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El Maderismo (Francisco Ignacio Madero)

El Maderismo y la convergencia con otras tendencias revolucionarias en el alba de la lucha


armada. Una mirada a través de sus documentos

La Revolución Mexicana fue un proceso histórico que englobó diversas causas, ideologías,
clases y sectores sociales, entre ellos indígenas, campesinos, obreros, clase media y opositores
políticos. Estos no sólo lograron derrocar el viejo régimen encabezado por Porfirio Díaz, sino
que además conquistaron importantes libertades y justicias sociales al establecer un nuevo
régimen de derecho.

Uno de los antecedentes de la Revolución Mexicana lo constituyó la lucha democrática que


sostuvo Francisco I. Madero, candidato del Partido Nacional Anti-reeleccionista, contra el
entonces presidente Porfirio Díaz.

Es bien sabido que éste, a pesar de anunciar un posible cambio y apertura de su régimen al
periodista norteamericano James Creelman, terminó postulándose para su séptima reelección.

Ante tal situación Francisco I. Madero sostuvo un discurso encaminado a señalar el Estado
dictatorial que encarnaba el gobierno de Porfirio Díaz. A través de la fuerza e injusticia el
dictador acallaba cualquier voz o movimiento disidente contra el orden instituido de “paz y
progreso”, principios que sostenía el viejo régimen.

Sin embargo, la inmensa mayoría del pueblo mexicano no participaba de dichos principios y
de los beneficios materiales pues se encontraba en un estado de ignorancia, pobreza y
opresión.

Para 1910 la campaña política de Francisco I. Madero que sostenía los principios de “no
reelección y sufragio efectivo” llegó a representar la mayor amenaza para el régimen. Por este
motivo Madero fue aprehendido durante la campaña electoral de 1910 con el fin de asegurar
así el triunfo de la fórmula Porfirio Díaz/ Ramón Corral, para presidente y vicepresidente de la
república, respectivamente.

Francisco I. Madero fue trasladado a San Luis Potosí, de donde logró fugarse, para
posteriormente trasladarse a San Antonio, Texas. Desde ahí, buscando eludir las leyes de
neutralidad del gobierno estadounidense, Madero y sus adherentes optaron por publicar el
Plan de San Luis, fechado el 05 de octubre de 1910 con el fin de hacer un llamado al pueblo
mexicano a luchar por su libertad.

El documento denunciaba que el poder se encontraba en las manos de unos cuantos, quienes
impunemente habían pisoteado los principios constitucionales de la República mexicana y
cerrado el camino de la legalidad y la lucha pacífica para la transición en el gobierno.

De acuerdo con lo que se puede leer en el Plan de San Luis, resguardado en el Archivo General
de la Nación, “a las seis de la tarde del 20 de noviembre de 1910” daría inicio al movimiento
armado que tendría como objetivo el “arrojar del poder a las autoridades que actualmente
gobiernan”, las cuales habían sido partícipes del “fraude electoral más escandaloso que
registra la historia de México”.

Días antes del 20 de noviembre –que se antojaba funesto para las autoridades porfirianas–
hubo actividad de los “sediciosos”, como les llamaban despectivamente las autoridades del
régimen. El mayor escándalo fue el intento de levantamiento de Aquiles Serdán en la ciudad
de Puebla, el cual había sido descubierto con antelación por las autoridades del estado el 18 de
noviembre.

La familia Serdán y adeptos a la causa se reunieron en la casa de Aquiles, tomaron las armas e
iniciaron uno de los primeros brotes revolucionarios, mismo que fue cruelmente sofocado.

Sin embargo, este incipiente levantamiento que terminó con la muerte de Serdán encendió el
movimiento armado en diversos puntos del país, en especial en la región de Chihuahua, lugar
donde se presentaron los primeros triunfos de los grupos rebeldes, encabezados por
personajes como Pascual Orozco y Francisco Villa.

Si bien en los primeros días, e inclusive meses, las acciones revolucionarias eran esporádicas y
sin poner en riesgo al gobierno de Díaz, las cosas cambiaron poco a poco. En febrero de 1911
Francisco I. Madero se incorporó a las fuerzas revolucionarias, lo que dio un impulso a la causa
democrática y a la insurrección de otras zonas.

