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LUJO, CALMA Y

VOLUPTUOSIDAD

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SOCIOLOGIA FAUVISTA Y SUJETO DEL PERONISMO

Pablo Abinal6

1
Lujo, Calma y Voluptuosidad, Henry Mattisse, 1905.
2
Colonia de Vacaciones en Mina Clavero, Daniel Santoro, 2009.
3
La Felicidad del Pueblo, Daniel Santoro, 2001.
4
Lujo, Calma y Voluptuosidad, Roberto Scafidi, 1995.
5
Primera versión (trabajo final): Febrero de 2010.
6
Alumno del curso de Sociología de 2009, dictado por el profesor Manuel Antonio Garretón, en el Doctorado
en Ciencia Política, Escuela de Política y Gobierno de la Universidad Nacional de General San Martín
(UNSAM). Este ensayo fue iniciado en Buenos Aires en diciembre de 2009 –donde se hizo un control de
avance por parte del profesor sobre el proyecto- y terminado en Resistencia, Provincia de Chaco, en febrero
de 2010, incorporando algunas de las críticas del docente a la presentación realizada en diciembre. Los errores
que subsisten son de mi exclusiva responsabilidad. Con una sonrisa, me acuerdo de los intercambios en clase
dentro de un juego de apariencias: El profesor fastidioso ante las permanentes interrupciones en su curso por
una horda irrespetuosa e indisciplinada. La esencia de lo que ocurrió fue otra: La de asistir a las lecciones de
un verdadero Maestro. Para usted, Manuel, es que escribo este ensayo, eternamente agradecido.

-2-
LUJO, CALMA Y VOLUPTUOSIDAD
SOCIOLOGIA FAUVISTA Y SUJETO DEL PERONISMO

Pablo Abinal

RESUMEN

Este trabajo analiza dos investigaciones sociológicas sobre el peronismo (las de Germani, Murmis y
Portantiero -los dos últimos, investigando en colaboración-) y las propone como ejemplos de sociología
fauvista. Partiendo de la historia del concepto de fauvismo en la pintura moderna, presenta los elementos que
permiten la obtención de una idea sobre este concepto aplicado a la sociología, por la forma en que los
investigadores miran al sujeto del peronismo. El objetivo es describir lo que está detrás de la sociología
fauvista y, para esto, resultan pertinentes las perspectivas sociológicas de Pierre Bordieu y de Alain Touraine.
La teoría de los campos sirve para explicar la emergencia de las investigaciones analizadas, así como las
diferentes visiones sobre el mismo objeto que pretenden explicar. Dentro de la crítica de la Modernidad de
Touraine, se explica el nacimiento de la noción de sujeto para la sociología y la contemporánea noción de éste
como sujeto social. Como conclusión, a partir del mismo marco teórico utilizado, se buscan establecer
algunas bases para lo que aún queda por conocer sobre las razones por las cuales algunos sujetos siguen
eligiendo al peronismo a través del tiempo, es decir, la persistencia del peronismo como identidad
fundamental de los sujetos que integran el campo político popular argentino.

I- MARCO TEORICO

1- LA TEORIA DE LOS CAMPOS DE PIERRE BORDIEU

Utilizaré la aplicación que hace el autor de su teoría aprovechando el “esfuerzo de


inducción teórica que le conduce a trasladar hipótesis ancladas en el método comparativo,
de un campo social a otro, por ejemplo, del artístico al político”.7

7
“Redes, campos y mediaciones: Una aproximación sociológica al arte contemporáneo” por Fernando
Golvano, Revista REIS, 84/98 Págs. 291-304.

3
Los campos son los espacios, las reglas y las apuestas de juego, por lo que también son
campos

de lucha que difieren tanto por lo que está en juego y por las rarezas que se engendran en ellos como por las
especies de capital que en cada uno intervienen, impide explicar las formas, los contenidos y los puntos de
aplicación específicos que se imponen así a la búsqueda de la maximización de los beneficios específicos y a
las estrategias muy generales de optimización8

El juego es una construcción social arbitraria y artificial a través de una gramática, de


ejercicios, y se enseña en instituciones que definen, también arbitrariamente, su autonomía,
dentro de un espacio y tiempo estrictamente delimitados. Dentro de ellos las obras artísticas
o científicas se modifican como resultado de las luchas que se dan dentro del campo de su
producción, y que pretenden obtener o conservar su poder. Las luchas temporalizan la
historia del campo.

El movimiento temporal que produce la aparición de un grupo capaz de hacer época imponiendo una posición
avanzada se traduce en una traslación del campo del presente: los representados como vanguardia sólo tienen
un público en el futuro (…) La lógica del campo produce la illussio, una adhesión colectiva al juego del arte a
sus propias reglas que no cesan de expandirse y reproducirse, y es a la vez causa y efecto de la existencia del
juego. Estos postulados teóricos cuestionan la ideología carismática y la fe en el creador, y desplazan la
cuestión de la valoración y consagración de las obras y los creadores a la noción de campo, a ese espacio de
juego que se ha ido instituyendo progresivamente, y en el que se dan las luchas de posiciones y las
condiciones de producción de la creencia. 9

El habitus, como concepto de la teoría, es el sistema de disposiciones durables y


transferibles que integran las experiencias pasadas y funcionan, en cada momento, como
matriz estructurante de las percepciones y generadoras de acciones. Es esa especie de
sentido práctico de lo que hay que hacer en una situación determinada.

La creencia práctica no es un “estado de alma” o, menos todavía, una suerte de adhesión decisoria a un cuerpo
de dogmas y de doctrinas instituidas (“las creencias”), sino, si se me permite la expresión, un estado de
cuerpo. La Doxa originaria es esa relación de adhesión inmediata que se establece en la práctica entre el
habitus y el campo al cual está acordado, esa muda experiencia del mundo como algo que se da por sentado y
que el sentido práctico procura.10

Resulta necesario establecer la interacción entre el campo de producción cultural y el


campo de poder en el espacio social. Para ello, incorporaré la siguiente imagen.

8
El sentido práctico por Pierre Bourdieu, Siglo Veintiuno, Buenos Aires, 2007, pág. 83.
9
“Redes… (op. cit.) por Fernando Golvano, Revista REIS, 84/98 Págs. 291-304.
10
El sentido… por Pierre Bourdieu, pág. 111.

4
11

La imagen muestra, refiriéndose al arte contemporáneo, la intersección del campo de


producción cultural con el campo de poder y, al mismo tiempo, su separación con el
espacio social. Además, como en el inicio de juego del campo de producción cultural
cumple un papel fundamental las vanguardias. Y esto nos lleva directamente al campo de la
producción sociológica y de la política porque

11
http://fwtm.blogspot.com/2006/01/26-pierre-bourdieu-teora-de-los-campos.html

5
El primer autor que impuso el uso del término vanguardia fuera del léxico militar y en otras áreas fue Saint-
Simon al aplicarlo a la política, mediante rodeos terminológicos, los que apenas alcanzan a explicar un
fenómeno que no se define a priori sino en su interacción con el contexto histórico-social.12

El término designa el cuerpo selecto que avanza antes que el cuerpo principal de tropas. Se
aplica a las esferas políticas y culturales (de manera especial en las artes visuales) para
describir individuos o grupos cuyas ideas y obras parecen adelantarse a su tiempo. El
concepto de vanguardia funcionó como estrategia básica en la descripción del arte
moderno, considerado un campo de batalla donde algunos artistas se lanzaban a nuevos
territorios, mientras las fuerzas conservadoras se mantenían aferradas a la tradición.

Los trabajos sobre arte moderno comienzan con la noción de una revolución artística contra
el orden establecido, llevado a cabo por una vanguardia. El modelo es el de la revolución
seguida por la contrarrevolución de la próxima vanguardia, con nuevas posiciones de
avanzada continuamente establecidas en el arte a lo largo de los siglos XIX y XX, desde el
neoclasicismo hacia el expresionismo abstracto.

Finalmente, hubo un cambio de percepción de la vanguardia en la modernidad –de ser un principio operativo
del desarrollo artístico a ser una ficción completa-.13

En su connotación política, el término vanguardia se relaciona con referencia a la teoría


leninista de partido.

