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DESPISTADO1

Fabián Naparstek (Buenos Aires)

Una historia accidentada


“El otro día me di con todo, tomé de más (cocaína, marihuana y alcohol) pensé que
me perseguía la policía y fue un susto muy grande. Estaba seguro que ya me venían a
buscar. Cuando mi padre vivía no me descontrolaba”. Agrega que a los 23 años empieza
a consumir y que tiempo después fallece el padre en un accidente de autos. El día del
accidente, el padre dice a B 8asi llamaré al sujeto) que no lo va a llevar en el viaje con él
(viaje en el que ocurre el accidente) y que quiere que B se quede cuidando a su madre y
a sus hermanas.
“Todo lo que me pasa -dice B- es porque mi papá se murió. El tema es que pierdo el
control con las drogas. Mientras mi padre vivía yo las utilizaba, pero nunca me
descontrolaba. Él me había dicho que había consumido y que las había pasado todas.
También sabía que yo tomaba y nunca me dijo nada” y agrega: “Hubiese hecho falta que
me agarre de los pelos y me de una bofeteada. ¿Se mató porque yo me drogaba?”, se
pregunta. No puede entender cómo su padre pudo morir en un accidente de autos ya
que era “pistero”2 y era común que viaje a altas velocidades por la ruta. Es por esto que
empieza a pensar que quizás se quiso matar.

“Salirse del camino”


A partir de este momento se percata que no sólo pierde el control cuando se droga,
sino que hay una serie de sucesos con mujeres -entre las cuales están sus hermanas, su
madre, sus novias, compañeras de trabajo- en los que también pierde el control y esto
le produce dependencia. Por otro lado hay otra serie en el trabajo, en donde de igual
forma pierde el control.
Esta pérdida de control se presenta por un lado ante situaciones con mujeres que -
como dice- “me sacan del camino”, y requerimientos laborales en cualquier lugar y hora
que debe hacer sin dormir y a cualquier precio, ya que él es el que mantiene la casa y de
eso dependen.
Sustentado esto en una frase del padre que decía: “Al trabajo hay que sostenerlo
hasta la muerte”. Añade que éste se realiza “a mil por hora”, pero fue siempre así, salvo

1
Trabajo presentado en las III jornadas Ty A. (1994). Dos acepciones del término despistado a)
Salirse de la pista. Pista que puede ser el camino. Pero también las señales que indican al
perseguidor por donde va el perseguido. b) Desconcertado, desorientado Diccionario Pequeño
Larousse Ilustrado.
2
Modisto que indica que un individuo es aficionado a las carreras y a las altas velocidades con
los autos.

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que ahora lo descontrola. Y es allí que se percata del nombre de la persona con quien
principalmente trata en el trabajo, se llama “Blanca”3. Si al principio viene porque pierde
el control con la droga, luego vislumbra que esa pérdida de control estaba presente en
su relación con las mujeres y en el trabajo, lo cual lo hace reflexionar que “ambas cosas
son como la droga”. Llega así a nombrar la pérdida de control como una “despiste” 4,
“salirse de pista”, “estar despistado”, y la única manera de frenar ese despiste es “contra
un paredón, frenar con un choque”. Ante lo cual surge el lamento de por qué el padre,
cuando se salió del camino en el accidente, cuando muerde la banquina, no volanteó en
vez de frenar, ya que sabía, por ser “pistero”, que esa era la mejor maniobra en esas
situaciones.
Recuerda así otros “despistes” del padre”. Despistes “de dinero, con mujeres”, y
“despistes” de amor. Piensa entonces que era el tema de las mujeres lo que al padre lo
“sacaba del camino”. Momento en el análisis que se plantea: cómo ponerles límites a
estas “mujeres-droga” que lo único que quieren es que se “mate” con el trabajo y con
la droga, el “despiste más peligroso”.

El analista padre
Haciéndose esa pregunta (con la resignación que implicaba para el sujeto, ya que
creía que no había manera de poner esos límites), aparece una propuesta de la madre
para que el sujeto salga como garante “con su firma”, en un negocio que, a su parecer,
era turbio. Ante esto se queja que “eso va a terminar mal” y que le “ponen la soga al
cuello”. En una sesión posterior, y ante la insistencia de la queja que por culpa de su
madre, él va a tener que pasarse su vida trabajando para ellos, le pregunto -intentando
interpretar- “¿Quién va a firmar?” y cortó la sesión.
A la sesión siguiente dice: “soy yo solo quien se mete en problemas” y por lo tanto
decidió detenerse antes de firmar cualquier cosa. Agrega que desde que salió de la
sesión anterior está más tranquilo y que ahora quiere “elegir su camino”. De mi
intervención dice lo siguiente: “Lo de la otra vez yo lo tomé no como que me retaste,
pero sí como un llamado de atención”. A partir de ese momento dice estar “estabilizado”
y empieza a viajar sucesivos fines de semana para descansar, al lugar donde iba el padre
cuando tuvo el accidente.
Descansado y tranquilo, un día cuando llega a sesión y antes de recostarse en el diván,
me pregunta si sé dónde queda el apéndice, ya que tiene un dolor muy fuerte en la ingle.
Le digo que se acueste en el diván y le pregunto por esto. Dice que ya le sucedió una vez
en septiembre del año anterior, que por eso no podía hacer actividad física, y relata que
previo a la muerte del padre estaba por empezar a dedicarse a una actividad artística
que implicaba la utilización del cuerpo. El suceso del accidente suspende dicho

