir una nueva prueba,
califica da la cual se nos consideró solamente a catorce para
pasar al si guiente curso, el mismo que se inició de inmediato.
Tanto segun do como primer curso continuaron funcionando
hasta el mes de marzo de 1939, en que nos tocó rendir los
exámenes finales.

A los pocos meses los cadetes de segundo curso pasamos a


ter cero y los de primero a segundo, reclutándose paralelamente
un nuevo contingente de treinta reclutas aproximadamente,
destina do al primer curso; normalizándose de esta manera el
funciona miento de los tres cursos, en concordancia con lo
establecido en el Reglamento de Régimen Interno de la Escuela.
En conformidad con este reglamento, las primeras
antigüedades del tercer cur-

44 ] Carabineros: Punto de Partida ]


so obterúan el derecho a conformar el cuadro de brigadieres; lo
cual efectivamente sucedió, correspondiéndome el honor de
ha ber sido designado brigadier mayor, dignidad que la ostenté
durante todo el tiempo hasta marzo de 1940, en que nos gradua
mos como subtenientes.

Brigadier Mayor y Cadetes de Tercero y Segundo Cursos,


en formación para Educación Física; 1939.

Qué saludable y reconfortante fue para nosotros la presencia


de los nuevos reclutas; un personal idóneo, capaz y
detenidamente seleccionado que venía a remozar
incuestionablemente el régi men interno de la Escuela y tonificar
las actividades que se desa rrollaban. Además, con el
incremento numérico de este contin gente, los cadetes de tercer
curso podíamos ejercer y llevar a la práctica la escuela de
mando con que nos estábamos formando, y que contaba con la
experiencia acumulada gracias a la intensa ac tividad
desplegada por nuestros oficiales instructores militares.

El uniforme de diario que lucíamos los cadetes de los tres


cur sos era kaki; conformado por camisa, pantalón, guerrera y
cristi-

1 Carabineros: Punto de Partida 1 45


na. La guerrera tenía cinco botones de tagua, que se hallaban
ocultos bajo una abertura, y no disponía de ninguna insignia,
so lamente los brigadieres llevábamos en el brazo -como
distintivo una pequeña jineta triangular de paño plomo con las
barras azu les, con el vértice hacía abajo. No usábamos botines
sino zapatos cafés, con los calcetines de cualquier color; y como
prenda adicio nal, un panachot color verde aceituna, pero
solamente para los servicios nocturnos de ronda e imaginaría, o
cuando el frío era muy intenso.

ASIGNACIÓN DE APODOS

No sabría precisar el verdadero fondo que anima la práctica


de esta inveterada costumbre de asignar apodos a las personas,
pero lo cierto es que en nuestro país todo el mundo lo hace.
Basta un defectíllo físico, una semejanza, una equivocación
verbal o una singular circunstancia, y el apodo brota espontáneo,
le guste o no al afectado; sobrenombre que puede ser bueno o
malo, sencillo o rimbombante, respetuoso o denigr ante, pero que
a costa de men cionarlo repetitivamente se mantiene vigente
durante larguísimos años, muchas veces hasta la muerte de su
distinguido o atribula do propietario. Mote que tiene una
supervivencia tal, que su por tador pierde hasta los nombres y
apellidos que lo identifican le galmente.

Y al igual que en todas las instituciones policiales y militares de


la época, en la Escuela Mílítar de Carabineros también se
conser vó esta costumbre, pero creo que con mayor fuerza
debido posi blemente a su reciente creación. Apenas ingresamos,
casi a la par de recibir nuestro número de identificación también
se nos asig nó el correspondiente apodo, como sí los hubieran
tenido listos para ponernos; pero estaban bien puestos. A mí
compañero Al fonso Narváez -recuerdo- le dieron como
dotación un temo kaki bastante grande y confeccionado en tela
de diferente color, tanto el pantalón como la camisa, que ya
colocado sobre su humanidad

46 ] Carabineros: Punto de Partida ]


realmente le dio un aspecto chistoso y provocó la hilaridad de los
presentes; aquel mismo momento le bautizaron como
"Payaso", preciso sobrenombre que en boca de propios y extrañ os
perduró hasta después de su fallecimiento.

La asignació n de apodos no escapó ni al mismísimo subdirector


de la Escuela, el mayor Jacinto Yépez, a quien por la forma de sus
ojos se lo conocía como "Chino". Al teniente Jorge Andrade le
apodaban "Tuerto", porque tenía los ojos un tanto estrábicos; al
teniente Jorge Cevallos, "Futre", por su exquisita forma de vestir;
al teniente César Paredes, "Rostro Pálido", en virtud de que su ca
ra tenía un color macilento; al teniente Sergio Pérez, "Guambra",
posiblemente por su juventud y cará cter; al subteniente Jorge
Guevara, "Recluta", por haber realizado un curso de aplicació n
para oficiales en el Ejército.

Cadete
Alfonso Narváez Montalvo

Unos apodos fueron asignados por los oficiales instructores,


otros por los brigadieres y cadetes antiguos, y la gran mayo
ría, por los mismos compañ eros; aunque a veces, tal vez por
res petar la tradició n, se conservó el sobrenombre heredado de
fami lia. Con este antecedente, paso a detallar los apodos
asignados a mis compañ eros de tercer curso, con el
correspondiente funda mento o razó n:

Luis Bolívar Abad: "Zopo", porque al hablar tenía un


acentuado pronunciamiento de la zeta; Carlos Camacho
Estrella: "Orito", al igual que a su hermano Bolívar, en virtud de
que su señ ora madre
1 Carabineros: Punto de Partida 1 47
siempre les decía "Son mis Oritos"; José Cañizares Díaz: "Quílíco",
en razón de que era flaco y desgarbado; Emilio Císneros
Paredes: "Viejo", pues ya tema sus añítos; Carlos Cobo
Rodríguez: "Trorn pudo", porque ese era el apodo que tenía de
familia; Hugo Gueva ra Sánchez: "Caballo", en razón de que al
caminar parecía que iba al trote; Carlos Orbea Pacheco:
"Mono", por su origen y dialecto costeño; Efraín Paredes Oñate:
"Mama Ocllo", por su figura peque ña y rechoncha; Gustavo
Robelly Moncayo: "Ornoto", pues era el más chiquito de todos;
Guillermo Solórzano Hídrobo: "Vago", por su lentitud; también le
llamábamos "Primero de Mayo"; Angel Ur bina Carvajal: "Buey",
en virtud de su ancha nariz y fuerte respira ción, además era
colorado y grandote; Jaime Sáenz Segovía: "Chonta", por so
notoria tez morena y el físico atlético.

Un capítulo aparte merece mí compañero Luís Vásconez Cí


fuentes: "Pericote". Un buen día, al pasar junto a la enfermería ha
bía visto en el escritorio un apetitoso plato de arroz con una
pre sa de pollo, y con su clásica hambre de cadete había decidido
ser vírselo, sin dejar rastros. A los pocos minutos el enfermero
se da cuenta de que ha desaparecido su almuerzo y comienza a
hacer las averiguaciones del caso, pero no tiene respuesta ni
pistas del autor. Da parte al oficial de servicio y éste hace formar a
todos los cadetes. Torna la palabra el enfermero y explica la
situación, pero ningún cadete se responsabiliza del hecho; ante lo
cual argumen ta que ese plato contenía veneno destinado a
eliminar unos cuan tos pericotes que habían aparecido en la
enfermería. No concluyó su intervención y ya el cadete Vásconez
se declaraba autor confe so de lo acontecido. Aclaradas las cosas
el asunto no trascendió, porque lo del veneno era mentira. Allí se
originó su famoso sobre nombre de "Pericote".

Los apodos asignados a los cadetes de segundo curso fueron: Fe


derico Albornoz Peralta: "Mirlo", pues era bastante moreno y
pe queño; César Arturo Arias: "Cuco", porque su rostro daba esa
im presión; Gerardo Armas Ruales: "Pastuso", porque era del
Carchí; también le decíamos "Fraílejón"; Gabriel Bonilla Ramos:
"Viejo", en razón de su edad; Julio Cordero Balladares: "Coqueto",
porque era

48 ] Carabineros: Punto de Partida ]


bastante tenorio y enamoradizo; José Luis Cordero Nájera: "Tripa
de Gato", en virtud de que era delgado, escurridizo y medio
rubio; también le decíamos "Chilpe"; Oswaldo Dávila Rodríguez:
"Hue so", por huraño y un tanto egoísta; Gustavo de los Reyes:
"Loco", en razón de sus disparatadas ocurrencias; Julio César de
la Cruz: "Cuica Esther", porque cuando jugaba básquet hacía
unos movi mientos igualitos a los de una amiga que la
llamábamos justamente así; Jaime Durán Arias: "Cura", por haber
sido seminarista; Ernesto Espinoza Medina "h1dio", por eso
precisamente; Víctor Franco Cor tez: "Telitas", porque alguna vez,
hablando sobre la confección de los uniformes, mencionaba
insistentemente que se trataba de sim ples telitas; José Jaramillo
Tello: "Mirlo", por ser moreno; Angel Ja rrín Infante: "Gánster",
por su actitud; Humberto Jouve Buendía: "Viejo", por su rostro
de veterano; Miguel Angel López Hermann: "Tontito", en razón
de que era introvertido y muy callado; Carlos Maldonado
Arellano: "Gallo", porque tenía pecho ancho y piernas flacas;
César Madrid Gallardo: "Pelado", pues carecía de cabello;
Rómulo Merchán Quinteros: "Patojo", por un pequeño defecto en
el pie derecho; José Murillo García: "Negro", porque era bastante
mo reno; Alfonso Negrete Terán: "Omoto", por su estatura;
también le decíamos "Chanchaco"; Humberto Ochoa Loaiza:
"Viejo", por su carácter fuerte y esquivo; Humberto Parra Cuesta:
"Negro", por

Cadete
Luis Vásconez Cifuentes

la oscuridad de su piel; Holguer Polanco A guirre: "Tardío", en ra


zón de su acentuada lentitud; Jorge Proaño Chalanpuente: "Chan
cho", por su pronunciada gordura; Femando Rodríguez
Cornejo: "Pájaro", por su cara de ídem; Gonzalo Rodríguez
Morales: "Hipo pótamo", en virtud de su cara gorda, orejas
grandes y nariz chata;

1 Carabineros: Punto de Partida 1 49


Juan Rodríguez Moreira: "Mudito", porque casi no hablaba; Raúl
Santos Coral: "Chancho"; por ser gordo y pequeñito, también le lla
mábamos "Pipón"; Eduardo Serrano Yépez: "Machete", en razón
de su figura alta y espigada; Víctor Manuel Sosa: "Oso", porque te
nía sus hombros, pecho y brazos bastante velludos; Leopoldo To
rres Hernández: "Leopardo", por referencia a su nombre.

Los sobrenombres asignados a los reclutas de primer curso fue


ron: Víctor Aguirre Quijano: "Cupido", porque su cara tenía un ex
traordinario parecido con el cupido publicitario; Francisco Andra
de Crespo: "Mono", por su origen costeño; Carlos Napoleón Baro
na: "Mudo", porque era callado e introvertido; Julio Chico
Nava rrete: "Moquillo", en virtud de que su figura tenía un gran
pareci do con el tolete, implemento que en esos años lo
conocíamos como "moquillo"; Servando Egas Medrana:
"Chuchitas Madre", pues ese era su inseparable dicho; Jaime
Godoy Ordóñez: "Turco", por ser narizón y velludo; Julio Gómez
Mancheno: "Omoto", porque era de físico pequeño; René Gómez
Vargas: "Bleris", por su rostro redondo y ligeramente colorado;
Gastón Jaramíllo del Pozo: "Bue na Moza", porque era bien
parecido; también le decíamos "Mus hulay"; Carlos Moncayo
Pozo: "Pachíto", por su destreza en la ba rra y los aparatos;
Rodrigo Narváez Rivera: "La Miche", por su atención y
delicadeza en el trato; Fortunato Pino Suárez: "Viejo", por su edad
y apariencia; César Posso Esquetíní: "Colorado", por el color de
su rostro y cabello; Carlos Salinas Villacrés: "Gato", por el color de
sus ojos; Napoleón Santamaría Villacís: "Trompudo", por ídem,
ya que tenía la cara muy atrás; Manuel Tamayo Salga do:
"Negro", por el color de la piel; Marco Ulloa Messa: "Come lón",
por su gordura e insaciable apetito; Aníbal Ulloa Ulloa: "Me
caqué", pues así decía en vez de "me fregué".

IMBORRABLES RECUERDOS

En aquella época teníamos salida de francos solamente los días


domingo, pues laborábamos de lunes a sábado. El sábado era el

50 ] Carabineros: Punto de Partida ]


día más esperado por nosotros, en razón de que teníamos
despla zamientos a distintos lugares alejados de la ciudad: la
loma de Puengasí, la Mitad del Mundo, El Tingo, Alangasí, etc.,
muchas veces con marcha forzada, en donde efectuábamos
ejercicios so bre tácticas militares. Esto nos encantaba, porque
simplemente era la oportunidad de salir del bárbaro encierro a
que estábamos sometidos toda la semana, casi sin contacto con
el mundo exterior y enclaustrados en un perímetro de cuatro
grandes murallones.

Compañía de Cadetes de la Escuela Militar de Carabineros,


con uniforme de parada; 1939.

Con vista a la calle existían solamente algunas pequeñas


ventanas ubicadas en los dormitorios y comedor, por donde con
extrema me lancolía veíamos pasar a la gente que se dirigía a sus
hogares o lu gares de trabajo. Otro sitio de contacto con el mundo
exterior era la garita de la prevención, a la cual no teníamos acceso
sino en especia les ocasiones y cuando nos tocaba cumplir el
servicio interno de ron da del tercer cuarto, esto es de tres a cinco
de la mañana. A esa hora de la madrugada ya comenzaban a
pasar los feligreses rumbo a la iglesia de Santo Domingo, para sus
prácticas religiosas. El servi cio de rondas al interior de la Escuela y
el de imaginarias al interior de los dormitorios, los cubríamos
todos los días en jornada noctur-
1 Carabineros: Punto de Partida 1 51
na de ocho horas, distribuido en cuatro tumos de dos horas cada
uno: de 9 a 11, de 11 a 1, de 1 a 3 y de 3 a 5, es decir comenzaba a las
nueve de la noche y concluía a las cinco de la mañ ana.

En aquel tiempo, el día domingo nos daban a los cadetes el fa


moso "socorro" para gastarnos durante la franquicia, que consis
tía en una asignació n econó mica de dos sucres, cantidad irrisoria
en la actualidad pero que en esa época nos alcanzaba perfecta
mente para satisfacer nuestros gastos. Apenas salíamos de la Es
cuela, alrededor de las nueve de la mañ ana, íbamos derechito a la
entonces renombrada panadería La Vienesa, donde vendían unas
exquisitas pastas de queso y mozarella, milhojas, churos y bolo
vanes que costaban quince centavos; ahí nos servíamos dos o tres
de ellas, con un importe de 45 centavos.

Luego de visitar a la famílía en casa y almorzar con el mejor


apetito, invitá bamos a la enamorada al cine. La entrada a luneta
costaba 25 centavos por persona, má s 20 o 30 centavos invertidos
en caramelos, chicles, cañ ítas y chocolates, el gasto no sobrepasa
ba de un sucre; lo cual significaba que con el "socorro" asignado
teníamos má s que suficiente para servirnos algunas golosinas y
pasar con la guambra una amena velada de matiné, en el mejor ci
ne de la ciudad.

Pero en este caso yo era el má s afortunado, porque como bri


gadier mayor me entregaban cinco sucres, los cuales nunca me los
pude gastar en el franco y siempre regresaba a la Escuela con al
gunos sucres en el bolsillo.

El retomo luego del día franco lo hacíamos generalmente entre


las siete y ocho de la noche, ya que para pasar lista formá bamos a
las nueve en punto. El oficial de servicio casi siempre se encontra
ba en la prevenció n para recibirnos, chequear el arribo sin nove
dad de cada uno de nosotros y verificar, algunas veces, sí llegá ba
mos con aliento alcohó lico; infracció n que nunca la cometimos,
pues todos é ramos muchachos de buenas costumbres y suma
mente disciplinados. En lo que sí pecá bamos algunos era en el

52 ] carabineros: Punto de Partida ]


consumo de cigarrillos, pues nos fumá bamos uno o dos, pero es
ta infracció n nunca nos detectaron los superiores, ya que para evi
tar el mal rato del castigo poníamos en prá ctica cualquiera de los
infalibles mé todos utilizados por la juventud de la época: masti
car maíz tostado u hojas de naranjo, enjuagues bucales, etc.

A las nueve de la noche, vestidos ya con el uniforme kaki de fati


ga, formá bamos en el patio para pasar lista. Dependía del buen hu
mor o mal genio del oficial de servicio para saber inmediatamente
qué nochecita nos esperaba. Pero generalmente, inventá ndose al
guna falta o por cualquier motivo que se le ocurría, despué s de la
lista nos sometía a los clá sicos teques o "timbex" -como también
se los denominaba- y pasá bamos trotando largo tiempo, muchas
ve ces hasta las once; luego de lo cual pasá bamos al dormitorio
bien sudados y sin poder dormir. Un tanto desilusionados por el
nada cordial recibimiento luego de la franquicia, renegá bamos de
nues tra suerte con imprecaciones y blasfemias; pero ésa era la vida
de la Escuela y la teníamos que aceptar con resignació n y
fortaleza.

Considerá bamos que después de un día franco, la tranquilidad


y el reparador sueñ o debían constituirse en los mejores ingredien
tes para que el cadete pueda emprender al día siguiente su larga
aventura semanal; pero está bamos equivocados: el temple, el ca
rá cter y la disciplina militar se forjaban con sacrificio y decisió n.
Entonces, la nostalgia quedaba a un lado y só lo funcionaba el re
cuerdo, y con él muchos agradables momentos, como pasar con
nuestra familia en el hogar, conversar con los amigos, algú n com
promiso social, un bailecito sin aguardiente con las guambras y
otros ratos de ameno esparcimiento.

Así las cosas, resultaba agradable retornar a la Escuela el domin


go por la noche, aunque no era un asunto para reír como se com
prenderá , pero regresá bamos en las mejores condiciones y con el
mayor á nimo para poder soportar la habitual serie de inconve
nientes que se nos presentaba, tan típicos en la vida del cadete.

La mayoría de los profesores exhibía una magnífica formació n

1 Carabineros: Punto de Partida 1 53


Primera marcha de la Compañía de Cadetes, a Cayambe,
en marzo de 1939. Uniforme kaki y casco de paja toquilla.

académica; eran profesionales maduros con muchos años de ex


periencia, y cada cual tenía su pro pio estilo para dictar clases
o sustentar una conferencia. Y naturalmente los cadetes, con esa
ti midez y espíritu receloso que no s sobrevenía antes de los
exáme nes, teníamos cierto temor cuando este período llegaba,
tanto por la severidad de los profesores cuanto por las
calificaciones que nos ponían.

Quien nos causaba mayor terror era mi coronel Leonidas


Yépez, director de la Escuela, que en la materia de Logística que
dictaba nos tenía francamente anonadados y al borde del colapso
con sus explicaciones, unos poligrafiados de varios centenares de
páginas y la más estricta disciplina en el aula. En el examen oral
no nos permitía sujetamos al texto constante en los
poligrafiados y más bien nos obligaba a desarrollar nuestros
propios conceptos, lo cual nos causaba enorme preocupación
por las bajas calificaciones que con este método íbamos a
obtener; pero en los exámenes es critos cambiaba totalmente el
sistema, tal vez porque a través del
54 !carabineros: Punto de Partida 1
examen oral ya se había formado una idea de nuestras
capacida des, razón por la cual las calificaciones que obteníamos
eran rela tivamente buenas y muy justas. Era un hombre
extremadamente humano, honesto y ecuánime.

ALGUNAS ANÉCDOTAS

Con la consabida y tradicional hambre de cadete que teníamos,


había que buscar la forma de proveernos de algún tipo de alimen to
adicional; y la encontramos, a pesar de que el sistema adopta do
nos conllevaba una serie de contratiempos. A la gente que pa
saba frente a la garita de la prevención en horas de la madrugada,
cuando estábamos de servicio de ronda, le llamábamos la aten
ción y le solicitábamos que nos dé comprando pan,
aplanchados, galletas, queso y algún otro comestible para
engañar el hambre. La mayoría de estas personas cumplían
nuestro requerimiento con gran voluntad, se acercaban a las
tiendas existentes en el sec tor, compraban lo solicitado y
regresaban a la prevención para en tregarnos el encargo, muchas
veces hasta con el vuelto. Pero no faltó alguna vez el clásico
desaprensivo, que nunca regresó "ni con el pan ni con el puro",
y nosotros perdíamos de la manera más infame los pocos
centavos que disponíamos.

Un singular aliado y paliador de nuestras vicisitudes era el her


mano Tomás del convento de Santo Domingo, un gran amigo y
bienhechor a quien jamás podremos olvidar. El hermanito Tomás
solía acudir con alguna frecuencia a un pequeño patio interior del
convento, que colindaba con las instalaciones de la Escuela en
el ángulo de las calles Pereira y Montúfar; nosotros nos
asomába mos a dicho patio a través de una ventana del segundo
piso, y él, generoso y comprensivo, nos pedía que le lanzáramos
una bolsa para regalarnos habas y tostado. Y qué cosa más útil
para el efec to resultó la bolsa de la ropa sucia.

Nuestra ropa sucia la colocábamos en la cama y lanzábamos al

1 Carabineros: Punto de Partida 1 55


patio la bolsa sujeta con una soga; y acto seguido, el
hermanito procedía a colocar en su interior el prometido cucayo,
pero en tan abundante cantidad que nos alcanzaba para toda la
semana a los compañeros que sabíamos del asunto, con quienes
compartíamos la nutritiva remesa y guardábamos celosamente
el secreto.

Me sería difícil recordar cuantas veces nos prodigó esta


ayuda, pero alguna vez que tuvimos ocasión de hablar más
detenida mente con el hermanito Tomás, nos reveló que le
preocupaba mucho el hecho de encontrarnos internos, separados
de la familia y sometidos a un régimen militar; y que por esa
razón nos cola boraba al menos con aquellos "granitos de Dios",
porque tenía la seguridad que el hambre era nuestra inseparable
compañera.

Doctor
Eduardo Amílcar Aguirre

Otro pintoresco personaje de aquel tiempo era un limpieza de


apellido Chancusi, a quien le dábamos unos cuantos sucres para
que nos diera comprando algunos moldes de pan y los introduz
ca clandestinamente. Y así lo hacía diariamente entre las seis y
media y siete de la noche, aprovechando la insuficiente ilumina
ción que tenía la Escuela, pues contaba solamente con unos pocos
focos en los corredores. Los cadetes interesados nos concentrába
mos a esa hora en un oscuro rincón del patio, anhelantes y
nervio sos, en espera del arribo de la apetecida remesa.
Cuando Chancusi llegaba, generalmente agitado y temeroso,
luego de atravesar el patio con la mayor discreción nos entregaba
las palanquetas, que sacaba de los bolsillos de su viejo y
sucio

56 !carabineros: Punto de Partida 1


pantaló n; y que muchas veces, cuando el pedido era de mayor
volumen, tambié n lo hacía debajo de sus calientes y sudorosas
axilas. En algunas ocasiones, cuando se advertía el peligro de la
presencia de algú n oficial, para no comprometerse en el ilícito
simplemente agarraba las palanquetas y las enterraba en un mon
tó n de arena que había frente a la enfermería; y señ alando con el
dedo la arenosa montañ ita, olímpicamente en voz baja nos decía:
"Ahí quedan listas las palanquetitas...".

Ante esta situació n, en forma disimulada los cadetes involucra


dos nos retirá bamos del lugar y continuá bamos normalmente con
nuestras actividades, hasta que se presente la oportunidad para
rescatar las aludidas palanquetas. Pero pasaban largas horas y la
oportunidad no se daba; cualquier intento no planificado daría al
traste con nuestro objetivo: teníamos necesariamente que esperar
a que todos se acostaran.

Bastante avanzada la noche nos levantá bamos con cualquier


pretexto, y burlando la vigilancia de los imaginarias y rondas de
servicio acudíamos sigilosamente al montículo de arena, de don
de prá cticamente "buceando" extraíamos los preciados moldes
de pan, que luego nos servíamos previa una apurada limpieza.
Como es fá cil comprender, el problema se agudizaba terriblemen
te cuando las noches eran de lluvia. Pero a pesar de todo ello, en
honor a la verdad debo decir que nunca sentimos dolor de estó
mago ni malestar de ninguna naturaleza; tal parece que en el or
ganismo del cadete, el estó mago es blindado.

Respecto de este tema tan angustioso para el cadete, como es el


hambre, resultaría muy largo enumerar la serie de anecdó ticas
peripecias experimentadas; no obstante, quiero señ alar un detalle
bastante curioso e imposible de olvidar. En uno de los garajes in
teriores de la Escuela se había instalado el taller de carpintería, a
cargo de un maestro menudito, flaco y carilargo, que entre el de
sordenado hacinamiento de tablas, tablones, herramientas, ase
rrín y viruta, en un rincó n había improvisado sobre el piso un pe
queñ o fogoncito para preparar la cola.

1 Carabineros: Punto de Partida 1 57


Lo curioso de este caso es que el carpintero tenía solamente dos
ga11inas, que se turnaban poniendo los huevos, y en un rudimen
tario sartén preparaba los huevos fritos para vendemos clandes
tinamente. Cuando teníamos hambre, que era casi siempre, apro
vechábamos algún descuido de nuestros superiores y
acudíamos a la carpintería de la manera más discreta, llevando
pan en los bolsi11os; ya en el interior, previo el pago respectivo,
el carilargo maestro freía un huevito y rápidamente lo colocaba en
el pan. Nu tritivo sánduche que allí mismo lo consumíamos, entre
nerviosos y apurados, pero muy satisfechos.

Tampoco podremos olvidar a nuestro médico, el doctor Amílcar


Aguirre. Cuando algún cadete se acercaba a la enfermería por cual
quier dolencia o afección, inmediatamente lo atendía con el mayor
esmero y le facilitaba la medicina necesaria para su pronta recupe
ración. Pero esta medicina era siempre la misma para todos los en
fermos, tengan gripe, descomposición estomacal, lastimados, dolor
de cabeza, uñero, conjuntivitis o cualquier tipo de fractura. La rece
ta consistía en una pócima elaborada a base de sulfato, tal vez
de sulfato de sodio o algo por el estilo, que nosotros ingeríamos con
to da confianza en la certidumbre de que curaría nuestros males;
cosa que nunca ocurrió. Esta novedosa y singular circunstancia nos
mo tivó para asignarle el apodo de "Doctor Sulfatazo".

Nuestro pintoresco médico, que exhibía una sonrisa que no se


le borraba nunca, fue nombrado profesor en las materias de Có
digo de Policía Sanitaria y de Primeros Auxilios; posiblemente
por su condición de doctor, mas no por sus dotes de maestro.
Ni él mismo podía interpretar el contenido de los poligrafiados
que nos había entregado; casi siempre se hacía bolas y la
explicación correspondiente quedaba inconclusa; tampoco nos dio
jamás una clase práctica sobre tan interesantes temas.

Cada vez que el doctor Aguirre entraba a dictar clase, con su


irrenunciable carácter bonachón y ensayando una amplia sonrisa
me decía: "Brigadier mayor, ¿en qué quedamos la clase anterior?;
y yo le contestaba muy serio y disciplinado: "En punto y coma,

58 ] Carabineros: Punto de Partida ]


doctor". "Muy bien, sigamos adelante...", respondía, y continua
ba con sus enredadas explicaciones. Claro que él se reía, y noso
tros también.

ESCUELA Y CUARTEL

Cierta mañana fuimos sorprendidos con la presencia de una


Compañía entera del Batallón de Carabineros "Quito", que
venía a instalarse en una de las cuadras que había permanecido
cerrada desde la creación de la Escuela, la misma que al parecer
consistía en una especie de bodega ya que conterua equipos,
uniformes y más implementos de uso policial.

Inicialmente no sabíamos qué es lo que ocurría, pero luego


nos informamos que dicho personal se alojaba allí para estar más
cer ca del barrio de Chimbacalle, donde en días inmediatos se
produ cirían incidentes laborales. Esta información nos tranquilizó,
pues erróneamente creímos que se trataba de algún brote
revoluciona rio que se había gestado en la ciudad, como ha
sucedido constan temente a través de los años y que la Historia
los ha registrado con la identidad de rebeliones, revueltas o
cuartelazos.

Lo que ocurría realmente era que, en conformidad con el conte


nido del flamante Código de Trabajo expedido por el general En
ríquez Gallo, los obreros de la Fábrica Textil "La Internacional" -
ubicada en el sector de Chimbacalle- hacían uso por primera
vez de su derecho a la huelga; lo que hacía presumir inminentes
con frontaciones con la policía y el consiguiente rompimiento
del or den y la tranquilidad públicos en dicho sector de la ciudad.
La pa labra "huelga" la escuchamos por primera vez ese momento,
sin conocer lógicamente en detalle su verdadero significado, pero
con el transcurrir del tiempo comprendimos que para los
trabajadores era un derecho, y para los policías ir derecho a
trabajar en el con trol de los incidentes que se protagonizaban.

1 Carabineros: Punto de Partida 1 59


Personal directivo de la Escuela Militar de Carabineros, en 1940.

Instalada la Compañía, los cadetes continuamos laborando con


absoluta y total independencia, sin contacto de ninguna naturale
za con el nuevo personal asignado¡ pues ellos tenían sus propios
oficiales y clases que los comandaban en todo lo relacionado al
servicio en la ciudad y dentro del cuartel, inclusive realizaban el
servicio de guardia en la prevención.

Consecuentemente, en aquel tiempo tuvimos un cuartel mixto:


mitad cuartel propiamente dicho y mitad escuela, con funciones
completamente autónomas. Superada la emergencia producida
por el movimiento obrero, luego de unos cuantos días la Compa
ñía se reincorporó al Batallón de Carabineros "Quito", situado en
ese entonces en las calles Cuenca y Mideros, de modo que la Es
cuela retomó a su habitual actividad.

Cuando se suscitaban nuevos movimientos de ese tipo o em


peoraba la situación laboral entre los obreros, casi siempre
recibía mos la visita de un pelotón de caballería del batallón
aludido, to da vez que la plaza de Santo Domingo, en su
condición de obli-

60 ! carabineros: Punto de Partida 1


gado paso hacia el centro de la ciudad, se había constituido en
el escenario predilecto de todos los acontecimientos políticos, obre
ros, cívicos, estudiantiles y sociales. Entonces, el personal a
caba llo salía inmediatamente a dispersar las manifestaciones y
más reuniones que se realizaban sin autorización legal o que se
torna ban violentas por los excesos de sus protagonistas.

Este servicio a cabano lo había tomado a cargo la policía hace no


mucho tiempo, pues con anterioridad esta actividad la cubría el
Grupo de Cabanería "Yaguachi" o cualquier otra unidad militar
acantonada en Quito. Este escuadrón montado de carabineros,
que posteriormente pasaría a denominarse "Escuadrón Sables",
comenzó desde esa época a hacerse sentir en el control de las
ma nifestaciones y de los excesos obreros y políticos.

Normalizadas las actividades en la ciudad con la conclusión del


período de manifestaciones, los cadetes volvíamos a la diaria
ru tina del esforzado régimen interno que cumplíamos, y
natural mente, a todo cuanto entrañaba la agitada vida que
nevábamos. Pero una vida hermosa en cierta forma, aunque
también nena de dificultades y pequeños problemas, matizada
así mismo con la alegría propia de nuestra juventud, el gran
compañerismo que imperaba y las sorprendentes vivencias que
compartíamos, todas repletas de un inagotable contenido
anecdótico.

LA GRADUACIÓN

Y negamos a la terminación del año lectivo 1939-1940, en el que


se habían incorporado al pénsum importantes asignaturas de ca
rácter policial y de índole general, que marcaban firmemente
nuestra naciente formación profesional. Se iba acercando el 30 de
marzo de 1940, fecha para la cual se había previsto por parte de
la dirección de la Escuela el egreso de la primera promoción de
oficiales de Carabineros.

1 Carabineros: Punto de Partida 1 61


La anhelada ceremonia de graduación la teníamos en la
mente, casi a la vista, y de hecho los preparativos comenzaban
a darse. Sin embargo, una imprevista circunstancia de carácter
logístico impidió realizar la ceremonia de graduación con la
solemnidad del caso; es decir con el uniforme apropiado, el
juramento a la bandera, la premiación pertinente, el clásico
brindis, el necesario marco de público y las demás instancias
protocolarias. Desagra dable situación que destrozó nuestras
ilusiones.

Subteniente
Jaime Sáenz Segovia

La malhadada circunstancia que nos privó de esta solemne ce


remonia, según los directivos de la Escuela, consistió en que a
principios de 1940 la cúpula del Cuerpo de Carabineros había
de cidido eliminar definitivamente el tradicional uniforme azul
que caracterizaba a los miembros de la Institución,
reemplazándolo tanto en oficiales como en la tropa con el de
color verde aceituna, cuya tela debía llegar en forma oportuna
importada directamen te desde Italia; lo que desgraciadamente
no se dio.

Como ya no era reglamentario utilizar el uniforme azul que


dis poníamos y tampoco existía la tela para confeccionarnos el de
co lor aceituna que estaba en vigencia, pues el trámite para su
im portación se retrasó algún tiempo, salomónicamente
nuestros superiores habían dispuesto que la ceremonia de
graduación la efectuemos con el temo kaki: el mismo "temito"
kaki que usába mos diariamente; al que para este efecto sólo
tuvimos que agre garle una estrella plateada en cada una de las
presillas de la gue rrera, como distintivo del flamante grado.
62 !carabineros: Punto de Partida 1
Hasta ahora no logro descifrar qué es lo que ocurrió con el di
rector de la Escuela para no haber solucionado esta situación,
ya que otras de mayor complejidad siempre las resolvió sin
consul tas, asesoramientos ni titubeos.

Pienso que por la trascendencia del evento pudo haber


logrado del Comandante General la pertinente autorización para
utilizar el uníforme azul, como una justíficada excepción. Pienso
también que aceptando graduarnos con el uníforme kaki, de todas
maneras de bió efectuarse la ceremonia con la solemnidad y pompa
requeridas; pienso así mismo, que sí se trataba de la
insuficiencia de medíos económicos debió preverse con tiempo
su financiamiento. En fin, todavía no comprendo por qué se nos
privó a los oficiales de la pri mera promoción de tan trascendental
y bien ganado derecho.

Formados en el patio de la Escuela, a las once de la mañana, sin


la cálida y estimulante presencia de nuestros familiares ni el ade
cuado marco de solemnidad y colorido, de la manera más fría y
hasta cierto punto displicente se dio lectura al correspondiente
decreto de ascenso al grado de subtenientes, en el que se mencio
naba el nombre de cada uno de los catorce integrantes de este pri
mer contingente de oficiales y se efectuaba a la vez nuestras res
pectivas destinaciones. Tres oficiales fuimos destinados a la Es
cuela Militar de Carabineros, como instructores; uno a la Escuela
de Suboficiales y Clases de Carabineros, creada en días anteriores;
cinco al Batallón de Carabineros "Quito" No. l; y cinco al Bata
llón de Carabineros "Guayaquil" No. 2.

Luego de este extremadamente sencillo acto de graduación, que


no obstante la alegría que nos invadía provocó un trauma en to
dos nosotros, no hubo ni siquiera la clásica copa de champán
acostumbrada en este tipo de eventos; solamente recibimos los
abrazos de felicitación por parte de nuestros propios compañeros,
los cadetes antiguos y los reclutas, al igual que las
congratulacio nes de algunos oficiales instructores y personal
subalterno. Mo mentos después recogimos del dormitorio
nuestras pertenencias y abandonamos la Escuela: segundo
hogar en el que nos forma-

l Carabineros: Punto de Partida 1 63


mos profesionalmente y pasamos las horas más agridulces de la
vida. Luego, todo quedó atrás.

Ya en la calle mí pensamiento se abocó a imaginar el


derrotero que seguiría en la flamante profesión adquirida, las
nuevas sor presas que me depararía la vida profesional y los
innumerables momentos de sacrificio y peligro a que estaría
supeditado.

Divagaba también respecto de la cultura y condiciones que ca


racterizaban al personal que comandaría; de la escasez de imple
mentos y bienes materiales que disponía la policía, francamente
denigrantes; de la labor que me correspondería emprender para
robustecer y dignificar la actividad policial; y, sustancialmente,
del abnegado espíritu de cuerpo y responsabilidad con que
forja ría mí carrera profesional al seno de una nueva institución,
forma da a base de decretos y de buenas intenciones, pero
tradicional mente olvidada del Estado e incomprendida por la
ciudadanía.

NÓMINAS IMPORTANTES

Considero de indudable valor histórico detallar en estas memo


rias la nómina de los oficiales de policía que, al menos en los
pri meros años, ejercieron la función de instructores en la Escuela
Mi litar de Carabineros, y que es la siguiente:

Capitán Alfonso Ojeda


Capitán Luís A. Rueda
Capitán Alfonso Dávíla Tinajero
(Ayudante) Teniente Segundo Dávíla
Burbano
Teniente Carlos Martínez de la
Vega Teniente Angel Parra
Teniente Víctor D. Vásconez Cevallos
Subteniente Gustavo Ruíz Bodero
Subteniente Antonio Víllagómez Aguílar
Subteniente Alfonso López

64 ] Carabineros: Punto de Partida ]


Subteniente Alfonso Jurado Cartagenova
Subteniente Cristóbal Saá Sevilla.

Con el mismo objetivo incluyo la nómina del primer cuadro de


brigadieres, nombrado en 1938 por su experiencia en la instruc
ción militar; del cuadro de brigadieres designado en 1939 en fun
ción de las antigüedades obtenidas; y del cuadro de brigadieres
nombrado en 1940 luego de nuestra graduación:

Cuadro de Brigadieres: 1938 - 1939

Brigadier Mayor: Carlos Camacho Estrella


Primer Brigadier: Ruffo Ernesto Grijalva (ex-conscripto)
Segundo Brigadier: Fernando Jaramillo (ex-conscripto)
Tercer Brigadier: Carlos Cobo Rodríguez (ex-cadete de la Escuela
Militar)
Cuarto Brigadier: Jorge Maruri (ex-conscripto)
Primer Sub-brigadier: Juan J. Flor (ex-conscripto)
Segundo Sub-brigadier: Jorge Muñoz Donoso (ex-conscripto)
Tercer Sub-brigadier: Leopoldo Torres Hernández (ex-conscripto)
Cuarto Sub-brigadier: Jorge Robayo Domínguez (ex-conscripto)

Cuadro de Brigadieres: 1939 - 1940

Brigadier Mayor: Jaime Sáenz Segovia


Primer Brigadier: Alfonso Narváez Montalvo
Segundo Brigadier: Carlos Camacho Estrella
Tercer Brigadier: Efraín Paredes Oñate
Cuarto Brigadier: Luis Vásconez Cifuentes
Primer Sub-brigadier: Emilo Cisneros Paredes
Segundo Sub-brigadier: Carlos Cobo Rodríguez
Tercer Sub-brigadier: José Cañizares Díaz
Cuarto Sub-brigadier: Carlos Orbea Pacheco

Cuadro de Brigadieres: 1940-1941

Brigadier Mayor: Jaime Durán Arias


Primer Brigadier: Eduardo Serrano Yépez

1 Carabineros: Punto de Partida 1 65


Segundo Brigadier: Gustavo de los Reyes Arias.
Tercer Brigadier: Jorge Proaño Chalanpuente.
Cuarto Brigadier: Arturo Arias Arias
Primer Sub-brigadier: Humberto Parra Cuesta
Segundo Sub-brigadier: Leopoldo Torres Hernández
Tercer Sub-brigadier: Humberto Ochoa Loaiza
Cuarto Sub-brigadier: Bolívar Camacho Estrella

Al inicio de las actividades en la Escuela, los setenta cadetes fui


mos distribuidos en tres pelotones de tres escuadras cada uno,
ba jo el mando del capitán Flavio Muñoz Zamora, como
comandan te de la Compañía.