Elaborada específicamente en ¿Qué hacer? (1902) esta teoría se plantea la tarea de aclarar las relaciones entre
el espontaneísmo de las masas y la conciencia entonces definida como socialdemocrática. (…) Lenin afirma
que las masas, dejadas a sí mismas, no pueden desarrollar una conciencia de clase, sino sólo una conciencia
salarial o “sindicalista”. Espera que la vanguardia introduzca desde el exterior en las masas la conciencia de
clase. La vanguardia reclama, ante todo, la relación entre élite y masa.14

La teoría leninista del partido establece que la vanguardia, integrada por una élite, está
compuesta por intelectuales que deben crear las teorías y desarrollar el conocimiento sobre

12
Vanguardias por Gonzalo Aguilar en Términos críticos de sociología de la cultura por Carlos
Altamirano (director), Paidós, Buenos Aires, 2002, pág. 231.
13
Vanguardia (avant-garde) por Gerald Eager en Diccionario de Teoría critica y estudios culturales por
Michael Payne (comp.), Paidós, Buenos Aires, 2002, pág. 641.
14
Vanguardia por Gianfranco Pasquino en Diccionario de Política por Bobbio, Matteucci y Pasquino, siglo
veintiuno editores, México, 1983, pág 1626.

6
las leyes del desarrollo histórico aplicable, de una vez y para siempre a la transformación
revolucionaria de una sociedad. Estos intelectuales, a pesar de su misión de tipo académico,
deben adoptar la de revolucionarios, de combatientes.

2- EL SUJETO DE LA MODERNIDAD DE ALAIN TOURRAINE

Para mi trabajo resulta necesario diferenciar las nociones de individuo, y actor.

El individuo únicamente llega a ser sujeto, al separarse de sí mismo, oponiéndose a la lógica de la dominación
social en nombre de una lógica de la libertad, lógica de la libre producción de uno mismo.15

Este trabajo se apartará de la noción de sujeto colectivo de la tradición marxista para


explicar al sujeto del peronismo. Como Touraine

Para los marxistas, la conciencia de clase no significa en modo alguno una clase obrera conciente de sí
misma, sino que se trata de la situación obrera interpretada por los intelectuales revolucionarios como el signo
de las contradicciones del capitalismo y de su superación necesaria y posible. Cuando hablo del movimiento
obrero, de movimiento social antes que de conciencia de clase, lo hago precisamente para evitar toda
confusión con el pensamiento marxista. Me refiero a un actor colectivo cuya orientación principal es la
defensa del sujeto, la lucha por los derechos y la dignidad de los trabajadores.16

Sin embargo, sin salir del análisis del sujeto colectivo de Touraine (cuya formulación
comparto), a fin de complementarla para describir a la sociología fauvista, debo adentrarme
en un marco conceptual que me permita analizar al sujeto individual de los que estaba
hecho el sujeto colectivo que estudiaron los autores de los que me ocuparé. Ello me lleva a
la problemática relación entre sociología y psicología, sobre la cual me siento
completamente incapaz de adoptar una posición segura (ni siquiera sé si la misma existe en
algún lado), pero sobre lo cual me es necesario decir algo.

El riesgo que observo en la concepción implícita de Touraine sobre el sujeto individual es


que le pide demasiado. Sería algo así como un “sujeto héroe”.

El sujeto es lo contrario de la apelación a un principio que está fuera del mundo, a un garante metasocial del
orden social; constituye su propio campo de acción y de libertad al aproximar los contrarios, al extender su
experiencia y al rechazar todas las ilusiones del yo, todas las formas de narcisismo. El sujeto asocia el placer
de vivir con la voluntad de emprender, la diversidad de las experiencias vividas con la seriedad del recuerdo y

15
Crítica de la modernidad por Alain Touraine, Fondo de Cultura Económica, 1994, Pág. 231
16
Crítica… (op.cit.) por Alain Touraine, Pág. 237.

7
del compromiso (…) que han elevado la idea de sujeto libre muy por encima del hedonismo exaltado por la
publicidad occidental.17

Para la psicología, el sujeto queda reducido a una apuesta, puede llegar a constituírse o no
hacerlo nunca. Pero la socialización se le presenta cada vez más difícil y si reclama a un
individuo heroico, dentro del palacio cnossiano en el que se ha transformado la sociedad
laberíntica para el individuo aislado, llegaremos pronto a una sociedad sin sujetos. Después
de Freud, sabemos que el hilo a desenrrollar para salvarse, muy posiblemente lo llevará al
individuo a convertirse en el goce del Otro, en el goce de Ariadna, es decir, perder la
apuesta a causa de

la diferencia entre ser objeto de goce del Otro o ser un sujeto que apunta a otros objetos de goce o que crea
nuevos objetos de goce (…) Freud se animó a discutir con Kant, en cuyo pensamiento las estructuras espacio-
tiempo se dan a priori. Freud piensa que el espacio es una proyección de la estructura de nuestro aparato
psíquico; no estamos habitados por el lenguaje sino que habitamos un lenguaje y que desde ese lugar que
habitamos tendemos a medir el mundo. Todo nuestro esfuerzo (sería uno de los valores positivos de la
modernidad) es ayudarnos a salir de nuestro etnocentrismo, de nuestra posición espacial egocéntrica, para
reconocer que hay otros que pueden evaluar el espacio de otro modo porque habitan un lenguaje distinto. Nos
permitiría reconocer que hay otros objetos o que los mismos objetos se muestran distintos.18

El laberinto (la arbitraridad social impuesta por el capitalismo desenfrenado de la


revolución conservadora exitosa) atraviesa el cuerpo del sujeto individual contemporáneo.
Para constituirnos en sujetos nos basta con soportar el laberinto, no se nos puede exigir el
tener que destruirlo o adoptar un compromiso dentro de un movimiento que intente matar al
Minotauro. Debemos soportar también las pérdidas de goce, pero no porque nos atraiga el
dolor, sino porque sabemos que esa decisión nos permite crear nuevos objetos de goce y,
fundamentalmente, puede librarnos de ofrecernos como objetos al goce de Ariadna, a la que
deberemos soportar si no nos convertimos en el sujeto que desea desear.

El sujeto es la voluntad de un individuo de obrar y ser reconocido como actor.19

Esta es otra definición de sujeto contenida en la obra, que se acerca más a la concepción
que sostengo en este trabajo. El sujeto hace lo que puede, es una apuesta y una voluntad,

17
Crítica… (op.cit.) por Alain Touraine, Págs. 220/227
18
“El sujeto del deseo” por Isidoro Vegh, en De Caín a la clonación, Ensayos sobre el límite; lo prohibido
y lo posible, ed. Altamira, Buenos Aires, 2001, Pág 145
19
Crítica… (op.cit.) por Alain Touraine, Pág. 207.

8
pero que necesita de protección permanente, y la necesitará cada vez en mayor medida en el
laberinto que habita.

II- LA SOCIOLOGIA FAUVISTA

Pretendo aplicar el marco teórico expuesto a dos investigaciones sociológicas (las de


Germani, Murmis y Portantiero -los dos últimos, investigando en colaboración-). Ellos
estudiaron al peronismo y yo investigaré como aquellos miraron al sujeto del peronismo, o
más precisamente, a los hombres de los que estaba hecho el sujeto colectivo que estudiaron
(las nociones sistemáticamente ambiguas de clases y estratos sociales bajos, proletariado
nuevo, migrantes internos, masas disponibles o marginales, etc.).20 Propongo que ambas
investigaciones pueden ser conceptualizadas como ejemplos de sociología fauvista. Mi
intención no es descalificarla ni quitarle validez,21 sino describir lo que está detrás de la
misma, y que fue mutando desde una ideología a un tipo de sensibilidad.

1- EL FAUVISMO EN LAS ARTES Y LAS CIENCIAS

Henry Matisse expuso en 1905, en el Salón de los Independientes, un cuadro titulado Lujo,
Calma y Voluptuosidad. En él Matisse “se desentiende de toda exactitud científica: sus
manchas de color son demasiado grandes para que la mezcla óptica funcione a la manera de
Seurat. Crea una armonía de superficies intensamente coloreadas, entendiendo que el
camino hacia delante no era el divisionismo sino el de los colores planos”. Pablo Picasso
elogió a su contemporáneo diciendo que si todos los grandes pintores coloristas de este
siglo pudiesen componer un estandarte con sus colores favoritos, el resultado sería

20
Los autores tratan estos sujetos colectivos como a “realidades dotadas de una eficacia social, capaz de
constreñir directamente las prácticas; o bien, al otorgar a los conceptos el poder de actuar en la historia como
actúan, en las frases del discurso histórico, las palabras que los designan, personifican los colectivos y hace de
ellos sujetos responsables de acciones históricas (con frases como ‘la burguesía quiere…’ o ‘la clase obrera
no aceptará que…’) El sentido… por Pierre Bourdieu, pág. 63.
21
A pesar de lo expuesto, por lo que entiendo, existen opiniones sociológicas distintas, las que reclamarían la
atención sobre la identidad de las personas que integran al sujeto colectivo. “La identidad, ya sea de una
persona, grupo o sociedad es siempre un proceso en construcción, que depende tanto de procesos internos
como de las relaciones e imágenes externas de ellos. El proceso de construcción de identidades es
enteramente distinto a nivel individual, grupal o societal y es un abuso intentar definir las identidades
colectivas a partir de categorías individuales o psicológicas; por ejemplo, la idea de búsqueda del padre
aplicada a colectividades. Y también lo es trasladar categorías colectivas a nivel de las identidades
individuales: por ejemplo, definir a una persona sólo a través de categorías de clase social”. La sociedad en
que viv(re)mos. Introducción sociológica al cambio de siglo por Manuel Antonio Garretón, LOM
ediciones, Santiago, 2000, pág. 27.

