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Algunos pensamientos sobre la educación

Es un tratado de 1693 sobre educación escrito por el filósofo inglés John Locke.
Durante más de un siglo fue la obra filosófica más importante sobre educación en
Gran Bretaña. Traducido a casi todos los principales idiomas de Europa, fue un
referente en los escritos pedagógicos posteriores; incluso Jean-Jacques Rousseau
reconoció su influencia.

Su propuesta pedagógica se fundamenta en su Ensayo sobre el entendimiento


humano de 1690 en la que Locke delineó una nueva teoría de la mente,
proponiendo que la mente del niño era una tabula rasa, esto es, que no contenía
ideas innatas. Será la experiencia la encargada de darle forma.

Los tres elementos principales que propone para la educación son:

Conseguir el desarrollo de un cuerpo sano

Conseguir el desarrollo de un carácter virtuoso y

Conseguir la elección de un programa de estudios o currículo académico


apropiado[

Locke escribió las cartas que eventualmente se convertirían en Algunos


pensamientos dirigidas a un amigo aristócrata, pero sus consejos tenían un interés
más amplio, ya que sus principios educativos permitían que las mujeres y las
clases bajas aspiraran al mismo tipo de carácter que los aristócratas, para quienes
Locke originalmente pensó el trabajo. Este tipo de educación se ha conocido como
la propia del gentleman.

La situación educativa de la época se basaba en una educación heredada de los


tiempos del Renacimiento, sin embargo, la implantación del mercantilismo y el
progresivo aumento del laicismo en la sociedad la convertían en obsoleta. Los
planes de estudios se fundamentaban en los textos clásicos, en el aprendizaje del
latín y el griego, olvidando las demandas de la sociedad. Por tanto, cada vez era
mayor el número de familias que pedían una educación más práctica y centrada
en disciplinas de tipo matemático y científico, en los idiomas modernos y en las
aplicadas a la economía

En 1684 Edward Clarke pidió consejo a su amigo Locke para educar a su hijo, a lo
que éste respondió con una serie de cartas que recogían pensamientos relativos a
la educación. Sin embargo, hasta 1693 no se decidió a publicar el tratado y lo hizo
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de modo anónimo atendiendo a los ruegos de sus amigos Clarks y William


Molyneux. Su publicación tuvo mucho éxito, se hicieron cinco reediciones antes de
la muerte de John Locke, aunque en sus revisiones siempre mantuvo la estructura
de cartas y un lenguaje amigable y familiar. Locke advierte en el prefacio del libro
que sólo se trataba de una serie de cartas recopiladas. Este estilo de escribir le
permite ser más directo y que los lectores lo vean como un amigo.

APORTACION DE LOCKE A LA EDUCACION

La educación del siglo XVIII se puede considerar que ha estado influida por dos de
sus planteamientos. En primer lugar, la hipótesis de que la educación hace a la
persona, lo que se opone al modelo agustiniano y también al cartesiano que
suponen un cierto innatismo (es decir, no adquiridas por la experiencia) y otorga a la
educación un lugar secundario en el desarrollo humano. Así, Locke señala: "Creo
poder asegurar que de cien personas hay noventa que son lo que son, buenas o
malas, útiles o inútiles a la sociedad, debido a la educación que han recibido”, por
lo que esta se convierte en el motor del desarrollo humano. En su libro Ensayo
sobre el entendimiento humano Locke plantea la hipótesis de que el hombre nace
con su "mente en blanco", como una tabula rasa a la que se va dando forma o
grabando con sus experiencias. Aunque Locke creía en la existencia de talentos y
habilidades naturales, defendió esta postura contra el innatismo. Por ello alerta a
los padres a que estén atentos a esas habilidades o talentos que sus hijos pueden
mostrar y a que les proporcionen las actividades adecuadas para su mejor
desarrollo.

La segunda aportación de Locke a la educación de su época se refiere a otro


principio, el del empirismo. Puesto que el aprendizaje se realiza por asociación de
ideas, este aprendizaje es básico en la infancia de los niños. Las estructuras que
forman los niños es importante que sean de calidad y no estén dañadas por falsas
asociaciones. De este modo, Locke se convierte en defensor de una educación de
calidad para los niños desde el momento que nacen y considera un error muy
grave dejarla en manos de sirvientes poco educados.

Cuerpo y mente

Locke aconseja a los padres que consoliden cuidadosamente unos buenos hábitos
físicos en sus hijos como primera medida para abordar su educación académica.
No es sorprendente que ésta sea su primera propuesta ya que realizó estudios de
medicina en Oxford. Sin embargo, esta idea del cuidado físico, de atender
especialmente a las necesidades físicas, se puede considerar muy influyente en
los manuales para cuidar a los niños utilizados en Occidente desde entonces. Con
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el fin de convencer a los padres de esta necesidad Locke comienza el libro


utilizando la famosa frase de Juvenal, Mens sana in corpore sano, o sea "una
mente sana en un cuerpo sano”

Ofrece por tanto una serie de recomendaciones concretas tales como la necesidad
de que los niños aprendan a nadar, de que practiquen paseos al aire libre, utilicen
ropas adecuadas, que mantengan una alimentación saludable, así como los
modos de abordar los periodos de sueño. Todo ello en el marco de una de las
ideas que defendió con firmeza: la necesidad de someter a los niños a condiciones
algo duras; por ejemplo si hace frío no abrigarles en exceso para que cuando sean
mayores puedan resistir mejor el frío. O bien que para prevenir el resfriado los
niños deberían lavarse todos los días los pies con agua fría, o algo más mayores
tomar duchas de agua fría. De este modo propone una serie de medidas
concretas para educarlos en un ambiente exigente. Estas ideas se hicieron muy
populares en los siglos siguientes, aunque no se siguieran en muchos casos.

Virtud y razón

La mayor parte del libro se dedica a la forma en que se puede inculcar la virtud en
los niños. Considera que la virtud se alcanza a través de la auto denegación y
racionalidad, así señala que el fundamento de la virtud consiste en "que un
hombre sea capaz de rehusarse la satisfacción de sus propios deseos, de
contrariar sus propias inclinaciones y seguir solamente lo que su razón le dicta
como lo mejor”. En el proceso educativo destaca la importancia de educar desde
niño la necesidad de actuar racionalmente y la responsabilidad que esto supone
para los padres, así señala: "El que no haya contraído el hábito de someter su
voluntad a la razón de los demás cuando era joven, hallará gran trabajo en
someterse a su propia razón cuando tenga edad de hacer uso de ella". [ ]También
destaca los modelos que se le ofrecen como fuente de errores educativos en
ejemplos y juegos como "Pegame, para que yo te pegue”, o cuando se convierte
a los vestidos en "materia de emulación y vanidad", [ ]o el hecho de que se alaben
las mentiras y las excusas de los niños "cuando van en beneficio de los padres" [.]
De este modo señala como un grave error "mimar a los niños e inculcarles los
principios del vicio”.

Plantea algunas necesidades educativas para la "educación natural": [] El hombre


debe ser capaz de resistirse sus inclinaciones hacia el placer, así como resistir el
dolor, y cultivar esas disposiciones contrarias a la naturaleza abandonada de la
persona. Locke se muestra contrario a la severidad de los castigos, afirmando
que: "caeteris paribus, aquellos niños que han estado más castigados, rara vez
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llegarán a ser los mejores hombres". [] También rechaza el uso de la violencia "no
por golpes, por las riñas y otros castigos serviles", [] reclamando una educación
más inteligente para los niños a medida que van creciendo. Propone por
consiguiente un sistema de disciplina basado en la estima y la vergüenza de lo
realizado, más que en las recompensas y castigos. [] Defiende el uso del
razonamiento con los niños, el hecho de ofrecerles explicaciones adaptadas a su
edad al considerarlos como criaturas racionales, así señala "debéis de hacerles
comprender, por la dulzura de vuestras maneras, ..., que lo que hacéis es
razonable en sí, tanto como útil y necesario para ellos". [ ]El método principal que
propugna para formar a los niños y jóvenes es proporcionarles ejemplos.

Locke destaca la importancia de que los niños se conviertan en adultos lo antes


posible, "mientras más os apresuréis en tratar a vuestro hijo como hombre, más
pronto comenzará a serlo".[ ]En ese proceso considera importante la existencia de
la familiaridad hacia los hijos, pero siempre en un marco de respeto de éstos hacia
sus padres.

Currículo académico

Locke no trata en profundidad el desarrollo de un plan de estudios específico; se


preocupa más por convencer a sus lectores que la educación está en inculcar la
virtud y lo que conocemos como las habilidades para un pensamiento crítico.
Mantiene que primero se debe enseñar a los niños el cómo aprender y el
encontrar placer al aprender; considera que el tiempo de toda nuestra vida es
insuficiente para familiarizarnos con todo lo que es posible aprender y por tanto es
más importante desarrollar esas habilidades para el aprendizaje y ejercitarlas.