Primer Pelotón
(Comandante: Teniente Jorge Andrade)

Carlos Camacho Estrella


Ángel Urbina Carvajal
Emilio Cisneros Paredes
Gabriel Bonilla Ramos
Héctor Ballesteros M.
Gerardo Armas Ruales
Gonzalo Rodríguez Morales

Ruffo Ernesto Grijalva


Rodrigo Narváez Rivera
Alfredo Altamirano V
Antonio Rivadeneira
Luis Vásconez Cifuentes
Oswaldo Dávila
Rodríguez Carlos Orbea
Pacheco

Fernando Jaramillo
Hugo Guevara Sánchez
Eduardo Serrano Yépez
Carlos Maldonado Arellano
Luis F. Rodríguez Cornejo

66 ] Carabineros: Punto de Partida ]


Julio Cordero Balladares
José L. Muri1lo García

Segundo Pelotón
(Comandante: teniente Jorge Cevallos)

Carlos Cobo Rodríguez


Hólger Polanco Aguirre
Víctor Manuel Franco
Ernesto Espinoza Medina
Juan J. Flor
Gui1lermo Solórzano Hidrobo.
Alfonso Narváez Montalvo

Jorge Maruri
Julio César de la Cruz
Jaime Proaño
Humberto Jouve Buendía
Luis Bolívar Abad
Ernesto Donoso
Cristóbal Montalvo Suárez

José Cañizares Díaz


Humberto Ochoa
Loaiza Humberto Parra
Cuesta Carlos Landázuri
Jorge Proaño Chalanpuente.
Jaime Sáenz Segovia
Femando Terán

Tercer Pelotón
(Comandante: teniente Sergio Rubén Pérez)

Jorge Muñoz Donoso


Haekel Rivadeneira
Arturo Arias Arias
Efrain Paredes Oñate

1 Carabineros: Punto de Partida 1 67


José Luis Cordero Nájera
Raúl Santos Coral
Ángel Jarrín Infante
Leopoldo Torres
Hemández Miguel López
Hermann Juan Rodríguez
Moreira Víctor Sosa Sosa
Rómulo Merchán Quinteros
Miguel Bustos
Alberto Narváez

Jorge Robayo Domínguez


Gustavo de los Reyes Arias
Julio Gómez Mancheno
Angel Cevallos
Alfonso Negrete Terán
Julio Ojeda
Gustavo Robelly Moncayo

En los días posteriores, para completar la planta de setenta pla


zas, se incorporaron los cadetes: Bolívar Camacho Estrella, Jaime
Durán Arias, Jaime Jaramillo, Hugo Munive, Federico
Albornoz Peralta, Miguel A Larrea y Rafael Moncayo,
completando la planta de setenta cadetes.

PROMOCIONES DE OFICIALES DE CARABINEROS

A continuación, en estricto orden de antigüedad, se inserta la


nómina de las cinco promociones de oficiales egresados de la
Es cuela Militar de Carabineros entre los años 1940 y 1944, vale
decir durante el período que la Escuela ostentó este nombre,
pues a partir de junio de 1944 se le asignó la denominación de
Escuela T écnica de Subinspectores de la Guardia Civil Nacional.
Oficiales de Carabineros pioneros de la profesionalizacíon
institucional, cuya formación militar contribuyó notablemente al
ulterior desa rrollo y progreso de la institución policial.

68 ] Carabineros: Punto de Partida ]


Primera Promoción, egresada el 30 de marzo de 1940

Narváez Montalvo, Alfonso


Sáenz Segovía, Jaíme Antonio
Paredes Oñate, Sebastíán Efraín
Císneros Paredes, Manuel Emilio
Camacho Estrella, Carlos Alfonso
Cañizares Díaz, José Ernesto
Orbea Pacheco, Carlos Humberto
Urbína Carvajal, Angel Cristóbal
Guevara Sánchez, Hugo Leopoldo
Vásconez Cífuentes, Luís Augusto
Robelly Moncayo, Gustavo Eduardo
Solórzano Hídrobo, César Augusto Guíllermo
Cobo Rodríguez, Carlos Isaac
Abad Abad, Luís Bolívar

Segunda Promoción, egresada el 27 de febrero de 1941

Durán Arias, Jaíme Alcídes


Serrano Yépez, Luís Eduardo
De los Reyes Arias, José Jorge Gustavo
Jouve Buendía, Humberto
Cordero Balladares, Julío Roberto
Rodríguez Moreíra, Juan Rodrigo
Torres Hernández, Leopoldo
Rodríguez Cornejo, Luís Fernando
Rodríguez Morales, Gonzalo Segundo
De la Cruz Luzuríaga, Julio César Augusto
Proaño Chalanpuente, Jorge Alfonso
Polanco Aguírre, Hólger Ernesto Edwarí
Arias Arias, César Arturo
Muríllo García, José Leocadío
Negrete Terán, Carlos
Alfonso
Maldonado Arellano, Carlos Francisco
Albornoz Peralta, Federico Trajano
Ochoa Loaíza, Amado Humberto

1 Carabineros: Punto de Partida 1 69


Cordero Nájera, José Luis
Merchán Quinteros, Rómulo Emiliano
Camacho Estrella, Rafael Bolívar
Parra Cuesta, Humberto Aníbal
Jaramillo Tello, José Antonio
Dávila Rodríguez, Luis Oswaldo
Franco Cortez, Víctor Manuel
Armas Ruales, Gerardo Emilio
Madrid Gallardo, César Augusto
Santos Coral, Raúl Nicolás
Sosa Sosa, Víctor Manuel
Espinoza Medina, Isaías Ernesto
Bonilla Ramos, Rigoberto Gabriel
López Hermann, Miguel Ángel
Jarrín Infante, Ángel Gerardo

Tercera Promoción, egresada el 28 de julio de 1942

Barona V, Carlos Napoleón


Andrade Crespo, Jorge Francisco
Tamayo Salgado, Manuel Arquías
Gómez Vargas, Héctor René
Posso Esquetini, César Octavio
Salinas Villacrés, Carlos Enrique
Ulloa Ulloa, Justiniano Aníbal
Egas Medrana, Víctor Servando
Narváez Rivera, Gerardo Rodrigo
Aguirre Quijano, Luis Víctor Manuel
Santamaría Villacis, Bolívar Napoleón
Godoy Ordóñez, Jaime José Orlando
Moncayo Pozo, Carlos Alfonso
Ulloa Messa, Marco Ricardo
Jaramillo del Pozo, Gastón Estuardo
Pino Suárez, Félix Fortunato
Chico Narvarrete, Julio César
Gómez Mancheno, Julio Alberto

70 ] Carabineros: Punto de Partida ]


Cuarta Promoción, egresada el 2 de agosto de 1943

Flor Pinto, Galo René


Guerrero Guerrero, Angel Benigno
Rivadeneira Rodríguez, José Rafael
Pitarqui Shaffrey, Luis Fernando
Serrano Olmedo, Carlos Alberto
Saltos Martínez, Angel Erdu1fo
Navarro Durango, Joffre
Costa Jarami11o, Jorge Tomás
Donoso Muirragui, Manuel Carlos
Gómez Mancheno, Galo Víctor
Naranjo Hurtado, Galo Alfredo
Vasco Naranjo, Adolfo Po1ivio
Ho1guín Cabo, Héctor Rodrigo
Galiana Jarami11o, Jorge Gustavo
Mancheno Vi11anueva, Jorge Víctor
Larrea Cañizares, José Leopo1do
Toledo Vé1ez, Miguel Victoriano
Burbano Landázuri, Jaime Eduardo
Arroyo Arroyo, Camilo Aníba1
Luna Castro, Jaime Heriberto
Rodríguez Marín, Rodrigo Antonio
Narváez Monta1vo, Gui11ermo Federico
Torres Boni11a, Jorge Homero
Rosales Core11a, Marco Aníba1 Edmundo
Espinoza Medina, Luis Gonzalo
Cahueñas Ma1donado, Víctor Alfredo
Robayo Domínguez, Jorge Antonio
Noboa Montenegro, Jorge Wi1son
Lombeida Lemus, Gui11ermo Germánico

Quinta Promoción, egresada el 27 de mayo de 1944

Gómez Vargas, Raúl Manuel Oswaldo


Reinoso Rodríguez, Galo Humberto
Carrión Castro, Gui11ermo Alfredo

1 Carabineros: Punto de Partida 1 71


Véjar Quintana, Jaime Antonio
De la Vega Jaramillo, José María
Solano Olávez, Marco Gonzalo
Carrera Muñoz, Luis Alfonso Kléber
Rivadeneira Meneses, Jorge Eduardo
Armas Ruales, Guillermo Federico
Véjar Quintana, Ángel Gustavo
Martínez Torres, Washington Gerardo
Lombeida Argüello, Hólguer Manuel
Vásquez Rivera, Segundo Miguel
Olávez Estrella, Jorge Hemán
Silva del Pozo, Luis Estuardo
García Paredes, Jaime Oswaldo
Félix Reyes, Camilo Segundo Gustavo
Larrea Rueda, Luis Alfredo
Benalcázar Navas, Guillermo Elido
Vásconez Sevilla, Hernán Francisco
Ruales Lara, Víctor Hugo
Fiallos Malina, Gustavo Aníbal
Dávila Vinueza, Eudalgo Germán
Freire Balladares, Jorge Humberto
Andrade Veintimilla, Enrique Guillermo
Guerrero Rivas, Jaime Remigio
Durán Almeida, José Fabián

De otro lado, es preciso señalar que la Escuela Militar de


Cara bineros formó no solamente a los primeros oficiales
profesionales, sino que también dio cabida a la realización de
diferentes cursos de orientación profesional, entre los cuales
recuerdo los siguien tes: de Perfeccionamiento de Oficiales de
Policía, de Intendentes y Comisarios de Policía, de Investigación
Científica del Delito, de Adiestramiento para el Servicio de
Tránsito y de Radio-Operado res de Telegrafía.

Durante el período de vigencia del Cuerpo de Carabineros, es


to es entre 1938 y 1944, a más de la Escuela Militar de
Carabine ros fueron creados otros dos establecimientos de
formación poli-

72 ] Carabineros: Punto de Partida ]


cial: la Escuela de Suboficiales y Clases de Carabineros, el 20 de
marzo de 1940, cuyo primer director fue el capitán Víctor Vásco
nez Cevallos, quien sería reemplazado posteriormente por el ca
pitán Sergio Pérez Velasco; y la Escuela Fundamental de
Policía, el 5 de julio de 1943, como plantel de enseñanza previa a
la carre ra policial, bajo la dirección del capitán Jorge Ramos
Moral, y co mo instructores los subtenientes Galo Flor Pinto y
Héctor Hol guín Cobo. La primeramente nombrada adoptó el
nombre de Es cuela de Aspirantes y Guardias Civiles en
septiembre de 1944, suspendiéndose definitivamente su
funcionamiento a finales de 1948; la segunda, con efímera
existencia, fue suprimida en mayo de 1944 con la extinción del
Cuerpo de Carabineros.

DEPORTES EN LA ÉPOCA DE ORO

Resultando materialmente imposible conservar en la


memoria las interminables participaciones deportivas efectuadas
por la Es cuela Militar de Carabineros en su época de oro,
concretamente entre los años 1940 y 1944, en que los cadetes
brillaron con luz propia destacándose especialmente en las
disciplinas de básquet, fútbol, atletismo y natación, con meritorias
actuaciones en volley, box y otros deportes; he creído pertinente
reproducir textualmen te algunas de las crónicas deportivas
aparecidas en los periódi cos de la época, ya como documentado
testimonio de los aquila tados triunfos obtenidos así como en
sentido homenaje de admi ración a quienes con sus brillantes
actuaciones supieron dar lus tre y connotación al alma mater
institucional.

El extracto de estas crónicas deportivas pone de manifiesto, al


menos en parte, el permanente empeño por los oficiales
instruc tores y cadetes de la Escuela para representarla con
éxito y pun donor en el campo deportivo, tanto a nivel local
como nacional, en viva demostración de su disciplina, de su
entrega y de la cali dad de su formación integral.

1 Carabineros: Punto de Partida 1 73


Equipo de básquet de la Escuela Militar
de Carabineros, en 1940.

Básquet: E.M.C. vs Mercantil

"Los cadetes de la Escuela M ilitar de Carabineros y los de la


Mercantil, bien presentados ambos cuadros con uniformes que
in dican su estreno, protagonizaron un excelente partido de
basquet ball, en el cual los de la Plaza de Santo Domingo dieron
una lec ción demasiado dura a sus rivales con disposiciones muy
buenas, pues son muchachos que se inician para una próxima
temporada, pero demuestran encontrarse suficientemente
fogueados, afian zando el prestigio que vienen alcanzando.

"El equipo de la Escuela Militar de Carabineros estuvo integra


do así: Francisco Andrade, Carlos Serrano, Hemán Vásconez, Ri
cardo Serrano, Nelson Maldonado, Leopoldo Larrea, Héctor
Hol guín, Luis Pitarqui y Ángel Saltos".

74 !carabineros: Punto de Partida 1


Fútbol, Básquet y Atletismo

"En toda competencia deportiva de la ciudad, estamos acos


tumbrados a aplaudir a los cuadros deportivos del plantel de ca
detes de la Plaza de Santo Domingo; los colores de sus unifor
mes son gratos a la masa deportiva y por donde quiera que se lo
aprecie, campea la caballerosidad y en cada ocasión demuestran
mejoramiento.

"El deporte capitalino tiene en la Escuela Militar de Carabineros


una de sus mejores filiales, pues nunca niegan su apoyo; con los
cuadros integrados por muchachos vigorosos y entusiastas, lle
gan y ofrecen un espectáculo pleno en técnica, utilizando los me
dios correctos y destacando en todas sus presentaciones la disci
plina más completa, incluida en los programas de educación inte
gral vigentes en el plantel de la Plaza Sucre, en los que consta el
deporte como elemento primordial de perfeccionamiento físico y
esparcimiento. De esta manera las juventudes que estudian en
la Escuela Militar de Carabineros, pulen su inteligencia y
vigorizan sus músculos, cumpliendo fielmente con los dictados
de la sen tencia latina "mens sana in corpore sano".

"En la última semana ha cumplido actividades de alta impor


tancia en su regreso a la división de privilegio del baloncesto, ven
ciendo ampliamente al campeón local en días sucesivos, sábado y
domingo; luchando enérgicamente con colegas del Mejía, con
quista el honroso puesto de vice-campeón de atletismo intercole
gial, vence al clasificado cuadro de fútbol del Mejía, inscrito en
primera división; y los indicados cadetes con el mismo interés,
poniéndose a órdenes de quienes pueden perfeccionarlos,
siguen conquistando triunfos y laureles".

Básquet: E.M.C. vs LO.U.

"Mucha expectativa había por ver a Liga Deportiva Universi


taria frente a los cadetes de la Escuela Militar de Carabineros, re
cientemente ascendidos a primera categoría; los de la Central tu-

l Carabineros: Punto de Partida 1


75
vieron corno refuerzo a Marco Alvarez (Yerba), muchacho muy
conocido en nuestras canchas deportivas; pero a simple vista se
pudo notar que los que antes lucían el uniforme algo han dejado
de practicar y no se les conocía más que por los nombres, con lo
que era muy lógico el triunfo de los cadetes que no
abandonaron sus prácticas ni se duermen sobre los laureles.

"Desde el principio del partido ya se pudo ver la superioridad


de los jóvenes de la Plaza Sucre, muchachos muy ágiles y que se
entienden muy bien, entusiasman con sus jugadas efectivas y
muevan continuamente el marcador. No los conocernos indivi
dualmente, pero se destacó el encestador de la tarde Nelson
Mal donado; los universitarios se emplearon a fondo para poder
subir el puntaje que lo tenían tan bajo, especialmente en el primer
tiem po, una vez que en el segundo reaccionaron haciendo
presumir un posible empate, pero no lo alcanzaron, menos a
superar a los cadetes que rindieron una buena jornada de
basquetball, dejando muy bien impresionado al público que los
aplaudió incesante mente por sus magníficas jugadas. El partido
terminó con el mar cador que señalaba: 30 a 24.

"Los cadetes de la Escuela Militar de Carabineros si continúan


jugando corno en su primer partido de presentación, llegarán a
los primeros lugares".

Fútbol: E.M.C. vs Colegio Mejía

"Contra todos los cálculos y los pronósticos, el tearn representa


tivo de la Escuela Militar de Carabineros, haciendo un
verdadero derroche de entusiasmo y decisión, venció a la
técnica escuadra del Colegio Mejía, por la mínima diferencia de
un gol a cero.

76 ] carabineros: Punto de Partida ]


Equipo de fútbol de la Escuela Militar de Carabineros, en 1943.

"El encuentro estudiantil reunió a un nutrido grupo de colegia


les en las graderías del estadio, así como las principales autorida
des del plantel que auspicia los f estejos del Comité 19 de
Marzo.

"A la hora meridiana bajo la s órdenes del árbitro señor


Coello, se inició el evento futbolístico que para la mayoría de los
curiosos, lógicamente, debía terminar con el triunfo de los
dueños de casa, tanto porque sus campañas en las filas de la
primera división del fútbol local se daban muchos méritos para
ello, cuanto porque se estima que los muchachos estaban
perfectamente identificados con su propia cancha.

"Las rápidas acciones iniciales de la quina perforadora en el


"once" contrario, anuló las más hábiles incursiones sobre su me
ta y mantuvo a sus ágiles en constante movimiento en los
terre nos de Gabela, su compañero de zaga.

"Los chiquillos del Mejía, aunque jugaron con su habitual mo-


1 Carabineros: Punto de Partida 1 77
dalidad, caracterizada por la rapidez que dan a las acciones los
pases sobre la marcha, se manifestaron muy poco seguros en
los servicios, a excepción del magnífico aunque diminuto puntero
iz quierdo Gonzalo Pozo, que rindió una impecable perfomance,
convirtiéndose con Jiménez (Olivo) en los fantasmas de los hom
bres de Pitarqui y sus retaguardias. La habilidad de los
colegiales fue contrarrestada con la decisión de los futuros
oficiales del or den y la seguridad, pues aunque sus bombarderos
en verdad acu saron codicia, constituyeron el punto flaco del
cuadro, sobre todo en el ala izquierda.

"En el segundo tiempo, tras una acción de mucho mérito de de


fensores y atacantes, el cadete Carlos Donoso, interior izquierdo
de los estudiantes de Santo Domingo, venció a Loza con un impe
cable disparo a corta distancia, que pese a la estirada del
notable portero, la bola hinchó a la flamante red.

"Con esta ventaja se inició un período de jugadas violentas de


parte y parte, que el árbitro que no se portó con la energía del
ca so desde el principio, se vio obligado a retirar a dos
jugadores de cada bando. La oportuna intervención de las
autoridades del plantel cortó por lo sano un pequeño incidente
que ocasionó una corta suspensión del partido".

Básquet: E.M.C. vs Crak

"Principiamos llorando y terminamos alegres el día de ayer.


El día se presentó bastante lluvioso y se creía que así terminaría
la tarde con esa impertinente garúa que helaba hasta los huesos.
Pe ro hubo suerte para los muchachos y aficionados al
basquetball. Sin duda alguna el mal tiempo restó mucha
concurrencia a la Bel momte, y los que no asistieron tendrán que
arrepentirse al no ha ber visto un gran partido, como el que
jugaron Crack - Escuela Militar de Carabineros.

"Verdaderos momentos de emoción dieron los diez jugadores,


los civiles pueden estar satisfechos de haber ganado a un
cuadro

78 ] Carabineros: Punto de Partida ]


de alta categoría, como son los disciplinados muchachos de la Es
cuela de Carabineros, pues al principio se podía suponer que
los escolares de la Plaza Sucre se podrían imponer porque
llegaron al empate, después que el Crack se encontraba muy
adelante.

"Es una esperanza el homogéneo conjunto de la Escuela Mili


tar de Carabineros, y si no estamos equivocados, es la primera
pérdida que sufren en el juego de ayer, así como el Crack también
tiene una pérdida frente al Curso de Educació n Física.

Grupo de atletas de la Escuela Militar de Carabineros, en 1943.

Ambos quintetos fueron calurosamente aplaudidos por la


11

con currencia, pues los cadetes hicieron admirables jugadas, que


sus mismos rivales de "barra" les aplaudieron porque supieron
lu char como buenos hasta el ú ltimo.

"El arbitro José Vega se portó a la altura de su deber, conoce a


cabalidad el reglamento y con una vista de á guila no deja pasar
una falta, así como castigó severamente el doble que empleó fre
cuentemente el quinteto militar a los fauls casi invisibles del
Crack Así deben ser los árbitros y con esto todos los deportes es-
1 Carabineros: Punto de Partida 1 79
tarían garantizados.

"En medio de la expectación general, y de la nerviosidad de


los hinchas, se terminó el juego con el triunfo del Crack por 31
tantos contra 29 de los cadetes de la Escuela Militar de
Carabineros. Am bos conjuntos merecen la consiguiente
felicitación por su brillan te desempeño, y por la corrección en
todo el tiempo del partido".

Natación

"En ocasiones anteriores habíamos resaltado el excelente estado


deportivo en que se encuentra actualmente la Escuela Militar de
Carabineros, tanto en fútbol como en básquet y atletismo, pero
ahora, con motivo de su última presentación en los concursos
es colares de natación, realizados el sábado pasado, debo
señalar que los nadadores de la Escuela Militar de Carabineros han
alcan zado en el año de 1943 magníficos resultados, pues no ha
habido competencia en la cual no retomen a su plantel con trofeos
logra dos en diferentes especialidades.

"Es justo mencionar el nombre del cadete Raúl Intriago


Gilber, especialista en diferentes estilos, como el número uno en
el equi po militar, considerado desde ya para ocupar las
mejores ubica ciones en campeonatos nacionales".

Básquet: E.M.C. vs San Gabriel

"A segunda hora los quintetos de la Escuela Militar de Carabi


neros y del San Gabriel, arbitrado por el señor Viteri, que aunque
novicio en estos gajes estuvo acertado en sus decisiones,
ofrecie ron un cotejo muy interesante hasta la mitad del
segundo perío do, por la paridad de las acciones y la gran
movilidad que supie ron imprimir el juego. Los diez minutos
finales del partido fueron íntegramente de los cadetes de la franja
anaranjada que bombar dearon sin descanso el aro de los jersey
celeste que, pese a los de sesperados esfuerzos del diminuto
crack Romero Aguilera y el "Papá", vieron subir como espuma
la cuenta a favor de la escua-

80 ] Carabineros: Punto de Partida ]


dra muy bien dirigida por Andrade que, con Serrano y Pitarqui,
se habían agigantado. Escuela Militar de Carabineros 42 San Ga
briel 28" .

Atletismo

"Con la intervenció n de los principales colegios de la capital, y


como uno de los mejores nú meros con que celebra sus fiestas pa
tronales el Colegio Nacional Mejía, este añ o, como los
anteriores, se realizó la carrera denominada "Posta Clásica
Mejía", en la cual se pone de manifiesto la capacidad física de sus
educandos, como resultado de un largo y sistemático
entrenamiento al que han si do sujetados.

Equipo de básquet de la Escuela Militar de


Carabineros, en 1943.

"El premio donado por el excelentísimo señ or Presidente de la


Repú blica, doctor Carlos Arroyo del Río, es un galardó n que
con justicia le corresponde a los cadetes de la Escuela Militar de
Carabi neros, quienes de principio a fin dominaron la competencia,
hacién dose a los diplomas que les acredita como campeones de la
prueba.
1 Carabineros: Punto de Partida 1 81
"De realizarse otra carrera como la del domingo, los cadetes
de la Plaza Sucre podrán convertirse en corredores de cuidado
para maestros nacionales dedicados a esta disciplina deportiva.

"El quinteto de la Escuela Militar de Carabineros estuvo inte


grado de la siguiente manera: 100 m. Luis Pitarqui, 200 m. José de
la Vega, 400 m. Adolfo Vasco, 800 m. Gustavo Galiano y 1.500 m.
Aníbal Arroyo".

LA PRIMERA PROMOCIÓN

Los flamantes oficiales de esta primera promoción fuimos


des tinados a los siguientes repartos: Alfonso Narváez Montalvo,
Car los Camacho Estrella y Jaime Sáenz Segovia, a la Escuela
Militar de Carabineros, como instructores; Efraín Paredes Oñate, a
la Es cuela de Suboficiales y Clases de Carabineros, como
instructor; Emilio Cisneros Paredes, Ángel Urbina Carvajal,
Guillermo So lórzano Hidrobo, Gustavo Robelly Domínguez y
Carlos Cobo Ro dríguez al Batallón de Carabineros "Quito" No.
1; Carlos Orbea Pacheco, Luis Bolívar Abad, José Cañizares
Díaz, Hugo Guevara Sánchez y Luis Vásconez Cifuentes, al
Batallón de Carabineros "Guayaquil" No. 2.

Fue indescriptible la emoción que sentimos una vez terminada


la "ceremonia" de graduación, pues habíamos logrado
finalmen te conseguir el objetivo de salir de la Escuela por la
puerta gran de, con la estrella plateada sobre nuestros hombros
y un amplío horizonte de profesionalismo. Pero la responsabilidad
que nos es peraba en cada uno de nuestros servicios y
actividades era ma yúscula, no sólo porque éramos los primeros
oficiales profesiona les sino porque recién íbamos a darnos
cuenta de cómo realmen te funcionaba la Institución.

Estas experiencias las pusimos de manifiesto todo los compañe


ros al año de graduados, justamente en una reunión efectuada
en

82 ] Carabineros: Punto de Partida ]


Quito en marzo de 1941; en la que aprovechando la presencia de
los catorce integrantes de la promoción, prometimos reunimos
poste riormente al menos cada año, para cruzar ideas,
intercambiar emo ciones y conocer nuevas experiencias de
carácter profesional.

Pero esta reunión no ocurrió, a pesar de ser solamente catorce


compañeros. Jamás volvimos a estar juntos en ninguna reunión
o evento de carácter policial, pues lo impedían las
circunstancias del servicio a lo largo y ancho del país, en los
destacamentos ru rales y en la lejana zona fronteriza.

\ :-; . . .. -- .,\ • • •- ' . . 1\ _1 .

Integrantes de la primera promoción de Oficiales de


Carabineros, junto al Capitán Luis A. Rueda.

A través de los años la promoción se fue desintegrando; unos


porque tomaron la decisión de separarse voluntariamente de la
Institución y emprender otro tipo de actividades; otros porque se
acogieron en su oportunidad al servicio pasivo, luego de muchos
años de actividad; y otros, porque fueron falleciendo ya en el
cum plimiento del deber o posteriormente a causa de
enfermedades en la vida civil. De todas maneras, el tiempo se ha
encargado de ade lantar en la partida sin retomo a la gran
mayoría de compañeros.
1 Carabineros: Punto de Partida 1 83
Desde nuestra lejana graduación han transcurrido nada más
ni nada menos que sesenta años, habiendo fallecido diez
entraña bles compañeros y sobrevivido hasta este instante los
cuatro res tantes: Carlos Camacho Estrella, Hugo Guevara Sánchez,
Guiller mo Solórzano Hidrobo y Jaime Sáenz Segovia. No sabemos
cuan do nos toque nuestro definitivo viaje, pero sí estamos
completa mente seguros de que hasta la tumba llevaremos
presente el infi nito amor profesional que se nos inculcó en
nuestra formación, fortalecido en la diaria actividad de
abnegación y entrega. Porque así nos enseñaron, así somos y así
moriremos.

LA ESCUELA DE SUBOFICIALES Y CLASES

Luego de permanecer varios meses como instructor en la Escue


la de Cadetes, fui dado el pase igualmente como instructor a la Es
cuela de Suboficiales y Clases de Carabineros, que se había fun
dado recientemente en marzo de 1940. Esta Escuela estaba ubica
da en una zona rural del occidente quiteño, casi en las faldas del
Pichincha, en un sitio conocido como Toctiuco, al que se llegaba
por un sendero bastante angosto que se iniciaba en la plazoleta
contigua a la iglesia de El Tejar; también se accedía por un
"cha quiñán" de considerable gradie nte que subía por la ladera
que bordeaba el cementerio. Esta circunstancia nos obligaba a
ascen der necesariamente en columna de a uno.

El lugar destinado para funcionamiento de la Escuela había


si do tomado en arrendamiento al señor Rosalino Rojas, su
propie tario, y consistía prácticamente en una pequeña
hacienda, deno minada "Quinta Lourdes", cuya extensión no
podría precisar pe ro calculo que abarcaba varias hectáreas. En
una pequeña plani cie se levantaba la casa de hacienda, de antigua
y rústica construc ción, a la que para utilizarse se debió hacer un
sinnúmero de rea decuaciones y acondicionamientos, pues en
sus instalaciones de bía albergar sesenta alumnos, entre sargentos
y cabos, proceden tes de las distintas unidades y repartos de la
República; por eso su

84 ] Carabineros: Punto de Partida ]


denominación de Escuela de Suboficiales y Clases. El objetivo de
la Escuela era precisamente preparar a este personal en las funcio
nes correspondientes a su nuevo grado, al que ascenderían luego
de aprobar el respectivo curso con duración de un año.

Cuando la Escuela inició oficialmente sus actividades fue


nom brado como director el capitán Víctor Vásconez Cevallos,
quien fuera mi instructor con el grado de teniente en la Escuela
Militar de Carabineros durante mi último año de estudios, luego de
su re tomo de Chile; pero al poco tiempo de mi traslado a la Escuela
de Suboficiales y Clases fue destinado a otro reparto policial,
reem plazándolo en sus funciones el capitán Sergio Pérez
Velasco, quien venía realizando igualmente en Chile un curso de
especia lización junto con los subtenientes Cristóbal Saá Sevilla y
Vicente Naranjo. Al frente de la dirección de la Escuela, el
capitán Pérez puso de manifiesto toda la entrega y entusiasmo
que le caracteri zaban, a más de un amplio bagaje de
conocimientos adquiridos en dicho país.

A más del director, la plana mayor de esta Escuela la confor


mábamos el teniente Segundo Dávila Burbano, el teniente Se
gundo David Ponce, el subteniente Alfonso Jurado Cartageno va
y el subteniente Jaime Sáenz Segovia; todos quienes compro
metimos nuestro esfuerzo y dedicación para que el plantel
cumpla con los objetivos previstos y se proyecte con altura en
el contexto institucional. Particular que poco a poco se fue dan
do gracias a la experiencia adquirida en la Escuela Militar de
Carabineros, fundamentalmente en lo relativo a la instrucción
formal y la mecánica de los servicios internos propios de una
escuela de régimen militar.

A través de los meses me fui vinculando a la dura y sacrificada


vida institucional, dándome cuenta de la prolifera actividad que
comprendía el servicio policial. Allí pude verificar la real
dimen sión del trabajo destinado a los suboficiales y clases, en su
perma nente contacto con los policías: ellos constituyen
propiamente las bujías de esa enorme maquinaria que significa el
régimen interno

1 Carabineros: Punto de Partida 1 85


en los cuarteles policiales, donde el cumplimiento de las ó rdenes
superiores, deberes y obligaciones, servicios, consignas y más dis
posiciones se procesan bajo su responsabilidad, ya sea en el servi
cio Urbano, Rural, de Tránsito o de Investigaciones. Allí comenzó
a nacer en mí ese instintivo sentido policial que conlleva al afecto
institucional, invaluable sustento doctrinario que fortalece al po
licía en su cotidiano procedimiento de servicio a la comunidad,
en defensa de la vida y la propiedad de todos los habitantes del
Ecuador.

Jefes y Oficiales de la Institución, en la ceremonia de inaugura


ción de la Escuela de Suboficiales y Clases de Carabineros;
1940.

Terminado el añ o lectivo, en significativa ceremonia se


entregó diplomas a los alumnos que aprobaron el curso y se
otorgó distin ciones a las primeras antigü edades. Y debo
mencionar, con in mensa satisfacció n, que con el correr de los
añ os varios de estos alumnos llegaron a ser dignos oficiales de la
Institució n, entre los que puedo citar a Miguel Cá rdenas,
Guillermo Peñ aherrera, Ul piano Ponce, Temístocles Bustos y
Arturo Maya, todos ellos exce-
86 1 Carabineros: Punto de Partida 1
lentes elementos que con su ejemplo y ejecutorias contribuyeron
en su momento al fortalecimiento institucional.

La notoriedad adquirida por la Escuela en su primer año de


funcionamiento fue manifiesta, ya que a más de su desarrollo co
mo establecimiento de formación policial destacó también en di
ferentes presentaciones de orden externo, secundando a la
Escue la Militar de Carabineros en diversos eventos fuera de la
ciudad: en Guayaquil el 9 de octubre y en Cuenca el 3 de
noviembre, con exitosas demostraciones en las revistas de tolete,
de fusil y de acrobacia. Bien se puede decir que este plantel
justificó inmedia tamente su creación y marcó constantemente
significativas pers pectivas para la Institución.

EL CAPITÁN SERGIO PÉREZ VELASCO

A su regreso de Chile, el capitán Sergio Rubén Pérez Velasco


ha bía traído en su maleta una gran cantidad de leyes,
reglamentos, libros, manuales y más documentos relacionados
con la actividad policial, y junto a ellos, la singular experiencia de
haber visto con sus propios ojos el desarrollo y progreso
doctrinario y tecnológi co de la policía de ese país (Carabineros),
que a través de pocos pero fructíferos años ya se había
constituido en una de las institu ciones policiales más
profesionales y eficaces del Continente; ra zón por la cual
mereció nuestro elogio y admiración.

Capitán
Sergio Pérez Velasco
1 Carabineros: Punto de Partida 1 87
Los conocimientos adquiridos y 1a gran capacidad y decisión
que 1e caracterizaban, fueron de inmediato puestos a1 servicio de
1a Escueta de Suboficiales y Gases de Carabineros, a donde había
sido destinado como director a mediados de 1940. Casi todas
1as obras ahí realizadas fueron e1 producto de su decisión y
esfuerzo, compartido con e1 entusiasmo de sus subalternos.

Un buen día, a1 capitán Sergio Pérez se 1e ocurrió abrir un cami


no más ancho sobre e1 sendero que conducía a 1a Escuela, en 1a in
tención de facilitar e1 acceso vehicu1ar o a1 menos hacerlo más
transitable; trabajo que logramos ejecutarlo totalmente en algunas
semanas, con 1a participación de todos 1os alumnos, utilizando
pa1as, picos y carreti11as: ardua y peligrosa 1abor, naturalmente,
por cuanto e1 sendero a ampliar se ha11aba a1 borde mismo de 1a
gran quebrada de E1 Tejar.

Posteriormente, en similitud de condiciones, efectuamos inten


sos trabajos de desbanque y re11eno para construir una cancha de
fútbo1 y uti1izar1a a 1a vez como campo de instrucción; fatigante y
1arga tarea en 1a que desplazamos una inca1cu1ab1e cantidad
de metros cúbicos de tierra sin e1 asesoramiento técnico de
ningún ingeniero. Así mismo, en virtud de que cada mañana
teníamos que recoger a 1os caba11os en 1a explanada de E1
Tejar y condu cirlos trabajosamente hasta 1a Escueta, con 1os
consiguientes pro blemas que 1a 1abor entrañaba, construimos
en forma acelerada unas improvisadas caba11erizas y dimos
solución a todos 1os in convenientes que se presentaban.

También efectuamos una serie de arreglos y readecuaciones


en 1a casa de hacienda, que era un patio grande y solariego
alrede dor de1 cua1 había unos corredores no muy anchos con 1os
corres pondientes cuartos de vivienda y almacenamiento, a 1os que
pro cedimos a habi1itar1os para que sirvan de au1as, oficinas,
dormito rios, comedor y enfermería. Es decir, en no mucho tiempo
1a casa de hacienda fue transformada en un 1ugar apropiado para
1a vida de Escuela, gracias a 1a iniciativa y esfuerzo de1 director
y e1 tra bajo de todo e1 personal de oficiales y tropa.

88 ] Carabineros: Punto de Partida ]


Lo lamentable y virtualmente negativo de esta gran empresa,
en mi criterio, fue la falta de decisión por parte de la Comandan
cia General para conservar este inmueble, pues se nos había ase
gurado una y otra vez que la compra a su propietario ya estaba
resuelta y era inminente, razón por la cual emprendimos con en
tusiasmo y satisfacción todas la obras ya descritas; lo que en rea
lidad, desafortunadamente, no ocurrió jamás.

Al cabo de unos pocos años se conoció que dicha propiedad fue


devuelta a su dueño, y que éste la vendió inmediatamente en un
precio extraordinario. En consecuencia, todas las obras realizadas,
el esfuerzo desplegado y la consiguiente inversión quedaron las
timosamente deperdiciados y sin ningún provecho para la Insti
tución. Fue una enorme tontería.

Con la correspondiente autorización de la Comandancia Gene


ral, el capitán Pérez inició en el año 1940 la transmisión de un
pro grama denominado "La Hora del Carabinero", en la estación
de radio "H.C.K." de la ciudad de Quito, que se pasaba semanal
mente en horario nocturno. Dicho programa fue concebido en la
intención de dar a conocer a la ciudadanía la labor que desarrolla
ba la Institución en sus diversos ramos, así como también poner
de manifiesto sus verdaderas funciones y estrechar los necesarios
vínculos de confraternidad con el pueblo; particular que dio mag
níficos resultados.

La audición policial incluía la presentación de artistas naciona


les -que estaban de moda en aquel tiempo- e igualmente de can
tantes, guitarristas y músicos del Batallón de Carabineros "Qui
to". Era un programa bastante ameno, de mucha sintonía y con
muy buenos comentarios, a tal punto que los radio-escuchas re
clamaban cuando por alguna razón de fuerza mayor no se lo po
día transmitir semanalmente; actitud que destacaba el interés y
preocupación de la ciudadanía por enterarse del nuevo rumbo
que iba tomando el Cuerpo de Carabineros.

También el capitán Sergio Pérez fue quien instauró en la Escue-

1 Carabineros: Punto de Partida 1 89


Trabajos de construcción del estadio en la Escuela de
Suboficiales y Clases de Carabineros; 1940.

la la revista con el bastón de mando o tolete, que es propiamen te


el arma que por su carácter inoc uo emplea la policía, y no el re
vólver ni la metralleta. Con el uso práctico de este elemento por
parte del primer contingente de cabos y sargentos, recién me in
teligencié de su utilidad para maniobras ofensivas y defensivas,
conducción de detenidos, formación de camillas para traslado de
enfermos y heridos, para escalar murallas y para formar cordones
policiales.

EN EL BATALLÓN DE CARABINEROS JJQUITO"

De la Escuela de Suboficiales y Clases fui dado el pase al Bata


llón de Carabineros "Quito" en 1941, cuyo cuartel se hallaba si
tuado en las calles Cuenca y Mideros, donde me asignaron a la
Se gunda Compañía. Justamente era el cuartel en que inicié mi
for-
90 ] Carabineros: Punto de Partida ]
mación policial como cadete de 1a Escueta Mi1itar de Carabineros,
a principios de 1938.

Primer comandante de 1a Unidad era e1 teniente coronel Virgi-


1io Guerrero, que al mismo tiempo ejercía las funciones de Inten
dente General de Policía de Pichincha, como era costumbre en
aquenos tiempos; a quien nunca vi al frente de su tropa ejercien
do un comando efectivo, pues parece que más preocupación tenía
por atender el despacho de 1a Intendencia, actividad que le absor
bía e1 ciento por ciento de su tiempo.

Segundo comandante era e1 mayor Eduardo Vinueza: un ancia no


respetable, serio y circunspecto, que por su avanzada edad 1e era
materialmente imposible atender 1os requerimientos de1 bata- 11ón
con e1 dinamismo que su intenso movimiento 1e exigía. Los
comandantes de Compañía eran varios: unos que habían negado
a ser oficiales de policía ascendidos de tropa y otros en su condi
ción de ex-oficiales de1 Ejército: subtenientes o tenientes que ne
garon al grado de capitanes.

