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¿Qué es el racismo?

ideología que define la superioridad de una raza sobre las demás y la necesidad de
mantener la aislada o separado dentro de una comunidad o un país.

¿En qué país nace perjuicio del racista?

La historia de racismo en occidente algunos historiadores la remontan a la antigua


clásica, aunque el nacimiento del racismo se suele situar a finales del siglo XV con
aparición de los estatutos te limpieza de sangre la monarquía hispánica.

¿Cuáles son las instituciones que se encargan para orientar sobre el racismo?

El comité para la eliminación de la discriminación racial (CERD) Es el órgano de


expertos independientes que supervisa la aplicación de la conversación sobre la
eliminación de todas las formas de discriminación racial por parte de los estados.
La discriminación racial sigue siendo un obstáculo para plena realización de los
Derechos Humanos. A pesar de los progresos realizados en algunos ámbitos, las
exclusiones y restricciones basadas en la raza, el color, la descendencia o el origen
nacional o ético siguen siendo causa de conflictos, sufrimientos y pérdida de vidas.
El (CERD) trabaja para actuar contra la injusticia de la discriminación racial y los
peligros que representa.

¿Cuáles son los tipos de racismo?


Estatus de la limpieza de sangre en la monarquía hispánica. La época del apogeo
del racismo fue el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX cuando se desarrolló el
racismo científico. Después del final de la Segunda Guerra Mundial el racismo
científico quedó de eso deslegitimado por otras formas de racismo los sustituyeron
en particular el racismo cultural.

Racismo adversario: es un tipo de racismo sutil porque Generalmente es el


racismo adversario se presenta la igualdad de derechos y la libertad para cada
grupo viva su propia cultura abiertamente. En cambio, las actitudes racistas se
producen mediante la distancia con las otras personas, falta de empatía o
mostrando frialdad.

Racismo etnocentrista: este tipo de racismo está basado en la superioridad


cultural del propio grupo, por lo que es se asume que otros grupos diferentes
suponen una amenaza cultural.
Racismo simbólico: un ejemplo que explica el racismo simbólico es la libertad que
tiene cada grupo para vivir como quiera, pero en áreas limitadas para dicho grupo.
Estas actitudes provocan un distanciamiento entre sus miembros.
Racismo biológico: Es el tipo de racismo menos tolerante. Entiende que una raza
es biológicamente superior a las demás.

¿Cuáles son las razones por la cual una persona es racista?

Son muchas las causas que se esconden tras discriminación racial. Alguna de las
más comunes son el miedo de información, el desconocimiento, los perjuicios, la
falta de información, por las circunstancias socioeconómicas. En muchas ocasiones,
estas razones se entremezclan, incluso de forma inconsciente y dan lugar a
actitudes racistas que vulneran los Derechos Humanos.

¿Consideras que el racismo nace desde el hogar o desde la sociedad?


-Porque la familia es el núcleo principal de la sociedad.
-Porque la sociedad puede ser apartado de una familia y aun así ser educados con
racismo.

¿Afecta el ambiente en que se desarrolla un ser humano para influir en su


comportamiento racista?
Esta respuesta es dada después de un ... donde se desarrolla en racismo en la
familia y en la sociedad como puntos distintos a discutir.
Totalmente es una respuesta que se encuentran los dos grupos de acuerdo, pues
ya sea en la familia o en la sociedad su entorno influye en el ser humano.

¿Cómo influye en la sociedad?


Influye en las personas empáticas, quiere decir en la falta de esas personas en la
sociedad creando una masa que discrimina por su color, su cultura, economía
etcétera.

Soluciones para el racismo.

1.ESCUCHA Y EDÚCATE
Presta atención a las personas que enfrentan el racismo a diario. Escucha a amigos,
compañeros de clase, vecinos y líderes comunitarios.
Hay muchos artículos, libros, documentales, películas y podcasts relacionados con
el racismo, discriminación y privilegios. Escucha lo que dicen quienes aparecen en
ellos. Comprende y confronta tu propio privilegio. Prepárate para sentirse incómodo
a veces. Muchos hemos adquirido prejuicios a una temprana edad que no son
fáciles de olvidar.
2.GENERA CONCIENCIA
Comparte los recursos que te parecen útiles con los miembros de tu comunidad
para ayudarles a aprender cómo pueden ayudar a acabar el racismo y la
discriminación.
Si tienes hermanos menores o familiares, conviértete en un buen ejemplo. Trata de
buscar juegos o libros que puedan ayudarles a aprender que todos tenemos
derecho a la dignidad y la seguridad. Puedes encontrarlos en grandes cantidades en
línea.

3.DESAFÍA LA DISCRIMINACIÓN COTIDIANA Y EL RACISMO


El racismo y la discriminación ocurren a nuestro alrededor todo el tiempo. A menudo
es en forma de chistes, estereotipos o comentarios insensibles y preguntas de
nuestros amigos, familiares o colegas. Si presencias a un amigo o familiar
expresando ideas racistas o discriminatorias, habla con ellos si te sientes seguro
para hacerlo. Acércate a ellos en privado primero ya sea en persona o a través de
un mensaje directo. Serán más receptivos si no se sienten avergonzados
públicamente. Señala que lo que están diciendo es racista o discriminatorio y
recuérdales que toda persona tiene derecho a la dignidad y que en muchos países
está penado por la ley discriminar a una persona por el color de su piel, su etnia,
religión, género u orientación sexual. Anímalos a aprender más sobre el contexto
histórico de los prejuicios raciales y la discriminación, y a compartir los recursos que
te hayan parecido útiles.

4.DENUNCIA CONTENIDO RACISTA O DISCRIMINATORIO EN LÍNEA


Muchas redes sociales quieren que sus plataformas sean seguras y les den poder a
personas de todos los orígenes. Si ves contenido que crees que viola sus
directrices, denúncialo a la plataforma. Si ves contenido en un periódico u otro
medio de información tradicional que refleje prejuicio, deja un comentario o envía
una carta al editor para que otros sepan que los comentarios intolerantes son
innecesarios.

5. ¿ESTÁ TU ESCUELA O UNIVERSIDAD EN CONTRA DEL RACISMO Y LA


DISCRIMINACIÓN?
Las escuelas y universidades deben ser lugares seguros para niños y jóvenes de
todas las razas y etnias. Averigua si tu escuela o universidad tiene una política
antidiscriminatoria y antirracista, si ofrece una via segura para reportar incidentes,
servicios de apoyo y programas o iniciativas para promover la tolerancia, la
diversidad y la inclusión. Si no es así, entabla una discusión con los estudiantes y la
dirección de la escuela o universidad para identificar como el lugar donde estudias
puede convertirse en un entorno más seguro para todos los estudiantes.

•Martin Luther King.

(Martin Luther King Jr.; Atlanta, 1929 – Memphis, 1968) Pastor baptista
estadounidense, defensor de los derechos civiles. La larga lucha de los
norteamericanos de raza negra por alcanzar la plenitud de derechos conoció desde
1955 una aceleración en cuyo liderazgo iba a destacar muy pronto el joven pastor
Martin Luther King. Su acción no violenta, inspirada en el ejemplo de Gandhi,
movilizó a una porción creciente de la comunidad afroamericana hasta culminar en
el verano de 1963 en la histórica marcha sobre Washington, que congregó a
250.000 manifestantes. Allí, al pie del Lincoln Memorial, Martin Luther King
pronunció el más célebre y conmovedor de sus espléndidos discursos, conocido por
la fórmula que encabezaba la visión de un mundo justo: I have a dream (Tengo un
sueño).

Pese a las detenciones y agresiones policiales o racistas, el movimiento por la


igualdad civil fue arrancando sentencias judiciales y decisiones legislativas contra la
segregación racial, y obtuvo el aval del premio Nobel de la Paz concedido a King en
1964. Lamentablemente, un destino funesto parece arrastrar a los apóstoles de la
no violencia: al igual que su maestro Gandhi, Martin Luther King cayó asesinado
cuatro años después. Hijo de un ministro baptista, Martin Luther King estudió
teología en la Universidad de Boston. Desde joven tomó conciencia de la situación
de segregación social y racial en que vivían los negros de su país, y en especial los
de los estados sureños. Convertido en pastor baptista, en 1954 se hizo cargo de
una iglesia en la ciudad de Montgomery, Alabama. La fama de Martin Luther King se
extendió rápidamente por todo el país y enseguida asumió la dirección del
movimiento pacifista estadounidense, primero a través de la Southern Cristian
Leadership Conference y más tarde del Congress of Racial Equality. Asimismo,
como miembro de la Asociación para el Progreso de la Gente de Color, abrió otro
frente para lograr mejoras en sus condiciones de vida. En 1960 aprovechó una
sentada espontánea de estudiantes negros en Birmingham, Alabama, para iniciar
una campaña de alcance nacional. En esta ocasión, Martin Luther King fue
encarcelado y posteriormente liberado por la intercesión de John Fitgerald Kennedy,
entonces candidato a la presidencia de Estados Unidos, pero logró para los negros
la igualdad de acceso a las bibliotecas, los comedores y los estacionamientos.

•Países con más racismo.

1.Estados Unidos.
Los mortíferos tiroteos en el spa de Atlanta y el ataque a una mujer en la ciudad de
Nueva York en marzo de 2021 fueron solo la punta del iceberg detrás de las
diversas situaciones que se han vivido en este país. La muerte de los
afroamericanos Breonna Taylor y George Floyd y el tiroteo de Jacob Blake en 2020,
todo a manos de policías blancos, ha desencadenado protestas en curso en el país
y manifestaciones similares en todo el mundo denunciando la injusticia racial. Una
encuesta publicada en octubre de 2020 por el Pew Research Center mostró que los
estadounidenses están divididos en partes iguales sobre si el mayor enfoque en la
raza y la desigualdad racial conducirá a cambios importantes en las políticas que
abordan las desigualdades raciales.