Aunque no aborda directamente el tema curricular, ofrece algunas ideas prácticas


para abordarlo. Entre ellas nos podemos encontrar que deplora la dedicación de
tantas horas al estudio del latín y propone que se dedique más tiempo al
aprendizaje de la lectura y escritura en la lengua materna. []Una vez conocido la
lengua materna propone el aprendizaje de un segundo idioma, en su caso el
francés, y en tercer lugar el estudio del latín; pero con una metodología basada en
el empleo escrito y hablado de estas lenguas, incluido el latín hablado. []

Locke destaca la utilidad como criterio principal en la selección curricular; por


ejemplo considera importante enseñar a dibujar a los niños ya que les será útil en
los viajes al extranjero, sin embargo, no concede importancia a la poesía y la
música; destaca asimismo la importancia de la formación científica y la enseñanza
de la geografía, la astronomía, y la anatomía. De este modo propone una
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enseñanza que abandone los métodos propios del humanismo y basados en las
artes liberales, concediendo gran importancia a la enseñanza científica y la
práctica profesional, por ejemplo recomienda que los chicos aprendan un oficio
manual o incluso varios.[]

Estos principios curriculares tendrán gran influencia en la educación británica


durante los siglos XVIII y XIX, coincidiendo con la expansión de su imperio.

¿UNA EDUCACIÓN CLASISTA?

Este escrito lo concibe Locke como un compendio para la educación de un


caballero o gentleman, sin embargo tuvo una amplia acogida en toda la población
y no sólo en un ambiente aristocrático. Los principios educativos que propone
fueron rápidamente asumidos por la clase media y en las escuelas populares de la
época, ya que se podían aplicar a cualquier niño. Una prueba de este éxito se
demuestra en las cuatro ediciones que se produjeron estando Locke vivo. Pierre
Coste en la primera traducción de la obra, en 1695 al francés, señalaba en su
introducción: "es cierto que este trabajo va dirigido a la educación del gentleman,
pero eso no impide que sirva para la educación de todo tipo de niños, de la clase
social que sea".[]

Si bien es posible aplicar estos principios generales de la educación a todos los


niños, Locke pensaba que sólo era adecuado para la aristocracia y la clase media.
Como escribe Peter Gay, "nunca se le ocurrió recomendar que todos los niños
deberían ser educados por igual, más bien, Locke consideraba que hasta que el
sistema escolar no se reformase, un caballero debe tener su hijo en su propio
hogar formándolo con un tutor. En cuanto a la educación de los pobres, Locke no
hace ninguna referencia".[] Por otro lado, Locke en su "Ensayo sobre la ley de los
pobres" se lamenta de que "los hijos de los trabajadores son normalmente una
carga para la parroquia, y por lo general son mantenidos en inactividad, también
se pierde parte de su trabajo hasta que tengan 12 o 14 años de edad". Sugiere
que se establezcan "escuelas de trabajo" para los niños pobres en cada parroquia
de Inglaterra, con el fin de que será "desde la infancia [tres años] conozcan el
trabajo." Incluso llegó a esbozar los aspectos económicos de estas escuelas,
argumentando no sólo que serían rentables para la parroquia, sino también que
inculcarían una buena ética de trabajo en los niños.
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¿UNA EDUCACION SEXISTA?

El objetivo principal de este escrito "es cómo un joven caballero debe ser educado
desde su infancia". Con relación a las chicas señala que aunque no cubre tan
perfectamente la necesidad de educación de las hijas, ya que la diferencia de sexo
requiere un tratamiento diferente, no será difícil aplicarlo atendiendo a éste. Así
para Locke, la educación es fundamentalmente la misma para hombres y las
mujeres, sólo serían necesarias pequeñas y evidentes adaptaciones para las
mujeres. Esta interpretación está apoyada por una carta que escribió a la Sra
Clarke en 1685 declarando que "no reconozco ninguna diferencia de sexo en su
mente relacionadas... con la verdad, la virtud y la obediencia". [] Martin Simons
afirma que "En lugar de enviar los niños a las escuelas que hacer caso omiso de
sus necesidades y enseñarles cosas de poco de valor, Locke sostiene que debe
enseñarse a las niñas en el hogar cuestiones útiles y necesarias como la
artesanía, la casa, ... Al igual que su contemporánea Mary Astell, Locke creía que
la mujer puede y debe ser enseñada a convertirse en un ser racional y virtuoso []

Pero Locke recomienda varias restricciones menores relativas al tratamiento del


cuerpo femenino. El más significativo es cuidar su actividad física por causa de su
apariencia física. También se refiere a que deben cuidar algo más su piel, etc.
Locke concede mayor importancia a la belleza en las mujeres que en los hombres.
En un análisis de su teoría pedagógica tiene mucho peso la petición de un
tratamiento diferente para las mujeres, sin embargo, el resto de teorías
pedagógicas de la época defienden la segregación de hombres y mujeres como
necesaria; es el caso de libros como El Deber Entero de una Mujer (1696), El
Deber Entero de Hombre (1657), el Emilio de Rousseau. En esta situación las
ideas de Locke se presentan como más igualitarias.

Barrionuevo, M.E. (2005), John Locke (1632 - 1704). Su vida, su obra y pensamiento: En
Revista Iberoamericana de Educación, 25 de abril de 2005 ISSN 1681-5653
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ESTUDIOS. Filosofía-historia-letras
Verano-Otoño 1996

El concepto de educación en Locke

Lo primero que llama la atención, al ser una calidad bastante rara entre
los filósofos, es el sentido extraordinario de la oportunidad de que dio
muestra Locke. Con señalada prudencia, en una Inglaterra dominada
por guerras civiles, con un sabor claro de guerras de religión, supo
publicar su obra en el breve tiempo de cinco años -en 1689, imprime
La Epístola sobre la tolerancia, al año siguiente, el Ensayo sobre el
entendimiento humano, y los Dos Tratados sobre el Gobierno, y por fin
en 1693, Pensamientos sobre la educación- justo cuando el triunfo de
la revolución llamada gloriosa (1688) había creado las condiciones
ideales para la recepción de un pensamiento, si no demasiado original,
sí perfectamente adecuado a la demanda de una burguesía que estaba
saliendo del cascarón. De ahí su enorme éxito en su tiempo y en los
que le siguieron.

La intención que unifica a su obra, desde el primer al último escrito, es


hacer plausible un uso razonable de la libertad. Ésta es la meta
explícita para la convivencia política y social y, cómo no, la que ha de
encauzar la educación. Recomiendo muy encarecidamente leer en
clase la Epístola sobre la tolerancia, un ensayo breve que recoge toda
la razón ilustrada de una Europa castigada con la experiencia trágica
de las guerras de religión. Cierto que hoy los argumentos a favor de la
tolerancia religiosa nos parecen tan convincentes como obvios, pues,
quién se atrevería a negar, que "nadie puede ser llamado cristiano, sin
la caridad, sin la fe que actúa, no por la fuerza, sino por el amor"; que
la tolerancia respecto a opiniones religiosas distintas no sea conforme
con el Evangelio y con la razón", o que "nadie puede abandonar el
cuidado de su salvación eterna en manos de otro, ya sea príncipe o
súbdito; porque nadie puede, aunque lo quisiese, creer por orden de
otro". E incluso, que si hay que respetar la libertad de creer lo que cada
cual juzgue conveniente, habrá también que reconocer la libertad de no
creer en ninguna religión -pese a que Locke se haya olvidado de
advertirlo expresamente, si bien está implícito en su exigencia de
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conceder a todos los mismos derechos, sean cuales fueren sus


creencias religiosas- así como en la separación nítida que hace entre
las Iglesias -si la tolerancia es real, habrá varias- y el Estado

Digo que convendría leer este escrito en clase para hacer patente a los
jóvenes de hoy que hubo un tiempo en que se pensó de forma muy
distinta: cuesta trabajo hacerse cargo de que se pueda pensar de
manera contraria a lo que nos parece evidente, y el valor pedagógico
del libro de Locke recae en el esfuerzo que es preciso realizar para
imaginar una Europa en la que se estaba dispuesto a emplear la
violencia más brutal en defensa de la fe. Todavía en mi juventud, y no
hace tantos años, un profesor universitario, enfurecido por nuestras
quejas por la falta de libertad, nos lanzó a la cara aquello de toda la
libertad para la verdad y ninguna para el error, la defensa más
arbitraria de la intolerancia de que tengo noticia. Un mejor
conocimiento de un pasado no tan lejano puede servirnos a la hora de
juzgar otras culturas no europeas de nuestros días.

