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LA DIGNIDAD FUERA DE LA FENOMENOLOGÍA

La dignidad fuera de la fenomenología es un título análogo a “el color fuera


del espacio” dónde se nos cuenta sobre un color nunca visto, que de manera
arcana pero evidente no deja en duda su presencia; así la dignidad habiente
permea nuestra experiencia de las relaciones en sociedad, vida, o incluso
nuestra percepción.
Presuponiendo la dignidad como ente acendradamente independiente de la
condición humana (sin humanos igual hay dignidad), esta se torna como un
fenómeno al cual solo le damos nombre, más no significado. Rechazo el tomar
conceptos y delimitaciones hechos por cualquier corte al tomar decisiones
relacionadas a esta, pues tienen mono propósito jurídico-práctico: tomar una
decisión, por lo que poco pueden ayudar.
Dignidad en la fenomenología
Yo creo distinguir entre dignidad en sentido significador (fuera de la
fenomenología) y dignidad en sentido “invocador” (en la fenomenología). La
segunda se explica mediante el ejemplo de las groserías (no he encontrado
mejor ejemplo de “invocación”).
Cualquiera sería capaz de fácilmente ignorar a quien llama por nombre árbol a
una persona, aquí no se cumpliría la invocación, en razón que a la persona se
le llama por la palabra “persona” y lo contrario no es siquiera materia de
consideración; empero en una situación donde alguien con cierto grado de
autoridad para hacerlo llame a otro “estúpido malparido” esta declaración
sería una más efectiva, con más efectos, eficacia que se mide fácilmente con el
grado de irrespeto y la ofensa hecha hacia el receptor; ¿acaso ese receptor se
transformó en un estúpido malparido por ser llamado tal? Pues así pareciera
que lo entendiera este, situación que se agrava aún más cuanto mayor número
de personas testifiquen el acto, ya que el receptor entenderá que los demás dan
lo dicho por cierto, o al menos le quedará la duda tanto a él como a ellos, lo
que lo “convierte” a él aún más estúpido y malparido, o en todo caso con una
contaminación de serlo acentuada relativamente con respecto a antes de ser
llamado así.
Es aquí donde a los enunciados se le es atribuido un poder de crear por ser
enunciado (porque no lo tendrían si no fuera por no ser convencido de ello),
de este carácter es la Glosolalia igualmente.
La dignidad dentro de la fenomenología funciona igual a las groserías, dentro
de su sentido invocador, con la diferencia, vale la pena decir, que la eficacia
de la dignidad no radica en irrespetar sino en dignificar; que lo hará quien
tenga la autoridad para hacerlo mediante argumentos lo suficientemente
complejos, que, aunque puede que incorrectos, eficaces para lograr
aceptación.
Dignidad fuera la fenomenología 2da parte
En mi pensar no somos óptimos para decidir que le es digno a cada ser, ya que
esto solo se podría realizar mediante comparación respecto a otros, de modo
que la diferencia entre sujetos sería una injusticia que atentará a nuestra
dignidad, una que dejaría de serlo una vez sea justificada y aceptada en
nuestra entelequia de que las circunstancias son como deben de ser (designios
repartidos debidamente)“para el ser racional, lo irracional deja de serlo si le es
consistente con una razón, es por eso por lo que es tan importante disciplinar
nuestra preconcepción”1
La dignidad en lo entero permanece contingente, no determinada solo se le
podría encontrar determinación una vez vista en retrospectiva. Que las cosas
sean como deban es algo que escapa la voluntad humana en lo que no le
respecta, imaginando la ausencia humana, la pregunta para lo que nos
concierne entonces reposaría en ¿Qué otras voluntades quedan?

1
Discursos, Epictetos, Libro I título II Nota: esto es en el sentido de ver a la dignidad como una irracionalidad

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