9
seguramente un Matisse. Maurice Denise, otro artista que miraba al matisse, dijo que “esto
es pintar mas allá y por encima de toda contingencia, la pintura por la pintura, el acto puro
de pintar”. Pero, al mismo tiempo, el Fauvismo encontró su nombre para las artes: “Al ver
estas obras deslumbrantes en la misma sala que unas esculturas tradicionales de inspiración
florentina, Louis Vauxcelles, quien también iba a dar su nombre más tarde al cubismo, le
comentó a Mattisse: ¡Mire! ¡Donatello en la jaula de las fieras! (Dans la cage aux fauves).
22
El crítico utilizó el concepto de fiera para describir la obra de quien, casi inmediatamente
y de acuerdo al análisis prospectivo de sus colegas, fue reconocido como el maestro
indiscutido del color del Siglo XX. Decía Garretón (2009)23 que si alguien le encuentra en
sociología un nombre nuevo a algo que ya existe, tiene asegurado una eternidad como
conferencista, con honorarios y gastos pagos. Seguramente, eso debe haber sido
Vauxcelles, pero en un mondo todavía no globalizado, habrá circulado por otros salones de
París poniéndole nombre a las cosas. Claro que, desafortunadamente para su memoria, tenía
buena inventiva pero malos ojos, por lo que utilizaba conceptos, en el mal sentido, para
describir movimientos inaugurados por obras maestras. A Vauxcelles lo había abandonado
la pintura.

Por mi lado, espero encontrarme en algún punto con la sociología. La consigna que debe
cumplir este trabajo es, aproximadamente, pensando como sociólogo, aplicar un marco
teórico sociológico a cualquier objeto. El primer problema que nos presentó la consigna del
profesor para cumplir con este fascinante ejercicio de entrenamiento como sociólogos, por
lo menos a algunos de los alumnos, es que no lo somos, por lo que el manejo del error iría a
resultar incierto. Asumiendo entonces el desenvolvimiento de riesgos sin controles con
eficacia asegurada, es que utilizaré el concepto de sociología fauvista sin dar una definición
para el fauvismo en esta ciencia. Es que, como escribió Bordieu, “la verdad hay que
merecerla y chalépa tá kalá, ‘las cosas hermosas son difíciles’”.24 Lo mismo hizo Adorno

22
La invención del color por Philip Ball, Turner – Fondo de Cultura Económica, Madrid, 2003, pág. 386.
23
Siempre que cite a Garretón (2009) me refiero a lo anotado por mí como apuntes de clase. Estas citas no
tienen corrección previa del profesor. Conforme la dinámica del curso, seguramente, no es lo que ha dicho, ni
mucho menos, lo que ha querido decir.
24
Autoanálisis de un sociólogo por Pierre Bourdieu, Anagrama, Barcelona, 2006, pág. 143.

10
con el concepto de sociedad, así que tengo, de algún modo, un antecedente y, mejor aún,
una explicación de respaldo.25

Los elementos como para que se pueda obtener una idea de este concepto, aplicado a las
investigaciones sociológicas, los desarrollaré en forma de notas.26 En los estudios
culturales, a mi juicio, el mecanismo de cómo se hace esto ha sido enseñado, de una vez y
para siempre, por Susan Sontag, quien se propuso –y lo logró hacer- la descripción de una
sensibilidad en lugar de una idea, reconociendo que por esto es algo difícil de tratar.27

El gusto no tiene sistema ni pruebas. Pero hay una suerte de lógica del gusto: la sólida sensibilidad que
subyace a un determinado gusto y lo hace surgir. La sensibilidad es casi, aunque no absolutamente, inefable.
Toda sensibilidad que pueda ser ajustada en el molde de un sistema, o manipulada con los toscos instrumentos
de la prueba, ha dejado de ser una sensibilidad. Ha cristalizado en una idea….28

Mi abuelo materno se llamaba Arturo y era peronista.29 El día que murió el general, mi
abuela Ana abrió la puerta de la cocina-comedor y le dijo: “Viejo, se murió Perón”. Arturo
apoyó el brazo en la mesa, sobre el brazo su frente, e irrumpió en un llanto desconsolado.
Esa imagen la tengo presente en mi memoria y es la que me hizo reconocer desde chico,

25
“Creo que, a través de mis consideraciones sobre el concepto de sociedad, les ofreceré suficientes
elementos como para que ustedes puedan obtener una idea bastante clara del concepto. Pero un concepto
como éste no puede ser establecido jurídicamente, definitoriamente, sino que contiene una riqueza histórica
infinita. Quisiera aquí mencionar una frase de Nietzsche, que he sitado en mis Disgresiones: ‘Todos los
conceptos en los que no se resume semióticamente todo un proceso -es decir, para los que no saben griego,
aquellos que un signo o un abreviatura representa procesos enteros- ‘escapan a la definición; definibles son
sólo aquellos que no tienen historia’, curso de Introducción a la sociología por Theodor W. Adorno, Clase 4,
2 de mayo de 1968, ed. Gedisa, Barcelona, 2008, pág. 46.
26
“Me ha parecido que las notas serían la forma más apropiada de atrapar algo de esta sensibilidad
particularmente huidiza, mejor que el ensayo (con su tendencia al razonamiento lineal, consecutivo)”. Contra
la interpretación por Susan Sontag, Alguafuara, Buenos Aires, 1996, pág. 357.
27
“Muchas cosas en el mundo carecen de nombre; y hay muchas cosas que, aun cuando posean nombre,
nunca han sido descritas” Contra… por Susan Sontag, pág. 355.
28
Contra… por Susan Sontag, pág. 356.
29
La manera de mi abuelo de suscribir al peronismo, coincide con lo que yo puedo decir ahora, tal vez,
porque provengo también de ese hogar obrero y, de alguna manera, siento y, en parte, pienso como mi abuelo.
Tal vez entonces no pueda mantener completamente la distancia crítica, el desgarro del sociólogo, que me
permita cumplir con la consigna de este trabajo. En mi defensa, expongo, como expresa Sontag en relación
con lo que le pasa a ella con lo camp, un agudo conflicto en mi propia sensibilidad. Me siento fuertemente
atraído por la identidad del sujeto del peronismo, y ofendido por ello con intensidad casi igual, a causa del
autoritarismo de muchas de las prácticas de los gobiernos peronistas. Sontag decía que “es por eso por lo que
quiero hablar sobre el tema, y es por eso por lo que puedo. Porque nadie que comparta decididamente una
sensibilidad determinada puede analizarla; sólo puede, cualesquiera fueren sus intenciones, exponerla”.
Contra… por Susan Sontag, op. cit. pág. 355. En mi caso, si bien no comparto –pero tampoco rechazo- a la
sensibilidad fauvista, me siento atraído por aquello que descalifica, por lo que me limitaré a exponerla,
sabiendo que concedo al sociólogo un “privilegio epistemológico absoluto” y me “expongo a todas las
acusaciones de parcialidad”. Autoanálisis… (op. cit.) por Pierre Bordieu, pág. 112.

11
todavía desde la asimetría que caracteriza a la psicología infantil, como peronista,
fundamentalmente por el amor que sentía por mi abuelo, quien ese día me enseñó que se
sabe que alguien ama sin necesidad de conocer el porqué.

Muchas otras cosas he buscado de lo que recibía en ese lugar: El olor de la salsa de tomates
y pimientos que preparaba mi abuela y con el que me despertaba todas las mañanas de los
días domingos. La hipótesis que presento casi siempre a nuevos conocidos es que si
tuviésemos la posibilidad de viajar por todo el mundo, y probar los manjares más exóticos,
ninguno superaría en placer al sabor de las salsas preparadas por nuestras abuelas.
Especialmente la de mi abuela Ana, la esposa de Arturo. Desde que aprendí a cocinar –de
adulto, como generalmente aprendemos los nietos de abuelas y los hijos de madres que
cocinaban con maestría y simpleza- busco ese sabor. Hace un tiempo creí reconocerla en
un comedor familiar, es decir, un restaurante obrero, de la ruta 202.

