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Entre Putas y Traidores.

Jesús, el Evangelio del Hombre

Eduardo Javier Silva 1


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Eduardo Javier Silva

Entre Putas y
Traidores.
Jesús, el Evangelio
del Hombre.

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

© Eduardo Javier Silva


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre
ISBN formato papel: 978-84-685-2679-9
ISBN formato pdf: 978-84-685-2680-5
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Editado por Bubok Publishing S.L
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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

"…A menos que se me persuada por testimonios de


las Escrituras o por razonamientos evidentes,
porque no me bastan únicamente las afirmaciones
de los Papas y de los concilios, puesto que han
errado y se han contradicho a menudo, me siento
vinculado con los textos escriturísticos que he
citado y mi conciencia continúa cautiva de las
palabras de Dios. Ni puedo ni quiero retractarme de
nada, porque no es ni seguro ni honrado actuar en
contra de la propia conciencia…”
Martín Lutero - Worms, 1521

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

ÍNDICE DE TÍTULOS

PRÓLOGO

INTRODUCCION
De Putas y Traidores - 1 a 2

CAPÍTULO PRIMERO
El Final - Escenas I a VII

CAPITULO SEGUNDO
La Resurrección - Escenas VIII a XIV

CAPITULO TERCERO
El Legado del Maestro - Escenas XV a XXI

CAPITULO CUARTO
La Transición de Roma - Escenas XXII a XXVIII

CAPITULO QUINTO
El Principio - XXIX a XXXIII

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PRÓLOGO

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

“Pater noster, qui es in caelis”

Me veo obligado antes de empezar, a admitir que


me siento profundamente ligado en cuerpo, mente y
alma a las enseñanzas de Jesús. Por eso soy por
excelencia y ante todo, cristiano.

Pero a la vez he sido toda mi vida, al principio por


formación familiar y más tarde por estudio pasional
de la historia, un férreo opositor a esa Iglesia
Católica dogmática y a la gran mayoría de esas
verdades torticeras que so pretexto de la fe y de los
misterios, nos ha querido imponer por años.

Por eso nunca rezo ni recé El Credo de Nicea. Yo


no creo en la “Santa Iglesia Católica” y mucho
menos, viendo lo que aquella ha hecho por años,
me parece acorde llamarla “Santa”.

Porque mientras que el cristianismo se basa en una


corriente filosófica pura y notoriamente
librepensante (tal vez por eso tergiversada y tan mal

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entendida), la iglesia católica es la consecuencia de


una decisión política de emperadores romanos que
intentaban apaciguar la conflictividad social en los
últimos años de su imperio.

Por eso la religión católica es dogmática. Por eso de


más de 50 evangelios que se conocen en existencia,
la Iglesia Católica solamente aceptó cuatro. Y la
arbitraria interpretación que esta religión dio a las
escasas Escrituras que impusieron como las únicas
valederas, fue literal. Nada se discute, pero tampoco
nada se analiza más allá de lo que se dice que fue.

Es en ese enfrentamiento entre literalistas y


gnósticos nacido en los primeros años del
cristianismo, que han prevalecido siempre y por la
fuerza los primeros, quienes no sólo reniegan de
cualquier análisis crítico –justamente por sus
posiciones dogmáticas- sino que además y en su
defensa, asesinaron a sus semejantes (dónde les
habrá quedado aquello de “ámense los unos a los
otros, como yo los he amado”)

Lo que sigue en estas páginas no es más que la


historia de un hombre y como es solo eso, no hay
milagros (O sí. Tal vez habría que replantear el
término “milagro” y analizar si dos almas que se

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cruzan en el camino, se enamoran y a partir de ello


engendran una vida nueva, no es un milagro).

Y todo basado en la historia de un hombre sobre el


cual a más de dos mil años de su nacimiento, los
estudiosos aún no se han puesto de acuerdo ni en el
año de su nacimiento, ni en su ciudad natal, ni sobre
las verdaderas razones que llevaron a su muerte. Ni
si fue la cruz o el tiempo lo que acabó con su vida.

Un hombre cuya vida y obra parecían ya


indiscutibles pero que sin embargo muchos
estudiosos y detractores han puesto en duda, pues
han encontrado sobradas muestras –según ellos,
claro- para afirmar que ese hombre, jamás existió.

Pero ¿acaso importa a esta altura y con la relevancia


supina que tuvo en los hombres y en las mujeres lo
que de Él se ha contado hasta nuestros días, si Jesús
realmente existió?

Porque a pesar de que este libro cuenta la historia


de un hombre, no es el hombre lo importante, sino
el mensaje que dejó. El verdadero mensaje.

Una clara respuesta a este interrogante nos la dio


Nikos Kazantzakis en su novela “La última

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tentación de Cristo” cuando caminando Jesús por la


calle junto a su familia y habiendo elegido ser un
hombre común y no morir en la cruz, escucha a
Pablo predicando sobre él -el mesías-, su sacrificio
por los hombres y la gloria de su resurrección.

En la escena, Jesús le grita a Pablo que no le mienta


a la gente, que él no murió, que no se sacrificó por
nadie y que mucho menos ha resucitado.

Pablo, bajando de la piedra en la que hablaba y


tomando a Jesús de las ropas le dice:

“Me importa un bledo si estás muerto o no. Si te


sacrificaste o no. Si resucitaste o no. Esta gente
necesita creer en algo y si ese algo es tu sacrificio,
pues te has muerto y has resucitado. Ahora aléjate y
deja de molestar”

La base de esta historia son los relatos que dejaron


los hombres y mujeres de su época y de
generaciones posteriores. Pero todos los relatos y
no solo aquellos que la Iglesia Católica nos ha
impuesto desde el año 325 a.D.

Es un libro este que desarrolla la historia de Jesús


de manera herética y honestamente, no me

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preocupa ser considerado un hereje. En definitiva


ese término deviene de la locución latina
“hereticus” (originada en la palabra griega airesis) y
significa “opción”.

Bajo esa denominación –heréticus- los romanos del


siglo IV a.D. se referían a quienes optaban por la
lectura de los evangelios que no formaban parte de
los elegidos en el Concilio de Nicea.

Y yo opté. Claramente que opté.

Yo elegí al Jesús de este libro. Porque fue ese Jesús


y no el de la Iglesia Católica, el que me acercó más a
él.

La investigación previa que debí realizar para


escribir esta novela es el resultado de lo que sobre
Jesús se dice en la Biblia, en el Corán, en los
Evangelios hallados en diciembre de 1945 en Nag
Hammadi y en los rollos esenios encontrados un
año después en las cuevas de Qumrán a orillas del
mar muerto. Y lógicamente, del fruto de mi propia y
profusa imaginación como autor.

Después de todo ¿quién puede ser capaz de


contradecir lo que leerá en este libro -parafraseando

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a Lutero- mediante las Escrituras y razonamientos


evidentes?

Más aun viendo en lo que muchos han convertido a


la Escuela de Jesús, demostrando que de sus
enseñanzas aprendieron poco y por eso
desnaturalizaron su legado para acomodarlo a sus
espurios intereses personales. Y así convirtieron a
María Magdalena en puta y a Judas en traidor.

El libro en sí podría decirse que se encuentra divido


en dos partes.

La primera y más lacónica la constituye un relato de


hechos y opiniones de este autor sobre por qué
Jesús a lo largo del tiempo, vivió rodeado de putas y
traidores.

La segunda y más extensa por cierto, se trata de un


relato novelado en la que los principales
protagonistas, hechos y lugares que hicieron a la
vida de Jesús, cuentan la historia de su vida.

Vale destacar que sobre esta segunda parte, si bien


los diálogos que se van dando entre los distintos
personajes de esta historia son fruto mayormente de

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

mi herética imaginación, las circunstancias que los


rodean y sustentan tienen un origen Escriturístico.

En definitiva, está claro y a la vista de todos que la


historia de Jesús ha divagado durante no menos de
2.000 años entre putas y traidores, pero al mismo
tiempo está cada vez al alcance de todos los
elementos para demostrar que ni Judas fue el traidor
ni María Magdalena la prostituta.

De la misma manera en que se cae a pedazos la vieja


historia de que Pedro fue el apóstol preferido por
Jesús y que a él, le dio su Ministerio.

Porque, estimados literalistas, pueden ustedes seguir


con sus mentiras. Lo cierto es que Jesús no le legó
“su iglesia” a ningún hombre por el simple hecho
que no se puede legar algo que no existe.

¿Cómo se atreven aún hoy a sostener que Jesús le


dejó su iglesia a Pedro, argumentando aquella falacia
en la supuesta frase que le dirigió “Sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia”, si fue el mismo Jesús quien se
encargó de decir que su reino no estaba en edificios
de piedra?

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

“…El reino de Dios está dentro de ti y a tu


alrededor, no en edificios de madera y piedra; corta
una trozo de madera y ahí estaré, levanta una piedra
y me encontraras…”1

Y si bien claramente sí dejó un legado, éste no fue


ninguna iglesia ni ninguna religión. Jesús dejó una
corriente de pensamiento que se adelantó a la
humanidad casi 1.800 años. Una corriente de
pensamiento basada fundamentalmente en la
fraternidad, en la igualdad, en la libertad.

Nos enseñó que por esos fundamentos es necesario


incluso dar la vida como él lo hizo; tal como lo
hicieron los revolucionarios franceses en 17892.
Y nos dejó también la buena noticia.

La noticia de ese milagro que está, estuvo y estará


siempre a la vista de todos: La vida y la muerte
ambas como partes del mismo camino cíclico de
perfeccionamiento espiritual y de ahí, que quien lo
entendiera no experimentará la muerte como un

1
Evangelio gnóstico de Tomás.
2
El lema de los revolucionarios franceses de finales del siglo XVIII fue
“Liberte egalite, fraternite ou la Mort (Libertad, igualdad, fraternidad
o la muerte)

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

final, sino como lo que verdaderamente es: Un


cambio evolutivo en el estado del alma.

Algo tan simple como dejarse vencer por el sueño a


la noche y despertar a la mañana. Todos los días.
Todas las noches.

Y así pues ¿a quién le dejaría su legado sino a una


persona con quien él estuviese vinculado por
mucho más que una relación de maestro –
aprendiz? Claramente que Él eligió a un discípulo y
lo preparó para que sea el nuevo maestro y
obviamente, solo a un maestro dejaría su legado.

El tema es que al final no fue maestro. Fue maestra.


Pero la ignorancia supina y ególatra de algunos de
quienes siguieron de cerca a Jesús, prevaleció y en
muchos lugares aún prevalece. Por eso denostaron
tanto a esa heredera. Por eso la vendieron como una
pecadora arrepentida, pero pecadora al fin. Por eso
acabaron con su mejor amigo y lo llamaron traidor.

Puede tomarse este libro como la verdadera historia


de Jesús. Pero puede tomarse como solo una
historia de amor entre dos personas. Porque eso
que también formó parte del legado de ese hombre,
fue tal vez la columna vertebral de su mensaje.

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Así que, siguiendo la doctrina jesuítica3 de respeto al


más absoluto libre albedrío, que cada cual lea en
este libro lo que quiera leer

Una última advertencia: Todas las escenas por las


que discurre esta historia, si bien se encuentran
temporalmente encasilladas en los primeros años de
la cronología cristiana, sus diálogos han sido
escritos de manera totalmente adrede utilizando el
castellano del Rio de la Plata.

Jesús hablando en rioplatense… vaya tela con la


blasfemia!

3
Por Jesús y no por la orden religiosa.

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

INTRODUCCIÓN
De Putas y Traidores

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

“Sanctificetur Nomen Tuum”

Que en la vida de Jesús hubo no una, sino varias


traiciones, no hay duda. Pero ¿quiénes fueron
realmente los traidores? Si definimos a un traidor
por la conducta opuesta, podríamos decir que es
aquél que no guarda para otra u otras personas una
conducta de fidelidad.

Para encontrar en esta historia traidores, tendríamos


entonces que remontarnos a los primeros años del
cristianismo y hurgar allí por personajes que no
fueron leales.

La negación de Pedro en la noche del juicio, su


posterior enfrentamiento con María Magdalena y de
ahí al año 325 a.D. cuando un grupo de obispos
reunidos en Nicea, refrendó aquella traición
nombrando a este apóstol como primer Obispo de
Roma y “padre de la iglesia”

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Aquél discípulo que cuando Jesús más lo necesitó lo


negó tres veces antes que el gallo cantase al
amanecer, se convirtió en el hombre más
importante de la iglesia católica. Sabido es que lo
que nace y se sustenta a partir de un traidor,
difícilmente generará otra cosa más que traidores.

Traidores que, lejos de las enseñanzas de humildad


y la constante preocupación por los más necesitados
dejadas por Jesús, vivieron y viven rodeados por
lujos casi pornográficos mientras miles de chicos
mueren de hambre a su alrededor sin que les
importe. Traidores que a lo largo de los años
bendijeron armas, ordenaron quemar mujeres,
alentaron guerras, trataron de prostituta a la mujer
que Jesús amó y que, a través de aquella, hicieron
extensiva su repulsión a todas las mujeres.

Y si la doctrina católica fue claramente impuesta por


traidores, suena de perogrullo afirmar que nada
tenía que ver realmente con el cristianismo, esa
doctrina filosófica enseñada por Jesús el nazareno.

El cristianismo fue un movimiento que rápidamente


captó a mucha gente porque resultaba contrario a
toda forma de opresión, tanto militar, como política
y religiosa. Y todo aquello que atrae a mucha gente,

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significa siempre y para algunos una sola cosa:


Poder.

Los edictos firmados por los emperadores romanos


durante el decurso del siglo IV, no le dieron a los
cristianos aquella libertad para profesar su culto sin
sufrir las persecuciones Estatales de las que habían
sido víctimas por casi trescientos años.

Porque en estas decisiones no hubo voluntad alguna


de darle a los hombres y las mujeres la libertad, sino
que se trataron simplemente de decisiones de
política imperial y por eso, impusieron como
religión del Estado una idea que se presentaba en
apariencia –y se presenta actualmente- como
mayoritaria.

Por eso no estaban satisfechos con el último edicto


firmado en Telasónica pues éste, si bien les había
otorgado no solamente la posición dominante de
ser la religión del Estado y el convertirse en la única
aceptada, los mantenía sumidos al poder del
emperador.

Ya no les interesaba la figura del Dios universal y


netamente espiritual profesado por Jesús (¿les habrá
interesado alguna vez?). Porque aseguraron que ese

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Dios era imposible de ser comprendido por las


masas y por lo tanto, éstas se iban a tornar
imposibles de controlar. Y quien no puede controlar
a las masas, no puede ostentar el poder.

Eso era lo que los “padres de la Iglesia Católica”


querían. Poder. El estar por encima de todo. El
controlarlo todo.

De ahí que desde su mismo nacimiento, esta iglesia


autodenominada católica (en un intento de
mostrarse abarcativa de todos los hombres y
mujeres), basó su doctrina en los mandatos de un
hombre que lejos de comprender las enseñanzas de
Jesús por no haberlo entendido jamás, adoró a un
Dios material y claramente inferior al Dios cristiano.

Un hombre que a lo largo de su vida se encargó de


denostar y denigrar a los verdaderos seguidores de
Jesús. A aquellos que realmente lo habían entendido
y que muy a pesar de ese “padre de la iglesia”
lograron transmitir sus enseñanzas a muchas más
personas de las que la iglesia hubiese querido.

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Pedro enseñó un Dios que no era otra cosa más que


un demiurgo4. Porque ése era el único Dios que su
pobre mente podía comprender más allá de lo que
Jesús intentó enseñarle. Pedro nunca lo entendió a
Jesús. Y por su mundano miedo, lo negó.

Lo negó primero en forma directa tres veces antes


del canto del gallo. Lo negó después en el tiempo a
través de lo que él enseñó, que no fue otra cosa más
que lo que su mente cerrada e ignorante quiso
entender. Y que por lleno de prejuicios, no quiso
entender más.

Jesús no fue lo que dijo Pedro. Jesús no fue lo que


por Pedro asumieron los Obispos en Nicea.

La supuesta unión de los cristianos bajo una misma


fe y en una sola doctrina a la que pretendió llevar a
los seguidores de Jesús Constantino en 325 a.D.
solamente sirvió para profundizar las diferencias
entre ellos.

Pues a ese concilio asistió menos de un veinte por


ciento de todos los clérigos y de los casi 300
4
Deidad equiparable a un demonio, creador del mundo material y
cuya misión principal es la de alejar a los hombres y a las mujeres del
verdadero reino espiritual.

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asistentes, solamente tres representaban los ideales


de la verdadera escuela de Jesús.

Y lógicamente, fueron excomulgados y desterrados


de sus obispados.

Una de las enseñanzas pilares de Jesús fue que tanto


los hombres como las mujeres, eran libres sin
importar la situación que estuviesen atravesando en
el plano físico.

Por eso, mujeres y hombres en el Ministerio de


Jesús eran iguales entre sí e iguales al Dios espiritual
que regía el Todo y por esa razón, nada impidió que
siguieran predicando en la forma y en las consignas
que María Magdalena les había enseñado.

Es claro que los seguidores de la doctrina de Pedro


nunca entendieron a Jesús. Y fieles discípulos ellos
de aquél arrogante apóstol, creyeron que
dominando los cuerpos podían gobernar sobre las
mentes.

Por esa razón, hacia finales del siglo IV, principios


del siglo V, los cristianos se encontraban
profundamente divididos en dos grupos y cada uno

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de ellos, bregaba por enseñar su doctrina a las tribus


bárbaras a las que se dirigían a evangelizar.

Unos predicaban la palabra de un hombre cuyo


origen divino lo ponía a la misma altura de aquel
Dios demiúrgico al que adoraban y al que se le
debía temer. Los otros, enseñaban el evangelio de
un hombre cuyo conocimiento espiritual había
marcado el camino correcto para llegar a la
verdadera noción de igualdad entre el Ser humano y
el Reino de los Cielos.

Unos buscaban el poder. Otros la libertad del


espíritu. Y los primeros no vieron a los segundos
como hermanos con ideales diferentes. Los vieron
como enemigos.

Lo que sí habían conseguido primero el Concilio de


Nicea y posteriormente la decisión de Teodosio, fue
dotar a la corriente católica del cristianismo del
poder de coerción de las fuerzas del Estado, sobre
quienes ellos consideraban sus enemigos.

Los perseguidos se convirtieron en perseguidores.


Pero ¿de quiénes? ¿De quienes los habían hostigado
por más de trescientos años? No. De aquellos
quienes podían poner en peligro su doctrina y

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cercenarles así el poder que tanto anhelaban, al


punto tal que fueron los mismos católicos quienes
instauraron la pena capital nuevamente para los
cristianos.

Para el siglo XII ya las diferencias entre las dos


corrientes cristianas, la literalista y la gnóstica se
habían profundizado.

Una iglesia de ricos y para ricos y con el poder


como máximo objetivo y por otro lado, un
movimiento de pobres por los pobres y cuya meta
era seguir enseñando a todos la verdadera doctrina
de Jesús.

La alta influencia que los seguidores de María


Magdalena tuvieron en el sur de Francia, dio inicio a
finales del siglo X a un movimiento evangelizador
que se autodenominó “puro”5 por sentirse sus
sacerdotes dentro de la única y verdadera doctrina
espiritual de Jesús.

A diferencia de los obispos católicos, quienes vivían


en la opulencia, los cátaros vivían en condiciones de
5
En referencia al nombre “Cátaro” con el que este movimiento fue
conocido. El nombre deviene de la palabra griega “katharós” y cuyo
significado es “puro”.

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pobreza extrema, tal como vivían en aquellos años


la mayoría de las poblaciones y de manera idéntica a
como había vivido Jesús con sus apóstoles.

De golpe los obispos de la iglesia católica


enfrentaban realmente un movimiento que podía
hacer tambalear su estructura.

Los cátaros demostraban a la gente –y así recibieron


una importante aceptación entre los pueblos del sur
de Francia- que se podía vivir según las enseñanzas
de Jesús.

Y ellos, los que vivían como príncipes, los que


habían corrompido la Palabra, esos mismos que
habían hecho del Ministerio de Jesús solo una
escalera para acaparar poder, llamaron depravados a
los cátaros y a sus seguidores y emprendieron
contra éstos una cruzada.

Aunque nunca quedó claro quiénes fueron los


asesinos, cerca de 1208 un representante papal fue
muerto en el sur de Francia.

Inocencio III, pontífice de aquél entonces, culpó


por ese hecho a los cátaros y se reunió con algunos
de los nobles más poderosos del norte de Francia a

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

quienes instruyó para que se dirigieran al sur y


acabaran con ese molesto movimiento de pobres
que profesaban la verdadera palabra de Dios.

Había comenzado así una de las etapas más


sangrientas de la historia del cristianismo: La Santa
Inquisición contra la depravación hereje.

Bueno es recordar también, que no se trató de una


sola institución, pues las inquisiciones en Europa
fueron dándose de manera independiente una de
otra al igual que fueron cambiando los objetivos y
las épocas.

Estas cruzadas comenzaron por atacar primero a las


posiciones cristianas que se oponían a la doctrina de
la iglesia católica, pero más tarde fueron por las
mujeres (a las que acusaron de brujas), por los
homosexuales, por los blasfemos a los ojos de esa
doctrina romana, los protestantes y hasta por los
animales.

Cualquier Ser de la creación del que no se tuviera


total seguridad sobre su apego y sumisión a la
doctrina cristiana, era pasible de ser “purificado”6
6
Claramente la purificación significaba tortura física y mental y
muerte

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Lo cierto es que desde el siglo XIII y hasta entrado


el siglo XVII, el mundo vivió bajo el terror de estos
obispos.

Obispos que mientras se encargaban de marcar a


fuego la sentencia torticera de la traición de Judas,
torturaron y mataron a miles de personas por todo
el continente Europeo y en los territorios de
América.

En ese afán de acusar a otros del delito propio (leer


Lucas 6, 41-42) estos clérigos llegaron a tal vez la
peor de todas las traiciones.

Desde 1950 y hasta nuestros días, en todo el mundo


se comprobaron miles de casos de clérigos
depravados y abusadores de chicos

Los países más representativos de esta barbarie son:


Estados Unidos (donde las compensaciones
económicas por casos de sacerdotes pederastas
superan los u$s 4.000.000.000,00); Irlanda; España;
Italia; Alemania; Polonia; Bélgica; Reino Unido;
Francia; Suiza; Austria; Malta; México; Brasil;
Argentina y Australia.

Eduardo Javier Silva 35


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Las denuncias por prácticas de abuso de menores


por parte de los sacerdotes católicos superan los
veinte mil casos en todo el mundo y hasta hoy, se
pudieron comprobar cerca de cuatro mil.

Pero según se nos enseñó siempre, fue Judas


Iscariote el hombre que traicionó a Jesús.

A la luz de los hechos, de la historia y de los


hombres que la hicieron, está más que claro que
Judas no traicionó a Jesús.

¿Alguien puede asegurarme y asegurarse así mismo


que el único que tuvo el coraje suficiente para
soportar el peso de las consecuencias de seguir al
pie de la letra lo que Jesús le pidió que hiciera es el
traidor?

Si se tiene en cuenta que se considera por traición


aquella falta que comete una persona que no cumple
con su palabra o que no guarda la fidelidad debida,
hablar de “traición de Judas” es ya cuanto menos,
poco inteligente.

A lo largo de la historia del cristianismo, Jesús fue


traicionado una y otra vez y siempre los traidores
estuvieron en el mismo lado.

Eduardo Javier Silva 36


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

De ese mismo lado en el cual Jesús fue negado, sus


verdaderas enseñanzas encerradas en el olvido y que
desde el cual utilizaron su nombre para justificar la
muerte y la tortura.

En la supuesta defensa de su doctrina Divina se


persiguió y se oprimió al hombre durante casi ocho
siglos.

En su nombre se persiguió y se mató a miles de


mujeres.

Por él se llegó al poder y desde el abuso de ese


poder, se rompió la infancia de muchos chicos y
jóvenes. Se coartaron libertades individuales y se le
hizo creer a la gente de a millones que por él, se
debía adoración a un Dios material.

No. No fue Judas quien traicionó a Jesús. Sus


traidores, siempre estuvieron del mismo lado.

Siempre vistieron igual.

Traidores de todos los tiempos.

Traidores de sotana.

Eduardo Javier Silva 37


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Si bien los estudiosos no se pusieron de acuerdo


todavía, todo indicaría que la referencia de puta a
una mujer que hace del sexo su modo de vivir,
deviene de los vocablos latinos “Putta” y “Putto”
que hacían alusión a muchachas y muchachos
jóvenes y de buen aspecto.

La profesora de Lengua y Literatura y escritora


Nora Buich nos relata en una nota titulada “Origen
de la palabra puta” que:

“…En el Diccionario Crítico Etimológico


Castellano e Hispánico de Joan Corominas
encontramos que procede de la palabra putta
(muchacha), femenino de putto (muchacho), efebos
y efebas7 a los que ya en la época romana se les
7
Término de origen griego y con el que se solía definir a los
adolescentes de aspecto agradable.

Eduardo Javier Silva 38


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

asociaba con la prostitución … los filólogos


clásicos, asocian la palabra puta con el latín putta
(muchacha, chicuela, especialmente “chica de la
calle”) que ya en latín se usó con el valor de
prostituta, derivado, en realidad de puto...”

No debe olvidarse que en la cultura greco-romana,


la prostitución era vista como un bien social y era
practicada tanto por hombres como por mujeres.

Porque la verdad es que en el sexo cuando es


consentido, nada es malo y no hay nada más puro
que el sexo.

A diferencia del significado que siglos después se le


dio al término, está claro que en sus albores, la
alusión “puta” hacía referencia a una muchacha
joven y bella.

Bella por su apariencia y bella por el placer que con


su cuerpo podía brindar al prójimo, teniendo un
significado idéntico para su identificación con el
género masculino (puto).

Era en tal alto grado que se consideraba en la


antigüedad a quienes practicaban esta profesión,
que tal como lo dice Buich en su misma nota:

Eduardo Javier Silva 39


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

“…En arte, putti8 es otra forma de nombrar a los


angelitos que son un ícono clásico, con que se
adornan cuadros, relieves, etc. que representan una
escena con trasfondo erótico o incluso religiosa en
que se quiere demostrar de alguna manera el amor
divino…”

Y esa debería ser entonces la concepción correcta o


más adecuada. Porque el sexo es, sin duda alguna, la
conjunción perfecta de la mente, el cuerpo y el alma
en uno de los momentos más sublimes que se le
permite al hombre y a la mujer en este mundo.

Y los antiguos lo sabían.

La Iglesia Católica, autoerigida dictatorialmente en


único regente de la religión de Jesús por imposición
de la fuerza, se encargó en sus primeros años de
borrar del mapa toda evangelización que estuviese a
cargo de mujeres.

Porque en aquellos años la mujer era considerada


por los judíos, por los romanos y por los católicos
como un ser inferior.

8
Puto en plural

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Por eso, la inesperada relevancia pública que Jesús


les dio a las mujeres durante sus primeros treinta y
tres años de vida chocaba fuertemente con las ideas
machistas que dominaban en la época (y que
desgraciadamente perduran hoy en día).

Y de todas esas mujeres, el blanco al que el


catolicismo romano apuntó tenía nombre y apellido:
María Magdalena. Ella no solamente fue atacada por
ser mujer. Fue atacada por haber tenido el tupé de
entenderlo a Jesús mucho más que los hombres y
que éste le prodigara un amor
inconmensurablemente mayor al resto. Había que
denostarla, descalificarla. Y no solo a ella por su
condición. Era necesario también denostar y
descalificar a todo lo que una hermosa mujer le
pudiera dar a un hombre a través de su cuerpo.

“Puta” pasó así entonces de una asociación con la


juventud, la belleza y el placer a convertirse en una
referencia a algo sucio, bajo e impuro.

Y así ¿qué mejor opción para descalificar a una


mujer que tratarla de prostituta?

Jesús, cuyo origen fue caprichosamente definido


por un grupo de hombres como parte misma de

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Dios, no podía haber tenido jamás ninguna relación


con una mujer –Ser de por sí considerado inferior- y
encima puta –impura-

El 21 de setiembre de 521 a.D. el Papa Gregorio I


tomó la bandera de esa lucha contra María
Magdalena y una misa celebrada en la Basílica de
San Clemente en Roma, dijo sobre ella:

“…Ella, a quien Lucas llama mujer pecadora, a


quien Juan llama María; creemos que es la María de
la que fueron expulsados siete demonios, según nos
cuenta Marcos. ¿Y qué significaban estos siete
demonios sino los vicios?. Está claro hermanos, que
la mujer usó previamente el ungüento para
perfumar su cuerpo en actos prohibidos. Eso que
antes desplegaba de la manera más escandalosa, es
lo que ofrece a Dios de manera más admirable…”

Alcanzaba pues con eso para separar


completamente a María Magdalena de la mano de
Jesús
.
Pero había un detalle. Ella había sido y así estaba en
todas las escrituras, quien había no solo descubierto
el sepulcro vacío sino que además, la primera testigo
de Jesús resucitado.

Eduardo Javier Silva 42


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Se debía entonces alejarla lo suficiente como para


que no se la pudiera emparentar con Jesús, pero
mantenerla lo bastante cerca de él como para
justificar los actos que, según los textos
Escriturísticos, había vivido.

Y así María Magdalena se convirtió en “la penitente


recuperada de la mala vida” por Jesús en uno de los
pasajes más conocidos de la Biblia. “…aquél que
esté libre de pecado que arroje la primera piedra...”.
No importó que en ningún pasaje de los evangelios
de la biblia cristiana–esos cuatro libros que fueron
elegidos según la conveniencia política por algunos-
se la mencionara a María, la de Magdala, como una
prostituta.

Algunos años después y cuando el daño estaba


hecho, la Iglesia Católica se dio cuenta que el
análisis de Gregorio I era por demás antojadizo y
excesivamente tendencioso. Y se rectificó. Eso sí.
Los obispos se tomaron su buen tiempo para
analizarlo, porque la rectificación a la espantosa
sentencia hecha por Gregorio I, la hizo Pablo VI en
1969.

Escupieron en su nombre durante 1448 años.

Eduardo Javier Silva 43


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Y no es que no se percataron del error antes. Sabían


desde un principio que se trataba de una acusación
falsa y con el único objeto de denigrar a través de
María Magdalena a todas las mujeres.

Tuvieron que pasar 47 años más de la muerte de


Pablo VI para que otro Papa –Francisco, tal vez el
primer Papa cristiano de la historia de la Iglesia
Católica- colocara a María Magdalena nuevamente
en el puesto que por su historia y por su valía le
correspondía, cuando en 2016 fue nombrada
“apóstol de los apóstoles; aquella que fue a decir a
los hombres lo que los hombres después debían
decir”9

Pero el daño estaba hecho. María Magdalena fue


por casi un milenio y medio para la iglesia católica,
simplemente una puta y para muchos católicos de
hoy en día, lo sigue siendo.

Dice un viejo refrán tal vez pagano, que el “ladrón


ve a todos de su misma condición”.

Olvidemos por un instante la acepción que los


hombres de la antigüedad dieron a la palabra “puta”

9
Oficina de prensa de la Santa Sede, Boletín 6 de 2016.

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

y así, busquemos en la historia de Jesús las


verdaderas putas impuras, viciosas y de mala vida.

Hurguemos en la historia del catolicismo algo que


reúna belleza y que le dé a modo de placebo, placer
por igual a hombres y mujeres. Pero que sea
también representativo de vicios, de inmoralidad, de
impureza, de suciedad espiritual. Algo que
concentre en sí, todo lo que la iglesia católica
depositó por casi mil quinientos años en María
Magdalena. Y la búsqueda va a llevar siempre al
explorador al mismo lugar: La Iglesia Católica.

Miguel Ángel, El Greco, Rafael entre otros,


adornaron los muros y los espacios de la Basílica de
San Pedro, en el Vaticano.

La “Santa Sede”. Esa misma que cobijó a curas


pederastas, a proxenetas, a delincuentes del Banco
Ambrosiano, a los asesinos de la mal llamada Logia
Masónica P-2 y a uno de los movimientos más
reaccionarios dentro de la religión: El Opus Dei.

Esa misma “Santa Sede” cuyos máximos líderes se


caracterizaron a lo largo de los años por ser total y
absolutamente inmorales.

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Aquella que so pretexto de “no intervenir en la


política de los hombres” y con la complicidad del
silencio, avaló los mayores holocaustos de la
humanidad.

