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Impreso en A rg e n t i n a
ISBN 950-658-145-2
Queda hecho el depósito que marca la Ley 11 . 7 2 3
© INCUAPA, 2004
Facultad de Ciencias Sociales, Del Valle 5737
B7400JWI Olavarría (Arg e n t i n a )
CABALLOS FÓSILES DE
AMÉRICA DEL SUR
Una historia de tres millones de años
Portada
Esqueleto completo de Hippidion principale depositado en la Colección del Museo de
Historia Naturais de Belo Horizonte (Minas Gerais, Brasil). Copia del original del Museo de
La Plata (Argentina). Amablemente cedida por Cástor CARTELLE.
Parte I Introducción
Foto de la sala de los Gliptodontes del Museo de La Plata (Argentina).
.
INDICE
INDICE Caballos fósiles de América del Sur 7
Prefacio
PARTE I - INTRODUCCIÓN
Capítulos
Anexos I a XIII
Bibliografía
P R E FA C I O
P R E FA C I O Caballos fósiles de América del Sur 11
El objetivo primordial de este libro fue reunir y actualizar todos los artículos que hemos rea-
lizado durante más de quince años sobre los caballos fósiles de América del Sur. En este
volumen también se incluyen las investigaciones recientes sobre inferencias de paleodietas
basadas en el análisis de isótopos estables, tendencias evolutivas de las especies, extincio-
nes y los estudios de paleontología molecular en caballos.
La historia comenzó en la primavera del año 1985 con una invitación del Profesor
Rosendo Pascual para que María Teresa Alberdi consultara las colecciones del Museo de La
Plata. Paralelamente, el año anterior, José Luis Prado iniciaba los estudios de los caballos
fósiles de Argentina con una beca de investigación del CONICET. A partir de ese momento
se estableció una fluida colaboración entre ambos autores que ha permitido profundizar los
estudios sobre los caballos fósiles y las faunas del Neógeno de Europa y América del Sur.
Esta intensa colaboración fue posible gracias al apoyo económico imprescindible de varios
Convenios bilaterales entre el CSIC y el CONICET, los Proyectos Conjuntos del Programa
de Cooperación Científica con Ibero América de la AECI, la Comunidad Europea y el apoyo
de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires y del Museo
Nacional de Ciencias Naturales, CSIC, de España.
Al principio comenzamos por estudiar las colecciones del Museo de La Plata y el
Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia. En esas instituciones conta-
mos con la valiosa colaboración de Rosendo Pascual y José Bonaparte, responsables de las
colecciones, a quienes queremos agradecer todo su apoyo y las útiles discusiones manteni-
das con ellos. Asimismo queremos agradecer en estas instituciones la colaboración brinda-
da por Marcelo Reguero y Susana Bargo (MLP) y de Alejandro Karmarz y José Luis Gómez
(MNCN).
Durante estos años también revisamos las colecciones del Instituto Miguel Lillo de de
la Universidad Nacional de Tucumán y del Museo Municipal de Ciencias Naturales "L.
Scaglia" de Mar del Plata. En esas instituciones contamos con la apreciable colaboración de
Jaime Powel y de Galileo Scaglia, responsables de las respectivas colecciones. También
nuestro agradecimiento a Alejandro Dondas de Mar del Plata.
En 1988 conseguimos ayudas independientes (MTA del CSIC y JLP del CONICET)
para estudiar las colecciones de équidos del Museo de la Universidad Politécnica de Quito
(Ecuador) y del Museo Nacional de Historia Natural de Cota-Cota, La Paz (Bolivia).
Queremos agradecer al Sr. Herrero y a Solymar López de Ecuador todas las facilidades y
ayudas recibidas, así como a Eliana Flores, directora del MNHN de Bolivia y a Freddy
Alvarado que nos ayudó en todo momento con el material. En Bolivia también queremos
agradecer de manera especial a Margarita del Toro que nos facilitó el estudio de un cráneo
completo de Hippidion depositado en la Universidad de La Paz y a Federico Anaya del
GEOBOL.
Como parte de esta colaboración, obtuvimos apoyo de la Comunidad Europea (contra-
to núm. CI1* -CT90-0862) para un proyecto más amplio que incluyó a investigadores de la
División de Paleontología de Vertebrados del Museo de La Plata (Argentina), el
Departamento de Paleobiología del Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid
(España), y el Dipartimento di Scienze della Terra de la Università di Pisa (Italia). El pro-
yecto que denominamos: "Continental records of climate and biological evolution of the last
5 Ma by correlation between northern hemisphere (S-W Europe) and southern hemisphere
12 ALBERDI & PRADO P R E FA C I O
la humanidad. En efecto, los caballos han casi a nivel de exterminio en la mayor parte INTERÉS EN
tenido un papel importante en la ciencia, en de Europa, quedando un cierto número de
ESTUDIAR LOS
el arte y en la cultura. En el viejo mundo los sobrevivientes en las llanuras de Rusia y en
datos más antiguos de la asociación entre Asia noroccidental, algunas manadas en
CABALLOS
caballos y culturas primitivas se encuentran Escandinavia meridional y en la Península
en las pinturas del Paleolítico Medio y Su- Ibérica, mientras que en el resto de Europa
perior que aparecen en el interior de algunas
Figura I-1.
cuevas o aleros, principalmente en Francia y
Detalle del
España. Uno de los ejemplos clásicos en el
gran techo
arte rupestre son las pinturas de Altamira
pintado de
(Santander, España Figura I-1 y I-2). Parece la cueva de
ser que estas pinturas fueron hechas por los Altamira.
primeros Homo sapiens, quienes representa- En el cen-
ron caballos salvajes entre otros mamíferos tro, aproxi-
del Pleistoceno superior. Estas pinturas en madamen-
cuevas aunque se encuentran principalmen- te, se
te en Europa occidental también las hay en observa el
otras zonas del Viejo Mundo. dibujo de
En América, el registro arqueológico de un caballo.
te restringido a América del Sur y no encuen- dientes en Pedra Vermelha, Estado de Bahia.
tran evidencias sobre las relaciones de este Un molar superior pertenece, probablemen-
género con «Onohippidium» galuhai de Norte te, a la especie Equus (Amerhippus) neogeus
América que describieron MACFADDEN & (LUND 1840).
SKINNER (1979). Sobre la presencia de un solo En 1855, GERVAIS estudia los mamíferos
género de hippidiformes ha habido y continúa de América del Sur. Este autor reúne bajo el
habiendo controversia, en parte debida a las nombre de Equus neogaeus parte de los
distintas valoraciones sobre los caracteres que materiales de Lagoa Santa, los de distintas
se pueden considerar genéricos o sólo especí- localidades de la provincia de Buenos Aires
ficos (ver ALBERDI 1987; ALBERDI & PRADO (Argentina), los de Chile y los materiales de
1993, 1998; MACFADDEN 1997, 1998; entre tamaño grande recolectados por W EDDELL
otros). en Tarija (Bolivia). Asimismo, mantiene el
Capítulo II Caballos fósiles de América del Sur 27
Figura II-6.
Serie izquier-
La Plata y otros de la localidad de Luján,
da con M1-M3 denominándolos respectivamente Hippidion
del angulatum e Hippidion compressidens. En
Ensenadense 1904 este mismo autor incluye la primera de Figura II-7. M3 derecho del Ensenadense de
de Tarija des- estas especies en un nuevo género, Nesohip - Tarija descrito por AMEGHINO (1904)
crita por pidion (Figura II-5), en tanto que la segunda como Parahipparion.
AMEGHINO la transfiere a Onohippidium. Este mismo
(1904) como año, AMEGHINO funda los géneros Stereohip - ce cinco nuevos géneros con lo que la siste-
Stereohippus. pus y Parahipparion (Figuras II-6 y II-7, mática de esta familia se va ampliando con-
respectivamente) para los materiales proce- siderablemente, máxime si tenemos en cuen-
dentes de Tarija y Patagonia respectivamen- ta las nuevas especies que se van nominan-
te, y renombra Hipphaplous procedente de do dentro de cada uno de estos géneros.
las barrancas del Paraná como: Hipphaplus Por su parte, PHILIPPI en 1893 estudia
(Figura II-8). MONES 1986, considera ésta unos restos procedentes de Bolivia, en los
una enmienda ilegítima. En 1908 introduce cuales identifica dos tamaños, uno grande
un nuevo género al analizar unos restos pro- que denomina H. bolivianum y otro pequeño
cedentes de las barrancas de Chapadmalal que asigna a H. nanum BURMEISTER, 1889.
que denomina Plagiohippus. De esta mane- Los primeros restos procedentes de la
ra AMEGHINO además de reconocer los géne- Patagonia extraandina fueron excavados por
ros ya existentes en la bibliografía, introdu- HAUTHAL (1899; en la Cueva del Milodón) y
Figura II-8. Serie izquierda con P2-M3 del Ensenadense de Mar del Plata (Provincia de Buenos
Aires) descrita por AMEGHINO (1904) como Hipphaplus.
Capítulo II Caballos fósiles de América del Sur 29
BIRD (1938) consideró los restos de las hippus) neogaeus para la forma del Brasil.
cuevas de Pali Aike y Cerro Sota como De Hippidion sólo cita una falange algo
Onohippidium. rodada y sin localidad.
SPILLMANN (1938) describe cuatro nue- PAULA COUTO (1953) refiere una falange
vas especies distintas para el género Neo - ungueal de équido encontrada en Xique
hippus en Ecuador: Neohippus Martinei, Xique, Estado de Bahía (Brasil).
Neohippus Santae-Elenae, Neohippus Riva - EMPERAIRE & LAMING (1954) en el estu-
deneirae y Neohippus Postremus dio de la Cueva del Milodón, indican la con-
En 1938, MATTOS, narra el descubrimien- temporaneidad entre el hombre y Onohippi -
to de un cráneo muy fragmentado encontrado dium en dicha Cueva.
en la gruta Lapa do Galinheiro, municipio de FERNÁNDEZ DE ÁLVAREZ, en 1957 crea el
Lagoa Santa (MG, Brasil) perteneciente a la nuevo género Hypohippidium, con la espe-
especie Equus (Amerhippus) neogaeus. Este cie H. humahuaquense a partir de unos res-
cráneo se encuentra depositado en la colec- tos de tamaño pequeño, procedentes de la
ción del Museo de Historia Naturais, Belo Quebrada de Humahuaca (noroeste de Ar-
Horizonte. En esta colección hay, pertene- gentina). En 1958 esta autora describe y
cientes a la misma especie, diversos dientes y figura los restos atribuidos a H. uquiense por
metápodos recolectados en la región de KRAGLIEVICH (1934) y en 1959 reúne todas
Lagoa Santa en la década de 1930 que nunca las formas hippidiformes de tamaño peque-
fueron estudiados. PRICE (1944) refiere "res- ño en el género Parahipparion.
tos de équidos" encontrados en Araxá (MG) SOUZA CUNHA (1959) da cuenta del
en asociación con otras piezas pleistocenas hallazgo de un P2, también de Santa Vitória
de Eremotherium y Stegomastodon. do Palmar, identificándolo como Equus sp.
En 1944, PAULA COUTO, describió un Posteriormente (1966, 1978), este autor
fragmento de molar encontrado en Santa registra la presencia de molares y falanges en
Vitória do Palmar, Estado de Río Grande do los municipios de São Rafael, Estado de Rio
Sul que atribuyó a Hippidion sp. Grande do Norte, Limoeiro e Itapipoca, am-
VIDAL (1946) colectó tres molares y cua- bos en el Estado de Ceará (Brasil) que iden-
tro metápodos en Pesqueira, Estado de Per- tifica como pertenecientes a Hippidion sp.
nambuco (Brasil), que identificó como per- En 1971, estudió algunas piezas de la colec-
tenecientes a Equus sp. ción LUND para determinar el tipo de una de
HOFFSTETTER, en 1950 crea el género las especies brasileñas: Equus (Amerhippus)
Amerhippus para englobar a todas las for- n e o g a e u s. El mismo autor en 1981 describe
mas caballinas de América del Sur. Pos- un cráneo, una mandíbula y una vértebra
teriormente, en 1952 incluye Amerhippus provenientes de la localidad de Corumbá
como un subgénero de Equus. Este autor (Estado de Mato Grosso do Sul, Brasil) y
reconoce para Ecuador varias especies de para estos restos propone una nueva especie:
Equus: E. (Amerhippus) andium, E. (Amer - Equus (Amerh i p p u s) vandonii (Figura II-11).
hippus) martinei y E. (Amerhippus) santae- En 1960, PORTA analiza las colecciones
elenae (las dos últimas descritas previamen- procedentes de la sabana de Bogotá (Colom-
te por SPILLMANN 1938). H OFFSTETTER tam- bia) y describe un cráneo colectado por el
bién menciona E. (Amerhippus) insulatus en Hno. D ANIEL (Lasaliano), nominándolo co-
Tarija, E. (Amerhippus) curvidens para la mo Equus (Amerhippus) lasallei (Figura II-
provincia de Buenos Aires y E. (A m e r - 12). S OUZA CUNHA (1960) cita una nueva
32 ALBERDI & PRADO Capítulo II
punto cualquiera del continente y el mar, res como AMEGHINO (1906), KRAGLIEVICH Figura III-1.
hace que una modificación del ambiente (1934), y SIMPSON (1940) propusieron repre- Correlaciones estrati-
físico regional se transmita más rápidamen- sentar esta vinculación a partir del agrupa- gráficas del Cenozoico
te a la biota de la zona austral que a aquella miento de las sucesivas faunas de mamíferos tardío de América del
Sur. Tomado de
ubicada en las regiones intertropicales del en distintas categorías de nivel jerárquico cre-
ALBERDI et al. (1995b)
continente (PASCUAL 1984; PASCUAL & ciente (por ejemplo "Fauna"-"Ciclo Faunís-
ORTIZ JAUREGUIZAR 1990; PASCUAL et al. tico", sensu KRAGLIEVICH 1934). Más tarde,
1996). De acuerdo con las evidencias dispo- ORTIZ JAUREGUIZAR (1986) y posteriormente
nibles, a lo largo del Terciario los ambientes PASCUAL & ORTIZ JAUREGUIZAR (1990, 1991),
propicios para la vida y/o la preservación de propusieron un esquema más complejo y
los animales, ya sean continentales o mari- explicativo, integrado por Subciclos, Ciclos,
nos, fueron desplazándose de Sur a Norte y Superciclos y Megaciclos Faunísticos. De
40 ALBERDI & PRADO Capítulo III
quén Salado (PARDIÑAS et al. 1996), el Estas biozonas son válidas para algunas
Miembro la Chumbiada (DILLON & RA- localidades clásicas de la Región Pampeana
BASSA 1985) y el Miembro Guerrero de donde hay un registro muy completo. Pero
la Formación Luján en la localidad de no han resultado de utilidad cuando se pre-
Paso Otero (PRADO et al. 1987). Locali- tende correlacionar los conjuntos faunísticos
dad tipo: no definida por los autores, tal de otras regiones de América del Sur o
vez Paso Otero. incluso con otras cuencas en la misma re-
10) Biozona de Lagostomus maximus. Com- gión, por ejemplo el caso de Uruguay (UBI-
prendería el Miembro Río Salado de la LLA et al. 2004). Por esta razón, en esta
Formación Luján. Localidad tipo: no monografía se utilizan las Edades mamífero
definida por los autores, tal vez Paso para poder utilizar unidades reconocidas en
Otero. todas las localidades de América del Sur.
Capítulo IV Caballos fósiles de América del Sur 49
mación Lobería (560-M); una parte del crá- Equus (Amerh i p p u s) lasallei. Este ejemplar
neo y mandíbula de Mar del Plata, alrededo- está depositado en el Museo de las Escuelas
res de la Playa Santa Elena (58-S); un frag- Cristianas (Lasalianas MCLU - sin número).
mento de la mandíbula de Barranca de “La En las colecciones del Museo Nacional
Perla” (43-S); un maxilar derecho con P2- de Historia Natural de Santiago están depo-
M3 de Arroyo Frias (Villa Gobernador Gál- sitados los fósiles de équidos de las locali-
vez), provincia de Santa Fé (646-S). Tam- dades más importantes de Chile, todos con
bién está, el cráneo completo de Hippidion la sigla SGO.PV. Esta sigla corresponde a la
principale recuperado recientemente en los Sección de Paleontología del Museo Nacional
acantilados costeros del sector norte de Mar de Historia Natural de Santiago (Chile).
del Plata por Alejandro Dondas y el personal Detalles del material en el Anexo V.
del Museo Municipal “Lorenzo Scaglia” Los sitios arqueológicos procedentes de
(MMP -2600). Este representa una nueva la Patagonia chilena, en la provincia de
localidad de Hippidion en Argentina y ha Magallanes, zona sur de Chile, han suminis-
sido descrito por ALBERDI et al. (2001b). trado numerosos restos de megafauna, que
En el Museo del Instituto Miguel Lillo están depositados, en su mayor parte, en el
de la Universidad Nacional de Tucumán Instituto de la Patagonia (Punta Arenas) y
(LIL) están depositados unos pocos dientes corresponden al Pleistoceno final, donde
de Hippidion y de Equus (Amerhippus) de la ALBERDI & PRIETO (2000) reconocen la pre-
provincia de Buenos Aires recuperados por sencia de Hippidion saldiasi. (Detalle de los
RUSCONI. restos estudiados en el Anexo VI).
