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Las más comunes son: Trastorno por atracón: Es el trastorno en donde la persona
siente periódicos deseos de ingerir alimentos de forma descontrolada, sin provocar el vómito.
Bulimia: Trastorno de la alimentación que se caracteriza por períodos en que se come
compulsivamente, seguidos de otros de culpabilidad con provocación del vómito. Anorexia
nerviosa: Trastorno se caracteriza por un rechazo de los alimentos en donde se tiene aversión
a la ingesta de alimentos, no se come, se pierde bastante peso y suele ir acompañado de
vómitos provocados, y va acompañado de otros síntomas somáticos y psicológicos que afectan
a la persona, en el caso de las mujeres, desaparición de la menstruación, problemas
relacionados con la piel, anemia, entre otras.
Existen varios factores, entre los cuales se destacan los psicológicos que pueden
contribuir a los trastornos alimenticios, como la baja autoestima, los sentimientos de
insuficiencia o falta de control de su vida, la depresión, ansiedad, enojo y/o soledad, las
dificultades en las relaciones personales y familiares, la dificultad para expresar sentimientos y
emociones, el haber recibido rechazo por el peso, algún antecedente de abuso físico o sexual,
presiones culturales que enaltecen la figura delgada y rechazan el sobrepeso
En primer lugar, hay que enseñar desde muy pequeños a los niños de la importancia de
seguir hábitos saludables: que establezcan horarios de comida regulares, evitando saltarse las
comidas y no comer a deshoras y que los padres estén presentes en dos comidas mínimo. De
igual forma se debe rescatar que la dieta sea sana, equilibrada y variada, incluyendo todos los
alimentos necesarios, evitando el dulce en exceso y las grasas saturadas. Es fundamental
ofrecer verduras y frutas de forma variada. También se previene este tipo de enfermedades
generando en los niños confianza, seguridad y amor propio, ya que estos son factores
protectores de la autoestima. Por otro lado, se debe fomentar una buena comunicación dentro
del ámbito familiar, para que el niño se sienta seguro y, de esta manera, sea capaz de buscar
opinión y la ayuda de su propia familia cuando se enfrente a situaciones que le resulten
difíciles o estresantes. Otro consejo es adoptar y mantener unos hábitos saludables que
incluyen la práctica de actividad física y tiempos de descanso que favorezcan los hábitos de
sueño y distracción, para el manejo de otros factores como son la ansiedad y el estrés.