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Octubre de 2006
PRESENTACIÓN
1
Instituto Superior del Profesorado “Dr. Joaquín V. González”
Departamento de Filosofía, Psicología y Ciencias de la Educación
DIMENSIÓN POLÍTICA
Las razones expuestas por las autoridades jurisdiccionales invocan la Normativa A14 1
del Consejo Federal de Cultura y Educación, enmarcada en la Ley Federal de Educación 2 .
Llama la atención que, en un momento en que el anteproyecto de la nueva Ley de
Educación Nacional 3 que reemplaza a la Ley Federal de Educación está circulando en la
comunidad educativa en su conjunto y está siendo discutido por ella, y en que las
autoridades nacionales están buscando el aval de la sociedad para que se sancione con su
acuerdo, la Dirección General de Educación Superior se escude en una disposición de una
ley desacreditada, resistida y denunciada por toda la comunidad educativa de nuestro país.
Nos resulta difícil comprender qué objetivos mueven a esa Dirección a apoyarse en una
ley sancionada en una gestión anterior que destruyó la educación pública. Cuando en los
discursos de gobernantes y funcionarios aparece explícitamente la intención de considerar a
la educación como una Política de Estado, es contradictorio este recorte de un campo que
1
Ministerio de Cultura y Educación de la Nación, CFCyE, Documentos para la Concertación, Serie A, Nro. 14,
Buenos Aires, 1997
2
Congreso de la Nación Argentina, Ley Federal de Educación Nro. 24195, sancionada el 14 de Septiembre de
1993, Buenos Aires.
3
Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, Ley de Educación Nacional, Borrador para la discusión, Buenos
Aires, Septiembre de 2006.
2
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Departamento de Filosofía, Psicología y Ciencias de la Educación
dejaría a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires sin incumbencia para formar profesionales en
Ciencias de la Educación.
También llama la atención que se invoque la mencionada A14 y la Ley Federal de
Educación, en una jurisdicción como la Ciudad Autónoma de Buenos Aires que no ha
aplicado la mencionada Ley Federal, al menos explícitamente, ni ha dictado para la
jurisdicción su propia Ley de Educación.
Sabemos – a pesar de lo antedicho – que la legislación mencionada está vigente. Aún
así, y aceptando por un momento el argumento oficial, anclado en dicha legislación, no
comprendemos que no se haga uso de lo establecido por la misma Ley Federal, en el art.53,
4
inciso b, en el cual se establece la existencia de un “espacio curricular suficiente para la
inclusión de contenidos que respondan a los requerimientos provinciales, municipales,
comunitarios y escolares”. Así parece haber obrado la Provincia de Santa Fe, con el Instituto
Superior del Profesorado “Joaquín V. González” de Rafaela, que consiguió aprobar el
Profesorado en Ciencias de la Educación de 4 años de duración, en el año 2002, con
aprobación del Ministerio de Educación de la Provincia y el Consejo Federal de Cultura y
Educación.
Tampoco se hace uso de lo previsto en el Capítulo III del Título X “De las Autoridades
Jurisdiccionales”, artículo 59, inciso d, 5 de la mencionada Ley Federal, que establece que las
mismas (se refiere a las autoridades jurisdiccionales) deberán “aplicar, con las
correspondientes adecuaciones, las decisiones del Consejo Federal de Cultura y Educación”
El hecho de no haber ejercido ciertos espacios de libertad que la Ley Federal les
reconoce a las Jurisdicciones, y que se desprenden de lo trascripto en los Artículos. 53, inc.
b y 59, inc. d. de la Ley Federal, mencionados precedentemente, lleva a pensar que hay una
voluntad política de la Jurisdicción de renunciar a la formación de docentes en Ciencias de la
Educación en los Institutos de Formación Docente que de ella dependen, dado que ha
rechazado la continuidad de esa carrera con nuevos planes, por ejemplo, en el Instituto de
Formación Docente “Juan B. Justo” y lo pretende hacer ahora con el “Joaquín V. González”.
Así, la Jurisdicción deja en manos de la Universidad de Buenos Aires, Facultad de
Filosofía y Letras, y de otras Universidades Nacionales y Privadas la formación de docentes
en Ciencias de la Educación, desestimando a los Institutos de Formación Docente de la
Jurisdicción, que cuentan con una tradición histórica en ese campo y en especial en lo que
4
IBIDEM. Título X, Cap. I, artículo. 53, inciso b)
5
IBIDEM. Título X, Cap. III, artículo 59, inciso d)
3
Instituto Superior del Profesorado “Dr. Joaquín V. González”
Departamento de Filosofía, Psicología y Ciencias de la Educación
se refiere a nuestro Instituto. Al respecto nos remitimos a la sección que trata la Dimensión
Histórica en el presente documento.