Los dos recuerdos son centrales en la conducción de mi vida. Han dado origen a estas dos
hipótesis, la del amor peronista y la otra culinaria, que tal vez formen parte de un mismo
registro y obsesión. En este trabajo, partiré desde uno de ellos, intentando, desde la
simetría del adulto y la mayor rigurosidad académica posible, describir al sujeto del
peronismo, excluído o ignorado por la sociología fauvista.

2- NOTAS SOBRE LA SOCIOLOGIA FAUVISTA

La esencia de la sociología fauvista es que construye modelos y utiliza conceptos no sólo


para describir objetos, sino también y, fundamentalmente, para descalificarlos.30

El sociólogo fauvista puede tomar por igual, como punto de partida para construir los
supuestos sobre la realidad social, su propia ideología o sensibilidad (antes lo hacía por una
ideología31 y ahora por una sensibilidad32), pretendiendo decir que sucede de verdad a otro,

30
En cierto sentido, es lo opuesto a lo que ocurría por la misma época en otro lugar, y que fue descripto como
“norteamericanos y sociólogos se hallan tan próximos unos a otros, que la conjunción sociedad y sociología
parece imponerse a la fuerza en una exposición o descripción de Estados Unidos”. Sociedad y sociología. La
Ilustración aplicada por Ralf Dahrendorf, Editorial Tecnos, Madrid, 1966, pág. 15.
31
Pudieron “decidir sin el menor titubeo cuál era la verdad última de los regímenes políticos o cual sería el
porvenir de la humanidad.” Autoanálisis… (op. cit.) por Pierre Bordieu, pág. 43

12
sobre el que piensa que no conoce nada, y a quien ni siquiera dirige la mirada distante de
Lévi-Strauss. Porque la clase de mirada depende de aquello que se piensa sobre lo que se
mira o, mejor aún, de lo que es y produce lo mirado para aquel que mira. Nunca como en el
fauvista la inmersión del sujeto en el objeto es tan desprejuiciada.

Cuando contemplan a un hombre, los ojos de un animal tienen una expresión atenta y cautelosa (…) El animal
lo examina a través de un estrecho abismo de incomprensión. Por eso el hombre puede sorprender al animal.
Pero el animal, incluso el domesticado, también sorprende al hombre. También este observa al animal desde
un abismo de incomprensión parecido, pero no idéntico. El hombre siempre mira desde la ignorancia y el
miedo (…) En principio, cuando la mirada es entre dos hombres, el lenguaje establece un puente entre los dos
abismos. Aun cuando el encuentro sea hostil y no se utilice palabra alguna (aun cuando hablen lenguas
diferentes), la existencia del lenguaje permite que al menos uno de ellos, sino los dos mutuamente, se sienta
confirmado por el otro. El lenguaje permite al hombre contar con los otros como consigo mismo.33

El fauvista no puede producir una visión distanciada y realista. Rechaza al objeto que
estudia, porque hay algo en él que le desagrada o lo amenaza. A pesar de esto, guarda las
formas, imitando el lenguaje de la cientificidad, se esconde con estadísticas y excluye las
vivencias. Si estudia a un sujeto, nunca se pone mentalmente en el lugar que este ocupa en
el mundo social ni procura indagar lo que piensa a través del lenguaje del sujeto. No puede
ni siquiera mantener la relación práctica de extranjero con su objeto. En la Argentina hubo
un humorista gráfico, maestro de nuestros próceres contemporáneos del género, que
describió desde 1941 en el diario La Nación, al argentino en tiempos del peronismo. Luis
Medrano, autor de los Grafodramas que “ilustran costumbres argentinas llevadas a la
parodia”, creó en ellos a Contreras, “ese personaje respingado de guante blanco, que
camina literalmente a contramano de la historia peronista”.34

32
“Transformaciones que han producido a este mundo inconstante de los hechizos de la falsa revolución a los
desencantos de una auténtica revolución conservadora.” Autoanálisis… (op. cit.) por Pierre Bordieu, pág.
145.
33
Mirar por John Berger, Ediciones de la Flor, Buenos Aires, 1998, Pág. 14.
34
Ñ Revista de Cultura, .333, Sábado 13 de Febrero de 2010, Pág. 4.

13
35

Los fauvistas se aíslan en ambientes académicos dentro de los cuales pretenden ejercer su
influencia esparciendo como creencias, a través de grupos poderosamente integrados, lo
que escriben solos y, animados no por esas creencias que son ingenuas, sino por la “fe
pragmática”36 de aumentar su propia visibilidad. Persiguen la imagen del creador aislado
con una visión estetizante y literaria.37 Están ocupados en la elaboración de sistemas de
conceptos nuevos, que utilizan como marcas comerciales de productos, los que se
distribuyen a través de una red académica de reproducción de conceptos en investigaciones
de miembros recién llegados con afán de rápida pertenencia, conceptos que no llegan a
integrarse en una teoría, o por lo menos en una teoría que mejore el conocimiento sobre una
realidad social aún desconocida. Utilizan otros nombres para lo que ya se conoce o agrupan
a varias cosas con un nombre ya conocido, aunque éstas no sean iguales (a veces, ni
siquiera son parecidas).

Las relaciones lógicas que construye son a las relaciones “prácticas”, es decir, continuamente practicadas,
mantenidas y cultivadas, lo que el espacio geométrico de un mapa como representación de todos los caminos
posibles para todos los sujetos posibles es a la red de caminos realmente mantenidos, frecuentados,
franqueados, y por ende realmente practicables para un agente en particular.38

35
Grafrograma de Luis Medrano con Contreras caminando a contramano de una movilización peronista.
36
“La creencia es constitutiva de la pertenencia al campo (…) Ella se opone diametralmente a la fe
pragmática de la que habla Kant en la Critica de la Razón Pura, adhesión decisoriamente acordada, para los
requerimientos de la acción, a una proposición incierta”. El sentido… por Pierre Bourdieu, pág. 109.
37
“La lógica rigurosa y modesta del trabajo colectivo, y la moral que lleva aparejada, se ha construido un
cuerpo extraño, amenazador e inquietante (…) ¿Cómo negar la intensa integración intelectual y moral que
favorece una labor colectiva a la vez feliz y altamente productiva es indisoluble del esfuerzo permanente de
incitación y de unificación que corresponde al animador, especie de director de orquesta o de realizador, o
también más modestamente, de entrenador, como se dice en el ambiente deportivo, a quien el grupo
galvanizado confiere a cambio sus poderes , ‘carismáticos’ mediante el reconocimiento afectuoso que le
otorga? Autoanálisis… (op. cit.) por Pierre Bordieu, págs. 35/37.
38
El sentido … (op. cit.) por Pierre Bourdieu, , pág. 58.

14
Ponen obsesivamente a la política en tela de juicio (su objeto predilecto) pero no analizan
su relación con la parte del mundo social y político que posibilita su producción intelectual.

3- GINO GERMANI Y EL SUJETO DEL PERONISMO COMO MASAS DISPONIBLES

Ya he dicho que el objeto de mi trabajo será la mirada que los sociólogos fauvistas realizan
sobre el sujeto del peronismo, la que es diferente a esta otra:

