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La formación artística en la Academia de San Alejandro en el siglo XIX.

Osvaldo Paneque
Resumen
El proceso docente en la Escuela Gratuita de Dibujo y Pintura de La Habana permitirá
observar con una mirada didáctica las características que tuvo la pintura colonial
académica en su génisis a fin de establecer el punto de partida de la misma a través de
las enseñanzas de esta institución y la influencia de su producción en el aprendizaje de
los diferentes sectores de la sociedad. Como centro educativo artístico, la enseñanza
en la institución es un factor de gran significación a tener en cuenta cuando se trata el
análisis, estudio y evolución de la Academia de San Alejandro debido a que a través de
dicho factor se puede observar la capacidad que tiene el arte de mediar en el
aprendizaje de la población y con ello contribuir al desarrollo del país.
Palabras Claves: Academia de San Alejandro, formación, historiografía
Abstract
The teaching process at the Free School of Drawing and Painting of Havana will allow
us to observe with a didactic look the characteristics that academic colonial painting had
in its genesis in order to establish the starting point of the same through the teachings
of this institution and the influence of its production on the learning of different sectors of
society. As an artistic educational center, teaching at the institution is a factor of great
significance to take into account when it comes to the analysis, study and evolution of
the San Alejandro Academy because through this factor the capacity it has can be
observed. the art of mediating the learning of the population and thereby contributing to
the development of the country.
Keywords: San Alejandro Academy, training, historiography
1. Los planes de estudios.
Hasta 1832 los planes de estudio de San Alejandro giraban en torno al dibujo y
mantenían un carácter predominantemente utilitario, es por ello que las disciplinas del
dibujo primaban sobre las disciplinas relacionadas con las bellas artes.
Fue bajo la dirección de Camilo Cuyás que lo útil y lo bello fueron delimitándose cada
vez más donde el pintor dejaba de ser una mano de obra para tornarse un
profesional. Propuso los conocimientos que a su parecer debía tener un pintor. Estos
eran: «historia, proporciones del cuerpo humano, reglas de la composición, perspectiva
lineal (y previamente geometría), perspectiva aérea (y previamente óptica) (Rigol,
1983).
Sin embargo, con la llegada de Colson, condiscípulo de Vermay, los pensamientos de
Cuyás referidos a las materias que debían formar parte del plan de estudios se
vieron frenados, aunque no tanto como en los tiempos del primer director de la
Academia. Antes de obtener la dirección de San Alejandro, Colson ocupó la cátedra
de Colorido obtenida también por concurso de oposición.
Hacia 1848 cuando se aprueba el nuevo reglamento por parte del Gobierno Superior
Civil, se introducen algunos cambios en el plan de estudios en la reforma de la
enseñanza en San Alejandro que iniciara el francés Leclerc. Durante este periodo
Leclerc introduce en el plan de estudio las materias de imitación al desnudo y de
modelado.
En 1849 este crea la cátedra de escultura que estuvo al cargo del español Ferrán que
ya se habían conocido en Francia. Se introdujeron otras asignaturas que contribuían
más a la formación artística de los estudiantes, aunque siempre sin desechar la
concepción utilitaria de las Bellas Artes. Entre estas podemos citar la «dibujo del
natural, modelado, dibujo lineal y la escultura» (Rodríguez & Gras, 2018).
Con las reformas que trajo consigo el plan general de instrucción pública para la Isla de
Cuba de 1863 y la consecuente creación de la Escuela Profesional de Pintura y
Escultura de La Habana, Ferrán es ratificado en el puesto que ostentaba en la cátedra
de escultura.
Como profesor de la institución, Ferrán también impartió materias como anatomía
pictórica, dibujo modelado del antiguo y ropajes, dibujo modelado del natural y
composición, asignaturas que podían encontrarse en la propia cátedra de Escultura
junto a otras tales como: Teoría e Historia de las Bellas Artes y Perspectiva.