En los Museos de Bolivia están deposi- Cueva del Milodón situada en el Parque
tados gran cantidad de restos de équidos de Nacional del mismo nombre, se conoce tam-
la localidad de Tarija. Especialmente en las bién con los nombres de Última Esperanza
colecciones del Museo Nacional de Historia y/o Cueva Eberhardt. La datación más anti-
Natural de Cota-Cota, La Paz (MNHN). gua de esta fauna es de 13.183 ± 202 BP
Estos restos se detallan en el Anexo III. (BORRERO 1997). Los restos de Hippidion
En el Museo del Servicio Geológico de saldiasi se encuentran depositados en nume-
Bolivia (GEOBOL) los restos son escasos, rosos Museos como el Museo de la Plata, en
aunque en el estudiamos un cráneo de Hip - el Natural History Museum de Londres, en
pidion entero depositado en el Departamen- el Naturkunde Museum de Berlín, en el
to de Paleontología de la Universidad (1242), Museo de Malmö y en el American Museum
un calcáneo sin número y otro UF-91956 of Natural History de Nueva York. Cueva
(sigla de la Universidad de Florida). Lago Sofía 1 se ubica fuera del Parque
En las colecciones de Ecuador destacan Nacional de Cueva del Milodón, a 20 km al
las del Museo de la Escuela Politécnica Na- N de Pto. Natales, en los bordes del Lago
cional de Quito (MEPN), donde están depo- Sofía, sobre una terraza glacial frente al
sitados parte de los restos estudiados por cerro Benítez. Los restos de fauna fueron
HOFFSTETTER en los años 50. Detalles del registrados por debajo de los niveles arqueo-
material en el Anexo IV. lógicos y están datados en torno a 12.900
El único resto procedente de Colombia lo años AP (BORRERO et al. 1998). Cueva Lago
hemos tomado de la literatura. Corresponde Sofía 4, situado al lado de la anterior es
al cráneo de la Sabana de Bogotá descrito por prácticamente un cubil (B ORRERO, et al.
PORTA (1960) como una nueva especie: 1997). Cueva de La Ventana, cerca de la
Capítulo IV Caballos fósiles de América del Sur 53
En Europa hay Colecciones muy impor- colección contiene varios restos de équidos
tantes con restos de équidos de América del procedentes de Bolivia que se detallan en el
Sur, que fueron excavados principalmente Anexo XII.
durante el siglo XIX y la primera mitad del En el Malmömuseer de la ciudad de
XX. Este es el caso del Institute de Paléonto- Malmö (Suecia) tienen una pequeña colec-
logie du Muséum National d'Histoire Nature- ción de restos provenientes de la Patagonia
lle de París (IPMNHN) donde están deposi- chilena, concretamente los restos de Hippi -
tadas parte de las colecciones de BOULE, de dion de la Cueva Eberhardt, recolectado por
GERVAIS, de H OFFSTETTER, entre otros. De- LAGRET. Estos consisten en los siguientes
talles del material estudiado en este centro restos: 106 – fragmento de piel con pelo; 99
en el Anexo X. – calcáneo derecho; 108 – extremidad distal
En el Natural History Museum de de MCIII derecho; 103 – fragmento de man-
Londres (NHM), Inglaterra, están deposita- díbula con dp2-dp3 derecho; 97 (98) – dos
dos algunos restos de Hippidion saldiasi p r o- 2FIII (97 entera, una un fragmento de la
cedentes de Cueva del Milodón, Patagonia. parte postero-distal; 95 (49b) – 3FIII; 94a -
Consisten en varias falanges del tercer dedo: fragmento de maxilar izquierdo con P2; 100
1FIII, 2FIII y 3FIII, estas últimas conservan – astrágalo izquierdo; s/n – P2 izquierdo;
la pezuña (siglas M15824, M8719, M8041, 104 – 1FIII rota; 96 – 2FIII; 105 a [A’] –
cada número incluye varios restos). navicular derecho del tarso y mágnum dere-
En el Zoologiske Museum of Koben- cho; 105 – navicular del tarso, mágnum y
havn (ZMK), en Dinamarca está depositada escafoides o navicular del carpo, todos dere-
la Colección LUND. En ella destacan los res- chos; 180 1 – articulación de escápula, posi-
tos de Hippidion de Brasil, en especial de la blemente joven; 180 B – articulación de
región de Lagoa Santa, recuperados en su escápula más robusta y más grande (posi-
mayor parte por Peter LAUSEN. Detalles del blemente adulta); 109 - incisivos I1, esmal-
material estudiado en Anexo XI. te de I3?.
En las colecciones del Natur Historiska En el Naturkunden Museum de Berlín
Riksmuseet de la Universidad de Estocolmo están depositados varios restos procedentes
(Suecia) están depositados los restos de de América del Sur. Hay restos que vienen
Hippidion de Tirapata (Perú), que consisten de Cueva del Milodón (= Cueva Eberhardt,
en: 1 fragmento pequeño de cráneo, 3 frag- = Última Esperanza) de Hippidion saldiasi,
mentos de hemimandíbulas, 3 fragmentos que R. HAUTHAL recogió en Patagonia.
de húmero, 3 radios enteros, 1 tibia entera, 2 También están depositados restos de équi-
metacarpianos enteros, 3 calcáneos, 4 astrá- dos de Ecuador y Tarija, sobre todo cráneos
galos, 3 1FIII, 2 2FIII y 2 3FIII. Este mate- y mandíbulas de Equus ( Amerhippus) an -
rial no ha sido incluido por estar en estudio dium y Equus (Amerhippus) insulatus. Deta-
por el Dr. Lars W ERDELIN. Además, esta lle de los restos en el Anexo XIII.
Capítulo V Caballos fósiles de América del Sur 55
yugales, calculó la media de la altura máxi- ro de medidas. ALBERDI (1974) buscó aquellas
ma de cada tipo de diente, que suele estar en medidas de determinadas pieza del esqueleto
torno a 60 mm, y los dividió en 6 estados de que pudieran indicar diferencias significativas
desgaste, de 10 mm cada uno, con el fin de en la talla general de las que poder inferir el
compararlos con los dados por SONDAAR grado de las diferencias. Así, en los huesos lar-
(1961). Para los análisis comparativos eli- gos buscó la mayor o menor gracilidad, por
minó los dientes que presentaban un escaso ello en MCIII y MT III (representados en la
desgaste o con desgastes muy avanzados mayoría de las poblaciones) obtuvo el índice
(ger y V), es decir los extremos y comparó de gracilidad o “masividad” dado por HUSSAIN
los desgastes I a IV totalmente equiparables (1971). Midió en ellos longitud máxima, diá-
con los de S ONDAAR (1961). Analizó la fre- metros transverso y antero-posteriores de la
cuencia de los pliegues en las distintas zonas extremidad proximal, otro tanto en la distal,
mesial y distal de la prefoseta y de la postfo- diáfisis, entre otras. En los huesos cortos úni-
seta de los P3-4 y M1-2, para obtener en cada camente obtuvo la talla, mediante las dimen-
una de ellas la moda con respecto al plega- siones de longitud (L), anchura (A) y altura
miento en los distintos tipos de dientes en las (H) para su comparación con los distintos gru-
poblaciones de Hipparion españolas. En el pos. Para los casos en que dos muestras bas-
caso del pliegue caballino, hizo lo mismo con tante semejantes presentan ciertas diferencias
respecto a P3-4 y M1-2; de esta manera, en el cuantitativas, se desarrolló un coeficiente de
análisis comparativo se puso de manifiesto contrastación Z, que actúa como una t de
que en algunos grupos se diferencian más STUDENT con N1 + N2 – 2 grados de libertad,
precozmente que en otros; otra gráfica deter- elaborado por J. ALBERDI.
minó qué estado de desgaste está más repre- Sin embargo, en este punto de las inves-
sentado en cada yacimiento, o lo que es lo tigaciones sobre los équidos, a finales de los
mismo, qué edad predomina en cada pobla- años 70, no había un consenso sobre como
ción, lo que dibujó la curva de cómo varía el debían relevarse los caracteres. En conse-
plegamiento en los distintos grupos. cuencia dos investigadores se referían al
Desde un punto de vista cuantitativo, con- mismo carácter pero lo median en forma
sideró la longitud y anchura del protocono en distinta y por tanto la comparación de datos
la superficie oclusal, así como la altura de la procedentes de distintas fuentes era de
muralla en dientes sin desgastar, para obtener dudosa fiabilidad. A esto se sumaba otro
la hipsodoncia y en los demás para determi- problema, que las medidas que se obtienen
nar su grado de desgaste, así como el índice sobre un mismo hueso suelen variar según la
de anchura de los dientes en superficie oclu- persona que las realice, ya que no todos al
sal. En los maxilares y series mandibulares medir una longitud lo hacen a partir de los
completas, midió la longitud de la serie P2- mismos puntos morfométricos. En 1979c,
M3/p2-m3, longitud de la serie premolar (P2- Vera EISENMANN presenta una revisión del
P4/p2-p4), y longitud de la serie molar (M1- género Equus considerando las formas
M3/m1-m3); y obtuvo con ello el índice de actuales y fósiles, donde propone un enfo-
longitud de la serie molar (MM/mm) con res- que morfométrico para el análisis de los
pecto a la premolar (PP/pp), tanto en superio- équidos.
res como en inferiores. Con el fin de unificar las distintas nomen-
En relación con el esqueleto apendicular, claturas y equipara las diferentes medidas
los autores precedentes dieron un gran núme- utilizadas por los distintos autores, se cele-
58 ALBERDI & PRADO Capítulo V
del número de pliegues caballinos en una postfoseta (Dpost). En las poblaciones muy
determinada población. Esto puede en parte numerosas, tiene sentido y es posible hacer
desfigurar la posible situación de la media y este análisis por separado en los distintos
la moda con respecto a la mediana y a la estados de desgaste (del I al IV), observan-
curva de variación según el desgaste en los do que con éste disminuye considerable-
distintos grupos. Por ello, se puede realizar mente la profundidad de los pliegues, y pue-
una gráfica con las distintas frecuencias de den quedar incluso figuras anómalas o
pliegues en cada población, obteniendo de deformadas. Se pueden considerar más pri-
esta manera su moda, su recorrido y su ten- mitivas las formas muy complicadas, con
dencia; siempre teniendo en cuenta el estado muchos pliegues, en el caso de Hipparion.
de desgaste de los molares, en las poblacio- Confluencia de las fosetas (Confl. Fos.).
nes numerosas (A LBERDI 1974). De esta Las fosetas en los dientes superiores se pre-
manera, se observa como disminuye o se sentan a veces unidas por su zona más
pierde la profundidad y la complicación de labial. Esto puede deberse en algunos casos
este pliegue con el desgaste. En general este a que los pliegues del metalofo no están aún
carácter se observa sobre P3-4 y M1-2 que formados en la parte superior de la corona
son las piezas en que está mejor representa- (dientes poco gastados). Sin embargo, en la
do (sobre P2 y M3 son más variables). Se mayoría de las formas podemos considerar
puede considerar primitiva la presencia de esta variante como una característica especí-
pliegue caballino complicado. fica, sobre todo en términos de frecuencias.
Pliegues de las fosetas (PlsFos). Las fose- Se suele dar, predominantemente, en P2, no
tas de los dientes superiores suelen presen- siendo tan frecuente en los otros dientes, y
tarse limitadas en general con un plega- normalmente más en premolares que en
miento más o menos reiterado y profundo molares (muy raro en estos últimos). SON-
sobre las paredes mesial y distal del esmal- DAAR (1961) ya consideraba este carácter.
te; esta complicación varía considerable- Esta unión varía con el estado de desgaste
mente de unos grupos a otros. La mayoría de del diente. Aunque la presencia de confluen-
los autores presentan el número de pliegues cia de las fosetas es más frecuente en las
por una fórmula dada por GROMOVA (1952), especies de Hipparion, también está presen-
mientras que F ORSTEN (1968) lo expresa te en algunas formas de Equus.
mediante una sola cifra. Estas fórmulas no Bucle disto-lingual de la prefoseta (B. D-
representan la verdadera evolución morfoló- L pref). En esta zona de la prefoseta el
gica de este rasgo en cada diente a lo largo esmalte suele presentar un pliegue destaca-
de su crecimiento. ALBERDI (1974), como en do -más profundo, amplio y complicado-
el caso del pliegue caballino, representa grá- que en el resto de ella, siendo denominado
ficamente las frecuencias de los pliegues en por algunos autores “bucle prefoseta” (ver
las distintas zonas de las fosetas, marcando SONDAAR 1961:227). La amplitud de varia-
su moda, recorrido y tendencia, en cada ción de este carácter es relativamente peque-
muestra o población estudiada. Para ello se ña, salvo en el caso de aquellas formas
cuenta el número de pliegues en la parte donde el esmalte está menos plegado y el
anterior o mesial de la prefoseta (APre) y en bucle prefoseta es sencillo. Igualmente, que
la distal o posterior de la prefoseta (DPre) en otros caracteres, este disminuye su intensi-
P3-4 y M1-2, igualmente en la parte anterior dad con el desgaste, llegando incluso a des-
de la postfoseta (APost) y posterior de la aparecer en un desgaste muy avanzado.
64 ALBERDI & PRADO Capítulo V
Lazo metacónico-metastílido (L. Med- aplicando todos los métodos estadísticos posi-
Msd). Los dientes inferiores del género bles. Observamos que la variación de talla es
Hipparion presentan un dibujo muy caracte- bastante marcada aun entre piezas del mismo
rístico en forma de lazada redondeada, en la yacimiento. Sin embargo las diferencias rea-
región centro-lingual del diente; mientras les las hallamos con la comparación de las
que en Equus el lazo tiene forma más angu- proporciones de las medidas de cada pieza, de
losa. Observamos en las especies de Hippa - un yacimiento con respecto a otro. Y parecen
rion evolucionadas una clara convergencia más acusadas las diferencias de talla entre los
con Equus para este carácter. huesos largos, que entre los cortos.
Por ello se diferencian dos tendencias en Esbeltez (Esb.). Esta característica única-
los équinos respecto a este carácter; un “lazo mente se puede observar en los huesos largos,
tipo hiparionino” y otro “tipo equino”. cuanto más largos y estrechos, más esbeltos o
Además, el lazo en su zona central forma un gráciles son. Los huesos que están mejor
seno en V más o menos abierto, variando representados en la mayoría de las poblacio-
según el grupo y el tipo de diente (ej. en p2 nes y que tienen una gran importancia en el
generalmente muy abierto y poco profun- tipo de desplazamiento de los animales de
do). También observamos en la base de la V este grupo son los metápodos: MCIII y
un pliegue hacia el exterior, más común en MTIII. El índice de robustez o gracilidad de
poblaciones primitivas de Hipparion. La estos, siguiendo a HUSSAIN (1971) y ALBERDI
base de la lazada, en algunos grupos, pre- (1974) se calcula mediante esta fórmula
senta un estrechamiento muy pronunciado A diáfisis x 100/L total
formando a modo de un pedúnculo, muy donde A es la anchura mínima del punto
característico del género Equus, y que sólo medio de la diáfisis y L es la longitud total
encontramos en las formas de Hipparion del metápodo en porcentajes. BERNOR et al.
más evolucionadas. (1990) cree que es más ajustada la misma
Forma del protocónido e hipocónido (F. fórmula pero tomando la anchura articular
Prd e Hyd). Bucalmente, el protocónido e distal máxima en lugar de la anchura míni-
hipocónido, en los dientes inferiores de Hip - ma en la diáfisis. Los resultados son equipa-
parion, tienen una forma característica, más rables en ambos casos. Este índice indica la
o menos redondeada, como si su pared bucal mayor o menor robustez o gracilidad de los
estuviera algo abombada, mientras que en huesos largos.
Equus es muy plana. Este carácter se pre- El ángulo que forma la faceta de articu-
senta de la misma manera que los anteriores lación para el hamatum con la faceta de arti-
en las especies de Hipparion evolucionadas. culación para el mágnum en el MCIII, fue
Podría ser una posible convergencia. empleado por primera vez por HUSSAIN
(1971) para relacionar el estado primitivo o
derivado, -a mayor inclinación de la faceta
HUESOS para el hamatum, menor ángulo-, y primiti-
vo, con la evolución, el ángulo iría aumen-
Talla (T). El tamaño de un ejemplar puede tando. Sin embargo, en el caso de los equi-
representarse numéricamente, mediante un nos está muy relacionado con el soporte del
número o varios que nos indiquen cuantitati- peso del animal, más centralizado en los
vamente su tamaño, y nos permiten la compa- metápodos a medida que los dedos laterales
ración numérica entre distintas poblaciones, se van reduciendo.
Capítulo V Caballos fósiles de América del Sur 69
Figura V-13. La
1. Diámetro del acetábulo.
dimensión más
importante de
Entre los huesos largos destacan el húmero,
la pelvis en
radio, ulna, fémur y tibia. vista lateral, es
acetábulo.
HÚMERO Figura V-14 Tomada de
EISENMANN et al.
1. Longitud máxima. (1988).
2. Longitud máxima de la cabeza.
3. Anchura mínima de la diáfisis (oblicua).
4. Diámetro perpendicular al anterior.
5. Anchura máxima proximal.
6. Anchura antero-posterior proximal a
nivel del tubérculo mediano.
7. Anchura máxima de la tróclea.
8. Anchura antero-posterior máxima dis-
tal.
9. Altura máxima de la tróclea (parte
medial).
70 ALBERDI & PRADO Capítulo V
Figura V-14. Las dimensiones más importantes del húmero, el radio, el fémur y la tibia. Los dos prime-
ros a la izquierda y los dos últimos a la derecha. Tomada de EISENMANN et al. (1988).
Capítulo V Caballos fósiles de América del Sur 71
RADIO Figura V-14 Figura V-16. Las dimensiones más importantes de los metápodos
centrales, MCIII a la izquierda y MTIII a la derecha.
1. Longitud máxima. Tomada de EISENMANN et al. (1988).
2. Longitud medial.
3. Anchura mínima. 12. Anchura del cóndilo ulnal.
4. Anchura antero-posterior de la diáfisis a
nivel de la dimensión 3. ULNA Figura V-15
5. Anchura articular proximal.
6. Anchura antero-posterior articular pro- 1. Longitud máxima.
ximal. 2. Longitud del oleocráneon.
