Es una anemia hemolítica en el feto (o el neonato, como eritroblastosis neonatal)
causada por la transmisión transplacentaria de anticuerpos maternos contra los eritrocitos fetales. El trastorno en general se produce por la incompatibilidad entre la sangre materna y la fetal, a menudo por antígenos Rho (D). El diagnostico comienza con el cribado prenatal de antígenos y anticuerpos maternos y puede requerir un cribado paterno, la evaluación sería de títulos de anticuerpos maternos y estudios fetales. El tratamiento puede implicar una transfusión fetal intrauterina o una exanguinotransfusión neonatal. La eritoblastosis fetal resulta de una incompatibilidad Rho (D), que puede aparecer cuando una mujer con sangre Rh negativa está embarazada de un hombre Rh positivo y concibe un feto con sangre Rh positiva, lo que a veces produce hemólisis. Síntomas: Antes de que nazca el bebé puede ocurrir: ritmo cardiaco acelerado, órganos de tamaño mayor al normal, como el corazón, el hígado o el bazo, inflamación del cuerpo del bebé. Después de que nazca él bebe: palidez debido a la anemia, ictericia, pequeños puntos de color rojo o café, inflamación del cuerpo del bebé y dificultad para respirar. Como se diagnostica la eritroblastosis fetal: Los médicos necesitaran saber si ha estado embarazada antes, si ha tenido algún aborto planeado o espontáneo, o alguna transfusión de sangre. Usted o su bebé podrían necesitar cualquiera de los siguientes exámenes: los análisis de sangre, amniocentesis, ultrasonido. Tratamiento: antes de que nazca el bebé se puede hacer transfusiones de sangre, que pueden administrarse al bebé a través del cordón umbilical. El parto prematuro significa que el bebé podría necesitar nacer antes de lo esperado. Luego de que nazca el bebé se realiza fototerapia, se usa una luz para cambiar la bilirrubina a un tipo que el cuerpo del recién nacido pueda eliminar. Se colocaran una o más luces encima del bebé. Se lo acostara boca arriba para que absorba la mayor cantidad posible de luz. Inmunoglobulina, es un medicamento que ayuda a que sus anticuerpos no dañen los glóbulos rojos del bebé. Es posible que con este tratamiento se evite la necesidad de hacer una exanguinotransfusión La eritroblastosis fetal es una afección que hace que los glóbulos rojos de su bebe por nacer se descompongan. Esto podría provocar anemia grave (baja cantidad de glóbulos rojos). Cuando el bebé tiene anemia, los glóbulos rojos no llevan suficiente oxígeno a su cuerpo. Enfermedad de Graves Es un trastorno del sistema inmunitario que da lugar a la sobreproducción de hormonas tiroideas (hipertiroidismo). Si ben una serie de trastornos puede dar lugar al hipertiroidismo, la enfermedad de Graves es una causa frecuente. Las hormonas tiroideas afectan muchos sistemas orgánicos, por lo que los signos y síntomas de la enfermedad de Graves pueden ser muy variados. Algunos de los síntomas de esta enfermedad son: Ansiedad e irritabilidad, temblor leve en las manos o los dedos, sensibilidad al calor y aumento en la sudoración, piel caliente y húmeda, pérdida de peso, dilatación de la glándula tiroides, cambio en los ciclos menstruales(en caso de mujeres), defecaciones frecuentes, piel gruesa y roja, latidos del corazón irregulares o acelerados. Para diagnosticar la enfermedad de Graves el médico puede realizar una exploración física para verificar los signos y síntomas de la afección. Puede ordenar pruebas, incluidas: análisis de sangre, captación de yodo radioactivo, ecografía y prueba por imágenes. Tratamiento: los objetivos del tratamiento de la enfermedad de Graves son detener la producción de hormonas tiroideas y bloquear el efecto de las hormonas en el organismo. Entre estos tratamientos se incluye: Terapia con yodo radioactivo (consiste en tomar yodo radioactivo por vía oral, como la tiroides necesita yodo para producir hormonas, capta el yodo radiactivo hacia el interior de las células tiroideas y con el tiempo, la radiación destruye las células tiroideas hiperactivas) Medicamento antitiroideo (afectan al uso de yodo