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UNIVERSIDAD DE SAN BUENAVENTURA - BOGOTÁ

LICENCIATURA EN TEOLOGÍA
MATERIA: Profundización III/ PROFESOR: Olvani Fernando Sánchez Hernández.
ESTUDIANTE: Rodble Reátegui Inga/ FECHA: 26-09-14 CÓDIGO: 20121410041
LA ENCARACIÓN EN TOMÁS DE AQUINO (1224/25- 1274)
Tomás de Aquino tiene mucho contenido sobre la encarnación del Verbo: en la Suma Teológica, en
Suma contra los gentiles, etc. Tiene la intención de darla a conocer para corregir errores al respecto,
pero sobre todo para entender la Revelación.
Tomás de Aquino dirá: del Hijo de Dios se habla según su naturaleza divina y según la humana. Para
ello, hace referencia algunos textos de la Escritura: el Padre es mayor que yo (Jn 14, 28); mi alma
está triste hasta la muerte (Mc 14, 34) (Naturaleza humana), yo y el Padre somos uno y todo cuanto
tiene el Padre es mío (Jn 10, 30) (Naturaleza divina). Por lo tanto, Cristo tiene dos naturalezas: la
humana y la divina. Esta afirmación es clave, ya que defenderá con criterio las naturalezas del Hijo. 1
En cuanto a los errores de la encarnación. Es inaceptable que el Verbo obtuviera la naturaleza
divina por mérito, por sus obras, como afirmaba Fotino. Si esto fuera así, el Verbo no hubiese
asumido la carne para hacerse hombre, sino que el hombre carnal se hubiese hecho hombre. Y así no
sería verdad que “el Verbo se hizo carne” (Jn 1, 14), sino que la carne se hizo Verbo. Esto
equivaldría admitir sólo la naturaleza humana. Es más, no se hablaría de anonadación y descenso del
Hijo, sino de glorificación y ascensión del hombre.2
Tampoco se puede afirmar que Cristo tuvo un cuerpo meramente apariencia, como los maniqueos. Si
así fuere no sería verdadero hombre. Pero se sabe que Jesús comió, bebió, padeció, murió y resucitó
que son propios de un hombre. Tomás dice que Cristo tuvo ciertamente verdadera carne. Dice la
Escritura: “Envió Dios a su propio Hijo en carne semejante a la del pecado” (Rm 8,3); “Haciéndose
semejante a los hombres y en la condición de hombre” (Flp 2,7).3
Es inadmisible pensar que el cuerpo de Cristo bajó del cielo y que, por lo tanto, no tuvo cuerpo
terreno y nada recibió de María (error de Valentín). Es conveniente que el Hijo de Dios exaltara la
dignidad de la naturaleza asumida y no rebajarla. Por tanto, no trajo al mundo inferior un cuerpo
celestial o incorruptible, sino que más bien hizo incorruptible y celestial al cuerpo asumido, terreno y
pasible. Se conoce también que el Hijo de Dios descendió en cuanto que unió a sí la substancia
terrena. Como dice también el apóstol Pablo que se anonadó, en cuanto que tomó la forma de siervo,
sin perder por ello la naturaleza de Dios. 4 Tampoco es admisible decir que una parte del Verbo se
convirtió en carne de Cristo y que no fue asumido de la Virgen María. Pero Tomás sabe que Dios es
totalmente inmutable; es claro que todo lo que se convierte en otro se muda. Por eso, el Verbo,
verdadero Dios, es imposible que se haya convertido en carne.5
Tomás rechaza la afirmación que Jesús procede de dos naturalezas, pero que subsiste en una sola,
como creyó Eutiques. El Cuerpo de Cristo al unirse con la divinidad no formó parte de ella en uno
solo; no forman una sola naturaleza; después de la unión el cuerpo siguió siendo palpable y visible.
También el alma es algo distinto después de la unión, ya que estuvo afectada por las pasiones de
tristeza, de dolor y de ira, lo que no puede convenir en modo alguno a la divinidad del Verbo. 6 Para
santo Tomás, el cuerpo y el alma constituyen un todo único en Cristo; en Él hay solamente una
persona y dos naturalezas.7 El Hijo no tiene dos hipóstasis o personas, una de hombre y otra la del
1
Cf. Suma Contra los Gentiles 4, a. 27.
2
Cf. Ibíd., a. 28.
3
Cf. Ibíd., a. 29.
4
Cf. Ibíd., a. 30.