E1 cuadro de oficiales inferiores estaba conformado por tenien


tes y subtenientes de policía ascendidos igualmente de tropa, por
ex-oficiales del Ejército y por un pequeñísimo grupo de subte
nientes egresados de la Escuela Militar de Carabineros. Los oficia
les de policía eran subestimados y hasta maltratados por los que
habían servido en el Ejército, como si estos últimos hubieren teni
do patente de corso para sentirse superiores.

Esto lo pude ver y constatar en varias ocasiones, pues si bien es


cierto que los oficiales militares tenían un mejor concepto de 1a or
ganización de1 servicio y ta1 vez una mejor personalidad, 1os ofi
ciales de policía, en cambio, como que tenían duda de sus conoci
mientos y se mostraban temerosos, corridos y hasta acompleja
dos, pero eso sí muy cumplidores de sus deberes. Los oficiales de
escueta solamente observábamos lo que sucedía y, en la medida
de 1as posibi1idades que se presentaban, tratábamos de poner en
práctica las experiencias adquiridas, evitando así cualquier roce o

1 Carabineros: Punto de Partida 1 91


fricción con el resto de la oficialidad.

Los oficiales de escuela éramos jovencitos de 21 o 22 años


máxi mo, que llevábamos gallardamente el flamante uniforme
verde aceituna; a diferencia de los oficiales antiguos, que estaban
entra dos en años y llevaban un uniforme bastante modesto. En
cam bio, los oficiales que habían servido en las Fuerzas Armadas,
to davía llevaban el uniforme gris-plomo del Ejército con las
mismas insignias militares, aunque en algunos casos ya
ostentaban las in signias de Carabineros -dos carabinas cruzadas-
y el número del correspondiente Batallón o Compañía.

Con referencia al personal de tropa es preciso señalar que entre


ellos existía una marcada división, sustentada en un infundado
antagonismo. Quienes pertenecían al Grupo de Caballería eran
gente muy joven, dedicada a esta actividad justamente por su ju
ventud, en la que realizaban toda su instrucción a caballo y les co
rrespondía en tal razón salir a las manifestaciones públicas, por
cuyas ejecutorias se consideraban superiores a sus compañeros
del servicio urbano, ante quienes se exhibían presumidos y pre
suntuosos como diciendo "somos harina de otro costal".

En cambio los policías del servicio urbano, de cualquiera de las


tres Compañías existentes, eran gente madura con muchos años
a cuestas, con menos dinamismo en su actividad pero con mayor
entrega y responsabilidad en el servicio; a quienes los de caballe
ría les habían bautizado con el apodo de "coshcos" -palabra que
encierra un significado despectivo-, restándoles dignidad y me
nospreciándolos por no pertenecer a la "élite", que según ellos es
taba constituida por los de caballería.

Ante tal discriminación, con el correr del tiempo los oficiales de


escuela fuimos haciendo comprender a nuestro personal que la
policía en el Ecuador era única, que se había superado ya la etapa
de fraccionamiento en que se había desarrollado desde principios
de la vida republicana, y que ya era una institución unitaria y de
carácter nacional como las Fuerzas Armadas o el Clero, que ne-

92 ] Carabineros: Punto de Partida ]


Mayor Eduardo Vinueza, Segundo Jefe del Batallón de
Carabineros "Quito" No. 1, y los Oficiales de la Unidad, en 1941.

cesitaba únicamente de nuestro esfuerzo y cooperación para for


talecerla en procura de mejores días. Hacer comprender a la gen
te el nuevo rumbo que había emprendido la Institución fue una
tarea ardua y difícil, pero con el ejemplo y la decisión que demos
tramos, este personal fue poco a poco entendiendo nuestro men
saje de unión, trabajo y superación.

En cuanto al recurso humano disponible debo manifestar que la


gran mayoría no reunía las condiciones necesarias para el servicio
policial; unos por su avanzada edad, otros por la total ausencia de
educación y capacidad, algunos por su entera falta de vocación
y muchos por la ninguna instrucción y formación policial: un pano
rama evidentemente desalentador.

Felizmente a principios de 1941 egresó de la Escuela Militar


de Carabineros la segunda promoción de oficiales profesionales.
Un nuevo contingente de treinta y tres subtenientes que pasó a
engro sar la planta orgánica de algunas unidades, siendo varios
de ellos

1 Carabineros: Punto de Partida 1 93


destinados al Batallón de Carabineros "Quito" No.l. Valiosísima
inyección de sangre profesional que contribuiría a remozar la
ca duca oficialidad existente en las distintas provincias.

Con el incremento de los nuevos oficiales, a más de resultar


muy grato el encontrarme con algunos de mis compañeros de
la Escuela, en alguna forma se suavizó el pesado trajinar que
im plicaba la vida de cuartel, particularmente en cuanto a los
relevos de los turnos de servicio en la ciudad. Porque en la ciudad
de Qui to el frío siempre fue terrible, y era de titanes controlar el
servicio del personal desde las doce de la noche hasta las seis de
mañana, especialmente; algo que francamente calaba los
huesos y que só lo quien lo sufre puede entenderlo.

Sí un ciudadano común y corriente sale de una fiesta o


reunión social a las dos o tres de la mañana, lo hace
generalmente muy alegre, y se contenta aún más cuando regresa
a su casa y encuen tra en élla el reconfortante calor de hogar; en
cambio el policía, lle no de incomodidades y sobresaltos, aterido
de frío, llueva, truene o relampaguee, continúa incólume
realizando su abnegado e in terminable servicio; porque bajo
sus hombros y dentro de su ilu sionado corazón se sustenta la
necesaria paz, la seguridad y la tranquílídad de sus
conciudadanos.

A más de esto, el control que se realizaba en procura de la segu


ridad humana y sus bienes, la vigilancia de los almacenes y vi
viendas, el tornar contacto con las personas y farnílíarízarse con
ellas, el reconocer a los transeúntes que habitaban en los lugares
apartados, el vigilar a los individuos que circulaban sospechosa
mente, el evitar las algazaras que alteraban el orden y el velar por
la tranquilidad pública; exigía del policía una enorme y delicada
responsabílídad, que tenía que ejercerla con fortaleza y reciedum
bre, con respeto y cultura, con inflexible decisión.

No obstante, y lo debo decir en honor a la verdad, el Estado


nunca se había preocupado en dar a los policías la protección ade
cuada, proporcionándoles por lo menos ropa apropiada para que

94 ] Carabineros: Punto de Partida ]


puedan efectuar tan duro servicio; pues sobre su liviano y viejo
uniforme kaki sólo había un sencillo y muchas veces
deshilacha do capote, de confección barata y casi siempre
prestado, por lo que el personal se veía obligado a ponerse debajo
del uniforme un saquito de lana o simplemente aquellos interiores
de algodón, lar gos e incómodos, para poder abrigar su cuerpo y
soportar las ba jas temperaturas, especialmente en aquellas
consignas donde la tradicional plantonera entumecía todo el
esqueleto.

Nunca tuve la menor idea de las vicisitudes que conllevaba es


te sacrificado servicio; y tampoco entiendo por qué, cuando nos
íbamos a graduar los oficiales de la primera promoción, nunca se
les ocurrió a nuestros instructores sacarnos alguna vez para expe
rimentar esta realidad, o al menos tratar de convivir con este
ab negado personal para informarnos de cuan duro era el
servicio policial. Pero no lo hicieron.

Cumplir con este servicio tan duro y pesado, al menos en los


primeros tiempos, fue francamente terrible y desilusionante. Y
pensar que la gente común no entiende ni alcanza a
comprender esta situación, pero sí duerme plácidamente mientras
el policía vi gila su sueño, cuida su vida y vela por su
tranquilidad. Clara des ventaja en la que justamente radica la
abnegación policial.

La vida en el cuartel era de una dinámica tremenda, particular


mente incrementada a partir de 1938 en que el general
Enríquez Gallo expidió el Código de Trabajo incluyendo el
derecho a la huelga. La policía trabajaba sobre las ocho horas
diarias que este código contemplaba, pues su actividad
comprendía doce horas en el primer turno y doce en el
segundo.

En estas circunstancias, las horas de retén o de descanso eran


ocupadas inmisericordemente para atender en la ciudad las lla
madas de auxilio que constantemente se recibían. Muchas veces,
el mismo personal que llegaba de cumplir su servicio era inme
diatamente destinado a cubrir otras tareas imprevistas; de
modo que puedo aseverar, sin temor a equivocarme, que se
trabajaba de
1 Carabineros: Punto de Partida 1 95
16 a 18 horas diarias, quedando por lo tanto muy poco tiempo pa ra
dedicarlo al descanso y recuperar las energías. Así de esforza da
fue y será siempre la vida del policía.

SERVICIO DE PATRULLAJE

Con relación a la planta orgánica del Batallón de Carabineros


"Quito", debo señalar que en aquel año era insuficiente, al igual
que en los años anteriores; pues si bien es cierto que la ciudad era
pequeña, el número de policías disponibles también era muy
re ducido, por lo que el diario servicio no se lo podía cubrir
total mente y quedaban sin él extensos sectores marginales.

Esta insuficiencia numérica fue inteligentemente suplida con un


novedoso sistema de patrullaje para la época, denominado "pei
nado", y que consistía en desembarcar a una hora determinada
un pelotón de policías en cualquier barrio, para
inmediatamente realizar un recorrido a pie por todo el sector y
proceder a la de tención de delincuentes, sospechosos,
truhanes, pendencieros y gente de mal vivir que atentaba a la
seguridad y tranquilidad del vecindario. Este sistema se lo
practicó en muchas ocasiones y en todos los sitios de la ciudad,
con halagadores resultados y la com placencia de todos los
moradores.

Posteriormente se estableció un servicio de patrullaje a caballo,


pe ro solamente en horas de la noche; el que también arrojó
excelentes resultados. Lastimosamente esta rutina era
extremadamente dura y francamente agotadora. Seis horas
continuas de cabalgar por las empedradas calles quiteñas,
subiendo y bajando por peligrosas gra dientes, por distintos y
desconocidos barrios, vueltas y más vueltas; era una tarea bastante
pesada y agobiante. Al desmontamos del ani mal sentíamos las
piernas totalmente acalambradas, las manos an quilosadas de frío y
el cuerpo reclamando descanso. Pero el esfuer zo era bien visto por
la ciudadanía: ella tornaba concepto de nuestra labor y nosotros
ganábamos en imagen y prestigio.

96 ] Carabineros: Punto de Partida ]


Tanto la oficialidad como la tropa habíamos sentado conciencia
de nuestra abnegada actividad, pero sentíamos a la vez una enor
me alegría por el servicio que prestábamos a la comunidad,
dán dole paz y seguridad. Función sin embargo incomprendida
como siempre, pero que la cumplíamos con una elevada dosis de
místi ca y optimismo, y que con el transcurrir de los años fue
constitu yéndose en carne y entrañas de nuestra propia
consistencia mo ral, de nuestra íntima forma de ser.

Tal vez la eficiencia de nuestro servicio se dificultaba un tanto


por la veteranía del personal, que el setenta por ciento eran hom
bres maduros pasados de los sesenta o sesenta y cinco años de
edad, muchos de los cuales habían envejecido en el servicio
poli cial cumpliendo con sus deberes en la medida que su
condición física les permitía, aunque llenos de achaques y de
visibles mues tras de agotamiento. Era el momento oportuno para
la renovación de este personal, y así lo hice conocer a mis
superiores con el man comunado criterio de mis compañeros.

El problema se presentaba bastante serio, pero una vez aborda do


en pos de su solución comenzó a dar satisfactorias respuestas, y
en los meses subsiguientes paulatinamente fue superado de
manera ostensible.

Aunque a nosotros nos tocó trabajar, luchar, instruir y educar a


este personal virtualmente cansado de su labor y a lo mejor can
sado también de su profesión, creo que a partir de aquel tiempo
la policía tuvo una saludable y notoria renovación, refrescando
sus filas con elementos jóvenes y dando reposo a sus estoicos pre
decesores: hombres que se hicieron policías tal vez por necesidad
o porque simplemente comprendían que la vida hay que luchar
la hasta el final.

Corresponde manifestar asimismo que en el cuartel de


Carabi neros se distribuían también otros servicios. Tal el caso
de custo dia y seguridad en el penal García Moreno, que se lo
hacía con aproximadamente treinta hombres del Escuadrón
Sables, para cu-

1 Carabineros: Punto de Partida 1 97


brir la vigilancia al interior y exterior del edificio colocados sobre
las terrazas, pero sin tener contacto con los reclusos ni inmiscuir se
en la responsabílídad interna de su control.

De igual manera, se desplazaba personal a los diferentes canto


nes y parroquias de la provincia de Pichincha, conformando los
correspondientes destacamentos. Y asimismo, se movilizaba al
personal para las tradicionales consignas en las embajadas, mi
nisterios, otras entidades públicas y la mismísima Presidencia de
la República; de modo que para cubrir el servicio urbano en la
ciudad quedaban muy pocos elementos.

Con este dislocamiento, realmente se hacían verdaderos "mala


bares" para satisfacer los requerimientos de servicio en los espec
táculos públicos, durante los encuentros futbolísticos en el estadio
de "El Arbolito" -conjuntamente con el personal a caballo-, en los
teatros, en los eventos deportivos de todo género, en
ceremonias religiosas y sociales, en concentraciones políticas y
hasta en los re tenes policiales -distribuidos en toda la ciudad-,
donde era nece sario destacar personal permanente.

En muchas ocasiones, cuando había reuniones de carácter políti


co en que no se preveía violencia, teníamos que echar mano
hasta de los integrantes de la banda de músicos, que era una
fracción in dependiente y totalmente autónoma dedicada
exclusivamente a la música, para satisfacer la demanda de sus
cotizadas presentaciones en diferentes eventos. Músicos que a falta
de personal de línea eran destinados generalmente a "marcar el
compás" controlando la se guridad en las aludidas
concentraciones políticas.

PRESENCIA EN LA FRONTERA

En las semanas anteriores a 1941, ante la amenaza de una inva


sión peruana reforzamos ostensiblemente la instrucción netamen
te militar con el personal de retén disponible, que aunque
mayo-

98 ] Carabineros: Punto de Partida ]


ritariamente veterano respondió a cabalidad y con entusiasmo a
todo tipo de entrenamiento, especialmente al relacionado con el
empleo de las armas, que sin en verdad eran pocas y obsoletas ne
cesariamente teníamos que conocer su manejo; todo esto sin des
cuidar el régimen interno a que estábamos supeditados por la
propia naturaleza del servicio policial.

En el mes de julio la situación era insostenible y conocimos ya


de las primeras incursiones peruanas en nuestro territorio; sin
alarma pero con mucha preocupación intensificamos nuestro en
trenamiento, pero esta vez orientado definitivamente a
combatir en la frontera, no como policías sino como verdaderos
soldados, como defensores de la Patria.

Y ciertamente, en un determinado momento se habló de que to


dos los miembros del Batallón de Carabineros "Quito" íbamos a
ser trasladados a la frontera, lo cual nos impulsó a intensificar aún
más nuestro adiestramiento con las armas. En un par de días
es tuvimos listos para desplazamos en cualquier momento hacia
la frontera sur, para respaldar a nuestros hermanos del Ejército y
de Carabineros que ya ocupaban posiciones en la misma línea
de fuego, a lo largo del cordón fronterizo en las provincias de
Loja y El Oro y en la región oriental.

Pero esta movilización no se dio, posiblemente por el temor


de que la ciudad Capital quedara sin el necesario resguardo
policial; razón por la cual permanecimos acantonados en la
Plaza cum pliendo normalmente nuestra rutinaria tarea, en
espera de nue vas órdenes. Mientras tanto, el fervor cívico de los
ecuatorianos se había despertado a los largo y ancho del pais, en
expectativa del desarrollo de las acciones.

Varios oficiales de Carabineros habían sido ya movilizados a


la frontera por disposición superior, entre ellos algunos
subtenientes compañeros de mi promoción y del segundo
contingente de egre sados de la Escuela, cuya nómina es la
siguiente: teniente Blasco Moscoso y subtenientes Héctor
Cordovez, Antonio Gómez Gran-

1 Carabineros: Punto de Partida 1 99


ja, Leonardo Bedoya, Carlos Orbea, Hurnberto Parra, José Muri
llo, Carlos Maldonado, Ángel Jarrín, Jorge Proaño, Julio de la
Cruz, Alfonso Negrete, Bolívar Carnacho y José Luis Cordero.

El subteniente Héctor Cordovez Olmedo no fue precisamente


egresado de la Escuela Militar de Carabineros, él había hecho
un curso de perfeccionamiento policial bajo el auspicio del
Ejército Nacional, en la rama de "Andinos". Era joven, alto, fuerte,
de con textura física atlética y muy cumplidor de sus deberes. Lo
conocí justamente en el Batallón de Carabineros "Quito", donde
siempre se mostró alegre, jovial y contento; posteriormente fue
destinado al Batallón de Carabineros "Machala" No. 3, en El
Oro. Recuerdo perfectamente que antes de los acontecimientos
bélicos visitaba continuamente al ministro de Obras Públicas -
un señor Cordo vez-, aduciendo que era su hermano.

Por los datos de prensa y la Orden General de Carabineros


su pe de su heroico fallecimiento en la línea de frontera,
combatien do en defensa de la Patria y ofrendando su vida a
temprana edad; motivo más que suficiente para reconocerlo corno
héroe nacio nal. La policía ecuatoriana debe preservar su
memoria corno ejemplo para las presentes y futuras
generaciones. Previo su as censo post-rnorten al grado de
teniente, por mérito de guerra, fue dado de baja en agosto de 1941.
Sus restos reposan en el templete del Colegio Militar.

El subteniente Carlos Orbea Pacheco, mi compañero de promo


ción en la Escuela Militar de Carabineros, estuvo destinado en
el Batallón de Carabineros "Guayaquil" No. 2 durante pocos meses,
para luego ser dado el pase al Batallón de Carabineros "Machala"
No. 3, en cuya Unidad fue designado corno jefe del destacamen
to de Palo Negro. El 25 de julio de 1941 fue sorprendido en su des
tacamento por las fuerzas peruanas, habiendo repelido el
ataque con 50 carabineros y la dotación de dos ametralladoras ZB.
Poste riormente el 29 de junio, en la población de Progreso, al
mando de 80 carabineros y un grupo de soldados, armados de
fusiles y unas pocas ametralladoras mantuvo a raya el ataque de
un batallón su-

100 ] carabineros: Punto de Partida ]


Teniente
Héctor Cordovez Olmedo

reño; acción en la que fue muerto el subteniente peruano Carlos


Astete Mendoza, en cuyo honor fue bautizado como "Teniente
Astete" un destacamento situado precisamente frente a la pobla
ción ecuatoriana de Progreso.

Su participación en estos dos combates frente a las fuerzas


inva soras constituye para el subteniente Orbea una verdadera
hazaña, en razón de su ninguna experiencia, pues únicamente
contaba con los conocimientos de la instrucción militar recibida
en la Es cuela de Carabineros. El autor peruano Francisco San
Pedro, en una de sus obras sobre el conflicto bélico de 1941
entre Perú y Ecuador, reseña en detalle las acc iones en que
participó el subte niente Carlos Orbea, reconociendo sus
ejecutorias en ambos com bates y mencionando además el
fallecimiento del carabinero Ar turo Paredes Aguirre. Un
homenaje muy justo a la memoria de es te heroico carabinero
que ofrendó su vida en defensa de la Patria, sería asignar su
nombre a uno de los destacamentos policiales de la frontera.

El subteniente Humberto Parra Cuesta, oficial integrante del


se gundo contingente de la Escuela Militar de Carabineros,
egresado en 1941, combatió en Macará al mando de un piquete
de carabi neros y algunos soldados del Batallón "Pichincha",
manteniendo hasta donde le fue posible la penetración de
tropas peruanas de infantería y caballería que atravesaron el río
Macará, ataque que fue reforzado por seis emplazamientos de
morteros localizados en la loma Pan de Azúcar del sector
peruano de La Tina. Mayo-

1 Carabineros: Punto de Partida 1 101


ría numérica y poderío bélico peruano imposibles de enfrentar,
razón por la que el subteniente Parra se vio obligado a replegar
sus fuerzas hacia el cerro del Cardo o de la Cruz.

Todo el pueblo de Macará reconoció la heroica acción de


armas librada por el subteniente de Carabineros Humberto
Parra, en la que con fuego cruzado de ametralladoras y fusilería
pudo conte ner durante algún tiempo el avance enemigo, para
luego reple garse táctica y ordenadamente evitando la masacre
de sus subor dinados y del pelotón que comandaba.
Coincidencialmente, a los pocos meses de terminada la
confrontación fui trasladado de guarnición a Macará, donde
tuve la ocasión de conocer el lugar en que se efectuó el combate
y visitar la zona de guerra.

El subteniente José Murillo García, también integrante de la se


gunda promoción de la Escuela Militar de Carabineros, combatió
en Cerro Verde a órdenes del coronel Julio H. Muñoz y del mayor
Segundo Guerrero, primero y segundo comandantes de la Fron
tera Sur. Su acción de armas fue reconocida como sobresaliente y
patriota por el comando militar guarnecido en Celica. Un
distin guido oficial de Carabineros que supo defender la heredad
nacio nal con dignidad y valor.

También tuvieron la ocasión de defender nuestro suelo patrio


los subtenientes de Carabineros Carlos Maldonado Arellano, An
gel Jarrín Infante, Jorge Proaño Chalanpuente, Julio César de
la Cruz, Alfonso Negrete Terán, Bolívar Camacho Estrella, José
Luis Cordero Nájera, Antonio Gómez Granja, Leonardo Bedoya y el
te niente Blasco Moscoso Cuesta, en su gran mayoría formados en
la Escuela Militar de Carabineros, donde se nos infundió un
profun do amor a la Patria y se nos prodigó una excelente
formación mi litar, orientada justamente para la defensa
territorial.

Esta singular experiencia de nuestros oficiales, matizada con


momentos de dolor y amargura e inflamada de valor y dignidad,
nos abrió el camino para entender el verdadero significado que
conlleva nuestra militancia policial, ya en procura de mantener la

102 ] carabineros: Punto de Partida ]


seguridad interna ya en defensa de la soberanía nacional, demos
trando la capacidad y entrega del hombre policía ante las circuns
tancias más difíciles y peligrosas. Sus heroicas actuaciones se
constituyen en ejemplo para las futuras generaciones y reclaman,
con justicia, el permanente reconocimiento a su valor y entrega.
Mi sentido homenaje de admiración a todos aquellos oficiales que
tuvieron la hermosa oportunidad de defender a la Patria.

A través de estas páginas exteriorizo también mi sentido home


naje de respeto y admiración para el personal de tropa, quizá
pa ra ellos con letras mayúsculas, por la valentía y honor
derrocha dos en la campaña de 1941. Personal que sin mayor
preparación ni conocimientos militares, tácticos, logísticos o
estratégicos, supo afrontar con hidalguía y estoicidad la arremetida
bélica de un po deroso enemigo. Hombres que con patriotismo y
coraje se entre garon íntegros a la defensa de nuestro territorio,
con ese gran sen tido cívico y sagaz intuición que solamente
tienen quienes hacen vida de cuartel, que sufren los rigores del
servicio y que se esfuer zan por su superación.

Ciudadanos que orgullosamente vistieron el uniforme de poli


cías en la misma línea de combate y que nunca dieron un paso
atrás, que soportaron sin renegar las amargas horas de fragor e in
certidumbre, y que muchas veces les tocó combatir sin comida,
sin abrigo y sometidos a la inclemencia de inhóspitos lugares,
donde no había ni caminos vecinales ni senderos y debían
trasla darse a pie en plena selva, sometidos a todos los riesgos y a
la pre sencia de enfermedades tan comunes en aquel tiempo, como
el ta bardillo, la verruga peruana, el paludismo y la anemia.

Compatriotas carabineros que entregaron su juventud y su ca


pacidad; hoy anónimos y desconocidos policías, muchos de
ellos ya fallecidos, cuyo recuerdo se desvanece injustamente con el
pa so del tiempo, sin que se les reconozca su heroica entrega por
la Patria. Loor a la tropa de Carabineros.

1 Carabineros: Punto de Partida 1 103


EN LA COMPAÑÍA DE CARABINEROS ''LOJA"

En enero de 1942 fui dado el pase a la Compañía de Carabine


ros "Loja" No. 8 -número que lo ostentó por varios años hasta
su posterior asignación del No. 7 con que actualmente se
identifica-.

Haciendo uso de un pasaje en ferrocarril proporcionado por


la Comandancia General, como se acostumbraba en la época por
así disponerlo el reglamento respectivo, salí un día de Quito a las
seis de la mañana y llegué a Riobamba a las cinco de la tarde;
fue un viaje bastante lento, pero que me permitió disfrutar
ampliamente del pintoresco e inigualable paisaje de la serranía
ecuatoriana.

Luego de pernoctar la noche en un hotel, al día siguiente


conti nué hasta Sibambe -igualmente por tren-, donde me
embarqué en el famoso "calamazo" que me conduciría hasta la
población de Bi blián, en cuyo trayecto mis ojos no daban
crédito al maravilloso escenario que se descuelga de la
cordillera, cuanto más porque era la primera vez que yo salía de
mi ciudad.

Y pude admirar con asombro la tan mencionada "Nariz del Dia


blo", aquella obra fantástica de ingeniería que para ese tiempo
constituía de hecho el más grande monumento a la tenacidad y
a la técnica. Obra que se construyó taladrando la dura roca al
bor de mismo de enormes precipicios, para hacer posible que el
tren trepe la montaña a través de zigzagueantes terraplenes de
pro nunciada gradiente; singular diseño de ingeniería
ferrocarrilera que a más de tiempo y dinero costó muchas
vidas.

En Biblián tomé un transporte de servicio público con destino a


Cuenca, a donde llegué alrededor de las doce de la noche tras
un largo y penoso recorrido por una carretera de terracería (de
tie rra). Me dirigí al cuartel y me presenté al comandante de la
Uni dad; quien, conociendo el largo e incómodo viaje que me
espera ba hasta la ciudad de Loja, dispuso mi alojamiento por
unos dos o tres días. Allí tuve la ocasión de compartir con
algunos distin-
104 ] carabineros: Punto de Partida ]
guidos oficiales compañeros de la segunda promoc10n; entre
ellos, recuerdo, al subteniente Víctor Manuel Sosa, que le conocía
mos como "Osito", y al subteniente Raúl Santos Coral, hijo de
mí coronel Nicolás Santos que fuera Inspector General de
Policía en 1937, que le apodábamos "Pipón".

Como en aquel tiempo el viaje a Loja era un larguísimo peregri


naje, pues debía hacerse a lomo de mula durante tres o cuatro
días, ya que de Cuenca hacia Loja la carretera Panamericana sólo
llegaba hasta Tarqui, y de Loja hacia Cuenca dicha vía avanzaba
únicamente hasta San Lucas, decidí aceptar la insinuación que al
guien me hizo de preferir tomar el avión que en aquellos
tiempos volaba de Cuenca a Loja.

En efecto, el 22 de enero de 1942, un día inolvidable para mí, me


fui al aeropuerto y me embarqué en un bimotor Douglas DC-3 de
la compañía Panagra, en el que también tenían pasaje algunos ofi
ciales del Ejército. Volamos de Cuenca a La Toma en aproximada
mente 45 minutos, pero bien "movídítos", ya que los fuertes vien
tos sacudían el avión constantemente. El piloto de la nave nos de
cía que para evitar estos vientos, generalmente traicioneros y que
a veces impedían aterrizar al frágil avión, había necesidad de vo lar
a La Toma lo más temprano posible.

Y llegamos al gran valle del Catamayo con los nervios de pun


ta y el corazón en la mano, situación que se agravó aún más al di
visar desde el aire que la pista, ubicada en el centro de una mese ta,
era bastante angosta y extremadamente corta. Pero ahí aterri zó el
avión y dimos gracias al Altísimo por haber llegado sin no
vedad.

Acto seguido nos embarcamos en una camioneta para trasla


darnos a Loja. ¡Qué carreterita aquella! El ascenso desde el aero
puerto de La Toma hasta Villonaco era un interminable serpentín
lleno de curvas y de abismos francamente espeluznantes. Dos ho
ras de un lento ascenso en que el carro iba sorteando continuos
peligros. Una vía completamente estrecha y que no prestaba nin-

1 Carabineros: Punto de Partida 1 105


guna seguridad, especialmente cuando nos encontrábamos con
vehículos pesados que descendian de la montaña.

Finalmente llegamos a la cima y me llené de contento, pues


desde la Virgen de Bronce pude ver la panorámica de la ciudad
de Laja, circundada por los rios Zamora y Malacatus. Justamente
como la describió Alejandro Carrión, la ciudad era "como la cuen
ca de una mano".

Ya en Laja me presenté en el cuartel ante el comandante de


mi nueva Unidad. Este cuartel, que estaba situado en la calle
Bolivar a media cuadra del parque central, era realmente una casa
de pro piedad particular tomada en arrendamiento, constituida
por dos plantas. En la planta baja estaba ubicada la prevención;
a conti nuación y hacia el costado derecho, la cuadra de tropa,
más hacia el interior la cocina y el comedor de tropa; al costado
izquierdo habia unas piezas abandonadas, que en muchas
ocasiones eran utilizadas como calabozos; y más adelante se
elevaban unas gra das que conducian hacia al segundo piso, donde
se hallaban el ca sino, las piezas para oficiales y el comedor de
oficiales; y al fondo, otras gradas que conectaban con un patio
posterior. Eso era todo el cuartel.

En Laja tuve la suerte de encontrarme con compañeros de la se


gunda promoción de la Escuela Militar de Carabineros, egresados
en 1941: el teniente Humberto Parra, que habia ascendido a esta
jerarquia por mérito de guerra luego de su acción de armas en
Macará; y los subtenientes José Luis Cordero y Rómulo Merchán
Quinteros. De manera que con este antecedente de compañeris
mo y militancia, los cuatro oficiales formamos un verdadero
equipo de trabajo y amistad, tratando de hacer bien las cosas y
poner de manifiesto nuestra profesionalidad.

Efectivamente, al poco tiempo ya estuvimos identificados con el


personal y el régimen interno de la Unidad; saliamos de
instruc ción, dictábamos conferencias a la tropa, efectuábamos los
perti nentes relevos con los elementos que cubrían el servicio de
fron-

106 ] carabineros: Punto de Partida ]


tera, el servicio de tránsito, el servicio preventivo en la ciudad y el
servicio rural en toda la provincia. A más de familiarizarnos con
la actividad rutinaria del cuartel, también hicimos amistad con
las autoridades y gente representativa de la ciudad.

La ciudad de Loja como que despertaba recién de un largo y


profundo sueño, causado indudablemente por la situación
sufri da en la reciente conflagración de 1941; daba la impresión de
que alguna vez fue sitiada y luego abandonada. En sus calles de
terra cería, las viejas casitas eran alumbradas por una luz
mortecina tan tenue, que los mismos lojanos decían que "hay
que prender una vela para poder ver donde está el foco"; en el
interior, la mayoría de las casas eran iluminadas por las
tradicionales lámparas "Pe tromax".

Al poco tiempo comenzó el despegue urbanístico de Loja, con


un presidente del Concejo Municipal decidido a cambiar el aspec to
de la ciudad; él mismo encabezaba las cuadrillas que cons
truían las primera veredas y adoquinaban las primera calles,
con un enorme entusiasmo que contagiaba a toda la ciudadanía
y le comprometía a prestar su contingente.

Había que ver a los lojanos cómo trabajaban por mejorar su ciu
dad, abandonada siempre en su atendón por parte de los pode
res públicos. Rescatarla de su obligado letargo fue acción de to
dos, pues debía continuar proyectando su hidalga característica
de "Centinela del Sur". En este proceso, con fecha 1 de julio de
1942, se produjo mi ascenso al grado de teniente.

Pero el destino, esta hermosa palabra tan misteriosa en la


vida de los hombres, tuvo para mí el significado más grande en
mi existencia, pues simplemente encontré a la mujer que se uniera
a mi vida como esposa. De lo que jamás me cansaría de dar
gracias al Todopoderoso.

Con Mercedes Armijos Abad contraje matrimonio el 23 de sep


tiembre de 1942; procreamos dos hijos y luego una hermosa fa-

1 Carabineros: Punto de Partida 1 107


rnilía proyectada a través de Dios, la que constituye hasta la pre
sente la mayor felicidad de mi vida. No sabría cómo corresponder
a mi esposa el haberme acompañado tan largos años con el mis
mo amor y abnegación de siempre, soportando las tantas y tantas
vicisitudes y penalidades que ofrece la vida profesional. Para
Mercedes, compañera de toda la vida, mis permanentes muestras
de respeto y veneración.

RECUERDOS DE MACARÁ

En octubre de 1942, exactamente un mes después de mi


matri monio, fui destinado a la población de Macará en la
misma línea de frontera. Este viaje se lo realizaba en carro hasta el
punto deno minado Las Chinchas, donde actualmente existe la
bifurcación de las carreteras que van una hacia Santa Rosa y la otra
a Portovelo; sitio desde el cual se estaba construyendo la vía a
Catacocha, pe ro que solamente llegaba hasta un pequeño
poblado llamado Ve lacruz; aquí se acababa el viaje sobre ruedas y
necesariamente ha bía que hacerlo a lomo de mula rumbo a
Catacocha. Corno no co nocía la zona y era la primera vez que
entraba a la frontera, pedí a un cabo de apellido Cadena que me
acompañara en el trayecto hasta Macará, para lo cual
alquilarnos dos mulas.

El primer día bajarnos hasta el valle de Cosanga, pasando por Li


nurná y El Alrnendrat y llegarnos precisamente al lugar donde se
bifurcan los caminos que se dirigen hasta Macará y Celica, en cu
yo costado derecho se inicia la famosa cuesta de La Hamaca que
termina en la población de Guachanarná. Allí nos tocó dormir la
primera noche al pie de un gran ceiba; gigantescos árboles que cal
culo tienen un diámetro de tres metros y una corteza
sumamente arrugada, que por su estructura forman una especie
de toldo que permite ahuyentar a los mosquitos y guarecerse de la
lluvia. Al día siguiente, muy por la mañana, igualmente a lomo
de mula em prendimos nuestro camino a Macará, a donde tras
larga jornada de cabalgata llegarnos alrededor de las siete de la
noche.

108 ] carabineros: Punto de Partida ]


Como consecuencia de la invasió n peruana, la població n de
Macará se hallaba casi completamente abandonada por sus habi
tantes; muchos habían salido a Loja, otros a Cariamanga y Zozo
ranga y algunos también andaban refugiados en la montañ a, to
dos con la ninguna intenció n de regresar a sus hogares. Cuando
al otro día fui al centro de la població n para conocer su configu
ració n urbana, me di cuenta que se trataba de una població n rela
tivamente pequeñ a, en que la mayoría de las casas aú n conserva
ban las paredes ennegrecidas por el humo de los incendios causa
dos por el bombardeo; característica que inclusive la tenía el des
tacamento policial, que se hallaba situado en la parte alta de la
ciudad junto a la iglesia.

El destacamento ocupaba una antigua casa de un solo piso con


formada por dos pequeñ as piezas: la una destinada al oficial y la
otra al personal de tropa. De la Iglesia que también fue
bombardea da, solamente habían quedado en pie algunas paredes
y el campa nario, dando su fachada principal una impresionante
figura de es padañ a. Junto al destacamento estaba la oficina de
telégrafos, que nunca má s volvió a funcionar porque no había ni el
telegrafista ni los implementos necesarios para cumplir con su
trabajo.

Como despué s de la guerra a Macará se le había declarado zo na


desmilitarizada, nosotros no disponíamos de armamento, ex cepto
el revó lver de dotació n y algunos machetes; de manera que el
personal de carabineros llevaba al cinto un machete y en vez de
gorra un sombrero de paja al estilo campero, al que lo bordeaba
una cinta con el tricolor nacional. Nuestra presencia, incuestiona
blemente, contribuyó sobremanera para que la població n civil re
cobrara su confianza y ese espíritu macareñ o muy similar al de
los habitantes de la Costa, sumamente alegre y alborotador.

Con mucha satisfacció n vi que la gente poco a poco regresaba a


la població n y volvía a encargarse de sus antiguas actividades,
particularmente al comercio con los vecinos peruanos, con una lí
nea completa de los productos Bayer, relojes, medicinas y má s
mercadería que los macareñ os adquirían en La Tina y luego los

1 Carabineros: Punto de Partida 1 109


introducían por diferentes medíos al interior de nuestro país.

En este proceso de reactivación de la ciudad y de reanudación


de la actividad mercantil y social, la presencia de carabineros
fue muy importante. A pesar de no disponer absolutamente de
nin gún tipo de armas de combate, nuestra gestión de seguridad
im pulsó el desarrollo de la población y propició una gran
camarade ría con todos sus habitantes, lo que posteriormente
nos permitió colaborar en diferentes eventos de acción cívica,
como la reade cuacíón de la iglesia, el arreglo del parque, la
construcción del fu turo campo de aviación y otras acciones de
interés social y depor tivo. Fue un trabajo incesante y bastante
largo, que lo efectuamos con decidido entusiasmo y verdadero
amor para con nuestros conciudadanos de la frontera.

El sofocante calor nos obligaba a ir casi diariamente a refrescar


nos en el río Macará, que era considerado como internacional por
que se decía que la mitad pertenecía al Ecuador y la otra mitad
al Perú. En ese lugar, alguna vez establecí contacto con varios
oficia les peruanos del Ejército y de la Guardia Civil, con
quienes enta blé una amistosa charla sobre distintos tópicos, pero
por supues to sin abordar el tema de la brutal desigualdad que
existía entre los ejércitos de ambos países aún después del
conflicto. Porque mientras nosotros los Carabineros lucíamos
un aspecto casi civil con sombreros de paja, revólver y machete,
identificados sola mente por las insignias de grado en las
presillas, es decir comple tamente desarmados; en cambio ellos
lucían un uniforme comple to, y disponían en La Tina de un
poderoso respaldo con emplaza mientos de morteros y tropas de
infantería y caballería capaces de intervenir en cualquier
momento.

El trato y atención que se nos daba a los Carabineros de la fron


tera, con relación a las tropas del Perú tenían una notoria diferen
cia. Mientras nosotros utilizábamos como cuartel una pequeña ca
sita, todavía sin adecentar por falta de medíos, ni disponíamos de
enfermero ni de medicinas, ni tampoco contábamos con una
ofi cina de telégrafos, sino con un pequeño radío receptor que
algu-

11O ] Carabineros: Punto de Partida ]


na vez por suerte lograba tomar contacto con Guayaquil; en cam
bio, los soldados del sur eran abastecidos continuamente con
to do lo necesario y relevados de su servicio cada sesenta días.
Cuando fui dado el pase seis meses después, todo el personal a
mis órdenes permaneció todavía en Macará, a pesar de que en
su mayoría ya venía sirviendo en ese destacamento desde hace
uno o dos años.

OBLIGADA GIRA POR EL PERÚ

De Macará debí salir hacia Laja en marzo de 1943, pero no me


fue posible porque había pescado el paludismo, tan común en esa
zona. El médico que me detectó la enfermedad, un doctor cuen
cano de apellido Cabos, me ordenó tajantemente que el traslado
a Loja para presentarme y atender mi salud no lo podía realizar
por la vía de la montaña, como era costumbre, sino que tenía que
darme la vuelta por el Perú, porque pese a mi juventud -24
años era muy posible que me pueda sobrevenir la "perniciosa" y
no me halle en condiciones de soportarla; por lo que efectivamente
deci dí salir por el Perú.

Atravesé el río Macará en "poto", que era una especie de


canoa circular en forma de mate, en cuya parte superior existe
un orifi cio por el cual se introduce la ropa. Sosteniendo el "poto"
con las manos, uno debe lanzarse al río y nadar para
atravesarlo; lo cual en verano es fácil y se lo hace en pantalón de
baño, pero en invier no es sumamente difícil porque el río crece y
alcanza unos ciento cincuenta metros de ancho. Como el asunto
era serio y yo no sa bía en verdad a lo que me enfrentaba, algún
comedido contrató dos "poteros" -que así llaman a los que
conducen el "poto"-, quie nes me custodiaron nadando a los
costados durante todo el tra yecto de mi arriesgada travesía,
hasta llegar a La Tina.