por parte de la tiroides para producir hormonas. Cuando el medicamento se utiliza solo sin otros tratamientos, puede producirse una recaída del hipertiroidismo en un momento posterior. Betabloqueadores (no inhiben la producción de hormonas tiroideas, pero si bloquean el efecto de las hormonas en el organismo. Pueden aliviar relativamente rápido los latidos del corazón irregulares, los temblores, la ansiedad o la irritabilidad, la intolerancia al calor, la sudoración, la diarrea y la debilidad muscular. Si bien no son patologías asociadas pero las complicaciones de la enfermedad de Graves puede provocar problemas durante el embarazo (aborto espontáneo, parto prematuro, disfunción tiroidea fetal, crecimiento fetal deficiente) también puede provocar trastornos cardiacos (cambios en la estructura y función de los músculos del corazón, incapacidad del corazón para bombear suficiente sangre al cuerpo), crisis tiroideas y huesos frágiles (osteoporosis). Síndrome de Guillain-Barré El síndrome de Guillain-Barré es un trastorno poco frecuente en el cual el sistema inmunitario del organismo ataca los nervios. Los primeros síntomas suelen ser debilidad y hormigueo en las extremidades. Estas sensaciones pueden propagarse rápidamente y, con el tiempo, paralizar todo el cuerpo. La forma más grave del síndrome de Guillain-Barré se considera una emergencia médica. La mayoría de las personas con esta afección deben ser hospitalizadas para recibir tratamiento. El síndrome de Guillain-Barré suele empezar con un hormigueo y debilidad que comienza en los pies y las piernas, y luego se difunde a la parte superior del cuerpo y los brazos. En aproximadamente 10 % de las personas con el trastorno, los síntomas comienzan en los brazos o en la cara. A medida que el síndrome de Guillain-Barré avanza, la debilidad muscular puede evolucionar a una parálisis. Los signos y los síntomas del síndrome de Guillain-Barré pueden incluir: Sensaciones de hormigueo en los dedos de las manos, los pies, los tobillos o las muñecas Debilidad en las piernas que se extiende a la parte superior del cuerpo Marcha inestable o incapacidad para caminar o subir escaleras Dificultad con los movimientos faciales, incluido hablar, masticar o tragar Visión doble o incapacidad para mover los ojos Dolor fuerte, que puede ser un dolor sordo, lancinante o como un calambre, y que puede empeorar en la noche Dificultad para controlar la vejiga o la función intestinal Frecuencia cardíaca acelerada Presión arterial alta o baja Dificultad para respirar Las personas con el síndrome de Guillain-Barré generalmente experimentan su debilidad más significativa en un plazo de dos semanas después de que comienzan los síntomas. El síndrome de Guillain-Barré puede ser difícil de diagnosticar en las primeras etapas. Sus signos y síntomas son similares a los de otros trastornos neurológicos y pueden variar de persona a persona. Es probable que tu médico comience con los antecedentes médicos y una exploración física completa. El médico puede recomendar lo siguiente: Punción lumbar. Se extrae una pequeña cantidad de líquido del canal espinal en la espalda lumbar. Ese líquido se analiza para detectar un tipo de cambio que con frecuencia ocurre en las personas que tienen síndrome de Guillain-Barré. Electromiografía. Los electrodos de aguja delgada se insertan en los músculos que el médico desea analizar. Los electrodos miden la actividad nerviosa en los músculos. Estudios de conducción nerviosa. Los electrodos se adhieren a la piel por encima de los nervios. Se pasa un pequeño choque a través del nervio para medir la velocidad de las señales nerviosas. El síndrome de Guillain-Barré no tiene cura. Pero dos tipos de tratamientos pueden acelerar la recuperación y reducir la gravedad de la enfermedad: Intercambio de plasma (plasmaféresis). La porción líquida de parte de la sangre (plasma) se extrae y se separa de las células sanguíneas. Luego, las células sanguíneas se vuelven a colocar en el cuerpo, el cual produce más plasma para compensar lo que se extrajo. La plasmaféresis