7. Anchura máxima proximal. 3. Anchura articular máxima.
8. Anchura articular distal. 4. Anchura antero-posterior mínima del
9. Anchura antero-posterior articular dis- oleocráneo.
tal. 5. Anchura antero-posterior a través del
10. Anchura máxima distal. proceso anconaeo (antiguo pico del oleo-
11. Anchura del cóndilo radial. cráneo).
72 ALBERDI & PRADO Capítulo V
1. Longitud máxima.
2. Longitud medial.
3. Anchura mínima.
4. Anchura antero-posterior mínima a la
altura de la diáfisis, más o menos al
nivel de la dimensión 3.
5. Anchura máxima proximal.
6. Anchura antero-posterior máxima pro-
ximal.
7. Anchura máxima distal.
8. Anchura antero-posterior máxima dis-
tal.
9. Longitud de la fosa digital.
1. Longitud máxima.
2. Longitud de la parte proximal.
3. Anchura mínima.
4. Anchura máxima proximal.
5. Anchura antero-posterior máxima pro- Figura V-18. Las dimensiones más importantes de las falanges del
ximal. dedo central, -A-B-C-D de la 1FIII, E-F de la 2FIII y G-H-I de la 3FIII-.
6. Anchura máxima distal. Tomada de EISENMANN et al. (1988).
7. Anchura antero-posterior máxima dis-
tal. TERCER METATARSAL (MTIII)
Figura V-16
ASTRÁGALO (AS) Figura V-17
1. Longitud máxima.
1. Longitud máxima. 2. Longitud medial.
2. Diámetro máximo del cóndilo medial. 3. Anchura mínima, a la altura media de la
3. Anchura de la tróclea (en el vértice de diáfisis.
cada cóndilo). 4. Anchura antero-posterior de la diáfisis
4. Anchura máxima. al mismo nivel de la dimensión 3.
5. Anchura articular distal. 5. Anchura articular proximal.
6. Anchura antero-posterior articular distal. 6. Anchura antero-posterior articular pro-
7. Anchura antero-posterior máxima medial. ximal.
74 ALBERDI & PRADO Capítulo V
DE LOS
lo, en su extremo superior, presenta una doble
(1989), quienes incluyen en este grupo a los
quilla que da lugar a una superficie en forma
extintos Hyracoidea, Equidae, Rhinocero- PERISODÁCTILOS
de polea típica, para articular con el maléolo
thidae y Tapiridae.
de la tibia. Su superficie distal, que se articu-
Los Perissodactyla se caracterizan por ser
la con otros huesos del tarso, es más bien
ungulados mesaxónicos (Figura VI-1), es
decir, presentan un pie en el cual domina el
tercer dígito, el central. El eje del pie pasa por
el tercer dedo. La reducción del número de Figura VI-2.
dígitos tuvo lugar a lo largo de la evolución Representación de
de este grupo desde el Eoceno y se refleja en los tres dedos funcio-
las formas con tres e incluso un solo dígito, nales de las extremi-
dades anteriores (a la
izquierda) y posterio-
res (a la derecha) de
los Perissodactyla a
lo largo de su evolu-
ción. De abajo a arri-
ba: Orohippus,
Mesohippus,
Miohippus, Hipparion,
Pliohippus y Equus.
Modificado de
SIMPSON (1951).
La posición sistemática de Hyracoidea dentro de la Clase Eutheria sigue siendo motivo de controversia. Diversas
opiniones pueden encontrarse en BENTON (1988), NOVACEK (1989, 1990), PROTHERO et al. (1988), entre otros.
FISCHER (1989) se pregunta si ellos están más relacionados con los Sirenia y Proboscidea (= Paenungulata) o corres-
ponden al grupo hermano de los ungulados de dedo-impar –perisodáctilos-. WYSS et al. (1987) consideran que los
caracteres morfológicos (sinapomorfías) no soportan la monofilia de Paenungulata, especialmente si se compara con
las sinapomorfias del grupo hermano Hyracoidea + Mesaxonia. Sin embargo, para FISCHER (1989) el test de los
caracteres morfológicos (taxeopodia, musculatura, membranas fetales y placentales y morfología del cráneo) usa-
dos como argumentos para asumir la teoría de WYSS indican evidencias positivas débiles. También indica que los
datos moleculares que soportan la monofilia de Paenungulata son inconsistentes. Y considera que hay caracteres
apomorfos en los órganos locomotores, en el maxilar y en las trompas de Eustaquio, que agrupan a Hyracoidea con
Perissodactyla. Según él, el saco de Eustaquio parece ser el carácter más significativo, que representa una estructu-
ra compleja y única de hiracoideos, équidos y tapires. Basándose en TASSY & SHOSHANI (1988), FISCHER asume que
la persistencia de una protuberancia en el maxilar es una condición derivada, restringida a hyracoideos y mesaxo-
nios. Referente a la locomoción, este autor considera que la coincidencia de muchos caracteres apomorfos de sus
órganos locomotores es más plausible debido a un proceso de adaptación común a la cursorialidad en el grupo tron-
cal de Hyracoidea y Mesaxonia. El asume esto debido al hecho de que algunas apomorfías sólo se encuentran en
estos dos grupos.
82 ALBERDI & PRADO Capítulo VI
Hyracotherium
te. Las raíces de los dientes también se hicieron presentantes de la tribu Hipparionini migran al
profundas lo que ocasionó que los alvéolos se Viejo Mundo en el Mioceno donde se registran
ubicaran por delante de las orbitas. El patrón de por primera vez a comienzos del Mioceno
los lofos en molares y premolares recuerda al superior (ALBERDI 1989; WOODBURNE 1989),
de los caballos modernos. Todos estos cambios persistiendo hasta el Pleistoceno medio en el
eran necesarios para remplazar una dieta ramo- sudeste de Asia y África (BERNOR & ARMOUR-
neadora por una pastadora que se produjo en el CHELU 1999). Durante dicho lapso de tiempo
Mioceno. Este fue el cambio más radical y estos équidos se cuentan entre los grupos de
rápido que ocurrió en la evolución de los caba- ungulados más abundantes de las faunas del
llos. La evolución del resto del cuerpo en Viejo Mundo (BERNOR & LIPSCOMB 1995)
Parahippus y Merychippus fue mucho más El estudio sistemático de las especies de
lenta que la ocurrida en la dentición. El cráneo la tribu Hipparionini del Viejo Mundo es
comenzó a tener una apariencia como la de los extremadamente complejo, debido funda-
caballos más modernos, el hocico se alargó, y mentalmente a las discrepancias sobre el
las órbitas comenzaron a cerrarse por la pre- valor, que diferentes autores le dan a la mor-
sencia de una barra post-orbitaria. La propor- fología de la fosa preorbital y su uso en la
ción de las extremidades y el tamaño del cuer- caracterización de géneros (EISENMANN 1976,
po varió de una especie a otra, pero se mantu- 1981, 1982; FORSTEN 1980, 1982, 1983; MAC-
vo en los mismos términos en que existe en los FADDEN 1984; EISENMAN et al. 1987; ALBERDI
caballos actuales. De todas maneras, la posi- 1989). Mientras algunos autores han soste-
ción sistemática de Merychippus es controver- nido la existencia de un único género con
tida (EVANDER 1989). Para algunos autores, varias especies y/o morfotipos sensu lato
algunas especies de “Merychippus” son el (ALBERDI 1974, 1989; ALBERDI & MORALES
grupo hermano de la tribu Hipparionini, en 1981; ALBERDI & ALCALÁ 1999), algunos
tanto que para otros lo son de la tribu Equini sostuvieron que las especies deben ser agru-
(HULBERT 1989). Si bien, SIMPSON (1951) plan- padas en un único género, diferenciando
tea dos líneas de caballo a partir de Mery - subgéneros (QIU et al. 1987; EISENMANN 1998),
chippus: Merychippus (Merychippus) que da y otros reconocieron la existencia de diver-
lugar a Hipparionini y Merychippus (Proto - sos géneros y grupos de especies, algunos
hippus) que da lugar a la tribu Equini. De todas parafiléticos (FORSTEN 1984; BERNOR &
maneras, independiente de la nomenclatura LIPSCOMB 1995; BERNOR et al. 1996; FORSTEN
que se adopte para ambos grupos, se produjo 1997a, 1997b; B ERNOR & ARMOUR-CHELU
una enorme radiación de los mismos en 1999). A pesar de estos inconvenientes taxo-
América del Norte, Europa, Asia y África nómicos, los Hipparionini del Viejo Mundo
durante el Mioceno medio. De la tribu Equini han sido utilizados con exito por los paleon-
nos ocuparemos en detalle en el capítulo tólogos para establecer correlaciones estrati-
siguiente. La tribu Hipparionini QUINN, 1955 gráficas (ALBERDI & MORALES 1981;
es un grupo monofilético de équidos que se FORSTEN 1984; EISENMANN & SONDAAR
reconoce por la presencia de un pliegue caba- 1989; B ERNOR et al. 1996) y para realizar
llino persistente y bien desarrollado en los estudios evolutivos, biogeográficos y/o
molares, y porque el metacarpiano V se halla paleoecológicos (FORSTEN 1975; BERNOR et
articulado primariamente con el IV (HULBERT al. 1990; H AYEK et al. 1992; B ERNOR &
& MACFADDEN 1991). Registrados por prime- LIPSCOMB 1995; CERLING et al. 1997; EISEN-
ra vez en el Mioceno medio de América del MANN 1998; ORTIZ JAUREGUIZAR & ALBERDI
Norte (MACFADDEN & SKINNER 1981), los re- 2003).
88 ALBERDI & PRADO Capítulo VI
Tabla VII-1. Matriz de datos utilizada por PRADO & ALBERDI (1996) para llevar a cabo el análisis
cladístico de la tribu Equini.
Caracteres
Taxones 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20
Outgroup 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
Protohippus perditus 0 1 0 1 0 1 2 0 0 0 1 0 1 0 0 0 0 1 0 0
Protohippus supremus 0 1 0 1 0 1 1 0 0 0 1 0 1 0 0 0 0 1 0 0
Pliohippus mirabilis 0 0 0 0 1 1 1 0 0 0 1 1 1 1 0 1 0 0 0 0
Hippidion devillei 2 0 0 0 1 1 2 0 0 0 1 1 2 1 0 1 0 0 1 1
Hippidion principale 2 0 0 0 1 1 2 0 0 0 1 1 2 1 0 1 0 0 1 1
Hippidion saldiasi ? ? ? ? ? 1 ? ? 0 0 1 1 1 1 0 ? 0 ? 1 1
‘Onohippidium’galushai 1 1 0 0 1 1 1 0 0 0 1 2 1 1 0 1 0 0 1 0
Dinohippus interpolatus 1 1 0 0 1 1 1 0 0 0 1 1 1 1 0 1 0 0 1 0
Dinohippus leidyanus 1 1 0 0 1 1 1 0 1 0 1 2 1 1 0 1 0 0 1 0
Dinohippus' mexicanus ? 1 1 0 1 1 3 1 1 1 1 2 1 2 1 1 0 0 1 0
Astrohippus stocki 1 1 0 0 1 1 2 1 1 1 1 2 1 1 1 1 0 0 1 0
Equus simplicidens 1 1 1 0 1 1 3 1 1 1 1 2 1 2 1 1 0 0 1 0
Hipótesis filogenética
Figura VII-12. Figura VII-13. Representación del cladograma
Cladograma más parsi- de las especies de Equini versus los niveles
Se utilizó el método de la sistemática filoge-
monioso de 31 pasos estratigráficos o rangos de edad siguiendo a
nética desarrollado por HENNIG (1966). Los
con un índice de con- NORELL & NOVACEK (1992a, 1992b). Las
datos fueron analizados utilizando el progra-
sistencia de 0,77 obteni- abreviaturas representan: O: grupo hermano.
do por PRADO &
ma HENNIG86 versión 1.5 para el análisis de
Pp: Protohippus perditus. Ps: P. supremus.
ALBERDI (1996) para la la parsimonia diseñado por FARRIS (1988),
CCp: Calippus (Calippus) placidus. CGm: C.
tribu Equini, utilizando aplicando la opción de enumeración implíci-
(Grammohippus) martini. Pm: Pliohippus
el programa Hennig86 ta y el procedimiento de ponderación sucesi- mirabilis. Hs: Hippidion saldiasi. Hd: H. devi -
versión 1.5 para el aná- vo. En la tabla VII-1 se presenta la matriz de llei. Hp: H. principale. Di: Dinohippus interpo -
lisis de parsimonia datos utilizada. Como resultado de este aná- latus. ‘O’g: ‘Onohippidium’ galushai. Dl: D.
diseñado por FARRIS lisis se obtuvo un cladograma de 31 pasos y leidyanus. As: Astrohippus stocki. Dm: D’.
(1988). Modificado de con un índice de consistencia de 0,77 (Figura mexicanus. Es: Equus simplicidens. S: coefi-
PRADO & ALBERDI (1996). VII-12). Se puede observar que la tribu Equi- ciente de Spearman. Modificado de
ni presenta cuatro sinapomorfías: ‘conexión PRADO & ALBERDI (1996).
del protocono’ [6]; ‘forma del protocono’
[7]; ‘altura de los molares’ [11] ‘profundi- [5(1)], ‘linguaflexido medio’ [12(1)], ‘meta-
dad del ectofléxido’ [13]. cónido y metastílido medio’ [14(1)] ‘presen-
El nodo basal muestra dos clados mayores. cia de diastema i3-c’ [16(1)] mientras que
Uno que incluye a Protohippus y Calippus; los caracteres 12 y 14 presentan cambios futu-
y otro que contiene al resto de las especies ros en el cladograma.
consideradas. El primer grupo, monofiléti- El grupo monofilético integrado por las espe-
co, presenta dos sinapomorfías: ‘hocico cies de Hippidion de América del Sur se
corto’ [4(1)] ‘amplio’ [18(1)]. caracteriza por la presencia de ‘metápodos
El segundo grupo está definido por las robustos’ [20(1)].
siguientes simapomorfías: ‘borde posterior Hippidion devillei e Hippidion principale se
de las coanas anteriores a nivel de P4-M1’ caracterizan por: ‘retracción de la hendidura
Capítulo VII Caballos fósiles de América del Sur 97
nasal a nivel del M1’ [1(2)], ‘protocono oval’ de América del Sur. Los materiales referidos
[7(2)] ‘ectoflexido profundo, penetrando en a ‘Onohippidium’ galushai por MACFADDEN
el istmo’ [13(2)]. & SKINNER (1979) quedan dentro del grupo
En líneas generales, este estudio muestra de Dinohippus sin relación evidente con
que las sinapomorfías de los dientes yugales Hippidion de América del Sur. Por su parte,
son las que definen a la tribu Equini. Por su Astrohippus stocki es considerado como la
parte, los caracteres craneales presentan más especie hermana del grupo Equus que inclu-
paralelismos y reversiones, en tanto que los ye a ‘Dinohippus’ mexicanus.
caracteres del esqueleto apendicular, la man- El análisis cladístico fue realizado sin
díbula y los dientes inferiores presentan algu- tener en cuenta el registro estratigráfico de
nas homoplasias. PRADO & ALBERDI (1996) las especies consideradas, sin embargo, esta
proponen reconocer dentro de Equini, dos información está implícita en la polaridad de
subtribus: Protohippina y Pliohippina. La pri- algunos caracteres. Se puede observar que
mera incluye dos géneros: Protohippus y existe una alta correlación entre la informa-
Calippus, y la segunda incluye cinco géneros: ción filogenética del cladograma y la del
Pliohippus, Hippidion, Dinohippus, Astro - registro fósil. Pero en este análisis hay un
hippus y Equus. La subtribu Protohippina es punto no resuelto (Figura VII-13). En este
el grupo hermano de la subtribu Equini. Este clado, Hippidion saldiasi es la forma más
último grupo representa un clado monofiléti- primitiva de Hippidion, sin embargo, en el
co compuesto por formas exclusivamente hip- registro fósil es la que aparece más tardía-
sodontas. Su radiación en América del Norte mente. A partir de los datos del cladograma
está relacionada con el predominio de am- (Figura VII-12) PRADO & ALBERDI (1996:
bientes abiertos, más áridos y con predominio text-fig. 8) consideran que el cladograma H
de pastizales. A partir del cladograma obteni- (Figura VII-13) representa la mejor hipóte-
do, estos autores proponen considerar a sis preliminar de la historia de la tribu
Pliohippus como grupo hermano de Hippi - Equini a través del tiempo geológico.
dion, Dinohippus, Astrohippus y Equus. Finalmente, sobre la base de esta hipóte-
En el cladograma se puede observar que sis filogenética P RADO & ALBERDI (1996)
las tres especies de Hippidion forman un propusieron la siguiente clasificación de la
grupo monofilético que incluye las especies Familia Equidae:
98 ALBERDI & PRADO Capítulo VII
es la valoración que se haga de la fosa pre- El primer paso en cualquier proceso clasifi-
orbital dorsal (FPOD). catorio consiste en la elección de las unida-
Esta controversia viene de lejos, ya que se des a clasificar. En el caso de los équidos
refleja en las sistemáticas de otros grupos de fósiles, nos inclinamos por utilizar en el aná-
équidos desde sus primeros estudios. Debe lisis los elementos esqueléticos que mejorse
Figura VIII-5.
Dendograma de
la relación entre
los caracteres
de los restos del
esqueleto más
significativos:
metacarpo,
astrágalo, calcá-
neo, metatarso y
primera falange
del tercer dedo.
r = coeficiente
de correlación
cofenética.
Capítulo VIII Caballos fósiles de América del Sur 103
Grupo pronosticado
Grupos 1 2 3
% 1 90,91 9,09 0,00
2 0,00 100,00 0,00
3 0,00 0,00 100,00
Grupo pronosticado
Grupos 1 2 3
% 1 100,00 0,00 0,00
2 0,00 100,00 0,00
3 0,00 25,00 75,00
Figura VIII-10.
Análisis de
Componentes
Principales de
Hippidion de
América del Sur de
MCIII, MTIII y 1FIII.
