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Referencias
LECCIÓN 1 de 4
No basta que los que forman parte del auditorio oigan (acto
pasivo, más o menos automático), es preciso que escuchen
(esto es, que presten atención, que quieran comprender). Para
ello, el emisor debe enviar un mensaje teniendo en cuenta al
receptor o receptores; en otras palabras, el orador o el
conferenciante se han de adaptar al auditorio. ¿Qué significa
este adaptarse al auditorio? Simplemente, que hay que
transmitir en la longitud de onda de los interlocutores. (Ander-
Egg y Aguilar, 2006, pp. 192-193)
El Dr. Miroli hace años que viaja por todo el país realizando charlas sobre
prevención de adicciones, sobre todo a estudiantes del secundario. Un
público particular para el que tiene que buscar muchos recursos para que su
mensaje llegue.
¿Cómo se debe hablar a este tipo de público? ¿Sería la misma charla si
fuera para los padres, o para profesionales de salud? ¿Qué
información debemos tener en el momento de preparar una charla?
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LECCIÓN 2 de 4
sexo: en los públicos suele haber gente de uno y otro sexo, pero si
predomina uno más netamente, este será un factor para considerar;
procedencia y origen;
condición social;
nivel de estudios;
pertenencia o no a asociaciones;
¿Qué interés razonable espero del auditorio ante el tema? o, para decirlo
con otras palabras, ¿por qué este público está aquí (o estará) dispuesto a
escucharme sobre este tema concreto?
¿Qué actitudes puedo esperar de los oyentes ante el tema del discurso y
la forma de enfocarlo (favorable, neutra, hostil)?
Toda esta información tiene que servir para establecer una estrategia en el
modo de presentar el discurso, tanto en lo que hace al contenido como a la
forma.
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LECCIÓN 3 de 4
Con respecto a ese tema, los autores exponen las siguientes premisas.
El auditorio y los fenómenos de psicología de masas
Además de todo lo que hemos indicado, el orador ha de tener
presente que las personas actúan en privado de acuerdo con
sus propios motivos, pero que en grupo, como es un auditorio,
adoptan (o pueden adoptar) formas de comportamiento
influidas por el conjunto, a veces al margen de sus intenciones y
convicciones. La Psicología de Multitudes enseña que el público
posee características nuevas y distintas de cada individuo
considerado en particular y distintas de la suma de los
caracteres individuales que lo componen. Gustave Le Bon,
precursor de los estudios sobre Psicología de Masas, ya lo decía
en el siglo XIX: en determinadas circunstancias, cuando se
forma parte de una multitud, la personalidad consciente se
esfuma y los sentimientos y las ideas de los individuos se
orientan en la misma dirección, como consecuencia de un
fenómeno de contagio colectivo. La oratoria es un fenómeno
psicosocial que debe comprenderse como tal. Cualquiera que
sea la finalidad del discurso o conferencia (informar, distraer,
persuadir o convencer), la tarea del orador consiste en crear
estímulos en los oyentes a través de las palabras, la voz, la
acción y otros recursos específicos (ilustraciones, proyecciones
de diapositivas, etc.); estas ayudas visuales se han de utilizar
cuando la índole de la conferencia lo permita. Pero, en lo que
aquí nos interesa destacar, juega un papel decisivo el auditorio
mismo: en él y por él, se pueden crear el clima y el ambiente
para vivir determinados sentimientos.
Por tanto, el orador debe saber que en un auditorio el
sentimiento y la emoción priman sobre la razón, ya sea que
considere al público en general o a cada oyente como individuo
en particular.
Referencias
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