puede funcionar liberando al plasma de ciertos anticuerpos que contribuyen al ataque del sistema inmunitario a los nervios periféricos. Terapia de inmunoglobulina. La inmunoglobulina que contiene anticuerpos sanos de donantes de sangre se administra a través de una vena (por vía endovenosa). Las dosis altas de inmunoglobulina pueden bloquear los anticuerpos perjudiciales que podrían contribuir al síndrome de Guillain-Barré. Estos tratamientos son igualmente eficaces. Combinarlos o administrar un tratamiento tras otro no es más eficaz que usar cualquiera de los dos métodos por separado. También es probable que te administren medicamentos para lo siguiente: Aliviar el dolor, que puede ser intenso Prevenir los coágulos sanguíneos, que se pueden desarrollar mientras estás inmóvil Artritis Reumatoide Es una forma de artritis que causa dolor, inflamación, rigidez y pérdida de la función de las articulaciones. Puede afectar cualquier articulación, pero es común en las muñecas y los dedos. Más mujeres que hombres padecen artritis reumatoide. Suele comenzar en la edad mediana y es más común entre los adultos mayores, se puede padecer la enfermedad por un corto periodo o los síntomas pueden aparecer y desaparecer, la forma severa puede durar toda la vida. La artritis reumatoide puede afectar otras partes del cuerpo además de las articulaciones, como los ojos, la boca y los pulmones. Está es una enfermedad autoinmune lo que significa que la artritis es el resultado de un ataque de su sistema inmunitario a sus propios tejidos. Los síntomas de la artritis reumatoide pueden incluir los siguientes: Articulaciones sensibles, calientes e hinchadas Rigidez articular que generalmente empeora por las mañanas y después de la inactividad. Cansancio, fiebre y pérdida del apetito. En sus inicios, la artritis reumatoide tiende a afectar primero las articulaciones más pequeñas, especialmente las que unen los dedos de las manos con las manos y os dedos de los pies con los pies. A medida que avanza la enfermedad, los síntomas suelen extenderse a las muñecas, las rodillas, los tobillos, los codos, la cadera y los hombros. En algunos de los casos, los síntomas se producen en las mismas articulaciones en ambos lados del cuerpo. La artritis reumatoide puede ser difícil de diagnosticar en las etapas tempranas, debido a que los signos y síntomas tempranos son similares a los de muchas otras enfermedades. No hay un análisis de sangre o hallazgo físico para confirmar el diagnóstico. Durante la exploración física, el médico revisara las articulaciones para detectar hinchazón, enrojecimiento y temperatura. El médico también puede evaluar tus reflejos y fuerza muscular. También sirven los análisis de sangre y pruebas de diagnóstico por imágenes. Tratamiento: la artritis reumatoide no tiene cura. Pero los estudios clínicos indican que la remisión de los síntomas es más probable cuando el tratamiento comienza temprano con medicamentos conocidos como medicamentos antirreumáticos modificadores de la enfermedad. Medicamentos: el tipo de medicamento dependerá de la gravedad de los síntomas y del tiempo que se haya tenido artritis reumatoide. (Medicamento antiinflamatorio no esteroideos, esteroides, medicamentos antirreumáticos modificadores de la enfermedad convencional, agente biológica y medicamentos antirreumáticos modificadores de la enfermedad sintética y con diana específica. La artritis reumatoide aumenta el riesgo de desarrollar osteoporosis, nódulos reumatoides, sequedad en los ojos y la boca, infecciones, composición anormal del cuerpo, síndrome del túnel carpiano, problemas cardíacos y enfermedad pulmonar. Fibromialgia Es una afección en el cual una persona tiene dolor prolongado que se propaga por todo el cuerpo. El dolor casi siempre está relacionado con fatiga, problemas de sueño, dificultad de concentración, dolores de cabeza, depresión y ansiedad. Las personas con fibromialgia también pueden tener sensibilidad en las articulaciones, los músculos, los tendones y otros tejidos blandos. Según investigadores, la