: Hippidion princi -
pale; Hippidion
devillei; e *:
Hippidion saldiasi.
tes series de parámetros (MCIII, AS, CA, Especie tipo: Se considera Hippidion prin -
MTIII y 1FIII). En el cluster de MCIII, los cipale descrita por LUND (1940) y figurada
caracteres más relacionados son las anchu- en 1946 (Tab. XLIX, figs. 1, 3 y 5).
ras de la diáfisis y de la epífisis (3, 5, 10, 11). Distribución geográfica: El género Hippi -
El cluster del AS muestra que la longitud dion se conoce sólo en América del Sur.
máxima (1) y la anchura antero-posterior Concretamente en Argentina, Bolivia, Brasil,
medial máxima (7) son las que tienen una Chile, Colombia, Ecuador (sin localización
correlación más alta, mientras en el cluster exacta) y Perú (Figura VIII-1 y VIII-2).
del CA son las longitudes (1,2) y la anchura Distribución estratigráfica: Los restos de
antero-posterior máxima proximal (5). Para Hippidion proceden de diferentes niveles del
el MTIII son las longitudes máximas (1, 2), Plio-Pleistoceno de América del Sur. Los res-
las anchuras articulares proximales (5,7) y tos de Uquía, del Plioceno superior-Pleis-
todas las dimensiones de la articulación dis- toceno inferior son los más antiguos, que están
tal (10, 11, 13, 14). Para las 1FIII, todas las datados en 2,5 Ma (MARSHALL et al. 1982;
anchuras (3, 6, 4 ,7) están c o r r e l a c i o n a d a s . PRADO et al. 1998a). Los más reci-entes proce-
Con posterioridad, PRADO et al. (1998a) y den del límite Pleistoceno/Holoceno (ALBERDI
ALBERDI et al. (2001a, 2001b, 2003) han com- et al. 2001a, 2001b; BORRERO 2003).
parado nuevos restos de Hippidion procedentes Diagnosis del género: Hippidion se caracte-
de distintas localidades de América del Sur con riza por la retracción del nasal a nivel del
los datos elaborados por ALBERDI & PRADO M2 o posterior a M3. El hueso nasal es estre-
(1993) tanto de la dentición como de los del cho y largo en forma de estilete. La denti-
esqueleto apendicular. Este análisis les permi- ción es primitiva, tipo Pliohippus, con el
tió clasificar estos restos de Hippidion a partir protocono oval más o menos redondeado y
de los resultados de los análisis de componen- con el surco hipoconal anterior y posterior
tes principales de ALBERDI & PRADO (1993). más o menos desarrollado, que varía con el
desgaste. La morfología dental que varía en
S I S T E M Á T I C A PA L E O N TO L Ó G I C A relación al grado de desgaste y la edad de los
animales, es del tipo de los caballos Plio -
Orden Perissodactyla OWEN, 1848 hippus-Dinohippus. Las extremidades son
Familia Equidae GRAY, 1821
robustas y monodáctilas con los dedos segun-
Subfamilia Equinae GRAY, 1821
do y cuarto reducidos sobrepasando escasa-
Tribu Equini GRAY, 1821
mente la mitad de la longitud del tercer dedo.
Subtribu Pliohippina PRADO &
ALBERDI, 1996 La revisión taxonómica del género Hip -
Genero Hippidion OWEN, 1869 pidion fue llevada a cabo por ALBERDI & PRA-
DO (1993), mediante análisis multivariantes
sobre variables cuantitativas de los restos del
Sinonimias:
esqueleto apendicular más significativos.
1846 Equus LUND pp.33-35, Tab. XLIX, Estos análisis indicaron la presencia de tres
figs. 2 y 4. grupos distintos, que ellos correlacionan con
1891 Onohippidium MORENO, pp. 66-71. las tres especies válidas que determinan.
1904 Parahipparion C. AMEGHINO, pp.
273-274.
1910 Hyperhippidiun SEFVE, pp 1-43,
Láminas 1 a 6.
108 ALBERDI & PRADO Capítulo VIII
Figura VIII-12. Cráneo de Hippidion principale de los acantilados de Mar del Plata, depositado en el Museo de
Ciencias Naturales “Lorenzo Scaglia” de Mar del Plata (MMP-2600). Empezando por arriba: en vista dorsal,
lateral y detalle de los dientes, respectivamente.
110 ALBERDI & PRADO Capítulo VIII
Capítulo VIII Caballos fósiles de América del Sur 111
112 ALBERDI & PRADO Capítulo VIII
CUNHA (1971, 1981), MACFADDEN & AZZA- con fosa preorbital dorsal grande (FPOD) y
ROLI (1987), entre otros. También se incluye profunda (Figura VIII-12). No se puede in-
aquí el cráneo completo encontrado en los dicar si tiene bolsa posterior, “pocket” o no,
acantilados costeros del sector norte de Mar debido a que ha perdido la parte interna de
del Plata, a unos 4 km del centro de la ciudad, la FPOD no parece que sea doble como ocu-
depositado en el Museo Municipal “Lorenzo rría en la forma descrita por MORENO (1891).
Scaglia” de la ciudad de Mar de Plata y des- La fosa derecha es mayor que la izquierda y
crito por ALBERDI et al. (2001b) como Hip - el foramen infraorbital está en el borde infe-
pidion principale. Y los restos del esqueleto rior de la FPOD (la distancia entre la parte
de talla grande de Taguatagua (Chile) identifi- posterior de la fosa preorbital y el foramen
cados por ALBERDI & FRASSINETTI (2000) infraorbital es de 104,5 mm en el lado dere-
como Hippidion principale. Los restos denta- cho y 89 mm en el izquierdo). La FPOD es
rios aislados de Toca dos Ossos (Estado de más grande en el lado derecho (127,2/55)
Bahía, Brasil) pueden indicar la posible pre- que en el izquierdo (116,5/45). La cavidad
sencia de dos formas de Hippidion: H. princi - orbitaria también es mayor en el lado dere-
pale e H. devillei, en algunas localidades bra- cho (68/60) que en el izquierdo (65/54,5).
sileñas (ALBERDI et al. 2003). La distancia entre la órbita y FPOD es de 33
y 33,5 mm, respectivamente. Sólo en el lado
Discusión: Algunos ejemplares de Hippi -
derecho se conserva el meato auditivo exter -
dion principale tienen una FPOD muy des-
no, con una altura exterior de 13,4 mm. En
arrollada, pero no siempre, puede incluso
la Tabla VIII-3 damos las dimensiones de
faltar. Como hemos visto más arriba, su
todos los cráneos de H. principale estudia-
importancia taxonómica a nivel genérico es
dos (todas las medidas van en milímetros).
dudosa. Los análisis multivariantes de A L-
Este espécimen corresponde a un individuo
BERDI & PRADO (1993) muestran pequeñas
adulto, pero joven. La retracción del nasal
diferencias entre los restos de Hippidion
alcanza la parte distal de M3 en el lado
principale de las distintas localidades. La
izquierdo, en el derecho a nivel del mesosti-
muestra de la provincia de Buenos Aires es
lo de M3. La cresta facial se inicia poste-
más variada que la de Tarija en lo que con- riormente al mesostilo de P4. La anchura
cierne a la dentición y al esqueleto postcra- basioccipital es aproximadamente de 136
neal. La talla de los elementos postcraneales mm (uno de los bordes rotos) y la anchura
de la especie de Tarija es más grande que las occipital de 67 mm, mientras que la altura
de la especie de la provincia de Buenos occipital tiene 77 mm. En vista ventral, la
Aires. La gracilidad en ambas muestras es dentición está completa y el desgaste prácti-
similar (Figuras VIII-10 y VIII-11) camente sin iniciar sobre P4, M2 y M3, pero
afloran enteros Figura VIII-12. La morfolo-
gía dentaria es de tipo primitivo, caracterís-
DESCRIPCIÓN DE UN CRÁNEO DE tica del género, aunque en la mayoría no
H I P P I D I O N P R I N C I PA L E está aún el dibujo bien perfilado. En la serie
dental derecha se observa el alvéolo de Pl,
La descripción del cráneo completo de gran en la izquierda no está tan claro. Los dientes
tamaño (MMP-2600) de la localidad de Mar yugales están todos recubiertos de abundan-
del Plata (ALBERDI et al. 2001b) indica que te cemento. Los premolares (PP) son más
este es similar a Hippidion principale (= grandes que los molares (MM), pero todos
«Onohippidium muñizi» de MORENO 1891), son muy robustos y cuadrangulares. El pro-
Capítulo VIII Caballos fósiles de América del Sur 113
Figura VIII-13.
Fragmento de
cráneo de
Hippidion devi -
llei de Tarija que
describieron
BOULE &
THEVENIN (1920).
Depositado en
el MNHN de
Paris (TAR-780).
desigual retracción del nasal puede estar 1908 Onohippidion peruanum NOR
también relacionada con la edad del indivi- DENSKIÖLD,
p. 16, figs.5 a 7.
duo. Los caracteres morfológicos dentales 1912 Parahipparion burmeisteri SEFVE, p.
de este ejemplar son similares a los de los 109, Lám. I, fig. 10 y Lám. II, fig. 19.
distintos ejemplares de Hippidion principa - 1934 Hippidium uquiense
le de la provincia de Buenos Aires y de KRAGLIEVICH, p.403, no figurado.
Tarija (ALBERDI & PRADO 1993, 1998; Figurado por FERNÁNDEZ ÁLVAREZ,
ALBERDI et al. 2001b). Las únicas diferen- 1959.
cias parecen corresponder a la diferencia de 1957 Hypohippidium humahuaquense
edad que representan los ejemplares. El FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, pp. 85-95, figs.
individuo de Mar del Plata es joven, mien- 1 a 53.
tras los otros ejemplares son de individuos
más viejos como queda claramente reflejado
en la superficie oclusal de los dientes. Las Holotipo: Fragmento de serie inferior izquier-
longitudes de las series dentales son más da, p2-m3 (TAR-687), y un astrágalo derecho
grandes en el ejemplar de Mar del Plata, lo (TAR-675) procedentes de la localidad de
cual es concordante con lo anterior. Como Tarija (Bolivia), depositados en el Instituto de
hemos visto en la Tabla VIII-3 la mayoría de Paleontología del MNHN (Paris), figurados
las dimensiones son similares, y las mayores por GERVAIS (1855: Lámina VII, figs. 11 y 12).
diferencias se sitúan en la zona de la FPOD. Localidad tipo: Uquía (Jujuy, Argentina).
Hippidion devillei (GERVAIS, 1855) Distribución geográfica: Esquina Blanca
en Uquía y Barro Negro, ambos en Jujuy,
Sinonimias: San Luis y varias localidades en la provincia
de Buenos Aires en Argentina. Tarija y U l l o-
1855 Equus devillei GERVAIS, p. 35, Lám. ma en Bolivia y Tirapata en Perú (ALBERDI &
VII, figs.11 y 12. PRADO, 1993). Santana y Toca dos Ossos
1889 Hippidium nanum BURMEISTER, p. (Estado de Bahía, Brasil) y posiblemente en
10, Lám. XI, fig. 6. la región de Lagoa Santa (Minas Gerais) en
1893 Hippidium bolivianum PHILIPPI, p. ALBERDI et al. (2003) Figura VIII-1.
88, no figurado. Distribución estratigráfica: Desde la Edad
Mamífero Uquiense en Uquía (Plioceno
Capítulo VIII Caballos fósiles de América del Sur 115
Figura VIII-14. 1FIII de Hippidion devillei de Equina Blanca, Uquía (Jujuy), en vista anterior y
posterior (MLP 95-IX-1-3).
superior; Marplatense sensu CIONE & TONNI de Tarija (Bolivia), Hippidion bolivianum de
1995a) hasta el Pleistoceno superior o Edad Ulloma (Bolivia; PHILIPPI 1893), Onohippi -
Mamífero Lujanense (ALBERDi et al. 1987), dium peruanun (NORDENSKIÖLD 1908) de
pasando por la Edad Mamífero Ensenadense Perú y varios restos de la provincia de Buenos
en Tarija (Bolivia). Aires, incluidos H. uquiense KRAGLIEVICH
Diagnosis: Hippidion de talla media, com- 1934, Hypohippidium humahuaquense FER-
parativamente más grácil, intermedio entre NÁNDEZ DE ÁLVAREZ 1957, Hippidion sp. de
H. principale e H. saldiasi. Cráneo grande Barro Negro citado por ALBERDI et al. (1986),
comparado con el esqueleto postcraneal. La e Hippidion devillei de Esquina Blanca
retracción del nasal llega a nivel del mesos- (Uquía) descrito por PRADO et al. (1998a).
tilo del M2. En vista lateral el cráneo es con- A-demás, se incluyen los restos de Toca dos
vexo, sin inflexión naso-frontal. Los carac- Ossos y Santana (Estado de Bahía) y posible-
teres morfológicos de la serie molar son los mente se encuentre en la región de Lagoa
característicos del género, siendo su longi- Santa (Estado de Minas Gerais) en Brasil
tud más corta que en Hippidion principale y (ALBERDI et al. 2003).
más larga que la de Hippidion saldiasi. El Discusión: De acuerdo con el Código de
esqueleto es corto y fuerte y las extremida- Nomenclatura Zoológica Hippidion devillei
des robustas, principalmente los metápodos es prioritario sobre Hippidion neogaeus.
y las falanges. El índice de gracilidad de los BURMEISTER (1875: 5) consideró Equus
restos de la localidad de Tarija es mayor que devillei similar a Equus neogaeus, y BOULE
el de la provincia de Buenos Aires. & THEVENIN (1920) designaron Hippidion
Material: Dentro de esta especie se incluye- devillei como Onohippidium devillei. AL-
ron los materiales que B OULE & THEVENIN BERDI et al. (1987) consideraron los restos
(1920) asignaron a Onohippidium devillei, de Barro Negro (Jujuy) como Hippidion sp.
116 ALBERDI & PRADO Capítulo VIII
Sinonimias:
distal en el caso de los MTIII y, una proxi- Figura VIII-21. 3FIII de Hippidion saldiasi de
mal de MCIII con los dedos laterales total- la Cueva Lago Sofia 1, depositadas en el
mente soldados. En la Cueva de Lago Sofía Instituto de la Patagonia
1 se encuentran varios dedos laterales com- (Punta Arenas, Chile).
pletos y aislados. El diagrama bivariante de
las epífisis proximales de los metacarpianos, muy numerosas, pero no fueron incluidas en
MCIII5/MCIII6, sitúa el resto procedente de los análisis de A LBERDI & PRADO (1993).
la Cueva de los Chingues entre los más Hemos realizado un análisis de componen-
pequeños de todos los conocidos, si bien la tes principales, donde los parámetros que
variabilidad es muy grande. En el caso del más contribuyen al componente 1 son 5, 4, 3
metatarsiano, el diagrama de MTIII10/MTIII11, y 1, y todas ellas se agrupan entre las más
indica que el diámetro transverso supraarti- pequeñas en talla de Hippidion, correspon-
cular no está muy desarrollado. En el dia- dientes a H. saldiasi. Examinando los restos
grama MTIII11/MTIII12 se observa que los procedentes de las localidades de llanura y
restos procedentes de Cueva Fell y Cueva los procedentes de zonas más abruptas, se
Lago Sofia 4 se distribuyen en el entorno de observó que quedan todas englobadas en la
H. saldiasi, mientras que el espécimen de la misma dispersión, sin observarse diferen-
Cueva de los Chingues es el que tiene la cias entre ellas, si bien, como en el caso de
extremidad distal del metatarsiano más las primeras falanges, existen diferencias
pequeña. En ambos, se observa una amplia que separan las anteriores de las posteriores
variabilidad, ya que es el parámetro más dis- y son difíciles de definir en falanges aisla-
criminante de estos huesos en su longitud das. En la morfología de las falanges detec-
máxima, como ya indicaron A LBERDI & tamos sólo diferencias debidas a que sean
PRADO (1993) y ALBERDI et al. (2001a). anteriores o posteriores, y semejantes a las
Las 2FIII (Figura VIII-20 ) de Hippidion que se encuentran dentro de la variabilidad
procedentes de las cuevas patagónicas son de una misma localidad.
122 ALBERDI & PRADO Capítulo VIII
Los restos de las 3FIII no han sido some- de corte como es el caso de Cueva de Lago
tidos a análisis multivariante por no dispo- Sofía 1, que se encuentran tanto entre los res-
ner de una población bien representada, ya tos de las colecciones del Instituto de la
que son pocas las piezas que se conservan Patagonia, Punta Arenas como del American
completas (Figura VIII-21). Desde un punto Museum of Natural History de Nueva York.
de vista morfológico, se observan dos gru- El número de esquirlas de huesos son
pos de falanges, unas con la parte distal más numerosas. Los restos que se conservan ente-
ancha, y otras más estrechas. Estas diferen- ros, prácticamente en todas las cuevas, son
cias son difíciles de analizar en un conjunto los correspondientes a los huesos del carpo y
tan incompleto, debido a que igual que en tarso, falanges primeras, segundas y terceras
las otras falanges, 1FIII y 2FIII, hay dife- del tercer dedo y algunos metápodos latera-
rencias entre las anteriores y posteriores. N o les. Los restos de hueso largo están reducidos
obstante, también podrían ser diferencias a algunas epífisis y los metápodos sólo se
debidas a las características del substrato encuentran representados por algunos frag-
sobre el que se desplazan los animales ¿habi- mentos de la extremidad distal y/o proximal.
tantes de zonas de llanura o de zonas más Los únicos restos disponible de Hippi -
abruptas?. EISENMANN (1984) y EISENMANN dion saldiasi en Chile, no procedentes de
& GUÉRIN (1984) apuntan la posibilidad de Patagonia, son un metatarso del tercer dedo
que si éstas son más anchas pueden indicar izquierdo, MTIII, en buenas condiciones
un desplazamiento sobre suelos más blandos procedente de la localidad de Santa Rosa de
y si son más estrechas sobre un suelo más Chena y una 1FIII de Chacabuco (ALBERDI
duro. Para llevar a cabo un análisis de este & FRASSINETTI 2000). El análisis discrimi-
tipo será preciso disponer de un número nante del MTIII, incluido en los análisis lle-
mayor de ejemplares completos. vados a cabo por A LBERDI et al. (2001a),
ALBERDI & PRIETO (2000) detectan en confirma esta asignación en el 100% de los
algunos ejemplares del Alero de Tres casos. El análisis discriminante del conjunto
Arroyos 1 y de La Cueva de los Chingues de los restos de las 1FIII de Hippidion nos
ciertas deformaciones en algunos huesos, da una seguridad del 97,4% de pertenencia a
semejantes a las que produce la artritis. H. saldiasi de la 1FIII de Chacabuco.