De La Tina pasé a Suyo y luego a Sullana, donde tuve la inmen sa


felicidad de encontrar a mi hermano Eliecer, capitán del Ejérci-

1 Carabineros: Punto de Partida 1 111


to, que era miembro de la Comisión Demarcadora de Límites
de la Tercera Subcomisión en Sullana, quien gracias a su función
con siguió un pasaje aéreo para trasladarme a Tumbes.

Luego de pennanecer dos días en Sullana, en una pequeña


avioneta monomotor de la compañía "Fawcet" volé hasta la
ciu dad de Tumbes, previa una escala de abastecimiento en
Talara. Los aviones de esta compañía eran propiedad de las
Fuerzas Ar madas Peruanas, en los que se efectuaban
continuamente prácti cas y entrenamientos militares, y una que
otra vez llevaban algún pasajero por razones de emergencia,
como fue el caso mío.

Oficiales y Tropa del Batallón de Carabineros "Machala"


No. 3, en 1942.

En Tumbes me hospedé en un hotel mientras gestionaba la po


sibilidad de encontrar transporte para continuar por tierra
hasta Huaquillas, ya en territorio ecuatoriano; lo cual resultó
material mente imposible por cuanto el norte del Ecuador y el
sur del Pe rú estaban completamente inundados a
consecuencia del fuerte invierno imperante. En cuya virtud
opté por trasladarme por tie rra hasta Hualtaco, en la frontera
peruano ecuatoriana, y desde

112 ! carabineros: Punto de Partida 1


allí en una canoa hasta La Pitaya, recorrido que lo hicimos bor
deando la costa orense desde la seis de la tarde hasta las diez de
la noche; luego continuamos viaje en el mismo transporte hasta
Puerto Bolívar, al que arribamos a las cuatro de la mañana.

En Puerto Bolívar tomé un barco de cabotaje hasta Guayaquil,


ciudad en la que permanecí varios días hasta hacerme curar la en
fermedad que padecía, lo cual lo logré gracias a un intensivo
tra tamiento de quinina; ya mejorado de salud retorné
directamente a Loja en un avión bimotor de la misma compañía
Panagra. Un periplo mayúsculo con tintes de odisea y lleno de
dificultades, pe ro que en todo caso para mis memorias se
constituyó en un viaje anecdótico y totalmente inolvidable.

RETORNO A LA CIUDAD DE LOJA

Mi reincorporación al Batallón de Carabineros "Loja", después


de seis meses de una forzosa ausencia, fue un poco desalentado
ra porque ya no encontré a mis entrañables compañeros; todos
ellos habían sido destinados a diferentes poblaciones de la fronte
ra, y en su reemplazo el coman dante de la Unidad había designa
do a suboficiales y clases. Imagínense: como Jefe de Investigacio
nes, un suboficial; como Jefe de Tránsito, un sargento; como Ayu
dante de la Intendencia, un cabo; es decir, esa Unidad
marchaba materialmente "al garete" en todos los aspectos de su
cotidiana actividad. Yo no sé qué es lo que realmente sucedió,
pero no era justo que el comandante haya desmantelado a la
oficialidad y asignado en sus funciones al personal de tropa.

Ante un obligado y respetuoso requerimiento de mi parte, el co


mandante me manifestó que lo actuado se debía a una disposición
superior. Pero mis dudas no fueron satisfechas plenamente, y en el
ambiente quedó flotando una especie de resentimiento para con
mi superior jerárquico y de rechazo hacia su absurda decisión.

1 Carabineros: Punto de Partida 1 113


Arriesgando un severo castigo pero a la vez premunído de mí
formación profesional, me armé de coraje y le dije que esa
situa ción no podía continuar así de ninguna manera, y que la
ciudada nía de Loja merecía el mayor respeto y consideración de
su parte; lo cual, al parecer, le hizo reflexionar, porque al cabo
de algunos días ordenó el retomo de dos o tres oficiales y
posteriormente de los restantes; con ello la Unidad retomó su
habitual desenvolvi miento y en corto tiempo se vinculó
nuevamente a la vida de la ciudad en todos sus servicios.

Algunos meses después, concretamente a finales de agosto,


fui nuevamente destinado a la frontera pero esta vez al
destacamen to de Mangahurco; igual suerte le correspondió al
teniente Hum berto Ochoa, quien fue enviado al destacamento
de Saucillo. Nos tocó viajar en carro de Loja a Catacocha, y a
lomo de mula de Ca tacocha hasta el valle de Cosanga; pero en
esta ocasión sí que me tocó trepar la famosa y bien conocida
cuesta de La Hamaca: un angosto desfiladero precisamente al
borde de la montaña, que se eleva desde Linumá hasta
Guachanamá.

No podría precisar exactamente el ancho de este camino, pero


era tan estrecho que apenas podía pasar una mula. En todo su re
corrido había solamente unos tres sitios donde se facilitaba el cru
ce de dos acémilas, de modo que quien ascendía hacía Guachana
má tenía que efectuar un disparo preventivo para avisar que esta ba
subiendo, pudiendo continuar tranquilamente en la escalada sí no
escuchaba otro disparo de respuesta, caso contrarío debía es
perar a que desciendan las mulas que venían en sentido contra
río. Singular sistema de precaución que era utilizado por todos los
viajeros, inclusive por los elementos militares que se desplazaban
a los destacamentos de la zona. Se comentaba que para coronar
esta tremenda cuesta, el viajero tenía que empezar su ascenso con
la "fresca", es decir antes de que el sol asomara con sus hermosos
rayos, o simplemente hacerlo durante la noche, aunque por la rei
nante oscuridad el peligro era latente. Se decía también que en es
te penoso trayecto fueron muchas las personas que decidieron
suicidarse.

114 ] Carabineros: Punto de Partida ]


Luego del arribo a Guachanamá seguimos hacia Celica. En esta
ciudad nos presentamos ante el teniente coronel del Ejército Julio
H. Muñoz, que era el comandante militar de la Frontera Sur, a cu
yas órdenes nos trasladábamos. Allí nos encontramos con algu
nos oficiales del Ejército y de Carabineros, entre los que recuerdo
al mayor Segundo Guerrero, al capitán Bedoya, al capitán Cape lo
y al teniente de Carabineros José Murillo.

Inmediatamente nos dirigimos hacia el destacamento de Cara


bineros en dicha población, donde permanecimos unos dos o tres
días para luego descender por un camino de herradura hasta Pin
dal, pasando por Pozul, en cuya guarnición nos topamos con el
capitán de caballería Ricardo Proaño, el capitán de infantería La
lama y el subteniente Jaime Villacreses, con quienes compartimos
una sencilla celebración el 10 de agosto. Al día siguiente nos tras
ladamos a nuestros respectivos destacamentos: el teniente Ochoa
a Saucillo y yo a Mangahurco.

EL TENIENTE JOSÉ MURILLO GARCÍA

No puedo dejar pasar un detalle importantísimo ocurrido en


Celica, a nuestro paso rumbo a Pindal, donde nos encontramos
con el teniente José Leocadio Murillo García, oficial egresado
de la Escuela Militar de Carabineros en la segunda promoción,
con quien mantuvimos una larga y amena charla sobre distintos
te mas, entre otros recordando nuestra militancia justamente al
ini cio de actividades de la Escuela en 1938, comentando el
desen volvimiento de la Institución luego de habemos graduado
y, lo más trascendente, escuchándole atentamente la narración
de la acción de guerra que le tocó vivir precisamente en esa
zona en julio de 1941.

Con lujo de detalles nos relató su participación en dicho comba


te, mencionado los nombres de sus actores y el sinnúmero de
anecdóticas circunstancias que de esta acción se desprendían,

1 Carabineros: Punto de Partida 1 115


amenizando su narración con hilarantes comentarios que nos ha
cían reír continuamente; era dueño de un carácter jovial y de un
espíritu muy alegre y dicharachero.

En algún instante, el teniente Humberto Ochoa Loaiza salió del


destacamento en que nos hallábamos reunidos, pienso que conta
giado del entusiasmo y fervor con que José Muríllo nos contaba
sus episódicas experiencias, y se dirigió precisamente al sitio don
de se realizó esta meritoria acción de armas; luego anotó las carac
terísticas del terreno y más tarde acopió alguna información
adi cional, con cuyos elementos posteriormente escribió un
interesan te artículo que fue publicado en la "Revista de
Carabineros del Ecuador" que circulaba en la época.

En su función de jefe del destacamento de Cerro Verde, José


Muríllo tuvo su acción de armas contra el ejército peruano en
un sitio intermedio entre los pueblitos de Dos Horquetas y
Sotillo, combate que dejó un saldo de muchas bajas en ambos
bandos. Su heroico desempeño en la resistencia al ataque peruano
le ameritó el correspondiente reconocimiento por parte de nuestros
mandos militares; recomendable actuación que no era de
extrañarse, pues desde cadete ya se había distinguido por su
valor y tenacidad, así también por su carácter alegre y
entretenido.

Luego de su ascenso al grado de teniente, por mérito de guerra,


José Muríllo García había recibido cierta proposición para que se
incorporara al Ejército Nacional con la misma jerarquía que osten
taba; lo cual de ninguna manera fue aceptado, pues
sencillamen te él era un oficial de Carabineros graduado en la
Escuela, y por tanto su formación la debía a esta Institución.

Pasados los años fue destinado al Cuerpo de Guardias Civiles


"Manabí" No. 4, creo que en 1946, donde fue colocado en situa
ción transitoria por un acto que francamente atentaba contra su
dignidad. Ante esta difícil circunstancia, como José Leocadio Mu
ríllo era un hombre de honor y dignidad, no pudo soportar la
in cómoda situación y tomó la determinación de quitarse la
vida: se

116 ] Carabineros: Punto de Partida ]


disparó un tiro en la sien y dejó de existir instantáneamente; irre
parable pérdida que causó inmensa consternación en las filas po
liciales.

Sería muy injusto de mi parte no mencionar en estas


memorias la acción de armas que tuvo en la frontera este
distinguido oficial de Carabineros, cuya ejemplar actuación
debe constar con toda seguridad en los partes de guerra de
aquel aciago año, muy par ticularmente en los enviados desde la
ciudad de Celica por el te niente coronel Julio Muñoz; quien, a
más de reconocer su valero so comportamiento, distinguía y
admiraba mucho a José Leoca dio Murillo por sus
inquebrantables dotes de patriota y de solda do en la defensa de
la dignidad nacional.

A finales de 1943 retomé nuevamente a la ciudad de Loja, en


donde tuve la suerte de encontrarme con algunos de mis
compa ñeros oficiales, entre ellos los tenientes Antonio Villagómez
Agui lar y Humberto Ochoa Loaiza, y los subtenientes Carlitas
Monea yo y Jaime Godoy, con quienes establecí una verdadera
camara dería de amistad, comprensión y trabajo. Nos
preocupamos por mejorar nuestra condición intelectual y
profesional, estudiando y analizando los diferentes reglamentos
policiales que lográbamos conseguir fuera de la Institución, ya
que la policía recién iba to mando forma.

En cuanto a nosotros, puedo decir que más nos sentíamos ofi


ciales de Ejército que de Policía, puesto que nuestra formación fue
exclusivamente militar ya que en ese entonces no había gente que
nos prepare en la rama policial propiamente dicha. Por ello nos
preocupamos en estudiar los códigos, derecho constitucional, le
yes especiales y más legislación ecuatoriana, así como también
materias de carácter policial en libros que nos venían de Chile y
Argentina, como la "Criminalística" de Luis Sandoval Smart. Con
esta dedicación al estudio íbamos redondeando nuestros
conoci mientos, en función de concretar el verdadero
significado de ser oficiales de policía.

1 Carabineros: Punto de Partida 1 117


ANTECEDENTES DEL 28 DE MAYO

El tiempo avanzó inexorablemente y llegamos ya a 1944: un año


fatídico para la Institución de Carabineros, lleno de desilusión y
amargura. Para el pueblo ecuatoriano no es desconocida la poca
importancia que el gobierno del doctor Carlos Arroyo del Río le
dio a la defensa nacional, que junto a otros desatinos y desafue
ros, provocó en el alma de toda la ciudadanía un verdadero odio
hacia su administración, lo que a la par motivó en el pueblo un
claro desaliento generador de rebeldía y conspiraciones.

Para determinar los antecedentes socio-políticos que generaron


los acontecimientos del 28 de mayo en Guayaquil, cuyos resulta
dos convergieron a la extinción del Cuerpo de Carabineros, quie
ro primeramente transcribir en extracto una parte del texto que
contiene las opiniones vertidas al respecto por el licenciado Fran
cisco Salazar Alvarado, distinguido historiador, diplomático y po
lítico ecuatoriano.

"A raíz de la muerte del Presidente de la República doctor Au


relio Mosquera Narváez toma el mando de la Nación el Presiden
te de la Cámara del Senado, doctor Carlos Alberto Arroyo del Río,
el mismo que gobierna desde el 18 de noviembre de 1939 hasta el
10 de diciembre del mismo año, ya que su intención era presen
tarse como candidato a la presidencia de la República; y por lo
tanto, se encarga el Poder al doctor Andrés F. Córdova, en su ca
lidad de Presidente de la Cámara de Diputados; el mismo que go
bierna desde el 11 de diciembre de 1939 hasta agosto de 1940.

"Mientras tanto el doctor Córdova había presidido el proceso


electoral. Candidatos en esta contienda electoral eran el doctor
Carlos Alberto Arroyo del Río, liberal radical, otro candidato el
doctor José María Velasco !barra, candidato popular, quien inicia
así el "velasquismo" en el Ecuador, y por el partido
conservador el señor Jacinto Jijón y Caamaño, brillante político
ecuatoriano. Producidas las elecciones dio como resultado una
aplastante vic-

118 ] carabineros: Punto de Partida ]


Personal del Escuadrón de Caballería del Regimiento
de Carabineros "Guayaquil" No. 2, en 1942.

toria del doctor Arroyo del Río, quedando en segundo lugar el


doctor Velasco !barra y tercero el señor Jacinto Jijón y Caamaño.

"El doctor Arroyo inicia su gobierno el 1 de septiembre de


1940, hasta el 28 de mayo de 1944 en que es derrocado por un
levanta miento insurgente, militar y civil, suscitado en
Guayaquil. El go bierno del doctor Arroyo durante estos cerca
de cuatro años fue netamente impopular y lo ejerció todo el
tiempo amparado en las facultades extraordinarias que le otorgó
el Congreso.

"En el primer año de gobierno se produjo la invasión del


Perú, que desbarató a nuestras fuerzas armadas. Los peruanos se
toma ron parte de las provincias de El Oro, Loja y el Oriente,
terminan do este ignominioso atropello con la firma del protocolo
de Río de Janeiro el 29 de enero de 1942, perdiendo el país una
gran canti dad de territorio. El hecho de que el presidente Arroyo
del Río no defendiera decididamente la soberanía nacional le
genera su im popularidad, hasta llegar al extremo de hacerse
acreedor a un ver-

1 Carabineros: Punto de Partida 1 119


<ladero odio por parte de los ecuatorianos.

"En el gobierno del doctor Arroyo de Río, a principios de 1944


se venía preparando ya la nueva elección presidencial. El doctor
Velas ca !barra planificaba su campaña a base de la libertad del
sufragio y el rechazo a los derechos conculcados por el doctor
Arroyo; el otro candidato era el señor Miguel Ángel Albornoz,
jefe supremo del partido liberal, su íntimo colaborador y además
miembro activo de la Logia Amazónica del Ecuador, cuya foto se
publicara en un dia rio local; estableciéndose así una verdadera
alianza entre la jefatura del partido liberal con la Logia
Amazónica, y por lo tanto venía a constituirse como el candidato
oficial impuesto por el Gobierno.

"El otro candidato era naturalmente el doctor José María


Velas ca !barra, a quien el doctor Arroyo del Río le impidió su
ingreso al país; por lo que no podía hacer su campaña dentro
del territo rio ecuatoriano. El doctor Velasco se localizó al sur de
Colombia, en la ciudad de Ipiales, lugar desde el cual establecía
contacto con sus partidarios.

"Esta desigual situación entre los dos candidatos permitió la


formación de un gran frente político llamado Alianza Democráti
ca Ecuatoriana (ADE), integrada por todos los partidos, desde
el conservador hasta el comunista; allí estaban los doctores
Mariano Suárez Veintimilla y Manuel Elicio Flor, por los
conservadores; los señores Pedro Saad y Ricardo Becerra por los
comunistas; el señor Manuel Agustín Aguirre, por los socialistas;
el señor Teodoro Sa lem y los doctores Aparicio Plaza Sotomayor
y Camilo Ponce En ríquez, por el Partido Liberal Independiente,
este último en su ca lidad de jefe del Partido Demócrata Nacional
y que posteriormen te fuera del Partido Social Cristiano".

OTROS HECHOS CONVERGENTES

Bastaba simplemente leer la prensa y conversar con la gente

120 ] Carabineros: Punto de Partida ]


para detectar el negativo ambiente que se estaba gestando en con
tra del mal gobierno; los partidos políticos se hallaban convulsio
nados y amalgamados visiblemente entre todas sus tendencias,
desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda. No era raro
encontrar en los periódicos las fotografías de los dirigentes polí
ticos codo a codo; el doctor Camilo Ponce Emíquez, conservador
en ese tiempo, posaba junto a la señora Nela Martínez, comunis
ta; los señores Pedro Saad y Segundo Ramos, conocidos comunis
tas de la época, junto al doctor Francisco Arízaga Luque, líder de
los socialistas; también aparecían el doctor Carlos Cueva Tamariz,
el señor Colón Serrano y el doctor Juan Isaac Lovato junto a diri
gentes de los partidos antagónicos. Es decir, la flor y nata de las
cúpulas políticas se había aliado para engendrar un gran movi
miento popular destinado al derrocamiento del presidente Arro
yo del Río, con cuya acción se preveía un agitado panorama.

A finales de 1940, a los pocos meses de haber iniciado su perio


do constitucional el doctor Arroyo del Río, en la ciudad de Gua
yaquil hubo un levantamiento de altos oficiales de la Fuerza Aé
rea, los mismos que fueron detenidos tras su fallida conspiración
y trasladados de inmediato al penal García Moreno en Quito; re
cuerdo entre otros al teniente Galo Almeida Urrutia y al teniente
Gonzalo Jácome Ribeiro.

El 28 de enero del año siguiente, en el estadio de El Ejido se


efec tuó una concentración popular con motivo de iniciarse la
activi dad de las Guardias Nacionales, una rama militar encargada
de preparar a los futuros soldados. En esta reunión, que contó
con la presencia del presidente de la República, doctor Carlos
Arroyo del Río, luego de varias intervenciones y discursos alusivos
al evento, el pueblo visiblemente emocionado pidió la libertad de
los aviadores detenidos, pero el Presidente desoyó el requeri
miento y con indignación abandonó el estadio. Inmediatamente
el pueblo se amotinó en las calles y atacó los cuarteles de Carabi
neros, siendo rechazados en su intento por la fuerza.

En la noche del 28 de mayo de 1942 -exactamente dos años an-

1 Carabineros: Punto de Partida 1 121


tes de la revolución de Guayaquil-, luego de una concentración
política, social y cultural que se realizó en el recinto universitario
de Quito para tratar sobre las consecuencias derivadas de la firma
del Protocolo de Río de Janeíro, un nutrido grupo de manifestan
tes asaltó el Palacio de Gobierno -situado a medía cuadra de la
Universidad-, siendo repelido por las tropas de Carabineros que
lo resguardaban, produciéndose en este enfrentamiento la
muer te de tres valerosos policías que defendieron heroicamente
el Pa lacio y no permitieron que la turba se apodere de sus
instalacio nes. En estos incidentes tuvieron participación
directa el mayor Leonídas Plaza Lasso, su hermano José María y el
doctor Luís Fe lipe Borja -padre del doctor Rodrigo Borja
Cevallos-, entre otros.

A raíz de estos hechos la tensión política subió de tono, las ma


nifestaciones públicas de repudio al gobierno proliferaron nota
blemente, y consecuentemente, la represión por parte de
Carabi neros fue más intensa, más brutal y a veces bastante cruel.
La vio lencia se prolongó también a otras ciudades: Ríobamba,
Cuenca, Guayaquil, especialmente a esta última, donde tenía su
asiento la agrupación política denominada Alianza Democrática
Ecuatoria na (ADE), principal movimiento de oposición al régimen
y auspí ciador de su inminente derrocamiento.

En los primeros días de enero de 1944 se produjo en Quito


una de tantas manifestaciones antíarroyístas, que terminó con
la muerte accidental de una muchacha del pueblo, de nombre
Car men Espinoza; muerte que fue atribuida por los opositores al
go bierno a un disparo efectuado por un oficial de Carabineros.
Acontecimiento que trajo como consecuencia la repulsa del
pue blo capitalino hacía la policía y contribuyó a aumentar el odio y
el repudio hacía el Presidente.

122 ] Carabineros: Punto de Partida ]


Personal del Escuadrón de Caballería del Regimiento
de Carabineros "Quito" No. 1, en 1943.

Pero Arroyo del Río se mantenía firme en su puesto a pesar de


las airadas protestas. Su respuesta fue lacó nica y orgullosa: "Ni
un día más ni un día menos" . Célebres palabras que hacían clara
referencia a que no renunciaría a pesar de las adversas
circunstan cias, ampará ndose aú n má s en las facultades
omnímodas que le fueran otorgadas por el Congreso.

Y en este ambiente, muchos ciudadanos descalificados e inde


seables, expulsados del Ejército, pasaron a engrosar filas en el
Cuerpo de Carabineros, en un desesperado afá n de respaldo al
cuestionado Presidente.

POSICIÓN INSTITUCIONAL

Nuestra Institució n, con apenas seis añ os de establecida


profe sionalmente bajo la identidad de Cuerpo de Carabineros,
tuvo que
1 Carabineros: Punto de Partida 1 123
defender al gobierno del doctor Arroyo del Río sin más considera
ción que la de haber sido elegido como Presidente
Constitucional por votación popular. Un duro trajinar en que los
abnegados cara bineros tenían que soportar casi a diario los
incesantes brotes de descontento y las demostraciones de
rechazo contra el gobierno; violentas manifestaciones públicas
y "meetings" relámpagos que los reprimíamos a golpe de sable
utilizando la caballería, y tam bién con golpes de culata de fusil
por parte de las tropas de a pie, pues en aquella época no se
conocían otras armas inocuas como los gases por ejemplo, y
peor aún los proyectiles de goma.

Luego del descalabro militar que constituyó la defensa de nues


tra soberanía ante la invasión peruana, cuya derrota marcada con
la firma del protocolo de Río de Janeiro humilló la dignidad na
cional y cercenó nuestro territorio; el pueblo ecuatoriano, lejos de
mantener la calma y resignación requeridas, transformó su desen
gaño en enardecidas protestas contra el régimen, acusándolo de
ser el responsable de tan grave deshonor. La gente comenzó a de
mostrar su inconformidad por la situación que se vivía y en
corto plazo se profundizó el odio y el rechazo hacia el
cuestionado go bierno, gestándose paralelamente la
conspiración como el único camino idóneo para su
derrocamiento.

Lo más lamentable de todo este incierto panorama era que los


brotes de conspiración, de rechazo y de repudio se tornaban cada
vez más violentos, con constantes manifestaciones de protesta por
parte de los estudiantes universitarios y colegiales, asociaciones
gremiales y clasistas, movimientos políticos, agrupaciones
socia les, organizaciones independientes y pueblo en general; lo
cual generó, como puede entenderse, una permanente anarquía y
caos en el desarrollo de todas las actividades, cuyo control para
resta blecer el orden y la tranquilidad correspondía lógicamente
a la fuerza pública.

Pero esta actuación conjunta de la fuerza pública no ocurrió, el


comando general del Cuerpo de Carabineros nunca dio un paso
para lograr un entendimiento con las Fuerzas Armadas y coor-

124 ] Carabineros: Punto de Partida ]


dinar unificadamente el procedimiento en estas acciones; y muy
al contrario, las prédicas que comúnmente ellos nos hacían eran
de rivalidad y alejamiento. Consecuentemente, el enfrentamien to
diario con esas violentas manifestaciones corrió a cargo del
personal de Carabineros: actividad bastante difícil, hostigante y
abrumadora.

En esta parte cabe señalar que la oficialidad de todo el Cuerpo


de Carabineros, desde el Comandante General en Quito hasta el
último comandante de Compañía en provincias, estaba constitui
da orgánicamente por jefes y oficiales de ejército en servicio pasi
vo; por lo tanto, si consideramos que desde 1940 a 1944 solamen
te habíamos egresado de la Escuela Militar de Carabineros cuatro
promociones, con un total aproximado de 80 oficiales que
osten tábamos a la fecha las jerarquías de teniente y subteniente,
los ofi ciales profesionales disponibles éramos apenas un grupo
minori tario con inferioridad de condiciones para ejercer algún
poder de decisión.

Analizando fríamente lo que sucedía al interior del Cuerpo de


Carabineros en esos años, creo que una alternativa de solución
a sus falencias pudo ser la designación de Comandante General
en la persona de un alto jefe del Ejército en servicio activo, y no
en pasivo como constaba; asimismo, estructurar el orgánico de la
Es cuela Militar de Carabineros, desde sus inicios, con jefes y
oficia les de igual procedencia y características. Esto habría
significado la oportunidad de disponer de un contacto más
directo, apropia do y responsable con las Fuerzas Armadas, y quien
sabe entonces, otro hubiera sido el destino de la institución
policial.

Cada día el país se convulsionaba más y la situación interna se


tomaba insostenible. En procura de mantenerse en el Poder, pen
sando que la represión de Carabineros era suficiente para contro
lar la violencia desatada, el doctor Arroyo del Río mejoró en algo
la implementación policial y le proporcionó ciertos beneficios
en otros aspectos; situación preferencial para la policía que de
hecho determinó el resentimiento del Ejército, que nunca vio con
buenos

1 Carabineros: Punto de Partida 1 125


ojos tal deferencia, y que a mi modesto juicio ahondó el ya noto
rio distanciamiento entre ambas instituciones. Con el "refuerzo"
dado a Carabineros y el sustento que su fuerza le otorgaba al
mandato constitucional, el presidente Arroyo del Río jamás se
imaginó que su tambaleante gobierno podría ser derrocado. Pero
la debacle estaba por llegar.

LA REVOLUCIÓN DE GUAYAQUIL

Sobre este sangriento episodio de la vida nacional, de trágicas


consecuencias para la institución policial y de feliz connotación
para las triunfantes huestes revolucionarias, que llegaron al extre
mo de bautizarla corno "La Gloriosa", varias son las versiones
que recoge la Historia, aunque ninguna originada en la pluma de
algún carabinero protagonista de los hechos. Sin embargo, por la
trascendencia que esta acción reviste en el proceso evolutivo de
la Policía Nacional, no puedo omitir consignarlo en mis memo
rias; razón por la cual, para intentar reseñarlo he echado mano de
cuanta documentación pude recopilar al respecto, así corno tam
bién de fehaciente información referencial que me ha sido
propor cionada, toda vez que yo no participé en dichas acciones
ni fui tes tigo presencial de lo sucedido, pues a esa fecha me
encontraba prestando los servicios en el Batallón de Carabineros
"Loja".

En la ciudad de Guayaquil, para 1944 se hallaban acantonadas


cuatro unidades del Ejército: el Batallón "Carchi", el Batallón de
Ingenieros "Chirnborazo", el Grupo de Artillería "Villarnil" y el
Grupo de Caballería "Dávalos"; existiendo un solo cuartel de Ca
rabineros, que se localizaba en la calle Chile, entre Cuenca y Bra
sil, conformado por aproximadamente 500 hombres.

En horas de la tarde del 28 de mayo, el capitán de ejército Ser


gio Enrique Girón, uno de los principales cabecillas de la revolu
ción contra el gobierno de Arroyo del Río, inició la sublevación
deteniendo en sus propios cuarteles a los comandantes del Bata-

126 ] Carabineros: Punto de Partida ]


llón "Carchi", del Batallón "Chimborazo" y del Grupo "Villamil",
sacando luego de los recintos militares a los soldados y
conscrip tos con la consigna de provocar a los miembros del
Cuerpo de Ca rabineros y atacar su cuartel; situación que se dio
inmediatamen te con el apoyo y participación de enardecidas
multitudes arma das de palos, piedras, machetes y armas de fuego.
En conocimien to de la situación, el jefe de la Zona Militar
dispuso el emplaza miento de seis tanques en los alrededores
del cuartel de Carabi neros, para repeler el ataque de los
revolucionarios.

En las horas siguientes, no obstante, se produjeron violentos in


cidentes en distintos sectores de la ciudad; gente del pueblo y sol
dados armados confluían desde diferentes puntos en dirección al
cuartel de policía, a cuyo paso iban dejando trágicas escenas de
dolor y muerte. A las diez de la noche, aproximadamente,
pique tes de soldados del Grupo "Villamil" se ubicaron en las
bocacalles aledañas a su cuartel, que estaba muy cerca del de
Carabineros.

Con posterioridad, los tanques emplazados para la defensa


del cuartel plegaron al movimiento revolucionario y giraron sus
ca ñones para atacar el cuartel policial, generalizándose la lucha.
Los Carabineros adoptaron posiciones de defensa en los
distintos frentes de su reducto, armados únicamente de doce
ametralla doras ZB, fusiles Mauser y revólveres, y se atrincheraron
en ba rricadas que conformaron a dos cuadras a la redonda del
cuartel.

La lucha se intensificó y el ulular de las sirenas de las ambulan


cias que trasladaban a los heridos hizo más confusa y alarmante
la situación. Las bajas en ambos bandos se producían
constante mente. Hermanados con gente del hampa, los
exaltados revolu cionarios se dedicaron a asaltar y saquear las
casas de los elemen tos adeptos al gobierno. Alrededor de las
once de la noche plega ron al movimiento revolucionario los
elementos de la Armada, uno de cuyos barcos ubicado en el
muelle de la calle Cuenca bom bardeó el cuartel de Carabineros;
ataque que fue repelido valero samente y puso en fuga a los
marinos.
1 Carabineros: Punto de Partida 1 127
-- -- --- --- - �
Personal del Escuadrón de Caballería del
Regimiento de Carabineros "Quito" No. 1,
en 1943.

Más tarde, grupos armados atacaron el local donde funcionaba


la Oficina de Seguridad e Investigaciones, ubicado en el bulevar
9 de Octubre, al que luego de destru irlo procedieron a poner en
li bertad a los presos, muriendo en su defensa el subjefe de la
ofici na y varios agentes. A la par, un piquete de carabineros
vestidos de civil entabló un desigual enfrentamiento con los
militares en la puerta misma del cuartel del Grupo "Villamil",
pero su inferiori dad numérica les obligó a retirarse.

Alrededor de las dos de la madrugada la situación se presenta


ba sumamente incontrolable; se conocía que alguno de los
tan ques había sido inutilizado por la resistencia policial y que
existía una gran cantidad de militares y civiles muertos y
heridos. Pasa das las tres de la mañana el fuego de las
ametralladoras y fusile ría se tomó más intenso, pero los
Carabineros continuaban defen diendo su cuartel
valerosamente. Se vislumbraba un inminente ataque final en las
primeras horas del alba.
Entre las cuatro y cinco de la mañana los revoltosos lanzan una

128 !carabineros: Punto de Partida 1


nueva arremetida contra el cuartel; 1a resistencia de sus defenso
res comienza a flaquear por falta de munición y debido a su
ago tamiento físico. El capitán Sergio Girón dirigía las
operaciones desde 1a Zona Militar, y sus órdenes fueron de que
los revolucio narios se agruparan para organizar el ataque finaL

Aproximadamente a las seis de 1a mañana, el populacho co


menzó a introducir trapos empapados con gasolina en 1a fachada
del edificio de los Carabineros, al amparo de las armas de los
mi litares. Se escuchó un estruendo de fusilería y el viejo cuartel
co menzó a incendiarse. Acudieron las motobombas del Cuerpo
de Bomberos pero se les impidió sofocar el flagelo, por lo que se
li mitaron únicamente a evitar que el incendio se propague a las ca
sas vecinas. Una hora más tarde el cuartel estaba casi en
cenizas, debiendo rendirse sus bravos defensores, quienes en su
desespe rada salida fueron detenidos por los revoltosos y, luego
de un martirizante escarnio popular, conducidos al cercano
cuartel del Grupo "Vi11ami1".

En los momentos de 1a rendición del personal de


Carabineros, un exaltado revolucionario realizó varios disparos
contra los he roicos defensores de 1a Constitución que
descendían por las gra das de 1a prevención, algunos de cuyos
proyectiles alcanzaron al teniente coronel Ludgardo Proaño,
segundo comandante de 1a Unidad y jefe de las operaciones de
defensa, quien murió instan táneamente. Así mismo, varios
carabineros fueron lanzados a las 11amas, y otros oficiales y
miembros de tropa que lograron alejar se de 1a enardecida turba,
heridos y agotados por 1a lucha, fueron capturados por el
populacho en 1a intención de 1inchar1os, acción que fue evitada
gracias a 1a intervención de religiosos y personas caritativas que
presenciaban los hechos.

Tomado el cuartel por los revolucionarios y eliminados o dete


nidos sus defensores, 1a revolución había triunfado. En Quito, an te
tal situación los Carabineros se rindieron sin mayores inciden tes.
El presidente Arroyo del Río renunció a su cargo y se asi1ó en 1a
embajada de los Estados Unidos; por lo que los cabeci11as de 1a

1 Carabineros: Punto de Partida 1 129


triunfante revolución entregaron la Jefatura Suprema de la Repú
blica al doctor Velasco lbarra.

UNA VERSIÓN IMPARCIAL

De la versión expuesta sobre el holocausto policial en Guaya


quil, mi concepto profesional podría resultar fundadamente par
cializado, lleno de inexactitudes y posiblemente equivocado, en
cuya virtud he creído pertinente insertar en estas páginas la
ver sión imparcial que sobre el ataque al cuartel de Carabineros
rea lizó, en su oportunidad, el capitán de ejército Edmundo
Egas Arroyo, distinguido militar que en aquellos días prestaba sus
ser vidos en Guayaquil; texto del que me reservo mencionar
algunas impuntualidades.

"El cuartel de Carabineros a esa fecha estaba ubicado en la calle


Chile, entre Brasil y Cuenca; su parte posterior daba a la calle
Chimborazo con un cerramiento de caña guadúa. La construcción
del edificio era mixta, con su parte principal de cemento
armado y ladríllo, y una segunda de madera recubierta
igualmente de ca ña; situado donde actualmente funciona la
Comisión de Tránsito del Guayas.

"El Regimiento de Carabineros "Guayaquil" se encontraba con


formado por 20 oficiales y 500 hombres de tropa, constituidos en
la Primera, Segunda y Tercera Compañías y el Grupo de Caballe
ría. Además, entre los efectivos se sumó un pequeño grupo de ca
rabineros pertenecientes a los destacamentos más cercanos a Gua
yaquil y unos 20 números adicionales que llegaron desde Macha la
al mando del teniente Julio Sáenz, quien fue uno de los prime ros
en caer herido al iniciarse el ataque al cuartel.

"Como Primer Jefe de los Carabineros en Guayaquil se


desem peñaba un coronel Rosales, que a la vez ejercía las
funciones de Intendente de la provincia del Guayas; un militar
retirado que ca-

130 ] Carabineros: Punto de Partida ]


si nada hizo en cuanto a acciones de comando, y que fue despla
zado de sus funciones -según ciertos datos- por encontrarse el día
28 de mayo embriagado.

"El jefe del Regimiento de Carabineros Guayaquil era el coman


dante Ludgardo Proaño, quien demostró ser un hombre muy
va liente que jamás abandonó a sus hombres, y que al iniciarse
las hostilidades arengó al personal inculcándoles valor e
indicándo les que moriría cumpliendo su sagrado juramento de
defender el orden constituido; cosa que a la postre resultó así,
pues falleció en la prevención al recibir un impacto de proyectil
mientras defendía el cuartel con un fusil Mauser corto.

"Al comandante Ludgardo Proaño se le atribuye también la eje


cución de un capitán de apellido Malina, que le tocó estar de
jefe de Cuartel en la prevención, mediante un disparo en la
cabeza, al sorprenderlo dando informes por teléfono a los
revolucionarios sobre las acciones y empleo del personal y
armas que se encon traban en el cuartel el 28 de mayo. El
armamento que disponían los Carabineros era: fusiles Mauser
largo y corto en dotación pa ra la tropa, ametralladoras ZB en
número de 12; los señores oficia les con revólver y cantidad
suficiente de municiones.

"Se sabía por los servicios de inteligencia desplegados, que se


gestaba y preparaba la revolución; se sabía de los contactos de
ciertos militares con los políticos; pero lo que no se pudo determi
nar fue el día, que posteriormente se sacó en conclusión debía ser
posterior al 28 de mayo, pero que se adelantó debido a ciertas cir
cunstancias que cambiaron el curso de los hechos, como por ejem
plo: el descubrimiento y requisa por parte de los Carabineros de
armas, explosivos y bombas caseras en gran cantidad, que debían
utilizar los civiles en combinación con los militares en la toma del
Cuartel de Carabineros, que era su principal objetivo.

"El capitán Girón del Ejército fue descubierto en su complot con


los políticos del ADE (Alianza Democrática Ecuatoriana) e inme
diatamente arrestado, para luego ser trasladado a una guarnición

1 Carabineros: Punto de Partida 1 131


en el Oriente, de donde presumiblemente debía salir con el pase
o posiblemente con la baja.

"Esta última circunstancia hizo que se anticipen las cosas y se


subleve esa Unidad Militar, le ponen en libertad a Girón y se ini cia
el ataque al Cuartel de Carabineros, lo que toma de sorpresa
incluso a las mismas unidades militares que aún no estaban
pre paradas, y es así como la unidad mecanizada envía sus
tanques en un principio a proteger a los Carabineros.

"Así mismo se supo con posterioridad que entre los Carabine


ros hubieron comprometidos con la revolución, especialmente de
la Segunda Compañía, que tenía la misión de tomar presos a to
dos los señores oficiales y someterlos, pero como las acciones
re volucionarias se adelantaron y fueron tomados por sorpresa,
no se pudo ejecutar su misión, y a la final los que sobrevivieron
fue ron los únicos que no sufrieron maltratos, no fueron asesinados
ni dados de baja.

"Las comunicaciones telefónicas y telegráficas con Quito se


ha bían cortado; se supo que el Comandante General abandonó
su puesto, que el Presidente se había asilado en una embajada; de
tal modo que el ambiente entre los Carabineros en Guayaquil era
que se sentían solos y abandonados y que debían afrontar los
hechos por su propia cuenta, de acuerdo a su misión como
profesionales.

LAS ACCIONES DE DEFENSA

"El ataque comenzó a las once de la noche del día 28 por


parte de los militares; en un comienzo los tanques protegieron al
Cuar tel de Carabineros ubicándose a dos cuadras del mismo, en
las bo cacalles contiguas, pero recibieron órdenes y se retiraron.

"Las Unidades del Ejército habían rodeado el Cuartel de Cara


bineros y empezaron su aproximación especialmente por la
calle

132 ] carabineros: Punto de Partida ]


Chile, concentrando su fuego en la prevenció n que se encontraba
abatida. La solució n era destruir a la unidad que más presionaba
y la que más bajas causaba en los Carabineros; el problema era sa
lir a la calle Chile y designar quiénes lo harían; se sugirió su con
formació n con voluntarios, ante lo cual se presentaron el teniente
Serrano, el subteniente Egas, el subteniente Arroyo y 34 Carabi
neros, a los que se les denominó el "Pelotó n Suicida"; se dio mi
siones, dividiendo a los 34 miembros de tropa en dos grupos, uno
con dos ametralladoras y 6 abastecedores, al mando del subte
niente Arroyo, y el otro grupo de 26 fusileros, al mando del te
niente Serrano; y se designó jefe del Pelotó n Suicida al subtenien
te Servando Egas, ya que éste era de escuela y el teniente Serrano
no era de fila. Para su acció n se ubicó 2 ametralladoras en la terra
za del cuartel a fin de cubrir la salida del pelotó n, lo cual se
reali zó como estaba planificado, las dos ametralladoras al
costado iz quierdo y los fusileros al costado derecho; ante una
orden alter nada las ametralladoras debían abrir fuego mientras
los fusileros avanzaban 15 metros, así alternadamente; en 10
minutos estaba desalojada la unidad má s agresiva y se retiraba
en desbandada ante la presió n de los Carabineros, cuya
intenció n era tomarse el cuartel de donde provenían, pero un
mensajero hizo cambiar el propó sito al recibir orden superior
de que retomen al cuartel.