fibromialgia se debe a un problema con la manera en la que el sistema nervioso central procesa el dolor. Los síntomas comunes de la fibromialgia incluyen: dolor y rigidez en todo el cuerpo, fatiga y cansancio, problemas con el pensamiento, memoria y concentración, depresión y ansiedad, dolores de cabeza. Síndrome del intestino irritable, adormecimiento u hormigueo en manos y pies, dolor en el rostro o mandíbula y problemas para dormir. La fibromialgia puede ser difícil de diagnosticar, en algunas ocasiones se necesita ver a varios profesionales de la salud para obtener un diagnóstico. Una causa de esto es que no existe una prueba específica para ella, y sus principales síntomas, como el dolor y la fatiga, son comunes en muchas otras afecciones. Se debe descartar otras causas de los síntomas antes de hacer un diagnóstico de fibromialgia. A esto se le llama diagnóstico diferencial. Para hacer un diagnóstico se puede utilizar: La historia clínica, examen físico, radiografías o análisis de sangre. Tratamiento No todos los profesionales de la salud conocen en detalle la fibromialgia y su tratamiento. Se debe ver a un doctor o equipos médicos especialistas en el tratamiento de fibromialgia. Se trata con una combinación de terapias, las que pueden incluir medicamentos, cambios de estilos de vida, terapia conversacional y tratamientos complementarios. En la exploración física, el médico identifica dolor a la presión en unos puntos determinados del cuerpo, cuando los puntos dolorosos son más de 11 de los 18 señalados en una persona con dolor generalizado, se puede hacer el diagnóstico de fibromialgia. Otra alteración es la mayor facilidad para el enrojecimiento de la piel al presionar con la mano en cualquier lugar del cuerpo. En general, los tratamientos para la fibromialgia consisten en medicamentos y estrategias de cuidado personal. Se hace hincapié en minimizar los síntomas y en mejorar el estado de salud general. No hay un solo tratamiento que funcione para todos los síntomas, pero intentar varias estrategias terapéuticas puede tener un efecto acumulativo. Los medicamentos pueden ayudar a reducir el dolor de la fibromialgia. Los medicamentos utilizados en el tratamiento de la fibromialgia suelen ser los antidepresivos, como la amitriptilina o duloxetina; relajantes musculares como la ciclobenzaprina; y neuromoduladores, como la gabapentina, los cuales deberán ser prescritos por el médico. Los antidepresivos son indicados para el tratamiento de la fibromialgia, pues actúan directamente en el cerebro regulando sustancias importantes para su funcionamiento, como la serotonina, noradrenalina y dopamina, mejorando así el dolor, la fatiga y el sueño, además de aumentar el estado de ánimo. El relajante muscular se usa en la fibromialgia para disminuir la rigidez de los músculos, los cuales se endurecen y causan dolor en todo el cuerpo, además de mejorar el sueño. En este caso, la ciclobenzaprina es el relajante muscular indicado por el médico y las dosis recomendadas son de 1 a 4 mg por la noche y la duración del tratamiento debe ser de 2 a 3 semanas. Los antiparkinsonianos, que son fármacos para el tratamiento del Parkinson, como pramipexol, también están indicados para reducir el dolor de la fibromialgia y mejorar el sueño. La dosis inicial recomendada es de 0,375 mg al día, pudiendo aumentarse gradualmente hasta un máximo de 1,50 mg al día. Se recomiendan analgésicos simples como paracetamol y opioides como el tramadol para mejorar el dolor de la fibromialgia. Estos analgésicos se pueden tomar solos o se pueden combinar para un mejor alivio del dolor, ya que actúan en diferentes etapas involucradas en el dolor. Las dosis de estos medicamentos deben ser orientadas por el médico y el tramadol solo se vende con la presentación de una receta médica. Los neuromoduladores actúan directamente en el sistema nervioso, regulando las vías responsables por el dolor, disminuyendo eficazmente el dolor causado por la fibromialgia Trastornos psiquiátricos y fibromialgia Depresión y ansiedad son patologías de alta