Lo afirmado anteriormente está corroborado en la Normativa A 11 6 de 1996, del
Ministerio de Cultura y Educación de la Nación y el Consejo Federal de Cultura y Educación
“Bases para la organización de la Formación” que establece en el punto 1 (Los cambios en la
formación de la docencia), item 1.7. “...los cambios en los sistemas de formación de
docentes en el resto del mundo...dejan en manos de la universidad la formación de los
profesores de todos los niveles; aquellos que no lo hacen, por la tradición de sus
instituciones de formación docente, encuentran formas flexibles de articulación entre éstas y
las universidades”. En este sentido la Jurisdicción Ciudad Autónoma de Buenos Aires, no
respeta la “tradición de sus instituciones de formación docente”, en especial la del “Joaquín”,
porque directamente decide la no continuidad de la formación de docentes en Ciencias de la
Educación. Tampoco propone articulaciones con la Universidad: simplemente pretende
suprimir.
En la reunión que convocó la Directora de Educación Superior no fueron explicadas las
circunstancias que originaron el cambio de criterio en las autoridades jurisdiccionales,
durante los 8 meses transcurridos entre la entrega del plan de Ciencias de la Educación
(Diciembre/2005) y el momento (31/08/06) en que se nos notificó la decisión, de no permitir
la continuidad de la disciplina de Ciencias de la Educación como carrera en el Instituto. En
algún punto de ese recorrido, se nos notificó que se había nombrado al Prof. Daniel Feldman
como especialista para el análisis del plan: ignoramos la evaluación que este profesional
haya hecho, pero en todo caso, no fue comunicada en la reunión sostenida en agosto de
2006.
Aparentemente, nunca se analizó el contenido del plan, sino que se decidió terminar
con la carrera. El interrogante es: ¿para qué se nombró un especialista para que analice el
plan si las razones normativas invocadas, ahora en agosto de 2006, estaban también en
vigencia en el mes de diciembre de 2005, cuando se presentó el documento curricular?
Podrían haber sido invocadas inmediatamente de presentado el plan, evitar el tiempo y
esfuerzo de un profesional, y la demora de 8 meses para responder. En esto nos apoyamos
para creer, que hubo un cambio de criterio, que pretendemos que nos sea explicado.
6
Ministerio de Cultura y Educación, CFCyE, Documentos para la Concertación, Serie A, Nro. 11, punto 1, inciso
1.7, Buenos Aires, Septiembre 1996.
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5
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7
Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, CFCyE, Resolución 251/05, Artículo 1., Buenos Aires, 28 de
Diciembre de 2005.
8
Ob. Cit.,Anteproyecto de Ley de Educación Nacional, Borrador para la discusión, Artículos 81 y 82, pag. 25.
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9
Gobierno de la Ciudad Autónoma de la Ciudad de Buenos Aires, Boletín, Noticias de Superior, Editorial, Buenos
Aires, 12 de Septiembre de 2006.
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ANEXO
Incumbencias del título de “Profesor en Ciencias de la Educación”
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decisiones relativas al contenido que van a enseñar, a la forma como van a enseñar y a los
objetivos perseguidos.
Considerar a los profesores como intelectuales implica incitarlos a analizar la función
social que desempeñan y a examinar qué tradiciones y condiciones han impedido una
práctica transformadora más efectiva. Considerar a los profesores como intelectuales
permite identificar los intereses políticos e ideológicos que estructuran la naturaleza del
discurso, las relaciones sociales que se efectivizan en el aula y los valores transmitidos por
los alumnos.
Lo que proponemos, en síntesis, es formar profesores que no se asuman como
técnicos ni como intelectuales tradicionales y conservadores sino como intelectuales
transformadores. Es conveniente señalar que entendemos como intelectuales
transformadores aquellos que se proponen resistir las intenciones de opresión y dominación
presentes en la escuela y en la sociedad.
Nuestra intención es que el Profesorado en Ciencias de la Educación supere la
fractura que parece existir entre lo que se teoriza desde la universidad y el modo en que los
profesores trabajan en el aula, creando condiciones en las que se deje de “hablar sobre lo
que debería ser hecho” para poder “pensar lo que se está haciendo y saber lo que se
piensa”, en un trabajo de elucidación constante.