Esa misma prostituta a la que acuden millones de


hombres y mujeres, quienes dejan sus dineros a
cambio de un falso placer, mientras ella, fastuosa y
altiva, mira para el costado cuando a su alrededor el
mundo se muere de hambre.

En definitiva, yendo al nacimiento y real significado


de “putto” y “putta”, lo cierto es que María
Magdalena si fue puta, lo fue con su marido. De la
misma manera en que su marido fue un puto con
ella.

Ambos jóvenes. Ambos bellos. Ambos se dieron


placer en los tres planos de la existencia.

Pero jamás fue la puta que la iglesia inventó. Eso


está claro.

Sin embargo y en contraposición a esa postura


asumida en el siglo VI, la historia de la religión
católica demostró que si de algo no adoleció
justamente, fue de putas y en el mismo sentido

Eduardo Javier Silva 46


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

impuro que los mismos católicos dieron a ese


término

Putas que en su nombre avalaron opresiones,


muertes, torturas y guerras.

Putas que cobijaron en su seno a pederastas,


asesinos, usureros y a todo hombre de mal vivir.

Putas a las que solo les interesó el dinero y que se


vendieron siempre al que mejor pagaba.

Putas engalanadas con oro y obras de grandes


maestros del arte.

Putas enfermas de poder.

Putas de piedra

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

CAPÍTULO PRIMERO:
El Final

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

“Adveniat Regnum Tuum”

Scene I

Día 14 de Nisán del año 3761, en las afueras de


Jerusalén.

Ella lo miraba fijo a los ojos. Buscaba en ellos la


fortaleza que alguna vez le había conocido, tratando
de hurgar a través de ellos en su mente como si con
sus ojos, ella pudiese convencerlo que el dolor no
dolía.

Pero sí dolía. Él tenía todo el cuerpo lastimado. De


sus brazos extendidos corrían ríos de sangre hasta
su pecho y dibujaban un mapa de dolor hasta la
punta de sus pies. Y desde allí, al suelo.

Y él la miraba. Y en silencio le decía que sabía que


el dolor de su cuerpo no tenía comparación con el
sufrimiento que sus propias heridas causaban en el
alma de ella.

Eduardo Javier Silva 51


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Ella había nacido en Magdala y se conocieron en


Galilea. Se enamoraron y desde entonces, él había
sido mucho más que su Maestro.

Sabía hacía un tiempo que esta muerte llegaría. Y


aun sabiendo qué tipo de muerte se avecinaba, el
sufrimiento de ese hombre colgado entumecía cada
milímetro de su cuerpo de mujer.

Una gota de sangre cayó sobre su rosto.

Su mirada impávida contemplaba los últimos


momentos de vida de quien horas antes había sido
su hombre. Su único hombre.

Él había sido todo. Su salvador. Su protector. Su


esposo. Su padre y su hijo. Su maestro y su alumno
más fiel. Él le había dado mucho más que un
sentido a su vida. Él había convertido su vida en
una eternidad. Y ella lo sabía.

Sus ojos veían cómo el cuerpo de ese hombre,


desgarrado, sangrante, torturado a más no poder,
comenzaba a ceder ante la muerte colgado de
aquella cruz.

Eduardo Javier Silva 52


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Sabía que ese momento llegaría. Porque él se lo


había avisado. Y también que en ese momento
debía ser fuerte porque él se lo había pedido.

Esa muerte, que se aproximaba lentamente, había


sido buscada.

No quería contemplar el dolor que padecía quien


ella más amaba en su vida, pero tampoco podía
quitar sus ojos de las heridas que, de aquel hombre
ya casi inconsciente, no dejaban de sangrar

Pasó su mano por su frente para quitarse el frío


sudor que le recorría la piel y su mano se impregnó
con la sangre que incesantemente caía del cuerpo de
su hombre.

Lo miró a los ojos. Él fijó su vista en su mujer y


antes de que sus ojos se cerraran, balbuceó algo que
ella no alcanzó a entender.

Todo lo que él debía hacer, todo el sufrimiento


físico que los dos sabían que él tenía que atravesar
ya había llegado a su final.

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

En ese momento y casi instintivamente, María llevó


sus manos a su vientre. Se acarició con dulzura y
entre sollozos murmuró:

-No estés triste, sangre de mi sangre. Tu papá no se


va a morir.

-Vamos- le dijo Simón, que agachándose a su lado


la tomó por los hombros. –Ya nada tenemos que
hacer ahora en este lugar. Vayamos a la casa de José.

Scene II

Tres meses antes, el 12 de Tevet, María Magdalena,


Jesús, Judas y José de Arimatea se habían reunido
en la casa de este último.

José hablaba con Jesús.

-Ya es tiempo que empieces a pensar un poco en tu


mujer y en la simiente que lleva. Quieren matarte.
¡Van a matarte!-

Jesús acariciaba el vientre de María.

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-No va a pasar nada, José. Ya te lo dije. El Sanedrín


no tiene autoridad para condenarme a muerte. Ni
siquiera pueden distinguirme entre los hombres.
Saben de mí pero no me conocen- respondió Jesús
sin quitar sus ojos del vientre de María, que
contemplaba la discusión en silencio. –No me
pueden encarcelar y vos asustando a María…

-Jesús, tu mujer está embarazada. Vas a tener un


hijo. El tiempo de las revoluciones se terminó para
vos…

Las palabras de José se interrumpieron por el ruido


de una vasija rompiéndose. Judas, que a escasos
metros observaba la escena, al escuchar los dichos
del dueño de casa arrojó contra la pared la pequeña
vasija de la que bebía. Limpiándose la barba con el
antebrazo, caminó hasta donde estaba José y
mirándolo fijo, le dijo alzando la voz:

-El tiempo te volvió un viejo cobarde! Las


revoluciones sólo terminan cuando triunfan. No
vinimos hasta aquí para escuchar tus sermones
humanitarios. Así que terminá con esas mierdas y
decinos de qué lado vas a estar cuando triunfemos.
¡No voy a tener ningún reparo en cortarte el cuello
si tu elección te lleva al lado equivocado!

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-Judas! –interrumpió Jesús- José ha sido siempre un


poco reacio a la lucha armada. Pero su mente es de
mucho valor para nuestra lucha. Y él ya decidió de
qué lado estar. ¿O no estamos aquí en su casa? El
tiempo de las matanzas nos ha enseñado que eso no
sirve, porque así solo se conquistas espacios y no es
una casa lo que debemos conquistar, ni es una
ciudad. No son espacios mundanos Judas. Mentes.
Debemos conquistar mentes, no lugares.

Judas se sentó asintiendo con la cabeza a los dichos


de Jesús, pero refunfuñando. Miró a María quien,
con una pícara sonrisa, le guiñó un ojo.

-A ver, Jesús. Bien sabés del aprecio que siempre te


tuve. Viniste hasta mi casa buscando una respuesta.
Ahora ya la conocés. Vas a ser padre. Padre de un
chico que quedará huérfano antes de conocerte.
Porque yo sé cosas. Porque a mis oídos vienen
voces de todos los estratos de esta sociedad cobarde
en la que vivimos. Y yo sé lo que viene.

El rostro de María cambió. La mirada dulce de la


futura madre se transformó en inquisidora y de
preocupación.

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-Qué es lo que sabés, José?. No te parece ya que si


algo puede pasarme a mí, a mi hijo o a mi esposo
deberías terminar con tanto misterio y contarnos
qué es lo que sabés?

José se sentó en un almohadón. Infló su pecho y


expiró todo el aire de su interior como si quisiera
vaciar su cuerpo. Los tres invitados lo miraban en
silencio.
Sin levantar la vista del piso, comenzó a contar.

-En el Sanedrín no sos bien visto por muchos de


mis pares. Y Caifás quiere tu cabeza. Odia que
hablen de vos como el Mesías. La gente cuenta de
tus sanaciones. De tus “milagros”. Para muchos en
muchos pueblos sos un hombre santo. Un enviado
por Dios. Y eso perturba a casi todos en el Sanedrín
porque pone en riesgo su poder sobre la gente.
Quieren encarcelarte. Quieren matarte. Y van a
presionar a Pilato para que te crucifique. Algo van a
inventar para que los romanos se vean obligados a
condenarte a muerte. Y no les importa si realmente
sos un hijo de Dios, un hombre santo, un profeta o
un simple carpintero. Se comenta incluso en el
templo puertas adentro que si se cumpliese la
profecía de Zacarías, igual van a acabar con tu vida.

Eduardo Javier Silva 57


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Porque no les interesan las Escrituras. Les interesa


mantener el dominio.

Todos estaban en silencio. Jesús lo escuchaba y lo


miraba de la misma manera en la que miraba a su
padre cuando éste le enseñaba el arte de la
carpintería cuando era chico. Sus labios mostraban
una imperceptible sonrisa ante los dichos y la
preocupación de José.

Se levantó y fue a donde estaba sentado José. Se


sentó a su lado.

-Mi viejo amigo. Vos usás para curar los métodos


que tus ancestros te enseñaron. Incluso basás la
preparación de tus remedios en escritos que tienen
cientos de años. Yo curo de otra manera. Yo
aprendí en oriente a curar con el poder más grande
que se le dio a los hombres: La mente. No hago
milagros, pero tampoco ando por ahí negando a la
gente que me reconoce así. Yo soy el hijo de mi
padre José y de mi madre María. Son los hombres y
las mujeres quienes han puesto en mí el mote de ser
el hijo de Dios. ¿Y quién aquí, en esta tierra, no es
hijo de Dios?. A lo sumo, ese Jesús que todos ven
será el hijo de esa mente colectiva. No el hijo de
Dios. La concepción de las mentes que esperan y

Eduardo Javier Silva 58


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

que necesitan creer en algo que puedan ver y tocar.


Seré en definitiva y si los hombres así lo deciden, el
hijo del Hombre.

José lo miró. Su rostro no podía disimular su


preocupación.

-Yo acompaño tu revolución Jesús y estoy de


acuerdo con esta postura tuya de revolucionar
primero en la mente de los hombres y las mujeres.
Pero el poder sigue estando por ahora del mismo
lado y la gente lo que necesita es un líder que los
guíe en el camino de la libertad. No un líder muerto
a quien honrar…

Jesús pensó un rato. Sabía que las palabras de José


encerraban una gran verdad. Su pasado en armas, su
presente ganándose enemigos entre los religiosos
más radicales. Miró a María unos instantes y
dirigiéndose a José, dijo:

-Tal vez un líder muerto pueda engendrar una


revolución mucho más fuerte.

María lo miró entreabriendo la boca. José balbuceó


una infinita e inentendible cantidad de palabras y
Judas, no pudo contener una ostentosa carcajada.

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-¿Un líder muerto??- preguntó Judas mientras no


dejaba de reír- Y cómo sería eso? ¿Acaso vas a ir a
entregarte al Sanedrín? ¿Solo? Vamos, Jesús... Nos
conocimos en la lucha armada y sé de tu coraje.
Pero también conozco tus miedos. Somos como
hermanos desde que nos conocimos. No te da la
hombría para semejante acto- Cerró sus palabras
con un sorbo de vino.

-Eso es cierto Judas. No tengo el valor suficiente


para entregarme y seguramente en ese momento el
miedo me va a paralizar. Por eso necesito de un
amigo fiel que haga lo que le pido. Me entienda y
llegado el momento, me entregue. Y sé que sos el
único de mis amigos con el coraje suficiente como
para hacerlo. Yo no me voy a entregar, Judas. Lo
vas a hacer vos.

A Judas las risas se le cortaron en seco.

María se levantó. Sus ojos empezaban a llenarse de


lágrimas. -¡Por Dios, Jesús! ¿Qué estupidez estás
insinuando?

José miró a su amigo sentado junto a él con


extrañeza. Como tratando de dilucidar qué estaba
diciendo. Lo conocía demasiado bien como para

Eduardo Javier Silva 60


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

entender que muchas veces Jesús hablaba de


manera encriptada y siempre lo había entendido. Y
no fue esta la excepción.

Pero al mismo tiempo se dio cuenta que ni María ni


Judas lo estaban comprendiendo. Y no quiso ser él
quien lo explicara.

Tratando de que fuese el propio Jesús quien los


hiciera entender, dijo

-Si Judas te entrega, los romanos van a matarte. Eso


está claro. ¿Qué es lo que estás tramando? Sé más
explícito.

Jesús se levantó. Se acercó a María. Secó sus


incipientes lágrimas. Luego se volvió a sus dos
amigos.

-Es claro que los necesito a los tres. Judas, es


importante que cuando llegue el momento me
entregues a la policía del Sanedrín. José. A vos te
necesito para que sanes las heridas que va a tener mi
cuerpo. Y a vos, María… A vos te necesito para
vivir y trascender. Sos la razón de todo y más ahora
que mi sangre aflora en tu vientre. No me estoy
entregando a la muerte. Solo digo que es necesario

Eduardo Javier Silva 61


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

que algunos me vean morir para poder vivir mi vida


en paz.

-Morir sin morir –comentó José- Interesante. Pero


para eso deberías permanecer en la cruz menos de
un día y pocas horas. Y así todo no estoy seguro de
poder sanarte. Voy a necesitar remedios que no
tengo, un lugar seguro para curarte. No digo que sea
imposible de hacer. Pero lo veo muy difícil.

-Ya hablé con Nicodemo. Él tiene un ungüento a


base de mirra y aloe que es un poderoso
cicatrizante. Cuando el momento llegue, necesito
José que lleves mi cuerpo a tu sepulcro. Aún no hay
nadie allí. La piedra que cubre su entrada es lo
suficientemente pesada para que desaliente a
cualquiera a moverla y lo suficientemente liviana
como para ser movida por dos hombres…

María, mirándolo con desconcierto, interrumpió las


palabras de su esposo

-¿Cómo que ya hablaste con Nicodemo? ¿O sea que


esto ya lo venís pensando hace tiempo y no me
dijiste nada?

Eduardo Javier Silva 62


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-Vamos María. Mi posición me exige siempre estar


varios pasos por delante. Hombre previsor vale por
dos.
-Van a torturarte. Vas a tener casi todo el cuerpo
con heridas. Sanarte no llevará menos de tres días-
dijo José.

Intervino Judas.

-Alguien va a tener que hablar con el Procurador. Y


Pilato no es justamente un hombre que quiera
mucho a los judíos. Igualmente yo no estoy
dispuesto a entregarte. No voy a cargar con el dolor
de tus torturas y de la pena de tu esposa. Sería una
traición que no podría perdonarme.

-Traición sería que hicieses lo que no te mando y te


negases a llevar adelante las acciones que te pido,
Judas. Sobre Pilatos es cierto, no quiere a los judíos.
Pero este judío que te habla corre con una ventaja.
Lo conozco. A él y a su esposa. Sé de su
pensamiento sobre Caifás y los fariseos. Yo voy a
hablar con él así que por esa parte, despreocupate.

María no quitaba sus ojos de los de su esposo.

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-¿Y yo? ¿Qué va a pasar conmigo, Jesús? ¿Qué


pasará con el hijo que llevo dentro?. No entiendo
este juego. Y no me gusta. Podemos escapar a
occidente esta misma noche.

-¿Escapar? ¿Y vivir en un escondite permanente


temiendo que en cualquier momento los enviados
de Caifás lastimen a mi familia? Ya no se trata solo
de nosotros, María. Yo tengo que desaparecer en
pos de tu protección y de la protección de nuestro
hijo. Pero vos tenés que continuar la revolución.
¿Quién mejor que vos para dirigir en mi nombre
esta revolución y perpetuarla con nuestra
descendencia? Nadie me conoce tanto como vos.
Nadie ha entendido lo que he tratado de transmitir
más que vos…

Hizo Jesús una pequeña pausa. Abrazó a María, la


besó y continuó

-Lo que estamos haciendo es demasiado fuerte ¿o


no se dieron cuenta todavía?. Nuestra revolución
será en y de todos los pueblos de la tierra. Una
revolución que ya está por encima de todos
nosotros. Ni voy a morir en la cruz ni todo lo que
soy se irá jamás de tu lado. Cuando esté hecho, vas
a irte con Judas a las Galias. Cuando mis heridas se

Eduardo Javier Silva 64


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

curen, yo haré lo mismo hacia oriente. María. Voy a


instruir a los otros hombres para que te sean fieles
como lo fueron conmigo y sigan tus mandatos.
-Eso no va a ser fácil –dijo Judas cortando un breve
silencio- A Pedro nunca le gustó tu cercanía con
María. Él ve a la mujer como un ser inferior y se ve
a sí mismo como el futuro líder de este movimiento.

-Judas… Si yo no le temo a un bruto, porque van a


tenerle miedo ustedes. A Pedro solo hay que
ordenarle con firmeza. Lo cierto es que esto no
puede salir de esta casa. Solo nosotros cuatro y
pocas personas más, pueden saber lo que realmente
va a pasar. Cuando los hombres del Sanedrín me
hayan capturado y recién ahí, necesito que hablen
con Tomás, con Felipe y con Simón para que
cuando las cosas estén un poco más calmadas,
saquen por barco a María y a mi hijo. Y a vos,
Judas, te voy a pedir algo más. Vos te vas a encargar
de cuidar a María porque yo no voy a estar.

Judas sin mirar a Jesús movió la cabeza en gesto de


incredulidad. Volvió a beber vino y dirigiéndose
nuevamente a Jesús, le dijo:

-Está bien. Tenés mi palabra. Pero sabemos que


Pedro no es un tipo fácil de manejar. O lo será para

Eduardo Javier Silva 65


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

vos, no para nosotros. Además están con él Juan,


Andrés y Santiago el viejo. Siempre te dije que esos
tipos no me gustaban. Todos envidiosos. Venderían
a su madre por un talento. Y si les hubieses dado
una oportunidad, te apuesto a que tu mujer no
estaría ya con nosotros.

Jesús llevó su mano a su barba. Se la acarició por


unos instantes mientras su mirada quedaba fija en
un punto indeterminado. Se irguió y dijo.

-Creo que empezó el tiempo de aprovechar el mote


que algunos me pusieron de ser el hijo de Dios.

Scene III

Uno de los guardias de Poncio Pilatos entró al salón


del Procurador.

-Un mensajero lo busca. Dice que ha venido desde


la misma Roma y que le trae importantes noticias
desde el Senado.

-¿Y qué te quedás ahí parado? Que pase.

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Al salón ingresó un hombre alto, mal vestido y con


su cabeza cubierta por una capucha que apenas
permitía ver una profunda barba.

Pilatos lo miró. Sonrió.

-Todos afuera y que nadie me moleste- ordenó.

Le dio la espalda al visitante y se dirigió a una mesa


en la que había frutas y vino. Se sirvió un vaso.
Bebió y darse vuelta, le dijo

-Ya podés sacarte ese disfraz, Jesús. Y si vas a


querer vino, te lo servís vos. Que yo soy un
procurador romano y no tu sirviente. ¿Qué te trajo
a verme a estas horas de la noche?

Jesús se quitó la capucha. Se acercó a donde estaba


Pilatos. Sirvió vino en uno de los vasos que estaba
sobre la mesa y se lo tomó de un sorbo. Tenía sed.

Luego le dijo:

-No hace mucho que nos vimos por última vez.


¿Cuánto hará? ¿Dos años? ¿Tres? Es increíble lo
viejo que te estás poniendo. ¿Cómo está Claudia?

Eduardo Javier Silva 67


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Hizo una breve pausa y prosiguió.

-Vine a verte porque necesito un favor tuyo- Volvió


a servirse vino.

- ¿Un favor? Lo que quieras. Mientras no sea que


me declare en contra del César.... Me enteré que
Caifás te quiere muerto. Supongo que está
relacionado con eso. Soy un simple procurador. Si
estás esperando que lo haga matar estas equiv…

-No –interrumpió Jesús- Ya no estoy interesado en


más muertes. Voy a entregarme a él. Quiero que me
vea morir. Es la única manera en la que voy a poder
liberarme de él y de los fariseos que lo apoyan.

Bajó su mirada y suspiró.

-Hace dos días me enteré que María está esperando


un hijo mío y no quiero que les pase nada. Cuando
Caifás me haya capturado va a usar cualquier excusa
para traerme delante tuyo y pedirte mi crucifixión.
Es más, no te lo va a pedir. Te lo va a imponer.

-Nadie le impone nada al procurador, salvo el César.


¡Por favor, Jesús! Eso lo sabés.

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-Los dos sabemos que Caifás puede generarte una


revuelta social difícil de controlar. ¿Cómo crees que
caería en Roma algo así? Vamos. Caifás no es tonto.
Y vos y yo, menos.

Ambos se sentaron en la sala y Jesús le contó la


idea.

Pilatos debía encargase cuando el momento se


presentara, de hacerlo clavar en la cruz. Pero debía
hacerlo el sexto día y por la tarde pues la Ley judía
no permitía que al arribo de la primera estrella del
Shabat hubiera gente crucificada, así que iban a
tener que bajarlo.

Cuando lo descolgaran, Pilatos debía entregar su


cuerpo a José de Arimatea y darle tres días. Al
amanecer de ese tercer día, el cambio de guardia
debía demorar media hora en llegar.

-Como buen soldado romano, sabés que nadie


muere en la cruz por estar colgado de ella tres o
cuatro horas…

-Les rompemos las piernas para que mueran. ¿Me


vas a decir que no lo sabías?

Eduardo Javier Silva 69


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-Pues ordenarás entonces que a mí no me rompan


las piernas.

-Igualmente... No sé... Van a torturarte ellos


primero y después me voy a ver obligado a tener
que hacerte azotar antes de colgarte. Lo que me
estás pidiendo es casi una estupidez. Claudia no
olvida lo que hiciste por ella. Yo menos. Siempre te
he tenido un gran respeto y ambos un profundo
cariño. Me estás pidiendo que juegue con tu vida,
que permita que te lastimen. Que te lleve al borde
de la muerte. No es lo mismo crucificar a un
hombre que colgar a un hombre severamente
herido. No me es igual crucificar a un hombre
severamente herido que herir y colgar al hombre
que salvó la vida de mi esposa. Y no me parece muy
apropiado clavar en la cruz a un amigo.

-Si es tan grande tu respeto hacia mí… si tu cariño y


el de tu mujer son tan profundos, vas a hacer lo que
te estoy pidiendo. Ah. Una cosa más. Sé que tenés
un palacio de verano en el sur de las Galias. Cuando
todo esté hecho, quiero que le asegures a mi mujer
un salvoconducto para irse a vivir allá y que con ella
vayan los más cercanos a mí. Y por favor, que gente
de tu confianza, cuide de ella.

Eduardo Javier Silva 70


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Pilatos no dijo nada.

Ambos caminaron en silencio hasta la puerta. Se


miraron. En esas miradas lo que abundaba era
confianza entre estos dos hombres. Se abrazaron.

Jesús cubrió su cabeza nuevamente y se marchó.

Cuando Pilatos se volvió para tomar una fruta, vio


parada frente a la mesa a su mujer, que lo miraba
fija y seriamente.

-Claudia… Te hacía dormida.

-Viene Jesús y no sos capaz de llamarme?

-Vino solo a pedirme un favor. Ya se fue.

-Sí. Escuché todo lo que hablaron. Creo que


enloqueció. Sin embargo creo que algo de razón
tiene. Tal vez esa sea la única manera en que Caifás
y su gente lo dejen en paz. Y creo que es lo menos
que podemos hacer por él. Espero que lo ayudes.
Los dos sabemos que Jesús es más que un amigo de
esta casa. Para mí es un hombre santo. Para vos, un
guía. No lo defraudes. Y no me defraudes a mí.

Eduardo Javier Silva 71


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Scene IV

Judas estaba sentado en la puerta tallando una


pequeña madera con su daga. Tenía el rostro
desencajado. Se le acercó Jesús.

-Esta noche vas a ir a verlo a Caifás después de


cenar. Tengo toda mi confianza puesta en vos.
¿Cómo estás?- le dijo Jesús sentándose a su lado y
poniendo una mano sobre su hombro.

-No quiero hacerlo. Me preocupa lo que te dijo José


sobre las torturas que vas a soportar de parte de
fariseos y de romanos. Y después de eso ¿la cruz?
¿Y qué si no sobrevivís? Todos sabemos de lo que
son capaces esas bestias romanas cuando tienen que
torturar a una persona. Los pocos de nuestros
hermanos de armas que capturados, fueron
torturados, no llegaron vivos a la cruz. No te quiero
muerto. Te necesito vivo. Me hiciste una promesa.
Nos hiciste una promesa.

-Yo te prometí que te iba a demostrar que


conquistar la mente de la gente iba a traer mejor
rédito a la revolución que la lucha armada. Y ya
sabemos que nuestro movimiento está perforando
las mentes no solo de la gente común, sino también

Eduardo Javier Silva 72


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

entre los ejércitos de nuestros enemigos. ¿Me lo vas


a negar?

-No…

-Bueno. Mi promesa está cumplida…. Judas. Te lo


pido como hermano. Como amigo. No puedo
pedirle esto a María. A ella la van a traicionar otros
sentimientos y eso lo sabés. Yo no puedo hacerlo. Y
sé que todo el dolor que van a causarme esas
torturas no va a tener comparación con lo que a vos
te espera. Los demás van a señalarte por siempre
como quien me entregó. Mis heridas van a sanar
con el tiempo. Las acusaciones que van a pesar
sobre vos van a ser eternas.

Judas no quitaba la mirada de su talla de madera.


No quería o no se animaba a mirar a su amigo a los
ojos. Cada tanto negaba levemente con la cabeza y
cortaba con furia el pequeño madero que tenía en
sus manos.

-Repasemos –dijo Jesús- durante la cena yo voy a


avisarte cuando esté listo. Cuando estés con la
policía del Sanedrín me vas a encontrar en el olivar
de Getsemaní, pero necesito que me des gran parte
de la noche. Los soldados que te acompañen no me

Eduardo Javier Silva 73


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

conocen y sabé que no voy a estar solo, así que vas


a tener que idear una manera para identificarme.

Hizo una pausa en sus palabras. Acarició la cabeza


de Judas como si fuese un hermano mayor y siguió
hablando.

-Después te vas a la casa de José. Y ahí te vas a


quedar hasta que vuelva María.

Dicho esto, Jesús se levantó y se alejó. A Judas la


pequeña talla y la daga se le cayeron de sus manos.
No tenía fuerzas para sostener nada. Se tapó la cara
y empezó a llorar sollozando como no lo hacía
desde que era un chico.

Esa noche, cuando María Magdalena y Jesús


entraron ya estaban en la sala once de los doce
discípulos. Faltaba Judas. Jesús los contempló un
instante.

Pedro, Juan y Andrés hablaban entre ellos y al verlo


entrar, cortaron abruptamente la conversación.

Pedro no pudo disimular su cara de asco cuando se


dio cuenta que Jesús tenía su brazo cruzado por
detrás de María en un imperceptible abrazo.

Eduardo Javier Silva 74


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Dándose cuenta de ello y sin quitar su mirada de los


ojos de Pedro, Jesús acentuó su abrazo a María.
Pedro le sonrió y le dijo:

-Vení. Sentate acá con nosotros.

¡Hipócrita! -pensó Jesús- y respondiéndole dijo:

-Gracias Pedro. Pero prefiero sentarme al lado de


María. Donde ella decida estar, yo voy a estar a su
lado. Nada hay en el mundo que se parezca más al
Reino de los Cielos que la compañía de una mujer.

Las palabras de Jesús molestaron a Pedro y quienes


estaban con él. Ni Andrés ni Juan dijeron nada.
Pedro murmuró, dibujando una falsa sonrisa:

-Si eso es lo que decís…

-¿Dudás acaso de la palabra de tu maestro, Pedro?-


Le dijo Jesús en tono desafiante.

Un manto de silencio cubrió la reunión. La


situación se puso tensa. En ese momento, llegó
Judas.

Eduardo Javier Silva 75


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Nada dijo. No saludó. Solo entró y se sentó en el


extremo más alejado a Jesús. Su mirada estaba
perdida y sus ojos mostraban que había estado
llorando.

Simón, que junto a Judas y a Jesús se habían


conocido cuando eran zelotes y mataban romanos,
se le acercó.

-¿Estás bien? –le preguntó.

Judas no respondió ni retiró su mirada de un punto


fijo en la mesa, al que observaba sin ver. Simón le
acarició la cabeza y volvió a su sitio.

Empezaron a cenar. Ni siquiera se abrió la mesa


con una bendición como era costumbre.

Jesús permaneció en silencio gran parte de la cena.


Los contemplaba. Miraba cómo claramente se
podían notar las internas entre sus seguidores.

Por un lado estaban Pedro y su hermano Andrés


junto a Santiago el viejo. Ellos hablaban siempre en
voz baja e inclinando su cuerpo hacia adelante.

Eduardo Javier Silva 76


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

En otra parte, Bartolomé, Mateo, Juan y Tomás.


Estos hablaban a viva voz. Bartolomé bromeaba
con el tema de su sangre real.

Tadeo y Felipe en otro lado discutían. Felipe


sostenía que el haber abandonado las armas no los
llevaría a ningún lado y Tadeo le retrucaba diciendo
que una revolución que no abarcara a todos los
hombres era inútil y para alcanzarla, las armas eran
contraproducentes.

Santiago el joven, sentado junto a ellos, parecía solo


preocuparse por comer.

Simón le hablaba a Judas. Jesús no podía oír qué le


decía pero lo imaginaba. Era obvio que Simón
intentaba levantar el ánimo de su amigo. Tan
evidente como que Judas, aún sentado junto a él,
tampoco lo escuchaba.

María, sentada al lado de Jesús, luchaba para


disimular sus ganas cada vez más incontrolables de
llorar. Jesús le susurró al oído:

-No te quiebres. De todos quienes están en esta


mesa, sos la más fuerte. Si te caés ¿qué queda para
mí?. ¡Vamos! Necesito que seas fuerte en este

Eduardo Javier Silva 77


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

momento. No por mí. No por vos. Por ese bebé


que llevás en la panza.

María asintió levemente con la cabeza y se apoyó en


el hombro de su esposo. Él apretó su mano.

La cena discurría bajo la sombra de cierta tristeza.


Muchos aún no sabían que pasaría y salvo Pedro,
Andrés y Santiago el viejo, todos los demás
presentían que algo no estaba bien. Nunca antes
Jesús había permanecido tanto tiempo en silencio.

Judas apoyó su vaso golpeándolo a propósito. Un


silencio invadió la mesa. Levantó la vista y casi
gritando se dirigió a Jesús.

-¿No tenés nada que decir?

María levantó la cabeza del hombro de Jesús quien


con un leve pestañeo y haciendo un gesto
afirmativo casi imperceptible con la cabeza, miró a
Judas y le sonrió

-Claro que sí. Y mucho- Judas volvió a dirigir su


mirada al centro de la mesa.

Eduardo Javier Silva 78


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-Primero, quiero que sepan el deseo profundo que


tenía de compartir esta cena con ustedes. Porque es
para mí tal vez, la más importante de las que hemos
compartido. A partir de hoy ya nada va a ser como
antes. Esta va a ser la última vez que nos vamos a
reunir todos.

-¿Estás diciendo que nos vamos a separar?–


interrogó Simón.

-Algo de eso- contestó Jesús. Y siguió:

-Caifás mandó a apresarme y me van a hacer


ejecutar por el procurador. Les pido que continúen
con lo que hemos hecho hasta ahora.

-Lo sabía! -interrumpió Felipe- Sabía que algo


pasaba cuando te ví llegar. Ahora sí. Se terminó
tod…

-No se terminó nada Felipe. Nada más dimos los


primeros pasos y espero de ustedes sigan el camino
que yo les enseñé. No voy a estar más físicamente
con ustedes, pero si de verdad me son fieles,
deberán hacer lo que les pido… No hace mucho
escuché a alguien decir que una revolución sólo

Eduardo Javier Silva 79


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

acaba cuando triunfa. Y nosotros aún no hemos


triunfado.

Estás últimas palabras las dijo mirándolo a Judas,


quien al oírlas, bajó la mirada a sus manos que
descansaban sobre sus piernas.

Pedro entró en la conversación.

-Vamos hombre. ¿Cómo van a hacer los soldados


para arrestarte si no te conocen?

-Pues uno de los que comparte esta cena, me habrá


de entregar –le respondió Jesús.

-Decinos quién. Yo mismo voy a matarlo. Y si así y


todo viniese a buscarte la policía del Sanedrín,
primero tendrán que matarme a mí. Porque yo estoy
acá y voy a dar la vida por mi maestro.