2.Ucrania
En su Informe mundial 2021, Human Rights Watch señala que organizaciones e
individuos de extrema derecha han llevado a cabo ataques de odio contra minorías
étnicas y personas LGBTIQ+ en Ucrania, y las autoridades con frecuencia no
investigan posibles delitos de odio, ya que está bastante normalizada esta situación.
Por su parte, Amnistía Internacional observa que los grupos contra las comunidades
vulnerables han seguido llevando a cabo actos de intimidación y ataques, pero
también afirma que la policía ha protegido un número cada vez mayor de reuniones
públicas.

3.Israel
En 2018, el parlamento israelí aprobó una Ley Básica, precursora de una
Constitución, que caracteriza al país como una nación del pueblo judío y eligió al
hebreo como idioma oficial de la nación. La ley también atribuye un estatus especial
al idioma árabe. Un informe de la ONU señala que la ley ha despertado la
preocupación internacional, y muchos árabes y palestinos la ven como una
provocación. El 66% de los encuestados israelíes en el informe Best Countries de
2021 estuvo de acuerdo con la afirmación: «Un país es más fuerte cuando es más
diverso desde el punto de vista racial y étnico», una proporción menor que el 75% a
nivel mundial que estuvo de acuerdo con la afirmación.

4.Myanmar
Myanmar es un país diverso con más de 100 grupos étnicos reconocidos, no
obstante, ha sufrido violencia étnica a lo largo de su historia, empeorando en 2017
cuando el ejército dirigió una ofensiva contra la población musulmana rohingya, una
acción continua que la comunidad internacional ha calificado de genocidio.

5.Eslovaquia
La Constitución de Eslovaquia y las múltiples leyes internacionales que el país ha
firmado garantizan los derechos humanos de todos los ciudadanos. Sin embargo,
tanto el Departamento de Estado de Estados Unidos como el Centro Europeo de
Derechos de los Romaníes han señalado que este grupo enfrenta discriminación en
la educación, el empleo y la vivienda. Estados Unidos también contribuye a la
violencia y las amenazas de violencia contra los romaníes del país y otras minorías
étnicas y raciales.

Resumen.
A lo largo de la historia ha existido el racismo, por el que las personas son
discriminadas por sus rasgos físicos o culturales. Cicló (2019) señala que, en
República Dominicana, a pesar de este ser un país con una mezcla simbiótica de
diversos grupos étnicos, desde los tiempos de la colonización se han cometido
actos inconcebibles basados en el racismo, el cual se ha mantenido a través de los
años. En la actualidad se podría pensar que las personas racistas son la minoría y
que esta práctica se ha reducido considerablemente; esto es correcto si el enfoque
está en el racismo explícito, que anteriormente ocurría de maneras más extremas.
Sin embargo, Pascale (2010) indica que aún se mantiene la discriminación en gran
magnitud, pero ahora principalmente de una manera más sutil y difícil de identificar.
Según Pascale (2010), en Latinoamérica los y l afrodescendientes cuentan con los
peores indicadores de ingreso y educación de la población. La Comisión Económica
para América Latina y el Caribe —CEPAL— (2016) indica que en países de
Latinoamérica —como Ecuador, Brasil, Perú y Uruguay— dentro de la población
ocupada, la escolaridad media de no afrodescendientes —9.4 años— es mayor en
2.3 años que la de afrodescendientes —7.1 años—, y en la tasa de ingresos la
proporción de población afrodescendiente que se ubica en el grupo de más bajos
ingresos es del 34%; mientras que de no afrodescendientes es de un 19%.
Marques-García (2019) señala que en República Dominicana, según un informe de
la Oficina de Desarrollo Humano — ODH— para el Ministerio de Economía, El
racismo de estos tiempos es un problema muy complejo. Mato (2017) expresa que
su presencia en Latinoamérica hace que las inequidades de estos países sean ética
y jurídicamente cuestionables, provocando que no haya desarrollo ni mejora en la
calidad de vida de las sociedades. Esta investigación es de gran importancia, ya que
concientiza sobre la nueva manera en que se manifiesta predominantemente el
racismo en la actualidad. Vemos que hoy en día en América Latina se expresan las
actitudes racistas de una manera más difusa (París, 2002). A su vez, es necesario
que esto se reconozca porque este racismo es más peligroso para las sociedades.
Vinueza (1999) indica que posiblemente sea más nocivo por estar oculto y
presentarse como algo natural. Es fundamental que a través de este estudio las
personas entiendan que este racismo es inculcado y que con la educación se
pueden hacer muchos cambios para que desaparezca, lo cual es vital por la gran
cantidad de consecuencias negativas que tiene para las víctimas. Provoca que
estas asuman para sí mismas los insultos que les arrojan las personas que las
discriminan —por exclusión, humillaciones, ofensas o bromas relacionadas a su
etnia.
La ideología racista conlleva un trato diferente hacia ciertos sectores sociales
definidos por rasgos culturales, biológicos o fenotípicos, reales o imaginarios. Por
medio de las prácticas discriminatorias, el racismo parece expandirse en todas las
instituciones sociales modernas: la vivienda, la escuela, la empresa, el sindicato, la
policía, entre otros (París, 2002). Además de poder ser entendido desde su
dimensión ideológica, el racismo también tiene sus funciones prácticas, en las que
se puede visualizar desde la acción social. En las sociedades en que esto ocurre, la
transparencia del racismo, desde el punto de vista cognitivo, genera un conjunto de
reglas para conocer y socializar con el otro o la otra. Sin importar los grandes
esfuerzos por la eliminación del racismo, la crisis económica de hoy en día y la
época digital, que ha facilitado la transmisión de ideas de manera masiva, han
llevado a que este se mantenga desde expresiones más sutiles (Buraschi & Aguilar-
Idáñez, 2017). Según Pascale (2010), los cambios de normativas sociales en los
últimos 50 años, en que se castigan manifestaciones de racismo, han culminado en
la aparición de formas más encubiertas que evidencian los prejuicios existentes
hacia las víctimas, dando lugar a un racismo implícito. Espelt & Javaloy (1997)
señalan que las desigualdades que se visualizan en la distribución del poder
socioeconómico y político demuestran que existe un racismo que puede ser más
dócil en cuanto a sus manifestaciones, pero no en sus consecuencias; estas
incluyen marginación en el trabajo, la vivienda, la escuela y la sociedad para las
minorías étnicas.

El racismo moderno.
El nuevo racismo involucra el desplazamiento de las diferencias fenotípicas hacia
las culturales, donde se cambia el deseo hacia la pureza racial por el anhelo a la
identidad cultural auténtica. Además, se observa un desplazamiento de la
desigualdad hacia la diferencia, en que el desprecio por inferiores se modifica por la
evitación del otro o de la otra (Espelt & Javaloy, 1997). Pineda (2018a) señala que
una de las formas del racismo de hoy es el racismo simbólico o moderno, que se
expresa por medio de conductas simbólicas que incluyen sensaciones de que
afroamericanos y afroamericanas están violando valores importantes o haciendo
demandas ilegítimas de cambios en el estatus social. Una de las actitudes que
adopta el racismo moderno es el rechazo de los estereotipos y de la discriminación
descarada. Un ejemplo de esta es que en la actualidad pocos o pocas dicen que las
personas negras son más perezosas; sin embargo, indican que las blancas son más
ambiciosas. Otra actitud consiste en la oposición al cambio racial por razones no
raciales; las personas blancas, en su cotidianidad, rechazan ideas que colaboren
para la eliminación del racismo (Espelt & Javaloy, 1997).

Origen histórico del racismo en República Dominicana.

El racismo en América Latina constituye una consecuencia de la colonización que


llevaron a cabo potencias europeas. Esta minoría dominante, con ambiciones
expansionistas, justificó el maltrato y sometimiento de indígenas, africanos y
africanas. La guerra escenificada por los imperios europeos y la iglesia cristiana
tenía como objetivo hacer legal la subordinación y la transformación de los indios y
los negros en esclavos, por medio de discursos en la misión religiosa y la
superioridad natural de los europeos (Pineda, 2018b). Según Montero (2019), se
manifestaban relaciones de superioridad de grupos étnicos, que venían como un
hecho inseparable al proceso de represión y exterminio de la población aborigen, lo
cual se ve claramente en el trato brutal a que fue sometida la población autóctona.
Seda-Prado (2003) especifica que enfermedades, el trabajo minero y de plantación,
y otras causantes provocaron que se redujera la población indígena y se trajera
mano de obra africana a la isla. Seda-Prado (2003) señala que en períodos
siguientes continuó el rechazo tanto de afrodescendientes como de nuestras raíces
étnicas en República Dominicana. Intelectuales del período colonial en el siglo XX
escondían nuestras raíces negras-africanas, lo que tomó mayor fuerza durante la
dictadura de Trujillo y se observa en las escrituras de Manuel Arturo Peña Batlle y
Joaquín Balaguer. Desde la era colonial, la clase gobernante de la República
Dominicana ha generado un sentimiento antinegro, expresamente antihaitiano,
donde se observa segregación y explotación política del miedo. El antihaitianismo se
formó en una ideología estatal durante la dictadura Trujillo, quien en 1937 llevó a
cabo un exterminio de la población haitiana, donde fallecieron más de 30,000
personas (Restrepo, 2019). Además, Trujillo generó una estrategia de lo que
pretendió ser una limpieza étnica que consistía en obligar a la pronunciación de la
palabra perejil, una palabra difícil de pronunciar para personas que vienen de Haití.
Hoy en día, vemos una técnica, parecida en que la policía utiliza el color de la piel y
el acento como punto de referencia para solicitar o rechazar documentos de
identidad de quienes consideran haitianos o haitianas (Restrepo, 2019). Denis-
Rosario & Paulino (2016) explican que aquellas personas que son dominicanas,
pero de ascendencia haitiana en nuestro país viven la situación de no tener
nacionalidad, por lo que parecen ser nada ante la ley.

Racismo y sexo. Wade (2013) destaca que el grupo étnico y el género nacen por
medio de la relación con otra persona, explicando que estos no son aspectos de
experiencia distintos, están interconectados. Añade que las jerarquías raciales
surgen con las relaciones de sexo/género y entender esto permite explorar más a
profundidad en lugar de permanecer como un simple discurso. La mujer
afroamericana es discriminada por dos razones: por ser mujer y por ser negra.
Durante los años de esclavitud fue marginada tanto por hombres blancos como por
negros; siendo los hombres afroamericanos quienes lucharan por su libertad,
dejando de lado a la mujer —por ser considerada inferior— y siendo los blancos
quienes las excluían, tanto por su etnia como por su sexo (Romero, 2015).
La práctica de definir quién pertenecía genealógicamente a las familias provocó que
se prestara mucha atención a la pureza de sangre. El proceso de colonización en
América trasladó esto a constituir un elemento racial, haciendo que ser negra
significara impureza o falta de limpieza de sangre. El honor iba de mano con la
propiedad sexual de las mujeres, ya que influía en la pureza de sangre que estas
podían garantizar (Wade, 2013). Quintero (2013) señala que llevó a cabo un estudio
sobre racismo y discriminación en estudiantes universitarios de Bogotá y París. En
este se encontró una notoria mayor cantidad de mujeres que habían sido víctimas
de situaciones de racismo que de hombres, donde de las 775 situaciones relatadas,
el 71% fueron vividas por mujeres.

Racismo y educación. El racismo y la discriminación en las escuelas se presentan


principalmente en asuntos de gestión y administración, en el currículo y en prácticas
de aula. En este ámbito, se visualizan desigualdades al momento de acceder a
ciertos elementos o recursos y en el desempeño social, además en el aprendizaje,
los resultados y los logros (Velasco-Cruz, 2016). Soler (2018) señala que en las
décadas de 1960 y 1970 surgen los primeros intentos de aplicación de enfoques
educativos multiculturales, que tenían como objetivo promover la diversidad de las
poblaciones, principalmente en Estados Unidos, Inglaterra, Canadá y Australia. Sin
embargo, Baronnet & Morales-González (2018) explican que estas prácticas dirigen
la educación de manera compensatoria hacia la diferencia cultural y, a pesar de que
promueven la tolerancia y el respeto, tienden a motivar a la ejecución de acciones
que los mismos y las mismas estudiantes consideran discriminatorias; de este
modo, se visualizan los derechos de manera individual y se institucionaliza la
diferencia, desconociendo aquellos actos de oposición y resistencia. Woldenberg
(1997) explica que la educación permite hacer grandes avances para la erradicación
de los prejuicios racistas. La construcción de igualdad formal podría y debería
reflejarse en el proceso educativo. La noción de pluriculturalidad permite reconocer
y valorar las distintas culturas, con el respeto que cada una merece. Esta idea
ayudaría a combatir los privilegios y exclusivismos y se valoraría la diversidad.

Racismo en universidades. Aguayo & Piña (2015) indican que investigaron tres
espacios universitarios diferentes y observaron estudiantes que asociaban términos
positivos hacia indígenas; no obstante, una quinta parte de estos y estas denotaba
repulsión y prejuicio. Expresan que, a pesar de no ser la mayoría, dos de cada diez
estudiantes rechazan a la persona de origen indígena; mostrando que se presenta
racismo en las universidades. Ortiz-Hernández et al. (2011) señalan que en su
estudio sobre el racismo en la Universidad Autónoma Metropolitana de México se
encontraron resultados que sostenían la existencia de prácticas discriminatorias
ante estudiantes de piel oscura. Indican que estos tenían mayor probabilidad de ser
marginados o marginadas y que esto se puede atribuir al eurocentrismo que
predomina en México. Analizar el racismo en el ambiente universitario es de gran
relevancia a nivel social, ya que brinda información que facilita la comprensión de
este como un hecho actual, incitando a que se busquen vías que colaboren con la
erradicación de la problemática. La desegregación en escuelas y universidades en
los Estados Unidos generó una respuesta pública de toma de iniciativas contra la
discriminación; a pesar de esto, se vieron perjudicadas por la permanencia del
racismo en universidades y centros de enseñanza (Quintero, 2014).
Racismo y clases sociales. El racismo y la xenofobia son, en gran cantidad de
ocasiones, el reflejo de un fuerte clasismo en las personas. La discriminación hacia
inmigrantes, que viene siendo una exclusión social, se fundamenta principalmente
en la clase social, más que en la etnia o la cultura (Cea, 2009). 009). Cea (2009)
señala que el racismo ordinario y el de clase convergen en diversos puntos. Una
persona que es inmigrante puede ser excluida tanto por ser extranjera como por
tener como origen un país pobre y formar parte de una clase social desfavorecida.
Concluye que el nivel en que es aceptado un extranjero o una extranjera depende
de sus condiciones económicas y académicas. Ipar & Giller (2016) señalan que en
los inicios del racismo moderno no se apreciaba un racismo exclusivo con el que se
buscara la eliminación de poblaciones completas de una etnia, sino un racismo
inclusivo con el cual se creaban relaciones de poder y había explotación de clase.
Por lo tanto, el grupo étnico y la clase representan dos elementos básicos
relacionados con la división social del trabajo en la actualidad. Esta historia recae en
un racismo de clase que busca crear diferencias en poblaciones para el
establecimiento de los roles que se ejerce en la división del trabajo.

Racismo e ideologías políticas liberales y conservadoras. El liberalismo político


trata de eludir temas o tomar posición sobre asuntos filosóficos; busca evitar las
polémicas y lograr que todos los ciudadanos y las ciudadanas estén de acuerdo con
las orientaciones morales, religiosas o filosóficas más heterogéneas que puedan
respaldar (Garreta, 2012). Mazariegos (2006) expresa que una explicación aceptada
por muchos y muchas es que lo que plantea el liberalismo resulta contradictorio
cuando se trata de la ciudadanía de determinadas etnias, como la de los y las
indígenas. Agrega que la ciudadanía es solo aceptada para personas civilizadas;
por lo cual, un o una indígena no puede adquirir ciudadanía a menos que deje de
ser el ser humano inculto primitivo imaginado por quienes se identifican como
liberales. Rottenbacher et al. (2011) explican que el conservadurismo es una
ideología política por medio de la cual se manifiestan pensamientos de oposición
frente a cambios sociales, siempre optando por opciones más tradicionales y
confiables tanto para las instituciones y su manera de organizarse, como para el
comportamiento de las personas, que viene con una propuesta de desigualdad entre
ellas. Las personalidades conservadoras tienen ciertas actitudes que denotan
preferencia por aquellas acciones y decisiones jerárquicas donde se presentan
diferencias entre el poder de determinados grupos e individuos; con esto viene
también la preferencia a la superioridad de un miembro del grupo propio frente a
otras personas externas a este. Además, existe en ellas una motivación por un
pensamiento claro y preciso sobre el mundo social, que culmina en el rechazo a lo
ambiguo, lo desconocido y lo que perturba el orden en la sociedad (Rottenbacher et
al., 2011).

Racismo y religiosidad. Hall et al. (2010) indican que la identidad religiosa crea
percepciones de la misma manera que la política, la nacional y otras identidades.
Las personas religiosas son más propensas a responder a otros u otras basándose
en si son parte de su grupo o no lo son; principalmente la doctrina religiosa que
divide entre creyentes y no creyentes. Concluyen que quienes se identifican
fuertemente con una religión son más propensos o propensas a humillar a personas
que no pertenecen a su grupo. Johnson et al. (2010) explican que existe una
estrecha relación, muy compleja, entre diversas medidas de religiosidad y el
prejuicio racial; una gran cantidad de dimensiones de la religión se correlacionan
con este prejuicio —como la religión extrínseca y el fundamentalismo—, aunque
otras no —como es el caso de la religión intrínseca y la búsqueda religiosa—. Hall et
al. (2010) señalan que, en la medida en que religión.

Diseño.
La presente investigación tiene un enfoque cuantitativo, debido a que se basa en la
búsqueda ordenada y precisa de datos fundamentados en la medición numérica y el
análisis estadístico. Su alcance es descriptivo, ya que se pretende detallar las
características principales del racismo implícito en un grupo de estudiantes del
INTEC (Hernández et al., 2014). Su diseño es no experimental transeccional
descriptivo porque no se manipuló ninguna variable para investigar este fenómeno,
pues los datos se recopilaron en un solo momento.

Metodología Objetivos Objetivo general


• Evaluar si existen manifestaciones de racismo implícito en un grupo de estudiantes
del INTEC. Objetivos específicos
• Identificar si se presentan diferencias con relación al sexo en la existencia o no de
racismo implícito en un grupo de estudiantes del INTEC.
• Determinar si se observan diferencias en la presencia o no de racismo implícito en
un grupo de estudiantes del INTEC por su religiosidad.
• Distinguir si se presentan diferencias s en la existencia o no de racismo implícito
en un grupo de estudiantes del INTEC según su identidad política.
• Analizar si hay diferencias en la existencia o no del racismo.

Instrumento.
El instrumento utilizado fue el Test de asociación implícita, TAI, o IAT —en inglés—,
ya que es una de las pruebas indirectas que permiten estudiar comportamientos
implícitos más reconocidas. Fue creado por Anthony G. Greenwald y Mahzarin R.
Banaji en 1998 (Ayala, 2012). Tiene una duración aproximada de 20 minutos y su
confiabilidad oscila entre 0.70 y 0.90; en países de habla hispana, entre 0.75 y 0.93
(Ayala, 2012; Tosi et al., 2018). Contiene siete ítems de asocia.
y las participantes los agrupen en categorías. El proceso se sintetiza en cinco
pasos: aprendizaje de las categorías del objeto -personas blancas y negras-,
aprendizaje de las categorías de los atributos -personas buenas y malas-, bloque
compatible -se designa una tecla de respuesta para los estímulos de las categorías
personas blancas y personas buenas, otra para personas negras y personas malas-;
aprendizaje de cambio de localización espacial con respecto a las categorías del
objeto - se invierte la ubicación de la categoría de los estímulos personas blancas y
personas negras-; por último, bloque incompatible -se designa una tecla de
respuesta para los estímulos de las categorías personas blancas y personas malas,
otra para personas negras y personas buenas- (Tosi et al., 2018). Tosi et al. (2018)
explican que el resultado, denominado efecto IAT, se obtiene mediante un proceso
de puntuación denominado algoritmo D. De manera sintetizada, se calcula la
diferencia en los promedios de respuesta de los bloques compatible e incompatible
y se divide por la desviación estándar de las latencias para estas dos categorías.
Los resultados se presentan a través de la puntuación D. Aquellos positivos
muestran una preferencia implícita por personas blancas frente a personas negras -
Una puntación D mayor a 0.15 y menor o igual a 0.35 indica una leve preferencia;
mayor a 0.35 y menor a 0.65, moderada; y mayor o igual a 0.65, fuerte-. Los
resultados negativos indican una preferencia implícita por personas negras frente a
blancas -Menor o igual a -0.65, una fuerte preferencia; mayor a -0.65 y menor a -
0.35, moderada; y mayor o igual a -0.35 y menor a -0.15, leve-. Una puntuación D
que se encuentre entre -0.15 y 0.15 indica ligera o ninguna preferencia racial
instrumento requiere de la eliminación de cualquier distractor externo debido a que
involucra la velocidad de la respuesta y la cantidad de errores para el análisis de
resultados. Luego de haber recibido la autorización, se buscaron en el campus de la
universidad posibles participantes de distintos sexos y distintas identidades políticas,
clases sociales y niveles de religiosidad con el fin de posteriormente analizar si
estas variables tenían relación con los resultados obtenidos. Se les dio a conocer
información sobre la investigación, el tipo de prueba a la que se someterían y el día
en que se llevaría a cabo. Después de conseguir 70 personas, dispuestas a ser
parte del estudio, se les informó sobre el acuerdo de confidencialidad de la prueba y
su duración. También se les explicó cómo debían interpretar los resultados, debido
a que el test puede arrojar información delicada, como indicar que una persona tiene
prejuicios raciales, a pesar de que esta no lo considere así. Se tomaron dos días
para aplicar el Test de asociación implícita, en los cuales se reunieron en la cámara
de Gesell del INTEC a los voluntarios y las voluntarias a participar en la
investigación. Por turnos, se les impartió la prueba
Procedimiento.
En primer lugar, se solicitó en el área de Ciencias Sociales y Humanidades del
INTEC el uso de la cámara de Gesell de la universidad —habitación dividida en dos
espacios por un vidrio de visión unilateral, que disminuye la influencia del
observador sobre lo que se está analizando—; esta se utilizó porque el instrumento
requiere de la eliminación de cualquier distractor externo debido a que involucra la
velocidad de la respuesta y la cantidad de errores para el análisis de resultados.
Luego de haber recibido la autorización, se buscaron en el campus de la universidad
posibles participantes de distintos sexos y distintas identidades políticas, clases
sociales y niveles de religiosidad con el fin de posteriormente analizar si estas
variables tenían relación con los resultados obtenidos. Se les dio a conocer
información sobre la investigación, el tipo de prueba a la que se someterían y el día
en que se llevaría a cabo. Después de conseguir 70 personas dispuestas a ser parte
del estudio, se les informó sobre el acuerdo de confidencialidad de la prueba y su
duración. También se les explicó cómo debían interpretar los resultados, debido a
que el test puede arrojar información delicada, como indicar que una persona tiene
prejuicios raciales, a pesar de que esta no lo considere así. Se tomaron dos días
para aplicar el Test de asociación implícita, en los cuales se reunieron en la cámara
de Gesell del INTEC a los voluntarios.

Resultado.
A continuación, en la Tabla 1 se observa la preferencia racial automática que
presenta la muestra de este estudio, con sus respectivas frecuencias y porcentaje.

Pref. Racial. Frecuencia. Porcentaje. Porcentaje valido. Porcentaje


acumulado
Preferencia hacia 1 1.429 1.429 1.429
persona negra sobre
personas blanca.
Preferencia 3 4.286 4.286 5.714
moderada de
personas negra
sobre blancas
Leve prefe. Hacia 5 7.143 7.143 12.857
persona negra sobre
blanca.

Ligera o sin pref. 15 21.429 21.429 34.286


Hacia personas
negra sobre blanca.

Leve preferencia de 14 20.000 20.000 54.286


personas negras
sobre personas
blanca.

Preferencia 19 27.143 27.143 81.429


moderada de
persona blanca
hacia negras.
Fuerte preferencia 13 18.571 18.571 100.000
de personas blanca
hacia persona negra

En la Tabla 1 se puede observar que la mayoría de los y las participantes de la


muestra tiene una preferencia automática moderada hacia personas blancas sobre
personas negras, representando un 27.143% de la muestra; le siguen aquellos y
aquellas con ligera o ninguna preferencia automática hacia personas blancas sobre
personas negras, un 21.429%; después, con leve preferencia automática hacia
personas blancas sobre personas negras, un 20.000%; luego, con fuerte preferencia
automática hacia personas blancas sobre personas negras, un 18.571%; le siguen
aquellos y aquellas con leve preferencia automática hacia personas negras sobre
persona. blancas, un 7.143%.; luego, con preferencia automática moderada hacia
personas negras sobre personas blancas, un 4.286%; por último, quienes presentan
fuerte preferencia automática hacia personas negras sobre personas blancas, un
1.429%. En la Tabla 2 se visualizan los descriptivos de la puntuación D —que indica
preferencia racial automática— que presentan los y las estudiantes de sexo
femenino y masculino de la muestra, indicándose tamaño de muestra, media,
desviación y error estándar de cada grupo.

Tabla 2.

grupo n media sd se
Femenino. 26 0.262 0.399 0.078
Masculino. 44 0.329 0.419 0.063

Nota: la fuente es el Programa JASP —a partir de datos obtenidos de TAI aplicado a


un grupo de estudiantes del INTEC en 2020—.
En la Tabla 2 se observa que la media de la puntuación D en los hombres es de
0.329 y en las mujeres de 0.262. A continuación, en la Tabla 3 se observa la prueba
T de las diferencias de medias para la variable de puntuación D de los y las
estudiantes del sexo femenino y masculino de la muestra, que indica si existen
diferencias significativas entre las medias de la puntuación D de ambos grupos.

Tabla 3.
Prueba T de diferencias de medias para la variable .
t df p
-0.664 68.000 0.509

Nota: la fuente es el Programa JASP —a partir de datos obtenidos de TAI aplicado a


un grupo de estudiantes del INTEC en 2020—.

En la Tabla 3 se puede apreciar que el valor de p es igual a 0.509. Al ser el valor de


P mayor a 0.05, se interpreta que no existen diferencias significativas entre la
puntuación D de hombres y mujeres. En la Tabla 4 se visualizan los descriptivos de
la puntuación D —que indica preferencia racial automática— que presentan los y las
estudiantes de la muestra de distintas religiosidades, mostrándose media,
desviación estándar y tamaño de cada grupo.

Tabla 4.
Prueba ANOVA de diferencias de medias para la variable de puntuación D.

Casos. Suma de df Medida f p


cuadrado. cuadratica.
reliogiosida 0.718 3.000 0.239 1.453 0.235
residual 10.877 66.000 0.165.

Nota: la fuente es el Programa JASP —a partir de datos obtenidos de TAI aplicado a


un grupo de estudiantes del INTEC en 2020—.
En la Tabla 4 se puede apreciar que el valor de p es igual a 0.235. Como el valor de
p es mayor a 0.05, se concluye que no existen diferencias significativas entre la
puntuación D de estudiantes de distintos niveles de religiosidad. En la Tabla 6 se
observan los descriptivos de la puntuación D —que indica preferencia racial
automática— que presentan los y las estudiantes de distintas identidades políticas
de la muestra.
Tabla 5.

Identidad Media. Sd. n.


politica.
conservador 0.373 0,322 4
Leve 0.475 0.148 2
Conservador
Natural 0.287 0.416 41
liberal 0.243 0.356 7
Leve liberal 0.362 o.544 12
Fuerte liberal. 0.259 0.225 4

Nota: la fuente es el Programa JASP —a partir de datos obtenidos de TAI aplicado a


un grupo de estudiantes del INTEC en 2020—.
En la Tabla 5 se observa que la media de la puntuación D en los y las participantes
de identidad política levemente conservadora es de 0.475; en los de identidad
política moderadamente conservadora es de 0.373; en aquellos/as de identidad
política moderadamente liberal es de 0.362; en los de identidad política neutral es
de 0.287; en los de identidad política fuertemente liberal es de 0.259 y en
aquellos/as de identidad política levemente liberal la media es de 0.243. En la Tabla
7 se observa la prueba ANOVA de las diferencias de medias para la variable
puntuación D de los y las estudiantes de distinta identidad política de la muestra,
que señala si existen diferencias entre las medias de la puntuación D de los
diferentes grupo.

Tabla 6.
Clase social. Media. sd n
alta 0.379 0.296 8
baja 0.340 0.562 9
media 0.287 0.401 53

Nota: la fuente es el Programa JASP —a partir de datos obtenidos de TAI aplicado a


un grupo de estudiantes del INTEC en 2020—.
En la Tabla 8 se puede observar que la media de la puntuación D en estudiantes de
clase alta es de 0.379, en los de clase baja es de 0.340 y en aquellos/as de clase
media es de 0.287. En la Tabla 9 se visualiza la prueba ANOVA de las diferencias
de medias para la variable de puntuación D de los y las estudiantes de distintas
clases sociales de la muestra, que señala si existen diferencias entre las medias de
la puntuación D de los diferentes grupos.