Estas manifestaciones se encuentran en Del análisis de la anatomía funcional de
algunos restos de osos de las cavernas en los caballos fósiles inferimos que Hippidion
Europa, o en algunos metápodos de Equus saldiasi es diferente a sus otros congéneres.
(Amerhippus) andium en Ecuador (TORRES De la misma manera que en los caballos
1988; ALBERDI & PRADO 1992), todos pro- monodáctilos la huella de los ligamentos cen-
cedentes de niveles finales del Pleistoceno. trales es rudimentaria o falta. Los cambios
El tipo de restos de Hippidion que se funcionales y anatómicos en Hippidion sal -
encuentran en las cuevas patagónicas chilenas diasi son el resultado no sólo de la diferente
indican que estos debieron ser transportados masa corporal sino también de los cambios
como alimento, sea por el hombre u otros car- en el hábitat. ALBERDI et al. (2001a) conside-
nívoros. De hecho, prácticamente sólo se ran esta morfología como una posible adapta-
encuentran restos de las partes distales de las ción a un medio de condiciones más abruptas
extremidades. En algunas cuevas, sin embar- unido quizás a un factor latitudinal.
go, como es el caso de Cueva Fell son muchos Consideramos que H. saldiasi pudo encon-
los restos que están quemados o tienen huellas trar un medio más adecuado en el extremo
Capítulo VIII Caballos fósiles de América del Sur 123
EL A N Á L I S I S M U LT I VA R I A N T E E N L A
IDENTIFICACIÓN DE ESPECIES
ción son las longitudes (1, 2), las anchuras Especie tipo: Equus (Amerhippus) andium
proximales (5, 7) y las anchuras a n t e r o - d i s- BRANCO, 1883, ex WAGNER, 1860.
tales (12, 13). El cluster de 1FIII indica Distribución geográfica: América del Sur
mayor correlación entre las longitudes hasta los 39º latitud Sur (Figura IX-1).
máximas (1, 2) y las anchuras proximal y Distribución estratigráfica: Los restos de
distal máximas (4, 6). Las variaciones de Equus (Amerhippus) proceden de diferentes
estas dimensiones en el MTIII así como en niveles del Pleistoceno medio y superior de
la 1FIII tienen un significado biológico América del Sur, en su mayoría de las edades
similar al indicado para el MCIII, como se de Mamíferos Ensenadense y Lujanense.
refleja en las modificaciones del esqueleto Diagnosis del subgénero: Equus (Ame -
debido a las adaptaciones al medio. La 1FIII rhippus) tiene un cráneo grande con una afi-
representa una unión intermedia en el tipo lada y marcada cresta supraoccipital. Este
de movimiento y en la transmisión del peso cráneo es proporcionalmente grande con
del caballo (Tabla IX-3). relación al esqueleto postcraneal, y presenta
la región preorbital y nasal estrecha y lige-
ramente excavada. En general, se observa
SISTEMÁTICA PALEONTOLÓGICA una separación ventral entre los cóndilos
occipitales. El vómer tiene una peculiar dis-
Orden PERISSODACTYLA posición que alcanza el proceso palatino del
OWEN, 1848 maxilar anterior al palatino. Los dientes
Familia EQUIDAE GRAY, 1821 superiores tienen protoconos triangulares.
Subfamilia Equinae (GRAY, 1821) En el protocono la parte distal es más larga
STEINMANN & DÖDERLEIN, que la mesial, y en algunos casos presenta
1890 pliegues en su esmalte. En los bordes de las
Género Equus LINNAEUS, 1758 prefosetas y postfosetas de los dientes supe-
Subgénero Amerhippus HOFFSTETTER, riores se observan pocos pliegues desarro-
1950 llados. Las mandíbulas son robustas y en la
superficie oclusal de los dientes inferiores
Sinonímias muestran que el doble nudo (lazo metacóni-
do-metastílido), es redondeado y angular
1950 Amerhippus HOFFSTETTER, respectivamente. El linguafléxido es, en
p. 433, figs. 2, 3 y 4. general, somero y más angular sobre p3-p4
1952 HOFFSTETTER, p. 233-245, y más abierto sobre m1-m2. El ectofléxido
figura 61, incluye en el varía desde somero a profundo y sólo en
subgénero Amerhippus: algunos m3 entra en contacto con el lingua-
Equus (parte), auct.; fléxido (ver Figura V-11en capítulo V. El
Neohippus (parte) ABEL, esqueleto apendicular, en general, presenta
1913, 1914, 1919; un cierto acortamiento de la parte distal de
SPILLMANN, 1931,1938; las extremidades, pero no tanto como en
Hippidium SPILLMANN, Hippidion, y más acentuado sobre la flexión
1931, no Hippidium distal del metatarsal. En general, todas las
BURMEISTER, 1875, nec especies tienen metápodos robustos y el
Hippidion OWEN, 1869. índice de gracilidad (IG) varía dentro de los
límites de robustez de este subgénero.
132 ALBERDI & PRADO Capítulo IX
Capítulo IX Caballos fósiles de América del Sur 133
Sinonímias:
1860 Equus fossilis andium WAGNER, pp. 336-338. Nomen nudum
según MONES (1986).
1875 Equus quitensis WOLF, p. 155. Nomen nudum según MONES
(1986).
1931 Hippidium jijoni SPILLMANN, pp. 50-52.
1938 Neohippus rivadeneira SPILLMANN, pp. 386-388, fig. 1C.
1938 Neohippus postremus SPILLMANN, pp. 389-391, fig. 1E.
1992 Equus andium BRANCO 1883; nec WAGNER-BRANCO AZZAROLI
p. 134, fig. 3b.
Lectotipo: HOFFSTETTER (1952, p. 247) con- por H OFFSTETTER (1952) procede de distin-
sideró que el material descrito por S PILL- tas localidades de los Andes Ecuatorianos, y
MANN se perdió y propuso dos lectotipos, está depositado en la Colección del Museo de
uno para Neohippus rivadeneira, ejemplar EPN (Quito) y en las del IPMNHN (Paris).
V-78 depositado en el EPN (Quito), y otro Se incluye el material también del Natur-
para Neohippus postremus, ejemplar V-430, kunde Museum (Berlín) y el de la Colección
también en el EPN. PRADO & ALBERDI (1994) FRICK del American Museum of Natural
consideran que al corresponder ambos a la History (Nueva York).
misma especie debe prevalecer el primero Diagnosis: Básicamente esta especie pre-
como Lectotipo (V-78) y el segundo como senta los mismos caracteres diagnósticos del
Paralectotipo (V-430). subgénero, en el que cabe destacar la pre-
Distribución geográfica: desde Otón, en el sencia de una órbita más ancha y situada
Norte, a Punín en el Sur de los Andes Ecua- algo más lateral y más inferior (Figura IX-
torianos (Ecuador) Figura IX-1. Además una 6). El esqueleto está caracterizado por unas
cita posible en el Pleistoceno superior de extremidades más cortas y robustas, sobre
Chile: Calera, Lo Aguirre (ALBERDI & FRAS- todo en el radio y los metápodos dando
SINETTI 2000). lugar a unas proporciones poco comunes
Distribución estratigráfica: Pleistoceno entre los caballos sudamericanos. El análisis
superior. Formación Cancagua (SAUER 1965) multivariante de dientes y huesos de las
de Ecuador. DUGAS (1986), data esta forma- extremidades indica que los restos de este
ción entre hace 40.000 y 4000 años. Asignados caballo son claramente distintos de las otras
al Pleistoceno superior por H OFFSTETTER especies estudiadas (Figura IX-3 y IX-4).
(1952). MACFADDEN & AZZAROLI (1987) los Discusión: Esta especie fue ampliamente
sitúan entre el Pleistoceno medio y superior. descrita por BRANCO (1883) y por HOFFSTE-
AZZAROLI (1992) los refiere al Pleistoceno TTER (1952). Presenta una adaptación anató-
superior. mica a factores ambientales, reflejada en el
Nivel tipo: ‘Puniense’ (HOFFSTETTER 1952, acusado acortamiento de los metápodos
p. 248). (media del índice de gracilidad: MCIII=
Material estudiado: el material estudiado 18,27; MTIII= 15,81). HOFFSTETTER (1952)
134 ALBERDI & PRADO Capítulo IX
Figura IX-5.
Cladograma de
la relación
entre los carac-
teres de los
restos del
esqueleto más
significativos:
metacarpo,
astrágalo, cal-
cáneo, metatar-
so y primera
falange del ter-
cer dedo. r =
coeficiente de
correlación
cofenética.
planteó dudas sobre esta relación ya que insulatus. Esta es la forma más pequeña de
pensaba que el acortamiento de las extremi- Equus (Amehrippus) de América del Sur
dades era diferencial. PRADO & ALBERDI (Figura IX-7).
(1994) consideran que esta especie, adapta- Aunque HOFFSTETTER (1952) considera
da a los Andes Ecuatorianos, pudo evolucio- que esta especie está restringida al corredor
nar desde una forma más grande tipo Equus interandino de los Andes Ecuatorianos.
Figura IX-6. Cráneo de Equus (Amerhippus) andium procedente de Chalán, Punín, Ecuador, en
vista lateral, depositado en el Museo de la Escuela Politécnica Nacional, Ecuador (V-2161).
Capítulo IX Caballos fósiles de América del Sur 135
Sinonímias:
Figura IX-7. MTIII (a la izquierda) y MCIII (a la 1851 Equus macrognathus WEDDELL, p. 204.
derecha) de Equus (Amerhippus) andium pro- 1855 Equus neogaeus LUND; GERVAIS (1855, pp. 33-39 Pl. 7, Figs.
cedente de Quebrada Colorada, Punín, 2 y 3.
Ecuador. Ambos en vista anterior, depositados 1904 Equus insulatus C. AMEGHINO sin publicar; publicado por F.
en el Museo de la Escuela Politécnica de Q u i t o
AMEGHINO, Fig. 250.
(MEPN: V-2328 y V-464, respectivamente).
1938 Neohippus martinei SPILLMANN, pp. 382-384, fig. 1 B.
1952 Equus (Amerhippus) martinei (SPILLMANN 1938);
ALBERDI & FRASSINETTI (2000) citan la pre- HOFFSTETTER, p. 301.
sencia de Equus (Amerhippus) andium en 1992 Equus martinei SPILLMANN 1938; AZZAROLI, pp. 137-138
algunas localidades chilenas, aunque con
dudas debido a la escasez de restos. Concre-
tamente, un M1-2 derecho de morfología y
talla que recuerdan al caballo pequeño de Holotipo: diente yugal superior (M3 no M2)
Ecuador procedente del Valle de Elqui y de figurado en F. AMEGHINO (1904, p.223), (ver
Calera, Lo Aguirre, y que se emplaza clara- Figura II-5), depositado en el MACN, núme-
mente dentro de la distribución de Equus ro 1703. No está perdido como sugirió MO-
(Amerhippus) andium, lo que podría interpre- NES (1986).
tarse como que la Cordillera de los Andes fue Distribución geográfica: Tarija (Bolivia) y
la vía que facilitó la dispersión del género Andes Ecuatorianos (Río Chiche, Ecuador);
Equus hacia el sur (ALBERDI & FRASSINETTI y quizás en Chile (Figura IX-1).
2000). Así como la posibilidad de que los Distribución estratigráfica: La localidad
escasos y deteriorados restos de Colina, Chile, de Tarija (M ACFADDEN et al. 1983) y la de
pudieran corresponde también a esta especie. Río Chiche (SAUER 1965) son referidas al
136 ALBERDI & PRADO Capítulo IX
riante, que sólo se pudo hacer sobre la denti- ta tendencia a reducir la talla con la altitud
ción, indica que las anchuras de los dientes cuya máxima expresión está representada en
yugales inferiores son las que más discrimi- Equus (Amerhippus) andium.
nan y es el carácter que más contribuye al — el registro más antiguo es Equus
segundo componente (Figura IX-19 y IX-2). (Amerhippus) insulatus, del Pleistoceno
Ellos creen que esta especie se puede consi- medio de Tarija (Bolivia). Las otras especies
derar válida a partir de la morfología del proceden del Pleistoceno superior de dife-
cráneo y la dentición. Esta morfología es rentes localidades de Brasil, Colombia, E-
similar a la de Equus (Amerhippus) neogeus cuador y Argentina. La distribución más
pero de talla más grande. Hallazgos futuros austral corresponde a Equus (Amerhippus)
de restos del postcraneal nos podrían permi- neogeus en la Región Pampeana.
tir una mejor definición de esta especie. — la familia Equidae se considera clásica-
mente como un buen marcador biostratigrá-
fico y paleoecológico basado sobre su
Conclusiones amplio registro en el Hemisferio norte. Los
équidos de América del Sur reflejan el últi-
Los resultados del estudio morfológico de mo escalón de esta línea evolutiva en un
los cráneos son coherentes con los análisis corto periodo de tiempo (Plioceno/Pleis-
multivariantes de las extremidades realiza- toceno). No obstante, los caracteres adapta-
dos por PRADO & ALBERDI (1994). Ellos con- tivos de las especies de Equus (Amerhippus)
cluyen que: a diferentes hábitats pueden estar correlacio-
— Equus (Amerhippus) HOFFSTETTER (1950) nados con las diferencias en sus extremida-
llegó a América del Sur procedente de des, principalmente en la superficie articular
América del Norte con posterioridad del Gran distal como se observa en otras especies de
Intercambio Biótico Americano. Este subgé- Equus (GROMOVA 1949; EISENMANN 1979a,
nero se registró en América del Sur desde el 1979c, 1984; EISENMANN & KARCHOUD
Pleistoceno medio hasta el límite Pleisto- 1982; EISENMANN & GUÉRIN 1984). Los me-
ceno superior - Holoceno. tápodos de Equus, en general, varían en
— ellos reconocen cinco especies válidas de relación al tipo de suelo, longitudes más lar-
Equus (Amerhippus): Equus (Amerhippus) gas en suelos duros y anchuras o dimensio-
andium BRANCO 1883, ex WAGNER (1860); nes transversales mayores en suelos blan-
Equus (Amerhippus) insulatus AMEGHINO dos, aunque sin ninguna relación directa entre
1904; Equus (Amerhippus) neogeus LUND estas dimensiones. DUERST (1926) considera
1840; Equus(Amerhippus) santaeelenae que el grado de gracilidad del esqueleto está
(SPILLMANN 1938) y Equus (Amerhippus) relacionado con las condiciones del medio.
lasallei DANIEL 1948. Ellos sinonimizan Equus Por ejemplo, él considera que la robustez
curvidens OWEN 1845 y Equus haasei RECHE (metápodos cortos y anchos) está relaciona-
1905 en Equus (Amerh i p p u s) neogeus; y da con un clima húmedo y frío y con un
Equus martinei (SPILLMANN 1938) en Equus medio arbolado, mientras a la inversa, la
(Amerh i p p u s) insulatus. gracilidad (metápodos largos y estrechos)
— la distribución geográfica de estas espe- estaría relacionada con un clima cálido y
cies es clara, sin solapamiento geográfico, seco y un ambiente abierto. Por otra parte,
desde Colombia en el Norte hasta la provin- GROMOVA (1949) estableció una correlación
cia de Buenos Aires en el Sur. Hay una cier- entre las anchuras de las terceras falanges
144 ALBERDI & PRADO Capítulo IX
del tercer dedo y las características del general, se observa una estructura similar en
suelo; las más anchas estarían relacionadas ambos géneros Hippidion y Equus que
con suelos blandos y las más estrechas con puede indicar una convergencia adaptativa
suelos duros. Este modelo está basado en la al medio. ALBERDI et al. (1995a) analizaron
ecología de los caballos actuales. En Amé- la relación entre la talla del cuerpo y el peso
rica del Sur, el género Equus (Amerhippus) de los Equini en los distintos continentes
es morfológicamente conservador y presen- (ver capítulo XI de este libro).
ta importantes diferencias en talla y gracili- — PRADO & ALBERDI (1994) mantienen la
dad de la parte distal de las extremidades, validez del nombre Equus (Amerhippus)
relacionadas con las condiciones del medio. lasallei para los ejemplares de Cerrogordo
Equus (Amerhippus) neogeus y Equus (Colombia) a la espera de que adicionales
(Amerhippus) santaeelenae, de regiones de hallazgos de restos del esqueleto postcrane-
llanura, son las de talla más grandes; el pri- al permitan una revisión detallada.
mero es más grácil y procede de llanuras — los restos de equidiformes en Brasil
abiertas; el segundo, más fuerte, procede de revisados por ALBERDI et al. (2003) indican
un área restringida con suelos más arenosos que todos ellos deben ser asignados a Equus
(más blandos). Equus (Amerhippus) insula - (Amerhippus) neogeus. Estos se encuentran
tus y Equus (Amerhippus) andium son for- en simpatría con Hippidion principale e
mas intermedias con los metápodos laterales Hipparion devillei, en la localidad de Toca
segundo y cuarto más grandes y más fuertes, dos Ossos. En las localidades de Lagoa
y con metápodos comparativamente más Santa está asociado a Hippidion principale.
cortos que las formas de llanura. Esto es más — en Chile la revisión de los escasos restos
acusado en la última especie. Estos autores de caballo (ALBERDI & FRASSINETTI 2000)
consideran este carácter como adaptación a indican la presencia de Equus (Amerhippus)
un hábitat de montaña con suelo duro y andium en Valle de Elqui y Calera (Lo
relieve escarpado de la misma manera que Aguirre); Equus (Amerhippus) sp. en Chaca-
lo que se observa en las especies de Hip - buco, Taguatagua, Huimpil y Los Vilos; y cf.
pidion de pequeña talla de Patagonia. En Equus (Amerhippus) sp. en Conchalí y Colina.