-Pedro… -dijo Jesús mirándolo a los ojos- ya podés


dejar esa falsa posición. ¿Vos matar a un hombre? Si
las únicas vidas que quitaste en tu vida fueron la de
los peces que pescaste. ¿Vos dar la vida por mí?
Vamos… No tenés valor para eso. Cuando yo sea
apresado, vas a negar tres veces haberme conocido
antes que el gallo cante.

Eduardo Javier Silva 80


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Nada respondió Pedro.

En ese momento, Jesús pidió a María que llenase su


vaso de vino. Tomó un pedazo de pan y
dirigiéndose a todos, dijo

-En este tiempo les he enseñado y han aprendido


mucho. La palabra es mucho más fuerte y cala más
hondo que la más filosa de las espadas. Ninguno en
esta mesa sabe ni tiene conciencia de hasta dónde
llegamos. Mucho menos hasta donde vamos a
llegar. Nadie aquí es menos que nadie. Nadie aquí
está por encima de nadie. Todos somos hijos de un
mismo padre. Y el trabajo es de todos.

Los discípulos lo miraban en silencio. María había


pegado su mentón a su pecho. Lloraba en silencio.

Jesús partió un pedazo de pan y se lo llevó a la


boca. Dio ese pan para que cada uno de los
comensales tomara de él una parte y dijo

-Que cada uno de ustedes coma de este pan. Porque


es mi cuerpo lo que quedará en cada uno de
ustedes.

Eduardo Javier Silva 81


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Luego levantó su vaso de vino. Cerró sus ojos unos


instantes. Dio un sorbo corto.

-En este vaso está mi sangre. Beban todos. Porque


en cada uno de ustedes voy a estar siempre. Porque
mi sangre que será derramada por querer un mundo
de hombres libres, deberá permanecer intacta en
cada uno de ustedes, que son mis más íntimos
seguidores para perpetuar nuestra lucha. Cada uno
de ustedes hará de hoy en adelante esto para
recordarme y recordarse cuál es su misión. Y sepan
todos que bastará que dos se junten en mi nombre
para que yo esté presente con ustedes.

Cambiando el tono de la voz y dirigiéndose a Judas,


dijo:

-Lo que se te mandó que tengas que hacer, hacelo


ahora.

Judas se levantó. Sus ojos no podían ocultar sus


lágrimas. Miró a Jesús unos instantes y se fue.

La cena había finalizado. Jesús salió junto a María y


conversaron un rato. Luego ella se fue.

Se le acercó Santiago el viejo.

Eduardo Javier Silva 82


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-¿A dónde vas a pasar la noche? Donde vayas,


Pedro, Andrés y yo queremos ir.

-Dónde yo voy no quisiera que venga nadie Pero


¿quién soy yo para pedirte que traiciones lo que
ustedes ya decidieron? Pueden acompañarme, pero
sepan que quiero estar solo. Quiero estar en mi
última noche rodeado de la palabra de Dios
expresada en el fruto de la tierra. Esta noche como
nunca, necesito estar bajo el brazo del Padre y de la
Madre celestial. Voy al olivar de Getsemaní.

Los cuatro hombres caminaban en silencio. Jesús


iba unos pasos adelante.

Al llegar al monte de los olivos, Jesús se volvió a


Pedro y le dijo:

-Quiero que me esperen acá. Ahora déjenme solo.


Necesito rezar toda la noche. No se duerman.
Alguien tiene que avisarme cuando lleguen a
buscarme. Y no se me acerque nadie hasta que no
lleguen los soldados.

Dicho esto se internó en el olivar dejando a sus


hombres solos. El miedo le quitó las fuerzas y cayó
de rodillas al suelo. Levantó sus ojos al cielo.

Eduardo Javier Silva 83


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

–¿Dónde estás?- preguntó casi en silencio.

Allí permaneció una hora. Repasando cada


momento de su vida. Sus padres. Sus hermanos y
hermanas. Su casa. Los hombres que había
conocido en oriente durante su juventud. Y María.
María bailaba en cada uno de sus pensamientos.

Volvió a donde estaban aquellos hombres que él


sabía no los movía su amor hacia él sino su deseo
de poder y los encontró completamente dormidos.

-¿Me quisieron acompañar para dormirse? ¿Ni


siquiera en esta hora tienen un mínimo de
vergüenza en sus almas como para hacer lo que les
pido? –dijo furioso.

Los tres hombres se despertaron ante el reto de


Jesús.

-No se vuelvan a dormir –les dijo y se volvió a


donde había estado meditando.

Al llegar alguien lo estaba esperando sentado en una


roca. Suspiró tranquilo porque todo lo que quería
era esa compañía.

Eduardo Javier Silva 84


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Se arrodilló y apoyó su cabeza sobre las piernas de


María.

-Tengo miedo.

-Jesús… olvidemos esta locura. Podemos irnos


ahora. Vámonos.

Ella se arrodilló al lado de él. Lo abrazó. Se besaron.


Las lágrimas de los dos fundían la piel de sus caras.

Él quiso hablar y los labios de ella se lo impidieron.

Cada vez que ella quería decir algo, él se pegaba a su


boca. Entre ellos había una dosis justa de amor y
pasión.

Se tocaban como pretendiendo reconocer el alma


propia en el cuerpo del otro.

Escucharon un ruido. Jesús se acomodó y se dirigió


hacia donde estaban Pedro, Santiago y Juan.
Estaban dormidos. Pero esta vez no hizo ningún
ruido y volvió con María.

-La mujer es la experiencia más cercana que un


hombre puede tener de acariciar a Dios, María- dijo

Eduardo Javier Silva 85


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Jesús mientras pasaba sus manos por cada rincón


del cuerpo de su esposa.

-No me dejes. No nos dejes.

Hicieron el amor una vez más. Como cuando eran


dos adolescentes y lo hacían a escondidas de la
madre de Jesús. Ahora a escondidas de todos.

Eran ellos dos y ellos dos eran uno. Se abrazaron y


se quedaron mirándose a los ojos un rato eterno.

Jesús escuchó la marcha de hombres que se


aproximaban “le dije que me diera gran parte de la
noche” pensó enojado.

-Ahí vienen. Andate ya a la casa de José. No quiero


que te vean conmigo en este momento.

María rompió una vez en llanto. Jesús, que tampoco


podía ni quería contener sus lágrimas, la beso una
última vez y mirándola a los ojos, le dijo:

-Te amo. Siempre.

Eduardo Javier Silva 86


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

María se perdió en la oscuridad de la noche y Jesús


sintió un fuerte impulso de correr hacia ella y
escapar juntos.

Se dio vuelta, secó sus lágrimas y fue a donde


estaban sus discípulos dormidos.

-Sigan durmiendo ustedes, ingratos! Ya vienen a


buscarme.

Los tres hombres se levantaron ante las palabras de


Jesús. En ese momento apareció un grupo de
soldados. Junto a ellos estaba Judas, quien al verlo,
se aproximó a Jesús y lo besó en la mejilla.

-Rabí…

-Gracias, amigo mío- le dijo Jesús al oído.

Cuando los hombres del Sanedrín se aproximaron


para apresar a Jesús, sus discípulos quisieron
impedirlo y comenzaron una gresca con los
soldados.

Pedro extrajo de entre sus ropas un puñal que


comenzó a mover torpemente pero con el que cortó
la oreja a unos de los soldados del Sanedrín.

Eduardo Javier Silva 87


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Jesús, volviéndose a sus hombres le dijo

-NO! No quiero más muertes inútiles. Estos


hombres serán tan culpables de mi muerte como lo
seré yo y como lo serán ustedes. Pedro, guardá ese
cuchillo si no querés perder la vida por el mismo
hierro que la quitás, que lo que es capaz de matar a
otro, es capaz de matarte a vos. ¿O no lo entendiste
aún?

Se agachó. Tomó la oreja de aquél hombre que


aturdido estaba de rodillas frente a él. Y lo sanó. En
ese momento los otros soldados de abalanzaron
sobre él y comenzaron a golpearlo.

Encadenaron sus pies y sus manos y así


comenzaron el camino hacia el templo,
arrastrándolo.

Cada tanto los soldados hacían una pausa en el


camino y se divertían golpeándolo con lo que
tuviesen a mano. El rostro de Jesús comenzaba a
desfigurarse, pero su mente no estaba ahí. Se había
quedado en los brazos de su esposa.

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Scene V

Cuando llegaron al templo, el Sanedrín estaba


reunido a pleno. Alcanzó escuchar que algunos
sacerdotes discutían con Caifás y éste los hizo
expulsar por los soldados.

Caifás se paró frente a Jesús y lo miró con marcado


desprecio. Luego lo escupió sobre los pies y se fue
a sentar.

-Que pasen los testigos- gritó

Los testigos comenzaron a pasar uno a uno. Los


nervios que demostraban, la forma grandilocuente
en la que se referían a las acusaciones y por sobre
todo, las serias contradicciones en las que incurrían,
mostraban claramente que mentían.

Jesús miraba el piso. Veía cómo lentamente


alrededor de sus pies se formaba un charco de su
propia sangre. No lo había notado hasta ese
momento, pero tenía ya laceraciones por todo el
cuerpo.

Gracias a Dios no está María para verme así, pensó.


Pero estaba equivocado porque entre toda la gente

Eduardo Javier Silva 89


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

que se había acercado para averiguar por qué tanto


alboroto en el Sanedrín, estaban su esposa y su
madre.

Los tres discípulos que lo habían acompañado a


Getsemaní y que tras su arresto habían huido,
también se hallaban presentes.

Uno de los testigos dijo haberlo conocido en


Galilea. Y la mente de Jesús se perdió en el día en el
que conoció en aquella ciudad a María.

Él era aún un adolescente y había vuelto


recientemente de la India. María era muy conocida
en aquellos tiempos porque se decía que estaba
poseía por siete demonios y alguien cuyo rostro no
podía recordar, le había pedido que la sanara.

No le fue difícil encontrarla. Los gritos de María se


oían a varias casas de distancia. Entró y María le
revoleó algo por la cabeza. Sus incesantes gritos
perforaban los oídos.

Él no la miró. Solo se sentó en una cama que había


en la sala y esperó.

Eduardo Javier Silva 90


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Ella gritó nuevamente y él la miró a los ojos. Era la


mujer más hermosa que había visto. Con sus pelos
completamente aturdidos de tirárselos, su rostro
desencajado a más no poder, él vio en sus ojos más
allá de lo que antes había mirado cualquier hombre.

-María –le dijo- no hace falta conmigo que hagas


este juego. Yo no vine hasta acá para sacarte por la
fuerza un favor sexual. Y tampoco vine a obligarte a
hacer o decir nada que no quieras hacer o decir.
Para que me vaya, nada más tenés que pedírmelo y
te aseguro, me voy como llegué. Aunque después de
haber visto en tus ojos que no habita en tu alma
ningún demonio, me gustaría que vengas conmigo.

Los gritos de María cesaron. Levantó la vista y los


ojos de los dos se ataron en un intenso cruce. Él
suspiró, se levantó y salió de la casa.

En la puerta un tumulto de personas esperaba. Lo


vieron salir y comenzaron a gritarle.

-¿La sanaste?

-¿Expulsaste los demonios de esta loca?

-¿Vamos a poder dormir de una buena vez?

Eduardo Javier Silva 91


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-¿Sos el mesías?

-¿Verdaderamente eres el enviado del Señor?

-Danos una prueba.

Jesús se acercó a Judas y le dijo en voz baja.

-¿Quiénes son estos cretinos para interrogarme de


esa manera? ¡Maldita generación que vive
sospechando de lo que sus propios ojos le
muestran!

Luego se dio vuelta y dirigiéndose a la multitud,


dijo:

-Esta es una generación malvada. Piden una prueba


y no se les dará. La reina del sur se levantará en el
juicio contra los hombres de esta generación y los
condenará, porque ella vino desde el extremo de la
tierra a escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay
alguien que es más importante que Salomón.

Lo miró a Judas nuevamente. “Vamos”, le dijo.

En ese momento María salió de la casa. En su mano


llevaba tres atados de ropa. Se le acercó. A la luz del

Eduardo Javier Silva 92


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

sol él ahora podía contemplar la belleza de esa


mujer. Por primera vez su corazón latía diferente.

Agarró los bultos que llevaba María. Ella lo miraba


perdida en sus ojos. Agarró su mano y se fueron del
lugar ante la atónita mirada de todos los presentes.

Un fuerte golpe en la cara dado por un soldado lo


tiró al piso.

-Idiota! ¡Cuando el sumo sacerdote te habla,


contestás!

Scene VI

Se paró. Caifás estaba frente a él. Lo miraba


desafiante. Cobarde –pensó- años atrás ya estarías
muerto.

-Parece que este blasfemo es además sordo. Repito


la pregunta. ¿Sos el verdadero hijo de Dios??

Jesús suspiró. Clavó su mirada en los ojos de Caifás


y en voz alta, clara y desafiante, exclamó:

Eduardo Javier Silva 93


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-Estás viendo al hijo de Dios ahora. Y cuando


vuelvas a verme, me vas a ver sentado a la derecha
del Padre.

Caifás gritó como si le hubiesen clavado una daga.


Tomó del pecho sus ropas y rompió su tela.

-Todos escucharon la blasfemia! No se necesitan


más testigos. ¡Que el Sanedrín se expida ahora!

Uno a uno los sumos sacerdotes pasaron frente a


Jesús. Lo escupían. Lo golpeaban. Todos decían lo
mismo.

“Muerte”.

El último en pararse frente a él fue Caifás.

-Si por mí fuera, juro que te mataría ahora mismo


con mis propias manos.

Y dirigiéndose a los demás, dijo:

-Llevemos a esta inmundicia con el Procurador para


que lo cuelguen de la cruz hasta que la muerte se lo
lleve.

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Cuando los soldados sacaban a Jesús del recinto,


una mujer lo vio a Pedro.

-Yo te conozco hombre! ¡Estabas con los que


acompañaban al nazareno!

-Se equivoca, mujer. Yo no conozco a ese hombre.


No sé quién es...

-Sí. Estabas con ellos. Tengo una muy buena


memora. ¡Vos fuiste el que iba adelante del burro
cuando entró en Jerusalén!

-Le digo que no!! ¡En mi vida había visto a este


hombre yo!

La mujer comenzó a gritar a la gente y todos


comenzaron a aproximarse a Pedro. Todas las voces
que se oían, decían lo mismo “Es él” “Es él”

Pedro gritó desesperado “Se equivocan de hombre.


Jamás conocí a Jesús” y escapó del lugar.

Cuando salió y consiguió perder a la gente que lo


seguía, se sentó al pié de un árbol para recuperar un
poco de aire. Ya no se escuchaban las voces de sus
perseguidores. Todo estaba en silencio y en calma.

Eduardo Javier Silva 95


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Un silencio que en ese momento fue interrumpido


por un gallo que empezaba a cantar.

Scene VII

Pilatos y su esposa se habían enterado que durante


la noche soldados judíos habían apresado a Jesús
por orden de Caifás.

-Al final se salió con la suya –dijo Pilatos- Por favor,


Claudia. Lo van a traer en cualquier momento. No
quiero que lo veas así.

Claudia lloraba.

Uno de los Generales de Pilatos entró a la sala.

-Trajeron al nazareno.

Pilatos se paró. Se acercó a Claudia y la besó en la


frente. Se dio vuelta hacia donde estaba su general.

-Veamos qué me trajeron.

Ambos salieron al patio y se encontraron con una


multitud. Delante de ellos un grupo de diez

Eduardo Javier Silva 96


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

soldados rodeaban a Jesús. A Pilatos se le cerró el


estómago. Delante de todos estaban los sumos
sacerdotes y entre ellos, su líder Caifás.

En su vida había visto hombres torturados. Él


mismo había lastimado a muchos hombres. Pero
esta vez era diferente. Las heridas que se le veían a
lo lejos a Jesús no eran las heridas en un hombre
más. Era su amigo el que estaba de pié casi
inconsciente.

Miró a Caifás y le dijo:

-¿Es costumbre de tu gente golpear siempre así a los


prisioneros antes de juzgarlos? ¿Por qué trajiste a
este hombre ante mí?

-Este hombre es un criminal. Violó nuestro shabat,


Su Excelencia!. Y es un sucio blasfemo que escupe
en las Sagradas Escrituras!! Él mismo confesó su
crimen, pero como Su Excelencia sabe, nosotros no
tenemos autoridad para ejecutarlo. Por eso lo
hemos traído para que sea la justicia de Roma la que
lo ejecute- respondió Caifás.

-No me jodás Caifás. Este es el mismo hombre al


que cinco días atrás recibieron con festejos en

Eduardo Javier Silva 97


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Jerusalén ¿ahora es un criminal?. No veo yo ningún


crimen en este hombre en contra de Roma. Poco
me importa a mí el shabat. Si para Roma no hay
crimen, para Roma no hay castigo.

-Es el líder de un movimiento de revoltosos –


interrumpió Caifás casi desencajado-. Incitan a la
gente a no pagar los impuestos a Roma. Él mismo
se ha proclamado Rey de los Judíos. Desconoce el
poder y el gobierno de Roma. Eso no un acto de
rebelión en contra del César, Su Excelencia??

Mirando a su General, le indicó con la mano que


hicieran pasar al prisionero para tener una audiencia
privada.

Jesús apenas podía caminar. Los soldados romanos


tomaron las cadenas y lo llevaron a la sala del
procurador. Pilatos les ordenó salir y cerrar las
puertas.

-¿Era necesario esto, Jesús?. Mirá cómo te


dejaron… Si te colgase en ese momento no durarías
una hora vivo en la cruz… ¿Así que sos el Rey de
los Judíos? No te veo por ese lado. ¿Quién dice que
sos el Rey de los Judíos? Nunca te lo escuché
decir…

Eduardo Javier Silva 98


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Jesús tenía la boca tan hinchada por los golpes que


apenas podía hablar.

-Poncio. Nadie más que vos sabe que mi reino no


es de este mundo. Eso es una estupidez de Caifás.
Pero tu misión en esto no es interrogarme ni dudar
de mí ahora. Decretá mi crucifixión.

-No Jesús. No lo voy a hacer. No voy a ser


responsable de la muerte de un amigo. Si querés
matarte, hacelo solo. No cuentes conmigo para eso.
Guardias!

La guardia de Pilatos entró y sacó a Jesús de la sala,


llevándolo nuevamente a los hombres del Sanedrín.
Pilatos permaneció unos segundo sentado. Levantó
la vista y detrás de unas cortinas estaba Claudia.
Estaba llorando.

Pilatos sabía que sus palabras estaban vacías.


Conocía a Jesús hacía mucho tiempo y no se podía
permitir abandonarlo. Después de todo si Jesús
desaparecía del mapa político de Judea, eso le iba a
permitir mantener las cosas más calmadas. De
alguna manera iba a encontrar la forma de ayudarlo.

Eduardo Javier Silva 99


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Lo miró y en silencio, negó con la cabeza. Pilatos se


levantó y salió nuevamente al patio.

-Caifás! No encontré en este hombre ni crimen ni


nada que me permita dar por ciertas tus acusaciones
como para matarlo. Solo voy a azotarlo y después lo
voy a dejar ir.

-Su Excelencia… Por favor... Piense en lo que


podría pasar si este hombre es liberado. La gente
está muy alterada, Su Excelencia. Su sola presencia
enerva los ánimos de la gente. Yo soy un hombre
viejo y no podré calmar al pueblo si lo liberan.
Dejarlo vivir es un crimen y no voy a responder yo
después por la sangre que mi pueblo haga derramar
en esta casa. Crucificarlo!!

A Pilatos no le molestaban tanto las palabras de


Caifás ni la presión que estaba haciendo. Lo que lo
atormentaba era haberse dado cuenta que las cosas
estaban ocurriendo tal y como su amigo se lo había
predicho días antes.

Y ahí estaba. En una encrucijada de las más difíciles


que había vivido. Mataba a su amigo o se arriesgaba
a una revuelta de un pueblo que siempre había sido
para Roma muy difícil de controlar.

Eduardo Javier Silva 100


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Miró a su sirviente y le ordenó traer agua. Mostró


sus manos a la multitud. Las sumergió en el agua y
mirándolos a todos dijo:

-Este hombre es inocente y yo no voy a ser


responsable de su sangre derramada. Mis manos
están limpias. Ustedes lo condenaron. Ustedes y sus
hijos van a ser culpables de la muerte de un
inocente.

-¡No nos importa! -Exclamó Caifás- ¡Crucificalo,


carajo!!!... Perdón… “Su Excelencia”…

Pilatos se dirigió a su General.

-Que lo azoten. Pero vigilá que no lo maten.

Los soldados romanos llevaron a Jesús a uno de los


patios traseros del pretorio de Pilatos. Allí había una
mesa con palos, varas, látigos y otros elementos de
tortura. Se los mostraron uno a uno.

Encadenaron sus muñecas a uno de los postes de


madera que se encontraban en el medio. Jesús fijó
su mirada en una astilla que sobresalía del poste.

Escuchó una voz. “Treinta”.

Eduardo Javier Silva 101


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Comenzaron a golpearlo con palos en la espalda.


Estaba tan lastimado por los golpes de cadena que
había recibido durante la noche por los soldados de
Caifás, que casi no podía sentir dolor.

Uno de los soldados golpeó su pierna. Él sintió este


impacto. Ese le dolió. Su cuerpo se aflojó y no cayó
al suelo porque los grilletes de sus muñecas, se lo
impedían.

Los golpes cesaron. Eso le dio unos segundos de


respiro para erguirse nuevamente. Alcanzó a ver a
unos metros frente a él a una mujer que se tapaba la
boca con su mano.

-¡Quince! Escuchó.

Casi inmediatamente sintió un golpe en las costillas


y escuchó el sonido de su piel desgarrándose. No
sabía muy bien con qué le acababan de pegar. Bajó
su mirada a su estómago. Tenía la marca de haber
sido atacado por una bestia.

Y fueron dos, tres, cuatro… Un azote tras otro. -


No voy a sobrevivir pensó-. De golpe sintió un
dolor en su mano indescriptible. Se la miró.
Sangraba profusamente.

Eduardo Javier Silva 102


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-¡Jesús! Qué hiciste! ¡Te dije que tuvieras cuidado!


¡Sos muy chico todavía para usar eso!

Él solo se miraba la mano que sangraba. No dijo


nada. No se quejó. Levantó la vista y vio a su padre
correr hacia él.

Cuando su padre lo alcanzó, lo alzó en brazos, lo


llevó hasta el bebedero y le sumergió la mano en
agua. Luego la sacó y se la envolvió con un trapo.

La mano le ardía. Pero ver correr así a su padre


hacia él sumado al grito, lo había asustado mucho
más.

Su padre lo tenía sentado en sus piernas y lo


abrazaba y lo hamacaba suavemente.

-Ay Jesús…. Si no me hacés caso tu mamá no te va


a dejar venir más al taller… ¿Estás bien?

Él asintió con la cabeza. Le gustaba estar en brazos


de su papá. Era su refugio. Ese hombre era todo lo
que él quería ser.

-¡Catorce!

Eduardo Javier Silva 103


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Ese grito lo sacó del sueño. Un último golpe le


envolvió el rostro. Sintió como parte de su mejilla le
era arrancada, al igual que parte de la frente y de un
párpado.

Lo soltaron y cayó al suelo. Vio llegar a un soldado


romano. Parecía un General o alguien de alto rango
por el uniforme. Estaba muy ofuscado con quienes
lo estaban azotando y les gritaba al tiempo que
gesticulaba sin parar. Pero no podía escuchar qué
decían.

Perdió el conocimiento.

De golpe sintió que su cuerpo ardía en llamas.


Abrió los ojos y vio parado frente a él a uno de los
hombres que lo había estado golpeando, con un
balde vacío en una de sus manos.

-Agua y sal. Porque nos pidieron que no te nos


mueras desangrado. Un gracias no estaría de más,
“judío”.

Volvió a desmayarse.

Una patada en su cara lo despertó. No sabía dónde


estaba. No sabía qué día era. En su mente quedaba

Eduardo Javier Silva 104


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

algún vestigio de algún recuerdo reciente caminando


con un madero sobre sus hombros.

Sus brazos estaban extendidos. Sentía un fuerte


dolor en su hombro derecho. Se lo miró. Parecía
que le hubiese nacido un hombro nuevo.

El sol le dio en los ojos y casi por instinto llevó sus


manos a su cara, pero no pudo. Un agudo dolor lo
taladró hasta los pies. Sus muñecas estaban clavadas
a la madera y en ese momento, dos hombres
ajustaban cuerdas debajo de sus bíceps.

-Por si te desmayas –le dijo uno de los hombres-


para que el peso de tu cuerpo no te asfixie. Orden
directa de Pilatos. Parece que quiere que tu muerte
sea muy lenta….

Los dos hombres rieron estruendosamente y se


fueron. Lo habían atado demasiado fuerte. Las
cuerdas en sus brazos le dolían más que los clavos
de sus muñecas.

Comenzaron a subirlo.

Cuando finalmente lo ubicaron en la posición, los


mismos hombres que lo habían atado lo tomaron

Eduardo Javier Silva 105


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

por las piernas y pusieron bajo sus pies un pequeño


madero para que los apoyase.

Pensó que eso debía ser también una orden de


Pilatos para que no permaneciera colgado y tuviese
donde sostenerse, pero inmediatamente un clavo le
atravesó los dos pies al mismo tiempo.

Su grito hizo callar a la muchedumbre que lo miraba


piadosamente. A los pies y sobre una mula, estaba
Caifás.

-¿Y? ¿Acaso no eras el hijo de Dios? Dale. Bajá.

Jesús miró al cielo y dijo:

-Dios! Yo no tengo el valor suficiente para perdonar


a estos hombres. Hacelo si entendés que merecen
ser perdonados por no saber lo que están haciendo.

Caifás se alejó con una sonrisa en los labios.

Bajó la vista y allí, junto al pié de la cruz de la que


colgaba estaba María.

-¿Por qué María? ¿Por qué viniste?

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

María lloraba desconsoladamente, tapándose la boca


con la mano. No hablaba. Sólo le decía que no con
la cabeza.

El tiempo a veces le parecía una eternidad. A veces


pasaba demasiado rápido.

Vio llegar a su madre. Estaba del brazo de Juan.

-Juan... ella es ahora tu mamá… Cuidala… Mamá!


Juan es ahora tu hijo. Cuidalo como me cuidaste
siempre.

El dolor, el agotamiento, el aire que corría por su


cuerpo y parecía cortarlo una y otra vez hacían que
se desmayara cada vez con mayor facilidad.

Pensó en José, su padre, muerto cuando él apenas


tenía doce. Siempre lo extrañó y aunque no podía
verlo, hablarle siempre lo consolaba.

-¡Papá!! ¡Papá!!! –gritó cerrando los ojos como si eso


pudiese devolverle a su padre.

Con la voz entrecortada por un incipiente llanto,


preguntó:

Eduardo Javier Silva 107


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-¿por qué me abandonaste?

Miró a María nuevamente. “Tengo sed” le dijo.

Uno de los soldados que estaba ahí junto a su


esposa inmediatamente tomó un trapo, lo empapó
en agua y lo colocó enroscándolo en la punta de un
pilum10 y lo alzó para que pudiese de ahí beber un
poco.

Ya había perdido la cuenta del tiempo que llevaba


colgado.

Miró hacia adelante.

José, su amigo, su médico, salió del cuarto en


silencio.

-José, no me des vueltas. ¿Qué tiene? ¿Está bien?


¿Se va a morir? No juegues.

José no decía nada. Se lavó las manos casi de


manera ritual. Luego lavó su cara. Judas le acercó un
trapo para que se secara. Los dos hombres lo
miraban con preocupación.

10
Lanza usada por el ejército romano.

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-¿Morirse? –dijo José mirándolo a Jesús- No.


Morirse no se va a morir. Tu mujer no tiene nada.
Ah... Sí. Tiene algo. Está embarazada.

Jesús y Judas se abrazaron. Los dos se pusieron a


llorar al tiempo que se reían y gritaban.

Escuchó la voz de su esposa.

-Jesús… No te mueras.. Por nosotros, no te


mueras…

Abrió los ojos. María seguía a sus pies. En su cara


había restos de la sangre que caía de sus heridas.

La posición del sol le indicaba que la hora estaba


cerca. Miró al cielo buscando la estrella que
anunciaba la llegada de shabat. Ahí estaba.

Miró a su esposa.

-Todo se ha consumado.

Casi a punto de desmayarse, alcanzó a balbucear:

-Dios… No dejes que muera. Dejo mi espíritu en


tus manos y te lo encomiendo.

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

El dolor lentamente desapareció.. Ya no podía abrir


los ojos aunque quisiera. Las voces a su alrededor
comenzaron lentamente a apagarse y de repente,
todo fue silencio y oscuridad.

Ya no volvió a despertar.

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

CAPITULO SEGUNDO
La Resurrección

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

“Fiat voluntas tua,


sicut in caelis, et in terra”

Scene VIII

-Ya está todo arreglado. A la llegada del shabat van


a descolgarlo y lo van a llevar a mi sepulcro.
Nicodemo ¿vos tenés todo preparado?

-Sí José. Está todo listo.

En ese momento entró en la casa Simón. Llevaba


en sus brazos a María Magdalena que se había
desmayado. La acostaron en una cama. Simón lo
miró a José y casi sin fuerzas para hablar, le dijo:.

-Vamos. Hay que ir a bajarlo.

Rápidamente salieron los dos hombres hacia el


Gólgota mientras Nicodemo se dirigía a esconderse
en el sepulcro para esperar allí la llegada de Jesús e
iniciar las curaciones lo antes posible.

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Cuando José y Simón llegaron, la mamá de Jesús


lloraba desconsoladamente a los pies de la cruz,
abrazada por Juan. José quería decirle que estaba
vivo todavía, pero alzó la vista y lo que vio, fue el
cuerpo de un hombre muerto. “Llegamos tarde”,
pensó.

Quitaron primero los clavos que lo sujetaban a la


madera y luego cortaron las sogas que sujetaban sus
brazos. Después suavemente y con la ayuda de una
sábana, lo fueron deslizando hacia abajo, en donde
Juan y Simón colocaron parte del torso de Jesús
sobre las piernas de su madre.

Ella lo acariciaba y lloraba mirando al cielo.

Scene IX

La última vez que hablaron, Jesús le había pedido a


Judas que después de entregarlo, permaneciera en la
casa de José y no saliera hasta que llegase María y
hablara con él.

Pero Judas había escuchado a Simón avisarle a José


que debían ir ya a descolgarlo y vio salir a
Nicodemo hacia el sepulcro.

Eduardo Javier Silva 114


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Él quería colaborar con la recuperación de su


amigo, porque sabía lo que había soportado en las
últimas horas y no podía dejar de sentirse culpable.

Ni bien oscureció, dejó la casa de José y se dirigió al


sepulcro.

En el camino se le acercó un hombre

-Una moneda por favor para un inválido.

Judas sin detenerse metió la mano en uno de los


bolsillos de su túnica. Se dio vuelta para dársela y en
ese momento sintió un fuerte golpe en la cabeza
que le hizo perder el conocimiento.

-Judas.. ¡¡Judas!!

Abrió los ojos. Estaba sentado en el piso, pero no


sabía dónde estaba. Algo le molestaba en el cuello
por lo que llevó sus manos a él. Le habían pasado
una soga.

Levantó la vista y delante de él estaba Pedro.

-Hijo de put..

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Una patada en el hígado no lo dejó terminar la frase


y casi le sacó el aire completamente. Andrés estaba
junto a él y sostenía uno de los extremos de la soga
con la que le apretaba el cuello.

-La próxima patada va en la cabeza. ¡Nadie te dijo


que hables! ¡Deberías mostrar más respeto por el
nuevo Maestro!

Pedro le dio la espalda mientras decía:

-Así que por treinta talentos traicionaste a nuestro


Salvador...

-¿Qué? ¿Qué treinta talentos? Yo hice lo que él me


pidió que hiciera. Veo que vos también, Pedro.
Todos nos enteramos ya que lo negaste antes del
canto del gallo ¿o te olvidás?

Andrés hizo un ademán para golpearlo con una


vara, pero Pedro le hizo una seña para que no lo
hiciese.

-No estás en posición para acusar de nada a nadie,


Judas –le dijo Pedro mientras le arrojaba una
pequeña bolsa de cuero.

Eduardo Javier Silva 116


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-¿Y esto?

-¿Esto? Esto son los treinta talentos que te pagó


Caifás para que entregaras a Jesús. Che… Qué poca
memoria tenés… Te imaginás que ahora que
nuestro mentor está muerto, no podemos dejar el
movimiento en manos de un traidor como vos ¿O
no, Andrés?