En la historia de la conquista de la libertad, concepto que constituye sin


duda la columna vertebral de la cultura europea, importa recalcar dos
hechos fundamentales: el primero hace referencia al binomio Papado-
Imperio que, pese a sus fuertes tensiones a lo largo de la Edad Media,
evitó que pudiera consolidarse una teocracia que hubiera hecho muy
difícil, si no imposible, que el terreno hubiese quedado abonado para la
libertad. En segundo lugar, la reforma protestante, en cierto modo
producto de la libertad que se alojaba en los resquicios de la querella
entre los dos poderes; aunque ocasionara las sangrientas guerras de
religión, al final trajo el fruto bendito de la tolerancia. La convivencia
pacífica de las religiones es el basamento sobre el que luego se han
ido levantando las demás libertades civiles y políticas.

A este respecto dos observaciones marginales sobre nuestra especial


situación: la primera hace mención al hecho de que la España cristiana
apenas se vio implicada en las contiendas entre Papado e Imperio. En
la Península, la contienda que marca la vida espiritual de nuestros
pueblos es la lucha contra el Islam. La segunda se refiere a la pronta
vinculación de la Corona con la Iglesia que, al poner a disposición de
un temprano Estado un instrumento tan eficaz de control como fue la
Inquisición, impidió las guerras de religión, pero al precio de que no
ganaran la tolerancia ni las libertades. A la última guerra civil, que
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todavía mostró aspectos de guerra de religión, debemos la mejor


enseñanza colectiva sobre los altísimos costes de la intolerancia.

En su obra principal, Ensayo sobre el entendimiento humano, Locke da


el paso decisivo que caracteriza a la modernidad, al menos en su
forma anglosajona, que consiste en romper con la metafísica que hasta
entonces había dominado la idea del hombre y del mundo. En vez de
percibir, siguiendo a Descartes, la presencia de lo divino en el centro
mismo de la razón, y lo que le hubiera obligado a diferenciar en la
naturaleza humana dos sustancias distintas y aún opuestas, Locke,
que no se siente muy a gusto con la noción cartesiana de sustancia, da
cuenta del entendimiento humano a partir de la sensación corporal,
según el antiguo adagio escolástico de que "nada está en el
entendimiento que antes no hubiera estado en los sentidos". De este
modo su empirismo, que con toda contundencia niega la existencia de
ideas innatas, supone instalar la naturaleza humana en el plano
"animal -corporal" que le es propio. El ser humano, lejos de participar
en lo divino por estar dotado de razón, puede explicarse ésta a partir
de su naturaleza animal, de modo que el entendimiento humano sólo
gradualmente se diferenciaría de los animales superiores más
cercanos.

Alguna razón tenía sus contemporáneos, al atrincherarse en la defensa


de las "ideas innatas", porque, como bien decían, sin ellas se tambalea
la demostración racional de la existencia de Dios. Si se suprime la
presencia de lo divino" en el meollo de lo humano, no nos engañemos,
se ha dado un primer paso para, con el mismo razonamiento, eliminarlo
también de la naturaleza. La demostración "empírica" de la existencia
de Dios a que recurre Locke en su Ensayo (Libro 4, Capítulo X ), no
estaba destinada a durar mucho.

Locke suprime el salto metafísico que hasta entonces parecía


necesario para la comprensión de lo humano. El empirismo se
caracteriza precisamente por su capacidad de desmontar a la
metafísica, junto con el racionalismo que la sustentaba. Desde una
concepción naturalista, sensualista, en suma, no metafísica, de la
naturaleza humana, tiene el mayor interés preguntarse por lo que en el
concepto de educación haya podido influir este cambio trascendental
en la idea del hombre.
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A nadie que conozca aunque no sea más que de oídas el pensamiento


de Locke podrá extrañar que no haya pretendido elaborar una filosofía
especulativa sobre la educación, sino que se haya conformado con
ofrecer algunos pensamientos que provienen de la experiencia con una
finalidad eminentemente práctica. Lo que al lector de sus
Pensamientos sobre la educación más llama la atención es lo útil que
todavía pueden ser estos consejos, observaciones y preceptos
educativos, algo que, permítaseme decirlo, lamentablemente rara vez
ocurre en los escritos pedagógicos, por lo general doctrinas abstractas
que tratan de resumir el saber de otras ciencias -psicología, sociología-
sin que seamos capaces de percibir, al enfrentamos con una tarea
educativa, su utilidad o forma de aplicación. Pero este afán de
permanecer en lo concreto para así poder ser práctico, no implica que
el libro que comentamos -se trata de las reflexiones de un filósofo- no
contenga una respuesta clara a las cuestiones que nos venimos
haciendo. Las respuestas de Locke podrían resumirse, con la mayor
brevedad, de la siguiente forma:

Primero, la educación tiene una finalidad mundana -no ya


exclusivamente religiosa- que queda perfectamente recogida en el
adagio de Juvenal, mens sana in corpore sano, que encontramos al
principio del libro. Un espíritu sano en un cuerpo sano, es una
descripción, breve pero completa, de una situación feliz en este mundo
(1), y ¿a qué otra cosa podemos y debemos aspirar, que no sea a la
felicidad? Semejante programa educativo supone que haya que
empezar por preocuparse por el desarrollo y bienestar del cuerpo,
como soporte imprescindible del desarrollo y bienestar del alma, que
incluye tanto el carácter como la inteligencia.

Los consejos sobre higiene y alimentación, así como los que se


refieren al tratamiento adecuado del propio cuerpo, son parte esencial
de la educación que Locke trata con la debida atención, recuperando
una vinculación que proviene del mundo clásico y que el cristianismo,
con su visión espiritualista anti corporal, había apartado del primer
plano. No es extraño que el que fue médico antes que filósofo empiece
por la educación corporal. De esta experiencia quiero rescatar un texto
que me parece tan útil, como característico de su estilo. "Nadie dudará
del consejo de un hombre, que ha empleado algún tiempo en el estudio
de la medicina, cuando recomienda no hacer uso de manera
precipitada de los medicamentos ni de los médicos" (29).
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Segundo, una vez que hemos conseguido un cuerpo fuerte y sano, lo


esencial es lograr que obedezca al espíritu, si es que lo hemos forjado
de tal forma que en todas las ocasiones se inclina a aprobar, lo que es
propio de la dignidad y el alto rango de una persona dotada de razón (3
l). La educación mantiene la finalidad tradicional de doblegar los
instintos corporales y las inclinaciones de la pasión a los dictados de la
razón. No se podrá alcanzar un semejante dominio de sí mismo, es
decir, la capacidad de someter la conducta a los dictados de una recta
razón, que es la finalidad misma de la educación, si no empieza en la
más tierna edad, y cuanto más temprano mejor.

Si fuese verdad el principio de que la tarea educativa, cuanto más


joven el educando, más difícil y, sobre todo, con consecuencias más
graves para su ulterior desarrollo, ¿cómo se explica entonces que los
maestros de la educación superior gocen de mayor prestigio y
reconocimiento social que los que se dedican a la enseñanza media;
éstos más que los de la primaria, a la vez que los últimos superan a los
dedicados a la educación infantil? La jerarquía pedagógica estaría en
el orden inverso a la dificultad intrínseca y a la responsabilidad del
educador. No es el momento para entrar en tan llamativa paradoja.
Baste con señalar que en ella de nuevo se traslucen choques y
dislocaciones entre la educación y la instrucción. Desde la perspectiva
de la educación puede ser cierta la hipótesis de que cuanta menos
edad tenga el educando, más difícil y de mayor responsabilidad será la
tarea; no, en cambio, en lo que se refiere a la instrucción. No tiene la
misma dificultad intrínseca enseñar a leer que explicar la teoría de la
relatividad; y la jerarquía se explica, entre otras razones, porque son
muchos más los que pueden hacer lo primero que lo segundo. La
cuestión básica, que dejamos tan sólo formulada, ya que nos llevaría
muy lejos entrar en ella, es ¿por qué la instrucción ha terminado por
prevalecer sobre la educación, e incluso ha llegado a desplazarla?

Tercero, sólo cabe someterse a la razón propia -fin del proceso


educativo si antes nos hemos visto sometidos a la razón de otro, es
decir, a la del educador (36). Ello conlleva que, si bien los castigos,
sobre todo los corporales, suelen ser contraproducentes -únicamente
sirven para doblegar al esclavo, pero nunca para educar a hombres
libres- y, por tanto, deben apartarse de cualquier sistema educativo,
con todo, no cabe educar sin ejercer cierta presión que lleve al
educando por el camino debido, con el fin de que se vaya
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acostumbrando a la libertad que proporciona comportarse de acuerdo


a la razón. En esta frase hallarnos las tres categorías que articulan el
pensamiento pedagógico de Locke: libertad (freedom), razón (reason) y
hábito o costumbre (custom).