Así mismo el reglamento definitivo de 1866, aprobado por el Gobierno Supremo
establecía cuales eran las asignaturas que, de manera general o preparatoria y
por cátedra debían impartirse en la institución. En el referido reglamento se establece
que los estudios de pintura comprenderán, además de las asignaturas mencionadas
anteriormente las materias trajes, usos y costumbres de los diferentes pueblos de la
antigüedad, paisaje y colorido. Así mismo el documento continúa planteando que en
los estudios de escultura estarán comprendidas las mismas materias que para los
estudios de pintura excepto las asignaturas de paisaje y colorido.
Como muestra de que el dibujo se sigue considerando la base para el aprendizaje y
desarrollo de las bellas artes, el reglamento de 1866 establece a esta disciplina
como la enseñanza elemental y común a las dos anteriores. En ella estarían
comprendidas asignaturas como: la geometría de dibujante, el dibujo de adornos y el
de figura que comprendía los estudios de principios, extremos, anatomía y cuerpo
entero que se mantendrían durante el resto del periodo colonial.
2. Estudiantes, cohortes y titulados. Los exámenes
Ardua es la tarea de observar cómo se comportó este elemento en San Alejandro
antes de 1863 debido a que la documentación y los libros de matrícula de la escuela
referidos al periodo comprendido entre 1832 y 1863 tienen un destino desconocido.
No es hasta el año 1863 cuando se puede tener una información más detallada sobre
los estudiantes, las cohortes, los exámenes y las titulaciones. No obstante, algunas
referencias previas nos permiten observar el comportamiento de estos aspectos de la
institución artística criolla. Ello coincide, quizás, con la falta de orden vigente en la
institución a pesar de contar con reglamento desde 1832 y que además no es hasta
el año antes mencionado que se comienzan a llevar registros oficiales de las matrículas
de los estudiantes.
El documento dispuesto por la Academia de San Fernando para el gobierno de las
escuelas de nobles artes aprobado en 1818 establece en su artículo 21 que: «El
número de Discípulos en estas Escuelas será sin mas limitacion que la de sus
facultades y capacidad: su enseñanza gratuita para todos» 1. Durante la admisión de los
estudiantes se debían tener presente elementos como la solvencia económica de los
padres o tutores de los estudiantes que pertenecieran a clases no pudientes quienes
serían preferidos sobre aquellos con mejor posición social y económica.
Para ser admitidos los candidatos deberían reunir como requisitos tener diez años de
edad para aspirar a la sala de principios de dibujo y doce para los aspirantes a la de
aritmética y geometría, demostrando en ambos casos que los solicitantes debían saber
y escribir.
Por su parte el reglamento de 1863 aumentaba los requisitos de edad ya que para los
estudios de dibujo elemental la requerida era de nueve años y para los estudios de
escultura y pintura de quince años. Además, estos últimos debían haber sido
aprobados en los estudios de «Gramática castellana, Historia de España y elementos
de Historia universal, elementos de Geografía, elementos de Geometría, elementos
de Física y Química, nociones de Historia Natural, una lengua viva y Dibujo de la
figura humana»2. Adicionalmente los estudiantes de cursos superiores debían abonar
la suma de cinco escudos anuales.
Un elemento indispensable que debían cumplir los estudiantes, que se establece en el
reglamento para el régimen de la escuela era la puntualidad y disciplina en las
clases. Del mismo modo les estaba prohibido fumar, correr o cualquier alteración
del orden. En los exámenes que estos debían realizar una vez finalizado el curso
serían entregados varios premios a los mejores estudiantes y aquel que hubiese
alcanzado los mayores logros recibiría un premio especial que podía ser desde objetos
de utilidad para el dibujo y la pintura, hasta un diploma acreditativo de los estudios
realizados.