y –¡aquí viene el sujeto!– un proletariado nuevo, joven, hecho de hombres que habían apenas dejado atrás la
vida triste del peón, llegaba a las ciudades. Eran los migrantes internos. Los que Eva Perón habrá de llamar
“mis grasitas”. Los que serán apodados “cabecitas negras”. Por el pelo negro, cortón y áspero. Los tipos de las
zapatillas. No tienen experiencia sindical alguna. ¿Quién habrá de darles cobertura política? ¿Quién los
descubrirá como lo que eran: el sujeto nuevo de la nueva sociedad argentina? ¿Qué interpretación de la
historia nacional e internacional era necesario poseer para poder verlos? Porque se trataba de eso: de
verlos. Como en el arte, como en la narrativa o la pintura o la música se trata de eso: de ver lo nuevo. A
veces, en el arte, ver lo nuevo es ver que no hay nada nuevo, que la vanguardia es insistir con lo que ya
está porque aún restan ahí posibilidades inéditas. Pero, en la Argentina de 1943, había un nuevo sujeto.
Nada menos que eso: una clase social reclamaba un nuevo protagonismo. Requería que alguien viera que
estaba ahí, que había llegado del campo, que había llenado las villas, que había salido de ellas, que llenaba las
fábricas, que consumía, empezaba a ir al cine, a comer mejor, a vestirse con alguna dignidad. Era el joven
proletariado. Los migrantes internos. No sabían nada de la guerra europea o, si lo sabían, no les importaba.
No entendían qué era eso. Europa era lo infinitamente lejano. Si alguien les decía “Europa” casi no tenían a
qué referir la palabra. Sabían algo: ellos no eran “Europa”. “Europa” podía ser, acaso, la riqueza, lejanamente
la cultura o el abecedario, el saber leer. Y era “la guerra”. Algo que apenas podían imaginar. Buscaban
sobrevivir. Habían dado el primer paso: escaparle al patrón de la estancia feudal y expoliadora. Llegar
a la ciudad. Y, para colmar la dicha, trabajar. Apenas sabían que había, para ellos, sindicatos. Que
tenían derechos políticos. Que, en algún momento, deberían votar. Nada de esto los atraía. No
encontraban “dónde” poner esas cosas. No encontraban un partido político que los convocara, que
supiera hablarles. Los sindicalistas tradicionales tenían para ellos las únicas palabras que tenían y que
honestamente les entregaban, pero esas palabras eran tan tradicionales como ellos. “Socialismo”,
“comunismo”, “anarquismo” no decían mucho para un cabecita negra del ’43. Tampoco la palabra “líder” les
era cercana. Eso fue, sin embargo, lo que encontraron: un líder. También el líder los encontró a ellos. Porque
los buscó.39

La ciencia, sus métodos y problemas, dentro de los que se encuentra la investigación


cuantitativa en sociología y sus criterios de validez, “parten de una serie de supuestos
acerca de la naturaleza de la realidad social, de lo que constituyen procedimientos
científicos, problemas, soluciones y criterios de prueba legítimos”40. Pero también están
condicionados por la historia del investigador y el momento histórico en la que se

39
Peronismo. Filosofía política de una obstinación argentina por José Pablo Feinmann, 1era. parte, Hacia
el primer gobierno de Perón. Las migraciones internas: los “cabecitas negras” como sujeto político.
http://www.pagina12.com.ar/especiales/archivo/peronismo_feinmann/CLASE2.pdf (el resaltado es mío)
40
“Problemas de validez en investigaciones que utilizan metodologías cualitativas” por Carolina Najmías
y Santiago A. Rodriguez, con referencia a Research Design. Qualitative y Quantitative Approaches, por J.
W. Creswell, Sage, 1994, en Práctica de la Investigación Cuantitativa y Cualitativa, compilada por Suth
Sautu, Lumiere, Buenos Aires, 2007, pág. 360

15
desenvuelve la investigación. En la Universidad de Buenos Aires, tras el derrocamiento de
Perón en 1955 por la dictadura militar autodenominada “Revolución Libertadora”,

“los estudios de historia social y de sociología lograban creciente espacio e institucionalización a través de la
orientación de los recién arribados o reingresados José Luis Romero y Gino Germani. Portando una explícita
vocación interdisciplinaria, ellos introdujeron categorías, formas de análisis y métodos de trabajo rigurosos e
innovadores, que buscaron reemplazar lo que predominaba en muchos de los abordajes de la realidad
argentina: positivismo, ensayismo e intuicionismo. En el marco de una estrategia explícita desperonizadora,
no pocos de estos esfuerzos heurísticos, teóricos y epistemológicos se pusieron en función de la tarea de
explicar (y condenar) al peronismo, como una condición para lograr extirparlo definitivamente”.41

Los inicios de la sociología argentina moderna, con sus métodos y sus problemas, quedó
influenciada por esta estrategia de desperonización42 no sólo de la ciencia, sino de la
política y la cultura argentinas. Y esto impactó en cómo ellos miraron al sujeto del
peronismo, del que Germani rastreó, en sus orígenes, al descendiente del criollo espontáneo
(es decir, según el diccionario de la Real Academia Española, el que actúa con naturalidad,
sinceramente, pero también, el que interviene en un espectáculo público sin tener
autorización para ello) que pobló la Argentina el siglo XIX, descrito por el historiador
Romero.

El tipo de individuos que representaba el criollo de clase baja no correspondía a la imagen del hombre
sometido a una autoridad tradicional, aunque la mayor parte de los aspectos de su vida era el portador típico
de la cultura tradicional. Debido a las peculiaridades de su forma de vida, era de alguna manera un individuo
anárquico, individualista, amante de su independencia personal y dispuesto a reconocer la autoridad sólo de
aquellos que se destacaban en las cualidades que más admiraba: valor y habilidades personales. La autoridad
autocrática de los caudillos no se mantenía por la legitimidad tradicional, sino por medio de su aceptación por
parte de estos grupos, que reconocieron en los líderes su propia imagen y una exaltación de sus propios
valores (…) Persistieron todos los atributos que permanecieron en el hombre tradicional: aislamiento social y
ecológico, etnocentrismo, religiosidad (no exactamente la religión de las ciudades), resistencia al cambio,
dominio de la costumbre y de la acción tradicional y prescriptiva, una economía de subsistencia y actitudes
correspondientes relacionadas con la actividad laboral y económica.43

41
“Claves para la lectura de un clásico” por Hernán Camerro, en Estudios sobre los orígenes del
Peronismo, por Miguel Murmis y J.C. Portantiero, siglo veintiuno editores, Buenos Aires, 2004, pág. 11.
42
El 5 de marzo de 1956, el mismo año del punto de partida de los estudios académicos sobre el peronismo
de Gino Germani con “La integración de las masas a la vida política y el totalitarismo”, la dictadura militar
argentina sancionaba el Decreto Ley 4161, mediante el cual prohibía la utilización del nombre de Perón y de
las palabras e imágenes relacionadas con su movimiento, “la utilización de la fotografía retrato o escultura de
los funcionarios peronistas o sus parientes, el escudo y la bandera peronista, el nombre propio del presidente
depuesto, el de sus parientes, las expresiones ‘peronismo’, ‘peronista’, ‘justicialismo’, ‘justicialista’, ‘tercera
posición’, la abreviatura PP., las fechas exaltadas por el régimen depuesto, las composiciones musicales
‘Marcha de los Muchachos Peronistas’ y ‘Evita Capitana’ o fragmentos de las mismas, y los discursos del
presidente depuesto o su esposa o fragmentos de los mismos”.
43
“Tradiciones políticas y movilización social en la base de un movimiento populista nacional: el
peronismo argentino”, en Autoritarismo, Fascismo y Populismo Nacional, por Gino Germani, Temas,
Buenos Aires, 1997, pág. 157 con referencia a Historia de las Ideas Políticas en la Argentina por José Luis
Romero, Fondo de Cultura Económica, México, 1960.

16
Para explicar al peronismo como una movilización social en la base de un movimiento
populista nacional, Germani recurrió a la intuición, flexibilidad y pragmatismo de Perón
para estimular y expresar aquella espontaneidad criolla que seguían portando los
descendientes de aquellos otros en el siglo XX.

El aumento del consumo y la expansión del empleo, junto con la apertura de canales de movilidad ascendente,
fueron, probablemente, mecanismos adecuados y suficientes para integrar social y culturalmente a los sectores
movilizados, sin permitirles presionar –al menos por el momento- para obtener sus propios medios de
expresión política. Esto ha sido probado en la Argentina y en otros lugares. Es un hecho aceptado que el
nuevo proletariado, creado por la migración interna, tiene aspiraciones modestas y se satisface con muy poco.
El mero hecho de migrar a la gran ciudad y, más aún, de encontrar trabajo incluso en las posiciones menos
calificadas de la actividad urbana moderna son considerados signos de ascenso social, y una mejoría. Los
estratos urbanos bajos recientemente formados (al menos, la primera generación), incluidas las masas
marginales caracterizadas por condiciones de vida inferiores a las de la clase obrera establecida, carecen de
potencial revolucionario y, quizá, de aspiraciones de participación política, en tanto no concurran otros
factores.44

