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EL DERECHO A LA PRIVACIDAD EN LAS

REDES SOCIALES

LAS REDES SOCIALES Y LOS JOVENES.

A día de hoy es muy común que los jóvenes


accedan a una o varias de las redes sociales
más populares, sin embargo, no siempre
serán conscientes de las consecuencias. Así,
como raramente sabrán que están
consintiendo el tratamiento automatizado
de sus datos personales más íntimos, como
sus imágenes, comentarios, ubicaciones, y
otros tantos que luego quedarán
almacenados en las bases de datos de la red
social al alcance de muchas personas que
pueden utilizar sus datos con fines lícitos o
ilícitos, conductas que pueden ser calificadas
de delito en los casos más graves.

EL FENÓMENO

Las redes sociales, como casi todos los fenómenos de gran relevancia de los grupos humanos,
se comportan como armas de doble filo, ya que, su funcionamiento intrínseco permite al
ciudadano que usa medios electrónicos comunicarse con personas que estén en cualquier lugar
del mundo, o permiten observar las fotos o videos que sus "amigos" deciden compartir,
imágenes que, en ocasiones, se suben sin meditarlo mucho. Por lo que en este caso se estaría
violando el derecho a la privacidad, como dice en la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos en el Artículo 17. 1. Nadie será objeto de injerencias arbitrarias o ilegales en su vida.

En contra del ‘no tengo nada que esconder’


NO TENGO NADA QUE ESCONDER
Lamentablemente, el derecho a la privacidad se ha visto mermado por discursos que minimizan
su importancia. A principios del año, WhatsApp anunció cambios en su política de privacidad.
Esto provocó una legítima preocupación por sus datos personales, por lo que muchas personas
decidieron migrar a otras plataformas como Signal o Telegram.
Sin embargo, un sector calificó esta respuesta como una exageración. “No tengo nada que
esconder, no soy tan importante, ya no existe la privacidad en la era de las redes
sociales” fueron algunos de los comentarios que circularon.
El discurso de la vigilancia se caracteriza por implantar el desinterés y el miedo para construir
el panóptico. Vende la idea de que si eres un ciudadano ejemplar, no tienes nada que esconder.

Esta falacia justifica su implementación, que


provoca mayor opresión hacia las personas más
vulnerables, merma el desarrollo de la
individualidad y, por consecuencia, obstaculiza la
capacidad de pensamiento crítico que es vital para
la ciudadanía en una sociedad democrática.

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