El primer estudiante del que se tiene referencia antes de 1863 es Francisco Camilo
Cuyás de quien se dice fue uno de los alumnos aventajados de Vermay. Le siguen a
este Juan Jorge Peoli y Francisco Larroca quienes fueron los primeros pensionados
de la Academia. De Cuyás no se conoce a que graduación pertenece pues no se
refiere en la historiografía cuando comenzó o terminó sus estudios. De Peoli y de
Larroca se sabe que tuvieron que pertenecer a alguna de las graduaciones en las que
Colson fue director entre 1836 y 1843.
En enero de 1845 la academia abre con tan solo 9 alumnos que aumentaron hasta 65
para la celebración de los exámenes el 20 de julio de ese año. Se alaba el trabajo del
estudiante Pedro de la Roca. En los mismos exámenes se destacaron en la

1
A.B.R.A.B.A.S.F: Plan general para el gobierno de las escuelas de nobles artes dispuesto por la
Real Academia de San Fernando, aprobado por S.M y mandado a imprimir y circular por la Real
Orden del 17 de octubre de 1818 a las Sociedades Patrióticas, a los Consulados y a los demas
cuerpos que sostienen ó dirigen escuelas de dibujo, Imprenta Real, Madrid, España, 1819, Art 21,
p.11.
2
B.B.U.O: «Reglamento de la Escuela de Pintura y Escultura de La Habana aprobado en Real Orden
del 2 de julio de 1866», en Legislación ultramarina concordada y anotada por D. Joaquín Rodríguez
San Pedro, Tomo: 11, Suplemento primero, Imprenta de Manuel Minuesa, Madrid, España, 1868,
p.84.
imitación de lápiz Francisco Carcasés y Guerrero, Ignacio Juliá y Carlos E. Serpa.
En las de cabeza Felipe Catalinas, Francisco Carreras, Manuel Calvi, Francisco de
Paula Mena e Hilario Hernández del Valle, este último también destacó en cuerpos
enteros. En las de medio-cuerpo sobresalieron Bernardo Inocencio Domínguez,
Laureano Fernández, Pedro Martínez y Joaquín García (Costales, 1845).
En 1845 numerosos estudiantes concurrieron en las nuevas instalaciones de la
institución para realizar sus inscripciones. Debido a esto y a que la mayoría de los
discípulos eran nuevos no se realizaron exámenes públicos ya que según la opinión de
los miembros de la sociedad sus trabajos no exigían que la exposición fuese pública.
En los exámenes realizados el 31 de agosto de 1846 los tres únicos trabajos
presentados en el examen de «imitaciones al esfumino de estatuas de yeso de cuerpo
entero» no reunieron los requisitos suficientes para que le fuesen otorgado algún
premio, aunque se destaca de entre los tres concursantes el presentado por el alumno
Bernardo Domínguez. En el «examen de cabezas e imitaciones de bustos de yeso al
esfumino»(Matamoros y Tellez, 1846) obtuvieron premios Ignacio Juliá y Bernardo
Domínguez, en el de cuerpos enteros copiados al lápiz de otros dibujos grabados y
litografiados obtuvieron premios Francisco Carrera y Eduardo Fernández de
Castroverde, en el de cabezas los premiados fueron Francisco de Paula Mena y
Bartolomé Rodríguez y finalmente en el examen de paisajes, marina y ornamentos
fueron premiados Ignacio Juliá y Tomas Codezo. En los exámenes también se hacen
menciones a otros alumnos de la Academia como son: Francisco Carcasés, Tomás
Cádiz, Carlos Gálvez, Pedro Menocal, Manuel Suarez, Anastasio Terri, Luis
González, Francisco Entralgo y Vicente Rodríguez. A los nombres antes mencionados
se suman en el acta de los exámenes del 23 de julio de 1848 los nombres de Pedro y
Eduardo Saserac, Carlos Tuget, Eugenio Desvernine Buenaventura Du – Breüil,
Manuel Calves y Manuel Carcases.