-Dale Pedro. Terminemos. No quiero que nos vean


con esta basura- Le respondió Andrés.

Haciendo oídos sordos a lo que le decía Andrés,


Pedro se agachó y tomó a Judas por la barbilla.

-Tenía razón Jesús… Las únicas vidas que he


acabado fueron las de los peces que pesqué. Yo no
mato a nadie. Para eso lo tengo a Andrés.

-Pero Jesús no está muerto!! Va a volver en tres


días!! Gritó Judas.

-Claro que no está muerto y va a volver en tres


días… ¿Te das cuenta? La culpa ya te lleva a negar
lo innegable y a imaginar lo que no va a pasar. Jesús
no está muerto. Jesús va a volver en tres días.. Sí,

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Judas. Lástima que vos no lo vas a ver porque el


peso de tu traición te llevó al suicidio.

-¿Qué están haciendo? ¡Cuando Jesús vuelva van a


tener mucho que explicarle!

Andrés, que se había parado algunos pasos por


detrás y se hallaba al lado de una mula, dijo

-Judas, a punto de suicidarte ¿y lo único que se te


ocurre decir es eso? Bueno.. A tu delirio te vamos a
decir algo más, para que te vayas tranquilo: no
vamos a permitir que la puta esa de Magdala quede
a cargo de la misión…

Andrés y Pedro se miraron. Pedro le hizo un gesto


con la cabeza y Andrés, dio un golpe a las ancas del
burro que estaba con ellos y Judas comenzó a colgar
del cuello.

Los dos hombres vieron cómo lentamente Judas


perdía todo el oxígeno y cuando ya no se movió
más, desataron la cuerda del burro y la ataron al pie
del árbol.

Pedro besó los pies del cadáver de Judas. Levantó la


vista y dijo.

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-En esta historia, el único traidor sos vos. Que el


Salvador perdone tu alma y te acoja junto a él en el
Reino de los Cielos.

Scene X

Pasada la hora duodécima, llegaron al sepulcro con


el cuerpo de Jesús sobre una mula, Simón, Juan y
José.

Nicodemo los vio entrar y por las caras de los


recién llegados, era evidente que algo estaba mal.

Colocaron el cuerpo sobre una de las mesas de


piedra que ya estaba preparadas para el depósito de
los cuerpos de la familia de José. Se les aproximó
Nicodemo

-¿Y? ¡Vamos! Sáquenle la sábana para que pueda


empezar a examinarlo.

José lo miró fijo. Intentó decir algo pero no pudo y


sus contenidas palabras llenaron sus ojos de
lágrimas. Simón y José se habían apartado y miraban
la escena a la distancia.

Eduardo Javier Silva 119


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-Nooo… -exclamó Nicodemo con ese decir que


acompaña los malos golpes anímicos- ¿Qué pasó,
José?

Tras un profundo suspiro y sin quitar sus ojos de la


cabeza aún envuelta de su amigo muerto, José
comenzó a explicarle a Nicodemo:

-Cuando llegamos llevaba casi dos horas sin signos


de vida. Al bajarlo nos dimos cuenta que algunos de
sus miembros estaban poniéndose rígidos, de hecho
tuvimos que hacer fuerza para acomodarlos y poder
envolverlo con la sábana. Juan puso su mano debajo
de la nariz de Jesús y no encontró un mínimo rastro
de aire. Se nos fue. O llegamos demasiado tarde o
su cuerpo no soportó el tremendo castigo de estos
días.

Nicodemo se echó hacia atrás. “Esto no pudo haber


pasado” pensó.

Simón y Juan salieron y se prepararon para cerrar la


pesada piedra que cubría la puerta una vez que
salieran los otros dos hombres, quienes venían
caminando detrás de ellos a paso muy lento. José
había puesto una de sus manos sobre el hombro de
Nicodemo.

Eduardo Javier Silva 120


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

A pocos metros de la salida, Nicodemo se paró en


seco. Lo miró a José con una mezcla de extrañeza,
duda y a la vez, certeza de haber visto algo anormal
en el cuerpo de Jesús.

Se dio vuelta y miró el cadáver nuevamente. Volvió


a mirarlo a José.

-Esperá

Regresó hasta donde estaba el cuerpo alumbrándose


con una de las antorchas. José lo miraba con cierta
pena.

Nicodemo levantó la llama y se detuvo a mirar el


sector de la sábana que cubría el lado derecho, justo
debajo de una de las sogas con las que habían atado
el cuerpo.

-José!! –exclamó a viva voz- ¿Qué herido atendiste


con esta sábana antes de traer en ella el cuerpo de
Jesús?

José lo miró extrañado y algo dubitativo le contestó

-¿Herido? ¿Qué herido? ¿Qué decís?. Esa es una tela


nueva. Jamás la había usado antes.

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-¡Pues vengan! Ayúdenme a quitarle la sábana.


¡Rápido!

Juan se había ido, por lo que entre los tres hombres


que quedaron en el sepulcro desataron todas las
cuerdas y retiraron la sábana.

El cuerpo desnudo y sin vida de Jesús yacía sobre el


sarcófago.

Era una escena dantesca. Su rostro estaba


desfigurado. Tenía un hombro fuera de lugar.
Laceraciones de todos los tipos y tamaños en casi
todos los resquicios del cuerpo. Y una herida
punzante sobre su costado derecho.

José, hizo un ademán como para acercarse -aun


escéptico- a Nicodemo, quien levantó la vista y al
verlo, le dijo

-Sí. Vení.

Lentamente fue alumbrando el cuerpo de Jesús


hasta llegar a sus pies.

-¿Qué ves, José?

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-Nada. Golpes. Moretones. Cortes.

-Por Dios, volvé a mirar. Cuánto tiempo estuvo


colgado de la cruz sin vida hasta que llegaron
ustedes.

Simón desde la puerta gritó “Unas dos horas o


más”.

Nicodemo, dirigiéndose nuevamente a José y con


un tono que empezaba a sonar esperanzador le dijo

-¿Cómo no lo notaste, José? Un cadáver que


permanece en posición erguida por más de dos
horas, debería tener toda su sangre en las
extremidades inferiores. Y no hay vestigios de eso.
Todos los moretones que se ven son producto de
las contusiones

José abrió los ojos como si hubiese visto a Dios.


Nicodemo levantó la sábana y la puso frente a José.

-¿Y acá? ¿Qué es lo que ves acá? ¿Qué tiene esta


sábana, José?

-¿Sss.. sangre? Sangre!

Eduardo Javier Silva 123


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-José. La sangre que ves corresponde a un sangrado


que se produjo en el trayecto y por la posición del
cuerpo en el lomo del animal. Los muertos, no
sangran.

-No. Supongo que no sangran –dijo José aún


dubitativo.

-En el nombre de Dios, José. Sos médico! Nada de


supongo. Sangran o no sangran.

-No! No sangran de esta manera!

Siguieron examinando las heridas hasta que llegaron


a la herida de lanza.
Nicodemo hizo una suave presión en la piel que
rodeaba la herida. Brotó sangre. Y la sangre que
brotaba era normal. Ni siquiera se había puesto un
tono de rojo más oscuro.

Lo miró a José y le dijo

-Este hombre está vivo, José. Vayan a casa a dar la


buena noticia a su esposa. Yo me voy a quedar acá
para hacer las primeras curaciones. Nos vemos allá
en unas horas.

Eduardo Javier Silva 124


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Scene XI

José y Simón regresaron a la casa. José estaba


contenido pero a la vez exultante. No recordaba
haberse sentido así desde que era chico.

Simón, todavía consternado por la cantidad de


heridas que tenía el cuerpo de Jesús, no albergaba
esperanzas de supervivencia. La escena lo había
descompensado en parte por las laceraciones y en
parte por la angustia de ver a su maestro
prácticamente muerto.

Cuando entraron, María se hallaba sentada en


silencio frente al fuego. En su rostro había dolor,
pero con una cuota importante de resignación.

-¿Cómo estás? – le preguntó Simón.

-¿Cómo te parece que puedo estar? ¿Qué pasó con


el cuerpo de mi esposo?

-Está vivo –interrumpió José-. Pero prefiero que


esperemos a que llegue Nicodemo y que sea él
quien te lo explique mejor.

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Miró hacia el interior de la casa y volviendo la vista


hacia María, le preguntó

-¿Y Judas?

-No sé. Cuando me desperté ya no estaba.

Simón había ido a buscar un vaso de agua. Estaba


pálido y su rostro aun sudaba frío. Se sentó a la
mesa junto a José y al lado de María. Mirando hacia
adelante comentó:

-No puedo creer lo que acabo de ver y sé lo que vi.


Mi Maestro no estaba en ese cuerpo. Ese era el
cuerpo de un hombre muerto.
María lo miró a José con rabia

-¿Cómo que muerto?? José ¿no me acabás de decir


que estaba vivo??

-Sí María. Está vivo- Miró a Simón a los ojos y


remarcando sus palabras, continuó- Lo que pasa es
que “algunos” parecen no querer creer lo que
vieron.

Eduardo Javier Silva 126


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Simón no dijo nada. Se levantó de la mesa y se


retiró a la cocina. José, señalándole a Simón con la
vista, le dijo a María

-No lo juzgues, entendelo –siguió José- cuando lo


descolgamos lo vimos muerto. Hicimos todo el
camino hasta el sepulcro convencidos que ya nos
había dejado. Fue Nicodemo quien se dio cuenta
que estaba vivo. No entiendo cómo yo no me di
cuenta. Tal vez me dejé superar por la situación. No
lo sé. Ahora está Nicodemo con él tratando de
cerrarle las heridas más importantes y trabajando
con todo su cuerpo para que no se le infecten.

-Quiero ir a verlo, José –le dijo María casi


suplicando.

-No, María. Todavía no. Haceme caso. Esperemos


que llegue Nicodemo y en todo caso, vemos.

María claramente no aceptaba lo que le estaba


diciendo José, que seguía hablando.

- …vos sabés además que ir a verlo, así a esta hora,


puede ser contraproducente. Por él que no te voy a
dejar salir de esta casa a menos que Nicodemo diga
que ya está en condiciones para que lo veas vos. Y

Eduardo Javier Silva 127


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

te aseguro, nadie en este mundo quiere más que yo,


que estés con él cuando despierte.

Hizo una pausa. Lo suficientemente corta como


para no dejar que María le respondiera. Lo
adecuadamente larga como para permitirse un
pequeño cambio de tema.

-María… Cuando Jesús esté bien va a irse a oriente.


¿Quién va a continuar con su militancia?

Ella lo miró con una mezcla de sorpresa y furia.


Respiró profundamente.

-Quiero suponer José que tu pregunta es una


broma. ¿Es necesario que te responda algo así? No
me insultes. No trates de subestimarme porque soy
mujer. ¿Acaso conocés a uno solo en nuestro grupo
que haya tenido la posibilidad de estar tan al lado
del Maestro como yo? ¿Lo viste al Maestro sentarse
y pasar horas y horas dándose a entender con un
discípulo tanto como lo hizo conmigo? ¿de verdad
pensás que hay uno solo de todos los hombres que
lo haya entendido más que yo? Yo, José. Yo soy
quien va a continuar al frente de esa gran tarea de
abrir y liberar las mentes de los hombres y de las
mujeres. No preguntes tonterías, por favor.

Eduardo Javier Silva 128


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

José hizo silencio. La voz de María volvía a oírse


convincente. Segura.

Denotaba un aplomo que incluso parecía


corresponder a una mujer de mucha más edad.
“Qué bien eligió Jesús” pensó. Extendió su mano y
tomó la de María. Le sonrió como un padre
orgulloso.

En ese momento se abrió la puerta. Había llegado


Nicodemo. Antes de entrar hizo una pequeña
pausa. Desde el umbral la miró a María.

-Bendecidos mis ojos María, que se dan el lujo de


apreciar una de las más bellas creaciones del cielo.

Entró. Se sentó bruscamente en una de las sillas.


José y María lo miraban esperando noticias, pero él
parecía no darse por aludido.

Levantó la vista y lo vio a Simón en la cocina


sentado en el piso y alzando notoriamente el tono
de la voz, dijo.

-¡Vos, traeme el vino y un vaso que tengo sed! Es lo


menos que pueden darme, che.

Eduardo Javier Silva 129


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Tenía el rostro cansado, pero se lo notaba de buen


ánimo. Excelente señal que los que estaban en la
casa interpretaron enseguida.

Mientras bebía miraba por encima del vaso a María


y le hacía gestos levantando las cejas. Ella apenas
podía contener la ansiedad.

Nicodemo se sirvió otro vaso y otro más.

-Perdón… pero ¿vas a seguir tomando vino el resto


de la noche? –le dijo María

-Ah.. no.. Claro.. Bueno.. ¿te cuento?

La respuesta de María se la dieron sus ojos.

-Sí. Te cuento… El flaco está muy delicado. Las


heridas más importantes las tiene en muñecas, pies
y alrededor de la cabeza. ¿Qué le pusieron en la
cabeza? ¿Una corona de clavos?

-De clavos no –respondió María- Los soldados de


“su amigo” hicieron una corona entretejiendo ramas
de un arbusto espinoso. “A un rey no le puede faltar
una corona” dijeron. Me hubiese gustado en ese
momento tener una espada para cortarle…

Eduardo Javier Silva 130


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-Sí. Está bien. No importa –interrumpió Nicodemo-


La cosa es que de todas las heridas la que más me
preocupa es una que tiene debajo de las costillas y
del lado derecho. Es profunda. Parece hecha con
una lanza o pilum y tiene una profundidad de un
dedo. Por suerte las heridas no llegaron a infectarse.
Igualmente les hice una primera limpieza con agua y
miel y después las recubrí todas con mirra y aloe.
No te asustes cuando lo veas que cerré sus heridas
abiertas cosiéndoselas. Y una cosa más. Yo me
tengo que ir esta noche. Alguien tiene que ir el día
primero a revisar las heridas y limpiarlas
nuevamente. Si te vas a encargar vos, te diría que no
lo hagas sola.

-No te preocupes. Le voy a decir a Marta que me


acompañe.

-Bueno. Perfecto. En el sepulcro vas a encontrar


una vasija con Aloe. Acá te dejo una cantidad de
mirra suficiente como para que puedas mezclar con
el aloe. Usá un paño limpio humedecido en la
preparación y con eso limpiá todas y cada una de las
heridas.

Dirigiéndose a José y levantándose de la silla, le dijo

Eduardo Javier Silva 131


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-Yo me voy. José. Gracias por el vino, exquisito.


¿Me acompañás hasta la puerta?

-Sí, claro –dijo José mientras se paraba.

Los dos hombres caminaban hacia la puerta. María


se quedó sentada mirando el vaso vacío en el que
Nicodemo había bebido.

Antes de despedirse de José, Nicodemo volvió


sobre sus pasos, le puso una mano sobre el hombro
a María y agachándose para hablarle cerca del oído,
le dijo:

-No olvides tener en cuenta que tu marido está


tremendamente agotado. No lo despiertes. Necesita
descansar el tiempo que sea.

Volvió hacia la puerta en donde lo esperaba José.


Cuando salieron de la casa, José en voz baja y
tomándolo del brazo le dijo

-Yo entiendo y estoy de acuerdo con los signos que


me mostraste en el sepulcro. Pero… ¿y la rigidez?.
Nicodemo, no podíamos acomodar sus brazos. Ese
hombre estaba muerto cuando lo bajamos de la
cruz.

Eduardo Javier Silva 132


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-No sé realmente si estaba o no muerto, José. Lo


cierto es que él está vivo. La rigidez en los brazos
puede tener otras causas y lo sabés, no
necesariamente tiene que ser porque esté muerto.

-No respiraba, Nicodemo. ¡No respiraba!

-En las tierras montañosas de la China, hay unos


sacerdotes que por medio de la concentración
entran en un estado de trance. Por mis ojos que
parecen muertos. ¿Alguna vez viste alguno?

-No.

-Me lo temía. Bien. Tengo que irme. Fijate que se


hagan las curaciones tal como lo indiqué.

Se despidieron en un abrazo interminable.

Scene XII

María se había reunido en su casa con sus dos


amigas llegadas de Betania, Marta y María. Las tres
conversaban en la sala sobre lo que deberían hacer
al día siguiente con el cuerpo de Jesús. María

Eduardo Javier Silva 133


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Magdalena en ningún momento les habló de lo que


había organizado su marido para escapar.

-Mañana cuando vayamos al sepulcro necesito que


me ayuden a ungir el cuerpo de Jesús. No puedo
hacerlo sola y su cuerpo tiene tantas lastimaduras
que tengo miedo de no poder soportarlo, por eso
les pedí que vinieran.

Las dos hermanas de Lázaro la escuchaban en


silencio. A María Magdalena la voz se le
entrecortaba de tanto en tanto. Ella sabía que su
marido no había muerto, pero no podía quitarse de
la mente verlo en el estado en el que lo vio,
colgando de la cruz. A ella, las heridas de su esposo,
le seguían haciendo sangrar el alma.

-Pero María –comentó Marta- ¿cómo vamos a hacer


para poder pasar? Nosotras nos hemos enterado
que Caifás hizo poner dos guardias en el sepulcro
para evitar que alguien intente llevarse el cuerpo y
confundir a la gente con que el hijo de Dios
resucitó.

-Soy su esposa, Marta. Nos tienen que dejar pasar.


Los soldados romanos a pesar de todo, respetan
muchas cosas de nuestras costumbres. Ellos saben

Eduardo Javier Silva 134


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

que el día después de la muerte nosotros ungimos a


nuestros muertos para purificar sus cuerpos. Y
saben que hoy no podemos ir porque es shabat.

María, la hermana de Marta, no decía nada. Solo


lloraba en silencio. Siempre había estado enamorada
de Jesús y siempre lo había mantenido en secreto.

-Tenemos que llevar lo que está sobre aquella mesa


–dijo María señalando un conjunto de telas y un
pequeño paquete atado que estaba sobre ellas-. Ya
me avisó José que en el sepulcro había una vasija
con aceite.

-Yo no sé si voy a poder entrar –dijo María de


Betania sin quitar su mirada de sus manos que
reposaban sobre su regazo.

María Magdalena la miró con cierta pena. Ella sabía


que siempre había estado enamorada de su esposo.

Scene XIII

José acababa de levantarse. Se había quedado


dormido y eso era el fruto de toda la tensión que
había atravesado en los últimos tres días.

Eduardo Javier Silva 135


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

No estaba acostumbrado a levantarse mucho más


allá del alba y cuando –como ese día- despertaba
cuando el sol estaba ya en su cénit, le costaba
mucho acomodarse mentalmente al día.

Bajó para comer algo y en ese momento la puerta


de su casa se abrió estruendosamente.

-José, estás! ¡Genial! Tenía miedo de no encontrarte.


Tenés que venir. Rápido. ¡Vamos!

José reconoció la voz de Mateo. Estaba agitadísimo


y se lo notaba muy nervioso. Si bien no era uno de
los discípulos de Jesús con los que más trataba, su
voz era inconfundible. Se asemejaba al sonido de un
cuerno. Y eso a José, lo aturdía.

-Pero ¿qué pasó Mateo? ¿Cuál es la urgencia? ¿Y


por qué tenés esa cara de haber visto un fantasma?
Primero voy a comer algo.

-Qué comer ni que ocho cuartos! ¡Vamos!

Prácticamente a empujones lo sacó de la casa. La


velocidad de los pasos de Mateo se le hacía muy
difícil de seguir a José, que en ese momento
solamente quería volver a su cama.

Eduardo Javier Silva 136


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Mateo lo condujo hasta un monte en las afueras de


la ciudad en donde había unos árboles. “Un poco de
sombra, por fin” pensó.

En el lugar había un grupo de unas 20 o 30


personas. Los vieron llegar e hicieron silencio. José
no entendía muy bien qué era esa reunión de
desconocidos en la que todos parecían conocerlo.

Alzó la vista y vio el cuerpo de un hombre colgando


de una de las ramas del árbol más grande. Al
principio no lo reconoció, pero a medida que se
acercaba, comenzó a distinguir la ropa que llevaba
puesta el cadáver. Era Judas. A empujones se fue
abriendo camino entre la gente hasta llegar a los
pies de su amigo muerto. Abrazó sus piernas y besó
sus pies.

-Por favor –dijo- que alguien me ayude a descolgar


a este hombre.

Tres hombres se acercaron junto a Mateo. Cortaron


la soga y el cuerpo cayó pesadamente sobre los
hombros de José quien, delicadamente lo fue
bajando hasta acostarlo en el suelo.

Eduardo Javier Silva 137


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Comenzó a revisarlo. Algo le llamó la atención en la


parte posterior del cuello. Era sangre seca. Su mano
fue siguiendo el camino de ese rastro y encontrando
otros restos de sangre seca en su cabeza.

Todos terminaban a la altura media de su nuca cuya


piel además, presentaba una fuerte inflamación.

Descubrió su pecho. El cuerpo tenía en su costado


izquierdo un hematoma más que notorio.

Era evidente que alguien le había pegado en la


cabeza con algo y que también había recibido golpes
en el resto del cuerpo.

No había motivos aparentes para que Judas se


quitara la vida. De eso estaba seguro. El suicidio
empezaba a no cerrarle a José.

Se levantó y dirigiéndose a los que estaban


alrededor de él preguntó:

-¿Alguien vio que fue lo que pasó?

Todos los hombres permanecieron en silencio.


Algunos miraban con cierta pena. Otros eran

Eduardo Javier Silva 138


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

completamente indiferentes y solo estaban ahí para


ver el espectáculo.

-¿Es que nadie vio nada? Manga de cobardes. ¡Les


estoy preguntando qué pasó!

En ese momento, la voz de Andrés surgió entre los


hombres.

-Traicionó al Salvador y su conciencia no le


permitió vivir. Se suicidó. Creo que no hay nada que
preguntar José. Está todo muy claro.

-Andrés, si viste algo te pido por favor que me lo


digas.

-No, viejo. Yo no vi nada de lo que pasó. Ni


siquiera me acerqué al cuerpo de ese inmundo. Vine
hasta acá nada más porque vi gente y eso me llamó
la atención. Pero es claro lo que pasó.

A escasos centímetros de donde estaba colgado el


cuerpo de Judas, había un pequeño saco de cuero.
José lo tomó. Dentro de él había algunas monedas.

Las contó. Eran 30 talentos de plata. Las guardó


nuevamente y volvió a mirar a Andrés.

Eduardo Javier Silva 139


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-Esos deben ser los 30 talentos que seguramente


Caifás le pagó al traidor para que entregara al
maestro –comentó Andrés en tono claramente
burlón.

José se levantó y caminó directo hacia donde estaba


Andrés, mirándolo a los ojos.

-Así que entonces no hay nada que preguntar.


Solamente se suicidó porque no soportó entregar a
su Maestro.

-Sí –respondió enérgicamente Andrés- Todos


sabemos que él entregó a Jesús. Todos llegamos acá
y el cuerpo de este traidor ya colgaba.

Todos los hombres que rodeaban a Andrés


afirmaron sus dichos.

-¿Y antes de suicidarse se dio un golpe en la cabeza


como para perder el conocimiento y vaya Yavé a
saber cómo, también se golpeó las costillas debajo
del brazo?

José avanzó hasta quedar a pocos centímetros de la


cara de Andrés.

Eduardo Javier Silva 140


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-Y si no te acercaste jamás al cuerpo ¿Cómo sabías


que en el saco había 30 talentos? Voy a pedir una
investigación al Sanedrín y por mi sangre que voy a
encontrar a quién lo mató.

Por primera vez la mirada de Andrés pareció


denotar cierto nerviosismo. Pero enseguida regresó
a su postura inicial. Lo miró con frialdad a José y le
esbozó una leve sonrisa. Luego se dio vuelta y
dirigiéndose al grupo, a viva voz, dijo:

-Al parecer este hombre era amigo del traidor! Y si


sos amigo de un traidor ¿qué sos? Pues un traidor
como él ¿o no?

Se dio vuelta y mirando a José nuevamente,


prosiguió

-Este hombre también es culpable de la muerte de


nuestro Mesías. Deberíamos acabar con él.

Inmediatamente José sintió el golpe de una piedra


justo a mitad de su espalda. El dolor le hizo perder
el equilibrio y cayó al suelo.

Fueron incontables la cantidad de golpes que


recibió estando en el piso, hasta que sintió que lo

Eduardo Javier Silva 141


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

tomaban de la ropa y lo sacaban. Eran Mateo y


Juan.

Mateo pasó uno de los brazos de José alrededor de


su cuello y comenzó a correr arrastrándolo para
lograr escapar

-Vamos! Caminá carajo! Apurate!

José se dio vuelta para mirar a la multitud que


segundos antes lo quiso linchar. Juan los estaba
deteniendo blandiendo una espada.

Andrés ya no estaba.

Scene XIV

Era la segunda hora del día primero.

María Magdalena y las hermanas de Lázaro salieron


de la casa con destino al sepulcro.

Marta llevaba varios paños de lino y algodón. María


Magdalena llevaba otros y escondido en ellos, el
paquete de mirra que le había dejado Nicodemo.

Eduardo Javier Silva 142


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

María de Betaña caminaba junto a ellas. El silencio y


la tristeza cubrían a las tres.

Pocos metros antes de llegar al jardín del sepulcro,


dos soldados romanos les cortaron el paso.

-¿A dónde van?

-Venimos a ungir el cuerpo de nuestro hombre


fallecido en el día sexto. No lo pudimos hacer ayer
porque nuestra Ley no lo permite. ¿Ven? Traemos
aceite y telas para purificar su cuerpo. - Explicó una
de las hermanas.

-Ah... Muy bien –dijo uno de los centinelas- pero


no pueden pasar las tres. Dos de ustedes se van a
tener que quedar acá. ¿Quién va a pasar?

-Yo –dijo María Magdalena sin levantar la vista del


piso-

Los soldados se rieron. “Vamos a ver si podés


mover la piedra”, comentó uno de ellos.

María avanzó para hacerse paso entre esos dos


hombres, pero un centinela volvió a cortarle el paso.

Eduardo Javier Silva 143


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

.-Así que viudita… Pero mirá que linda y tan


jovencita ¿eh? No estés triste. Yo tengo algo para
darte y que sientas consuelo… Buscame cuando
termines.

El soldado había puesto una mano sobre uno de los


hombros de María y al terminar de decir esas
palabras, comenzó a bajar la mano para tocar uno
de sus pechos, pero esta lo tomó de la muñeca y
levantando la cabeza, lo miró con fiereza a los ojos.

Un extraño escalofrío recorrió el cuerpo del


soldado. El dolor en su muñeca era intenso y la
mirada de esa mujer le causó un miedo que nunca
había sentido.

-Perdón, señora- alcanzó a balbucear.

Se corrió y cuando María pasó a su lado, el soldado


bajó la mirada. Las otras dos mujeres y su
compañero lo miraban extrañados. Éste se le
acercó.

-Lo que te faltaba… miedo a una mujer.

-Por Marte te digo que en una mano esa mujer tiene


la fuerza de 30 hombres y en sus ojos ví cabalgar

Eduardo Javier Silva 144


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

legiones de muertos. No sé qué tiene, pero no me


gusta.

Sorprendido por lo que acababa de escuchar de su


compañero, el soldado se volvió hacia las dos
hermanas

-¿Quién era el esposo de la que acaba de pasar?

-Jesús- dijo Marta.

El soldado que se había enfrentado a María levantó


la vista.

–El nazareno?- preguntó

-Sí. Jesús de Nazaret era su esposo.

-¿Que no era ese el hombre del que se decía sanaba


a los enfermos y a los poseídos?

-Sí. El mismo

Cuando María llegó a la puerta del sepulcro, la roca


que cubría la entrada estaba fuera de lugar. Tapaba
el ingreso, sí, pero quedaba espacio suficiente como
para que pudiese pasar por ahí un hombre delgado.

Eduardo Javier Silva 145


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Su pulso se aceleró y se le secó completamente la


boca. Su corazón latía a un ritmo descomunal,
como queriendo escapar de su pecho.

Se acercó muy despacio hasta la entrada y miró para


adentro. No era mucho lo que se podía ver pues la
piedra aún impedía que la luz entrara como para
iluminar lo suficiente.

Permaneció un rato en ese lugar hasta que sus ojos


se acostumbraron a la poca luz. Seguía sin poder
ver, pero claramente pudo distinguir una mesa de
piedra con una manta blanca que colgaba de ella.
Una manta en la que se le veían restos de sangre.
No se animó a entrar. Volvió corriendo a dónde
estaban las otras dos mujeres con los centinelas.

-¿Qué hicieron con el cuerpo de mi marido? ¿Quién


lo sacó del sepulcro? ¿A dónde se lo llevaron?

Los dos centinelas se miraron. Ellos no habían


escuchado ni visto nada raro. Extrañados por lo que
les decía María, los dos soldados salieron corriendo
hacia el sepulcro y detrás de ellos, las tres mujeres.

-Nadie pasó por acá hoy. Y nadie que esté solo


puede correr esta piedra- dijo uno de ellos

Eduardo Javier Silva 146


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Entre los dos la desplazaron lo suficiente como para


que pudieran pasar. Entraron. Lo que en principio
había sido una sospecha de María, se había vuelto
realidad. El cuerpo de su marido no estaba y en su
lugar, solo una sábana con sangre.

-¡Si el Centurión se entera de esto, nos mata a los


dos!!- grito uno de los soldados. Y era cierto. Las
penas en el ejército romano para este tipo de
descuidos solían ser despiadadas.

-Bendito sea el reino de los cielos –dijo María de


Betania mirando hacia arriba- Mi señor ha
resucitado de entre los muertos!!

Los soldados salieron del sepulcro visiblemente


asustados. Cuando detrás de ellos salieron las
mujeres, uno se dio vuelta y les dijo

-Ustedes nunca nos vieron! ¿¿Estamos??

Y ambos escaparon dejando solas a las mujeres.

María Magdalena tenía la mente hecha un


torbellino. Quería gritar. Quería llorar. Quería ir a
buscar a José y a Judas. Quería ir a buscar a
Nicodemo. Quería hacer todo. Pero estaba

Eduardo Javier Silva 147


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

paralizada. Se acercó a sus amigas. Le temblaba


todo el cuerpo.

-Ustedes dos vayan a la casa de José a avisarle y


díganle que venga. No. Mejor que no venga. Sólo
vayan y avísenle. No, tampoco. No le digan nada.
Mejor díganle que venga, pero no le digan por qué.
O sí. Díganselo y que venga. Bueno no sé. Que me
espere. O que venga. Como sea. Yo me voy a
quedar acá esperándolo.

-¿Y no querés que yo me quede con vos, María?


Preguntó Marta.

-No, Marta. Vayan. ¡Pero ya!

Las dos hermanas se fueron caminando a paso


veloz con destino a la casa de José y María se quedó
sola en el sepulcro.

Tomó la tela. Se la llevó a la cara. Aún podía olerse


el perfume del cuerpo de su marido. Empezó a
llorar al tiempo que se reía.

Estaba segura que su marido estaba vivo y que se


había ido y ese pensamiento de golpe le heló la
sangre. Ya no iba a volver a verlo. No podía ser.

Eduardo Javier Silva 148


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Él le había prometido que se volverían a ver antes


de su viaje a oriente. ¿Pero si algo había salido mal y
si Jesús tuvo que partir antes? “No puede hacerme
esto” pensó.

Acomodó la sábana tal y como la había encontrado.


Salió y llenó sus pulmones de aire. Quería irse de allí
a buscarlo, pero ¿a dónde?

Decidió ir a buscar a José ella misma. Hizo diez


pasos desde la puerta y recordó que en el interior
del sepulcro habían quedado la vasija con aloe y el
paquete con mirra. No podía dejar eso. Se dio
vuelta para regresar y llevárselos.

En ese momento y parado delante de la piedra,


estaba Jesús. Sus ojos tenían esa misma mirada que
la había cautivado cuando lo vio por primera vez.
Se paralizó. Sus piernas parecían no querer
responder a las órdenes de su cerebro. Y entonces
Jesús le habló.

-¿Basta que no me veas dos días para que se te


pasen las ganas de abrazarme?- Y terminó la frase
con una sonrisa cómplice.

Eduardo Javier Silva 149


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Ella empezó a caminar hacia él. No existía un solo


rincón en su alma que no riera en ese momento. Sin
embargo se le fue acercando sin mostrar en su cara
el más mínimo gesto. Sabía que cuánto le gustaba
eso a su marido.

