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Lo primero que hay que aclarar es qué es el racismo y cuáles son las causas que llevan a esto.
Según la Real Academia Española, el racismo es la : "Creencia que sostiene la superioridad de
un grupo étnico sobre los demás, lo que conduce a la discriminación o persecución social".
Una de las causas más comunes de las actitudes racistas puede encontrarse en el miedo a lo
diferente o a las personas que vienen de otros países, por desconocimiento o falta de
información al respecto.
Tipos de racismo
Existen varios tipos de racismo por los que las personas se pueden sentir discriminadas o ser
víctimas de desigualdades:
Racismo simbólico. El racismo simbólico aboga por el derecho a ser iguales, pero con
matices: el derecho a ser iguales existe, pero para ámbitos puntuales o ciertas
situaciones. Un ejemplo que explica el racismo simbólico es la libertad que tiene cada
grupo para vivir como quiera, pero en áreas limitadas para dicho grupo. Estas actitudes
provocan una segregación cultural entre los distintos grupos, lo que a su vez produce
distanciamiento entre sus miembros.
Racismo biológico. Es el tipo de racismo menos tolerante. Entiende que una raza es
biológicamente superior a las demás, que amenazan con degenerar la raza que es
considerada principal. El racismo biológico no cree que los miembros de otras razas
deban tener ningún derecho, piensa que deben ser excluidos totalmente e incluso
apuesta por la segregación física. Un ejemplo de este tipo de racismo fue el llevado a
cabo por el régimen nazi en los años 30 y 40: consideraban la raza aria como una raza
pura y superior.
¿Cómo identificar el racismo del día a día?
Ejemplos de xenofobia
Los ejemplos para ilustrar la xenofobia abundan en la historia
del ser humano, por desgracia:
La persecución de los judíos en la Europa del
nazismo. El gobierno nacionalsocialista encabezado por
Adolfo Hitler, desencadenante de la Segunda Guerra
Mundial y de la tragedia conocida como el Holocausto
Judío, promulgó a mediados del siglo XX
una legislación que arrebataba a los ciudadanos de
origen judío y a otros pueblos extranjeros considerados
“inferiores” (gitanos, eslavos, etc.) todo tipo de derechos
civiles y los reducía a la noción de esclavos.
La segregación en la isla La Española. Esta isla del
Caribe alberga dos países distintos: Haití, una de las
naciones más pobres del hemisferio, y República
Dominicana. La primera es una antigua colonia francesa,
la segunda española. Y entre ambas hay una frontera que
se sostiene no sólo por la geografía política, sino por el
rechazo de los dominicanos hacia sus vecinos más pobres,
impidiéndoles el paso y a menudo tratándolos como
agentes amenazadores.
El conflicto árabe-palestino. Con profundas raíces en el
siglo XX, este conflicto enfrenta a la nación de Israel,
fundada en 1948, contra sus vecinos de origen árabe,
especialmente los palestinos, quienes ocupaban el
territorio en que se estableció la joven nación judía. Este
complejo conflicto ha derivado en hostilidades y guerras
entre ambos bandos, y a no pocos actos
de violencia xenófoba de parte de Israel, estado más
poderoso y aliado a los EEUU, como masacres,
expulsiones y apropiaciones ilegales de tierra.
Frontera México-EEUU. La intensa migración mexicana
y centroamericana hacia los EEUU ha motivado enormes
tensiones en el área fronteriza de ambos países,
ocasionando que los rancheros estadounidenses rechacen
violentamente la presencia de los migrantes (a quienes
llaman wetbacks, “espaldas mojadas”), y fomentando una
política xenófoba de deportaciones y persecuciones, que
considera a los mexicanos como responsables de los males
estadounidenses.
Racismo y xenofobia
Si bien no son lo mismo, la xenofobia y el racismo suelen ir de
la mano. Las consideraciones de tipo racista, que distinguen
entre un individuo y otro simplemente por el color de su piel o
por su proveniencia étnica, toman a estos individuos como
extraños, o sea, como ajenos a la comunidad, aplicando una
noción un tanto infantil de “pureza” o “naturaleza” que nada
tiene que ver con la historia de la constitución de las naciones,
en la que los migrantes y los intercambios culturales y raciales
han sido grandes motores del crecimiento y de la riqueza
cultural.
Sin embargo, el racismo puede darse entre los individuos de
una misma nación, como ocurre a menudo en naciones
multiétnicas o producto de orígenes coloniales.
La mayoría de los estados modernos de Occidente ha
promulgado leyes en contra del racismo y fomenta la diversidad
étnica como un valor, pero una verdadera cultura de la equidad
racial está aún por construirse.