Por su parte en los exámenes del 12 de junio de 1849 nos revela otros nombres
de los estudiantes que tomaron estudios en San Alejandro. Algunos de estos nombres
son: Alejandro Brusa, Luis Boudat, Tomás Cortada y Eugenio Desvernine. Luego del
año 1863 hasta el año 1878 en San Alejandro tomaron clases 122 estudiantes según
los registros de matrícula y bajas de la institución. De los estudiantes registrados
en el periodo, 13 no poseen referencia al lugar de procedencia. Del resto puede
observarse como el mayor porcentaje corresponde a estudiantes nacidos en Cuba
seguido por estudiantes españoles. La figura 1 evidencia la diversidad de países que
tenían presencia en la escuela de la Isla.
Figura 1. Composición de la Matrícula de estudiantes entre 1863 y 1879 por países.

Un elemento en este periodo de gran importancia para el arte cubano en particular y


para la historia de Cuba en general y que a su vez ha sido poco tratado en la
historiografía sobre la Academia de San Alejandro es la matrícula de dos figuras
cimeras que tuvieron un papel muy importante en la Guerra de Independencia de Cuba
que sería conocida como Guerra Necesaria. Hablamos de las Figuras de José Martí y
Carlos Baliño, fundadores del Partido Revolucionario Cubano, organización que dotó
de mayor organización a la guerra del ´95 y evidencia con gran profusión el proceso de
formación de la nacionalidad e identidad cubanas.
El primero en ingresar fue Carlos Baliño el 9 de noviembre de 1866 en la clase de
dibujo elemental, la cual veíamos que por reglamento estaba exenta del pago de la
matrícula de 5 escudos. Luego realizó dos matriculas más en esa misma clase, una el
17 de septiembre de 1867 y la otra el 15 de septiembre de 1868.
El 15 de septiembre de 1867, dos días antes de que Carlos Baliño ingresara en la
Academia, realiza su matrícula quien años más tarde sería el Héroe Nacional de Cuba,
José Martí. Cabe la posibilidad de que este sea uno de los primeros contactos de estas
dos personalidades tan importantes para la historia de Cuba puesto que ambos se
matricularon en la clase de dibujo elemental.
Después de 1863, puede comprobarse en la figura 2, la composición del
estudiantado tenía un carácter multinacional donde los mayores aportes fueron
realizados por España y Estados Unidos solos superados por Cuba que aportó el
83,5% de la matrícula de San Alejandro desde 1863.
Figura 2. Distribución por países de los ingresos a San Alejandro en el periodo
colonial a partir de 1863

Figura 3. Distribución por provincias de los ingresos a San Alejandro en el periodo


colonial a partir de 1863

Así mismo se puede comprobar que entre el estudiantado cubano están representadas
todas las provincias en las que se divide el territorio actualmente, incluyendo el
Municipio Especial Isla de la Juventud. Como era de esperar, el mayor porcentaje
corresponde a los alumnos residentes en La Habana. Lo anterior puede confrontarse
según la el gráfico representado en la figura, derivado de los datos acopiados en el
Archivo de San Alejandro correspondientes al fondo de matrícula.
3. La presencia femenina en San Alejandro
Anteriormente nos referimos a que una de las características de las academias
europeas fue la inserción de la mujer en la cotidianeidad de estas instituciones, como
estudiantes o como académicas. En San Fernando, por ejemplo, desde 1816 se
realizaron propuestas para la enseñanza del dibujo a mujeres y niñas y en 1819 se
abre el Estudio de Dibujo y Adorno para niñas en la calle Fuencarral que dependía de
la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, aunque tenían vetado el
acceso a los estudios superiores.
Sobre el aspecto de la inserción de la mujer como académicas Esperanza Navarrete
comenta:
Aunque la enseñanza de las bellas artes dentro de los estudios mayores de la
Academia estaba vetada a las mujeres, es cierto que algunas obtuvieron el título
de académicas de mérito por los que habían ido obteniendo en los talleres
particulares de algunos de sus profesores, o en el Estudio de Dibujo abierto
para niñas en el de Fuencarral en 1819 (Navarrete, 1999).