Capítulo X Caballos fósiles de América del Sur 145
Capítulo X Caballos fósiles de América del Sur 147
hábitos alimentarios. Los équidos son consi- propicios para estas formas.
derados excelentes indicadores paleoam- Los équidos fueron considerados como
bientales. En gran medida esto se debe a la un ejemplo de evolución ortogenética (o
notable documentación que se tiene sobre su evolución en línea recta) relacionada con el
evolución y radiación adaptativa en el he- desarrollo de extensas planicies en América
del Norte. Se afirmaba que estos animales
habían evolucionado desde formas muy
pequeñas de cinco dedos, cráneo pequeño y
primitivo, y dientes de corona baja (braquio-
dontos), como Hyracotherium del Eoceno,
Figura X-2.
Evolución de
la morfología
de la superfi-
cie oclusal de
la familia
Equidae
desde
Hyracotheriu
m hasta
Miohippus.
Modificado de
Figura X-1. Evolución de la altura de la coro- SIMPSON
na de los dientes yugales superiores (hipso- (1951).
doncia) en Equidae. Desde Merychippus
(Protohippus) hasta Equus. Modificado de
SIMPSON (1951).
148 ALBERDI & PRADO Capítulo X
Figura X-3.
Distribución geo-
gráfica de los
representantes de
la familia Equidae,
actuales y fósiles,
en el mundo.
Modificado de
SIMPSON (1951).
Capítulo X Caballos fósiles de América del Sur 149
Una rama lateral, los Anchitheriinae, del llegó a Eurasia y África y otro por Pliohip -
grupo de Mesohippus y Mioh i p p u s, emigró a pus restringido a América del Norte y
Eurasia en el Mioceno donde evolucionaron Central. Estas son formas típicamente pasta-
hacia formas de talla media y r a m o n e a d o r a doras y mejor adaptadas a ambientes abiertos.
que habitaban ambientes boscosos. El género Equus aparece en América del
Por otra parte, durante el Mioceno infe- Norte en el Plioceno superior y se expande
rior en América del Norte, comenzaron a rápidamente por todos los continentes (ex-
surgir formas de transición entre las adapta- cepto Australia). El primer caballo america-
das a ambientes de bosque y de llanura, tal no, E. simplicidens, y algunas formas pre-
es el caso de Parahippus. El tronco principal sentes en el Pleistoceno de Europa exhiben
de la evolución de los caballos continuó rasgos característicos de las cebras, hoy con-
durante el Mioceno vía Merychippus, del finadas en África. Otros tipos de caballos,
tamaño de un pequeño poni, género ya asignados al género Equus, son los asnos
incluido en la Subfamilia Equinae. En estas (Equus asinus), que aún se pueden encontrar
formas, los dedos laterales estaban tan redu- salvajes en algunas regiones tropicales, y los
cidos que eran de poca utilidad y el animal verdaderos caballos de los cuales aún per-
caminaba sobre el tercer dedo, cuyo extremo sisten algunas poblaciones salvajes en Asia
estaba guarnecido por una pezuña redonde- Central (Equus przewalskii przewalskii de
ada. Al final del Mioceno, se originan dos Mongolia; las poblaciones de onagro, Equus
grupos descendientes de Merychipp u s, uno hemionus onager, y de tarpan, Equus gmeli -
representado por el género Hipparion, que ni, especies en peligro de extinción) (Figura
150 ALBERDI & PRADO Capítulo X
1980).
oros re-
tagonia
ones de
na alta
o es 10
s de los
hemis-
licacio-
hypso-
sugirió
previa-
expan- Figura X-6. Comparación de las inserciones del trigo -
bien no nium falangis en las 1FIII de Equus (Amerhippus): a la
directa izquierda, 1FIII de Equus (Amerhippus) neogeus de
nte que Toca dos Ossos (MCL-6131, Estado de Bahia, Brasil),
uciona- Figura X-5. 1FIII de Equus (Amerhippus) neo - en vista posterior; a la derecha, 1FIII de Equus
hypso- geus de Toca dos Ossos (MCL-6131, Estado (Amerhippus) insulatus de Tarija (P14256, Bolivia),
de Bahia, Brasil), en vista posterior con el tri - en vista posterior.
endien-
gonium falangis triangular.
ue ocu-
límite en la parte distal de las extremidades (metá-
sta afir- medio, los dos produjeron tipos ecológicos podos y falanges). En general estas formas
da me- similares, tal vez como consecuencia de una presentan los metápodos de los dedos segun-
DDEN et plasticidad genotípica común. En ambos do y cuarto soldados al metápodo del tercer
géneros podemos encontrar dos tipos de dedo y con un grado de reducción de los
caballos, unos pequeños, que aparecen en mismos menor. Dicha morfología guarda
ambientes de altura o en altas latitudes (por una estrecha relación con el tipo de hábitat
ejemplo Equus (A m e rh i p p u s) andium en particular de cada especie. En efecto, si se
zonas de cordillera en Ecuador, e Hippidion analizan las formas de Equus actuales y
saldiasi en las cuevas de la Patagonia extra- fósiles de Eurasia se comprueba que existe
aron a andina de Chile y Argentina) y formas más una cierta correlación entre la longitud de
o jalón grandes registradas en sitios de llanuras, los metápodos, la gracilidad de los mismos
formas como por ejemplo Equus (Amerhippus) san - y el diámetro transversal de las terceras
nterva- taeelenae en las llanuras costeras de la falanges con el tipo de hábitat, si bien estas
aración Península de Santa Elena en Ecuador. características no necesariamente están vin-
rte. No En general las especies de Hippidion son culadas entre sí (EISENMANN 1984; EISENMANN
n de su más robustas y presentan una adaptación a & GUERIN 1984). Estos autores señalaron
que se las llanuras abiertas menos clara que en las que las especies con la porción distal de los
s adap- especies de Equus (Amerhippus). Las extre- miembros larga (i.e. Equus kiang, Equus
el pasa- midades de Hippidion son en comparación przewalskii, Equus hemionus) serían formas
n tiem- con las de Equus (Amerhippus) más cortas más corredoras y asociadas a paisajes abier-
a partir en longitud y con un cierto ensanchamiento tos, en tanto que las de extremidades dista-
Equus transversal, que les da un aspecto más corpu- les relativamente más cortas estarían asocia-
stoceno lento. Este acortamiento está más acusado das a bosques. Por otra parte un carácter
154 ALBERDI & PRADO Capítulo X
Figura X-7.
Comparación de
la dentición
yugal superior e
inferior de Equus
(Amerhippus) e
Hippidion. De
arriba abajo: P2-
M3 de Equus
(Amerhippus);P3
-M3 de
Hippidion; p2-m3
de Equus
(Amerhippus); y
p2-m3 de
Hippidion.
La escala repre-
senta 2 cm.
comúnmente relacionado con el hábitat es el tipo de suelo y clima que habitaron. Entre
grado de gracilidad o robustez del esqueleto. las especies de Hippidion se registra una
DUERST (1926) considera que la robustez forma muy pequeña, Hippidion saldiasi, que
estaría relacionada de manera compleja con presenta un acortamiento acusado de la por-
un clima frío y húmedo, mientras que la gra- ción distal de las extremidades. Este acorta-
cilidad se presentaría en especies que habi- miento es mayor en los metápodos y va
taron en clima cálido y seco. Por otra parte, acompañado de un notable ensanchamiento
GROMOVA (1949) relaciona la anchura de las de sus epífisis, sobre todo la distal. Los me-
terceras falanges con la calidad del suelo. tápodos laterales reducidos, que sobrepasan
Así a un suelo blando, ya sea fangoso, are- las 3/4 partes de la longitud, del dedo cen-
noso o cubierto de musgo o nieve, le corres- tral, se ubican en posición más lateral. Esto
pondería un diámetro transverso mayor, en indicaría una adaptación a un clima frío y
tanto que las más angostas sugerirían un húmedo, con un paisaje más boscoso.
relieve duro y escarpado. En c o n s e c u e n c i a , Por otra parte, un carácter primitivo y
si esto lo aplicamos a las especies de América que denota dos estados sucesivos en la adap-
del Sur, observamos que es posible estable- tación a un tipo de vida cursorial es la
cer una cierta asociación entre la morfología impronta de la inserción posterior del trigo -
de la parte distal de las extremidades y el nium falangis en la primera falange del ter-
Capítulo X Caballos fósiles de América del Sur 155
13 18
Figura X-11. Variaciones del δ C y δ O para muestras de Hippidion y Equus (Amerhippus) de
varias localidades de América del Sur.
Tabla XI-1. Estimación de la masa corporal en kilogramos (Kg) de las especies fósiles de la
tribu Equini de los distintos continents. N = número de ejemplares; V = tipo de medida usada
para estimar la masa corporal (F5 ó MC13); LnV = logaritmo natural de la medida V; AMNH =
datos recuperados directamente por los autores en el
American Museum of Natural History, Nueva York.
Europa
Equus stenonis livenzovensis 11 F5 3,706 562,84
(ALBERDI & RUIZ BUSTOS 1989)
E. stenonis vireti 27 F5 3,62 466,37
(ALBERDI & RUIZ BUSTOS 1989)
E. stenonis stenonis 6 F5 3,614 408,70
(ALBERDI & RUIZ BUSTOS 1989)
E. stenonis guthi 7 F5 3,586 370,92
(BOEUF 1986)
E. stehlini 11 F5 3,544 320,53
(ALBERDI & RUIZ BUSTOS 1989)
E. stenonis granatensis 1 F5 3,440 223,40
(ALBERDI & RUIZ BUSTOS 1989)
E. suessenbornensis 3 F5 3,814 819,75
(ALBERDI et al. 1991)
E. altidens 6 F5 3,560 388,99
(ALBERDI et al. 1991)
E. mosbachensis 25 MC13 3,541 671,15
(EISENMANN 1979a)
E. taubachensis 4 F5 3,751 580,56
(MUSIL 1977)
E. chosaricus 26 MC11 3,998 530,59
(EISENMANN 1991)
E. germanicus 78 MC11 3,951 466,84
(EISENMANN 1991)
E. hydruntinus 3 F5 3,423 210,39
(DE GIULI 1982)
E. arcelini 33 MC11 3,956 472,95
(EISENMANN 1991)
África
Equus numidicus 5 MC1 5,485 473,90
(ARAMBOURG 1969-1970)
E. tabeti 26 MC13 3,247 273,14
(EISENMANN 1979a)
E. mauritanicus 63 MC13 3,343 366,50
(EISENMANN 1979a)
Capítulo XI Caballos fósiles de América del Sur 161
Tabla XI-2. Medias de la masa corporal estimada de las especies de Equini actuales, calculadas
a partir de WALKER (1983) y MACDONALD (1984) citadas por JANIS (1986, 1990). * datos toma-
dos de GAMBARYAN (1974). ** datos propios tomados en la Colección de
Anatomía Comparada del MNHN de Paris (Francia).
cas en relación con el tamaño corporal. GIN- cuatro ponis y dos percherones para cubrir un
GERICH & SMITH (1984) sugirieron al menos rango amplio de pesos ya que la recta obteni-
dos razones importantes para realizar estas da sólo es válida para el rango estudiado, por
comparaciones: encima y por debajo se trata de extrapolacio-
nes. Se utilizaron las variables del cráneo,
1) Inferencias funcionales: los requerimien- mandíbula, dentición, metápodos y falanges.
tos fisiológicos de los animales cambian Detalles de la nomenclatura y la definición de
de una manera predecible con los cam- las variables se encuentran en el capítulo V.
bios en el peso corporal. En consecuen- Para este análisis no se han considerado las
cia, cuando uno analiza la significación variaciones producto del dimorfismo sexual
funcional de los cambios en las variables ya que como señala WINANS (1989) las dife-
morfométricas, puede analizar como estos rencias en tamaño y proporciones entre
cambios se relacionan con el peso corpo- ambos sexos son mínimas y entran dentro de
ral y la fisiología del animal. la variación intraespecífica de los equidos.
2) Predicciones de la masa corporal: el Las dimensiones y los pesos corresponden a
tamaño corporal es un buen indicador de la media aritmética de todos los especimenes
la dieta de los mamíferos y las variables adultos que conforman la muestra de cada
morfológicas que genera pueden ser usa- especie.
das para estimar el tamaño corporal. Esto Análisis estadístico: hemos utilizado las
nos permite realizar reconstrucciones longitudes, áreas y el peso como una medi-
bastante precisas de la biología de las da del tamaño corporal. Estas dimensiones
especies fósiles. están relacionadas geométricamente de una
manera compleja. Cualquier modificación
Los materiales utilizados para realizar el en la talla conduce a un cambio en la forma
análisis de la masa corporal de los équidos (cambio alométrico), a menos que todas las
se detallan en la Tabla XI-1 (tomada de AL- longitudes se modifiquen en la misma pro-
BERDI et al. 1995a). porción (cambio isométrico). Para calcular
Selección de las variables: previamente a estos cambios (tanto en cambios alométricos
predecir el tamaño del cuerpo en las especies como isométricos) se utiliza la siguiente
fósiles a partir de longitudes, áreas o volúme- ecuación general (GOULD 1972, 1974):
nes, debemos establecer la correlación entre
estas variables y el tamaño corporal en las Y= a Xb
especies de caballos actuales. Siguiendo las o expresada en logaritmo:
recomendaciones de GINGERICH et al. (1982:
82) se utilizó el peso del cuerpo como un Ln Y= Lna + b LnX
indicador del tamaño. Esto facilita la compa-
ración entre especies que presentan diferen- donde, Y es la masa corporal, X es una varia-
cias en la forma de la cabeza y el cuerpo. Los ble de longitud o área, b es el coeficiente de
datos de los caballos actuales se detallan en la variación alométrico, y a es una constante.
Tabla XI-2 y fueron tomados de trabajos Mediante el coeficiente de correlación de
bibliográficos especificados en la misma PEARSON (SIMPSON et al. 1963) se seleccio-
tabla. Se incluyó Equus quagga, extinguido naron las variables que mejor se relacionan
en el año 1880 (CHURCHER & RICHARDSON con la masa corporal. Las variables que pre-
1978). También se incorporaron los datos de sentan el valor r más alto fueron utilizadas
164 ALBERDI & PRADO Capítulo XI
Tabla XI-4. Variables del MCIII, MTIII y 1FIII. Numeros según EISENMANN et al. (1988, ver
también capítulo V de este libro). MC = metacarpal; MT = metatarsal; F = primera falange del
tercer dedo. r y %R como en Tabla 3. %SEE = error estandard de la estimación. * correlación
no-significativa (P>0.05). Los datos de MCIII y MTIII se tomaron de EISENMANN (1979a): t.2
para E. grevyi; t.3 para E. burchelli; t.4 para E. zebra; t.6 para E. przewalskii; t.1 para E.
hemionus; y E. asinus de EISENMANN & BECKOUCHE (1986: t.9). Los datos de la 1FIII de
DIVE & EISENMANN (1991): t.3 para E. grevyi; t.4 para E. asinus; t.5 para E. kiang; del apén-
dice para E. burchelli, E. zebra, E. przewalskii, y E. hemionus.
Figura XI-1.
Representación gráfica
de la regresión de la
masa corporal de las
especies actuales de
équidos obtenidos a par-
tir de las variables F5 y
MC13 (anchura antero-
posterior mínima distal
del cóndilo lateral del
MCIII, a la derecha). En
abscisas Ln de la varia-
ble F5 o MC13, en orde-
nadas Ln de la masa
corporal en Kg (ver
Tabla XI-1). Abreviaturas:
Ehe = E. hemionus; Epr
= E. przewalskii; Eki= E.
kiang; Egr = E. grevyi;
JUNGERS 1988). De hecho, en los últimos su mayoría a partir de la primer falange (F5 Eze = E. zebra; Ebu = E.
años han aparecido varios artículos que ana- r = 0,991) y en los casos en que no se podía burchelli; Eas = E. asi -
nus; Eca (p) = E. caba -
lizan las dimensiones de las extremidades, su contar con esta variable se utilizó el meta-
llus (ponis); Eca(h) = E.
forma y el tipo de sustrato en que habitan las carpiano (MC13 r = 0,982; MC11 r = 0,960
caballus (percherones).
especies actuales (EISENMANN 1984, 1995). y MC1 r = 0,940).
En nuestro caso se ha documentado que los Teniendo el valor de una de estas varia-
diámetros antero posteriores guardan relación bles expresado en logaritmo natural es posi-
muy estrecha con los tipos de sustratos ble predecir la masa corporal sustituyendo el
(ALBERDI & PRADO 1993; PRADO & ALBERDI valor de X en la ecuación y reemplazando
1994). Estos resultados son válidos para la los valores de la pendiente y la ordenada en
tribu Equini y no son comparables con otros el origen por los valores dados en las Tablas
trabajos que utilizan diferentes grupos de XI-3 y XI-4. Por ejemplo, de acuerdo con
Perissodactyla (JANIS 1990; SCOTT 1990), o ALBERDI et al. (1995a), la ecuación que per-
aquellos que utilizan un rango diferente de mite inferir la masa corporal de los équidos
masas corporales de Equini actuales (MAC- fósiles a partir de la variable F5 responde a
FADDEN 1986). Por ejemplo, el trabajo de la siguiente fórmula:
JANIS utiliza Equidae, Rhinocerotidae, Tapi-
ridae y Procaviidae para obtener una regre- Lny = 3,476 Lnx – 6,348
sión que abarque todos los Perissodactyla.
donde Lny es el logaritmo natural de la
masa corporal (en kg); 3,476 es la pendien-
EL PAT R Ó N D E C A M B I O E N L A M A S A te de la recta de regresión; Lnx es el logarit-
CORPORAL DE LOS EQUINI FÓSILES mo natural de F5 (en mm); y 6,348 es el
valor de la ordenada en el origen.