Quería correr, pero caminaba lentamente. Moría


por abrazar a su esposo y a la vez, quería alargar ese
momento lo máximo que la distancia entre ellos se
lo permitiera. Y así lo hizo.

Caminó hasta pararse tan cerca de él que el calor de


los labios de Jesús ya podía sentirse en su boca.

Jesús cerró los ojos. María también. Fue el


momento de silencio que más retumbe hizo en el
alma de los dos. Y lo besó casi acariciándole los
labios.

-Ni el Dios del Cielo y de la Tierra puede entender


cuán sanadores son tus besos María. Te amo.

María hizo un ademán para abrazarlo, pero él se


echó hacia atrás.

-NO- exclamó- No podés tocarme todavía. No hay


un centímetro en mi cuerpo que no esté lastimado y

Eduardo Javier Silva 150


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

de tantas heridas creo que ni piel me dejaron. Creo


que si me tocás, voy a desmayarme de dolor.

-Pero…

-Ahora necesito que vayas a ver a los doce. Deciles


que sigo vivo y avisales que los voy a ir a ver. Que
vayan al monte de Galilea.

-Pero…

-No. Mejor no. No les digas que sigo con vida.


Quiero jugar un poco con Pedro.

-Pero…

- Mejor deciles que me viste, sí. Pero que resucité de


entre los muertos. Pagaría por ver la cara de Pedro
cuando se lo digas.

-Pero…

-¿Pero qué?

-¿Y mi otro beso?

Eduardo Javier Silva 151


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Jesús sonrió. Tomo con sus manos lastimadas las


dos mejillas de María. Acercó su cara a la de ella.

-No podés besarme María… Soy el hijo de Dios


que ha resucitado de entre los muertos… No
puedo andar repartiendo besos como si fuesen
golosinas para chicos…

-Tarado!

-Te amo.

-Y yo a vos, “golosina”

-¿Aunque sea un tarado?…

-Bueno, perdónnn… Tonto!…

Y por un rato –eterno- lo único que interrumpió sus


besos fueron las sonrisas que, desde el alma, se les
dibujaron en los labios.

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

CAPITULO TERCERO
El Legado del Maestro

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

“Panem nostrum cotidianum


da nobis hodie”

Scene XV

Los apóstoles se encontraban reunidos en la casa de


María, la madre de Juan Marcos. La misma en la que
habían celebrado la última cena junto a Jesús. En el
ambiente reinaba la confusión, el miedo. De una
manera u otra e incluso con sus posibles diferencias
–que las tenían y muchas- todos temían lo mismo:
Sabían que si habían matado a su líder no pasaría
mucho tiempo hasta que viniesen por ellos.

-Vamos a tener que escondernos por un tiempo y


dejar de andar juntos. Eso tal vez nos dé una chance
más- comentó Bartolomé.

-Juntos, separados, escondidos o a la vista de todos


–agregó Juan- ¿Cuál es la diferencia? Tarde o
temprano los romanos nos van a encontrar y nos
van a matar.

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Pedro los miraba en silencio. Se detenía en cada uno


de los rostros tratando de escudriñar en ellos qué
pensaba cada uno. Pero el pensamiento era el
mismo y todas las caras demostraban miedo a la
muerte. A la muerte segura que se les avecinaba.

Andrés parecía ser el más calmado de todos.


Realmente era el único que parecía no tener miedo
al futuro cercano. O al menos, no al nivel de lo que
sus colegas tenían

-A mí no me importa que vengan a buscarme. No


voy a permitir que me lleven vivo. Nooo.. A mí
vivo estos tipos no me agarran. Y les digo más,
cuando vengan, más de uno de ellos se va a venir
conmigo.

Las intervenciones eran espaciadas. Pocos hablaban


y los que lo hacían, lo hacían poco. Porque no
tenían nada para decir o simplemente porque el
miedo no les dejaba coordinar los pensamientos.

Juan escuchó una voz en la sala de abajo. Era la de


María Magdalena hablando con la dueña de casa.

-¿Están todos acá, María?

Eduardo Javier Silva 156


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-Si. Todos en la sala de arriba. Subí.

María Magdalena subió y al ver el miedo que cubría


como un manto el ambiente, les dijo:

-¿Por qué esas caras? ¿Por qué esta casa tiene el


fétido olor del miedo?

-Tal vez no te enteraste, pero torturaron y colgaron


a nuestro Salvador- le contestó Mateo.

-Si la muerte de “nuestro Salvador” los ha puesto de


esta manera es que no entendieron nada. Cualquiera
que los ve en lo primero que piensa es que ustedes
parecen temerle más a la muerte propia que a lo que
le pasó a Jesús.

-No entendés, María. Si lo mataron a él nos van a


matar a todos. A vos también.

-Mateo. Gracias por darme la razón. Ustedes le


tienen miedo a la muerte. ¿Todos estos años de
estar al lado del Maestro no les han servido de nada,
entonces? De todas formas les traje una buena
noticia. Esta mañana fuimos con María y Marta de
Betania a ungir el cuerpo de Jesús. Cuando llegamos
la piedra que protegía la entrada estaba corrida y su

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

cuerpo no estaba en el sepulcro. María y Marta


vinieron a avisarle a José. Yo me disponía a venir a
verlos a ustedes y en ese momento, Jesús se me
presentó. Yo lo ví. Él regresó de entre los muertos.
Jesús resucitó. Dejen de lamentarse por él. Me pidió
que les avisara que se verán en unos días en el
monte de Galilea.

Pedro negó con la cabeza. Miró a Andrés.


“Enloqueció” le dijo en voz muy baja, pero lo
suficientemente alta como para que María pudiese
oírlo.

-¿Pedro no eras vos quien se sentía preparado para


continuar el legado de Jesús?¿Y asustando a los
demás e insultándome a mí es como pensás
conducirnos? ¿Cuál es el problema que tenés
conmigo? ¿Qué soy mujer? ¿Qué Jesús me amó a mí
por sobre todos ustedes?

-María… Mirá si el Salvador te iba a amar más a


vos que a nosotros... ¡Por favor!- interrumpió
burlonamente Pedro a las preguntas de María.

Ella parecía estar inmutable. Y qué le importaba lo


que pensara Pedro. Sus labios aún conservaban los
besos de su esposo.

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-Sé que lo que para los demás es una noticia que les
llena el alma, para vos Pedro, esto es una mala
nueva. Jesús está vivo. ¡Él resucitó de entre los
muertos y está vivo!

Pedro se paró. La impasividad de María lo estaba


exasperando. ¿Y qué si era cierto eso de que Jesús
había revivido? Señalándola con el índice y elevando
el tono de la voz, le dijo:

-Basta! Todos nosotros hemos visto a nuestro líder


morir en la cruz. Nadie vuelve de entre los muertos.
Ya no nos mientan

-¿Quién miente, Pedro? Decís que “todos” ustedes


vieron morir al Maestro. Yo, Pedro, estuve con él
durante sus torturas. Yo, Pedro, estuve a su lado
cuando lo clavaron al madero y lo alzaron en la
cruz. Yo, Pedro, estuve con él cuando su alma dejó
su cuerpo. Y en ese momento y solo en ese
momento, Juan y Simón estuvieron. Nunca antes.
Nunca después. Vos y todos los demás que están
acá no haciendo más que demostrar que nunca
entendieron a Jesús, jamás estuvieron ahí. Decís
“todos estuvimos” y salvo dos, ninguno estuvo.
Todos te escuchamos decir hace tres días que darías
la vida por Jesús. Todos sabemos que tal como él lo

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

predijo, llegaste a negarlo tres veces antes del canto


del gallo ¿Y tenés el tupé de decirme a mí
mentirosa?

-Retórica, María. Pero claro ¿Qué puede entender


una mujer de retórica? Cuando dije que todos lo
habíamos visto morir me refería a que los ojos de
Juan y de Simón, fueron en ese momento los ojos
de todos nosotros.

Mateo se acercó a María. La abrazó.

-Yo sí te creo y mi alma te está agradecida por


siempre por la noticia que le diste.

Luego se dio vuelta y dirigiéndose a Pedro, le


respondió:

-Si los ojos de dos de nuestros hermanos fueron


suficiente prueba como para que todos hayamos
visto morir al Salvador, me bastan a mí los ojos de
esta hermana nuestra para afirmar que Jesús
resucitó.

Pedro negó con la cabeza, se volvió a sentar y dijo:

Eduardo Javier Silva 160


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-No entendés la diferencia Mateo. No es lo mismo


lo que nos contaron Simón y Juan. Ellos no
mentían como sí lo está haciendo ahora María. Ellos
no son…

María con un tono de voz que a medida que


hablaba se tornaba más y más tranquilo, miró a
Pedro, que hacía una pausa eterna y le dijo:

-¿Mujeres? ¿No son mujeres, Pedro? ¿Eso querés


decir?

Pedro hizo un gesto con las cejas y miró el techo


como afirmando lo que acababa de preguntarle
María.

-Fenómeno –siguió María- entonces no me crean a


mí. Vamos al sepulcro y comprueben lo mismo que
vieron mis ojos. Tal vez de esa manera se
convenzan que nuestro líder ya no está en el mundo
de los muertos. No me crean. Soy mujer. Vayan
ustedes. Vamos Pedro. Levantá el culo de ese
almohadón y andá.

-Si eso va a hacer que de una buena vez cierres el


pico, con todo placer voy a darte el gusto.

Eduardo Javier Silva 161


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Pedro salió de la sala y bajó las escaleras. Salió a la


calle para ir al sepulcro de José. Al salir, dejó la
puerta abierta. Juan miró a María.

-Venís?- Le dijo.

-Claro que sí, Juan.

Cuando llegaron al sepulcro encontraron a Pedro


delante de la roca que cubría la entrada. Esta estaba
tal y como lo había dicho María

-¿Entraste? Le preguntó Juan acercándosele.

-No. ¿Viste la piedra?

-Sí.

María, que se había parado de brazos cruzados unos


metros más allá, les dijo

-Vamos… Entren…

Los hombres miraban la puerta en silencio y se


miraban entre ellos. Ninguno parecía tener el coraje
suficiente para cruzar ese umbral.
María insistió

Eduardo Javier Silva 162


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-Pero vamos. ¡Entren! Vean ustedes lo que yo ví y


que los ojos de Pedro “el hombre” sean los ojos de
todos aquellos que no creyeron en mi palabra. No
tengan miedo. Es sólo una sala vacía.

Pedro se dio vuelta. El odio hacia María brotaba por


cada uno de sus poros. Lo miró a Juan y le dijo:

-Ya estoy cansado de esta mujer- y tras estas


palabras, se encaminó hacia la puerta y entró. Juan
lo siguió.

Juan, al ver que sobre la mesa de piedra en la que


debía estar el cuerpo de Jesús solo estaba la sábana
ensangrentada, cayó al piso de rodillas y empezó a
rezar en forma casi descontrolada.

Pedro, parado unos metros más adelante no podía


creer lo que veía. Se acercó a la mesa funeraria.
Levantó la sábana. La miró un rato. Realmente se
sentía aturdido. No podía ser de ninguna manera
que esa mujer tuviese razón. Y si aun así la tuviese,
no estaba dispuesto él a reconocerlo. Para él sería lo
mismo que darle la razón a un mono.

Eduardo Javier Silva 163


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Arrojó con fastidio la sábana sobre la mesa y se


dirigió hacia la puerta, desde donde María veía toda
la escena.

Cuando pasaba frente a ella se detuvo. La miró a los


ojos.

-No sé qué fue lo que hiciste con el cuerpo del


Maestro, pero te puedo asegurar que lo voy a
averiguar.

-¿Qué hice con qué, Pedro? Yo no hice nada con


nada

-Pedro!- Gritó Juan –Yo dudé. Mi alma no creyó lo


que esta mujer nos contó y vine hasta acá para
comprobarlo. Y lo comprobé. Pero dudé. ¡Dudé!
¿Lo entendés? No merezco haber tenido la gracia de
haber compartido una mesa con el hijo de Dios.

-No digas idioteces, Juan!- reclamó Pedro


visiblemente ofuscado- Acá no hay nada que
demuestre que Jesús resucitó de los muertos. Solo
una sábana sucia. Te apuesto que todo esto no es
más que un invento de esta mujer para dividirnos.
Para que nos entreguemos mansamente como
corderos al matadero romano.

Eduardo Javier Silva 164


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-No, Pedro. ¿Cómo es que no entendiste nunca al


Salvador?

-Juan. Te aseguro a vos que soy de todos el único


que realmente lo entendió. Y a vos, mujer nacida en
pueblo de prostitutas, nada. Solo que te garantizo
que voy a hallar el cuerpo de Jesús y cuando lo haga,
voy a ungirlo con el sudor de tu cara.

Dicho esto, Pedro abandonó el lugar.

Scene XVI

El rumor de que Jesús había resucitado se esparció


rápidamente primero entre los pobladores de
Jerusalén, Galilea y por todas las demás poblaciones
que lo habían conocido.

Sin embargo, muchos dudaban sobre si realmente


había sobrevivido a la cruz –no sería el primero ni el
último-, si alguien había robado su cuerpo y lo tenía
escondido o sí, como lo sostenían unos pocos,
realmente había muerto y resucitado.

Eduardo Javier Silva 165


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Casi nadie creía realmente la versión de María


Magdalena en cuanto a que ella lo había visto y que
él le había hablado.

En primer lugar, porque esa visión era considerada


por las autoridades religiosas judías como una
blasfemia y a quien la sostuviera, le esperaba un
castigo severo, sino la muerte.

En segundo, porque se trataba de la versión de una


mujer y por aquellos años, ni siquiera se
consideraban sus testimonios como valederos en
juicio porque la mujer “no era un ser creíble”.

Y en tercero, porque desde las sombras Pedro,


Andrés y otros de los discípulos se habían
encargado de sembrar el rumor de que María
Magdalena (la puta de Magdala, como le decían)
había perdido la cordura tras la crucifixión.

No obstante, tanto la muerte de Jesús como su


resurrección eran tema de debate en todas las mesas
de todos los pueblos de la zona.

Caifás, convencido que el cuerpo de Jesús había


sido robado por sus seguidores para esparcir la

Eduardo Javier Silva 166


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

versión falsa de su retorno de la muerte, convocó a


los sumos sacerdotes a una reunión.

-Estos revoltosos siguen intentando desestabilizar


no solamente ya la autoridad de este Consejo, sino
que también pretenden crear dudas en la gente
sobre las Sagradas Escrituras. Debemos disponer ya
una investigación a todo nivel hasta dar con el
paradero del cuerpo de ese falso Mesías. Y cuando
lo tengamos, vamos a colgarlo en la plaza de los
sacrificios durante once días y luego prenderle
fuego. Esa va a ser la única manera en la que vamos
a poder desarticular la maniobra con la que esta
inmunda peste que nos ataca, pretende acabar con
nuestra forma de vida y con las enseñanzas de las
Sagradas Escrituras. El ejército invasor no nos
permite aplicar la pena de muerte, así que a medida
que les demos caza a los miembros serviles de este
grupezco, solo los encerraremos y dejaremos que la
ausencia de alimentos haga el trabajo que no
podemos. En cuanto al cuerpo del asqueroso
nazareno, nosotros solamente vamos a hacer que
arda hasta su extinción pues de su muerte, ya se
encargaron los romanos. Así pues, he dispuesto ya
no solamente la conformación de grupos de
búsqueda, sino que además impartí la orden a
nuestro tesoro que no repare en gastos en esta tarea.

Eduardo Javier Silva 167


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Porque esto hay que terminarlo así no quede un


solo talento en nuestro Templo.

Entre todos los presentes, uno se levantó y pidió la


palabra.

-Su Excelencia. ¿Por qué gastar el dinero de las


arcas si el mal está dentro de estas paredes? Para
quienes no están enterados José de Arimatea, se
confesó ya ante el gobernador romano como
seguidor de este asesino de almas.

-Ese hombre solo habló de amor –replicó José.

Caifás, levantándose de su silla y acercándose hasta


José, dijo

-No necesito más que escuchar. De tus propias


palabras ha salido tu condena. Que los guardias te
lleven sin dilación a una de las torres del Templo y
que allí Dios se apiade de tu alma.

-Nada temo a la mano de los hombres, José Ben


Caifás. Y eso se lo debo al hombre que tantas horas
de sueño te robó y que te seguirá robando. Hagan
conmigo lo quieran. Lo que yo tenía que hacer ya lo
hice. Ayudé a un hombre que fue justo entre los

Eduardo Javier Silva 168


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

justos. El cuerpo que ustedes ven no es más que


una burda túnica de un alma que espera volver al
Reino de los Cielos. A ese mismo Reino que, gracias
a Jesús, comprendí y acepté. Y te advierto. Si lo que
buscas es el cuerpo de un muerto, quebrarás
completamente las finanzas de este Consejo en una
empresa imposible, pues tu muerto, resucitado o
no, vive ya en el corazón de muchos.

-Llévenselo. Ya me harté de escucharlo.

Scene XVII

Ninguno de los discípulos era ajeno a la disputa que


desde la partida de Jesús se vivía entre Pedro y
María Magdalena. Y aunque ambos eran escuchados
por igual, muchos ya habían tomado partido por
uno de ellos.

En una de las reuniones que acordaron organizar en


la casa de la madre de Juan Marcos, Pedro
extrañamente no estaba.

Juan, tal vez el más convencido de los discípulos de


que Jesús había resucitado, preguntó a María:

Eduardo Javier Silva 169


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-¿Por qué Dios permite que dudemos? ¿Por qué nos


enceguece el temor a la muerte después de haber
presenciado y escuchado al mismo hijo de Dios en
la tierra sobre las bondades del Reino de los Cielos?
¿Qué es lo que tenemos que hacer para perder ese
miedo?

-Juan, para entender algunas cosas debemos


primero tener la mente completamente preparada.
No puedes acoger a nadie en tu casa y guarecerlo de
la lluvia si ésta no tiene techo. Y eso es algo que no
nos es fácil entender. Porque no importa lo que
hagas sino lo que seas. Cuando puedan vos y todos
comprender eso, que parece tan simple pero que es
por demás complejo, entenderán que la vida y la
muerte no son más que las dos caras de una misma
moneda.

-Pero qué es entonces la muerte –preguntó Mateo.

En ese momento entró Pedro. Y se hizo un silencio.


Vio que la reunión era conducida por María y se
paró a un costado a escuchar.

Mateo continuó con su pregunta

Eduardo Javier Silva 170


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-No sé realmente si es que sabés o no la respuesta,


pero es claro que Jesús habló de cosas con vos que
a nosotros no nos dijo. Y si es así, nos gustaría que
las pudieras compartir.

-Sí, Mateo. Eso que decís es verdad. Jesús hablaba


mucho conmigo. Y lo vieron todos en las reuniones
de las que participábamos, como me han visto llegar
e irme con él. Pero que no te perturbe eso el alma.
Siempre un maestro tiene que elegir a uno entre
muchos para transmitir lo que sabe y que su escuela
perdure. Porque no todos aprenden de la misma
manera. Yo no soy más ni menos que nadie en esta
sala. Solo soy a quien el Maestro eligió para dejar su
evangelio, su buena noticia, su legado. Y yo lo
comparto. La muerte, Mateo, es una transición. Y es
una transición en la que el alma debe atravesar un
arduo camino para llegar al Reino de los Cielos. No
es un camino sencillo, para nada. Y es por eso que
debemos prepararnos durante la vida. Para eso
nuestras almas vienen a este mundo. Para mejorar.
Para entender. Para purificarse. Y lo que seamos en
esta etapa del camino será, en definitiva, lo que nos
permitirá llegar más o menos rápido a lo que
realmente es la tierra prometida. Es un camino
difícil. Es un camino en el que se nos cruzarán entes
no terrenales de todo tipo. De los buenos, de los

Eduardo Javier Silva 171


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

malos, de los muy buenos y también de los más


malos. Como nos ocurre a diario en esta vida. Pues
en definitiva, la vida y la muerte como dije, no son
cosas diferentes en lo absoluto. Vivimos para
aprender a ser. Lo que seamos acá va a ser lo que
podamos ser cuando crucemos esa puerta que
separa este mundo del otro y cuando al fin hayamos
llegado a nuestro destino, solo permaneceremos en
el seno del Reino de los Cielos si hemos podido
purificar completamente nuestro espíritu. Si no,
tendremos que volver. Y volver. Y volver. Tantas
veces como cada uno de nosotros necesite hacerlo.
De nada sirve orar, ayunar, dar dádivas si
mantenemos nuestro espíritu en la oscuridad
profunda. Porque no vinimos a hacer para ser.
Vinimos a ser y a partir de ahí, hacer.

-¿Jesús te habló de Dios del cielo y de la tierra?-


preguntó Simón.

-Sí, claro. Él lo llamaba “el Dios de los hombres”.


Seguramente te acordarás cuando aquella vez
llegamos y mientras todos estaban orando él se rió
de ustedes. Fuiste uno de los que más te enojaste
ese día. Esa noche, cuando todos se fueron, Jesús
estaba molesto. Porque no es el Dios del cielo y de
la tierra realmente es nuestro Padre. Ese Dios, al

Eduardo Javier Silva 172


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

que incluso aún hoy muchos de los que acá me


escuchan, adoran, temen y rezan, solo reina y
reinará sobre el universo material. Si hacés un poco
de memoria seguramente recordarás que cuando
ustedes ante su risa le recriminaron que estaban
“orando para conseguir la gracia de Dios” él
respondió “Sí. De esa manera no tengo dudas que
seguramente conseguirán la gracia de su Dios”. Es
eso lo que les contaba recién. Ser para hacer y no
hacer para ser. Mirá, el Creador del Todo está por
encima y muy por encima de ese Dios mundano al
que ustedes le oraban esa tarde. El verdadero Dios
está más allá de lo material porque rige en el
universo espiritual. En lo infinito. En lo eterno. Y
es al seno de ese armador del Todo al que vamos.
Nosotros somos en esencia energía. Energía que se
plasma a través de nuestra mente. Porque nuestra
mente es infinita y eterna como lo es el universo.
Por eso es que nosotros fuimos hechos a imagen y
semejanza del Padre.

-No, no, no –interrumpió Andrés- Eso que nos


estás enseñando no es lo que Jesús nos enseñó. No
tiene nada que ver. ¡Me parece que vos nos estás
tratando de transmitir algo distinto!

Eduardo Javier Silva 173


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Pedro aprovechándose de la respuesta de Mateo,


decidió intervenir.

-¿Cómo escuchan a esta mujer? No conoce ni


siquiera más que su pueblo de mujeres perdidas y
hombres de pecado ¿y nos habla del universo? Es
una mentirosa, ya se los dije. ¿Quién se cree que es
para decir, así como quien dice “buenos días”, que
el Salvador habló con ella cuando nosotros no
estábamos? ¿Por qué haría algo así Jesús? Mentiras.
Todo lo que sale de la boca de una mujer siempre
son mentiras.

-Pedro! –lo interrumpió Mateo parándose al lado de


María- Si el Salvador la eligió a ella y eso lo vimos
todos ¿quién sos vos para negar esa decisión? Desde
que Jesús fue crucificado y volvió del mundo de los
muertos, no hiciste otra cosa que criticar a María,
denostarla, humillarla. Yo no sé si lo que María nos
está diciendo es o no lo que le dijo Jesús, si es una
enseñanza nueva o es una mejor explicación de lo
que nos quiso decir el Maestro. De ella solo hemos
escuchado un mensaje que en definitiva, está mucho
más cerca de nuestro líder que las barbaridades que
todos acá escuchamos de tu boca. Si esa va a ser de
ahora en más tu posición, desde ya te digo que no
es lo que me trajo a esta comunidad y claramente,

Eduardo Javier Silva 174


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

creo que es tiempo de que nos dejes vos y quienes


estén con tu discurso, en paz. Que cada uno
interprete a Jesús como lo entendió.

Y dicho eso miró a María y le dijo

-No sé vos, pero yo creo que ya nada tenemos que


hacer en esta casa. Por más buena voluntad que
tengas es imposible enseñarle a escribir a un perro.
Yo me voy. Aquellos que estén de acuerdo, vengan.
Quienes no lo estén, quédense con Pedro. Como
sea, sepan que siempre serán mis hermanos y
siempre voy a estar cada vez que alguno me
necesite. Inclusive vos, Pedro. Será más sano para
todos que cada uno siga por su lado

Mateo se retiró de la sala. Lo siguió Simón y con él


Juan, Santiago el menor, Tadeo y Santiago el mayor.

Tomás fue el último en levantarse. Se le acercó a


María. –Vamos- le dijo. María tenía los ojos llenos
de lágrimas.

Cuando este último pasó por al lado de Andrés, éste


le dijo

Eduardo Javier Silva 175


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-Esto no va a quedar así. Se van con esa puta. Nos


vamos a volver a ver y te aseguro que no te va a
gustar.

Tomás se frenó en seco y sin dar ninguna señal, le


dio una trompada en la cara a Andrés que perdió el
equilibrio y cayó al piso.

-No te voy a permitir que vuelvas a hablar así de la


mujer que es mi guía, mi Maestra. Siendo mujer,
tiene mil veces más coraje que vos, basura.

Scene XVIII

La comunidad cristiana de Jerusalén crecía de


manera exponencial día a día. Y lo mismo ocurría
en otras de las ciudades cercanas en las que Jesús
había predicado y en donde ahora lo hacían sus
discípulos. Pero se encontraban divididos en dos
grupos. El más numeroso, estaba compuesto por
los seguidores de Pedro y si bien aceptaban mujeres,
se les imponían diversas limitaciones. Podían
participar de las reuniones pero no se les permitía
opinar. Mucho menos podían ellas formar parte de
la elite de líderes que transmitían la palabra de Jesús

Eduardo Javier Silva 176


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

según la versión que Pedro y de los discípulos


directos que se habían quedado con él.

La popularidad de este grupo tuvo una rápida


aceptación en muchos miembros de la comunidad,
pues en aquel tiempo estaba bien visto por las
grandes mayorías que las mujeres sólo estaban para
el servicio del hombre.

En general a los seguidores de este grupo no les


estaba permitido realizar análisis o cuestionamientos
que se alejaran de lo que estrictamente se les decía,
pues aquello era para sus líderes, una verdad
ineluctable que no podía ser puesta en duda.

El otro grupo, mucho menor por cierto, estaba


constituido por los seguidores de María Magdalena.
En éste no se hacía distinción alguna y mucho
menos de carácter sexista.

Éstos entendían que todos eran iguales porque sus


diferencias eran mundanas y habían incorporado
como base de enseñanza la espiritualidad.

Los seguidores de María se reunían en casas en las


que se cenaban y bendecían el pan, siguiendo lo

Eduardo Javier Silva 177


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

instruido por Jesús durante la última cena y todos


los hombres y todas las mujeres podían opinar.

Sostenían que para transmitir el mensaje de Jesús no


era necesario formar parte de ninguna elite. Bastaba
con abrir la mente y comprenderlo.

Dado que las celebraciones se realizaban en casas


particulares, los asistentes nunca eran numerosos y
mayormente esas reuniones eran lideradas por
mujeres.

Este crecimiento de grupos cristianos, claramente


perturbó a los sumos sacerdotes judíos, quienes
comenzaron a perseguirlos. Algunas veces ellos
mismos los asesinaban. Otras, los entregaban a los
romanos para que tuviesen “un juicio justo ante los
ojos de Dios”.

Eso llevo a que todos quienes de un modo u otro


seguían las enseñanzas de Jesús, realizaran sus
reuniones en la clandestinidad.

Sin embargo, al llevarse esos encuentros en casas, ni


a los romanos ni a los soldados del Sanedrín les era
muy difícil encontrarlos.

Eduardo Javier Silva 178


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

En ese aspecto, en lo único que se diferenciaban las


dos corrientes filosóficas del cristianismo era en que
mientras para los seguidores de María Magdalena la
muerte liberaba su alma y por eso no le temían, para
quienes acompañaban la palabra de Pedro, la
muerte de sus miembros significaba menos
hombres para la trasmisión de su doctrina y por eso
le rehuían.

Muchos de los líderes de la corriente iniciada por


Pedro ya habían huido o estaban muertos. Andrés
ya había escapado a Grecia y se esperaba de un
momento a otro la partida de Pedro.

Scene XIX

Pocos días antes de su partida de Jerusalén, Pedro


había organizado una reunión entre sus seguidores,
en la que les contó que debía irse de la ciudad.

-No se trata de escapar para salvar la vida propia. Se


trata de conservar la vida para que el mensaje del
hijo de Dios llegue a más y más hombres- explicaba
Pedro- porque la única manera de cambiarnos como
sociedad es transmitir a la mayor cantidad lo que
hemos aprendido. Pero cuidado, debemos ser

Eduardo Javier Silva 179


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

selectivos al momento de ver a quién brindamos


esas enseñanzas. En manos de hombres malos o
incluso mujeres, la palabra del Salvador puede ser
manipulada en favor de intereses demoníacos. No
olvidemos que la mujer nació a partir del hombre y
solo se le dio la inteligencia necesaria como para
que pueda servirlo a como lo necesita éste.
Tampoco tenemos que olvidarnos que fue la mujer
la que por deseo propio comió del árbol que Yavé
había ordenado no comer y fue ella quien
finalmente, indujo al hombre a pecar. Debe ser todo
nuestro esfuerzo dirigido a enseñar a los hombres y
que éstos sean seguidos por la mujer. Porque en
definitiva el hombre nació para conducirse a sí
mismo y a los demás y las mujeres, como los
esclavos, para ser dirigidos y obedecer. No se
preocupen ustedes. En definitiva, lo mío no es un
escape, sino que en estas tierras mi tarea está
terminada y dejo a ustedes la misión de
profundizarla. Mi función ahora es buscar en otras
tierras nuevas gentes a quienes enseñar.

-¿Y cuáles son las tierras nuevas a las que vas a


llevar la palabra de Jesús? –le preguntó uno de los
asistentes.

Eduardo Javier Silva 180


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-Iré primero a la Ciudad de Antioquía. Allí me


espera nuestro hermano Pablo quien hace poco me
escribió una carta contándome la gran aceptación
que tuvo entre la gente de esa ciudad la palabra del
Salvador.

-Debemos ir a evangelizar las mentes de Roma! –


gritó otro de los que escuchaba la palabra de Pedro.

-A Roma iremos, claro. Y te aseguro que


convertiremos las mentes de los paganos como lo
quería Jesús. Porque él se me apareció en persona y
me dijo “Pedro, es necesario que prediques mi
palabra en el centro del imperio invasor para llevar
la revolución a sus mentes y poder expulsarlos de
Jerusalén y de todas las tierras del Reino de Judá”.
Pero todo a su debido tiempo.

-¿Lo viste a Jesús después de su muerte?

-Sí. Vino a verme incluso antes de que fuera a visitar


a los demás hermanos. Y me dijo “Eres la piedra
que inicia la obra y en esa piedra, edificaré mi
iglesia”. El Salvador en persona me hizo su sucesor.
Por eso estoy acá, enseñándoles, guiándolos. Yo
respondo por todos ustedes ante él. Yo soy su
pastor y ustedes, como ovejas de esta iglesia, habrán

Eduardo Javier Silva 181


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

de seguirme y perpetuar mi palabra, que no es otra


más que la del mismo Dios.

-Hablanos de la muerte, Pedro. ¿Es verdad que


todos vamos a resucitar como lo hizo nuestro
Salvador?

-La muerte es la última etapa de la vida. Si hemos


sido hombres buenos, claro que resucitaremos e
iremos todos al Reino de los Cielos a encontrarnos
con Jesús, quien estará sentado a la derecha de
Dios, su padre.
-¿Y las mujeres? ¿Las mujeres pueden a ir al cielo
también?

-El cielo no está hecho para las mujeres. Lo dije


recién. La mujer es pecado. Y el pecado no puede
entrar al Reino de los Cielos.

-Pero la mujer nos da placer. ¿Qué hay de malo en


eso? No me agradaría resucitar y que no haya
mujeres para satisfacer mis necesidades como
hombre.