Teniente Coronel
Ludgardo Proaño Guerrero

"Al retomar, desde una casa los revoltosos empezaron a


hacer fuego causando tres bajas en el pelotó n, quedando
herido en el pecho el cabo Segarra, quien creyendo que su
herida era de muerte y sin ninguna precaució n, só lo él, hizo
frente a la que ha bía sido una escuadra de soldados,
matá ndolos a todos.
1 Carabineros: Punto de Partida 1 133
"Mientras se acercaban al cuartel se escucharon cañonazos, pro
venientes de los tanques que habían regresado pero para atacar,
abriendo grandes boquetes en la estructura del cuartel y causan
do bajas entre los Carabineros; de inmediato el Pelotón Suicida,
reducido ya a 22 hombres entre oficiales y tropa, prepara bombas
molotov (botellas con gasolina y una mecha de algodón), y des
truye un tanque y pone en fuga a los tres restantes, en cuya
acción mueren tres carabineros más.

"En estas circunstancias, un barco de la Marina de Guerra se


ubica en la ría a la altura de la calle Cuenca y empieza a cañonear
al cuartel de Carabineros, matando e hiriendo a muchos hombres,
especialmente a quienes se encontraban en la terraza del cuartel,
ante lo cual una sola escuadra recibe la misión de atacar la nave y
la pone en fuga.

"Ante esta situación y viendo los reveses producidos, las fuer


zas revolucionarias deciden armar a la población civil, para lo
cual abren los cuarteles; con lo que se calcula que unas 5.000 per
sonas comienzan el asedio al cuartel de Carabineros, especial
mente por el lado de la calle Chimborazo. El día 29 se toman el
cuartel en virtud de los pocos defensores que iban quedando,
pues las bajas eran numerosas y la deserción de quienes se
habían comprometido con los revolucionarios era notable.

"Comenzó la persecución y asesinato de los Carabineros, quie


nes fueron capturados en la toma del cuartel y lanzados desde la
terraza, para luego ser incinerados; si en la calle se detenía a un
ca rabinero, era muerto y lanzado a hogueras que en toda la
ciudad las habían; estas acciones de odio duraron algunos días
después.

"Los grupos de Carabineros que luchaban en las calles aledañas


al cuartel, cuando éste fue tomado, se quedaron sin municiones,
y ante los hechos vandálicos de orgía y de sangre que se desarro
llaban, tuvieron que retirarse, aplicando la popular sentencia de
"sálvese quien pueda". Es así como el grupo que luchó en la ca lle,
que era tan reducido, logró refugiarse en una casa en construc-

134 ] Carabineros: Punto de Partida ]


ció n tomá ndola como fortín, ante el asedio de las turbas armadas,
mezcla de civiles y uniformados.

"Viendo que se terminaban sus municiones abren un boquete


en la pared, pero se topan con la pared de la casa vecina y se reti
ran por el techo, descendiendo en otra de las casas por el tubo del
agua; quedando tan solo el teniente Serrano, el subteniente Egas,
el subteniente Arroyo y tres de tropa. El dueñ o de casa les dio alo
jamiento, pero con la condició n de que salieran cuanto antes, lo
que les obliga a disfrazarse y vestirse de civil; con el problema del
subteniente Egas, que por encontrarse de semana estaba con pan
taló n kaki de montar y botas de caballería, razó n por la cual el
dueñ o de la casa le proporciona una camisa, pantaló n y zapatos;
salieron con intervalo de un minuto, no sin antes indicar un pun
to de reunió n, superando a las turbas alteradas.

"Pero dos cuadras má s adelante alguien reconoce al subtenien


te Arroyo y empieza a perseguirlos, ingresando a una casa donde
vivía una lavandera del cuartel, en cuya casa contigua también se
había refugiado un teniente de apellido Romo, que se desempe
ñ aba como oficial de Inteligencia. Los revolucionarios, en las re
quisas del sector, dan con é l y lo asesinan lanzá ndole desde el se
gundo piso hacia la calle.

"Allí permanecieron durante el día 29; el día 30 fueron delata


dos nuevamente y los revolucionarios cercaron las casas del sec
tor donde se encontraban; pero nuevamente aplicaron el sistema
de salir camtú lados -de civil-, con intervalos, quedando tan solo
los tres señ ores oficiales; dirigiéndose al domicilio de un cuñ ado
del teniente Serrano donde los acogen, les dan alimentació n y por
primera vez en tres días logran dormir.

"Como las patrullas combinadas de militares y civiles realiza


ban en todo Guayaquil allanamientos en busca de Carabineros,
considerando imposible salir de la ciudad sin un "salvo conduc
to", por cuanto la habían cercado con patrullas ubicadas en dife
rentes sectores: como el puente 5 de Junio, a lo largo del estero
Sa-

l Carabineros: Punto de Partida 1 135


lado, el aeropuerto, el Malecón y a lo largo de la ría; una de las
patrullas quiso entrar en la casa donde se encontraban los tres ofi
ciales, pero una persona que actúa en forma nerviosa se hace no tar
y los delata, obligándoles a salir precipitadamente.

"La salida coincide con el anuncio del arribo del doctor Velasco
!barra a Guayaquil, por lo que muchísima gente se dirigía al ae
ropuerto a recibirlo.

"Entonces los tres oficiales se confundieron con ellos hasta


lle gar a una "Y" que bifurcaba las vías que conducen al
aeropuerto y a la población de Pascuales; pero son
sorprendidos por el per sonal de un carro blindado, quienes los
persiguen, teniendo que esconderse adentrándose en unos
pantanos muy extensos que ha bía en el lugar, lo que hizo
aventurarse al blindado a perseguirlos, para después de disparar
algunas ráfagas con ametralladora re gresar a la confluencia de
las dos vías.

"Enlodados hasta el pecho salen y se dirigen a Pascuales, en


donde ante la sorpresa de los tres oficiales aparece el cabo Sega
rra, que fue herido en el pecho durante los incidentes y había
lo grado escapar; el mismo que emocionado por el inesperado
en cuentro los saluda mencionando el grado y delatando de esta
ma nera su identidad; para disimular y aplacar al pueblo, indican
que buscan al Teniente Político para capturarlo ya que era
arroyista, pero él había fugado el día anterior.

EL SUBTENIENTE SERVANDO EGAS MEDRANO

"Saliendo de Pascuales, el teniente Serrano les sugiere coger un


barco y dirigirse a Daule, en donde por estar de jefe de Destaca
mento había conocido al dueño de la finca y era su amigo, pero al
dirigirse y bajar del lugar encuentran que el dueño de la finca,
siendo partidario de Arroyo del Río, había tenido que fugar pues
era perseguido, y justamente allí se encontraban elementos mon-

136 ] Carabineros: Punto de Partida ]


tubios del lugar que armados les sitiaron y quisieron lincharlos.

"Los oficiales trataron de persuadirlos indicando que eran pri


sioneros de guerra, pero les cayeron a culatazos de fusil; uno de
ellos impactó en el cuello del teniente Serrano, ante lo cual reac
cionó el cabo Segarra, lo que provocó que le disparen matá ndolo
en el acto; seguidamente un montubio analfabeto le dispara en el
cuello hirié ndole de muerte al teniente Serrano; deciden ajusti
ciarlo al subteniente Arroyo, quien se juega la vida y sale en carre
ra zigzagueando, le disparan pero fallan, hasta que de entre la
muchedumbre expectante sale un tipo y le da un garrotazo en la
frente dejá ndolo tendido y moribundo.

"Llega el tumo del subteniente Egas. Segú n narració n de é l,


quería que lo maten para terminar con tanto sinsabor y maltrato,
razó n por la que apaciblemente mostró su pecho, pero la mala
puntería de su verdugo hizo que fallara: un impacto le atravesó el
brazo derecho y el otro le destrozó la mano derecha; al caer al
sue lo se acercaron a liquidarlo pero uno de los tipos desvía el
fusil del asesino, y mal herido es llevado hasta la població n de
Daule, en cuyo trayecto pierde el conocimiento; cuando reaccionó
se encon traba en el calabozo, que como paradoja del destino era
el mismo que anteriormente albergó a delincuentes, homicidas,
criminales y abigeos del sector.

"Era ya de noche, el subteniente Egas se debatía en un charco de


su propia sangre, junto a él se encontraba el cadá ver del cabo Se
garra; el teniente Serrano aú n respiraba pero expiró pocos minu
tos después; el subteniente Arroyo yacía tendido, pero en la ma
drugada empezó a moverse y reaccionar; en estas circunstancias
vé al subteniente Egas ensangrentado y cubierto su cuerpo de una
nube de zancudos y que no podía mover sus dos brazos; para
ahuyentarlos, en un esfuerzo sobrehumano se arrastra hacia él y
por lo menos atenú a ese martirio.

"En la mañ ana siguiente la gente del pueblo quiso tomarse el


cuartel para liquidar a los dos Carabineros que quedaban; la guar-

i Carabineros: Punto de Partida 1 137


dia civil, que así se hizo llamar el grupo que cuidaba el calabozo,
les defendió , pero les ofreció entregarlos más tarde aduciendo que
intentaron fugarse.

"El subteniente Egas llama a uno de la guardia y le pide que


por favor le dé escribiendo a sus padres sobre la situació n que
atra vesaba y despidiéndose de ellos, pero recibe como
respuesta un puntapié en la cara, indicándole además que no
perdería su tiem po en ayudar a un maldito Carabinero; a más
del odio que tenía, el individuo era analfabeto.

Subteniente
Servando Egas Medrano

"Segú n indican los dos señ ores oficiales, era necesario ganar
tiempo, y deciden por lo tanto llamar a otro de la guardia y pedir
le que les ponga en contacto con el señ or cura del lugar a fin de
que les ayude espiritualmente, pues se encontraban mal heridos;
éste aceptó y llamó al párroco, quien concurrió y se conmovió de
la situació n de los heridos, se puso en contacto con el Comisario
y llamando a los responsables de la població n les da un discurso,
ejerciendo tal influencia que logra conmoverles y les hace cambiar
de actitud; les dan medicinas, le vendan los brazos al subteniente
Egas y los envían a Guayaquil.

"En el barco que iban los dos oficiales heridos también se une
un Carabinero de tropa capturado en algú n otro lugar; al llegar al
Malecó n y acoderarse la nave, ésta es asaltada y le matan al Ca
rabinero de una puñ alada, pero al momento de hacerlo
también con los dos oficiales, por esas cosas inexplicables llega
un piquete
138 ! carabineros: Punto de Partida 1
de guardias de la revolución al mando de un teniente -grado da
do a un estudiante universitario que actuó en dicha revuelta-,
quien impide que sean asesinados los dos oficiales; los llevan en
una camioneta a un puesto de salud, no sin antes recibir pedra
das, palazos e insultos en el trayecto.

"Este oficial al llegar al puesto de salud se porta bondadoso, y


dirigiéndose al subteniente Egas le dice: "con esto pago un
servi cio que alguna vez usted me hizo"; posteriormente los
llevó al Hospital Militar o Territorial, donde el director se opuso a
recibir los, pero como el oficial era un hombre imponente y
caracteriza do se impuso y fueron alojados en el pabellón de
tropa.

"El ingreso al pabellón de tropa fue otro martirio, los dos oficia
les se encontraron frente a decenas de heridos en sus acciones
contra ellos, quienes desataron su resentimiento con insultos, y
los que no se encontraban de gravedad se acercaban a golpearlos,
muchos con las muletas que usaban.

"Ante esta circunstancia el subteniente Egas se idea un


recurso audaz, aprovechando una antigua amistad con la
familia Plaza; hace llamar al director del hospital y en vista de
que no podía mover las manos le pide que le dé enviando un
telegrama al se ñor Galo Plaza, en el que decía: "Estimado Galíto:
Estoy herido e incomunicado en el Hospital Militar, haz conocer
familia. Subte niente Servando Egas".

"Esta idea dio resultado de inmediato, a los diez minutos el sub


teniente Egas era trasladado al pabellón de oficiales, no sin antes
negarse a ser trasladado sí el subteniente Arroyo no iba con él,
pues pensaban dejarlo en el pabellón de tropa.

"Cuando atendieron al subteniente Egas, los médicos indicaron


que como su mano y brazo se encontraban demasiado hinchados
y casi negros, había la necesidad de amputarlos; éste reaccionó in
dicando que prefería que se engangrenen y que si le amputaban
se suicidaría lanzándose desde los pisos altos del hospital. Y es así

1 Carabineros: Punto de Partida 1 139


como entró en la sala de operaciones.

"Cuando reaccionó pidió al enfermero que le levante ligera


mente los brazos para cerciorarse si no los habían amputado, y
al verificar su total existencia se tranquilizó, empezando su
recupe ración que se complementaría con dos operaciones más,
realiza das posteriormente en Quito.

"En el hospital trabajaban como practicantes estudiantes de me


dicina de la Universidad de Guayaquil, quienes les tenían
identi ficados a los dos señores oficiales, y al curarlos, en el
cambio de gasas por ejemplo, las rasgaban extrayéndolas con
parte de la piel o cicatrices, diciendo: "esto no es atropellar a la
bandera", adu ciendo que en una manifestación fueron
sometidos por los Cara bineros, habiendo estado con el
estandarte patrio al frente.

"Uno de esos días visitó el Hospital Territorial el doctor Velasco


Ibarra; ingresó a la sala donde se encontraban cinco oficiales
del Ejército y los dos oficiales Carabineros. Velasco Ibarra los
abraza ba y acariciaba de uno en uno a los oficiales del Ejército,
incluso ordenó enviarlos al exterior a los más graves; cuando llegó
donde estaban los oficiales de Carabineros y fueron
identificados, mon tó en cólera y dispuso sean llevados al
Hospital "Luis Vernaza", lugar donde estaban centenares de
civiles heridos y podría ser el fin de los dos señores oficiales.

"Como edecán del doctor Velasco Ibarra se encontraba el mayor


Leonidas Plaza, conocido del subteniente Egas, quien se regresó y
le ordenó al director que no los movieran de allí a los dos heridos;
allí permanecieron por un mes más.

"Así mismo, durante los trágicos acontecimientos suscitados el


28 de mayo y los días posteriores, hubo una larga serie de anec
dóticas situaciones que sería muy extenso detallar; no obstante,
tomaré someramente el caso del subteniente Mancheno, quien al
ser perseguido por las enardecidas turbas logra ingresar a un
sa lón, se viste de salonero y empieza a servir a los comensales,
opor-

140 ] Carabineros: Punto de Partida ]


tuna acción que le hace pasar inadvertido y converge a su salva
ción; lo cual también le permite ayudar a los carabineros que
in gresaron al local. Lamentablemente con posterioridad es
asesina do en la provincia de Los Ríos por el tristemente célebre
delin cuente Tom Mix".

COROLARIO DE LA REVOLUCIÓN

La intervención de Carabineros en esta trágica revuelta, consti


tuye una de las epopeyas más extraordinarias de la vida policial,
cumplida en apego a las normas constitucionales. Connotada
ac tuación que resalta el valor, dignidad y heroísmo del policía
ecua toriano en el abnegado cumplimiento de sus deberes.

En las acciones de Guayaquil perdieron la vida el teniente coro


nel Ludgardo Proaño, los capitanes Pedro Molina, Santiago
Her nández, Aquiles Zambrano, Luciano Fabara y el teniente
Aníbal Serrano; así como decenas de valerosos miembros de
tropa entre suboficiales, clases y carabineros.

El 31 de mayo de 1944 el presidente de la República, doctor Jo sé


María Velasco !barra, nombra como ministro de Gobierno al
doctor Aparicio Plaza Sotomayor, en reemplazo del doctor Aure
lio Aguilar Vásquez; y con fecha 1 de junio llama al servicio del
Cuerpo de Carabineros al señor teniente coronel Rafael Astudillo,
en servicio pasivo del Ejército, como Comandante General, en
reemplazo del coronel Héctor Salgado Ruiz.

El 6 de junio del mismo año, como consecuencia de la participa


ción del Cuerpo de Carabineros en la revolución del 28 de mayo y
habiendo el doctor Velasco !barra asumido el poder, mediante de
creto transforma al Cuerpo de Carabineros en una organización
de carácter civil con la denominación de "Guardia Civil
Nacional", decreto que lo suscribe en Guayaquil con el siguiente
texto:

1 Carabineros: Punto de Partida 1 141


Incendio del cuartel de Carabineros de Guayaquil el
29 de mayo de 1944; calles Chile y Cuenca.

"Considerando:

Que es necesario garantizar la tranquilidad y el orden


ciudada no y que el Cuerpo de Carabineros de la República no
ha respon dido a los fines para los que f ue creado, sino que se ha
hecho responsable de atentados criminales contra la
democracia y los derechos ciudadanos poniéndose al servicio del
fraude electoral y de oligarquías políticas que han sembrado en
el país el terror y la corrupción,

Decreta:

Art. 1.- Transfórmase el Cuerpo de Carabineros en un


organis mo de Policía, civil y responsable, designado con el
nombre de Guardia Civil Nacional.

Art. 2.- La preparación y organización técnica de la nueva


Insti tución Policial, estará sujeta a las disposiciones que al
efecto expi-

142 !carabineros: Punto de Partida 1


da el señor mirustro de Gobierno y Policía, teniendo en cuenta
que el único fin de la Policía es el amparar la seguridad y la vida
de los ciudadanos.

Art. 3.- Encárguese de la ejecución del presente Decreto al señor


ministro de Gobierno y Policía".

Por convenir al buen servicio, el 8 de junio de 1944 fueron da


dos de baja cuarenta jefes y oficiales; días más tarde se dio de
ba ja a todo el personal de suboficiales, clases y tropa del
Regimien to "Guayaquil", debido a la transformación de
Restauración Na cional, mencionándose que unos han fa11ecido y
otros han aban donado sus puestos, quedando por lo tanto
disuelta la Unidad.

Días después se da de baja a cincuenta oficiales de línea y de


servicios, y muchos miembros de tropa, ex-carabineros, son con
denados a penas de reclusión por su actividad en los sucesos;
sin embargo, en consideración de que la información acusadora
de haber conspirado para alterar el orden público y derrocar al
go bierno, estaba acorde con la actitud patriótica del pueblo
ecuato riano que culminó con la revolución, el 22 del mismo
mes se ex pidió un decreto concediendo amnistía a todos e11os.

El 14 de julio de 1944, mediante decreto del doctor Velasco !ba


rra se determina que los grados adquiridos por los oficiales
gene rales, superiores e inferiores del Cuerpo de Carabineros,
no pue den ni podrán ser reconocidos como grados militares,
perjudicán doles de esta manera en los beneficios de las
pensiones de retiro y montepío policial.

LOJA SIN COMUNICACIONES

En Loja, los primeros meses del año de 1944 transcurrieron


en un ambiente de incertidumbre y malestar por la actividad
políti ca, ya que los diarios que llegaban de Quito y Guayaquil
traían en

1 Carabineros: Punto de Partida 1 143


sus páginas abundante ínformacíón sobre el agitado momento
político existente en las dos grandes ciudades, lo cual influía a que
también en el resto del país esta situación vaya tomando
caracte res, aunque en Loja se sentía quizás en menor
proporción por su distancia y alejada geografía.

En medio de una relativa tranquilidad, la ciudadanía lojana co


mentaba naturalmente de cómo la actividad política iba tomando
alarmantes proporciones en el país, y hablaba así mismo sobre las
grandes manifestacíones que se daban en contra del gobierno del
doctor Arroyo del Río, que cada día eran más graves y contun
dentes, lo que creaba un gran desconcierto y agudizaba todavía
más el descontento que se había sembrado contra el régimen
por su clara impopularidad, muy especialmente después de la
inva sión peruana, que no pudo ser sofocada ni detenida
suficíente mente por el presidente Arroyo y su mal gobierno.

Las comunicaciones eran precarias, o más bien dicho inexisten


tes, ya que en nuestra Unidad, denominada Bata11ón de Carabine
ros "Loja" No. 8 desde enero de 1943, no disponíamos ni siquiera
de teléfono: el clásico teléfono de magneto. En el casino había
un radio viejo que solamente podía trabajar con elevador de
voltaje, y eso a determinadas horas. Cuando por alguna
emergencia o ur gente requerimiento necesitábamos comunicarnos
con el interior del país, acudíamos a la oficina de radio telegrafía
de la ciudad, pero tenía tanta demanda que materialmente era
imposible ocu par sus servicios; sin embargo, algunas veces
tuvimos la suerte de informarnos a11í de las noticias que a través
del telégrafo se difun dían desde Guayaquil o Quito.

En otras ocasiones concurríamos a la Estacíón Central de Telé


grafos, ubicada en la ca11e Bolívar cerca de San Sebastián, pero ge
neralmente no funcionaba porque carecía de algunos elementos
para el efecto; consecuentemente las comunicaciones estaban re
ducídas casi a cero, por lo que no sabíamos qué es lo que
sucedía en el resto de la República.

144 ] Carabineros: Punto de Partida ]


Así arribamos al mes de mayo, el fatídico mes de mayo para el
Cuerpo de Carabineros. El cuartel de nuestra Unidad estaba si
tuado a media cuadra del parque principal de la ciudad, lo que
por la distancia nos facilitaba la distribución de los servicios y
de igual manera nos permitía ejercer un control inmediato ante
cual quier desorden o alteración pública. Pero así como esta
central ubicación nos favorecía en algunas circunstancias, en
otras lasti mosamente se constituía en una desagradable
desventaja. El con vulsionado clima político y social que se
desarrolló en el mes de mayo nos mantuvo en constante
zozobra.

Y llegamos al mismísimo día 28 de mayo. Mientras en Guayaquil


se producía el gran holocausto del Regimiento de Carabineros, no
sotros en Loja no sabíamos absolutamente nada. Al día
siguiente tampoco: todas las actividades se desarrollaron con
normalidad y el ambiente se mostraba tranquilo, excepto un
reducido grupo de ciudadanos que comentaba algo con cierto
alboroto, seguramente porque ya conocían el desenlace de lo
acontecido en Guayaquil. Nosotros aún ignorábamos los graves
hechos suscitados.

A las nueve de la noche más o menos, fue una sorpresa la pre


sencia del gobernador de la provincia en nuestro cuartel, el mis
mo que tenía en sus manos un telegrama cifrado procedente de
Quito. Dirigiéndose a mí, preguntó: ¿Teniente, usted tiene la
cla ve?. Yo le contesté afirmativamente. Subimos al casino y
descifra mos la clave; contenía el texto siguiente: "Debelada
revolución punto gobierno firme punto atento punto Comangral
Carabine ros punto". Como vemos, el texto era muy claro, y
daba a cono cer que materialmente no había pasado nada. Esto
nos tranquili zó, naturalmente.

ACTUACIÓN EQUIVOCADA

El siguiente día, 30 de mayo, fue el más aciago para nuestra


Unidad y también para nuestra suerte como profesionales de Ca-

l Carabineros: Punto de Partida 1 145


rabineros. El Batallón de Carabineros "Loja" se hallaba, me
atre vo a decir, en la más completa acefalía; mientras en meses
anterio res algunos oficiales permanecíamos sirviendo en la
frontera, el primer comandante virtualmente la había
desmantelado de jefes y oficiales, y a nuestro retomo nos
encontramos con la novedad de que en el cuartel solamente
estaban el teniente Humberto Ochoa Loaiza y el subteniente
Carlos Villagómez Aguilar, este úl timo en sus funciones de oficial
pagador. El primer comandante, teniente coronel Luis Yépez,
había sido trasladado con el pase a Guayaquil, y el mayor
Montesinos, segundo comandante, se en contraba de recorrido
por la zona de frontera.

Eran las tres de la tarde, el pueblo lojano ya había sido


conoce dor absoluto de los acontecimientos registrados en
Guayaquil, en que el cuartel fue incendiado y el Regimiento
liquidado completa mente. En cambio, nosotros continuábamos en
la ignorancia de to do aquello. La gente se arremolinó en la plaza
central, y yo, enva lentonado con el texto del telegrama
entregado la víspera por el gobernador, salí juntamente con el
teniente Ochoa y treinta carabi neros a disolver la manifestación,
que ya casi llenaba el parque.

En nuestro intento "dizque" de disolver la manifestación, que


ya se tomaba violenta, inicialmente lo hicimos utilizando sólo la
persuasión pues no conocíamos los gases. Pero como la situación
se nos complicaba procedimos a disolverlos con golpes de
culata de fusil; a pesar de ello concurría más y más gente, de tal
modo que en breves instantes nos coparon e inmediatamente
todo el personal uniformado quedamos completamente
cercados.

Con el teniente Ochoa instantáneamente comprendimos la difí


cil situación en que estábamos, y en columna de a dos,
abriéndo nos paso entre la multitud, emprendimos el regreso al
cuartel, na turalmente dando el frente a los manifestantes pero
retrocedien do con inteligencia y cautela. No habíamos llegado aún
a la esqui na de las calles Bolívar y José Eguiguren, cuando la
manifestación totalmente agresiva se venía sobre nosotros -
pienso que tal vez con el ánimo de lincharnos-, por lo que en
veloz carrera tratamos
146 ] Carabineros: Punto de Partida ]
de alcanzar el cuartel. Cuando llegamos cerca de la prevención,
vimos con satisfacción que los carabineros de guardia se habían
colocado en las ventanas del segundo piso y comenzaban a
hacer disparos al aire y contra un gran murallón, que era el
frontis del colegio La Dolorosa.

Entramos violentamente al cuartel y subimos de inmediato a


la planta alta, a fin de controlar que los carabineros no disparen a
la multitud, que era lo que más nos preocupaba; las puertas del
cuartel fueron naturalmente cerradas, y aunque los manifestantes
intentaban abrirlas, continuamos con los disparos al aire y
logra mos persuadirlos; sin embargo, ya en actitud menos
beligerante, permanecieron apostados frente al edificio policial.

No habían transcurrido más de diez minutos cuando sentimos


nuevamente golpes en la puerta, y asomándonos al balcón
vimos la presencia del coronel Octavio Ochoa, Jefe de Zona, que
con al gunos oficiales y personal armado llegaba a nuestra Unidad.
Lue go de hacerles pasar al interior, el coronel Ochoa nos dijo:
"Lamen to lo sucedido con Carabineros, ustedes seguramente no
conocen que ha sido liquidado el Cuerpo de Carabineros de
Guayaquil. La plaza de Quito también se ha rendido y en toda la
República se ha procedido a la entrega de armas por parte de las
Unidades de Ca rabineros; y por lo tanto, a fin de evitar
consecuencias mayores y como esto está prácticamente
terminado, pido a ustedes en forma militar que también depongan
las armas. De hacerlo así yo me res ponsabilizo por la vida de
ustedes y en este mismo instante voy a disponer que las dos
bocacalles de la Bolívar, intersección José Eguiguren y Colón,
sean reforzadas con ametralladoras del Ejérci to, para que el pueblo
lojano no pueda involucrarse ni intente ata car su cuartel; de
modo que esa es nuestra posición".

¡Qué doloroso instante!, ¡Qué amargura más atroz! Los


carabi neros, nuestra tropa, cogieron sus fusiles y los fueron
colocando sobre el patio del cuartel; en pocos minutos estábamos
completa mente desarmados. Casi todos llorábamos, se nos iban
las lágri mas al vernos impotentes; y pensando lo sucedido con
la Institu-

1 Carabineros: Punto de Partida 1 147


ción a la que estábamos formando y consolidando con nuestra ju
ventud, con nuestro corazón y con nuestra entrega a la Patria, nos
sentimos ofendidos, humillados, entristecidos. ¡Qué ganas de sa lir
corriendo, de desaparecer!

Pero aún nos quedaba algo de espíritu y reflexionábamos sobre


el destino de nuestra querida Unidad, cuyos elementos casi todos
habíamos prestado nuestros servicios en la frontera misma en de
fensa de la soberanía patria, en la que muchos combatieron vale
rosamente por la dignidad y el honor nacional.

Pensábamos también en qué pasará con la Institución, qué suce


derá con nuestros compañeros, y llegaba hasta nuestra mente el re
cuerdo de los carabineros que se sacrificaron y murieron en Gua
yaquil masacrados por los militares y las turbas populares, en
un desborde de odio y de pasiones incontroladas contra una
institu ción que solamente cumplía con su deber de defender a la
Consti tución y a un gobierno elegido legítimamente por
votación popu lar, pues ése fue nuestro juramento al graduarnos
como oficiales.

Nunca pude imaginar siquiera que en un instante, en pocos mi


nutos podía desaparecer una Unidad entera compuesta por hom
bres consagrados a defender la vida de sus conciudadanos, a ga
rantizar sus derechos y velar por su tranquilidad; con hombres
que en su mayoría les correspondió defender en la frontera la
he redad nacional. Así se selló aquel 30 de mayo de 1944 el
fatídico destino del Batallón de Carabineros "Loja" No. 8, a
cuarenta y ocho escasas horas de la revolución de Guayaquil en
que fue ex tinguido el regimiento policial allí asentado.

Tampoco me explico el abandono estatal y la negligencia


insti tucional al no implementar debidamente a la fuerza
policial, ya que por la falta al menos de un elemental sistema de
comunica ciones, nosotros todavía continuábamos defendiendo
el orden constitucional dos días después de haber sido
derrocado el go bierno. ¡Qué sarcasmo en verdad, qué
fatalidad!

148 ] Carabineros: Punto de Partida ]


LA GUARDIA CIVIL

Ya posesionando del Poder el doctor Velasco Ibarra, parece que


toda la carga de odio y perversidad fue contra los carabineros, de
cretándose de inmediato la extinción del Cuerpo de Carabineros
y la formación de la Guardia Civil Nacional. En las semanas si
guientes fueron dados de baja aproximadamente doscientos jefes
y oficiales que prestaban los servicios en Guayaquil y otros luga
res de la República.

A mediados de julio de 1944, mediante la expedición del corres


pondiente decreto se determina una nueva escala jerárquica
para los miembros de la Institución, reemplazante de los grados
mili tares existentes en la época de Carabineros, cuya estructura
fue la siguiente: Oficiales: Comandante General, Ayudante
Mayor (te niente coronel), Ayudante (mayor), Inspector
(capitán), Subins pector Primero (teniente) y Subinspector
Segundo (subteniente). Tropa: Cadete, Aspirante Primero
(sargento primero), Aspirante (sargento segundo), Sub-aspirante
(cabo primero y cabo segundo) y Guardia Civil (carabinero).

Las bajas producidas fueron llenadas casi de inmediato, espe


cialmente en el cuadro de oficiales, pero con gente
improvisada, descalificada, incapaz y en muchos casos hasta con
delincuentes, aprovechándose la difícil situación institucional y
repartiéndose estos empleos entre los amigos y parientes de los
políticos y mili tares actores de la triunfante revolución, corno si
fueran verdade ros trofeos de guerra. Proceso de transformación
institucional que fue algo sumamente vergonzoso, terriblemente
cruel y altamente denigrante para sus integrantes. Tanto es así
que el 10 de julio de 1944 se nombró corno Comandante General
de la Guardia Ci vil Nacional a un oficial del Ejército con el
grado de teniente, de nombre Jorge López Valdivieso. Tamaña
muestra de irrespeto a la Institución y de insolencia para con sus
miembros.

Así fue sobajada la Policía Nacional de aquel entonces, sola-

1 Carabineros: Punto de Partida 1 149


Miembros de la Misión Policial Argentina y Oficiales
alumnos del Curso de Aplicación Policial, en la Escuela
de La Magdalena; 1948.

mente por el " delito" de haber defendido al presidente Carlos


Arroyo del Río, elegido constitucionalmente; es decir, por
haber cumplido al pie de la letra con el juramento institucional
de de fender la Constitución.

No obstante, en los inicios de la Guardia Civil fueron


expedidos una nueva Ley Orgánica y los siguientes reglamentos:
Reglamen to de Uniformes para la Guardia Civil Urbana,
Reglamento de Pa saportes y Viáticos, Reglamento de Uniformes
para la Tropa, Re glamento de Uniformes para los Institutos
Educacionales, Regla mento de Uniformes para la Guardia Civil
Rural, Reglamento de la Junta Calificadora de Servicios,
Reglamento Interno de la Sec ción Tránsito, Reglamento del
Consejo Técnico de los Institutos Educacionales de Policía,
Reglamento de Pasaportes y Viáticos (nuevo), Reglamento de
Saludos y Honores, Reglamento de Uni formes (nuevo),
Reglamento de Servicios de la Guardia Civil Ru ral, Reglamento
y Plan de Estudios de la Escuela de Aspirantes y

150 !carabineros: Punto de Partida 1


Guardias Civiles, Reglamento de Disciplina, Reglamento de los
Organos Centrales de Mando, Reglamento para el Régimen Inter
no de los Cuerpos, Reglamento y Plan de Estudios para la Escue la
Técnica de Subinspectores, Reglamento del Escudo Policial
Ecuatoriano, Reglamento de Sumarios Administrativos, Regla
mento de Documentación y Archivo, Reglamento del Consejo Su
perior, Reglamento de Servicios de la Guardia Civil y Reglamento
de los Deberes y Atribuciones de la Guardia Civil Nacional.

A mediados de 1946 fueron expedidos la Ley de Situación Poli


cial y Ascensos, la Ley Orgánica y de Régimen Administrativo, el
Código Penal, el Código de Procedimiento Penal y la Ley de la
Función Judicial de la Guardia Civil Nacional.

Con la expedición de los códigos, leyes y reglamentos mencio


nados, el marco legal de la Guardia Civil tuvo en su proyección y
fortalecimiento su mejor sustento; a lo que debe agregarse las
buenas intenciones del capitán de ejército Reinaldo Varea
Dono so, designado Comandante General de la Guardia Civil a
media dos de 1945, un pundonoroso y distinguido militar que
apenas se hizo cargo de sus elevadas funciones, comenzó a
reincorporar al servicio activo de la Institución a los oficiales de
escuela injusta mente dados de baja con la extinción del Cuerpo de
Carabineros. Con esta apertura retornamos muchos oficiales,
porque éramos profesionales; algunos no lo hicieron, tal vez por
resentimiento.

JEFE DE INVESTIGACIONES

A raíz de los acontecimientos del 28 de mayo y la consecuente


extinción del Cuerpo de Carabineros, fuimos dados de baja alre
dedor de doscientos oficiales; unos por mala conducta, otros
por innecesarios los servicios y otros por "haberla solicitado",
como era mi caso, a pesar de que nunca lo hice. Ante esa
situación me instalé en la ciudad de Loja, donde trabajé como
profesor de Edu cación Física en el colegio La Dolorosa y me
dediqué también a

1 Carabineros: Punto de Partida 1 151


otras actividades.

Pero en octubre de 1945, un año y medio después de haber


sali do del Cuerpo de Carabineros, tuve la agradable sorpresa de
en contrarme en la ciudad de Loja con el capitán Jaime Durán
Arias, quien me planteó la posibilidad de reincorporarme al
servicio po licial en la Guardia Civil Nacional; decisión que tenía
que tomarla de inmediato porque él ya regresaba a Quito luego
de haber cum plido la misión que se le había encomendado. Sin
pensarlo dos ve ces, me vi precisado a aceptar la propuesta en
consideración a que mi espíritu aún albergaba aquel gran amor
por mi profesión que me fuera inyectado en la Escuela Militar de
Carabineros.

Me trasladé de inmediato a la ciudad de Quito y efectivamente


me reincorporé al servicio activo, con el grado de subinspector
primero (teniente), para luego en enero de 1946 recibir la disposi
ción de presentarme a rendir los exámenes previos al ascenso
jun to con otros veintidós tenientes, en los que por fortuna
obtuve la primera antigüedad y consecuentemente fui promovido
al grado de inspector (capitán).

Con esta nueva jerarquía fui designado como Jefe de Investiga


ciones de Pichincha, lo cual para mi constituyó un desafío por
cuanto este servicio a esa fecha no era parte constitutiva de la
insti tución policial, sino aquel viejo servicio de los clásicos
"pesquisas".

Al asumir esta responsabilidad me comprometí a entregar todo


mi esfuerzo, pero fue una tarea muy difícil y quizá adversa, ya
que los agentes de aquel tiempo eran improvisados y carentes de
las condiciones y conocimientos adecuados, pues eran designa
dos por entronques políticos, amistades o parentescos, sin califi
car en lo mínimo sus capacidades para el servicio.

De los veinticinco agentes que conformaban el orgánico de la


Jefatura de Investigaciones, solamente destacaban cuatro, tal vez
por su experiencia de algunos años en el servicio: Samuel Legar
da, Manuel Cevallos, Alfredo Coloma y Luis Nolivos. Viejos ele-
152 ] carabineros: Punto de Partida ]
mentos que por su intuición y mañas naturales se habían
consti tuido en buenos investigadores, ejerciendo su trabajo con
racioci nio y sensatez.

En razón de mis funciones fui llamado varias veces al Ministe


rio de Gobierno, y tanto el ministro cuanto el subsecretario se
li mitaban a darme órdenes de diferente tipo, menos
precisamente de investigación criminal, y generalmente
relacionadas con perse cuciones y amedrentamientos. Jamás se
interesaron en establecer un gabinete criminalístico,
laboratorios, sistemas estadísticos o preparar al personal para el
apropiado cumplimiento de sus fun ciones, y evitar con ello que
al delincuente se lo maltrate y se le prive de sus derechos como
ciudadano. ¡Qué lejos estaba enton ces alcanzar el verdadero
perfil del investigador!

Durante mi permanencia al frente de esta oficina, juntamente con


el teniente Luis Vásconez Cifuentes -que era el subjefe- tratamos de
mejorar en lo posible este servicio, evitando la presencia de los so
plones y delincuentes sinvergüenzas que se ofrecían dizque
como elementos de asesoramiento, desfigurando la verdadera
esencia y cometido de los procesos investigativos; vieja táctica
que habían manejado casi todos los jefes civiles que me
antecedieron.

EL DEPARTAMENTO TÉCNICO

A finales de 1946 fui destinado al Departamento Técnico y de


Escuelas de la Comandancia General, nueva dependencia creada
en julio de ese mismo año con la expedición de la Ley Orgánica
y de Régimen Administrativo de la Guardia Civil Nacional,
donde compartí experiencias con el capitán Jaime Durán Arias
y el te niente Jorge Torres Bonilla, que habían retomado
recientemente de Chile efectuando estudios de perfeccionamiento
policial. El ba gaje de conocimientos adquiridos y la gran cantidad
de documen tos e información que habían traído, nos permitió
elaborar un sin número de reglamentos en procura de ir
moldeando a la nueva

1 Carabineros: Punto de Partida 1 153


Institución, pues la jerarquía que ostentábamos nos facultaba dis
poner de algún principio de decisión para resolver varios aspec
tos de carácter técnico.

Para esa fecha, en la Comandancia General ya estaban funcio


nando también el Departamento de Personal, el Departamento de
Sanidad, el Departamento de Tránsito, el Departamento Jurídico
y el Departamento de Comisariato, con lo que paulatinamente
la Institución iba adoptando una nueva configuración. A ello se
su mó la elaboración y distribución, por parte del
Departamento T écnico y de Escuelas, de un instructivo para la
realización de cursos regimentales en todos los cuerpos
provinciales de la Repú blica; con lo que se inició un proceso de
fortalecimiento institucio nal fundamentado en la expedición de
normas y reglamentación acordes a su realidad.