La estimación de la masa corporal de Como ya señalamos anteriormente, la
las especies de Equini fósiles se realizó en ecuación fue estimada originalmente sobre
168 ALBERDI & PRADO Capítulo XI
Figura XII-2. El primer estrato faunístico tal y como lo representó SIMPSON (1950). XII-2a: representa los
primeros inmigrantes (a la izquierda); XII-2b: representa los últimos
inmigrantes de este estrato (a la derecha).
Capítulo XII Caballos fósiles de América del Sur 175
En 1948 este paleontólogo norteamericano propuso que la historia de los mamíferos en América del Sur era episódica y, en
contraposición con otros continentes, estos episodios eran comparativamente escasos, pero bien diferenciados en el registro.
SIMPSON entendía que estos episodios eran el resultado de eventos inmigratorios que influyeron en la evolución geobiótica
de la mastofauna de América del Sur y que estaban en estrecha correlación con eventos geográficos (Figure XII-1). Según
este autor, este carácter episódico del registro, era el resultado de un prolongado aislamiento de América del Sur durante gran
parte del Cenozoico. Hoy en día el registro sugiere que había ciertas conexiones en particular con la Antártica.
SIMPSON describió tres eventos inmigratorios que denominó estratos faunísticos (SIMPSON 1950, 1967, 1980). El primer estrato
al que llamó el de los “viejos inmigrantes” incluía los grupos que estaban presentes en América del Sur antes del aislamiento
del resto de los continentes, posiblemente durante el más tardío Cretácico y en el Paleoceno temprano, y a los numerosos y varia-
dos descendientes de ese stock ancestral. Este primer estrato (Figura XII-2) comprendía los viejos inmigrantes provenientes de
Laurasia entre los que se encontraban los condilartros, unos ungulados primitivos cercanos a los ancestros de todos los demás
ungulados. Los marsupiales, los que posiblemente llegaron desde América del Norte a través de una cadena transitoria de islas
que aparecieron en el Caribe a fines del Cretácico, y los edentados, representados actualmente por los armadillos, los osos hor-
miguero y mielero y los perezosos, también formaban parte de los viejos inmigrantes.
En realidad esta fauna mencionada por SIMPSON correspondía a los registros del Paleoceno ya que en 1950 este autor desco-
nocía la existencia de registros de mamíferos mesozoicos en América del Sur. Los hallazgos recientes en Argentina, Brasil y
Bolivia han confirmado la presencia de mamíferos en por lo menos diez localidades que comprenden un intervalo de tiem-
po entre el Jurásico medio y el Cretácico tardío (ROUGIER et al. 2003). Estos registros provienen en su mayoría de localida-
des patagónicas que son las más ricas y mejor conocidas. Se trata de formas que se distribuyeron por América del Sur y en
parte de Gondwana tales como multituberculados y drioléstidos, así como algunos taxa únicos de América del Sur emparen-
tados con los monotremas (RAUHUT et al. 2002).
El segundo estrato (Figura XII-3), al que SIMPSON denominó el de los “viejos saltadores de islas”, incluye sólo dos grupos:
los roedores caviomorfos y los primates platirrinos provenientes de África (SIMPSON consideraba que llegaron desde América
del Norte) a través de una ruta al azar. Se cree que estos inmigrantes llegaron a América del Sur en el Eoceno tardío-
Oligoceno temprano, cuando este continente se encontraba aislado del resto, utilizando balsas naturales que fueron arrastra-
das por las corrientes marinas a través del Atlántico Sur.
El tercer estrato (Figura XII-4) fue denominado por SIMPSON como el de los “tardíos saltadores de islas” o los “últimos inmi-
grantes”. Este evento comprende lo que WEBB ha denominado el “Gran Intercambio Biótico Americano”. Este estrato se
registra desde el Mioceno temprano. En un comienzo migraron edentados tardigrados (perezosos) desde América del Sur
hacia el archipiélago del caribe (los primeros registros provienen de la isla de Cuba). Posteriormente, en América del Sur se
registra la llegada de mapaches norteamericanos (los primeros carnívoros placentarios que se registran en el continente). Ya
en el Plioceno y en el Pleistoceno se registran los restos de los taxones involucrados en este evento. Recientemente, con pos-
terioridad a la extinción de fines del Pleistoceno, se registra una nueva oleada de inmigrantes de América del Norte o de
América Central hacia América del Sur, donde se reconocen por primera vez grupos de lepóridos y de chinchílidos.
EL GABI
Extinciones
La extinción, desde un punto de vista evolutivo, es la muerte o desaparición de todos los miembros de una especie.
Para los paleontoólogos esto implica la desaparición de los descendientes de un grupo taxonómico en un punto del
registro a nivel global.
Algunos autores refieren un tipo de extinciones regionales o biogeográficas que afectan a determinadas poblacio-
nes de una especie en localidades o zonas concretas de la superficie terrestre en tanto que otras no. En este capítu-
lo trataremos de las extinciones que afectaron a las especies a nivel global.
Se pueden clasificar las extinciones en dos tipos: (a) extinciones de fondo: son las que se observan de un modo más
o menos continuo a lo largo de un registro geológico e involucran a unas pocas especies; (b) extinciones en masa:
son las que tienen lugar en un intervalo relativamente corto de tiempo geológico y que afectan a taxones distribui-
dos en un amplio rango ecológico y biogeográfico. En este último tipo de extinciones se reconocen distintas cate-
gorías: “catastróficas”, que están relacionadas con perturbaciones globales marcadas y puntuales; “escalonadas”,
que son las que se producen en episodios sucesivos, ecológicamente selectivos y geológicamente breves; y las
extinciones “graduales” que son procesos en los que la tasa de extinción es mayor que la especiación, las pautas
son similares a las extinciones de fondo pero más aceleradas y los factores desencadenantes son globales.
A diferencia de las extinciones que ocurrieron antes o con posterioridad al Gran Intercambio Biótico Americano,
que son consideradas como extinciones de fondo, la extinción de finales del Pleistoceno en América del Sur puede
clasificarse como una extinción en masa de tipo catastrófica. El porcentaje de géneros extintos que se registra en
las Edades precedentes entra dentro del rango de las denominadas extinciones de fondo. El 22% de los géneros pre-
sentes en la Edad Marplatense (sensu CIONE & TONNI 1995a, 1995b) no se registran en la Edad siguiente, el
Ensenadense. El 7% de los géneros presentes en el Ensenadense no se registran en el Lujanense. En tanto que el
porcentaje de géneros presentes en el Lujanense que no se registran en el Holoceno sube hasta el 40% (LESSA &
FARIÑAS 1996). Según el criterio propuesto por S EPKOSKI (1986) a nivel global, las extinciones de finales del
Lujanense se clasifican como “extinciones en masa de nivel intermedio”. Lo que es comparable con los porcenta-
jes que se observan en la extinción del límite Cretácico/Terciario.
184 ALBERDI & PRADO Capítulo XIII
Tabla XIII-1. Valores de correlación significativa entre las variables climáticas y los eventos fau-
nísticos FRQ y LRQ, primeras y últimas apariciones respectivamente, normalizadas en cada
intervalo en función de la riqueza específica (RQ). Tomado de PRADO et al. (2001a).
Cabe aclarar que cuando nos referimos a la Provincia Pampa es en Las evidencias sobre la extinción de los
un sentido biogeográfico. Recientemente M ORRONE (2001) ubicó caballos en este área proceden tanto de los
esta provincia dentro de la Región Neotropical, Subregión sitios arqueológicos como de los yacimientos
Chaqueña. Esta provincia comprende el centro oeste de Argentina, paleontológicos. Los registros paleontológi-
entre los 30oy 39o de latitud Sur, Uruguay y sur del estado brasile- cos más recientes provienen de varios perfi-
ño de Rio Grande do Sul. (Figura XIII-1) les en el Miembro Guerrero de la Formación
Luján (antigüedad aproximada de entre
27000 y 10000 años AP). Estos datos radio-
carbónicos se han obtenido principalmente a
partir de dataciones de carbonatos del sedi-
mento, moluscos de agua dulce (BONADONNA
et al. 1999; CARBONARI et al. 1992; FIGINI et
al. 1995, 1998) y huesos de mamíferos extin-
tos (TONNI et al. 2003). Las dataciones sobre
huesos son tres. Dos son de edentados y una
de caballo. Esta última se obtuvo a partir de
una porción de tibia asignada a Equus (A -
merhippus) neogeus recuperada de Zanjón
Seco en el Río Quequén Grande (LP-1235)
cuya antigüedad es de 10.290 ± 130 años AP
(TONNI et al. 2003).
Entre los sitios arqueológicos en la pro-
vincia de Buenos Aires, se destacan dos con
registros de équidos fósiles: Arroyo Seco 2
(FIDALGO et al. 1986; POLITIS 1984, 1989;
POLITIS et al. 1987) y Paso Otero 5 (MARTÍ-
NEZ 1997, 2001; MARTINEZ et al. 2003 (Figu-
ra XIII-2).
En Arroyo Seco 2 se ha recuperado una
significativa cantidad de restos de mamífe-
ros pleistocenos (Eutatus, Mylodon, Glos -
Figura XIII-1. Mapa biogeográfico de América del Sur sotherium, Megatherium, Toxodon, Macrau -
donde se distingue la Región Andina (en gris oscuro) y chenia, Glyptodon, Equus e Hippidion) entre
la Región Neotropical (en gris claro). 51. Provincia bio- los que se incluyen: Hippidion principale y
geogeográfica Pampa. Modificado de MORRONE (2001). Equus (Amerhippus) neogeus (ALBERDI &
PRADO 1992, 1993; PRADO & ALBERDI 1994).
tar estas hipótesis en América del Sur es el Varias evidencias como la selección de las
impacto sobre la extinción de los caballos, extremidades anteriores y posteriores, los
para lo cual es necesario contar con un buen patrones de fracturas de los huesos largos, y
registro de la transición del Pleistoceno tar- las marcas de corte, indican que estas espe-
dío Holoceno. cies fueron utilizadas por los cazadores
Capítulo XIII Caballos fósiles de América del Sur 187
Dato-taxón
como un recurso alimenticio (SALEMME provienen de distintos laboratorios y repre- Figura XIII-2. Mapa de la
1987; POLITIS et al. 1995). La cronología de sentan datos-taxones para esta especie. provincia de Buenos
este sitio se conoce a través de un total de 34 En el sitio Paso Otero 5 se ha recuperado Aires con los sitios
fechados. Las dataciones correspondientes a un significativo conjunto arqueológico, que arqueológicos de caza-
restos de megafauna abarcan un lapso tem- incluye un rico registro de fauna pleistocena dores-recolectores.
poral entre 12240 ± 110 y 7320 ± 50 AP asociado con las características puntas de Tomado de POLITIS &
(POLITIS & BEUKENS 1991; POLITIS et al. 1995). proyectil cola de pescado. La asociación fau- GUTIÉRREZ (1998).
En lo que respecta a los équidos, estos auto- nística esta compuesta por varias especies de
res dan a conocer tres dataciones efectuadas mamíferos extintos (Megatherium, Glosso -
sobre huesos de Equus (Amerhippus) neo - therium, Glyptodon, Toxodon, Hemiauchenia
geus (AA-7964, con AMS que dio 11250 ± y E q u u s) entre los que destaca la presencia de
105 AP; OXA-4590, con AMS que dio Equus (Amerh i p p u s) n e o g e u s. Los sedimen-
11000 ± 100 AP; TO-1504, con AMS que tos portadores de este conjunto han sido asig-
dio 8890 ± 90 AP). Como vemos estos datos nados a la transición Pleistoceno tardío-
188 ALBERDI & PRADO Capítulo XIII
Figura XIII-6.
Cueva de
Lapa do
Mosquito,
Curve
(Estado de
Minas
Gerais).
Foto ama-
blemente
cedida por
Cástor
CARTELLE
tos de hueso. De este sitio se tiene una data- considera que los hallazgos en estas grutas
ción de 11740 ± 110 años AP sobre óseo no son sincrónicos y en consecuencia asociados
identificado. Entre la megafauna se encuen- a un mismo fenómeno: el aumento de la plu-
tran restos asignados a Equus (Amerhippus) viosidad. Este autor, por la presencia de mega-
lasallei. fauna y los datos radiocarbónicos (NZA-
En Venezuela se registran unos pocos 6982: 12.200 ± 200 y NZA-6984: 20.060 ±
restos de caballos en el sitio arqueológico de 290 años, realizados con AMS, sobre un
Taima-taima donde aparece una asociación coprolito de Nothrotherium y un húmero de
de megafauna e industria lítica (BRYAN et al. Mormoops respectivamente) asigna estas
1978). Los datos radiocarbónicos provienen faunas al Pleistoceno final (C ZAPLEWSKI &
de 14 dataciones (entre 14000 y 12000 años CARTELLE 1998). Sobre la base de estos
AP) en materia orgánica, carbón, y madera registros CARTELLE (1999) ha propuesto la
que según los autores indican una edad existencia de refugios de faunas de mamífe-
mínima de 13000 años AP. ros de carácter tropical o subtropical en el
Pleistoceno tardío en Brasil, cuando predo-
minaron condiciones más frías y áridas que
LAS EVIDENCIAS EN BRASIL las actuales. De hecho en la localidad de
Toca dos Ossos (Estado de Bahía) se regis-
En Brasil hay varios registros de caballos en tran en simpatría tres especies de équidos
sitios que comprenden la transición Pleis- con distintas adaptaciones como Equus
toceno-Holoceno. En general, los hallazgos (Amerhippus) neogeus, Hippidion principa -
en sitios paleontológicos provienen de los le e Hippidion devillei (ALBERDI et al.
Estados de Minas Gerais y Bahía (Región de 2003). (Figura XIII-6)
Lagoa Santa y Ourolândia, respectivamente) En la región arqueológica de São Raimundo
en ambientes de gruta. CARTELLE (1999) Nonato (Estado de Piauí), se han registrado
194 ALBERDI & PRADO Capítulo XIII
seis sitios arqueológicos que contienen proponen que los gomfoterios se extinguie-
industria lítica asociada con una fauna extin- ron en la región aproximadamente hace
tan de aproximadamente 30 especies de 16670 ± 80 años AP (EQ96003, datación de
Ve r t e b r a d o s, varias de las cuales son mamí- nivel inferior, sobre hueso, con AMS), y
feros de talla grande, entre los que se inclu- Glossotherium en el intervalo comprendido
yen Hippidion principale y Equus (Ame - entre 14450 ± 70 y 12350 ± 70 años
rhippus) neogeus. Los restos de caballos en (EQ96018 y EQ96010, dataciones de nivel
conjunto representa entre el 10% y el 33% medio, sobre hueso, con AMS). Sin embar-
respectivamente del material óseo recupera- go los caballos que se registran en el nivel
do en los sitios de Toca da Janela da Barra superior de esta zona, y de los que no se tie-
do Antonião y Toca da Cima dos Pilão. De nen dataciones radiométricas, se habrían
este último sitio hay una datación de 10390 extinguido con posterioridad a 12350 ± 70
± 80 años AP sobre restos de fogón de un años. Para la zona costera, en particular en
hogar (BETA-27345, GUÉRIN 1991). En la la Península de Santa Elena, FICCARELLI et
cueva de Toca do Serrote do Artur (en la al. (2003) proponen que las poblaciones de
misma zona arqueológica) se ha recuperado mamíferos pleistocenos de las zonas de cor-
un conjunto faunístico, que incluye mega- dillera migraron hacia la costa y sobrevivie-
fauna pleistocena (FAURE et al. 1999), en el ron a la transición Pleistoceno-Holoceno,
que se registra en los niveles inferiores 20 hasta que el nivel del mar subió en el Holo-
restos de Equus (Amerhippus) neogeus. De ceno temprano. Asimismo, mencionan que
este nivel hay una datación de 8490 ± 120 en el sitio El Cautivo (en la Península de
años AP (obtenida sobre materia orgánica, Santa Elena) aparecen las primeras eviden-
GIF 10516). Como los datos cronológicos cias de industria lítica asociada con mega-
son todavía escasos y ninguno proviene de fauna entre la que aparecen restos de Equus
dataciones de huesos de caballos, nos quedan (Amerhippus) santaeelenae. De este sitio se
dudas de la supervivencia de Equus (Amer - ha obtenido una datación sobre una conchi-
hippus) neogeus hasta el Holoceno temprano lla asociada al conjunto faunístico que dio
en Brasil. una edad con AMS de 8680 ± 80 años. En
suma, más allá de las especulaciones sobre
la migración y supervivencia de la megafau-
LAS EVIDENCIAS EN E CUADOR na en refugios costeros, el registro de équi-
dos permite señalar que E q u u s (Amerh i p p u s)
En Ecuador, en la zona de cordillera, los andium no sobrevivió en el Holoceno. Esta
registros más abundantes de équidos provie- especie, adaptada a los ambientes de cordi-
nen de la Quebrada de Chalán (Punín) en la llera, no se registra en los sitios costeros de
provincia de Chimborazo. FICCARELLI et al. la Península de Santa Elena. Por otra parte,
(1987) citan unos pocos restos asignados a un dato curioso que nos ha llamado la aten-
Equus (Amerhippus) andium (ver P RADO & ción (ALBERDI & PRADO 1992), es la presen-
ALBERDI 1994) recuperados de los niveles cia recurrente de artritis deformante ente los
superiores de la Formación Cancagua en la metápodos de Equus (Amerhippus) andium
provincia de Carchi. Estos autores han suge- procedentes de los Andes ecuatorianos
rido una extinción de la megafauna por ole- (Figura XIII-7). Este tipo de patología rara
adas sucesivas (C OLTORTI et al. 1998). En vez se manifiesta, ya que suele estar produ-
función de las dataciones que obtuvieron cida por alelos recesivos. No obstante, bajo
Capítulo XIII Caballos fósiles de América del Sur 195
recurso alimenticio en el centro y sur de ción. Asimismo, si bien los datos cronológi-
Chile, Argentina, Brasil, Ecuador, Colombia cos son pocos, es llamativo que las especies
y Venezuela. En consecuencia cabe suponer que tienen una mayor coexistencia con el
que por lo menos sobre algunas especies de hombre son las que presentan una mayor
équidos existió una presión cazadora impor- adaptación a la carrera en ambientes abiertos,
tante que podría haber afectado al equilibrio tal es el caso de Equus (Amerh i p p u s) neo -
poblacional de estos grupos. geus. POLITIS & GUTIÉRREZ (1998) han suge-
Además, los datos isotópicos aportados rido que en la pampa Argentina, los extensos
por distintos autores confirman que la coe- pastizales y una baja densidad demográfica
xistencia de las distintas especies de caba- de cazadores, contribuyeron a la persistencia
llos americanos y cazadores paleoindios de las comunidades de megaherbívoros des-
varió de una región a otra. Es llamativo que pués del final del Pleistoceno.
mientras Hippidion saldiasi de los sitios de En suma, el proceso de extinción de los
Patagonia habría coexistido por un periodo caballos en América del Sur es complejo y se
corto del orden de 500 años, Equus (Ame - necesitan más datos para contrastar este
rhippus) neogeus de la provincia de Buenos patrón. El cambio climático por si solo no
Aires habría coexistido varios miles de años. sería la única causa de la extinción de los mis-
Esto podría indicar que en Patagonia tanto la mos, sin duda la influencia de las poblaciones
presión de caza como la alteración de los humanas tuvo un papel complementario en la
ambientes naturales habrían sido factores adi- extinción de al menos dos especies: Hippidion
cionales que aceleraron el proceso de extin- saldiasi y Equus (Amerhippus) neogeus.