En cuarto y último lugar conviene subrayar que la educación que


propone Locke va dirigida a una clase, la gentry, que podríamos
traducir provisionalmente por nobleza rural, a la que explícitamente
menciona en el prólogo. Da por sentado que basta con que estén
educados los de arriba para que funcione la sociedad toda: pues, en
cuanto este estamento se haya puesto en orden por medio de la
educación, rápidamente los pondrá a todos los demás. La educación,
no sólo es propia de una clase, sino que se transmite dentro de la
misma, de ahí que no haya nada mejor para el educando que participar
en el ambiente social de la clase a que pertenece. Apenas existe una
casa distinguida sin que por ella pase una sociedad muy variada. Los
hijos deben acostumbrarse a tratar a todas las caras extrañas y sobre
todo a los hombres de talento y buena educación que a ella
concurrieran (70; ver también el 146).

Locke considera que la educación ha de estar en armonía con la


socialización de clase. Asimismo está convencido de que las enormes
diferencias que comprobamos entre los individuos son en mucha
mayor medida producto de la educación que de la naturaleza. Si las
diferencias sociales dependen de la educación recibida, importa
mantener el privilegio educativo como forma de dominación social. Una
clase social conserva su papel de clase dirigente, si sabe educar a sus
miembros de la forma que convenga a sus intereses. La gentry, que
hasta cierto punto ha permanecido hasta hoy como clase dirigente, fue
muy consciente de lo que suponía una educación adecuada para
mantener su preeminencia.

Una vez educados el cuerpo y el carácter, Locke plantea también,


desde esta perspectiva de clase, la instrucción, el aprendizaje de los
conocimientos imprescindibles que necesita el joven aristócrata para
cumplir con la función social que le otorga el ser miembro de su clase:
leer, escribir, taquigrafía, francés, latín, gramática, redacción,
versificación, aritmética, astronomía, geometría, historia, ética,
derecho, retórica, griego, esgrima, comercio, jardinería, mencionados
en el orden en que son tratados en el libro. En el emerger de la
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burguesía como clase -para Locke sólo el propietario es ciudadano, y


quizá también, persona- surge un concepto de educación ligado a la
clase.

La primera concomitancia de que tenemos que dejar noticia es la que


se da entre educación y aristocracia, de la que proviene un concepto
de educación como el instrumento apropiado para fijar y robustecer la
socialización propia de una clase dirigente. Importa dejar constancia de
que todavía a estas alturas no resulta factible vincular educación y
democracia, por lo que hemos de seguir avanzando por la misma
senda que impone el compromiso con la libertad y atrevernos a dar un
salto mucho más revolucionario en la comprensión de lo humano.

“l

“la sociedad era la fuente de toda moral, junto con la afirmación de que las mismas sociedades son creadas por individuos que

pueden cambiarlas”,

Es verdad que históricamente John Locke no ha sido visto como un pedagogo y sus aportes hasta ahora están saliendo a luz como

parte de la “Nueva Historia”, por ello hay que reconocer que los pensamientos de Isaac Newton, que afectaron a las comprensiones

de ese tiempo también afectaron la educación, en su aplicación serían un logro del autor estudiado. Basta recordar su temporada en

los Países Bajos cuando escribió las Cartas a E. Clarke, que serán conocidas como Algunos Pensamientos sobre la Educación y que

versaban sobre la educación de su hijo. Cartas que fueron llevadas al francés, al alemán y al italiano en su época.

¿Qué planteaba John Locke en Algunos Pensamientos sobre la educación? Hay que precisar que en Occidente primaba la creencia

que toda sabiduría provenía de dios, la cual era fuente de toda ilustración personal y por ende del orden social existente. El principio

de la sabiduría era el temor de dios. John Locke (1693) con sus pensamientos filosóficos y políticos de que “la sociedad era la fuente

de toda moral, junto con la afirmación de que las mismas sociedades son creadas por individuos que pueden cambiarlas”, marcan

una transición en los procesos educativos existentes. Los planteamientos sobre el entendimiento humano o sobre la mente, estaban

presentes en las concepciones educativas de los siglos XVIII y sobre todo el XIX. La idea de que la mente es pasiva en la percepción,

permanecería durante mucho tiempo como postulado básico de la metodología científica y llegaría a ejercer una profunda influencia

en la teoría de la educación. Así lo explican Bronnowski y Mazlish (1963), “la idea de pasividad de la mente permaneció hasta que

apareció el principio de la incertidumbre de Heisenberg y en Física el de relatividad de Einstein, lo que llevó a una nueva idea

científica: la idea de que el observador desempeña un papel esencial en el descubrimiento de la naturaleza”.

El famoso aforismo quam tabula rasa John Locke lo traspuso al concepto de la mente infantil la que es “como papel blanco o cera,

que se puede moldear y adaptar como se quiera. (...) Así la diferencia que puede encontrarse en las maneras y habilidades de los

hombres se debe más a su educación que a ninguna otra cosa”. (Locke, 1693).

En Algunos Pensamientos sobre la Educación, el médico-filósofo, plantea una educación para los “gentleman”, especialmente

orientados para el mantenimiento del cuerpo y de la mente, pero también para el cultivo de la vida en sociedad y el desenvolvimiento

laboral. Planteaba ya un “ideal de hombre” para una sociedad determinada. En cuanto a la finalidad de la educación en la virtud, la
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sabiduría, las buenas maneras y el aprendizaje. En esto se resume la formación del caballero o gentleman.(Locke, 1963)

Jaramillo Uribe, (2002) explica que el “gentleman” era una mezcla de noble y de burgués. A la formación mundana y humanista

agrega la formación profesional y técnica. Tiene las cualidades de la crianza nobiliaria, pero no desdeña el trabajo, ni la técnica, ni el

mundo de los negocios y la economía característicos de la civilización industrial… Y, el “Squiare”, el caballero rural… este tipo de

humano une el conocimiento del hombre –sentido político, diplomático, mundano- la efectividad funcional de quien conoce las

técnicas modernas (p.62 y 63). Tanto para el “gentleman” como para el “squiare”, el cuidado del cuerpo a través del ejercicio

colaboraría para su templanza y su salud corporal. Locke ofreció la clave para la reconciliación de la educación humanista del

caballero con el punto de vista que sostiene que «el aprendizaje se puede convertir en un juego y un placer para los niños» (Locke

1968, 255), lo que estimuló el desarrollo de la alternativa naturalista de Rousseau.

John Locke insistía la importancia de la educación desde el hogar, escenario de amor pero también de disciplina, sin caer en el

castigo, que no conducía sino a dejar una impronta en la vida del infante y resulta el “menos eficaz de los que pueden utilizarse en

educación… Los golpes y los demás castigos serviles y corporales no convienen, pues, como disciplina en la educación de un

niño…”. Ellos llevan a la violencia antes que a ala razón. Insistía en la vital importancia de las buenas costumbres. De aquí su

máxima famosa, que tanto fue criticada (sobre todo por Rousseau) de razonar con los niños, es decir de tratarlos como seres

racionales apenas fuera posible. De donde lo que se buscaba era hacerles comprender que todo lo que se discutía era favorable para

sus vidas. El camino de la mente a la razón coincide con un progresivo camino hacia la libertad.

El juego es un factor educativo de enorme importancia, y no sólo como ejercicio físico. El juego guía a calcular las propias fuerzas, a

vencerse, a conducirse con beneficio sobre el mundo externo, por lo que debe ser tenido en cuenta en la educación intelectual.

Además, puede ser partida de enseñanzas intelectuales. “Hay que empezar por el juego y convertir éste, poco a poco en trabajo. (...)

En cierta manera sienta los sustratos de la educación activa.

Para John Locke el estudio debe ser algo natural y libre, placentero, que satisfaga al niño y sus deseos. Para ello esbozo su plan de

trabajo: Habría que enseñarle la lengua propia; lectur de libros fáciles y agradables, directamente, sin normas rígidas; importante

inculcarle una segunda lengua y después latín, la historia, la geografía, ciencias naturales, geometría y “todas las otras ramas de la

cultura que se refieren a cosas que los sentidos perciben”. Desdeñaba la retórica, la lógica y la metafísica que no servían para nada.

Le daba importancia a la Física de su tiempo. Su fin de formación intelectual”es preparar a éste (gentleman) de forma que absorba

cualquier ciencia a la que desee dedicarse y sea capaz de libertad de pensamiento”, sin reglas y nociones dudosas.