Tabla 7.

casos Suma de df Media f p


cuadrado. cuadratica.
Clase
0.071 2.000 0.036 0.207 0.813
social
Residual. 11,524 67.000 0.172
Nota: la fuente es el Programa JASP —a partir de datos obtenidos de TAI aplicado a
un grupo de estudiantes del INTEC en 2020—.
En la Tabla 9 se observa que el valor de p es igual a 0.813. Como el valor de p es
mayor a 0.05, se concluye que no existen diferencias significativas entre la
puntuación D de estudiantes de distintas clases sociales.
Conclusiones y discusiones.
A continuación, se presenta la discusión de los resultados obtenidos en la presente
investigación, cuyo objetivo general consiste en evaluar si existen manifestaciones
de racismo implícito en un grupo de estudiantes del INTEC. Esta investigación es de
gran importancia, ya que estudia la nueva manera en que se se manifiesta
predominantemente el racismo en la actualidad en un contexto universitario; de
manera que concientiza sobre este fenómeno que resulta más difícil de identificar.
En relación a si se presentan diferencias con relación al sexo en la existencia o no
de racismo implícito en un grupo de estudiantes del INTEC, la investigación
determinó que no existen diferencias significativas entre la puntuación D de
hombres y mujeres de la muestra utilizada, la cual determina la preferencia racial
automática de estos y estas.
Wade (2013) señala que las inclusiones y exclusiones por razones de etnia se
manifiestan también por medio de las relaciones de sexo/género. Quintero (2013)
indica que en su estudio llevado a cabo con estudiantes universitarios de París y
Bogotá se encontró una notoria mayor cantidad de mujeres que habían sido
víctimas de racismo que de hombres, donde de las 775 situaciones relatadas, el
71% de estas fueron experimentadas por mujeres. Romero (2015) explica que
durante los años de esclavitud la mujer afroamericana fue marginada tanto por
blancos como por negros. Señala que los hombres blancos las discriminaban tanto
por su grupo étnico como por su sexo y los hombres afroamericanos las excluían de
la lucha por su libertad por ser considerada inferior. A través de lo expresado por
estos autores se intuiría que sí habrían diferencias significativas en la existencia o
no de racismo implícito entre hombres y mujeres de la muestra. El hecho de que la
historia explique que las mujeres eran discriminadas por hombres por razones de
etnia y sexo deja la idea tanto de que una gran cantidad de mujeres han sufrido una
doble discriminación, como de que muchos hombres discriminaron doblemente. Sin
embargo, se observa que los resultados de la investigación indican que en este
grupo de estudiantes del INTEC no se observan diferencias significativas en la
preferencia racial automática de ambos sexos. Esto no necesariamente indica que
no las haya en el INTEC, ni mucho menos en República Dominicana, debido a que
la muestra utilizada no es tan representativa; pero, sí describe e informa sobre cómo
es la situación en un grupo de estudiantes de distintas edades, carreras, tonalidades
de piel, ideas políticas, clases sociales, religiones y religiosidad. Este último factor
es muy importante para tomar en cuenta cuando hablamos de racismo, debido a la
relación que guardan entre sí. Con relación a si se observan diferencias en la
presencia o no de racismo implícito en un grupo de estudiantes del INTEC por su
religiosidad, se encontró que no hay diferencias significativas entre la puntuación D
de estudiantes de distinta religiosidad que componen la muestra, la cual determina
su preferencia racial automática.
A pesar de estos hallazgos, Hall et al. (2010) señalan que usualmente quienes son
religiosos o religiosas tienen mayor tendencia a tomar decisiones y actuar frente a
otros u otras, dependiendo de si pertenecen o no a su grupo. Agregan que en
cuanto una religión suela practicarse entre una determinada etnia, se va forjando la
percepción de que personas de otros grupos étnicos no pertenecen a estos grupos.

Como vemos, estos autores sugieren que mientras mayor sea el nivel de
religiosidad de una persona, posiblemente su nivel de racismo sea mayor. Ya
sabiendo que los resultados indican que no hay diferencias significativas en la
existencia o no de racismo implícito, según la religiosidad de este grupo de
estudiantes, consideramos interesante destacar que la media de la puntuación D de
aquellas personas que se identifican como no religiosas indica que presentan una
leve preferencia hacia personas blancas sobre negras, mientras la media del resto
de los grupos —de un nivel de religiosidad mayor— indica una moderada
preferencia hacia personas blancas sobre negras, a excepción de los fuertemente
religiosos o religiosas, que sí tenían el mismo nivel de racismo de los no religiosos o
religiosas, pero este grupo solo lo constituye un o una estudiante de la muestra —
por lo que es el grupo de menor representatividad— y los demás grupos sí estaban
compuestos por un número similar de estudiantes.
Otro factor que involucra ideales y creencias de las personas, que va relacionado al
racismo, es la identidad política. Para esta investigación se utilizó una muestra de
identidades políticas liberales, conservadoras y neutrales, ya que los ideales
fundamentales que conllevan estas identidades se consideran poder estar
relacionados con el racismo. En cuanto a si se presentan diferencias en la
existencia o no de racismo implícito en un grupo de estudiantes del INTEC según su
identidad política, se encontró que no hay diferencias significativas entre la
puntuación D de los y las estudiantes de distintas identidades políticas de la
muestra. Garreta (2012) explica que el liberalismo político busca evitar los conflictos
y tiene como objetivo que los ciudadanos y las ciudadanas se encuentren a favor de
ideales lo más heterogéneos que sea posible con respecto a orientaciones morales,
religiosas o filosóficas. A pesar de esto, Mazariegos (2006) indica que lo que
propone el liberalismo se ve olvidado cuando se trata de afrontar decisiones sobre la
ciudadanía de ciertas etnias, como ocurre con la indígena, donde se impone a
personas indígenas el requisito de no ser ese ser humano inculto primitivo que
imaginan los y las liberales.

Por otro lado, Rottenbacher et al. (2011) explican que la ideología política
conservadora se opone a los cambios sociales y más bien prefiere ideas
tradicionales y seguras para la organización de las instituciones y las personas, lo
que generalmente viene con desigualdad. Además, manifiestan actitudes que
demuestran preferencias por acciones jerárquicas que incluyen diferencias de poder
entre grupos e individuos, agregando que suelen preferir la superioridad de alguien
del propio grupo frente a alguien externo a este. Según lo expresado por estos
autores, se esperaría que la ideología política conservadora estuviese más
relacionada con la discriminación racial que la ideología liberal; no obstante, a la
vez, se afirma que en ambos casos se pudiesen encontrar actitudes racistas.

En los resultados del presente estudio no se observan diferencias significativas en la


existencia o no de racismo implícito según las identidades políticas de este grupo de
estudiantes del INTEC. Empero, se considera importante señalar que la media de la
puntuación D de los y las estudiantes que se consideran conservadores indica
mayor nivel de racismo implícito que la de aquellos y aquellas de identidad política
liberal. Otro punto por analizar que, aunque no constituye específicamente una
manera de seguir doctrinas o ideologías, definitivamente involucra creencias y
valores que lo llevan a constituir un factor íntimamente relacionado al racismo; se
trata de la clase social. En torno a si hay diferencias en la existencia o no de
racismo implícito en un grupo de estudiantes del INTEC, según sus clases sociales,
se encontró que no existen diferencias significativas entre la puntuación D de
estudiantes de diferentes clases sociales de la muestra utilizada.

Cea (2009) indica que el racismo y la xenofobia, en muchos casos, reflejan un fuerte
clasismo en las personas. Ipar & Giller (2016) explican que durante los inicios del
racismo moderno no se observaba un racismo exclusivo, que pretende erradicar
poblaciones completas de una etnia, sino más bien un racismo inclusivo que viene
con la creación de relaciones de poder y con la explotación de clase. Añaden que
esto recae en un racismo de clase cuyo objetivo consiste en diferenciar a las
poblaciones según los roles que se desempeñen en la actual división del trabajo.
Esto que expresan estos autores haría pensar que se observarían diferencias en la
existencia o no de racismo implícito en las distintas clases sociales de la muestra;
esto debido a que, si el racismo va muy relacionado a la clase social, principalmente
este racismo más solapado, que se puede manifestar bastante en un racismo de
clase, entonces posiblemente en las personas de distintas clases sociales —donde
se podrían manifestar distintos tipos de actitudes clasistas— también se esperarían
distintos niveles de racismo.
A pesar de esto, los resultados de esta investigación indican que no hay diferencias
significativas en la existencia o no de racismo implícito entre los y las estudiantes de
distintas clases sociales de la muestra utilizada; no obstante, es relevante resaltar
que la media de la puntuación D que indica la preferencia racial de los y las
participantes, tanto pertenecientes a clase baja como a clase media, sugiere una
leve preferencia automática hacia personas blancas sobre personas negras,
mientras que la media de las puntuaciones de aquellos y aquellas que pertenecen a
una clase social alta indica una preferencia automática moderada hacia personas
blancas sobre personas negras. Por consiguiente, esta investigación sugiere que no
se observan diferencias significativas ni en el sexo, ni en la religiosidad, ni en la
identidad política, ni tampoco en la clase social en la existencia o no de racismo
implícito en este grupo de estudiantes del INTEC. Sin embargo, sí se presentan
manifestaciones de racismo implícito en este grupo de estudiantes del INTEC.
Un porcentaje muy bajo de la muestra seleccionada —21.429%— denotó ligera o
ninguna preferencia racial automática hacia personas blancas sobre personas
negras. El resto —78.572%— sí presentó distintos niveles de racismo implícito hacia
alguna etnia, siendo notoriamente mayor la preferencia racial automática hacia
personas blancas sobre personas negras. Cabe destacar que el nivel de racismo
implícito más predominante en este grupo de estudiantes es de preferencia
automática moderada hacia personas blancas sobre negras. Los cambios de
normativas sociales en los últimos 50 años, que incluyen el rechazo y la
recriminación de actitudes racistas, han venido con la aparición de modalidades más
encubiertas y latentes de estos prejuicios ante las víctimas (Pascale, 2010). Espelt &
Javaloy (1997) expresan que las diferencias en la distribución del poder tanto
político, como social y económico evidencian que existe un racismo que aunque
puede ser menos intenso en la manera en que se manifiesta, no lo es en cuanto a
consecuencias; estas incluyen discriminación en el trabajo, la vivienda, la escuela y
la sociedad para las minorías étnicas. En el nuevo racismo se desplaza el fenotipo o
hacia la cultura, donde se cambia el anhelo por alcanzar la pureza racial por el de
conseguir una identidad cultural auténtica. Además, hay un desplazamiento de la
desigualdad hacia la diferencia, donde el rechazo a inferiores se manifiesta con la
evitación del otro o de la otra (Espelt & Javaloy, 1997). Para concluir, en esta
investigación se pudo observar que sí hay presencia de racismo implícito en este
grupo de estudiantes del INTEC. Una gran mayoría presentó una preferencia racial
automática hacia algún grupo étnico, de manera muy mayoritaria en distintos niveles
de preferencia hacia personas blancas frente a personas negras, siendo el nivel de
preferencia automática moderada el más frecuente. Además, se observó que no hay
diferencias en la existencia o no de racismo implícito según el sexo de este grupo de
estudiantes; tampoco según su nivel de religiosidad, identidad política o clase social.
No obstante, sí se observó existencia de racismo implícito en la media de la
puntuación D de cada uno de los grupos.