Capítulo XIV Caballos fósiles de América del Sur 197
ción y estructura de las proteínas. La longitud idéntico al de las especies próximas vivas.
de la cadena de ADN se mide en pares de Muchas de estas secuencias se encuentran
bases, es decir los pares de bases comple- disponibles en las bases de datos.
mentarias que se unen entre ambas cadenas
helicoidales (Figura XIV- 3 ).
Durante muchos años, los evolucionistas ADN DE HUESOS Y DIENTES
esperaron el momento en que fuera posible
medir la variación molecular, es decir, la Los huesos y dientes son los restos de verte-
secuencia de nucleótidos de los genes. Ese brados fósiles más comunes. Las condiciones
momento llegó a principios de los años 80, de estos tejidos calcificados varían grande-
cuando los adelantos técnicos hicieron posible mente en función de diversos factores y en
la secuenciación del ADN de una manera sen- consecuencia el ADN que contienen también.
cilla. Asimismo, los adelantos en el desarrollo A finales de la década de los 80 se publicaron
de la técnica del PCR solucionaron varios de los primeros trabajos de ADN extraído de
los problemas que tenía el aislamiento del huesos (HAGELBERG et al. 1989; HORAI et al.
ADN antiguo. Es una técnica muy poderosa 1989). Con posterioridad, se estudió am-
que permite obtener muchas copias de una pliamente el ADN obtenido de huesos y dien-
cadena corta de un ADN específico. Este pro- tes humanos (MERRIWETHER et al. 1994).
ceso requiere el diseño de “primers“ específi- En la última década se han hecho gran-
cos para ese fragmento corto de ADN que se des progresos en la recuperación de ADN de
realiza sobre alguna especie próxima a la que restos de mamíferos del Pleistoceno tardío.
estamos estudiando. El diseño de estos “pri- El ADN es de suma utilidad para realizar
mers” permite reducir la posibilidad de ampli- estudios filogenéticos (FELSENSTEIN 1988).
ficar secuencias de ADN contaminante. El Muchos estudios, generalmente basados en
producto del PCR puede ser clonado en un ADN mitocondrial han servido para contras-
vector bacteriano o secuenciado directamente. tar hipótesis filogenéticas. Por ejemplo, el
Cabe aclarar que el término clonado hace ADN mitocondrial del lobo marsupial
referencia a aislar el ADN de uno o varios muestra que esta especie está más relaciona-
genes y no debe confundirse con clonación de da con otras especies de marsupiales austra-
organismos que es cuando se transfiere todo el lianos que con los marsupiales carnívoros de
ADN contenido en el núcleo. En nuestro caso América del Sur. Estos estudios corrobora-
se une el segmento de ADN dentro de otra ron la hipótesis basada en estudios morfoló-
molécula de ADN denominado vector donde gicos que señalan una evolución indepen-
se puede mantener o propagar a otro org a n i s- diente de estas formas de marsupiales carní-
mo como una bacteria. voros en ambos continentes (K RAJEWSKI et
Si sólo se ha podido clonar una región o al. 1992). En Nueva Zelanda los estudios
un fragmento de un gen aislado, la secuen- sobre el ADN del Moa, un ave corredora
cia de ADN obtenida puede compararse con extinta, han permitido reconstruir las rela-
secuencias obtenidas de otros miembros de ciones filogenéticas de esta especie con los
la especie u otras especies. Esta información extintos kivi y las demás aves corredoras
puede usarse para inferir relaciones filoge- actuales de Australia, África y América del
néticos y es el método más sencillo de autenti- Sur (COOPER et al. 1992). Cabe aclarar que
ficación de ADN antiguo. En efecto el ADN estas reconstrucciones de los árboles filoge-
antiguo correspondiente será similar pero no néticos sobre la base de ADN, no reempla-
Capítulo XIV Caballos fósiles de América del Sur 201
domesticación, la cual se desarrollaría a par- mostraron una gran diversidad en las secuen-
tir de una manada selectiva, de pocos focos cias de ADN mitocondrial. La misma secuen-
de domesticación limitados a un stock sal- cia de ADN mitocondrial fue obtenida de
vaje. Estas formas domesticadas, luego se ocho restos de caballos preservados en los
dispersarían por otras regiones. Esta hipóte- suelos congelados de Alaska, entre 12000 y
sis supone un proceso complejo de selección 28000 años AP, así como ocho restos de caba-
a través de muchas generaciones y la coe- llos de Estonia y Suiza, entre 1000 y 2000
xistencia estable con poblaciones humanas. años AP. Algunas de las secuencias de A D N
La otra hipótesis alternativa plantea que la mitocondrial de los caballos pleistocenos,
domesticación involucró a un gran número de como también de los caballos de los sitios
focos de domesticación a lo largo de las este- arqueológicos en el norte de Europa entraban
pas euroasiáticas en un período relativamente dentro de la variabilidad de los caballos
extenso de tiempo en el cual disminuyeron modernos, lo que sugiere que no se trata de
las poblaciones salvajes. En este escenario de una domesticación temprana. En consecuen-
múltiples orígenes, los especimenes habrían cia, la alta diversidad del ADN mitocondrial
sido capturados independientemente de dis- en esta muestra apoya la segunda hipótesis, la
tintas poblaciones salvajes y en consecuencia de una domesticación ampliamente distribui-
los primeros caballos domesticados no repre- da entre diversas poblaciones de Eurasia con
sentarían un stock altamente modificado por una utilización extensa de las formas salvajes
la selección. Los resultados de este análisis (VILÀ et al. 2001).
ANEXOS
ANEXOS I Caballos fósiles de América del Sur 205
Anexo I
Región Pampeana
Hippidion:
Cráneos: MLP 6.2, MLP 6.8 y MLP 6.9
Mandíbulas: MLP 6.18 y MLP 6.19
Dientes: MLP81-IV-28.8 un M2 y MLP81-IV-28.9, un p2
Húmeros: MLP 6.38, MLP 6-37 y MLP 6-37
Radios: MLP 6-53, MLP 6-36, MLP 6-37 y MLP 6-38
MCIII: MLP 52-IX-29-96, MLP 6-404, MLP 6-405, MLP 6-35, MLP 6-408, MLP 6-406 y
MLP 6-206
AS: MLP 6-39 y MLP 6-40
CA: MLP 6-40
MTIII: MLP 6-316, MLP 6-40, MLP 6-315, MLP 6-39 y MLP 6-312
1FIII: MLP 76-XIII-2-4, MLP 6-342, MLP 6-353, MLP 6-357, MLP 6-496, MLP 6-358,
MLP 6-350, MLP 6-35, MLP 6-40, MLP 6-39 y MLP 6–23,
Jujuy, noroeste de Argentina: 4 mandíbulas, una sínfisis, un MTIII, y una tibia de Mina
Aguilar recolectados por J. FERNÁNDEZ
Anexo II
Región Pampeana
Hippidion:
Cráneos: MACN-15741, MACN-4102, MACN-9671, MACN-13763, MACN-5667,
MACN-9671 y MACN-401
Mandíbulas: MACN-401
Esqueleto apendicular: un esqueleto entero.
MCIII: MACN-2022
AS: MACN-10581, MACN-10099
CA: MACN-10581, MACN-16274
1FIII: MACN-16276, MACN-6353
MTIII: MACN-7073
1FIII: MACN-125.5
Tarija
Hippidion:
Mandíbulas: MACN-1355 y MACN-1289
ANEXOS III Caballos fósiles de América del Sur 207
Anexo III
Tarija
Hippidion:
Cráneo: 1242 de la Universidad de La Paz
MCIII: MNHN-101015, MNHN-001014, MNHN-001037
CA: MNHN-OO1296, MNHN-001297, MNHN-001243, GEOBOL-sin número
AS: MNHN-001302, MNHN-001291, MNHN-001303, MNHN-001305, MNHN-001301,
MNHN-001290, MNHN-001306, MNHN-001304
1FIII: MNHN-001277, MNHN-001274
MTIII: MNHN-002161, MNHN-001028, MNHN-001020, MNHN-001019-MNHN-001029
Anexo IV
Anexo V
Chacabuco, a 30 km al N de Santiago
SGO.PV.23: cinco dientes aislados, 1DP2, 1P3-4, 1P3-4, 2M1-2; un fragmento de mandí-
bula derecha con m2 y m3; un atlas y un axis; un calcáneo izquierdo y una 1FIII de Equus
(Amerhippus) sp.
SGO.PV.30: un fragmento de escápula
SGO.PV.690: 1FIII de Hippidion saldiasi
Dos fragmentos de diáfisis de fémur y varios de vértebras difíciles de identificar
Huimpil, Temuco
SGO.PV.689: M3 superior izquierdo de Equus (Amerhippus) sp.
La Chimba (Antofagasta) CASAMIQUELA & CHONG (1974) dan cuenta del hallazgo de ras-
trilladas mal conservadas dejadas, aparentemente, por individuos de una misma especie, que
después de su estudio, concluyen asignándolas a Ichnhippus cotaposi, nuevo género y espe-
cie, de huellas de équido.
ANEXOS VI Caballos fósiles de América del Sur 211
Anexo VI
Cueva de La Ventana:
C.2B 17 fragmento de hueso
sn REC.SUP astrágalo derecho
C.2B 4 1FIII del tercer dedo
C.1B 2 2FIII del tercer dedo
sn REC.SUP 2FIII del tercer dedo
nº 2 2FIII rodada
C.1B 12 3FIII del tercer dedo
REC.SUP 3FIII del tercer dedo, rota
C.1B 11 navicular del tarso derecho
92 M1-2 izquierdo
27/9C 80/85 P3-4 derecho (posible P4)
28/7C 194 M1-2 derecho (posible M1)
93/A 27/9C 80/85 M1-2 derecho (posible M2)
Cueva Fell
FE 63: 4 fragmentos: 3 indistinguibles
1 extremidad distal de radio joven
A.D. 677 3 fragmentos indeterminados
A.D. Capa 7/8C base de algo?
FE 64: fragmento de esmalte de diente
1 fragmento de cráneo con cóndilo occipital
1 sesamoideo proximal
204/26 sesamoideo distal
204/26 media 2FIII
204/26 ectocuneiforme derecho
PARED 3-4 mágnum derecho
204/30 sesamoideos distales
F 22 sesamoideo proximal
204/30 sesamoideo distal
FE 67 fragmentos pequeños de un posible diente de
leche
18F esmalte de I1?
s/n 3 fragmentos de costilla
1 tuberosidad de ulna?
1 sesamoideo proximal
1 escafoides (navicular del carpo) derecho
1 pisiforme derecho
FE 58 fragmento de pelvis
F 54 4 fragmentos de hueso indeterminados
1 fragmento de diente muy desgastado
Fell 160 un fragmento de mandíbula con huellas de dien-
tes grandes
articulación distal de radio joven
FE 36 MCIII izquierdo con MCII lateral
articulación distal de tibia
Fe 59 fragmento de tibia joven, articulación distal
Muchos de los restos están quemados
ANEXOS VI Caballos fósiles de América del Sur 217
Cerro Sota
C7 Sínfisis con incisivos
C2 2 1FIII
6»-12” J.R.Man. 1 3FIII
C1 1 2FIII (de la parte superior de la basura de ocupación 15» a
24» debajo de la superficie con huesos)
C3 2 1FIII (32» a 41») + 1 P3-4 izquierdo
1 M1-2 izquierdo
m1-m2 en mandíbula
C3 6 2FIII 4 enteras y 2 rodadas
C4 6 2FIII: 1 enorme, 1 algo estropeada; 3 jóvenes; 1 rodada
C4 2 3FIII: 1 entera; otro fragmento
Anexo VII
Hippidion principale
Toca dos Ossos
MCL-6112, maxilar superior derecho con P3-M3
MCL-6195 maxilar izquierdo con P2-M3
MCL-6197 un fragmento de mandíbula
3 fragmentos de mandíbula sin dientes
3 MCIII
1 MTIII
1CA
3 1FIII
Lagoa Santa
1 1FIII
Hippidion devillei
Santana, SO del Estado de Bahía
MCL-6277/01 y MCL-6277/01 fragmentos del lado izquierdo de un cráneo y el segundo es
un fragmento de la órbita
MCL-6278 serie derecha del mismo cráneo, encaja con el anterior en un punto
MCL-6263 CA
MCL-6265 AS
MCL-6264 AS
MCL-6266 AS
MCL-6227 1 FIII
Lagoa Santa
1 CA
2 AS
222 ALBERDI & PRADO ANEXOS VIII
Anexo VIII
Anexo IX
Tarija (Bolivia)
Hippidion principale:
P14200 cráneo completo sin POF
P13773 fragmento distal de húmero derecho
P14220 radio entero
P14220 metacarpiano izquierdo
P14220 distal de metacarpiano
P13774 fragmento distal de fémur izquierdo
P14187 tibia izquierda
P13775 calcáneo derecho
P14187 calcáneo izquierdo
P14187 astrágalo izquierdo
P14187 astrágalo izquierdo
P13775 astrágalo derecho
P13773 metatarso derecho
P14187 metatarso izquierdo
Hippidion devillei:
P14211 metacarpiano izquierdo
Además:
P14277 metatarso izquierdo difícil de distinguir entre Equus (Amerhippus) neogeus e
Hippidion principale
ANEXOS X Caballos fósiles de América del Sur 227
Anexo X
Hippidion
4 cráneos: TAR-691, TAR-856, TAR-795 y TAR-780
1 mandíbula: TAR-780
1 húmero: TAR-945
6 radios: TAR-892, TAR-893, TAR-946, TAR-940, TAR-963 y TAR-979
5 MCIII: TAR-666, TAR-944, TAR-896, TAR-960 y TAR-962
2 fémures: TAR-989 y TAR-986
6 tibias: TAR-894, TAR-955, TAR-978, TAR-975, TAR-977 y TAR-976
3 CA: TAR-916, TAR-941 y TAR-967
2 AS: TAR-915 y TAR-942
11 MTIII: TAR-665, TAR-966, TAR-664, TAR-959, TAR-663, TAR-971, TAR-943, TAR-
974, TAR-961, TAR-973 y TAR-957
11 1FIII: TAR-680, TAR-904, TAR-679, TAR-903, TAR-681, TAR-907, TAR-681, TAR-
902, TAR-911, TAR-970 y TAR-910
Hippidion
Región Pampeana
PAM-203 un cráneo
Ecuador
Equus (Amerhippus) andium
Dentición superior: IPMNHN-V.2159
Dentición inferior: IPMNHN-V.2181
6 MCIII: IPMNHN-sin número
2 CA: IPMNHN-AA4/7 + 1 sin número
1 AS: IPMNHN-sin número
6 MTIII: IPMNHN-sin número
2 FALIII: IPMNHN-sin número
Equus (Amerhippus) santaeelenae
1 CA: LAR.55 (V.20)
1 AS: LAR.56 (V.18)
1 MTIII: LAR.48 (V.33)
2 1FIII: LAR.51 (V.42) y LAR.65 (V.40).
228 ALBERDI & PRADO ANEXOS XI
Anexo XI
Hippidion principale
Anexo XII
Tarija (Bolivia)
Equus (Amerhippus) insulatus:
7 fragmentos de mandíbula
12 dientes sueltos, superiores e inferiores
5 articulaciones de húmero
2 radios: uno derecho y otro izquierdo
5 MCIII: dos derechos y tres izquierdos
4 tibias enteras
9 calcáneos: 6 derechos y 3 izquierdos
4 astrágalos izquierdos
2 MTIII derechos
10 fragmentos de metápodos
11 1FIII
9 2FIII
6 3FIII
Hippidion principale:
M1787 fragmento de maxilar superior
M4902 una mandíbula inferior
M4901 un fragmento de sínfisis
M1791 un P2 superior
M3118 un m1-2 inferior
5 dientes sueltos
Ulloma (Bolivia)
Equus (Amerhippus) insulatus:
1 CA izquierdo
ANEXOS XIII Caballos fósiles de América del Sur 231
Anexo XIII
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