3
Nombre de mujer, pero que nombra también comúnmente, por su color, a la cocaína.
4
a) Acción de despistarse, desorientación. b) Movimiento brusco que saca al vehículo de la
dirección que seguía. Diccionario Pequeño Larousse Ilustrado.
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proyecto, ya que debe trabajar. Recuerda entonces, que era en septiembre del
accidente que empezaría dicha actividad, y que el último fin de semana, cuando empieza
nuevamente el dolor, había sido el día del padre. Ante lo cuál ubico la relación entre el
dolor y el padre; y responde: “Yo lo pensé, pero esperaba que lo digas vos, porque sino
quedamos enganchados”. A la vez siguiente comenta que el dolor desapareció y
dirigiéndose a mí, dice: “como un mago, la sacaste de la galera”. A partir de ese
momento empieza a faltar sucesivamente, llamando cada vez para avisar de su falta.
Hasta aquí el caso.

El sujeto, la droga y la carretera


Tenemos aquí un sujeto en le que su relación con la droga aparece con dos caras. Un
primer tiempo, mientras el padre vive, según el paciente mismo lo dice: “me drogaba
pero no me descontrolaba”, y el momento posterior cuando la muerte del padre implica
el descontrol.
Creo encontrar aquí, en el primer tiempo, una relación del sujeto con la droga que,
en términos de este analizante, es una relación que no se “sale del camino” y aunque
sea “a mil por hora”, en tanto el padre es “pistero”, debemos decir que se sostiene en
la “carretera principal”. Es una droga que, aunque lo lleva a altas velocidades, tiene un
límite. Es una relación que le permite al sujeto andar a paso fuerte, seguro y firme. Según
un trabajo presentado el año anterior,5 entiendo esta relación sostenida en la función
fálica. Función que le pone el límite a la velocidad de la droga, a “Blanca”. En el momento
en que irrumpe el trágico accidente del padre (en tanto marca para el sujeto la salida de
la carretera) esa relación funcional entre la droga y el sujeto se desestabiliza y pierde
toda medida, debemos decir fálica, y es lo que el sujeto nombra como “descontrol”.
“Descontrol” que está anudado al “despiste”. Si la manera en que nombra a su padre es
en tanto “pistero”, el “despiste” es aquello que el nombre en tanto semblante no ha
podido articular y es en el momento en el que el “despiste” se anuda a un real, la muerte,
que conmociona a la medida fálica del “pistero”. Momento del desencadenamiento,
pasaje a la manía del tóxico. Tóxico que crea dependencia. La “blanca”, la “blanca” del
trabajo, la “blanca” mujer, la “blanca” de la droga. Aquella del goce que en tanto irrumpe
por fuera de la carrera, en tanto “muerde la banquina” y lo “hace volcar”, “lo da vuelta”, 6
pero fuera del camino. Es lo que del tóxico crea manía, manía que es tal, porque no
encuentra una función que lo anude a la constante del falo7. La sobredosis que lo trae a
análisis, es por haberse salido de la medida, más acá del falo que lo “asusta” e intenta

5
Fabián Naparstek, Y = f (X). Sujeto, Droga y Función. II Jornadas del TyA. Inédito.
6
Expresión que indica tanto la acción de volcar, como el efecto que produce la droga a quien la
consume: “Estar dado vuelta”.
7
No voy a abordar el tema de la identificación, sólo quiero precisar que ambas posiciones que
estoy destacando van articuladas al padre. Tanto la carretera como la banquina son en el
campo del padre. Pero hay que diferenciar lo que del padre nombra y ordena (en su doble
sentido), y lo que del padre lleva “a lo peor”.
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reencausar con “la policía”. Es el analista que, intentando interpretar, lo vuelve l
“camino”, como un padre que le “llama la atención y lo reta “.
Efectivamente, el primer paso fue meterlo nuevamente en la carretera, “estar en
camino”, “estabilizado”, como decía B. Podemos decir nosotros: “encaminarlo”. Camino
que pareciera empezar a tener las vueltas de un análisis bajo la aparición de un síntoma,
que interroga ahora, el goce articulado al cuerpo por la metáfora significante. Y que
ubica al analista ya no sólo como padre, sino como “el mago que desde su galera” lo
puede tocar en el síntoma. Vemos a posteriori de esta situación, que parado en el
comienzo del camino no ha decido todavía recorrerlo y que las sucesivas faltas a las
sesiones lo detienen en ese lugar, sin dejar la referencia al analista padre (ya que se
ocupa de llamar constantemente para suspender las sesiones, pero no el análisis). Es
decir, sostiene el análisis sin hablar y a un analista padre que supiese de sus cosas por si
se “despista”. Entonces, no se larga a hacer el “camino” del análisis, pero tampoco se
larga a caminar solo. Que en un sentido van para el mismo lado, ya que este, el análisis,
va por la vía de interrogar su manera de andar por los andariveles de la estructura.