Nuestra preocupación más amplia es, entonces, propiciar que el futuro docente
vivencie el tipo de pedagogía que deberá desarrollar en el aula tomando contacto desde el
primer momento con la práctica.
No dejamos de lado la urgente necesidad de articular el mundo del hacer con sus
fundamentos científicos y tecnológicos, el mundo de la práctica con sus sedimentaciones de
saberes sistematizados. Nos parece absolutamente necesario que los docentes que
actuarán en la escuela tomen contacto desde el primer momento de su carrera con la
realidad del mundo del trabajo en el que van a desarrollar su profesión. En esto nos
diferenciamos sustancialmente de la formación universitaria, formación que no tiene como
objetivo capacitar para actuar directamente en el ámbito del aula y en los procesos de
enseñanza y de aprendizaje que se desarrollan en ella.
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definido como “alumno” que es posible afirmar que está emergiendo una nueva generación,
con una constitución subjetiva radicalmente diferente.
Desde ya, no todas estas situaciones son nuevas. Lo nuevo es que esos chicos y
chicas estén en las escuelas. Lo que desconcierta es el distanciamiento radical que
sostienen respecto de lo que la escuela ha definido históricamente como alumno. Del mismo
modo, la irrupción de la diversidad en la escuela tampoco puede ser asumida como una
novedad. Sí lo es la ineficacia de las prácticas escolares y de los discursos disponibles para
producir efectos homogeneizadores, reorientando los desvíos de la normatividad escolar.
También es nueva la pretensión de inclusión de toda la población adolescente en las
escuelas, pretensión social y política que torna ilegítima la práctica más extrema de la
estrategia homogeneizadora: la exclusión de todos aquellos que no se ajustan a la
normatividad escolar.
Por otro lado, tampoco se puede afirmar que estas situaciones sean específicamente
escolares. Por el contrario, se vinculan con procesos de orden social muy complejos que
involucran modificaciones en los modelos familiares, en las modalidades de consumo
cultural, en el desarrollo y accesibilidad de las tecnologías de la comunicación, en el ideal
ilustrado de progreso, en el mercado de trabajo y, por lo tanto, en las posibilidades de
incorporación a la vida activa de los jóvenes, etc. El punto es que impactan de manera
particular en la única institución que se propone albergar a toda la población juvenil: la
escuela, y que producen desplazamientos no sólo en la posición de alumno sino también en
la posición del docente.
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formación es necesario poner en juego para generar mejores condiciones de encuentro entre
docentes y alumnos? ¿Qué tareas de asesoramiento y acompañamiento es necesario
desplegar en la escuela media y en la formación docente para tematizar estas cuestiones y
crear, cooperativamente, nuevas estrategias de intervención educativa?
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DIMENSIÓN HISTÓRICA
(1904-2006)
A modo de introducción:
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“...Veo pasar, año por año, por las aulas del Instituto, a diplomados universitarios, y puedo
asegurar que forma la tarea más dura de los profesores del Instituto, convencerlos de que no deben
demostrar su competencia científica ante los alumnos y usar una terminología abstracta y técnica, sino
bajarse de la cátedra universitaria hasta el nivel de los alumnos, comprender su pensamiento y
hacerse entender por ellos, transformarse en su compañero de estudios y pensar, sentir y hasta sufrir
con ellos en su desarrollo intelectual. El diplomado universitario, por más conocimientos que posea, no
está por esa razón habilitado para dirigir clases en Colegio de enseñanza secundaria y menos lo
estaría en una escuela primaria...” 11 .
En este recorrido histórico que fundamenta la existencia de las Ciencias de la
Educación en esta institución, es necesario destacar que ya en su Decreto de Fundación del
16 de diciembre de 1904 se señala en el 1º Considerando la importancia de las “ciencias
pedagógicas” en la formación de profesores y se retoma con más fuerza en el Considerando
3º cuando dice:
“Que para obtener un buen profesor de enseñanza secundaria no basta todo lo que este sepa
todo lo que debe enseñar ni más de lo que debe enseñar, sino que es necesario que sepa cómo ha de
enseñar, porque lo primero puede obtenerse en el estudio individual ó en institutos secundarios ó
universitarios superiores; pero la última condición sólo es posible adquirirla en el estudio metódico y
experimental de la ciencia de la educación (...)”.
Sin temor a equivocarnos podemos afirmar que desde su Decreto de Fundación las
Ciencias de la Educación son parte constitutiva de esta casa de estudios ya que forman
parte de este “mandato fundacional” tan contundente y claro para aquel contexto educativo
que ni siquiera la universidad se lo había planteado, ni asumido aun, como tarea propia.