Germani había sido una de las tantas víctimas de la policía política fascista en Italia, con
experiencia de cárcel incluida. Migrante sin entusiasmo a la Argentina de mediados de la
década del 30, traía un conjunto de intuiciones sobre la naturaleza del totalitarismo
moderno, considerándolo como una tendencia radicada en las sociedades modernas y,
además, como una amenaza a las democracias occidentales contemporáneas. Pronto tales
intuiciones se trasladaron a nuestra sociedad y cultura, cuando la policía política argentina
confundió su socialismo liberal y su sociología empírica, primero, con comunismo y, luego,
con imperialismo norteamericano.
Con el triunfo de Juan Perón su carrera se interrumpió, antes de comenzar (…) Dedicó su esfuerzo a
profundizar la relación entre psicología, psicoanálisis, antropología, psicología social y sociología, con el fin
de elaborar un conjunto de conceptos necesarios para comprender los fenómenos de masas (…) Cuando pudo
regresar a la vida académica, a mediado de los años 50, ya como Director del Instituto de Sociología, su
interés acerca de los aspectos conflictivos y “patológicos” del cambio social lo llevaron a profundizar los
posibles desenlaces autoritarios que pueden asumir algunos procesos de transición y dedicó gran parte de su
labor a construir un modelo de análisis que permitiera destacar los diferentes ritmos, secuencias y desfasajes
entre los diversos aspectos del proceso de cambio social.45

Como expresa la autora de esas notas biográficas, esta obra está cargada de la amarga
sensibilidad que Germani forjó a través de su historia personal de exilios, los que completó,
también sin entusiasmo pero además deprimido por la “corrección” política y la ética
protestante que encontró en los Estados Unidos, lugar desde donde buscó recuperar su

44
Autoritarismo… (op. cit.) por Gino Germani, pág. 223.
45
Algunos apuntes biográficos sobre la obra por Alejandra Germani, en Autoritarismo… (op. cit.) por
Gino Germani.

17
ciudadanía italiana, para luego regresar al sur de su país de origen en la década del 70 y,
desde Nápoles, continuó con su crítica a la sociedad que encontró allí, por los feriados,
huelgas y elecciones universitarias, es decir, esta vez, por la “incorrección” política italiana.

4- LA ALIANZA INTERCLASES DE MURMIS Y PORTANTIERO

La siguiente investigación sociológica dentro de mi objeto de estudio pone en duda algunos


de los supuestos de Germani como explicación del proceso que lleva al peronismo, pero sin
alterar, en lo esencial, la mirada sobre los hombres de los que estaba hecho el sujeto
colectivo que estudiaron. Para estos autores, los hombres fueron e hicieron algo diferente,
pero la mirada sobre los mismos sigue siendo fauvista.

Al negar que los nuevos obreros hayan sido los únicos protragonistas del apoyo de masas al
peronismo, incorporan la descripción hecha por Touraine y Germani de una serie de
características que estos sujetos poseerían y los diferenciarían de los obreros viejos, tales
como el predominio de un sistema de valores orientado hacia la búsqueda individual de
ventajas económicas, el sentimiento de pertenencia a un grupo primario, en lugar de
solidaridad de clase conducida por principios ideológicos y la conciencia social en término
de “pobres” y no de clases.46

Los autores critican el modelo construido por Germani por dar un peso excesivo a la
incorporación de los obreros nuevos, convertidos en “masas disponibles”, a través de casos
de manipulación de masas pasivas o heterónomas, transicionalmente desorientadas, y por el
supuesto de que la base fundamental para la participación de esas masas sea una
satisfacción de tipo emotivo y no ideológico, lo que no le permitiría ver a Germani la
existencia de una comunidad de intereses y orientaciones entre obreros viejos y nuevos y,
en consecuencia, lo que para estos autores fue la característica básica del origen del
peronismo: una alianza interclases entre sectores propietarios y no propietarios.

La satisfacción emocional derivada de formas de participación masiva es considerada central, se admite a


veces que también intereses o proyectos individuales pueden desempeñar un papel en la adhesión de los

46
America del Sur: un proletariado nuevo, por Alain Touraine y Gino Germani, Barcelona, 1965, Pág. 10,
citado en Estudios sobre los orígenes del Peronismo, por Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero, siglo
veintiuno editores, Buenos Aires, 2004, pág. 116.

18
obreros “nuevos” al movimiento. Pero esos intereses son definidos como inmediatos y lo que queda
descartado aparentemente en esos análisis es la ligazón entre esos intereses inmediatos y otros intereses
propios de la situación de clase a mediano o largo plazo que pudieran configurar las bases para una alianza
explícita entre los trabajadores y otras clases o grupos sociales.47

La existencia de esta obra, demuestra la eficacia de la teoría de los campos para explicar la
modificación de las obras culturales, en este caso científicas, a través del tiempo. Estos
autores, egresados de la misma Universidad y con ideas bastante parecidas a las de
Germani sobre los orígenes del peronismo, se plantean sin embargo hacer un “ajuste de
cuentas” con la visión del aquel sociólogo vanguardista en esa clase de estudios,
introduciendo en la explicación el proceso de la alianza interclases pero manteniendo, en lo
esencial, la mirada sobre el sujeto colectivo del peronismo.

La mínima distancia objetiva en el espacio social puede coincidir con la máxima distancia subjetiva: entre
otras razones, porque el más “vecino” es el que más amenaza la identidad social, es decir, la diferencia (…)
Las luchas de competencia, que dividen a los cercanos, a los vecinos, a los semejantes, son la antítesis más
perfecta y la negación más eficaz de la lucha contra otra clase, en la cual se constituye la clase.48

La intención de estos autores tuvo una dimensión marcadamente política y excedió a la


lucha dentro del campo académico. Por entonces, ya eran actores políticamente relevantes,
que vivían una argentina distinta a la de Germani. La temporalidad del campo se había
modificado y, con éste, las posiciones teóricas en la lucha dentro de los campos (político y
académico) en el que participaban.

Esos motivos y urgencias eran los que recorrían el universo de toda la nueva izquierda. En ella se advertía una
agenda configurada por una serie de fenómenos y diagnósticos de diverso orden: la crisis crónica que se
divisaba en el capitalismo argentino, tanto en sus formas de acumulación económica como en sus modos de
articulación social y de representación política; la evidente persistencia del peronismo como identidad
fundamental de las clases populares (a pesar de todos los ensayos de represión e integración formulados desde
el poder), así como la creciente seducción que ese movimiento ejercía sobre los sectores medios; la extensión
de la gravitación cultural de las izquierdas, corrientes que, al mismo tiempo, advertían el mantenimiento de su
divorcio con los componentes mayoritarios de la clase trabajadora; la progresiva extensión continental de las
guerrillas castroguevaristas.49

Resulta notable como para los autores, a pesar que la alianza con los sujetos del peronismo
representaba una opción para la clase media dentro del campo popular, no hayan
modificado su mirada sobre aquellos. La clase media los había mirado, pero los académicos

47
Estudios… (op. cit.), Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero, pág.117.
48
El sentido… por Pierre Bourdieu, pág. 222.
49
“Claves para la lectura de un clásico” (op. cit.) por Hernán Camerro, pág. 16.

19
no, tal vez influenciados por la gravitación cultural de la izquierda y por su propia lucha de
posiciones dentro del campo político. La teoría de los campos explica también

La tensión contenida entre la noción ilustrada del pueblo como sujeto generador de la nueva soberanía política
y la de lo popular de la CULTURA, que significa para los ilustrados todo lo que la razón viene a barrer:
superstición, ignorancia y turbulencia. La invocación al pueblo legitima el poder de la burguesía en la exacta
medida en que esa invocación articula su exclusión de la cultura, esto es, la identificación de lo popular con lo
inculto. Lo popular se configura, así, como la identidad refleja de lo constituido, no por lo que es sino por lo
que le falta.50

Quedaba claro que al sujeto del peronismo todavía le faltaba algo, su conciencia de clase,
sólo había alcanzado a desarrollar una conciencia salarial o “sindicalista”, y esto no era
suficiente para que el teórico de vanguardia dejara de mirarlo como una masa espontánea y
lo reconociera como sujeto, es decir, portador de la lógica de la libre producción de si
mismo. La lucha de posiciones dentro del campo de la cultura, y de la producción
sociológica, estaba perdida para el sujeto peronista. En este punto puede establecerse una
paradoja con la figura del Ernesto Guevara de la Serna, el Che. Al momento de ser
asesinado, lo que puede ser entendido como un episodio de derrota en la estrategia dentro
del campo de la política, adquirió un estatus de ícono cultural. La adhesión a cualquier idea
de resistencia se expresa hoy, en cualquier parte del mundo, por la reproducción en esténcil
de la mítica foto, estampada en diferentes superficies, y llevada como prenda, entandarte y
tatuajes. Aunque se la considere como una manifestación de arte pop, la batalla cultural
quedó definitivamente ganada. Podría pensarse entonces, comparativamente, no sólo en las
luchas de posiciones dentro de los campos, sino en el entrecruzamiento entre los mismos,
para desplazar o posicionar a un objeto de uno hacia el otro.