La Institución continuaba nutriéndose de los oficiales egresados


de la Escuela Técnica de Subinspectores -denominación que se le
asignó a la Escuela Militar de Carabineros luego de le extinción
del Cuerpo de Carabineros en 1944-, los mismos que iban incor
porándose a las diferentes Unidades, remozando sus cuadros. Los
elementos que habían ingresado después del 28 de mayo de 1944
comenzaron a sentirse incómodos, dándose cuenta que la nueva
sangre profesional los iba relevando en las distintas jerarquías, es
pecialmente en las inferiores, donde se suponía que sus funciones
podían ser ejercidas con mucha facilidad.

La labor del Departamento Técnico y de Escuelas se


concentró entonces en planificar el funcionamiento de la
Guardia Civil Na cional bajo preceptos profesionales, en elaborar
reglamentos y di rectivas encaminados a ordenar su estructura y
organización, en expedir normas e instructivos para viabílízar
en forma eficiente sus procedimientos ante los requerimientos
ciudadanos, y tam bién, en propender a la separación de los
elementos nocivos que por circunstancias políticas se habían
enquistado en la Institución; improvisados oficiales que
vergonzosamente vestían el uniforme policial, ante cuya
presencia nos sentíamos heridos y muchas ve-

154 ] Carabineros: Punto de Partida ]


ces hasta empequeñecidos. Cumplir con estos objetivos era una
tarea dura, larga y empeñosa, pero al menos iniciamos el
camino para su consecución, en aras de cimentar su desarrollo.

MANDATARIOS Y COMANDANTES GENERALES

Necesitamos únicamente mirar atrás nuestra Historia, para dar


nos cuenta los ecuatorianos de la gran inestabilidad política que
ha existido, gobierno tras gobierno. A partir del 9 de julio de 1925
-fecha de la revolución juliana- hasta 1940, el país ha reportado
nada menos que catorce mandatarios; lo que necesariamente
re fleja una ineficiente conducción del Estado, una acentuada
hiper trofia de su economía y una desalentadora atención a sus
institu ciones, lo que ha redundado en un franco deterioro y puesto
limi taciones al desarrollo nacional; circunstancia que también ha
con tribuido para que la Policía Nacional haya limitado
sobremanera su necesario progreso, no solamente en aquella
época sino en los años posteriores.

En esta parte quiero también referirme al período que compren


de desde 1940 hasta 1947, pues en el campo policial me tocó vivir lo
muy de cerca. Seis son los mandatarios que se sucedieron en es te
lapso. Desde 1940 hasta el 28 de mayo de 1944, el doctor Carlos
Alberto Arroyo del Río, quien fuera derrocado a consecuencia de
la revolución de Guayaquil, cuyos cabecillas y dirigentes políticos
complotados entregaron el mando de la República al doctor
José María Velasco Ibarra; el cual, el 24 de agosto de 1947, fue a su
vez derrocado por un golpe militar encabezado por el coronel
Carlos Mancheno Cajas, el mismo que asumió la Jefatura Suprema.
Con cluida días más tarde la dictadura del coronel Mancheno Cajas,
el 31 de agosto fue constituida una Junta Provisional de
Gobierno presidida por el general Luis Larrea Alba, la que feneció
tres días después con la designación del doctor Mariano Suárez
Veintimi lla como Presidente encargado, quien el 18 de septiembre
del mis mo año fue reemplazado en sus altas funciones por el
doctor Car-

1 Carabineros: Punto de Partida 1 155


los Julio Arosemena Tola.

El corto gobierno del doctor Mariano Suárez Veintimilla,


tuvo un acierto muy especial para con la institución policial, al
nom brar como Comandante General al prefecto Carlos Coronel
Sevi lla: un antiguo y distinguido oficial con más de treinta años
de ex periencia en el servicio; lo cual satisfizo enormemente a la
familia policial, pues desde 1938 en que fue creado el Cuerpo de
Carabi neros la mayor parte de la oficialidad estuvo conformada
por ele mentos improvisados y carentes de experiencia, y más
aún des pués de 1944 en que este cuerpo fue extinguido y
transformado en Guardia Civil, situación que minimizó la
existencia policial y dio paso al ingreso indiscriminado de
oficiales y tropa no sola mente improvisados sino
descalificados, algunos de ellos hasta expulsados de la filas
militares.

Esta designación, recalco, fue recibida satisfactoriamente al se


no de la Institución. Los oficiales que integramos las cinco promo
ciones egresadas de las Escuela Militar de Carabineros y las
tres siguientes de las Escuela Técnica de Subinspectores de la
Guar dia Civil, ya estábamos acostumbrados a tener frente a
nosotros a un oficial profesional de carrera, y estas condiciones las
tenía con amplitud el prefecto Coronel Sevilla a través de su
experiencia y conocimiento a fondo de los problemas
institucionales; de modo que renació la fe en nosotros y en
todos los elementos de tropa con el nombramiento del nuevo
Comandante General. Y todos colaboramos con él porque era
propio de la Institución, y ya no te níamos que soportar la
presencia de elementos extraños en el co mando, como se nos
había impuesto en muchas ocasiones por parte de algunos
gobernantes que ni siquiera tuvieron la sin déresis de escoger a
elementos que podían haber hecho algo por el desarrollo y
robustecimiento institucional.

Desde el 8 de julio de 1938, en que se formó el Cuerpo de Cara


bineros de la República y también se creó la Comandancia Ge
neral -reemplazante de la antigua Inspección General de Policía-,
todos los Comandantes Generales designados fueron miembros

156 ] Carabineros: Punto de Partida ]


Prefecto
Carlos Coronel Sevilla

del Ejército Nacional en servicio activo o pasivo; cuya nó mina por


considerarla de interés y de ilustració n a mis conceptos, incluyo a
continuació n en forma cronoló gica: coronel Federico E. Gortaire,
coronel Rafael A. Puente, coronel Nicanor Solís Coello, coronel
Francisco Baquero, coronel Héctor Salgado Ruiz, teniente coronel
Rafael Astudillo, teniente Jorge Ló pez Valdivieso, capitán Reinal
do Varea Donoso, mayor Jorge Gortaire Viteri, teniente coronel
Augusto Witt, capitán Jorge Ló pez Valdivieso, capitán Alejandro
Soló rzano Vivar y prefecto Carlos R. Coronel Sevilla.

Concluido el período del prefecto Carlos Coronel Sevilla en


marzo de 1948, nuevamente fueron designados miembros del
Ejército para ejercer las funciones de Comandante General: el ma
yor César S. Montú far Bastidas , el coronel Heliodoro Sá enz
Riva deneira y el mayor Carlos Alberto Albá n Velasco. Pero en
marzo de 1952, el gobierno del señ or Galo Plaza Lasso tuvo el
acierto de nombrar como Comandante General de la Policía
Civil Nacional al prefecto Manuel Emilio Cisneros Paredes,
doctor en jurispru dencia e integrante de la primera promoció n
de la Escuela Militar de Carabineros; un distinguido oficial
compañ ero mío cuya de signació n hizo brotar nuevamente las
esperanzas de que la cú pu la institucional se consolide
definitivamente en manos de oficia les profesionales de
escuela.

Pero tal cosa no ocurrió , iniciado en septiembre del mismo añ o


el gobierno del doctor Velasco !barra, otra vez fueron designados
pa ra tales funciones miembros del Ejército Nacional: el capitán
Carlos Gó mez Mancheno, el mayor Félix Abdó n Guerrero Zárate,
el capi-
1 Carabineros: Punto de Partida 1 157
tán Arturo Suárez Nieto, el teniente coronel César S. Montúfar Bas
tidas y el teniente coronel Félix Abdón Guerrero Zárate.

Posteriormente, desde el año 1958, por fin los Comandantes Ge


nerales fueron nombrados de entre los oficiales
verdaderamente profesionales, unos en su calidad de egresados
de las primeras promociones de la Escuela Militar de
Carabineros, y otros, como parte de los dos contingentes de los
cursos de perfeccionamiento policial realizados en la Academia
de Guerra del Ejército, más co nocidos como "Andinos".

De estas inconsecuentes designaciones de Comandante General


a que me he referido, debo mencionar algunas honrosas excepcio
nes: durante la época de Carabineros al coronel Héctor Salgado
Ruiz; posteriormente, en el período de la Guardia Civil, al capi
tán Reinaldo Varea Donoso, al teniente coronel Augusto Witt y al
coronel Heliodoro Sáenz Rivadeneira; y en la época de la Policía
Civil Nacional, al capitán Arturo Suárez Nieto. Ameritados oficia
les del Ejército Nacional que con distinción y dignidad supieron
enaltecer a la institución policial a través de sus ejecutorias, res
ponsabilidad e importantes conquistas. No así, por ejemplo, al te
niente de Guardias Nacionales Jorge López Valdivieso, que posi
blemente por apadrinamiento político se desempeñó en tan altas
funciones durante dos ocasiones, ninguna con proyección
desta cada ni resultados positivos, si bien es cierto que en aquellos
años la ley orgánica facultaba al Presidente de la República el
libre nombramiento y remoción del Comandante General.
Injusta o santa protesta institucional, pero debo consignarla.

UN SINGULAR EPISODIO

En marzo de 1948, el presidente Carlos Julio Arosemena Tola


designó como Comandante General de la Guardia Civil
Nacional al mayor de ejército César Montúfar Bastidas;
nombramiento que si bien era justo y legítimo, no dejó de
contrariar a la Institución y

158 ] Carabineros: Punto de Partida ]


Oficiales y Cadetes de la Escuela Técnica de
Subinspectores de la Guardia Civil, en la parroquia La
Magdalena; 1948.

causó un profundo malestar en sus filas, provocando


inclusive que se lleve a cabo una nutrida manifestación de
protesta en la plaza de Quito.

El personal de la Guardia Civil Nacional debía concentrarse en


el cuartel del Regimiento Quito, ubicado en el edificio de las ca
lles Flores y Pereira que antes albergó a la Escuela Militar de
Ca rabineros. Para ese tiempo la Escuela de Cadetes funcionaba
en la parroquia La Magdalena; nuestro director era el
comandante Car los Egas Llaguno y yo me desempeñaba como
subdirector, con el grado de subprefecto (mayor); la disposición
que recibimos para aquel día fue trasladamos al cuartel de Santo
Domingo, donde se realizaría una gran concentración policial.

Con la Compañía de cadetes y los oficiales instructores llegué


al cuartel aproximadamente a las 11 de la mañana, habiendo
encon trado ya formado al personal del Regimiento en el
patio, en co lumna de compañías; la Escuela engrosó la
formación y todo se
1 Carabineros: Punto de Partida 1 159
hallaba listo para la protesta institucional. Pasaron algunos minu
tos y la sorpresa fue grande: había llegado al cuartel el mayor de
ejército César Montúfar, para tomar posesión efectiva de su cargo.
Pero el rechazo de todo el personal policial presente fue terrible y
unánime, una estruendosa protesta con chiflas, rechiflas, gritos y
"abajos".

El mayor Ernesto Murgueitio, tercer comandante del Regimien


to Quito, a nombre de los presentes tomó la palabra y exaltó
pri meramente los valores de la Institución, para luego expresar
la negativa rotunda a aceptar la designación del mayor
Montúfar como Comandante General de la Guardia Civil
Nacional.

Y un caso insólito sucedió en ese mismo instante, el


subtenien te Juan Yépez Almeida se acercó hasta el mayor
Montúfar, desen fundó su revólver, lo tomó en la mano y le
apuntó a la altura de su pecho, conminándolo a abandonar el
recinto policial en donde nos hallábamos. Un momento
sumamente grave y difícil.

Entonces el mayor César Montúfar, con quien yo tenía una amis


tad de largos años, de familia a familia, se me acercó un tanto ner
vioso y me preguntó "¿Qué debo hacer en este caso?, dime tú". Yo
le respondí: "César, tu no eres profesional, y creo que lo
correcto sería presentes tu renuncia". Lo que naturalmente no
sucedió, él se dio media vuelta y sin decir una palabra abandonó
inmediata mente el cuartel con dirección al Ministerio de
Gobierno.

Mientras tanto, todo el personal de jefes y oficiales allí


concen trados nos dirigimos a la oficina, donde antiguamente
funciona ba la dirección de la Escuela de Carabineros, ubicada en
la planta alta. En dicha reunión, en la que también estuvo
presente el Co mandante General Carlos Coronel Sevilla,
redactamos un mani fiesto de protesta dirigido al Presidente de la
República, en el cual no solamente le expresábamos nuestros
sentimientos de disgusto sino que le hacíamos notar el desacierto
que el gobierno estaba co metiendo, recalcando que el nuevo
Comandante General desig nado era un elemento extraño a la
Institución.
160 ] carabineros: Punto de Partida ]
Luego formamos todos en el patío nuevamente y resolvimos co
misionar al doctor César Carrera Nieto, que era el secretario de 1a
Comandancia, para que él personalmente entregue en la Presi
dencia de la República el documento elaborado, en el que consta
ban como respaldo nuestras firmas. De todas maneras, el gobier no
ratificó el nombramiento y también la confianza al mayor
Montúfar.

Dada 1a trascendencia de lo ocurrido, el manifiesto de


protesta redactado habría significado un grave cisma al interior
de 1a Ins titución, o a lo mejor una purga de grandes
proporciones; pero también fue grande nuestra sorpresa
cuando al pasar de los días no sucedió absolutamente nada: ni
prisiones ni bajas ni transito rias ni pases; al parecer, como que
1a justicia divina intervino en forma providencial con una
"amnistía" general para todos noso tros. Y lo que realmente
ocurrió fue que el doctor César Carrera Nieto, inteligentemente,
se guardó aque11a misiva y jamás 1a en tregó en 1a Presidencia;
caso contrario este singular episodio de 1a vida institucional no lo
estaría contando.

Esta anecdótica vivencia tuvo la particularidad de darnos el im


pulso necesario para reavivar en nuestro espíritu profesional el
amor por la Institución y la confianza en su proyección; y así mis
mo, sentó un precedente de decisión para seguir abrigando la
es peranza de que algún momento el mando policial lo ejerzan
hom bres ciento por ciento profesionales, formados en la
Escuela de Policía: el alma mater institucional.

Han pasado muchos años, y hoy podemos ver con gran satisfac
ción que 1a Policía Nacional no solamente está comandada por
oficiales profesionales, sino que también está representada en to
das las jerarquías por oficiales con títulos profesionales, que la
enaltecen, le dan lustre y 1a dignifican; demostrando que sola
mente cuando las dirigen sus propios elementos, con
superación y profesionalismo, las instituciones 11egan a ser
grandes, próspe ras y respetables.

1 Carabineros: Punto de Partida 1 161


EN EL REGIMIENTO ''GUAYAQUIL"

En febrero de 1950, con el grado de prefecto (teniente


coronel), fui destinado como comandante del Regimiento
"Guayaquil" No.
2. E1 Puerto Principal tenía una población aproximada de un mi-
11ón de habitantes, y la Unidad apenas mil o mil doscientos hom
bres, que resultaban sumamente escasos para atender las cada
vez mayores necesidades del servicio, a pesar de que en
aque11os años los problemas de1incuencia1es ni las
manifestaciones de pro testa habían proliferado como en la
actualidad. El Regimiento contaba con unas cuantas
camionetas -tipo jaula- destinadas al transporte de los detenidos,
pero en pésimas condiciones de fun cionamiento.

El "Cuartel Modelo" -denominativo asignado a la


construcción destinada para el cuartel del Regimiento
Guayaquil-, estaba ubi cado en la avenida De las Américas, en la
explanada de La Atara zana, pero su construcción aún no se había
concluido; no existían las veredas y bordi11os exteriores, los patios
eran de tierra y casca jo, faltaban algunas instalaciones y había
que completar ciertos acabados.

Este cuartel fue ocupado por la policía a finales de 1948, antes


de que se concluya totalmente su construcción, razón por la que
en los años inmediatos todavía no se disponía de algunos de los
servicios básicos; en otras palabras, no hubo la entrega oficial
de la obra por parte de los constructores, y tampoco la ceremonia
de inauguración ni nada; senci11amente, por las necesidades del
ser vicio y la estrechez en que se desenvolvían las actividades en
el improvisado cuartel situado en la ca11e Cuenca, entre
Noguchi y Rumichaca -tomado en arriendo-, la superioridad
dispuso que in mediatamente se ocupen las instalaciones del
Cuartel Modelo, aún sin concluir.

Una vez hecho cargo de la Unidad, tomé contacto con el


gober nador de la provincia, señor Tito Intriago, y el alcalde de
la ciu-

162 ] carabineros: Punto de Partida ]


dad, don Emilio Estrada Icaza, distinguidos ciudadanos que en
tendieron la situación que atravesaba el cuartel y contribuyeron
decididamente a superar sus deficiencias. Me acompañaron a la
Cemento Nacional y lograron conjuntamente que sus directivos
me donaran un buen stock de cemento, con lo que se construyó
las veredas, se pavimentó los patios, se realizaron algunas reade
cuaciones en el cuartel y se hicieron otros arreglos, inclusive se
construyó una cancha de volley; con lo cual poco a poco fuimos
dándole a nuestro cuartel cierta comodidad, funcionabilidad y
presencia.

Quien también colaboró con nuestros objetivos de adecuación


en la inconclusa construcción, fue el Intendente General de
Poli cía del Guayas, coronel de ejército en servicio pasivo Luis
Rodrí guez, quien había sido edecán del general Leonidas Plaza
Gutié rrez -ex-presidente de la República-, por cuya razón su
hijo, el presidente Galo Plaza Lasso, le había nombrado para
ejercer di chas funciones.

Cuartel Modelo de la Guardia Civil de Guayaquil,


en la avenida De las Américas; 1949.
1 Carabineros: Punto de Partida 1 163
La ciudad de Guayaquil fue siempre una metrópoli pujante y en
constante desarrollo, especialmente entre los años 1948 y 1952,
durante el gobierno del señor Galo Plaza, en que se inició a gran
escala la producción bananera, generadora de muchos puestos de
trabajo, marcando a la vez el despegue económico de la región.
La ciudad era pequeña y su sitio más distante, al sur, era Puerto
Li za, hasta donde se efectuaban continuamente los recorridos de
patrullaje, inclusive sin armas, porque la delincuencia todavía no
se mostraba como ahora tan agresiva y peligrosa.

Conjuntamente con el coronel Jaime Durán Arias, que era el je


fe del Cuarto Distrito, tomamos contacto con el comandante del
Cuerpo de Bomberos de la ciudad para coordinar acciones en
procura de establecer retenes policiales en las mismas Compañías
de Bomberos, que eran más de veinte a esa fecha; lo cual, afortu
nadamente, con el apoyo de este comandante y el visto bueno de
la gobernación se cristalizó en poco tiempo, y todas las estaciones
de Bomberos, especialmente del sector central de la urbe, conta
ron con un retén policial, a donde eran conducidos los detenidos
por cualquier causa y luego recogidos por las patrullas policiales
para trasladarlos al Cuartel Modelo, en el que guardaban prisión
hasta su posterior sanción por parte de los comisarios respectivos.

JURADO DE POLICÍA

El 1 de junio de 1950 fui dado el pase como director de la


Escue la de Policía, luego de permanecer algún tiempo en
Guayaquil co mo primer comandante del Regimiento; esta
designación fue pa ra mi muy halagadora, ya que durante varios
meses me había to cado afrontar en el Puerto Principal una difícil
situación profesio nal ordenada por el gobierno, como era la
estructuración del par tido político Concentración de Fuerzas
Populares (CFP), el cual desde meses atrás venía consolidándose
como una fuerza políti ca de notoria aceptación popular y
también de oposición al go bierno constitucional;
constituyéndose lo más grave el hecho de

164 ] carabineros: Punto de Partida ]


que por disposición constitucional y legal, los policías estábamos
absolutamente prohibidos de intervenir en política ni manifestar
nos partidarios o enemigos de ninguna de sus tendencias.

La conformación del partido político Concentración de Fuerzas


Populares se originó en los rezagos de la Unión Popular Revolu
cionaria (UPR), un movimiento político anterior dirigido por el
doctor Rafael Mendoza Avilés, quien naturalmente patrocinó
también la formación del CFP. Los mentalizadores de este nuevo
partido eran gente intelectual de Guayaquil: el doctor Carlos Gue
vara Moreno, el doctor Rafael Coello Serrano, el señor Rafael Di
llon Valdez, el señor Amalio Puga Pástor, el doctor Miguel Macias
Burhams, el doctor Miguel Macias Hurtado, los hermanos José y
Antonio Hanna Muze, el señor Simón Cañarte Barbero, el licen
ciado Luis Robles Plaza, el señor Michael Achig Iza y muchos
más.

Con el lema de "pueblo contra trincas" el CFP se había ganado


el corazón y la voluntad de los guayaquileños, aunque también
sus afiliados realizaban actos de verdadero chantaje con los pro
pietarios de algunas empresas del Puerto Principal, quienes obli
gadamente tenían que contribuir económicamente para el desa
rrollo de sus campañas, caso contrario sus empresas o industrias
eran atacadas por sus desalmados militantes.

Casi todas las noches se realizaban mítines políticos encabeza


dos por el líder del partido doctor Carlos Guevara Moreno y la
participación de innumerables militantes. Con este singular pro
cedimiento, el partido Concentración de Fuerzas Populares alcan
zó en la ciudad de Guayaquil, en corto plazo, sorprendentes nive
les de popularidad y aceptación.

Desgraciadamente, el 15 de julio de 1950 se había suscitado en


Guayaquil un hecho político que tuvo trascendencia en todo el
país. Encabezados por el doctor Carlos Guevara Moreno, varios
líderes del CFP habían concurrido al Cuartel Modelo para concer
tar la colaboración de los oficiales del Regimiento de Guardias Ci-

1 Carabineros: Punto de Partida 1 165


viles "Guayaquil", con el claro objetivo de soliviantar la paz en la
República. Lo cual aparentemente sí se había dado.

Durante el tiempo que estuve al frente de la Unidad, jamás


tu ve noticia de que alguno o algunos de los oficiales hayan
sosteni do conversaciones con los dirigentes del CFP, o por lo
menos ha yan sentido simpatía por ese partido o por el doctor
Carlos Gue vara Moreno, como su máximo dirigente.

Luego de lo acontecido, inmediatamente el gobierno envió a


Guayaquil un avión especial con personal de oficiales y tropa
ar mada de la Guardia Civil Nacional, encabezado por el
Coman dante General Heliodoro Sánez, para trasladar a Quito y
recluir les en el penal García Moreno a veinticinco oficiales
compañeros nuestros del Regimiento Guayaquil, a quienes se
les acusaba de una tentativa de rebelión contra el gobierno,
proceso que natural mente conmovió al país. Uno de tantos
cuartelazos que pudieron haberse dado en la República, pero que
no podía haber sido ges tado precisamente por los miembros de
dicho Regimiento, pues ya se había demostrado la fidelidad
policial al gobierno constitu cional el 28 de mayo de 1944 y en
otras ocasiones.

Los oficiales guardaron prisión en el penal García Moreno por


varios meses; se efectuaron las investigaciones del caso, se recep
taron las declaraciones pertinentes y el juicio que se les seguía
iba avanzando en su trámite. Hubo un instante en que ya el
jurado debía pronunciarse definitivamente sobre el asunto,
pues se ha bían cumplido todas las diligencias e instancias
procesales; pero sus miembros se excusaban reiteradamente
aduciendo el pretex to de que eran íntimos amigos de los
oficiales detenidos, y que por lo tanto no podrían impartir una
verdadera justicia.

Recuerdo que la conformación del tribunal estaba sujeta a la ley


e integrado por jefes de la misma Institución en servicio activo
y también en pasivo. Y como era de esperarse ante tanta excusa,
al final fuimos designados cuatro jefes para integrar el jurado: el
co mandante en servicio pasivo Luis Torres, el comandante
Jaime

166 ] carabineros: Punto de Partida ]


Sáenz Segovia, ascendido a prefecto (teniente coronel) en enero
del mismo año, y los mayores Gonzalo Lombeida Lemus y
Ama ble Tapia Valencia.

Las audiencias se llevaron a cabo con la normalidad debida,


se dio lectura a las declaraciones de todos y cada uno de los
proce sados y se escuchó de ellos la correspondiente exposición
de des cargo a su participación en los hechos; de cuyas
diligencias se lle gó a la conclusión de que, al parecer, tres o
cuatro oficiales sentían alguna simpatía por el doctor Carlos
Guevara Moreno, por lo que no se podía descartar la posibilidad
de que tomaron contacto con él o con otros dirigentes del CFP;
y así mismo, se estableció la inocencia de los restantes oficiales,
determinando que fueron víc timas de las circunstancias y que
su detención se la hizo arbitra riamente y en forma
discriminada. Con todo lo actuado, llegó el momento en que
debíamos dictar el veredicto.

Escuela de Cadetes de la Policía Civil


Nacional, en el Rancho San Vicente;
1954.

Luego de estudiar nuevamente y en forma detenida el


proceso, tras largos y fastidiosos días de trabajo sacamos como
conclusión
1 Carabineros: Punto de Partida 1 1 67
de que no existía ningún tipo de sedición ni conspiración, como se
les acusaba. Ya listos para emitir nuestro fallo, un buen día de esos
el Auditor de la Institución, que era el doctor Federico Veintimílla,
nos reunió a los cuatro miembros del jurado, y sacando del
bolsi llo una comunicación, nos dijo: "Esta resolución que les voy a
leer a ustedes, viene de la Presidencia de la República, y es
orden ter minante del señor Presidente Galo Plaza de que se
cumpla y veri fique irremediablemente, para ejemplo de la
Institución".

Aquel dictamen decía: "Habiéndose comprobado la conspira


ción de los oficiales del Regimiento de Guardias Civiles "Guaya
quil", dase de baja y condénaseles con prisión de tres años, sin re
conocerles ninguno de los derechos de la Institución Policial".
Lo que nosotros consideramos injusto, cruel, inhumano y no
ajusta do a derecho, porque casi la totalidad de los oficiales era
inocente y no se comprobó la tal conspiración con la
característica que se ñalaba el código penal, sencillamente
fueron involucrados en un instante de confusión; de modo que no
podíamos aceptar la reso lución que venía de la Presidencia de la
República.

Al escuchar aquello de que no aceptábamos dicha resolución, el


doctor Veintimilla simplemente nos dijo: "Aténganse a las conse
cuencias, pues no sé que es lo que pueda pasar con ustedes".
No sotros le respondimos que estábamos resueltos a aceptar
todo lo que nos pueda venir, pues nuestra conciencia y convicción
deter minaban que los oficiales eran inocentes. Y así constó en
el vere dicto dictado por el tribunal, pues la conspiración de que
se les imputaba era falsa.

Esperábamos entonces que se hiciera efectiva la amenaza que


nos hiciera el doctor Veintimilla, pero felizmente ésta nunca se
cumplió. Nosotros estábamos completamente seguros y conven
cidos de que jamás el señor Galo Plaza Lasso, un presidente de
mócrata por excelencia, podía haber dispuesto semejante barbari
dad. Al menos de mi parte la seguridad era plena porque conocí
de cerca sus dotes de mandatario y de caballero, ya que en
varias ocasiones me tocó recibir de él personalmente órdenes de
carácter

168 ] carabineros: Punto de Partida ]


policial, en las que a todo trance evitaba el enfrentamiento de la
policía con los obreros y estudiantes. El presidente Galo Plaza so
lía decir que "estos problemas con los obreros y los estudiantes
sa bemos có mo principian pero no có mo terminan".

Recuerdo que cuando los oficiales superiores de la Institució n


fuimos a saludarle protocolariamente a raíz de su posesió n como
presidente constitucional, sus palabras fueron de tanto respeto y
solidaridad para con la institució n policial, que todos los presen
tes salimos de la reunió n completamente satisfechos y animados.
En su corta intervenció n, entre otras cosas dijo: "Recibo emocio
nado el saludo de la Policía porque estoy totalmente convencido
de que es una institució n al servicio de la Constitució n, de las le
yes, del derecho y de la libertad de los ecuatorianos".

Con estos antecedentes que del señ or Galo Plaza conocíamos,


no nos sucedió absolutamente nada a los miembros del tribunal
por el fallo emitido; todo volvió a la calma y continuamos nues tra
carrera sin problemas. Consecuentemente, con mis compañ e ros
de jurado presumimos claramente de que la tal orden fue fra
guada por algú n elemento inferior de la administració n pú blica,
con el á nimo de congraciarse con el ré gimen o sencillamente inte
resado en destruir la imagen institucional con protervos fines.

El querer defenestrar a veinticinco oficiales era simplemente es


tablecer una terrible purga en la Institució n. Tal cosa no podía
darse de ninguna manera, pues eran oficiales jó venes cuya forma
ció n la recibieron en la Escuela Militar de Carabineros, verdadero
templo de amor y consagració n a la Patria. Con el transcurrir de
los añ os muchos de ellos llegaron a coronar su carrera profesional
ocupando posiciones estelares, prestigiando a la Institució n y sir
vié ndola con verdadera devoció n y nobleza.

1 Carabineros: Punto de Partida 1 169


EN EL SEGUNDO DISTRITO

En mayo de 1951 fui designado como jefe del Segtuldo Distrito,


con sede en Riobamba y conformado por las tulidades policiales
de las provincias de Ttulgurahua, Chimborazo, Bolívar, Los
Ríos y Napo Pastaza. Las oficinas del comando distrital estaban
ubica das en la avenida Primera Constituyente; tula vetusta y
pequeña casa de dos plantas. En la planta alta funcionaban el
despacho, la ayudantía, la secretaría, el juzgado distrital y la
pieza de habita ción destinada al jefe de Distrito; y en la planta
baja las piezas no se ocupaban por cuanto estaban en muy mal
estado. La casa era de propiedad particular y la policía la había
tomado en arriendo.

Como jefe del Distrito era responsable en mí jurisdicción de to do


lo relacionado con altas, bajas, pases, licencias y permisos, así
como de establecer contacto con las autoridades, fuerzas vivas y
comandantes de Unidad en cada jurisdicción provincial. En tal
virtud tuve buenas relaciones de trabajo y amistad con el gober
nador de Chímborazo, señor Alfredo Falconí, y el Intendente Ge
neral de Policía de la misma provincia, teniente de ejército en
servicio pasivo Jorge Díaz, más conocido como "Ch.agra"; así
también con el comandante del Regimiento de Caballería "Febres
Cordero", acantonado en Riobamba, teniente coronel José
Arias Cobas, y algtulos oficiales como el capitán Rodrigo
Moncayo, el capitán Ernesto Villacreses y el teniente César
Holguín.

El comando de Distrito a esa fecha no disponía de ningún vehí


culo para uso de su titular, por lo que las continuas visitas de ins
pección a los repartos policiales de Guaranda, Ambato, Babahoyo
y Puyo, las tenía que efectuar viajando en transporte público;
ex cepto en tul par de veces, por cuanto el jefe del Cuerpo de
Policía "Chímborazo" No. 5, comandante Gustavo Ruíz Bodero,
tuvo la gentileza de facilitarme tul jeep Wíllys de la Unidad.

En aquel año mílítaban en el Cuerpo Chímborazo tul buen nú-

170 ] carabineros: Punto de Partida ]


Guardia de Honor al estandarte de la Compañía de
Carabineros "Chimborazo" No. 5; 1942.

mero de oficiales, entre los que recuerdo al teniente Eduardo Ta


mayo Montesdeoca, al subteniente José Antonio Tamayo Santi
llán y al subteniente Guillermo Peñaherrera Jaramillo, con
quie nes establecí excelentes relaciones de compañerismo y
amistad.

La ciudad de Riobamba era en ese entonces bastante pequeña


y el servicio policial por tanto, se lo cubría con poco personal.
Sus habitantes eran sumamente tranquilos y dedicados a sus
diferen tes actividades, de modo que relativamente no
teníamos que afrontar mayores problemas, salvo pequeños
casos de delincuen cia común. Lo cual favorecía enormemente
nuestra actividad, pues no teníamos que reprimir huelgas,
disolver manifestaciones ni montar grandes operativos. Durante
esa temporada todo fue paz, orden y progreso para los
riobambeños, que en su mayoría se dedicaban al comercio con
las ciudades circunvecinas, especial mente con Ambato y Quito.

En cierta ocasión, cumpliendo una orden de la Comandancia


1 Carabineros: Punto de Partida 1 171
General tuve que trasladarme a la ciudad de Guayaquil, habién
dolo hecho en un transporte público por la carretera de Guaran
da, que era la única forma en la que podía establecer contacto con
la Costa. Y allí me di cuenta del permanente peligro que represen
taba el trayecto entre Riobamba y Guaranda, y todavía más des
de Guaranda hasta Babahoyo; es decir, era una carretera de mie
do por su mal estado y los interminables precipicios que contenía;
vía por la que me tocó igualmente regresar. Hoy felizmente las ca
rreteras del país son bastante buenas, especialmente la Riobamba
Guaranda, que atraviesa el Arenal y bordea las faldas mismas del
Chimborazo, completamente asfaltada y señalizada.

Luego de varios meses de actividad en la Sultana de los


Andes, fui dado el pase como comandante del Regimiento
"Quito" No. 1, en febrero de 1952. Debo señalar que también
consté como co mandante del Segundo Distrito desde mediados
de 1959 hasta mayo de 1960, durante el tiempo de mi estadía en
México en cum plimiento de una beca en la Procuraduría de
Justicia.

EN LA ESCUELA DE CADETES

Después de mis primeras experiencias como instructor de la Es


cuela en 1940, regresé en calidad de subdirector en 1949 con el
grado de subprefecto (mayor); posteriormente fui designado di
rector en febrero de 1951 y en diciembre de 1954, con el grado de
prefecto (teniente coronel), y en noviembre de 1956, con el grado
de prefecto jefe (coronel).

Profesionalmente considero que no hay lugar más interesante


en el orgánico policial, como el de director de la Escuela de For
mación para Oficiales.

Volver a los años a pisar la Escuela en que me formé como ca


dete recluta, fue verdaderamente emocionante y a la vez un reto,
porque allí se pone en juego la condición profesional adquirida

172 ] carabineros: Punto de Partida ]


con la experiencia y el conocimiento práctico; bagaje de atributos
que deben transmitirse a la nuevas generaciones con una alta
do sis de responsabilidad y ejemplo, pues esa es la sustancia que
nu tre el espíritu del joven cadete y permanece indeleble
durante to da su carrera profesional. Ese es el objetivo de
nuestra querida y extrañada alma mater11 institucional.
11

Frontis de la Escuela de Policía, en el Rancho


San Vicente de la avenida de La Prensa; 1956.

A finales de 1948, cuando la Escuela funcionaba en la


parroquia La Magdalena, visitó nuestro país una Misión Policial
Argenti na integrada por el inspector mayor Nicolás Morano, el
comisario Ismael Gelsi y el comisario Helvio Darío Queirolo,
quienes dicta ron dos curso de Aplicación Policial sobre
Investigación Científica del Delito, Sociología Policial y
Psicología Aplicada, con duración de sesenta días cada uno, a
los que asistieron alrededor de cin cuenta oficiales de la
Guardia Civil Nacional. Cursos de gratas re cordaciones y de
reconocido valor para el mejoramiento de los co nocimientos
científicos de la oficialidad ecuatoriana.

1 Carabineros: Punto de Partida 1 173


Luego de un peregrinaje de más de once años desde su inicio en
1938, en que 1a Escueta funcionó en e1 cuartel de1 Bata11ón de Po-
1ícía ubicado en 1as ca11es Cuenca y Míderos, en e1 1oca1 anexo a1
convento de Santo Domingo y en 1a parroquia de La Magdalena;
en septiembre de 1949 fue trasladada a1 Rancho "San Vicente" de
1a avenida de La Prensa, adquirido en compra a1 señor Manue1
María Jaramí11o Arteaga, donde funcionaría durante 1os cuarenta
años siguientes, para finalmente ubicarse en 1as instalaciones que
ocupa en Pusuquí, desde 1989.

E1 Rancho "San Vicente" disponía solamente de una antigua ca


sa de hacienda, por 1o que para adecuarle a 1as necesidades de 1a
Escueta fue necesario realizar muchos trabajos de construcción y
acondicionamiento mediante e1 sistema de autogestión, pues
no se disponía de partida extrapresupuestaría alguna para e1
efecto. Utí1ízando algunos de 1os materiales disponibles en 1a
misma ha cienda, como arena, chocoto, adobes y 1adrí11os, e1
subprefecto Emí1ío Císneros Paredes, mí compañero de
promoción, hizo cons truir con e1 personal de varios servicios 1os
primeros dormitorios, en e1 costado oriental que da a 1a avenida
de La Prensa. Fueron tres pequeños "pabe11oncitos" hechos con
piedra, arena, 1adrí11os, madera y tejas; que hasta hoy existen.

Como 1os cadetes necesitaban au1as para recibir dases, con


1os materiales disponibles fue necesario adecuarlas en unas
peque ñas piezas de adobe que habían en 1a parte norte. Un
poco más a11á, rompiendo una de 1as paredes de un horno de
1adrí11os en desuso, se amplió e1 1oca1, se 1e puso techo y se 1o
convirtió en e1 comedor de cadetes. En 1a parte sur oriental se
construyó e1 pri mer estadio, aprovechando una pequeña
tribuna de madera que hasta ahora perdura.

En 1os años posteriores se hicieron 1as canchas de básquet y


de vo11ey, así también otras pequeñas construcciones para 1os
servi cios de sastrería, carpintería, zapatería, peluquería, etc. A
finales de 1951 se inició 1a construcción de1 hospital po1ícía1,
en e1 sitio donde actualmente funciona e1 hote1 de1 C1ub de
Oficiales, que re-

174 ] carabineros: Punto de Partida ]


cuerdo perfectamente fue visitada en 1952 por el presidente
Velas co !barra y su señ ora, apenas iniciado su mandato
constitucional; pero esta construcció n nunca fue terminada en
virtud de haberse decidido que ese no era el sitio adecuado para
hospital, por lo que dicho edificio fue destinado má s tarde para
las oficinas adminis trativas de la Escuela.

En 1954 se construyó el picadero, gracias al apoyo y decisió n del


Comandante General de la Policía Civil Nacional, capitá n Arturo
Suárez Nieto. En 1960, fue levantado el templete a los Héroes Po
liciales, actualmente existente, por iniciativa de su director, el pre
fecto jefe César Posso Esquetini.

De manera sincera y honesta pienso que todos los directores


que pasaron por la Escuela hicieron algo por su progreso y
con notació n, a lo mejor mucho o a lo peor poco, en cuya lista
me in cluyo honrosamente tres veces. Por ello quiero exteriorizar
mi en tera complacencia, ya que todos y cada uno
comprendimos su real situació n y fuimos solventando en
alguna forma las imperio sas necesidades que afrontaba, tanto en
su infraestructura física y la parte académica, cuanto en relació n
con el profesorado y la atenció n a los cadetes, su orientació n y
doctrina.

El mayor problema al que nos enfrentamos fue la parte


profe sional y técnica, que debíamos proyectarla hacia la
necesaria orientació n del futuro profesional, inculcándole la
mejor filosofía policial y proporcionándole los mayores
conocimientos, aprove-

Prefecto
Emilio Cisneros Paredes
1 Carabineros: Punto de Partida 1 175
chando en forma ecléctica las experiencias de distinguidos jefes y
oficiales en varios países, como Chile, Argentina, México, Uru
guay, Guatemala y Colombia.

En este aspecto la Escuela gozó siempre de la presencia de exce


lentes profesores, casi todos universitarios, identificados plena
mente con el profesionalismo institucional previsto en los
planes de estudio, generalmente concebidos por el director y
aceptados por el personal docente.

Entre los profesores de la época recuerdo al doctor Jorge Corne


jo Rosales, al doctor César Jaramíllo Pérez, al doctor Efraín Torres
Cltávez y al licenciado Carlos Enrique Carríón.

Durante la vigencia del convenio con el Punto Cuarto, la Escue la


se benefició con el asesoramiento de varios técnicos policiales
norteamericanos, entre ellos el coronel Robert T híerry, el señor
Robert Wetherwax y el señor Cleo Baca, este último como
direc tor de la División de Seguridad Pública en nuestro país;
quienes dictaron un sinnúmero de conferencias a los cadetes sobre
temas de su especialidad. Así mismo, el Punto Cuarto donó un
buen parque automotor para la Institución Geeps), de los cuales
varios fueron asignados a la Escuela, pero con la novedad de
que se les dio muy poco uso por falta de una asignación
presupuestaría pa ra gasolina. Pero bueno, eso fue pasajero.

