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El retraso simple del lenguaje hace referencia a un desfase cronológico de tipo evolutivo a nivel
lingüístico. Los niños que presentan este retraso no tienen asociada ninguna otra alteración
aparente a nivel cognitivo, sensorial, motriz o psicológico. Según Gallego Ortega (2003), para
considerarse un retraso del lenguaje deben darse tres fenómenos:
o Todos los componentes del lenguaje están afectados, en mayor o menor grado.
Generalmente, los componentes más afectados son la fonología y la sintaxis, además de tener
más desarrollada la comprensión en comparación con la expresión. Destacan también por
tener un vocabulario reducido y escaso, así como un lenguaje cotidiano limitado.
En cuanto a los tipos de retraso del lenguaje, la clasificación se realiza teniendo en cuenta los
niveles de gravedad (Aguado, 1993):
Según Aguado (1999), el trastorno específico del lenguaje (TEL) es «una limitación
significativa en la capacidad del lenguaje que sufren algunos niños, a pesar de que los factores
que suelen acompañar a esta limitación (pérdida auditiva, daño cerebral, baja inteligencia,
déficit motor) no sean evidentes en estos niños». Se califica como específico porque no existe
evidencia de ninguna relación con otro trastorno cognitivo, intelectual o motor y
únicamente se da una alteración en el lenguaje.
o Mientras que el retraso del lenguaje es una alteración transitoria, el TEL resulta ser
una patología duradera, con una clara repercusión en otros aprendizajes, como
puede ser el del lenguaje escrito. Es importante remarcar que no suele ser
aconsejable diagnosticar de TEL a un niño de edad inferior a 6 años, a no ser que esté
siendo tratado en logopedia y no muestra evidencias de mejoría. El RSL es un
trastorno madurativo que suele desaparecer. Si no desaparece a determinada y
perdura incluso con tratamiento, puede ser considerado de TEL.
o Las características y síntomas del TEL pueden variar mucho de un niño a otro; por
eso, se dice que es una patología muy heterogénea. Generalmente, afecta a todos
los componentes del lenguaje en mayor o menor medida y con distintos grados de
severidad, y este es un criterio diagnóstico.
o Hay que destacar que el perfil semiológico de los niños con TEL no es estático, sino
que puede variar con el tiempo. A medida que avanzan, crecen y se enfrentan a
nuevos retos, aparecen nuevas dificultades. Asimismo, durante su desarrollo y
evolución, son capaces de superar diferentes problemas usando diversas estrategias
para realizar ciertas acciones y sobrellevar situaciones cotidianas, tanto en su
entorno social y familiar como en el académico, pero irán apareciendo otras, ya que
la complejidad aumenta. Este criterio también debe ser tomado en cuenta.
Existe una gran diversidad entre los niños con TEL y en su sintomatología. Es muy importante
diferenciar los tipos de TEL con el fin no solo de conocer los síntomas que comparten, sino de
saber el patrón de alteración.
Durante las últimas décadas diversos autores han presentado diferentes clasificaciones del TEL,
pero actualmente, la que más se emplea es la clasificación de Rapin y Allen (1987, 1988). Las
autoras dividen los tipos en tres grupos principales, según la alteración principal: trastornos de
la variante expresiva, trastornos de comprensión y expresión y trastornos del proceso central
de tratamiento y de la formulación.
Este tipo de trastorno puede presentarse de dos formas: como trastorno de la programación
fonológica o como dispraxia verbal.
1. Trastorno fonológico-sintáctico:
▪ Déficit a nivel receptivo y expresivo.
▪ Fluidez alterada.
▪ Afectación de la articulación.
▪ Sintaxis deficiente.
▪ Mejor nivel de comprensión que de expresión.
▪ Complicaciones en la comprensión dependiendo de las variables: longitud del
enunciado, complejidad de la estructura sintáctica, ambigüedad semántica, falta
de contextualización, etc.
2.Agnosia auditivo-verbal:
▪ También conocida como «sordera verbal».
▪ Fluidez alterada.
▪ Comprensión oral severamente afectada.
▪ Expresión limitada o incluso ausente.
▪ Articulación alterada.
▪ Comprensión normal de gestos.
