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TEXTO: DANIEL KORINFELD, CAP.

4 “ESPACIO E INSTITUCIONES SUBJETIVADAS”

¿CUÁL ES LA IMPORTANCIA DEL VINCULO DOCENTE-ALUMNO EN CONFIGURACIÓN DE LAS


SUBJETIVIDADES Y LOS IMPACTOS EN LAS TRAYECTORIAS ESCOLARES DE LOS SUJETOS DEL
NIVEL SECUNDARIO?

Para poder entender las dificultades que se plantean en la vida cotidiana respecto de
las tareas de educar y las problemáticas, en nuestro caso, de los adolescentes, jóvenes,
educadores y padres, debemos preguntarnos de qué trata una institución educativa en tanto
espacio suficientemente subjetivizado y relativamente operativo.

Para Korinfeld, la escuela es ese lugar donde se aprenden y se olvidan cosas, donde se
aprueban y se desaprueban exámenes, donde se difunden algunos saberes y donde se
adquieren algunas destrezas y ciertos hábitos y normas. Es ese lugar donde no solo se enseña
el conocimiento legítimo, sino también el comportamiento esperado, donde se sancionan y se
elogian unas u otras conductas, donde el valor del saber comienza y concluye a menudo en su
utilidad para salvar con fortuna los obstáculos académicos. En última instancia, es ese lugar
donde se enseñan y se aprenden esas cosas que a veces nada tienen que ver con las cosas que
ocurren fuera de las aulas.

Lomas expresa acerca de la escuela “es el lugar donde suceden cosas divertidas, donde
unos estudian las lecciones y otros escriben en los cuadernos, donde habitan las ilusiones y
también el desencanto, donde afloran las sonrisas aunque a veces también emerge el llanto,
donde se sufre con el dolor del fracaso y se goza con el placer del éxito, donde se dormita
cuando sobreviene el hastío de las horas en la monotonía de las aulas y donde se escriben
mensajes en los pupitres a golpe de bolígrafo o a punta de navaja.

Con respecto a esto, podemos decir que en la escuela acontecen situaciones en las
cuales están presentes las subjetividades de los sujetos implicados en el acto educativo. Es
decir, que los afectos de los alumnos participan en la escena de enseñanza; no puede remitirse
de que está en juego a la capacidad, la habilidad o la inteligencia de cada quien, ni tampoco
estrictamente a la didáctica utilizada. Sin embargo, la subjetividad en juego no es sola la del
alumno sino que el docente esta íntegramente implicado allí. No solo cuentan las matrices de
su formación profesional, ni la cuestión se limita a la capacitación adquirida a través de la
experiencia de enseñar, sino que está implicado en sus emociones, afectos y pasiones, su
propia biografía y específicamente su biografía escolar tendrá un lugar relevante para su tarea,
del mismo modo que inciden la multiplicidad de contingencias vitales que se presentan en su
recorrido como educador.

Además, el vínculo entre el docente y alumno produce efectos en el otro que pueden ir
más allá de la apropiación de un objeto de conocimiento. La relación entre el maestro y su
alumno se despliega en una situación social específica, la práctica docente en tanto social que
se pone en marcha en instituciones diseñadas para ello en el entramado de un sistema social
mayor. En esta relación lo subjetivo deja de estar identificado estrictamente con lo individual
para ingresar a un orden de articulación con lo colectivo y lo social.

La dificultad que predomina en el campo de la educación para incluir modos y


dispositivos para procesar los desajustes, los desencuentros y los conflictos, algo
particularmente relevante cuando el núcleo de una práctica se configura entre sujetos.

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