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Confucio: pilar de la sabiduría oriental

«Postula por la lealtad y la fidelidad. No cultives la amistad con aquellos de menos valía».
Confucio.

Con motivo de la reciente publicación de Analectas, de Herder, reflexionamos acerca de la vida y la


obra de su autor, Confucio, uno de los personajes más fascinantes, influyentes y filosóficamente
remarcables de la historia del pensamiento.

Por Jaime Fernández-Blanco Inclán

K’ung Fu Tzu («maestro Kong»), más conocido por estos lares como Confucio, es uno de esos
nombres que, junto a Aristóteles, Buda y media docena de sabios más, se escriben con letras
doradas en la historia de la filosofía universal. Y es que la fama y el peso de este sabio chino son
enormes, tal como veremos en estas 10 claves que resumen su vida y su pensamiento.

1 Un filósofo influyente. Confucio fue un filósofo, moralista, estadista y pedagogo chino,


probablemente la figura intelectual (con permiso de Lao Tsé) más famosa del gigante asiático. El
pensamiento de Confucio ha sido el responsable de moldear la cultura del pueblo chino durante
los últimos dos milenios, siendo una fuerza dominante en casi todos los estratos de la sociedad
que se nos puedan ocurrir: las artes, la política, la religión, la moral, las costumbres, la
organización social, la educación, etc. No es de extrañar, por tanto, que su fama sea inmensa.

El culto a la figura de Confucio comienza pocos siglos después de su muerte. De hecho, para el
siglo I ya ostentaba grandes honores y se le atribuían títulos como «Maestro supremo» y «Gran
perfección». Durante las siguientes centurias afianzaría su posición como la más grande figura
cultural del país, y aún hoy sigue siendo para buena parte de Asia la encarnación de la sabiduría y
el conocimiento por encima de cualquier otro nombre.

2 Un pensamiento para una época. La época que le tocó vivir a Confucio fue terriblemente
convulsa. Vivió durante el reinado de la dinastía Zhou, el más largo de la historia del país, sujeto a
graves problemas políticos. Durante el conocido como Periodo de primavera y otoño y de los
Estados combatientes, la corrupción y la decadencia redujeron tremendamente el poder del
monarca, de manera que su dominio era meramente simbólico sobre unos ducados que, en la
práctica, se comportaban casi como ciudades-estado independientes y en permanente conflicto
con sus vecinos.

No obstante, esta época fue también brillante a nivel intelectual, especialmente para la clase
aristocrática. Y es que Confucio nació en una familia noble —aunque en horas bajas— de la región
de Lu (actual provincia de Shandong) en el 551 a. C., lo que le permitió recibir una buena
educación que lo encaminó para hacerse maestro.
Ya con 30 años, Confucio se había ganado fama como ilustre pensador. Fundó una escuela que
rápidamente se haría famosa entre las élites aristocráticas, donde trató de formar hombres cultos,
íntegros y leales, que pudieran ser útiles para la sociedad llegado el momento. Tres mil discípulos
pasaron por allí, de los cuales más de setenta se encuentran entre los grandes pensadores de la
historia china.

El éxito de Confucio no se limitaba a la enseñanza, sino también a la gestión estatal. A lo largo de


su vida ocupó diversos cargos como magistrado, ministro y gobernador. Sin embargo, tras verse
envuelto en peligrosas conjuras políticas y ver cómo los dirigentes se alejaban de la senda virtuosa
que él consideraba imprescindible para ser un buen gobernante, se exilió. Vagó durante más de
doce años por toda China, ofreciéndose como asesor y buscando a algún señor que reuniera las
condiciones para implementar debidamente sus ideas. Al final de su vida volvió a Lu, donde se
dedicaría a enseñar y estudiar los clásicos hasta su muerte el 479 a. C., a los 73 años.

«El caballero se exige a sí mismo, el hombre vulgar exige a los demás». Confucio, Analectas

3 Filosofía universal. La filosofía de Confucio se denomina confucianismo y tiene su origen tanto


en las enseñanzas del maestro como en el desarrollo de las mismas que han hecho sus discípulos a
lo largo de la historia.