prevalencia en la actualidad a las cuales se asocia una elevada predisposición en presencia de fibromialgia. Normalmente, los tratamientos para la fibromialgia están enfocados a aliviar el dolor, mejorar la calidad del sueño y la capacidad física pero lamentablemente no siempre se tiene en cuenta encontrar el bienestar psicológico del paciente. La ansiedad es una respuesta ante determinadas situaciones del día a día que se manifiesta como una sensación de malestar e inquietud y suele acompañarse de un estado de ánimo negativo que nos dificulta enfrentarnos a los contratiempos cotidianos, está sensación de malestar se acentúa ante la presencia de los síntomas de la fibromialgia. Fibromialgia y depresión Los pacientes con fibromialgia que desarrollan depresión suelen presentar sintomatología a distintos niveles, es normal que se sienta más triste e incluso desesperada tanto para enfrentarse al día a día como para la visión de futuro. También se pueden experimentar síntomas a nivel físico como la astenia, alteraciones digestivas, pérdida de deseo sexual, pérdida de equilibrio. Fibromialgia y ansiedad La ansiedad en pacientes que sufren fibromialgia puede presentarse como una ansiedad generalizada o como ataques de pánico. Estas crisis pueden presentarse de forma espontánea o abrupta y tienen una duración indeterminada. Las afecciones digestivas agravan el cuadro clínico del paciente que sufre fibromialgia complicando todavía más su calidad de vida. Entre las enfermedades más comunes de estos pacientes encontramos: La dispepsia funcional Estreñimiento Síndrome del intestino irritable Reflujo gastroesofágico Litiasis vesicular Fibromialgia y problemas oculares La fibromialgia afecta el sistema nervioso del paciente, y por este motivo pueden padecer problemas relacionados con la vista. La fibromialgia a veces coexiste con otras afecciones, como: síndrome de colon irritable, síndrome de fatiga crónica, migraña y otros tipos de dolores de cabeza, cistitis intersticial o síndrome de vejiga dolorosa, trastornos de la articulación temporomandibular, ansiedad y depresión. Esclerodermia También conocida como esclerosis sistémica, es un grupo de enfermedades raras que implican endurecimiento y tirantez de la piel. También puede causar problemas en los vasos sanguíneos, los órganos internos y el tracto digestivo. Suele categorizarse como limitada o difusa, lo que hace referencia al grado de afectación de la piel. Ambos tipos pueden incluir cualquiera de los otros problemas vasculares o en los órganos. La esclerodermia localizada, también conocida como morfea, solo afecta la piel. A grandes rasgos, se identifican varios tipos de esclerodermia: Esclerodermia localizada: afecta solo la piel, aunque se puede extender a huesos, articulaciones y músculos. Esclerodermia sistémica: la enfermedad afecta a órganos internos y, según la extensión menor o mayor de la piel afectada, suele distinguirse entre: esclerodermia sistémica limitada (menor afectación) y esclerodermia sistémica difusa (mayor afectación) Esclerodermia sin esclerodermia: la enfermedad recibe este nombre porque no hay afectación cutánea, aunque si de órganos internos. Los síntomas de la esclerodermia varían en función de cada paciente, pero hay manifestaciones generales comunes como: Cansancio o falta de energía Artralgias (dolor de articulaciones) con o sin inflamación Mialgias (dolores musculares) con o sin pérdida de fuerza Hinchazón de manos Pérdida de peso Otros síntomas que pueden aparecer son: manifestaciones cutáneas (endurecimiento de la piel, cambios en la pigmentación, depósitos de calcio, arañas vasculares), fenómeno de Raynaud (cambio de coloración de los dedos de manos y pies debidos al frío o al estrés. El diagnostico se realiza en aquellos pacientes con un cuadro de dolor osteomuscular generalizado, de varios meses de evolución en los que se han excluido otras posibles causas del mismo. No existe ningún tratamiento que frene la esclerodermia pero sí que alivie los síntomas. Diversos tratamientos que frenan la progresión de otras