De manera general estos cambios ocurren a lo largo del siglo XIX en las academias
europeas y San Alejandro se inserta sincrónicamente en esta corriente. Es de destacar
que en lo referido al aspecto de la presencia femenina en los salones de enseñanza
de San Alejandro como alumnas o como profesoras, no hemos encontrado
evidencias de una actitud negativa o discriminatoria hacia la mujer. Ello sugiere que
la exclusión de alguna manera estaba implícita en la concepción, surgimiento y
desarrollo de la institución. Lo que se reafirma cuando en los reglamentos de
instrucción pública se hacen distinciones de las escuelas de acuerdo al sexo de sus
alumnos. Por lo que al igual que Hortensia Peramo podemos decir que «la ausencia
verificada en materia de artes y oficios, permite considerar que la mujer en estos
menesteres era, más que discriminada, ignorada» (Peramo, 2009).
La inserción formal de la figura femenina en la enseñanza de San Alejandro ocurre
durante el mandato de Miguel Melero, el primer director nacido en Cuba. Una de sus
aportes fue precisamente permitir que las mujeres accedieran a la educación en
materia del dibujo, la pintura y la escultura que ocurrió en el curso 1879-1880 estando
a tono con muchas de las tendencias europeas.
Al comentar sobre esta decisión de permitir el acceso de la mujer a las enseñanzas
en San Alejandro, el discípulo y amigo de Melero Sebastián Gelabert comentaba que:
«[…] lo pone en plano superior como impulsor de nuestra cultura, la que señala época
y que mejor muestra el espíritu progresista que poseía a este artista […] revolución
inusitada, que pareció entonces un verdadero atrevimiento»3.
La primera estudiante en ser admitida es Marta Valdés según consta en el
registro de matrícula del curso 1879-1880 en su primera página. Sin embargo, aunque
la iniciativa fue del director la decisión final correspondió al Capitán general. Así, luego
de una consulta con el Gobernador y Capitán general de Cuba para autorizar la
admisión de las féminas (Peramo, 2009). Marta Valdés es admitida en la institución a la
que luego se unirían María Luisa Cacho Negrete y Elisa Visino Rolthal como las
primeras mujeres en cursar estudios superiores en San Alejandro.
Sin embargo, estas estudiantes no aparecen como graduadas por lo que no podemos
afirmar que hayan finalizado sus estudios. No obstante, podemos tomar como la
3
Discurso Una familia de artistas: los Melero de Sebastián Gelabert y Ferrer leído el 9 de abril de 1832
en el homenaje póstumo que realizara el Círculo de Bellas Artes de La Habana a Aurelio Melero, La
Habana, 1932.
primera graduada de San Alejandro de manera oficial a la dominicana Adriana
Billini Gantreau quien se registró en el curso elemental del periodo lectivo 1881-1882
concluyendo sus estudios de manera sobresaliente en el curso 1893-1894 que, una
vez terminada la colonia y los periodos de ocupación estadounidense es nombrada
profesora de Dibujo Elemental de San Alejandro en 1907.
Una de estas mujeres que aportó a la pintura del siglo XIX fue la joven poeta Juana
Borrero (1877-1896). Matricula en San Alejandro en el curso 1887-1888 en dibujo
elemental obteniendo buenas calificaciones, sin embargo, no figura como una
graduada. De su pintura la ensayista Fina García Marruz dice que es «tanto o más
importante que su poesía» (Peramo, 2009).
Para terminar con este acápite quisiéramos hacerlo a través de las palabras de
Hortensia Peramo quien dedicó un estudio a la presencia de la mujer en el San
Alejandro del siglo XIX y en las que hace coincidir una de las problemáticas
fundamentales en torno a la historiografía de la institución: el problema de la escasez
de las fuentes primarias de información y las menciones a los artistas en las que
existen. La autora comenta que:
La búsqueda de nuestras mujeres artistas del siglo XIX que transitaron por
San Alejandro, con un paso efímero o prolongado, graduadas o no […], a partir
de la crítica o la reseña, o la mención en los estudios de sus
contemporáneos, nos ofrece un panorama similar al que caracteriza el hecho
en general: escasas menciones, parquedad en los datos biográficos, unas
pocas reproducciones, documentos incompletos. Y si de la obra se trata, aun
cuando hayan logrado abandonar el subvalorado mundo de las miniaturas para
enfrentar el reto del formato grande de una pintura al óleo, las vemos transitar
por los temas ya sabidos del retrato, el paisaje, las escenas maternales, de
interiores domésticos, y hasta de animales afectivos (Peramo, 2009).