El objetivo de su filosofía es crear un pensamiento universal que sea válido para todo el mundo.
Pese a vivir en una época con diferencias muy marcadas entre las distintas clases sociales,
Confucio no consideraba que el conocimiento o la ética tuvieran que ser diferentes para cada
persona, ya fuera esta rica o pobre, poderosa o indefensa, adulta o joven. Trató de forjar una
visión que fuera práctica e idéntica para todo el mundo, pues, a fin de cuentas, todos necesitamos
de una estructura para poder desenvolvernos en la vida, conocer qué es el bien y el mal,
comprender cuáles son los valores que han de regir nuestros pasos y cuáles las virtudes que
debemos cultivar.

4 Vida virtuosa. La ética es el punto clave de la filosofía de Confucio, ya que fue a la que más
importancia prestó. Cuestiones como la naturaleza divina o la metafísica le preocupaban en menor
medida, ya que consideraba que eran menos útiles de cara a la vida diaria y al funcionamiento de
las sociedades. Eso no impidió que prestase una enorme importancia a los ritos y tradiciones,
principalmente por el efecto que estos pueden tener en la sociedad.

Confucio se esfuerza para lograr el orden social y político, enseñando las reglas morales que los
hombres han de tener para que este se produzca. De esta manera, ideó una ética basada en la
virtud, destacando principalmente la benevolencia (el amor al prójimo), la reciprocidad (dar uno lo
que recibe), la sabiduría, la sinceridad, la justicia (conocer el bien y el mal), el orden, el respeto a
los demás y el cultivo del esfuerzo personal.

Consideraba que todas estas virtudes eran necesarias no solo para alcanzar nuestra propia
felicidad, sino especialmente para lograr la paz. Creía firmemente que si todo el mundo se
esforzara en ser mejor, el mundo también lo sería, de manera que luchó durante la mayor parte
de su vida para promover ese espíritu de excelencia y mejora constante.

«Si tus palabras son leales y sinceras y tus actuaciones consecuentes y respetuosas, podrás ser
aceptado incluso en los países bárbaros. Pero si tus palabras no son leales ni sinceras y tus
actuaciones no son consecuentes ni respetuosas, podrás ser rechazado incluso en tu pueblo natal.
Ten presentes estas máximas de conducta como si estuvieran escritas en un lienzo de lemas o en
el yugo de tu carruaje. Así podrás ir donde quieras sin problemas». Respuesta de Confucio a la
pregunta de cómo hay que actuar para ser aceptado por los demás, Analectas

5 Claves del buen gobierno. En lo que a sociopolítica se refiere, Confucio se posiciona en favor de
los ritos tradicionales, respetando además los valores y las virtudes que denomina «naturales».

El estado ideal para Confucio es aquel que mejora la vida de sus ciudadanos y es capaz de atraer
con su prosperidad, seguridad, proyección y fortaleza a los ciudadanos de países vecinos. Aquel
que coloca al frente de las diferentes labores de gobierno a los individuos mejor preparados y que
hacen gala de mayor honradez, fiabilidad y competencia, pues serán los que mejor sirvan al
pueblo.

Por otra parte, nada de eso sirve si no va acompañado de una buena educación, por lo que el
estado ideal ha de conseguir poner el conocimiento a disposición de todos los estratos sociales.

6 La familia y el estado. Para Confucio la familia tiene una importancia vital en la organización de
la sociedad, hasta el punto de que esta representa la unidad fundamental. La familia permanece
unida, vive unida y se cuida unida. No se trata únicamente del deber de los padres para con los
hijos, sino también al contrario, del deber de los hijos para con sus progenitores. De hecho, la
piedad filial, la cual está muy presente todavía en la sociedad china, es un deber ineludible para el
confucianismo: los hijos deben cuidar de sus mayores, respetarlos y honrarlos incluso después de
haber fallecido.

El estado, por su parte, mantiene esa misma sintonía con sus ciudadanos. El rey, proclamado por
el cielo, tiene el deber de velar por su pueblo de la misma manera que el padre debe cuidar de sus
hijos. De esta manera, el monarca es quien ha de proveer a su gente de paz, prosperidad y
seguridad, creando las condiciones para que sus súbditos puedan desarrollar su vida libremente de
la mejor manera posible. Además, ha de mostrarse ante ellos como un ejemplo de perfección a
imitar, siendo un modelo de prudencia, templanza, benevolencia y humildad.