enfermedades del tejido conectivo muestran aquí una eficacia muy limitada, como los corticoides, que si bien pueden mejorar los síntomas de rigidez, se asocian a una mayor frecuencia de crisis renales esclerodérmicas por lo que no se recomienda su uso salvo circunstancias muy concretas. Se puede intentar utilizar tratamientos con medicinas inmunosupresoras (ciclofosfamida y otras) cuando haya mucha actividad inflamatoria, generalmente al comienzo de la enfermedad, y con medicinas que enlentezcan la progresión de la fibrosis (d-penicilamina). Para el reflujo gastroesofágico deben usarse medidas higiénico-dietéticas y tratamiento con medicinas que reduzcan la producción de ácido en el estómago (por ejemplo omeprazol). Si se desarrolla hipertensión pulmonar hay indicación de anticoagulación y de utilización de un medicamento llamado bosentán, siendo necesarios los diuréticos en muchas ocasiones. Afectación de órganos internos como: Pulmones: muy habitual, ya sea en forma de fibrosis pulmonar o hipertensión arterial. Aparato digestivo: desde problemas de deglución, reflujo, ardor o estreñimiento hasta diarrea, incontinencia urinaria o pérdida de peso. Corazón: puede provocar taquicardias o arritmias, entre otras alteraciones cardíacas. Riñones: suele causar hipertensión arterial y es una de las afectaciones más graves. Infecciones frecuentes: dadas por la alteración del sistema inmune (neumonías, gastroenteritis, cistitis…). Síntomas psiquiátricos: problemas para conciliar el sueño, depresión y trastornos de ansiedad. Esclerosis Múltiple La esclerosis múltiple es una enfermedad del cerebro y la médula espinal (sistema nervioso central) que puede provocar discapacidad. Con la esclerosis múltiple, el sistema inmunitario ataca la vaina protectora (mielina) que recubre las fibras nerviosas y causa problemas de comunicación entre el cerebro y el resto del cuerpo. Con el tiempo, la enfermedad puede causar el deterioro o daño permanente de los nervios. Los síntomas más frecuentes incluyen: Cansancio y debilidad excesiva. Falta de equilibrio y coordinación: Vértigos, mareos, inestabilidad en las extremidades que pueden dificultar la marcha. Dificultades para hablar y comer: Cambios en el ritmo del lenguaje, arrastrar las palabras o hablar de forma lenta y difícil de entender. Problemas para masticar y tragar. Alteraciones de la vista: Visión borrosa, visión doble, movimientos oculares rápidos e involuntarios. La pérdida de visión total no es muy frecuente. Temblores y rigidez. Problemas de vejiga e intestinales: Necesidad de orinar frecuentemente y con urgencia, estreñimiento. A veces, incontinencia con escape de heces y orina. Alteraciones de la sensibilidad: Hormigueo, sensación de quemazón, dolor muscular, sensibilidad al calor. El aumento de la temperatura (fiebre, baños calientes o la exposición al sol) provoca un empeoramiento de los síntomas. Alteraciones en la sexualidad: impotencia, disminución de la excitación, pérdida de la sensación placentera. Dificultad para pensar y memorizar: Problemas de memoria a corto plazo, falta de concentración, falta de la capacidad de comprender y dificultad para resolver problemas. No hay pruebas específicas para la esclerosis múltiple. En su lugar, el diagnóstico de esclerosis múltiple se basa en descartar otras enfermedades que pueden producir signos y síntomas similares, lo que se denomina "diagnóstico diferencial". Es probable que el médico comience con una revisión exhaustiva de los antecedentes médicos y un examen físico. El médico puede recomendar lo siguiente: Análisis de sangre, para ayudar a descartar otras enfermedades con síntomas similares a los de la esclerosis múltiple. En la actualidad, se están desarrollando pruebas para buscar biomarcadores específicos asociados con la esclerosis múltiple, que pueden ayudar a diagnosticar la enfermedad. Punción lumbar, en la que se extrae una pequeña muestra de líquido cefalorraquídeo del canal espinal para su análisis en el laboratorio. Esta muestra puede indicar anomalías en los anticuerpos que están asociadas