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Economía

12.250 MILLONES HASTA 2027

España se juega a una carta incierta el plan para


competir en la industria de los chips
El mayor Perte es también el más atrasado: no se ha ejecutado ni un solo
euro. Buena parte de su éxito depende de atraer un socio extranjero para una
gran fábrica de semiconductores
Un circuito con semiconductores. (Reuters/Florence Lo)

Por Marcos Lema Michael Mcloughlin Infografía: Rocío Márquez


08/04/2023 - 05:00

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H acerse hueco en el mercado mundial de los semiconductores es


complicadísimo, pero España quiere intentarlo. El Gobierno ha
aprovechado los fondos de recuperación para trazar un plan que debería
situar a nuestro país "a la vanguardia del progreso industrial y tecnológico"
en un ámbito clave para la autonomía estratégica de la Unión Europea, según
declaró el presidente Pedro Sánchez cuando lo anunció, el 4 de abril de 2022.

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Un año después, el de los chips es el proyecto estratégico para la
recuperación y transformación económica (Perte) más ambicioso, pero
también el que va más atrasado: de los 12.250 millones previstos de aquí a
2027, aún no se ha ejecutado ninguno. La mayor parte de esta lluvia de
dinero se destinará a grandes fábricas de semiconductores, una apuesta
incierta que, de no lograrse, comprometería el éxito de la iniciativa.

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Los chips están presentes en casi todas las máquinas que usamos, desde un
teléfono móvil hasta un coche; sin embargo, su producción se concentra en
unos pocos países, con Asia y Estados Unidos a la cabeza. España ya tuvo su
propia fábrica desde 1987 hasta 2001, cuando la competencia del mercado
oriental se llevó por delante la rentabilidad de la factoría de la multinacional
norteamericana AT&T Electronics en Tres Cantos (Madrid). Toda una
metáfora de lo rezagada que se ha quedado Europa con la llegada de la
globalización: mientras la importancia de esta tecnología no paraba de crecer,
el Viejo Continente ha pasado de representar el 44% de la producción mundial
en 1990 a solo el 9% en 2020, según un estudio de Boston Consulting Group y
la patronal estadounidense de semiconductores.
:
La irrupción del coronavirus cambió el paso. Tras los problemas de
abastecimiento que golpearon a diversas industrias —especialmente la
automoción—, a los dirigentes occidentales les han entrado las prisas por
recuperar lo que llaman "soberanía tecnológica" y compensar años de
deslocalizaciones. En resumen, traer a su territorio las fábricas que dejaron
escapar hace dos décadas. La Unión Europea prepara una ley con la
intención de alcanzar una cuota de mercado del 20% de aquí a 2030. Para
ello, movilizará 43.000 millones de euros de inversión público-privada, de los
cuales cerca de una cuarta parte (11.000 millones) son ayudas directas. Ese
es el contexto en el que España ha ideado su propio plan nacional para
aprovechar los fondos Next Generation, aunque, de momento, otros llevan la
delantera.

Mientras Estados Unidos recibe inversiones millonarias y Alemania, Irlanda y


Francia ya han conseguido sus propias fábricas, el Perte español es todavía
una incógnita. El 24 de mayo del año pasado, el Gobierno aprobó un proyecto
que, según decía, convertiría al nuestro en "un país de referencia en el diseño
y la fabricación de chips". Pero una cuestión de procedimiento y las
dificultades para atraer un capital extranjero por el que todos se pelean
hacen que los resultados, de momento, sean muy modestos.

¿Por qué el Perte no avanza?


:
Según los datos más recientes publicados por el Gobierno en el tercer
informe de seguimiento del plan de recuperación, se puede decir que el Perte
de los chips aún no ha arrancado. A 18 de diciembre del año pasado, solo
estaban disponibles 275 millones de euros de la primera fase de los fondos,
para el "refuerzo de la capacidad científica", según fuentes del Ministerio de
Economía. La mayoría de ellos irán destinados a un proyecto de interés
común europeo de microelectrónica y telecomunicaciones que Bruselas
todavía está revisando. A la espera de la Comisión, la cifra de fondos
movilizados —es decir, sacados a convocatoria— y comprometidos —
adjudicados a las empresas— es 0.