Los fenómenos y problemáticas sociales, políticos, económicos y culturales que se


presentan en el caótico presente global dan cuenta de la necesidad de explorar
nuevas propuestas teóricas para un abordaje integral de la realidad. En el caso de
los estudios internacionales, resulta enriquecedor incorporar visiones que escapen a
las miradas tradicionales de la disciplina. Las recientes noticias provenientes del
Caribe nos permiten poner en práctica estos enfoques. En febrero de 2021, en el
marco de una crisis global provocada por la pandemia de Covid-19, Luis Abinader,
actual presidente de República Dominicana anunció la construcción de un polémico
muro de costes millonarios que separará las fronteras de su país con Haití (Telesur,
28 de febrero 2021). Esta propuesta no representa una política aislada, sino que se
inscribe en un entramado de políticas y prácticas xenófobas y racistas desplegadas
hacia la población haitiana desde hace mucho tiempo atrás. Desde la perspectiva
del presente artículo, las respuestas de República Dominicana hacia la migración
haitiana, y hoy hacia su descendencia, deben ser comprendidas como parte de un
antihaitianismo cultural y estatal, que remonta sus orígenes a más de un siglo atrás
En este trabajo, se concibe antihaitianismo a todas las ideas, prácticas y acciones
que se estructuran en torno a un taxativo desprecio y rechazo hacia todo aquello
que proviene o se asocia a la nación haitiana, ya sean personas, instituciones o
símbolos. Este antihaitianismo, tiene española, y Haití por su parte, como un
dominio colonial francés. A lo largo de este período, la parte francesa logró
consolidarse como una productiva colonia de plantaciones esclavista
agroexportadora, ocupando un lugar central en la economía mundial moderna (Dilla
Alfonso y Carmona, 2010: 25-42). En contraste, la colonia española se organizó
como lugar de producción y suministro de las plantaciones.

A lo largo de las siguientes páginas, reconstruiremos algunos momentos que tienen


en común el antihaitianismo como directriz en el abordaje político de la migración
haitiana en aquel país. Dicho repaso permitirá situar esta idea y también dar
contenido, desde nuestra perspectiva, al actual conflicto. Durante el recorrido,
introduciremos algunas herramientas analíticas de los estudios decoloniales, que
serán de utilidad para abordar esta problemática interestatal, que supo adquirir
dimensiones internacionales.

Negritud, raza y colonialismo: la génesis del antihaitianismo.

Si nos remontamos fugazmente en el tiempo, la realidad de la isla caribeña


resultaba muy diferente a lo que encontramos en la actualidad. Durante la
expansión marítima europea del siglo dieciséis en el actual territorio americano, lo
que hoy conocemos como República Dominicana se erguía como colonias
francesas, principalmente de materias primas y alimentos, lo que la hacía una
economía sin atractivo para los mercados europeos (Dilla Alfonso y Carmona,
2010:42).

En el contexto antillano que abordamos, tal como señala Mignolo “fue con y a partir
del circuito comercial del Atlántico cuando la esclavitud se convirtió en sinónimo de
negritud” (Mignolo, 2000: 39). Durante este mismo período de la “modernidad”
europea, la raza, como plantea Quijano (1999, 2000a, 2000b, 2014), fue impuesta
como el principal elemento de dominación colonial. Este concepto, siguiendo al
autor, sostuvo la idea de que existía una discrepancia biológica con los pueblos no-
europeos, y que, consecuentemente, estos pertenecían a un nivel inferior.
Asimismo, las diferencias culturales también estaban asociadas a dichas
desigualdades biológicas, y daban cuenta de una superioridad/ inferioridad. Así, “la
raza se convirtió en el primer criterio fundamental para la distribución de la población
mundial en los rangos, lugares y roles en la estructura de poder de la nueva
sociedad” (Quijano, 2000a: 123). Dichas ideas permearon toda la matriz de ideas,
valores, prácticas sociales, relaciones entre las personas, y perduran
duraderamente en las sociedades, pese a haberse eliminado los vínculos coloniales
(Quijano, 2014: 759).

También, aquí se evidencia cómo la articulación entre la historia del capitalismo y la


“producción de razas” debe ser comprendida no solo como un suplemento del
capitalismo, sino como algo inscrito en su desarrollo genético (Mbembe, 2016). una
estructura de pensamiento de corte racista y xenófobo hacía sus vecinos isleños.

Nacionalismo y racismo. La consolidación del antihaitianismo


estatal.

Durante la primera década del siglo veinte, el escenario en la isla cambió


sustancialmente. Ambos países sufrieron ocupaciones militares por parte de
Estados Unidos (Ansaldi y Giordano, 2016), aunque las consecuencias fueron
notoriamente disímiles. Mientras que República Dominicana se perfiló como
productora y exportadora de azúcar a gran escala, Haití no logró su inserción en el
mercado capitalista mundial, debido a su alta densidad demográfica y
fraccionamiento de la tierra, y en cambio se posicionó como proveedora de mano de
obra para las plantaciones en República Dominicana y Cuba (Dilla Alfonso y
Carmona, 2010; Dilla Alfonso, 2004; Wooding y Mooseley-Williams, 2004). De la
mano de la modernización capitalista, durante esta etapa se asentaron en República
Dominicana las bases institucionales de un Estado centralizado que, además de
implicar acciones jurídicas, políticas y sociales, también exigió una demarcación de
sus límites fronterizos (Dilla Alfonso, 2004: 26). Es en este punto que el rol del
dictador Leónidas Rafael Trujillo fue trascendental.

Para sorpresa del mundo entero, la negritud fue erguida como base de la nación
haitiana tras su revolución, llevada adelante por los y las esclavizados y
esclavizadas. La llegada del proceso de insurrección en Haití y posteriormente la
declaración de su nueva Constitución en 1805 que incluía el artículo 14: “todos los
ciudadanos, de aquí en adelante, serán conocidos por la denominación genérica de
negros” (Constitución Imperial de Haití, 1805), generó un choque con la visión
hegemónica del mundo en aquel entonces2 3 , y tuvo fuertes consecuencias en la
forma en que otros estados se vincularon con el naciente Haití4 y, a nuestro
entender, aún continúa teniendo implicancias, como intentaremos mostrar en las
siguientes páginas. En contraposición República Dominicana, al alcanzar su
independencia (de Haití en 1844 y de España en 1865), construyó su ideario
nacional negando —o bien excluyendo— la negritud (Wooding y Moseley-Williams,
2004; González Valdés, 2017).
De la mano de la modernización capitalista, durante esta etapa se asentaron en
República Dominicana las bases institucionales de un Estado centralizado que,
además de implicar acciones jurídicas, políticas y sociales, también exigió una
demarcación de sus límites fronterizos (Dilla Alfonso, 2004: 26). Es en este punto
que el rol del dictador Leónidas Rafael Trujillo fue trascendental. El trujillismo (1930-
1961) significó el momento histórico de consolidación y difusión del antihaitianismo.
Su hito más conocido fue, sin lugar a dudas, la Masacre del perejil. Allí, miles de
haitianos y haitianas fueron asesinados y asesinadas en la zona fronteriza entre
ambos países. Sin embargo, no solo el desprecio hacia los/as haitianas fue
expresado en políticas y distintas prácticas, sino que el antihaitianismo permeó y se
instaló en el plano ideológico dominicano de la mano de Trujillo. Fue allí cuando el
“gran enemigo nacional” fue constituido, delimitado y difundido y, desde entonces,
los y las haitianos y haitianas son en el ideario nacional dominicano quienes atentan
contra la cultura nacional y son responsables de gran parte de los males del país
(Sillié, 1992).

En paralelo, debido a los cambios productivos en la isla, la necesidad de


trabajadores en las plantaciones azucareras dominicanas incentivó a la creación de
acuerdos entre ambas naciones para la instalación temporal de migrantes haitianos
para la zafra. Así, miles de trabajadores se desplazaron desde Haití, proceso que se
extendió hasta mediados de los ochenta. Para fundamentar entonces el
antihaitianismo que se comenzaba a difundir y a permear en la sociedad, la
migración haitiana devino en chivo expiatorio (Sillié, 1992), y continúa siéndolo en la
actualidad.

Antihaitianismo cultural: el pensamiento de Balaguer.