con la esclerosis múltiple. La punción lumbar también ayuda a descartar infecciones y otras enfermedades con síntomas parecidos a los de la esclerosis múltiple. Resonancia magnética, que puede revelar zonas de esclerosis múltiple (lesiones) en el cerebro y la médula espinal. Es posible que recibas una inyección intravenosa con un material de contraste para resaltar las lesiones que indican que tu enfermedad está en una fase activa. Pruebas de potenciales provocados, que registran las señales eléctricas producidas por el sistema nervioso en respuesta a determinados estímulos. Una prueba de potencial evocado puede utilizar estímulos visuales o eléctricos. En estas pruebas, se observa un patrón visual en movimiento, o se aplican impulsos eléctricos cortos a los nervios de las piernas o los brazos. Los electrodos miden la rapidez con la que se transmite la información por las vías nerviosas. En la mayoría de los casos de personas con esclerosis múltiple recurrente-remitente, el diagnóstico es bastante simple y se basa en un patrón de síntomas consistente con la enfermedad y confirmado mediante diagnóstico por imágenes del cerebro, como las resonancias magnéticas. En personas con síntomas inusuales o una enfermedad progresiva, puede ser más difícil diagnosticar la esclerosis múltiple. En estos casos, tal vez sea necesario realizar más pruebas con análisis de líquido cefalorraquídeo, potenciales provocados e imágenes adicionales. En este momento no existe un tratamiento que sea capaz de curar la esclerosis múltiple, por lo que los objetivos son frenar el progreso de la misma y aliviar los síntomas y sus complicaciones, para lo cual a día de hoy se cuenta con diversos fármacos que pueden modificar favorablemente el curso de la enfermedad, lo que ha permitido que un gran número de pacientes lleve conviviendo casi dos décadas con la esclerosis sin presentar discapacidad importante. Para los brotes leves se administrarán corticoides por vía oral, y para los brotes con intensidad suficiente como para alterar las actividades de la vida diaria del paciente, se administrarán corticoides por vía intravenosa durante 3-7 días. Hay que destacar que estas medidas solo son eficaces para los síntomas del brote agudo, pero que no disminuyen el número de brotes. Los fármacos existentes para la esclerosis múltiple son los siguientes: Acetato de glatiramer: se administra de forma subcutánea diariamente y se logra disminuir en un 30% el número de brotes. Destacan las reacciones locales a la inyección como efectos secundarios. Interferón beta (1ª y 1b): también logra disminuir en un 30% el número de brotes en los pacientes con forma recurrente-remitente. Se puede administrar de forma intravenosa, subcutánea o intramuscular, y sus efectos secundarios más frecuentes son los cutáneos, y un cuadro parecido al de la gripe, en relación con la inyección. También hay que vigilar los niveles de enzimas hepáticas para controlar un posible daño hepático. Ocrelizumab: este fármaco (Ocrevus) es la única terapia modificadora de la enfermedad aprobada por la UE y la FDA para tratar esclerosis múltiple recurrente y remitente y formas primarias progresivas de la enfermedad. Se trata de un anticuerpo de inmunoglobulina humanizado que se administra por infusión intravenosa, y que ha demostrado su eficacia en ensayos clínicos para disminuir la tasa de recaídas de la esclerosis recurrente y frenar el progreso de la discapacidad en ambas formas de la enfermedad. Entre sus posibles efectos colaterales estarían la irritación en la zona de la inyección, hipotensión arterial o fiebre y náuseas. También podría incrementar el riesgo de sufrir cáncer de mama, entre otros. Azatioprina: reduce el número de brotes, pero es necesario su empleo durante dos años o más. Se administra por vía oral. Las personas con esclerosis múltiple también pueden tener: Rigidez muscular o espasmos Parálisis, por lo general en las piernas Problemas de vejiga, intestino y funcionamiento sexual Cambios mentales, como olvido o cambios de humor Depresión Epilepsia