Justamente quien plantea esta necesidad en el ámbito universitario es el Dr. Joaquín V.
González al ser nombrado Presidente de la Universidad de La Plata en 1906 y, a partir de la
experiencia del Instituto Nacional del Profesorado Secundario, crea en la Facultad de
Ciencias Jurídicas y Sociales la Sección Pedagógica con el objeto de establecer un instituto
central de preparación pedagógica y práctica a cuyo cargo queda el Profesor Víctor
Mercante, con una preparación muy similar a la planteada en nuestro instituto.
Retomando nuestro recorrido, a partir de 1905 - año en que comienzan las actividades
del Instituto Nacional del Profesorado Secundario - las ciencias de la educación se
incorporan fuertemente en la formación de sus estudiantes, incluyendo a los diplomados
11
Keiper, Wilhelm, La cuestión del Profesorado Secundario. Instituto Nacional del Profesorado Secundario. 2da.
Edición. Bs. As. 1911, pp.53/54. Se aclara que el párrafo corresponde a una cita en la que el mismo Keiper hace
referencia a la obra Dr. Ernesto Quesada, La enseñanza de la historia e las Universidades Alemanas. La Plata
1910, pág.. 885
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universitarios, que en aquel momento eran mayoría. Desde entonces se le dio un lugar
preponderante a la formación pedagógica-didáctica, otorgándole relevancia a las prácticas
pedagógicas para su vinculación con la realidad. Ya en el reglamento de 1905, basado en
los decretos de diciembre de1904 y de noviembre de 1905, en su capítulo III “B. Del curso
práctico” dice:
“(...)Art. 12. En el primer año se agregará á los estudios teóricos la observación y la crítica de
la enseñanza en el Colegio de Aplicación, debiendo empezar á practicar la enseñanza desde el
segundo año.
Art. 13. Para alcanzar ese objetivo los alumnos tendrán que asistir á las clases que los
profesores dictan en el Colegio Nacional anexo (...)
Art. 16. El profesor podrá exigir que los alumnos le presenten previamente un plan de las
lecciones que deben dictar.
Art. 17. La crítica de las lecciones dictadas por los alumnos, se hará en conferencias semanales
que celebrarán los profesores con los estudiantes, en las cuales se practicarán además, estudios
generales de cuestiones pedagógicas y didácticas relacionada con la enseñanza de la materia
respectiva ( ...)
Art. 18. Oportunamente se proporcionará a los estudiantes también la ocasión de conocer la
enseñanza de las Escuelas Normales, Primarias y otros centros de educación (...)” 12
Durante los años siguientes se continuó trabajando en pos de mejorar la formación de
los estudiantes del Instituto con revisiones de los planes de estudio y nuevas disposiciones
que tendían a consolidar la línea de formación expresada en el reglamento anterior. Ya en
1906 se reformulan los planes de estudio en función de ir construyendo una institución
que formara docentes profesionales y que no solo le diera formación pedagógico-
didáctica a los profesionales diplomados.
Luego de dos años de funcionamiento intensivo se produce una fuerte controversia que
hizo peligrar la existencia de la Institución misma. Se estaba trabajando para construir un
docente profesional, cuya responsabilidad dependía directamente del Estado Nacional. La
explicitación del problema se traducía en un cuestionamiento predominante que, de alguna
manera, encubría las verdaderas razones de la controversia. Este cuestionamiento era:
¿en manos de quién debía estar la formación de docentes para la enseñanza
media y superior? ¿en los Institutos Nacionales o en la Universidad?
Nuestro primer Rector, Dr. Keiper, expresaba esta problemática con las siguientes
palabras:
12
Decreto de noviembre de 1905. M. Quintana y J.V. González. Anexo 6.
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“(...) Tales razones en pro y en contra no tocan el fondo de la cuestión discutida. Lo esencial es
que los que se oponen a la creación de una Facultad o Instituto del Profesorado, basándose en
principios generales no reconocen la necesidad de un profesorado profesional.(...)
(...) Es cierto que entre los diplomados universitarios, egresados de otras Facultades, no faltarán
personas que, cuando se hayan iniciado en la tarea docente, se sientan con verdadera vocación por
ella y la hagan la principal y tal vez la única ocupación de su vida, pero no es menos cierto que tales
13
casos serán excepcionales (...)”