Por último, en lo que respecta a los trastornos del proceso central de tratamiento y de la
formación, podemos encontrar el trastorno semántico-pragmático y el trastorno léxico-
sintáctico.
1.Trastorno semántico-pragmático:
▪ Desarrollo lingüístico inicial normal.
▪ Articulación normal.
▪ Habla fluente, aunque logorreica.
▪ Frases con estructuras sintácticas correctas.
▪ Dificultades en la comprensión.
▪ Falta de adaptación del lenguaje al entorno.
2.Trastorno léxico-sintáctico:
▪ Habla fluente.
▪ Articulación normal.
▪ Jerga fluente en niños pequeños.
▪ Sintaxis alterada.
▪ Comprensión normal de palabras sueltas, pero dificultad para comprender
enunciados.
Proceso de evaluación del retraso simple del lenguaje y
del TEL
El retraso simple del lenguaje y el TEL comparten sintomatología en las primeras etapas y la
diferencia se da a nivel de pronóstico y evolución. Por esta razón se plantea la evaluación de
ambas patologías desde el mismo enfoque y no por separado, ya que se exploran los mismos
componentes y factores.
Como toda evaluación que realizamos, el esquema propuesto sería el siguiente:
o Entrevista con los padres: extremadamente necesari, te va a dar muchas pistas. Se
realiza la misma estructura que con otros trastornos, pero el rastreo de la histobiografia
aquí se hace especialmente importante. Analizamos el desarrollo madurativo, la
adquisición de logros, y la interacción y estimulación que del lenguaje hacen los padres.
o Entrevista con los profesores de años anteriores, o de profesores de otras áreas. Es
importante saber las impresiones de otros profesores (educación física, música…) así
como de personal no docente (cuidadores de comedor, conserje) acerca del nivel de
autonomía del niño y de expresión verbal o de intención comunicativa en diferentes
contextos.
o Observación de la conducta lingüística en diversas situaciones naturales (observación
en clase, en el patio, en educación física…). Es una de las herramientas más útiles que
podemos utilizar para la evaluación del lenguaje.
o Evaluación mediante la interacción con el niño mediante el juego en sesiones bien
estructuradas. Podemos hacer un registro de las distintas formas lingüísticas a su
alcance. Para esto, lo mejor es utilizar el análisis del retraso del lenguaje (A-RE-L) de
Pérez y Serra (1998).
o Evaluación de las capacidades básicas. En este sentido, al igual que a otros alumnos,
evaluamos las capacidades intelectuales con una prueba tipo EISC-V, entendiendo y
observando como interfieren los procesos del habla y de la comunicación en su
desempeño. Si fuera imposible, recurrimos a una evaluación de inteligencia con una
prueba No-verbal
o Evaluación de las dimensiones del lenguaje: La evaluación que se expone a continuación
está basada en Aguado (1999), quien divide la valoración en dos procesos principales:
evaluación de la recepción y evaluación de la expresión, y cada uno de estos en
diferentes niveles de procesos psicolingüísticos, siguiendo el esquema clásico de
Fonologia/Morfologia/sintaxis/semántica/pragmática
Evaluación de la Recepción
Identificación léxica: a través de esta evaluación valoramos el conocimiento léxico que tiene
el niño. Generalmente, se le muestran al niño varias imágenes y debe señalar la que
corresponda a la palabra que se le dice. La prueba más utilizada para esta evaluación
muestra una alta correlación de sus resultados con pruebas de medición de CI, como el WISC-
R y el McCarthy:
▪ Peabody (Dunn, Dunn y Arribas, 1986).
▪ BOEHM-3. Test de conceptos básicos (Boehm, 2012).
Evaluación de la expresión
Para evaluar los procesos psicolingüísticos implicados en la expresión oral, existen diversas
baterías de test y pruebas que abarcan la valoración de todos ellos, como pueden ser el BLOC
o batería del lenguaje objetiva y criterial (Puyuelo et al., 1998), el CELF 5 de Elisabeth Wiig,
Eleanor Semel y Wayne Secordy y el PLON o prueba del lenguaje oral de Navarra (Aguinaga,
Pascual y Río, 1989). El CELF-5 es extremadamente completo, y suele usarse en exclusiva. Es
una herramienta fantástica, pero no debería usarse como única medida para realizar el
diagnóstico.