En agosto de 1956 me correspondió trabajar con dos destacados


miembros de Carabineros de Cltíle, el teniente coronel Humberto
Urrutía Quintana y el capitán Arturo Silva Olmedo, integrantes
de una Misión Policial Cltílena de acercamiento profesional con
su similar de Ecuador. El teniente coronel Urrutia era un profesio
nal en el área de organización y administración policial, y el
capi tán Pérez, en la especialidad de caballería e hípología, quienes
nos brindaron sus conocimientos con el mejor entusiasmo y
entrega.

Cierto día, que recuerdo perfectamente era sábado, recibí de


manera intempestiva en mí despacho la agradable visita del dí-

176 ] carabineros: Punto de Partida ]


rector del Colegio Militar "Eloy Alfaro", el coronel Jorge Gortaire
Viteri, juntamente con un grupo de oficiales y cadetes de ese esta
blecimiento. Su visita, a más de presentar el correspondiente salu
do y renovar las excelentes relaciones de amistad que mantenía
mos, tuvo el objeto de comprometerme para que los cadetes de
policía intervengan en el primer Campeonato Nacional Intercole
gial, que justamente organizaba su colegio, y que comprendía fút
bol, básquet, volley, atletismo y otras disciplinas; lo cual acepté
con el mayor agrado. Pero tuve un ligero inconveniente con el Co
mandante General de Policía, teniente coronel Félix Abdón
Gue rrero Zárate.

A fin de que los cadetes participen dignamente en dicho even to


deportivo, le solicité al señor Comandante General una asigna ción
económica de veinte mil sucres, para uniformar a los diecio cho
cadetes seleccionados; pero me negó tajantemente lo solicita do sin
darme ninguna explicación.

Ante tan negativa circunstancia y habiéndome encontrado ca


sualmente con el doctor Gonzalo Zambrano, que era el jefe del
Departamento de Policía del Ministerio de Gobierno, aproveché
para hablarle del asunto. Entusiasmado por la participación poli
cial, inmediatamente había conseguido una partida de treinta mil
sucres por intermedio del Subsecretario de Gobierno, señor José
Bucheli, para que inclusive incrementara la delegación con más
cadetes y la Escuela se luzca en su participación. Pero este anec
dótico detalle me costó, ya de coronel, un "ejemplar" arresto de
cuarenta y ocho horas, dizqué "por haber burlado el órgano regu lar
y haber hablado con un personero del Ministerio de Gobier no".
Cosas que nos pasan, si señor.

Hoy funcionan en el Rancho "San Vicente" el Club de Oficia


les y varias dependencias policiales, en locales magníficamente
construidos, con suficientes espacios verdes y jardines,
inclusive dentro de poco se terminará un complejo cerrado con
piscinas, sauna, turco, gimnasios, etc. Todo lo cual me satisface
profunda mente, pero me recuerda también cuan dura fue
nuestra lucha

1 Carabineros: Punto de Partida 1 177


por tratar de superar la pobreza que nos tocó vivir en esos leja
nos años. Pero fue honroso aquello de entregar todo nuestro es
fuerzo por mejorar las condiciones del cadete en el régimen in
terno de su formación.

UNA ANECDÓTICA SITUACIÓN

Habiendo sido destinado nuevamente como jefe del


Regimien to "Guayaquil" No. 2 en abril de 1955, con el grado de
prefecto je fe (coronel), la ciudad no había cambiado mucho en
su cotidiana actividad y todo se desarrollaba con normalidad, con
la inevitable presencia de una moderada delincuencia.
Gobernador de la pro vincia era el señor Julio Hidalgo Martínez
e Intendente General de Policía el señor Luís Martínez Swett,
distinguidos caballeros guayaquíleños que continuamente
prestaban su colaboración pa ra que el cumplimiento de la
gestión policial sea más oportuna y eficiente.

Con los jefes y oficiales de la Unidad acordamos efectuar una


campaña preventiva sobre el tráfico vehícular, para lo cual toma
mos contacto con los directores de los colegios y escuelas de la lo
calidad, a pesar de que en ese entonces ya existía la Comisión
de Tránsito del Guayas. Y efectivamente, tanto los colegiales
como los escolares, bien "uníformadítos" cumplían con el
servido poli cial de control del tránsito en las esquinas de la dudad,
lo cual fue recibido con agrado por toda la ciudadanía. Sin
embargo, parece que esto no fue bien visto por los miembros de
la Comisión de Tránsito, que se suponía eran los llamados para
realizar estas campañas de educación vial, pero que nunca lo
habían ni siquie ra intentado.

Una mañana, como todos los días, yo había llegado al edificio


de la gobernación -situado en el malecón-, para dar parte al go
bernador de las novedades de importancia suscitadas en la ciu
dad, habiendo dejado el vehículo de la Unidad en la calle
forman-

178 ] carabineros: Punto de Partida ]


do una segunda columna. A1 sa1ir de1 edificio 1uego de hablar con
e1 gobernador, me topé con 1a desagradable sorpresa de que un
vigilante de 1a Comisión de Tránsito estaba parado junto a 1a
puerta de1 vehículo policia1. Y tan pronto como me vio se me acer
có, y a pesar de verme uniformado, me dijo: "Mi coronel, queda
usted detenido, usted se va preso conmigo".

Inicialmente pensé que se trataba de una broma de ma1


gusto, pero ante 1a decisión y prepotencia de1 vigilante me di
cuenta que e1 asunto era serio. Ante tamaña insolencia, pues si
yo había co metido una infracción de tránsito debía respetar e1
uniforme y 1a jerarquía y proceder solamente a citarme, y no
11evarme preso con jeep y todo, como se proponía. Para no causar
más problemas, 1e dije: "Está bien, suba atrás". Así 1o hizo. Ya en
e1 interior de1 jeep 1e ordené a mi conductor que nos trasladara a1
Regimiento y no a 1a Comisión de Tránsito.

Como "cada ga11o canta en su ga11inero", ya en e1 cuartel dispuse


que e1 vigilante permanezca detenido en e1 casino de oficiales; pe
ro a1 verte armado con un revólver y cartuchos similares a 1os de
uso policia1, 1e pregunté quien 1e había facultado a portarlo, pues
esas armas soto podían ser uti1izadas por 1a Fuerza Pública, es de
cir solamente por 1os miembros de 1as Fuerzas Armadas y de 1a
Po licía Nacional. E1 vigilante respondió que sus superiores 1e
habían entregado en dotación hace no mucho tiempo. Pero
averiguado bien e1 asunto, e1 capitán Pazmiño -que era e1 oficial
pagador de1 Regimiento Guayaquil- me informó que por
disposición de1 gober nador, hace unos pocos meses se había
prestado a 1a Comisión de Tránsito de1 Guayas sesenta revólveres
de dotación policiaL

Inmediatamente informé de1 incidente a1 gobernador y 1e solici


té disponga que 1a Comisión de Tránsito de1 Guayas proceda a 1a
devolución de dichas armas a1 Regimiento Guayaquil, pues per
tenecían a1 Estado y estaban bajo mi responsabilidad, agregándo te
que esta situación estaba provocando un serio conflicto. E1 go
bernador me dijo: "Efectivamente, este asunto puede traer un
conflicto para e1 Estado, por 1o que 1e ruego a usted arreglar esto

1 Carabineros: Punto de Partida 1 179


en la mejor forma posible, de modo que haya un buen entendi
miento entre las dos instituciones". Y así fue, con buen tino el
asunto no pasó de ser un pequeño incidente; pero nos devolvie
ron los revólveres, y todo quedó en santa paz.

PRIMEROS VEHÍCULOS RADIO-PATRULLAS

Varios días después, dándole al gobernador el acostumbrado


parte de novedades, me dijo: "Coronel quiero que me acompañe
a un lugar este mismo momento, pues tengo hecha una cita, ya
que he venido pensando últimamente en conseguir una buena
ayuda para su Regimiento". Salimos juntos de la gobernación y
nos dirigimos a la planta embotelladora de la Pepsi Cola. En el
trayecto, como el gobernador era bastante jovial y muy alegre, me
fue contando cualquier cantidad de los cachos que estaban de
moda.

Ya en la planta embotelladora, me presentó a su gerente gene


ral, el señor Joseph Gorelik, y luego de hacerle en forma festiva al
gunas bromas, le dijo: "Ya hablando en serio, hermano, vengo con
el coronel para que ahora sí concretes el ofrecimiento que me
hi ciste de donar al Regimiento Guayaquil dos radio-patrullas".

Y el señor Gorelik, dirigiéndose a mí, en tono amistoso y com


placiente, me dijo: "Mire coronel, en realidad, en pocos días
ten drá a su disposición dos automóviles radio-patrullas al
estilo americano, con todo el equipamiento para el mejor
desenvolvi miento de sus funciones".

Y así fue, una mañana llegaron al cuartel los miembros de la


prensa y de la radio, y el señor Gorelik hizo la entrega oficial de
dos hermosos vehículos radio-patrullas, marca Ford, color blanco;
los primeros vehículos patrulleros dotados de radio que entraban
al servicio de la policía ecuatoriana.

180 ] carabineros: Punto de Partida ]


Esta generosa donació n fue recibida con gran regocijo por nues
tro personal, pero comprometió en alguna forma nuestra decisió n
para establecer la primera central de radio-patrullas en la ciudad;
obra que se realizó en forma inmediata con el apoyo del mismo
señ or Joseph Gorelik, empresario y filá ntropo guayaquileñ o de
reconocidas ejecutorias.

Recuerdo también, que para festejar el Día de la Policía -que se


celebraba el 6 de junio de cada añ o-, los comisarios de Guayaquil
entregaron sendos uniformes a los integrantes de los equipos de
fú tbol de las distintas Compañ ías del Regimiento y del Escua dró n,
e inclusive donaron varios premios para los eventos depor tivos
programados; demostrando con ello una vez má s el des
prendimiento y generosidad de la gente costeñ a en beneficio de
sus instituciones, particularmente en favor de la Policía Nacional.

Por nuestra parte, en la medida de las posibilidades econó micas


de la Institució n, hicimos el mejor intento para que el personal de
la Unidad reciba las mayores atenciones y comodidad en lo rela
tivo a sueldos, rancho y má s servicios sociales necesarios para su
bienestar personal y familiar; con la enorme satisfacció n del
deber cumplido en beneficio de la buena marcha institucional y de
la Unidad.

HUELGA FERROVIARIA

Un capítulo de mi vida profesional tiene como marco la huelga


ferroviaria que afrontó el país a mediados de 1955. Me
encontraba ejerciendo las funciones de comandante del
Regimiento "Guaya quil", y cierta noche se dio inicio a esta acció n
de hecho. Esto mo tivó a que de acuerdo con el gobernador del
Guayas y el coman dante del Cuarto Distrito de Policía, que en ese
entonces era el co ronel Jorge Ramos Moral, me traslade a la
vecina població n de Durá n con el segundo comandante de la
Unidad, teniente coronel Luis Vá sconez Cifuentes, algunos
oficiales y personal de tropa. En

1 Carabineros: Punto de Partida 1 181


Durán estaba la terminal del ferrocarril Guayaquil-Quito.

Ya en el lugar, tomamos todas las providencias para primera


mente restablecer la tranquilidad entre los trabajadores
ferrovia rios, pues se hallaban completamente alterados y se
manifestaban contra el Gobierno con airadas voces y gritos de
protesta, acusán dolo de desatención hacia la clase ferroviaria y
reclamando algu nas reinvindicaciones de carácter económico.

Por iniciativa propia ordené al teniente coronel Vásconez que


proceda a la detención de todo el personal de empleados
encarga do de movilizar el ferrocarril, es decir motoristas,
brequeros, con ductores y controladores, sin imaginar siquiera
que aquella mis ma noche el presidente Velasco Ibarra
realizaría desde Quito a Guayaquil el primer vuelo nocturno;
trascendental e histórico he cho que ocupó la atención de la
prensa y la ciudadanía del país.

El doctor Velasco había tomado la decisión de trasladarse a


Guayaquil esa misma noche, en conocimiento de la huelga de los
ferroviarios y en consideración a las implicaciones que de esta ac
ción de hecho podrían derivarse; para ello había dispuesto que le
acompañen el coronel Jacinto Ochoa -su edecán y piloto de la na
ve- y el coronel Alejandro Chiriboga Ordóñez -comandante de la
Casa Presidencial-, con el personal militar a su mando.

La comitiva encabezada por el Presidente arribó al aeropuerto


de Guayaquil aproximadamente a las once de la noche, trasladán
dose de inmediato a la parroquia de Durán. Allí, el doctor
Velas co reunió a todos los empleados ferroviarios y, en forma
fogosa y terminante como solía expresarse, les pidió depusieran su
actitud pacíficamente en aras de la tranquilidad nacional; pero
la res puesta fue negativa y no había posibilidades de una
solución in mediata, ya que los huelguistas estaban totalmente
soliviantados y firmes en sus propósitos.

En las horas siguientes fue nombrado, felizmente, el coronel de


ejército Eliecer Sáenz Segovia como Jefe de Operaciones del
Ferro-

182 ] carabineros: Punto de Partida ]


carril, con lo cual se daba el primer paso para lograr la termina
ción de la huelga. He dicho felizmente, porque el coronel Sáenz
era mi hermano. De lo que puede colegirse cual fue mi actitud a
tomar; por un lado la que a mi obligación profesional
correspon día, es decir tratar de pacificar la situación y
controlar que los huelguistas no realicen desmanes que atenten
a la tranquilidad pública; y por otro, colaborar con mi hermano en
todo cuanto me sea posible para lograr que cumpla con la difícil
tarea a él enco mendada.

El coronel Eliecer Sáenz estableció su centro de operaciones


en la ciudad de Ríobamba, como lugar equidistante en el trayecto
del ferrocarril de Guayaquil a Quito, para cuyo respaldo ordenó
la movilización de una compañía del Batallón de Ingenieros
"Mon túfar", con el personal distribuido a lo largo de todo el
recorrido; recuerdo entre sus oficiales al capitán Jaime Paz y Miño
y al capi tán Marcos Subía Martínez.

A más de dirigir todo el operativo policial para el control de


los huelguistas en Durán, conjuntamente con el teniente coronel
Vás conez y los oficiales a mi mando, me correspondió también
bus car alojamiento -en la población de Durán- para el personal
del Batallón "Montúfar" que reforzaba la plaza, pues ante las
circuns tancias que se dieron su llegada fue inmediata y
oportuna. La huelga duró varios días, pero afortunadamente sin
consecuencias que lamentar.

FURIA ELECTORAL

Corrían los primeros meses de 1956 y se iniciaba una disputada


contienda política entre dos candidatos que aspiraban a la
presi dencia de la República: el doctor Camilo Ponce Enríquez y el
doc tor Raúl Clemente Huerta Rendón. El primero representaba a
las fuerzas de derecha y el segundo a las de centro izquierda.

1 Carabineros: Punto de Partida 1 183


Corno en ese añ o aú n no existía la televisió n, la imagen del can
dídato tenía que formarse y difundirse efectuando permanentes
recorridos por distintas ciudades a lo largo y ancho del país, en
las que debía hacer conocer sus planes de gobierno y má s
promesas electorales, para que sus partidarios y simpatizantes
hagan con ciencia de su voto, y é ste sea efectivo a su favor.

Podernos imaginarnos entonces la reñ ida lucha cívica que re


presentaban estas campañ as, realizadas muchas veces en el mis
mo sitio y a la misma hora por las dos fuerzas antagonistas, lo que
provocaba desafortunadamente los tradicionales y famosos dis
turbios, también denominados "broncas políticas".

Esta furia electoral tornó caracteres de mayor significació n


cuando el presidente Velasco !barra -en el ejercicio del poder
anunciara al país su franco y decidido apoyo a la candidatura del
doctor Camilo Ponce, quien había sido su ministro de gobierno,
declarando una guerra a muerte para con las fuerzas políticas de
centro izquierda, autodenominadas "Frente Democrá tico". En la
intervenció n radial que sostuvo para anunciar tal decisió n, con su
característico y fogoso estilo sentenció : "O el Frente me destruye
o yo le pulverizo al Frente".

Proclamado el doctor Ponce corno candidato oficial, fue motivo


má s que suficiente para que el bando político contrarío apuntara
toda su artillería en esa direcció n, atacando violentamente a los
"poncistas" y "velasquístas" cada vez que se encontraban y for
mando verdaderas grescas de impredecibles consecuencias.

Virulencia política incuestionablernente enmarcada en el tem


peramento especial que caracterizaba al doctor Velasco !barra, un
hombre de recia personalidad corno abogado, estadista, orador,
humanista y político, pero desgraciadamente, también un hom
bre intemperante que no aceptaba sugerencias de ninguna perso
na ni escuchaba el sano consejo de nadie. Todo lo hacía segú n su
concepció n y propio criterio, sin consultas ni asesoramientos; lo
que é l pensaba, omnímodamente, eso había que hacer.

184 ] carabineros: Punto de Partida ]


Desde el Palacio de Gobierno, el doctor Velasco tenía la costum
bre de cualquier momento tomar contacto telefónico con los cuar
teles de policía, para conocer cómo marchaba la situación en la
ciudad de Quito y qué novedades había en el resto de la
Repúbli ca. Esto nos obligaba a quienes comandábamos las
Unidades a permanecer en nuestros cuarteles, mejor dicho a
"vivir" en ellos; lo que significaba abandonar nuestros hogares
por largos e inde finidos períodos. Pero ésa es la vida del
policía.

Yo me encontraba al frente del Regimiento Quito, como su pri


mer comandante; segundo comandante era el prefecto Gonzalo
Lombeida Lemus, y como tercer comandante y a la vez jefe del
Escuadrón estaba el subprefecto Galo Gómez Mancheno. El cuar
tel de la Unidad estaba situado en el viejo edificio de las calles
Montúfar y Manabí, que muchísimo tiempo atrás ocupara el fa
moso Regimiento de Artillería "Bolívar".

Las concentraciones políticas se realizaban generalmente en


la Plaza del Teatro, sitio predilecto para este tipo de eventos
segura mente porque brindaba facilidades para el acceso y la
comunica ción, lo que la constituía en un lugar estratégico.
Cuando no ha bía "bullas" era utilizada para parqueamiento de
carros y otros menesteres, pero para nosotros era siempre un sitio
bastante críti co, especialmente por las concentraciones políticas
que allí tenían lugar.

EL DOCTOR VELASCO IBARRA

Cierta noche, alrededor de la una de la mañana, recibí el parte


de que precisamente en la Plaza del Teatro había un disturbio po
lítico de grandes proporciones; lo que me obligó a ordenarle al
mayor Galo Gómez -que siempre tenía disponible un pelotón de
caballería- a que salga inmediatamente a disolver aquella concen
tración política y restablezca el orden; yo me quedé preocupado
en el despacho del comando.

1 Carabineros: Punto de Partida 1 185


Pasaría aproxímadamente una medía hora, cuando el mayor
Gó mez regresó y me día parte de que efectívamente se trataba de
una gresca mayor, pero que fínalmente había logrado díspersar a
todos los partícípantes, y que los partídaríos del doctor Ponce ha
bían tomado la calle Guayaquil hacía el norte. Las fuerzas velas
quístas que apoyaban al doctor Camílo Ponce, como era de espe
rarse, se enfrentaban una vez má s con sus antagó nícas del Frente
Democrá tíco.

Grande fue nuestra sorpresa al día síguíente cuando fuímos cí


tados a comparecer a las nueve de la mañ ana en el Palacío, toda
vez que el señ or Presídente quería hablar con nosotros. A la hora
prevísta acudí juntamente con el mayor Galo Gó mez; en el despa
cho presídencíal se hallaba ú nícamente el doctor Velasco Ibarra,
quíen al vemos se levantó de su asíento y en forma aírada nos ín
crepó díciendo que habíamos cometído un acto salvaje, garro
teando y golpeando fuertemente a los velasquístas. Los dos jefes
escuchamos en respetuoso sílencío su reprensíó n; el mayor Gó
mez todavía llevaba vendada la mano derecha, que se había las
tímado al emplear el sable para díspersar a los manífestantes, que
felizmente no portaban armas de fuego porque caso contrarío el
asunto hubíera sído catastró fico.

Yo le díje al doctor Velasco: "Excelentísímo señ or, efectívamen


te a la una de la mañ ana recibí la ínformació n de que en la Plaza
del Teatro se estaban produciendo ciertos dísturbíos, provocados
por las manífestacíones y contramanífestaciones polítícas que allí
se desarrollaban; por lo que ordené al mayor Gó mez que proceda
a dísolverlas con su grupo de caballería, y así cumplió ; por tanto,
es é l quien debe explicarle lo que pasó ".

En efecto, a contínuació n el mayor Gó mez le dijo: "Excelentísi


mo señ or, yo recibí la orden de mi coronel Sá enz y me trasladé a
la Plaza del Teatro. Al llegar me topé con la sorpresa de encontrar
la plaza completamente a obscuras, no había un solo foco pren
dido, por lo que no se podía distínguír quienes eran velasquistas,
poncistas, huertistas o "bautístas", y solamente por los grítos y

186 ] carabineros: Punto de Partida ]


golpes que se daban era imposible establecer a qué bando perte
necían, por lo que comencé a dispersarlos. Pero de entre los
pre sentes salían gritos, gritos airados contra su gobierno,
excelentísi mo señ or, y fue cuando me exasperé y me empleé a
fondo: gritos que decían "abajo el loco", "que muera el doctor
Velasco" y otros de similar calibre, por lo que obviamente mi
actitud pudo exce derse en violencia ya que esa agresió n contra
usted, señ or Presi dente, no la podíamos permitir bajo ningú n
concepto".

Subprefecto
Galo Gómez Mancheno

El doctor Velasco permanecía de pie, y tan pronto como escuchó


la versió n del mayor Gó mez frunció el ceñ o, levantó la mano y
di jo: "Ajá, con que así dicen ... palo con ellos". Nosotros nos
queda mos sorprendidos; y el Presidente, dándose cuenta de ello,
in mediatamente se llevó la mano a la boca cubriéndola con los
de dos, para decir a continuació n "no me hagan caso lo que acabo
de decir, pero sí quiero que la Policía actú e con firmeza y
verdadera imparcialidad". Moderando el momento
aprovechamos para de cirle que la policía respeta el derecho de
los ciudadanos a expresar sus opiniones, pero que nunca ha
sabido interpretar el privilegio entre unos y otros, pues los
considerábamos a todos por igual ya que todos tenían la misma
garantía y respeto de la Institució n.

Pero el presidente Velasco tomó nuevamente la palabra y nos


dijo: "Estoy enterado de lo que ha pasado; aquí estuvieron mu
chos velasquistas golpeados, pero ahora comprendo realmente lo
que ha sucedido. Yo agradezco el informe de ustedes, pero sí
les recomiendo de manera muy especial que a mis velasquistas
pro-

1 Carabineros: Punto de Partida 1 187


curen no golpearlos tan fuertemente, porque en verdad les vi que
los golpes eran bastante fuertes". Hicimos una inclínación de
ca beza y el doctor Velasco nos despidió extendiéndonos su
mano. "Que les vaya muy bien", dijo finalmente.

EN LA UNIVERSIDAD CENTRAL

La Universidad Central de Quito estaba ubicada todavía en la


ca11e García Moreno, esquína con la Espejo, en el edificio
donde actualmente funcionan varias dependencias del
Municipio capi talino. En noviembre de 1955, en el paraninfo de
dicho estableci miento de educación superior se ha11aban
reunidos los estudian tes, en una concentración cuyo objeto era
protestar contra el go bierno del doctor Velasco !barra por la
implementación de ciertas medidas económicas.

Recordemos que en aquel tiempo los estudiantes universitarios,


aglutinados en la Federación de Estudiantes Universitarios del
Ecuador (FEUE), mantenían una po sición contrapuesta y casi
írre conci1iab1e con el doctor Velasco; se decía popularmente
que "la FEUE odia al doctor Velasco y el doctor Velasco odia a la
FEUE". Ante el hecho, el Presidente había decidido salir del Palacio
-ubi cado a escasa media cuadra- y dirigirse a la Universidad.

En el Regimiento Quito, de donde era yo su comandante, me


encontraba almorzando con el Comandante General, teniente co
ronel César Montúfar Bastidas, cuando recibí una 11amada telefó
nica del edecán del Presidente -mayor Vicente Serrano-, hacién
dome conocer justamente la decisión que había tomado el doctor
Velasco de salir del Palacio con dirección a la Universidad; por lo
que salimos disparados del cuartel en un jeep y 11egamos justo
cuando el Presidente atravesaba el umbral del paraninfo.
Imagi nemos lo que habría sucedido con el doctor Velasco sin la
presen cia de un resguardo, metido en el "ojo" de una
concentración de rechazo a su persona, entre una verdadera
"jauría" de estudian-

188 ] carabineros: Punto de Partida ]


tes que hasta pedían su cabeza.

Apenas el Presidente había traspuesto la puerta principal de la


casona universitaria, cuando coincidencialmente también descen
día por las gradas internas el rector de la Universidad, doctor Al
fredo Pérez Guerrero; quien al ver al doctor Velasco se
sorprendió y con un tono educado y respetuoso, luego de
saludarle, le dijo: "Señor Presidente, perdóneme, pero no creo
que éste sea su pues to". Sin inmutarse, pero en tono sereno y
algo impositivo, el Pre sidente le respondió: "Usted me termina
esta subversión, y que no quede ningún universitario en la
casona".

Comandante General, Jefes y Oficiales del Regimiento


"Quito" No. 1, en el cuartel de la calle Montúfar;
1953.

Ese momento me recordó lo sucedido en aquel mismo


edificio en años anteriores, cuando algún gobierno dispuso se
rodee total mente la casona universitaria para dar al traste con
las protestas estudiantiles y someter a los revoltosos mediante
un tenaz blo queo; éstos, ante el asedio de algunos días, se
idearon la manera

1 Carabineros: Punto de Partida 1 189


de abandonar el edificío y lograron escapar a través de las cloa
cas, yendo a parar en la quebrada que colinda con la antigua Ma
ternidad, situada en las calles Montúfar y Pereira.

Luego de escuchar la orden del doctor Velasco, el doctor Pérez


Guerrero le contestó: "Señor Presidente, yo le ofrezco a usted
que en diez minutos este asunto está terminado". Finalmente, el
doc tor Velasco agregó: "Si es así, me voy, pero espero que su
palabra sea cumplida señor rector".

Después de este brevísimo diálogo, el Presidente abandonó el


recinto universitario y con él salimos también todos quienes le
acompañábamos; sin embargo, él se quedó parado en toda la es
quina de la Espejo y García Moreno, frente a la cruz de piedra de
la Catedral, para ver si efectivamente los universitarios salían de
su reducto. Y claro, con el ofrecimiento del rector al Presidente, la
consigna era evitar toda clase de problemas, y por ende los uni
versitarios comenzaron a abandonar el edificío y poco a poco fue
ron dispersándose por la Plaza Grande, la iglesia de La Compa
ñía, el pasaje Royal -actualmente denominado Amador- y la calle
Espejo hacía el colegio La Providencía.

EN EL COLEGIO JUAN MONTALVO

Recuerdo que en un almuerzo al que nos invitó el doctor


Velasco Ibarra a su casa, allá por al año 1954, en un tono de
vanidad y as paviento se refería a la primera huelga estudiantil
realizada por los alumnos del colegio Juan Montalvo de Quito,
diciendo que ésta se había terminado sólo con su presencia al
frente de los estudiantes.

Ante tal aseveración, algunos de los oficiales de policía ahí pre


sentes nos atrevimos a decirle que aquello había ocurrido ya hace
muchos años, y que los jóvenes de ahora -a esa fecha- no eran
iguales a los de ayer; que la juventud de ahora pensaba de otra
manera y que sus actuaciones ya no eran pacíficas, pues los ve-

190 ] Carabineros: Punto de Partida ]


mos en 1as manifestaciones por 1as canes armados de puñales, de
navajas, de bombas molotov y hasta de pistolas, a más de 1os tra
dicionales patos y piedras; que si acaso no se ha informado de
cuántos vehículos patruneros y carros particulares y de servicio
público han sido destruidos; y que 1as o1as de protesta que prota
gonizan más parecen o1as de vandalismo, como si Ati1a hubiera
incursionado -por ejemplo- por 1a avenida Diez de Agosto.

Esgrimiendo inteligentes argumentos e1 doctor Ve1asco conti


nuaba 1a tertulia, manteniéndose firme en sus conceptos, y no se
convencía de que 1o que 1e decíamos era 1a verdad, o no 1o
acep taba quizá por conveniencia. Coincidencia1mente y para
desgra cia, casi a1 finalizar su mandato presidencial -a principios
de 1956- se produjo en e1 colegio Juan Monta1vo otra de tantas
huelgas. Yo me desempeñaba como jefe de1 Regimiento Quito,
siendo Co mandante General e1 teniente coronel César Montúfar
Bastidas, de quien recibí 1a orden de desalojar a 1os estudiantes
que se ha bían tomado e1 p1ante1.

Sin tratar de presumir en 1o absoluto mi formación educativa,


sino con e1 ánimo de dar mejor sustento a mi relato, debo decir
que yo fui estudiante de1 Juan Monta1vo; fui monta1vino, y cono cí
a mi colegio de cabo a rabo. Con esta ventaja planifiqué con mis
oficiales e1 desalojo ordenado, pero solamente utilizando gases,
para obligar a 1os estudiantes a que salieran de 1as au1as y con 1os
pies en polvorosa abandonen e1 colegio. Con 1a práctica de esta in
novada modalidad quería anotarme un "poroto", como se dice
vulgarmente, para que en futuras actuaciones de similar carácter
1a policía tenga éxito. Pero desgraciadamente no sucedió así.

Era medio día en e1 cuartel, cuando de pronto recibí una 11ama


da de1 edecán de1 doctor Ve1asco para indicarme que e1 Presiden
te se dirigía a1 colegio Juan Monta1vo, acompañado de1 personal
de 1a Escolta Presidencial. Sa1í, recuerdo, con e1 mayor César Pos
so Esquetini; y a1 negar a 1a esquina de 1as canes Chite e Imbabu
ra, donde se inicia 1a cuesta que conduce hasta e1 colegio, ya to
mamos contacto con e1 vehículo que trasladaba a1 personal de di-

1 Carabineros: Punto de Partida 1 191


cha escolta, así también con el que conducía al doctor Velasco,
quien se hallaba acompañado del señor Nicolás Valdano Raffo,
el señor Juan Vásconez -que era el Jefe de Investigaciones de Pi
chincha- y otra persona que no logré identificar. Los
muchachos se habían parapetado en unos tapiales que existen
en el costado izquierdo, subiendo por la calle Chile, junto a la
imprenta "Loor" que había en toda la esquina.

Los estudiantes comenzaron a lanzar tejas, piedras, pedazos de


ladrillo y todo cuanto encontraban a mano. Esto bastó para que el
personal de la escolta, cumpliendo una orden, comenzara a
disparar; fueron ráfagas de metralleta que alarmaron a los
presen tes y conmocionaron a todo el barrio. En pocos minutos
no que dó un solo muchacho, todos desaparecieron.

Vehículos patrulleros del Cuerpo de Policía "Quito" No.1,


marca Willys, dotados de radio; 1958.

Avanzamos hacia la puerta de hierro que da acceso al primer


patio del colegio, y cual fue nuestra sorpresa que nos
encontra-
192 !carabineros: Punto de Partida 1
mos con el cadáver de un estudiante, exactamente a la entrada de
una puerta que hay para bajar a la piscina; me acerqué y le exami
né sin cambiar la posición decúbito ventral en la que había caído:
tenía una libreta y un lapicero en el bolsillo de su camisa, la
revi sé y encontré el nombre del estudiante: era Isidro
Guerrero.

Aunque parezca una herejía o algo inhumano lo que voy a se


ñalar, pero mí conclusión después de haber presenciado unos
cuantos minutos de ráfagas de metralla, fue que solamente
hubo un muerto, y di gracias al cielo de que sólo esto haya pasado,
pues todos quienes estuvimos presentes teníamos la seguridad
de que al menos íbamos a encontrar una docena de muertos y
quien sa be cuántos heridos, pero felizmente fue uno solo.

El estudiante fallecido había sido hijo de un suboficial Guerrero


que trabajaba en el Ministerio de Defensa, por lo que para no cau
sarle más conflictos al gobierno, las autoridades decidieron darle
sepultura reservadamente. No sé exactamente a qué hora ni en
qué lugar lo enterraron, pero sí conozco que lo hicieron a la ma
drugada y en un lugar desconocido. Hoy seguramente debe sa
berse dónde está.

Así terminó uno de los tantos episodios conflictivos que lastimo


samente originaba con sus decisiones el doctor Velasco !barra. Tan
to nosotros -la Policía- como las Fuerzas Armadas, solamente cum
plíamos nuestra misión de defender el régimen constitucional.

De esta jornada recuerdo también, aunque lo he intentado


olvi dar, las rechiflas y los insultos que toda la gente profería a
nues tro paso, desde el lugar de los hechos hasta la plazoleta de
La Merced, en cuyo trayecto nos gritaban "asesinos",
"criminales", "burgueses" y más epítetos de grueso calibre,
inclusive nos lanza ban agua desde los balcones. Esta fue una de
las vivencias quizá más repudiables que me tocó vivir y que no
la olvidaré jamás, a pesar de que fue el resultado de uno más de
los tantos conflictos políticos que se han suscitado en el país.

1 Carabineros: Punto de Partida 1 193


Reseñar la represión a los estudiantes, el asesinato de sus
líde res, la persecución y atentados contra los periodistas y
dirigentes sindicales ocurridos durante el mandato presidencial
del doctor Velasco !barra -1952-1956-, ocuparía varios tomos.
Un gobierno que jamás respetó los derechos humanos, y que
resolvió todos los problemas callejeros y las manifestaciones de
protesta en su con tra con la violencia, la prepotencia y la bala; lo
cual debe recoger lo la Historia, pero llegando a ella con la verdad,
solamente con la verdad, y sin intereses mezquinos.

Fue gracias a la comprensión y coordinación que en ese


enton ces hubo entre las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional,
que el gobierno del doctor Velasco !barra logró terminar su
período, pe se a la abierta oposición y rechazo que recibió hasta el
último día de su mandato; porque a raíz del asesinato del
estudiante Isidro Guerrero, el país vivió permanentes
momentos de convulsión y zozobra. Tanto la cúpula militar
cuanto la policial coincidieron en convenir que lo prudente, en
esas circunstancias, era respaldar constitucionalmente al
gobierno del doctor Velasco para lograr que concluyera su
mandato, y que las nuevas elecciones presiden ciales se realicen
democráticamente.

Fue el único período constitucional que el doctor Velasco !barra


logró terminar.

EL DOCTOR CAMILO PONCE ENRÍQUEZ

Habiendo el doctor Camilo Ponce Enríquez asumido la presi


dencia de la República en 1956, como Comandante General de la
Policía Civil Nacional fue nombrado el prefecto jefe Jorge Ramos
Moral; lo cual fue bien visto por toda la comunidad policial, en ra
zón de que el coronel Ramos Moral era un oficial profesional con
muchos años de experiencia y profundo conocedor de los proble
mas institucionales.

194 ] Carabineros: Punto de Partida ]


Lastimosamente, por razones que no son del caso analizar, a
los tres meses fue reemplazado en sus funciones por el teniente
coro nel de ejército Félix Abdón Guerrero Zárate, quien ya
había ejer cido estas altas funciones en un período anterior, lo
cual significó un bajón en el espíritu policial, pues nuevamente
se ponía el man do superior en manos extrañas, funciones que
se alargaron por dos años más, es decir hasta 1958, en que fue
nombrado como Co mandante General el prefecto jefe Luis
Eduardo Serrano Yépez, un oficial de escuela.

A pesar de este desacierto, pienso que el doctor Ponce supo


in terpretar el cometido institucional durante todo el período de
su mandato. Se identificó tanto con la Policía Civil Nacional, tal
vez porque conoció su situación desde que fue ministro de
Gobierno del doctor Velasco !barra, que la prensa lo motejó
como el "Primer Gendarme de la República" . El tenía plena
conciencia de la fun ción policial y realizó muchas obras en su
beneficio, sin aspavien tos ni publicidad de ninguna especie.

Cúpula policial presentando al Presidente Camilo Ponce


Enríquez el saludo protocolario de año nuevo; 1959.

1 Carabineros: Punto de Partida 1 195


En una de las tantas veces en que me fuera encargada la Co
mandancia General por ausencia de su titular, pues en mí jerar
quía de prefecto jefe (coronel) me desempeñaba corno Ayudan te
General -función equivalente a la de Subcornandante General, el
doctor Ponce me llamó a la Presidencia para tratar sobre algu nos
asuntos policiales.

Luego de una breve charla sobre la situación en que se desen


volvía internamente la Institución, respecto de las necesidades
que adolecía, me dijo: "Mire coronel, yo quiero que usted, en un
solo lado de un papel no muy grande, me ponga las necesidades
más apremiantes que tenga la Policía Nacional, pero sin mucha li
teratura ni bla, bla, bla. Por ejemplo, necesitarnos tantos fusiles,
tantos vehículos, tantas truflites, tantas bombas lacrimógenas,
tantas metralletas; en fin, quiero que así me haga un listado".

A los pocos días le presenté el listado en la forma que me había


solicitado, y me ordenó que esperara su llamada para hacerme
co nocer de los resultados. No pasaron treinta días y
efectivamente recibí su llamada, procediendo él personalmente a
entregarme el noventa por ciento del requerimiento formulado.

Corno muestra de gratitud, una vez que entraron en funciona


miento las seis camionetas entregadas, pasé con ellas frente al
Pa lacio, pitando muy fuerte. El doctor Ponce se asomó a la
ventana y con la mano me hizo una señal de visto bueno.

En el gobierno del doctor Camilo Ponce Enríquez, esto es entre


los años 1956 y 1960, la Institución se vio beneficiada en muchos
aspectos, entre los que podría mencionar los siguientes: la crea
ción del Departamento de Servicio Social y la expedición del co
rrespondiente reglamento; la creación de la Casa Materno Infan
til, para albergar a los hijos menores de seis años del personal po
licial, a la que se le asignó el nombre de "Ana Luísa Enríquez de
Ponce"; el traspaso para uso de la Policía Nacional de la Destile ría
"Las Peñas" en Babahoyo, y los edificios de El Batán y Chírn
bacalle, en Quito, donde funcionaba la fábrica de fósforos de los

196 ] Carabineros: Punto de Partida ]


Monopolios del Estado.

Y de igual manera, la creación de las condecoraciones "Al Mé


rito", "Al Valor" y "A la Antigüedad"; la aprobación del Escudo
de Armas de la Policía Nacional y su Bandera, cuya autoría co
rresponde al subprefecto Marco Rosales Corella.

EN EL TERCER DISTRITO

A mediados de 1957 fui destinado como jefe del Tercer Distrito,


con sede en Cuenca e integrado por los repartos policiales de las
provincias de Azuay, Cañar, Loja y Santiago Zamora. Ciudad que
ya me era familiar pues estuve allí de capitán en 1947, cuando era
comandante de la Unidad el mayor Blasco Moscoso Cuesta, y en
la jerarquía de mayor en 1949, en mi calidad de comandante de la
Unidad, temporadas en las que hice muy buenas amistades de ca
rácter profesional y social.

La oficina del Distrito ocupaba toda la segunda planta del


anti guo y conocido edificio del Hotel Patria, ubicado en el
corazón de la ciudad. Contaba con mobiliario nuevo y algunas
comodidades más, entre ellas una camioneta marca Ford para
uso del coman dante. Primeramente tomé contacto con el
comandante y los ofi ciales del Cuerpo "Azuay" No. 6, así como
con las distintas auto ridades tanto civiles cuanto militares de la
plaza, pues en la ciu dad estaban acantonadas varias Unidades del
Ejército. Los cuen canos eran gente muy dedicada a sus
actividades, y ya en esa épo ca la ciudad comenzaba su proceso
de industrialización.

El cuartel de policía estaba situado a una cuadra de la plaza cen


tral, junto al local de la Casa de la Cultura, que ya quedaba bas
tante estrecho para albergar al todavía reducido número de poli
cías, pues a esa fecha ya se había duplicado o quizá triplicado su
orgánico con relación a los años 1947 y 1949. Comandante del
Cuerpo "Azuay" No. 6 era el mayor Amador Balseca, del Cuerpo

1 Carabineros: Punto de Partida 1 197


Personal de Jefes, Oficiales y Tropa del Cuerpo de Policía
"Azuay" No. 6; 1957.

"Loja" No. 7 el mayor Alfonso Moscoso Aulestia y del Cuerpo


"Cañar" No. 15 el mayor Manuel Tamayo Salgado.

Por mis funciones y la cercanía existente, continuamente visita


ba el Cuerpo "Cañar" No. 15, cu yo cuartel en la ciudad de
Azo gues era extremadamente pequeño y adolecía de muchas
necesi dades. Unidad que disponía de un limitado número de
personal, pero cuya deficiencia se la suplía con la dinámica de
los servicios en la ciudad y el patrullaje por las zonas rurales,
como el cantón Cañar, la parroquia de Tambo y otras
poblaciones de relativa im portancia, como por ejemplo
Ingapirca, donde se encuentran las famosas ruinas
prehispánicas de la época incaica.

También me desplazaba al Cuerpo "Loja" No. 7, para las con


sabidas visitas de inspección, aunque en muy contadas
ocasiones.

La carretera a Loja fue siempre descuidada por el gobierno


cen tral, y a la fecha en que ubico mis recuerdos la mayoría de
los cien

198 ! carabineros: Punto de Partida 1


kilómetros existentes entre Cuenca y Loja todavía estaban sin pa
vimentar, excepto los tramos Cuenca-Tarqui y Loja-Saraguro, lo
que no permitía un tránsito vehicular apropiado y seguro.

A la mitad del camino, a la altura de una pequeña población de


nominada Susudel, por la ausencia de un puente sobre el río León
los vehículos tenían que pasar sobre unas peligrosas vigas de
ma dera, que con el peso de los carros amenazaban colapsarse.
Feliz mente, en la actualidad se ha superado este problema y se
cuenta ya con un moderno puente de hormigón, construido
hace "sola mente" 20 años.

De otra parte, recuerdo que en el gobierno de Galo Plaza


Lasso se produjo una huelga en la Universidad de Cuenca, en el
año 1949, cuando estaba ubicada en el centro de la ciudadfrente al
par que Calderón. En ausencia del titular del Distrito asumí
acciden talmente dichas funciones y comuniqué al Ministerio de
Gobierno el inicio y proyección de esta acción de hecho. A las pocas
horas re cibí una llamada directa del presidente Galo Plaza, quien
me dijo lo siguiente: "Mayor, ¿cuántos hombres pone usted en
el parque Calderón para el servicio de rutina?". Respondiéndole
que gene ralmente eran seis; a lo que agregó: "Pues bien, retírelos
de inme diato y póngase con su Policía a la mayor distancia posible,
no in tervenga absolutamente en nada. Ya verá usted, que dentro
de po co los mismos universitarios le pedirán al gobierno que
interven ga con su ministro de Educación para resolver el
problema".

Al principio no me pareció que esto podía haber sido fácil,


por que los universitarios estaban exaltados y continuamente se
daban unas vueltitas por el parque central gritando consignas
contra el gobierno. Pero cual fue mi sorpresa, después de unos
pocos días llegaba a Cuenca el ministro de Educación,
licenciado Gustavo Darquea Terán, y tras unas pocas reuniones y
conversaciones con sus dirigentes la huelga estudiantil concluyó
definitivamente.

Esta actitud tranquila y ponderada del presidente Galo Plaza,


nos cayó como anillo al dedo en las filas policiales, por cuanto
en

1 Carabineros: Punto de Partida 1 199


la universidad había varios oficiales cursando sus estudios, situa
ción que en alguna forma comprometía el procedimiento
policial en el recinto universitario. Estos compañeros oficiales
eran: el te niente Tomás Costa Jaramillo, el teniente Marco Solano
Chávez, el subteniente Holger Lombeida Argüello, el subteniente
Victoriano Toledo Vélez, el subteniente José Castillo Luzuriaga y
el subte niente Pedro Reinoso Rodríguez; quienes
posteriormente llega ron a graduarse como abogados.

VIAJE A MÉXICO

Encontrándome en el ejercicio de las funciones de


comandante del Tercer Distrito, en Cuenca, a finales de 1958 recibí
un telegra ma de la Presidencia de la República, por el que se me
ordenaba trasladarme a Quito toda vez que se me había
concedido una be ca en la República Mexicana, consistente en un
Curso Intensivo de Capacitación para Agentes del Ministerio
Público de la Policía Judicial y Peritos de la Procuraduría de
Justicia del Distrito y Te rritorios Federales de México.

Dicha beca tenía duración de un año y debía efectuarse en el


Instituto Técnico de la Policía Judicial Mexicana y de los Territo
rios Federales, adscrito a la Procuraduría de Justicia del
Distrito Federal de México. Antes de mi viaje, en primera
instancia tomé contacto con la Policía Preventiva de México, de la
cual era su Co mandante General el general Luis Cueto Ramírez.

En mayo de 1959, apenas arribé a la ciudad de México me


tras ladé a la Comandancia General de la Policía Preventiva -
ubicada en la avenida 20 de noviembre-, conjuntamente con el
embajador del Ecuador en ese entonces, el doctor Ruperto
Alarcón Falconí.

Luego de las presentaciones del caso, al general Cueto le


entre gué algunos significativos presentes enviados por los
repartos po liciales de Quito, particularmente del Regimiento
Quito y de la

200 ] Carabineros: Punto de Partida ]


Escuela de Caballería. Ese mismo día tomé contacto también con
el Director General de Tránsito, general Antonio Nava Castillo, y
con el jefe de los Servicios de Radio Patrullas, el general Manuel
Cataneo, quienes me recibieron con especial acogida.

México era una ciudad inmensamente grande, con alrededor de


doce millones de habitantes, con un dispositivo de 300 radio-
pa trullas y un orgánico policial de 35 mil hombres. En la
Procuradu ría del Distrito Federal -ubicada en el Parque de la
República, donde se encuentra el monumento a la Revolución-,
funcionaba la Dirección de la Policía Judicial del Distrito y
Territorios Federa les, en la que debía cumplir mi beca, aunque
la mayor parte del tiempo lo ocupé en conocer a fondo el
funcionamiento de la Poli cía Preventiva del Distrito Federal.

En la Policía Judicial se realizaban cursos permanentes de


tres meses de duración, en diferentes niveles, a los cuales
asistían li cenciados y abogados de los distintos juzgados de la
ciudad, ofi ciales de policía y becarios de Venezuela y los países
centroameri canos. El personal docente acreditado no podía ser
mejor escogi do; eran catedráticos universitarios de larga
experiencia, como por ejemplo el doctor Alfonso Quiroz Cuarón
en la especialidad de Criminalística. Nunca faltaba la colaboración
de la Policía Pre ventiva de México, de la Cruz Roja y del Ejército
Nacional, cuyos miembros estaban capacitados en diferentes
especialidades y prestaban su contingente tan pronto como
eran requeridos.

Los agentes de la Policía Judicial tenían una gran preparación y


una experimentada trayectoria profesional; muchos de ellos ha
bían envejecido en este servicio de la investigación científica del
delito y la mayor parte ostentaba jerarquías superiores, como el
coronel Ramirez Faz, el coronel Miyasawa y otros. En varias oca
siones me tocó estar con ellos y presenciar algunas investigacio
nes, en que las organizaciones de derechos humanos nada
tenían que hacer pues las desarrollaban de la manera más técnica y
cien tífica, ya que disponían de excelentes gabinetes,
laboratorios, es tadísticas computarizadas y otros elementos
auxiliares para la in-

1 Carabineros: Punto de Partida 1 201


vestigación. Jamás vi que torturaran a una persona para obtener
su confesión o testimonio.

Su larga trayectoria en este campo incluía la experiencia adqui


rida en la investigación de innumerables casos, muchos de ellos
de especial connotación, pues el índice criminal alcanzaba niveles
francamente sorprendentes. Ya en aquel año -1959-1960- se habla
ba de que México ocupaba el primer lugar en el mundo por su ín
dice de criminalidad, pues solamente en la figura de asesinato ha
bía diariamente alrededor de treinta casos; y también infinitos ca
sos de reyertas y altercados, generados por un espantoso consu
mo de licor y del tradicional "pulque", este último consistente
en una sustancia alcohólica de inmediato efecto, que generalmente
la utiliza el pueblo, en una ciudad con alrededor de 2.000
barrios o "colonias", como también los denominan.

Consecuentemente, la investigación para ellos era pan de todos


los días, pero resolvían los casos con una capacidad lo suficiente
mente consistente y experimentada. Vi efectivamente
solucionar a diario muchos casos de delitos que parecía iban a
quedar en la impunidad; porque el delincuente también trata de
tecnificarse y procura en lo posible hacerse de varias coartadas
para despistar a la policía. La madurez y experiencia de los
agentes, sumada a los sofisticados equipos de criminalística
que disponían, permi tían una notable eficiencia en su trabajo;
sin embargo, también quedaban sin solución muchos casos.

En cuanto a la Policía Preventiva Mexicana, que es


propiamen te el servicio urbano que acá conocemos, es la
encargada del con trol de la ciudad velando por la tranquilidad y
seguridad de los habitantes. El general Cueto, que era el
Comandante General de la Policía Preventiva, decía que ésta
era autónoma y que a su vez guardaban autonomía cada una de
las distintas policías o servi cios que la conformaban.

Y en verdad, eran aproximadamente veinte o veinticinco ra


mas las que actuaban independientemente, entre las que podría

202 ] carabineros: Punto de Partida ]


Jefes y Oficiales de la Institución, despidiendo al
Coronel Jaime Sáenz Segovia en su viaje a México;
1959.

citar a la Policía Bancaria, la Policía de Caminos, la Policía Fe


rroviaria, la Policía de Tránsito, la Policía Industrial y la Policía
Forestal. La preocupación del general Cueto era precisamente
lograr que el gobierno unifiqu e todas estas ramas en una insti
tución unitaria, lo cual no se dio al menos hasta cuando yo
aban doné dicho país a mediados de 1960.

La Academia de Policía Preventiva de México fue establecida


en 1956, justamente cuando yo viajé anteriormente a ese país en
una visita de confraternidad. Esta Academia era la encargada de
pre parar a los policías profesionales, como cualquier otra
profesión, pero con un respaldo orientado a garantizar su
profesionalidad y no a abandonarle al policía a los vaivenes de
la suerte y el desti no. Estuve presente en la graduación de una
de aquellas promo ciones, en la que al momento de recibir los
policías el correspon diente diploma, también recibían un
seguro de vida, un seguro contra accidentes de todo riesgo, un
seguro de educación para sus

1 Carabineros: Punto de Partida 1 203


hijos y ciertos beneficios adicionales para su familia. Su sueldo era
respetable y suficiente como para poder sostener una familia
sin privaciones, aunque tampoco con lujos ni derroches.

El curso graduado lo coruormaban entre 200 y 300 hombres, era


casi un batallón; y fue destinado en su totalidad a un solo sector
de la ciudad. Es decir, México iba encontrando el camino de
una policía profesional, pues iba reemplazando paulatinamente
a to do el personal viejo y mañoso que la había desprestigiado
por muchos años con la práctica de la tradicional "mordida". Fue
ver daderamente satisfactorio ver cómo se iba renovando su
recurso humano; algo similar a lo ocurrido en el Ecuador a partir
de 1940, cuando egresaban de la Escuela Militar de Carabineros las
prime ras promociones de oficiales profesionales.

ALGUNAS REFLEXIONES

En la Policía Preventiva de México no existía una escuela para


la formación de sus oficiales, y al igual que en la policía ecuatoria
na muchos años atrás, los oficiales irueriores de la Fuerzas Arma
das eran quienes engrosaban las filas de esta policía; pero eso
sí tenían oficiales superiores con una sólida formación
académica, un prestigio bien ganado y un enorme concepto de
país, pues eran nacionalistas ciento por ciento. Algo muy
diferente a lo que aconteció en el Ecuador, donde primero se
preparó al cuadro de oficiales y muy poca atención se puso en la
capacitación del per sonal de tropa, pues siendo éste más
numeroso siempre resultaba un tanto difícil su formación, por lo
que debía hacerse a largo pla zo. Pero según me expresaban los
policías mexicanos, la prepara ción debía iniciarse precisamente
en los cuadros irueriores, por que éstos son los que mantienen
el contacto directo y permanen te con la comunidad y sus
requerimientos.

Tampoco detecté nunca la menor intención en los agentes para


que la investigación de un delito cometido por gente de la alta
sociedad,

204 ] Carabineros: Punto de Partida ]


se torciera o condujera por los andariveles de la influencia política
o gubernamental, pues la Policía Judicial no aceptaba injerencias
de ninguna naturaleza ni el gobierno era capaz de intervenir en
estos ca sos; ellos tenían una plena y absoluta libertad para
conducir sin con tratiempos sus investigaciones. Lo que no sucede
en nuestro país, en que la influencia política o de quienes ejercen
altas funciones en la administración pública, desgraciadamente
orientan hacia sus intere ses el curso de las investigaciones en los
delitos de gran envergadu ra y notoriedad; lo que señalo con
verdadera sinceridad y nobleza. El día que los ecuatorianos
dispongamos de una Policía Judicial bien equipada,
suficientemente capacitada, racionalmente remunerada y
totalmente autónoma e independiente en sus funciones, bien podre
mos decir que la justicia por fin se ha establecido.

No obstante haber preparado a los policías ecuatorianos en


or den inverso a lo ocurrido en México, con el correr de los años
he mos podido ver la notable innovación en el sistema, pues
tene mos a un personal de tropa completamente renovado en
juven tud y con una exigencia del bachillerato como requisito de
ingre so. Lo que constituye haber ganado una gran batalla, ya que
el po licía de hoy es preparado, responsable, respetuoso y
disciplina do; es decir, casi ha llegado a completar el perfil que
hace muchos años habíamos imaginado.

Qué interesante resulta hacer un estudio comparativo entre


los policías de uno y otro país; qué saludable es conocer cómo
traba jan en otros lugares del mundo las instituciones policiales; lo
cual nos permite mejorar en condiciones de procedimiento, de
organi zación, de doctrina y de motivación.

Hace cuarenta años que me acogí al servicio pasivo, los pro


blemas de policía en el país eran felizmente pequeños, de bol
sillo; pero poco a poco hemos visto que la escalada de la delin
cuencia resulta casi incontenible y que se conduce por canales
verdaderamente preocupantes, como el narcotráfico, el lavado
de dólares, el terrorismo, el secuestro y las bandas organiza das,
cuyos actores portan armas sofisticadas e implementos

1 Carabineros: Punto de Partida 1 205


que ni la misma policía los tiene.

Hoy los delincuentes reciben a la policía a balazos, y la policía


muchas veces rinde en holocausto el precio de su servicio. A
más de la preparación que reciben sus hombres de manera integral
pa ra combatir la arremetida delictiva en toda la gama de sus
mani festaciones, debe insistirse en lograr la preocupación del
Estado para dotarles de la implementación apropiada a sus
necesidades, de proporcionarles los modernos equipos técnicos
y científicos que requieren, de facilitarles la infraestructura
adecuada en sus cuarteles, escuelas, servicios y unidades
especiales. Deben los mandos superiores preocuparse en
proporcionar a todos sus in tegrantes de los servicios sociales
indispensables, para que el per sonal sienta el respaldo
institucional y se genere positivamente la práctica de una doctrina
policial orientada a reforzar sus senti mientos y robustecer su
espíritu de lucha.

El policía también es un ciudadano, es un hombre, y como to


dos necesita de estímulos, de afecto, de protección, de atención,
de buen trato y de respaldo; de allí nacerá su voluntad, su sacrifi
cio, su decisión, su honestidad, su abnegación, su lealtad y su mís
tica de servicio a favor de la Institución y en beneficio de la colec
tividad. Este conjunto de valores, tanto en la recepción como en la
entrega, son los que permitirán en su espíritu el anhelado cambio
de conducta que requiere la Policía Nacional y la ciudadanía.
Así podremos cumplir nuestras funciones con eficiencia, y la
comuni dad nos brindará su comprensión, apoyo y respeto. Sólo
así esta remos listos para proceder con convicción, con
conciencia y con resultados, manteniendo nuestro tradicional
esfuerzo y supera ción; caso contrario, nuestro sacrificio se
tornará inútil y sin valor.

LA COMANDANCIA GENERAL

Mi permanencia en México duró un año y retorné al país en ma


yo de 1960. Las elecciones presidenciales ya se habían realizado
y

206 ] Carabineros: Punto de Partida ]


nuevamente había triunfado el doctor Velasco !barra. La Coman
dancia General me designó entonces para desempeñar las funcio
nes de jefe del Departamento de Relaciones Públicas, una nueva
dependencia que recién había sido creada.

A11í permanecí hasta el 10 de agosto del mismo año, día memo


rable para el país, no solamente por el aniversario de la gesta de
independencia sino porque se inauguraba el Palacio Legislativo,
ubicado al norte de la ciudad un poco más allá de La Alameda; ac to
al que concurrió el doctor Camilo Ponce Enríquez en su calidad de
presidente de la República. Pero los velasquistas, que habían
triunfado en las elecciones y en muy corto tiempo iban a formar el
nuevo gobierno, se habían tomado el Palacio de Carondelet.

En su intervención ante el Congreso Nacional, el doctor Camilo


Ponce fue interrumpido por varias ocasiones, impidiéndole inclu
sive terminar con su informe, por lo que se vio obligado a aban
donar el flamante Palacio Legislativo y se trasladó a su residencia,
donde había establecido la Casa Presidencial.

Cuando retomé a mi casa a descansar luego de la jornada,


con tinué sintonizando la radio para informarme de los
acontecimien tos, pero cual fue mi sorpresa que a los pocos
minutos fui llama do de urgencia por el doctor Ponce. Concurrí a
su residencia, don de lo encontré junto a todos los miembros de
su gabinete; y luego de mi presentación me ordenó asumir la
gran responsabílidad de hacerme cargo de la Comandancia
General, en virtud de que era el coronel más antiguo.

Estas funciones estaban encargadas al coronel Vicente Torres


Avilés, quien por razones que desconozco había abandonado la
Plaza trasladándose a la ciudad de Guayaquil. El Presidente na
turalmente estaba indignado por esta circunstancia, ya que al co
ronel Vicente Torres le correspondía acompañarlo en tan
signifi cativo acto protocolario.

Efectivamente asumí la Comandancia General en forma interi-

1 Carabineros: Punto de Partida 1 207


na hasta el regreso del coronel Torres Avilés; pero dos días des
pués fui llamado por el ministro de Gobierno, doctor Carlos Bus
tamante Pérez. Como no tenía idea de lo que podía tratarse, soli
cité al coronel César Posso Esquetini para que me acompañara,
pues él se desempeñaba como jefe del Departamento de Personal.

Ya en el Ministerio, el doctor Bustamante Pérez me dijo: "El se


ñor Presidente de la República me ha dado una orden para
usted y debo resolverla este mismo instante. Usted decide si
asciende al grado de Comandante General o simplemente continúa
encarga do del mando; en el primer caso significa la terminación de
su ca rrera, y en el segundo, a lo mejor podría permanecer en la
Institu ción". Acepté la primera alternativa, no sin antes
agradecerle por intermedio suyo la propuesta formulada por el
Presidente, ya que ese procedimiento no se estilaba, pues él
podía ordenar directa mente el ascenso.

Ese mismo día por la tarde -12 de agosto-, se emitió el decreto


correspondiente con mi ascenso al grado de Comandante Gene
ral, y con ello prácticamente culminaba mi carrera profesional,
a veinte días de que terminara también el gobierno del doctor Pon
ce Enríquez y se iniciara el mandato constitucional del doctor Ve
lasco !barra. Aquellos veinte días fueron de un intenso y agobian te
trabajo, en medio de un convulsionado ambiente en lo político y
social, y también lleno de un verdadero nerviosismo por parte
del doctor Bustamante Pérez, médico de profesión, que nunca an
tes había ejercido un cargo público.

Yo tenía la impresión de que el doctor Bustamante jamás se


adap tó a la tremenda agitación que representaba la actividad
política en esos días, y más aún tratándose del Ministerio de la
política.

En ese cortísimo tiempo tuve varias llamadas de urgencia por


parte del ministro; en una de ellas me dijo: "Señor Comandante
General, espero que mañana en todos los diarios de la
República se haga un manifiesto de adhesión y respaldo al
presidente de la República"; a lo cual le respondí que la
policía era parte de la

208 ] Carabineros: Punto de Partida ]


Fuerza Pública de acuerdo con la Constitución, y que nuestra
ine ludible obligación era respaldar al gobierno constitucionat
por lo que resultaba improcedente hacer una publicación de esa
natura leza ya que más bien podría despertar suspicacias entre
los polí ticos, porque la policía siempre lo respaldó durante
los cuatro años de su mandato.

En otra ocasión me dispuso que ordenara la presencia


policial en la Casa del Obrero, que recuerdo funcionaba en la
calle Mana bí entre Montúfar y Flores, para que desaloje con
gases y proceda a detener a sus dirigentes, pues estaban
hablando muy mal del gobierno. Yo le respondí que en primer
lugar estaban haciendo uso de su derecho constitucional y
además estaban en un recinto cerrado, pero que si salían a la
calle y formaban una manifesta ción, entonces sí podía actuar
la policía porque los obreros no te nían para el efecto el permiso
de ninguna autoridad.

Comandante General y Jefes de la Policía Nacional, en


el casino de Oficiales de la Comandancia General; 1960.

1 Carabineros: Punto de Partida 1


209
En otras oportunidades sus disposiciones también fueron de si
milares características, alejadas de un sustento o razón legal, por
lo que yo tenia que aplacar su nerviosismo con sesudos argumen
tos. En alguna ocasión, sin embargo, me llegó a decir que no esta
ba muy satisfecho de mí actitud y que en cierta forma se habia
arrepentido de mí designación; yo simplemente me somei
piado samente y sali del Ministerio.

Pero hubo algo que francamente me contrarió y que lo recorda


ré hasta que cierre mis ojos. Existiendo las vacantes necesarias,
habia dirigido al ministro el pedido de ascenso para varios
seño res jefes y oficiales, especificando los justificativos necesarios
al te nor de la Ley de Situación Policial y Ascensos de la Policía
Civil Nacional que se encontraba en vigencia. El ministro aceptó en
pri mera instancia mí pedido, pero luego se retractó y lo vetó sin
dar me ningún tipo de explicación, por lo que estuve tentado a
hablar directamente con el presidente de la República en el
momento oportuno y hacerle conocer la situación. Entre los
ascensos solici tados, recuerdo, estaba el del capitán Galo Flor
Pinto, quien cons taba en el primer puesto dentro del escalafón
de méritos y tam bién en el de antigüedad, y como sí eso fuera
poco, recién habia terminado sus estudios universitarios en la
Facultad de Jurispru dencia; razones más que suficientes para
que sea ascendido.

Pero al intentar hablar con el doctor Ponce, comprendí que en


esos últimos dias de gobierno debia tener muchísimos problemas
y preocupaciones, y quizá también angustia por la entrega del po
der, por lo que tomé la decisión de no molestarlo. Permanecí
ca llado y en silencio, un silencio que a ratos humanamente me
invi taba a confesarlo lleno de vergüenza, o tal vez con la
justificación ya expresada.

Por razones protocolarías, en horas de la noche del 31 de


agos to recién tuve la oportunidad de hablar brevemente en el
Palacio con el doctor Ponce, pero resultaba ya extemporáneo
referirme al pedido de ascensos; sin embargo, y pudiéndolo haber
hecho, tam poco le hice presente la denuncia de que el ministro
de Gobierno

21O ] Carabineros: Punto de Partida ]


había vetado arbitrariamente dicho pedido, en manifiesto incum
plimiento a las leyes institucionales.

BAJA Y SERVICIO PASIVO

Aquel 31 de agosto de 1960, último día del gobierno del doctor


Ponce, entre las once de la noche me dirigí al Ministerio de Go
bierno para hablar con el doctor Manuel de Guzmán Polanco, que
era el subsecretario, y retirar de su poder mi solicitud de baja que
le había encargado en días anteriores, pero no estuvo; luego pasé
a la Presidencia de la República, donde encontré al doctor Ponce
descendiendo por la escalinata, junto a los miembros de su gabi
nete. Le saludé disciplinariamente y él tuvo la amabilidad de de
tenerse, y al darle la mano aproveché para agradecerle la confian
za depositada en mi persona; luego continué mi ascenso por las
gradas. Detrás venía el doctor Manuel de Guzmán, quien al de
volverme mi solicitud de baja me dijo: "El doctor Ponce no quie
re ser el responsable de la salida suya de la Institución, él cree
que usted es un joven oficial que todavía puede servir al país".

Entendiendo sus palabras, retomé a la Comandancia General y


elaboré una nueva solicitud, esta vez dirigida al doctor Velasco
!barra, la que hice llegar a sus manos por intermedio de un distin
guido oficial compañero mío. De todas maneras permanecí en la
Comandancia hasta las 5 de la tarde del 1 de septiembre, en que
entregué formalmente el despacho al nuevo Comandante Gene
ral, el coronel Cristóbal Saá Sevilla: concluyendo definitivamente
en ese instante mi carrera policial.

Un momento bastante doloroso para un profesional que pasó


muchos años en la Institución, a la cual ingresó desde muy joven.
Fue doloroso también dejar el uniforme, dejar la vida institucio
nal, dejar a los compañeros, dejar todas aquellas promesas e ilu
siones que alguna vez formulé para que la Policía Nacional se
convirtiera en una institución respetable y también respetuosa de

1 Carabineros: Punto de Partida 1 211


El Subsecretario de Gobierno, doctor Manuel de Guzmán
Polanco, y el Comandante General de Policía, Jaime Sáenz
Segovia; 1960.

los intereses ciudadanos.

Han pasado muchos años y sigo envejeciendo irreversiblemen


te; no obstante, el tiempo que no he vestido el uniforme lo he ido
acumulando al de los años vividos en el servicio activo, porque
jamás pude soslayar en mi mente los duros, constantes y
terribles problemas que la Policía Nacional ha tenido que seguir
soportan do para lograr su consolidación, especialmente por la
gran incom prensión demostrada por quienes han ejercido en su
oportunidad los poderes públicos, y también de mucha gente
que todavía no ha logrado comprender en su verdadera
dimensión lo que real mente significa ser un policía ecuatoriano.
212 !carabineros: Punto de Partida 1
ALBERTO ENRÍQUEZ GALLO

Considero un deber ineludible incluir en estas modestas memo


rias una breve semblanza del señor general Alberto Enríquez Ga
llo, como sincero homenaje de admiración y respeto a su figura,
pues fue él quien mediante decreto del 2 de marzo de 1938 tuvo
la iniciativa y decisión de disponer la creación de la Escuela Mili tar
de Carabineros. Singular hecho que marca el inicio del tan an
helado proceso de profesionalización institucional, ya que dicha
escuela estaba destinada a formar a los futuros oficiales de policía
que, con el transcurrir de los años, se convertirían en los guías,
maestros y conductores del personal subalterno. Ilustre militar
y estadista ecuatoriano que se ha hecho merecedor de la perma
nente gratitud y reconocimiento de todos los policías.

Alberto Enríquez Gallo nació el 24 de julio de 1895 en la hacien


da "Santa Rosa Grande", propiedad de sus progenitores don Luis
Camelio Enríquez y doña Carmen Amelía Gallo, ubicada en la
parroquia Tanicuchí, cantón Latacunga, provincia de Cotopaxi.
Su educación primaria la recibió en la escuela de los "Hermanos
Cristianos" de Latacunga, pasando luego al colegio "Vicente
León" de la misma ciudad.

El pequeño Alberto tenía 11 años cuando vio desfilar a las tro


pas de don Eloy Alfara que se dirigían a combatir a las fuerzas de
Lizardo García, en la que sería la acción de Chasqui: el 15 de ene ro
de 1906.

En un arrebato de imprudencia propia de su adolescencia, Al


berto se dirigió al campo de batalla; el comandante Rafael Ramos
lo detuvo y le increpó con dureza, por su irreflexiva aventura. Pe ro
el propio general Eloy Alfara, que estaba por ahí, se acercó y
averiguó lo que sucedía. El viejo luchador, acariciándole la cabe
za le dijo: "Aunque tus parientes hayan sido conservadores, tu se
rás liberal". Lo único que el muchacho acertó a decir, con voz
en trecortada, fue: ¡Sí, mi general! Se dice que Eloy Alfara, en
señal

1 Carabineros: Punto de Partida 1 213


de amistad, le regaló una moneda de oro. Este episodio lo recor
daría el general Alberto Emíquez Gallo durante toda su vida.

Cuando en el año 1910 surgieron los problemas fronterizos con


el Perú, Alberto Enríquez tenía solamente 15 años. Abandonó sus
estudios en el colegio "Vicente León" y se presentó como volun
tario en el Batallón "Cotopaxí", que se hallaba acantonado en
La tacunga, donde fue aceptado en calidad de tamborilero. Al
retor no de su efímero paso por las filas militares, su padre lo
envío a Quito a estudiar en el colegio "Mejía", para ver sí con su
traslado olvidaba la temprana vocación por las armas que le había
nacido. Pero fue inútil el intento: a finales de 1911 se alistó
nuevamente en el Ejército, esta vez en el Batallón de Reservistas,
bajo las órdenes del general Julio Andrade, y con él actuó en la
campaña que cul minaría con la batalla de Huígra.

Años más tarde, el general Julío Andrade recordaría a un joven


recluta que se le acercó en la batalla de Huígra y le preguntó:
"¿Qué puedo hacer contra el miedo?"; porque él sentía miedo y
no quería huir. Riéndose y medio en broma, el general le dijo:
"Amárrate las piernas muchacho...". El recluta se portó heroica
mente en la batalla defendiendo él solo una posición clave. Cuan do
le llevaron a curar las heridas recibidas, luego del sangriento
combate, sus compañeros vieron con sorpresa que tenía las
pier nas amarradas: era el joven Alberto Emíquez Gallo, que
cumplió "al píe de la letra" el consejo de su superior.

Para 1914 era ya subteniente, luego de aprobar el curso


respec tivo en la Escuela de Aplicación para Oficiales Inferiores, en
el ar ma de Caballería, que funcionaba donde actualmente se
levanta el edificio matriz del IESS.

En 1915 combatió contra Carlos Concha Enríquez, en


Esmeral das, en el Batallón "Babahoyo"; donde luego de su
valiente actua ción fue ascendido a teniente y, por su dedicación y
destreza, con siderado el mejor jinete del país. Cuando capitán en
1918, se le en comendó la lucha contra el cuatrerismo que
asolaba ese sector de

214 ] Carabineros: Punto de Partida ]


la costa ecuatoriana.

Separado voluntariamente del Ejército en 1920, a finales de 1921


se reincorporó al servicio activo y fue destinado al Batallón "Im
babura", de donde fue trasladado a la Escuela Militar en Quito
y posteriormente al Escuadrón "Cazadores de Los Ríos", con
sede en Babahoyo.

Como segundo comandante del Escuadrón "Cazadores de Los


Ríos", a su paso por Guayaquil el 15 de noviembre de 1922 le co
rrespondió disolver las manifestaciones y mitings callejeros
orga nizados por los obreros; donde le cupo una valerosa
actuación a pesar de haber sido herido de bala en los incidentes.
Y fue allí cuando por primera vez en su vida incumplió una
orden: ubica do en la avenida Olmedo, pese a la consigna
superior de "tirar a matar" para disolver a la enardecida
multitud, ordenó a sus tro pas solamente disparar al aire y cargar
únicamente con el sable.

El 9 de julio de 1925, Emíquez Gallo estuvo en Guayaquil


con los oficiales y jóvenes patriotas que propiciaron la
transformación política con la "Revolución Juliana". Año en el que
posteriormen te es ascendido al grado de sargento mayor y
destinado como se gundo comandante del Batallón de Caballería
"Yaguachi", en cu yo desempeño participó en la sofocación de
revueltas políticas suscitadas en Quito, Ambato y Tulcán;
viajando luego a Chile a realizar la adquisición de equinos para
el Ejército, país en el que permaneció casi olvidado por el lapso
de un año en virtud de pro blemas institucionales de carácter
económico.

Algunos años después, en 1928, es trasladado a Riobamba como


comandante del Escuadrón de Caballería "Pebres Cordero", en el
que permanece hasta 1930 cuando es ascendido a teniente coronel
y destinado como comandante del Batallón "Carchi", en cuyas
funciones durante el año 1931 gestionó y finiquitó la compra de
una hacienda en Cayambe para la conformación de la "Remonta"
del Ejército.

1 Carabineros: Punto de Partida 1 215


En 1932 es designado comandante del Regimiento de Caballe
ría "Yaguachi", elevada función militar que le aboca su
participa ción corno protagonista en la "Guerra de los Cuatro
Días", en que tras duros combates con las unidades antagonistas
finalmente re sultó triunfante. El 2 de septiembre, concluidos
los combates, Enríquez Gallo fue el encargado de proteger y dar
seguridad al cuerpo diplomático que ejercía funciones de
intermediario entre las fracciones en contienda.

Corno consecuencia de la "Guerra de los Cuatro Días", en el


país se acentuó una inestabilidad política, suscitándose en este
marco un irnpase entre el segundo comandante del Regimiento
"Yaguachi" y un senador de la República, que culminó en un de
safío a duelo. En conocimiento de esta novedad, el teniente coro
nel Enríquez decidió reemplazar personalmente a su ayudante y
se batió a duelo con el senador; evento que felizmente no tuvo
consecuencias que lamentar.

En el año 1934 el presidente Velasco lbarra había


conceptuado que el teniente coronel Enríquez Gallo significaba
un peligro pa ra su administración, por lo que ordenó su baja.
Pero luego renunció a la idea, resolviendo dominar en otra forma a
este "pe ligroso soldado"; lo cual nunca lo logró, pues Alberto
Enríquez con su permanente apego a la Constitución encontró
siempre la forma de manejar al Presidente ante sus intentos
dictatoriales. De esta circunstancia se origina la célebre frase del
doctor Velasco lbarra: "Me precipité sobre las bayonetas", corno
diría más tarde al juzgar su actuación en aquellos días.

Destituido Velasco !barra por sus afanes dictatoriales, a finales


de 1935 Enríquez Gallo propició el nombramiento presidencial
del ingeniero Federico Páez, su padrino de bautizo. En ese año fue
ascendido al grado de coronel y destinado corno comandante de
la Segunda Brigada acantonada en Riobarnba. Y reciprocando
el favor del auspicio presidencial, a finales de 1935 Federico Páez le
nombra corno ministro de Defensa Nacional, en cuya delicada
función pública realiza una fructífera labor.

216 ] Carabineros: Punto de Partida ]


General
Alberto Enríquez Gallo

Bajo el mismo régimen, en 1937 es ascendido al grado de Gene


ral de la Repú blica y continú a al frente de la cartera de Defensa,
renunciando a finales del mismo añ o por divergencias con el
in geniero Federico Páez; no obstante, el general Enríquez
continuó ejerciendo sus altas funciones a pedido del mismo Jefe
Supremo, pues le había solicitado retirara su renuncia.

A mediados de 1937 el Presidente Interino convoca a una Asam


blea Constituyente, con el muy poco camuflado propó sito de
ser ratificado en el Poder por cuatro añ os más; pero Alberto
Enríquez no le apoyó en este afán, y ante la presió n ejercida por
la oficiali dad del Ejército, el ingeniero Páez presentó su
dimisió n en el mes de octubre. En frases impublicables, Federico
Páez dijo de su ahi jado: "De niñ o me amó , de gra nde...".

Esta misma oficialidad, en virtud de las capacidades expuestas,


brillante trayectoria militar y su condició n de ser el oficial más an
tiguo del Ejército, le solicitó al general Enríquez asuma la
Jefatu ra Suprema, lo cual fue aceptado. Inmediatamente
posesionado nombra su gabinete ministerial, designando entre
sus integrantes al teniente coronel Jorge Quintana Dueñ as como
ministro de Go bierno.

La administració n de Alberto Enríquez Gallo, ejercida desde


oc tubre de 1937 hasta agosto de 1938, se convirtió en la práctica
co mo la verdadera Revolució n Juliana, pues fue mucho má s
allá que la gestada en 1925, cuando fueron puestos de
manifiesto los afanes patrió ticos y renovadores de la joven
oficialidad de las
1 Carabineros: Punto de Partida 1 217
Fuerzas Armadas. En su corto periodo de gobierno, de apenas
diez meses, transformó al país con sustanciales innovaciones.

El 4 de febrero de 1938 expidió la Ley Orgánica de las Fuerzas


de Policía, transformando a la institución policial en un ente de
carácter militar; el 12 del mismo mes aprobó la Formación de Paz
de las Fuerzas de Policía, con el carácter de Reglamento Orgáni
co; el 22 de febrero dictó la Ley de Situación Militar y Ascensos de
las Fuerzas de Policía, la primera en su género; el 28 del mismo
mes dispuso la realización de los primeros cursos de Perfecciona
miento para Oficiales; el 2 de marzo decretó la creación de la
Es cuela Militar de Carabineros, piedra angular de la
profesionaliza ción institucional; y el 8 de julio promulgó la Ley
Orgánica del Cuerpo de Carabineros, asignándole a la
Institución esta nueva denominación, con igual carácter y
estructura militar.

En el plano nacional dictó la primera Ley de Turismo, la Ley de


Monedas, la Ley de Cooperativas, la Ley de Servicio Militar Obli
gatorio en las Fuerzas Armadas, el Código de Menores y el
Códi go de Trabajo; creó el Museo y Archivo Nacional y el Consejo
Na cional de Protección Social, que luego se convertiría en el
Institu to de Seguridad Social; y expidió el Reglamento de
Instrucción Premilitar para los Estudiantes de la República.

Reunida la Asamblea Constituyente el 10 de agosto de 1938, el


general Alberto Enríquez Gallo entregó voluntariamente el
man do supremo de la República al Dr. Manuel María Barrero,
recha zando la propuesta de continuar como primer
mandatario, adu ciendo para ello que su tarea ya estaba
cumplida. Luego se insta ló en Tanicuchí, para dedicarse a la
agricultura en la hacienda de sus padres.

En 1944, habiendo asumido la jefatura suprema el Dr. Velasco


!barra, en uno de sus primeros decretos desconoció el grado de
general a don Alberto Enríquez Gallo e implementó una serie
de persecuciones a su persona, fundamentadas en la actividad
polí tica; por esta razón, en 1945 fue detenido en el penal
García Mo-

218 ] carabineros: Punto de Partida ]


reno y luego exiliado en la ciudad de Lima. Pero derrocado el
ré gimen de Velasco Ibarra, el Congreso Nacional de 1947 le
recono ció con justicia el grado que le había sido arrebatado.

Ya en la vida civil, el general Emíquez Gallo fue candidato a la


Alcaldía de Latacunga en 1947 y candidato a la Presidencia de la
República en 1948, en binomio con el Dr. Carlos Cueva
Tamariz, elecciones en las que no fue favorecido con el voto
popular; sin embargo, radicado ya en Quito para atender su
salud y estar jun to a su familia, en 1956 fue elegido Senador de la
República por la provincia de Pichincha, cargo que lo
desempeñó hasta 1960.

El general Gil Alberto Emíquez Gallo falleció en Quito el 13 de


julio de 1962, a la edad de 67 años. La historia ha reconocido con
justicia sus innegables méritos de militar y estadista; y la
institu ción policial, su indiscutible calidad de pionero y
forjador de la anhelada profesionalización.

1 Carabineros: Punto de Partida 1 219

También podría gustarte