Esta confrontación deriva en la anexión del Instituto a la Facultad de Filosofía y Letras
de la Universidad de Buenos Aires durante los años 1907 y 1908.
Dicha anexión no dio resultado por la heterogeneidad de tendencias en estas dos
instituciones y la fuerte orientación del Instituto a mantener y desarrollar la organización
“unitaria” y entera de sus cursos teórico-prácticos
En 1909 el Ministro de Instrucción Pública, Dr. Rómulo Naón, procedió a la separación
del Instituto de la Facultad, a la reorganización de sus planes de estudios bajo un nuevo
Reglamento por Decreto del 15 de febrero de 1909 y a su reforma del 31 de agosto de 1910.
En estos años (1909-1915) queda establecida la organización del Instituto en una serie de
Departamentos, siendo estos: Pedagogía, Filosofía, Francés, Inglés, Historia y Ciencias
Sociales, Geografía y Geología, Matemática, Física, Química y Mineralogía, Ciencias
Biológicas. Cada uno de ellos a cargo de un Director y en el caso de Pedagogía con
dependencia directa del Rector.
La organización del Instituto queda delineada sobre los Reglamentos mencionados y se
define más claramente en el Reglamento Orgánico del 10 de febrero de 1913, por Decreto
del Ministerio de Justicia e Instrucción Pública y firmado por V. De La Plaza y Juan M. Garro.
Este Reglamento de 1913 es el que va a expresar con más claridad la necesidad de
una formación profesional en los docentes para el nivel medio y va a regir por largo tiempo
con pequeñas reformas, como la de 1928 que, en el artículo 58, hacen a la provisión de
cargos.
De esta manera quedará firmemente establecido que el Instituto funcionará como
establecimiento de preparación teórico-práctica en la formación de docentes para la
enseñanza media recorriendo sus aulas dos “categorías” de estudiantes: 1) Alumnos de los
cursos ordinarios, que son aquellos aspirantes al profesorado que hayan terminado los
Colegios nacionales o las Escuelas Normales. Estos realizarían los cursos completos, cuya
duración es de cuatro años.
13
Keiper, W., Ob. Cit., p. 64
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14
Keiper, W., Origen, Desarrollo y Organización. 1905-1915. En Instituto Nacional del Profesorado Secundario en
la primera década de su existencia pp. 7 a 37. INPS. Buenos Aires. 1916.
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Nuestra institución nació bajo la influencia del positivismo, continuó con las influencias
del espiritualismo, del modelo tecnocrático y al decir de Silvia Carabetta del “tecnicismo
pedagógico en el marco del autoritarismo político” 15 . A partir de la reapertura democrática de
1983, el Instituto sufrió los mismos avatares que el contexto general del país planteaba,
tardando diez años en recuperar su organización democrática.
Recién desde el 1997/98 comienza a mirarse hacia adentro iniciando un proceso lento
pero genuino, de pensar en la posibilidad de cambiar sus planes de estudios partiendo de
criterios y necesidades institucionales y del estado de desarrollo del conocimiento. Situación
que se hace imprescindible porque desde el año 1971 no se habían producido
modificaciones significativas en los planes de estudio.
Después de un siglo de existencia, y a pesar de los cambios e inestabilidades sufridos,
el Instituto Superior del Profesorado “Dr. Joaquín V González” nunca abandonó, con mayor o
menor fuerza según el contexto histórico, su formación integral, “unitaria” al decir del primer
Rector.
Esto se traduce en los tres pilares que se sostuvieron a lo largo de toda su historia:
“a) la formación especializada para el profundo conocimiento sobre lo que se ha de enseñar
b) la formación pedagógica y filosófica para fundamentar la enseñanza y
c) en palabras del propio Keiper`(...) el dominio perfecto de la técnica de la enseñanza
Faltando uno de estos requisitos, el profesor resulta incompetente ó diletante (...)’ “
Estos pilares, con las variaciones propias de cada momento histórico, se han mantenido hasta la
16
actualidad.”
La continuidad que hoy podemos sustentar es el lugar privilegiado que se le otorgó a la
Ciencias de la Educación y a la Pedagogía con sus Ciencias Auxiliares. Como ya lo
indicamos, en el Reglamento de 1913 se destacaba la importancia que en la institución se le
confería al Departamento de Pedagogía, al hacerlo depender directamente del Rector del
Instituto. Años más tarde se constituyó como carrera de Filosofía y Pedagogía y por último
como carrera de Psicología y Ciencias de la Educación. Los nombres que fue tomando
respondían a la tendencia educativa predominante en nuestro país.