Y en este punto quiero referirme al políptico que ilustra la tapa de este trabajo, construído
arbitrariamente para señalar el entrecruzamiento entre los mismos. Ya me he referido al
Lujo, Calma y Voluptosidad de Matisse, y a su extensión como habitus en el manejo del
color para toda la pintura moderna. Simplemente, cuando los artistas plásticos
seleccionamos un color para poner al lado del otro, para dar mayor o visibilidad a una
superficie, la experiencia del fauvismo funciona, en cada momento, como matriz

50
“Culturas populares. Lo popular en la cultura: entre la política y la teoría” por Jesús Martín Barbero,
en Términos críticos… (op.cit.), pág. 49.

20
estructurante de las percepciones. Seguimos intentando imitar a Matisse, aunque no lo
sepamos, en una especie de sentido práctico del color que hay que escoger en una situación
determinada. La demostración de esto es el cuadro de Roberto Scafidi, y el recurso de
poner el mismo título para explícitamente reconocer a ese habitus. Pero Scafidi hace algo
más: produce el entrecruzamiento de la pintura con el campo de la sociología, pinta por
pintar pero también se mete dentro del campo del sociólogo, al exponer sus propios
supuestos acerca de la naturaleza de la realidad social contemporánea. Sus manchas de
color se extienden a su alrededor como un laberinto visual estremecedor. El hombre
desnudo está inmóvil y estático dentro de un círculo que lo rodea y lo aprisiona, a pesar que
el plano parecería indicar que podría seguir moviéndose, pero no sabe como hacerlo. Esto
nos remite a la idea divulgada por Bauman (lo cual constituye en sí mismo un mérito) de
que existe para el individuo una libertad sin precedentes, pero las personas deben cargar
con cuestiones que no son capaces de desarrollar por la falta de capacidades para hacerlo.
Una posibilidad de socialización cada vez mas rica y diversa, pero también mas difícil.
Ante la debilidad de la confianza en las instituciones políticas, junto con una sensibilidad
que no puede ser ajustada en el molde de ningún sistema, connota sin denotar, con humor y
refinamiento, una sensibilidad no del Lujo, Calma o Voluptuosidad de los vínculos de los
bañistas en una playa, sino de la incertidumbre, la desprotección y la inseguridad del
individuo solo al ritmo de la vida urbana. Lo expresó, mejor que nadie, Yuyo Noé, nuestro
genial arquitecto y artista plástico.

Roberto Scafidi es el inventor de su propio juego. Su estar en el mundo es su ir siendo en él, ya que lo va
definiendo a este en la marcha de acuerdo a ese juego que va construyendo como un jugador de ajedrez ¿Con
quien lo juega? Con el fantasma de su propio ser que se va revelando en ese acto, pero que para él es el
universo que convoca. Y digo ahora universo (concepto abstracto) porque parece más adecuado que el de
mundo (potencialmente figurativo).51

Al sociólogo fauvista no le interesa indagar en el deseo del hombre que constituye el sujeto
colectivo con el que construye su modelo. Lo supone, por un objeto del deseo del Otro, del
líder. Podría arriesgarse al ejercicio de mirar. Por eso completé el políptico con dos cuadros
que recrean el deseo del sujeto del peronismo.

51
Roberto Scafidi, retrospectiva 1994-2009 por Luis Felipe Noé,
http://www.guiasenior.com/contenidos/after/archives/2009/04/roberto-scafidi-retrospectiva-1994-2009.html

21
El juego de Perón dentro del campo de la política le permitió al obrero nuevo convertirse en
un sujeto del deseo de constituírse en un sujeto de derechos (un ente al cual el
ordenamiento jurídico atribuye situaciones jurídicas subjetivas, es decir, deberes y
derechos). La intención del líder era convertir la masa inorgánica en masas orgánicas y
organizadas, en un pueblo consciente de sus derechos y sus deberes. Que defienda sus
derechos inteligentemente y sin violencia. La posibilidad del movimiento, del ascenso
social, sólo permanece si es aprovechada mediante el trabajo. Una de las consecuencias de
esa movilidad es la ausencia de apoyo a movimientos políticos revolucionarios.

El objeto del deseo del sujeto del peronismo está connotado y denotado en los cuadros de
Daniel Santoro, La felicidad del Pueblo y Colonia de Vacaciones en Mina Clavero.
También está expuesta una referencia irónica a la cultura del peronismo o, mejor, una
provocación a los sociólogos fauvistas que confundieron (¿lo siguen haciendo?) al
peronismo con la de fascismo, aunque las imágenes de aquella época no eran guerreras ni
totalitarias, sino la exposición de una doctrina e ilustraciones sobre el objeto del deseo de
un trabajador. Accedo a que pueda haber habido una sensibilidad parecida a los de los
carteles de propaganda italianos -también estos científicos debieran incorporar la estética
del realismo revolucionario ruso-. Señalo los riesgos del análisis transhistórico y,
fundamentalmente, el intento por situarse en el lugar del obrero, de cómo éste iba a llegar a
captar el mensaje. El juego político y cultural iniciado por Perón fue, como cualquier otra,
una construcción a través de una gramática, de ejercicios, y pretendió ser enseñada en la
manera que definiera su autonomía, dentro del espacio y el tiempo en que se desplegó.
Como se ha expresado en el marco teórico, las obras artísticas se modifican como resultado
de las luchas que se dan dentro del campo de su producción, o de su intersección con otro, y
que pretenden obtener o conservar el poder. En este caso, para ser correctamente
interpretadas, las obras deben ser temporalizadas en la historia de ambos campos.

Santoro muestra una escena de bañistas pero, los hijos de los “cabecitas negras” saltan de
una piedra con forma de busto de Eva Perón y se entierran en la arena. La falta del habitus
al ocio. Además, al convertirse en trabajadores, y ser defendidos por organizaciones

22
gremiales y abogados de la recién creada legislación laboral, dejaron de tener
impedimientos para integrarse al consumo, y deseaban eso que les daba su felicidad: Una
casa, un auto, una sidra y un pan dulce. Y expresar con un brazalete negro el dolor por la
muerte de quien consideraban su principal defensora. La abanderada de los humildes. Para
ser sujetos, no necesitaban nada más, “se conformaban con poco”, según la ideología y
sensibilidad de Germani, por lo que debe otorgárseles el estatus de sujetos.

Existe un problema cuando “se contrapone a la comprensión negativa de la libertad como simple ausencia de
impedimentos un concepto positivo en el sentido de la realización de los propios fines, conforme al cual la
libertad será mayor en tanto los fines que yo pretendo seguir sean más importantes (…) Para ser realmente
libre, tengo yo, pues –más allá de la ausencia de impedimentos-, que desarrollar una comprensión que me
posibilite encontrar adecuadamente esa diferencia y también superar o neutralizar los motivos contrarios de
poco valor. Sin duda esto se refiere a la comprensión de libertad de una elite que conforma cada sociedad. La
pregunta es solamente si una semejante teoría positiva de la libertad, y esto quiere decir la relativización ética
de la autoridad del sujeto, no está seguida en un segundo paso por una teoría política que sustrae al sujeto la
competencia para formular sus necesidades y con ello, en nombre de la libertad “verdadera”, justifica las más
52
extensas violencias.

Theodor Adorno, aún desde una posición crítica al funcionamiento de las masas, reconoció
que

La vieja explicación de que los interesados controlan todos los medios de la opinión pública no es suficiente
por sí sola, porque las masas apenas se dejarían atrapar por una propaganda torpe, parpadeante y falsa si algo
en ellas mismas no acogiera los llamados al sacrificio y a la vida peligrosa (…) Así pues, aquella tesis de que
en la era totalitaria las masas actúan contra el interés propio, está lejos de ser la verdad y rige, a los más, sólo
ex post facto. Las acciones individuales a las que son inducidos los seguidores y cuya transición a la locura
representa un valor límite, conceden siempre, por lo pronto, satisfacciones por adelantado. La desilusión solo
llega cuando se presenta la cuenta.

La rareza que presenta el campo político del peronismo es que la dictaduras posteriores no
le produjeron desilusión al sujeto peronista. Había comprendido que lo que estaba en juego
era su estatus comos sujeto de derechos sociales, lo que construyó un capital simbólico
formidable para el peronismo, porque al sujeto le quedó grabado a fuego que sólo iba a
maximizar sus beneficios, antes de la presidencia de Perón, reclamando su libertad, y
después del derrocamiento, con la vuelta de su líder. Germani cuenta la historia del 17 de
Octubre de 1945 pero no comprende su importancia sociológica.