Algunas consecuencias
Me parece un caso ilustrativo para ubicar la relación de un sujeto con la droga. Por
un lado tenemos un primer movimiento donde droga y sustancias se separan, hay un
desplazamiento de la sustancia al significante por el nombre de “Blanca”. Lo cual nos
permite pensar que la manía del tóxico no está articulada a una sustancia, sino a un goce
que en este paciente aparece por fuera de la carretera. Como ya lo dijo en un trabajo
Mauricio Tarrab, “el goce es tóxico” 8, agregamos aquí que no es un goce fálico, si no el
goce de la sobredosis, más acá de la dosisficación del falo. El “sobre” de la sobre-dosis,
creo que hay que entenderlo en el sentido, como lo dice este paciente, de “salido del
camino”. “Salido del camino” o “despistado” son los nombres que tiene para decir de
un goce diferente al de la dosis. Entiendo que la función del falo es, entre otras, hacer
de lo tóxico del goce un goce de la dosis. Darle una utilidad a lo que como goce “no sirve
para nada” a lo que es una “instancia negativa”9. Como dice Lacan “lo que predestina al
falo a darle cuerpo al goce”,10 darle forma a un goce que por estructura es deformado.
Hablé también del desencadenamiento entiendo lo que J. Lacan llamó, ruptura “con la
cosita de hacer pipí” 11 El momento a partir el cual se desencadena, se desnuda, hay un
a” ruptura con el falo”12 y manda al sujeto a la derivade un goce tóxico.
Por último nombré un pasaje a la manía del tóxico, indicación que permite separar
aquellos sujetos que teniendo relación con una sustancia, no hacen de eso una

8
Mauricio Tarrab, “El goce es tóxico”. El caldero de la Escuela, N° 10
9
J. Lacan, Seminario XX, Aún. Ed. Paidós pág. 11.
10
J. Lacan, Escritos. Ed. Siglo XXI, pág 802.
11
J. Lacan, Clausura de las jornadas de carteles de la E. F. P., 1975, Inédito.
12
E. Laurent, “Tres observaciones sobre la toxicomanía”. Sujeto, Goce y Modernidad.
Fundamentos de la clínica II, Ed. AtuelI – TyA.
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toxicomanía de aquellos que lo sí lo hacen. Una cosa es la dependencia a la siempre igual
dosis del falo y otra cosa es la dependencia a la manía. Por tanto, también podemos
separar en un mismo sujeto dos posiciones diferentes en dos momentos distintos.
Entonces, lo que hace a la manía es aquello que rompiendo con la cadena, nos desliza
por lo tóxico del goce. Por cierto queda precisar de qué goce se trata. He dicho más acá
del falo separándolo de lo que Lacan llama más allá del falo. J. A. Miller habla de un
sujeto cínico que no precisa pasar por el Otro. 13 Y quisiera agregar una pregunta, ya que
por momentos tengo la impresión de que hay un intento de un goce sin cuerpo,
siguiendo la descripción de un sujeto en el momento del consumo llamándolo “out of
body”, (fuera del cuerpo) lo cual es imposible tomando la definición donde el goce “es
la relación del ser parlante con su cuerpo” y que “hace falta un cuerpo” 14 para gozar.
Este intento, de un goce sin cuerpo, permitiría pensar en la tendencia hacia la muerte. 15
Reflexiones, estas últimas, que indican el horizonte del trabajo a seguir.

13
J. A Miller, “Para una investigación sobre el goce auto-crótico”. Sujeto, Goce y Modernidad.
Fundamentos de la clínica II, Ed. AtuelI – TyA.
14
J. Lacan, El saber del psicoanalista, charlas en Sainte Ann, 1921-1972, inédito
15
“Hace falta un cuerpo. ¿Porqué? Porque la dimensión del goce para el cuerpo, es la dimensión
del descenso hacia la muerte” Idem 14.
Cabe distinguir tendencia hacia la muerte, donde el goce es en el cuerpo: y la muerte misma. Se
deja entrever la religión que propone un goce más allá de la muerte, un goce sin cuerpo, sin lo
terrenal, sin lo insoportable de la tentación.
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