15
Carabetta, Silvia M., Balance y perspectivas de la formación del profesor de la escuela media. Una visión
desde el Instituto Nacional Superior del Profesorado “Dr. Joaquín V. González”. I.N.S.P. “Dr. Joaquín V.
González”. Profesorado de Psicología y Ciencias de la Educación. Cátedra de Política Educacional. Tutoría Prof.
Ma. Juana Roselló (Trabajo de tesis de la Adscripción a la cátedra mencionada). Buenos Aires. Diciembre de
1995, p. 53.
16
Instituto Superior del Profesorado “Dr. Joaquín V. González” Marco Institucional para los Cambios Curriculares.
Buenos Aires, julio de 2004, p 6.
25
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17
Keiper, W., Origen...Ob. Cit., p.18
26
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Departamento de Filosofía, Psicología y Ciencias de la Educación
18
Instituto Superior del Profesorado “Dr. Joaquín V. González” Comisión de Proyecto de Actualización del
Consejo Directivo. Propuesta Institucional. Buenos Aires. 1999, pp.25/26
19
Instituto Superior del Profesorado “Dr. J.V. González”, Marco Institucional para los Cambios Curriculares.
Buenos Aires. Julio de 2004, pp. 19/21
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Este recorrido sobre la historia del Instituto pretende demostrar cuán contundentes y
enriquecedores han sido los aportes de las Ciencias de la Educación en la continuidad y en
la excelencia de nuestra formación de docentes. La importancia de esta Carrera en una casa
de estudios, cuya especificidad es la Formación de Docentes para la enseñanza Media y
Superior, habla por sí misma.
Como conclusión final no podemos dejar de señalar que la carrera de Ciencias de la
Educación se ha tornado, en este momento, y a partir de los planteos verbales realizados por
la superioridad, en una Deuda Histórica para la comunidad de esta Institución ya que fue la
primera que se planteó la formación de docentes profesionales y viene desarrollando un
papel preponderante en dicha formación desde nuestros orígenes (1904). Su accionar
antecedió en algunos años a las Universidades Nacionales y a algunas extranjeras, como la
de Oxford, destacada internacionalmente por su excelencia, que recién aceptó las ciencias
de la educación en la segunda década del siglo XX.
Por esto el Instituto en su conjunto siente e interpreta, que cualquier medida que se
tome por parte de la Dirección general de Enseñanza Superior en contra de de la continuidad
de la carrera de Ciencias de la Educación se estaría lesionando profundamente no sólo su
autonomía 20 sino también la fuerte identidad institucional construida con el esfuerzo de
docentes, estudiantes, personal administrativo y de maestranza a lo largo de más de cien
años de existencia. Cuestión esta que ha quedado demostrada en esta breve pero
incuestionable fundamentación histórica.
Finalmente, no podemos terminar este documento sin dejar plasmado en él la fuerte
intencionalidad y particularidad de esta casa en la formación de docentes a través de las
palabras de nuestro primer Rector, Dr. Wilhelm Keiper en su discurso de aniversario del
primer decenio del instituto:
“(...) El Instituto ha sido considerado muchas veces y sin ninguna razón, como una planta
extraña que se había importado a este país y que no había echado raíces en el nuevo ambiente. Por
el contrario, si bien la semilla de sus tendencias e ideas ha venido de afuera, la concepción de la idea
surgió de un cerebro argentino, puesto que fue Juan Ramón Fernández, que por el estudio intenso de
la tradición argentina, del estado de la instrucción pública de su tiempo (...) encontró la fórmula
primera de esta institución, y fué el Dr. Joaquín V. González, quien a base de los mismos estudios
procedió a su amplificación e intensificación (...)
20
Institutito Superior del Profesorado “Dr. Joaquín V. González” Reglamento Orgánico. Resolución Nº 1345.01
del Secretario de Educación y Cultura de la Municipalidad de Buenos Aires Dr. Armando Blanco, 19 de enero de
1995. Se establece en el “Art. 1º El Instituto Nacional Superior del Profesorado es autónomo, fija sus políticas...”
28
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21
Keiper, W., Origen...Ob. Cit., p. 29
29
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Material Documental
30
Instituto Superior del Profesorado “Dr. Joaquín V. González”
Departamento de Filosofía, Psicología y Ciencias de la Educación
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(Aramburu, P.-Salas, A. E.,)
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1971:-- -- Resolución Nº 1159. Aprobación de Cambios de Planes Propuestos por la
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