Visiblemente molesto, Pedro respondió:

Eduardo Javier Silva 182


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-Si lo que querés son mujeres, las vas a encontrar


seguramente en el sitio en el que por tus actos y
malos pensamientos vas a terminar. Porque si
pensás de esa manera es claro que no tenés lugar
entre los que vamos a ir con nuestro Salvador. Allí
nadie necesitará mujeres porque todo nos será
servido y la sola presencia de Dios, va a llenar
nuestro cuerpo de goce. Son ustedes quienes van a
elegir a dónde ir. Pueden entregar su vida a Dios e ir
al cielo tras su muerte o pueden dejarse vencer por
el pecado de la carne y terminar en las
profundidades demoníacas. Porque Dios, que es
fuente de toda justicia, no tendrá temor en
castigarlos. Cuiden sus pensamientos. Cuiden sus
actos. La mano de Dios debe ser temida. Y él puso
en Jesús sus ojos para que los vigilara. Y Jesús puso
en mí sus ojos para que continuara su misión.

-¿Pero no era Dios amor? ¿Por qué tenemos que


tener miedo a quien nos brinda amor?

-Porque es en el miedo en donde nace el respeto.


No podés amar a quien no respetas. Dios, creador
de todo cuanto nos rodea debe ser amado, sí. Pero
ante todo respetado porque no se puede amar a
quien no se respeta y para respetar, se debe temer.

Eduardo Javier Silva 183


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-¿Es cierto que fuiste testigo de la resurrección?


¿Cómo fue? ¿Jesús te habló en ese momento? –se
escuchó preguntar a otro entre los presentes

-Yo no estaba cuando el Salvador resucitó. Pero


uno de los centinelas romanos que custodiaba la
tumba me lo contó. Estaban ellos dos. No había
nadie más. De golpe vieron a dos hombres
descendiendo del cielo. Estos dos hombres
corrieron la pesada roca que cubría la puerta y
entraron. Una luz brillante venida desde el cielo,
iluminaba el sepulcro. Y esos dos hombres salieron
tomando al Salvador cada uno de un brazo. Cuando
estaban parados en la puerta, de lo profundo de esa
luz se escuchó una voz que preguntaba “¿Has
predicado ya a los hombres?” Y en ese momento
apareció una cruz enorme, como la que fue usada
para causar la muerte a nuestro Salvador, y ésta
contestó “Sí. Está hecho”. Y nuestro señor fue
llevado por esos dos hombres volando al cielo,
hasta que éste se abrió y no lo vieron más.

Scene XX

El día 17 del mes de Iyar, María Magdalena se


encontraba en su casa conversando con un grupo

Eduardo Javier Silva 184


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

de hombres y mujeres que se había acercado para


escuchar a través de ella la palabra de Jesús.

-La revolución no va a tener lugar si no es primero


en nosotros. No es de los romanos de quienes
tenemos que liberarnos, sino de nosotros mismos.
Si no podemos identificar primero quién es
realmente nuestro opresor, mal vamos a poder
luchar contra él y vencerlo. Los hombres y las
mujeres de nuestros años, hemos nacido, crecido y
nos fuimos formando en tradiciones que, para
sostenerse, necesitaron siempre de la opresión de
nuestras mentes. Entonces, la primera batalla es en
nosotros. Seamos libres de pensamiento y a partir
de ahí sí, no existirá ni invasor, ni opresor que
pueda derrotarnos. Porque de esa manera
lograremos comprender lo que somos: Pensamiento
puro. Pensamiento que es contenido en el seno del
verdadero Reino de los Cielos y que a la vez, lo
contiene. Jesús dijo que el Reino de Dios está en
cada uno de nosotros y a nuestro alrededor. Porque
no está formado por cosas materiales y es por eso
que somos un reflejo de aquél. Por esa razón no
existe entre nosotros diferencia alguna, como no la
existe en el fuego, arda éste en la cocina de nuestras
casas o en un madero del bosque. En definitiva,
todos somos iguales. Todos estamos de esa manera,

Eduardo Javier Silva 185


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

hermanados. Esa es la verdadera buena noticia que


nos dejó Jesús. Todos somos lo mismo, todos
pertenecemos a lo mismo y todos, formamos lo
mismo. Y para entender eso, debemos ser libres.
Somos libres, nos reconocemos como iguales y
entonces así, nos vamos a sentir hermanados todos.
Hombres y mujeres.

Marta, la hermana de Lázaro, escuchaba con


atención a su amiga y sin embargo en sus ojos María
Magdalena alcanzaba a distinguir dudas.

-Marta –le dijo- veo que hay algo de lo que estamos


diciendo que quizás no estés comprendiendo. Eso
no es malo en tanto y en cuanto lo compartas. Es
posible que otros también tengan esa misma duda
que no te permite llegar al conocimiento al que
todos queremos alcanzar.

Marta pensó un rato.

-Es que… Si nuestras mentes deben ser libres


porque pertenecen a un mundo que no es material,
¿ello querría decir entonces que deberíamos
desconocer la Ley de Moisés que rige las relaciones
de los hombres y las mujeres en el mundo material?

Eduardo Javier Silva 186


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-La Ley de Moisés ha sido interpretada por


hombres cuyo objetivo fue siempre el mismo.
Controlar a las masas. Y desde ese punto de vista,
sí. Ese es uno de los aspectos en los que debemos
revolucionar. De todas formas, las enseñanzas que
Jesús nos ha dejado, anteceden a Moisés en el doble
de años que nosotros llevamos desde el éxodo de
nuestro pueblo. Y su verdadero legado no es una
Ley que rige la vida del hombre. Son siete leyes que
rigen al Todo y cuyo origen se remonta a los
primeros años de la filosofía de Egipto, casualmente
de donde es natural Moisés. Que todo cuanto
somos y cuanto nos rodea es energía, es
pensamiento, es uno de ellos.

Tomás interrumpió.

-¿Pero entonces lo que tenemos que hacer es


respetar no la Ley de Moisés, sino otras siete leyes?

-Lo que debemos hacer es conocerlas, Tomás.


Porque estas leyes no rigen la vida del hombre y de
la mujer como seres terrenales. Estas leyes, como le
decía recién a Marta, rigen sobre el universo, sobre
el tiempo, sobre el espacio. No son leyes que dejen
al criterio de tu libre conciencia respetarlas o no,
porque nada escapa a ellas, incluso los seres que

Eduardo Javier Silva 187


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

pueblan la tierra. Un animal, difícilmente pueda


hacer una interpretación de una de estas leyes. Sin
embargo, está gobernado por ellas. ¿Hay acaso acá
alguno que pueda violar la ley del pensamiento? No.
Porque la mente está. Y eso es independiente de lo
que pueda decidir cada uno. No podemos dejar de
pensar. Son leyes que no pueden violarse.

-Pero entonces ¿de qué nos sirve entenderlas si así


las comprendamos o no, ellas son inviolables y de
una manera u otra, siempre van a mandar sobre
nuestra vida?

-Acordate de las palabras de Jesús que vos mismo


escuchaste. Él dijo: “Quien comprenda estas
palabras no experimentará la muerte” y cuando
decía “estas palabras” no hacía referencia a otra
cosa que no fuera a las leyes que mandan por sobre
Todo

-Si tanto nos cuesta entender tan solo una de esas


siete leyes, no nos va a alcanzar la vida para conocer
las otras seis –comentó Mateo.

-Mateo, no creo que hayas nacido sabiendo correr.


De la misma manera en la que para poder correr
tuvimos todos que hacer un proceso arduo de

Eduardo Javier Silva 188


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

aprendizaje en el que primero aprendimos a gatear,


luego a pararnos, luego a caminar y finalmente a
correr y que nos ha costado años de nuestra vida,
conocer estas leyes requiere del mismo esfuerzo.
Algunos caminan a los dos años. A otros les lleva
más tiempo y a otros, menos. Con el Todo pasa lo
mismo. Habrá quienes lo comprendan primero y
puedan ir avanzando en el conocimiento mucho
más rápido. Habrá quienes demoren mucho más y
recién alcancen el saber al final de su vida. Y habrá
quienes a los que no les alcanzará una vida para
entenderlas. Hablaba yo recién que en realidad
somos pensamiento. Tal vez para que se entienda
mejor, voy a tratar de explicarlo de otra manera.
Tomás ¿que ves a tu alrededor?

-¿A mi alrededor?

-Sí. Exacto. Describí qué es lo que ves.

Tomás hizo una pausa.

-Bueno… Una mesa, comida, vasijas con vino,


vasos, hombres, mujeres...

-Ajá –interrumpió María- ¿y no escuchás también


las voces de la gente que pasa por la calle? ¿Y no ves

Eduardo Javier Silva 189


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

paredes, un techo, el piso, la ropa que todos acá


llevamos puesta?

-Si, por supuesto.

-Podría decir entonces sin equivocarme que todo


eso que está y que ves está porque lo ves. Tu mente
lo traduce y lo comprende y a partir de ahí ordena
dónde sentarte, cómo acomodarte para no estar
sobre quienes están sentados al lado tuyo, qué hacer
para tomar un pedazo de comida y de dónde y así
con todo cuanto te rodea.

-Sí... Supongo que sí.

-¿Lo ven? Todo nace a partir de la mente. Si Tomás


o cualquiera de nosotros no estuviésemos acá en
este momento, el pescado que se sirvió este día en
esta casa, la ropa que lleva puesta Marta hoy, el vino
que se ha servido y hasta incluso las voces de la
gente que pasó por la calle, simplemente no
existirían. Y no existirían porque la mente de quien
no comparte esta mesa hoy, no ha traducido nada
de lo que los que sí estamos podemos ver.
Entonces, todo cuanto nos rodea existe porque
primero existe en nuestra mente. Nosotros al pensar
vamos formando el universo que nos rodea. De ahí

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

que no debemos obrar para ser, sino entender qué


es lo que somos y a partir de ahí obrar. Somos
mente. Somos pensamiento. Nos nutrimos del
Todo y a su vez, le damos entidad al Todo. Porque
siempre y si entendemos esto que hablo, el universo
a nuestro alrededor será lo que primero cada uno de
nosotros haga de él en nuestra mente.

-Creo que voy entendiéndote María –dijo Marta con


una sonrisa que se dibujaba en su boca y en su
mirada- Una vez escuché que Jesús dijo que
debemos amar a nuestros enemigos, bendecir a
quien nos maldice y orar por aquellos que nos
ultrajan y persiguen. Si lo que pensamos va a ser en
definitiva el universo que nos rodea, el solo hecho
de tener malos pensamientos hacia quienes son
iguales a nosotros y por lo tanto, hermanos,
solamente generaría un mal universo para ellos y
para nosotros mismos ¿Es así?

María la miró y le respondió con una sonrisa. Luego


miró al resto y dijo:

-Todo se resume en una cosa. Somos pensamiento .


¿Entendieron todos el mensaje de hoy?

Eduardo Javier Silva 191


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Tomás, llenando su vaso y sin quitar los ojos del


vino que caía en él, dijo:

-No sé. Tendría que pensarlo.

Todos rieron.

Terminada la comida, María tomó el pan. Lo partió


y dijo:

-Este es el pan de la vida, coman todos de él porque


en él está el cuerpo de Jesús, que vino para
contarnos la buena noticia.

Y pasó el pan para que todos se sirvieran de él.

Scene XXI

Cerca de la hora quinta, María acompañó a quienes


habían ido a escucharla hasta la puerta de su casa. El
último en despedirse fue Tomás.

Ella se quedó un rato mirando la gente que iba y


venía, cuando volvió Tomás.

Eduardo Javier Silva 192


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-María! Ese hombre de allí me preguntó si sos María


la de Magdala, discípula de Jesús. Dice que sufre de
lepra y que conoció a Jesús hace años en Galilea
cuando él expulsó de tu cuerpo los siete demonios.
Pide si podés darle refugio al menos por una noche.

María lo miró extrañado. Luego miró a aquel


hombre que tenía todo su cuerpo y el rostro
cubierto.

Dudó por unos instantes qué hacer, cuando Tomás


agregó:

-Ah... Me olvidaba. Dijo que antes de la


enfermedad era mercader y que cuando no
trabajaba, solía repartir golosinas entre los chicos.

A María se le iluminó el alma.

-Claro que sí, Tomas. Le voy a dar cobijo esta


noche y siempre que ese buen hombre lo necesite.

Tomás corrió hasta donde estaba el leproso.

-María te recibirá por esta noche. Andá con ella.

Eduardo Javier Silva 193


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

El desconocido agradeció inclinando su cabeza


hacia adelante, caminó hasta el portal de María a
quien le hizo el mismo gesto de agradecimiento y
entró.

María entró detrás de él. Cerró la puerta de su casa y


dijo:

-Una vez conocí a un hombre que me intentó negar


un beso diciendo que no podía hacerlo porque era
alguien que no podía “andar repartiendo besos
como si fuesen golosinas para chicos”

El leproso aun dándole la espalda a María,


respondió:

-¿Siempre le contás a extraños sobre hombres que


quisiste besar? Aunque, ahora que lo pienso, pobre
de aquel hombre. Estoy seguro que hoy daría su
vida por cambiar cada hora que vivió desde
entonces por poder besarte al menos solamente una
vez.

Se quitó las mantas que cubrían su rostro. Se dio


vuelta y dijo:

Eduardo Javier Silva 194


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-No es mi piel la que se está deshaciendo por la


lepra, María. Es mi alma la que se cae a pedazos por
cómo te extraña. Porque tu recuerdo está y vive
siempre entre mi alma y mi piel.

Ella corrió hasta él y lo abrazó.

-Ay Jesús… Por el universo que mi alma te extraña


más que a nada, pero mi piel te aseguro, está urgida.

Sus labios sellaron este nuevo reencuentro y a la


vez, abrieron una vez más la pasión.

Ella lo abrazó, pasando sus manos por la espalda,


mientras Jesús besaba lentamente cada centímetro
del cuello de María.

Tal vez era tanto lo que tenían para contarse que les
costaba mantener sus bocas separadas.

Lentamente él fue sacando una a una las prendas


que cubrían la piel de su esposa y ella, acariciaba el
cuerpo de su esposo abriéndose camino entre sus
ropas.
No dejaron un solo lugar de sus cuerpos que no
fuera reconocido por el sentido del tacto. Tal vez, el

Eduardo Javier Silva 195


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

único sentido mundano que en ese momento


dejaron ser.

Cuando sus cuerpos estuvieron desnudos y frente a


frente, él la tomó por la cintura y la colocó sobre
una mesa sin quitar por un segundo los ojos de los
de su esposa.

Como dos adolescentes, nuevamente dieron chance


a sus cuerpos de reinventar la pasión y esta vez, sin
tener que esconderse de nadie.

El cuarto los llamó y en él continuaron haciendo lo


que mejor sabían hacer los dos: amarse.

María fue reconociendo poco a poco las cicatrices


nuevas del cuerpo de su esposo, besándolas una a
una.

-¿Te duele?- preguntó

-¿Qué cosa, mi vida?

-Que acaricie con mis labios tus cicatrices.

-No. Para nada. Tus labios son tal vez el mejor


remedio que les he dado hasta hoy.

Eduardo Javier Silva 196


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Se besaron otra vez.

Tal vez esa tarde y mientras el día se alejaba, sus


besos fueron muchos más de los que se habían
dado desde que se conocían.

Todo iba y venía mucho más allá del solo sentir de


sus cuerpos. Ellos se estaban amando ya a otro
nivel.

Y así, entre contorsiones físicas involuntarias y


paseando sus almas por el cielo, estuvieron durante
horas hasta que, presos ambos del agotamiento, se
quedaron dormidos.

Cuando Jesús despertó, estaba boca arriba. María


dormía con más de la mitad de su cuerpo y con su
cabeza apoyada en el pecho de él.
Él no quería que despertara pero no podía evitar
moverla con cada suspiro que le inflaba el pecho
por estar otra vez con ella.

-¿Estás despierto?- Preguntó María sin levantar su


cabeza.

-Sí.

Eduardo Javier Silva 197


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-Y dejame adivinar… Pensando ¿no?

Él sonrió. Volvió a suspirar.

-Sí… Para variar.

-¿Y qué pensás?

-En vos. En nosotros. En como empieza ya a


notarse que llevas a nuestro hijo dentro. En que
quiero que todo esto se acabe de una vez y poder
estar todas las horas que me queden por vivir
pegado a vos…

-Está todo muy difícil, Jesús. Los nuestros nos


dividieron. Los romanos nos persiguen. Están
matando a nuestra gente. No puedo más, te juro…

-Por la muerte de nuestra gente es que estamos en


esta lucha. Lucha que fue cambiando para mejorar.
Lucha que por los que mueren, no podemos
abandonar ahora. Los que nos dividieron, tendrán
que asumir las consecuencias de sus actos cuando
tengan que ir a Roma.

-¿Cómo sabés que va a ir a Roma?

Eduardo Javier Silva 198


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-Porque ayer estuve en una reunión que hizo. No


me reconoció. Y se lo pregunté. Piensa que puede ir
al mismo infierno a tentar al diablo…

-Hace dos días –lo interrumpió María- soldados


romanos entraron en la casa de Raquel. No dejaron
a nadie con vida. Ni a los chicos perdonaron.

Jesús notó que María había empezado a llorar


porque sus lágrimas mojaban su pecho.

-Creo que va a ser mejor que te vayas de esta


ciudad, María. No. Mejor no. No de esta ciudad. De
este país. En mi vida he conocido gente de todos
lados. Yo en una semana voy a partir a oriente y
vos, vas a irte con nuestro hijo a occidente. En
estos días me voy a ocupar de todo.

-Llevame con vos…

-No María. Si me llegasen a reconocer, vaya Dios a


saber qué te harían. No puedo. No quiero. Yo no
tengo tu coraje para resistir ciertas cosas. No podría.
Vas a viajar con José y un grupo de los nuestros
hacia el oeste a través del mar. A donde van tengo
algunos hermanos de armas que van a dar su vida
por lo que llevás adentro.

Eduardo Javier Silva 199


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-¿Soldados?

-Hombres que juraron cuidar mi templo con su


vida- dijo esto mientras besaba el vientre de María.

-Jesús… No quiero ir con José ni con nadie. Quiero


irme con vos.

-¿Te acordás por qué hicimos lo que hicimos?

-Sí.

-Bueno. No me aflojes ahora. Hiciste tanto.


Soportaste tanto. Falta tan poco.

-Voy a extrañarte como nunca.

-Como nunca voy a estar siempre cerca tuyo.

Una semana después y cuando el sol ya se había ido,


María Magdalena y José de Arimatea llegaron al
puerto de Jafra. Allí se encontraron con Lázaro, sus
hermanas María y Marta, Santiago el joven, Mateo,
Simón, Tadeo, Tomás, Santiago el viejo y otros más.
Uno a uno fueron subiendo al barco de José,
escondiéndose en la bodega y cuando todos
hubieron subido, el barco partió.

Eduardo Javier Silva 200


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Solamente José y Santiago el mayor quedaron en la


cubierta.

A María todo le parecía extraño y hasta inútil.


Acariciaba de tanto en tanto su vientre y se
consolaba pensando en que cuanto menos, llevaba
en su interior una parte importante de su esposo.

Tres días después de haber zarpado, María salió por


primera vez a la cubierta. José sentado al mando del
timón, le dijo:

-Hola María. ¿Decidiste salir a ver el sol? Te cuento


que nunca se fue. ¿Comiste algo? En aquél cajón
hay algunas frutas.- dijo señalando un cajón de
madera que se encontraba detrás de María.

-No quiero dormir, José. Pero no puedo hacer otra


cosa. Me despierto, pienso, lo recuerdo, se me
desangra el alma, duermo.

-Cómo sea. Algo tenés que comer- dijo señalando


nuevamente el cajón de frutas.

-¿A dónde estamos yendo?

-¿Jesús no te dijo?

Eduardo Javier Silva 201


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-Nada más me dijo que nos íbamos a occidente.

-Vamos a las Galias, María. Nos esperan amigos de


tu esposo en el puerto de Ratis. Pero el viaje va a
tardar mucho porque tenemos que ir desviándonos
y alejándonos de cada puerto romano que hay en la
ruta. Y no son pocos.

-¿Tenés idea cuánto tiempo más vamos a tardar en


llegar?

José miró al cielo. Luego miró un mapa que tenía en


su regazo.

-No menos de cinco días más, María.

-¿Y Jesús no te dijo cuándo va a venir?

-No, María. De eso no hablamos. Y para serte


honesto, si es que puede o decide finalmente venir,
no creo que sea pronto. Por lo menos en los
próximos cuatro o cinco años. No por nada nos
pidió que cada uno de nosotros cuidáramos de vos
como si fuésemos él en persona. Tenés que
comprender que lo que estamos haciendo, lo que
pidió tu marido, fue cuidar con nuestra vida su
verdadero legado y que vos llevás en tu vientre.

Eduardo Javier Silva 202


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

María se puso a llorar en silencio mirando la fruta


que tenía en su mano y que instintivamente su
cuerpo rechazaba.

-Yo no voy a poder vivir sin él.

José no dijo nada.

Cuatro días después, tocaron puerto en Ratis, al sur


de las Galias. Allí los esperaba un grupo de nueve
hombres.

Uno de ellos se acercó y tras abrazar a José como si


fuese su padre, miró a María

-Bienvenida a las Galias. Te esperábamos. Mis


hombres y yo vamos a defender con nuestra vida la
sangre del hombre que fue y que va a ser siempre
un hermano más entre nosotros y que crece en tu
vientre.

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

CAPITULO CUARTO
La Transición de Roma

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

“et dimitte nobis debita nostra


sicut et nos dimittimus
debitoribus nostris”

Scene XXII

Hacia finales del siglo III el imperio romano se


encontraba atravesando una situación política y
militar más que compleja. A las disputas por el
poder que fueron aplacadas por Diocleciano, se le
sumaban las invasiones de las poblaciones bárbaras
del norte de Europa y los constantes ataques en
Britania de parte de los Pictos.

Roma se encontraba en aquél entonces dividida en


una tetrarquía, cuyo emperador era el propio
Diocleciano y con tres coemperadores más:
Constancio; Maximiano y Galerio.

Pero además, al imperio se le sumaba un nuevo


tema de preocupación: La creciente cantidad de
adeptos al cristianismo.

Eduardo Javier Silva 207


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Diocleciano había prohibido esta nueva religión,


por lo que la persecución de los cristianos en el
Imperio Romano durante los últimos años del siglo
III y principios del siglo IV se encontraba en su
apogeo.

Sin embargo, se trataba ya de una religión que había


sido acogida no solamente por muchísimos
ciudadanos del imperio, sino que además, gran parte
de sus soldados habían abandonado ya las viejas
religiones paganas para entregarse al cristianismo.

El trabajo de evangelización llevado adelante


principalmente por Pedro y sus seguidores a
mediados del siglo primero en Roma, había rendido
sus frutos, no obstante seguidores de la línea de
María Magdalena también habían conseguido
muchos adeptos por lo que, a las persecuciones de
parte del imperio de las que eran víctimas, se le
sumaban las profundas diferencias dentro del
propio movimiento cristiano.

Algo tenía esta nueva doctrina que hacía que los


ciudadanos de muchas partes del mundo conocido,
encontraran cobijo en ella.
Las dos provincias de occidente del imperio estaban
gobernadas una por Constancio Cloro y la otra por

Eduardo Javier Silva 208


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Maximiano, cuyos hijos Constantino y Majencio se


disputaban la sucesión de Diocleciano.

Para evitar que los gobernadores de las provincias le


fueran infieles, el emperador tenía en su palacio a
los hijos de aquellos y se había vuelto muy conocida
tanto por las cortes imperiales como por los
ciudadanos de Roma, la pésima relación que tenían
Constantino y Majencio más allá de la afiliación
parental que, como cuñados los vinculaba.

Diocleciano tenía control sobre todas las cosas y


sobre todas las personas de su imperio. Solamente
una cosa se le estaba escapando de las manos: El
crecimiento de quienes abandonaban el paganismo
para entregarse al cristianismo.

Por eso no solamente hacía ejecutar a los


ciudadanos que desde la más absoluta
clandestinidad practicaban sus rituales, sino que
además obligaba a diario a sus cortesanos y a los
miembros de sus ejércitos a realizar ofrendas a los
dioses romanos. Aquellos que se negaban eran
ajusticiados.

Eduardo Javier Silva 209


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Pero a finales del año 303 a.D. la salud de este


emperador se debilitó tanto que quedó postrado en
una cama.

-¿Cómo está el emperador?- Preguntó Constantino


a uno de los médicos de Diocleciano con quien
tenía una relación de amistad.

-Mal. Ya casi no reconoce a nadie. Y te juro, está


tan demacrado que hasta es difícil reconocerlo a él.
No creo que pueda salir de esta.
-Bien. Creo entonces que ya es tiempo que
empecemos a pensar el nuevo imperio…

-Constantino. Sabés que en Roma la mayoría de los


generales apoyan la sucesión al trono de Majencio.
Es más, el mismo Diocleciano ya dio su visto bueno
para que éste lo suceda en el trono. A pesar mío y
del de muchos, no vas a ser emperador.

-Ese imbécil… Jamás en su vida levantó una


espada y el mayor riesgo que corrió su vida fue
cuando una vez se le cayó un vaso en el pié. ¿Qué
puede saber ese tipo de cómo manejar un imperio?

-La gente. El ciudadano común. Las tropas. Ellos te


apoyan. El emperador está en cama y que vos estés

Eduardo Javier Silva 210


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

o no acá, para él ahora es lo mismo. Un emperador


necesita un ejército que confíe en él, que lo apoye,
que lo quiera. Andate ya a las Galias con tu papá.
Liderá su ejército y cuando te ganes la confianza de
esos hombres, volvé a Roma.

Terminando el año Constantino partió desde la


corte imperial de Nicomedia rumbo a la corte de
Bononia, en la provincia de las Galias a encontrarse
con su padre Constancio.

En marzo del 305, Galerio entró en Roma con su


ejército y obligó a Diocleciano a abdicar al trono.

Un año después nombró emperador a Majencio,


quien no solo no tenía experiencia como militar,
sino que tampoco sabía nada de la administración
del imperio.

Scene XXIII

Cuando Constantino llegó a la corte de su padre,


éste estaba preparándose para partir a Britania con
su ejército a sofocar una nueva rebelión de los
Pictos en la frontera norte.

Eduardo Javier Silva 211


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-Llegaste justo. Pensé que ya te habías olvidado de


tu viejo…

-¿No termino de llegar y ya me estás recibiendo de


esa manera? Linda forma de dar la bienvenida tiene
usted, Su Excelencia…

Se abrazaron. Constancio llevaba más de diez años


sin ver a su hijo.

-Ahora en serio. Llegaste justo. Nos vamos a


Britania. Quiero que seas mi segundo al mando.
Quiero que conozcas a mis soldados. Que ellos te
conozcan. Ya tenemos noticias que Diocleciano está
a punto de abdicar y para ser emperador vas a tener
que tener un ejército fiel. Y no vas a lograr mayor
fidelidad de los hombres, que la que nace de haber
combatido codo a codo con ellos.

-Tengo bastante experiencia en eso, papá.

-Sí. Pero la experiencia no es todo ni en la vida ni en


el campo de batalla… bue.. al fin y al cabo, ambas
cosas son lo mismo. Pero ya vamos a tener tiempo
de hablar. Diocleciano preparó un soldado para la
guerra. Veo el valor en tus ojos. Yo tengo que

Eduardo Javier Silva 212


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

preparar un emperador. Dale. Andá a comer y a


descansar, nos vamos cuando salga el sol.

Al amanecer del día siguiente, el ejército de


Constancio partió desde el puerto de Boulogne con
destino a la isla de Britania a donde llegaron al
anochecer.

Durante un acampe de la caravana que se dirigía a la


frontera norte, uno de los generales de mayor
experiencia del ejército se acercó a Constantino.

-Tu papá está ya muy enfermo ¿lo sabías?

-No Claudio. O sí. Nadie me lo había confirmado


pero claramente lo pude notar. Es más, le aconsejé
que se quedara en Bononia, pero me dijo que ya
habíamos perdido muchos años y que viajara o no,
sentía que su tiempo se acortaba a pasos
agigantados y que mucho tenía que hablar conmigo.

-Constantino. Tu papá es un gran emperador pero


ante todo es un gran hombre. El ejército y la gente
lo respeta porque él respeta a su ejército y a su
gente.

-Sí. Me di de eso cuenta de eso ni bien llegué.

Eduardo Javier Silva 213


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-No es mucho, te darás cuenta, lo que vas a


necesitar para que estos hombres den la vida por
vos.

En ese momento, Constancio salió de su tienda. Se


acercó. Puso una de sus manos sobre el hombro de
su hijo.

-Cuidado Constantino. Claudio te va a llevar por el


mal camino. Dicen por ahí que es cristiano. –dijo en
tono de broma mientras le guiñaba un ojo a su
General – Vení adentro con tu viejo. Tengo cosas
que hablar con vos.

Ambos entraron a la tienda. Constancio se sentó.

-¿No te vas a sentar? Como quieras… Constantino


hay cosas que tenés que conocer porque ya es
sabido por todos que a Diocleciano le quedan horas
en el mando. Secretos que van a hacer de vos un
gran emperador, porque no es suficiente con ser un
buen soldado o un gran General. No, Constantino.
No alcanza con el no tener miedo de ir a la batalla.

Constantino escuchaba atentamente a su padre.


Tanto así que ni siquiera había notado que se había
sentado sobre una de las camas.

Eduardo Javier Silva 214


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-El valor de un hombre –continuó Constancio- no


se mide por su comportamiento en la guerra. El
coraje que demuestres en una batalla solo va a
ganarte el respeto de tu enemigo. Pero no es lo que
te va a dar la fidelidad de tus hombres. Eso solo lo
vas a conseguir por cómo seas con ellos. Tenés que
hacer lo mismo que vos esperás que ellos hagan.
Comé lo que ellos comen y donde ellos coman.
Cargá sobre tu espalda lo que esperás que ellos
carguen en la suya. Dormí donde ellos duermen. Y
nunca les digas “Vayan y ataquen”. Siempre ponete
entre tus hombres y tu enemigo y gritá ¡“Vamos!
Ataquemos” y que ellos te sigan.

-Jamás podría mandar a mis hombres a morir sin


estar yo delante de ellos. Una de las cosas que
aprendí como soldado es a que no tengo que tener
miedo al acero del enemigo, sino a la falta de
confianza de los míos.

-Bien. Eso está bien. Pero hay más. Un emperador


es un líder. Debe guiar a su gente, conducirlos,
protegerlos y sobre todo y escuchame bien, un
emperador debe saber cuáles son las necesidades de
su gente. ¿Qué quieren? ¿Qué aman? ¿Cuáles son
sus anhelos? Saber cuándo ellos te tienen que

Eduardo Javier Silva 215


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

acompañar, pero saber mucho más cuándo vos


tenés que acompañarlos a ellos.

-Por supuesto que los voy a acompañar… Siempre


y cuando lo que ellos quieran no ponga en riesgo ni
al emperador ni al imperio…

-¡El emperador y la corona y las que te cuelgan


entre las piernas, Constantino! –interrumpió
molesto Constancio-. Esas estupideces que te metió
seguramente el viejo de Diocleciano… Fijate cómo
tiene al imperio fracturado con ese pensamiento.
Con luchas internas que lo desangran. Siempre pero
siempre, el pueblo va a ir por la senda correcta.
Porque cuando todos piensan como uno solo, el
pueblo nunca se equivoca.

-¿Y entonces?

-¿Y entonces? Y entonces lo que necesita un


emperador para mantener el orden, grabatelo bien
en esa cabeza, es que seas un hombre justo. Y la
justicia es la relación exacta entre el rigor y la
caridad. Tu gente va a ser no solamente un ejército.
Tu gente serán las mujeres, los chicos, los viejos y
claro está, tus soldados. Todos. ¿Te queda claro?

Eduardo Javier Silva 216


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-Sí... Yo quería pedirte algo a vos ahora. ¿Puedo?

-Claro… Decime.

-Mañana vamos a estar enfrentando a los bárbaros


del norte. Sé que son de tener poca piedad con sus
enemigos y no te veo en condiciones físicas para
pelear. Ya peleaste mucho. Dejame que tome tu
lugar y guiar a los hombres.

-Mañana vemos, Constantino. Cuando salgas, por


favor pedile a Claudio que pase.

Constantino salió de la tienda de su padre. Esa


pequeña charla la había anhelado desde la primera
víspera de una batalla que pasó cuando tenía 15
años. Se sentía pleno. Su padre aconsejándolo. No
podía pedir más.

-Claudio!! –gritó- Mi viejo quiere verte…

Claudio le respondió con la cabeza y se metió en la


tienda del emperador.

-¿Querías verme?

Eduardo Javier Silva 217


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-Sí, sí. Pasá Claudio. Mañana seguramente yo voy a


estar como siempre en la primera línea de nuestra
caballería. Pero si la naturaleza no me diera chance
de estar al frente o si estando en el frente, los dioses
deciden que mi paso por este mundo se terminó, mi
lugar va a ser ocupado por Constantino. Te pido
que lo cuides. Quiero que tengas con él el mismo
trato que tuvieron conmigo siempre. Él no los va a
defraudar. No lo defrauden a él. ¿Se lo podés
transmitir a los otros muchachos?

-Dalo por descontado.

-Gracias.

Scene XXIV

A la mañana siguiente, el ejército estaba listo para


entrar en combate. A lo lejos se veía al enemigo
desplazar sus fuerzas y acomodarse para la lucha.
Constantino, desde su caballo en una colina,
prestaba mucha atención a estos movimientos. Al
galope volvió a la posición en la que se encontraba
su padre con Claudio y otros generales. Se les
acercó.

Eduardo Javier Silva 218


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Su padre estaba pálido. Su semblante era el de un


hombre enfermo luchando consigo mismo para
mantenerse erguido a lomo de su caballo.

Constantino lo miró.

-Claudio, por los dioses de la religión que más les


guste, lleven a ese hombre enfermo a su tienda y
que una guardia se quede con él. Ustedes –dijo
dirigiéndose a los otros Generales- vengan
conmigo.

La batalla comenzó cuando el sol ya estaba casi


sobre las cabezas de los soldados. Constantino iba a
la vanguardia. Sus tácticas eran realmente
fulminantes. Su estrategia no había sido vista nunca
por los enemigos.

Y cuando el combate arreciaba y el día no se definía,


bajó de su caballo y se puso a pelear codo a codo
con los hombres más jóvenes de la avanzada
romana.

En menos de dos horas, los pocos soldados


enemigos que habían sobrevivido a la batalla huían
despavoridos por el campo sin dirección ni sentido.

Eduardo Javier Silva 219


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Los romanos habían devastado a los Pictos y casi


todo su ejército yacía en el campo.

Dos días después, mientras descansaban en la


fortaleza de Eboracum, en York, Claudio mandó a
llamar a Constantino de urgencia a la carpa del
emperador.

-Qué pasó Claudio- preguntó Constantino al llegar.

-Tu papá no pudo levantarse de la cama en los


últimos dos días y pidió verte.

Constantino entró a la tienda. Los médicos estaban


alrededor de Constancio sin hacer nada. Lo único
que podían hacer ya a esa altura, era esperar.
Se acercó hasta la cama de su padre y lo tomó de la
mano. El viejo abrió los ojos. Lo miró.

-Gracias por ser el último recuerdo de mis ojos,


Constantino. Cuando la veas a tu mamá, decile que
de ella me separó la política, pero que fue ella la
mujer que más amé en la vida. ¿Se lo vas a decir?

-Si, pa. Te lo prometo.

Eduardo Javier Silva 220


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Constancio sonrió. Le hizo a su hijo un gesto con


las cejas y su corazón dejó de latir. Constantino se
quedó con él un rato. Luego lo tapó. Se secó las
lágrimas de los ojos y salió. Afuera lo esperaban
todos los Generales y todos los hombres de su
ejército.

Claudio se le acercó por detrás y le puso la capa


púrpura del emperador y la corona. Todos se
arrodillaron ofrendando cada uno su gladius11 como
forma de respeto al nuevo emperador.

Scene XXV

La noticia de la muerte de Constancio se esparció


rápidamente por el imperio. Del mismo modo
corrió el nombre Constantino como nuevo regente
de los territorios de las Galias, Hispania y Britania.

En 306 a.D., los francos del este intentaron ingresar


a estos territorios, convencidos que la juventud del
nuevo emperador era un signo de debilidad.

11
Espada corta usada por los romanos

Eduardo Javier Silva 221


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Ante ese avance, Constantino desplazó al grueso de


su ejército desde Bononia hasta la frontera
nororiental de la Provincia de las Galias.

Tras dos meses de batalla, no solamente aniquiló al


ejército invasor, sino que además tomó como
prisioneros a sus principales líderes a quienes hizo
ejecutar públicamente, demostrando así a su pueblo
y a sus enemigos que su juventud no era un signo
de debilidad.

Afianzado su liderazgo, Constantino se propuso


terminar con las gobernaciones del imperio y volver
al viejo sistema de un único emperador.

Su principal rival, Majencio, gobernaba desde el


seno de la misma Roma toda la península itálica.

Hábil en la estrategia, Constantino se reunió con


Licinio, gobernante de la mayor parte del imperio
oriental, con quien acordaron unir sus ejércitos y
derrocar a Majencio. Luego ellos dos se dividirían el
imperio. El acuerdo fue sellado entre ambos cuando
Licinio se casó con una de las hermanastras de
Constantino.

Eduardo Javier Silva 222


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Corrían ambos con la ventaja del poco aprecio que


el pueblo tenía por Majencio pues, como era de
esperarse, su gobierno se caracterizaba por una
pésima administración, en donde a los más ricos se
les brindaba maíz gratis o se le quitaban impuestos
mientras que a la población en general se le
imponían nuevos tributos y la entrega de maíz se
hacía de manera reticente o directamente no se
hacía.

A los conflictos que ya generaba en la sociedad


gobernada por Majencio, se le sumaba una disputa
que ni el mismo Diocleciano había podido
controlar: Las violentas internas en el seno de las
corrientes cristianas.

Los más violentos, adeptos de la doctrina de Pedro,


entraban a las reuniones de los seguidores de María
Magdalena, que en su mayoría estaban dirigidas por
mujeres y los asesinaban.

También hacían lo propio cuando en las calles


identificaban a alguna persona como seguidora de
esa corriente.

Hacia principios del año 312 a.D. y en pleno


conocimiento de los conflictos internos por los que

Eduardo Javier Silva 223


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

atravesaba la provincia central del imperio, las


fuerzas de Constantino ingresaron a la península
itálica desde el norte.

Su objetivo era sitiar a la Ciudad de Roma.

Constantino presuponía que la falta de experiencia


en combate de parte de su rival, lo iba a llevar a
refugiarse en el interior de la capital del imperio y
sabía que contaba Majencio con suficientes
hombres y alimento para resistir un asedio
prolongado. Sin embargo, Constantino se tenía
confianza pues tenía sobrada experiencia en este
tipo de asedios.

Sorprendentemente y contrariando la expectativa de


este emperador, Majencio no sólo no se refugió en
la ciudad, sino que además fue en búsqueda del
ejército de Constantino.

Y no era después de todo algo tan ilógico. El


ejército de Majencio superaba en una proporción de
tres a uno al de su rival y pensaba que la victoria
sería solo una cuestión de horas.

El 27 de octubre de 312, ambos ejércitos se


encontraban acampados a las orillas del río Tiber,

Eduardo Javier Silva 224


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

justamente en la ubicación de un puente que


finalmente dio origen al nombre de esta batalla: El
puente Milvio.

Cuando llegó la noche, Constantino hizo lo que


siempre hacía antes de una batalla. Recorrió su
campamento visitando a sus hombres, alentándolos
y alentándose.

Cerca de la medianoche, Constantino regresó a su


tienda.

-Claudio! –dijo llamando a su consejero y más


experimentado General- vení que necesito hablar
con vos.

Claudio entró a su tienda.

-Sí. Acá estoy. Contame.

-Estuve recorriendo el campamento. Los hombres


están con miedo. Miedo como no había visto en
otras campañas.

-Es lógico. No van a pelear esta vez contra un


ejército de bárbaros. Mañana van a pelear contra
soldados que tienen su mismo entrenamiento, que

Eduardo Javier Silva 225


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

conocen sus tácticas de combate, que tienen sus


mismas armas y que sus armaduras y equipamiento
en general, son tan buenas como las de ellos.
Además, saben que el enemigo mañana en el campo
los va a superar en número. De todas maneras,
quedate tranquilo que tus Generales miedo no
tienen.

-Sí. Claro. Entiendo. ¿Y vos que hacés para evitar el


miedo?

-¿Yo? Pues yo rezo.

-¿A quién? ¿A los Dioses?

-A riesgo de que decretes mi muerte, yo le rezo a


Cristo para que me proteja. Y para que cuide a mis
hombres y a mi emperador.

-¿Cómo podría mandar a matarte? Fuiste más que


un General para mi viejo y sos mi hombre de más
confianza. Además, mi mamá también es cristiana,
pero no se lo vayas a decir al emperador, eh…

Ambos hombres rieron. Y Constantino siguió:

Eduardo Javier Silva 226


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-Noté que son muchísimos los hombres, casi todos


te diría, de nuestra fuerza que le están rezando a ese
Cristo. Me dí cuenta como me veían llegar y
escondían cosas o simplemente se callaban la boca.
Contame un poco.

-No es para menos que se callen la boca. Sos el


gobierno y el gobierno no decidió todavía si los
permite o los prohíbe. Aún se persigue y se mata a
los cristianos. La única imagen que tenemos
nosotros es esto –dijo sacando una pequeña cruz de
madera-

-¿Me estás diciendo que ustedes le rezan a un


instrumento de tortura? Ah... pero ustedes los
cristianos están totalmente locos…
-No Constantino. O sí. Porque no hay que estar del
todo sano para seguir una religión por la que tarde o
temprano te van a matar. La cruz es claramente un
instrumento de tortura y muerte. Pero no es esa
cruz la que nosotros veneramos. Ni siquiera es una
cruz. Es lo que esa cruz significa para nosotros.

-Contame más.

-Esta es la cruz de Cristo. Él resucitó después tres


días de haber muerto. Su espíritu venció a la materia

Eduardo Javier Silva 227


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

y eso es lo que significa para nosotros esta cruz. Y


eso hace que estemos seguros que nuestro espíritu
no puede ser dañado por la mano de ningún
hombre.

-¿Y vos pensás que si yo permito a los hombres que


vayan a la batalla portando ese signo, les voy a
apaciguar el miedo?

-¿Apaciguar? Constantino si hacés eso tu ejército va


a perder completamente el miedo. Y cuando un
ejército pierde el miedo, se vuelve invencible. ¿Pero
por qué harías algo así?

-Porque en esta hora, es el emperador el que debe


seguir a sus hombres y no sus hombres al
emperador. Ahora andá a descansar. Mañana
nuestro ejército va a pelar bajo el signo de tu
religión. Pero no digas nada a nadie hasta que yo
hable al amanecer. Ah.. una pregunta antes de que
te vayas. ¿Me permitirías quedarme con esta cruz?

-Que te quedes con ella sería para mí el más grande


honor recibido en mi carrera militar.

Eduardo Javier Silva 228


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Scene XXVI

Al amanecer del día 28 de octubre de 312 a.D.,


Constantino salió de su tienda y por unos minutos,
contempló en silencio el ascenso del sol. Pidió a sus
Generales que reunieran a sus hombres. Tenía algo
muy importante que contarles.

-Anoche fui despertado por una señal durante un


sueño. En ese sueño un hombre venía a mí y me
decía que era Cristo.

Un murmullo de asombro de sus hombres cubrió la


escena.

-…y me entregaba una pequeña cruz de madera.


Ese hombre me dijo “Constantino, no vas a poder
vencer a tus enemigos mañana porque tus Dioses te
abandonaron. Lo que yo te doy es un signo que
lleva el poder del espíritu de tu ejército que no es
otra cosa más que el triunfo del alma sobre la carne.
Llevalo a la batalla y estate seguro que bajo este
signo vencerás”.

Claudio sabía que lo que estaba diciendo


Constantino no era cierto. Ni había soñado ni había

Eduardo Javier Silva 229


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

tenido una revelación. Pero entendía perfectamente


lo que su emperador estaba haciendo.

-Al despertar esta mañana, mi mano derecha estaba


aferrada a esto –dijo exhibiendo la pequeña cruz de
madera que le había regalado Claudio la noche
anterior

Sus hombres ovacionaron la pequeña cruz. Muchos


se arrodillaron a rezar. Otros se persignaban. Casi
todos lloraban.

-Y eso no fue todo –continuó- Esta mañana al salir


el sol el Cielo me dio otra señal, me mostró el
símbolo de la cristiandad.

Pidió un escudo y le dibujó una cruz con dos letras


griegas que significaban “Cristo”. Lo mostró a sus
hombres.

-Vamos –dijo- que todos los hombres pinten en sus


escudos, en sus armaduras, sobre su piel o donde
quieran, este símbolo y que a cada legión se le
asigne un estandarte con él. Hoy por la tarde los
hombres del enemigo nos van a superar en número,
pero bajo el signo de Cristo, el espíritu de este
ejército va a ser invencible.

Eduardo Javier Silva 230


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Claudio se le acercó y casi susurrando le dijo:

-De todos los hombres para los que serví, realmente


sos el más inteligente. No sos Constantino. Sos
Constantino “el grande”.

Dicho esto, se dio vuelta y dirigiéndose a sus


hombres, gritó

-Constantino, ¡el grande!!

Claramente podía notarse el cambio de ánimo en


los hombres de Constantino. Un halo de
invencibilidad los cubría. Se sentían insuperables. Y
lo eran. Con sus tropas armadas y preparadas,
Constantino explicó a sus generales las tácticas que
se iban a emplear durante el combate. Los hombres
de Majencio comenzaron a cruzar el rio Tíber por el
puente viejo y por unos puentes que habían estado
preparando durante gran parte de la noche. La
batalla del puente Milvio había comenzado.

Claudio dio la orden de avance de las legiones


ubicadas al frente. La caballería tomó al ejército
enemigo por sus flancos y lo dividió en dos.

Eduardo Javier Silva 231


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Mientras una parte de los hombres a caballo corrían


a los soldados de Majencio hasta el río, la otra parte
de la caballería aplastaba al cuerpo principal del
ejército que había quedado entre ellos y la infantería
de Constantino. Todos fueron masacrados.

La estreches de los dos puentes impedían que el


escape del enemigo se pudiera llevar a la práctica de
manera correcta y más aún, cuando el improvisado
puente construido durante la noche, cedió.

Muchos de los hombres que intentaban escapar


murieron ahogados y entre ellos, el propio
Majencio.

Constantino había quedado anonadado. Nunca


había visto a un ejército pelear de la manera en la
que sus hombres pelearon ese día. No parecían
hombres. Parecían seres inmortales arrasando todo
cuanto se les cruzaba.

Por primera vez, un ejército conducido por él había


ganado una batalla no por sus tácticas, no por su
arenga, ni siquiera por el valor de sus hombres.

Era más que evidente para Constantino, que ese día


sus hombres habían sido movidos por algo que él

Eduardo Javier Silva 232


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

no alcanzaba a entender del todo todavía. Pero tenía


en claro que si ese signo había transformado así a su
ejército, eso mismo podía llevar a su imperio a
convertirse en invencible.

Días después, el cuerpo de Majencio fue hallado


flotando en el río Tíber.

Constantino entró en Roma arrastrando con su


caballo, el cuerpo hinchado del emperador muerto.

El pueblo, ese mismo pueblo al que Majencio había


maltratado por seis años, se lo agradeció.

Scene XXVII

El Edicto de Tolerancia del año 311 a.D. firmado


por el emperador Galerio, no había conseguido
frenar del todo la persecución Estatal sobre los
cristianos y aun después de dos años, seguían
muriendo por su religión.

Los cristianos morían a manos del propio Estado


después que Licinio y para procurar la reunificación
del imperio bajo su mando, liberara a sus hombres
de la obligación de cumplir con el edicto de Galerio.

Eduardo Javier Silva 233


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Y morían también por sus propias luchas internas.

Para cuando Constantino entró en Roma y tomó el


control de todo el imperio de occidente, ya existían
en el imperio unas 1.500 sedes episcopales.

Sin embargo, para esa época decir que se trataba de


una sola religión era más que un error, una torpeza.
Desde los primeros tiempos de Jesús, en el siglo I,
los cristianos se habían dividido claramente en dos
grupos: los que veían a Jesús como un hombre igual
a todos los hombres, pero con la capacidad de
guiarlos al Reino de los Cielos y los que lo veían
como una prolongación de Dios, que nunca lo
entendieron y que usaron su mensaje para sus
intereses políticos.

Como es más sencillo manejar a quien no se


molesta por pensar más allá de lo que se le presenta,
los segundos, tuvieron siempre una aceptación
mucho más amplia que los primeros.

En el siglo uno la división estaba entre los que


seguían los designios de Pedro, marcados
fundamentalmente por “el hacer” y los que
intentaban acercarse a una purificación espiritual
entendiendo y desarrollando “el ser”.

Eduardo Javier Silva 234


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Para principios del siglo IV el cristianismo ya reunía


a más de diez millones de romanos dentro de
Europa, una cifra bastante significativa si se
considera que en aquellos años, la población del
imperio en ese continente rondaba los veinte
millones. Y la brecha que dividía a ambas corrientes
era cada vez más profunda.

A Constantino le importaba poco realmente quién o


qué había sido Cristo. Mucho menos le importaba
saber la verdad sobre la vida de Jesús como
hombre. Él no buscaba un cristianismo puro. Él
buscaba unificar el poder bajo su mando y en ese
camino, su obstáculo era Licinio.

Licinio y Constantino, aliados primero para


derrocar a Majencio, se habían convertido en rivales
en la lucha por el poder del imperio.

Constantino era un soldado hábil, un estratega


insuperable para su época pero ante todo, era un
hombre políticamente inteligente. Y eso era un
punto de ventaja sobre su nuevo rival.

Licinio pensó que permitiendo que sus tropas no


tuviesen la obligación de cumplir con el edicto de
tolerancia hacia los cristianos, iba a conseguir una

Eduardo Javier Silva 235


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

lealtad mayor de su gente. No había tenido en


cuenta que entre sus tropas, más de un tercio
practicaban el cristianismo o eran adeptos a sus
consignas. Constantino sí.

La batalla del Rio Tíber le había demostrado que


luchando bajo los estandartes de esa religión, su
ejército se había envuelto bajo un manto de
invencibilidad. Sus hombres aquel día no solamente
no le tuvieron un mínimo de temor a la muerte. Ese
día sus soldados fueron inmortales.

Y si eso había sido bueno para su ejército,


seguramente debería ser bueno también para su
imperio y para lograrlo debía terminar con las
persecuciones a los cristianos y claramente, con las
disputas internas dentro de esa corriente.

Licinio y Constantino se encontraron nuevamente


en Milán en el 313 a.D.

-Me importa un carajo Licinio que estés casado con


mi hermanastra. No me pongas a prueba porque me
va a alcanzar solamente una legión para que no
quede nada de tus hombres. Y porque vos sabés
como yo que incluso en la batalla, muchos de tus

Eduardo Javier Silva 236


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

hombres van a darse vuelta y pelear bajo los


estandartes de mi ejército.

-Vamos, hombre. Los dos sabemos que mi ejército


está mejor armado y es mucho más numeroso que
el tuyo. No le causes dolor innecesario a tu familia.
No causes más dolor a nuestra gente. Dejá por las
buenas el poder y poné a tus hombres bajo mi
mando. Nada mejor le puede pasar a Roma.

Constantino rió.

-¿Estás seguro? Hacé que pase tu escolta.

Los hombres de la custodia de Licinio entraron a la


sala cuando este los llamó. Los cuatro se pararon
detrás de su emperador.

Constantino extrajo de entre sus ropas la pequeña


cruz que le había regalado Claudio antes de la
batalla del puente Milvio.

-Hablábamos con Licinio que es tiempo de que


nuestros hombres tengan la libertad de orar a Jesús
cada vez que lo necesiten.

Eduardo Javier Silva 237


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Y dicho esto, se puso de rodillas y comenzó a orar


en silencio.

Los cuatro hombres de Licinio se agacharon


inmediatamente y empezaron a hacer lo mismo.
Licinio no lo podía creer. Sus hombres de mayor
confianza parecían ser la custodia de su rival.
Constantino se levantó y mirando a los hombres, les
preguntó.

-¿Están ustedes de acuerdo con que sus


emperadores les permitan este camino?

Los custodios se miraron. Ellos estaban preparados


para obedecer y no para opinar. Tímidamente
fueron asintiendo a la pregunta.

-Pueden salir- dijo Constantino en una nueva


demostración a Licinio del poder de mando que él
tenía por sobre sus hombres.

-Date cuenta Licinio. No importa a qué Dios o a


qué Dioses le rindamos culto. Porque los hombres
del imperio y sin importar a quién de nosotros
respondan, ya eligieron.

-Los soldados no están para elegir.

Eduardo Javier Silva 238


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-No seas necio. Firmá este edicto para que los


hombres puedan elegir qué religión practicar. No
busco una guerra. Pero si vos la buscás, no me voy
a esconder.

Licinio miraba el edicto que Constancio había


puesto sobre la mesa.

-Licinio. Supongo que cuando eras chico te habrán


enseñado aquello de “Roma te ofrece la paz o la
guerra; lo que elijas, a Roma no le importa”. Bueno,
hago mías esas palabras.

No muy convencido, finalmente Licinio firmó aquel


edicto restableciendo en todo el imperio la libertad
a los cristianos a practicar su religión y tras hacerlo,
se retiró sin pronunciar palabra alguna.

Un año después, Licinio apoyó una sublevación en


contra de Constantino en Basiano dando inicio a
una nueva guerra civil en el seno del imperio.

Tras diez años de luchas, en los que alternaron


períodos de combate con lapsos de treguas, los
ejércitos de Constantino finalmente derrotaron a
Licinio, a quien hicieron prisionero tras vencerlo en
la batalla de Crisópolis en setiembre de 324 a.D.

Eduardo Javier Silva 239


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

A Constantino no le importaron los ruegos de su


hermanastra Flavia y sin dudarlo, hizo ejecutar a
Licinio en su prisión.

Habiendo ya aplacado una de las mayores causas de


división del imperio, a Constantino solamente le
quedaba una cosa por organizar: El cristianismo.

-¡Claudio!! –gritó Constantino.

-Acá estoy. En qué puedo ser útil.

-Hace venir al obispo Osio. Él me había estado


hablando sobre cómo unir al cristianismo, pero la
verdad, no le presté atención. Mandá a buscarlo a
Córdoba y decile que necesito un consejo.

Once días después, el obispo llegó a la corte de


Constantino.

-Veo que al fin te decidiste a hacer lo que te dije que


tenías que hacer, Constantino.

-Ja!... Sí. Eso es justamente para lo que te llamé.


Solo que no tengo ni la menor idea de lo que me
dijiste que tenía que hacer. Te escucho.

Eduardo Javier Silva 240


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-Si lo que buscás es unificar a la cristiandad, tenés


que hacer lo que nadie hizo. Convocá a una reunión
a la que asistan todos los líderes de todas las iglesias
cristianas. Reunilos. Presidilos. Tenemos que fijar
qué es y qué no es ser cristiano de una buena vez.

-Osio… Tengo demasiados problemas en el


imperio como para encargarme yo. Yo te firmo el
edicto de convocatoria. Encargate vos del resto.

-¿Dónde querés que se haga? ¿Cuándo?

-¿Cuándo? Antes de ayer. ¿Dónde? No sé. Pensaba


irme unos meses al palacio de Nicea. Sí. A Nicea.

Finalmente el Concilio, al que se invitó a más de


1.800 obispos de todo el imperio, se inició en el
palacio de Nicea el 20 de mayo de 325 a.D. y con
una asistencia de menos de 330 obispos.

La discusión se focalizó en las dos posiciones de los


cristianos de aquella época: Quién fue Jesús y cuál
fue su mensaje.

Un mes después de iniciado el Concilio, por


mayoría abrumadora se estableció que Jesús tenía
un origen divino y por ende era equiparable a Dios

Eduardo Javier Silva 241


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

y que su mensaje era tal y cual se encontraba en los


evangelios aceptados por la mayoría y no merecía
ningún tipo de análisis.

Solamente se opusieron los obispos Theonas de


Marmárica, Secundus de Ptolemais y Arrio de
Alejandría quienes al negarse a suscribir el
documento final fueron excomulgados.

-Estos son, Su Excelencia, las disposiciones que


nosotros los obispos acordamos en este encuentro
–dijo el obispo Osio a Constantino, mostrándole el
documento firmado ante la mirada del resto de los
presentes-

-¿Me dicen ustedes que entonces esta será a partir


de hoy la doctrina de la iglesia cristiana y que con
este documento se terminan los sangrientos
conflictos internos?

-Esa es la idea de este Concilio –respondió el


obispo de Jerusalén Macario- pero Su Excelencia
tiene que saber que lo acordado en este palacio es lo
que en definitiva deberán respetar quienes se llamen
a sí mismos cristianos. No es una imposición para el
resto de los hombres que opten por otras lecturas,

Eduardo Javier Silva 242


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

pero aquellos no serán considerados a partir de


ahora cristianos.

-Lo entiendo Macario. Pero entonces, cuáles son los


libros que deberá leer un hombre para ser
considerado como verdadero seguidor de Cristo.
Porque hasta donde llegaron a mí, existen más de
medio centenar de lecturas y la verdad, algunas son
muy diferentes entre sí.

-Ya hemos elegido los libros que responden a


nuestra doctrina –agregó Osio-. Los que realmente
son escrituras sagradas. Las demás no representan la
verdadera esencia de Jesús y sus lecturas llaman a
los hombres a confundir el verdadero mensaje de
nuestro Salvador. Queremos saber si Su Excelencia
está de acuerdo con nosotros.

-Osio, mi tarea es la de gobernar política y


militarmente el imperio. Para eso necesito que todos
quienes viven bajo mi mando se encuentren de
alguna manera en paz. Es a ustedes como obispos a
quienes les corresponde la labor de unificar sus
propios criterios religiosos para terminar con las
luchas internas. Si ustedes me dicen que este es el
resultado de un mes de deliberación y que será el
causante de la finalización de la muerte de muchos

Eduardo Javier Silva 243


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

de nuestros ciudadanos a causa de qué doctrina


seguir, pues voy a firmar el documento para darle la
validez legal necesaria. ¿Cuáles son los libros que
según ustedes, reflejan la verdadera doctrina
cristiana?

-Tan solo cuatro –respondió Macario- son los libros


en los que hemos encontrado la verdadera doctrina
de Nuestro Señor Jesús y además, aquellos que son
más aceptados entre los hombres: Las escrituras que
corresponden a Marcos, Mateo, Lucas y Juan.

-Bien. Encarguensé de mandar a hacer copias


suficientes de ellos a costo del imperio para que
todos los hombres cristianos de nuestras tierras
tengan acceso esas lecturas. Pero les advierto,
cristianos o no cristianos, no se aplicará ninguna
sanción política a quienes no estén de acuerdo con
ustedes, porque yo no me olvido que de más de mil
ochocientos representantes que tiene la iglesia, a
esta reunión solo concurrieron menos de
trescientos. Será cristiano a partir de hoy solamente
quien se apegue a esos cuatro libros, pero se
permitirá a quienes no estén de acuerdo con ustedes
a leer aquellos libros que entienda que más se
ajustan a sus deseos.

Eduardo Javier Silva 244


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Las palabras de Constantino no fueron muy bien


recibidas por los presentes. Sin embargo, ninguno
tuvo el coraje de enfrentarse en ese momento al
emperador.

-Hay algo más Su Excelencia –dijo Osio intentando


disimular su enojo- Los aquí presentes hemos
confeccionado un credo que deberá ser rezado por
los cristianos para demostrar no solamente su fe en
Jesús, sino también su sumisión a los designios de
esta iglesia unificada. Por favor, tome lectura.

Uno de los asistentes se acercó a Constantino y le


entregó un papel que decía:
“Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso,
creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo
invisible. Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo
único de Dios, nacido del Padre antes de todos los
siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero
de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la
misma naturaleza del Padre, por quien todo fue
hecho; que por nosotros lo hombres, y por nuestra
salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu
Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo
hombre; y por nuestra causa fue crucificado en
tiempos de Poncio Pilatos; padeció y fue sepultado,

Eduardo Javier Silva 245


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió


al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de
nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y
muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el
Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede
del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria, y que habló
por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una,
santa, católica y apostólica. Confieso que hay un
solo bautismo para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos y la vida del
mundo futuro.”
-Bien. ¿Algo más?- dijo Constantino después de leer
por arriba el documento.

-No, Su Excelencia.

-Perfecto. El Concilio entonces se terminó.

Scene XXVIII

A su muerte, en mayo de 337 a.D., Constantino


había no solo logrado defender y unificar la gran
mayoría de su imperio, sino también había

Eduardo Javier Silva 246


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

establecido las bases de lo que sería en adelante la


doctrina de la Iglesia Católica.

Sin embargo y aunque las internas cristianas habían


sido prácticamente desterradas, no había podido
exterminarlas.

Cuarenta y tres años después, con el cristianismo ya


como la religión más numerosa del imperio y en
tiempo del emperador Teodosio, se firmó un edicto
mediante el cual esta religión no solamente pasaba a
ser el culto oficial del Estado, sino que además, el
único aceptado.

Quienes se opusieran, optaran por otra religión o


no se abstuvieran de leer otros Escritos que no
fuesen los seleccionados por los obispos medio
siglo atrás, serían ajusticiados.

El 27 de febrero de 380 a.D., Teodosio firmó junto


a Valentiniano II y Graciano el siguiente texto:

“Queremos que todos los pueblos que son


gobernados por la administración de nuestra
clemencia profesen la religión que el divino apóstol
Pedro dio a los romanos, que hasta hoy se ha
predicado como la predicó él mismo, y que es

Eduardo Javier Silva 247


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

evidente que profesan el pontífice Dámaso y el


obispo de Alejandría, Pedro, hombre de santidad
apostólica. Esto es, según la doctrina apostólica y la
doctrina evangélica creemos en la divinidad única
del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo bajo el
concepto de igual majestad y de la piadosa Trinidad.
Ordenamos que tengan el nombre de cristianos
católicos quienes sigan esta norma, mientras que los
demás los juzgamos dementes y locos sobre los que
pesará la infamia de la herejía. Sus lugares de
reunión no recibirán el nombre de iglesias y serán
objeto, primero de la venganza divina, y después
serán castigados por nuestra propia iniciativa que
adoptaremos siguiendo la voluntad celestial.» Dado
el tercer día de las Kalendas de marzo en
Tesalónica, en el quinto consulado de Graciano
Augusto y primero de Teodosio Augusto…”12

La firma de este documento significaba la transición


total del imperio romano del paganismo al
cristianismo o, como realmente corresponde
llamarlo, del paganismo al catolicismo evangélico.

12
Transcripción textual de la traducción del latín al español del edicto
del 27/02/380 a.D.

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

CAPÍTULO V
El Principio

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

“et net nos inducas in tentationem,


sed libera nos a malo”

Scene XXIX

Año 3766, 23 de Iyar. Al sur de las Galias.

María Magdalena esperaba esa tarde, como todos


los días sextos, a sus seguidores para continuar con
las enseñanzas dadas por Jesús. No podía saber
cuántos vendrían ese día ya que el número crecía día
a día y ya se contaban por cientos. Algunos iban a
su casa a escucharla a ella. Otros se reunían en la
casa de Marta. También María de Betania reunía
gente en su casa.

Pero ese era un día especial. Un día que hacía que


María Magdalena estuviese todo el tiempo
caminando por esa cornisa que divide la tristeza de
la felicidad.

Eduardo Javier Silva 251


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Sarah, su hija, cumplía 5 años. Y si ella sentía que


Dios le había regalado algo alguna vez, verla crecer
era una prueba de ello.

Pero cada cumpleaños de su hija significaba


también un año más sin saber nada de su esposo.

El día aún no había llegado a su hora cuarta, cuando


María Magdalena se encontraba en la cocina de su
casa preparando los platos que se servirían esa tarde
y Sarah la ayudaba. Entró Tomás.

-Tio!!- Sarah fue corriendo hasta Tomás y la alzó en


brazos.

-Pero ¿¿cómo está mi sobrina preferida??

-¿Tu sobrina preferida? Vamos tío. Soy tu única


sobrina. Además, ya estoy grande. Ya tengo 5 años.

-Sí… Y cada vez pesás más, che… dejá de crecer


porque tu pobre tío se está volviendo viejo y si
seguís, no te voy a poder hacer más upa.

María, que los miraba añorando ver a su hija subirse


así a los brazos de su papá, dijo

Eduardo Javier Silva 252


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-Tomás, tu sobrina hizo un dibujo con todo lo que


le escuchó decir a mamá estos años… ¿Querés
verlo?

-Claro! –respondió Tomás

-Sarah. Andá a buscarlo y mostráselo al tío.

Sarah salió corriendo para su habitación. Volvió


enseguida con un papel en la mano y una sonrisa
que le daba luz a toda la casa.