«El que carece de sentimiento de benevolencia no podrá soportar durante mucho tiempo la
escasez ni la felicidad. El hombre virtuoso disfruta sosegado de su benevolencia y el hombre sabio
la aprovecha para el bien». Confucio, Analectas

7 ¿Realidad o mito? Al igual que ocurre con Lao Tsé, el fundador del taoísmo, la personalidad de
Confucio se difumina entre la realidad y la leyenda. La mayoría de lo que sabemos sobre su vida es
en base a los testimonios y escritos que nos dejaron sus discípulos, lo mismo que ocurre con sus
sentencias y reflexiones. Un misterio que, sin duda, también ha ayudado a expandir las tesis de
nuestro protagonista, al convertirlo en una figura de culto cuyo pensamiento terminaría atrayendo
a millones de personas de todo el mundo, deseosas de conocer más de cerca las teorías del mito.

Analectas, de Confucio, en versión manga (La otra h).

8 Obras de referencia. Hay cuatro libros considerados clásicos para el confucianismo: el Gran
saber, la Doctrina de la medianía, las Analectas de Confucio y las Analectas de Mencio (uno de los
más destacados continuadores del confucianismo). Sin embargo, la filosofía de Confucio no se
puede separar de los conocidos como Cinco Clásicos, que son los cinco libros de referencia de la
cultura china antigua que el mismo Confucio se encargó de analizar, estudiar y enseñar a lo largo
de los años: El libro de las mutaciones (Yìjīng o I-Ching), El libro de la historia (Shūjīng), El libro de
la poesía (Shījīng), El libro de los ritos (Lǐjīng) y los Anales de primavera y otoño (Chūnqiū).

De entre todos ellos, quizá el más famoso y influyente sean sus Analectas, una recopilación de
citas y enseñanzas del filósofo que llevaron a cabo sus discípulos, que ha tenido un papel inmenso
en el desarrollo cultural de buena parte del continente asiático.

9 Una figura de ida y vuelta. Como hemos dicho, durante más de dos mil años el confucianismo ha
sido la piedra angular de la cultura china, enseñándose desde la más tierna infancia y
desarrollándose durante prácticamente toda la vida. Tanto es así que antaño era casi impensable
encontrar a alguien en China de cierta categoría intelectual que no conociera al dedillo el
pensamiento de Confucio.

Pero al estar asociado al pensamiento tradicional y totalmente enraizado en la sociedad, el


confucianismo fue declarado enemigo por la revolución comunista, que buscaba que su doctrina
fuera la única para moldear el pensamiento de la nación y poder triunfar. De esa manera, ya desde
antes de que Mao Zedong alcanzara el poder en la futura República Popular, se promovió la
identificación de Confucio con el régimen anterior de Chiang Kai-shek mediante una intensa labor
propagandística, y se desarrolló una persecución para borrar el confucianismo de la mente de los
chinos: ataques a templos, destrucción de obras y simbología, reinterpretación histórica,
detenciones masivas, etc. Se trataba de hacer desaparecer el pensamiento del sabio, que para ser
despojado de su fama fue tildado de mero profesor de «niños ricos».

Sin embargo, actualmente la situación parece estar cambiando y Pekín apuesta ahora por
promover y recordar el pensamiento de Confucio (con ciertas reservas) como parte indispensable
del armazón sobre el que está construida la nación china.

«Alguien preguntó: ¿Qué os parece pagar el rencor con bondad? Y el Maestro respondió: ¿Y con
qué se pagaría entonces la bondad? Hay que pagar el odio con justicia y la bondad con bondad».
Confucio, Analectas

10 Motivo de peregrinación. En la ciudad de Qufu, en la provincia china de Shandong (el antaño


estado de Lu), se encuentra el conocido como «Kong lin», el cementerio de los Kong, donde se
encuentra la tumba de Confucio y la de muchos de sus familiares y discípulos.

El gigantesco cementerio, que ocupa más de 200 hectáreas y tiene nada menos que 20.000
árboles (la mayoría plantados por seguidores de Confucio), es un lugar de reposo, esparcimiento y
peregrinación, donde los restos de los grandes nombres del confucianismo conviven con los
turistas y los animales silvestres que allí habitan.

En las inmediaciones del cementerio se encuentran también el Templo de Confucio, dedicado al


pensador, y la Mansión Kong, hogar histórico de su familia. Los tres enclaves, juntos, forman el
famoso «San Kong», conjunto histórico artístico que fue declarado Patrimonio de la Humanidad
por la UNESCO en 1994.

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