El “trujillismo sin Trujillo” llevado adelante por Joaquín Balaguer6 tuvo tintes
característicos en relación a la presencia haitiana. Balaguer, durante sus distintos
períodos en el poder, mantuvo la misma lógica estatal de los decenios anteriores,
sin modificar la legislación vigente que regulaba el desplazamiento de braceros
haitianos a los territorios azucareros. Sin embargo, en distintos momentos durante la
década de los ‘90 debió esbozar políticas concretas que dieran respuestas
principalmente a las demandas internacionales. En este sentido, durante su
mandato el presidente firmó dos decretos: el Decreto Nro. 417: Sobre
Regularización de nacionales haitianos en la República Dominicana, sancionado en
octubre de 1990, y el Decreto Nro. 233: Sobre repatriación de menores y
trabajadores extranjeros, adoptado en julio de 1991.
El pensamiento personal de Balaguer en relación a la “cuestión haitiana” queda
explicitado en su obra La isla al revés: Haití y el destino dominicano, escrita en 1983
y reeditada numerosas veces. Este texto brinda herramientas para comprender su
posicionamiento político y cultural frente a la presencia haitiana en República
Dominicana. En su libro, Balaguer enuncia diferentes momentos históricos de lo que
considera “el imperialismo haitiano”. Así, imputa al vecino país de históricamente
avanzar sobre el territorio dominicano y sostener intenciones ocupacionales: “La
independencia política de Haití nació obviamente unida a un ideal imperialista: la
unión de las dos partes de la isla bajo la bandera haitiana” (Balaguer, 1983: 11).
Esto es muy importante de visualizar en tanto uno de los pilares en los que se ha
sustentado también el antihaitianismo, desde el siglo XIX hasta la actualidad, es el
temor a la “invasión haitiana”, aunque hacia el siglo XX, según Balaguer, tome forma
de “invasión pacífica”:

territorio nacional y obtener, a la hora de un entendido sobre esas diferencias


seculares, condiciones más ventajosas del gobierno dominicano, obligado a
inclinarse ante la ocupación consumada. (Balaguer, 1983: 32)

Sin embargo, el mandatario señala que existían nuevas tendencias de aquel


imperialismo: “Haití ha dejado de constituir (…) un peligro por razones de orden
político. Pero el imperialismo haitiano continúa siendo una amenaza para nuestro
país, en mayor grado que antes, por razones de carácter biológico” (Balaguer, 1983:
36). Esta resulta quizás la tesis principal de su libro y podemos sintetizarla en la idea
de que el “peligro haitiano” se relaciona directamente con el avance de la negritud
haitiana y sus características biológicas, que al mismo tiempo se contraponen y
amenazan con destruir la “hispanidad” dominicana. En este sentido, en el apartado
Indicios de la influencia haitiana sobre la constitución física y moral del pueblo
dominicano del texto de Balaguer, se alimenta la idea de que el proceso de
mestizaje con la población haitiana implica una fuerte amenaza para el pueblo
dominicano, el cual, a pesar de poseer un gran porcentaje de población mestiza, se
identifica como heredero colonial de lo hispánico, lo cristiano y lo blanco. Al respecto
sostiene: La desnacionalización de Santo Domingo, persistentemente realizada
desde hace más de un siglo por el comercio con lo peor de la población haitiana, ha
hecho progresos preocupantes. Nuestro origen racial y nuestra tradición de pueblo
hispánico, no nos debe impedir reconocer que la nacionalidad se halla en peligro de
desintegrarse si no se emplean remedios drásticos contra la amenaza que se deriva
para ella de la vecindad del pueblo haitiano. (Balaguer, 1983: 46) El primer indicio
de esa desnacionalización lo constituye la decadencia étnica progresiva de la
población dominicana. Pero la disminución de sus caracteres somáticos primitivos
es sólo el signo más visible de la desnacionalización del país que va perdiendo poco
a poco su fisonomía española. Existen otros signos, menos patentes, pero tal vez
más peligrosos, de la influencia haitiana sobre la constitución física y moral del
pueblo dominicano. (Balaguer, 1983: 45)
En esta misma línea de ideas que sostiene el argumento de Balaguer, la presencia
haitiana amenazaba no solo “biológicamente” a la población dominicana, sino que
también lo hacía “moralmente”. La presencia de haitianos y haitianas en territorio
dominicano representa un peligro para los rasgos dominicanos no solo fisonómicos
sino también espirituales, religiosos, ideológicos y mentales. Esto parece ser
consecuencia de la “escasez de virtudes” de los y las haitianos y haitianas que, al
propagarse y mezclarse con la población dominicana, atentan contra la integridad
de la nación. Así, distintos supuestos y estigmas racistas se van desprendiendo a lo
largo de las páginas, tales como asociación de los haitianos y las haitianas
negros/as con la promiscuidad, la pereza, la propagación de enfermedades
infectocontagiosas, la delincuencia, el aumento demográfico y hasta causante de la
corrupción de sus “costumbres patriarcales” (Balaguer, 1983: 45-50). Estas visiones
expresan una lógica racista que atraviesa y da forma al pensamiento de Balaguer,
que es consecuente con el racismo históricamente imperante en el pensamiento
dominicano. No obstante, este racismo incluye nuevos elementos de discriminación
que acompañan aquel “racismo biológico” —característico de finales del siglo XIX—
y puede entenderse como lo que Balibar (1991) denomina neoracismo, es decir, una
nueva forma de racismo cuyo tema central no sería la herencia biológica, sino la
irreductibilidad de las diferencias culturales (Balibar, 1991: 37, énfasis en el original).
A primera vista, este nuevo racismo no postula la superioridad de determinados
grupos o pueblos respecto a otros, sino que apunta al perjuicio que ocasiona la
desaparición de las fronteras, y la incompatibilidad de las distintas formas de vida y
de las tradiciones (Balibar, 1991: 37, énfasis en el original).

Tanto por su trayectoria en la política dominicana como por la habilidad que tuvo al
posicionarse durante la transición democrática dominicana, Joaquín Balaguer llegó
a ser un personaje muy influyente y también un intelectual reconocido. De modo que
podemos suponer que muchas de las premisas que organizan su libro, así como
también las presentes en las obras de otros intelectuales dominicanos, han tenido
una fuerte penetración en las visiones políticas sobre la población haitiana en el
país. Del mismo modo, la matriz cultural dominicana fue estimulada, a lo largo de
distintas décadas y administraciones estatales, en el desarrollo de prácticas y
discursos antihaitianistas. Estos son ni más ni menos, los “remedios drásticos” que
demandaba Balaguer.

Las formas de abordar la “cuestión haitiana” en República Dominicana durante el


siglo veinte y en los albores del siglo veintiuno no cambiaron su esencia, sino que el
antihaitianismo fue reconfigurado (González Valdés, 2017). En otras palabras, con
la llegada del neoliberalismo el contenido del antihaitianismo de la política estatal no
se vio modificado, más bien fue actualizándose. Así, fue incluyendo novedosas
estrategias segregacionistas y discriminatorias, al tiempo que fue permeando y
haciéndose visible en nuevos ámbitos e instituciones del Estado.
Nueva ley, viejos vicios.

Como novedad, a finales de la década de los ochenta y principios de los noventa


nuevos nichos laborales se abrieron más allá de las plantaciones azucareras para
los/as haitianos/as, como es caso del turismo, la construcción, y el servicio
doméstico, entre otros (ONE, 2002). Este cambio fue resultado de la diversificación
de la economía dominicana. También fue posible debido al incremento de
nacionales dominicanos que migraron hacia distintos destinos como Estados
Unidos, España y Puerto Rico, facilitando la incorporación de mano de obra
extranjera en los sectores vacantes (Silié, 2003: 2).

Los acuerdos entre países y el control estatal sobre la mano de obra para la zafra
azucarera fueron dejados atrás. Sin embargo, la normativa migratoria dominicana
que acompañó estos cambios continuó siendo el Reglamento General de Migración
de 1939, hasta el 2004 cuando se sancionó una nueva ley de migración, y su
posterior reglamentación en el año 2011.

A pesar de la renovación de la legislación migratoria, para el Estado dominicano los


haitianos y haitianas que se ocupaban principalmente de trabajos de baja
cualificación como actividades agrícolas, de servicio, de construcción o
manufactureras, según la ley no eran considerados inmigrantes. Aquella categoría
era reservada para extranjeros especializados, profesionales, técnicos y personas
calificadas que fueran capaces de “aportar” a través del conocimiento —o a través
del dinero en forma de inversiones— a la nación (Ley Nro. 285-04, General de
Migración, República Dominicana, agosto de 2004).
Por el contrario, el lugar que parece ocupar la población haitiana en la nueva ley
continúa relacionada a las históricas labores azucareras de baja calificación. En este
sentido, los trabajadores azucareros fueron nuevamente considerados bajo la
categoría de “No Residentes”, como “Trabajadores Temporeros” (Ley Nro. 285-04,
General de Migración, Sección VII, Artículo 36, agosto de 2004, República
Dominicana).

De esta manera, la presencia haitiana que históricamente se asocia a esta categoría


de la Ley, presenta aquello que Sayad (2008) reconoce como características —
correlativas y dependientes entre sí— vinculadas a la inmigración: “una presencia
extranjera, provisoria, por razones de trabajo, (o subordinadas al trabajo)” (Sayad,
2008: 104). Su “razón de ser” es el trabajo, pero en el caso de las personas de
origen haitiano no cualquier trabajo, sino uno que es estacional y temporario, motivo
por el cual se espera que ese trabajador resida provisoriamente en el país
extranjero, en este caso República Dominicana, y que una vez terminado el trabajo
retorne a su país de origen.
Así, en los albores del siglo veintiuno la presencia haitiana continuó siendo
configurada como una presencia “no deseada”. Esto se debe a que este flujo
migratorio no representa precisamente los intereses de “desarrollo” que se
menciona reiteradamente en la nueva la Ley General de Migración, y su existencia
solo puede explicarse —y aceptarse— dentro de los bateyes. Además, si
concebimos que para República Dominicana el flujo haitiano no es deseable debido
a toda la connotación xenófoba, racista y restrictiva con la que ha sido abordado
desde hace casi un siglo, cobran sentido las repatriaciones masivas, es decir, la
expulsión como respuesta estatal frente a la irregularidad migratoria.
Conjuntamente, la omisión que realiza en las nuevas legislaciones respecto a la
situación de los migrantes que se encontraban instalados en el país desde hacía
décadas, o bien las generaciones de dominicanos descendientes de haitianos y
haitianas, también permite dar cuenta de la manera en que el Estado dominicano
reconfiguró su histórico antihaitianismo a través de la ley.

Por otra parte, a pesar de que la estadística oficial demuestre que la ocupación
haitiana se había visto diversificada en las últimas décadas, entendemos que la ley
invisibiliza dicho fenómeno, en tanto que reduce al mundo rural la labor y la vida de
los haitianos y sus familias. El documento es conciso con respecto a esta
subcategoría de Trabajadores Temporeros: “En todo caso, estos trabajadores no
podrán laborar en actividades de zonas francas o empresas turísticas, salvo en las
zonas fronterizas, siempre y cuando existan convenios internacionales orientados a
estas actividades y se dicten disposiciones para tal efecto” (Ley Nro. 285-04,
General de Migración, Capitulo 3, Sección XI, Artículo 49, agosto de 2004,
República Dominicana).