Figura 4. Comportamiento de la matrícula según el género de los alumnos entre 1878


4. Conclusiones
San Alejandro, principal centro de formación artística en la Isla en el periodo colonial
fue responsable directo del desarrollo del dibujo y la pintura en Cuba quedando
relegadas otras manifestaciones respecto a esas dos. Ello puedo verificarse en el
resultado de las mismas en periodos posteriores a 1899.
La institución se caracterizó por consolidar el dibujo como disciplina elemental que
tributa al aprendizaje de la pintura y la escultura, adquiriendo estas dos últimas la
categoría de estudios superiores. La evolución de la enseñanza en la institución
orientada hacia el aspecto estético se consolida y se les da a los artistas un estatus
profesional. Los artistas criollos comienzan a verse en mayor número y sus obras
adquieren sentimientos de pertenencia hacia Cuba que permiten afirmar que el
proceso de conformación de la nacionalidad e identidad cubanas ha dado un salto.
Hay un elemento que requiere especial mención, el desempeño de la dirección por
parte del primer pintor criollo, Miguel Melero, a partir de 1878. Melero asume la
conducción de la Escuela Profesional de Pintura y Escultura de La Habana en un
momento en el que la guerra de independencia del 1868 había recién concluido y la
imagen del cubano no era apreciada por el Gobierno, ni el Estado, pasando no pocas
vicisitudes para ocupar el puesto. A ello se suma que fue este el que solicitó al
gobernador de la Isla que se permitiera la entrada de la mujer para formarse en la
institución, toda una innovación dados los criterios referidos a la enseñanza artística
femenina que existían en la sociedad criolla.
5. Bibliografía
Bermúdez, J. R. (1990). De Gutenberg a Landaluze. Editorial Letras Cubanas.
Costales, M. (1845). Crónica insular del mes de julio. Academia de San Alejandro. In
Memorias de la Sociedad Economica de La Habana: Vol. XVII. Imprenta del
gobierno y la Capitanía General por S.M.
Matamoros y Tellez, R. (1846). Academia de Dibujo y Pintura de San aAlejandro. visita
particular verificada por una comision. Informe de la comision. In Memorias de la
Real Sociedad Económica de La Habana: Vol. II (Issue Segunda Serie). Imprenta
del gobierno y de la Ral Sociedad Económica por S.M.
Merino, L. (1991). Academia de San Alejandro (1818-1900). In Selección de lecturas
de Arte Cuba Colonia (Vol. 2). Universidad de La Habana.
Merino, L. (1976). Apuntes para un estudio de la Academia San Alejandro. Revista de
La Biblioteca Nacional José Martí, 18(1).
Navarrete, E. (1999). La Academia de Bellas Artes de San Fernando y la pintura en la
primera mitad del siglo XIX: Vol. Doctorado. Universidad Nacional de Educación a
Distancia.
Peramo, H. (2009). Un derecho conquistado: aprender a pintar. Opus Habana.
http://www.opushabana.cu/index.php/articulos/29-articulos-artes-visuales/1542-
Rigol, J. (1983). Apuntes sobre la pintura y el grabado en Cuba. Editorial Letras
Cubanas.
Rodríguez, C., & Gras, I. (2018). Trayectoria de August Ferran y Andrés (1814-1879):
Obra artística entre la peníinsula y Cuba a finales de la era colonial. Ars Longa, 27,
157–172. https://doi.org/10.7203/arslonga.27.11350

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