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Estos datos contrastan con los de otros Perte, como el tan criticado del
vehículo eléctrico, que ya ha comprometido 1.304 millones de euros —
aunque una gran parte de la convocatoria ha quedado desierta—, o el de la
economía circular, que ha movilizado el 100% de los recursos previstos. Pese
a representar un tercio del importe total, ninguno de los instrumentos
contemplados en el plan para los semiconductores se beneficiará de los
12.800 millones convocados hasta la fecha ni de los 5.800 ya decididos. "Este
proyecto es difícil de comparar con el resto. Multiplica por 10 la inversión
prevista en otros", justifican desde el Ministerio.

Más allá de esta dimensión mastodóntica, y de que fue uno de los últimos
Perte en aprobarse, la razón principal del retraso es que el 98% del dinero
llegará a través de la adenda del plan de recuperación, que el Ejecutivo
presentó en diciembre y todavía negocia con Bruselas. Mientras tanto, el
grifo de financiación está seco, a diferencia de lo que ocurre con los demás
proyectos, que ya tenían la mayoría de fondos disponibles —sino todos— con
la primera fase del plan.

El objetivo es que al final de año ya se hayan repartido los 1.250 M


que recogen los PGE
:
Economía, que es el ministerio que coordina el Perte Chip —también
participan Industria y Ciencia— a través de la Secretaría de Estado de
Comunicaciones, trabaja intensamente estos días para sacar las primeras
convocatorias en el primer semestre, como prometió la vicepresidenta Nadia
Calviño. El objetivo es que al final de año ya hayan llegado a su destinatario
los 1.250 millones de euros presupuestados en las cuentas públicas de
2023: 800 en préstamos y 450 en transferencias. De estas últimas, que la
Unión Europea entregará a España a fondo perdido, 100 millones los
gestionará el Ministerio de Ciencia y los otros 350 los repartirá Economía
para ayudas directas a las empresas. Se trata de alrededor del 3% del
montante total del proyecto.

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Muchos préstamos, pocas subvenciones
Los préstamos, que España deberá devolver a Bruselas, irán destinados a la
Sociedad Estatal de Microelectrónica y Semiconductores (Semys), el
organismo creado ad hoc para canalizar las inversiones públicas del Perte.
Esto permitirá poner en marcha la primera línea de financiación, a interés cero
y sin garantías, para "desarrollar las capacidades de diseño y producción de
la industria", según figura en los Presupuestos Generales del Estado. Es decir,
la parte mollar del proyecto, que contempla 950 millones de euros para crear
empresas fabless —las que se ocupan de todo el proceso, menos la
fabricación en sí misma— y la friolera de 9.350 millones para instalar
factorías de chips. Es lo mismo que destina el país cada año a dependencia.

El problema es que ese dinero todavía constituye una incógnita: en caso de


que no se logre atraer las industrias, tres cuartas partes del importe del Perte
quedarían desiertas. Y si ya no es fácil en condiciones normales, todavía lo
será menos si las empresas tienen que devolver la inyección, aunque sea en
condiciones muy ventajosas. Fuentes del sector consultadas por este
periódico explican que, aunque el plan del Gobierno resulta "bastante
ambicioso en lo que se refiere a las cifras globales", deja prácticamente todo
a la iniciativa privada, al priorizar los créditos frente a los subsidios. Algo que
puede chocar con la naturaleza de una industria "tremendamente intensiva en
capital e inversión". La decepción cundió cuando se conoció la adenda: 1.225
millones en transferencias y 10.750 en préstamos.
:
El Gobierno reconocía en ese documento la causa de esta distribución, que
no se da en ninguno de los otros Perte: "Tiene un gran volumen de préstamos
debido a la incertidumbre sobre los proyectos y la forma de financiación”.
Dicho de otra forma: no es lo mismo que empresas consolidadas en nuestro
país, principalmente en el ámbito del diseño, opten a los fondos —en este
caso el mecanismo convencional de ayuda directa resulta el más adecuado—
que montar de cero una fábrica de ensamblaje de chips en una nación que
carece de un ecosistema consolidado en este ámbito.