En el caso del estado de Morelos el 10 de marzo de 1911 un grupo de campesinos


encabezados por Emiliano Zapata se incorporó a la Revolución, se vinculó con el Maderismo
para dar proyección nacional a la lucha política que llevaban tiempo impulsando.

Los pueblos de Morelos buscaron un cambio dentro de un país donde la vieja estructura
política no consideraba solucionar un conflicto agrario sostenido desde años atrás. El
movimiento impulsado por Madero representaba una oportunidad de cambio pues el artículo
3 del Plan de San Luis había apelado a una de las demandas más sentidas de los pueblos para
ganar base de apoyo, aun cuando no estuviera de acuerdo pleno con ella como demostró
durante su gobierno.

Dicho artículo planteaba una restitución de la tierra de todos aquellos que habían sido
despojados de sus terrenos durante el régimen porfirista, en especial a los indígenas. Esta
demanda posteriormente sería rectificada y profundizada por los zapatistas el 28 de
noviembre de 1911 con la proclamación del Plan de Ayala, también resguardo en el AGN.

El 8 mayo de 1911 las fuerzas revolucionarias del norte asestaron un golpe fulminante a las
fuerzas militares porfiristas, las cuales se vieron reducidas a la rendición en Ciudad Juárez.

La victoria de las fuerzas encabezadas por Madero marcó el fin del gobierno de Díaz pues el 21
de mayo entre ambos bandos se acordó la paz con la firma de los Tratados de Ciudad Juárez,
en los cuales Díaz renunció a la Presidencia de la República.

Es decir, apenas seis meses después del llamado de Madero, las fuerzas revolucionarias que se
habían levantado en armas pusieron en jaque un régimen dictatorial que ya no pudo controlar
el malestar que el pueblo mexicano había sobrellevado por cerca de treinta años, culminando
con ello una primera etapa del proceso revolucionario.

Otros sectores que se sumaron al impulso de la lucha armada, sin necesariamente adherirse a
uno de los bandos. Los indios Yanquis fueron parte de esos grupos relativamente
independientes, quienes lucharon para defender sus tierras y pueblos de los invasores blancos.

También lo fueron los grupos liberales y anarquistas que intervinieron en la región de Baja
California las cuales en 1911 tomaron las ciudades de Mexicali, Tijuana y Ensenada en donde
intentaron sostener un programa revolucionario independiente.
Éste tenía sus bases en el Manifiesto y Programa Político del Partido Liberal, publicado el 1 de
julio de 1906 por la Junta Organizadora del Partido Liberal en San Luis, Misuri, a través del
periódico Regeneración. Recordemos que la reformulación de dicho programa desde Estados
Unidos por parte de la junta sería posterior a la derrota sufrida en la expedición.

Como es sabido, la salida de Díaz del gobierno, la instalación de un gobierno provisional, la


convocatoria a elecciones y el triunfo de Madero no sellaron de manera definitiva la herida
que se abrió durante décadas de dictadura. Las distintas tendencias que confluyeron bajo el
paraguas maderista continuaron la lucha de ideas en el marco del nuevo gobierno.

Se desarrollaron rupturas, afirmaciones más radicales de independencia política,


reformulación y profundización de planteamientos políticos y programáticos. Cuando Madero
fue derrocado en febrero de 1913 esas vertientes confluyeron de nuevo en la unidad para
luchar contra un nuevo orden dictatorial, para luego volver a entrar en tensión para hacer
vales los intereses de las agrupaciones sociales que representaban y aspiraban a expresar.

La gran diversidad de pensamientos y luchas que llegaron a converger y enfrentarse durante


las distintas etapas de la Revolución Mexicana encontraron una síntesis en el proceso
constitucionalista que dio vida a la Constitución de 1917.

Ésta, en gran medida, a pesar de representar a una de las tendencias que se volvió
predominante en la lucha política y militar, recogió gran parte de las demandas del pueblo
mexicano al recoger ya de manera irrenunciable propuestas en temas de carácter social como
la cuestión agraria, educativa y laboral que llevó a nuestra Carta fundamental a ser la primera
constitución social en el mundo.

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