La huelga general tenía otro objetivo: la libertad de Perón. La gente, en las calles, sólo gritaba su nombre:
reclamaba su libertad y su presencia entre ellos, y obtuvo ambas cosas (…) Hoy existe unanimidad entre los
observadores y los estudiosos de diferentes orientaciones respecto del impacto de la iniciativa de los

52
Filosofía del Derecho y del Estado por Hasso Hofmann, Universidad Externado de Colombia, 2002, pág.
234.

23
trabajadores (…) El episodio de octubre fue una expresión típica del entusiasmo colectivo, una acción
canalizada pero espontánea, dotada de esa fuerza que es el elemento factor capaz de elevar acontecimientos de
este tipo al rango de mitos o tradiciones colectivas de larga duración. (…) El 17 de octubre también tuvo un
efecto traumático sobre las clases medias y altas, los partidos políticos y los intelectuales. La Argentina
inmigrante y educada a la europea descubrió, de pronto, un nuevo mundo.53

Este efecto traumático no lo logró superar la sociología fauvista, no les enseñó a mirar, sino
que parece haber aumentado su soberbia intelectual. Continuaron usando, como Murmis y
Portantiero, los conceptos de “control hegemónico” o “alianza de poder” para algo que
estaba a la vista. El sujeto del peronismo no quería una vanguardia, sino la libertad de
quien, dentro del campo de la política, logró que se constituyera como sujeto de derechos.
Con el modelo de análisis que contiene ese vocabulario no iban a lograr entender el porqué
de la persistencia de los sujetos del peronismo como identidad fundamental de los hombres
que conformaban las clases populares (a pesar de las persecuciones y los asesinatos) así
como la seducción sobre los sectores medios. Lo que sí hicieron, es aumentar la gravitación
cultural de las izquierdas y colaborar en mantener el divorcio de la misma con los
componentes mayoritarios de la clase trabajadora, expulsando a éstos del campo cultural,
por entender que en nada contribuían estos al conocimiento indispensable ni al
fortalecimiento de las condiciones para la emergencia revolucionaria.

¡Cuánto ganaría, en términos democráticos, en sensibilidad, y en ludidez, una concepción de la cultura que en
lugar de seguir creyendo en la existencia de una modalidad suprema capaz de conocer y manifestar al hombre
promoviera el valor del pluralismo expresivo!54

Estos sociólogos lograron formar un grupo que hizo época (crearon un clásico) imponiendo
una posición que llega hasta el presente de los estudios sociológicos. La lógica del campo
académico produce la illusio, la adhesión colectiva al juego que proponen los autores, del
que queda excluído el sujeto individual, porque no cesa de expandirse ni de reproducirse la
mirada sobre el sujeto colectivo. Esto, a mi juicio, condiciona seriamente las condiciones de
producción de esta ciencia. El habitus del sociólogo recién llegado lo lleva a partir,
incesantemente, de los supuestos de la investigaciones de estos autores.

53
Autoritarismo… (op. cit.) por Gino Germani, pág. 212.
54
“Soberbia literaria. La inútil pretensión de que la poesia llega mas lejos que la ciencia” por Santiago
Kovadloff, La Nación, sábado 23 de enero de 2010.

24
III- CONCLUSIONES.

Este trabajo no cuestiona sino que pretende plantear un interrogante sobre el estado de la
disciplina sociológica en la argentina sobre el estudio de las razones por las cuales los
sujetos siguen eligiendo al peronismo a través del tiempo, es decir, la persistencia del
peronismo como identidad fundamental de los sujetos que integran el campo político
popular argentino. Sostengo que las investigaciones fauvistas no han podido dar una
explicación satisfactoria al respecto. Tal vez la adopción conjunta de las profesiones
académicas y de vanguardias revolucionarias no los haya favorecido. No han podido
explicar el éxito del peronismo en el campo político. Sin embargo, han contribuído a la
exclusión del sujeto individual del peronismo del campo cultural. El habitus ha logrado que
se extienda dentro del campo sociológico y cultural el fauvismo, antes por razones
ideológicas, hoy por cuestiones de sensibilidad.

Me resulta atractiva la visión de la sociología como

una disciplina que toma interés ante todo por el texto, la palabra de la gente, y que restituye esos resultados
bajo la forma de texto. En ese marco, las imágenes no tienen espontáneamente un lugar. Y la relación de la
sociología con las imágenes es de hecho un elemento revelador de la relación de la sociología con lo expuesto
en ella, con la sociedad. Es que de hecho, la ambición de muchos sociólogos es producir una nueva teoría de
lo social y no limitarse a la descripción de la sociedad. Y en esta idea, las imágenes bien pueden servir al
principio del trabajo, pero muy rápidamente se dejan de lado para provecho de la elaboración teórica. Yo
estoy a favor de una sociología descriptiva que se ocupe de describir las cosas que ocurren, entre las cuales
existe esta sobreabundancia de imágenes, que requieren exploraciones.55

A pesar de que la sociología toma interés por la palabra de la gente, no he encontrado


investigaciones de tipo cualitativas que partan de entrevistas que reúnan la palabra de
aquellos que se movilizaron el 17 de Octubre de 1945 y que haya continuado votando al
peronismo a partir de entonces, a fin de construir otra identidad del sujeto peronista, ya sea
colectivo o individual. Me encantaría que algún sociólogo emprenda esta tarea lo antes
posible, porque sus potenciales entrevistados, por razones de edad, se están muriendo.

También sería interesante complementar esa interpretación con el análisis de imágenes. Por
eso incluí, en este trabajo, los cuadros de Santoro. Por ejemplo, del cuadro sobre la

55
“Los publicitarios entienden mejor nuestra época que los sociólogos” entrevista a Sylvain Maresca,
Diario Clarín, Domingo 24 de enero de 2010.

25
Felicidad del Pueblo puede extraerse la importancia de la casa, a partir del mismo marco
teórico utilizado.

Es todo el grupo el que se interpone entre el niño y el mundo, no solamente por medio de sus advertencias
(warnings) adecuadas para inculcar el temor a los peligros sobrenaturales, sino a través de todo el universo de
prácticas rituales y de discursos, que lo pueblan de significaciones estructuradas conforme los principios del
habitus adecuado. El espacio habitado –y en primer lugar la casa- es el lugar privilegiado de la objetiviación
de los esquemas generadores y, por intermedio de las divisiones y de las jerarquías que establece entre las
cosas, entre las personas y entre las prácticas, ese sistema de clasificación hecho cosa inculca y refuerza
continuamente los principios de la clasificación constitutiva de la arbitrariedad cultural.56

Para el estudio del sujeto del peronismo dentro de una estrategia que se plantee producir un
mayor conocimiento de sus conductas electorales, resulta necesario tener en cuenta el
capital simbólico que el peronismo tiene acumulado, fundamentalmente por haberle
permitido alguna vez al obrero nuevo desear ser sujetos de derechos.

Las estrategias orientadas a la acumulación de capital simbólico que se observan en todas las formaciones
sociales sean en este caso las más racionales (…) Paradójicamente, es la existencia de campos relativamente
autónomos, que funcionan según mecanismos rigurosos y capaces de imponer a sus agentes su necesidad, la
que hace que los poseedores de los medios para dominar esos mecanismos y apropiarse de los beneficios
materiales o simbólicos producidos por su funcionamiento puedan hacer ahorro de las estrategias orientadas
expresa y directamente a la dominación de las personas. Se trata por cierto de un ahorro porque las estrategias
que apuntan a instaurar o a mantener relaciones perdurables de dependencia de persona a persona son, ya lo
hemos visto, extremadamente costosas, lo cual hace que el medio devore el fin y que las acciones necesarias
para asegurar la duración del poder contribuyan a su fragilidad. Hay que gastar fuerza para producir derecho y
ocurre que una gran parte de la fuerza se pierde en ello.57

Los políticos saben, intuitivamente, muy bien esto.

No hay universo social donde cada agente no deba contar, en cada momento, con el valor fiduciario que le es
acordado y que define lo que puede permitirse, es decir, entre otras cosas, los bienes, ellos mismos
jerarquizados, de los que puede apropiarse o las estrategias que puede adoptar y que, para tener posibilidades
de ser reconocidas, y por ende simbólicamente eficaces, deben situarse a la altura justa.58

Finalmente, considero que el campo sociológico en este tema tiene una importante deuda
con la producción de conocimiento y, al mismo tiempo, una gran oportunidad.

56
El sentido… por Pierre Bourdieu, pág. 124.
57
El sentido… por Pierre Bourdieu, págs. 211/213.
58
El sentido… por Pierre Bourdieu, págs. 223.

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