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:
11.000 millones para microchips: cómo puede España subirse al tren
industrial más deseado
M. Mcloughlin

Desde el Ministerio de Economía reconocen que el elevado coste de las


factorías es la principal razón por la que se ha optado por los préstamos: "El
volumen de capital que comporta la construcción de una foundry es muy
elevado (hablamos de más de 15.000 millones de euros) y presenta un riesgo
tecnológico y financiero muy alto. El plan se asienta sobre un principio de
colaboración público-privada". El problema, aseguran fuentes empresariales,
es que esta elección dificulta el éxito del proyecto: "Si en algunas
convocatorias de Perte esta costando ejecutar el 100%, como en la del
vehículo eléctrico, es un poco más difícil a priori la ejecución del 100% de los
préstamos".

En cualquier caso, no está escrito en piedra que lo que el Estado recibe como
crédito lo tenga que otorgar como crédito. Existe un margen de flexibilidad
para que el Ejecutivo pueda repartir como transferencias una parte de los
préstamos europeos, pero para ello el Reino de España, y no las empresas,
tendría que devolver la deuda contraída con Bruselas, lo que supondría una
carga para las cuentas públicas. Además, la Comisión Europea está vigilante
para que estas operaciones no incumplan el marco de las ayudas de Estado.
Pese a que está previsto que se flexibilice, esta es otra de las explicaciones
por las que las inversiones multimillonarias en fábricas y, por tanto, la mayor
parte del Perte, están previstas como anticipos, y no como subvenciones.

Atraer negocios de diseño es posible, pero un socio extranjero para


una planta es otra cosa
:
Conseguir un socio extranjero con experiencia para levantar en nuestro país
una planta de estas características no será sencillo. Para ello, el Gobierno ha
desplegado una ambiciosa agenda al más alto nivel. El propio presidente
Sánchez se ha llegado a reunir con Pat Gelsinger, CEO del gigante
norteamericano Intel, que es una de las tres empresas en todo el mundo con
capacidad para ensamblar chips de última generación, además de la
taiwanesa TSMC y la surcoreana Samsung. La multinacional con sede en
California prevé invertir unos 80.000 millones de euros en "al menos" dos
fábricas en Europa, pero de momento España solo ha conseguido una
colaboración menor con el Barcelona SuperComputing Center para explorar
futuras arquitecturas de chips. Intel pondrá 200 millones a lo largo de los
próximos 10 años, y el Gobierno español otros tantos, según recoge la
memoria de ejecución de los Perte.

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Demasiados huevos en la misma cesta
España también ha conseguido convencer a la estadounidense Cisco para
que abra un centro de diseño en la capital catalana, "la primera instalación de
este tipo de la multinacional en la Unión Europea", según presume el
Gobierno. Pero lo cierto es que la empresa, que ha empezado a contratar a
ingenieros, ya contaba hasta ahora con un centro de innovación en el barrio
de Poblenou, donde se desarrollará la actividad. Son solo dos ejemplos de
que atraer negocios de diseño —una de las cuatro patas del proyecto, junto al
refuerzo de la capacidad científica, la dinamización de la industria TIC y las
propias fábricas— resulta factible, pero conseguir un socio extranjero para
que instale una gran planta es otra cosa.

Este hombre 'trajo' una superfábrica de chips a la España de los 80.


Ahora le piden repetir la hazaña
M. Mcloughlin

El Gobierno no tira la toalla y, aunque reconoce la dificultad de lograr la


factoría, destaca que el refuerzo del ecosistema nacional ya justificaría, por sí
mismo, el Perte. Sin embargo, el plan del Ejecutivo para que España compita
en el mercado de los chips ha puesto la mayor parte de los huevos en esa
cesta y, de seguir así, pueden acabar rotos. La Moncloa ha ido a Silicon
Valley a buscar a un hombre que ya estuvo en los primeros pasos de la
fábrica de Tres Cantos. Su objetivo: atraer a un inversor foráneo que garantice
el éxito de la empresa.
:
Con Jaume Martorell como comisionado, el pragmatismo ha llegado al Perte.
Según el diseño inicial del proyecto, 7.250 millones irían destinados a
desarrollar una capacidad de fabricación por debajo de los cinco nanómetros,
y solo 2.100 por encima de esa longitud. Los primeros semiconductores son
los que se utilizan en la alta tecnología, que cambia constantemente y se
aplica a pequeños dispositivos, como los teléfonos móviles. Nuestro país no
cuenta con know how en este ámbito. Los segundos, en cambio, sirven como
componentes para otras manufacturas más maduras, como la del automóvil,
donde España goza de un ecosistema consolidado y ventajas competitivas.
Desde su nombramiento, en agosto del año pasado, Martorell ha ido
modulando su discurso hacia la segunda opción, mucho más realista, tanto
por las condiciones endógenas como por el mayor número de empresas que
trabajan con esta tecnología y, por tanto, podrían instalar plantas en territorio
nacional.