5
Cf. Ibíd., a. 31.
6
Cf. Ibíd.
7
Cf. Suma Contra los Gentiles 4, a. 37.
1
Verbo, pero sí una naturaleza divina perfecta y una naturaleza humana perfecta, compuesta de alma
racional y de carne humana y que estas dos naturalezas se unieron en Cristo no por sola inhabitación
ni de un modo accidental.8
Algunos contrarios afirmaban que la encarnación en Cristo era rebajarse a tal punto participar de algo
que no le pertenecía o simplemente no era propio de su naturaleza de su ser Dios. Para Tomás, el
misterio de la encarnación no se entiende como si el Verbo pasase de un estado a otro, sino una unión
de un modo nuevo. Es el Verbo quien se une, no la naturaleza humana. Por lo que fue conveniente
que Dios, de acuerdo con su bondad infinita, uniera a sí la carne humana para salvar al hombre.9
Conveniencia. ¿Por qué fue conveniente la encarnación? Porque siendo Dios el Bien Sumo es propio
de Él difundirse en grado sumo, lo que consigue asumiendo una naturaleza creada y humana y
elevándola a la unión personal con Él. Cuando Dios se encarna queda patente su bondad infinita que
no ha despreciado la naturaleza humana; también su misericordia, que remedia la miseria; su justicia,
que exigió la sangre de Cristo para redimir a la humanidad pecadora; su sabiduría, que supo unir la
misericordia con la justicia; su poder infinito, porque es imposible realizar gesta mayor que la
encarnación del Verbo, al juntar en ella lo finito con lo infinito.10
¿Fue necesaria? Santo Tomás muy firme asegura que la encarnación fue necesaria para la redención
del género humano. Se sabe que la naturaleza humana estaba corrompida por el pecado. Ni una ni
muchas personas podían equilibrar esa naturaleza, ni quisiera la bondad de las mismas. Cuando Dios
se encarna logra una satisfacción perfecta y eficacia infinita. Su encarnación fue necesaria, no para
acrecentar su poder o su divinidad, sino para alcanzar el fin de manera más perfecta y conveniente.
¿A qué conlleva la necesidad de la encarnación? Permite alejar al hombre del mal, para que no
adorara al autor del pecado; valorar la gran dignidad de la naturaleza humana. A través de la gracia
de Dios destruir la presunción humana, la soberbia, y la esclavitud del hombre.11
Motivos. ¿Por qué se encarnó el Verbo? El Creador hizo su obra teniendo como ejemplar al Verbo.
Por eso, cuando decidió restaurar y perfeccionar su obra, debía tener como referencia a su Palabra
que es el Hijo. Aquí llama la atención el planteamiento tomista de la visión unitaria que propone: no
hay más que una creación en un proceso de perfeccionamiento, exigido por el pecado que aparece en
el mundo, cuya referencia de planificación es el acontecimiento de Jesucristo. El orden teleológico
del proceso temporal, su orientación escatológica, está fundamentada ya en la creación. Después de la
caída en el pecado, esta orientación se especifica en la manera en que la salvación se convierte,
dentro de la historia, en la curación de la historia: se convierte en una restauración que supera incluso
la primera disposición y en una realización de la vinculación prediseñada. Es importante, por un lado,
la idea de Cristo como el que recoge y reasume todo lo anterior, conduciendo a todos y a todo a su
lugar de origen y, por otro, la humanidad como encabezada en Cristo.12
El motivo principal de la encarnación es la remisión del pecado. En primer momento está la relación:
pecado-encarnación. Dice la Escritura: se dio por el primer pecado del hombre. Es acertado decir que
la encarnación se ordena para el remedio del pecado. Si es que no hubiera pecado no tuviera lugar la
encarnación.13 Además, si el hombre no hubiera pecado no se hablaría de encarnación, sino de una
iluminación con la luz de la divina sabiduría y la perfección en mérito a la rectitud moral. Además,
Cristo vino para borrar el pecado mayor, el original. Esto no quita que también lo haga con los
pecados cometidos posteriormente. Pero el pecado original es mayor que el actual por haber

8
Cf. Ibíd.
9
Cf. Suma Teológica 3 q. 1 a. 1.
10
Cf. Ibíd.
11
Cf. Suma Teológica 3 q. 1 a. 2.
12
Cf. PAWEŁ ROSZAK Piotr. “Mysterium” en la Teología de Santo Tomás de Aquino. Pamplona. 2010. p. 140-141.