En su similitud al Humanismo, es afecto al estudio desde las fuentes, al respecto dijo: ” recurrid a la fuente original y no toméis

materiales de segunda mano. No hagáis de lado a los grandes maestros, (...) familiarizaos plenamente con los principios de los

autores originales, confirmadlos y luego sacad vosotros mismos las deducciones del caso”.

Otra idea de Locke, es la importancia que le atribuye a los ejercicios corporales, propone, asimismo a la esritura, a la lectura, el uso

del caballo, la espada, trabajos en madera y en plantas y árboles ornamentales. Esto fundamentaba su máxima extraída de Juvenal

“Mens sana in corpore sano”.

Probando resumir entonces, puede decirse del pensamiento educativo de John Locke.

· Lo planteamientos educativos no están ya imbuidos de finalidad teológica. “Un espíritu sano en un cuerpo sano, es una

descripción, breve pero completa, de una situación feliz en este mundo”

· Después de un cuerpo sano viene que éste obedezca al espíritu, de manera tal que “en todas las ocasiones se inclina a aprobar, lo

que es propio de la dignidad y el alto rango de una persona dotada de razón”.

· Hay que doblegarse ante la razón propia. Haciendo énfasis en que el maltrato no conlleva, pero si una sana,”con el fin de que se

vaya acostumbrando a la libertad que proporciona comportarse de acuerdo a la razón”. En este enunciado hallarnos las tres

categorías que profieren el discurso de Locke en lo pedagógico: libertad (freedom), razón (reason) y costumbre (custom).
15

· Sus planteamientos van dirigidos hacia los caballeros rurales especialmente: “pues, en cuanto este estamento se haya puesto en

orden por medio de la educación, rápidamente los pondrá a todos los demás.”

· Así entonces, una buena educación para John Locke es aquella que atiende lo físico y lo mental. De donde el cuerpo no es para

consentirse sino para fortalecerlo en distintas maneras. El buen educador insiste en ejercicio, juego y abundante sueño, “el gran

medicamento de la naturaleza” “the great cordial of nature.”

· Locke considera que la educación ha de estar en armonía con la socialización de clase. Asimismo está convencido de que las

enormes diferencias que comprobamos entre los individuos son en mucha mayor medida producto de la educación que de la

naturaleza. Si las diferencias sociales dependen de la educación recibida, importa mantener el privilegio educativo como forma de

dominación social. Una clase social conserva su papel de clase dirigente, si sabe educar a sus miembros de la forma que convenga

a sus intereses. La gentry, que hasta cierto punto ha permanecido hasta hoy como clase dirigente, fue muy consciente de lo que

suponía una educación adecuada para mantener su preeminencia.

· Parte de que no hay nada en el entendimiento que no haya pasado ante por los sentidos, dando con ello un carácter realista al

transcurso educativo. De donde su didáctica promueve el concepto de una educación integral, basada en la formación física,

intelectual y moral del hombre y en una enseñanza que ha de partir de los objetos, de la indagación directa y la experiencia personal,

del juego, del estudio libre y del ejercicio, del hábito, de la ordenación y de la gradualidad.

· “El trabajo del maestro no consiste tanto en enseñar todo lo aprendible, como producir en el alumno amor y estima por el

conocimiento, y ponerlo en el camino correcto para aprender y mejorarse cuando así lo desee.”

· “La mayor habilidad de un maestro es provocar y mantener la atención de su alumno. En tanto lo logre, puede estar seguro de

avanzar tan rápidamente como las habilidades del estudiante lo permitan. Para logarlo, debe hacer que el niño comprenda la utilidad

de lo que se le enseña, y hacer que vea que gracias a lo que ha aprendido puede hacer cosas que antes eran imposibles, algo que le

da una ventaja sobre los ignorantes. A ésto debe agregar dulzura en todas sus lecciones, y una cierta ternura en su trato, que haga al

niño sensible y le muestre que lo ama y que sólo busca su bienestar. Éste es el único modo de ganarse el afecto del niño, a fin de

que se aplique al estudio y aprecie lo que se le enseña.”

· Una crítica que se puede plantearse al realismo disciplinario y a la doctrina educativa empirista de John Locke es que pensaba que

ésta era para la clase dominante, para el propietario, al que consideraba ciudadano. Igualmente la concepción de la educación como

instrumento para fijar la socialización de una clase específica.

La influencia de John Locke en estos albores del siglo XXI puede verse dibujada, entonces, en:

· La influencia de la educación física para la conservación del cuerpo.

· El buen trato a los niños.

· El juego como factor fundamental de la educación.

· El papel del maestro como generador de amor por el conocimiento.

· El realismo en el discurso de la educación

· La vinculación del hogar al proceso educativo de los niños.

· La educación debe ser una cuestión integral entre la mente y el cuerpo.

· La tríada de libertad (freedom), razón (reason) y hábito o costumbre (custom) como fundamentos del discurso pedagógico.

INTRODUCCIÓN. John Locke fue uno de los pensadores más influyentes de la historia.
Su teoría política influyó en la Constitución americana y francesa. Sus puntos de vista
16

sobre la educación han contribuido a los pensamientos de cada teorizante posteriores en el


campo.

De Locke. VIDA A continuación un breve resumen de la vida de John Locke:

1. Juventud. John Locke nació cerca de Bristol, Inglaterra, en 1632. Su padre era
un abogado de éxito y un hombre de medios cómoda. Locke recibió una educación
rudimentaria, bajo la tutela de su padre, antes de entrar en la Escuela de
Westminster. Estudió a los clásicos en la preparación de Oxford. En 1652 ganó
una beca para Christ College de Oxford. Durante su estancia en Oxford, Locke
quedó impresionado por el pensamiento de René Descartes. Esto lo llevó a un
interés por la ciencia y la medicina.

2. MAESTRO, médico y consejero político. Locke recibió una beca en Oxford en


1659. Él enseñó griego y retórica. En 1666 decidió dedicar su vida a la medicina.
En el tratamiento del primer conde de Shaftesbury, Ashley Señor, ganó su confianza
y admiración. Locke mantuvo médico, tutor y asesor político de la familia
Shaftesbury hasta la muerte del conde en 1683. Sin embargo, Locke no recibieron
su título en medicina de Oxford hasta 1674, porque se había negado durante muchos
años a aceptar a los requisitos del currículo anticuado de la universidad.

3. EXILIO. Locke sigue siendo un puritano toda su vida. Apoyó los esfuerzos del
conde de Shaftesbury para evitar que el Stuart católico, Jacobo II, de llegar al trono
de Inglés en la sucesión a su hermano, Carlos 11. Esta campaña fracasó. Después
de James accedió al trono, Shaftesbury fue detenido y traición a la patria triedfor en
1681. A pesar de Shaftesbury fue absuelto, él y Locke se exilió en Holanda.
Shaftesbury murió en ese mismo año. Locke pasó a la clandestinidad después de
que James 11 pidió su extradición para ser juzgado por traición a la patria. Locke
logrado vivir estos años en la pequeña renta mensual que recibió de herencia de su
padre. Cuando Guillermo de Orange y María capturado el trono en 1688, Locke era
libre de volver a Inglaterra.

4. FILÓSOFO. Durante su exilio, Locke había estado ocupado escribiendo y


estudiando filosofía. Poco después de su regreso a Inglaterra en 1689 publicó su
primera carta sobre la tolerancia. El nuevo régimen ofrece a Locke muchos puestos
lucrativos, a la que se negó debido a su mala salud. Aceptó el cargo de Comisionado
de Apelaciones. En 1690 publicó su obra más famosa, "Ensayo sobre el
entendimiento humano. Ese mismo año fue testigo de la aparición de dos tratados
sobre el Gobierno y el segundo de cuatro cartas sobre la tolerancia. Estas obras
contribuyeron a la gran fama de John Locke en su propia vida como el más grande
filósofo Inglés.

5. ÚLTIMOS AÑOS DE LA TEORÍA Y LA EDUCACIÓN. En 1693, a la edad de


sesenta y uno, Locke publicó la serie de cartas que había escrito a su amigo, Edward
Clarke, asesorando a Clarke en la educación adecuada de su hijo. Estos fueron
llamados "Reflexiones sobre la educación." Locke se retiró a la edad de sesenta y
17

ocho a la finca de sus amigos, Señor y Señora Masham. Murió el 28 de octubre de


1704, famoso en toda Europa. Sus pensamientos fueron para inflamar los filósofos
de la Ilustración y la llevan directamente a la creación de la república democrática.

