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Parte tomas

Más de siete años de dictadura, con la Guerra de Malvinas en medio, dejaron


una incontrolable crisis económica, que estuvo caracterizada por una inflación
anualizada de 600% en el último trimestre de 1983, un déficit fiscal que
ascendía al 11% del PBI, unas reservas internacionales casi inexistentes y una
deuda externa impagable.

De la mano de su primer ministro de Economía, Bernardo Grinspun, Alfonsín


lanzó políticas con el objetivo de mejorar el poder adquisitivo e impulsar el
mercado interno. Sin embargo, la falta de resultados hizo que en febrero de
1985 fuera reemplazado en su cargo por el entonces secretario de
planificación, Juan Vital Sourrouille.

El 14 de junio de 1985, Sourrouille anunció el lanzamiento del Plan Austral, que


comenzó a regir desde ese mismo día.

Con la llegada del Plan Austral, el Peso, que estaba vigente desde 1970, fue
reemplazado por la nueva denominación, el austral, cuya unidad que equivalía a
1.000 pesos. Es decir, se le quitaron tres ceros a la moneda.

En paralelo, se congelaron los precios, los salarios, las jubilaciones, las tarifas
de los servicios públicos y todo tipo de cambio monetario. También se
estableció una lista de precios máximos para los bienes de la canasta básica y
se apostó a una fuerte reducción del déficit fiscal.

¿Por qué el Gobierno hace el Plan Austral? En ese momento, el riesgo de que el
Presidente no pudiera sostener su mandato no era menor. Había que parar la inflación,
como mínimo. En el Plan Austral, nosotros entendíamos que era inexorable hacer un
congelamiento de precios para detener la inflación bruscamente, no había tiempo para
más gradualismo

Los resultados a corto plazo fueron más que satisfactorios: la inflación cayó
significativamente hasta alrededor del 2,5% mensual, la brecha cambiaria entre
el tipo de cambio oficial y el mercado libre del dólar se redujo del 20% al 2%. A
su vez, la actividad económica tuvo una fuerte aceleración, el déficit fiscal
descendió del 15% al 3,6% y los salarios reales crecían un 10% anual.

A partir de marzo de 1986, casi un año después de la implementación del Plan


Austral, la tasa de inflación comenzó a aumentar de manera paulatina.
Además, empezó a incrementarse el déficit fiscal, entre otros motivos por el
aumento del 15% en las jubilaciones y el incremento del 25% en los salarios del
personal militar, que después se extensivo a los docentes y al personal
sanitario.
Con una inflación del casi 100% anual, el Gobierno volvió en febrero de 1987 a
congelar los precios, medida que no surtió el más mínimo efecto. Recién el 2 de
septiembre de 1988, se anunció el llamado Plan Primavera.

en agosto de 1988 el presidente Raúl Alfonsín, junto con su ministro


de Economía, Juan Vital Sourrouille anunció el llamado Plan
Primavera, destinado a corregir el alarmante deterioro de la situación
económica
el déficit fiscal se ubicaba en el 3,6% del PBI, que se elevaba al
4,4%, si se sumaba el déficit cuasi-fiscal del BCRA, mientras que
la inflación apuntaba a superar el 400% anual.

El paquete de medidas se dio en un contexto de una inflación


de dos dígitos, y una gran debilidad política tras la derrota en
las elecciones legislativas del 87.
 

El objetivo político del plan era estabilizar las expectativas


inflacionarias evitando una aceleración irrefrenable, a menos de
un año de las elecciones presidenciales.

Las medidas tuvieron cierto éxito inicial, ya que en diciembre la


inflación se mantuvo en un dígito. Pero el plan presentaba dos
fuertes debilidades, la escasez de divisas y la incertidumbre
política generada por las inminentes elecciones.

El efecto duró poco, mientras, seguía creciendo el déficit “casi


fiscal” a raíz que la emisión monetaria, necesaria para financiar
el gasto público, que era luego absorbida por el BCRA mediante
la colocación compulsiva de bonos y encajes a los bancos para
retirar el dinero de circulación.
 
En el verano del 89 el colapso era previsible. Cuando trascendió
que el Banco Mundial suspendería su ayuda a la Argentina. En
unos pocos días, el Banco Central tuvo que sacrificar una
cantidad sustancial de divisas de las reservas para sostener el
austral. Pero la fuga hacia el dólar continuaba por lo que a
principios de febrero se decidió crear un nuevo mercado
cambiario, “el libre”. Esto fue el principio del fin, para el Plan
Primavera. El dólar más que triplicó su valor entre abril y mayo.
 A esa altura ya era evidente que el Plan Austral no contaba con
una política de largo plazo. No se estimulaba la inversión
productiva, y dependía demasiado de que hubiera buenos
precios para las exportaciones argentinas.
Durante mayo de 1989, el tipo de cambio se elevó de 80 a 200
australes por cada dólar estadounidense equivalente a una
abrupta devaluación mensual de un 150%

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