13
Cf. Suma Teológica 3 q. 1 a. 3.
2
corrompido a todo el género humano. Por eso Cristo vino para quitar el pecado original, pues el bien
del pueblo es más sublime que el bien de un particular.14
Era innecesario que Dios se hiciera hombre desde el principio o inmediatamente después del pecado,
porque la naturaleza del pecado que provenía de la soberbia sólo debía ser liberada de un modo tal
que, el hombre humillado, reconociese que necesitaba de un libertador. Además, se tiene en cuenta la
estructura del progreso en el bien, en el que se pasa de lo imperfecto a lo perfecto, la misma dignidad
del Verbo encarnado y también para que el entusiasmo de la fe no se entibiase con la prolongación
del tiempo.15 Tampoco tuvo que esperar el final para encarnarse. La encarnación se dio para la
eficacia de la salvación del hombre. Está en manos del donante el tiempo y la proporción en que
quiera ejercer la misericordia. Por eso vino Cristo cuando juzgó que la salvación era oportuna y que
tal beneficio había de ser agradecido. Hay que aclarar que Cristo vino primero para perdonar los
pecados y por segunda vez será para juzgar al mundo.16
Algunos atributos a Jesús. Con respecto al alma de Cristo: el alma es lo principal de la esencia del
hombre; si se suprime no hay hombre verdadero. Si Cristo no tuvo alma, no fue verdadero hombre.
Cada una de las partes del hombre dependen del alma; si el alma desaparece mueren el ojo, la carne,
los huesos. También el Verbo tiene mente y entendimiento. El hombre recibe la especie humana
cuando tiene mente humana y razón. Si Cristo no las tuvo, no fue hombre verdadero ni de la misma
especie que nosotros. Si en Cristo no hubo alma como la nuestra, tampoco hubo miembros como los
humanos.17 Afirmar que no tiene alma sería totalmente falso.
En cuanto al conocimiento de Jesús, Tomás dirá: si Cristo hubiera tenido un alma sin entendimiento,
no hubiera poseído verdadera carne humana, sino carne animal. Nuestra alma se distingue de la de
los animales sólo por el entendimiento. Si no entendiera, el Verbo hubiera asumido una bestia con
figura humana. También se sabe que Cristo enseña y es realmente necesario que tenga conocimientos
para manifestar su doctrina. Cristo es el primero y principal maestro de la fe y de la doctrina
espiritual. Tuvo todos los carismas en grado eminentísimo.18
En cuanto a la inteligencia de Cristo. Si la inteligencia humana, por una parte, se orienta hacia
realidades superiores, y en este sentido el alma de Cristo obtuvo la plenitud en virtud de la ciencia
infusa, por otra parte, se orienta hacia las realidades inferiores, esto es, hacia las imágenes, que están
destinadas a mover la inteligencia humana mediante el poder del entendimiento agente. Y fue
conveniente que el alma de Cristo estuviese llena de ciencia desde este punto de vista, no porque no
fuese suficiente por sí misma la plenitud para llenar la inteligencia humana, sino porque convenía que
ésta fuese perfecta también por relación a las imágenes.19
La virgen María en relación con el Hijo. Santo Tomás dirá que la bienaventurada Virgen María es
verdadera y natural madre de Cristo, porque el cuerpo de Cristo no ha sido traído del cielo, sino
tomado de la Virgen Madre y formado de su purísima sangre; y esto es lo único que se requiere para
ser madre. Por consiguiente, María es verdaderamente la Madre de Cristo.20 Al ser ella madre de
Cristo, no quita que en Él haya dos naturalezas, la divina y la humana, de las cuales la primera la
recibió desde la eternidad del Padre, y la segunda la recibió temporalmente de la Madre. Por eso, es
necesario atribuir a Cristo dos nacimientos: uno por el que nació eternamente del Padre, y otro por el
que nació temporalmente de la Madre.21

14
Cf. Suma Teológica 3 q. 1 a. 4.
15
Cf. Suma Teológica 3 q. 1 a. 5.
16
Cf. Suma Teológica 3 q. 1 a. 6.
17
Cf. Ibíd., a. 33.
18
Cf. Suma Teológica 3 q. 5 a. 3-4.
19
Cf. Suma Teológica 3 q. 9 a. 4.
20
Cf. Suma Teológica 3 q. 35 a. 3.
