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Los depósitos residuales son acumulaciones de materiales que quedan después de la extracción de
minerales. Están compuestos por rocas, sedimentos y otras sustancias alteradas por procesos químicos y
físicos. Estos depósitos se pueden encontrar en las zonas de explotación minera, cerca de las minas o en
los cursos de agua que atraviesan las zonas mineras, también son acumulaciones de material suelto y
erosionado que quedan después de que el agua y el viento han eliminado la mayoría del suelo y de la roca
que los contenían. Estos depósitos se encuentran comúnmente en las laderas de montañas y en las partes
inferiores de valles. Un ejemplo de depósito residual son los «coluviones», que se forman cuando el agua
fluye por laderas inclinadas y arrastra material suelto.
Existen principales requerimientos para la concentración residual estas son:
Presencia de rocas y filones o vetas (protolito) que contengan minerales valiosos de metales.
Condiciones climáticas favorables a la descomposición química.
El relieve no debe ser demasiado acentuado, es decir, el relieve debe presentar una pendiente
suave.
Condiciones tectónicas adecuadas (proceso erosivo mínimo).
Las zonas estables planas ayudan al desarrollo del manto de intemperismo, ocurre en zonas planas
estables de la corteza continental, donde no existen movimiento de bloques tectónicas y un proceso
erosivo mínimo, que favorecen a la acumulación de los minerales residuales, generando mantos de
intemperismo.
Los yacimientos de tipo residual pueden ser de: hierro, magnesio, bauxita, niquel, y otras sustancias
menos comunes; y los procesos básicos de intemperismo y acumulación se aplica a todos ellos, sin
embargo la diferencia radica en la fuente de materiales, cambios químicos y otros detalles de formación
que difieren considerablemente para cada sustancia. Los principales yacimientos residuales tenemos: