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La historia ha sido testigo de cómo grandes lósofos fueron hombres de fe, tal es el caso de

San Agustín, obispo de Hiposa, converso del paganismo y de corrientes neoplatónicas, que
fue también ejemplar pastor de almas y lósofo renombrado, dentro de la historia eclesiástica
y en los anales de la historia universal. Vigente y ejemplar además es la vida y obra teológica y
losó ca de Santo Tomás de Aquino, por muchos siglos el teólogo y lósofo o cial de la
Iglesia Católica; el obispo protestante anglicano George Berkeley, digno de mención por su
probada vida espiritual y gran lósofo en su Irlanda natal. Caso similar se presenta con Karol
Wojtyla, nombre de pila del papa Juan Pablo II, fallecido en tiempo reciente. Él, que en su
juventud estudió y enseñó losofía, destacado escritor de obras losó cas y asiduo lector de
autores ateos como Nietzsche y Marx, fue por más de un cuarto de siglo el líder espiritual de
más de mil millones de católicos en todo el mundo; su vida fue extraordinaria, por sus dotes
intelectuales y su probada espiritualidad.

La losofía, al modo de entender de Lascaras, tendrá sentido en tanto y en cuanto se pueda


losofar, de otro modo la losofía no sería nada. En sí misma la losofía es algo abstracto, por
ello el mencionado autor y connotado lósofo español dice que no se le encontrará por la
calle, esto es, la losofía en concreto no es nada, por más que losó camente la nada sea
“algo”; la losofía no tiene color, ni sabor, ni textura, no tiene peso ni dimensión física alguna.
Eso sí, se verá por la calle al hombre que losofa, que se cuestiona constantemente acerca de
problemas existenciales de orden natural y de orden personal; se observa al ser humano que
divaga en lucubraciones losó cas acerca del mundo y que, teniendo claro a veces quién es
Dios, cuestiona verdades religiosas en razón de su innato deseo por comprender en su
inmanencia, la grandeza de lo trascendente. Cuando en el hombre surge un cuestionamiento
sobre su propia vida, allí hay ya un problema losó co por resolver, y ése, es sólo el comienzo
de una aventura de conocimiento que rebasa los límites del pensamiento.

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