21
Cf. MARTÍ BALLESTER, Jesús. Cristo, el Verbo encarnado [online] Consultado el 26 de agosto de 2014. Disponible
en Internet: http://www.caminando-con-jesus.org/JMBMEDITACIONES/ELVERBOENCARNADO.htm
3
Como aporte a la teología cristiana, Tomás no calló sobre el grave peligro de la fe por el platonismo
incondicional: “es contrario a la fe afirmar que las esencias de las cosas no existen en las cosas
mismas”. Desde el platonismo podría dejarse de lado la realidad del mundo material para moverse
sólo en el mundo inteligible de las esencias y de las ideas; y desde esta perspectiva toda la doctrina
revelada sobre la Encarnación, y la concreta historia de la salvación, tendrían que ser leídas sólo
como mitos sensibilizadores de una “realidad esencial” ajena a la concreción histórica.
Teológicamente es santo Tomás el máximo doctor de un teocentrismo encarnacionista, esto es,
centrado en el misterio de Cristo que en cuanto hombre es para los hombres el camino; y que por
medio de su humanidad nos comunica a nosotros los hombres la plenitud de la divinidad.22
A manera de conclusión, según Tomás de Aquino, la encarnación del Hijo es completamente
conveniente y necesaria; los motivos por lo que se encarnó son patentes, coherentes y creíbles. De
Cristo se dicen cosas divinas y humanas que son opuestas entre sí. Por ejemplo: pasible e impasible,
muerto e inmortal, etc. Es claro que en Cristo hay dos naturalezas inconfundibles y sin mezclarse.
Ahora bien, aquello de lo cual se predican las propiedades naturales según la propia naturaleza, que
pertenece al género de substancia, es la hipóstasis y el supuesto de dicha naturaleza. Luego, como en
Cristo es indistinto y único aquello de quien se predica lo divino y lo humano, es necesario decir que
Cristo es la única hipóstasis y el único supuesto de las naturalezas divina y humana. Esto hace
referencia a la única persona existente en el Hijo y, además, a las dos naturalezas que posee.
Sí fue absolutamente necesaria la encarnación del Verbo, o de cualquiera de las tres personas divinas,
para reparar el pecado con estricta justicia, porque la humanidad no podía pagar la deuda infinita del
pecado, pues los actos de un ser finito no son infinitos y, por tanto, no hay igualdad entre lo que se
paga y lo que se debe. Sólo Dios podía pagar una deuda infinita, con satisfacción vicaria, siendo a la
vez hombre. “Para Tomás la encarnación del Verbo fue una exigencia de la redención”.23
María es la madre del Verbo; ella le da la corporalidad y le hace como uno de nosotros. Por eso
mismo, tiene inteligencia y ciencia para poder enseñar su doctrina. Una ciencia que se orienta, no
sólo a las realidades superiores, sino también a las inferiores. Sin embargo, todo el misterio de la
encarnación, para Santo Tomás, supera el razonamiento humano.

Bibliografía:
 Tomás de Aquino. Suma Teológica. Parte III [online]. Disponible en Internet:
http://biblioteca.campusdominicano.org/5.pdf
 Tomás de Aquino. Suma Contra los gentiles. BAC: Madrid. 2007.
 PAWEŁ ROSZAK Piotr. “Mysterium” en la Teología de Santo Tomás de Aquino. Pamplona.
2010.
 MARTÍ BALLESTER, Jesús. Cristo, el Verbo encarnado [online] Consultado el 26 de agosto de
2014. Disponible en Internet:
http://www.caminando-con-jesus.org/JMBMEDITACIONES/ELVERBOENCARNADO.htm
 CANALS VIDAL, Francisco. Santo Tomás de Aquino [online]. Consultado el 26 de agosto de
2014. Disponible en Internet: http://www.orlandis.org/doc/009.htm
 LEÓN GUTIÉRREZ, Guillermo. Los senderos de la teología [online]. Consultado el 26 de agosto
de 2014. Disponible en Internet:
http://guillermoleongutierrez.blogia.com/2008/103002-los-senderos-de-la-teologia.php

22
Cf. CANALS VIDAL, Francisco. Santo Tomás de Aquino [online]. Consultado el 26 de agosto de 2014. Disponible en
Internet: http://www.orlandis.org/doc/009.htm
23
LEÓN GUTIÉRREZ, Guillermo. Los senderos de la teología. Consultado el 26 de agosto de 2014. Disponible en
Internet: http://guillermoleongutierrez.blogia.com/2008/103002-los-senderos-de-la-teologia.php
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