Como se mencionó con anterioridad, si bien muchos migrantes ingresaban


“legalmente” al país con permisos de turismo o bien a través de permisos como
Trabajadores Temporeros, luego se desplazaban hacia otros sectores que ofrecían
nuevas oportunidades laborales. El hecho de que la Ley incluya esta aclaración
revela cómo el Estado continuó invisibilizando la diversificación laboral de los y las
migrantes haitianos y haitianas. Estos siguieron siendo tratados como trabajadores
azucareros. Paradójicamente, también evidencia que efectivamente se contrataba a
mano de obra haitiana en sectores de la economía que el Estado quería evitar y
restringir. Esto lo podemos relacionar —al igual que en períodos históricos
anteriores— con los beneficios para las empresas de contar con una mano de obra
barata y “desprotegida” como consecuencia de su condición de “ilegalidad” dentro
del país. Es esa “ilegalidad” la que promueve altas dosis de explotación laboral.

La estrategia de las expulsiones: ¡Alerta en Hatillo Palma!


En el marco de un renovado antihaitianismo que se gestaba con el neoliberalismo,
las expulsiones masivas también formaron parte de la agenda. En el año 2005, un
contundente episodio de estas características se hizo evidente en la localidad
dominicana de Hatillo Palma, donde se desató un conflicto que adquirió grandes
dimensiones y produjo una crisis en ambos lados de la isla. Según un informe del
año 2007 de Amnistía Internacional, durante un robo perpetrado por dos haitianos al
parecer, una comerciante dominicana murió y otra persona resultó herida. Tras la
agresión, miembros de las fuerzas armadas dominicanas, acompañados por
funcionarios de inmigración, expulsaron a más de 2.000 haitianos y haitianas,
además de dominicanos y dominicanas de ascendencia haitiana residentes en la
zona. La mayor parte de los y las expulsados y expulsadas, indica el informe de AI,
fueron menores y mujeres, y en el caso de algunos y algunas menores, fueron
deportados sin sus padres. Tampoco las personas que estaban prontas a ser
expulsadas tuvieron la posibilidad de manifestarse en contra de esto, ni de presentar
documentos que demostrasen que residían regularmente en la República
Dominicana, ya fuera porque eran ciudadanos dominicanos o bien porque poseían
permisos temporales como trabajadores migrantes. Las autoridades militares y las
fuerzas policiales le negaron ese derecho (Amnistía Internacional, 2007: 15).

Para resolver las expulsiones, señala AI (2007) el criterio “parecía ser abiertamente
racista y antihaitiano, es decir, basado en el color de la piel de las personas
expulsadas y en la presunción de que eran de nacionalidad, o de origen, haitiano”
(AI, 2007: 15). Este hecho fue particularmente importante porque generó una gran
ola de xenofobia y sentimientos nacionalistas que se expandieron y radicalizaron
(Lozano, 2014: 9), y exponen el despliegue de nuevas estrategias de exclusión por
parte del Estado dominicano. En este sentido, el caso de Hatillo Palma hizo evidente
cómo opera el mecanismo de las expulsiones, que pese a haberse intentado regular
y reglamentar en el año 1999 mediante un acuerdo8 firmado entre Haití y República
Dominicana, éste no era respetado.

Terremoto, desplazamientos y la estrategia judicial.

El terremoto que azotó Haití en enero de 2010 dio inicio a una crisis humanitaria en
un Estado precario9 (Ansaldi y Giordano, 2012) que, frente a la catástrofe, no tuvo
la capacidad de asistir y proteger a su población. En este sentido, el Estado haitiano
no fue capaz de gestionar las operaciones de rescate y su sistema sanitario vivenció
un colapso. Solamente con el arribo de la ayuda internacional se hizo posible
brindar la asistencia humanitaria necesaria (Feldmann, 2013: 32). Sumado a las
innumerables muertes y a los daños materiales (Durán Vargas, 2010; Organización
Panamericana de la Salud, 2012), el terremoto incrementó los desplazamientos de
población hacia distintos destinos, principalmente Republica Dominicana, aunque
también hacia nuevas rutas10 (Metzer 2014; Dilla Alfonso, 2016; Organización
Internacional de las Migraciones, 2017). La Sentencia 168/13 del Tribunal
Constitucional en el año 2013, desde nuestra perspectiva, fue una nueva respuesta
estatal, esta vez de la mano del poder judicial, frente a esta nueva situación. Al
respecto, el informe elaborado por la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos explica:

La sentencia 168/13 del Tribunal Constitucional estableció en 2013 que sólo se


consideran como nacionales las personas nacidas en territorio dominicano de
padres dominicanos o residentes legales. Esta interpretación se aplicó en forma
retroactiva a todas las personas nacidas entre 1929 y 2010: privando
arbitrariamente de su nacionalidad dominicana a cientos de miles de personas de
ascendencia haitiana, y creó una situación de apatridia nunca antes vista en
América. (CIDH, 2016).

No obstante, si se indaga dentro del universo judicial dominicano, la sentencia TC


168/2013 no fue un caso aislado. El caso conocido como Las niñas Yean y Bosico
sentó un precedente a estas resoluciones judiciales. Este hecho tuvo lugar entre
1997 y 2005 y, como señala la CIDH, puso por primera vez en cuestión la
nacionalidad dominicana para las personas de origen haitiano nacidas en República
Dominicana. Esta situación comenzó cuando, según los padres de las niñas,
trataron de registrarlas en la Oficialía del Estado Civil de un municipio dominicano.
Aunque presentaron al funcionario correspondiente las cédulas de identidad y
electoral de las madres de las niñas, además de la certificación de su nacimiento
emitida por organismos oficiales, el agente estatal a cargo les negó el derecho a ser
reconocidas por el Estado (CIDH, 2015).

Como consecuencia de la imposibilidad de apelar a los tribunales de primera


instancia, las niñas permanecieron apátridas (CIDH, 2015). Al igual que miles de
haitianos y haitianas tras la sentencia 168/2013 del Tribunal Constitucional. Hannah
Arendt (1998) define al apátrida como la carencia del “derecho a tener derechos”. Al
no contar con una ciudadanía o nacionalidad, la persona se ve privada de sus
derechos fundamentales y humanos (Arendt, 1998: 225-252). En este sentido, la
injusticia más notable a la que se encuentran sometidas las personas apátridas no
radica en que no encuentren Estado alguno que les confiera una nacionalidad, sino
en que, por diferentes razones, el Estado que debería concedérsela no lo hace
(Gibney, 2009: 50). De modo que, al no ser consideradas nacionales dominicanas a
partir de estos hechos, las niñas Yean y Bosico no contaron con sus documentos de
identidad, viéndose impedidas de ejercer sus derechos ciudadanos con libertad,
como asistir a la escuela o atenderse en un hospital (CIDH, 2015).

El caso llegó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la cual en 2006 falló


a favor de las niñas. Estos hechos, con independencia de su desenlace, pusieron en
evidencia las acciones del Estado, a través del poder judicial, ya no solo contra la
migración haitiana, sino directamente contra cualquier presencia que guardara
relación con el haitianismo. Siguiendo el principio de ius soli presente en la
constitución dominicana, ambas niñas eran ciudadanas dominicanas, pero su
parentesco sanguíneo con personas de origen haitiano actuó como condicionante
en su reconocimiento ante la ley. Si bien en este caso intervino la CIDH y la Corte
IDH fue contundente contra la República Dominicana, esto no implicó que en la
práctica diversas violaciones a los derechos fundamentales de las personas
dominicanas de origen haitiano continuaran desarrollándose.

Así, casi una década después del fallo, en 2013 el cuestionamiento de la


nacionalidad fue reflotado por la controversial sentencia del Tribunal Constitucional
dominicano representando un duro golpe para la migración y la presencia haitiana,
así como para cualquier persona con ascendencia haitiana en el país (González
Valdés, 2017). En el mismo sentido, los anuncios del presidente Abinader sobre la
edificación de un muro divisorio en la frontera haitiano-dominicana son muestra de
la vitalidad del antihaitianismo en República Dominicana a inicios del siglo veintiuno.
Un antihaitianismo sostenido y reproducido por el Estado desde su conformación en
adelante.

A modo de cierre.

A lo largo de estas páginas hemos intentado delinear de qué manera se configura,


reconfigura y opera el antihaitianismo estatal dominicano. En este sentido, así como
la reivindicación de la negritud fue la bandera levantada por el pueblo haitiano tras
su independencia a comienzos del siglo diecinueve, el hispanismo y lo “blanco”
fueron, por oposición, parte constitutiva del imaginario de la nación dominicana
desde su creación. De manera tal que el racismo y las prácticas racistas hacia la
nación haitiana y sus pobladores, anclan sus inicios en la génesis del Estado
dominicano. Cuando hablamos de racismo en este trabajo nos referimos a aquellas
prácticas de intolerancia, violencia y segregación ligadas a estigmas de alteridad,
principalmente vinculadas al color de la piel.
Reflexionar sobre este tema resulta fundamental para comprender la historia de
América Latina y el Caribe, cómo se han construido sus relaciones inter-regionales y
cómo han operado los Estados en su interior frente a la diversidad étnicoracial.
Conjuntamente con otras formas de clasificación social que operan en nuestras
sociedades, como la clase y el género, la noción de raza continúa siendo en la
actualidad un elemento de diferenciación. El clivaje racial sigue operando
activamente en las estructuras sociales latinoamericanas (y no solo en ellas). A
nuestro entender, este antihaitianismo estatal (anclado en un fuerte racismo) que
hemos encontrado en distintos momentos históricos y en distintas “variantes”, es
parte constituyente de la “dominicanidad” y, como sugieren los estudios
decoloniales, es también evidencia la herencia colonial de dominación, clasificación
y segregación social presente en los Estados latinoamericanos. La inclusión de
estos elementos, ligados a la cultura y a perspectivas latinoamericanistas en los
estudios internacionales, puede resultar enriquecedora y ofrecer nuevas alternativas
de análisis.

Los recientes anuncios sobre la construcción de un muro en República Dominicana


parecieran solo materializar una gran pared que existe hace más de un siglo entre
ambos países, y que lejos estaría de poder derribarse.

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