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INTRODUCCIÓN

 
Sólo Dios es infinita, independiente e inmutablemente santo. Con frecuencia, en la Biblia,
Dios es llamado “El Santo”; y lo es porque en él se halla la suma de todas las excelencias
morales. Es pureza absoluta, sin la más leve sombra de pecado “Dios es luz, y en él no hay
ningunas tinieblas” (1ª Juan 1:5).
 
La santidad es la esencia de la naturaleza divina: el gran Dios es “magnífico en santidad”
(Éxodo 15:11). Por eso leemos: “muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el
agravio” (Habacuc 1:13) y por eso cantamos el himno pentecostal “Sólo en Dios” que en su
coro dice:
 
De la misma manera que el poder de Dios es lo opuesto a la debilidad natural del ser
humano, y su sabiduría contrasta completamente con nuestra mente limitada, su santidad es
la antítesis de todo defecto o imperfección moral.
 
En la antigüedad, Dios instituyó algunos “que cantasen a Jehová y alabasen en la
hermosura de su santidad” (2ª Crónicas 20:21). La santidad es la hermosura de Dios.
SANTIDAD DE DIOS - LA DISTINCIÓN

¿Puede el hombre comprender la santidad de Dios? En casi todas las religiones existe una
distinción entre lo que es santo y lo que es profano. En la mayoría de los casos, un hombre
religioso es aquel para el que algo es sagrado, es decir, santo. La santidad requiere el hacer
una distinción entre la santidad constituida por el ser mismo de Dios, y la santidad que
refleja el carácter de Su pueblo. 

Nuestra comprensión de la santidad de Dios, basada en los sentidos naturales, sigue siendo
insuficiente. En Éxodo 15:11, Moisés pregunta: "¿Quién como Tú, Oh Jehová, entre los
dioses? ¿Quién como Tú - magnífico en santidad, terrible en maravillosas hazañas, hacedor
de prodigios?" La santidad adopta todos los diferentes atributos de cada Persona de la
Trinidad, Padre (Juan 17:11), Hijo (Hechos 4:30), y especialmente del Espíritu Santo, ya
que Él es el que nos proporciona un conocimiento íntimo de un Dios Santo (1ra de
Corintios 2:10). ¿Qué exquisitas palabras existen para darle gloria, honor, y gracias al
Señor Dios Todopoderoso? Delante del trono celestial, los ángeles adoraban a Dios,
repitiendo día y noche: “Santo, santo, santo." (Apocalipsis 4:8).

SANTIDAD DE DIOS - UN FUNDAMENTO BÍBLICO

En el Antiguo Testamento, el término santidad es aplicado a Dios en dos sentidos. Primero,


Dios está separado, existiendo sobre todo lo creado. Aún así, es Dios el que nos llama a una
pureza ética. En segundo lugar, ciertas cosas son consideradas santas debido a su conexión
con Dios tierra santa, el santo Sabbat, un lugar santo. La santidad de Dios impregna todo lo
que Él toca, especialmente al hombre. 

Los encuentros del hombre con la santidad de Dios en el Antiguo Testamento a menudo
eran aterradores. Después de la destrucción por parte de Dios del ejército de Faraón, en el
Mar Rojo, los israelitas descansaron cerca del Monte Sinaí–-donde Dios se le había
aparecido a Moisés en una zarza ardiendo. Antes de que Dios estableciera un pacto con Su
pueblo les ordenó separarse de impurezas, santificarse para Dios.
En el tercer día de preparación, Dios descendió al Monte Sinaí, demostrando Su poder y
santidad (Éxodo 19:16-20). Dios les advirtió que cualquiera que tocara la montaña moriría.
Sólo a Moisés y Aaron se les permitió estar en la montaña. El Monte Sinaí "fue
santificado" –-un recordatorio de la sima inconmensurable que existe entre lo divino y lo
humano.
 
Por 100 largos años, el Arca de la Alianza había estado ausente del Tabernáculo y de otros
lugares de adoración. Dios había especificado que sólo los levitas debían transportar el arca
sobre los hombros, por medio de varas pasadas por anillos de oro conectados al arca.
Inclusive a los levitas les estaba prohibido hasta tocar el arca o mirar dentro, porque la
santidad de Dios (Su presencia) moraba allí. Aun así, David decidió regresar el arca a
Jerusalén sobre un carro. Cuando los bueyes tropezaron, amenazando con derribar el arca,
Uza trató de sostener el arca con su mano. Este acto irreverente encendió el furor de Dios,
quien hirió a Uza y cayó muerto instantáneamente.(Segunda de Samuel 6:1–11).
Aproximarse a la santidad de Dios requiere de reverencia y de una obediencia absoluta a
Sus órdenes.

SANTIDAD DE DIOS – CONSAGRARSE.

Cuando consideramos la santidad de Dios pudiera parecer imposible a criaturas imperfectas


como nosotros obedecer Su mandamiento de: "Sed santos, porque yo soy santo" (Primera
de Pedro 1:15–16). ¿Cómo podemos separarnos totalmente del pecado? Cuando Dios creó
al hombre, Él quería que experimentáramos Su gloria. El hombre es la culminación de la
obra creadora de Dios. Nuestra existencia no es aleatoria, ni tampoco fue un accidente.
Dios sabía lo que estaba creando, y quería que cada uno de nosotros recibiera santidad. 