FILOSÓFICO. Entre las importantes contribuciones profunda muchas contribuciones


hechas por John Locke, los siguientes son importantes para la teoría de la educación:
1. El acto de conocer. La mente al nacer no posee ideas innatas. La mente del
hombre es una "tabula rasa" o pizarra en blanco al nacer, en la que está
impresionado sentido muchas impresiones. Todos los beneficios del conocimiento
a través de la experiencia sensible. Como las tiendas de la mente una variedad de
impresiones sensoriales, las asociaciones se producen nuevos conocimientos que
proporcionan. La mente es consecuencia pasiva. Los sentidos proporcionan la
mente con los materiales que representan la realidad. Estos materiales no son los
mismos con el objeto extramental. El material es la idea en la mente lo que
representa el objeto fuera de la mente de ser recibido por los sentidos. Al combinar,
comparar y analizar estos materiales o ideas que surjan a través de sensaciones,
pensamientos que se derivan. El conocimiento no es la percepción sensorial, pero la
percepción intelectual.

2. TOLERANCIA RELIGIOSA. Locke argumentaba en sus Cartas sobre la


tolerancia que ninguna religión es capaz de demostrar su pretensión exclusiva de ser
la única y verdadera religión. Es un error, por tanto, imponer una religión a la
conciencia libre de las personas. La gente debe vivir en la tolerancia completa de
unos de los otros credos.

3. Democracia política. Gobiernos se organizaron para la protección de todos los


ciudadanos. La sociedad estaba formada por el acuerdo unánime de sus miembros a
vivir en una comunidad con fines de protección de puntos de vista. A continuación
se presentan algunos importantes políticos de los Locke:

a. Gobierno por el Pueblo. La formación de un gobierno se deriva del


consentimiento de la mayoría de los ciudadanos. Dado que todos los
gobiernos son creados por el pueblo, la autoridad máxima reside en el
pueblo y no con el gobierno creó.

b. Protección. Los gobiernos existen para la protección de los derechos


naturales de cada ciudadano. Estos son los derechos de la vida, la libertad y
la propiedad. Cuando un gobierno intenta eliminar estos derechos, este
gobierno se convierte en un agresor injusto. Ningún ciudadano cada vez le
da a sus derechos naturales. Por lo tanto el pueblo tiene el derecho a resistir
cuando los abusos del gobierno de los poderes confiados a ella. El acto de
resistencia no es la rebelión, sino la autodefensa.

CONSECUENCIAS DE LOCKE FILOSOFÍA. Educativas de Los siguientes son


algunos de los puntos centrales en teoría de la educación de Locke:
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1. OBJETO DE LA EDUCACIÓN. El propósito de la educación es producir un


individuo con una mente sana en un cuerpo sano, con el fin de servir mejor a su
país.

2. PROGRAMA DE DIFERENTES. Locke pensaba que el contenido de la


educación debe depender de la propia estación en la vida. El hombre común sólo se
requiere, social y profesional de conocimiento moral. No podía hacer muy bien con
la Biblia y una habilidad altamente desarrollada profesional que sirva para apoyarlo
en la vida y ofrecer un servicio social a los demás. Sin embargo, la educación de
los caballeros debe ser de la más alta calidad. El caballero debe servir a su país en
una posición de liderazgo.

3. LA EDUCACIÓN DEL SEÑOR. Locke creía que el caballero debe tener un


conocimiento profundo de su propia lengua. Las escuelas de los puritanos en
Inglaterra rompieron con la tradición por completo. Se trató de educar a uno para la
sociedad en la que viviría. Las escuelas fueron llamados, por lo tanto, las escuelas
del realismo social. Locke, de acuerdo con Milton y otros puritanos, sostuvo que el
contenido del plan de estudios debe estar al servicio de un fin práctico. Se
recomienda la introducción de lenguas extranjeras contemporáneas, historia,
geografía, economía, matemáticas y ciencias. Locke propuso lo siguiente para la
educación del caballero:

a. Formación Moral. Todos los cristianos deben aprender a vivir


virtuosamente.
b. buena crianza. El caballero debe desarrollar el equilibrio, el control y la
conducta externa de excelentes modales. La educación debe tener como
objetivo, por lo tanto, a desarrollar habilidades sociales correctas.
Sabiduría c.. El caballero debe ser capaz de aplicar el conocimiento
intelectual y moral en el gobierno de sus asuntos prácticos.
d. Conocimiento Útil. El caballero debe recibir una educación que
conduzca a una vida de éxito en los asuntos prácticos de la sociedad, así
como la que conduce a la satisfacción derivada de las becas y los buenos
libros.

Citas
John Locke, 1692

Parte II
 ¿Quién espera que bajo un tutor el joven se vuelva un crítico eximio, un orador o un lógico, que llegue al
fondo de la metafísica, la filosofía natural o las matemáticas, o sea un doctor en historia o cronología?
Aunque un poco de cada una de estas materias deben serle impartidas, es sólo para abrir la puerta de modo
que mire dentro, como quien inicia una relación, pero no para que se explaye en ellas.
19

 Cuanto antes se lo trate como un hombre, más rápido se volverá uno. Si se admite al joven en
conversaciones serias lentamente se elevará su mente por sobre las ocupaciones usuales de la juventud, y esos
intereses en los que típicamente pierde el tiempo. Es común observar que muchos jóvenes continúan con sus
comportamientos y conversaciones de escolares simplemente porque sus padres los mantienen a distancia y
en esa condición merced al trato infantil que les brindan.

 No debe ocuparse todo el tiempo en darle lecturas y en dictarle magistralmente aquello que debe observar y
respetar. Escucharlo a su debido momento, y acostumbrarlo a razonar sobre lo que se le propone, hará que las
reglas le sean más sencillas y se afirmen más sólidamente, y le dará mayor aprecio por el estudio y la
instrucción.

 Deben mostrársele ejemplos, y solicitar su juicio. Esto abre el entendimiento más que las máximas, no
importa qué tan bien se las haya explicado, y afirma las reglas en la memoria a causa de la práctica. Las
palabras son, en el mejor de los casos, débiles representaciones, y poco más que la sombra de las cosas.

 Que un niño nunca debe ser tolerado ante cualquiera cosa que pida, menos todavía cuando llora, es
evidente. Pero corro el peligro de ser malinterpretado y por eso me explicaré. Es apropiado que los niños
tengan libertad de pedir a sus padres, y que con toda ternura se los complazca y se los provea, sobre todo
cuando son pequeños. Pero una cosa es decir "tengo hambre" y otra "quiero comer carne asada".

 La recreación es tan necesaria como el trabajo o la comida. Pero desde que no puede haber recreación sin
placer, el cual no depende siempre de la razón sino del capricho, debe permitirse a los niños no sólo
divertirse, sino hacerlo a su manera, siempre que sea inocentemente y sin perjuicio para su salud.

 En cuanto a la posesión de bienes materiales, enséñese a compartir lo que se tiene, libre y fácilmente con
los amigos, y a aprender por experiencia que los más generosos son los que más tienen.

 Desde el principio debe educarse a los niños en el aborrecimiento de la matanza o tormento de cualquier
criatura viva, y enseñarles a no desperdiciar o destruir nada salvo que sea para preservar algo más noble.

 La curiosidad en los niños es un apetito del conocimiento, y debiera ser alimentada no sólo como un buen
signo, sino como el gran instrumento que la naturaleza nos ha dado para eliminar la ignorancia en la que
nacemos, y sin la cual seríamos criaturas inútiles.

 Esto me parece obvio: que los niños odian estar ociosos. Lo que importa entonces es que su humor esté
siempre ocupado en algo útil, procurando que lo que tengan que hacer sea para ellos una recreación, y no un
trabajo.

 Aunque estemos de acuerdo en que los niños deben tener muchos juguetes, pienso que no debería
comprársele ninguno. Esto contribuiría a que alejen sus mentes de lo superfluo, volviéndose inquietos y
perpetuamente deseosos de obtener algo más, incluso sin saber qué, y a nunca sentirse satisfechos con lo que
tienen.

 Cuando se lo descubra en la primer mentira, debe reaccionarse como descubriendo algo monstruoso en él,
antes que reprocharle una falta ordinaria. Si la repitiese, la siguiente vez deberá ser seriamente reconvenido, y
mostrársele que ha caído en desgracia frente a su padre, madre y todos los que lo rodean. Si todavía ésto no lo
cura, deberán darse algunos golpes, porque luego de tanta advertencia una mentira premeditada debe ser vista
siempre como obstinación, y nunca permitirse que pase sin castigo.

 Los niños, temerosos de que sus faltas sean vistas al natural, tratarán, como todos los hijos de Adán, de
inventar excusas. Ésta es una falta que orilla la mentira y que lleva a ella, y no debe ser tolerada, sino más
bien curada a través de la vergüenza, mucho antes que por la violencia.
20

 Cuando considero cuánto se habla sobre la necesidad de enseñar Latín y Griego, sobre los años que se
deben ocupar en ello, y cuánto ruido se hace para nada, se me ocurre que los padres todavía viven temerosos
de la vara del maestro, a la que ven como única herramienta educativa, y por eso aceptan estas reglas como si
todo en la enseñanza se limitase a ellas. ¿De qué otro modo es posible que un niño sea encadenado a los
remos durante siete, ocho o diez de los mejores años de su vida para apropiarse de un idioma o dos, cuando
podrían adquirirlos más fácilmente y más rápido si se los enseñase jugando?

