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Doctrina de Dios | Lección 60

La divina providencia (parte 9) - El problema del mal (parte 4): ¿Por qué Dios
“permitió” el pecado? Felix Culpa (parte 2)
Lección 60

G. Argumentación1

1. El fin último por el cual Dios creó al mundo es su gloria (Romanos


11:36; Colosenses 1:16)

La naturaleza es una revelación de los atributos de Dios y un pregonero de su alabanza (Sal. 19:1;
Ro. 1:19). Dios creó al hombre a su imagen y para su gloria (Gn. 1:26; Is. 43:7). Él se glorifico en
el Faraón del Éxodo (Éx. 14:17) y en el hombre que nació ciego (Jn. 9:3), e hizo al impío para el
día malo (Pr. 16:4; Ro. 9:22). Cristo vino a glorificar a Dios (Jn. 17:4), y el otorga todos los
beneficios de gracia por amor a su nombre: redención, perdón, santificación, etc. (Sal. 105:8;
78:9ss.; Is. 43:25; 48:11; 60:21; 61:3; Ro. 9:23; Ef. 1:6ss.). Dios no da su gloria a nadie (Is. 42:8).
La meta final es que todos los reinos sean sujetos a él y que cada criatura se rinda a él (Dn. 7:27;
Is. 2:2-22; Mal. 1:11; 1 Cor. 15:24ss.). Incluso en la tierra ya se le da gloria por todo su pueblo
(Sal. 115:1; Mt. 6:13). (Bavinck, II:433)

2. La manera en la que la gloria de Dios podía ser mejor revelada era en


la redención de Cristo (Efesios 1:4-8)

¿Por qué la nueva creación será mayor que Edén? Porque el Redentor mismo descendió a las
profundidades del imposible problema que trajo la caída y salió en una victoria sin precedentes.
La extraordinaria obra de Cristo de redimir el bien que parecía irreparablemente arruinado le da
a ese bien una dulzura en el estado paradisíaco final (esto es, la nueva creación) que no se
hubiera alcanzado si nunca se hubiera arruinado primeramente. Sin la fuerza de mal rasgando
nuestros corazones y dejándonos gritando desesperadamente por la redención, el completamente
inmaculado estado de restauración al final perdería el brillo de su victoria. Además, sin el
sorprendente e incomparable Redentor enviado para remediar la crisis de mal, nuevamente la
victoria sería menos gloriosa. Sería hueca. ¿Que sería la victoria de redención sin un Redentor tan
maravilloso como Cristo? Es imposible imaginar un héroe más esplendido. Y también nos vemos
obligados a clamar: ¡Oh felix culpa que mereció tal y tan grande Redentor! (Scott, 299)

3. La redención solo puede existir en un mundo caído en el pecado.

En otras palabras, si Dios no hubiera planeado específicamente la obra redentora de Cristo, que
es la única capaz de derrotar al mal maximizando la gloria de Dios, el mal verdaderamente sería
un horror desconcertante de primer orden. Y tendríamos razón de cuestionar la viabilidad de la
existencia de Dios. Su bondad, poder, sabiduría, conocimiento, justicia, rectitud—incluso toda su
naturaleza—serían calumniados. No se asemejaría al Dios de la Biblia en absoluto. La conclusión,
entonces, es simple. El mal se hace necesario en tanto que ocasiona los mayores fines redentores y
gloriosos de Dios. “Cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia” (Ro. 5:20). Y donde la
gracia abunda, la gloria de Dios abunda (Ef. 1:6). (Scott 304)

1 Estos pasos lógicos los tomo de Scott Christensen, presentados en su nuevo libro What about
Evil? A Defense of God’s Sovereing Glory.

1 de 2 © Héctor A. Bustamante L.
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4. Por lo tanto, la caída de la humanidad es necesaria para el


cumplimiento del fin ultimo de Dios, a saber, la máxima manifestación
de su gloria

H. ¿Y cuáles bienes se derivan?

Varios teólogos y filósofos que argumentan a favor de la teodicea del mayor bien
proponen diversos bienes, pero debemos enfocarnos en el más grande bien: la gloria de
Dios en la faz de Jesucristo. Y la búsqueda de Dios de su gloria termina siendo la
bendición de sus elegidos.

“La obra redentora de Cristo establece una mayor intimidad entre Dios y los pecadores
purificados que si tales criaturas nunca hubiesen caído en las condiciones deplorables del mal
primeramente. La intimidad más profunda que puede existir entre Dios y sus criaturas ocurre
cuando su incomparablemente exaltada santidad envuelta en una intocable “altura y santidad”
condesciende para morar “con el quebrantado y humilde de espíritu” (Is. 57:15). El pecador
lamentablemente quebrantado es la criatura-compañera más cercana a Dios. Y esto lo saben muy
bien todos los que experimentan una contrición piadosa y profunda delante de ese Dios tan
misericordioso (por ejemplo, la mujer pecadora de Lucas 7; el hijo pródigo de Lucas 15; cf. Sal.
32:3-7; 51:8, 12). (Scott 309-10)

III. Aplicaciones

A. Silencio y reverencia
B. Preferir la gloria de Dios sobre todas las cosas
C. Admiración y adoración
D. Santiago 1:2-4

Apéndice: Posibles objeciones

1. Niega la bondad de Dios. Si la entrada misma del pecado incluía el decreto de la


muerte de su amado Hijo para la redención de los pecadores a fin de que estos
tuvieran gozo y vida eterna, ¿cómo puede ser eso bondad de Dios?
2. Deja al hombre sin esperanza. Pienso que lo contrario es verdad, pues si sé que
el mal ha sido permitido por Dios, puedo estar seguro que esta en sus manos y él lo
esta usando para bien en mí.
3. El hombre es incentivado ha hacer mal. Aunque Dios saca bien del mal, la gloria
es para él y la culpa para el hombre. Esta teodicea no alienta el pecado por dos
razones: (1) cuando el hombre peca es culpable ante la ley de Dios y por lo tanto
responsable (el fin no justifica los medios); (2) Dios puede hacer bien de nuestro
bien, no solo al revés. Una premisa antigua: la providencia no es nuestra regla de
conducta, las Escrituras si.
4. ¿Por qué Dios hace todo para su gloria? “¿Tú quién eres, oh hombre, para que
alterques con Dios?”.

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