Cuando se le pidió a una bisabuela que describiera "la santidad de Dios." Bea cerró los ojos
por un momento: "Devoradora, se adueña de todo el cuerpo, paz, fe, alegría. . .
sabiduría." La Gran Depresión, la Segunda Guerra Mundial, el perder a su padre y a su
hermano menor cuando niña. . Y hasta la viudez no pudieron robarle la intimidad llena de
adoración con un Dios Santo.
Cuando sentimos la presencia de Dios en tiempos difíciles, abrazamos a un Padre fiel.
Cuando fracasamos en todo, nos encontramos con un Dios redentor. Cuando escogemos
adorarle, obedecerle, y servirle, independientemente de todo lo que el mundo demanda,
experimentamos la santidad de Dios.

 
SU SANTO NOMBRE
 
A esta perfección divina se le da un énfasis especial. Se llama santo a Dios más veces que
todopoderoso, y se presenta esta parte de su dignidad más que ninguna otra. Nunca se nos
habla de Su poderoso nombre, o su sabio nombre, sino de su gran nombre, y, sobre todo,
su Santo Nombre. Este es su mayor título de honor; en ésta cualidad resalta toda la
majestad y respetabilidad de su nombre. Esta perfección, como ninguna otra, es celebrada
ante el trono del cielo por los serafines que claman: “Santo, Santo, Santo, Jehová de los
ejércitos” (Isaías 6:3).
 
¿CÓMO SE MANIFIESTA LA SANTIDAD DE DIOS?
 
La santidad de Dios se manifiesta en sus obras: Nada que no sea excelente puede proceder
de Él. La santidad es la regla de todas sus acciones. En el principio Dios declaró que todo lo
que había hecho era “bueno en gran manera” (Gén. 1:31), lo cual no hubiera podido hacer
si hubiera habido algo imperfecto o impuro.
 
Al hombre lo hizo recto “He aquí, solamente esto he hallado: que Dios hizo al hombre
recto, pero ellos buscaron muchas perversiones.” Ecl. 7:29, a imagen y semejanza
del creador fuimos creados, por lo tanto como dice el texto éramos rectos, nacimos rectos,
en inocencia, sin pecado, pero a medida que vamos creciendo vamos pecando y eligiendo la
reversión y el pecado, por dice la palabra que de los niños es el reino de los cielos (Mateo
19:14). Los ángeles que cayeron fueron creados santos, ya que, según leemos, “dejaron su
habitación” (Judas 1:6). De Satanás está escrito: “perfecto eras en todos tus caminos desde
el día que fuiste creado hasta que se halló en ti maldad” (Eze. 28:15). Vemos en esto que
Dios no puede crear la maldad ni el pecado, mucho menos predeterminar arbitrariamente o
por decreto a un hombre, ya que esto lo convertiría en autor del pecado, pero sabemos que
no es así, porque Él es Santo y en su soberanía permitió a los ángeles y también al hombre
la libertad de elegir entre el bien y el mal, esto lo vemos a través de toda La Biblia, Dios no
crea a algunos hombres malos y a otros buenos, sino que cada uno elige su destino,
creyendo o rechazando a Cristo.
 
La santidad de Dios se manifiesta en su ley: Esa ley prohíbe el pecado en todas sus
variantes: en las formas más refinadas así como en las más groseras, la intención de la
mente como la de contaminación del cuerpo, el deseo secreto como el acto abierto.
 
Por ello leemos: “la ley a la verdad es santa y el mandamiento santo y justo, y bueno”
(Romanos 7:12). Sí, “el precepto de Jehová es puro que alumbra a los ojos. El temor de
Jehová es limpio, que permanece para siempre; los juicios de Jehová son verdad, todos
justos” (Salmos 19:8,9).
 
La santidad de Dios se manifiesta en la cruz: La expiación ilimitada de Cristo pone de
manifiesto de la manera más admirable, y a la vez solemne la santidad infinita de Dios y su
odio al pecado. Los juicios que serán vertidos sobre el mundo impío y la sentencia
irrevocable dictada contra los demonios rebeldes nos demuestran cuanto Dios odia el
pecado, el cuál merece castigo, porque la paga del pecado es la muerte, por eso mismo,
Cristo recibió en sí mismo el pago del pecado, la muerte y toda la ira del Padre cayó sobre
Él por amor a toda la humanidad.
 
La santidad divina jamás apareció más atractiva y hermosa que cuando la faz del salvador
estaba más desfigurada por los gemidos de la muerte. El mismo lo declara en el Salmo 22.
Cuando Dios se esconde de Cristo y lo abandona (Marcos 15:24) permitiendo su muerte y
haciéndole exclamar “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”, pero Cristo
adora esa perfección divina diciendo: “pero tú eres santo” / Salmo 22:3.
 
 

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