 Debe instruirse, pero en segundo lugar en importancia, subsidiariamente a la educación en virtudes


superiores. Búsquese formar a alguien que discretamente controle sus modales, aliméntese y celébrese todo lo
bueno que hay en él, suavemente corríjanse y elimínense las malas inclinaciones, y afírmense los buenos
hábitos. Esto es lo principal, y habiéndolo asegurado el aprendizaje vendrá solo.

 Los niños no deberían trabajar, ni sus mentes ni cuerpos ocuparse de esto. Si se los fuerza y ata a los libros
a una edad naturalmente enemiga de estos menesteres, es seguro que odiarán el estudio por el resto de sus
vidas.

 La mayor habilidad de un maestro es provocar y mantener la atención de su alumno. En tanto lo logre,
puede estar seguro de avanzar tan rápidamente como las habilidades del estudiante lo permitan. Para logarlo,
debe hacer que el niño comprenda la utilidad de lo que se le enseña, y hacer que vea que gracias a lo que ha
aprendido puede hacer cosas que antes eran imposibles, algo que le da una ventaja sobre los ignorantes. A
ésto debe agregar dulzura en todas sus lecciones, y una cierta ternura en su trato, que haga al niño sensible y
le muestre que lo ama y que sólo busca su bienestar. Éste es el único modo de ganarse el afecto del niño, a fin
de que se aplique al estudio y aprecie lo que se le enseña.

 El trabajo del maestro no consiste tanto en enseñar todo lo aprendible, como producir en el alumno amor y
estima por el conocimiento, y ponerlo en el camino correcto para aprender y mejorarse cuando así lo desee.

 Nuestro gran asunto es la virtud y la sabiduría: Nullum numen abest si sit Prudentia. Enséñese a dominar
las inclinaciones y a someter el apetito a la razón. Hágase la mente lo más sensible que se pueda al elogio y la
reprobación y entonces se habrá instilado un verdadero principio que no se compara con el miedo a la vara, y
que será el cimiento donde luego apoyar los más grandes principios de la moralidad y la religión.

Citas tomadas de Pensamientos sobre Educación, Secciones 9-10

John Locke

Como ya he dicho, la sociedad conveniente a los niños es el hogar. Casi estoy dispuesto a
detener mi pluma y a no importunaros más sobre este asunto, porque, puesto que el ejemplo
y la sociedad, en efecto, tienen más influjo que todos los preceptos, que todas las reglas y
todas las instrucciones, pienso que es casi enteramente inútil hacer un largo discurso sobre
otras razones y hablar más de ello sin ningún propósito. Pero estaréis dispuestos a
preguntar: ¿Qué haré yo con mi hijo? Si lo retengo siempre en casa corre peligro de
convertirse en un pequeño señor, y si le envío fuera de casa, ¿cómo puedo librarle del
contagio de la rudeza y del vicio, que tan de moda está por todas partes? En mi casa se
conservará más inocente, pero también más ignorante del mundo; acostumbrádose a no
cambiar de compañía, y viendo constantemente las mismas caras, será, cuando llegue al
mundo, un ser tímido u obstinado.

Confieso que por ambos lados existen inconvenientes. Educado fuera de casa, el niño se
hará, es verdad, más atrevido y más capaz de valerse entre los niños de su edad, y la
21

emulación de los compañeros dará más vida y habilidad a su joven espíritu. Pero hasta que
encontréis una escuela en la que el maestro tenga tiempo para vigilar las costumbres de sus
discípulos y en la que la experiencia os pruebe que pone tanto cuidado en darles una buena
educación y en formar su espíritu en la virtud, como en acostumbrar su lengua a los
idiomas clásicos, mostraréis, forzoso es convenir en ello, un extraño amor por las palabras
si, prefiriendo el lenguaje de los griegos y los romanos a las cualidades que hacían de ellos
gentes valerosas, estimáis que vale la pena de exponer, por un poco de griego y de latín, a
todos los azares de la vida común la inocencia y la virtud de vuestro hijo. En cuanto al
atrevimiento y a la seguridad que los niños pueden adquirir en el colegio, en la sociedad de
sus camaradas, se mezcla ordinariamente con tanta grosería y tanta presunción, que con
frecuencia se ven obligados a olvidar cosas poco convenientes y malsanas. Desde que
entran en el mundo, los hábitos adquiridos en el colegio tienen que desaparecer y dar lugar
a mejores usos, a maneras verdaderamente dignas de un hombre bien educado. Si se
considera hasta dónde el arte de vivir y de conducir, como se debe, sus asuntos por el
mundo es radicalmente opuesto a estos hábitos de petulancia, de malicia y de violencia que
se aprenden en el colegio, se convence uno de que los efectos de una educación privada
valen infinitamente más que las cualidades de este género y que los padres deben retener a
sus hijos en la casa para preservar sus inocencia y su modestia como virtudes que se
aproximan más a las de un hombre útil y capaz, y lo preparan mejor. Nadie ha pensado ni
aun sospechado jamás, que la vida tímida y retirada que se impone a las niñas haga de ellas
mujeres menos instruídas o menos capaces. El trato social cuando se acerquen al mundo,
les dará pronto una satisfactoria seguridad; y todo lo que el carácter pueda tener de rudo y
de violento debe procurarse apartarlo del hombre, porque el valor y la firmeza no reposan, a
mi juicio, en la rudeza y la mala educación.

La virtud es cosa más difícil de adquirir que el conocimiento del mundo, y, si la pierde el
joven, es difícil recobrarla. La pusilanimidad, la ignorancia del mundo, que son los defectos
imputados a la educacion doméstica, no son las consecuencias necesarias de la vida
familiar, y, en todo caso, aunque lo fuesen, no constituirían males incurables. El vicio es ya
un mal más tenaz y más incurable; y, por consiguiente, del que hay que defenderse en
primer lugar. Si conviene prevenir con cuidado esa muelle blandura que enerva
frecuentemente a los niños educados mimosamente en la casa, es precisamente en interés de
su virtud. Es preciso temer, en efecto, que este carácter débil no sea demasiado fácilmente
presa de las impresiones viciosas y que no exponga al joven novicio a las malas
tentaciones. Es preciso que un joven, antes de dejar el abrigo de la casa paterna, antes de
que se sustraiga a la tutela de su preceptor, haya adquirido una cierta firmeza de carácter y
haya sido puesto en relación con los hombres para asegurar sus virtudes y no dejarle
emprender un camino ruinoso, o arriesgarse en un precipicio fatal antes de estar
suficientemente familiarizado con los peligros del trato social y poseer la firmeza necesaria
para no ceder a las tentaciones. Si no hubiera este peligro que temer, no sería tan necesario
combatir desde muy temprano en el niño la timidez y la ignorancia del mundo. El trato con
los hombres le corrige rápidamente, razón más poderosa todavía para tener un buen
preceptor en la casa. Porque si nos hemos de esforzar en darle un aire viril y una seguridad
conveniente, es principalmente como una defensa de su virtud cuando sea llamado a
gobernarse por sí mismo en el mundo.
22

Es, pues, absurdo el sacrificar su inocencia para alcanzar confianza y una cierta seguridad
en gobernarse por sí mismo, en su trato con los niños mal educados y viciosos; porque el
principal objeto que se persigue enseñándole firmeza y aun a sostenerse sobre sus propias
piernas, es solamente para la conservación de su virtud. Porque si llega a suceder alguna
vez el unir a sus vicios la confianza y la destreza, y a disfrazar sus torpezas, se perderá más
seguramente de manera que será preciso o deshacer todos los hábitos que haya aprendido
con sus camaradas y desembarazarlo pronto de ellos, o bien dejarlo correr a su pérdida. Los
jóvenes no pueden dejar de adquirir seguridad, gracias al comercio de los hombres, cuando
vivan con ellos, y esto debe ocurrir cuanto antes. Lo que más reclama nuestro tiempo y
nuestros cuidados asiduos es el establecer en su espíritu los principios y la práctica de la
virtud y la buena educación. Esta es la preparación (seasoning) que debe recibir de tal modo
que no sea el borrarla fácilmente. De esto deben estar bien provistos; porque el trato social,
cuando llegan al mundo aumentará su conocimiento y su seguridad, pero es también muy
ocasionado a disminuir su virtud; es preciso, por tanto, que tengan una abundante provisión
y que de esto su espíritu se haya epentrado profundamente.