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La patronal española ve con buenos ojos que el Perte se adapte al tejido
productivo autóctono. "Lo importante es usar estos fondos para consolidar
ecosistemas estratégicos, como el del automóvil", destaca Luis Socías, el
hombre de la CEOE que más sabe de proyectos europeos. Territorios como
Extremadura o la Comunidad Valenciana, donde ya se instalaron fábricas de
baterías para coches eléctricos, podrían constituir buenas localizaciones para
las plantas. Esta última es la región donde se concentra la mayor parte de la
industria microeléctrica de nuestro país, y cuenta con un clúster de
empresas que no descarta postularse para desarrollar una factoría. Sin
embargo, se antoja muy difícil si no se cuenta con un socio extranjero, y las
naciones occidentales se han lanzado a una carrera donde España va a unos
cuantos palmos de distancia de la cabeza.

La dura competencia de España


Estados Unidos ha sido el más ambicioso, al movilizar unos 50.000 millones
de euros de financiación pública para atraer compañías de microchips. Y, por
el momento, es el que ha tenido mejor resultado. Corporaciones nacionales
como Intel, GlobalFoundries o Texas Instruments han anunciado
construcciones de este tipo en los próximos años. Fuera de su territorio, ha
convencido a Samsung para que abra una planta en Texas y a los taiwaneses
de TSMC para construir una nueva.
:
Norberto Mateos, director general de Intel Iberia: "No puede haber
fábricas en todos los países"

Fuentes de la industria aseguran que "la competencia a nivel comunitario y


mundial es exageradamente alta". Además, se da "la circunstancia" de que
España no tiene proyección internacional en la materia, a diferencia de lo que
ocurre con "las energías renovables, la automoción o en el ámbito ferroviario".
"Todo eso complica mucho el objetivo", añaden.

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:
Mensajes similares han sido expresados en público por diversas
personalidades del sector. Cristiano Amon, presidente de Qualcomm —uno de
los mayores diseñadores de chips a nivel mundial—, aseguró en una
entrevista durante el Mobile World Congress de Barcelona que habían
colaborado con la Moncloa para atraer fabricantes a España, pero "estaba
complicado". Norberto Mateos, director general de Intel Iberia, afirmó durante
un encuentro con medios a principios de año que el mercado europeo tiene
sus límites: "No puede haber fábricas en todos los países".

La crisis de los microchips se agrava: por qué simplemente no


podemos montar más fábricas
Michael Mcloughlin Gráficos: Darío Ojeda Infografía: Rocío Márqu…

Los escasos logros de España contrastan con las inversiones conseguidas


por las grandes ganadoras de esta competición en Europa, que, por ahora,
son Alemania, Irlanda y Francia. En territorio germano, Intel construirá una
megafábrica con una inversión de 17.000 millones de euros que se espera
que esté operativa para 2027. En Irlanda, esta multinacional dedicará 12.000
millones a duplicar el espacio y modernizar su planta de la localidad de
Leixlip.

El Gobierno galo, por su parte, se apuntó un tanto gracias a


STMicroelectronics y GlobalFoundries. Estas dos compañías levantarán una
instalación en el país, que podría estar lista para 2026. La inversión estimada,
"con un importante apoyo financiero" del Elíseo, ronda los 6.000 millones de
euros. La diferencia de presupuesto se debe a que no está pensada para
diseñar chips de vanguardia por debajo de los 5 nanómetros, sino
tecnologías más maduras, a partir de los 18 nanómetros, destinadas a
sectores como la automoción o el internet de las cosas.
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Queda un premio gordo por repartir: una planta de refuerzo de Intel, que
podría situarse en Italia. Este movimiento, que no ha sido confirmado por
ninguna de las partes —según la agencia Reuters, llevan meses negociando—
tendría un coste de 5.000 millones de euros y crearía unos 1.500 puestos de
trabajo. "La puerta no está cerrada para España", aseguró al diario El Mundo
el CEO de la empresa tras reunirse con Sánchez en el foro de Davos del año
pasado.

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Industria Sector industrial Macroeconomía

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EP Cotizalia / Agencias Marcos Lema


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