-Mirá... ¿Te gusta?

-A ver…

Tomás agarró la hoja. En ésta había cuatro dibujos.


Un compás, una regla escuadra, una serpiente y una
estrella.

-Sí… Me encanta el dibujo… ¿Pero qué es?

-Ay tío! ¿En serio no lo entendés? Te explico. Esto


es una regla de memoria ¿ves? Dios le dio al
hombre herramientas para que guíe su vida… Con
un compás vos podés hacer el círculo que quieras…
Más grande, más chico… mediano. El que se te

Eduardo Javier Silva 253


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

ocurra. Es como la libertad que los hombres y las


mujeres tienen que tener para dibujar su vida…

Tomás escuchaba a Sarah boquiabierto. Cada tanto


levantaba la vista para verla a María, pero ella estaba
perdida en la vocecita de su hija

Sarah seguía hablando

-Pero no hay que olvidarse que la vida es un camino


que se tiene que caminar derecho. Entendés? Esa es
la Escuadra. Con una escuadra yo puedo hacer
líneas derechas. Y si uno es libre y camina derecho,
en algún momento va a poder encontrar su lugar en
la vida, que como es complicada y tiene muchas
vueltas la dibujé con la serpiente ¿ves? Y ese es el
camino para llegar a la iluminación de la estrella…
¿te gusta?... tío… tío… ¡TIO!

Tomás miraba el dibujo. No podía articular palabra.


Después de unos segundos miró a Sarah…

-Siii… ¡Me encantó! ¿Y de dónde sacaste vos todo


esto?

-Ay tío... qué tonto que sos… ¿No la escuchás a mi


mamá cuando habla?

Eduardo Javier Silva 254


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-A tu mam.. eh… Sí. Claro que la escucho…

-Bueno. Yo también. ¿Ahora me devolvés mi


dibujo?

-¿Cómo? ¿No era para mí?

-No. Si querés te hago otro… Este es para mi


papá…

Sarah agarró el dibujo y se lo llevó otra vez a su


pieza. Antes de llegar a la puerta, se paró y se dio
vuelta.

-Tío… me repetís tu nombre?

-Tomás...

-No ese no...

-Judas….

-No tío… El divertido…

Tomás miró el techo jugando a hacerse el ofendido.

-Dale tío… ¿Cómo te llamás?

Eduardo Javier Silva 255


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-Dídimo…

-Dí… di… -Sarah comenzó a reír y corrió a su


pieza.

Tomás fue atrás de ella. La agarró y le empezó a


hacer cosquillas.

-¿Así que te da risa mi nombre, eh? ¡Ahora vas a


ver!!

Sarah no podía parar de reír. Las cosquillas hicieron


que se cayera al piso.

-Basta tío… que me hago pis… pará!!

Tomás volvió a la cocina con María.

-María… No quiero preocuparte, pero me parece


que tu hija tiene un poco más de cinco años, eh.
¿De dónde saca esas cosas? Jamás se me hubiese
ocurrido hacer la asociación que hizo… Además
nunca la vi en las reuniones que prestara atención.
Siempre está de aquí para allá jugando con sus
cosas.

Eduardo Javier Silva 256


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-¿Vos viste, Tomás?... Digna hija de su padre…


Deberías casarte y tener un hijo. Te sorprendería la
facilidad que tienen para aprender en un segundo lo
que a nosotros nos cuesta años.

Tomás se acercó al fogón en donde María tenía


dispuestos varios platos. Sabiendo que a ella le
molestaba que picoteara hasta que no estuvieran
servidos en la mesa, tomó algo de uno de ellos y se
lo llevó a la boca.

María no hizo ningún gesto.

Enseguida Tomás lo escupió sobre su mano.

-Por Dios, María. ¡Qué asco! ¿Qué es esta


porquería?

María sonrió. Le dio la espalda para seguir en su


tarea. Giró apenas la cabeza para mirarlo de reojo y
dijo:

-Son caracoles de campo. La próxima vez te


recomendaría que esperes a que los cocine…

Eduardo Javier Silva 257


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Scene XXX

A la duodécima hora de ese día, empezó a llegar


gente a la casa de María. Eran unas cincuenta
personas. A algunas las conocía porque llevaban
años yendo a su casa. Y a algunos era la primera vez
que los veía. Se pusieron los platos en las distintas
mesas y María abrió la reunión.

-Buenas tardes. Gracias por venir. Gracias por


escuchar lo que tenemos para compartir con
ustedes. Hoy esta casa está de fiesta por dos
razones. Estamos de fiesta porque nos juntamos
una vez más para compartir nuestro pan. Y estamos
de fiesta porque hoy es el cumpleaños de Sarah.

Sarah iba y venía por el patio. Jugaba con los hijos


de algunos de los que habían ido a escuchar a su
mamá. Cuando oyó a su madre hablar de ella, corrió
a sus brazos. La abrazó. Le dio un beso.

-Te quiero mucho, mami. Hoy va a ser un día


especial, vas a ver.

Y tras decir eso y sin darle tiempo a su madre a


contestar, se fue otra vez a jugar con sus amigos que
habían llegado esa tarde.

Eduardo Javier Silva 258


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

María hizo una pausa muy cortita. Necesitaba de


alguna manera pensar por un segundo en cuánto
amaba a esa criatura sin pensar en otra cosa.

Después se dirigió nuevamente a la gente.

-Entonces, habíamos estado hablando en la última


celebración sobre los opuestos. ¿Alguien se
acuerda?

-Sí, yo –dijo una voz de mujer- Nos contabas que


en el universo todo tiene su opuesto. Así como el
día tiene a la noche, el blanco al negro, la mujer al
hombre, el frío y el calor…

María no podía ver quién era la que hablaba. Pero


eso le pasaba muy seguido porque como esa tarde,
era habitual que su casa estuviera tan llena de gente
que no podían verse todos. Por eso siempre decía
“El oído es tan importante como la vista”.

-Exacto. Y es en esa constante polaridad de todo,


que todo tiene equilibrio. Porque los semejantes y
los antagónicos son en realidad lo mismo. Todo,
absolutamente todo, vibra. El bien y el mal, arriba y
abajo, el odio y el amor, no son más que los
extremos de lo mismo, pero vibrando en una

Eduardo Javier Silva 259


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

sintonía diferente. Es por eso que los hombres y las


mujeres, son en definitiva, lo mismo. Unos
vibrando en sintonía masculina y otros, en sintonía
femenina. Pero ambos, no son otra cosa que una
parte de lo mismo. Ahí es entonces en donde radica
el principio que nos enseñó Jesús. La necesidad de
conocernos primero a nosotros mismos. Entender
qué somos para entender todo lo demás. Alcanzar
ese conocimiento que nos permita comprender cuál
es nuestro lugar en el camino. Todo viene de alguna
causa. Nosotros estamos acá reunidos porque algo
pasó antes que hizo que nos juntáramos. Y de esta
reunión saldrán tantas cosas como gente vino.
Porque todo es la consecuencia de una causa y a la
vez, todo es la causa de una consecuencia.

-Pero… Si nosotros somos una consecuencia de


algo, por ejemplo nuestros padres y a su vez somos
la causa de algo, los hijos para seguir con el mismo
ejemplo, parecería que sería suficiente con entender
cuál es la causa de nuestro camino y cuál es la
consecuencia. ¿Importa entonces que nos
conozcamos a nosotros mismos?

Tomás, sentado al lado de María, respondió.

Eduardo Javier Silva 260


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-Conocerse a uno mismo es una búsqueda que


todos deberíamos hacer. Porque el que busca no
tiene que dejar de buscar hasta que encuentre. Y
cuando encuentre sentirá que el alma no le entra en
el cuerpo. Quien se encuentre a sí mismo
comprenderá la inmensidad del universo y reinará
sobre él.

Uno de los hombres que se encontraba casi al final


de todos, preguntó a Tomás.

-Pero el universo, que por lo que escuché es ese


Reino de los Cielos del que hablan y que buscamos
o que tenemos que encontrar, dónde está. ¿En el
cielo? ¿En el mar? ¿Dónde tenemos que buscarlo?

-Jesús dijo –respondió Tomás- que Reino de los


Cielos no está en el cielo y no está ni en el mar.
Porque el Reino de los Cielos está dentro y fuera de
nosotros. Por eso es que cuando lleguemos a
conocernos a nosotros mismos caeremos en la
cuenta que también nosotros y al igual que Él,
somos hijos del Padre.

Tomás hizo una pausa. Moviendo la cabeza trató de


buscar a su interlocutor entre la gente. No lo
consiguió.

Eduardo Javier Silva 261


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-¿Acaso yo te conozco? Tu vos me suena


conocida…

-Si anduviste por el mundo, seguramente nos


hemos cruzado en algún lugar. Soy navegante y
conozco muchos puertos y muchas ciudades en las
que estuve. Pero a veces una misma ciudad es tan
grande que también es posible que jamás nos
hayamos conocido.

La reunión se extendió por una hora más. Al


finalizar y como lo hacían siempre, María
Magdalena tomó un pedazo de pan y lo partió.

-Este pan es el cuerpo de Jesús que vino a este


mundo para enseñarnos la buena noticia. Que todos
coman de él y lo lleven en su interior. Felices todos
los que estamos aquí reunidos para recordarlo,
porque si dos o más se juntan en su nombre, Él
estará presente

Los asistentes se fueron marchando. Tomás ayudó a


María a levantar las mesas. Cuando volvió a salir
para seguir recogiendo platos, vio que uno de los
asistentes que no se había retirado aún, jugaba en el
pasto con Sarah muy animadamente.

Eduardo Javier Silva 262


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-¿Querés pasar a tomar un café? Le dijo Tomás.

En ese momento salió María.

-Sarah… ¿Vos no tenés que limpiar tu cuarto?

-Ya voy ma…

Enseguida se levantó. Abrazó a ese hombre y se fue


corriendo para su pieza. Cuando pasó por delante
de su madre dejó de correr y pasó lentamente
caminando delante de ella, mirándola a los ojos.
Sarah tenía un brillo especial en su mirada, pero en
ese momento sus ojos estaban radiantes como
nunca. Sin levantarse del pasto, el hombre le
contestó a Tomas.

-En esta casa ustedes tienen un ángel. Los felicito.


¿Café? Sí. Te lo acepto. Y sobre la respuesta que me
diste, lamento decir que esas no fueron justamente
las palabras de Jesús. Aunque sí. El sentido que él
dio a sus palabras era ese.

-¿Y vos qué sabés de las palabras justas que me dijo


Jesús?- dijo Tomás algo molesto- ¿Qué, vos estabas
disfrazado del hombre invisible cuando las dijo?

Eduardo Javier Silva 263


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

El hombre se paró y acercándose a Tomás, le dijo:

-Tomás, no solamente estaba cuando esas palabras


fueron dichas, sino que además, las dije yo.

María, aún parada en la puerta que comunicaba la


cocina con el patio de la casa, al escuchar eso, se
desmayó.

Scene XXXI

Jesús corrió hasta donde se había desmayado María.

La levantó en brazos y entró a la casa.

-Acá, papá –le dijo Sarah indicándole el camino al


dormitorio de su madre.

Jesús siguió el camino que su hija le enseñaba.


Entró a la habitación y colocó a su esposa con
mucho cuidado sobre la cama. María al
desvanecerse, había golpeado su frente contra uno
de los bordes de la puerta y tenía un leve sangrado.

-Andá –le dijo a Sarah- Pedile a Tomás que me


traiga un paño limpio y un recipiente con agua.

Eduardo Javier Silva 264


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Sarah lo miró un instante. Parecía no querer


moverse de ahí, pero enseguida salió corriendo al
patio a buscar a su tío. Tomás estaba sentado en el
pasto. Parecía no haber podido reaccionar al regreso
de su Maestro y tampoco al desmayo de María.

-¡Tío! –Gritó Sarah- Mi papá me pidió que le lleves


un trapo limpio y un recipiente con agua…

Pero Tomás no reaccionaba. Entonces Sarah se le


paró adelante.

-TIO! ¿Me escuchaste?

-¿Qué? ¿Eh? Ah… Sí, sí. Ya!

María recobró el conocimiento. Sentía que le habían


pegado en la cabeza con un palo. Lentamente abrió
los ojos. Y sí. No era un sueño. Su marido estaba en
la habitación sentado en el borde de la cama junto a
ella.

-Hola, golosina –le dijo susurrando.

-Hola, mi amor –le respondió Jesús utilizando el


mismo tono de voz.

Eduardo Javier Silva 265


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-Jesús… ¿Cuándo llegaste?

-Hace dos horas. Pregunté por la casa de Magdalena


y fue fácil ubicarte. Pero cuando llegué estaba
hablando Tomás y la casa era un gentío…

-Pero ¿cómo no me avisaste que habías llegado?


¿Por qué esperaste y no me viniste a ver?

-Estaban hablando de mí. Si hasta partiste el pan


diciendo que era mi cuerpo el que compartías. ¿Qué
iba a hacer? Pararme en medio de todos y decir
“Hola. ¿Qué tal? ¿Cómo andan? Ah.. Miren que yo
soy Jesús, eh..” –Se rió.

-No, claro… Pero ¿por qué no me viniste a ver


cuando la gente se empezó a ir?

-Ni bien entré a la casa, se me acercó la nena.


Nunca me vio y nunca la había visto yo, pero fue
algo mágico. Los dos nos conocimos enseguida. Sin
preguntarme nada, me dio un dibujo que hizo. Me
lo dio y me dijo al oído: “lo hice para vos, papá”- la
voz a Jesús se le entrecortó y los ojos se le llenaron
de lágrimas- “papá” murmuró bajito casi para sí
mismo…

Eduardo Javier Silva 266


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Secó rápidamente sus lágrimas como tratando de


disimular ante su esposa la emoción que le había
causado ver y escuchar a su hija. Se recompuso y
siguió hablando

-Así que estuvimos un rato abrazados ahí atrás.


Tomás empezó a hablar y la nena me dijo que le
pregunte dónde había que buscar al Reino de los
Cielos. Así que aprovechando que no me podía ver,
se lo pregunté.

-Siempre fuiste de hacerles esas bromas… Y tu


hija…¡Mon Dieu!... Es más piola que vos y yo
juntos. Ella es tan… tan… Ella es tan vos, Jesús…

Él la besó en la boca.

En ese momento entró Tomás al cuarto con una


vasija con agua y un paño.

-Permiso… ¿Ya se enamoraron de nuevo? ¿Puedo


pasar?

-Sí, claro. Vení. Traeme eso –le respondió Jesús.

Atrás de Tomás entró Sarah. Se subió a la cama por


el lado opuesto al que estaba Jesús y se acostó al

Eduardo Javier Silva 267


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

lado de su mamá. Mientras acariciaba la mano de


María, no le quitaba los ojos de encima a su papá.

Jesús limpió con agua la pequeña herida que tenía


María en la frente.

-Qué hermosa nena tenés, María –le dijo Jesús.

-¿Qué tengo? Qué nena hermosa tenemos, querrás


decir…

Tomás, que se mantenía lo suficientemente alejado


como para no interrumpir ese momento, pero lo
bastante cerca como para responder rápido si le
pedían algo, miró a Sarah y sonriendo dijo:

-Sí… Hermosa es.. Pero se ríe del nombre del


tío…

Sarah sonrió y escondió su cara debajo del brazo de


su mamá. Y desde su escondite vociferó:

-Basta, Dídi… y la risa le cortó la frase.

Tomás miró a Jesús y los dos rieron en silencio.

Eduardo Javier Silva 268


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-Dale nena –le dijo Tomás a Sarah- Vení conmigo.


Vamos a la cocina a llevar esto.

Y los dos salieron del cuarto.

-María ¿por qué no aprovechás para descansar?.


Dale que te va a hacer bien.

-No! Hace cinco años que no te veo ¿y te pensás


que me voy a quedar en la cama? Ni loca,
señorito…

Luego pensó un instante y continuó:

-Pero sí. Me vendría bien descansar un poco. Creo


que estoy un poco mareada todavía por el golpe… y
la emoción.

-Yo no tengo pensado volver a irme, así que cuando


te despiertes vas a tener que verme de nuevo…

Ahora te dejo que duermas y voy a aceptar lo que


me ofreció Tomás cuando no sabía quién era yo.
Después de un largo viaje, un café siempre es
bienvenido.

Eduardo Javier Silva 269


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

María lo tomó de las manos y se las puso de


almohada bajo la mejilla. Cerró los ojos, pero
enseguida abrió uno y mirándolo de reojo le dijo:

-Ah. Papá… por más que disimules, te vi llorar, eh.

Y por primera vez en muchos años, el alma le


volvió a sonreír.

Jesús fue a la cocina. Antes de entrar escuchó a


Tomás y a Sarah que hablaban.

-¿Viste tío que yo te decía que mi papá iba a volver?


Yo lo sabía porque él me lo contaba en los sueños.
Así lo conocí. En mis sueños. Por eso cuando entró
me di cuenta enseguida quién era.

-Y decime, pulga ¿estás contenta?

-Siii… Mucho

-Ahora que tu papá ya está en casa supongo que no


te vas a olvidar de tu tío ¿no?

-No sé… Voy a pensarlo, me parece… ¿Cómo te


llamás?

Eduardo Javier Silva 270


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-Me llamo… Me llamo… Cosquillas!

-Noooo…

En ese momento entró Jesús.

-¿Y? ¿El café que me ofreciste?

-Lo tenés servido…

Jesús se sentó a la mesa. Sarah se levantó de su silla


y se fue a sentar sobre las piernas de su papá. Él la
abrazó y le dio un beso en la cabeza.

-Tomás, no puedo explicarte la alegría que tengo en


el alma de haber vuelto a casa.

-¿Vos? –le respondió Tomás- ¿Y nosotros? Yo no


lo puedo creer todavía.

-María está igual que hace cinco años. Es como si


para ella no hubiese pasado el tiempo.

-No te creas. Lo vas a notar en la forma en la que


nos habla a todos. Tiene un aplomo… una
seguridad... Y transmite con la mirada un amor que
solamente recuerdo en vos.

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-¿Vos decís que me enamoré de la mujer correcta?

-¿Qué querés que te diga? Yo no sé si te enamoraste


o no de la mujer correcta. Lo que no me explico es
cómo ella se enamoró así de vos, che…

Los dos se rieron. Jesús tomó un sorbo de café.

-Es la pinta, Tomás. La pinta…

Sarah, que hasta ese momento los escuchaba hablar,


mirando a Tomás con una mezcla de ironía y
picardía, le preguntó a su papá

-Pa… ¿Te gustó el dibujito que te hice?

-Me encantó, bebé.

-¿Y lo entendiste? ¿Sabés qué es?

-Claro que lo entendí. ¿Qué soy? ¿Un tonto que no


voy a entender el dibujito de mi hija? Es el camino
que hay que seguir para encontrar el verdadero
Reino de los Cielos…

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Sarah le sacó la lengua a Tomás y este la miró como


cuando estaba a punto de hacerle cosquillas. Sarah
se recostó en el cuerpo de su papá.

-Bueno che… ¿está de turno tu tío hoy?

Terminó su café y dijo:

-Jesús. Este tío se tiene que ir ya. Mañana nos


vemos.

-Sí, dale. Mañana venite más o menos temprano que


quiero que escribas algunas cosas que te voy a decir.
Así que traete material.

-Hecho.

Scene XXXII

El sol llevaba varias horas en el cielo cuando Jesús


abrió los ojos.

María todavía dormía y tenía su espalda pegada a su


pecho. Él le acarició el pelo muy suavemente para
no despertarla. En voz muy baja le dijo

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-Te quiero, mi reina

-Y yo a vos, papá…- Se escuchó desde la puerta del


dormitorio.

Jesús levantó la cabeza. Sarah estaba parada en la


puerta del dormitorio.

-¿Qué hacés ahí vos?

-Me levanté y como todos los días me vine a la


cama de mamá…

Jesús corrió las sábanas.

-Bueno. Pero hoy vení con papá.

Sarah le regaló una sonrisa de oreja a oreja y


corriendo se subió a la cama y se acostó al lado de
su papá. Ni bien apoyó la cabeza en la almohada, se
durmió profundamente.

Jesús se quedó un rato más en la cama ya


completamente despierto. El silencio y la compañía
de esas dos mujeres que tanto amaba, le estaban
devolviendo los años perdidos.

Eduardo Javier Silva 274


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Después de un rato se levantó sin hacer ruido para


que sus mujeres siguieran durmiendo. Fue hasta la
cocina.

Algunos minutos después llegó Tomás. Traía un


paquete que puso sobre la mesa.

-Buen día, Tomás. ¿Y eso?

-¿Cómo estás? ¿Eso? Papiros. ¿No me dijiste que


querías que escribiera algo?

-Ah.. Sí sí.. Perdón. Todavía estoy algo dormido.

-¿Preparo café?

-¿Se pregunta eso, Tomás?

-Es tu casa, viejo…

-Sí… Mi casa. Todavía no sé dónde queda el baño y


pretendés que sepa dónde guardan las cosas…

Mientras desayunaban, Jesús le explicó a Tomás que


había decidido retirarse ya de su escuela y dedicarse
a pleno a su familia. Quería que María hiciera lo
mismo.

Eduardo Javier Silva 275


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Por lo que había podido escuchar la tarde anterior,


estaba seguro de que Tomás estaba bien preparado
para continuar con su legado.

-… por eso, Tomás, quiero que anotes algunas


cosas que solamente a vos voy a decirte. ¿Te
acordás lo que te dije después de preguntarles a
todos con quién me comparaban y el único que dijo
que no podía compararme con nada ni nadie fuiste
vos?

-Si, claro… Lo que me preguntaste anoche en la


reunión.

-Bueno. Dale. Escribí

Jesús le iba enumerando las citas tal y como quería


que Tomás las escribiera. Así estuvieron los dos
hombres por más de una hora y media.

-Dale que falta poco… ¿Qué número sigue?

-Esperá… emmm.. Ciento diez…

-Dale. Ciento diez: “Quien haya encontrado el


mundo y se haya hecho rico, que renuncie al mundo
entonces”; Ciento once: “Arrollados serán los cielos

Eduardo Javier Silva 276


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

y la tierra en presencia de ustedes, mientras quien


vive del viviente no conocerá la muerte, pues yo
digo “Quien se encuentra a sí mismo, de él no es
digno este mundo”; Ciento doce: “Ay de la carne
que depende del alma; Ay del alma que depende de
la carne”.

Escribía lo más rápido que podía porque Jesús no


dictaba. Jesús hablaba y Tomás tenía que seguirle el
ritmo.

-Ciento trece: “Cuando mis discípulos me


preguntaron cuándo va a llegar el Reino, les dije que
no vendrá con expectación, porque nadie va a decir
“ahí está”, “allá está”. El Reino del Padre está
extendido sobre la tierra y son los hombres los que
no lo ven”; Ciento Catorce: “Pedro me dijo: “Que
se aleje Miriham de nosotros porque las mujeres no
son dignas de la vida” y yo le respondí “Mirá. Yo
me voy a encargar de hacerla macho, de manera que
ella también se convierta en un espíritu viviente
idéntico a los hombres, porque toda mujer que se
haga varón, entrará al Reino de los Cielos”. Listo. A
ver, dámelo que lo quiero leer.

Jesús tomó el manuscrito y comenzó a leer lo que


Tomás acababa de escribir.

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Le devolvió los papiros.

-Muy bien Tomás. Excelente. ¿Vos pensás que van


a entender la ironía del último punto?

-Bueno… Convengamos que “tu amigo” Pedro


jamás lo entendió…

-No importa. El que quiera saber qué dije yo va a


tener que poner a funcionar un poco la cabeza si me
quiere entender… Anotá una última cosa que creo
que en algún momento te lo dije a vos y que me
parece que cae como anillo al dedo para poner al
principio de todo. Pero ponelo arriba de todo y
grande, eh: “Quien encuentre el sentido verdadero
de estas palabras, no saboreará la muerte”. ¿Listo?

-Listo… Me vas a tener que comprar una mano


nueva, che.

María y Sarah entraron a la cocina.

-¿Terminaron? –Preguntó María.

-Sí, si –respondió Tomás.

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-Tomás –dijo Jesús- Eso que llevás ahí es mi


palabra. Es mi evangelio. Esa tiene que ser la base
de tu enseñanza. Entendés la importancia, ¿no?

-Claramente.

Jesús la miró a Sarah. Le hizo una seña para que


fuera a sentarse en su regazo. Con voz cómplice, le
dijo:

-Desayunamos y nos vamos con tu mamá los tres a


pasear por ahí. ¿Qué te parece la idea?

-Siii.

Scene XXXIII

Día dos de Kilsev de 3.802. Apenas comenzada la


hora del alba.

María se despertó sobresaltada. Había tenido un mal


sueño. Miró a su esposo. Dormía tan profundo que
no se animó ni a darle un beso para no despertarlo.

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Jesús estaba boca arriba y tenía una de sus manos


sobre su vientre y por encima de las sábanas. María
se levantó.

En la cocina preparó un poco de café. El día


anterior le habían prometido a Tomás que lo iban a
ir a visitar para almorzar con él.

Mientras hacía eso, se puso a mirar por la ventana.

La poca luz que había todavía pintaba el jardín con


los mismos colores que tenía, hacía poco más de
treinta y seis años atrás, cuando Jesús había vuelto.

-36 años ya…- pensó

Se dio vuelta. Sarah corría de un lado para el otro,


gritándole a su tío que no le hiciera cosquillas. Sus
risas parecían retumbar en toda la casa. O mejor
dicho, en su mente.

Hacía ya ocho años que Sarah se había casado. Ya


tenía un hijo. Pero María la veía correr todas las
mañanas alrededor de la mesa de la cocina como si
el tiempo se hubiese detenido en ese instante.

Eduardo Javier Silva 280


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-Jesús!! Vamos! Arriba! –Gritó en dirección al


dormitorio.

Se acercó hasta la puerta del dormitorio.

-Che! Papi.. vamos… Acordate que le prometiste a


Tomás que iban a ir juntos al puerto a buscar
pescado fresco para hacerlo a las brasas.

Jesús permanecía en silencio. La miró. Le hizo señas


para que se sentara al lado suyo. María se acercó a él
y se sentó.

-¿Vos pensás que todo valió la pena? –le dijo


mirándola a los ojos.

-Ay dale… No te empieces a poner sentimental que


ya estás viejo… Voy al baño y después si querés te
traigo el café acá. Querés?

Jesús asintió con la cabeza.

María salió del cuarto y en ese momento, Jesús le


dijo

Eduardo Javier Silva 281


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

-Te amo, golosina. Te amé siempre. Y te voy a amar


por el resto del tiempo. Como el primer día que te
vi.

Ella volvió a entrar como si las palabras de su


marido hubiesen sido un imán. Se acercó a la cama
mirándolo a los ojos. Se sentó a su lado y lo besó.

-Yo también te amo como la primera vez que te vi,


mi viejo lindo

Salió del cuarto y dejó su taza de café ya vacía sobre


la mesa de la cocina antes de entrar al baño.

Al salir volvió a la cocina. Tocó el recipiente en el


que estaba el café y que le había regalado Sarah.
Todavía estaba caliente. Sirvió una taza y fue al
dormitorio. Jesús miraba el techo.

-A qué no sabe esa golosina remolona para quien es


este café…

Se acercó y se sentó otra vez al lado de Jesús. Y lo


vio. Su marido ya no miraba el techo aunque sus
ojos estaban fijos en él. El rostro de Jesús comenzó
a nublarse cuando de golpe, los ojos de María se
colmaron de lágrimas.

Eduardo Javier Silva 282


Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Ella nunca supo en qué momento dejó caer la taza


al piso. Lo abrazó y se puso a llorar sobre el pecho
de su esposo. Volvió a besarlo. Uno o dos minutos
después se incorporó y acariciándole la cara, le dijo:

-Elegiste un día hermoso para irte, golosina. Te


amo. Siempre. Y sí, Jesús, sí. Sí que valió la pena.

Esa misma noche después de enterrarlo y cuando ya


estaban otra vez en la casa, llegó Sarah con su
marido y su hijo. Entró y se fue a buscar a su mamá
que lloraba en silencio y sola en la cocina.

Se sentó a su lado y le tomó la mano.

-Mami… Deberías estar feliz por él. Papá no se fue


porque ya es parte del Todo y esta mañana hizo el
último viaje que le faltaba. Con él aprendimos que
nadie que haya entendido lo que él enseñó, muere y
con él, las dos aprendimos qué es lo que somos y
qué es lo que estamos haciendo acá en este pasaje
de nuestra vida. No hizo más que dar el paso que
debía dar. El mismo paso que vamos a dar vos y yo
cuando nos toque darlo. Te amo. Y lo amo.

María miró a su hija. Cuánto de su marido había en


la mirada de Sarah.

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Se abrazaron como cuando Sarah era chica y se le


metía en la cama los días de tormenta, pero esta vez,
el consuelo lo recibía María. Y vaya Dios que lo
necesitaba.

Sarah salió al patio. Había tanta gente que llegaba


hasta la calle. Eran más de doscientas personas.

Y entre todas, un pequeño grupo de nueve hombres


y mujeres a quienes no recordaba haber visto antes
y que parecían diferentes a todos los demás, aunque
nada los distinguiera. Sarah se les acercó.

-¿Conocían a mi papá?

Uno de los hombres, que tenía en su rostro casi


como si fueran cortes de una espada, las marcas del
paso de los años, le respondió:

-Sí, claro. A tu papá, a tu mamá y a vos, Sarah.


Siempre estuvimos acá.

-¿Y por qué yo nunca los vi, entonces?

-Porque nosotros no estamos para ser vistos,


aunque nos mantenemos a la vista de todos. Pero
no todos los ojos son capaces de ver como vieron

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

los tuyos. Nosotros conocimos a tu papá y tu papá


nos conoció a nosotros. Por él, todos conocemos a
tu mamá. Nosotros cuidamos de ella desde el día en
que llegó y traía en su vientre la sangre de nuestro
Salvador, que hoy está parada delante de mí y a
quien siempre hemos cuidado y a quien no vamos a
dejar de cuidar.

Sarah lo contemplaba en silencio mientras el


hombre seguía hablando.

-… porque así como lo fue tu papá primero y


después tu mamá, vos sos el punto de inicio de una
nueva vida para muchos. Esa nueva vida que nace a
partir del saber. Como lo va a ser tu hijo el día de
mañana y de quien nuestros hijos también van a
cuidar.

El hombre hizo una pequeña pausa sin quitar la


mirada de los ojos de Sarah.

Y prosiguió:

-Sarah, nosotros estuvimos, estamos y vamos a estar


siempre velando para que el legado nunca se acabe.
Porque tu misión y la de tu sangre es enseñar y la
nuestra es aprender y transmitir lo aprendido de tu

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

sangre a quienes quieran ser enseñados. Por eso


fuimos alumnos de tu papá, sus seguidores, sus
discípulos. Pero además, somos quienes tenemos el
honor y el deber de ser los guardianes de lo más
preciado para él: su sangre.. Nosotros Sarah, en
definitiva, no somos más que los vigilantes del
Templo que guarda la Sangre Real de tu papá.

Fin.

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

Padre-Madre, Respiración de la Vida ¡Fuente


del sonido, Acción sin palabras, Creador del
Cosmos!

Haz brillar tu luz dentro de nosotros, entre


nosotros y fuera de nosotros, para que podamos
hacerla útil.

Ayúdanos a seguir nuestro camino respirando


tan sólo el sentimiento que emana de Ti.

Nuestro Yo, en el mismo paso, pueda estar con


el Tuyo, para que caminemos como Reyes y
Reinas con todas las otras criaturas.

Que tu deseo y el nuestro, sean uno sólo, en


toda la Luz, así como en todas las formas, en
toda existencia individual, así como en todas
las comunidades.

Haznos sentir el alma de la Tierra dentro de


nosotros, pues, de esta forma, sentiremos la
Sabiduría que existe en todo.

No permitas que la superficialidad y la


apariencia de las cosas del mundo nos

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Entre Putas y Traidores. Jesús, el Evangelio del Hombre

engañen, y nos libere de todo aquello que


impide nuestro crecimiento.

No nos dejes caer en el olvido de que Tú eres el


Poder y la Gloria del mundo, la Canción que se
renueva de tiempo en tiempo y que todo lo
embellece.

Que Tu amor esté sólo donde crecen nuestras


acciones.

¡Qué así sea!

(Transcripción original al español del arameo


galilaico –lengua madre de Jesús- de la oración
Padre Nuestro)

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