Cómo pueden ser preparados para la vida social y dispuestos para hacer su entrada en el
mundo, cuando estén maduros para esto, lo examinaremos en otro lugar. Pero no puedo
comprender cómo un niño puede adquirir el talento del trato, social y el arte de resolver sus
asuntos en el mundo por haber sido colocado en medio de un grupo de niños disipados, de
camaradas de toda clase, por haber aprendido a querellarse a propósito del trompo, o a
hacer trampas en el juego. Y es difícil adivinar las cualidades que un padre pueda esperar
que sus hijos consigan en la sociedad de estos niños que reúne la escuela procedentes de
todo género de familias. De lo que estoy seguro es de que todo el que pueda costear un
preceptor y educar a su hijo en su casa, le asegurará mejor que toda escuela, maneras
gentiles, pensamientos viriles, el sentimiento de lo que es digno y conveniente, sin contar
con que le obligará a hacer mayores progresos en sus estudios y también que hará madurar
más pronto al hombre en el niño. No es que yo intente censurar por esto a los hombres que
dirigen grandes escuelas, ni piense menospreciar su misión. Hay gran diferencia en tener
dos o tres discípulos en la misma casa o tres o cuatro veintenas de niños alojados juntos.
Cualquiera que sea la habilidad y la actividad del maestro, es imposible que tenga cincuenta
o un centenar de escolares bajo su mirada fuera de las horas de clase en que se reúnen
todos. No se puede esperar que consiga enseñarles otra cosa que lo que está contenido en
sus libros de estudio. Para formar su espíritu y sus maneras sería preciso una atención
constante y cuidados particulares prestados a cada niño; lo cual es incompatible con una
población escolar tan numerosa; y lo que, por otra parte, carecería de resultado (suponiendo
que el maestro tuviese tiempo de estudiar y de atender a los defectos individuales y a las
malas inclinaciones de cada escolar), puesto que el niño, durante la mayor parte de las
veinticuatro horas de cada día, está necesariamente abandonado a sí mismo o al influjo
pernicioso de sus camaradas, influjo más fuerte que todas las lecciones del maestro.

Pero observando los padres que la fortuna favorece con más frecuencia a los hombres
intrigantes y atrevidos, se alegran de ver a sus hijos, muy pronto, vivos y emprendedores.
Ven en ello un presagio feliz que les asegura el éxito y miran complacinetes las malas
partidas que juegan a sus camaradas o que aprenden de ellos, como si por eso realizasen un
progreso en el arte de vivir y de triunfar en el mundo. Pero yo me tomaría la libertad de
23

decir quien pone los fundamentos de la fortuna de su hijo en la virtud y la buen crianza,
toma el único camino seguro y garantizado. Y no son las travesuras o las diabluras usuales
entre los escolares, ni sus maneras groseras, ni su habilidad en entenderse para devastar un
jardín, lo que hacen hábil a un hombre; son los principios de justicia, de generosidad y de
templanza, unidos a la reflexión y a la actividad, y estas cualidades no me parece que son
las que aprenden unos niños de otros. Y si un joven educado en su casa no está más
instruído en estas virtudes de lo que estaría en el colegio, yo deduciría que su padre no ha
sido bastante feliz en la elección de su preceptor. Tomad un niño de los mejores de una
clase de gramática y otro de su edad educado en la familia, y presentadlos juntos en la
buena sociedad y entonces se verá quién es el que tiene las maneras de un hombre y se
dirige con más soltura a los extraños. Yo imagino que la pretendida seguridad del escolar o
bien le comprometerá o bien le faltará; y si es tal, que le capacita solamente para el trato
con los niños, mejor estaría sin ella.

El vicio, si podemos creer las lamentaciones generales, madura tan pronto en nuestros días,
y se desenvuelve tan temprano entre los jóvenes, que es imposible proteger a un niño contra
el contagio invasor del mal si le abandonáis a sí mismo en un rebaño de niños, y si dejáis al
azar o a su inclinación el cuidado de escoger sus compañeros. Por qué causas fatales el
vicio, en estos últimos tiempos, ha hecho tan grandes progresos entre nosotros, y por manos
de qué hombres ha llegado a un dominio tan soberano, dejo a otros que lo averigüen. Deseo
que aquellos que se lamentan de la gran decadencia de la piedad cristiana y de la virtud y de
la insuficiencia de la instrucción y de la falta de saber que caracteriza a los jóvenes de esta
generación, hagan un esfuerzo para buscar los medios de restablecer todas estas cualidades
en las generaciones siguientes. Y estoy seguro de que si los fundamentos de esta reforma no
reposan sobre la educación de la juventud y sobre los buenos principios que se le
proporciona, todos los demás esfuerzos serán superfluos. Y si la inocencia, la sobriedad y la
actividad de las nuevas generaciones, no son cuidadas y preservadas, sería ridículo esperar
que los que deben sucedernos en la escena del mundo, estén abundantemente provistos de
esas cualidades de virtud, de habilidad y de cultura que han hecho hasta ahora a Inglaterra
digna de consideración en el mundo. Iba a agregar que también el valor, pero esta cualidad
ha sido siempre mirada como herencia natural de los ingleses. Sin embargo, lo que se ha
hablado sobre las últimas acciones marítimas (1), de un género desconocido por nuestros
antespasados me ofrece ocasión de decir que el vicio es la tumba del valor, y que una vez
que las costumbres disolutas hayan sofocado el verdadero sentimiento del honor, la bravura
no puede mantenerse ya en el corazón de los hombres. Creo que sería imposible citar un
solo ejemplo de una nación que, por famosa que fuese por su valor, haya conservado su
crédito militar y se haya mantenido temible para sus vecinos, una vez que la corrupción
haya quebrantado y roto los resortes de la disciplina, y que el vicio se haya desenvuelto
hasta el punto de osar mostrarse a cara descubierta y sin continencia.

Es, pues, la virtud, la virtud solamente, la única cosa difícil y esencial en la educación, y no
una atrevida petulancia, o una habilidad para desenvolverse (2). Todas las demás
consideraciones y cualidades deben ceder y posponerse a ésta. Este es el bien sólido y
substancial que el preceptor debe convertir en objeto de sus lecturas y de sus
conversaciones, y la labor y el arte de la educación deben llenar de ellos el espíritu, y
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consagrarse a conseguirlo y no cesar hasta que los jóvenes sientan por la virtud un
verdadero placer y coloquen en ella su fuerza, su gloria y su alegría.

Mientras más progresos haya hecho un niño en la virtud, más aptitud tendrá para adquirir
las demás cualidades. Una vez dispuesto, en efecto, a someterse a las leyes de la virtud, no
es de temer que se muestre refractario o moroso en el cumplimiento de los demás deberes;
y por eso yo no puedo dejar de preferir la educación doméstica, que se realiza ante los ojos
de los padres, con el auxilio de un buen preceptor; este es el mejor medio y el más seguro
de alcanzar el fin de la educación, siempre que la cosa sea posible y que se sigan, por otra
parte, buenos métodos. Es raro que una casa no sea frecuentada por un gran número de
personas: el padre habituará a sus hijos a todas las fisonomías que se presenten, y, en la
medida de lo posible, los pondrá en relación con los hombres de talento y de buena
educación. No sé por qué los que viven en el campo no han de llevar a sus hijos consigo
cuando hagan a sus amigos visitas de cortesía. Lo que sé bien es que un padre, que educa a
su hijo consigo, tiene más ocasiones de tenerlo en sus compañía, de darle estímulos cuando
lo juzgue a propósito, de garantirlo todo contra el contacto de los criados y de las personas
de condición inferior, que si educase a su hijo fuera. Reconozco que corresponde a los
padres adoptar una decisión sobre este punto, según sus conveniencias y teniendo en cuenta
sus circunstancias. Creo que es para un padre un mal cálculo no molestarse un poco por la
educación de sus hijos; porque la educación, en cualquier situación de fortuna que se vea
colocada una persona, es la mejor herencia que puede recibir. Pero si, después de todo,
ciertas gentes creen que la educación doméstica tiene el inconveniente de no asegurar al
niño bastantes relaciones sociales, y que la educación pública le proporciona,
ordinariamente, las que no convienen a un joven caballero, habría todavía un término
medio, a mi juicio, de evitar los inconvenientes que se encuentran de uno y otro lado.

Notas:

(1) Locke alude a la lucha indecisa entre la flota inglesa y la francesa en Bantry Bay (1684),
y a la derrota de las flotas combinadas inglesa y holandesa mandadas por el almirante
Torrington, por los franceses mandados por Tourvile, en Beachy Head en 1690. Macaulay
describe con viveza la alarma causada por esta desgracia naval.

(2)Shifting, es decir evasión, astucia, destreza. 


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